Edilberto Aldán's Blog, page 52
January 8, 2021
Bloqueo
A pesar de que Donald Trump ya declaró que está comprometido con una transición ordenada, Mark Zuckerberg oficializó que el bloqueo de los perfiles personales del presidente de los Estados Unidos en Facebook e Instagram será indefinido y estará vigente “hasta que la transición pacífica de poderes esté completada”.
El CEO de Facebook fundamentó la decisión del bloqueo con el argumento de que Trump “pretende utilizar el tiempo que le queda en el cargo para socavar la transición pacífica y legal del poder a su sucesor elegido, Joe Biden”.
Ante el bloqueo de sus cuentas no ha faltado quien denuncie que a Trump lo están censurando, el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador lo señaló así; en primera instancia, se negó a comentar la invasión del Capitolio argumentando los “principios de política exterior la no intervención, la autodeterminación de los pueblos”, minutos después, como siempre dice lo que piensa, señaló que lo que no le gustaba del asunto del Capitolio era la censura “no me gusta que a nadie lo censuren y le quiten el derecho de transmitir un mensaje en Twitter o en Face, no estoy de acuerdo con eso, no acepto eso”.
Todos los días miles, quizá millones, son bloqueados en sus cuentas sociales y de la misma manera superficial en que lo hace López Obrador, se quejan de censura, incluso empleando argumentos similares que los del presidente “no puede haber retrocesos. ¡Cómo se va a censurar a alguien! ‘A ver, te castigo porque yo, juez, como la Santa Inquisición, considero que lo que estás diciendo es perjudicial’. ¿Dónde está incluso la norma?, ¿dónde está la legislación?, ¿dónde está reglamentado? Eso es un asunto de Estado, eso no es un asunto de las empresas”; pero sí es un asunto de empresas, sí existen normas que aceptas cumplir al unirte a una red social.
Ignorar las letras chiquitas es de ignorantes, iguala a quienes se lamentan por no poder postear una obra de arte con quienes sienten que vulneran su libertad de expresión al impedirles escribir groserías o postear un desnudo. López Obrador se equivoca, sí están reglamentadas las redes sociales, lo grave de su error es que confunde la comunicación institucional con la interacción en las redes sociales, lo hace para arremeter en contra de sus adversarios, pues enseguida señaló que si hay censura en redes sociales se vulnera la libertad de expresión y sólo nos quedaríamos con los medios de comunicación convencionales que históricamente se han sometido al poder.
Con medias verdades, López Obrador asusta a sus seguidores para transformar la crítica en intento de censura. Ante el bloqueo de sus cuentas, Donald Trump envió el mensaje de la transición ordenada a través de Dan Scavino, subjefe de Gabinete de Comunicaciones de la Casa Blanca y director de Redes Sociales, el encargado del manejo oficial de las cuentas del presidente de los Estados Unidos, durante la administración de Trump, la cuenta oficial en Twitter del presidente @POTUS, sólo se dedica a retuitear lo que @realDonaldTrump difunde, ninguna red social ha censurado los comunicados de la Casa Blanca, no se han dado de baja los canales gubernamentales a través de los cuales se comunica con la población.
El engaño de López Obrador es un nuevo intento por convencer a sus fieles de que la Cuarta Transformación, pero sobre todo su persona, está bajo asedio, que sus adversarios quieren impedir la comunicación y el “diálogo circular”, hasta ahora, el enorme poder de difusión de la presidencia no ha estado en ningún peligro, por el contrario, el aparato gubernamental de comunicación se ha fortalecido, el mecanismo a través del cual se beneficia a las plumas amigas se ha enriquecido con la invitación a la mañanera de “periodistas” afines y preguntas plantadas, a lo que hay que sumar el abuso del Sistema Público de Radio y Televisión para fomentar la figura presidencial.
Como presidente, López Obrador no ha sufrido ninguna censura, si alguien ha sido el Gran Inquisidor es él, quien no pasa un día sin señalar que los otros son los que dicen cosas perjudiciales.
Coda. Ha sido imposible no comparar lo ocurrido en el Capitolio con lo que ocurre en México bajo el gobierno de populistas similares, Trump y López Obrador comparten más similitudes que diferencias, sólo que el presidente mexicano ha sido mucho más astuto en el uso de las redes sociales y polarizando a la opinión pública.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXJanuary 7, 2021
Insurrección
Frank Underwood, el personaje que encarna el brillante Kevin Spacey en House of cards, considera que “la democracia está sobrevalorada”, la irrupción de la turba trumpiana en el Capitolio nos recordó que para los estadounidenses así es.
Donald Trump convocó a sus seguidores a las afueras de la Casa Blanca para la marcha Salvar a EU, ahí, encendido, los alborotó: “No cederemos nunca, nunca concederemos”, les dijo a los miles de manifestantes que reunió “Detendremos el robo”, y los abandonó a su delirio. La turba se dirigió al Capitolio para interrumpir una sesión usualmente de trámite en el que el Senado y la Cámara de los Representantes ratifican los resultados de la elección.
Acostumbrados a las producciones de cine en que los cuerpos de seguridad que protegen a los legisladores estadounidenses son una élite conformada por máquinas de matar, robots dispuestos al sacrificio, a todos sorprendió la facilidad con que los seguidores de Trump hicieron a un lado a la policía del Capitolio e interrumpieron el trabajo legislativo.
