Álvaro Bisama's Blog, page 186

May 2, 2017

La caída del energúmeno

LAS LIMITACIONES del periodismo nacional son bastante notorias, y no hay más que ojear un diario o revista, encender la radio o mirar los noticieros de televisión para reparar en una o en varias de ellas a la vez. Aun así, por empobrecida que hoy esté la actividad periodística, en nuestros medios todavía no ha surgido la figura del comunicador energúmeno, personaje que campea en lugares donde, paradójicamente, el ejercicio del periodismo es por lo general excelente. Pienso en Estados Unidos y específicamente en Bill O’Reilly, el matón televisivo que cayó en desgracia hace un par de semanas a raíz de una serie de acusaciones de acoso sexual, práctica por lo demás común en su espacio de trabajo (Roger Ailes, fundador y presidente de Fox News, se vio forzado a dejar su cargo el año pasado a causa de lo mismo).


La defenestración de O’Reilly es un hecho espectacular por diferentes razones, partiendo por la que permite apreciar la venganza ideológica entre dos gigantes de la prensa: fue el New York Times, un periódico liberal, el que investigó y publicó los pecadillos de O’Reilly, personaje que, a su vez, denostaba apenas podía al mencionado diario desde su posición estelar en un reino ultraconservador, la cadena Fox. En el ámbito de lo reducido, de lo cercano, conozco personas que hoy por hoy estarían dispuestas a sacrificar un dedo del pie si tal mutilación les hubiese asegurado que la caída de O’Reilly iba a ocurrir antes de las elecciones presidenciales de noviembre pasado: en su calidad de brutal fustigador de los demócratas, de conspirador insigne, de líder de un rebaño odioso, O’Reilly aportó mucho, quizá más que nadie, para que Donald Trump resultase electo presidente.


Ver The O’Reilly Factor, el programa que se transmitió de lunes a viernes por 20 años en horario prime, era una experiencia intensa y, en varios sentidos, repulsiva. Bill O’Reilly encarna en su católica persona vicios y defectos que la mayoría de la gente tiende a rechazar: racista, violento, intrigante, falsario, inmisericorde, fundamentalista, arrogante, homofóbico, atrabiliario, moralista, soberbio, vengativo, incendiario. Otro rasgo de su carácter, difícil de encapsular en una sola palabra, deja ver cierta debilidad por favorecer al poderoso y castigar al necesitado. No obstante, fueron precisamente esas taras las que convirtieron a O’Reilly en uno de los periodistas más poderosos del mundo, en vocero, pastor y modelo de una grey anónima e infame que, con el correr del tiempo y bajo el incesante adoctrinamiento del maestro, llegó a sentar a uno de los suyos en la Casa Blanca.


Es obvio que la expulsión vergonzante que sufrió de parte de Fox News -después de todo, el conductor era el rey de la televisión por cable estadounidense, su programa el más visto del país y sus seguidores se contaban por decenas de millones- no significará el fin de Bill O’Reilly. El tipo se va a reinventar en un dos por tres y le lloverán ofertas de trabajo (tampoco es que ande necesitado: Fox le pagó 25 millones de dólares por rescindir su contrato). Y esto viene a ser bastante normal: un país polarizado exige la presencia y la supervivencia de adalides furibundos que caldeen el ambiente hasta el punto de la saturación ideológica. Lo raro, lo verdaderamente insólito del episodio es la ingenuidad de aquellos estadounidenses que juran que la caída de O’Reilly constituye un signo de que los tiempos están tornando hacia a la moderación.    


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Published on May 02, 2017 05:29

La ley del Rincón

EL 23 DE ABRIL, el señor diputado Ricardo Rincón González concedió una entrevista a este diario  en que dijo sentirse “tratado como un animal”.


Días antes, el Tribunal Supremo del Partido Demócrata Cristiano resolvió amonestarlo “por el incumplimiento de asistencia obligatoria a terapia psicológica individual”.


