Álvaro Bisama's Blog, page 99

August 25, 2017

No tinc por (No tengo miedo)

Más de cien mil personas concurrieron sin banderas ni signos de ninguna naturaleza, el pasado viernes 18 de agosto a la Plaza de Catalunya en Barcelona, a metros de -donde en horas previas- habían sido brutalmente asesinadas 13 personales, naturales de Alemania, Bélgica, Portugal, Estados Unidos, Francia, Australia, Argentina, Colombia y España. Los auto convocados querían rendir un homenaje, recordar con dolor y esperanza a las víctimas inocentes. La verdad sea dicha, es que pudo ser cualquiera de los habitantes de este mundo. “No tengo miedo” fue el grito de repudio, de afirmación democrática que surgió desde el alma, luego de un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas. Sí, un espontáneo “no tengo miedo” que aunque parezca una contradicción busca vencer al miedo, y que es también una notificación a los terroristas, de no decaer y de negar el intento de consumar la conculcación de la libertad, de la democracia. A miles de kilómetros de distancia, debe ser también nuestro grito, porque es también nuestra libertad y democracia, porque también -y es bueno saberlo y decirlo- no hay lugar en el mundo donde pueda sostenerse que “aquí no pasará jamás”. Qué habrá ocurrido en la mente de los jóvenes yihadistas, algunos incluso sin historial de violencia; cómo habrá influido en ellos el adoctrinamiento de un clérigo radical, que terminó por convercerles de ser autores principales de una matanza, convirtiéndose en símbolos del terror y en definitiva llevándolos a su propia muerte. Sin embargo, como lo dijo Mario Vargas Llosa en un artículo de reciente publicación “los fanáticos nunca van a ganar la guerra. La matanza de inocentes será una poda, y las viejas Ramblas seguirán imantando a la misma variopinta humanidad”.


Nuestra patria ha sabido, otrora, del terrorismo, tanto como del perpetrado por el Estado como del que reivindica causas ideológicas y políticas y que pretende alzarse en tomar una falsa justicia por mano propia. Ambos tipos de terrorismo fueron, llegada la democracia, enfrentados por el estado de derecho, con éxito investigativo y sancionatorio, evitándose en buena medida la siempre anhelada impunidad que buscan sus autores materiales e intelectuales. Incluso, en los últimos años hemos tenido episodios que buscan provocar terror, provenientes en un caso por grupos anarquistas -con singular efectividad en su desarme por el Ministerio Público y las policías-, y en el otro, en que la causa remota que se revindica se vincula al injusto trato que el Estado ha dado a nuestros pueblos originarios. Por cierto que los hechos, los efectos, y los objetos del delito no son comparables con lo que ocurre en otros lugares del mundo. Pero qué duda cabe, que es indispensable estar atentos a cualquier germen del miedo. Ello, requiere entre otras cosas, saber llamar las cosas por su nombre y no huir de la necesaria calificación de los hechos.


Siempre será indispensable ser capaces de establecer las condiciones políticas, económicas y sociales destinadas a eliminar cualquier pseudo justificación de la violencia, pero aquello no puede importar ser pasivos en la persecución -con los instrumentos de la justicia- de todo atisbo de delito terrorista, aun a sabiendas de las dificultades que trae “este enemigo innoble y sinuoso”, que no da la cara.


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Published on August 25, 2017 22:50

Más allá de intereses particulares

Uno de los desafíos más complejos que enfrenta nuestro país es armonizar su desarrollo con la sustentabilidad ambiental, económica y social de las iniciativas de inversión que hagan posible la generación de empleo y riqueza.


Hay factores que en años recientes han tornado ese desafío mucho más exigente que en el pasado. Nuestro nivel de desarrollo, que nos ubica en el rango superior de los países de renta media, nos somete a mayores exigencias, especialmente a partir de nuestra adhesión a la OCDE y al activo rol internacional que juega Chile en temas como cambio climático y cuidado del medio ambiente.


Por otra parte, el explosivo aumento del acceso a la información y los avances en compromisos de transparencia y participación de las comunidades locales, que demandan ser escuchadas y consideradas, agregan desafíos adicionales a la institucionalidad adoptada por nuestro país para la evaluación del impacto de las iniciativas de inversión.


