Omar G. Villegas's Blog, page 4
July 2, 2017
Papá tiene cáncer
No recuerdo la última vez que había estado tan asustado. No importa qué tan informado crees que estás, nadie está preparado para una noticia cómo esta. Menos si acontece de una forma tan repentina, inesperada y contundente.
La semana pasada a papá le diagnosticaron cáncer de próstata con metástasis en los huesos. De un día para otro comenzó a perder movilidad en la parte baja del cuerpo. En unas horas la vida como la conocíamos y las certidumbres se transformaron radicalmente.
No contaré demasiados detalles para salvaguardar la privacidad de papá y de mi familia. Pero todos hemos pasado del llanto a la esperanza. Hemos acopiado fuerza. Nos hemos unido tratando de ubicar prioridades con el objetivo de ayudar a papá a pesar de todo. Hemos organizado recursos que con esta enfermedad no hay dinero que alcance. Ningún resultado está siendo radicalmente inmediato. La paciencia es primordial. Indispensable.
Hemos desfilado por especialistas (urólogos, neurocirujanos, gastroenterólogos, oncólogos). A prueba y error hemos estado aprendiendo a cuidar y a mover a papá. Hemos ido despojándonos de pudores. La confusión y el desamparo iniciales han ido dando paso al conocimiento y a la acción. A la mesura y al optimismo que reunimos de donde sea y como sea.
Mi papá había tenido malestares los últimos meses. Particularmente en los huesos. Quizá nadie lo tomó demasiado en serio y esto es una lección para cuidar nuestra salud. Se había estado revisando de todo tratando de buscar qué ocurría. De pronto se regresa a la próstata y ahí se prendió la alarma. Anómalamente dura. Siguieron estudios de urgencia encaminados a descartar o confirmar un cáncer. Entonces se desencadaron unos de los días más difíciles de nuestra vida.
Las imágenes revelaron tumores dispersos en el esqueleto. En la columna. De ahí la disminución de la movilidad. Verlo tan claro sepultaba cualquier deseo de que no se confirmara la noticia y ello nos condujo a un dolor indescriptible que ojalá nadie tuviera que pasar. Un susto tan descomunal que te sepulta pero del que tuvimos que salir, a arañazos, inmediatamente.
Mis hermanos y yo somos universitarios. Psicólogo, investigador biomédico, periodista. Sin embargo, ningún conocimiento basta, consuela o alcanza cuando se descubre que tu papá tiene cáncer. Ese andar entre doctores, agobiante, ha servido para clarificar la información. Y cuando uno empieza a conocer al contrincante se tranquiliza. Urde tácticas para enfrentarlo.
Este sendero apenas comienza y no sabemos cómo será, pero hombro a hombro papá y la familia lo estamos emprendiendo. Vienen citas con más oncólogos. Visitas a hospitales. Ya toma su terapia hormonal, primer paso indispensable para combatir el cáncer. Después los tratamientos que vayan indicando los oncólogos. Posiblemente radioterapia.
Ya no evitamos la palabra cáncer. La pronunciamos y ha comenzado a dejar de asustarnos tanto. Yo me fui a hacer mi primer antígeno prostático y así será de ahora en adelante que un urólogo comentó que el cáncer de próstata tiene un factor hereditario.
Dudé en escribir sobre esto. Hay familias que optan por llevarlo en secreto. Nosotros hemos optado por la prudencia pero también con la apertura necesaria para que papá se sintiera cobijado y porque hablar de ello te ayuda a aceptarlo. A procesarlo.
Quería hacer un texto más emotivo pero salió así. Creo que en sintonía con mi estado actual. Más racional y centrado. Ya fui atropellado por la noticia, por tanta información que hubo que discernir, clasificar y descartar, por tantas decisiones críticas que se han tenido que tomar. Por la tristeza.
