Gustavo Solórzano-Alfaro's Blog, page 3

November 10, 2017

Cuatro poemas de Gustavo Arroyo

Jeffrey Zamora, para La Nación


Sin piedad
Ahora que muere la tardelos grillos me recuerdan la dialéctica de los ciclos.Estoy en la parte trasera de la casa,en el mismo sitio donde solía fumara escondidas de mi madre,cuando volvía del colegio.Escucho los grillos desde entonces;siempre han estado ahí,al igual que la invisible genética que me conforma.A esta hora el calor aún molestay comienzan a visitarme ciertos deseosque me cansé de reprimir.La nostalgia pinta de amarilloel pedazo de cielo que logro ver desde acá,acuclillado en esta parte de la casaque nadie de afuera conoce,donde ocurrieron tantas cosasque he decidido olvidar.Entre grillos, calor y deseos,esta erección me resulta incómoda.Ya no fumo, y eso vuelve todo peor.La tarde me consume de nuevo,sin piedad.
De Dialéctica de las aspas, p. 8


Prénoms
Fred, sobre la cuerda exterior de la ironía, baila un tango con el hermano de su novio recién difunto. En aquella ciudad se habla francés, aunque se encuentra lejos de Francia; tan lejos, como si un desierto azul se levantara entre ambos territorios. A veces hablo de Fred, cuando en realidad quiero hablar de mí; a veces hablo de otras ciudades porque estoy hundido en esta, más allá de las rodillas. Creo que el único destino es seguir hundiéndome, hasta que la arena me llene la boca, hasta que tenga que comer aceras y vitrinas. Como en la vieja Buenos Aires, no debe cuestionarse el baile entre hombres: hace casi cien años que la intuición muscular atropelló su presunta indecencia. A veces soy Fred, y no quiero serlo. De hecho siempre lo soy, pero nací para esconderme de ese nombre de cuatro letras, y lo disimulo con seudónimos que encuentro en los libros que me sirven de cama. No estoy en Burdeos ni en Toulouse –quedó claro desde el inicio– y yo, aunque Fred, ahora me llamo igual que Klimt y Mahler. Confieso que esta noche no tengo con quien bailar.
De Los amores imaginarios, p. 5


1
Tengo miedo de los amores imaginariosy más aún de los reales.Estoy harto de la testosterona aparentey de los amigos que viven en la casa donde nacieron,sin ningún respeto por la evolución y la historia.Me cansé de las lecturas ensayadasy de la gente que se complace con lo que escribe.¿Quién dijo que escribir debe llevar a la complacencia,y no más bien al estrujamiento de las diferentes vidasque conforman la única que gastamos?La eterna disyuntiva entre para qué escribiry por qué no hacerlo.Escribir para acrecentar el pánico:he ahí una vena abierta que juega a acabar las cosas de pronto,brevemente,con el apuro de los satélites,tan superior al de los planetas,tan inferior al de los electrones.Acabar las cosas de pronto,de manera inesperada,como cuando nos distraemos por un instantey malogramos la masturbaciónque nos entretuvo el cuarto de hora:un movimiento de másque echa a perder los trescientos anteriores.Miedo a ese movimiento,y al de los ojos que estamos seguros de que nos mirancuando nos vemos obligados a caminar por la calle.Miedo a la esquela y al epitafio,a la posibilidad de que el fruto carnosoesté infectado en el centrocon el caldo de muchos gusanos,al aguijón que imprime la abeja junto a sus entrañas.Miedo a tener que morircomo única garantía de supervivencia.Miedo y cansancio,los dos colores de la bandera de un territorioque se aproxima a raudales,en franco desafíoa las coordenadas comunes.Cansancio de mi olor:del olor de mis inglesque, con ayuda de mis manos,se me ha hecho vicio exploraren lugares públicos;del olor de mis manos,que cuando no huelen a mis ingleshuelen a desinfectante o alcohol;del olor de mi camiseta,con el que siempre me encuentro en la parte más sorda de las madrugadas.Ante todo y por todo,miedo de mí,cansancio de mí.
De Los amores imaginarios, pp. 33-35