El pasado día lunes, el Comité de Ministros responsable de estas materias adoptó una decisión que ha sido cuestionada por la empresa que impulsaba la iniciativa, así como por las cúpulas del sector empresarial, y aplaudida por las organizaciones de defensa del medio ambiente.


Una primera reflexión es que la crítica o el respaldo motivado por la coincidencia de las decisiones con los intereses y posiciones de cada quien, no es razón suficiente para poner en cuestión una institucionalidad que ha costado mucho construir y legitimar.


La noción de que toda iniciativa de inversión es adecuada, sin importar los pasivos ambientales que provoca, así como aquella que considera que la naturaleza no admite intervención de ningún tipo, resultan igualmente nocivas para las necesidades del país.


Arbitrar conflictos de interés de esta magnitud requiere fundamentos de rigurosidad técnica de parte de los diversos organismos que participan en el proceso y, al mismo tiempo, demandan la mirada que debe proporcionar un cuerpo colegiado de nivel ministerial, que debe incorporar una visión amplia que incluya las sensibilidades sociales, políticas y económicas que siempre están asociadas a las decisiones de importancia.


En el caso que se analiza, medió un tiempo más que suficiente entre la decisión adoptada en la Región de Coquimbo en marzo y el lunes pasado, para que los equipos técnicos continuaran evaluando el proyecto. La posición del Ministerio de Agricultura se fundó en el negativo impacto del proyecto sobre la rica fauna marina en el área de operación del puerto, cuestionamientos que hasta ahora no han sido despejados.


Lo que corresponde es fortalecer la institucionalidad ambiental, perfeccionar sus procedimientos especialmente para disminuir plazos y trabas burocráticas y acotar los márgenes de actuación de las instituciones involucradas estrictamente a las materias de su competencia. Al mismo tiempo, las empresas deben entender que los estándares y exigencias son mayores que en el pasado y que en la medida que se ajusten a esos estándares podrán llevar adelante sus iniciativas.


Lo que definitivamente sería un grave retroceso para Chile es debilitar nuestro marco normativo e institucional y reemplazarlo por la casuística particular o, peor aún, por decisiones de las autoridades fuera de procesos y regulaciones conocidas con antelación.


Simplificar el debate entre ambientalistas o desarrollistas, o descalificar las decisiones de las instituciones porque no se ajustan a nuestras expectativas e intereses, escabulle el asunto de fondo, esto es, cómo nos adaptamos a los nuevos estándares de impacto ambiental y cómo respondemos a las exigencias de una ciudadanía más informada y sensible respecto del cuidado de nuestro medio ambiente.


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Published on August 25, 2017 22:45

Certeza técnica por sobre decisiones políticas

Esta semana, el Comité de Ministros rechazó la construcción del proyecto minero de hierro y cobre Dominga, en la Región de Coquimbo. Creemos que es una decisión lamentable, especialmente si consideramos que la iniciativa había cumplido con todas las exigencias previas que indica nuestra institucionalidad.

El rechazo a este proyecto de inversión es una pésima señal. En la actual coyuntura, es fundamental que el país entregue certezas a los inversionistas de que la inversión es bienvenida. Esto se contradice con la decisión adoptada por el Comité de Ministros y solo contribuye a acentuar la desconfianza en la forma en que se adoptan las decisiones en Chile.


La iniciativa fue aprobada en lo técnico y, por razones políticas, se rechazó en última instancia. Recordemos que el proyecto estuvo en tramitación más de tres años y medio, con enormes inversiones involucradas en este proceso. Por lo tanto, no es válido argumentar en el último momento que la línea de base presenta información deficiente o insuficiente.


Por lo tanto, hoy los inversionistas no saben si en el último paso les van a aprobar un proyecto o no, sin importar cuánto hayan avanzado, qué pasos hayan tenido que cumplir o cuánto hayan invertido. En consecuencia, las empresas están caminando con creciente cautela.


La minería es un negocio de largo plazo, intensivo en el uso de capital. Además de la calidad de los recursos mineros, aspectos como el riesgo país, la seguridad jurídica, la regulación y la estabilidad de las reglas son factores determinantes para los inversionistas.


Hay una cifra preocupante en este contexto. Del total de proyectos de inversión proyectados por Cochilco para los próximos diez años, que suman US$ 65.000 millones, solo el 47% cuenta con una Resolución de Calificación Ambiental (RCA) aprobada. Y, aunque paulatinamente estén mejorando las condiciones de mercado, esto no es suficiente para atraer y volver a encantar a los inversionistas.


