Gustavo Solórzano-Alfaro's Blog, page 10
October 19, 2012
Las altas bibliotecas. Variaciones sobre un tema de "Citizen Kane"
Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción. Hablan (lo sé) de “la Biblioteca febril, cuyos azarosos volúmenes corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira”.
Jorge Luis Borges“La biblioteca de Babel”
La biblioteca es testimonio de la verdad y del error
(El monje Jorge a Guillermo de Baskerville)Umberto Eco, El nombre de la rosa
I
Como un personaje salido de una película de Peter Greenaway, o como buen neurótico (o como buen capricornio), siempre he sido ordenado, meticuloso, disciplinado para ciertas cosas, maniaco; amigo de las listas que como fetiches duran unos segundos en nacer y desaparecer. A veces creo que mi vocación escritural tiene más que ver con esta fijación que con la literatura misma. Por eso, entusiasmado acepté hablar sobre mi biblioteca personal, porque hablar sobre tu biblioteca personal es tanto una labor historiográfica como arqueológica, literaria, editorial y familiar, es decir formas de la nostalgia y formas de la crítica. También es una forma de la impudicia, de no conocer la vergüenza. Crear una biblioteca implica una labor de discriminación, de selección, de bricolaje; de juntar afinidades con necesidades, placeres culposos con obligaciones académicas. Como ven, todas las formas de las manías. Implica una mirada atenta para sopesar precios, descuidos de amigos y de vigilantes de bibliotecas, además de una convicción para lograr que quienes te rodean te regalen libros y no desodorantes.
II
De niño pedía libros para Navidad: Gilles, Puck, Los gemelos, Los Hollister. Luego Verne, Twain o Salgari. (Tenía dos versiones de Tom Swayer que desgasté de tantas veces que las leí. Hoy no sé dónde estarán y a veces las extraño más de lo debido.) En las tardes echaba un vistazo, en la biblioteca familiar, a títulos que despertaban mi curiosidad, como El idiota o La metamorfosis. También leía con más frecuencia Nacida inocente, con la foto en portada de Linda Blair, la misma de El exorcista. Luego, en la tienda del chino Acón compraba unas penthouse usadas, y gracias a esas revistas y a sus reseñas literarias (eso no significa que igual no las comprara con otros fines) y las visitas a la tienda me topé por primera vez con Justine, en pasta dura, y que mantuve oculta varios años, hasta que toda la represión católica me hizo arrojar el ejemplar a la basura por el temor de ser descubierto. Yo mismo botaba la basura en el potrero atrás de la casa y yo mismo era el encargado de prenderle fuego. Supongo que en ese momento me liberé, aunque años después recaería en el vicio, fuera con la edición erudita de Cátedra o en la versión lujuriosa de La Sonrisa Vertical. Aquella incinerada y estas dos prestadas y perdidas.
III
Soy un lector del siglo xix. Y por esto quiero decir que aprendí a leer no solo con autores del siglo xix (y anteriores y posteriores), sino sobre todo del modo en que la educación y la lectura se propagaron en la burguesía (o en la clase media para ser más específicos) durante dicho siglo y también durante el xx. Esto, que podría ser una limitación, es más bien una conciencia clara de la tradición a la que pertenezco, de los autores con los que dialogo y de las taras que arrastro. (Todo ello dicho en 2012). Quienes nacimos entre 1950 y 1980, hijos de la Segunda República, de educación pública y que no viajamos sino ya algo mayores, no podemos negar que aprendimos a leer cierto tipo de textos y a leerlos de cierta manera. Quizá muchos compartan sus recuerdos por aquellas ediciones de la Editorial Costa Rica, con diseños en tres colores, dirigidos por Víctor Julio Peralta, y que constaban en una colección de “literatura universal”, es decir, los “clásicos europeos decimonónicos”, principalmente.
