Andrés Accorsi's Blog, page 129

February 19, 2015

19/ 02: BATMAN: THE MAN WHO LAUGHS

Este TPB recopila un librito prestige de 64 páginas y una saga publicada en tres episodios de Detective Comics, todo escrito por Ed Brubaker, cuya temporada al frente de la revista Batman ya evaluamos en otras reseñas, allá por principios de 2011. El prestige titulado The Man Who Laughs tuvo muy buenas críticas, y además soy bastante fan de Doug Mahnke, el dibujante; por eso me compré este libro, aunque lo de Brubaker en Batman no me había terminado de cerrar, y a pesar de mi minoritaria cruzada contra el ya insostenible Bruce Wayne.
La consigna de The Man Who Laughs es un disparate: se trata de contarnos el primer combate entre Batman y el Joker. ¿Está mal? No, está bien. Pero ya lo habían hecho Denny O´Neil y Brett Blevins en el n° 50 de Legends of the Dark Knight. De hecho, esta historia se pisa con varios episodios “canónicos” de la recordada LOTDK. ¿Hacía falta recontar la primera lucha Batman y el Joker? No creo. ¿Y contar de otra forma la primera aparición de la bati-señal? Menos todavía. Lo cual no quiere decir que The Man Who Laughs sea una mala historia, o que Brubaker se haya tirado a chanta en el desarrollo de esta idea de escasísima originalidad.
Acá hay una excelente caracterización del Joker, una dignísima intención de recrear la dinámica entre Batman y Gordon que imaginó Frank Miller en el glorioso Year One, diálogos y bloques de texto muy bien escritos y –lo que a mí más me atrapó- un equilibrio muy logrado entre un relato más aventurero, más centrado en la machaca, y un relato más detectivesco, en el que lo más importante es la investigación y el análisis de las pistas que Batman y/o la cana van encontrando. Por eso, aunque el argumento me pareció sumamente reiterativo, pude disfrutar del guión. Del “cómo pasa” por sobre el “qué pasa”. Lo único flojelli son las volteretas medio inverosímiles que pega Batman para proteger el secreto de su doble identidad, pero bue… hay que fumárselas.
También ayuda mucho el dibujo de Mahnke, que está muy bien. Su Gotham es ominosa, su Arkham Asylum es inquietante, su Joker es perturbador y en las escenas de acción conserva una sobriedad muy bienvenida. La única cagada es que no dibuja lenguas. Sí, el mejor dibujante de lenguas del mundo no dibuja una puta lengua en 64 páginas. Tener a Mahnke en un comic en el que no hay lenguas es como tener a Milo Manara en un comic sin minas, o a Rudy Nebres en un comic sin panteras. Un desperdicio absoluto, sin pies ni cabeza.
¿Y qué onda la otra historia, la que aparece como complemento, para rellenar un poco el TPB y que no sea una mera reedición del prestige? La verdad que está muy buena. Acá Brubaker hace algo que a nadie se le ocurrió hacer en la época clásica de Legends of the Dark Knight: un team-up entre Batman y el justiciero más grosso que defendió a Gotham en los ´40 y ´50, nada menos que Alan Scott. Por primera vez, ambos héroes unen fuerzas para resolver una serie de crímenes que se había iniciado en 1948 y que el Green Lantern original no había podido resolver en su momento. La forma en que la amenaza de 1948 se manifiesta en 2003 es medio… discutible y, al encarar la historia más para el lado detectivesco, hay muchas escenas en las que Scott queda medio pintado al óleo. Pero a pesar de eso la trama está muy bien, es ganchera, no está estirada ni apretada, incluye revelaciones grossas, dilemas morales complicados… muy entretenida y bastante profunda, incluso. De nuevo, Brubaker trabaja muy bien al personaje de Gordon y me sorprendió con su manejo de Alan Scott, un héroe que va para un lado muy distinto del que le gusta explorar al guionista.
El dibujo de estos tres episodios está a cargo de Patrick Zircher, un obrero del lápiz sin nada para destacar, ni positivo ni negativo. Es un dibujante cumplidor, correcto, de la parte del medio del montón, que por momentos parece una cruza no muy lograda entre Eduardo Barreto y Paul Gulacy. No es brillante, no es original, tiene menos sorpresa que un Kinder, pero podría ser infinitamente peor.
Se supone que el anzuelo para que piquen las masas son Batman y el Joker. Pero si te gusta Ed Brubaker, acá lo vas a encontrar en un muy buen nivel, piloteando con mucho decoro dos reencuentros con un personaje que no le había resultado tan fácil escribir durante su paso por la serie regular. Si sos fan de Doug Mahnke, también te esperan 64 páginas muy atractivas. Y si seguís incondicionalmente a Alan Scott, acá hay una aventura que pocos de sus fans saben que existe y que está muy bien. No es un TPB de primera necesidad, pero se la re-banca.
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Published on February 19, 2015 17:08

