Leonardo Padrón's Blog, page 16

March 23, 2017

Venezuela en Guerra

La guerra económica. La mediática. La eléctrica. La psicológica. La diplomática. Así de versátil es. Así de masiva. Dejen espacio que vendrán más etiquetas.


Plano general de la guerra. De un lado de la épica conflagración: los incorruptibles y santos hijos de la patria de Chávez. Del otro, la sórdida línea de ataque que reúne a Dólar Today, Obama (Trump todavía no), los panaderos, Almagro, las embajadas de USA en el mundo (pero Trump todavía no), Lilian Tintori, CNN en Español, los oligarcas de la Avenida Baralt, los bachaqueros y la Iglesia, la oposición toda desde Primero Justicia hasta Bandera Roja, pasando por el terrorismo endógeno de Voluntad Popular, sin olvidar a Farmatodo, el profesor Santiago Guevara, Macri y Kuczynski,  Uribe y El Nacional, Moisés Naim y su serie de televisión, la Asamblea Nacional, intoxicada de desacato y voracidad, la derecha apátrida y los Judas de la izquierda, (pssst, a Trump lo tienen mareado a chismes), las ONG fascistas, tarifadas y golpistas, Rajoy y el embajador de Uruguay, y el de Perú, y la Unión Europea. Un gentío. Medio mundo. O mundo y medio. Una guerra asimétrica, sin duda. Una conspiración de magnitud sideral para desalojar de Miraflores al camarada obrero Nicolás Maduro.


Como si lo hubiera hecho mal. Como si fuera un improvisado. Como si estuviera mal asesorado. Como si fuera un dogmático. Como si solo le hiciera caso a Raúl Castro.


Nadie toma en cuenta que el cambio climático que nos trajo sequía y crisis eléctrica fue culpa del capitalismo. Que el guabineo con el billete de Bs 100 es una estrategia cuyo objetivo no se puede develar. Que la baja del precio del petróleo es un plan perverso de las trasnacionales. Que si aquí no hay medicinas, ni   aceite, ni valores, ni futuro, es culpa de los grupos económicos que manejan las manecillas del planeta burgués.


Mientras tanto, en el País Potencia las colas por gasolina y pan crecen. Una banda de niños rateros asciende a nivel de asesinos. Encuentran la osamenta de decenas de cadáveres en la Penitenciaría General de Venezuela. Matan sin descanso a militares y civiles, a ancianos solitarios en sus casas, a gente en las esquinas. Seis personas despedazan a machetazos a un hombre de 66 años para robarle una mano de cambur. Dos adolescentes matan a golpes a una compañera de clases embarazada. Veintitrés heridos en riña entre estudiantes y policías en un liceo. Secuestran gente en la noche, en el amanecer, a la salida de los restaurantes, en el regreso al hogar, a toda hora, en cualquier rincón del país.


Los pranes imponen toques de queda. Las paredes del centro de Caracas se llenan de grafitis que prometen violencia. Las granadas llueven sobre los módulos policiales. Los motines se expanden. Las protestas ciudadanas se clausuran a punta de colectivos ronroneando sus armas largas.


Pedro Navaja no sobreviviría dos semanas en Caracas.


El país de los pranes. Plo, plo.


La desaparición de los panes. Clap, clap.


¿Cuál es la verdadera guerra que sufren los venezolanos?


Leonardo Padrón


POR: CARAOTADIGITAL – MARZO 23, 2017


 


 


,

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 23, 2017 02:30

March 19, 2017

El espectáculo portátil

En el libro titulado Los Diarios de Emilio Renzi, alter ego de Ricardo Piglia, el portentoso escritor argentino cuenta una anécdota de sus 16 años, cuando cortejaba a Elena, una estudiante con la que cursaba el tercer año de bachillerato. Un día caminaban por la calle y ella le preguntó qué estaba leyendo. Él, que no estaba leyendo nada realmente trascendente como para deslumbrarla, recordó que había visto días atrás en la vidriera de una librería un libro que le llamó la atención.  Era “La peste”, de Albert Camus. Entonces le dijo: estoy leyendo “La peste”. Y ella, emocionada, le preguntó: “¿Me lo prestas?”. ¿Qué hizo Piglia o Renzi? Cito textualmente: “Me acuerdo que compré el libro, lo arrugué un poco, lo leí en una noche y al día siguiente se lo llevé al colegio. Había descubierto la literatura”. Piglia acota que el libro particularmente no le gustó, le pareció demasiado alegórico, profundo, pesado, pero esa noche, y son sus palabras, “algo cambió” (…) ”Pienso a veces, si no hubiera leído ese libro, o si no lo hubiera visto en la vidriera, o si ella no me lo hubiera pedido, no estaría aquí”. Ese aquí es una obra memorable, un lugar rotundo en la literatura latinoamericana. Ese aquí es un hombre que testimonia que llegó a ser quién fue por los libros que leyó.


Y esta anécdota podría ser un buen comienzo para hablar de las distintas formas que tienen los libros de llegar a nuestras vidas e iniciar su proceso de sedimentación. Siempre funciona invocar a algún autor prestigioso y dejar caer el brillo irrebatible de sus palabras. Pero estamos en Venezuela, donde la normalidad ha sido expulsada de sus fronteras. Estamos en una república en caída libre donde hoy sucede en su territorio insular, en su asfixiado paraíso turístico, el milagro de una feria de libros, a pesar de todo, a pesar de tanto.


Quizás muchos venezolanos se preguntarán cuán prioritario puede ser una feria de libros en este momento tan estremecedor que vive el país. ¿Por qué ocuparnos de ensayos, novelas, poemarios, cuando tantos venezolanos están sumergidos en el oprobio de la escasez, la violencia y el hambre? Justamente, porque también estamos viviendo una pavorosa  escasez de insumos culturales, porque el estado ha convertido al verbo en violencia y porque la incesante diáspora y el deterioro de nuestras instituciones educativas han generado una descapitalización severa de conocimiento. Porque hay hambre en el cerebro también. He allí lo medular de un evento como la Feria Internacional del Libro del Caribe en Margarita. En estos momentos, donde la barbarie parece imponer su aliento deletéreo, su voracidad, su espíritu aniquilador, es donde más perentorio resulta invocar las sustancias inmateriales que constituyen el lado luminoso de la especie. Quizás hoy más que nunca necesitamos las aguas subterráneas de los libros. Arrojarnos a sus páginas en busca de un punto de lucidez, de pozos de imaginación, de párrafos de reflexión y sensibilidad que nos regresen al centro de nosotros mismos, asomarnos a ellos en busca de la memoria humana que tanto tiene que decirnos sobre totalitarismos, abismos sociales, ideologías, miseria y triunfo, voluntad y redención. Todos los que habitamos la comarca de los libros lo sabemos. Muchos de ellos nos sirven como analgésico, como alimento, como proteína, como resguardo, y sobre todo, como ejercicio de vida y civilización.