Ahora he hallado cierta calma. La incertidumbre menguó y el miedo ha cedido. Quizá por eso mis palabras surgieron llanas. Neutras. No pensaba escribirlas pero de pronto pensé que de algo podrán servir. Compartir la experiencia. Para ordenar mi cabeza aunque sea. Para no dar nada por sentado. Para reconocer la fortaleza de mi familia. De papá y sus 58 años. No puedo siquiera imaginar cómo se asume con tanta entereza lo que está sucediéndole. Lo admiro y lo amo inconmensurablemente. Y a mi familia también.


Testimonio: Papá tiene cáncer
No recuerdo la última vez que había estado tan asustado. No importa qué tan informado crees que estás, nadie está preparado para una noticia cómo esta. Menos si acontece de una forma tan repentina, inesperada y contundente.
La semana pasada a papá le diagnosticaron cáncer de próstata con metástasis en los huesos. De un día para otro comenzó a perder movilidad en la parte baja del cuerpo. En unas horas la vida como la conocíamos y las certidumbres se transformaron radicalmente.
No contaré demasiados detalles para salvaguardar la privacidad de papá y de mi familia. Pero todos hemos pasado del llanto a la esperanza. Hemos acopiado fuerza. Nos hemos unido tratando de ubicar prioridades con el objetivo de ayudar a papá a pesar de todo. Hemos organizado recursos que con esta enfermedad no hay dinero que alcance. Ningún resultado está siendo radicalmente inmediato. La paciencia es primordial. Indispensable.
Hemos desfilado por especialistas (urólogos, neurocirujanos, gastroenterólogos, oncólogos). A prueba y error hemos estado aprendiendo a cuidar y a mover a papá. Hemos ido despojándonos de pudores. La confusión y el desamparo iniciales han ido dando paso al conocimiento y a la acción. A la mesura y al optimismo que reunimos de donde sea y como sea.
Mi papá había tenido malestares los últimos meses. Particularmente en los huesos. Quizá nadie lo tomó demasiado en serio y esto es una lección para cuidar nuestra salud. Se había estado revisando de todo tratando de buscar qué ocurría. De pronto se regresa a la próstata y ahí se prendió la alarma. Anómalamente dura. Siguieron estudios de urgencia encaminados a descartar o confirmar un cáncer. Entonces se desencadaron unos de los días más difíciles de nuestra vida.
Las imágenes revelaron tumores dispersos en el esqueleto. En la columna. De ahí la disminución de la movilidad. Verlo tan claro sepultaba cualquier deseo de que no se confirmara la noticia y ello nos condujo a un dolor indescriptible que ojalá nadie tuviera que pasar. Un susto tan descomunal que te sepulta pero del que tuvimos que salir, a arañazos, inmediatamente.
Mis hermanos y yo somos universitarios. Somos psicólogo, investigador biomédico, periodista. Sin embargo, ningún conocimiento basta, consuela o alcanza cuando se descubre que tu papá tiene cáncer. Ese andar entre doctores, agobiante, ha servido para clarificar la información. Y cuando uno empieza a conocer al contrincante se tranquiliza. Urde tácticas para enfrentarlo.
Este sendero apenas comienza y no sabemos cómo será, pero hombro a hombro papá y la familia lo estamos emprendiendo. Vienen citas con más oncólogos. Visitas a hospitales. Ya toma su terapia hormonal, primer paso indispensable para combatir el cáncer. Después los tratamientos que vayan indicando los oncólogos. Posiblemente radioterapia.
Ya no evitamos la palabra cáncer. La pronunciamos y ha comenzado a dejar de asustarnos tanto. Yo me fui a hacer mi primer antígeno prostático y así será de ahora en adelante que un urólogo comentó que el cáncer de próstata tiene un factor hereditario.
Dudé en escribir sobre esto. Hay familias que optan por llevarlo en secreto. Nosotros hemos optado por la prudencia pero también con la apertura necesaria para que papá se sintiera cobijado y porque hablar de ello te ayuda a aceptarlo. A procesarlo.
Quería hacer un texto más emotivo pero salió así. Creo que en sintonía con mi estado actual. Más racional y centrado. Ya fui atropellado por la noticia, por tanta información que hubo que discernir, clasificar y descartar, por tantas decisiones críticas que se han tenido que tomar. Por la tristeza.