9
Los amores imaginariosfueron un último recursopara guardar las apariencias. Eso de andar con los ojos clavados en el pisome llegó de antigua data,del tiempo en que usaba unos pantalonesque no me cubrían del todo los muslos.De ese tiempo guardo pocas fotografíasy las que conservose adhirieron entre sí.Las tablas verdes de mi cuarto,los adornos de navidadhechos por ella, que aún es la mismaaunque se peine distintoy disimule las consecuencias de la parálisis;la puerta de dos hojas,detrás de la que todos los sábadosescuchaba gemidoscon desconocimiento de causa;las grietas del suelo, tan parecidas a las de mis piernas.Luego,la falta de dignidady los enamoramientos absolutos,tan falsos, tan intensos,de todos los cuales fui causapero nunca merecedor.Lo mío fue amar a los demonios,vivir de las ausencias,pretender hacerme daño;rozarme la garganta con la lenguapara sentir mi sabor,y, entonces, conocer el miedo y la repugnancia.
De Los amores imaginarios, pp. 51-52




Gustavo Arroyo es un escritor costarricense nacido en San Ramón de Alajuela en 1977, donde es confundador y miembro del grupo literario Ceniza Huetar. También formó parte del taller literario Tráfico de Influencias. Ha publicado los poemarios Dialéctica de las aspas (2014), Círculo de diámetro variable (2016) y Los amores imaginarios (2016).
Más poemas del autor en El Signo Roto (1)(2)
Artículo en Viva, La Nación
Blog del autor
Más poesía de Costa Rica y el mundo en esta casaComentarios
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 10, 2017 18:01

November 3, 2017

Críticas sobre "Nadie que esté feliz escribe"



Nadie nos ha enseñado a ser felices

Jonatan Lépiz

Uno
Nadie que esté feliz escribees el título del nuevo libro de Gustavo Solórzano-Alfaro. Digámoslo de una vez, estamos ante un libro de celebración de la vida que hay que leer. El título, a primera vista, parece una sentencia; sin embargo, conforme avanzamos en la lectura, nos percatamos de que el libro parte de una paradoja: ¿es posible ser feliz y escribir?; la paradoja es doble: ¿se puede, acaso, no serlo y vivir?
A partir de este principio, Nadie que esté feliz escribe escarba la tierra de la nostalgia. El libro no se funde en un eterno presente o en un pasado añorado, más bien, todo se conjuga de otra forma, como si la felicidad fuera un verbo. Imaginen. Las fronteras que separan los tiempos verbales se difuminan. No existe más pasado, presente o futuro, quizá por eso, en su estructura, resultan artificiales las fronteras entre los géneros: poesía, ensayo, prosa; y el libro anda a sus anchas ya sea por el verso blanco, el verso libre, la prosa ensayística, el comentario, la nota al pie.
El texto sustenta una idea ontológica: ¿cuál es nuestro papel en el mundo? Es cierto que nos sentimos escindidos de la naturaleza, que ningún bicho que habita el planeta se parece a nosotros, y, más allá del material genético compartido, somos el único animal capaz de transformar su entorno y destruirlo hasta hacerlo inhabitable. Por eso creamos desde la fisura, inventamos la cultura y la civilización, pero nadie nos enseñó a ser felices.
Pensamos que no merecemos el amor o la alegría, que el mundo, por ser adverso a nosotros, debemos de enfrentarlo con violencia, así entendemos la creación: una forma de destrucción y no de ternura, ese es nuestro estar y ser en el mundo, nuestra Weltanschauung.
En uno de los textos, la voz narrativa remata, no sin cierta ironía, “¿No es acaso el sueño eterno / fundirse con la naturaleza?” ¿Ese es realmente el sueño eterno? ¿Será la muerte acaso eso? En otro texto también se nos habla sobre el fin de las cosas: “cuando todo se acabe y vuelva a empezar / cuando el mundo entero se derrumbe / por fin”. No obstante, lejos del patetismo secular de mucha de la poesía escrita en nuestro país, el libro va más allá e intenta abrirnos un camino a través de la ternura. Por eso, el fin no es el fin, es una forma de renacer, de construir, de volverse a colorar en el mundo desde otro lado.