Hemos sido arrasados durante los últimos 17 años por un lenguaje que se pretende fundacional y solo ha inoculado diferencias, resentimiento, fanatismo y una retórica nacionalista y patriotera que muy poco ha abonado al equilibrio de las desigualdades. Por el contrario, somos hoy un país herido, hostil y amargo. Si no nos acercamos a la inteligencia de los otros, si no desarrollamos la dialéctica del entendimiento, seguiremos fracasando como sociedad. Todo libro es un gesto admonitorio contra el silencio y la domesticación. Es la victoria del alfabeto sobre los materiales bélicos. Es una ventisca que atiza mentes y moviliza conciencias. En los libros se va depositando la historia de la sensibilidad humana. Toda jornada de lectura conmemora íntimamente el triunfo de las ideas sobre la ignorancia. Por eso, no podemos permitir que nos expropien la roca madre del conocimiento.


Hoy en Venezuela el libro tiene una epidemia de obstáculos en el camino. A ese colosal rival que es la tecnología y sus señuelos lúdicos, hay que sumarle la abulia de un régimen que, a pesar de lo que proclama su discurso oficial, en vez de privilegiar la lectura, la soslaya, la relega a un rol ínfimo y subalterno. Hoy la crisis económica y el rígido control de divisas han lesionado severamente a la industria editorial. Hoy la escasez de papel y la descomunal inflación convierten el acto de comprar un libro en un gesto suntuario, en una acrobacia monetaria. Hoy vemos cómo día a día van cerrando más librerías que sucumben a la devastación colectiva. Pero también hemos visto la reacción de los devotos de la lectura. Hemos sido testigos del tenaz ejercicio de persistencia de las editoriales independientes. Hemos contemplado el afán de algunas empresas privadas y el empeño de las distintas ferias de libros que surcan el país como verdaderos nichos de resistencia ciudadana. Y hemos visto también cómo, a pesar de la tormenta, o justamente por ella, los escritores de este país siguen escribiendo más y más.


Creo en el poder de la palabra escrita. Lanzarle al cerebro unos cuantos libros puede ser una gran estrategia de vida. Leer es una aventura que merece ser masiva, que merece convertirse en virus y ritual cívico. Leer, seamos claros, es tan subversivo como el sexo en la vía pública. Leer es la gimnasia feliz del discernimiento. No hay mejor antídoto contra la oscuridad. Cada vez que abres un libro, prendes un fósforo en la nada. Leer te hace distinto. Leer es esa cabriola que te permite comprender, interrogar y avanzar. Leer es entender que un orgasmo no necesita piel. Leer en tiempos donde el odio impone su gramática es un acto de desobediencia civil. Leer como anticuerpo a la hipnosis del poder. Leer para ser menos vulnerables. Leer para ser mejores, en definitiva.


Un libro, cómo no insistir en ello, es un categórico acto de civilización. Si queremos sorprender al hastío o deponer el abatimiento, allí esa caja de palabras que convenimos en llamar libro. Ábrela, lánzate en su estómago blanco, suprime el decoro y los prejuicios. En los libros está la mejor reunión de aventuras que conozca el mundo. Es un club para la inteligencia. Una clave para acceder al misterio de la belleza. Leer es una montaña y una gota. Una zona de revelaciones. Leemos para entender la vida, para convertirnos en ficción, para recuperar el asombro. Leemos para reinar en la perplejidad y el conocimiento. El libro es el espectáculo portátil más íntimo y poderoso que ha creado el hombre.


Por eso no deja de ser heroico que hoy, en una isla que es cada vez más isla, sitiada por la crisis nacional en ocasiones de una forma aun más perversa y dura que el resto del país, un pequeño enjambre de ciudadanos, unos magníficos tercos, hayan decidido desde hace tres años organizar y crear la Filcar. Esa idea, nacida en los espacios de la Universidad de Margarita y dimensionada por un sólido equipo de colaboradores del ámbito cultural, ha adquirido piso y estructura gracias al abrigo de empresas locales e internacionales, organismos públicos, donaciones privadas y hasta esa nueva forma de conseguir aliento que son las campañas de crowdfunding. Se repite, así,  por tercer año consecutivo una propuesta de país posible en la comarca más hechizante del Mar Caribe. Y es imposible no aplaudir esta hazaña realizada en mitad de los escombros que somos. Hoy, hay que decirlo, dentro de los espacios de la Filcar, triunfa el país testarudo, el país luminoso, el país que honra el conocimiento y la convivencia.


La experiencia milenaria de la lectura inaugura entonces una nueva fiesta. Los libros son material inflamable que pueden y deben ser parte de nuestra cotidianidad. Por eso no es poca cosa lo que ocurre hoy en la isla de Margarita. Que todos seamos linterna y estímulo para que la Filcar se haga cada vez más vigorosa. Que adquiera, en cada año por venir, aún más consistencia y brillo. Que sea referente para que en toda la cuenca del Caribe, y mucho mas allá, en todos los confines donde respiran los libros, se sepa que somos muchos los venezolanos que insistimos en serle fiel a la belleza y al prodigio de la palabra escrita, y que entendemos que leer no solo tiene sentido, como reza el lema de esta feria, sino -más aún- leer proclama el sentido homérico de la especie humana que es la creación y el triunfo simultáneo de la razón y la imaginación.


Leonardo Padrón

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 19, 2017 18:31

March 16, 2017

Torta en la cara

Hay que reconocerlo: el régimen le pone bastante empeño a desafiar nuestra capacidad de asombro. El martes pasado, ese accidente de la economía nacional llamado CLAP estrenó programa de televisión y para hacer aún más conmovedor su debut en la parrilla de la programación nacional se le picó una torta porque, ¡oh gloria inmarcesible de la revolución!, el CLAP está de cumpleaños. ¡Ha llegado a su primer año de vida! Tanta emoción nos supera.


Ningún ser humano sensato puede unirse a la celebración del primer año de un mecanismo de emergencia. Es como que alguien festejara que ya tiene 365 días en la sala de emergencia de un hospital. Digamos, aun no lo han podido curar, estabilizar, enviar a su casa o siquiera trasladar a una habitación normal, pero ¡qué maravilla que aún está en la sala de emergencia! ¡Brindemos por eso!


Seamos claros, en rigor, Venezuela entera es hoy una gran sala de emergencia.


No podemos olvidar que el CLAP surgió como una medida transitoria para intentar paliar la desesperación de la gente ante la cada vez más crónica escasez de comida. Y aquí estamos, con Freddy Bernal en plan de animador (pésimo, valga acotarlo) celebrando un año de transitoriedad. Bernal, por cierto, insiste en decir CLA, volándose impunemente la última sigla de la palabra que uno supone debe nombrar cientos de veces al día, siendo el coordinador general de los CLAP. Para mayor misterio, debemos recordar que otros ilustres funcionarios del chavismo dicen CLAC. En fin. El hecho es que montar todo un tinglado de celebración del primer aniversario de los CLAP subraya la filosofía del régimen: lo coyuntural convertido en permanente.


