Álvaro Bisama's Blog, page 188
April 29, 2017
Korn: nada mas ni nada menos
Para la fanaticada metalera de viejo cuño -generación Black Sabbath, fans de la NWOBHM y thrashers de los 80-, Korn nunca fue una alternativa a tomar en serio. Los elementos incluidos por la banda californiana desde su debut en 1994, contando una estética que abrazaba la influencia del hip hop de la costa oeste, afinaciones más graves y el destierro de los solos, jamás convencieron al promedio del público amante del rock con olor a azufre, que suele ser conservador. El nü metal, género que les identificaba, tampoco hizo mucho por su propia dignidad, refugiado en una especie de pataleta permanente. A estas alturas Korn podría montar shows de grandes éxitos concentrados en sus primeros cuatro álbumes, sólidos e influyentes (Sepultura produjo Roots copiándoles sin remordimiento), pero no descuidan el material reciente como lo hizo el jueves por la noche con el Teatro Caupolicán repleto, postal repetida en cada visita. Discos como Take a look in the mirror (2003), See you on the other side (2005) y The serenity of suffering (2016) figuraron en el listado.
A falta de novedades en la puesta en escena -siguen trayendo el mismo humilde telón con el nombre del grupo-, la gran noticia de esta pasada es la presencia de Tye, el hijo de 12 años de Robert Trujillo de Metallica, como suplente de “Fieldy” en el bajo. El chico no solo tiene actitud y una cabellera perfecta para avisaje de acondicionadores, sino que domina el instrumento y azota las cuerdas contribuyendo a la masa de sonido característica de Korn, compuesta de riffs gruesos y acompasados. Tye tuvo un momento solista quizás innecesario y de sonido apelotonado, pero su destino parece escrito como estrella de rock.
El resto se mantiene en el mismo punto de anteriores visitas. Korn sigue siendo una banda increíblemente original en su sonido y la manera de facturar metal -sin contar que el líder Jonathan Davis usa falda y toca gaita-, pero también lucen agotados no de energía escénica, sino de ideas musicales. Cada pieza parece competir con la anterior en la pretensión de ser lo más voluminosa posible, compuesta de un riff gigantesco y denso como un alud del que no hay cómo escapar y una infinidad de cambios de tiempo en la batería de Ray Luzier. Sin embargo, tras un rato los matices escasean.
Al público treinteañero no le importa en lo absoluto lo redundante que se ha vuelto Korn, porque entre medio pueden disfrutar de grandes clásicos del metal de los 90 como Somebody someone, Shoots and ladders (con la infaltable introducción en gaita a cargo del líder), Blind, Twist y Good God, todas de su primera etapa cuando renovaron el género. Korn seguirá viniendo, colmará teatros e interpretará sus mejores canciones con notable profesionalismo. Nada más ni nada menos.
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Mega retorno
En un momento se pensó que el formato era cosa del pasado. Y no solo por el eventual cambio de hábito de un público que prefería gastar su dinero en los festivales masivos que se pusieron de moda a comienzos de esta década con el arribo de Lollapalooza. Sino también porque se impuso la idea de que ya no existían grupos o solistas capaces de convocar a tanta gente en un solo recinto.
A pesar de que se han hecho 23 shows masivos en el Nacional durante los últimos seis años -desde Iron Maiden (2011) hasta The Cure (2013), pasando por Pearl Jam (2015), Rihanna (2015) y The Rolling Stones (2016)-, los llamados “megaconciertos” terminaron eclipsados por la moda de los festivales, una tendencia que hoy ha decantado en unos pocos realmente sustentables (en las últimas semanas varias de ellos han comercializado sus tickets bajo la modalidad del “dos por uno”) y que por lo mismo está abriendo paso a una interesante lista de shows multitudinarios en recintos con aforos por sobre las 50 mil personas.
Bon Jovi el 14 de septiembre en el Monumental, Bruno Mars durante noviembre en el Nacional, un festival en Ñuñoa con The Who, Guns N’ Roses, Aerosmith y Def Leppard, además de Depeche Mode fijado para marzo del próximo año, confirman la tesis de que muchos todavía prefieren gastar su plata en este tipo de citas “exclusivas”. Sin contexto, ni “headliners” varios, ni con shows abreviados para respetar el programa: el consumidor local parece haber recuperado el interés por ver a nombres grandes en escenarios idóneos y sin más elementos que el propio repertorio del grupo o solista que se pagó por ver.
Se podrían sumar más nombres incluso, por lo pronto U2 con su gira de los 30 años de The Joshua Tree. Pero lo que ya está en el papel revive la tendencia que se impuso con fuerza en Chile desde 1989 con cinco shows en el Nacional que quedaron marcados a fuego: Rod Stewart, Cyndi Lauper, Amnistía, Silvio Rodríguez y Guns N’ Roses.