Dos
El epígrafe de Mircea Cartarescu, que abre el libro, nos advierte que “la escritura no va de la mano de la riqueza y la felicidad”. No es de extrañar, entonces, que la voz que habla en el primer poema, “Variaciones sobre el tema de Fausto”, le pida a una Margarita con celular que lo abandone, aunque sea por unos segundos, para componer, desde la miseria, un par de versos memorables.
Desde este punto de vista, la escritura, más concretamente la poesía, obedece a un proceso racional, no a la inspiración. Escribir es un esfuerzo físico, una memoria corporal que se va nutriendo a lo largo del libro. La escritura, al igual que la vida cotidiana, consiste en una suma de acciones que nos mantienen a flote.
La vida cotidiana es una resistencia, en ella, todas las personas escarbamos, hacemos diligencias, buscamos, realizamos tareas de remodelación, colgamos plantas, taladramos, pintamos, eliminamos hormigueros, le damos de escobazos a enjambres de avispas, nos movemos, nos quedamos estáticos.
El cuerpo es nuestra memoria sobre el mundo, la cual se manifiesta por medio de lo que hacemos, parte de lo que hacemos es la escritura, la poesía, que se convierte en una lucha contra el tiempo, contra el óxido que los días le van ganando a nuestros huesos. Por eso, el interés del libro radica en la composición del lenguaje, sus minucias que se construyen desde las acciones cotidianas, cuerpo y lenguaje se entrelazan y acomodan al mundo, moldeándolo de nuevo.
La textura del lenguaje, su gramática, resulta fundamental en el libro, sobre todo la gramática del amor, la construcción de un sentimiento que se dice por medio de acciones y un lenguaje distinto: “Mi esposa ha salido a trabajar. / Espero su llegada […] Acaso sea ella la única línea que necesito”. El amor, su gramática, una búsqueda que desemboca, también, en el mundo material, somos porque estamos: “Mi amor está aquí, / en mis rodillas, en mis manos, / en esta espalda que levemente / ya empieza a encorvarse”.
Es cierto, como bien dice el libro, tanto el dolor, el amor o la felicidad dependen del idioma. Repito, nos encontramos ante un libro de celebración, de gozo de lo cotidiano, por eso su metáfora es la casa, el espacio donde se escancia el vino con la amada o se mide la memoria del mundo por la falta de respuestas en una biblioteca. El sitio donde somos, hacemos y estamos.
Aunque en varios textos de Nadie que esté feliz escribe se escriba desde la ausencia esta no necesariamente es dolosa. La escritura es ausencia, por medio de ella se intenta llenar el hueco del mundo con palabras, con las voces de nuestra historia. Y aun así, nuestra historia nada dice de nosotros.

Tres
La poesía, como toda literatura, es ficción. Uno de los mejores finales del libro dice así: “Todos somos fantasmas / rondamos las páginas de poemas irresueltos / al igual que rondamos las páginas porno/ a altas horas de la noche/ como remedio para la vida”.
Este libro es un viaje, un gran viaje, el cual concluimos sabiendo que, a fin de cuentas, una persona feliz también escribe.

                                                                        Publicado originalmente en el suplemento Áncora(sección “Librero”),del diario La Nación,el 27 de agosto de 2017

Jonatan Lépiz es un escritor y editor costarricense, nacido en 1981, Premio Eunice Odio de poesía 2014 y autor de los poemarios Batallar contra la noche(2007), el humo de las cosas (2014) y Cuando fuimos inocentes (2015). Es el director de Ediciones Espiral.