Quizás el momento más penoso del primer programa de “La hora de los CLAP” es cuando, al son de un reguetonero intoxicado de estribillos revolucionarios, los allí presentes iniciaron un trencito alrededor de la torta. ¡Un trencito! Todos alegres, manos en la cintura del otro, gorras rojas bien ajustadas, pasitos tun tun, qué dicha, seguiremos dependiendo de una pírrica bolsita de alimentos. Y, en el medio, Bernal haciendo palmas, forzando su cuerpo a bailar al rimo de la melodía, incómodo en su propia fiesta. Confieso que me resultó altamente ofensivo el espectáculo que estaba presenciando. No hay mayor indicador del fracaso económico de este gobierno que las bolsas CLAP. ¿Tienen las mayores economías del mundo ese sistema? ¿Los ciudadanos de otros países latinoamericanos viven este privilegio de mendigar su bolsita cada mes, esperarla con ansiedad, resignarse a comer lo que ella contenga, trancar avenidas y autopistas reclamando su aparición? No. Ninguno. A excepción de Cuba, que por definición, es siempre una excepción y un paradigma de fracaso económico. Y, ¡oh, casualidad!, resulta que ambos países se abrazan en el entusiasmo del socialismo revolucionario.


En esa extraña infatuación que recorre su verbo, Nicolás Maduro, el mismo día de la magna fecha (¡Primer cumpleaños del CLAP!), expresaba muy orondo, en su habitual cadena de las seis de la tarde, que ya los CLAP son famosos en el mundo entero. Claro, nunca precisó la naturaleza de esa fama. Mejor quedémonos en los titulares, habrán dicho sus asesores. Aquí, en Venezuela, los CLAP son famosos por improvisados, precarios, esporádicos, inestables e insuficientes. Se habla todo el tiempo de reventas extravagantes, de bolsas extraviadas en el limbo del quién sabe, de negocio a manos llenas para unos cuantos y humillación en comida para millones de venezolanos.


En conclusión. Luego de la sostenida y demoledora destrucción del aparato productivo, henos aquí, en esta modesta y fingida alegría llamada CLAP. Como si nadie hubiera leído la encuesta de Venebarómetro que concluye lo obvio: el 88,7% de los venezolanos prefiere adquirir sus alimentos en un supermercado. Es decir, la abrumadora mayoría del país prefiere surtirse de productos de una manera normal. Abastezcan los abastos y mercados. Y punto.


Ya hacia el final del programa, el animador Bernal anuncia con euforia que el próximo martes vuelven con “La hora de los CLAP” (bueno, de los CLA) y pasa a recitar una suerte de mantra oficial: “CLA es organización. CLA es motivación. CLA es pueblo en revolución socialista”. Si a ver vamos, el CLAP es una contundente metáfora de lo que estamos viviendo. Es decir: CLAP es dictadura. CLAP te impone lo que vas a comer. CLAP no te deja elegir la marca de los alimentos. (Alguien me hablaba en estos días de la pésima calidad de la harina mexicana y del atún, que se desmenuza de tristeza con solo verlo). Allí todo es importado y sospechoso. CLAP es comida desbalanceada, exceso de carbohidrato y nostalgia de proteína. CLAP es una herramienta de control político. CLAP es la emergencia convertida en norma. CLAP es guiso multimillonario y corrupción. CLAP es farsa y discriminación. CLAP es un trencito alrededor del fracaso. Un trencito que celebra la anormalidad. Un trencito que da vueltas sobre sí mismo sin llegar a ningún lado.


CLAP es, en definitiva, torta en la cara. En la cara de todos los venezolanos.


Leonardo Padrón


POR: CARAOTADIGITAL – MARZO 16, 2017

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 16, 2017 11:00

March 9, 2017

Guía rápida para subir el rating de las cadenas presidenciales

Las seis de la tarde se ha convertido en el horario favorito de las alocuciones presidenciales en cadena de radio y televisión. Es el showtime de Nicolás Maduro. El momento perfecto para encadenarse y llevarse por el medio la faena de la gente que labora en medios audiovisuales. Ya locutores, animadores y periodistas están entrenados para el cotidiano atropello. Igual ocurre con televidentes y radioescuchas. Los comunicadores del horario matutino no han experimentado tal sensación. A esa hora (7-8-9am) el presidente duerme. Profundamente. En cambio a las cinco o seis de la tarde ya anda despabilado y ampuloso de palabras. Es el prime time de sus neuronas. A decir verdad, Maduro debería sincerarse y solicitar que lo incorporen a las parrillas de programación de canales y emisoras de radio. Que ya en las cableras pueda uno leer en la franja de información el título de su show: “La cadena de las seis”. Ahora bien, ocurre una íntima tragedia en la febrilidad comunicativa que lo posee a esa hora: los números de audiencia son ofensivamente bajos. La estampida del público es pavorosa. El rating se desploma apenas se escucha la intro de musiquita patriotera que anuncia una nueva cadena nacional.


Las razones para tan irrisoria sintonía son obvias. La más contundente, quizás, es que las cadenas –desde la época de “el hombre del legado”- en general son vacuas y aburridas. La gente sabe que no se va a perder ninguna solemnidad memorable, que no habrá momento climático y ni un ápice de noticia trascendente o anuncio económico que alivie su menguada vida.


Y aunque yo sé que Ernesto Villegas es tan eficiente que él solito se da abasto para ser Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información y Presidente de VTV al mismo tiempo, y que el mes que viene puede ser nombrado Presidente de la Comisión Bolivariana para la Celebración del Nuevo Cono Monetario (CBCNCM), me permito –humildemente- hacerle algunas sugerencias para elevar el melancólico rating de los discursos de su jefe.


La propuesta contiene tres elementos claves: tiempo de exposición, cambio de contenido y el manejo de la sorpresa como herramienta narrativa.


Para no encadenarme, paso a enumerar mis sugerencias.



Toda cadena nacional tendrá un lapso de duración máxima de quince minutos. Esto se anunciará en una brevísima cadena de UN minuto. (Para que vean que es en serio).
A partir de la próxima cadena, el presidente leerá su contenido para evitar digresiones innecesarias y gazapos excesivos (y, de paso, así evitar el bullying nacional. Brillante, ¿no? Anota ahí, Villeguitas).
Se evitará el uso de insultos y adjetivos descalificativos para aludir a algún dirigente opositor, entre otras cosas, porque ya los han agotado todos. Y la reiteración aburre.
Para causar impacto inmediato, el primer capítulo de la próxima temporada de “La cadena de las seis”, contará con la participación especial de Tibisay Lucena. La funcionaria, para rescatar su lesionada credibilidad, anunciará la celebración de las elecciones regionales para el primer semestre del año 2017, tal como lo prometió el año pasado, y eliminará la exigencia de validación de los partidos políticos. (El rating despierta).
En el capítulo 2 el presidente promulgará la eliminación del control de divisas. (La gente correrá hacia televisores y radios. Abandonarán los programas de cable, los Ipods, la abulia. El rating brinca de entusiasmo).
Miércoles, capítulo 3. El presidente notifica el advenimiento del respeto constitucional. Desde ese día en adelante se respetarán todos los acuerdos y leyes promulgadas en la Asamblea Nacional. (El rating ya trae caja de cerveza incluida).
Capítulo 4. Para sorpresa nacional, el presidente ofrece públicamente sus disculpas por eludir la crisis humanitaria, tratar con displicencia el desabastecimiento de medicinas, politizar el derecho de todo venezolano a tener acceso a los alimentos, banalizar la muerte de los que comieron yuca amarga e ignorar a los que han hecho de la basura su único alimento. Y anuncia los correctivos inmediatos para paliar los tormentosos niveles de escasez. (¡Ya esta serie se pegó!)
El quinto día de la semana, gracias a dios es viernes, el presidente remata con un capítulo feliz. Desde el primer minuto comienza a leer la lista de los 107 presos políticos que serán liberados en el acto. Saca un pito y va leyendo, uno por uno, pitazo a pitazo, los nombres de cada venezolano que ha sido vejado en una cárcel por defender sus ideas políticas. Para darle un crescendo necesario, cerrará la lista anunciando la liberación inmediata de Leopoldo López, uno de los grandes antagonistas de esta historia.
Como coda sorpresiva, el presidente anunciará la única guerra que debe anunciar: la guerra al hampa. Quemará en una fogata los veintitrés planes de seguridad precedentes y proclamará el fin de la impunidad delictiva.
Durante el fin de semana, el equipo de promoción de Villeguitas, el ubicuo, publicitará para el lunes siguiente un nuevo capítulo de “La cadena de las seis” con más y mejores escenas.