Las declaraciones posteriores de Donald Trump lo pintan como el miserable que es, ante los enfrentamientos con gases lacrimógenos, la irrupción en oficinas de legisladores, el todavía presidente insistió en el fraude electoral: “Conozco su dolor y sufrimiento, ha habido una elección que nos han robado, fue una elección ganada con diferencia, y todos lo saben, especialmente el otro lado”, en que le habían arrebatado la victoria, “Es un tiempo muy duro, no ha habido otro momento en el que algo así haya podido suceder, que nos puedan quitar a mí, a ustedes, a todos, en una elección fraudulenta”, y para justificar los desmanes agregó en un segundo mensaje: “Estas son las cosas y acontecimientos que ocurren cuando una victoria sagrada y abrumadora es arrebatada de forma agresiva a grandes patriotas que han sido tratados de forma mala e injusta durante mucho tiempo. Vayan a casa en paz ¡Recuerden este día para siempre!”. El delirio.
Algunos se apuraron a calificar de golpe de Estado la sublevación de los trumpistas, pero eso fue una insurrección, un movimiento contra lo que creen que encarna la autoridad, movidos por la chabacanería de series como Designated survivor, los trumpistas creyeron que bastaba espantar a las personas para que las instituciones se modifiquen y reelijan a Trump; no ocurrió así, nos guste o no el modelo democrático estadounidense, a pesar de todos los cambios o reformas que requiere, se fundamenta en la institucionalidad antes que en el capricho.
Al reiniciar la sesión, Mike Pence lo recordó dirigiéndose a los trumpistas: “A quienes desataron hoy el caos en nuestro Capitolio: ustedes no han ganado. La violencia nunca gana. La libertad siempre gana. Y esta sigue siendo la casa del pueblo”, el número dos de Donald Trump condenó la violencia, se dijo de luto por las vidas perdidas en el ataque (un reporte nocturno mencionaba cuatro muertos) y finalizó su discurso con un “volvamos al trabajo”.
Los senadores que se oponían a ratificar el triunfo de Joe Biden, ante las manifestaciones de violencia, decidieron hacer de la sesión un trámite y ya no objetaron más para permitir finalizar con la sesión y concentrarse en lo más difícil a partir de este momento, ¿cómo contener la idiocia de Donald Trump cuando todavía faltan dos semanas de su gobierno?
Algunos congresistas ya están pensando en destituir a Trump invocando la Enmienda 25, que establece que el vicepresidente, con una mayoría del gabinete o con un órgano constituido específicamente por el Congreso, puede destituir al presidente si se determina que es incapaz de cumplir los poderes y deberes de su cargo.
En una democracia como la estadounidense, un simple llamado a volver a trabajar puede fortalecer a las instituciones, poner fin al trumpismo a través de la aplicación de la ley, este es el fin que merece Donald Trump; el movimiento radical que lo acompaña, a los insurrectos, no será tan sencillo detenerlos, habrá que confiar que esos millones que se dejaron embelesar por el canto rabioso se detengan ante el llamado de la ley.
Coda. Finalizo con otra cita de Frank Underwood: “Momentos como este requieren de alguien que actúe. Que se atreva a hacer lo desagradable. Lo necesario”, dicho por quien mientras sacrifica a un perro atropellado, se justifica indicando que “Hay dos tipos de dolor. El tipo de dolor que te hace fuerte o inútil. El tipo de dolor que sólo es sufrimiento. No tengo paciencia para las cosas inútiles”.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXJanuary 6, 2021
Exhibición
No se puede mirar al cielo sin que la vista sea ensuciada con algún espectacular, poco falta para que vivamos los escenarios distópicos de Blade Runner y esos anuncios no necesariamente se encuentren en una estructura ajeno al edificio y se integren a la obra, los arruinados paisajes urbanos empeoran en tiempos electorales, ya que ante la posibilidad de ocupar una candidatura la clase política acude a la única fórmula que se le ocurre, venderse como un producto.
Quién no enseña, no vende, establece el dicho, que funciona perfectamente para una tienda de abarrotes, no para una campaña política, sin embargo, el marketing les ha vendido a los políticos que exhibirse es indispensable; y sí, mostrar las ideas, propuestas y argumentos que te hacen merecedor de un voto merecen ser puestos al alcance de los electores, incluso de la misma forma en que se revelan las consecuencias positivas para el consumidor de adquirir un producto.
Un anuncio de cualquier champú hace imaginar que los beneficios de usarlo serán similares a la belleza y brillo de la cabellera de la modelo que aparece en el comercial, y esa síntesis la clase política la confunde con la necesidad de que su rostro aparezca en la publicidad de su oferta.
Las etiquetas con que se acompaña en la publicidad a un producto suponen que son las que genera u obtendrá el consumidor, lo que no funciona de la misma manera cuando intentas vender un argumento político, pero eso no detiene a los aspirantes a exhibir su rostro junto a palabras como honradez, libertad, cambio, orden o cualquiera que saquen del arcón de los mismos lemas sobados de siempre.
Confundidos en que son un producto, los candidatos sólo son capaces de traducir el significado abstracto de las ideas que promocionan a sus características físicas, como si la libertad fuera una sonrisa de dientes blanquísimos, la democracia, una cabellera bien peinada o la justicia, el color de unos ojos.