La poesía es materia artesanal

Álvaro Rojas Salazar

Una casa, unas ciruelas, un árbol de mangos, una fuente importada de Escocia en la que se bañan tres niños en Alajuela, esa ciudad en la que está un aeropuerto que es el destino final de los viajeros que, en verdad, vuelan a San José; lo cotidiano, lo sensible, lo que surge del desasosiego de un hombre solo que espera a su esposa por unas horas que se le hacen insoportables; de cosas así está hecha la vida, de cosas así se puede hacer poesía.
El escritor y editor Gustavo Solórzano-Alfaro acaba de publicar con Nadar Ediciones de Chile Nadie que esté feliz escribe, un libro de poemas independientes entre sí, sencillos y honestos, escritos desde el vacío, desde la falta y tal vez, unidos por una idea: la poesía es materia artesanal; se hace con las manos, así como se ordenan los muebles o se recogen los frutos maduros que descansan en un patio lleno de hojas y de raíces. El del poeta es un oficio, como el del jardinero o como el del copero:
Entre semana el copero de seguro no existe ni ocupa un espacio en el mundo. Pero, vamos, me doy cuenta de este egoísmo. O no. Ha de ser una forma común de la reciprocidad.
'Copos, copos, granizados', anuncia con voz algo quebrada, como un canto antiguo, como si supiera que la reiteración le permite completar un impecable octosílabo. 'Este hombre entiende el ritmo gangoso del idioma', me digo.
El poeta imagina a ese copero que recorre las calles de una ciudad dormida, gritando al viento todo lo que lleva en su carrito, para detenerse a trabajar con sus manos y con sus herramientas, el hielo del que conoce sus secretos, el sirope y el calor que vuelve a la gente sedienta.
Así también, él sueña cosas maravillosas, como administrar por un tiempo corto, por unos meses, un hotel de provincia, un hotel que se llame Lautréamont, del que ama el sonido del nombre, su patio interior lleno de flores, las visitas de la gente importante a la que él atiende con unas cualidades de anfitrión que no tiene; los momentos para escribir y haber conocido en ese lugar de la imaginación a una mujer que lo hizo temblar, a la que no le importa dejar, al igual que a todo lo demás, antes de que el banco llegue a tocar a su puerta para cobrarle el préstamo que le permitió ser hotelero por unos cuantos días.
Solórzano-Alfaro observa lo cotidiano, lo recorre con su mirada inteligente y también, de pronto lo hace saltar, le encuentra grietas por donde fugarse, de pronto, las cosas de todos los días lo llegan a cansar:
¿Quién no añora la tercera guerra mundial?
¿Quién en su fuero interno no se emociona con la adrenalina de imaginar un conflicto armado de gran escala?
Nuestras vidas son tan simples. Nuestros sueños tan escasos […]
Queremos ser historia para salir de ella. Queremos saber lo que se siente ser parte de algo más grande que nosotros mismos.
¿Quién no añora una guerra? Cualquiera, cualquier guerra.
Y esa guerra que él añora para hacer explotar en mil pedazos la vida simple y común de todos los días, el aburrimiento, nos lleva al título del poemario que nos remite a su vez a esa idea que Tolstoi expone en Ana Karenina: “de las familias felices no se escriben novelas”, que podemos extender y decir: “los países felices no escriben buena literatura” y es que es una idea que recorre occidente tratando de explicar las fuentes primarias de la escritura y de la narración de historias, también está en Alonso Quijano que se sueña Quijote y caballero andante o en Madame Bovary, que escapa de su marido, médico y mediocre, leyendo novelas y enredándose con amantes por las calles conservadoras de su ciudad; y en el  Decamerón de Bocaccio, donde los relatos que se cuentan los jóvenes en un castillo a salvo sirven para evadir a la peste y a la muerte, en fin, es una idea importante que Solórzano-Alfaro liga con el doctor Fausto y con Margarita; con la que le rinde, al final del libro, un homenaje al profesor Manuel Picado: “El título del libro es una frase que solía repetir el teórico literario y psicoanalista costarricense Manuel Picado. A lo mejor el origen sea otro, pero lo que importa aquí es su gesto. Esa es mi forma de agradecerle por todo”.
Solórzano-Alfaro coquetea con la tristeza y con la pérdida como fuentes de la escritura y de su poesía y sin embargo, como el poeta de su libro es un hombre práctico, que ama la seguridad y los oficios manuales, cuando las cosas llegan a sus límites, cuando se trata de escoger entre ser feliz o escribir, él se inclina por su esposa, por la que no tiene tiempo para el Facebook, la que ordena su vida, la que comparte con él la televisión y el vino, la que le hace creer que los vacíos se pueden llegar a llenar con algo. Esa mujer a quien él le dedica sus poemas.

                                              Publicado originalmente en el suplemento Los Libros,del Semanario Universidad, el 13 de setiembre de 2017

Álvaro Rojas Salazares un escritor costarricense nacido en 1985, autor de la novela Greytown y de la crónica Telire (ambas del 2017). Durante muchos años se ha dedicado a la crítica literaria, la cual ha compilado en el volumen de pronta aparición Con el lápiz en la mano.


