César Vidal's Blog, page 89
February 21, 2016
Cándido o la estafa de RETAR (Capítulo VI)
Por un lado, hizo todo lo que estuvo en su mano para que RETAR devolviera el líquido del crowdfunding del que se había apoderado. No fue del todo fácil porque siguiendo el principio retariano de “dólar que entra, dólar que no sale” RETAR sólo devolvió las sumas que se le pedían expresamente e incluso en esos casos, se hizo rogar no poco. Meses después del final de aquel crowdfunding y de que Cándido diera inicio a otro nuevo para financiar el programa de radio, todavía le llegaban mensajes de personas que no habían conseguido la devolución. Incluso supo Cándido que Magdaleno había dado largas a más de uno impidiendo que recuperara sus diez, quince o veinte dólares.
Resultó el segundo crowdfunding más rápido que el primero y con ello quedó de manifiesto la descarada falsedad de RETAR que pretendía que la gente había deseado entregar su dinero a Radio Solitaria, radio que, por cierto, nunca llegó a tener un nombre más adecuado porque nadie la escuchaba. Por supuesto, Miguel Díaz intentó mantener la audiencia de la franja horaria que había conseguido Cándido a pesar de que colocó a Magdaleno a frente de un programa sustitutorio.
En medio de aquella situación, la buena gente que había acudido al campus literario y que había formado un grupo de wasap comenzó a solicitar a Cándido que llevara a Díaz a los tribunales para recuperar no sólo su biblioteca sino también el dinero que debían darle y que no le entregaban. La indignación de aquellas personas estaba más que justificada, pero Cándido sabía que debía dar cada paso con suma prudencia y que cualquier movimiento erróneo podía tener fatales consecuencias. La gente que dirigía RETAR había demostrado que era capaz de casi cualquier cosa y, por supuesto, también lo era de deshacer su biblioteca o de lanzarla a un vertedero. Obligado resultaba estar atento y moverse de la forma más adecuada.
Fue precisamente entonces cuando, de la manera más providencial, RETAR se puso en comunicación con él para informarle de que necesitaban urgentemente el lugar donde tenían recogida su biblioteca y que le daban apenas unos días para retirar los libros. No estaba Cándido en su país y no contaba con medios para poder atender a aquella exigencia. En algún momento, llegó a pensar que en RETAR serían capaces de acabar dejando sus libros en una cuneta. Si todo se salvó, finalmente, se debió a la gente del grupo de wasap y, de manera muy especial, a Toni, el marido de una de sus componentes llamada Charo. Como si no hubiera hecho otra cosa en su vida, Toni negoció la salida de los libros, localizó un guardamuebles, los trasladó e incluso abonó la primera mensualidad. Era verdad que Cándido no podía utilizar aquella biblioteca, que no sabía cuándo la recuperaría, que había terminado en un almacén. ¡Ah! Sí, todo eso era dolorosamente cierto, pero Cándido estaba convencido de que, gracias a Toni, a Charo y al resto de la gente del campus, se había consumado una verdadera proeza: algo que había estado en manos de RETAR había sido recuperado.
Fue precisamente aquel logro inesperado lo que movió a Cándido a aceptar la propuesta generosa de Toni de intentar negociar que le pagaran el campus literario. Esperanza no tenía ninguna, pero también era cierto que contaba con el no a una salida justa y no perdía nada por intentarlo. Durante varias semanas seguidas, Toni le fue enviando las cuentas – nuevas y novísimas – que le pasaba RETAR. En un primer momento, se negaron a aceptar sus gastos. Luego los incluyeron, pero, a la vez, hincharon los de RETAR con partidas que se les iban sumando con el paso de las horas. En un momento determinado, RETAR ofreció a Cándido zanjar la cuestión entregándole el montante de cuatrocientos dólares. En otras palabras, se embolsaban todo el dinero y le arrojaban una cantidad miserable para que se contentara a pesar de que no cubría ni siquiera la quinta parte de sus gastos.
Por unos instantes, Cándido se sintió tentado de acabar con aquel enojoso incidente si la gente de RETAR al menos le entregaba no una parte de las ganancias sino meramente lo que habían sido sus gastos. Sin embargo, fiel a la consigna de “dólar que entra, dólar que no sale”, Daniel Díaz fue añadiendo gastos adicionales como el del autobús donde más de uno de los asistentes al campus estuvo a punto de sufrir una lipotimia o una presunta publicidad. Todo esto además lo perpetraba con aquel tono gimoteante mediante el cual, al mismo tiempo que desvalijaba al prójimo, encima se presentaba como víctima.
Al fin y a la postre, Cándido aceptó la realidad. Había trabajado totalmente gratis para RETAR, no habían cumplido una sola de sus promesas, le habían engañado con la publicidad, se habían quedado con todo el dinero que habían podido, no le habían dado un céntimo e incluso le habían dejado un agujero de no menos de tres mil dólares. Ésa era la realidad y no tenía sentido darle más vueltas. Y sin embargo… sin embargo, no se sintió mal ni triste ni amargado.
Por el contrario, experimentaba un raro sentimiento de paz, sentimiento al que se había sumado la tranquilidad de comprender que, por unos cientos de dólares, RETAR no podría pretender que se había comportado con justicia siendo como eran sus responsables gente que no tenía el menor problema en defraudar a sus semejantes. No se trataba, en absoluto, de una opinión subjetiva de Cándido. Justo en aquellos días, la policía de Perú desalojó a la gente de RETAR de un centro que tenían en Lima. La razón no podía ser más clara. Durante un tiempo, las autoridades peruanas habían cedido un importante local en el centro de Lima a RETAR. Sin embargo, dejando de manifiesto quién eran realmente, la gente de RETAR no había cumplido con sus compromisos, había descuidado el lugar del que, al parecer, no podía extraer todo el dinero que deseaba y, por enésima vez, había defraudado a los que habían depositado en RETAR toda su confianza. Bueno, a fin de cuentas, había pasado antes en Argentina y a saber dónde sucedería en el futuro.
Pero, por encima de todo, a Cándido le infundía una paz inmensa la absoluta certeza de que, una vez más, Dios lo había salvado de algo mucho peor. Sabía que así había sido en multitud de situaciones de las que, quizá en la mayoría de los casos, no había sido consciente. Había perdido tiempo y dinero, sin duda, pero conservaba la salud, el buen humor, la integridad y la esperanza en el futuro. Había también conocido a gente extraordinaria en el campus y sabía que mantendría la amistad con ellos en los años venideros. Por añadidura, no podía dejar de pensar que Dios había permitido todo aquello simplemente para que otros no cayeran en situaciones similares a aquellas en las que él y muchos otros habían caído.
No quería Cándido que RETAR se cerrara y que se sumiera todo en el caos. En realidad, Cándido pensaba que Dios le estaba dando a Miguel Díaz una última oportunidad de arrepentirse antes de que el desastre fuera global. Lo estaba instando para que no usara aquel dinero surgido del sudor y no pocas veces del engaño en colocar a sus hijos en puestos para los que no estaban preparados. Le estaba advirtiendo de que el día menos pensado el peso de la ley caería sobre él mucho más allá del cierre de locales por todo el mundo. Le estaba señalando que ni él ni RETAR eran la medida del bien y que, por haberse colocado en lugar de Dios, el juicio se estaba acercando. A decir verdad, ¿quién sabía si Miguel Díaz no se despojaría de toda la inmundicia acumulada con el paso de los años, de toda la soberbia, de toda la prepotencia, de toda aquella falta de integridad y volvería a lo que nunca debió dejar de ser?