Presos de esa confusión, los aspirantes se castigan a sí mismos imponiéndose la obligación de un modelo de belleza físico, se obligan a sesiones fotográficas o de video que antes de sintetizar su propuesta se concentran en adornar el sitio en el que se acomodan para lucir su belleza.
Si de por sí la exhibición del físico como valor puede parecer grosero, se transforma en soez que los espectaculares insistan en establecer que la clase política es la de los privilegios, antes que leer las propuestas, se ostenta que se encuentran en niveles distintos a los mortales que desde la parada del autobús o cruzando la acera tienen que levantar la vista para encontrarse con alguien que muestra lo lejos que está del piso.
Obnubilados con la multiplicación, los aspirantes dejan de observar que la multiplicación de su retrato es un insulto a la inteligencia de los electores, pues no ofrecen nexo alguno entre los resultados, propuestas o argumentos al atarlo a su imagen.
A nadie se engaña con esos espectaculares y, sin embargo, todo indica que seguiremos viendo las mismas prácticas de marketing político, a pesar de que la pandemia exija formas creativas de llevar una idea a los electores, frente a la necesidad de modificar las estrategias de las campañas por la obligatoria distancia social, los equipos de los aspirantes no logran dar con una idea que no sea la reproducción ad nauseam de esas imágenes.
Diferente no es repetición y disruptivo no es multiplicación, no importa cuánto se esfuerce un grupo de profesionales en embellecer lo que está vacío.
Coda. “La única ruptura válida es el rompimiento con lo aprendido y dominado, no la que sirve para disfrazar la torpeza, la indolencia o la ineptitud”, escribió José Emilio Pacheco, la exhibición.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXJanuary 5, 2021
Ejemplo
El científico encargado de la pandemia en México se ha vuelto irrelevante, su paso de rockstar nacional del coronavirus a chivo expiatorio de la Cuarta Transformación se ha acelerado tras revelarse que, como lo mostraban las imágenes, Hugo López-Gatell decidió tomarse un descanso en Oaxaca.
El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud fue captado por alguien mientras departía en la playa de Zipolite, sin cubrebocas y sin mantener la sana distancia… una vez más. Como la imagen se difundió en redes sociales durante el fin de semana, la explicación oficial de esta conducta tuvo que esperar a la mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien también como siempre, evitó hacer una declaración en contra de su científico de cabecera y lo defendió destacando que ha realizado un trabajo “muy intenso, que ha estado cumpliendo cabalmente con su responsabilidad, es muy buen servidor público, buen especialista, muy profesional”.
El año pasado, en abril, David Clarke, ministro de Salud de Nueva Zelanda, dijo de sí mismo que era un idiota, porque fue descubierto tomando vacaciones cuando unos días antes había declarado un confinamiento estricto, el funcionario declaró “En este momento estamos pidiendo a los neozelandeses hacer sacrificios históricos y los he decepcionado. Soy un idiota. Entiendo que la gente esté enojada conmigo”, al presentar su renuncia agregó “como Ministro de Salud es mi responsabilidad no sólo cumplir las reglas sino dar ejemplo a otros neozelandeses”; la renuncia no le fue aceptada en ese momento, ya que ese país se encontraba en una etapa crítica de la pandemia. David Clarke renunció al cargo en julio.
Por supuesto, el ejemplo de David Clarke se volvió tendencia tras la conducta de López-Gatell, aunque el subsecretario y sus defensores quisieron eliminar todas las coincidencias entre los casos, acusando a los adversarios de la Cuarta Transformación de buscar la renuncia del funcionario sólo porque se permitió un descanso, una falla mínima en su conducta intachable, por permitirse ser humano.
López-Gatell enfrentó a la prensa con la arrogancia que lo distingue, su estrategia fue quejarse de que los medios querían convertir su vida privada en un asunto de interés público: “No tengo nada que ocultar. Efectivamente fui a la costa de Oaxaca, a la región de Pochutla, en el municipio de San Pedro Pochutla; es un sitio hermoso, con una población muy generosa, muy benévola, y fui a visitar a familiares muy cercanos, personas muy amigas y estuvimos en una casa particular durante los días de fin de año”; enseguida, desvió la atención declarando que “algunos aspectos de mi vida privada podrían ser de interés público e instructivos, es relativamente fácil si uno contempla estas actividades, separar los lugares en una mesa. Tuvimos, efectivamente, una reunión con motivo del fin de año y cuidamos este tipo de aspectos y esto esperamos que lo haya hecho la mayoría de las personas”.
¿La vida privada de López-Gatell es un asunto de interés público? Absolutamente no, el señor puede hacer de su vida un papalote y volarlo donde quiera, no debería importar con quién sale, si se besa o no o, como si todos, es incapaz de comer y beber con el cubrebocas puesto, quienes piden su renuncia por esas conductas.
Ante la irrelevancia de su vida personal y sus dichos, lo que se debe a exigir a Hugo López-Gatell es que cumpla a cabalidad con su función como servidor público (el presidente asegura que es muy bueno), y ese compromiso implica seguir el mismo camino que David Clarke, es un dilema ético, no uno moral, es la muestra de una falta total de pudor.