Comentarios
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 03, 2017 10:09

October 27, 2017

Dos poemas de Mía Gallegos



Amor en clausura
La lluvia arrastra las hojas de los árboles,y los cuerpos que no aceptan doblegarsemueren como héroes de nombres vagos y oscuros.
Tanto he llamado a Diosdesde mi claustro,busco su origen, su confianza, sus pies, el barro, pero la vida me sigue a golpe de lluvia.
Soy pobre, me digo,soy pobre como en el Amorpero no conozco la súplica.Los nudillos de mi mano no golpearánninguna puerta.
Me ha herido la vida con sus garraspero insisto en seguircomo la guerrera que soy,y que ama la ciudad,su ciudad.
Por eso, y nada más que por eso,amo la nostalgiaporque es profunda como las velas azulesque tejen el encuentro entre el día y la noche.
Amo esta soledadque transcurre entre libros, sueños, llamasen donde existe un pacto con la viday una consagración con la esperade un día más noble y de una soledad más honda.
Con las manos invento figuras y nombresen la paredy labro una ciudad que habitaré mañanacubierta por torres secretas,cubiertas por el canto del tiempo, del mar,de la sal,recubiertas por el halo de la espera,por una lejanísima espera, despojada de esperanza,pero tibia y pequeña como un nido profundo,como el oído de Dios que me guarda y me nombra,en donde seré la dueñade una canión soberana y solacomo la negra armonía del mar,la noche y el tiempoque se devuelve y vuelvecomo una madeja profundamente tibia,enlazadora de los cuerposque tajo la marea,que depositó la mar sobre la sal blanquísimaque se encuentran en la crestay frente al sol,y baila la danza de la marejada,del desconcierto, del desconsuelode la pobre, lejana y dulce soledad.
(pp. 15-17)


Reino
Me enseñaronel arte del silencio.
También se me indicócon gestosque era menester respondercon nobleza frente a la adversidad.Cumplo con la promesa de callar.
Se me habló de la templanza,de ese duro ejercicio desoporte,sostenga la cabeza,mantenga el cuello inalterable y calle.Cállese.
Harto he aprendidoy me volví frugal,mas del amorsé poco, bien poco.
Conozco el alfabeto de los gestos,el de las manos,pero guardo silencio.
Yo sé que manda quien conquista,y yo soy una mujer y no una guerrera.Callo. Me callo. Resisto.
Amé y perdí mi reino.¡Bendita tempestad!
El silencio. Ese es mi reino.Y nada más.
(pp. 31-32)
De El umbral de las horas,San José: Editorial Costa Rica, 2006, 132 pp.



Mía Gallegos, nacida en San José en 1953, es una de las escritoras costarricenses más importantes y destacadas. Premio Joven Creación (1978), Premio Alfonsina Storni (Argentina, Fundación Givré, 1978), por su poema Asterión; Premio de los Exbecarios de la Fundación Fullbright (1983), por el poemario Mayko; Premio Rubén Darío del Verso Ilustrado (1983), por su poema en prosa La mujer que conduce el coche; Premio Nacional Joaquín García Monge de periodismo cultural (1984) y en dos ocasiones Premio Nacional Aquileo J. Echeverría de poesía (1985 y 2006). En 1985 fue invitada a participar el Programa de Escritores de Iowa (EE.UU.). Ha sido traducida al inglés y al francés. Ha publicado los poemarios Golpe de albas(1977), Los reductos del sol (1985), El claustro elegido (1989), Los días y los sueños (poemas en prosa, 1995), El umbral de las horas (2006) y La deslumbrada (poemas en prosa o relatos, 2014).
Poesía de Mía Gallegos en A media Voz
Más poesía de Costa Rica y del mundo en esta casaComentarios
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 27, 2017 18:53

October 19, 2017

Tres poemas de Alejandra Solórzano



Exhumaciones
Sobre la mesa de noche aguarda un vaso de agua.
Una conversación se aferra a los minutos que flotan. Las ondas de nuestras voces recorren algunos rostros del bar, la pieza del debut de nuestra adolescencia y el espejo que nos devuelve el laberinto de lo imposible. Tus ojos se pierden entre el humo. Dilatación de un recuerdo perfecto en tu pupila. Siete palabras hace unos años. Algún reclamo, poetas flotando en la Nada.
Insomnio.
Lo sabíamos de antemano con la certeza de quien espera distraídamente la muerte. El sonido que con voluntad propia cede su vida al silencio. Horas y horas que flotan.
(Según estudios de antropología forense, la acidez del agua apresura el proceso de putrefacción de un cadáver, o de cualquier resto. [De la utopía que fuimos])
Bebo agua para poder dormir.
(pp. 50-52)


No te apiades…
No te apiadesNo de mí
Tantos nombrespara un mismo destinoAlejandra.
(p. 66)


Apología a Francisco Auyón
I[Un pájaro que no necesita nombre]
La mesa de pino, la mesa grande del Centrode tu esternón corsario de tu coleccionista deinocentes, es la semilla de agua. ¡A qué deciragua Niña si tenemos lágrimas!Voy a obsequiarte un pájaro que no necesitanombre, que viene solo y que no necesita serllamado como la Muerte.