IV
El día anterior, Bencio había dicho que con tal de conseguir un libro raro estaba dispuesto a cometer actos pecaminosos. No mentía ni bromeaba. Sin duda, un monje debería amar humildemente sus libros, por el bien de estos últimos y no para complacer su curiosidad personal, pero lo que para los legos es la tentación del adulterio, y para el clero secular la avidez de riquezas, es para los monjes la seducción del conocimiento.
(Adso recuerda lo dicho por Bencio)Umberto Eco, El nombre de la rosa
Mi biblioteca consta de escasos ochocientos volúmenes. Casi la mitad es un botín de guerra de la casa paterna que todavía no tengo seguro (mientras mi hermano aún lo reclame). A cambio dejé unos cien libros infantiles. La otra mitad y quizá algo más la he comprado en diferentes lugares, principalmente entre los dieciocho y los veintidós años. Por qué esa edad no debería ser ningún secreto. Quizá es la época ingenua en que uno cree que leer es bueno y da sabiduría. Tampoco es un secreto que algunos de esos libros pertenecen a bibliotecas públicas o universitarias, o a bibliotecas de amigos que previamente los habían tomado de bibliotecas públicas o universitarias o de otras bibliotecas de otros tantos amigos.
V
Como buen latinoamericano, viví en casa de mis padres hasta los 29 años. En esa casa tenía un cuarto en el que cabía mi biblioteca. Un día alquilé un apartamento (a 200 m de la casa paterna, claro, no fuese que se me presentara alguna necesidad), aventura que solo duró seis meses, hasta que gracias al vecino hube de volver a la casa paterna, en la cual estuve por año y medio más. En ese tránsito trasladé mi escaso patrimonio ida y vuelta. Sin embargo, por meros motivos de logística que no vienen al caso, dejé los libros en esa casa, y apenas me fui llevando unos cuantos desde el 2006, cuando me fui a vivir con mi esposa. No fue sino hasta el 2008 cuando volví con ella a vivir en Alajuela que trasladé toda la biblioteca. A dicho traslado le correspondió de nuevo la organización respectiva: por géneros literarios o materias y en orden alfabético. Así tenemos: cine, cuento, drama, ensayo, filosofía, música, novela, poesía y varios. En cada caso, la sección se ordena en orden alfabético a partir del apellido del autor respectivo.
VI
En los últimos años compro poco, en realidad, y resultan pocos los libros que me agencio, y los que consigo quizá quedan sin abrirse y los que se abren apenas si llegan a las diez páginas. Después me aburro. Abro un volumen más antiguo y releeo un poema, un cuento, un fragmento y lo vuelvo a cerrar, a pesar del polvo que se acumula como si nada. También, me he dado cuenta de que me siento movido a escribir cuando tomo un libro y releo su carátula, una página suelta, el comentario de la solapa, un título, y entonces me doy cuenta de que así es como se va formando nuestro acervo, a través de partículas mínimas e incomprendidas que se fusionan en un todo con apariencia de totalidad, de posibilidad. Cada vez que decido leer o escribir lo que resulta es un conjunto de citas, de aforismos pretenciosos o meras frases sueltas. Si por mí fuera, cambiaría toda mi biblioteca por un solo volumen de Tom Swayer o aquel de Justine quemado en la basura en los lejanos días adolescentes.
Gustavo Solórzano Alfaro
(Leído el viernes 17 de noviembre de 2011, en el marco de la XII Feria Internacional del Libro Costa Rica 2011, antigua aduana, San José, en un conversatorio sobre bibliotecas personales organizado por la Alianza Francesa. Reinterpretado el 18 de octubre de 2012 en la sede de la Alianza, barrio Amón, en el marco del Festival Leer es una Fiesta)
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Published on October 19, 2012 09:30
October 16, 2012
Trucos para que una biblioteca arda esplendorosamente
En el marco del Festival Leer es una Fiesta, organizado por la Alianza Francesa, tres escritores estarán conversando acerca de sus bibliotecas personales. Véalos cómo, sin pudor alguno, sacan de sus baúles placeres culposos, libros vergonzantes y quizá alguno que otro clásico o un autor contemporáneo para guardar las apariencias. Si se descuidan, llévese algún libro; si usted se descuida, no respondemos.