February 18, 2015

18/ 02: BARRAS VS. HOOLIGANS

Después de varios números autoeditados de la revista Barras, el creador de la serie, Emilio Utrera, decidió subir la apuesta y salir con una novela gráfica de 50 páginas para coincidir (más o menos) con las fechas del Mundial. El resultado es un producto atípico, muy raro, con algunos logros y unas cuantas limitaciones.
Lo primero que llama la atención es el prólogo, un texto pensado para contextualizar la historia y explicar algunas cuestiones que tienen que ver con las barras bravas argentinas, brasileras y británicas. Y llama la atención porque el texto está muy mal redactado, con serios problemas en la gramática y en los signos de puntuación. Esos mismos problemas se van a ver a lo largo de toda la historieta, no sólo en los globos de diálogo (en los que los errores podrían ser intencionales, para reflejar los modismos medio deformes con que se expresan los barras) sino también en los bloques de texto, en los que toma la palabra un narrador omnisciente. Ahí hay faltas de ortografía, espacios entre las palabras que no están o están mal puestos, muchos signos de puntuación, acentos y hasta letras faltantes, y textos que no encajan bien en el espacio de los globos. Un verdadero alud de desprolijidades que, sumado a la espantosa tipografía elegida para los textos, hace que todo el libro sea muy arduo de leer.
Lo peor es que el argumento en sí es bueno. Está bien documentado, la acción está bien dosificada, todo lo que pasa es creíble, tiene momentos de verdadera tensión, momentos cómicos, situaciones muy extremas, muy impactantes, y además es muy revelador en su intento de mostrarnos ese “lado B” del Mundial, que tiene que ver con la violencia, el kilombo propiciado por estos salvajes, y los métodos (legales, ilegales y cuasi-legales) que usan para financiarse. A lo largo de 50 páginas, muchos personajes entran y salen de escena, y en ningún momento te perdés, ni te los confundís, porque Utrera se esfuerza para darles a todos rasgos distintivos, tanto en el diseño como en la personalidad. Hay una “traición” grossa, que es que el enfrentamiento con los hooligans a los que hace mención el título es casi una anécdota menor, que ocupa poco más de cuatro páginas. El título “honesto” de la novela debió haber sido Barras en Brasil.
O sea que los problemas son mayoritariamente de guión, no de argumento, ni de dibujo, ni de narrativa. Utrera es un gran osbervador de los comportamientos, la forma de hablar, de moverse, hasta de vestirse de estos… homínidos, y hasta logra que uno les cobre un cierto afecto a pesar de mostrarlos como una manga de bestias, de marginales, siempre al borde del delito y el descontrol.
El dibujo está muy bien, es muy dinámico, muy plástico, muy expresivo, y se apoya en un claroscuro fuerte, intenso, poderoso. Me hizo acordar a los mejores trabajos de Fernando León González, pero con más mancha negra. La puesta en página está muy bien, pensada para sumarle vértigo a las tropelías de los barras, y además potenciada por una gran variedad de ángulos y enfoques y un despliegue muy generoso en materia de fondos. Si no te produce rechazo su impronta grotesca, exagerada, seguro te va a gustar el dibujo de Utrera, como le gustó a los coordinadores de Vertigo que ya le publicaron algún trabajo en EEUU.
Acá había personajes, situaciones, datos de la realidad y sobre todo una temática, como para mandarse una muy buena novela gráfica. No llegó a octavos de final porque le patearon en contra los textos, que es sin dudas el punto que Utrera deberá repensar (o delegar) en futuras historietas, con o sin barrabravas.
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Published on February 18, 2015 11:58

February 17, 2015

17/ 02: BAKUMAN Vol.7

Vuelvo al manga, después de unas cuantas semanas de abstinencia, y vuelvo con el mejor manga que se está publicando actualmente en Argentina.
Este es un tomo importantísimo en la obra de Tsugumi Ohba y Takeshi Obata, porque acá los chicos protagonistas se ven obligados a replantearse un montón de cosas, entre ellas el rumbo que van a elegir para continuar con sus carreras como mangakas. Es un tomo que avanza lento, muy hablado, muy pensado, pero en el que finalmente pasan unas cuantas cosas importantes para Mashiro, para Takagi y para el Shonen Jump en general. Ohba nos muestra una radiografía cada vez completa, más osada del backstage del popular semanario japonés, se anima a poner al descubierto detalles, milimétricamente diseccionados, de prácticas, roscas y hasta manías y perversiones de los coordinadores que trabajan en la publicación y que muchas veces resultan determinantes en el éxito de un manga o incluso en la carrera de un autor.
Tan importante es en este tramo el rol de los coordinadores que durante un extenso pasaje del tomo Ohba propone a Goro Miura como “el villano a vencer” y tensa a niveles casi épicos las opiniones y estrategias cruzadas entre el coordinador y los jóvenes protagonistas. Por supuesto, ganará la cordura, y sobre todo el esfuerzo, la pasión de Mashiro y Takagi por esta profesión a la que más que abrazarse, se aferran. Una vez más, vamos a ver a los chicos dejar el alma para salir adelante, para lograr afianzarse en el competitivo mercado del shonen sin renunciar a su pulsión creativa, a lo que realmente tienen ganas de hacer.
En paralelo al rol de los coordinadores, Ohba reserva también muy buenas secuencias a otros jóvenes mangakas que debutaron en la Jump más o menos al mismo tiempo que Mashiro y Takagi. A veces les dedica apenas una viñeta a cada uno, como para decir “no me olvido que todos estos personajes siguen siendo parte del elenco”, y cuando puede, habilita escenas en las que se lucen muchísimo, especialmente el excéntrico e hiperkinético Eiji Niizuma y Koh Aoki, la chica intelectual, retraída y misteriosa, que para el tramo final del tomo cobra bastante protagonismo. La que esta vez come banco de suplentes a lo pavote es Azuki, la “novia” de Mashiro, que sólo figura a través de un par de mensajes de texto. Es el personaje que menos me interesa de toda la serie, así que todo bien.
Lo único que me resultó ilegible son las viñetas en las que Obata dibuja los bocetos de Takagi, en un estilo intencionalmente precario. El resto, si bien tiene muchísimo texto, es un verdadero deleite visual, mérito de un Obata que sabe perfectamente cuándo desentenderse del realismo fotográfico para acentuar las expresiones de los personajes, y cuando eliminar los fondos.
Terminado el primer tercio de la serie, Bakuman no decae en lo más mínimo, sino que el entusiasmo sube tomo a tomo. Dibujo maravilloso, guiones increíbles, personajes muy bien delineados, diálogos muy graciosos (por lo menos en la traducción argenta, obra de Nathalia Ferreyra) y ese gancho irresistible, que es el de conocer por dentro los entretelones de la producción de los mangas más populares. Un lujo que esto se esté editando en nuestro país.
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Published on February 17, 2015 17:22