II[La mesa de pino]
Un pequeño pájaro de carbón, un pájaro detinta quevive de la miradaGeneroso (que canta dentro de un saco).Vos sos el pájaro y la Virgen de la Soledadque mira desde lo alto de un piso 16 Mimesa de pino, la más grande y vacía.Vos sos la Virgen de la Soledadel signo, este pueblo enjaulado que busca lasalida por tus ojos.No llore princesa, no llore mona.Voy a dibujarte, sin desprender la pluma delpapel sinapartar mi alma de la plumasin desprender de la pluma la noche y de lanoche el vacíosin desprender del vacío los nombres quehabitan las columnas de la Catedral sinsoltar de la Catedral las campanasy de las campanas sus palomas y el Tiempo.Sin desprender de sus cabezas ocultas, elsueñosin liberarde tus ojosel pájaro que vive en ellos.



III[La Soledad]
A tu ventana heredaré la noche y el buenproceder del vientoPara que no hiera al pájaro que cantadentro del sacode la soledad que nace de tu cabello.Para vos su estremecido reposoel coro de sus plumas agitadasUn solo pájarosello de color y espacio.Ofrendaré a tu rostroel vuelo matutino y su trazo nocturnola estación de sus plumas de pino, su rezoplural.Su secreto de pájarosu Secreto.


IV[Memento mori]
Sí.Voy a obsequiarte un pájaro que no necesitanombre que viene solo y que no necesita serllamado como la muerte.La Muerte de la únicay de las milesque sos.
(pp. 71-75)


  De Todo esto sucederá siempre(Colección Fin del Mundo), Heredia: Espiral, 2017, 84 pp.





Alejandra Solórzano, de padres guatemaltecos, nace en San José de Costa Rica en 1980. Escritora, actriz, gestora cultural y profesora. Ha desarrollado una amplia carrera en teatro y gestión cultural tanto en Guatemala como en Costa Rica. Enseña filosofía en la Universidad Nacional. Ha publicado los poemarios De vez en cuando hablo con ella (Guatemala: Folio 114, 2006), Detener la historia (Espiral, 2102) y Todo esto sucederá siempre(Espiral, 2017). Desde el 2007 vive en Costa Rica.
Más sobre la autora
Más poesía de Costa Rica y del mundo en esta casaComentarios
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 19, 2017 07:22

October 14, 2017

¡Décimo aniversario del blog!


Hoy sábado 14 de octubre de 2017, este, mi blog personal, La Casa de Asterión, cumple diez años.
El 14 de octubre de 2007, un año de múltiples cambios en mi vida, abrí este blog, en esa época en que Facebook todavía era el Snapchat de Internet. Leer blogs, comentar en ellos y bloguear eran costumbres diarias, como postear hoy día en el mismo Facebook, en Twitter o en Instagram. Blogger, Wordpress y Tumblr y más recientemente Medium se mantienen como espacios para la escritura y la creación de contenidos diversos, para públicos igualmente diversos. De todos, quizá el menos profesional sea este que yo sigo usando. Pero en todo caso, igual nadie presta atención a los blogs menores de autores también (más que) menores. Por eso mismo el empeño en esta labor: por puro gusto.
En el 2014, luego de siete años, anuncié que dejaría de actualizar este sitio, pero que permanecería abierto para que pudieran visitarlo a sus anchas. Se mantuvo tal cual durante el 2015 y el 2016. Este 2017 decidí retomarlo, aplicarle un par de capas de pinturas y bueno, aquí estamos, diez años y más de 350 entradas después, blogueando.
"Denme un blog y conquistaré el mundo" (artículo publicado en Pórtico 21 , núm. 3, de la ECR) es un repaso a parte de esos diez años en que un sector de la actividad literaria del país se movía en torno a lo que sucedía en blogs como este, Café Verlaine, Cien Palabras por Minuto, Sentencias Inútiles , Literofilia , El Más Violento Paraíso o El Signo Roto.
Por otro lado, una de las razones de ser de esta casa fue publicar poesía de diferentes autores y de diferentes países. Dicha sección sigue activa y ha sido recién actualizada.
Nunca está de más agradecer a ustedes, que siguen ahí, los lectores, que los sigue habiendo, aunque ya casi nadie comente. Diez años son diez años son diez años.
¡Salud!Comentarios
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 14, 2017 07:30

October 13, 2017

¡Décimo aniversario del blog!