Juan MurilloG. A. ChavesGustavo Solórzano-Alfaro
Día: jueves 18 de octubreHora: 7: 00 p. m.Lugar: Alianza Francesa, barrio Amón, San José
Mi biblioteca consta de escasos ochocientos volúmenes. Casi la mitad es un botín de guerra de la casa paterna que todavía no tengo seguro (mientras mi hermano aún lo pretenda). A cambio dejé unos cien libros infantiles. La otra mitad y quizá algo más la he comprado en diferentes lugares, principalmente entre los dieciocho y los veintidós años. Por qué esa edad no debería ser ningún secreto. O quizá es tan solo la época ingenua en que uno cree que leer es bueno y da sabiduría…
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Published on October 16, 2012 09:03
September 24, 2012
Simic y Gioia
En Círculo de Poesía , poemas de Charles Simic (Serbia, 1938) y Dana Gioia (EE.UU., 1950) en modestas versiones caseras.Comentarios
Published on September 24, 2012 09:54
September 10, 2012
Muestra de poetas costarricenses en “Círculo de Poesía”
He preparado, para Círculo de Poesía , de México, un dossier de poesía costarricense contemporánea. La muestra consiste en una breve presentación (que requerirá adiciones, correcciones y aclaraciones) para introducir la obra de doce autores, nacidos entre 1950 y 1990, y por supuesto, una selección de la poesía de cada uno. El trabajo se complementa con una bibliografía recomendada que podrán consultar al final de esta entrada.
Durante tres semanas, han venido apareciendo cada uno de los autores, que ya ustedes pueden leer de forma completa.
Gracias al escritor Alí Calderón, por abrir un espacio en esta revista.
Presentación
Poetas
Carlos Francisco Monge (1951)Alexánder Obando (1958)Klaus Steinmetz (1962)Guillermo Fernández (1962)Alí Víquez (1966)Mauricio Vargas Ortega (1971)Esteban Ureña (1971)Alfredo Trejos (1977)Esteban Chinchilla (1978)Silvia Piranesi (1979)David Cruz (1982)Juan Carlos Olivas (1986)
Bibliografía recomendada sobre poesía costarricense Textos teóricos, ensayísticos, críticos y antológicos
AA. VV. (1994). Cuento y poesía ganadores en la Revista Nacional de Cultura. San José: EUNED, 144 pp.
AA. VV. (2007). Noches de poesía en el Farolito. Una mirada a la poesía costarricense en el 2007. San José: Ediciones Perro Azul, 112 pp.
Boccanera, J. (2004). Voces tatuadas. Crónica de la poesía costarricense. 1970-2004. San José: Ediciones Perro Azul, 220 pp.
Chacón, A. (coord.) (2007). Diccionario de la literatura centroamericana. San José, Heredia: ECR, EUNA, 525 pp.
Chacón, L. A. y L. Naranjo (2001). Antología del Círculo de Escritores Costarricenses. Latido generacional. 1990-2000. San José: Líneas Grises, 200 pp.
Chase, A. (2000). El amor en la poesía costarricense. San José: ECR, 634 pp.
Chaves, G. A. (2012). “De dispersos a imposibles”. Revista Nacional de Cultura. San José: EUNED, pp.73-78.
CHAVES, L. (2001). Antología de la nueva poesía costarricense. Quito, Ecuador: Ediciones Línea Imaginaria, 99 pp.
Corrales, A. (comp. y pról.) (2007). Sostener la palabra. Antología de poesía costarricense contemporánea. San José: Editorial Arboleda, 324 pp. Cortés, C. (Pról., sel. y notas) (1997). Poesía costarricense del siglo XX / Poésie costaricienne du XX° siècle (ed. bilingüe españo-francés). Ginebra: Patiño y Unión Latina, 420 pp.
Cortés, C. (1999). “La poesía costarricense de fin de siglo” [versión electrónica]. Cuadernos Hispanoamericanos, n.º 588. Madrid: Gráficas Varona, pp. 37-44. En http://www.cervantesvirtual.com/servl..., revisado el 1 de noviembre de 2008.
