Sergio Gutiérrez Negrón's Blog, page 37

February 20, 2012

teatro, una columna

Esta es columna aparecerá el próximo miércoles, 22 de febrero, en el Buscapié de El Nuevo Día. La cuelgo aquí.



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Decir "la política" como se dice "el teatro". Nada nuevo ahí.



Recurrir, por eso de, al prólogo que Luis Rafael Sánchez le escribió a su obra teatral Quíntuples. Leer cómo en el comienzo de la obra, dirá el autor, el público espectador interpreta otro público sin saberlo. Que frente a este otro público los actores darán pie a "la locura instalada en la cordura, la wagnerización de las anécdotas". Pensar, rápido, que en esta otra obra en cuestión, nosotros sin duda representamos al público de una democracia electoral, la "cúspide de la política occidental".



Señalar, también, que en esta obra en cuestión, difiriendo de la de Sánchez, los personajes se hacen cada vez más caricaturescos, que sus posturas se tornan cada más extremas y vacías. Añadir que, a pesar de la redundancia, cuando hablan lo que dicen son palabras sin más. Que su oratoria está compuesta por unidades inconexas, ubicadas en la ecuación sólo para generar una reacción. Que son palabras que no dicen nada. Palabras fácilmente contradichas después, sin coherencia con esa puesta en escena anterior (ver: Fortuño, Gasoducto).



Imaginar que existe un guión, un texto que dicta el movimiento. Imaginar que podemos accederlo, que podemos descifrar finalmente qué mueve a esta gente. Ver cómo se llega hasta ese punto de quiebre, en el que se pierde la continuidad y se erige la pared que separa al público que somos de los políticos, en el que de las palabras sólo queda su sonido.



Pero como advierte Luis Rafael Sánchez a quien monte su obra, que "de ninguna manera, bajo ningún pretexto de experimentación, distanciamiento o muestra de originalidad, deberán dichas acotaciones ofrecerse al público. Son, pese a su apariencia, un código de señales para que la palabra y el gesto proyecten la plenitud de los contenidos que se le han asignado, para que la atmósfera específica que el autor imaginó mientras construía su pieza teatral se realice". Porque él sabe que para que haya teatro, es necesaria la audiencia. Lo saben los actores, los directores; lo saben los técnicos y los músicos. Lo sabe la audiencia.
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Published on February 20, 2012 04:09

February 13, 2012

midwest





Conduces
quinientas millas desde el midwest
norteamericano hacia el sureste, 
cruzando largas planicies vacías, de montañas tan lejanas que son
inexistentes, con pequeñas islas de nieve y hielo formando a lo largo del
paisaje un archipiélago titubeante. Aunque sabes lo suficiente como para
deshacerte de la idea, se hace extremadamente difícil elidir el pensamiento que
te dice toda esta tierra está vacía, toda esta tierra se puede poblar, y,
tomado por ese mismo aire que suaviza el cerebro, comienzas a formular las posibilidades
comunales que históricamente han vertido hacia el fracaso. Comienzas a
imaginarte a un grupo de personas que, aprovechándose del aislamiento, del
silencio de las geografías ajena a los mares y a las urbes, ignorando
totalmente que también la tierra es historia (la historia de otros, pero también
la de los nuestros, Walcott), deciden comenzar desde cero, dejar la mugre de
los días atrás, construir una gran casona que funja de origen, y un concepto,
muy semejante al ascetismo, a la austeridad de las ermitas. Desde cero: o
partiendo del cero. Son unos solos pocos. Quizás sean los únicos, y se piensen a sí mismos no como los integrantes de la comunidad, sino como sus productores, como mero eslabón en ese producto que harán entre todos, consumado por sus hijos, y los hijos de sus hijos...




Ves un
automóvil despejar el paisaje, en dirección contraria. Es el primero que ves en
más de media hora. Una camioneta roja, cristales oscuros. Al borde del camino,
hay una bolsa ensangrentada. No sabes si fue un perro, o un venado.   
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Published on February 13, 2012 17:03

January 28, 2012

dice carlos esteban cana sobre palacio




En
las letras, desde Puerto Rico: Cezanne Cardona reflexiona acerca de
Palacio
primera novela de Sergio Carlos Gutiérrez.







por Carlos Esteban Cana




Conozco a Sergio Carlos
Gutiérrez desde que era estudiante de escuela superior. Sucede que desde muy
joven Gutiérrez supo que su vocación era la creación, por ese motivo me lo
encontré como uno de los participantes de El barco de tinta china.  Con ese
nombre había bautizado el poeta y narrador Amílcar Cintrón su taller de
escritura, uno que estimulaba la creación literaria mediante la exploración de
memorias, historias y la búsqueda de voz en los talleristas. Amílcar había
invitado al cuentista Angelo Negrón y a este servidor para que compartiéramos
breves impresiones sobre la experiencia de ser escritor. Los tres (Angelo,
Amílcar y yo) nos habíamos convertidos en buenos amigos durante los años que
desarrollamos la revista de creación alternativa Taller Literario durante los
90's.