Te lo juro, Villeguitas, con estos cambios nadie se perdería las cadenas de tu jefe.


Y el país comenzaría a sonreír por primera vez en muchos años.


De nada.


Leonardo Padrón

POR: CARAOTADIGITAL – MARZO 9, 2017

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 09, 2017 01:30

March 4, 2017

La vida bajo amenaza

Hace una semana El Nacional publicó un reportaje titulado “El Amenazómetro”, basado en un monitoreo que la Asociación Civil Convite hizo del habitual discurso de las autoridades del régimen. Deja en evidencia el estupendo trabajo que la amenaza es rutina en este país. Es una forma aviesa de preservar el poder.


Estar en revolución es estar bajo amenaza.


Pregúntese si acaso usted no se siente amenazado.


***


Isabel me cuenta que la pequeña finca de su padre fue invadida por una banda de delincuentes que buscaba enconcharse tras haber cometido un terrible crimen: “Ocho tipos rompieron los candados, la puerta y entraron. No es gente que no tiene casa y por eso invade. Son malandros”. Malandros con rango de asesinos. Ocuparon sus camas, vaciaron la nevera, apestaron sus baños. El aire se llenó de crack y whisky. Las armas sustituyeron a los floreros y portarretratos. Allí permanecen, en la casa donde Isabel pasó toda su infancia, cada vacación, miles de fines de semana. Más de 40 años de historia familiar barridos por unos delincuentes en menos de una hora.


El papá de Isabel está devastado. “Él construyó esa casa con sus propias manos. Era su amor más grande”. A su alrededor hay pequeñas fincas que pertenecen a gente que ha trabajado durante décadas para lograr su patrimonio. Gente que tiene ahora de vecina a la amenaza.


Desde hace dos años esa región del centro del país comenzó a envilecerse. Los pueblos vecinos se tornaron peligrosos. Sus calles son transitadas por bandas criminales que, a la usanza del viejo oeste americano, se pasean con armas al cinto: “Cargan las granadas en las manos, como si fueran sus celulares”, me comenta Isabel con un tono de ira creciente en la voz. Si por casualidad les matan a un cabecilla, se replican en tres o cuatro. Son interminables. Y trágicamente jóvenes. “El líder de la banda no pasa de los 25 años de edad. Todos son unos chamitos”. Unos chamitos que asesinan, vale aclarar. Gente que ha hecho de la muerte y el secuestro una rutina laboral.


“Ha sido un suplicio”, acota Isabel. Su papá se siente perdido. Enfrentarlos es un suicidio. Denunciarlos también. Un familiar le preguntó a un policía qué se podía hacer. Este, al saber de qué banda se trataba, le dijo que mejor se olvidara de su casa. Y agregó: “Esa banda es tan grande que hasta tiene gente operando en Panamá”.


“Uno no se plantea la posibilidad de que invadan tu casa y pierdas todo. Uno no cree que eso le va a pasar a uno”, dice Isabel. Típico. Siempre pensamos que la sordidez de la realidad solo ocurre en las noticias.


Le pregunto qué siente sobre lo ocurrido y no titubea: “Quiero que los maten a todos. Le pido disculpas a Dios porque no se le debe desear la muerte a nadie. Pero esa gente ya no es gente”.


Cuando comenzamos a invocar la muerte del otro como solución hemos llegado a los sótanos de la sociedad. Esa es la peor de las amenazas.


***


A Ramos Allup lo tienen amenazado con inhabilitarlo, juzgarlo, apedrearlo. A Henrique Capriles con la cárcel, por la razón que esté más a mano. A los estudiantes del país con la furia represora de la Guardia Nacional. A cualquier líder opositor con la visita nocturna del Sebin. A los periodistas extranjeros con deportarlos o ni siquiera dejarlos entrar al país. A la extensa comarca de pobres con no darles las exiguas bolsas de comida, llamadas Clap, si no se sacan el carnet de la patria y endosan su vida a la revolución. A los empresarios con enviarle los colectivos a sus propiedades e invadirles las fábricas y empresas. A agricultores y ganaderos los amenazan explícitamente con la muerte si no pagan vacunas tan mensuales como exorbitantes. Los venezolanos con el pasaporte vencido viven bajo la amenaza de no poder salir más del país. Conatel y Padrino López amenazan con bloquear las redes sociales, la última bisagra de libertad expresiva que nos queda. La amenaza del CNE de ilegitimar al 92,5% de los partidos políticos es tan burda como cierta. La amenaza solapada de cancelar indefinidamente las elecciones aplasta el último aliento democrático. La lista es interminable. Exasperante. Grotesca.


Hay refranes que brillan por su inexactitud. “Perro que ladra no muerde”, dice el proverbio popular. Falso. Se ha comprobado que los perros del régimen ladran y muerden. Sus amenazas se han ido cumpliendo. Una tras otra.


***


Cuando un buhonero de Catia vende yuca amarga sabe que está ofreciendo cianuro. El buhonero dice el precio del kilo y no parpadea una advertencia. El cliente se aleja con la modesta satisfacción de que al menos esa noche sus hijos cenarán. Veinticuatro horas después todos habrán muerto. La última cena de la familia fue tan económica como trágica. Al buhonero no le importó vender veneno como comida. Era su venganza contra un sistema económico que lo ha condenado a sobrevivir incluso a expensas de la muerte del prójimo.


Un vendedor ambulante convertido en amenaza.


***


“Gobernar a base de miedo es eficacísimo. Si usted amenaza a la gente con que los va a degollar, y luego no los degüella, pero los explota, los engancha a un carro…Ellos pensarán; bueno, al menos no nos ha degollado”, José Luis Sampedro.


***


Hay colas largas infinitas perpetuas inacabables eternas por comida. Sí. Hay ciudadanos trocados en roedores husmeando los escombros alimenticios de los otros. También.


Y no estamos en guerra.


Hay gente muriéndose en los hospitales sin remedios sin agua sin camas.


Y no estamos en guerra.


Hay gente matando gente. Carniceros del odio. Enemigos del prójimo. Casi 28.500 muertes violentas solo el año pasado. Policías cayendo como barajitas repetidas sobre el asfalto de sangre.


Y no estamos en guerra.


***


Hay poco más de un millón de niños y adolescentes desescolarizados, según la Encuesta sobre las Condiciones de Vida en Venezuela (2016) realizada por tres de las universidades más prestigiosas del país. Establecen que en el grupo de 18 a 24 años de edad solo 1 de cada 5 jóvenes del quintil más pobre tiene acceso a la educación.