En cuanto a Cándido… una tarde se descubrió hablando consigo mismo en francés. Se dio cuenta de ello mientras se encaminaba a abrir la puerta del despacho y cruzaba el pasillo. Comprendió entonces que aquel detalle no era sino el regreso a una época feliz – conocía todas las de su existencia y todas las guardaba en su corazón - de su vida pasada. De repente, su mente parecía haberse rebobinado a unos años rezumantes de esperanza, de ilusión, de alegría, de idealismo y sintió como en el interior de su pecho crecía una sensación de felicidad fresca y lozana.
Aquellos tiempos estaban a varias décadas de distancia en el pasado, pero también ahora sentía que tenía muchas razones para sentirse dichoso y darle gracias a Dios. Como dice el salmo, ningún arma forjada contra él había tenido éxito ni tampoco en el juicio había prevalecido contra él ninguno de sus enemigos. Así sería, sin duda, el resto de su vida. Así sería hasta que un día se reuniera con Aquel en quien pensaba siempre. Así sería aunque hasta entonces sin duda le quedaba mucho por hacer, por decir, por escribir. Precisamente, porque consideraba así las cosas, con seguridad, no tenía tanta relevancia que, de vez en cuando, aún volviera a actuar de la misma manera que indicaba su nombre.
FIN DE LA SERIE
February 20, 2016
La Cristología (VII): El Nombre y la Palabra
LA IDEOLOGÍA DEL JUDEO-CRISTIANISMO EN EL ISRAEL DEL SIGLO I (VII): LA CRISTOLOGÍA (VII): El Nombre y la Palabra
El Nombre
Estrechamente relacionado con el mar-kyrios aplicado a Jesús como título de Divinidad, se encuentra el término «Nombre». Éste tuvo una importancia trascendental en el judeo-cristianismo asentado en Israel. Se empleaba en la fórmula bautismal (Hch. 2, 38; 10, 48); se utilizaba para realizar curaciones (Hch. 3, 6 y 16; 4, 30; Sant. 5, 14); se conectaba con la única manera de salvación y perdón de los pecados (Hch. 4, 10-12; 10, 43); se usaba, quizá, como medio intercesor en la oración (Hch. 4, 30) y aparece incluso como título sustitutivo de Jesús (Hch. 5, 41). En resumen era el «nombre» más elevado pronunciado bajo el cielo (Hch. 4, 11-12; Flp. 2, 10-1), un nombre blasfemado por los enemigos de Dios (Sant. 2, 7) pero al que los verdaderos discípulos debían ser fieles frente a cualquier ataque (Ap. 2, 3 y 13; Hch. 5, 41, etc.).
Tanto el judeo-cristianismo de la Diáspora (Heb. 1, 4; 1 Pe. 4, 14; 1 Jn. 2, 12; 3, 23; 5, 13, etc.) como el paulino (Rom. 10, 13; 1 Cor. 1, 2; 5, 4; Flp. 2, 9-10; etc.) conocían esta teología del Nombre, pero no añadieron nada sustancial a la misma y, por otro lado, de manera significativa, no estaba aquélla destinada a tener larga vida en el cristianismo posterior.[1]
Sin embargo, en el judeo-cristianismo asentado en Israel y en el medio judío hostil al mismo sí que revistió una enorme importancia y buena prueba de ello es que la conexión de Jesús con el término «Nombre» fue pronto atacada por las autoridades judías (Hch. 4, 17-8; 5, 20), posiblemente conscientes de lo que podía ocultarse tras la misma. El Talmud nos ha transmitido noticias de cómo el enfrentamiento con el uso del «Nombre» de Jesús se mantuvo desde el siglo I hasta, posiblemente, el IV, y de cómo las autoridades rabínicas consideraban especialmente nocivo el aceptar ser curado en virtud del mismo (Tos., Jul., 2, 22-3; TalPal Shab. 14d; TalPal Av. Zar. 40 d y 41a; Av. Zar. 27b.; Midrash Qoh. R. 1, 8 y 10, 5) siendo preferible vivir sólo una hora a aceptar tal eventualidad.
Ahora bien, ¿qué implicaba exactamente el título de «Nombre»? En el Antiguo Testamento, el nombre (shem) era una circunlocución para referirse al mismo Dios (Dt. 12, 11 y21; 14, 23 y ss.; 16, 2 y 11; 26, 2; Ne. 1, 9; Sal. 74, 7; Is. 18, 7; Je. 3, 17; 7, 10-14 y 30). En Filón, el «Nombre» es una de las denominaciones del Logos (De Conf. Ling. 146). Finalmente, en el judaísmo aparecía —y el uso se ha perpetuado hasta el día de hoy— como una circunlocución de YHVH, palabra que se omitía por respeto. Venía a ser así un equivalente de Kyrios o mar con las connotaciones de Divinidad que ya hemos visto al estudiar ese título.
No tenemos razones para pensar que entre los judeo-cristianos la expresión haya tenido otro contenido. Jesús era denominado «Señor» —dándose con un contenido divino del término en un medio judeo-cristiano de Israel— e igualmente se le aplicaba «el Nombre sobre todo nombre» (Hch. 4, 11-12; Flp. 2, 10-11) —¿y qué otro nombre podía ser ése que el del Señor YHVH?— al que se conectó lógicamente con el título de «Señor» y del que se creía y afirmaba que operaba salvación y sanidad,[1] tareas ambas circunscritas al mismo Dios en el judaísmo. Pero esa afirmación de la preexistencia y divinidad de Jesús no se iba a limitar a los títulos de «Señor» y «Nombre» (junto con la interpretación joánica de «Hijo de Dios»), sino que se manifestaría en otro nacido igualmente en el seno del judaísmo al que vamos a referirnos a continuación.
La Palabra[1]
El título de «Palabra» es indispensable a la hora de establecer la noción que el cristianismo primitivo tenía acerca de una posible preexistencia de Jesús. Como logos aparece en el judeo-cristianismo de Israel, tal como se desprende de su mención en Ap. 19, 13, y es más que posible que la utilización que del mismo se hace en Jn. 1, 1 y 14 proceda también de un contexto judeo-cristiano no sólo por el antecedente mencionado, sino también por el texto arameo que parece subyacer en este último. Que en este caso el título está conectado con la idea de Divinidad es indiscutible, pero no lo es menos en el primero. El texto de Apocalipsis no sólo considera que el logos es «Rey de Reyes y Señor de Señores» (véase supra) sino que además le aplica el texto de Is. 63, 3, que es una referencia a YHVH.