Duverrán, C. R. (sel. y pról.) (1973). Poesía contemporánea de Costa Rica. Antología. San José: ECR, 448 pp.
Jiménez, C. M. y Jorge Bustamante (1982). Antología de una generación dispersa. San José: ECR, 198 pp.
Molina, M. (comp.) (2003). Poesía erótica costarricense. San José: Ediciones Perro Azul, 160 pp.
Mora, S. M. y F. Ovares (sel., pról.. y notas) (1997). Indómitas voces. 100 años de poesía femenina costarricense. San José: Editorial Mujeres, 271 pp.
Monge, C. F. (1984). La imagen separada. Modelos ideológicos de la poesía costarricense, 1950-1980. San José: Instituto del Libro-MCJD, 204 pp.
Monge, C. F. (1993). Antología crítica de la poesía de Costa Rica. San José: EUCR, 384 pp.
Monge, C. F. (1998). Costa Rica: poesía escogida. San José: EDUCA, 205 pp.
Monge, C. F. (1999). La rama de fresno. Ensayos sobre literatura en Costa Rica. Heredia: EUNA, 202 pp.
Monge, C. F. (2009). “Andanzas españolas de la poesía costarricense” [discurso de ingreso en la Academia Costarricense de la Lengua, leído el 24 de febrero de 2006, Instituto de México, San José, Costa Rica]. En Territorios y figuraciones. Heredia, C. R.: EUNA, pp. 13-30.
Murillo, J. (2008). “La antipoesía costarricense”. 100 Palabras por Minuto. En , revisada nuevamente el 1 de noviembre de 2010.
Naranjo, L. (coord..) (2003). Tertulia en el bosque. San José: Líneas Grises, 78 pp.
Obando, A. (comp. y pról.) (1995). Instrucciones para salir del cementerio marino. Antología del Taller de Literatura Activa Eunice Odio(1985-1993). San José: Editorial El Quijote, 186 pp.
Quesada, Á. (2008). Breve historia de la literatura costarricense. San José: ECR, 148 pp.
Retana Alvarado, C. (2009). “'La poesía no sirve para nada': poesía joven costarricense como discurso contrahegemónico”. En Revista de Lenguas Modernas, n.° 10. San José: Universidad de Costa rica (UCR), pp. 27-35.
Rodríguez Ballesteros, A. (2005). Lunada poética. Poesía costarricense actual, vol. I. San José: Ediciones Andrómeda, 235 pp.
Rodríguez Ballesteros, A. (2006). Lunada poética. Poesía costarricense actual, vol. II. San José: Ediciones Andrómeda, 237 pp.
Rodríguez Cascante, F. (2006). “La formación discursiva trascendentalista en la poesía costarricense contemporánea”. En Revista de Filología, Lingüística y Literatura, vol. 32 (2), San José: Universidad de Costa Rica (UCR), pp. 107-119.
Rodríguez Cascante, F. (2006). “La poesía costarricense contemporánea y el campo discursivo conversacional”. En Káñina, Revista de Artes y Letras, XXX (2), San José: Universidad de Costa Rica (UCR), pp. 145-161.
Salas, E. G. (2000). Poesía turrialbeña. 1960-1999. San José: EUNED, 140 pp.
Sauma, O. (1998). Martes de poesía en el Cuartel de la Boca del Monte (2 t). San José: Editorial Lunes, 448 pp.
Solórzano-Alfaro, G. (2010). Retratos de una generación imposible. Muestra de 10 poetas costarricenses y 21 años de su poesía . San José: EUNED, 240 pp.Comentarios
Published on September 10, 2012 10:00
August 14, 2012
Diario de lecturas pendientes
Sade: el placer de la lectura proviene indirectamente de ciertas rupturas (o de ciertos choques): códigos antipáticos (lo noble y lo trivial, por ejemplo) entran en contacto…
Roland Barthes(1)
Una página que falta. Un deseo que decrece justo antes del clímax. Una lectura que se trunca. Un libro que se lee con pasión hasta la mitad y se retoma meses después; otro que se empieza varias veces hasta lograr terminarlo. Lecturas interrumpidas, lecturas a medias, lecturas perezosas, lecturas descuidadas, lecturas pendientes.