Estamos ante una fábrica feroz de ocio y delincuencia.


Dice el mismo estudio que hemos llegado al techo en pobreza de ingreso.


¿Y qué dice sobre el sistema de salud?: “Estamos viviendo las peores condiciones de desprotección de salud desde principios del siglo XX”. La frase es tan lapidaria como las salas de emergencia de nuestros hospitales.


***


La gente revolviendo basura ya no es noticia. Pero es imposible ser indiferente a los enjambres de personas pugnando con las moscas para repartirse el pestilente botín. Recuerdo el alarido de Chávez: “¡No me importa que andemos desnudos. No me importa que no tengamos ni para comer. Aquí se trata de salvar la revolución!”.


No veo a Jacqueline Farías revolviendo las aguas del Guaire junto con los llamados garimpeiros del atribulado río. Ni a Elías Jaua haciendo cola en el Unicasa o en Farmatodo. Ni a Jorge Rodríguez atendiéndose en el Hospital Universitario.


El confort de la revolución no será televisado.


***


Maduro en cadena presidencial: “Si hacemos un censo entre todos nosotros, estamos un poco robustos…y robustas. Porque estamos comiendo muchos carbohidratos, estamos comiendo muchas veces al día, estamos comiendo mucho de noche. En la década de los 90 hacia atrás, nuestro pueblo comía una vez al día, a nuestros niños les daban tetero de agua de espagueti. Esa Venezuela capitalista del hambre se acabó”.


Y hay gente que aplaude.


74,3% de los entrevistados en el estudio de Encovi refieren pérdida de peso no controlada (8,7Kg) en el último año. Los más pobres: 9 Kg.


Al 93% de los hogares venezolanos el ingreso salarial no les alcanza. Vivimos bajo inseguridad alimentaria.


Pobre y marchito país ese que aplaude al rollizo presidente.


***


Converso con una señora que ha perdido dos sobrinos en el lapso de un mes. El último fue asesinado este lunes en la celebración de los carnavales de Margarita. Llegaron unos malandros, con la altanería que los caracteriza, a tomar posesión de la fiesta. Su sobrino cometió la mayor imprudencia de su vida. Les habló, les pidió respeto. Lo cosieron a tiros como respuesta. “No llegaba a 26 años. Estaba lleno de vida”.


Y ahora está en la morgue. Lleno de muerte.


Hay lunes que comienzan con la amenaza de que todo va a empeorar.


***


La amenaza se ha convertido en la mayor toxina del sistema. Convierte al miedo en el clima oficial.


Aquí no llueve ni hace calor, aquí hace miedo.


Aquí la llegada de la noche es una amenaza. La mirada turbia del otro. La silueta del motorizado. Dos toques en la puerta de tu casa a deshora.


Los vecinos de los condominios se reúnen para evaluar qué medidas tomar contra la inseguridad. Saben que la policía no se da abasto y que –a veces- son el hampa. Saben que sus bienes y vidas están bajo amenaza.


Salir o llegar, la ruleta rusa de la amenaza.


***


Esperanza y amenaza riman. Se confunden. Tener esperanzas en que todo se solucionará puede terminar siendo una amenaza a tu propia supervivencia.


Hay que escribirle un libreto real a la esperanza.


***


La mayor amenaza de todas es que nos cansemos. Que dejemos de denunciar, de alzar la voz por encima del muro. Porque en Venezuela también se construye un muro. El chavismo no es una ideología, es un muro que ha cercado al país entero. Un muro que es cada vez más alto y nos separa del resto del planeta. Que aleja la normalidad, el oxígeno, las libertades individuales.


Convertirnos en silencio, una amenaza inaceptable.


***


Ya no cabe más asombro. Ni vergüenza. Somos un crujido en la partida de nacimiento.


Hoy ser venezolano es vivir bajo la sombra humeante de la amenaza.


Leonardo Padrón

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 04, 2017 20:35

March 2, 2017

Doce puntos en agenda

Comienza marzo y debo hacer mi agenda del mes. Anoto al azar las cosas pendientes:



Felicitar a la MUD por su reestructuración, pero pedirles encarecidamente rapidez y eficacia. El país está en caída libre. Reaccionar es urgente. No se trata de una reunioncita hoy con los sindicatos y otra la semana que viene con los académicos. El país exige una encerrona intensiva de todos sus dirigentes democráticos, con sus sábados y domingos, con sus noches, con sus muertos y sus hambrientos, con sus desahuciados y exiliados, con sus presos y sus despedidos de la administración pública por firmar cuanto papel pidió la MUD que firmaran. Quiero creer que en este instante están todos debatiendo, con lo mejor de sus neuronas, con asesores calificados, con veteranos y emergentes sobre cómo recuperar la calle, pero sobre todo cómo recuperar la democracia. ¿Finalmente llamaremos dictadura a la dictadura? ¿Cuándo comienza la febril actividad de la nueva MUD? ¿Será febril?
Leopoldo López cumple tres años preso, Antonio Ledezma cumple dos, Yon Goicochea cumple seis meses. Aún hay estudiantes en La Tumba del Sebin. Son más de cien presos políticos. Ciento diecisiete, para ser exactos. Nunca olvidarlos. Nunca. Seguir insistiendo. Reclamando su libertad. Advirtiéndole al mundo.
No perder la capacidad de asombro. No acostumbrarnos. Se han llevado preso al Profesor Santiago Guevara, un insigne académico de la Universidad de Carabobo. ¿Cuál es su delito? ¿Escribir artículos que adversan al régimen? Entonces deberían inaugurar más cárceles. Aquí no hay analista, escritor o articulista que no redacte cuartillas incesantes para denunciar los desatinos que estamos viviendo. ¿O su verdadero delito es haber visitado a Raúl Baduel? ¿Se les está volviendo una espina en el zapato el compadre de Hugo Chávez?
Preguntarse en voz alta: ¿Nos resignamos a que no podemos sintonizar CNN en Español, como tampoco NTN24, o como nos acostumbramos a que RCTV ya es un dato histórico?
Recordar que el presidente subrayó con nostalgia la inexistencia de programas de humor en la televisión nacional. Averiguar primero si existe la televisión nacional.
Urgente. Importante. No acostumbrarnos a las colas, la escasez, la mortandad y el hambre.
No repetir tantas veces la expresión “No acostumbrarnos”. Pero es que a eso apuesta el régimen: a la desmemoria y el hábito.
Estar pendiente de todos los remedios que necesita mi madre. Intentar suplirlos antes que se agoten. Igual mis pastillas. Estar alerta ante los amigos que viajan y vuelven.
No olvidar lo sucedido en la UCV. Replicar la actitud, que fue no sucumbir ante los arbitrios del TSJ. Los estudiantes defendieron su derecho a elecciones haciendo elecciones. Desacataron la absurda sentencia. No toleraron lo inadmisible. Confrontaron a las huestes. Tuvieron su atropellada dosis de democracia. Pero vencieron.
No rendirse. No dejar de apostar por el país. Los venezolanos nos merecemos una vida digna.
Insistir en el punto 10 una y otra vez. Una y otra vez. Una y otra vez.
Recuperar la democracia. A como dé lugar.