La imagen del logos es exclusiva del judeo-cristianismo, ya estuviera asentado en Israel (Apocalipsis, Juan o Sant. 1, 18 donde el logos está dotado de un poder regenerador) o en la Diáspora, puesto que esa misma imagen es la que nos encontramos en pasajes como los de 1 Pe. 1, 23; 2 Pe. 3, 5-7; Heb. 1, 3[1] y, quizá, 4, 10. Por el contrario, el título está ausente de los escritos paulinos. Estas dos circunstancias (vinculación exclusiva con el judeo-cristianismo y ausencia en Pablo) no deberían resultamos en absoluto extrañas. Por el contrario, son absolutamente lógicas ya que, aunque existe un amplio desarrollo del logos en el paganismo (Heráclito, el estoicismo, el platonismo, el gnosticismo, el hermetismo, la religión egipcia de Thot, etc.), es posible que alguna de estas concepciones —en absoluto homogéneas— influyeran en autores judíos como Filón. El logos de Apocalipsis y Santiago, de Pedro y Juan encuentra, sin embargo, sus raíces en el judaísmo de Israel y, más concretamente, en la Memrá («palabra o verbo») targúmica.[1]
En los targumim, el término Memrá era, desde luego, una de las designaciones para referirse a YHVH evitando antropomorfismos y, a la vez, describiendo sus acciones de creación, revelación y salvación. Así, por citar sólo algunos ejemplos, aparece creando la luz y separándola de las tinieblas (N. Gen. 1, 3-5), interviene en la creación de los animales (N. Gen. 1, 24-5) y del hombre (N. 1, 26-9), se le atribuye toda la obra creativa (N. Gen. 2, 2a), pasea por el Edén y expulsa del mismo a Adán y a Eva (N. Gen. 3, 8-10), su nombre equivale al de YHVH (N. Gen. 4, 26b), establece una alianza con Noé (N. Gen. 9, 12-17), se le aparece a Abraham como el Dios de los cielos (N. Gen. 17, 1-3), se equipara con este mismo Dios de los cielos (N. Gen. 49, 23-4), se aparece a Moisés en la zarza (N. Éx. 3, 2, 4, 8 y 12), interviene en el Éxodo (N. Éx. 11, 4; 12, 12, 13, 23, 27 y 29), pelea contra el ejército del faraón (N. Éx. 14, 30-1), es descrito como dotado de funciones curativas (N. Éx. 15, 26), se revela en el Sinaí (N. Éx. 19, 3), etc.
Aplicar este título a Jesús implicaba un salto conceptual de no pequeña relevancia como era indicar que Dios, como Logos-Memrá-Verbo-Palabra, se había encarnado en un ser humano. Pero tal noción no surgió ni merced a la influencia helenística, ni tomó terminología helenista ni tampoco se debió a medios cristianos helenistas como aquellos con los que, generalmente, se conecta a Pablo. La terminología y el concepto de «palabra-logos» arrancaron del seno mismo del judaísmo asentado en Israel. Lo novedoso fue afirmar que el Jesús crucificado y rechazado, no sólo era el «Siervo Sufriente», el «Justo» condenado injustamente, la «Piedra» despreciada, el «Hijo del hombre» o el «Mesías», sino que además había tenido una preexistencia como «Palabra-Memrá» de Dios, que en virtud de la misma había intervenido en la creación del universo y en todas las manifestaciones salvíficas y reveladoras de Dios y que, precisamente en conexión con ello, no era extraño que se le atribuyera el «Nombre sobre todo nombre» y se le llamara «Señor». En Jesús se podía ver no sólo al Mesías, sino también al Dios que se había manifestado una y otra vez en el Antiguo Testamento. Que aquella conclusión no era errónea resultaba claro para los judeo-cristianos no sólo porque derivaba de conceptos secularmente judíos,[1] sino también porque se fundamentaba en su experiencia de la resurrección de Jesús (Hch. 2, 32-6) y de la constatación de cómo Dios seguía realizando milagros (fundamentalmente, curaciones) en su nombre (Hch. 4, 9 y ss. y 30; etc.).
CONTINUARÁ
February 19, 2016
Somebody was prayin’ for me
Sin embargo, el paso de los años me ha ido mostrando cómo muchas de esas situaciones no llegué a conocerlas hasta mucho tiempo después para quedarme maravillado de la manera en que el Señor me protegía sin que yo siquiera imaginara la situación en que me había encontrado. Mi experiencia al respecto ha sido tan clara que tengo la absoluta seguridad de que, cuando llegue a la otra orilla, descubriré que todavía existieron muchas ocasiones que yo nunca conocí. La clave de esa situación no pocas veces está en que alguien oraba por mi en esos momentos.
Lo último que se me ocurriría menospreciar es el inmenso poder de la oración. Estoy absolutamente convencido de que el Diablo y sus huestes demoníacas sienten un escalofrío desasosegante cada vez que alguien abre su corazón ante Dios. Fue el mismo Jesús (Mateo 6: 5-8) el que señaló que la oración no era la repetición de fórmulas, ni el exhibicionismo en el culto, ni los aspavientos ni las liturgias. La oración es, fundamentalmente, dirigirse a Dios – a Dios, no a criatura alguna - en lo secreto y en la convicción confiada de que El conoce mejor que nosotros lo que es bueno (Mateo 6: 8). Aquellos que pidan, recibirán; aquellos que buscan, encontrarán y aquellos que llaman contemplarán cómo se les abre (Mateo 7: 7) porque Dios actúa mucho mejor que el mejor de los seres humanos.
La canción que quiero compartir hoy recoge todos estos extremos: la posibilidad de acudir a Dios, la seguridad de que escuchará al que se dirija a El en oración y la certeza de que muchas veces hemos salido de las peores situaciones porque alguien estaba orando por nosotros. Sólo conozco la versión que les acompaño del gran Charlie Daniels. Espero que la disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Y aquí está Charlie Daniels
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February 18, 2016
Los libros proféticos (XV): Nahum
Quizá sin saberlo, las referencias a Isaías están presentes en nuestra cultura desde los textos navideños a la figura del Siervo de YHVH. No sucede lo mismo con un profeta como Nahum. Autor de un texto breve, Nahum suele ser un gran desconocido – moléstese el lector en preguntar por él a la gente que lo rodea – a pesar de que fue contemporáneo de Isaías. De hecho, no son muchos – Calvino es una de las excepciones – los que han llegado a captar la grandeza de su breve libro.
No sabemos mucho de Nahum e incluso es difícil determinar si ése era su nombre real o un simple apodo ya que la palabra en hebreo significa “consolador”. Incluso su lugar de origen, Alqosh, no se ha identificado con certeza ya que algunos lo ubican en el Alqosh asirio y otros en Cafarnaum o Capernaum en Galilea.
El libro que lleva su nombre debió escribirse en algún momento previo al año 615 a. de C., es decir, poco antes de la caída de Asiria, el imperio que había aniquilado al reino de Israel y que había estado a punto de conquistar Jerusalén.
Su primer capítulo es un poema extraordinario centrado en la justicia de Dios. En la actualidad, resulta muy habitual retratar a Dios como una especie de Santa Claus que pasará por alto cualquier acción que perpetren los seres humanos y que tiene como misión casi exclusiva atender nuestras peticiones aunque nosotros no tengamos Su voluntad en la menor consideración. Algunos incluso denominan a semejante comportamiento el propio de un padre sin percatarse de que un padre así estaría educando a sus hijos para ser caprichosos, egoístas, indisciplinados y mal criados. Nahum, sin embargo, nos recuerda que Dios es no sólo justo sino también justiciero (1: 2). El despliegue de Su justicia haría temblar a las mismas montañas (1: 5) y, por supuesto, Su cólera no puede ser resistida (1: 6). Esa justicia que, tarde o temprano, acaba ejecutándose va acompañada por el hecho de que Dios es también bueno y no rechaza a los que se acercan a El y constituye un refugio en el peligro (1: 7). Pero Su paciencia no significa que vaya a dejar el mal impune (1: 3). De hecho, por citar un ejemplo, siempre castigará a aquellas culturas en las que es habitual rendir culto a imágenes (1: 14).