La terapia fue ordenada por un tribunal civil en una decisión pronunciada el año 2003 -hace 14 años- a raíz de una denuncia por violencia intrafamiliar en su contra. La decisión fue confirmada por la Corte de Apelaciones. En tanto, también se presentó una denuncia por lesiones, que fue sobreseída temporalmente por falta de pruebas.


El Tribunal Supremo DC condenó todo tipo de violencia contra la mujer.  Por otro lado, estimó que no podía pronunciarse sobre los hechos ya juzgados, y decidió reprochar, con una amonestación, la pertinaz y pública oposición del parlamentario a cumplir con la condena civil. En lenguaje simple, constató que el diputado no respeta la Constitución.


La sentencia no reparó en la trascendencia nacional del tema que estaba resolviendo, como sí lo hizo, en cambio, la prevención de Raimundo González y Luciano Fouillioux. Ellos, con certero criterio jurídico, advierten que el denunciado, además de militante DC, es también abogado y diputado, y que desde esa doble condición se ha colocado en una gravísima actitud de rebeldía contra una sentencia ejecutoriada, quebrantando el orden jurídico e incumpliendo el principio constitucional de igualdad ante la ley.  


Todo ello, por la sencilla razón de no estar de acuerdo con lo resuelto por el tribunal. En el extremo, debemos añadir, el propio diputado ha expresado que la sentencia no le fija plazo para cumplir lo decidido y que nadie ha denunciado el desacato (ni él tampoco ha alegado la prescripción). En esta tierra de nadie, la ejecución de la sentencia terminó por quedar a criterio del condenado, quien, asumimos que en la ignorancia de sus pares, llegó a integrar ni más ni menos que la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados.


Se comprenderá entonces que la situación, ahora revelada en sus matices, haya sido percibida por muchas personas, militantes o no de la DC, al menos como una desfachatez. De ahí cierta ira en su contra, que volvió a encenderse el 23 de abril pasado con la entrevista al diputado, quien insistió que no se sometería a la terapia ordenada, reiterando los mismos argumentos ya rechazados y manifestándose ofendido al  señalar que “han tratado de presentarme como un animal”.


Frente a tal sentimiento, uno no puede menos que pensar en el brutal desprecio que el parlamentario ha mantenido por años contra la institucionalidad que ha jurado respetar, abjurando no solo de las reglas del derecho que estudió, sino, más grave aún, de los deberes inherentes a su encargo ciudadano. La señal es gravísima: el primer llamado a respetar y fortalecer la institucionalidad, la desafía abiertamente.


Así, bajo el pretexto de defender su nombre, el honorable diputado ha causado un daño mayor a nuestro ya frágil sistema político. Es hora que se someta al imperio de la Constitución. O se le recordará, a propósito de su propio lamento,  como una araña de rincón. Sea así o no, lo bueno es que la ley llega a todos los rincones.  


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Published on May 02, 2017 05:27

Universidades estatales

¿ES RAZONABLE que el Estado les dé un trato preferente a las universidades que le pertenecen, tal como se propone hacer el actual gobierno y que para muchos resulta algo natural? Partamos por señalar lo obvio: lo que las políticas públicas debieran perseguir es la configuración de un sistema universitario de calidad, siéndoles en principio indiferente el tema de la propiedad. De hecho, a nivel comparado hay buenas universidades tanto públicas como privadas, siendo estas últimas las que encabezan los rankings internacionales.


Pero hay criterios adicionales que pueden justificar que el Estado transfiera recursos a unas universidades y no a otras, aunque todas carezcan de lucro y sean de calidad. Al Estado le interesa asegurar la existencia de centros de estudio neutrales ideológica y religiosamente para que nadie pueda verse excluido de la enseñanza en función de sus creencias o de la falta de ellas. Igualmente, le interesa impulsar políticas específicas, por ejemplo en materia de inclusión social, cobertura territorial, desarrollo de ciertas disciplinas o de la cultura en general. Todo ello es razonable y justifica que decida dirigir sus recursos no a todas las universidades, sino a aquellas que le garantizan el cumplimiento de esos fines a costos razonables.