La renuncia de López-Gatell no llegará, su arrogancia le impide ver las faltas que comete, además, de irse, ¿a quién le va a echar la culpa López Obrador cuando llegue el momento?
Coda. “Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de los ejemplos”, escribió Séneca. Así es.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXJanuary 4, 2021
Intento
En Batman begins, Thomas Wayne le pregunta a su hijo: ¿Por qué caemos, Bruce?, para enseguida responderse: Para aprender a levantarnos. Eso fue el 2020, una intensa caída que no podemos permitirnos olvidar, todo lo que venga en el futuro es intento por levantarse, aprender a hacerlo.
El consejo suena fácil si se hacen a un lado las pérdidas materiales y humanas, las muertes, las ausencias, el dolor que nos inclina hacia el olvido, y sí, es bastante sencilla la enseñanza que entregó su padre al niño que se convertirá en Batman, de hecho, así son todas las referencias de la cultura pop, aunque no todas necesariamente saltan la línea hacia lo simple.
No encuentro ningún inconveniente en emplear esas frases matonas de la cultura pop cuando se trata de establecer una conversación o explicar algo, Carlos Fuentes refería que los lugares comunes eran, antes que imágenes literarias trilladas, puentes para acercar al otro a lo que uno quiere que vea.
Sé también que puedo encontrar una frase mejor que la de Batman begins en un autor clásico, que bastaría repasar a Montaigne o Canetti para hallar algo similar, pero con mayor riqueza en el lenguaje, mejor narrado o escrito, pero ese es un placer que me reservo a la intimidad y después compartirlo cuando lo considere oportuno; no me veo hablando con mi hijo citando a Tucídides u Ovidio para llegar a un acuerdo, para mí es más sencillo acercarme a las cosas desde las que contempla el mundo a su edad para acercarlo a mi visión, no considero tiempo perdido el que me tenga que sentar a ver el Capitán Calzoncillos o The Mandalorian para de ahí obtener una frase de apoyo que me permita extenderle la mano para elaborar una lista de compromisos o explicarle sus derechos y obligaciones como menor de edad. Si con el tiempo podemos conversar de Homero o Herodoto, estará bien, mientras, considero que es mi labor caminar hacia él antes que forzarlo a seguirme.
Esta idea de las referencias a la cultura pop me ha estado rondando durante este tiempo por la enorme cantidad de mensajes que leo acerca de cómo es necesario borrar lo que nos ocurrió en el 2020, me abruma la falta de compromiso que implica eliminar la experiencia traumática y quedar de nuevo sin nada para pensar cómo vamos a vivir lo que nos espera este año.
Me resisto a llamar lo que vivimos como “nueva normalidad” porque no hay nada nuevo en un mundo que intenta normalizar trazando una línea que pasa por alto la manera que merecemos estar en el mundo, es decir, una idea, un propósito, no un simple tránsito.
Con esta idea muy básica de cultura pop, me alienta el considerar que al finalizar el 2020 se modificó nuestra percepción de la realidad al verla a través de una pantalla. Tras meses de encierro, cuando los famosos o influencers se quisieron apropiar de una causa o generar likes apoyando un movimiento, enfrentaron el desagrado de muchos que miramos la facilidad con que se finge empatía desde el privilegio, desde cualquiera de ellos.
Si lo que sigue del 2021 seguiremos en confinamiento, obligados a hacer gran parte de nuestra vida, los que podemos, a través de una pantalla, está la oportunidad de mirar detenidamente y pensar qué es lo que admiramos de personajes que son influyentes sólo por su dinero o belleza, sin ninguna otra cualidad o característica extra. Así no olvidaríamos cómo los famosos y políticos abusaron de su privilegio para restregarnos en la cara lo lejos del mundo real que están, y cómo la admiración de esos modelos no son un camino a seguir sino una evasión momentánea. Caer y aprender a levantarse, quizá.
Coda. Bien dice T.S. Eliot que no hay competencia:
Sólo existe la lucha por recobrar lo perdido
Y encontrado y perdido una vez y otra vez
Y ahora en condiciones que parecen adversas.
Pero quizá no hay ganancia ni pérdida:
Para nosotros sólo existe el intento.
Lo demás no es asunto nuestro.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXDecember 31, 2020
2020
Pinche año de Leona Vicario, suele iniciar sus columnas Gil Gamés, en este 2020 de la pandemia, no encuentro alguien que pueda decir algo bueno de estos días, las restricciones por la emergencia sanitaria y el confinamiento se traducen a que en cualquier conversación que se mencione lo que ocurrió a lo largo de estos meses sea visto como una tragedia colectiva y personal.
El 31 de diciembre se cumple un año desde que China notificó oficialmente a la Organización Mundial de la Salud los casos de la enfermedad respiratoria que hoy reconocemos como el covid-19; es hasta marzo que la OMS declara al coronavirus como pandemia y a finales de ese mes, el consejo de Salubridad General declara en México Emergencia Nacional por el coronavirus; durante el primer trimestre del 2020 el mundo fue distinto, pero ya no lo recordamos, todo lo que nos queda del 2020 en la memoria es el confinamiento.