Leonardo Padrón


POR: CARAOTADIGITAL – MARZO 2, 2017

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 02, 2017 12:01

February 23, 2017

El gran tour de la revolución

Vengan, pasen adelante, gracias por venir, nos ilusiona mostrarles las bondades de nuestra indestructible revolución bolivariana. La Venezuela Potencia abre sus puertas para maravillarlos con los triunfos de nuestra ineptitud, perdón, rectitud. Somos una verdadera fábrica de noticias que garantizan su asombro. No hay aburrimiento posible. A medida que vayamos recorriendo la ciudad pueden voltear a los lados y ver cómo el hombre nuevo se derrama por las calles. ¿Ah? ¿Lo de las colas en supermercados y farmacias? Bueno, sí, eso es culpa de la guerra económica que nos ha impuesto la oligarquía rancia. Y la verdad sea dicha, no hay un solo día que hayamos ganado ni una piche batallita en esta bendita guerra. Pero es que usan armas no convencionales, como ese tal Ramos Allup –adeco, para mayor prontuario- que da discursitos altisonantes con palabras que estamos seguros son mensajes cifrados para la CIA. Pero tranquilos, camaradas, que el hombre es un animal de costumbre, y ya lo ven, ya casi nadie se queja en las colas, en el ambiente se respira un aire de solidaridad revolucionaria. Todo está en orden.

Además, todo el mundo sabe que la campañita de CNN contra nuestro régimen, perdón, gobierno, lo que ha producido es más escasez y violencia social. Pero, no se preocupen, cuando saquemos a todos los canales de noticias de las cableras, disminuirán las colas, las despensas se llenaran de alimentos, y los antihipertensivos caerán en cascada de las farmacias. ¡Vamos bien, camaradas, Chávez vive! Bueno, realmente no vive, eso lo sabemos, pero es una consigna del carajo. Nosotros somos un gobierno que tenemos consignas hasta para inaugurar una arepera. Y bastante que nos sirven para alentar a las masas desanimadas por la lluvia de mensajes de la contrainteligencia y los tres ejes del mal. No nos olvidamos de Uribe, camaradas.

¿Ah? ¿Cómo dice? No, ¿cómo va a creer?, esa señora con su bojote de carajitos que husmean la basura son gente mandada por la oposición, actores de algún grupo teatral financiado por intereses extranjeros. Hay actores así en casi toda Caracas, no se crea. Detrás de todo esto hay mucho dinero. Estamos seguros que Rajoy y Felipe González financian a estos actorcillos vende patrias. Mire la cara que ponen, como si tuvieran hambre, hasta parecen famélicos de verdad, se los buscan así, esqueléticos, desgarbados, como zombis. ¿Que una familia entera se murió en estos días por comer yuca amarga? Bueno, sí, es lamentable, pero ¿quién les manda? ¿Por qué no esperaron a que les llegara su bolsita de los CLAP? Si se aguantaban dos o tres semanas, hasta el propio Freddy Bernal se las llevaba. La impaciencia es contrarrevolucionaria, camaradas.

Si escuchan que los secuestros y asaltos han aumentado en el país, bueno, sí, hay algo de eso, pero ¿cómo se pone la gente a exhibir sus objetos capitalistas con ese descaro? ¿A cuenta de qué hablan por sus celulares carísimos en sus carros también carísimos? A los camaradas que aun no se han podido reinsertar en la sociedad eso los molesta, los enerva. Es la eterna lucha de clases en plena efervescencia. Pero no se preocupen, porque la camarada Iris Varela, nuestra Madre Teresa de Calcuta, ha prometido que ellos, como potenciales líderes sociales, serán sumados a nuestro ejército de defensores de la patria. Y lo bueno es que no hay que darles armas, porque ya ellos tienen sus granaditas, sus AK47 lustrosos y llenos de balas. ¿No es una maravilla?

Les cuento. Maduro lo dijo hace nada: “!Declaramos el arranque de los carnavales y nos vamos para la calle a bailar!” Y se puso a bailar samba. Tan bello. “¡Somos los campeones mundiales de la alegría!”, también dijo. Qué sabroso tener un presidente tan bailarín y mentiroso, perdón, animoso. Hay gente que se queja de la inflación, de la escasez, de los precios del cartón de huevos, de los meses que tienen sin comer carne, de los muertos, de la plomamentazón. Pero es que la gente también es muy quejona. Además, tenemos las pruebas en la mano – como diría nuestro presidente obrero- de que los que se quejan y andan deprimidos, angustiados, neuróticos, son individuos entrenados por ONG’s extranjeras para socavar la moral de nuestro pueblo socialista, chavista y revolucionario. Díganme esas encuestas hechas por la UCV, la UCAB y la USB donde dicen que al 93% de los hogares venezolanos no les alcanza el ingreso para comer. Supongamos que sean ciertas. Caramba, señores, todos lo sabemos, la gordura es mala. Como la riqueza. Y qué bueno que ya no puedan atracarse el pico con tantos carbohidratos. ¿O acaso quieren morirse por una borrachera de colesterol y triglicéridos? ¡Ser revolucionarios es estar en la línea! Y no solo en la de combate. No se dejen confundir por la propaganda imperialista. Ustedes no tienen hambre, tienen sueños zamoranos, sueños bolivarianos, que es otra cosa. ¡Cosa más grande, caballero!

Es como al pobre Donald Trump, que le han llenado la cabeza de chismes. Nosotros no vamos a caer en la trampa de la derecha endógena de alzarle la voz a Trump, porque él es tan loco como nosotros y puede dejar de comprarnos petróleo y hasta imponernos más sanciones de las que dicta la prudencia, y quitarnos nuestros apartamentos en Brickell y New York. Con nuestras cuentas bancarias no se meta, Mister Trump, que aquí nadie va a hablar mal de usted. Además, cuando él habla de cien presos políticos es porque traduce mal. Obviamente, no sabe español. Son cien políticos presos, que es distinto. ¡Por favor, ¿van a comparar a un criminal como Leopoldo López con un camarada como Wilmito, o con un estadista del idioma como Pedro Carreño, o con un prohombre de las filas del PSUV como…? Bueno, ustedes saben como quién.

Ah, y para que quede por escrito, en este rápido tour por nuestra patria grande, ratificamos nuestro apoyo a lo dicho por el ex ministro Eduardo Samán con tanta clarividencia: “Hay que ser imbécil para irse de un país que tiene el 28% de las reservas de petróleo, el 10% del oro del mundo y todo el urano asociado”. Un tuit de diamante de nuestro camarada radical, para orgullo del tataranieto de Maisanta. Es decir, sacando la cuenta rapidito: Ya se han ido tres millones de imbéciles del país. Díganme si eso no es depurar la raza. Amén de los otros tantos millones de estúpidos desesperados por irse porque se creyeron las noticias de CNN y NTN24 sobre la yque crisis del país.

Mejor apuremos el paso, que ya va a hacerse de noche, y los malandros pagados por Julio Borges, Capriles y María Corina salen a atracar gente para implantar matrices de opinión y así todos crean que somos el país más violento del mundo. Menos mal que nuestro pueblo no se compra tantas mentiras. ¡Chávez vive, la guerra económica sigue! ¡A disfrutar todos del carnaval, camaradas!