Algunos productores hablan de un ciclo cumplido y de que hay artistas que es mejor verlos a lo grande y no en recintos acotados. ¿Ejemplo? El mismísimo McCartney que impactó más en el Nacional en 2011 que con su show del Movistar Arena tres años después. Lo concreto es que vuelven los “mega recitales” y para muchos también los precios razonables. A pesar de que Chile nunca ha sido el mejor ejemplo de una plaza ahorrativa, el punto de partida de este tipo de eventos dista mucho de lo que se pide para los grandes festivales. Tiene lógica, así como también la tiene que después de largas temporadas con carteles poblados de grupos y solistas en eventos temáticos, los viejos recitales masivos, esos que quedan en la memoria, hayan vuelto para quedarse.
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La trampa del muro
El muro ayudó a Trump a ganar votos en estados que suelen “columpiarse” de un partido al otro según el año electoral y en otros que antes votaban por los demócrata porque simbolizaba el proteccionismo que ansían. Pero desde que asumió la Presidencia, el muro se ha vuelto para él una trampa sin escapatoria.
No tiene votos suficientes en el Congreso para conseguir el dinero y la oposición, frotándose las manos, lo ayuda a cavar, cada día, un hoyo más hondo para que no pueda salir de él.
El último episodio que ilustra esta verdad es la tortuosa negociación para evitar el cierre del gobierno federal. Estos dramas presupuestarios vienen sucediendo desde 2010 y ya no puede decirse que exista un presupuesto gubernamental. Lo que hay son medidas de corto plazo, renovadas con modificaciones, para extender la vida del gobierno cada vez que está a punto de extinguirse. En la negociación de esta semana, Trump pidió incluir una partida muy pequeña -1,500 millones, el 0.038% de lo que cuesta el gobierno federal en un año- para el muro. Lo hizo para poder decir, si la propuesta era aceptada, que había empezado a cumplir su promesa. Una simple victoria retórica, pues construir el muro costaría entre US$ 20 y 25 mil millones.
Pero los demócratas, sabedores de que Trump no puede arriesgarse a que el gobierno federal se cierre por la falta de un acuerdo de corto plazo para extender el presupuesto, y menos por culpa del muro, le respondieron que no aceptarían ningún acuerdo que implicara destinar dinero a ese proyecto fronterizo.
Trump no tuvo más remedio que aceptar, a media semana, la realidad (¡ah, la frustrante democracia!). Acordó con los republicanos (entre los cuales muchos se oponen al muro) que aceptaría un presupuesto para reforzar la seguridad, fórmula gaseosa que no pasa por construir nada.
Trump, por supuesto, ha prometido volver a la carga cuando se negocie el presupuesto del próximo año y termine la extensión de corto plazo. Pero sucederá lo mismo en ese momento: sin los 60 votos necesarios para aprobar presupuestos en el Senado (tiene 52 republicanos pero no todos ellos apoyan la promesa fronteriza), la Casa Blanca no tiene forma de construir su muro.
Los demócratas y la prensa entienden, además, que cada día que pasa sin que Trump pueda construir el muro por falta de presupuesto, es un doble golpe a su promesa. Porque su promesa no era sólo construirlo, sino hacer que México lo pagara. Evidentemente, puede hacérselo pagar en aranceles proteccionistas o de otras formas indirectas y decir que cumplió también ese compromiso.
Pero, antes, tiene que construirlo y si no puede hacerlo por falta de dinero, se viene abajo la doble promesa. Ahora ha reemplazado el muro por un… simple aumento de la seguridad fronteriza. Esto no termina aquí. Pero cómo están gozando los cazadores al ver al oso metido en su propia trampa.
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Simplificar
En su libro La Gran Degeneración, Niall Ferguson advierte sobre el riesgo de que el imperio de la ley devenga en el de los abogados. Una advertencia atingente al caso chileno cuya maraña regulatoria en varios ámbitos ha transformado a la asesoría legal en la regla de acción.
Chile va en su ley N° 21.003 y contando: cada año creamos otras 100, tal vez movidos por esa creencia que todo se soluciona con una nueva normativa. Si uno considera los DFL, reglamentos y circulares, hablamos de decenas de miles de textos adicionales. ¿Cuántas normativas están realmente activas? ¿Cuántas disposiciones son contradictorias? ¿Cuántas las duplicidades?
Navegar en este océano regulatorio puede ser una tarea titánica y en extremo costosa. Y nada mejora demasiado si uno desciende a los mares sectoriales en el ámbito económico. Tomemos dos ejemplos de discusión reciente: el tributario y el laboral.
Solo en la “normativa tributaria básica”, disponible en la web del SII, encontramos unas 1.000 páginas de reglamentaciones, un tercio entre el Código Tributario y la Ley de Impuesto a la Renta. A ello se agregan los cientos de circulares emitidas a un ritmo de 75 al año. ¿Es realista suponer conocimiento y entendimiento de la norma? ¿Puede un mortal navegar en este laberinto sin un ejército de abogados?