*
Imaginemos un lector que todos los días se detiene en la misma página. Todos los días abre un libro y empieza en la página 10. La lee, la repite, la repasa. Cierra el libro y así por días, meses y años. Una suerte de “libro de arena” a la inversa. El tiempo detenido, los mismos caracteres, las mismas palabras, y sin embargo cada día se renueva el amor por esa página y la pasión con que es leída. El tema no es nuevo. Sus diferentes versiones están en Borges.
*
Le gusta leer el final de las novelas, o saber el de una película o el de una serie de televisión. Nunca se ha visto afectado por ese prurito que parece arruinarle la diversión a quien se entera de los pormenores de una trama antes ingresar en ella. Busca en Wikipedia la lista de episodios o los avances de una película en filmación. En su caso, por el contrario, saber el final lo hace desear con más ahínco leer la obra completa (“¿completa?”) o ver toda una película.
Recuerda que de ese modo leyó muchas novelas: sentado en su sillón favorito (hoy dichosamente restaurado). Leía una parte de las novelas de turno (porque siempre tenía varias empezadas y a la mano), y antes de cerrar el libro, se iba a la última página: El nombre de la rosa, Los miserables, El perfume, Cien años de soledad…
Por esta razón, nunca supo cómo fue posible que jamás se diera cuenta de que a su ejemplar de El tambor de hojalata, en edición de Bruguera, le faltaba la última página. Y a la fecha no ha leído esa página, aparte de que rememora entrañablemente la versión cinematográfica de Volker Schlöndorff. De igual forma, jamás terminó de leer La cartuja de Parma, obra que disfrutó y leyó con fruición. ¿Por qué razón leyó unas 500 páginas y la dejó cuando faltaban unas 50? ¿Está autorizado entonces para afirmar que la disfrutó?
*
Amos Oz tiene un libro fabuloso: La historia comienza. Ensayos sobre literatura, en el cual aborda el inicio de varios textos, y analiza la importancia y significado de un comienzo en una obra literaria. Mientras lo leía, nuestro lector imaginaba que sería igual de importante y necesario escribir la contraparte o la continuación, “La historia termina”, para poder referirse a esos increíbles finales, a veces párrafos, a veces líneas, que cierran un relato.
Duerme. La suerte persiguiole ruda.Murió al perder la prenda de su alma.Larga la expiación, la pena agudafue; y así obtuvo la celeste palma.
(Final de Los miserables, de Victor Hugo)
No se sabe. A lo mejor sí leyó el final de El tambor de hojalata y de La cartuja de Parma pero ya no los recuerda. A lo mejor no son tan trascendentes y hermosos como los de El nombre de la Rosao el de Los miserables.
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Hay cursos de “lectura veloz”. Definitivamente una “lectura veloz” es diferente a una dilatada, de la misma forma que leer sobre un pergamino, un libro impreso o un kindle supone experiencias diferentes. ¿Es alguna de estas experiencias superior a las otras? ¿Alguna es más profunda, más atenta? Los ojos que corren sobre la pantalla, que se mueven por Internet no son los mismos ojos que se posan sobre las marcas en el papel. Los primeros efectivamente corren, los segundos se posan, fijan su atención, contemplan. La diferencia sería entonces la misma que existe entre un corredor de bolsa de Wall Street y un monje budista.
*
La idea de lo completo, de la totalidad, se desvanece cada día más. ¿Qué significa leer un libro completo? ¿Unir sílabas?¿Decodificar cada uno de los símbolos impresos? Eso incluiría el índice, el pie de imprenta, la página legal, el ISBN. ¿Leer cada parte, capítulo, poema, ensayo, cuento o diálogo? ¿Es igual leer una novela que un conjunto de poemas o de relatos? Con una novela se tiene la certeza de un tiempo lineal; pero no sucede lo mismo con un libro compuesto por piezas individuales. En estos casos, ¿cómo se determina si se ha leído a cabalidad el texto? ¿Existe algo como “leer a cabalidad”?