Recuerdo como si fuera
hoy esa última sesión de El barco de tinta china cuando procedimos a escuchar
lo escrito por los pupilos de Amílcar. Dos jóvenes destacaron sobre todos los
demás: Ana Teresa Toro (que con el tiempo se ha convertido en una de las principales
voces del periodismo cultural del País, ya sea en la radio o en prensa escrita;
el trabajo creativo de esta narradora -quien también estuvo ligada al panorama
teatral- le ha hecho merecedora de becas y premios nacionales e
internacionales) y Sergio Carlos Gutiérrez. 




Fue curioso el gesto
espontáneo y simultáneo que Angelo y yo tuvimos cuando escuchamos el cuento de
Sergio Carlos. Uno que hablaba de diversos dioses instalados en el ambiente
urbano. Literalmente nos quedamos con la boca abierta. Allí, sin lugar a dudas,
había un excelente narrador, esa fue la impresión con la que nos despedimos y
el tiempo no ha hecho más que confirmar aquella intuición.

Con el tiempo volví a
tropezarme con Sergio Carlos. El libro En el vientre de una isla abre con su
cuento Los hijos de Coalibey. Más adelante le solicité un cuento para el
accidentado Taller Literario número 8 (número que íbamos a subir en línea pero
que fue hurtado en el último momento). También lo leí en su propia bitácora en
el ciberespacio. Y ya de forma esporádica me encontraba en los linderos
laberínticos del circuito de librerías del casco urbano de Río Piedras. Esta
vez él era uno de los integrantes de la flamante mesa editora de la revista
Agentes Catalíticos (junto a Juanluis Ramos, Rubén Ramos y Samuel Medina –su
fundador-), publicación que con el tiempo se convertiría en uno de los tres
principales proyectos de vanguardia colectiva y literaria que tuvo la primera
década del siglo XXI en las letras puertorriqueñas: El Sótano 00931, Derivas y AC.
Aquí voy con mis metáforas musicales. Si los Beatles cerraban los 60's y Led
Zeppelin abrían los 70's. El Sótano cerraba esa primera década con dos épocas,
singular presencia mediática y una editorial, y Agentes Catalíticos se desplega
en la que recién comienza con el paso firme que aún lleva su proyecto impreso,
diverso y multi-mediático. 

 

Por todo lo anterior fue
muy significativo asistir a la presentación de la primera novela de Sergio
Gutiérrez Negrón, titulada Palacio. Una velada original que tuvo la marca
registrada del tipo de eventos organizado por Agentes Catalíticos. La pantalla
amplia con un collage de imágenes en el fondo, y al frente dos personalidades
que instalan su nombre con paso seguro en el panorama literario. Me refiero a Cezanne
Cardona, autor de la novela La velocidad de lo perdido, y Manolo Núñez Negrón
creador de la colección de cuentos El oficio del vértigo.  




Sergio escuchó
atentamente las reflexiones de Cezanne Cardona acerca de su novela. Después Él
mismo leyó un fragmento de Palacio,  y finalizó la velada –que para mí
tenía cierto aire de relevo generacional- con una amena conversación entre
Gutiérrez y Manolo Núñez Negrón. Al día siguiente, si no me equivoco, escuché
un poco más del proceso creativo en Palacio cuando Sergio fue entrevistado por
Rafael Josué Vega para el programa Piedra, Papel y Tijera de Radio Universidad
de Puerto Rico.



Dicho lo anterior, En
las letras, desde Puerto Rico
 comparte con sus lectores lasimpresiones que Cezanne Cardona compartió en la librería La Tertulia acerca de Palacio,primera novela de Sergio Gutiérrez Negrón.


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Published on January 28, 2012 14:01

January 27, 2012

comforter, un cuentito


Candler Park de mañanitas, otra vez.