En el plano laboral, el Código del Trabajo por sí solo tiene la friolera de 513 artículos (¡y 1.000 notas al pie!) contenidos en 250 páginas. Sucede que mucho de lo que se podría acordar entre empresarios y trabajadores, en Chile queda definido desde arriba en una omnicomprensiva camisa de talla única para empresas de tamaño y naturaleza distintas. Ello no solo limita el poder de negociación, también restringe la necesaria capacidad de adaptación a los cambios del siglo XXI.
Este intrincado maximalismo se repite una y otra vez en otros ámbitos como el financiero, medioambiental, energético y un largo etcétera, generando altos costos para la economía. El todo complementado con un lenguaje inexpugnable caracterizado por la primacía de la coma en vez del punto y el abuso del gerundio, la voz pasiva y el futuro de subjuntivo.
Maximalismo y lenguaje configuran un cóctel deleitoso para los abogados, pero tan costoso como difícil de digerir para los agentes a quienes la norma se supone dirigida. ¿No habrá espacio para ordenar? ¿Para fusionar normas y suprimir las obsoletas? ¿Para eliminar duplicidades o detectar contradicciones entre textos? En definitiva, ¿no habrá espacio para simplificar?
Por supuesto, simplificar no significa desregular. Por el contrario, puede incluso robustecer los objetivos de la regulación. Al hacerla más simple y comprensible, facilitaría su cumplimiento y fiscalización. A su vez, permitiría abordar el cúmulo de recovecos y tratamientos diferenciados que, abogados mediante, se prestan para el arbitraje regulatorio. Y lo más importante, la simplificación contribuiría a mayores niveles de certeza en la toma de decisiones.
Reflexionar sobre el costo de nuestra complejidad regulatoria parece necesario. Particularmente cuando aumentar el crecimiento y la productividad es prioritario. Dotarse de una instancia permanente encargada de evaluar la coherencia regulatoria en áreas críticas y proponer simplificaciones al Ejecutivo y al Congreso podría ser una potente política pública en esa dirección.
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April 27, 2017
Frente Amplio: las rebeldías de la modernización
La irrupción del «Frente Amplio» ha sido retratada como una «épica generacional» en medio de los «nihilismos reformistas» de la Nueva Mayoría. Como suele ocurrir aquí abundan imputaciones a favor y en contra de este movimiento que revive un «desbande de pasiones» -que busca rejuvenecer el Congreso- y nos dibuja una generación rabiosa con sus padres y abuelos políticos. Más allá del «oráculo electoral» -el test de noviembre- fueron los desgastes de la política institucional (la crisis de las identidades partidarias) aquello que pavimentó el camino para producir un «antagonismo estratégico» que ahora explora vías de autonomización respecto al clásico «capitalismo de Estado». En este sentido cobra especial relevancia el movimiento ciudadano «NO + AFP» y ello en virtud de que se trata de una demanda transversal, policlasista, que no responde a intereses partidarios o diseños corporativos. En suma, presenciamos el estallido horizontal de una protesta multitudinaria que no obedece a colores ideológicos, y ello pese a que la política implica articulación, contenidos y horizontes compartidos.
Ahora bien, qué perspectiva adopta el Frente Amplio respecto a la cuestión de la AFP. En principio se trata de la apropiación discursiva de un cuestionamiento ciudadano al epicentro de la modernización post-estatal. Pero como veremos a continuación el movimiento experimenta un impase político de tipo gramsciano. Aquí protesta el profesor Jubilado, el ex/empleado municipal, el bombero, el zurdo, el facho empobrecido, el vecino y el pariente del bombero, el obrero de la textil y el pequeño empresariado –pasando por un amplio espectro de los grupos medios- en virtud que las «pensiones del hambre» poseen un mortífero efecto estructural. Pero a decir verdad: qué hito hizo resucitar una multitud beligerante contra el diseño de la modernización. Pues bien, se trata de varias cohortes de jóvenes-adultos que se beneficiaron, cuál más cual menos, de la modernización de los años 90’ y buena parte de la generación 2000’. Todo ello comprende identificar cohortes de chilenidad que han gozado de una movilidad de corto alcance –cuotas de movilidad- pero que se han alejado del umbral de la extrema pobreza («población callampa»). Qué decir entonces de una ciudadanía crediticia que repudia a la clase política, protesta cada vez que puede, y a la sazón anhela la épica del capital, las estéticas de la gestión privada -el glamour exitista del emprendimiento- y reclama para sí un conjunto de privilegios de la movilidad social en primera y segunda generación durante los últimos 25 años. Cuál es el balance sobre la validación –hegemonía- y penetración cultural de la modernización en nuestro tejido social. Todo indica que tenemos muchas tareas pendientes.