Leonardo Padrón


POR: CARAOTADIGITAL – FEBRERO 23, 2017

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 23, 2017 05:55

February 21, 2017

Crude words – contemporary writing from Venezuela

Umberto Eco once said, with regard to The Name of the Rose, that when you can’t theorise something, the best option is to try to narrate it. This book manages to bring together a fascinating selection of different types of stories and crónicas (reports) so as to offer a justly complex and distinct narrative of Venezuela. It is an extraordinary effort, a doorway that only good writing can offer: where ambiguity manages to overcome the kingdom of stereotypes, to defeat the Manichean moralism which aims to turn history into a mere paean. Here is a country that survives its own headlines. A country to be read.


[From the foreword by Alberto Barrera Tyszka]


While Venezuela may be known around the world for its oil or its politics, Venezuelan writing remains almost entirely unknown, with only a handful of books having been published in English in recent years. Crude Words is our response to this gap, the first ever anthology of contemporary Venezuelan writing and a celebration of Venezuelan literary talent. The collection brings together 30 pieces by Venezuelans both resident in the country and in exile, including essays, short stories and extracts from novels – from genres as diverse as journalism to erotica. There are pieces about food shortages, police brutality and the all-pervasive fear of violent crime, but there is also love, sex and the everyday… life in all its rich variety

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 21, 2017 14:04

February 16, 2017

La prensa libre está presa

Eran las 5 y 17 pm. Estaba viendo por CNN en español un reportaje sobre la inédita luna de miel entre Donald Trump y Netanyahu, el líder de Israel. Dos periodistas intercambiaban puntos de vista, analizaban escenarios y de pronto la señal se fue a negro. Fue un chasquido insonoro. La pantalla quedó muda y negra. Muerta. Era la respuesta oficial del gobierno venezolano al reportaje de investigación de CNN (“Pasaportes en la sombra”) sobre el muy delicado caso de pasaportes concedidos, presuntamente, por funcionarios del régimen a miembros del Hezbollah, es decir, a integrantes del terrorismo islámico. Se había concretado la amenaza que, desde dos años atrás, Maduro empuñaba a cada tanto contra CNN. Otro medio de comunicación ha sido colocado en el paredón de fusilamiento de la revolución. Aquí no se habla mal de Chávez, de Maduro, de Delcy, de Tareck, ni de nadie que merezca el título de camarada mayor. La prensa libre siempre ha sido un estorbo monumental para las dictaduras.


Basta girar el rostro hacia todo lo que han hecho, sistemáticamente, contra la libertad de expresión. Cierran RCTV. Compran El Universal. Compran enterita la Cadena Capriles. Desmantelan Globovisión (aquella, la que ladraba verdades). Arruinan a El Nacional. Obligan al exilio a tres editores (Miguel Henrique Otero, Alberto Federico Ravell, Rafael Poleo). Le prohíben la salida del país a Teodoro Petkoff, director de Tal Cual, diario que posee ya una disminuida presencia. Apagan decenas de emisoras de radio de línea independiente. Asfixian hasta el cierre a decenas de periódicos del interior, demoliendo a instituciones como El Carabobeño o El Siglo. Condenan a cuatro años de cárcel al director del Correo del Caroní. Acaban con 6to Poder. Obligan al cambio de línea editorial de otros medios. Chantajean a decenas de periódicos a través de la ecuación: “te doy papel, me das silencio”. Canjean la renovación de la señal radioeléctrica de los canales de TV a cambio de noticieros domesticados y novelas inocuas. Destierran de las cableras a NTN24, canal colombiano de noticias, por trasmitir exceso de verdades venezolanas. Prohíben transmitir en el país El Comandante, la serie de Sony sobre la vida y “obra” de Hugo Chávez. Deportan a periodistas brasileños que investigan el alcance en tierras nacionales de la olla podrida de Odebrecht. Le prohíben la entrada al país a un periodista español que trabaja para la radio alemana. Cancelan la visa de trabajo a periodistas de radios europeas. Deportan al equipo de comunicadores de Al Jazeera que vino a cubrir la marcha opositora del 1 de septiembre del 2016. Hackean las redes de periódicos digitales que pecan de sinceridad comunicacional. Culpan a un simple portal digital (Dólar Today) de destrozar la economía del país con las mayores reservas de petróleo del mundo. Hostigan a periodistas del patio en las zonas de inmigración aeroportuarias. Arrojan a un calabozo a Braulio Jatar, periodista director de Reporte Digital por publicar el célebre video del cacerolazo de la población de Villa Rosa a Nicolás Maduro. Ordenan a colectivos atacar a reporteros y sustraerles sus equipos de trabajo cada vez que van a registrar una marcha o protesta popular. Obligan a borrar videos y fotografías a los reporteros. Silencian noticias que perturben su ya espantosa reputación. Y, lo más reciente, se anuncia que el Minci tomará nota de todos los medios que publicaron la nota sobre las sanciones económicas que Washington le impone al Vicepresidente de Venezuela y los gravísimo delitos que le señalan.


Solo en 2016 Ipys Venezuela documentó 123 casos de ataques contra la integridad física de periodistas y trabajadores de los medios de comunicación. Esta lista es apenas una foto rápida de la devastación ocurrida contra el periodismo. Y, obviamente, el régimen se ocupará de engrosarla.


Así está la prensa libre en Venezuela. Presa. Secuestrada. Herida de muerte. Y hablando de muros, que ahora están de moda, habrá que ver cómo la prensa internacional sortea el muro cada vez más alto que erige el régimen para impedir que se reporten las verdades incómodas que el mundo debe saber. Le toca a cada ciudadano de este país reclamar su derecho al libre acceso a la información. Le toca exigir respeto por sus periodistas. En todo caso, es bueno que el régimen lo sepa: por más que apaguen las pantallas, las rotativas y los micrófonos de los periodistas, la verdad siempre termina escribiendo los últimos párrafos de la historia.


Leonardo Padrón


POR: CARAOTADIGITAL – FEBRERO 17, 2017

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 16, 2017 10:09

February 12, 2017

Leonardo Padrón: “El país es una novela que nadie quiere ver” (+Video)

Escribir forma parte del menú básico de la existencia de Leonardo Padrón. Así lo admite, con una evidente dosis de certeza y pasión que reafirma su condición de escritor, poeta, guionista y ensayista. El autor de historias que han recorrido el teatro, la radio, el cine y la televisión, confiesa que actualmente “se encuentra en uno de los momentos con mayor trabajo en su vida”.


Aún así, este enamorado del país y opositor declarado al Gobierno Nacional ofrece parte de su perspectiva sobre la realidad venezolana, la cual califica como “una mala telenovela”, muy acorde a las que se ven hoy en la televisión criolla.


-Para muchos la situación del país es una telenovela, ¿cómo va esta trama?


-Actualmente el país se parece a una telenovela con exceso de truculencia, donde los personajes pierden coherencia dramática, hay exceso de melodrama y de cursilería porque los personeros del régimen son tóxicamente cursis y donde todos los eventos que ocurren sobrepasan lo inverosímil. Este relato está desbocado, anarquizado y transmite exceso de violencia.


-Usted menciona que se trata de una mala telenovela, ¿considera que se ha pretendiendo alargar el desenlace?