Los juicios de Dios son, por paradójico que pueda resultar, el paso previo a la paz (2: 1) y es así porque implican que se hará justicia. Una clara demostración de esa tesis es el anuncio de que el imperio asirio recibiría su justo castigo por todas las iniquidades que había perpetrado a lo largo del tiempo. Algunos pensarán que la caída de los imperios se explica simplemente por razones políticas, sociales o económicas. Así es, ciertamente, pero sólo en parte. La clave real del desplome de los imperios a lo largo de la Historia es que Dios los acaba llamando a juicio (2: 14). No hay excepciones. Si Nahum habla de Asiria, otros profetas se refieren a diversos estados y, por supuesto, esa circunstancia no concluyó en los tiempos bíblicos. Fue la razón por la que Bartolomé de las Casas estaba convencido de que los días del imperio español estaban contados y por las que no pocos anunciaron la derrota final de Napoleón y Hitler o el desplome de la Unión soviética.
Esos imperios podrán haber acumulado riquezas ingentes fruto del saqueo (3: 1), habrán podido disponer de pueblos como si fueran de su propiedad (3: 4), habrán podido entregarse a la superstición religiosa convencidos de que los protegerá del destino (3: 4). Sin embargo, nada de eso podrá salvarlos del juicio de Dios. Al fin y a la postre, Dios siempre ejecuta juicio porque es justo e incluso, sin poder entender lo que sucede, serán muchos los que aplaudirán cuando haga justicia porque la maldad perpetua merece su castigo (3: 19). Efectivamente, pocos años después de que se escribiera el libro de Nahum, Asiria fue aniquilada y no fueron pocos los que exhalaron un suspiro de alivio.
No es poco lo que se puede aprender de este breve libro. En sus versículos, se disipan las visiones bobaliconas y buenistas que tanto se han difundido y que tanto gustan porque son una excusa para la irresponsabilidad y para guiar la propia vida sobre la base de nuestras únicas apetencias. Dios es justo; Su justicia es cósmica y, precisamente por ello, la acabará ejecutando sobre personas, culturas, naciones e incluso poderosos imperios. Dios es igualmente soberano y nunca pierde las riendas de lo que sucede en Su creación. Por supuesto, también llama a la gente a la conversión, a que cambie su forma de vida, a que se vuelva a El. Ay de aquel que pase por alto estas realidades.
Lectura recomendada: se trata de un libro corto. Intente leerlo entero.
CONTINUARÁ
February 17, 2016
Corrupción y estupidez
Las palabras de Bonaparte apuntaban a un hecho muchas veces pasado por alto y de enorme relevancia y es que peor que la misma corrupción es la necedad con que, ocasionalmente, se gestiona. Creo sinceramente que ese es uno de los grandes problemas de nuestra política. Estoy convencido de que cuando se lee la actual constitución entre líneas se descubre que en ella quedan abiertas no pocas puertas para la corrupción. El peso desmedido otorgado a sindicatos y partidos, la consagración de situaciones privilegiadas de siglos, la más que limitada independencia del poder judicial, la casi inexistencia de la separación de poderes apuntan en esa dirección. Con todo, incluso sobre ese marco, la corrupción podía haber sido asimilable. Entiéndaseme bien. Abomino la corrupción y no creo que tenga ninguna legitimidad ni justificación, pero, al mismo tiempo, no puedo pasar por alto que cierto grado de corrupción puede ser metabolizado por una sociedad sana de la misma manera que nuestro organismo absorbe no pocas impurezas sin que seamos presa de la intoxicación. El gran drama es que ese ejercicio ilícito del poder se ha visto unido no pocas veces a una irresponsabilidad intolerable. Pase que algunos coloquen a alguien en la administración, pero los millares de asesores inútiles que pululan por España son inasumibles. Pase que se haga la vista gorda con el estado de salud de algún pensionista, pero el caso de los EREs es un verdadero asalto al presupuesto. Pase que ocasionalmente se incurra en un delito de financiación ilegal, pero que ese dinero vaya a pasar en sobres o cajas de puros a los capitostes del partido es demencial. Pase que se engorde el presupuesto de obras públicas para obtener alguna comisión aislada, pero el tres por ciento ha colocado a Cataluña a la cabeza de las regiones delictivas de Europa sin excluir Sicilia. En otras palabras, la gallina de los huevos de oro agoniza y hemos superado la deuda del cien por ciento del PIB, tenemos un déficit descontrolado y un esfuerzo fiscal superior al de toda la UE no sólo por la corrupción sino por idiotez y ésa, como supo ver Napoleón, tiene más que difícil arreglo.
February 16, 2016
Pues a mi me gusta
Un tanto sorprendido por la estruendosa algarabía decidí verlo y hacerme mi propia composición de lugar. Juzguen ustedes. Un chico y una chica se encuentran sentados a la mesa y él la reconviene porque, a pesar de llevar saliendo un tiempo, se dedica a coquetear en las redes sociales. Cuando ella le pregunta si la ha estado espiando el muchacho le dice que se ha limitado a observar lo que está a la vista de todos. La muchacha señala que el hecho de mantener contacto con chicos en ciertos foros no necesariamente significa que esté ligando y que ella prefiere llevar la relación a un ritmo más lento. El muchacho, apesadumbrado, indica que entonces no tiene sentido que siga allí, se levanta y se va. Vaga apenado por un corredor del comercio anunciante cuando descubre que, al fondo, la muchacha le ofrece un corazón o una X. el joven echa mano del primero y ambos sellan la reconciliación. Personalmente, estoy convencido de que si los protagonistas hubieran cambiado sus papeles, los desnortados de la ideología de género habrían aplaudido porque la parte femenina vigilaba lo que hacía la masculina – indigna de confianza por definición – y, finalmente, lo había plantado. Como no es así, se han puesto como basiliscos. La realidad es que la realización del anuncio es sobria y adecuada. El estilo del muchacho es elegante ya que sin levantar la voz y sin aspavientos, manifiesta con la mayor discreción su falta de interés en una relación sin responsabilidad igual para ambas partes. El mensaje me parece además impecable. Me resulta incluso conmovedor que en esta época alguien se atreva a propugnar un amor que es exclusivo entre dos personas, que cree en el compromiso mutuo, que sólo está interesado si no se estanca y avanza y que lo vive con suficiente generosidad como para reconciliarse y seguir adelante. Aún es más destacable que unos grandes almacenes hayan sido capaces de, por encima de sus legítimos intereses mercantiles, utilizar una pieza dotada de tanta delicadeza en la que no hay una sola grosería, una palabra más alta que otra o un mal gesto. Lo reitero: me gusta el anuncio. Muchísimo.