Por esto, creemos que es válido abrir un debate sobre si es el Comité de Ministros la entidad adecuada para resolver finalmente la concreción de un proyecto. Especialmente dada la trascendencia de iniciativas que ha analizado, y cuando previamente ha habido una serie de instancias técnicas institucionalizadas interviniendo en el proceso. Hay aspectos que competen exclusivamente a organismos técnicos.


En consecuencia, debemos otorgar mayores grados de confiabilidad jurídica, que permitan hacer posible la realización de proyectos cada vez más competitivos. Es necesario agilizar el otorgamiento de permisos y generar una instancia pública que vele por una tramitación más expedita de grandes iniciativas, que genere seguridad.


Como país debemos explicitar a los agentes económicos, en forma nítida y clara, la ruta a seguir en el mediano plazo. Para ello, se requieren acuerdos amplios, en un horizonte de largo plazo, donde la estabilidad de las reglas es un factor crucial.


Lamentamos la decisión tomada, considerando que Dominga significaba una inversión de US$ 2.500 millones y hubiera generado empleo y desarrollo, muy necesarios en nuestro país y en la región.


Hoy, la minería chilena se encuentra en una encrucijada: o empieza a decaer, y como país se pierde una oportunidad o desarrollo, o continúa su crecimiento guiando a toda la economía junto con ella. Es un momento clave para el sector en este sentido. Es lamentable que este gobierno no haya sido capaz de tomar una decisión país en una materia de tanta importancia.


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Published on August 25, 2017 22:40

El “volte face” de Lenín Moreno

  Alguna vez esta columna deslizó la opinión de que, sin ser muy probable, cabía la posibilidad de que Lenín Moreno, que ganó los comicios como candidato de Alianza País y colaboró durante años con el gobierno anterior, no fuese un muñeco de ventrílocuo de Rafael Correa. Su temperamento, su historia y la herencia envenenada que recibía sugerían que podía producirse al interior de la Revolución Ciudadana (versión ecuatoriana del “Socialismo del Siglo XXI”) de la que había formado parte, y de Alianza País, el partido oficialista, una (metafórica) guerra civil.
 
Es exactamente lo que está sucediendo. Son tres los campos en los que Lenín Moreno ha plantado cara al correísmo.

Primero lo hizo alertando contra una economía que no producía lo suficiente y unas finanzas públicas que estaban patas arriba por un déficit no financiero equivalente a casi 8% del PIB junto con una deuda acumulada que, contando los distintos compromisos del Estado, sencillamente no había cómo pagar. La caída de los precios internacionales y el desenfreno fiscal movieron a Moreno a plantear una austeridad muy poco “correísta” (la meta es reducir el déficit a menos del 2% del PIB hacia 2021).
El segundo campo en el que Moreno ha planteado batalla es el ético. En lugar de proteger y justificar la corrupción del gobierno anterior, ha abierto la caja de Pandora alentando a las instancias públicas y políticas para investigarlo todo. El resultado es que su propio Vicepresidente, Jorge Glas, figura emblemática del gobierno anterior, en el que también ejerció ese cargo, está a punto de ser procesado por haber recibido, según las acusaciones, muchos millones de dólares en sobornos. Varios funcionarios, incluyendo exministros de Correa como Carlos Pareja, que gerenció (el verbo es generoso) Petroecuador, están detenidos o investigados. No hay día en que no surja alguna revelación sobre el imperio de la corrupción que fue el gobierno populista. Odebrecht es uno, pero sólo uno, de los grandes “benefactores” de los funcionarios o testaferros del correísmo que favorecieron a empresarios a cambio de sobornos.

El tercer campo en el que Moreno reta abiertamente a su antecesor -que está viviendo en Bélgica- es el de la administración pública. Uno a uno, ha ido sacando de funciones significativas a personas enfeudadas a Correa o representativas de la gestión anterior. Para cubrirse las espaldas, ha ido ganando adeptos dentro de la propia Alianza País, con lo cual el partido y la bancada parlamentaria están escindidos, pero también ha dialogado, como lo había ofrecido, con sectores que antes formaban parte de la oposición frontal al correísmo, tanto desde la derecha (el socialcristianismo de Guayaquil) como desde la izquierda (los grupos indigenistas).