De momento sabemos que se trata de una «ciudadanía líquida» que en el fondo se siente vulnerada porque no quiere retroceder al Chile del 40% de «pobreza mórbida» (1989) y perder los beneficios temporarios de un modelo impulsado en los últimos años de la Dictadura –en el círculo de Hernán Büchi. Esta identidad empoderada, la del Pyme que maneja recursos estacionales y padece stress de vulnerabilidad, devela el rechazo a perder los beneficios de acceso que el «commodity» le ha brindado. En suma, nuestra ciudadanía –cincelada en base a oportunidades y oportunismos- mira con un terror de alta mar el incierto futuro e interpreta que en el mediano plazo padecerá un «empobrecimiento estructural» que le resulta pavoroso: ¿volver a ser pobres? Hay que subrayarlo: nuestros grupos medios no están dispuestos a descender en la «pirámide social» y todo ello trasunta en una protesta masiva. No hay lugar para «pobrezas franciscanas».
De paso podríamos enumerar un conjunto de prácticas y ascensos cotidianos, más o menos prosaicos, más o menos peregrinos, propios de una sociedad de servicios. Nuestro mapa cultural comprende ciudadanos globalizados que viajan progresivamente desde hace 20 años a Cuba y vuelven repudiando el modelo, no sólo por el odio fetichista a Fidel sino porque no toleran que no existan recursos básicos, confort o toalla higiénica en alguna casa de la Isla. Las magnitudes nos hablan de una masificación exitosa –y no menos populista- en materia de educación superior. En este contexto irrumpe una «generación carménère» que huye de la ruralidad y visita obsesamente Buenos Aires y no escatima en consumos paisajísticos por la vía crediticia. A todas luces lo que está en juego es la proyección de una conflictividad intergeneracional que obliga a nuestra alicaída clase política a tomar una decisión respecto al talón de Aquiles que representa la AFP para reducir los desbordes de una «conflictividad incontrolable».
Y ahora bien ¿cómo se puede integrar esta pluralidad de demandas sin banderas políticas? De otro modo, ¿es posible que el FA pueda resolver la expansión que implica la política hegemónica (heterogeneidad de demandas) sin lesionar su base identitaria? He aquí el quid de un ancestral dilema. Hace pocos días el dirigente de Revolución Democrática, Sebastián Depolo, señalaba que la nueva coalición (FA) no era estrictamente de izquierdas, abriendo la puerta a un «pastiche ciudadano» que oscila entre «consumidores activos» y despunta en un «fascismo cultural» de ascensos sociales y fracturas aspiracionales. Con todo, los dirigentes del FA entienden que el estatuto horizontal de la protesta social contra el sistema de AFP representa una demanda central que debe ser absorbida para aumentar en representación política y ganar un buen caudal de legitimidad ciudadana. De un lado, esto se refiere a subsumir la extensión de demandas ciudadanas por la vía de una demanda central (¡No + AFP¡) y, de otro, alude a la identidad política que debe vertebrar de modo más vertical la orientación de estas demandas: el «Frente Amplio» se enfrenta a un dilema trascendental. Si asumimos este desafío desde el punto de vista de la extensión de la demandas insatisfechas –policlasistas y horizontales- puede ser un recurso interesante abrazar una heterogeneidad de reivindicaciones insatisfechas, pero si lo abordamos desde la perspectiva de la densidad, el FA hipoteca prematuramente su vigor ideológico por la necesidad de articular un acervo general de demandas cada vez más genéricas que, a poco andar, podrían diseminar su identidad. Estos son los límites de esa multitud emancipadora. Una «mayoría fáctica» que activó nuevamente el reclamo social, como antes lo hizo el 2011, pero que simultáneamente participa y cultiva todos los rituales, gratificaciones, ensamblajes y copulas simbólicas con los goces de la modernización.
Pero ya lo sabemos: más allá de la ira inicial el Frente Amplio es una elite en gestación.
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Cambios de fondo en AFP
LA PROPUESTA para reformar las AFP incorpora un aporte patronal de 5 puntos de los cuales tres puntos irán a la cuenta individual y dos puntos a un seguro colectivo. Con base en estos dos puntos se busca crear un sistema de ahorro colectivo con objetivos redistributivos, tanto de carácter intra como intergeneracional. Esta contribución adicional será recaudada y manejada por un ente estatal autónomo. La iniciativa no se limita a la creación de este nuevo sistema, sino que crea los comités de usuarios que podrán participar en la definición de las políticas de inversión y en la designación de los directores que representan a las AFP en las empresas en que tienen invertidos los fondos de pensión.