Ahora he hallado cierta calma. La incertidumbre menguó y el miedo ha cedido. Quizá por eso mis palabras surgieron así. Llanas. Neutras. No pensaba escribirlas pero de pronto pensé que de algo podrán servir. Compartir la experiencia. Para ordenar mi cabeza aunque sea. Para no dar nada por sentado. Para reconocer la fortaleza de mi familia. De papá y sus 58 años. No puedo siquiera imaginar cómo se asume con tanta entereza lo que está sucediéndole. Lo admiro y lo amo inconmensurablemente. Y a mi familia también.


June 5, 2017
Complicidades: poema homoerótico inédito de Oscar Cid de León, un cazador nocturno
1. PROEMIO
Óscar Cid de León (Oaxaca, 1979) es un enamorado de la juventud. La venera con una devoción inabarcable. Embelesada. Se arroja, incontrolable, a la firme y desparpajada belleza primaveral. Óscar ha sido un explorador constante de la noche y sus rincones más insospechados de luz neón, atiborrados de pieles morenas y juveniles, de cumbia y pop kitsch, de cerveza barata y sin cóver, de travestis, soldados, cargadores de mercado, borrachines y prostitutas, de chiquillos fresas que hurgan ávidos la noche rosada. Con él he descubierto y patinando la noche, como decía Lemebel. Durante años ha sido así. Desde que somos amigos. Hará ya casi una década de que nos conocimos por amigos mutuos. Junto a nosotros muchas veces ha estado Camilo Vicente, otro explorador de la noche subversiva y periférica. Ellos me la han revelado. La edad nos ha replegado cada vez más en casa, pero antes las exploraciones eran sedientas, desbordadas, sudorosas, pletóricas de baile y risa. De besos. Cuento esto porque en el poema que Óscar me mandó, que viene rodando desde su floreciente juventud, destella el origen de su personalidad como poeta, como amigo, como cazador nocturno. Este poema deja al descubierto los cimientos de muchas obsesiones de Óscar que identifico y de las que he sido testigo. Cómplice. Pasiones que han determinado su obra. Óscar para mí es un personaje entrañable. La primera vez que lo vi me pareció un guapo enfant terrible y por un tiempo me sentí fatalmente enamorado. Pero nuestros andares nos llevaron a volvernos más bien grandes amigos. Lo admiro como poeta con la misma intensidad que lo quiero como amigo. Conozco sus inseguridades y su ternura pero de esas no hablaré que las leyendas son intocables. Dice Óscar que este poema es un homenaje a Dennis Cooper con reminiscencias a César Vallejo. No obstante, si con alguien identifico a Óscar es con otro poeta hechizado por la juventud de músculos firmes, callejera, idealizada. Cavafis. Es curioso que alguna vez Óscar miró unos de mis escritos a la luz de Cavafis. Es así que ahora descubro las múltiples chispas que prendieron nuestra amistad, que es una de esas que se convierten en referencia, en refugio, en cuestionamiento, que son un cariño que ha trascendido la truculenta costumbre o la ramplona empatía para brincar a la confabulación. Al abrazo reconfortante, al ardor creativo, a la experimentación desbarrancada, al asomo del precipicio donde, invariablemente, se asoman las manos salvadoras de un amigo. Las suyas. Las de Camilo. Las de nosotros.