Hoy sábado 14 de octubre de 2017, este, mi blog personal, La Casa de Asterión, cumple diez años.
El 14 de octubre de 2007, un año de múltiples cambios en mi vida, abrí este blog, en esa época en que Facebook todavía era el Snapchat de Internet. Leer blogs, comentar en ellos y bloguear eran costumbres diarias, como postear hoy día en el mismo Facebook, en Twitter o en Instagram. Blogger, Wordpress y Tumblr y más recientemente Medium se mantienen como espacios para la escritura y la creación de contenidos diversos, para públicos igualmente diversos. De todos, quizá el menos profesional sea este que yo sigo usando. Pero en todo caso, igual nadie presta atención a los blogs menores de autores también (más que) menores. Por eso mismo el empeño en esta labor: por puro gusto.
En el 2014, luego de siete años, anuncié que dejaría de actualizar este sitio, pero que permanecería abierto para que pudieran visitarlo a sus anchas. Se mantuvo tal cual durante el 2015 y el 2016. Este 2017 decidí retomarlo, aplicarle un par de capas de pinturas y bueno, aquí estamos, diez años y más de 350 entradas después, blogueando.
"Denme un blog y conquistaré el mundo" (artículo publicado en Pórtico 21 , núm. 3, de la ECR) es un repaso a parte de esos diez años en que la actividad literaria del país se movía en torno a lo que sucedía en blogs como este, Café Verlaine, Cien Palabras por Minuto, Sentencias Inútiles , Literofilia , El Más Violento Paraíso o El Signo Roto.
Por otra parte, una de las razones de ser de esta casa fue publicar poesía de diferentes autores y de diferentes países. Dicha sección sigue activa y ha sido recién actualizada.
Nunca está de más agradecer a ustedes, que siguen ahí, los lectores, que los sigue habiendo, aunque ya casi nadie comente. Diez años son diez años son diez años.
¡Salud!Comentarios
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 13, 2017 23:56

Dos poemas de Ben Lerner



Voy a matar al presidente.Lo prometo. Me rindo. Lo siento.Soy gay. Estoy embarazado. Estoy muriendo.No soy tu padre. Estás despedido.Pedido. Olvidé tu cumpleaños.Tendrás que perder una pierna.Ella se lo estaba buscando.Se tiró debajo del carro.Parecía una pistola. Es contagioso.Ahora ella está con Dios.Ayudame. No tengo un problema.Me tragué un frasco de pastillas.Soy doctor. Te estoy abandonando.Te amo. Andate a la mierda. Cambiaré.
(De The Litchtenberg Figures)


EL LECTOR PROMEDIO solo distingue la letra inicial y la última de una palabra. Nada más lee las palabras más extensas y extrañas en una oración, e intuye el resto del lenguaje. El lector promedio a menudo pasa dos páginas a la vez, sin percatarse del corte en la narración. Toma un libro, rápidamente voltea sus páginas y cree que lee. A la inversa –continuamente lee sin darse cuenta– procesará e incluso vocalizará un texto que cree estar componiendo, cuando de hecho está leyendo en el aire, entre líneas, en la pared. En tus momentos más íntimos, mi lector promedio, ¿no confiás en las grandes notas de apoyo más allá de la vista del público? ¿Alguna vez has aplaudido sin ser dirigido por una señal luminosa?

(De Angle of Yaw)
Ben Lerner, No Art. Poems, London: Granta, 2016 (edición en kindle).Traducciones: Gustavo Solórzano-Alfaro, 2017


Ben Lerner, nacido en Topeka, Kansas, en 1979, es un escritor, crítico y profesor estadounidense, autor de las novelas Leaving the Atocha Station(2011) y 10:04 (2014) y del ensayo The Hatred of Poetry (2016). Ha publicado tres poemarios, que aparecen reunidos en la colección No Art. Poems (2016). Fue finalista del National Book Award, entre múltiples reconocimientos. Enseña en el Brooklyn College.
Reseña de The Hatred of Poetry
Otros poetas en esta casaComentarios
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 13, 2017 17:44

Dos versiones de un poema de Marianne Moore


Bajo una vela remendada
(Versión 1)
“Oh, beberemos una vez más,cuando amaine el viento”,beberemos en la misma jarra de siemprey luego iremos al puerto, porque el tiempo se acaba.¡Vamos, muchacho, a los días que son!
(Versión 2)
“Oh, una vez más vamos a beber,cuando el viento empiece a ceder”,en la jarra de siempre vamos a tomary luego zarparemos sin verporque el tiempo se va a perder.¡Vamos, muchacho, a los días que vendrán!
Traducción: Gustavo Solórzano-Alfaro, 2017
Under a Patched Sail
“Oh, we’ll drink once morewhen the wind’s off shore,”We’ll drink from the good old jar,And then to port,For the time grows short.Come lad—to the days that are!