La propuesta tiene el potencial de introducir cambios profundos en el sistema de AFP. Pone bajo la égida pública recursos que se estiman en US$ 3.500 millones anuales excluyendo de su manejo a las Administradoras privadas. Es una propuesta inteligente pues no implica aumento de costos significativos ya que se usa la capacidad instalada del Estado, resuelve parcialmente la necesidad de aumentar el ahorro previsional, introduce el aporte patronal cuya ausencia es única entre los países de la OCDE y ayuda a superar las reticencias de la población a aumentar las cotizaciones pues en otro caso, se entregarían a las AFP. Un segundo cambio de fondo tiene lugar al introducir dentro del sistema de capitalización individual, un moderno sistema de seguro colectivo con capacidad de generar mecanismos solidarios. El aporte patronal a un seguro colectivo que introduce es un primer paso hacia un sistema que reconozca que si bien el esfuerzo individual es importante, es la solidaridad la forma moderna de hacer frente a los riesgos comunes. El comité de usuarios responde a una antigua demanda de los cotizantes a tener algo que decir en el manejo de sus fondos y producir una cambio en el papel que los representantes de las AFP juegan en las empresas en que tienen director. Abre finalmente un período de transición, pues la existencia de una dimensión estatal puede tender a ampliarse si así lo estima la ciudadanía. Andrés Santa Cruz ha propuesto que se pregunte a la ciudadanía quién desea que administre los nuevos recursos. Existiendo un administrador público, podría hacerse extensiva esa pregunta, también respecto de los 10 puntos de ahorro aportado por los propios trabajadores.
La crítica empresarial de que el financiamiento del seguro colectivo es regresivo es poco creíble cuando se ha elogiado por décadas un sistema tributario altamente regresivo. Algo similar ocurre con la preocupación por clases medias, pues es probable que sectores medios hasta el cuarto quintil sean beneficiarios de la solidaridad. También lo serán mujeres de sectores medios, cuando se compensen los sesgos que reducen su pensión como efecto de la mayor expectativa de vida. Esta reforma no es sin embargo suficiente. Una solución de largo plazo requiere aumentar el impuesto a la renta de los más ricos, asalariados o no. Ahí veremos la disposición real de quienes sostienen que el mejoramiento de las pensiones no debería venir de la contribución patronal sino de impuestos generales.
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Francia eligió en primera vuelta
Un resultado de gran importancia y que, esta vez, coincidió con los pronósticos, a pesar de que se anticipaban estrechos. No obstante, las consecuencias son mucho más amplias y variadas. Ganó quien sostenidamente creció en apoyos, Emmanuel Macron, un novato en elecciones pero hábil en posicionarse justo al centro de partidos y políticos divididos. Eso sí, a costa de los candidatos de los grandes conglomerados tradicionales, que se repartieron alternadamente el poder durante la Va. República por largos años. François Fillon por los Republicanos y Benôit Hamon por los socialistas del actual Presidente Hollande, humillado por una pobre votación. Muchas razones incidieron, siendo las más evidentes, las irregularidades de Fillon en los sueldos de familiares. Y en Hamon, por ser el continuador de un Presidente cada vez más impopular.
Por su parte, el Frente Nacional de Marinne Le Pen, a pesar de crecer en apoyos y pasar a la segunda vuelta, debió resistir las acusaciones de ultra-conservadurismo, que pone en riesgo los principios fundamentales de la Unión Europea, ya afectada por las incertidumbres del Brexit y otras tendencias rupturistas. En consecuencia, todas estas limitantes seguirán presentes en la segunda decisión presidencial del 5 de mayo, y por cierto, en las sustantivas parlamentarias de junio, esenciales para que el actual favorito pueda gobernar. El otro postulante, Mélenchon por la izquierda radical, no alcanzó las preferencias esperadas.
Es la realidad coyuntural y que seguirá siendo determinante en la segunda vuelta, en que Macron aparece como el depositario de todos quienes desean impedir el triunfo de Le Pen, más que en coincidir en un programa específico de renovación y rectificación que Francia necesita. Su alcance, por tanto, no es de gran perspectiva futura, más bien sólo busca sortear, aunque sea postergándolo, los grandes desafíos de una Francia disminuida y anquilosada frente a otras potencias emergentes. Reales y sustanciales dilemas que la elección presidencial próxima, no resuelve por ahora, sometidos los ciudadanos a decidir cómo impedir una postulación indeseada, más que volcarse en un apoyo explícito a un candidato aglutinador. Una vía de continuismo temporal, que no soluciona ni interpreta las urgencias reales de una población, en buena medida, desencantada.
La Unión Europea ha obtenido un respiro en Francia, frente a otras realidades presentes o predecibles, y los mercados lo han celebrado. Si en verdad Macron aborda los grandes temas pendientes, como las migraciones, el terrorismo, los separatismos nacionalistas, el proteccionismo, la burocracia de la Unión y la desilusión política por la integración, más otros similares, el futuro tanto de Francia como de Europa, podrá consolidarse. En caso contrario, los problemas verdaderos sólo se habrán pospuesto y podrán resurgir, inevitablemente.