La Fundación del Español Urgente, de la Agencia EFE y la Real Academia Española, eligió Confinamiento como la palabra de este año, de entre una lista en la que también estaban coronavirus, infodemia, resiliencia, covid-19, teletrabajo, conspiranoia, tiktok, estatuafobia, pandemia, sanitarios y vacuna. La definición de Confinamiento es “aislamiento temporal y generalmente impuesto de una población, una persona o un grupo por razones de salud o de seguridad”; ya que marcó nuestra vida al grado de eliminar tres meses de vida, que disolvió movimientos poderosos como el de las mujeres, la elección no pudo ser mejor, esa medida cambió nuestra forma de hablar y de vivir, de pensar.
Será difícil encontrar en los recuentos del año una nota positiva, todos tenemos deseos de olvidar el 2020 y el confinamiento en que nos mantuvo; pero el 2021 no pinta mejor, quizá por eso no fue elegida la palabra vacuna por la Fundéu. Dudo que alguien se anime a cantar, como es costumbre “Yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas”. En lo personal, tras comer la doceava uva y besar a la mujer que amo, buscaré un momento para sí cantarle así al 2020, no le guardo resentimientos y, sin ningún ánimo optimista, considero necesario pensar una y otra vez en qué me dejó el confinamiento.
En este 2020, del encierro aprendí a valorar el peso de las palabras y las consecuencias de las acciones. Deberá ser otra, mejor, la forma en que interactúe socialmente con el puño de personas a quienes considero mis amistades; con mis colaboradores, buscar consolidar el espíritu de colectivo que nos distinguió durante estos meses; con mi familia, los lazos de la risa que nos unen más que los de sangre; con mi hijo, continuar formando el recuerdo que quiero de tenga de mí cuando yo no esté con él; con Tania, extender los días y las noches para que valgan los trabajos de amor disperso porque existe el verdadero amor.
Siempre he creído que la esperanza hace su esclavo al vencido, difícilmente rendiré mis expectativas a la confianza de que lo mejor está por venir, por eso no le guardo rencor al 2020, se requiere repasarlo una y otra vez, aprender para adquirir las herramientas necesarias que permitan construir la normalidad que merecemos, no esa novedad que se nos ofrece donde la única apuesta es ir dando los mismos palos de ciego que nos condujeron al desconcierto, pasividad e irresponsabilidad cuando apareció el coronavirus.
Creo en el ejercicio de la memoria, eso haré.
Coda. Hace treinta años me encontré en una librería la primera versión que José Emilio Pacheco publicó de los Four Quartets de T.S. Eliot, en la colección Cuadernos de la Gaceta, tengo un cariño especial por ese libro, dialoga conmigo, me permite entender cosas. Pacheco trabajó obsesivamente con ese texto, publicó varias versiones con formas distintas de aproximarse a los versos y traducirlos, revelarlos; en 2018, editorial Era lanzó la versión definitiva: Cuatro cuartetos. Aproximación.
La edición y notas de José Emilio Pacheco son reveladoras, de ahí tomo los siguientes versos, para repetirlos desde el primer minuto del 2021 y cuantas veces sea necesario:
Tratando de aprender a usar las palabras.
Y cada intento es un nuevo principio
Y un tipo diferente de fracaso,
Porque uno sólo aprende a dominar las palabras
Para decir lo que ya no tiene que decir
O en una forma en que no quiere ya decirlo
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXGustavo de Alba
Falleció Gustavo Arturo de Alba Mora, periodista inteligente y hombre generoso.
Don Gus, como le decían sus amigos, merece un capítulo completo de la historia del periodismo en Aguascalientes, es un imprescindible, no se entiende el desarrollo de los medios de comunicación impresos y su versión digital sin su presencia.
Nunca lo llamé Don Gus, no es que no mereciera esa expresión de respeto o distinción social, era que me abrumaba su amabilidad y sencillez para demostrar su conocimiento, ser inteligente; las ocasiones en que me acerqué a Gustavo siempre salí del encuentro con las manos llenas por las certezas compartidas y la cabeza repleta con las preguntas con que instigaba a pensar.
A Gustavo lo conocí en los patios de Palacio de Gobierno, físicamente, ahí fue la primera vez que hablamos; lo leí muchos años antes, a través de la revista que dirigía, Crisol Plural.
Crisol Plural surgió a finales de la década de los ochenta y se transformó al formato digital en 2016, durante décadas fue un referente para conocer a la inteligencia aguascalentense, en un escenario editorial plagado de revistas miserables que se editaban sólo para poder cobrar una comisión en las oficinas de comunicación social de los gobiernos, la publicación de Gustavo de Alba mostraba una verdadera preocupación por convertirse un foro en el que se argumentaba sobre los temas de interés social, comprometido por formar opinión pública, analizar las raíces de eso que llamamos aguascalentense y dar espacio al debate.
En las páginas de Crisol Plural escribieron todos aquellos a los que importaba leer para dejar de pensar en Aguascalientes únicamente como la tierra de la gente buena, una revisión de los artículos y ensayos ahí publicados ayudaría a elaborar la historia de cómo esta ciudad abandonó decididamente el pueblito para constituirse en una metrópoli donde se pensaba sin la carga de ser provinciano.
Lo que distinguía la línea editorial de la revista de Gustavo de Alba era la pluralidad, a pesar de las transiciones políticas, la alternancia de partidos en el poder de los gobiernos municipales y estatales, no hubo bandazos vergonzantes o elogios a causas de las que después se tuviera que retractar o arrepentir.