February 15, 2016
Dos nacimientos nacionales
Como héroe de una visión totalmente contrapuesta, la película ha elegido la figura de Nat Turner. Sin duda, se trata de una decisión muy controvertida porque Turner distó mucho de resultar un personaje ejemplar y no pocos lo encuadrarían más en el terreno de las personalidades patológicas que en el de los emancipadores. De entrada, Nat Turner fue el protagonista de la rebelión de esclavos más sangrienta acontecida en el territorio de los Estados Unidos. Se trató, pues, del cumplimiento de una pesadilla que para muchos plantadores americanos resultó punto menos que intolerable desde que en 1791 estalló una revuelta servil en Haití que acabaría triunfando. El miedo a una sublevación de los esclavos que acabará derramando ríos de sangre como en la vieja colonia francesa no respondía a mera paranoia. De hecho, acontecimientos de este tipo estallaron en 1712 y 1741, en Nueva York; en 1739 y 1822, en Carolina del sur; en 1800 y 1803, en Georgia; y en 1805 y 1815, en Virginia. El hecho de que en todos los casos fueran sofocadas con relativa facilidad y sin grandes consecuencias no disipó los temores de los propietarios de esclavos. Por añadidura, en el caso de Turner la situación fue especialmente grave. Nacido el 2 de octubre de 1800, Turner señalaría cómo una semana antes de su alumbramiento habían ahorcado a un esclavo sublevado del que oiría hablar no poco en sus primeros años. Turner no fue objeto de malos tratos e incluso aprendió a leer y escribir gracias a la Biblia. De hecho, con veintiún años se escapó de la plantación en la que estaba, pero, al regresar tiempo después, no fue objeto de castigo alguno. A decir verdad, Turner quizá nunca se hubiera planteado el uso de la violencia de no ser porque comenzó a tener visiones en la juventud. La segunda, que aconteció en 1824 mientras trabajaba en el campo, confirmó a Turner en la idea de que era una persona escogida para llevar a cabo una misión espiritual. Con todo, la decisiva se produjo en 1828 cuando, de acuerdo con su testimonio, recibió un llamamiento directo y sobrenatural, para combatir, en nombre de Dios, a la Serpiente. Dos años después, Turner fue adquirido por un nuevo amo llamado Joseph Travis. El propio Nat lo calificaría después como “a very kind master” (un amo muy bueno”), pero semejante circunstancia no lo aportaría de su curso vital que identificaba con el combate contra el mal. El 11 de febrero de 1831, tuvo lugar un eclipse de sol que Turner interpretó como la señal para dar inicio una sublevación cuya finalidad sería, de manera expresa e inequívoca, matar muerte a todos los blancos. Para llevar a cabo sus propósitos, Turner comenzó a recoger armas en la plantación e incluso a adquirir mosquetes con la ayuda de algunos libertos negros. En el curso de los meses siguientes, Turner retrasaría una y otra vez la fecha del alzamiento hasta que el 21 de agosto, dio la orden definitiva de proceder a dar muerte a todos los blancos. En apenas dos días, lo más de setenta negros a las órdenes de Turner asesinaron a unos sesenta y cinco blancos sin excluir mujeres o niños. Buena parte de las víctimas se habían comportado incluso bondadosamente con los esclavos. La reacción de los vecinos resultó fulminante. Una milicia blanca entró en la plantación Belmont y acabó con la revuelta. Nunca se sabrá con exactitud cuántos negros murieron, pero cuando la lucha concluyó el 23 de agosto, el número de los ejecutados pasaba del centenar. De muchos, se sospecharía, seguramente con razón, que no habían tenido nada que ver con la matanza y que se les arrancó la vida por meras sospechas. Con todo, los sureños deseaban de todas formas respetar las formas legales. Nat Turner fue juzgado de acuerdo a la ley y, el 11 de noviembre, se procedió a su ejecución en la horca. En el curso del proceso, no manifestó la menor señal de arrepentimiento e incluso se permitió compararse con Cristo crucificado. Durante su prisión, Thomas Ruffin Gray lo entrevistó publicando después unas confesiones del esclavo rebelde que servirían de base en 1967 a William Styron para escribir una excelente novela premiada con el Pulitzer. A casi dos siglos de distancia, intentar convertir a Turner en un héroe de la libertad constituye una tarea ardua. Víctima más que posible de algún trastorno psíquico y asesino despiadado, su figura no sólo presenta más sombras que luces sino que además fue la causa directa de desgracias padecidas por los esclavos. Así, en algunos estados como Virginia se prohibiría enseñar a los negros a leer y escribir para evitar una repetición del episodio. La norma fue desafiada por personajes como el héroe confederado “Stonewall” Jackson o Mary Smith Peake, pero se cumplió a rajatabla en no pocos lugares. Para colmo, la revuelta de Turner convirtió a la mayoría de los sureños en mucho más reticentes ante la idea de una abolición de la esclavitud. Si encadenados los negros eran temibles – se preguntaban muchos - ¿de qué no serían capaces caso de alcanzar la libertad en zonas donde eran más numerosos que los blancos? Finalmente, hay que reconocer que Turner no poseyó la grandeza de otros dirigentes negros como Frederick Douglas, Marcus Garvey o, ya en el siglo XX, Martin Luther King. A decir verdad, su cruenta algarada no significó el nacimiento de una nación sino más bien un retroceso de una generación en la causa de la abolición de la esclavitud.
EL NACIMIENTO DE UNA NACIÓN
La extraordinaria película de Griffith se inspiró en una novela titulada The Klansman (El hombre del Klan) que recogía la visión sureña del período de la Reconstrucción. Tras la derrota en la guerra entre los estados, el sur se había visto sometido a una ocupación por el ejército de la Unión. En el curso de esa situación, las elecciones – en las que no habían podido participar los veteranos de la Confederación – habían sido ganadas por republicanos no pocas veces venidos del norte y negros del sur. La situación acabó derivando en la creación de milicias de defensa como el Ku-Klux-Klan que, en la película, aparecía retratado en tonos épicos pespunteados por la música de Wagner. La resistencia sureña acabaría provocando un gran pacto con el norte en virtud del cual concluyó la ocupación militar, se devolvió el peso político a los derrotados y se articuló una legislación de exclusión política de los antiguos esclavos. Habría así nacido una nación ya inseparablemente unida, pero con la negación de los plenos derechos para los negros, un aspecto este último que saltaría en pedazos en los años sesenta del siglo XX.
Cándido o la estafa de RETAR (Capítulo V)
Por ejemplo, la novia es un personaje casquivano o el novio es un conocido picaflor, pero jamás previenen al chico – o la chica – que mantiene relaciones con ellos hasta que la infidelidad la conoce ya hasta el tonto del pueblo. Se supone que si uno va a bañarse en un río infectado de caimanes o pretende comenzar a nadar en una playa hasta la que se acercan los tiburones, lo normal es que aquellos que lo vean le avisen del peligro. Sin embargo, Cándido había visto con anterioridad que existe gente que espera a que el escualo se aleje con una pierna entre las fauces o los saurios se hayan llevado una mano para que, cuando la víctima llega exhausta y pálida a la rivera, le digan algo así como “les pasa a todos”. Eso fue exactamente lo que le sucedió a Cándido con RETAR.
Fue saberse cómo había pretendido la ONG quedarse con el dinero del crowdfunding y comenzar a recibir llamadas y correos electrónicos de gente que le decía cosas como “les sucede a todos igual, acaban escarmentados” o “a un amigo nuestro también le estafaron en un proyecto de…” o “bienvenido al club de los engañados por RETAR” o “siempre engañan a la gente y luego tienen la poca vergüenza de hablar mal de ellos” o “todos saben como son”. No, se decía Cándido, desde luego, no todos saben cómo son y la prueba era él que se había enterado demasiado tarde. Pero, aun así, no se irritó por lo tardío de las advertencias porque, gracias a ellas y poco a poco, fue conociendo episodios de la vida de RETAR verdaderamente desasosegantes.