February 16, 2015

16/ 02: HELLRAISER Vol.7

Después de aquel violento masacote de historias cortas de Hellraiser que me bajé el 06/02/12, me quedó bastante más claro cómo está armado y cómo funciona el universo con el que Clive Barker revolucionó el terror en los ´80. De todos modos, lo que me hizo tirarme de cabeza sobre este librito (el Vol.7 de la edición original, la de Epic) fue primero el precio, porque lo rescaté de una batea de ofertas a un precio irrisorio, y segundo la presencia de dos dibujantes que me ceban infinitamente: John Bolton y Kyle Baker. Veamos con qué me encontré.
Abre una historieta breve, de sólo seis páginas, escrita por Robert Washington y dibujada por John Rheume, dos autores a los que no tenía para nada presentes (Washington me suena hasta ahí, quizás de algún título del sello Milestone que jamás leí). Lo que tienen para ofrecer es bastante pobre, con alguna buena intención en el dibujo (en una onda Angus McKie, pero con menos narrativa) y cero ideas en el guión.
El maestro Bolton forma equipo con otro guionista ignoto, Nicholas Vince, para una historia bastante más extensa (15 páginas). Me interesó el argumento, pero no la forma en que Vince lo desarrolla, que se me hizo muy larga y muy anodina. Por suerte están los dibujazos de Bolton, a un nivel superlativo, quizás entre lo mejor de su gloriosa carrera. Le faltan los fondos, nomás. Todo el resto es magia y talento en estado puro, con una cantidad impresionante de recursos estilísticos y con un vuelo plástico muy por encima de Hellraiser en general y del guión que le tocó dibujar en particular.
La historia más larga tiene 16 páginas y es una vuelta de tuerca bastante ingeniosa para vincular a Jack el Destripador con la mitología de Hellraiser, los cenobitas y todo el chamuyo barkeriano. Esperaba poco de esta historia, porque no conocía al guionista (Ron Wolfe) y nunca fui fan del dibujante (Bill Reinhold). Sin embargo -y quizás gracias a mi escasa expectativa- me dejó sat¡sfecho, en especial el trabajo de Reinhold, que acá pela onda, dinamismo y climas, no a niveles de un dibujante de primera línea, pero sí por encima de otros laburos suyos que recuerdo haber leído en los ´80 y ´90.
La que le toca dibujar a Kyle Baker es una breve historia de seis páginas, sostenida en una idea que daba… para un chiste de una sola viñeta. O una ilustración de una página con flechitas acotando boludeces graciosas, como hacían varios dibujantes en MAD, Satiricón, etc.. Un programa infantil emitido desde el Infierno (en el que un payaso macabro les enseña a los chicos a sufrir, con sangre, magia negra, tortas envenenadas y demás atrocidades) como chiste me cierra. Transformado por D.G. Chichester en un guión de historieta para seis páginas, la verdad que no. Por suerte está Baker para bancar los trapos con el dibujo, también con cero fondos y con un color abominable, obra del propio dibujante.
Y cerramos con otra de 15 páginas, que no pude terminar de lo choto que me pareció el guión. Mejor, porque miré la última viñeta y terminaba en “continuará”… Y le entré con ímpetu, eh? Porque el guionista era el recordado Dwayne McDuffie, que en esta época (1991) venía bien, pelando historias raras y atractivas en distintos géneros. No hubo caso, me ahuyentó a las pocas páginas. Me queda para rescatar el dibujo de Paris Cullins, otro segundón (o tercerón) que acá dejó la vida y se mandó un trabajo muy superior a lo que había hecho hasta ese momento, principalmente en el mainstream de DC. A estas páginas les sobra onda, impacto, riesgo… y además ayuda muchísimo el color de Gloria Vasquez, también a años luz de los coloristas que le habían tocado a Cullins en sus trabajos para DC.
Como todo lo que uno compra por los dibujantes, sólo garpa porque estaba obscenamente barato. En materia de guiones, no encontré nada ni remotamente comparable con las bestialidades que dibuja Bolton ni con las desopilantes tropelías gráficas de Baker. Por eso sólo lo puedo recomendar a los fans de estos dos artistas, o de Paris Cullins, o de Bill Reinhold, que algún fan tendrá. Ah, y si te gusta John Van Fleet (a mí, más o menos) adentro hay un par de pin-ups realmente notables (y escalofriantes) de este referente del estilo pictórico. Eso y la hermosa portada de Dan Brereton ayudan a que la faz gráfica justifique casi cualquier cosa.
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Published on February 16, 2015 17:51