Cuando llegué a Aguascalientes, fue un alivio encontrar Crisol Plural, una publicación de esas características destacaba entre la oferta de ediciones dedicadas a satisfacer el morbo o elogiar a la clase política.
–Es usted un hombre inteligente –me dijo Gustavo en uno de los patios de Palacio de Gobierno, me sobresaltó el elogio y dudé en aceptar el ejemplar de Crisol Plural que me extendía–. Usted debería de escribir.
–Yo escribo –le contesté en espera de la petición de algún asunto relacionado no con mi persona sino con mi labor en el gobierno.
–Sí, ya sé, pero no escribe en Crisol, ¿cuándo me manda un artículo?
Hablamos en varias ocasiones más, cuando podía lo buscaba en el café de la calle Zaragoza que para mí fue su preferido, por supuesto, colaboré con Crisol Plural, pero mi mayor placer era leer su revista.
Cuando La Jornada Aguascalientes llegó a esta ciudad, se presentaba como el periódico en el que colaborarían las mejores plumas de la entidad, en la misma línea de Crisol Plural; Jorge Álvarez Máynez nos dio oportunidad de elaborar el suplemento cultural de ese medio, Guardagujas, con la consigna de que debía ser el mejor que se hubiera hecho en Aguascalientes, en el cuarto número decidimos presentar un especial sobre western, yo no dudé en quien acudir si se trataba de cine, porque de eso platicaba con Gustavo de Alba, de su pasión volcada en su sitio cineforever.
Antes de que Gustavo me entregara Los imperdonables del western [que hoy volvemos a publicar en la edición de LJA.MX] me citó en el café de siempre y durante un largo rato me dictó cátedra sobre las películas del género, no sólo eso, me entregó 15 copias de los filmes que él consideraba esenciales, así de generoso era.
Frecuenté a Gustavo de Alba en más ocasiones, no tantas como hubiera querido; cuando me asignaron la dirección editorial de La Jornada Aguascalientes le propuse que escribiera una columna, lo hizo esporádicamente, cuando yo insistía en que tenía que estar en estas páginas, él me reviraba con la invitación a replicar mis textos en la versión digital de Crisol Plural; afable y sencillo, antes que dar importancia a sus ideas, privilegiaba la capacidad de difundir la opinión de otros.
El café donde frecuenté a Gustavo de Alba está en la misma calle que las oficinas de LJA.MX, desde hace un tiempo ya no ocupaba la mesa de siempre, pero eso lo cambió por mensajes de WhatsApp y llamadas telefónicas, no eran constantes, siempre fueron precisas, se comunicaba para hacer una precisión, un comentario sobre algo que yo había escrito, en más de una ocasión me dijo “es más inteligente que eso”, y yo tenía que asentir, agradecido por la lección.
No estoy seguro de ser tan inteligente como Gustavo de Alba creía, entiendo que me lo decía como acicate, una provocación para dar lo mejor de mí mismo en lo que opinaba. Hombres así siempre harán falta y, en lo personal, lo voy a extrañar.
@aldan
Maniobras de escapismo es mi columna ocasional en LJA.MXDecember 29, 2020
Science bitch
A lo largo de la pandemia, la vida en mi barrio apenas se ha transformado, durante las festividades se instaló el tianguis navideño y cientos asistieron a hacer sus compras, la glorieta donde encuentras tacos y burritos está todavía más concurrida ya que se incrementó la oferta de comida; en el mercado y sus alrededores, locatarios han aprendido a convivir con tianguistas e informales porque la afluencia de clientes no para, alcanza para todos y sobra; en esa glorieta, la iglesia nunca ha cerrado sus puertas y se siguen realizando oficios.
A los gobiernos estatales y municipales los culpamos de no endurecer las restricciones, castigar a los irresponsables, en la vida diaria, nosotros mismos le damos vuelta a las medidas, no sabemos portar el cubrebocas, olvidamos usar gel, dejamos de lavarnos las manos, desviamos lo que significa distanciamiento social y todos los días agregamos actividades a nuestra lista de esenciales.
Con la responsabilidad de nuestra salud en las manos, nos hemos convertido en viejos gruñones que le gritan al tráfico y en redes sociales culpamos a los covidiotas del repunte de contagios y muertes, porque creemos que nosotros sí hacemos lo correcto, y en caso de ser descubiertos, apuntamos las demandas hacia las autoridades.
En los grupos de mensajería constantemente leo el reclamo hacia los gobiernos por imponer la ley seca y no permitir que abran los bares y antros, mientras que dejan seguir a las iglesias oficiando misas, incluso mandan imágenes para denunciar la ignorancia de esa gente, así, ellos.
No soy un hombre religioso, pero entiendo la necesidad de acudir a misa de quienes tienen fe, para mí es igual a quien le urge encontrarse con sus amigos alrededor de una mesa; de hecho, cuando miro al interior de la iglesia siento la misma pulsión que cuando observo a un grupo festejando en la cervecería, sólo que a los creyentes sí los veo con su cubrebocas y manteniendo distancia.