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La violencia y acoso contra las mujeres en política
Hace algunos días el Tribunal Supremo de la Democracia Cristiana hizo caso omiso a la propuesta del Comité de Ética de esa misma tienda, al sugerir la sanción máxima, es decir la expulsión del partido para el Diputado Ricardo Rincón, quién el año 2003 fue declarado culpable por el delito de violencia intrafamiliar contra su ex pareja Carolina Hidalgo Mandujano. Ante esta denuncia realizada por un grupo de militantes, el Tribunal Supremo decidió realizar una amonestación escrita a Rincón, quién podrá seguir ejerciendo su cargo de diputado de la república, participando paradojalmente de la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados, y podrá competir por un cupo al Senado a fines del presente año.
Mucho se ha hablado en relación a que este asunto del Diputado Rincón, podría tratarse de un asunto privado. Algunos militantes han reaccionado en la más rotunda negación, declarando que se ha caído en una “bajeza”, al hacer uso de un asunto de carácter doméstico, para “arruinar” la prominente carrera política del diputado en cuestión. No obstante a ello, resulta fundamental encuadrar la discusión en el peso relativo e influencia que poseen las mujeres en el ejercicio político, en cómo los hombres tienden a minimizar los hechos de violencia, dando paso para analizar otros tipos de violencias y abusos que se cometen al interior del ejercicio político contra las mujeres.
Hace no muchos años se instala la idea de las famosas (pero no muy queridas) cuotas de género en los parlamentos, a modo de incrementar el número de mujeres en el Poder Legislativo, apuntando a avanzar hacia una representación descriptiva de éstas en el ámbito político. Más adelante se comenzó a hablar de cómo estas mujeres podrían eventualmente ejercer una representación sustantiva, al favorecer reformas políticas, económicas y sociales, tendientes a mejorar la deteriorada situación de sus congéneres.
Sin embargo con el correr de los años, una nueva cuestión se ha instalado en el desarrollo de la ciencia política, que hace referencia a las diversas violencias que sufren las mujeres en el ejercicio del poder político.
En primer lugar, una de las violencias podría referirse a la ausencia de influencia de éstas en la toma de decisiones al interior de la estructura orgánica de los partidos políticos. Lo que Fiona Macaulay (2006) llama el “not natural environment”, vale decir cuando las mujeres van subiendo en la estructura partidaria, se encuentran en un ambiente que no es natural para ellas, y cuyo choque con la cultura patriarcal de sus pares, las hace por momentos sentirse extrañas ejerciendo el poder político (incómodas). Sumado a las prácticas excluyentes propias de quienes no se relacionan con las labores de cuidado y trabajo doméstico, que agendan reuniones a horas inadecuadas para quienes sí deben cumplir dichas labores, e incluso realizando dichos mítines en instalaciones poco adecuadas para las mujeres.
Otra de las violencias que sufren las mujeres en política, se relaciona con la segregación horizontal del trabajo político, en que ellas van replicando las acciones del trabajo doméstico en el ejercicio político, siendo las encargadas de los aspectos logísticos de las reuniones (café, galletas, y preparar la sede), mientras que ellos, se encargarían de los “grandes temas” como el análisis electoral y las decisiones de posiciones políticas, ya que además se aducirían razones como la falta de preparación y comprensión de estas “especializadas materias” por parte de ellas.
En un tercer lugar (sobre esto es extremadamente incómodo hablar), la violencia verbal y física a la cual se exponen las mujeres al ser constantemente “tasadas” por sus compañeros de partido, quienes siempre tienen una opinión acerca de lo bien o mal que se viste, si está o no más gorda o delgada, o en su efecto si es linda o fea para ellos. A esto se agrega la inevitable “tentación” de realizar grotescos ejercicio de galantería, invitaciones impropias, y por qué no decirlo, episodios de acoso sexual, los cuales de a poco se han ido conociendo, pero se tiende a acusarlas a ellas, de “provocar” a sus pares, a minimizarlos y a recluirlos en el ámbito privado.
En un cuarto punto existe la violencia física ejercida contra las mujeres. En Chile hasta el momento, no se han conocido casos relativos a este asunto, pero este tema ha ingresado a la agenda de investigación de la ciencia política internacional en estos últimos ocho años, a raíz de un intenso trabajo realizado por las mujeres concejalas bolivianas quienes ya en el año 2000 sostuvieron una serie de reuniones, para denunciar las manifestaciones de este fenómeno, a raíz de los actos de violencia y acoso ejercido contra ellas, con el objetivo de hacerlas renunciar a sus cargos de manera anticipada.
El caso emblemático que dio paso al establecimiento de la legislación en el vecino país, se relaciona con el asesinato de la concejala Juana Quispe Apaza el año 2012, quién sufrió una serie de episodios de hostigamiento, llegando a interponer dos recursos en contra del consejo municipal y del alcalde de Ancoraimes, Provincia de Omasuyos, La Paz, quiénes durante dos años no le permitieron participar de las sesiones. Este hecho, junto con el trabajo realizado por la Asociación de Concejalas de Bolivia (ACOBOL), promovieron la aprobación de la Ley 243 contra la violencia y el acoso político hacia las mujeres (ACOBOL, 2013).