-Generalmente las historias que se tratan de alargar es porque están dando muy buena sintonía, pero esta es una novela que nadie quiere ver, y tan es así, que cada día hay más cadenas presidenciales porque quieren obligarnos a ver cómo hablan esos personajes y cómo intentan eternizarse en el poder. Ésta es una novela que debió haberse terminado hace muchos años e incluso ésta es una historia en la que Venezuela no debió haber caído y es un error colectivo porque debemos recordar que Chávez llegó al poder por los votos.


-¿Qué cree que ha retrasado el final de esta historia?


-Sin duda alguna, las estrategias muy hábiles del régimen para preservarse y las miserias y mezquindades que a veces triunfan en el ámbito opositor han hecho que esta historia se esté alargando más de lo debido y de una manera insoportable, tanto que ya todos queremos apagar este canal de televisión.


-¿Cómo ha hecho la cultura para sobrevivir en esta situación?


-Le ha costado muchísimo porque en buena medida ha sido diezmada como tantos ámbitos de la vida nacional. Yo siento que nos ha hecho mucho daño la diáspora. Se ha ido demasiado talento y gente valiosa que contribuía de una manera muy nítida a construir un tejido cultural.


-¿Seguirá la cultura a flote?


-La cultura siempre se las apaña para seguir existiendo, incluso en los episodios más oscuros de la historia. Aquí van a seguir escribiéndose libros, componiéndose canciones, pintándose cuadros, estrenándose obras de teatro y eso está ocurriendo a pesar del agobio porque los creadores tienen que seguir ejerciendo su oficio así como el medio tiene que seguir operando.


-Hay quienes interpretan sus tuits como una intervención directa de su parte al terreno político, ¿está metido en la escena política de este país?


-¿Qué venezolano en estos momentos no está salpicado por la política? La política se nos metió en todas partes y cuando la política te invade de esa manera, tienes que reaccionar y esa reacción se convierte en un discurso político. A mí me encantaría estar dedicado exclusivamente a mi trabajo pero es imposible soslayarse de una realidad tan tóxica y tan opresiva. Además, sería inmensamente irresponsable que uno se quedara callado cuando ve la estampida de venezolanos que se están yendo del país o la cantidad de venezolanos que se están muriendo de mengua. Yo creo que estoy ejerciendo mi responsabilidad de ciudadano que le duele este país hasta las entrañas.


-Hablando de las emigraciones, ¿ha pensado en irse en algún momento?


-Creo que no hay venezolano que no haya pensado en irse por más que uno ame entrañablemente este país. Yo no puedo sentenciar nada. Mi apetencia y mi deseo más íntimo es permanecer. Posiblemente me pueda tocar por razones de trabajo viajar y volver pero si esa circunstancia me ocurre, yo mi casa no la voy a vender, por ejemplo. Nunca quemaría las naves radicalmente.


-¿Ha contemplado alguna condición para irse?


-En este momento pienso es en cómo frenamos la monstruosidad que está ocurriendo a propósito de la inminente ilegalización de los partidos políticos incluyendo a la MUD y de la cancelación de las elecciones regionales este año. Cuando uno escucha a un diputado como Héctor Rodríguez decir que actualmente las elecciones no son prioridad para el país, lo que está diciendo es que la democracia no es prioridad. Está demostrando de la manera más explícita la naturaleza dictatorial del régimen.


-Si es así, ¿por qué no se han prendido las alarmas de la democracia?


-Porque hay distintos voceros de la oposición que tienen diversas etiquetas para definir al régimen. Creo que a estas alturas del partido vale la pena que unifiquemos todos la etiqueta que merece este gobierno. Si todos los venezolanos llegamos a entender que efectivamente estamos viviendo bajo una dictadura, creo que se generaría una reacción que implicaría asumir formas distintas de lucha.


-¿Esas formas distintas de lucha que hay que asumir pasan por una reestructuración de la oposición venezolana?


-Tanto se les ha dicho pública y privadamente eso que ellos mismos ya han hecho su “mea culpa” y habrá que esperar lo que implica para el país lo que ellos llaman el nuevo gobierno de la MUD. Yo solamente espero y aspiro que de verdad logren concertar una unidad que no esté nada más integrada por partidos políticos sino por distintos sectores de la sociedad civil.


-¿Se sumaría a esa iniciativa?


-Yo tengo mucho rato a través de mis escritos opinando sobre cómo pienso que se debe actuar, e incluso muchas veces me he reunido con voceros de la oposición y les he expresado mi opinión. A mí no me gusta mucho el anuncio que acaban de hacer sobre una suerte de mesa colegiada donde habrá cuatro voces porque siguen siendo las mismas voces. Creo que un verdadero refrescamiento contemplaría incorporar voces que no provengan de las canteras de los partidos políticos sino de la academia, del movimiento estudiantil, de los sindicatos, de los intelectuales, entre otros.


-Es imposible no pensar en el diálogo entre el Gobierno y la oposición. ¿Qué opina de esta iniciativa auspiciada por el Vaticano?


-Creo que caímos en una trampa extraordinariamente diseñada y que el Vaticano también cayó. Hay que reconocerle al régimen que es inmensamente hábil para tender trampas y que tiene un talante moral bastante cuestionable, y a los líderes de la oposición reconocerles que a veces pecan de candorosos.


-Admite algunas habilidades del Gobierno. ¿En qué otra cosa el Gobierno ha sido particularmente hábil?


-El Gobierno está básicamente apelando a esa clásica desinformación de la gente, a esa manera sumisa de actuar como para donde lo llevan, como para donde lo arrastra la corriente. El chantaje populista del que ha hecho gala el chavismo durante 17 años sigue presente. Es escandalosa la forma en que el Gobierno ha manipulado a la gente de las zonas populares para perpetuarse en el poder, y ahora el Carnet de la Patria no es más que una estrategia electoral que forma parte de esos pequeños señuelos y espejismos clásicos de la revolución.


-Hoy es el Día de la Juventud en el país. ¿Tiene Padrón algún mensaje para los jóvenes venezolanos?


-Es difícil dar un mensaje, pero les diría, en todo caso, que no es la única generación que se ha encontrado con un país adverso. En todos los países y en todas las épocas ha habido décadas complicadas, algunas más terribles aún que las que estamos viviendo nosotros y generalmente esa sociedad lucha por derrumbar la oscuridad que la oprime.


-¿Cómo terminará esta trama nacional?


-Creo que Venezuela va a terminar saliendo de esta camisa de fuerza tan opresiva que tiene y es vital para este país que ese movimiento sísmico de libertad sea protagonizado en buena medida por muchos de sus jóvenes pero también por muchos de los que no son tan jóvenes, es decir, nos toca a todos los que nos duele este país tener la lucidez necesaria, exigirles a nuestros líderes la asertividad y la pertinencia de reconducir los pasos que vienen para definitivamente salir de la pesadilla. Nos toca, es un mandato de los tiempos históricos, recuperar la libertad.


Carlos Carreño Zabala czabala@bloquedearmas.com


2001.com.ve


2017-02-11


 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 12, 2017 17:44

Leonardo Padrón's Blog

Leonardo Padrón
Leonardo Padrón isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow Leonardo Padrón's blog with rss.