Hoy que está de moda exhibirse como progresista, es simple confundir conservadores con creyentes, optamos por simplificar el fenómeno de la fe a una horda de seguidores que obedecen a ciegas cualquier indicación de la iglesia; solemos burlarnos de quienes creen en algo y la manifiestan, sin ver que en muchas cosas en las que depositamos nuestra fe pueden parecer igual de absurdas a los otros; solemos practicar lo más básico de la tolerancia, no el respeto por la diferencia, sino el soportar a quienes no son y piensan como nosotros.
Muchos elegimos burlarnos de las muestras de fe de los otros, subidos en el ladrillo de la superioridad moral que nos otorga el ser ateos o agnósticos. Ufanos tronamos los dedos ante la cara de los creyentes para emplear la frase de Jesse Pinkman: Yeah, science bitch! y evidenciar que su dios no ha descendido a la tierra para salvarnos del covid-19 porque no existe, así que no importa cuánto le recen.
Nos burlamos de quienes mandan oraciones en redes, desde la superioridad que nos da citar a Carl Sagan o Christopher Hitchens, a quienes sólo conocemos por memes, y mientras nos reímos, mostramos al otro nuestra gran sonrisa que no cubre una mascarilla, la risa que no revela nuestras dudas sobre la eficacia de la vacuna porque alguien en la deep web reveló la conspiración.
Coda. En El libro de la risa y el olvido, Milan Kundera compara la risa de los ángeles con la risa del diablo, le recuerda Philip Roth en una conversación y le dice que el diablo ríe porque el mundo de Dios no tiene sentido para él, mientras que los ángeles ríen de alegría, porque en el mundo de Dios todo tiene sentido. Kundera le responde que el hombre utiliza la misma manifestación fisiológica para expresar dos actitudes metafísicas distintas, “Ambas modalidades de la risa forman parte de los placeres de la vida, pero llevados al extremo, también indican un apocalipsis dual: la risa entusiasta de los fanáticos-ángel, tan convencidos de su importancia en el mundo, que están dispuestos a colgar el cuello a todo aquel que no comparta su alegría. Y la otra risa, procedente del lado opuesto, la que proclama que nada tiene ya sentido (…). La existencia humana transcurre entre dos abismos: a un lado, el fanatismo; al otro, el escepticismo absoluto”. Cuando me rio, creo saber desde que extremo lo hago.
@aldan
December 28, 2020
Relevancia
El video inicia a la mitad de la historia, en un estacionamiento dos grupos de mujeres se enfrentan, se lían a golpes, no se entiende muy bien cuál es el motivo de la disputa ni el lugar en que se ubican, se requiere un intermediario que explique la escena, una de las agencias informativas contratadas por el diario en el que escribo cumplió con esa función, el video que se viralizó en redes mostraba la pelea entre revendedores de pasteles de Costco, resultado de que la tienda limitó la venta a dos piezas por cliente; la policía tuvo que intervenir porque las mujeres que peleaban amenazaron con bloquear el acceso al estacionamiento hasta que se cumplieran sus demandas.
Una de las revendedoras intentó alentar al resto para mantenerse en la toma del estacionamiento: “Aquí el que va a ser conformista, va a ser conformista y los que queremos salir adelante, vamos a salir adelante. Y vamos a estar unidos. Entre más gente seamos, vamos a estar unidos. ¡Unidos! ¡Unidos!”, en el video la mujer explica que está luchando por sus derechos y demandaba que la tienda permitiera la entrada de varias personas con una membresía para así darle la oportunidad de darle la vuelta a la venta limitada de pasteles, esa misma revendedora explica que levanta la voz porque “tenemos un hogar que mantener porque somos madres solteras, tenemos obligaciones. Y yo siento que la mayoría estamos aquí no por gusto, estamos por la necesidad”.
La agencia informativa ofreció dos notas sobre el mismo hecho, en una de ellas hizo referencia a que en redes sociales ya se le llamaba a esta pelea la “guerra de los pasteles”, comparando la lucha entre revendedores con el conflicto entre México y Francia de abril de 1938 a de marzo de 1939. Lo que las notas no ofrecen es información sobre la resolución del conflicto ocurrido en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Decidimos no incluir esa información en LJA.MX porque no le encontramos ninguna relevancia ni interés para nuestros lectores, a pesar de que fue tendencia en redes sociales; estoy convencido de que no hicimos mal al omitir esa historia.
Una mesa de redacción tiene el compromiso de proporcionar información de interés público, ¿cuán relevante puede ser para el lector enterarse de esa trifulca en un estacionamiento?, ¿se debe de reproducir sólo por el hecho de haber sido tendencia en redes sociales?, ¿vamos a validar la demanda de violar las políticas de la tienda?, ¿se difunde porque en una de las notas en el contexto se incluyen datos sobre la “guerra de los pasteles”? Como editores no encontramos ninguna razón para incluirla en nuestra oferta informativa, nos lo confirma el hecho de que días después no se ha vuelto a hacer mención de la pelea entre revendedores.
Como individuos, todos los días, enfrentamos la obligación de seleccionar lo que consideramos pertinente para nuestro crecimiento, nuestra forma de estar en el mundo, informarnos, aprender, entretenernos; de un tiempo a la fecha y acentuado con la pandemia, hemos cedido gran parte de ese propósito a otros, con confianza ciega en que quienes comparten información saben seleccionar; con la atención concentrada en las redes y esa idea vaga de que muchos implica democracia, también rendimos la necesidad de informarnos a sólo aquello que nos entretenga, y quién mejor que aquellos que consideramos iguales a nosotros para hacerlo.