February 15, 2015

15/ 02: A VIDA DE JONAS

Esto es una maravilla, seguramente la mejor historieta de autores brasileros que leí de Banda de Dois para acá. Una de esas novelas gráficas que si se editaran en Europa se cansarían de ganar premios y se traducirían a 15 ó 20 idiomas. El autor es Magno Costa, el hermano gemelo de Marcelo Costa, a quienes vimos el 09/02/14 en la reseña de Oeste Sangriento.
Ahí, un boludo que se las de de grosso decía: “el epílogo, en el que Magno se hace cargo de la faz gráfica, evidencia que el dibujo no es lo suyo”. Bue, me cerraron el orto mal. Acá Magno propone una estética totalmente distinta a la de Oeste Sangriento, en la que los personajes están diseñados como si fueran muñecos de Jim Henson y ese extraño hallazgo le permite lucirse tanto en el dibujo, que es fresco, novedoso y atractivo, como en la narrativa, que es muy clásica, casi siempre sostenida sobre la base de seis viñetas iguales. Marcelo Costa se encarga del color y, como en Oeste Sangriento, la rompe con una paleta, unos climas y unos efectos impecables, siempre pensando en cómo sumar, en cómo agregarle fuerza, profundidad y belleza a lo que nos quiere narrar su hermano. Visualmente, A Vida de Jonas no tiene nada que envidiarle a Oeste Sangriento, que para mi gusto era una de esas historietas que valía la pena ser comprada aunque el guión no te interesara, por la notable calidad de la faz gráfica.
Acá se da eso mismo, con el agregado de que el guión es excelente. Estamos frente a una historia fuerte, conmovedora, muy real, muy honesta. En 56 páginas, Magno logra convencernos de que conocemos de toda la vida a Jonas, este alcohólico que lucha por recuperarse y por reconstruir su vida en el tramo más difícil de la era post-escabio, que es cuando toma conciencia de lo mucho que dañó a la gente que lo quería. Jonas va a tratar de hacer buena letra, y sobre todo de recuperar el amor de Julia, siempre con la guía y el consejo de su amigo Tony. Pero las heridas son profundas y no cicatrizan en el tiempo que a Jonas le gustaría, con lo cual se suceden intentos que fracasan, malos entendidos, desencuentros que le suman ansiedades y angustias a la ya incómoda sensación de haber largado el chupi. Y Jonas no es de fierro.
En las últimas 24 páginas, Magno reparte sacudones tremendos entre los tres personajes principales y ahí es donde la trama gana en intensidad y logra poner realmente tenso al lector. Pero nunca se convierte en un thriller, ni en un “buenos vs. malos”. Desde que empieza hasta que termina, A Vida de Jonas es eso, la vida. El drama, el patetismo, el aguante en la lucha contra fantasmas más jodidos que cualquier villano. El resultado es realmente notable, te engancha a full hasta el final y te deja la sensación de haber leído un comic realmente trascendental, a pesar de su aparente simpleza.
No me quiero extender más, porque de verdad, sólo me queda reiterar elogios. Editada por Zarabatana en 2014, esta es una novela gráfica absolutamente indispensable, un trabajo consagratorio para Magno Costa y una obra que –en un mundo más justo- estaría cosechando una ovación memorable a nivel global. ¿Comic para adultos, profundo, jugado y original con dibujos que parecen muñecos tipo los Muppets o Plaza Sésamo? Sí, se puede.
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Published on February 15, 2015 14:48