Pero, ¿son las universidades estatales las únicas que pueden asumir estos objetivos de bien público? Para nada, como lo comprueba el hecho que tradicionalmente en Chile estas funciones las han desarrollado establecimientos públicos como privados en forma indistinta.


De hecho, probablemente hasta hace no mucho tiempo la mayoría de los lectores ni siquiera estuviera enterado que universidades como la de Concepción, la Austral o la Técnico Federico Santa María eran privadas y no públicas, eso porque lo que importaba era la función que desempeñaban y no lo que señalaban sus estatutos.


Ni siquiera es posible sostener que las universidades del Estado estarían en mejor pie para asumir esos desafíos.


En Chile las estatales no son más inclusivas que las privadas (mientras más selectivas son menos inclusivas), ni cuentan con una estructura de toma de decisiones en que le sea más fácil al gobierno colocar sus puntos de vista, tal como se demostró con en el caso de la Universidad de Aysén.


Tampoco son mejores que las privadas, lo que motivó a sus rectores a oponerse a que se estableciera un mínimo de años de acreditación como requisito para acceder a la gratuidad, simplemente porque algunas de ellas no los alcanzaban.


Pero así como las universidades estatales no debieran recibir un trato privilegiado, tampoco resulta razonable la situación actual en que se las sujeta a controles y limitaciones en su posibilidad de financiamiento que las colocan en desventaja.


Lo lógico es establecer un trato uniforme, desde el punto de vista de la regulación y el financiamiento, para todas las universidades dispuestas a emprender las mismas tareas de bien público, sin hacer discriminaciones injustificadas entre ellas.


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Published on May 02, 2017 05:24

Internacionalización de la Educación Superior

En la educación superior del siglo XXI, el proceso de formación de estudiantes para un mundo globalizado requiere cada vez más del desarrollo de competencias de interculturalidad; es decir, habilidades que vayan mas allá de las meramente disciplinares y que desarrollen la capacidad para adaptarse y desenvolverse con éxito en contextos y comunidades diversos e interpretar hechos y productos culturales distintos a los propios.


La movilidad estudiantil en la educación superior, aquel proceso donde se cursa uno o dos semestres en el extranjero, prepara indefectiblemente al estudiante para el propósito mencionado. Consecuentemente, el programa de movilidad saliente (o outgoing) en Duoc UC se ha potenciado, permitiéndonos incrementar el número de alumnos que hoy se encuentran estudiando en el extranjero. Hemos diseñado una estrategia que nos ha permitido ampliar el número de convenios activos a nivel global. Este semestre, estudiantes de Duoc UC se encuentran en universidades e institutos en Corea, España, Canadá, Italia, Alemania, México, por nombrar algunos.


Sin embargo, sabemos que siempre serán más los alumnos que se quedan en Duoc UC y que por diversas razones no podrán cruzar la frontera mientras estudian con nosotros. ¿Significa entonces que estos estudiantes no podrán adquirir competencias de interculturalidad? No es el caso. Aquí es donde el concepto de internacionalización en casa cobra relevancia. Internacionalizar en casa significa proveer contextos educativos en Duoc UC, que permitan al alumno desarrollar las competencias mencionadas.


Son varias las acciones y actividades que apuntan a crear este ambiente global. Uno de ellos es el fomento de la movilidad entrante (o incoming); es decir, alumnos extranjeros que vienen de intercambio a Duoc UC. En poco más de dos años, hemos cuadruplicado la cifra de movilidad incoming, pasando de 28 a más de 100 alumnos extranjeros de intercambio para este año.  Un estudiante extranjero ayuda a internacionalizar el aula generando un ambiente globalizado, ya sea por su idioma, sus costumbres, sus métodos de aprendizaje y estudio, afectando no solo a estudiantes sino también a docentes y comunidad en general.