2. LA VOZ DE ÓSCAR CID DE LEÓN
Tenía 18 años, la misma edad -quizá- del chico de la barra. Me acuerdo que caminaba por la Niederdorfstrasse de Zúrich y hacía frío. Me habían dado las coordenadas de un antro que no recuerdo, más un lugar improvisado como antro, y di con él. Digamos que fue el primer antro gay que pisé en mi vida, después de alguna escapada, aún menor de edad, a una disquito entonces clandestina en Oaxaca que aún existe, “El Numerito”. Pero aquello era otra cosa. Era la entrada, digamos, al siguiente nivel, y me quedé prendido. Desde entonces disfruté explorar los lugares más bizarros de donde me encontrara, aunque cada vez menos… Zúrich, el de 1997, junto a otras ciudades de aquel viaje, trajo para mí algo así como un hallazgo y una liberación, una confirmación. Tengo un verso por ahí que dice: “Fui visto por primera vez sobre Niederdorfstrasse…”. Y ese antro fue una de tantas piezas de todo aquello. Y ese chico un oráculo. Se llamaba Jacob y cobraba caro, porque su trasero no era cualquier cosa, aunque casi nunca cobraba. Siempre pensé que de aquello podía escribir un poema, pero lo dejé hasta que hace relativamente poco me senté a escribirlo. Aquel momento sí me representó estar como en el centro del universo. No existía más. Y el punto más profundo del chico era el centro del centro. Pude habérselo preguntado a cualquiera de los asistentes, los lobos, y me lo habría confirmado. El poema no deja de ser un homenaje a mi admirado Dennis Cooper, aunque tenga un desconcertante guiño a César Vallejo.
3. LA OBRA.
EL ANTRO ERA UN RUBIO
Por Óscar Cid de León
El antro era un rubio
Era un chico de ojos claros y cabello corto con el culo desnudo apuntando a los lobos desde la barra
Era el culo lampiño y blanco, redondo, casi plástico, brillante
Era el puño moreno de un oso entrando por el ano lubricado
piedra negra entre la piedra blanca, dura y blanda, y un gemido caliente haciéndose del espacio
Era el gemido entreguista del rubio que encendía la médula del antro, que quemaba
Eran los líquidos que escurrían por sus muslos plásticos
La carne ensangrentada
Era el sudor formándose en las ingles de los lobos
El hambre de los lobos
El olor del ano bien follado entrando en sus gargantas
Era la sensación colectiva de gargantas abiertas de lobo
la comezón en los culos
el poder de sus vergas abriéndose paso en las braguetas, apuntando hacia el chico sodomizado
Eran las vergas potentes entre sus manos, escurriendo como frutos destrozados
Era la certeza de poder matar a cambio de entrar en el centro del universo
Y aullaban
El centro del universo que era el punto más profundo del chico rubio
gimiendo como loba
desde la barra


June 4, 2017
Con el ánimo de un muerto
Uno, dos, tres, cuatro, cinco años de sequía. De dar un pequeño paso y retornar dos. De buscar. De cuestionarme. De preguntarme si lo que hago realmente es lo que deseo hacer. De plantearme historias para escribir. De emocionarme con ellas y luego deshacerlas sin descanso. De regresar a la idea original y volverlas a destruir. De sentarme por breves momentos a escribir sin resultados. De imaginar. De esperar. De ir y regresar al mismo punto de donde partí. De darme por vencido, muchas veces, y volver a comenzar para, otra vez, parar y buscar un sendero para andar. De pasmo y experimentación esporádica. De total desconfianza en mí mismo y de lapsos de satisfacción. Cinco años de sequía creativa. De pocas páginas escritas. De varias páginas desechadas. De un creciente deseo de darle un vuelco radical a mi vida. De preguntarme cada minuto del día si tengo un talento. ¿Cuál? ¿Para qué? Años que corren y se acumulan haciéndome más viejo. Sintiendo culpa por desperdiciar el tiempo, los mejores años de mi vida, buscando una ruta nueva como si fuera un jovencito con la vida por delante. Años de decirme que ese trayecto no solo ya debería estar claro sino también andado hasta el punto de que la meta se pueda vislumbrar. Pero no es así. Me siento con la experiencia de un adulto pero con las dudas de un niño. Con los sueños de un muchachito pero con las fuerzas de un anciano. Con los anhelos de un hombre pero con el ánimo de un muerto.