February 14, 2015

14/ 02: BATTLEFIELDS: THE FALL AND RISE OF ANNA KHARKOVA

Hoy cortito, porque tengo poco tiempo.
Esto es un disparate editorial de Dynamite: un librito con sólo 66 páginas de historieta, a u$ 16.99. Trae el guión del tercer episodio y el papel es buenísimo. Pero igual es un delirio, sólo se puede comprar si (como yo) lo ves en oferta.
Estoy casi seguro de que esta es la última miniserie de la colección Battlefields, y acá el guionista Garth Ennis retoma a un personaje que ya había aparecido en la primera de todas. Si no la leíste, esto se entiende igual. Como su nombre lo indica, The Fall and Rise of Anna Kharkova se centra en la vida de esta chica, piloto militar de la Unión Soviética, y nos narra tres historias chiquitas pero intensas ambientadas en tres épocas distintas: la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Corea y la Guerra Fría, la época de la carrera espacial entre rusos y yankis.
En cada una de estas épocas, a Anna le pasan cosas muy jodidas, injustas como el arbitraje de Pitana anoche en Racing-Rosario Central, simplemente por ser mujer y tener muchos huevos. Ennis nos presenta a un personaje que es pura vitalidad, pasión, ganas de vivir y de servir a su patria, atrapada en un conflicto irresoluble con un sistema de mierda, opresivo, retrógrado, anquilosado en el machismo más cabeza y la burocracia más obsoleta. Herida, ninguneada, humillada, Anna nunca va a agachar la cabeza sino que va a subir la apuesta, a cantarle un desafiante “quiero retruco” a sus victimarios. En la caracterización de Anna (y un par de secundarios) y en el contrapunto con el nefasto Merkulov están los hallazgos más notables del prócer irlandés.
El dibujo está a cargo de Russell Braun, a quien ya vimos meter mano en un TPB de Fables. Con pocos cuadros por página (nunca más de seis), Braun tiene muchas oportunidades de lucimiento y las aprovecha para realizar su mejor trabajo, por lo menos de los que yo recuerdo. La reconstrucción histórica está muy cuidada, los fondos, tanques y aviones no parecen fotos retocadas y lo más importante, que acá son los sentimientos de los personajes, está perfectamente plasmado en muy buenas expresiones faciales. Lo de Braun es un punto medio entre un José Luis García López un toque menos elegante, y una versión lavadita, menos intensa y menos dark de Steve Pugh. ¿Funciona? Sí, y muy bien.
Si sos fan de las historias bélicas de Garth Ennis, si querés descubrir a un muy buen dibujante de estilo realista, si te interesa el tema de las mujeres militares en la ex-Unión Soviética, o si sencillamente te querés dejar llevar por una historia redonda, fuerte y emotiva, fijate si encontrás este librito a buen precio y levantá vuelo junto a la carismática Anna Kharkova.
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Published on February 14, 2015 13:18

February 13, 2015

13/ 02: CHIKO Y AMIGO

Esta es una muy linda historieta de jóvenes autores argentinos, sostenida sobre todo en una buena idea y pretensiones muy bajas.
El guionista es Ariel Grichener, de quien ya había leído unas cuantas historietas en la Términus, y los dibujantes son Sebastián Sala (también de la Términus) y Belén Andrade, cuya ópera prima vimos allá por el 23/04/13. No tengo idea si uno dibuja y el otro entinta, o si uno se encarga de los personajes y el otro de los fondos… una pena, no estaría mal especificarlo en algún rinconcito de la publicación. Lo importante es que la tríada funciona muy bien, muy aceitada, como si fueran autores con 20 ó 30 años de trayectoria y muchas obras en conjunto a sus espaldas.
La buena idea es la siguiente: una trama de gangsters urbanos, con mafias, drogas, tiros, piñas, garches, traiciones y corrupción al mejor estilo Sin City, pero ambientada en Epic City, una ciudad poblada por elfos, orcos, enanos, hadas y elfos. Se parece un toque a lo que hizo Carlos Trillo en Boggart, pero Grichener tiene la viveza de no explicar nada, de mostrar este “choque de géneros” como algo totalmente natural. Y concentrarse en la historia, el desarrollo de los personajes y los diálogos, tres rubros en los que acá está más sólido que en sus trabajos para Términus.
Si le sacamos los elementos fantásticos, Chiko y Amigo es una clásica aventura de gangsters, muy parecida a muchas otras: Dos sicarios se pasan de vivos y tratan de “mexicanear” al capo mafia que los contrata, y este les va a cobrar cara la avivada. Con ese planteo básico, están garantizadas la acción, las persecuciones, los corchazos y una buena cuota de mala leche. El resto es fruto del muy buen criterio del guionista a la hora de definir las personalidades de estos tipos y minas y el mundo en el que los va a hacer operar.
Por el lado del dibujo, veo como principal logro el mismo que me sorprendió la primera vez que me encontré con un trabajo de Sebastián Sala (¡otro Sala, la puta madre! ¡ya son cuatro!) en las páginas de Términus: el manejo impecable del claroscuro. Acá está todo pensado en términos de masa negra y espacio blanco, muy bien equilibrados y definidos por una línea muy prolija, muy dinámica, muy versátil, que me hizo acordar sobre todo a esa camada de dibujantes españoles de los ´90, en la que estaban Germán García, Javi Rodríguez, Luis Bustos, Miguel Cháves y algún otro que ahora no me viene a la mente. Hay algunas cositas de Eduardo Risso, casi inevitables si hablamos de gangsters y claroscuro, pero todo va más para el lado de la joda que en las historietas del león de Leones, y consecuentemente Sala y Andrade optan por trazo más redondito, más “esponjoso” . La narrativa está muy cuidada, el ritmo se mantiene muy fluído incluso cuando no hay acción y en general, todo se ve muy bien, muy coherente consigo mismo.
Con sólo 46 páginas en las que Grichener nunca se zarpa con las cantidades de texto, Chiko y Amigo no aspira a mucho más que a hacerte pasar un rato divertido, con escenas impactantes, peleas, puteadas, runflas y descontrol. Y cumple ampliamente con esas aspiraciones, al punto que no sólo te deja satisfecho, sino con ganas de leer nuevas aventuras de estos personajes, que son un lindo soplo de aire fresco en el panorama de la historieta argentina.
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Published on February 13, 2015 11:46