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El colombiano Juan Gabriel Vásquez recuerda a Orhan Pamuk (nuestro lector recuerda haber leído Estambul). Según Vásquez, Pamux dixit: “Mi propia experiencia me ha enseñado que hay muchas maneras de leer novelas” […] A veces leemos lógicamente, a veces con los ojos, a veces con la imaginación, a veces con una pequeña parte de la mente, a veces como queremos, a veces como quiere el libro y a veces con cada fibra de nuestro ser”.(2)
Efectivamente. La experiencia de la lectura es un acto tan increíblemente creativo y diverso como el de la escritura. Por esa razón ni los programas de lectura veloz o los programas de los ministerios de educación funcionan.
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La crítica de un texto es, lo sabemos bien, un texto en sí mismo, y como tal debe sustentarse. Hay críticas hermosas, textos fabulosos que superan en mucho la calidad del texto primero sobre el cual reflexionan, lo cual se debe a la capacidad de establecer relaciones del crítico, quien parte de un texto, sí, pero lo que él escribe es el conjunto de todas las lecturas de su vida; es el resultado de unir algunos puntos que van apareciendo a lo largo del tiempo y de saber leer los signos como marcas de una máquina que produce sentidos en diversas direcciones.
*
Otro problema: libros que no se ha leído. Pierre Bayard plantea expresamente que sí es posible hablar sobre estos. Su propuesta es liberar al lector (o al estudiante o al estudioso) de las imposiciones sociales, de las exigencias que dictan qué debe leerse y qué no debe leerse. Cree firmemente en la capacidad de creación, en las posibilidades múltiples de producir textos nuevos que a la vez son creativos y profundos, críticos y analíticos.
Con Eco más aún que con Valéry el libro aparece como un objeto aleatorio sobre el cual discurrimos de manera imprecisa; un objeto con el que interfieren permanentemente nuestros fantasmas y nuestras ilusiones. Libro imposible de encontrar en una biblioteca de límites infinitos, el segundo volumen de la Poética de Aristóteles es análogo a la mayoría de las obras de las que hablamos a lo largo de nuestra existencia, las hayamos leído o no: objetos reconstruidos, cuyo modelo lejano se oculta detrás de nuestro lenguaje y el de los demás, y que es vano esperar que un día, aunque se esté dispuesto a perder la vida en ello, podamos tocar con los dedos.(3)
*
Como profesor de secundaria (algún oficio debía tener nuestro lector) muchas veces se vio en la necesidad de recurrir a técnicas variadas para lograr que los estudiantes se familiarizaran con ciertas obras. Estaba seguro de que el 99 % no leyó jamás el Quijote, pero podría asegurar que al menos un 10 % sería capaz de referirse a él con cierta propiedad, o al menos con una propiedad superior al promedio de los adolescentes. Sus estudiantes tuvieron que leer otros textos relacionados con el Quijote, tuvieron que ver películas, tuvieron que dramatizar pasajes, filmaron escenas, elaboraron montajes fotográficos, escribieron, produjeron, crearon. Lo rescatable era esa posibilidad de crear, sin la censura de la “completud”, sin la censura de la “alta cultura”, sin la censura del lector ideal.
*
Bayard acepta lo que la mayoría (de intelectuales, académicos o escritores) niega: hemos dejado de leer muchos libros, pero esto no es obstáculo para que hablemos profusamente de ellos en una mesa de tragos o en una charla universitaria.
Juan Ramón Ribeyro decía que la inteligencia no es la cantidad de información que se maneja, si no la capacidad para establecer relaciones.
Eso mismo, o quizá solo eso, sea la lectura.