Por ejemplo, se enteró de que había grandes almacenes que les donaban cantidades ingentes de ropa para que con ella vistieran a la gente que, supuestamente, se rehabilitaba en sus centros. Sin embargo, Miguel Díaz había decidido que aquellas prendas se destinaran a la venta para convertirlas en liquido en las cuentas corrientes de RETAR. Naturalmente, aquella acción era una inmoralidad ya que no sólo utilizaban lo que le habían dado con un fin para otro distinto – la misma mentalidad con la que habían pretendido apoderarse de un crowdfunding en el que nadie había donado un céntimo para RETAR – sino que además pisoteaban toda la normativa legal sobre compra venta. También se enteró – y no le sorprendió lo más mínimo – de que los trabajadores no recibían un salario ni se pagaba a la seguridad social e incluso hasta se fingía que no se vendía ya que a la gente que compraba aquella ropa, en lugar de darles un ticket de compra o una factura, se les hacía entrega de un recibo por un donativo. Es verdad que los pantalones o el traje que se llevaban eran más baratos, pero eso sucedía en otros comercios sin que tuvieran la poca vergüenza de pretender que se trataba de una donación para así eludir el pago de impuestos.
Por supuesto, todos los comercios de RETAR – textiles, tiendas de muebles… - y sus negocios – mudanzas, trabajos caseros, etc - seguían la misma regla y lo mismo podía decirse de aquellos trabajadores a los que empleaban, por supuesto, gratis y privados de cualquier derecho social. La comida y el techo como se ha solido dar siempre a esclavos y siervos y algunas prendas para tapar su desnudez… y se acabó.
No era extraño que Miguel Díaz hubiera construido un imperio y que hubiera contado con la liquidez para comprar inmuebles en todos los continentes del planeta. Cualquiera que tuviera a gente trabajando gratis, que no abonara un céntimo de seguros sociales y que no pagara impuestos conseguiría resultados semejantes. También es verdad que, seguramente, habría acabado en la cárcel. Aunque, dicho sea de paso, RETAR todavía estaba inmersa en un pleito con una compañía norteamericana a la que Miguel Díaz, por la módica cantidad de seiscientos mil dólares, le había vendido una emisora de televisión que, lejos de ser legal como había dicho a los compradores, era más pirata que Henry Morgan al asalto de Maracaibo.
Sin embargo, si bien muchos le contaron historias relacionadas con aquellas vías de ingresos, con el proyecto – felizmente fallido – de Miguel Díaz para crear un banco y con aventuras semejantes no caracterizadas precisamente por la honradez, la transparencia o el desinterés, iba a contar Cándido con una fuente privilegiada de información. No fue ésta sino un sujeto peculiar llamado Chani con el que Cándido había mantenido amistad durante años y que durante años había formado parte de la junta directiva de RETAR. La manera en que habían trabado amistad los dos había sido peculiar. Años atrás, un día en que Cándido acudía, en contra de su costumbre habitual, a la presentación de un libro, se le acercó un personaje que le preguntó si era él, Cándido Duval. Le respondió afirmativamente nuestro protagonista y el otro le señaló que un amigo suyo, un viejo erudito que vivía en Jerusalén, le había aconsejado que si llegaba a aquel país buscara a Cándido Duval porque quizá fuera el único que lo pudiera comprender. No conocía Cándido al sabio al que se refería aquel hombre que dijo llamarse Chani, pero sí era cierto que se habían intercambiado algunas misivas y la verdad es que celebró que le tuviera en tanta consideración. En poco tiempos, Cándido y Chani se convirtieron en dos amigos que podían comentar, charlar y debatir sobre cuestiones que muy pocos habrían comprendido y menos apreciado. Y es que ésa es la base de la amistad no pocas veces. Se encuentra a alguien interesado en el cine de Greta Garbo, la poesía de Goethe o el Recreativo de Huelva y ante la rareza de la circunstancia compartida surge la amistad.
Durante años, Chani había trabajado para RETAR. Cuando Cándido lo telefoneó no mostró sorpresa sino que aceptó inmediatamente contarle su experiencia a través de Skype. Hasta entonces Cándido conocía no poco de RETAR, pero, charlando con Chani se percató de que no había terminado de comprender ni de lejos aquel inmenso tinglado. Empezó a hacerlo cuando escuchó a Chani decir: “No pienses que te pagarán nada de lo que te deben. No lo harán. Miguel Díaz tiene una regla que aplica siempre: dólar que entra, dólar que no sale”. A continuación, Chani le fue contando episodio tras episodio de los que había sido testigo en su paso por RETAR. Por ejemplo, aquella vez que Miguel Díaz decidió contratar a un conocido periodista para que se dedicara a conseguir fondos para la ONG y le ofreció el diez por ciento de lo recaudado. El profesional aceptó y, apenas salió de la sala donde tenía lugar la reunión, uno de los miembros de la junta directiva le dijo a Miguel: “¿Te das cuenta de lo que le has prometido a este hombre? Si consigue un millón de dólares, vamos a tener que darle cien mil…”. Entonces, Miguel había respondido con la mayor naturalidad: “ten por seguro que si obtiene un millón de dólares NO le vamos a dar esa cantidad”. Al escuchar el episodio, Cándido se preguntó mentalmente si Miguel Díaz había pensado también lo mismo acerca del crowdfunding y del campus literario, si desde el principio tenía la intención de estafarlo, si no había sido su caso, a fin de cuentas, como el de aquel pobre periodista cuya historia no había escuchado antes. Pero no pudo pensar mucho en ello porque Chani siguió contando episodios.
- “En otra ocasión, organizó un festival de música y se trajo gente de varios países. Apelando a sus sentimientos humanitarios consiguió que rebajaran sus honorarios en un cincuenta por ciento. Los malalojó, les hizo pasar un calor insoportable – me acuerdo de uno que andaba con una toalla enrollada a la cabeza para intentar soportarlo – y cuando acabaron las actuaciones los presionó para que no cobraran nada.
- ¿Cómo? – preguntó Cándido que no había perdido la capacidad de sorpresa.
- Sí, es típico de Miguel – dijo Chani – primero, consigue que aceptes condiciones que nadie aceptaría. Después, intentando conmoverte, intenta quedarse incluso con lo poco que, supuestamente, te iba a dar.
A continuación, le contó el caso de uno de los cantantes que había venido de Miami. Se daba la circunstancia de que Cándido lo conocía y escuchó aquella historia con más interés si cabía. Tras haber aceptado rebajar en la mitad sus honorarios, el artista se encontró con que Miguel Díaz deseaba convencerlo para que dejara todo a RETAR. El hombre había respondido que ya había cedido mucho y que le parecía excesivo.
- Por supuesto – continuó Chani – Miguel se dedica después a hablar mal de los que no le han permitido quedarse con todo. Los acusa de avariciosos, de no ser espirituales, de no comprender lo que es RETAR.
Ahí Cándido reconoció que difería de la opinión de Miguel Díaz. No es que aquella gente no comprendiera lo que era RETAR. Simplemente era que habían comenzado a entenderlo e intentaban salvar algo.
- ¿Y consigue salirse con la suya a menudo? – preguntó Cándido.
- Muchas veces, sí – respondió Chani – La gente renuncia a denunciarlo porque no desea dañar la imagen de las ONGs, porque piensa que, de todas, formas hacen algún bien…
- Y dólar que entra, dólar que no sale… - reflexionó en voz alta Cándido.
- Exacto – asintió Chani.
- ¿Y nunca nadie lo ha plantado cara? – indagó Cándido.
De nuevo, volvió a sonreír Chani picaronamente.
- Sólo los judíos.
- ¿Cómo? – preguntó sorprendido Cándido.
- Verás, Miguel siempre ha deseado poder comunicar su mensaje a los judíos. RETAR compró hace tiempo una casa en Jerusalén que, en realidad, no ha servido para nada aunque salió carísima. Pero como hace con el dinero lo que quiere… En un momento determinado, Miguel se puso en contacto con varios grupos judíos con la intención de que lo escucharan. La respuesta fue terminante.