May 29, 2017
Complicidades: un encuentro con los enigmas fotográficos de Rael Albert
1. PROEMIO
Hay personas que son enigmas. Rael Albert (Colima, 1986) lo ha sido para mí desde el primer momento en que lo conocí hace años. Joven e inteligente, transita al margen de las convenciones. No es fácil descifrarlo. Mucho menos porque, consciente o inconscientemente, hace de su actuar una imparable acumulación de secretos que yo, por pudor, respeto. Sin embargo, en ese acertijo se asoman una generosidad y un cariño abrumadores. Veo a un niño chispeante, juguetón y tímido que se abre paso por el mundo con el filo de su ingenio. El proyecto fotográfico que me envió Rael para este espacio es un reflejo de esto. Rael escarba en su memoria, atiza el recuerdo de aquellos muchachos que han sido deseo, utopía, fugacidad, acecho, desbordamiento, y captura con su cámara los sitios que transitaron juntos. Son parajes públicos que desde su mirada devienen misterios, sugerencias, pistas de algo que ocurrió pero desconocemos e imaginamos. Rael comenzó recientemente a construir una obra artística. Con tesón. Intuyo que siempre ha sido ese su anhelo, el de ser artista, y lo siguió motivado por todos aquellos creadores de los que se rodeó y que se volvieron no solo referencia, en algunos casos amigos. Rael toma clases, talleres, reflexiona, lee, practica, mira sin descanso el trabajo de otros y vuelve a practicar. Había visto poco de su trabajo que ahora destella solidez, que insinúa el nacimiento de una historia: la suya como artista, la de su obra. Cuando estaba preparando este post caí en la cuenta que no sabía o no recordaba, porque mi memoria es endeble, el lugar y año de nacimiento de Rael. Se los solicité y junto a ellos me llegó parte de su biografía que comparto porque, como esta serie fotográfica suya, todo es una pista para descifrar el enigma. Su nombre. “Una historia: que mi madre lo pronuncia ‘Albért’ y yo siempre me preguntaba por qué. Luego me di cuenta que a los Albertos en catalán son “Albérts” y ella lo escuchó de su familia. Cosas de la vida”. Yo, por cierto, siempre había leído y pronunciado su nombre como “Albért”, no como “Álbert”.
2. LA VOZ DE RAEL
Historia de cruising surgió de una necesidad de hablar sobre mi ansiedad. Pasé por un etapa en mi vida en la que no me importaba a dónde o con quién me metía de manera compulsiva. En sí, cuando vuelvo a pasar por estas calles, las fachadas accionan nuevamente todo por lo que pasé allá dentro y todo lo que me motivó acceder a estos. Lo que quiero decir es que estos lugares no se van a ir porque los vuelvo a recorrer nuevamente aun cuando no esté adentro. Están inmiscuidos en mi memoria.
3. LA OBRA.
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Las escaleras no me llevaban a ningún lado
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Ya no importó estar encerrado en un cuarto de 2×2 porque estaba con él


May 26, 2017
Crónica: Los olores del Metro
Hace calor, es tarde y junto a mí se sentó un señor con olor a sudor de todo el día, con aliento a alcohol. En mi otro flanco está un chico algo pasado de peso y hasta a acá percibo su ropa impregnada de rancia humedad. Enfrente está un muchacho que parece venir de la construcción y no se puso desodorante. No es que esté en al área de perfumería de un lujoso almacén, pero tampoco me incomoda.
He aprendido a comprender, a respetar, a tener compasión por los olores propios y por los de los demás, y que se notan con mayor intensidad en el bullicioso encierro del metro chilango. O de cualquier transporte público de la Capital.
A todos se nos puede olvidar ponernos desodorante, a todos nos puede pasar que no tenemos dinero suficiente para una loción, a todos posiblemente se nos coló esa cerveza de más que impregna nuestro aliento a tufo alcohólico, quizás a uno mismo o a alguien cercano le aqueja alguna dolencia o malestar que hace que la boca le huela mal y no pueda evitarlo. O que la edad nos hagan expeler ese aroma a rancio tan difícil de ocultar. A todos a veces se nos cuela en el día una comida que nos cae mal o con ajo o cebolla en exceso. A todos nos pasa que por más desodorante y perfume que nos ponemos la camisa nos traiciona y no podemos ni levantar los brazos. No se puede ocultar el olor a establo o fábrica o taller.