Aunque las propuestas de austeridad, ciertos anuncios, como el de otorgar concesiones a empresas privadas para mejorar la infraestructura vial, y el trato más respetuosa hacia la prensa se desmarcan de la herencia populista, es pronto para saber si Moreno está sólo abocado a destruir a Correa y consolidar una Presidencia independiente, o pretende desmontar el populismo y llevar al Ecuador hacia un modelo distinto. Sus frases críticas de Venezuela sobre las muertes provocadas por el régimen de Maduro y los “presos políticos” parecerían indicar que Moreno contempla desplazarse ideológicamente hacia algo más bien parecido a la socialdemocracia uruguaya que al club del ALBA al que perteneció Ecuador bajo Correa.

Independientemente de que resulta o no así, tras la salida del poder del “lulapetismo” brasileño y el kirchnerismo, este es el tercer golpe certero que recibe el populismo sudamericano en poco tiempo, lo que deja a Caracas, La Paz y Managua en un notable aislamiento.

 


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Published on August 25, 2017 22:38

Portabilidad numérica: más allá de la telefonía

Uno de los cambios regulatorios pro competencia más importantes de los últimos años fue la portabilidad numérica en telefonía, principalmente móvil. El principio era simple: migrar el derecho de propiedad sobre el número telefónico desde la empresa al cliente. En el pasado, este era presa de su número: si se movía de compañía lo perdía (y su red contactos lo perdían a él). Esto generaba un enorme costo de cambio que limitaba la competencia.


La portabilidad irrumpió con fuerza en el mundo a fines de los 1990s. En Chile el cambio regulatorio llegó recién en 2012, terminando de implementarse completamente en 2016. Desde 2012, más de 10 millones de usuarios han portado su número.


Los incumbentes resistieron este cambio. ¿Argumentos? Que tecnológicamente era demasiado complejo o que aumentarían los costos. Lo concreto es que la industria se expandió, hay nuevos actores, mayor diversidad de planes y, por supuesto, menores tarifas. Competencia a la vena.


¿Podría extenderse el mismo principio a otras industrias?


La banca podría ser un buen candidato. Piense, por ejemplo, en el número de su tarjeta de crédito. Si cambia de banco, incluso manteniendo la misma marca de tarjeta, perdería su número. Ello lo obligaría a reprogramar todos sus pagos automáticos. También a actualizar su información de Netflix, Spotify, Amazon, PayPal o Skype. Claramente un desincentivo a moverse. Lo mismo sucede con su cuenta corriente: si migra de banco perdería su número de cuenta e historial de movimientos.


Las preguntas en este caso son las mismas que las de la telefonía. ¿Es tecnológicamente factible transferir la propiedad de los números bancarios a las personas? Y de ser así, ¿no tendríamos acaso una industria más competitiva?


Otro ejemplo paradigmático es el de las redes sociales, caracterizadas por externalidades de red que limitan la movilidad de las personas. Tal vez a usted le gustaría cambiarse desde Facebook hacia un nuevo entrante. Pero no lo hará porque perdería los contactos de sus amigos. Incluso si mantuviera esos contactos, ¿cómo interrelacionarse con ellos, que siguen en Facebook, desde de una red social distinta? Esta es la razón por la cual esa industria tiende al monopolio. ¿A qué costo? Aunque aparentemente usted no paga nada, el precio cobrado es el de su información personal valiosa que es rentabilizada de diversas formas.


Para enfrentar este problema y maximizar la competencia entre redes sociales, Luigi Zingales y Guy Rolnik, profesores de la Escuela de Negocios de Universidad de Chicago, han hecho una interesante propuesta. Señalan que la nueva regulación del siglo 21 pasa por entregar los derechos de propiedad sobre todas sus conexiones digitales a las personas. Así ellas podrían elegir libremente su prestador sin tener que enfrentar los altísimos costos de cambio actuales.


Todos los ejemplos anteriores refieren a un mínimo común denominador que está marcando una discusión de fondo en la Unión Europea y EE.UU.: la propiedad de los datos personales. ¿Es de las personas o de las empresas? Una discusión que resulta clave para extender los efectos competitivos de la noción de portabilidad numérica a todos los ámbitos de datos personales. El avance tecnológico, incluyendo el de blockchain, apunta en esa dirección. La pregunta es si en Chile llegaremos o no tarde a esta discusión.