Cuando asumimos esta dirección nos dimos cuenta que para hacer crecer el número de alumnos de intercambio, debíamos velar porque su experiencia tanto en la institución como en el país fuera exitosa, tanto en lo académico como en la inmersión en la cultura chilena. Es así como en Marzo de 2015 se crea el programa de acompañamiento a alumnos extranjeros, D.E.N por su nombre en inglés: Duoc Exchange Network. La idea de generar esta red radicaba en el conocimiento de que estos estudiantes  serían posteriormente nuestros embajadores en sus instituciones de origen.


El desarrollo de este programa nos ha permitido indistintamente firmar, activar y ampliar la base de convenios con universidades, colleges e institutos de otros países y diversificar la proveniencia de los estudiantes. Cuando este programa partió, el mayor número de alumnos venía de Latinoamérica. Este año tenemos alumnos de México, Colombia, Brasil, Argentina, Corea, China, Francia, Portugal, Bélgica, Alemania, España, Suiza, Holanda, USA, Perú y Finlandia.


Cada uno de ellos nos comparte y nos entrega su cultura y su idioma permitiéndonos así ser mejores personas al conocer, comprender y aceptar que hay un mundo amplio y diferente al nuestro. Con el fenómeno migratorio de este siglo, y particularmente en Chile, esta comprensión y aceptación contribuye a formar personas que sean un real aporte a la sociedad.


La formación para un mundo globalizado es parte del plan de desarrollo 2016-2020, evidenciando así el compromiso de Duoc UC con una educación acorde a las demandas del mundo del siglo XXI.


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Published on May 02, 2017 05:05

La Nueva Mayoría fuera de la TV

Si finalmente el Frente Amplio logra reunir todas las firmas necesarias para inscribir a Revolución Democrática, asunto que está a punto de lograr, puede darse un hecho político muy extraño en el tiempo y también en cualquier parte del mundo: publicidad electoral en televisión sin participación del oficialismo. La ley electoral considera espacios de franja televisiva gratis para las coaliciones que participen en primaria, significará coalición oficialista podría quedarse fuera de la pantalla de la TV, mientras que las dos fuerzas de oposición tendrán minutos gratis para transmitir sus mensajes.


Algunos políticos suelen minimizar el rol de la televisión y hay varios expertos en Chile que sobredimensionan el papel de las redes sociales y las nuevas tecnologías y piensan que ya llegó el momento de que la vieja televisión no influye en la sociedad. Los datos dicen todo lo contrario.


Según un estudio del CNTV, el 89% de las personas se informan de la contingencia por los noticiarios de TV, que en la programación vienen inmediatamente después de la franja de propaganda para las primarias. Los efectos en la visibilización de las candidaturas y propuestas de Chile Vamos y del Frente Amplio no necesitan entonces explicarse. Más aún, podría crearse la ilusión que en el medio de estas dos coaliciones políticas no hay nadie.


Es en los medios masivos donde la política se convierte en poder, como lo repite una y otra vez el sociólogo Manuel Castells. Y sin duda, la televisión en Chile con su capacidad de crear opinión es única. La primera figura política de la Nueva Mayoría que debiera saber esto es el propio senador Guillier, que llegó a dos dígitos en las encuestas no por su desempeño legislativo ni por la profundidad de sus ideas, sino por su extendida y exitosa carrera en televisión. Por mientras, la coalición ha preferido no inscribirse en ningún partido y salir a recoger firmas y con ello crear una movilización que emule en algún grado el efecto de las primarias. Para poner en dimensión la dificultad de esta tarea, es como intentar recoger firmas y repartir volantes el mismo día que hay fútbol.