Esto no quiere decir que no haya personas completamente desconsideradas que con alevosía evitan el baño, no se lavan los dientes, no se cambian de ropa, no se ponen desodorante aunque tengan, se suben al metro salidos directamente de la cama oliendo a grasa nocturna, que se ponen los mismos calzones de hace días que hieden a orines. A esos sí les lanzo un reojo condenatorio y he aprendido a identificarlos. Sobre todo por su actitud displiscente. Huevona.
En los otros casos me hago del olfato gordo, en los casos de los trabajadores que quizá se saltaron el baño con tal de ahorrarse unos valiosos minutos y ganar un asiento en su largo peregrinar de horas hacia los suburbios de esta gigantesca y destartalada ciudad, a los ancianos que son presas de los humores de la edad, a quienes por la boca expelen ese agrio y escandaloso aroma de enfermedad que ni con menta se puede ocultar, a los estudiantes u oficinistas que regresan de sus largas jornadas de trabajo y que no tienen a la mano una ducha para refrescarse. Además, son días de calor primaveral y todos inevitablemente sudamos.
Cada estación del año tiene olores particulares. Los de invierno son más intensos. Quizá porque la ropa abrigadora guarda más aromas que una piel desnuda. Y es por eso que respeto la honestidad de la piel al atolondrante perfume que utilizan algunos. Especialmente aquellos aromas intensísimos, lacerantes, que desgarran el olfato. Hay unos que usan las mujeres, florales, que son tan invasivos que desatan migrañas y repelen. De esos artificios olfativos también huyo por estridentes y que algo de vulgar tienen. Se perciben más por las mañanas en que la mayoría vamos recién bañaditos.


May 25, 2017
Crónica: La Ciudad de México y los cinco minutitos
En las metrópolis desparramadas de hoy en cualquier momento, todos los días, algo sale de nuestras manos. O mejor dicho, aprendemos que en ningún momento uno tiene el control de nada. En ningún sitio, pero muchísimo menos en urbes como la Ciudad de México.
Puedes planear tu día a la perfección. Establecer un itinerario preciso con horas, actividades e innumerables imprevistos. Pero siempre habrá algo que salga de tus manos. Puede que sea a tu favor, puede que sea para volver todo un desastre. La Ciudad de México es muy dada a echarse, ciega y convenencieramente, al desastre.
En la Capital mexicana salir cinco minutos más tarde puede volverse una hora más de camino, una lluvia inesperada dos horas más de camino, un retraso en el transporte público (que ya son regla más que excepción) provoca filas interminables y gente agolpada en estaciones, un incidente de tránsito provoca un caos vial inenarrable, una junta o actividad a una hora pico te expone a una travesía digna de un videojuego de sobrevivencia.
El colmo de una Ciudad como la De México es que la mera posibilidad e estas contingencias y muchas otras, imaginables o inimaginables, provoca más estrés que el hecho mismo. Vivir a expensas, propenso, vulnerable al caos nos convierte en citadinos neuróticos y expectantes listos para atacar, aferrados a la esperanza de que nada ocurra, preparados para la resignación más forzada, críticos de la pérdida de tiempo absurda.
Es posible que aquello de vivir el presente sea una buena idea. Disfrutar cuando todo fluye en calma y apechugar, ni modo, cuando todo se vuelva un revoltijo. Mejor no hacerse expectativas. Pero eso, creo, es poco viable cuando se tiene tanto que perder, tanto que afrontar, tanto que pagar y que una pequeña previsión puede ayudarte a hacer más sobrellevadero el azar. Quizá.
El asunto es que yo muchas veces me he descubrierto continuamente estresado por las amplias, constantes y rotundas posibilidades de caos en la Ciudad de México que cuando algo ocurre ya estoy sumamente desgastado y me aferro a una suerte de estoicismo sin sentido y frustrante para aguantar el camino a casa o a donde vaya.