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Published on August 25, 2017 22:30

Un hinchapelotas de la escenita cultural

Valiéndose de manifiestos, fragmentos de diarios de vida, cartas, e-mails, aforismos, prólogos, apuntes, sueños, entrevistas, crónicas (propias y ajenas), confesiones, lamentos, fobias, e incluso rabietas, el poeta Héctor Hernández Montecinos presenta su primer libro en prosa, un grueso tratado en el que aborda múltiples temas que tienen como punto de partida, y de llegada, la escena literaria nacional. Al cierre del volumen, el autor aduce que éste no difiere mucho de su obra poética, “ya que se trata de extremar la escritura, el formato, los soportes, el género, pero en este caso uno se convierte en lector de sí mismo desde otro ángulo, y no tan sólo de sí mismo sino de las comunidades, las redes, los afectos que se ponen en juego cuando alguien decide ser un escritor en un campo cultural determinado como lo es el chileno”.


En términos generales, hay dos asuntos que llaman la atención al leer Buenas noches luciérnagas. El primero es que pese a las rencillas, a los celos o a la mala leche derramada, la escena literaria chilena, en especial la escena poética, no es un campo de batalla infame en el que prácticas como el hachazo en la espalda o la degollina en masa sean pan de cada día. Si bien los poetas pueden convertirse en seres irascibles sin mayor provocación, no deja de ser encantador el modo en que están dispuestos a defender sus pecadillos, sus cuarteles o, en este caso particular, a una generación completa (Hernández forma parte de los llamados novísimos, gente que se acerca a los 40 años y que en buena medida se formó en el taller literario de Balmaceda 1215 o en sus inmediaciones).


El segundo asunto llamativo es que Hernández hace gala de una prosa que ya se quisieran algunos de nuestros más exitosos narradores. Y no sólo eso: el conocimiento acerca de lo que habla, la profundidad empeñada, la autenticidad de su búsqueda, la lucidez de ciertas disquisiciones puramente literarias, en fin, el compromiso con una propuesta estética le confieren a este libro documental una notoriedad poco común. El hecho de ser un poeta talentoso –y Hernández lo es– de ningún modo implica manejar con soltura los hilos de la narración. Se trata, por decirlo de manera simple, de habilidades ajenas entre sí. Y ejemplos de gigantes del verso que han fallado rotundamente en el uso de la prosa sobran.


Yendo ahora a lo específico, dentro de este enorme collage hay ciertas piezas que brillan más que otras. Cuando el autor habla de personas que admira, sean o no escritores, es más efectivo que cuando se refiere a quienes desprecia. La crónica dedicada a Gloria Trevi, por ejemplo, resulta conmovedora y memorable. El gusto por la obra y los decires de Diego Maquieira y la relación con el poeta Raúl Zurita también evocan dulzura, así como la identificación con los poemas de Pablo de Rokha implica una declaración de principios. En el plano discursivo, los “33 consejos a los alumnos que nunca conoceré” son contundentes, mientras que ciertas admisiones personales, expresadas con humor, ganan por eso mismo importancia: “Me falta roce, que es una mezcla de clase y colusión”.


Cómico también es el desagrado que al autor le provocan los cuentos: “No veo películas, no escucho música nueva desde hace más de quince años, no voy al teatro ni a conciertos, pero eso no es nada con la repugnancia epistemológica que me producen los cuentos. No existe algo que me produzca más desagrado, indignación y asco que ese seudo género literario, por suerte, en vías de extinción”. Hernández, a quien su amiga Carmen Berenguer considera un “hinchapelotas de la escenita cultural”, demuestra en Buenas noches luciérnagas una madurez literaria que trasciende los géneros. Y ése, precisamente, era uno de sus objetivos al escribir este libro.


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Published on August 25, 2017 22:25

Queens of the Stone Age: Don Diablo se ha escapado

Queens of the Stone Age. Se invoca su nombre cuando declaran en agonía al rock. El líder Josh Homme marcó distancia cuando The Strokes y The White Stripes representaban el último estertor masivo del género. El guitarrista que se niega a revelar la química de su sonido a revistas especializadas, comprende el pasado como la tinta para escribir el futuro -no para repetirlo-, la misma conclusión que hace medio siglo puso en práctica Jimmy Page. Homme se convirtió en referente. Iggy Pop lo convocó para Post Pop Depression (2016). Fue su mejor disco en décadas.