La violencia contra las mujeres en política, tiene por objetivo impedir el ejercicio de derechos políticos de las mujeres por el solo hecho de ser mujeres (Krook y Restrepo, 2016). Esta se puede producir tanto en los espacios públicos, así como también en los espacios privados, durante los períodos de campaña, así como también en el ejercicio propio del cargo.
El objetivo principal de este tipo de violencia consiste en que las mujeres puedan “evitar ejercer sus derechos políticos, y por extensión comunicar más ampliamente que las mujeres no pertenecen a la política” (Krook y Resprepo, 2016: 470). La violencia contra las mujeres en política puede expresarse por medio de violencia física, psicológica, económica (financiando preferencialmente el ejercicio político de hombres en desmedro de las mujeres), sexual y simbólica. Krook y Restrepo (2016) ejemplifican estas violencias en que pueden ocurrir episodiosde violación, desnudar a las mujeres a la fuerza y en público, acoso, difamación, destrucción de materiales de campaña, acoso y abuso en redes sociales.
Lo ocurrido con la Democracia Cristiana esta semana, nos permite pensar en primer lugar la incapacidad de la presidenta del partido de poder ejercer un recurso de reposición ante el Tribunal Supremo, para concretar la expulsión del Diputado Rincón y así evitar su futura postulación al Senado, por no cumplir con los estándares éticos necesarios para el ejercicio del cargo, que consiste nada más ni nada menos que en diseñar el marco legal y jurídico que regirá a nuestro país.
Por otro lado, nos permite introducir esta relevante temática en la agenda pública, politizándola y problematizándola, tal y como lo hicieron las feministas de la segunda ola, al plantear con firmeza que “lo personal es político”. De esta manera, la lucha feminista logra desprivatizar la violencia doméstica e instalarla socialmente como un problema de carácter público, que debe ser abordado por la sociedad en su conjunto.
En este caso, la violencia contra las mujeres en política posee un impacto directo en el escaso número de representantes mujeres que actualmente se encuentran en espacios de poder político y público en Chile.
Episodios como el del Diputado Rincón, contribuyen a deteriorar aún más el debilitado rendimiento de la democracia chilena, en que efectivamente las mujeres parecen privadas de un ejercicio pleno de la política como ciudadanas libres.
Es de esperar que los partidos actúen a la altura de las circunstancias, estableciendo protocolos claros y cambios en la cultura para prevenir la violencia y acoso político, introduciendo los acuerdos internacionales que existen en torno a este tema, como la derivada de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia de Belem do Pará (1994), que dio paso a la Declaración Sobre la Violencia y el Acoso Político contra las Mujeres de 2015 en que los Estados Americanos promueven la adopción de medidas para erradicar la violencia y el acoso político contra las mujeres y sus respectivas sanciones a quienes lo cometan.
El objetivo de esto consistiría en hacer de los partidos políticos un espacio más amigable no sólo para las mujeres, sino también para que aquella ciudadanía interesada en participar, no sienta ganas de salir corriendo de estas instituciones a medida que va conociendo el brusco tenor y las malas artes en que algunas veces se incurre para manejar los procesos de toma de decisiones, y de esta manera evitar bochornos como los del Tribunal Supremo de la Democracia Cristiana, que en vez de entregar sanciones ejemplificadoras, permite la impunidad política de una persona que representa un peligro para la sociedad.
Fuentes
Asociación de Concejalas de Bolivia –ACOBOL- (2013). El acoso y la violencia política hacia las mujeres en Bolivia. Avances formales y desafíos reales para la igualdad. La Paz.
Krook, M. Y Restrepo, J (2016). Violencia contra las mujeres en política: en defensa del concepto. Política y Gobierno, volumen XXIII, número 2, II semestre. Pp 459-490. Distrito Federal.
Macaulay, F. (2006). Gender Politics in Brazil and Chile. The role of parties in national and local policymaking. Londres: Palgrave Macmillan UK.
Organización de los Estados Americanos –OEA- (2015). Declaración sobre la violencia y el acoso político contra las mujeres. Sexta Conferencia de los Estados Parte de la Convención de Belém do Pará. Lima.
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Transparencia en partidos políticos: ¡Es hora de aprovechar la oportunidad!
Los resultados del Índice de Transparencia en Partidos Políticos 2017, publicados por Chile Transparente, dejaron en evidencia el pobrísimo cumplimiento a las exigencias que estableció -hace ya medio año- la nueva Ley de Partidos Políticos..
De acuerdo al estudio, ninguno de los partidos chilenos está cumpliendo con el 100% de la nueva ley. A eso, hay que sumar un bajo promedio general de 2,7 y el hecho de que cuatro partidos (Humanista, Ecologista, DC y UDI) bajaron su rendimiento entre 2016 y 2017. Sí, empeoraron su nota aún con la entrada en vigencia de la nueva Ley.