Hasta ahora la única solución factible que ir he encontrado es optar, eventualmente, por el exilio de la Ciudad de México. Aunque también me pregunto si está neurosis puede ser extirpada de nosotros después de pasar tanto tiempo sometido a ella. ¿No será que se vuelve nuestra marca, nuestra adicción, parte de nuestro actuar? Este es un tema al que caigo varias veces al dia cuando un aviso inesperado rompe mi itinerario diseñado para sortear a como dé lugar ese caos que en la Ciudad de México siempre, siempre, siempre nos alcanza.


May 24, 2017
Complicidades: Eliel Grajeda, un fotógrafo de paisajes
1. PROEMIO
He ido al Museo Amparo de Puebla como turista y como periodista cultural desde hace unos 15 años. Desde la primera vez se convirtió en mi museo favorito de los que conozco, a la par del Museo Casa Diego Rivera y Frida Khalo. Me atraen los sitios sencillos. Con aires de tradición. Ambos recintos los identifico con estos atributos. Fue inmensamente grato que cuando el fotógrafo Eliel Grajeda (Montemorelos, Nuevo León, 1979) me envió una colaboración para este espacio haya sido justamente una imagen del Museo Amparo. En particular de su hermosa terraza, desde la que se aprecia la portentosa Catedral de Puebla. Mi acercamiento con la obra de Eliel ha sido a través de Instagram, donde él constantemente sube sus fotografías en las que noto un tema recurrente y prioritario: el paisaje. El paisaje es uno de los tópicos más socorridos en Instagram así que hacer de este el pretexto de una obra es aventurero y requiere constancia y autoexigencia. Eliel tiene un poco de todo. No hay semanas en las que no nos topemos con su trabajo así que ha desarrollado un ojo de paisajista no solo para percibir el entorno en panorámica, sino para hallar en él detalles, destellos, instantes en los que “la belleza”, lo singular se abre paso. Eliel no teme usar filtros ni manipular sus imágenes, lo que podría pararle los pelos a más de un purista. Para mí esa “osadía” le da un mérito extra. Porque no se acerca al paisaje desde la mera contemplación o la pasividad, sino que se apropia de él y nos propone recreaciones. Miradas distintas sobre sitios que nunca serán iguales a como los vimos en sus fotos. O sí.
2. LA VOZ DE ELIEL GRAJEDA
La ciudad de Puebla de Zaragoza cautiva con su magia y encanto. Caminar sus calles, levantar la vista y admirar los cientos de edificios que encierran historias y recuerdos, disfrutar de su rica y tradicional comida. Es magia pura. Pero el llegar a esta terraza, desde donde puedes con otra perspectiva disfrutar las torres y cúpulas de la Catedral, luego de unos minutos de observar, llenarse de esa energía y buena vibra que transmite el contemplar. No puede uno resistir la tentación de capturar un instante, un microsegundo de esa belleza.
3. LA OBRA
[image error]Foto tomada desde la terraza del Museo Amparo ubicado en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla de Zaragoza. Se aprecian torres y cúpula de la Catedral.Tomada con una Cámara Nikon D5300. 21 de abril de 2017.