H despierta
y se endereza, sentándose en su cama. A su alrededor, todo está desperdigado en
una serie de nubarrones de distintas variedades circulares y de colores chatos.
Entre la espesa nubosidad una forma como de silla derretida, plateada. Inhala profundo y aguantando el pulmón
expandido, estira su mano izquierda hacia la mesa de la noche. La palpa, con
duda en la punta de sus dedos. Tumba un vaso de agua. Maldice. Retira la mano
un segundo, la mueve un poco más hacia la izquierda, vuelve a palpar. Sienta la
forma plástica que busca. La toma y la lleva a su rostro. Baja la cabeza, y
acomoda los espejuelos de pasta por sobre sus ojos, pero mantiene estos
cerrados, por unos segundos más. Lo hace con cuidado. Evitando los golpes. Recuerda lo que sucedió la noche (¿el mes?) anterior.
Recuerda el estrépito con el que culminó todo, el azote que hizo
que quedara en silencio, la angustia con la que se deslizó entre las
sábanas perfectamente cuadradas con el comforter.
Abre los ojos pero no ve nada. Los vuelve a cerrar y lleva el brazo izquierdo
hacia detrás de su cabeza, en busca del cordón de la cortina, y lo tira,
haciendo que todo explosione en una luminosidad obtusa. La habitación está
deshecha; testamento de la más indómita y febril desilusión de la que puede sufrir
un hombre que acaba de sobrevivir un accidente automovilístico que claudicó la vida
de su hermana y su novio.

H no tiene
frío, pero teme salirse de entre las sábanas. Lentamente, se quita la mano
izquierda del rostro (la misma que tomó los espejuelos, la misma que tumbó el
vaso de agua y aún sigue húmeda.) Mira por encima de su hombro por la ventana
hacia afuera. Más allá de la escalera que cubre la vista, más allá de la explanada
de asfalto que funge de estacionamiento para el complejo, y más allá de la
verja, puede ver el parque, aun cubierto por una finísima capa de neblina.
Mirándola la pequeña inclinación del terreno, hace descender su mano por entre
las colchas, rozando su muslo, hasta que alcanza la rodilla aruñada y la
detiene.




Continuar
la exploración, lo sabe, significaría dar paso a la certeza de lo perdido. 
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Published on January 27, 2012 11:46

January 26, 2012

el poema, la poesía, y el pulular







Candler Park hace como dos días, en la mañana.







Caminando a casa con dolor de cuello, me
estaba preguntando hoy que cuál es la relación entre la poesía y el poema. Es
una paja mental, y pensé que podía escribir algo más extenso luego, tras leer
ciertas cosas que tengo pendiente, y que creo que tocan el tema. Pero de todos
modos, cuando por fín llegué a casa seguí pensándolo y, por impaciente, decidí
saltar al vacío en el blog, un ratito, como descanso de todas las tareas que
tengo que hacer. Entonces, ¿cuál es la relación entre la poesía y el poema si entendemos
la poesía como ese algo inasible,
inaccesible, e irrepresentable? Ese algo que nos sobretoma, que nos sobra, y
que nos sobrepasa, ¿puede el poema expresarla? El poema como producción cultural
tiene data histórica: sus formas y contenidos son productos que han
evolucionado por siglos, por lo cual cualquier poema, todo poema es parte de ese sistema literario. Ningún poema sale de
esos parámetros, ningún poema es máquina soltera, en ese sentido.  El poema es producción, y, aún el poema más
azaroso, el poema más repentino debe entenderse producción racional porque
recurre al idioma, a esa otra maquinaria del pensamiento. Esto dicho, debe
quedar algún rastro de la poesía en el poema, y quizás ese rastro sea lo único a
lo que podemos acércanos: todo lo demás es tradición, propia o ajena; todo lo
demás está social, cultural, e históricamente predeterminado.




El poema es aquello que dice algo distinto.
Cuando decimos "esa pintura es un poema" nos referimos a esa cualidad esquiva
que sabemos que carga el poema. No obstante, la poesía no es ese algo: dentro de nuestros sistemas de significación la
poesía no es nada de lo que podemos nombrar (¿ah?). ¿Entonces? ¿Entonces, qué tanto de
la poesía hay en el poema? Supongo que sólo su murmullo, sólo el eco de lo que
fue la poesía. Y aún así ¿no es esto una visión bastante optimista? ¿Pensar que
queda algo de aquella cosa que es la poesía? Si la poesía deja
algo, deja algún rastro, debe operar de algún modo. Y si opera, produce. Porque
toda operación es la producción de algo. No sé.