- ¿Cuál fue?
- Que estaban encantados de recibir las donaciones que les pudiera dar, pero que para enseñar algo les sobraba gente propia.
Cándido reprimió una sonrisa que sabía que podía transformarse en carcajada.
- Imagino que ahí quedó todo…
- Claro – respondió Chani – pero ahí anda la casa de Jerusalén sin utilidad alguna después de costar una millonada y generando gastos.
- ¿Hay manera de saber qué parte del dinero que consigue RETAR va a la gente? – preguntó Cándido.
En el rostro de Chani se dibujó otra mueca burlona antes de responder.
- Hermano – dijo al fin – Eso sólo lo sabe Dios. Miguel no da cuenta a nadie de donde o por qué gasta todo el dinero que recoge. Por ejemplo, hace unos años decidió lanzar sus programas de televisión vía satélite. Nadie, absolutamente nadie, ve esos programas de televisión, pero Miguel no puede renunciar a la vanidad de pensar que lo contemplan en la pantalla pequeña de manera que gasta centenares de miles de dólares sólo en el satélite. La radio no la escucha tampoco casi nadie después de que te fueras, bueno, tampoco la oía antes nadie, pero tiene a su hijo Miguel dirigiéndola de manera que gasta lo que le parece bien en equipos y en otras cuestiones. Y eso por no contarte el dinero que ha costado el conjunto musical de su hija. La pobre nunca va a ser nada en la música, pero tiene el capricho y su padre puede pagarlo con el dinero de RETAR.
Cándido respiró hondo mientras escuchaba aquellas palabras.
- ¿Cuánto crees que puede aguantar todo eso? – preguntó a continuación.
- Ay, hermano – respondió Chani – sólo Dios puede saberlo aunque no creo que dure mucho después de la muerte de Miguel. Su hijo no es muy inteligente. La mujer no tiene la fuerza de Miguel para mantener aquello en pie… y además están los de dentro de la organización que van a intentar apoderarse de ella… Mi impresión es que se dividirán entre ellos, que cada uno intentará quedarse con un pedazo que y lo que no se pueda mantener se vendrá abajo.
- ¿No crees que pueda sobrevivir? – insistió Cándido con un deje de pesar.
- No, no lo creo. Con ese desorden de cuentas…
Más de dos horas estuvo charlando Cándido con Chani que le contó las más diversas anécdotas de los años que había trabajado en RETAR. Cuando se despidió de él, sentía pesar. Era como un arañazo en lo más profundo de su alma, como un puñetazo en el corazón, como una rajadura en el espíritu. Lo más seguro es que Miguel Díaz tuviera buenas intenciones al crear RETAR. Más que posiblemente deseaba en aquel entonces ayudar al prójimo, echarle una mano para que saliera del pozo de la droga, incluso difundir un mensaje espiritual que vendara corazones heridos. Pero de eso hacía ya mucho.
Con el paso del tiempo, los toxicómanos, los alcohólicos, los marginados, los seres humanos en suma e hasta incluso Dios habían quedado relegados en importancia por detrás de RETAR. La organización había sustituido a los hombres y las mujeres e incluso se había convertido en la medida del amor a Dios. Como empezaron a hacer los obispos de Roma en la Edad Media, Miguel Díaz había llegado a la conclusión de que el amor de Dios y al prójimo no eran valores que pudieran ser vividos por si mismos sino que eran sólo legitimados y aceptables en la medida en que se vivieran en la sumisión total a la organización. Esa era – y no Dios – la que otorgaba legitimidades, la que determinaba los santos y la que repartía pasaportes para el cielo. Enfrentarse a ella, aunque sólo fuera señalando acciones intolerables, era ponerse directamente enfrente de Dios. No dejarse desvalijar por ella era dar muestras de avaricia intolerables. No someterse de forma absoluta era alzarse contra el Señor. Por eso, explotar al prójimo, burlar la ley y robar a gente honrada no planteaba problemas de conciencia porque, a fin de cuentas, todo se hacía por Dios representado por RETAR.
Ese argumento – perverso como el corazón de Satanás – había servido durante siglos para crear la Inquisición, para desencadenar las Cruzadas, para perseguir a los judíos, para castrar niños que cantaban en los coros papales, para proteger a clérigos paidófilos y para mil y una aberraciones más. Puesto que la medida del bien no era Dios y Sus enseñanzas sino la organización que pretendía servirlo, en el fondo, nada de lo que hiciera podía estar mal y nadie que se opusiera podía estar en el bien.
Si aquella mutación perversa y, en el fondo, idolátrica, tuvo lugar de repente o si se necesitaron años era algo que Cándido no podía determinar y que, en el fondo, no le importaba. Lo que sabía es que algo que, quizá, fue puro y limpio en el principio se había convertido en un ente marcado por el nepotismo, la pésima administración, la utilización intolerable de fondos, la esclavización de seres humanos, el despojo del dinero ajeno y - lo que era peor - la utilización del nombre de Dios de la misma manera que se utiliza una tarjeta de crédito para sacar dinero de un cajero.
Que no recuperaría su dinero para Cándido resultaba ya una verdad incontrovertible como que el sol sale por la mañana, pero ¿qué sucedería con la mayor parte de su biblioteca guardada en uno de los incontables almacenes de RETAR?
CONTINUARÁ
February 14, 2016
El Señor
LA IDEOLOGÍA DEL JUDEO-CRISTIANISMO EN EL ISRAEL DEL SIGLO I (VI): LA CRISTOLOGÍA (VI): El Señor
El Señor[1]
La aplicación a Jesús del término kyrios (Señor) es aceptada actualmente como anterior a Pablo incluso en su acepción de título que implica la idea de divinidad.[1] La discusión se centra hoy en día en la dilucidación del ámbito exacto donde surgió (judeo-cristianismo o cristianismo gentil anterior a Pablo), los criterios para llegar a una conclusión y el significado del título en el judeo-cristianismo afincado en Israel.
Que este último aplicaba el título de kyrios a Jesús resulta difícil de negar a la luz de Ap. 22, 20, pasaje que además nos permite deducir que la fórmula maranaza de 1 Cor. 16, 22 equivale a maranazá («ven, Señor nuestro»). Bousset[1] argumentó que la expresión había surgido en Antioquía en relación con los creyentes arameoparlantes de Siria y Cilicia, y que, por lo tanto, se había originado en un ámbito helenístico y no ubicado en Israel. Bultmann reconoció el origen del término en la tierra de Israel, pero afirmó que, originalmente, sólo se refería a Dios y que no se aplicó a Jesús hasta llegar al ámbito helenístico. Ambas posturas son, a juicio de la mayor parte de los especialistas actuales, inaceptables.
En primer lugar, y en esto existe hoy en día un consenso casi unánime, parece evidente que si la expresión maranaza fue preservada como una fórmula aramea incluso en iglesias helenoparlantes, se debió a que su origen debe retrotraerse a una iglesia arameoparlante[1] y la única a la que podría atribuirse una influencia de este tipo fue la de Jerusalén.[1] La controversia surge a partir del momento en que se intenta cifrar el contenido exacto de mara.Para W. Kramer,[1] la expresión tenía en el ámbito de Judea un contenido meramente honorífico, mientras que en el helenístico poseía connotaciones de divinidad, no existiendo entre ambas ninguna «conexión genética». Este punto de vista resulta cuestionable, entre otras cosas, no sólo porque es muy difícil aceptar esa desconexión entre comunidades que tuvieron lazos muy fuertes entre sí (Gál. 2, 11 y ss.; Hch. 11, 27 y ss.; 15, 1 y ss., etc.), sino porque además hay datos que apuntan a que el judeo-cristianismo ubicado en Israel utilizó el título de «Señor» con un contenido que trascendía con mucho del meramente honorífico y que para ello se sirvió de precedentes judíos.