Marianne Moore (Misouri, 1887-New York, 1972) fue una de las más destacadas escritoras, editoras, críticas y traductoras de la generación de autores modernistas estadounidenses. Obtuvo, entre otros reconocimientos, el National Book Award y el premio Pulitzer. Observations (1924) es uno de sus libros más celebrados. Su poesía reunida ha aparecido en diversas ediciones, siendo la más reciente Complete Poems (1994).
Más sobre la autora
Otros poetas en esta casaComentarios
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 13, 2017 17:29

Un poema de Kelli Russell Agodon


Hambre
Si nunca tenemos suficiente amor, tenemos más que la mayoría.
En nuestro vecindario tenemos perros perdidos y coyotes salvajes
y a veces no podemos distinguirlos. A veces
no queremos. Una vez traje a casa a un coyote y le dije
a mi amante que teníamos una nueva mascota. Hasta que se comió nuestras gallinas.
Hasta que se comió nuestras gallinas, nuestros patos y nuestro gato. A veces
cometemos errores y los llamamos coincidencias. Dejamos
la puerta abierta y después nos preguntamos cómo entró un extraño en la casa.
Hay una mujer en nuestra cuadra que cree que está alimentando conejos,
pero son ratas enormes sin cola. ¿Recordás a la esposa del granjero?
¿Recordás el cuchillo para carne? Todos intentamos convertir
lo que tememos en algo hermoso. Pero incluso las ratas necesitan comer.
Incluso las ratas y los coyotes y los huesos en el sendero podrían ser los huesos
en nuestros platos. Mandé a pedir un pollo entero. Un pato. A veces
el amor hiere. A veces el perro que se perdió no quiere que lo encuentren.

Texto original: “Hunger”Traducción: Gustavo Solórzano-Alfaro, 2017


Kelli Russell Agodon (Seattle, 1969) es escritora, editora y diseñadora gráfica. Fundadora de Two Sylvias Press. Ha publicado tres poemarios, de ellos, el más reciente, Hourglass Museum (2014), fue finalista del Washington State Waward book in Poetry. Asimismo,
Sitio web de la autora
Otros poetas en esta casaComentarios
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 13, 2017 17:14

Un poema de Jennifer Militello


El linaje es una religión
Fui un apóstol para ustedes, extrañosque me conocen desde que nací. Comíde su carne. Bebí de su sangre. Probéel elixir de sus caprichos. Dejé advertenciasen el tabernáculo, limpié el cálizcon un paño. Las cruces marcadas en las hostiasfueron sus voces marcadas en mi corazón.Escuché que ustedes viven para siempre. Los escuché levantarse.Sus huesos se rinden a la memoria de la carne,y contamos nuestras bendiciones y además bendecimos.Brillamos anticipando la muerte,vivimos como grietas en contra de los desechosy es amargo el sabor que se queda en nuestras bocas. Estoy muriendo, estoy muerta, señor de las pérdidas, señorde la fe. Con cada respiración mi pechose ensancha. Ahora estoy arrodillada en el estiércol sin poder moverme, y si meto mis manosse llenarán de helechos y de todo el espesorde cada rostro sin forma, pateando piedras,hasta que ustedes se hayan ido, el balbuceo míticoque forma los labios. Un día, ustedes se desvanecerán como un destello.Confesiones en un cuarto oscuro. Firmamentos para leery girar como dados. Me hinco dos veces en el bordede sus bancas. Beso su libro. Esto lo quela palabra de la familia puede hacer. Sentarse en la mesa redonda.Partir el pan. En el principio, aquellos sin amorcrearon el mundo y vieron que era bueno.

Texto original: “Lineage Is Its own Religion”Traducción: Gustavo Solórzano-Alfaro, 2017


Jennifer Militello (New York, s. d.), quien estudió con Charles Simic, es la autora, entre otros trabajos, del poemario Flinch of Song (Tupelo Press, 2009), que le valió el Tupelo Press Firts Book Award. Asimismo, ha recibido numerosas becas. Su trabajo más reciente es A Camouflage of Specimens (Tupelo Press, 2016).Actualmente, enseña en el programa de bellas artes del New England College. Vive en New Hampshire.
Más sobre la autora
Otros poetas en esta casaComentarios
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 13, 2017 16:51