Pienso esto, y luego me incomodo porque esa
concepción de la poesía es demasiado religiosa. Demasiado cristiana, demasiado
mítica y recostada de la inspiración divina, de la irrupción de una experiencia
mística. ¿No debería la experiencia mística trastocarnos y dejarnos incapaces
de producir? Entiendo que sí. Entonces, lo que producimos después es el mero
eco, la mera repetición ya perdida de aquello que no sabemos que fue pero que
fue. Reemplacemos lo de místico con lo
otro
. No una experiencia mística, sino una experiencia otra.




La poesía en tanto inasible debe pertenecer
a otro registro. No obstante, depositarla en un registro externo que nos da o golpea
 
de repente me parece equívoco. Otra
vez, le rehúyo a la inspiración divina. Pero, entonces, si la poesía nos surge
de adentro debe provenir de algún lugar dentro de nuestra biología, como el
pensamiento mismo. ¿Será que la poesía, ese golpe que nos conmueve, nos trastoca
y nos deja en ese lelo tras el cual producimos el poema no es más que la
accidentada aumentación, o disminución de algún químico en ese adentro que en
los campos culturales ignoramos? ¿Ese adentro que no es un vacío, sino algo que
está bastante lleno de cosas pegajosas y órgaons?  ¿Podemos pensar la poesía como la repentina conjugación
de ciertas sustancias en nuestro cerebro? ¿Por qué no? ¿Por qué mantenerla en
la pura abstracción y no insertarla a la abstracción de nuestra propia
biología? Si es así, si ese ímpetu se trata de un cortocircuito neuronal,
¿cambia algo? Ese cortocircuito sería la poesía y de él sólo quedaría el trazo
en el poema. ¿Qué causa este cortocircuito? ¿Qué está adentro de los electrones
y neutrones que estallan uno en contra del otro? Por más que busquemos, adentro,
y adentro, y cada vez más adentro, a lo que llegamos, al fin y al cabo,
siguiendo esta línea de pensamiento es a la poesía como algo que nos pasa, como evento o acontecimiento, y aún entonces no
llegamos a nada. Estamos donde comenzamos. ¿Cuál es la relación de la poesía
con el poema?




No sé, y pensarlo me cansa. Puede que no
sea tan complicado. Puede que sea algo que hacemos y en lo que insistimos.
Puede que se trate de otro mito, que no haya tal cosa como la Poesía y todo sea
poema. Esto estaría bien también. No apuesto nada. Pero si es así, ¿cómo
desmitificar si no seguir ahondándonos en él hasta dar con una pared? ¿No sería
esta pared, entonces, la poesía? ¿Haríamos de esta pared, consecuentemente, el
secreto milagroso? Responder la pregunta sería conseguirme otro hobby, así que
por ahora la dejo ahí, porque mañana tengo que caminar a la uni nuevamente.

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Published on January 26, 2012 14:46

January 22, 2012

multiuniversidad, una columna



Esta columna saldrá publicada este miércoles, 25 de enero del 2011 en la sección de Buscapié de El Nuevo Día.

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Multiuniversidad

Entre las páginas del recién publicado y científico informe de reorganización de la UPR, se relata la terrible y brevísima relación de la destrucción de las universidades (utilizando un avanzado vocabulario de post-estos y pluri-cuestiones, y multi-etcéteras). Asunto peligroso, nos avisan inmediatamente, y nos apuntan a las coordenadas del axis del terror: "ideologías de izquierda" y "filosofía postmodernista". Estos males hace mucho infiltraron nuestras universidades, pero nos informan que también, ¡oh dios!, han estado presente hasta en la universidad estadounidense.

El Comité explicará el aterrador origen del tumor a extirpar. Penosamente se nos relata que estas posiciones surgieron en el Norte como respuesta "a la lucha por los derechos civiles, así como la impopular guerra de Vietnam" y, como consecuencia, causaron "inestabilidad" en la gobernanza de nuestra gran y admirable multiuniversidad americana.

Estos funestos orígenes también dieron pie a esa terrible 'filosofía' premarital y multitransversal que ha tocado las trans-partes del hiper-profesorado: el postmoderismo. Suena terrible, como una sopa de alpargatas con comino. El comité nos explicará que éste es una pésima corriente que rechaza "la metodología científica moderna, a la verdad objetiva", que considera "la ciencia es un mito", y también "es una posición de escepticismo ante todo". ¡Anti-ciencia!