February 12, 2015

12/ 02: DEATH

Este voluminoso TPB trae todo material que ya había leído y del que me acordaba poco.
Primero, la primera aparición de Death, en aquel recordado n°8 de Sandman, de 1989. Leído hoy, es aburridísimo. Son un montón de páginas en las que Dream recapitula lo que sucedió en el primer arco de su serie, charlan entre ellos, Death lo bardea, vemos a qué se dedica esta señorita, y al final pasa algo chiquito, lindo, que cierra prolijamente el unitario. El dibujo es de Mike Driggenberg, bastante cumplidor aunque sin nada brillante para destacar. El choreo de fotos en vez de fondos es muy evidente, los rasgos faciales de los protagonistas cambian de una viñeta a otra… en fin. Mejor recordemos a esta historieta por el impacto que causó cuando salió.
Vamos con otro unitario clásico de la revista de Sandman, el del n°20, en el que Neil Gaiman desempolva a Element Girl, un personaje que no aparecía desde los ´60. Es una historia emotiva, ganchera… pero que no daba ni ahí para 24 páginas. En 12 se podía contar lo mismo. El dibujo de Colleen Doran se luce poco porque la tapa mucho el entintador, que le da un cariz más oscuro, más grotesco. Donde brilla Doran es en la narrativa, que está impecable. Eso y los diálogos son lo mejor del unitario.
La primera miniserie de Death (The High Cost of Living) tiene unos dibujos de Chris Bachalo gloriosos. Y un gran problema: el argumento es la nada misma. Aburrido, lento, repleto de diálogos que están buenos pero que no sirven para que avance la trama… Menos mal que es corta, si no, sería soporífera. Lo más interesante es la caracterización y el concepto limado de que, una vez cada tanto, Death puede vivir un día como si fuera una mortal más. Ese es el toque mágico de Gaiman. Lo demás es un slice of life con pretensiones, o una aventura sobrenatural con serios problemas de ritmo.
La segunda miniserie (The Time of Your Life) es mil veces mejor. Gaiman prácticamente no se esfuerza en ocultar que no es una historia de Death, sino de Foxglove y Hazel, con la hermana de Dream en un rol muy secundario. Leída así, es una historia copadísima, profunda, con momentos inolvidables, diálogos magníficos y certeras reflexiones acerca del amor, la fama, la lealtad, las ambiciones y anhelos de la gente, etc.. Papa muy fina, que lamentablemente no cuenta en su último episodio con un Bachalo que acá estaba realizando el que para mi gusto es el mejor trabajo de su carrera. Dibujo impecable, narrativa muy mejorada respecto de la mini anterior, todo 10 puntos. Y la termina Mark Buckingham, que ya era muy bueno, pero no estaba a ese nivel de Bachalo tocado por la varita mágica.
También hay tres unitarios que no salieron en la revista de Sandman: el que dibuja Jeff Jones (poco antes de convertirse en Catherine) es puro humo, pura forma y cero fondo, cero narrativa, cero sustancia. El que dibuja Bachalo (con motivo del ataque a las Torres Gemelas) está muy bien escrito, lástima que el dibujo vaya tan para atrás. Este ya es el estilo actual de Bachalo, más caricaturesco, más minimalista, con mucho menos énfasis en la narrativa. No es choto, pero comparado con The Time of Your Life, deja gusto a poco. Y después está el que dibuja P. Craig Russell, una historia de 22 páginas que se pone interesante en la página 17. El final es excelente, pero Gaiman se toma demasiado tiempo para presentar a los personajes y los conflictos, con lo cual todo se estira al pedo. El dibujo de Russell, inobjetable, con sus dos estilos bien marcados (el más limpito y menos realista, y el más oscuro y más cercano a un Dave Gibbons, ponele) y una narrativa muy cuidada.
Después vienen las ilustraciones de la Death Gallery (no hacía falta, pero bue… la verdad que hay muchas hermosas) y como broche de oro, la breve no-aventura en la que Death habla del SIDA, enseña a ponerse el forro para coger y baja línea acerca de la discriminación que sufrían (allá por 1993) los enfermos de HIV. Esto es una joya extraña, en la que Gaiman peló unos huevos muy notables, y en la que los dibujos del maestro Dave McKean no están pensados para hacernos caer la mandíbula al piso (como casi siempre), sino para acompañar a los textos, que son brillantes.
Mucho de esto ya lo tenía en otros libros o revistas, pero me llamó la atención el recopilatorio, lo vi barato, y como me faltaba una de las dos miniseries, me lo compré. Me parece que de todo lo que ofrece este tomo, lo único que te pongo en el podio a competir con las mejores obras de Gaiman es The Time of Your Life. El resto es lindo, está bien, es mejor que casi todo lo que se publicaba en la época en que salió, pero tiene sus fallas, sus inconsistencias, o cositas que un monstruo como Neil Gaiman podría haber hecho mejor. Y si sos fan de Chris Bachalo, también lo podés comprar por los dibujos.
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Published on February 12, 2015 15:05

