Intento
En Batman begins, Thomas Wayne le pregunta a su hijo: ¿Por qué caemos, Bruce?, para enseguida responderse: Para aprender a levantarnos. Eso fue el 2020, una intensa caída que no podemos permitirnos olvidar, todo lo que venga en el futuro es intento por levantarse, aprender a hacerlo.
El consejo suena fácil si se hacen a un lado las pérdidas materiales y humanas, las muertes, las ausencias, el dolor que nos inclina hacia el olvido, y sí, es bastante sencilla la enseñanza que entregó su padre al niño que se convertirá en Batman, de hecho, así son todas las referencias de la cultura pop, aunque no todas necesariamente saltan la línea hacia lo simple.
No encuentro ningún inconveniente en emplear esas frases matonas de la cultura pop cuando se trata de establecer una conversación o explicar algo, Carlos Fuentes refería que los lugares comunes eran, antes que imágenes literarias trilladas, puentes para acercar al otro a lo que uno quiere que vea.
Sé también que puedo encontrar una frase mejor que la de Batman begins en un autor clásico, que bastaría repasar a Montaigne o Canetti para hallar algo similar, pero con mayor riqueza en el lenguaje, mejor narrado o escrito, pero ese es un placer que me reservo a la intimidad y después compartirlo cuando lo considere oportuno; no me veo hablando con mi hijo citando a Tucídides u Ovidio para llegar a un acuerdo, para mí es más sencillo acercarme a las cosas desde las que contempla el mundo a su edad para acercarlo a mi visión, no considero tiempo perdido el que me tenga que sentar a ver el Capitán Calzoncillos o The Mandalorian para de ahí obtener una frase de apoyo que me permita extenderle la mano para elaborar una lista de compromisos o explicarle sus derechos y obligaciones como menor de edad. Si con el tiempo podemos conversar de Homero o Herodoto, estará bien, mientras, considero que es mi labor caminar hacia él antes que forzarlo a seguirme.
Esta idea de las referencias a la cultura pop me ha estado rondando durante este tiempo por la enorme cantidad de mensajes que leo acerca de cómo es necesario borrar lo que nos ocurrió en el 2020, me abruma la falta de compromiso que implica eliminar la experiencia traumática y quedar de nuevo sin nada para pensar cómo vamos a vivir lo que nos espera este año.
Me resisto a llamar lo que vivimos como “nueva normalidad” porque no hay nada nuevo en un mundo que intenta normalizar trazando una línea que pasa por alto la manera que merecemos estar en el mundo, es decir, una idea, un propósito, no un simple tránsito.
Con esta idea muy básica de cultura pop, me alienta el considerar que al finalizar el 2020 se modificó nuestra percepción de la realidad al verla a través de una pantalla. Tras meses de encierro, cuando los famosos o influencers se quisieron apropiar de una causa o generar likes apoyando un movimiento, enfrentaron el desagrado de muchos que miramos la facilidad con que se finge empatía desde el privilegio, desde cualquiera de ellos.
Si lo que sigue del 2021 seguiremos en confinamiento, obligados a hacer gran parte de nuestra vida, los que podemos, a través de una pantalla, está la oportunidad de mirar detenidamente y pensar qué es lo que admiramos de personajes que son influyentes sólo por su dinero o belleza, sin ninguna otra cualidad o característica extra. Así no olvidaríamos cómo los famosos y políticos abusaron de su privilegio para restregarnos en la cara lo lejos del mundo real que están, y cómo la admiración de esos modelos no son un camino a seguir sino una evasión momentánea. Caer y aprender a levantarse, quizá.
Coda. Bien dice T.S. Eliot que no hay competencia:
Sólo existe la lucha por recobrar lo perdido
Y encontrado y perdido una vez y otra vez
Y ahora en condiciones que parecen adversas.
Pero quizá no hay ganancia ni pérdida:
Para nosotros sólo existe el intento.
Lo demás no es asunto nuestro.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MX