No quiero sonar postalgo, pues lo primero que hago en las mañanas es realizar una pregunta antes de investigar mis alrededores y formular una hipótesis acerca de mi higiene, pero voy a detener el chistecito e ir al punchline en el próximo párrafo.

Si construyes un documento en el que la falta de gobernabilidad es deplorable, y que todo aquello que crea inestabilidad debe ser eliminado y descartado, y luego propones que la lucha de derechos civiles y las protestas contra una guerra accidentada han sido históricamente factores de esta inestabilidad, y, por lo tanto, son indeseables, ¿qué estás diciendo? ¿Que el mundo y la universidad serían mejores si estas causas hubiesen sido evitadas? ¿Que el pensamiento crítico tiene que ponerse en hiato en pos de la gobernabilidad? ¿No es uno de los pilares del método científico que toda proposición científica puede ser refutada?

No quiero crear problemas pero, ¿será que el Comité no cree en la Ciencia?



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Published on January 22, 2012 11:43

January 6, 2012

elefantes


A veces los elefantes me parecen demasiado alborotosos, sus pasos pierden la gracia que les cantan, sus colmillos se vuelven como navajas, o uñas limadas con celo y malas ganas pa' cortar.




–Los cementerios de elefantes no existen –me dijo alguien, alguna vez.
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Published on January 06, 2012 15:16

January 3, 2012

dobles arrebatados y flor de ciruelo y el viento






Hace mucho frío y como no tenía más nada que
hacer, ni ganas de salir a hacer ejercicios para perder las libras adquiridas
tras semanas intensamente familiares, me senté a terminar de leer la novela de
Rafah Acevedo, Flor de Ciruelo y el Viento,
que me trajo mi hermanita cuando vino a visitarme, disfrazada de regalo
sorpresa, a pesar de que yo le había ya hecho el pedido. Pues, sí, después de
un plato de arroz con habichuelas, y un café, y todavía con frío, y la novia
ocupada en sus cuestiones coloniales, la terminé. Quise escribir una reseña,
pero en realidad me parece que la de Rubén Ríos Ávila, "Humor de amor perdido"
le da a los principales clavos y a algunos más. Cuando la cerré me acordé que éste,
en su reseña, recuerda una anécdota de Beatriz Sarlo en la que se contraponen
Borges y Arlt, como una pareja de contrarios (aunque para mí son más como dos
caras de dos pesetas distintas que de casualidad comparten un mismo bolsillo
apretado de un mahón gastado), y recurre a mezclarlas, confundirlas, para así
describir al narrador de la novela. Esta imagen me parece capturar la esencia
del libro, que al fin es un libro de dobles arrebatados­ (Reloj y Li Yu, el
Emperador Young y el General de los Comedores de Peces, la lectura china y la
lectura tropical y la lectura china tropical, etcétera, etcétera, y etcétera). Digo arrebatados tanto en su sentido diccionarístico, como en su sentido mafutero, porque a veces me reía, o porque a veces detenía la lectura y pronunciaba algo que aparentaba ser chino para descubrirme diciendo coca cola, o mofongo; y porque a veces me encontraba haciendo la lectura exoticista, sintiendo que me leía alguna leyenda china, como salida de Dynasty Warriors, hasta que un footnote me recuerda alguna zanganería que el personaje editor piensa necesaria, o, que, de hecho, es supremamente necesaria. Anyways, la cita de Rubén:

El narrador idiota
de Acevedo es, siguiendo esta observación de Sarlo, como un Borges que
despierta por la mañana convertido en Roberto Arlt, pero que, en vez de
preocuparse por su metamorfosis, como la madre, el padre y la hermana de
Gregorio Samsa, que no lo dejan tranquilo, se da a la tarea minuciosa de ocupar
su nueva identidad, tratando, con los pocos recursos que su recién empobrecido
vocabulario le permite, de seguir siendo uno de los escritores más cultos del
mundo conocido. En este alucinado cruce de identidades literarias, el narrador
erudito ha perdido la capacidad del control analógico y  confunde la
gimnasia con la magnesia. La escritura ideográfica de los caracteres chinos se
convierte para Acevedo en una metáfora, en un  espejo donde todo es capaz
de reflejarse. Es difícil distinguir dónde empieza la filología y dónde termina
la charlatanería en esta sarta interminable de foot
notes
, de notas literalmente al pie, podría incluso decirse,
postradas, ante el poder de la letra.