(1) Roland Barthes, El placer del texto y Lección inaugural (trad. Nicolás Rosa y Óscar Terán, 12ª ed.), México: Siglo XXI Editores, 1996, p. 15.
(2) Juan Gabriel Vásquez, “Cómo leer novelas”, El Espectador, 8 de diciembre de 2011, <http://www.elespectador.com/impreso/o....
(3) Pierre Bayard, Cómo hablar de libros que no se han leído (trad. Albert Galvany), Barcelona: Anagrama, 2011, p. 63.
Originalmente publicado el 10 de mayo de 2012, en el volumen 24 de Las Malas Juntas
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Published on August 14, 2012 07:18
August 7, 2012
Las mejores películas (1990-2010)
Con la aparición de la lista más reciente de Sight and Sound de las mejores películas, se desatan los cinéfilos y todos hacen sus propios listados. Yo no soy la excepción.
Ya hace un tiempo elaboré una lista de diez películas que considero de las mejores de la historia del cine. Esas listas, ya lo sabemos, pueden variar de un día para otro. De hecho, hace unos meses compré Once Upon a Time in America, de Sergio Leone, el cual recordaba como un gran filme; y efectivamente, hoy lo pondría en esa lista, quizá en lo más alto, incluso por encima de The Godfather (I y II).
También, en ese momento hice la salvedad de que la lista iba en un rango de 1940 a 1990. Pues bien, ahora ofrezco esta lista que va de 1990 a 2010. Para mantener el estilo, hago una primera selección de diez, pero con un anexo, en el cual repito con tres directores (para que la lista original sea más representativa) y además con la inclusión de tres grandes películas iberoamericanas.
Pues bien, aquí esta, como sugerencia, para compartir y para preguntarles a ustedes qué opinan.
Top ten (en orden cronológico)
* Karakter [Carácter, Holanda, 1997], de Mike van Diem
* Magnolia [Magnolia, Estados Unidos, 1999], de P. T. Anderson
* Jing Ke ci Qin Wan [El emperador y el asesino, China, Francia, Japón, 1999], de Chen Kaige
* Mulholland Dr. [Sueños, misterios y secretos, Estados Unidos, 2001], de David Lynch
* Yīngxióng [Héroe, China, Hong Kong, 2002], Zhang Yimou
* 2046 [2046, China, Hong Kong, Francia, Italia, Alemania, 2004], de Wong Kar Wai
* Eastern Promises [Promesas del oeste, Canadá, Reino Unido, Estados Unidos, 2007], de David Cronenberg
* Antichrist [Anticristo, Dinamarca, Alemania, Francia, Suecia, 2009], de Lars von Trier
* Das Weiße Band[La cinta blanca, Alemania, Francia, Italia, Austria, 2009], de Michael Hanake
* Incendies [Incendios, Canadá, 2010], de Denis Villeneuve
Anexo
* Boogie Nights [Juegos de placer, Estados Unidos, 1997], de P. T. Anderson
* Cenizas del paraíso[Argentina, 1997], de Marcelo Piñeyro
* Fa yeung nin wa [Deseando amar, Hong Kong, Francia, 2000], de Wong Kar Wai
* Cidade de Deus [Ciudad de Dios, Brasil, Francia, 2002], de Fernando Meirelles
* Lucía y el sexo [España, Francia, 2001], de Julio Medem
* Dogville [Dogville, Dinamarca, 2003], de Lars Von Trier
Antichrist, "Prólogo"
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Published on August 07, 2012 14:20
Una reseña desesperada. Artículo de superación para quienes han caído en el vicio de la autoayuda
Empezaba a leer El mapa y el territorio, de Houellebecq, y tenía a medio terminar El libro de las ilusiones, de Auster, cuando SoHo me invitó a escribir sobre un libro de autoayuda. Siempre he tenido prejuicios contra este tipo de libros y he hablado mal de ellos, pero acepté el encargo y leí Un grito desesperado. Ahora puedo afirmar que todo cambió. Ya no tengo prejuicios, tengo certezas.
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Published on August 07, 2012 14:01