Villains carga una presión enorme como si nos tuviera que salvar de algo, la misma exigencia destemplada para Arcade Fire en su reciente retorno. Aún desestimando la expectativa desentonada, la síntesis de este séptimo álbum desilusiona si la esperanza ante cada título de QOTSA es la sorpresa y la confirmación indiscutida de su lugar como punto aparte en la oferta musical reinante. Hasta ahora su discografía está exenta de pasos en falso como anota al menos un par de obras con cartel de clásicos modernos incluyendo Rated R (2000) y Songs for the Deaf (2002), rock muscular y dúctil que puso en jaque los clichés de macho arraigados en la etiqueta.


El álbum persiste en la saludable tradición del conjunto por explorar alternativas, solo que ahora los resultados carecen de la inmediatez y la efectividad embriagante de antes. La entrega previa, … Like Clockwork (2013), mostró a un Homme vulnerable y pesimista, estado que supo traducir nítidamente en sus característicos riffs acorazados, narcóticos y cachondos. Ahora no queda particularmente clara la dirección del álbum vaticinado como bailable por la presencia del productor de moda Mark Ronson (Adele, Bruno Mars), sin que tal elemento subordine la obra.

Con lupa se advierte, a ratos, que los teclados ganan presencia contribuyendo a esos ambientes pastosos y siniestros rúbrica de QOTSA. Pero en una banda donde la guitarra protagoniza una buena parte del encanto, es la voz el centro de gravedad. Domesticated animals ejemplifica lo seguro que se siente Homme como cantante. Si bien es un intérprete que suaviza con ingenio la ruda naturaleza de su música, cuela una buena dosis de auto condescendencia en un largo y aburrido segmento de dibujo ramplón con la voz en primer plano.


Tras los nueve temas y sus 49 minutos sabes que estas canciones tienen equivalentes de mejor calidad en el catálogo de QOTSA. Hay decorados que lucen desgaste como esa insistencia por una textura radial del periodo de entre guerras y cadencia de vodevil que en clásicos como No One Knows funcionaban de maravilla, pero tres lustros después suena repetido.


Probablemente Villains resulte un éxito comercial por la presencia de Ronson. El británico define su sello en el single The Way You Used to do, instalando a estos rockeros duros bajo una bola de espejos. Kiss hizo algo parecido cuando lanzó I Was Made for Loving You (1979), una gran canción con la que vendieron como nunca mientras perdían reputación entre sus fans. Este caso no es así de dramático pero guarda ligera relación. Aunque la inquietante portada grafica la idea de Josh Homme observando la realidad con los ojos de un demonio, Villains no contiene el azufre de antaño.


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Published on August 25, 2017 22:20

Implementación ley de cuotas: mirando el vaso medio lleno

El debut de la ley de cuotas parece estar resultando muy auspicioso a lo menos en su dimensión cuantitativa. En los hechos se cuadruplico el número de candidatas mujeres respecto de la elección de 2013. Si en esas últimas elecciones parlamentarias solo 100 mujeres postularon al Senado y la Cámara esta vez, en el plazo final para declarar candidaturas, los tres grandes bloques optaron por 421 mujeres para competir en las elecciones de noviembre próximo.


Como sabemos hasta ahora se elegían pocas mujeres al Congreso. Dado que no contábamos con una legislación que discriminara positivamente por sexo, en las siete elecciones legislativas entre 1990 y 2013 la mayor parte de los candidatos a senador y diputado fueron hombres. Según datos del Programa Electoral de la Universidad Central, las estadísticas muestran que en cada elección senatorial solo 10% del total de candidatos fueron mujeres, de las cuales solo 25% logró ser elegida. Asimismo, los datos muestran que en cada elección a la Cámara baja solo 15% del total de candidatos fueron mujeres, de las cuales solo 22% logró ser electa.