Acevedo transita la
fina y delicada cuerda del humor, sin redes. Para burlarse de la erudición hay
que ser erudito. Para no tomarse la literatura en serio hay que haber leído
como un demente. Y para escribir sobre la melancolía de la desmemoria hay que
tener una memoria de elefante.



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Published on January 03, 2012 16:24

December 18, 2011

sobre el arte de la cita, escribe sarlo sobre benjamin





 El arte de la cita une dos cualidades que Benjamin cultivó personal e intelectualmente: la amistad y la reserva. Su correspondencia con Scholem y su correspondencia con Gretel y Theodor Adorno son una prueba: cartas a la vez sinceras y escondedoras, donde no se dice todo lo que el otro espera, donde la vocación de secreto, que Benjamin cultivaba, se mezcla con la necesidad de comunicar  y el reclamo de ser leído. El arte ejercido por Benjamin en estas cartas es parecido al de la cita: toma la palabra de su interlocutor, da vueltas alrededor de ella, le responde y, muchas veces, vuelve a transcribirla en la carta propia. Hospitalario a las sugerencias que recibe, amistoso y  ávido de diálogo, Benjamin es también mesurado y muchas veces misterioso. Siempre, sin embargo, necesita de ese impulso que es el texto ajeno, la relación íntima con la escritura de otro, para su propia escritura. 


 Cuentan que Benjamin era un conversador fascinante; como escritor, esta cualidad dialógica lo empuja hacia la cita, esa amistad con la escritura ajena, que es a la vez un reconocimiento, una competencia y un combate. Su reserva lo llevó a trabajar la cita con las prevenciones con que un cuerpo toca a otro cuerpo desconocido, haciéndola pasar primero por sus cuadernos de notas, para acercarla, en el movimiento de la caligrafía, a la respiración de su escritura. 


La cita no es sólo la presentación de una prueba de lo que se quiere demostrar (como en los escritos convencionales) sino una estrategia de conocimiento. Si la verdad del Libro no escrito se descubre en esos miles de citas, ellas también le permiten a Benjamin mostrar su gusto por el aforismo, que depende básicamente de su forma literaria, de la capacidad de compactación de la idea en escritura, que ha renunciado a la retórica de la argumentación para apoyarse en el recurso poético de la presentación inmediata.  La cita comparte con el aforismo su brevedad y su aislamiento respecto de un texto corrido. En realidad, toda cita significativamente elegida funciona como aforismo, una vez que ha sido separada del original donde su encadenamiento es fuerte. Extraída de su espacio primero, la cita pierde las cadenas que la unían a la argumentación que éste presentaba.



"El Taller de la Escritura", Beatriz Sarlo, en Siete ensayos sobre Walter Benjamin. 

[Tropecé con un fragmento mayor del texto de Sarlo en el blog "Poder, espacio y ambiente", y luego lo googlié y encontré el texto entero, linquiado arriba. ]

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Published on December 18, 2011 16:11

December 15, 2011

sobre el world literature y la diseminación de la identidad, escribe duchesne winter




La
globalización de los mercados editoriales y académicos ha ido abriendo un nicho
exotista nada despreciable bajo la categoría de World Literature o Literatura Mundial, algo parecido a la World Music o Música-Mundo. Pero siempre
se trata de un producto editorial, académico y publicitario procesado y
re-exportado por los centros transnacionales. Se debe mantener la sospecha sobre
esa regulación centralizada de pautas, modas y celebridades literarias
tercermundistas "espontáneas", si bien no se debe negar la oportunidad que tal
apertura significa para cientos de autores de la periferia. Sin embargo, el
mejor antídoto contra la guetoización exotista que imponen los mercados es el
comunismo literario asumido como modo de diseminación de la identidad. Sin
necesariamente prescindir del sustrato comunal que le aporta su historia local,
en lo que éste significa como material literario y escenario de enunciación, el
autor de origen colonial, poscolonial o subalterno debe probar la potencia
diseminadora del evento literario asumiendo las tradiciones cosmopolitas y
haciéndolas pasar por el plasma del comunismo literario y su paradójica
incomunidad de orígenes. Si en algo sirven la hibridez y las fronteras es como
puentes hacia el comunista no lugar
de lo literario invocado por las plurales estéticas del lenguaje.







Fugas Incomunistas de Juan Duchesne Winter 


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Published on December 15, 2011 08:52