Todo indica que no queremos vivir la pesadez del mundo y se requiere cambiar hacia algo más liviano, ligero, la levedad que propuso Italo Calvino, pero sin juzgar la pertinencia y relevancia de lo que consumimos, esa ligereza se transforma sólo en vulgaridad y morbo.
Coda. En sus Seis propuestas para el próximo milenio, Italo Calvino indicó “En los momentos en que el reino de lo humano me parece condenado a la pesadez, pienso que debería volar como Perseo a otro espacio. No hablo de fugas al sueño o a lo irracional. Quiero decir que he de cambiar mi enfoque, he de mirar el mundo con otra óptica, otra lógica, otros métodos de conocimiento y verificación”. Cambiar la mirada, ese es el reto.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXDecember 27, 2020
Regañones
Apurados por el cierre de año, poco se discute en las mesas de redacción sobre la relevancia del hecho noticioso, tradicionalmente los últimos días del año se considera que hay que dedicarlo al recuento o a la reseña, al homenaje de los que se fueron y a destacar aquello que consideramos importante a lo largo de los meses. Diciembre es un mes con poca información, se suele pensar, para rendirse a la costumbre de hacer memoria y editorializar.
Sí, las oficinas de comunicación social de los gobiernos, las empresas y la academia vacacionan, sin embargo, eso no significa que no se genere información, sólo que los medios de comunicación nos hemos concentrado en las grandes fuentes de información y olvidamos que la relevancia del periodismo reside en servir como canal para y entre la sociedad, antes que como megáfono para lo que se le quiera dictar.
Quizá hemos banalizado lo que significa una perspectiva humana sobre los hechos y se confunde el encontrar el interés a las historias con relatos edulcorados de superación personal o que tienen como centro el delito, el crimen, antes que sus consecuencias. Además, estamos sesgados por difundir una sensación de confort que no necesariamente corresponde a la realidad, pero optamos por ella porque se teme perder lectores, ante la posibilidad de que uno de ellos decida ya no querer informarse porque lo abruman las malas noticias, cedemos a satisfacer el morbo con nota roja moralizante o la superficialidad de la información sobre el espectáculo, peor aún: difundimos memes, seguimos tendencias y actuamos como reflejos de lo más banal de las redes sociales.
A esos pecados hay que agregar la susceptibilidad de la audiencia, se requiere mantener un tono amable con ellos, si se sienten regañados u ofendidos nos retiran la atención y nos evidencian ante los demás, acusaciones que tienen el mismo valor que las calificaciones de los influencers en Instagram, es decir, que responden a un interés personal por conseguir cosas o dinero antes que ofrecer un servicio público.
El último mes de 2020 es el del año de la pandemia, diciembre en México y el mundo es el del repunte de los contagios, sí, también el de la esperanza por la vacuna, pero antes que todo el del aumento de muertos, los nuevos descubrimientos sobre las características del virus y las mutaciones del covid-19. La información está ahí y debería ser nuestra obligación imponérsela a los ciudadanos, así, obligarlos a tomarla en cuenta para que no sigan siendo mortalmente irresponsables.
En Aguascalientes nueve municipios se encuentran en riesgo mayor, a pesar de los intentos por los gobiernos de distintos órdenes, cunde la indiferencia ante la información de la pandemia por no querer hacernos responsables de la salud del colectivo, son irrelevantes los distintos tonos de rojo que se puedan inventar en los semáforos, las metáforas empleadas para minimizar el cansancio de los profesionales de la salud, la saturación de los hospitales, el fracaso del sistema de salud, ¿diciembre es un mes con poca información?, sólo si se considera irrelevante la vida.
En el último mes del primer año de la pandemia, no debería espantarnos dejar de contar historias relevantes sobre los efectos del covid-19 en nuestras vidas, no debería importar que nos consideren regañones o poco empáticos, la obligación es advertir de la irresponsabilidad colectiva para que siga habiendo qué contar.
Coda. El autor de Cien años de soledad lamentaba que los medios restringieran y se desinteresaran por el reportaje, género al que caracterizaba como la noticia completa, la que sucedió en la realidad y que se debía dar a conocer al lector como si hubiera estado en el lugar de los hechos. “No es fácil entender que el esplendor tecnológico y el vértigo de las comunicaciones, que tanto deseábamos en nuestros tiempos, hayan servido para anticipar y agravar la agonía cotidiana de la hora del cierre. Los principiantes se quejan de que los editores les conceden tres horas para una tarea que en el momento de la verdad es imposible en menos de seis, que les ordenan material, para dos columnas y a la hora de la verdad sólo le asignan media, y en el pánico del cierre nadie tiene tiempo ni humor para explicarles por qué, y menos para darles una palabra de consuelo. ‘Ni siquiera nos regañan’, dice un reportero novato ansioso de comunicación directa con sus jefes. Nada: el editor que antes era un papá sabio y compasivo, apenas si tiene fuerzas y tiempo para sobrevivir él mismo a las galeras de la tecnología”, describió Gabriel García Márquez en El mejor oficio del mundo.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MX