Las bajas tasas de éxito de candidatas mujeres se explica por el sistema político —además de los otros ámbitos de la sociedad— excesivamente favorable a los hombres que operó entre 1990 y 2014. Históricamente la gran mayoría de los cargos políticos, desde presidentes de partido a operadores electorales, han sido ocupados por hombres. Otras democracias han buscado a través de leyes de cuotas corregir en parte esta desventaja estructural, de modo de aumentar la cantidad de mujeres nominadas como candidatas, y en algunos casos asegurar una cierta porción de escaños para ellas. Con todo, la evidencia comparada nuestra que los parlamentos contemporáneos están integrados preponderantemente por representantes del género masculino, con las mujeres que superan muy raramente, solo en cinco países, todos del norte de Europa, el 30 %.


El cambio notable que comenzamos a observar ha sido sin embargo invisibilizado por ciertas voces que han puesto el acento en la mitad del vaso medio vacío. Esta crítica —legitima por cierto— se expresaría en el déficit de la dimensión cualitativa de la representatividad sociológica de la mujer. Se sostiene que los partidos solo habrían buscado dar cumplimiento al requisito de incorporar mujeres solo para formalmente cumplir con la llamada Ley de Cuotas. Como sabemos esta estipula que “de la totalidad de declaraciones de candidaturas a diputado o senador declaradas por los partidos políticos, hayan o no pactado, ni los candidatos hombres ni las candidatas mujeres podrán superar el 60% del total respectivo”. No obstante, sostienen los críticos que en la gran mayoría de los distritos y circunscripciones se privilegió nuevamente a candidatos hombres como las cartas fuertes por la vía de ubicarlos en posiciones priorizadas en las listas presentadas por los partidos y en la búsqueda de apoyos cruzados —en clave binominal— en las negociaciones buscando su blindaje.


Ciertamente, como en toda innovación de política pública —y esta reforma sin duda lo es— sus resultados e impactos no son inmediatos sino que toman tiempo, más aún cuando se trata de cambios culturales como éste que busca romper la profunda asimetría entre géneros.


Habrá que esperar a los resultados de los próximos comicios y al progresivo cambio en las prácticas para evaluar que tanto se avanza en este proceso lento de cambio estructural que por cierto no puede reducirse únicamente al espacio político. Lo cierto es que las elecciones obligaran a los partidos a rendir cuenta a los electores de lo que han hecho o bien omitido hacer, para confirmar en los hechos la validez de la teoría electoral de la representación que busca corregir la ley de cuotas.


 


 


 


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Published on August 25, 2017 03:52

50 años de Gremialismo

Los distintos conflictos sociales y políticos que se generaron en la década de los 60 en nuestro país, generaron un clima de polarización ideológica que  penetró las diferentes esferas de nuestra sociedad. Dicho ambiente de demandas y enfrentamientos incluyó al mundo universitario a través del impulso de una reforma a la educación superior, que modificaba en forma importante el andamiaje y sentido de las universidades chilenas.  Aquel proceso tuvo como protagonistas, entre otros, a distintos miembros que fueron parte de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile, lo cual implicó la proliferación de un campo político cargado de antagonismos dentro de esa casa de estudios que debe entenderse dentro del entorno macro político que se vivía por esos tiempos. En ese contexto, y con la intención de oponerse a la instrumentalización política de la Universidad y de los cuerpos intermedios en general, surgió el Movimiento Gremial, liderado por Jaime Guzmán hace ya más de 50 años.


A partir de la convicción de que el sentido de la Universidad no pertenece a ninguna ideología, sino que su fin es buscar el genuino conocimiento y la verdad, es que se desarrolló un proyecto organizado que defendió el carácter católico y científico de la UC.


Si bien su centro de gravedad práctica  estuvo en plantearse como oposición  al movimiento de reforma universitaria liderada por la izquierda, el Movimiento Gremial se sostenía en una doctrina que hunde sus raíces en una antropología que permite comprender el orden social y el rol del Estado.  Esto permite afirmar al gremialismo que las personas que integran las diversas organizaciones sociales, además de su cada vez más evidente diversidad y natural libertad, poseen en realidad un fin común, producto de una naturaleza substancial. Por lo mismo, la médula teórica que cubre a este movimiento -la subsidiaridad- guarda una estrecha relación con el bien común y con la necesidad humana de alcanzar la mayor perfección posible a través de la vida en sociedad, y no mediante el aislamiento de sus diversas partes individuales.


A cinco décadas de su creación, es innegable el avance de las tendencias que niegan los cimientos doctrinarios del Movimiento Gremial que nace en la Universidad Católica. Asistimos a un nuevo discurso que acusa la imposibilidad de concebir la sociedad como un proyecto esencialmente común, lo cual produce la fragmentación del bien y obstaculiza cada vez más los necesarios acuerdos políticos.