El título mar ya aparecía aplicado a Dios en las partes arameas del Antiguo Testamento. En Dn. 2, 47 se llama a Dios mare malkim («Señor de los reyes») y en 5, 23 encontramos la expresión mare shamai («Señor del cielo»). En ambos casos, la Septuaginta ha traducido mar por kyrios. En los textos de Elefantina, mar vuelve a aparecer como título divino (pp. 30 y 37). A. Vincent ha señalado incluso que este contenido conceptual ya se daba en el siglo IX a. J.C.[1]. En escritos más tardíos mar sigue siendo una designación de Dios. El tratado Rosh Hashana 4a cita Esd. 6, 4 sustituyendo el elah shamaiamasorético por mar shamaia. El tratado Berajot señala la validez de la fórmula de oración Berik mare de pat («Bendito sea el Señor de este pan») y en el Talmud aparecen además las expresiones mare alma (Ber. 6a; Git. 88a; Sanh. 38a) y mare Abraham (Eruv. 75a; Sab. 22a; Ket. 2a; Baba Bat. 134a) aplicadas a Dios. Los midrashim redactados en Israel contienen también buen número de referencias a Dios como mar (Gen. Rab. 13, 2; 22, 2, etc.).
De lo anterior, cabría esperar que los judeo-cristianos afincados en Israel hubieran utilizado ese título para referirse a Dios (y, efectivamente, así lo hicieron), pero además, y desde una fecha muy temprana que podría situarse en la década de los 30, también lo aplicaron a Jesús. Un ejemplo de ello lo encontramos en el himno judeo-cristiano citado en Flp. 2, 5 y ss.[1] Teniendo en cuenta que Pablo escribió esta epístola en tomo a los años 60-62, la impresión que se obtiene de la lectura de este pasaje es que era ampliamente conocida y que su redacción puede retrotraerse a algún período histórico situado entre los años treinta y cincuenta del siglo I. En este himno, Jesús es presentado como un ser preexistente que existía en forma de Dios, pero que no se aferró a su condición de ser igual a Dios (v. 6). Por el contrario, se vació de la misma, tomando la forma de siervo (v. 7) y muriendo en la cruz (v. 8). Esta conducta suya hizo que Dios lo exaltara otorgándole el «Nombre» que está sobre todo nombre (v. 9) para que, en cumplimiento de la profecía de Is. 45, 23 (que en realidad se refiere al propio YHVH), ante Jesús se doblara toda rodilla (v. 10) y toda lengua lo confesara como Señor (v. 11). De la lectura de este pasaje se desprende que el judeo-cristianismo tenía una visión de Jesús como Señor que trascendía con mucho de un mero título de cortesía y que contenía —como seguiremos viendo al tratar del «Nombre»— indudables connotaciones de Divinidad.
Desde luego, éste es el contenido que aparece en otras fuentes judeo-cristianas. Aun descartando que Hch. 1, 24 sea una oración dirigida al Jesús resucitado y ascendido, lo cierto es que el título de kyrios (lógicamente, mar en un medio arameoparlante) tal como se aplica a Jesús deja de manifiesto lo siguiente:
1. Es idéntico al utilizado para referirse a Dios (Hch. 2, 39; 3, 22;4, 26, etc.) como ya hemos visto al examinar el uso de mar en el judaismo. No deberíamos tampoco olvidar que la Septuaginta había sustituido ya desde hacía tiempo «YHVH» por Kyrios.
En estas fuentes, tanto Dios como Jesús son denominados Kyrios, de tal forma que en algunos pasajes no es fácil discernir si la referencia es a Dios o a Jesús (Hch. 2, 20). Por si fuera poco, ocasionalmente se tiene la sensación de que el título aplicado a Jesús compromete seriamente la idea de un monoteísmo estricto (Hch. 10, 36).
2. El título Kyrios aplicado a Jesús va más allá de un simple título honorífico (Hch. 4, 33; 8, 16; 10, 36; 11, 16-7; Sa. 1, 1; etc.).
3. Kyrios implica una fórmula cúltica propia de la divinidad (Hch. 7, 59-60; Sant. 2, 1). Así Esteban se dirige a este Señor Jesús en el momento de su muerte, el autor de Apocalipsis encamina hacia él sus súplicas y Santiago le añade el calificativo «de gloria» que, en puridad, sólo sería aplicable al mismo YHVH (Is. 42, 8).
4. El uso de Kyrios permite ver cómo se atribuían sistemáticamente a Jesús citas veterotestamentarias referidas originalmente a YHVH (Hch. 2, 20 y ss. con Jl. 3, 1-5).
5. La fórmula compuesta «Señor de Señores» (tomada de Dt. 10, 17, donde se refiere a YHVH) es aplicada a Jesús, lo que implica una clara identificación del mismo con el Dios veterotestamentario (Ap. 17, 14; 19, 16).
Tanto el judeo-cristianismo de la Diáspora (1 Pe. 1, 25; 2 Pe. 1, 1; 3, 10; Heb. 1, 10, etc.) como el paulino (Rom. 5, 1; 8, 39; 14, 4-8; 1 Cor. 4, 5; 8, 5-6; 1 Tes. 4 y 5; 2 Tes. 2, 1 y ss., etc.) siguieron esa línea que, no obstante, ni fue creada por ellos ni encontró su origen fuera de Israel,[1] sino en el medio judeo- cristiano de Jerusalén.[1]
CONTINUARÁ
February 13, 2016
Dios está aquí
Se trataba de una de las composiciones más hermosas, profundas y dulces que he escuchado nunca. Su título es Dios está aquí y recoge la experiencia de la cercanía de Dios, de un Dios que no es distante sino que se encuentra cercano, más cercano incluso que lo parece cerca, de un Dios al que se puede sentir porque es mucho más real que lo que se pueda considerar real. Pocas veces se habrá expresado tanto de manera más sencillas.
Su autor, un joven de Zaragoza llamado Javier Gacías – sí, ya sé que hay algún sinvergüenza que pretende haberla escrito décadas después de que la canción circulara por medio mundo – con seguridad no ha obtenido mucho dinero con la composición. Incluso a veces he pensado que incluso ha debido salir perdiendo con ella y me he preguntado cómo se sentirá al ver cómo han destrozado su obra cambiándole la letra o alterando el hermoso equilibrio musical que él escribió hace ya tanto tiempo. Sin embargo, a pesar de todo, con esta composición cercana, bella, delicada estoy convencido de que ha ayudado e impulsado a millares de personas a elevar sus oraciones a Dios, a confiarse a El y a sentir que El está cerca hablándonos y esperando que lo escuchemos.
Les incluyo una versión reciente del propio Javier Gacías – ya no tan joven – acompañado a la guitarra por su hermano Cuco, una de esas personas a las que espero encontrarme a la otra orilla tocando ese instrumento en alabanza a Dios; otra de Carla Moser y un más que recomendable Make-of con el autor. Espero que las disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está Javier Gacías
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… y aquí Carla Moser
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Y no se pierdan este Making of
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