February 11, 2015

11/ 02: LUCHA LIBRE INTEGRALE Vol.2

Thierry Frissen está loco. Por si no lo ubicás, es un belga que se radicó en Los Angeles, se rebautizó “Jerry” y se enamoró de la cultura de la baja California, con todo su bagaje de bizarreada latina, surf y pochoclo hollywoodense. A partir de 2006, formó un equipo de dibujantes con los que en vez de una serie creó cinco, todas integradas a un mismo universo, y por si faltara algo, en vez de lanzar cinco álbumes distintos, armó una especie de revista de antología en formato álbum, de la que Humanoïdes Associés lanzó 13 entregas en poco más de cuatro años.
Este segundo integral (un fuckin´masacote de más de 400 páginas) recopila los números 6 al 13 de Lucha Libre tal como se editaron en su momento, es decir, con las cinco series mezcladas y con las editoriales en las que Frissen bajaba línea, obviamente en joda. Basado en la iconografía de los luchadores enmascarados tan populares en México, todo el universo Lucha Libre juega a la aventura, pero sin dejar nunca afuera al humor y el delirio. De hecho, hay dos series netamente cómicas, y vamos a empezar la disección de este tomo por ahí.
Profesor Furia es la única que no escribe Frissen. La guionista es Inés Vargas y el dibujante es Witko. Es una historieta basada en el humor políticamente incorrecto, desbordante de mala leche, con un protagonista irredimible que miente, roba, se pone en pedo, se droga y se garcha pendejitos de ambos sexos. Una joya, el Profesor. El dibujo está en cierto modo emparentado con el de David B. (con un claroscuro fuerte y rasgos muy expresionistas), pero va más para el lado del grotesco, y las historias mejoran mucho cuando dejan de ser chistes de una página (con 14 ó 15 viñetas) para convertirse en relatos un poco más extensos.
La otra serie 100% cómica es Los Luchadoritos, escrita por Frissen y con dibujos de Romuald Reutimann. Acá los protagonistas son nenes, por eso hay menos violencia y depravación, pero igual los chistes son bastante densos. Frissen no rompe nunca el formato de chiste de una página (tan arraigado en la historieta franco-belga), pero a veces aparecen “sagas” de varios chistes enlazados. El dibujo es muy bueno y muy adecuado al tipo de historias que protagonizan Melindez y sus hermanos.
Dos de las series se parecen bastante entre sí: Les Tikitis y The Luchadores Five son dos grupos de “wrestlers” enmascarados que viven aventuras imposibles en lugares exóticos. En las dos Frissen cuida mucho la caracterización y balancea muy bien la acción con los diálogos graciosos, muchas veces bastante subidos de tono. Lo más interesante en ambos casos es el ritmo frenético al que se suceden las peleas, los peligros imposibles y las revelaciones acerca del pasado de estos aventureros, que parecen ser veteranos del catch venidos a menos (en la onda de Vitamina Potencia) pero la propia vida aventurera que llevan los eleva muy por encima de esa categoría. Si me tengo que quedar con una sola, creo que voy con The Tikitis, porque me cebó mucho el dibujo de Fabien M., una bestia en materia de narrativa, diseño de personajes y locaciones, que además hace gala de una fuerte (y sana) influencia de Akira Toriyama a la hora de coreografiar las peleas y darle expresividad a los personajes. En The Luchadores Five tenemos como dibujante a Bill, que también debe haber leído bastante a Toriyama, y que –sin ser aburrido ni soso- me pareció menos personal, menos jugado.
Si Les Tikitis y The Luchadores Five son los Fantastic Four y los Avengers, Tequila es el Hulk de este universo. Sin dudas el personaje más carismático, Tequila es el que tiene la aventura más extensa y más intensa del tomo, la que da más margen para la machaca descontrolada, las puteadas… y no, no es una especie de Cazador. Es otra cosa, muy interesante. El dibujante es Gobi, una bestia fuera de control que también leyó toneladas de manga y comic de superhéroes, pero que a la hora de diseñar monstruos y criaturas deformes, tiene una cierta impronta brecciana que me resultó fascinante. Además se colorea a sí mismo y logra una paleta y unos climas alucinantes.
Bill y Frissen se juntan para co-escribir una saga un poco más breve, protagonizada por El Gladiator (el capo de los Luchadores Five), con los dibujazos de Christophe Gaultier, a quien ya nos cruzamos en un tomo de La Mazmorra. El estilo de Gaultier no tiene nada que ver con el de Bill, Gobi y Fabien M., pero también es espectacular, ideal para los climas oscuros que propone el guión. Acá también hay chistes y machaca, pero menos. Y no hay locaciones exóticas, sino que todo sucede en las inmediaciones de Los Angeles. El guión no me terminó de cerrar, porque El Gladiator está medio al pedo; se podría haber contado la misma historia sin él. Pero igual me divertí.
Lucha Libre es una maravilla, es una serie rarísima y cautivante por donde se la mire y nada de lo que leas te va a parecer suficiente. Yo la descubrí gracias a Image, que la publicó parcialmente en inglés, pero no recomiendo esa edición porque no está completa. Esto da para tenerlo todo, ya sea en los 13 álbumes originales (las antologías) o en los 16 tomos que reeditan este mismo material pero centrándose en las aventuras completas de los distintos personajes, sin mezclar series y casi sin continuará.
Me fui a la mierda con la extensión de esta reseña, pero a) Lucha Libre lo vale y b) hacé de cuenta que es el festejo por haber llegado al post número 1800 (y por haberme bajado en menos de 36 horas más de 400 páginas de historieta en francés). Aguante.
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Published on February 11, 2015 17:40