May 23, 2017
Crónica: Caos e irregularidad en torno a la PGR en la Doctores
La sede de la Procuraduría General de la República en la colonia Doctores está rodeada de caos e irregularidad. Particularmente en el concurrido cruce de Dr. Velasco y Dr. Lucio, donde reina el desorden y los “viene viene” que apartan lugares y lucran con el reducido espacio público destinado a los peatones y a la circulación. Las cuatro esquinas de ese cruce suelen ser cooptadas por “viene viene”‘ como don Carlos, anciano de mirada amenazadora y de piernas zambas, o jóvenes desafiantes de risas estridentes y que usan gorras y playeras sin mangas en días de calor, para acomodar los coches de trabajadores de la Procuraduría. La calle es completamente suya en horario de oficina. Algo así como de 9 de la mañana a 6 de la tarde. Invaden espacio de tránsito y bloquean los cruces peatonales. Más tarde, ya entrada la noche, el sitio es para los clientes de la cantina que está en ese cruce frente al famoso merendero Biarritz. La calle Dr. Lucio es de ambos sentidos, sin embargo a la altura de la Procuraduría, debido a los coches estacionados (amontonados) en la calle y los autos en doble fila, solo hay cupo para uno con soltura y por ahí pasan vehículos grandes como camiones de basura, microbuses y autobuses, lo que incrementa el riesgo de accidentes. Los automovilistas suelen pasarse los semáforos y los peatones tenemos que sortear autos o esperar a que alguno nos dé el paso aun cuando nosotros tengamos el semáforo en verde. Aunque los peatones o ciclistas igual hacen poco caso a las normas y señales de tránsito. Pese a encontrarse ahí la Procuraduría no hay autoridad alguna que ponga orden en ese sitio. Si un auto se estaciona en las inmediaciones de la Procuraduría corre el riesgo de que sea rayado o se le ponchen las llantas. Los polis de la Procu que rondan día y noche afuera del edificio se limitan a echar ojo a su celular presas del tedio, aunque a veces dan una mano en el barrio. Como cuando asaltan al OXXO de Dr. Velasco y Dr. Carmona y Valle que, dicen, vive asolado por los delincuentes. Es el OXXO más triste que conozco. Invadido de una atmósfera de contingencia, de desgano, de descuido. Sucio. Cerrado en varios lapsos del día. Desabastecido. Una estampa del México desordenado de la esquina.


Caos e irregularidad en torno a la PGR en la Doctores
La sede de la Procuraduría General de la República en la colonia Doctores está rodeada de caos e irregularidad. Particularmente en el concurrido cruce de Dr. Velasco y Dr. Lucio, donde reina el desorden y los “viene viene” que apartan lugares y lucran con el reducido espacio público destinado a los peatones y a la circulación. Las cuatro esquinas de ese cruce suelen ser cooptadas por “viene viene”‘ como don Carlos, anciano de mirada amenazadora y de piernas zambas, o jóvenes desafiantes de risas estridentes y que usan gorras y playeras sin mangas en días de calor, para acomodar los coches de trabajadores de la Procuraduría. La calle es completamente suya en horario de oficina. Algo así como de 9 de la mañana a 6 de la tarde. Invaden espacio de tránsito y bloquean los cruces peatonales. Más tarde, ya entrada la noche, el sitio es para los clientes de la cantina que está en ese cruce frente al famoso merendero Biarritz. La calle Dr. Lucio es de ambos sentidos, sin embargo a la altura de la Procuraduría, debido a los coches estacionados (amontonados) en la calle y los autos en doble fila, solo hay cupo para uno con soltura y por ahí pasan vehículos grandes como camiones de basura, microbuses y autobuses, lo que incrementa el riesgo de accidentes. Los automovilistas suelen pasarse los semáforos y los peatones tenemos que sortear autos o esperar a que alguno nos dé el paso aun cuando nosotros tengamos el semáforo en verde. Aunque los peatones o ciclistas igual hacen poco caso a las normas y señales de tránsito. Pese a encontrarse ahí la Procuraduría no hay autoridad alguna que ponga orden en ese sitio. Si un auto se estaciona en las inmediaciones de la Procuraduría corre el riesgo de que sea rayado o se le ponchen las llantas. Los polis de la Procu que rondan día y noche afuera del edificio se limitan a echar ojo a su celular presas del tedio, aunque a veces dan una mano en el barrio. Como cuando asaltan al OXXO de Dr. Velasco y Dr. Carmona y Valle que, dicen, vive asolado por los delincuentes. Es el OXXO más triste que conozco. Invadido de una atmósfera de contingencia, de desgano, de descuido. Sucio. Cerrado en varios lapsos del día. Desabastecido. Una estampa del México desordenado de la esquina.


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