La defensa de sus ideas basales es la causa de la huella,  influencia y vigencia del gremialismo durante todos estos años. De este modo, el mayor desafío para los gremialistas debe estar en lograr trascender los patios de las universidades. Y es que los pilares que sostienen al gremialismo son perfectamente capaces de ordenar e impulsar nuevamente el sentido integrador de la vida social, en la medida que admite y reconoce roles de los distintos agentes e instituciones de la sociedad (ya sea papel de personas y cuerpos intermedios), sin ignorar sus libertades y la necesaria diversidad para una sociedad que da cuenta de nuevas valoraciones que antes no se encontraban en la esfera política y que pueden llegar a ser profundamente controversiales.


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Published on August 25, 2017 03:26

50 años de la Reforma Agraria

Este año marca el aniversario número 50 de la Reforma Agraria de Eduardo Frei Montalva, uno de los fracasos más estrepitosos de nuestra historia. Algunos sectores políticos insisten en tratar de dibujar este proceso como un avance: como si la reforma hubiera difundido la propiedad de la tierra entre los chilenos y modernizado la agricultura nacional.  Nada más lejano a la realidad.


En primer lugar, si el objetivo de la reforma era crear 100.000 nuevos propietarios como lo decía en su mensaje el Presidente Frei Montalva, la adjudicación en propiedad no existió ni en su gobierno ni en el de Salvador Allende. Solo al 21 de mayo de 1970, según señaló el presidente Frei en su Mensaje al Congreso Pleno, se había expropiado una superficie de más de 3 millones de hectáreas y constituido 900 asentamientos campesinos, sin crear un solo nuevo propietario. Este ritmo de expropiación se radicalizó bajo el régimen de la Unidad Popular. En segundo término, la agricultura nacional no fue beneficiada y, por el contrario, la producción del sector cayó a sus mínimos históricos, la inversión en tecnología agrícola casi desapareció y ni siquiera fue capaz de abastecer el mercado nacional. Finalmente, y el mayor fracaso de todos, fue el llevar a Chile a una dinámica de enfrentamiento, al despojar a los ciudadanos de la propiedad y otros derechos, sin posibilidad alguna de evitar esta vulneración. La dinámica expropiatoria avanzó, no así la creación de propietarios.


Este último punto es sin lugar a duda la razón por la que la reforma agraria ha quedado grabada en la memoria histórica de Chile. La ley de Reforma Agraria tiene un claro origen en el sistema democrático, y desde una perspectiva formal no se puede calificar como no democrática. Pero nadie puede dudar que pasó a llevar derechos fundamentales, y tuvo un efecto digno de estudio en la destrucción de la institucionalidad democrática. Este proceso encarna el aforismo Summum ius summa iniuria: la aplicación de la ley al pie de letra puede convertirse en la máxima injusticia.


Ha transcurrido medio siglo sin que la Democracia Cristiana y los partidos de izquierda sean capaces de reconocer el fracaso de esta política pública.  La Reforma Agraria fue un campo de batalla: para los movimientos revolucionarios de izquierda que promovían una transformación en la propiedad agraria era una definición inexcusable, y las vías de hecho acompañaron las definiciones legales. Para la Democracia Cristiana era una forma de disputar a la izquierda la avanzada ideológica en la lucha por el gobierno. Chile debe evitar repetir procesos como éste, tan perjudiciales para nuestro desarrollo; muestra evidente de burocratización excesiva e ineficiente, de gasto público inútil y de vulneración de los derechos y libertades de los ciudadanos sin posibilidad de defensa alguna.


En la actualidad la Democracia Cristiana y parte de la izquierda impulsan desde el gobierno reformas en una lógica cercana a la antigua reforma agraria. Por su parte, el Frente Amplio levanta un discurso beligerante en contra de las libertades y derechos de las personas, lo que hace más necesario recordar la historia. Un sector político quiere borrar la historia reciente para volver a impulsar proyectos claramente ideologizados. Chile no puede darse el lujo de retroceder 50 años, es mucho lo que está en juego.


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Published on August 25, 2017 03:14

Álvaro Bisama's Blog

Álvaro Bisama
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