February 10, 2015

10/ 02: KA-ZAR Vol.2

Segundo y último recopilatorio de esta breve serie que apareció allá por 1997-98, cuando Marvel tenía que tapar de alguna manera el bache dejado por los títulos clásicos que habían sido rebooteados por la infausta movida de Heroes Reborn. Esta tenía un atractivo innegable, que era ver todos los meses a Mark Waid y Andy Kubert, dos autores de esos que mueven muchos fans cada vez que se pasan de un título a otro, y bueno, Ka-Zar (eterno tercerón) resultó beneficiado por la movida.
El Vol.2 empieza con un Annual que funciona como prólogo al primer episodio de la serie, como una especia de número 0. No tiene mucha sorpresa, porque ya sabés hacia dónde se dirigen todos los personajes, pero tampoco es un embole ilegible. Tiene el atractivo de ser uno de los primeros trabajos profesionales de Brian K. Vaughan, así que si sos muy fan del pelado, te lo recomiendo. El dibujante es Walter McDaniel, un obrero del lápiz apenas correcto, que no suma ni resta.
Sorteado este escollo, volvemos a la saga central, en la que nuestro pseudo-Tarzan favorito se va a enfrentar nada menos que a… Thanos. No, de verdad. Ka-Zar contra Thanos, en serio. Es algo así como los suplentes de Excursionistas contra la selección alemana, a ese (des) nivel de poder. Un verdadero despropósito que se extiende a lo largo de cuatro episodios y que no se sostiene en ningún momento.
Lo bueno es lo que obtiene Waid mediante el recurso de meter a Thanos en esta ecuación, en la que a priori no tiene un carajo que ver. Por un lado, pergeña una excusa casi lógica para convertir a la ciudad de New York en una jungla tipo Savage Land, con animales prehistóricos y todo. Eso es fumanchero, pero también original, divertido y dispara buenas imágenes y buenas situaciones de peligro. Por el otro lado, el combate con Thanos le sirve al guionista para llevar a Ka-Zar y Shanna de vuelta a la Savage Land y cambiarle brutalmente el status quo, porque el poder que maneja el titán loco permite eso y mucho más. Y ahí es donde la serie se pone realmente interesante.
Esos últimos tres episodios, sin Thanos, sin Parnival Plunder, con Shanna recontra-papuseada con los poderes del terraformador y con el High Evolutionary metido en la rosca son lo mejor que recuerdo haber leído de Ka-Zar. Acá prácticamente no hay acción: Waid le juega todas las fichas al dilema moral que quiebra por su punto más vulnerable (tipo Karnak) a la familia de Ka-Zar y Shanna y acierta con la jerarquía de los grandes. Recién sobre el final, la tensión que genera esta encrucijada de humanos jugando a ser dioses desemboca en una especie de “batalla” contra el High Evolutionary que sólo se puede resolver si se resuelven otros conflictos más íntimos, más reales. Muy lindo, de verdad.
A lo largo de todos estos episodios, Waid condimenta las tramas con muy buenos diálogos, repletos de frescura, chispa, referencias ingeniosas a la cultura pop, y cuando le deja a Ka-Zar narrar la historia en primera persona, pela bloques de texto muy auténticos, muy genuinos, como esos que le habilitaba a Wally West, en los que parecía conocerlo casi como si fuera su alter ego.
Además del Annual, hay dos episodios que no dibuja Andy Kubert, que son los dos primeros de la trilogía del High Evolutionary: uno cae en manos del mediocre Louis Small y el otro le toca al correcto Aaron Lopresti, al que suele faltarle onda pero no nociones básicas de dibujo o narrativa. Y después tenemos más de 120 páginas del hijo mayor del Viejo Joe, bastante mejor que en el tomo anterior. Acá hay pochoclo, hay estridencia, pero me hizo acordar más a los primeros trabajos de Andy (Adam Strange, por ejemplo) que a las atrocidades anatómicas de Marc Silvestri. El último episodio de la serie (el único de la trilogía del High Evolutionary que dibuja Andy) tiene momentos brillantes, quizás con menos laburo en los fondos, pero con un combate aéreo electrizante, con magistrales homenajes al inolvidable Enemy Ace de Papá Joe. Además, como en la historia son fundamentales los sentimientos, Andy se pone las pilas con las expresiones faciales y logra resultados muy satisfactorios. Está claro que muchos de los volantazos que pega el argumento fueron ideados por Waid para que aparecieran las cosas, las locaciones y los personajes que Kubert tenía ganas de dibujar. Quizás por eso se pueda disfrutar tanto del laburo de Andy, que transmite una pasión que no transmitía ni a palos en X-Men.
Ni bien termina Ka-Zar, el dibujante se pasará a Captain America (que ya había sido relanzada por Waid y Ron Garney), y la dupla seguirá por el buen camino. Y a mí mucho no me copa que los TPBs tengan avisos, pero gracias a un aviso de este libro, me acabo de enterar de que hay una saga de Ka-Zar realizada por Paul Jenkins y Pascal Alixe. La anoto en mi want list, de una.
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Published on February 10, 2015 17:17

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Andrés Accorsi
Andrés Accorsi isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
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