Tomando en cuenta que la Ley se encuentra vigente hace más de un año y que, en términos prácticos, sus obligaciones son exigibles desde octubre del año pasado, resulta preocupante el bajo nivel de cumplimiento de la gran mayoría de los conglomerados. Esto no sólo demuestra la baja capacidad de los partidos para responder a las exigencias, sino también un escaso interés por cumplir con el espíritu de la norma: recuperar las confianzas ciudadanas a través de más y mejor transparencia.
No todo son malas noticias, también hubo partidos con excelentes rendimientos, como los casos de Renovación Nacional y el Partido Socialista que obtuvieron un 6,9 y un 6,8, respectivamente. Además, registran buenas calificaciones Revolución Democrática, el PRO, la Democracia Cristiana y el Partido Ecologista Verde, todos sobre el 6,0. Sin embargo, las cifras generales siguen siendo preocupantes.
Los partidos políticos no tienen la mejor reputación, pero cumplen un papel fundamental en el funcionamiento de una democracia sana. En medio de la crisis de confianza más grave de las últimas décadas, el contexto no está como para desperdiciar oportunidades de acercarse a la ciudadanía y recuperar su espacio como intermediarios legítimos entre el Estado y los ciudadanos.
En Fundación Ciudadano Inteligente creemos en la transparencia como una forma de emitir un mensaje potente: mostrar cómo funcionan es decir que no tienen miedo a la fiscalización ciudadana y, es más, que están abiertos a la participación y comprometidos con el país.
Y porque creemos que no basta con publicar planillas inentendibles, el año pasado Ciudadano Inteligente lanzó PartidosPublicos.cl, una plataforma que permite visualizar de manera amigable la información pública de algunos partidos (la que hoy está disponible en el Portal de Transparencia), elevando los estándares de apertura en Chile y haciéndolos accesibles a las personas.
Partidos Públicos, desarrollado con el apoyo del Fondo para la Democracia de las Naciones Unidas y con la colaboración de Chile Transparente, no sólo permite ver y entender de mejor manera la información liberada por los partidos, también es posible buscar con filtros y, en algunos casos, comparar colectividades, herramientas que nunca antes habían estado disponibles en el país.
Para que esta y otras iniciativas de la sociedad civil funcionen resulta clave que las instituciones se pongan con lo suyo, en este caso que los partidos entreguen la información oportunamente, de manera clara, estandarizada y en formatos abiertos. Por eso hoy, además, se está ofreciendo un manual que explica detalladamente cómo entregar las planillas que algunos partidos (hoy 16) están publicando periódicamente en el Portal de Transparencia.
Aquí hay una oportunidad y es momento de aprovecharla.
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Mosa promete
En este abril en la cornisa del calendario, una ventolera agitó el bosque de Blanco y Negro. En momentos confusos, este casi centenario roble cambió de color. Inesperado como un terremoto blanco, donde el ganado no tiene dónde comer. Según Vial y cía todo permanecía estable. Lo cierto es que la tierra también se mueve. Rota en su eje y también palpita y corcovea desde las profundidades. Y el piso se le movió hasta caer de bruces con su Káiser y estantería completa.
Todo entró en caos. Mosa increpó a los suyos y buscó aliados en los otros, a los que nunca quiso cerca, menos hombro con hombro como en las más rebeldes revoluciones. Retrocedió en sus convicciones ideológicas. Se enjuagó de sus doctrinas ancestrales para mantener el nuevo poder impoluto. Casi protegido por una paloma de Picasso.
Promete una gran depuración. Y no es posible sin encontrar la suciedad, sin desnudar las carnes de los seres humanos con los que hizo colleras, brindis y se jactó como un rey paseando hinchado por los jardines versallescos del Monumental.
Él, que nunca reconoce los emprendimientos colaborativos ni menos los esfuerzos comunes, hoy debe ser parte obligada en el desfile de los marginados. Los desatendidos le han hecho prometer algo impensado, compartir el poder de turno. ¿Fue una jugada maestra? El tiempo lo dirá.
No sé qué va a ocurrir, las promesas no son promesas hasta que no se cumplen. Se mantendrá estos cinco años como un dron, pero las miradas estarán fijas desde la tierra por el pueblo colocolino. Esta visión amplia develará las turbiedades e inconsistencias inaceptables.
El Club Social y Deportivo Colo Colo quiere abrir puertas y ventanas y extraer la toxicidad imperante. Ojalá. No más alertas ambientales de arreglines, de consumir y no producir. Ojalá. No más arbitrariedades. No más indiferencias. No más ingenuidades. Ojalá. Sí más construcción humana en una mirada global. Hay otros modos de concebir el trabajo. La alegría ya viene… Ojalá.
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