El poder de la televisión no está dado solamente por aquello que comunica y bombardea ocupando lenguaje verbal, y sobre todo visual, sino también por los mundos implícitos que construye en las audiencias El más común de ellos es suponer que aquello que no está en la pantalla simplemente no existe o es cosa del pasado. Las franjas de Chile Vamos se preocupará de recalcar lo segundo, y la del Frente Amplio de recalcar que no hay otra coalición que pueda enfrentarse a la derecha, salvo ellos. El sentido mesiánico de sus líderes ayudará a la construcción de este mensaje televisivo.


Es probable que quienes diseñaron la estrategia para que Guillier fuera apoyado por el PS, rompiendo el frágil equilibrio en la DC y con ello echando a pique la primaria, no vieran en su tiempo el riesgo de quedar fuera de pantalla o minimizaron el rol de la televisión. Quizá si le hubiesen preguntado al propio candidato en vez de dedicarse al juego de tronos para derribar a Lagos, les habría contado sobre su época en Chilevisión y cómo construía en verdad una noticia con solo levantar la ceja.


Si el camino hubiese sido otro, no se enfrentaría la NM a una situación peor como consecuencia de su invisibilización en la pantalla. La amenaza de que sus dos candidatos peleen el tercer y cuarto lugar de la elección en noviembre puede empezar a hacerse realidad.


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Published on May 02, 2017 05:00

La indecente jornada de trabajo Chilena y el debate por un buen vivir

Según los datos de la Encuesta Nacional de Empleo, en nuestro país se contabilizan más de 900.000 trabajadores de tiempo completo, que trabajan en promedio 55 horas a la semana. La mitad de ellos trabaja más de 50 horas semanales.


En el concierto mundial, Chile es uno de los países donde más horas se trabaja por año. De hecho, de acuerdo a los datos de la OCDE, considerando todos los tipos de trabajo (por cuenta propia, que dependen de un empleador, en tiempo completo, tiempo parcial, etc.), nuestro país aparece en el quinto lugar entre las naciones con más horas de trabajo con 1.988 horas al año. Ahora bien, si sólo consideramos el trabajo dependiente (tradicionalmente sujetos a una jornada laboral), Chile es el tercer país con más horas de trabajo (2.059) y sólo lo superan México y Costa Rica. En este registro, los trabajadores chilenos terminan trabajando casi 60% más de tiempo que los trabajadores alemanes, o dicho en otras palabras, en un año, los trabajadores chilenos trabajan las horas que los alemanes reparten en 1 año y 7 meses o las horas que los holandeses reparten en 18 meses.


En este contexto, desde el parlamento, los congresistas se alistan a discutir un proyecto que en líneas gruesas (todavía falta ver el detalle) buscaría reducir la jornada laboral de las actuales 45 horas semanales a 40 horas manteniendo los niveles salariales. La última reducción de jornada laboral fue en 2005 al pasar de 48 a 45 horas.


Guillermo Larraín, ex presidente del Banco Estado, ha sostenido que la viabilidad de una idea como esta pasa por que el trabajador aumente su productividad laboral. Por su parte, Sebastián Edwards, académico de la Universidad de California y una de las opiniones más escuchadas por la élite,  adscribe a la idea pero señala que debe ir acompañada de mayor flexibilidad laboral y reduciendo el número de feriados. Para Mario Waissbluth, fundador de Educación 2020, la reducción de la jornada sería un “craso error” y sus dardos apuntan a la productividad y al impacto que tendrá en las finanzas de las empresas. En relación a estas opiniones vale la pena apuntar algunas consideraciones.


Lo primero es señalar que la productividad media del trabajo ha subido sostenidamente en Chile, de hecho, entre 2015 y 1990 es el tercer país de la OCDE que más ha subido en este indicador (en un 111%). Lo que falta es mejorar la distribución de los frutos de esa productividad, cuestión que es evidente al momento de mirar los salarios.


Así, junto al preocupante record de extensas jornadas laborales, nuestro país se caracteriza por pagar muy bajos sueldos. El reciente estudio de la Fundación SOL “los bajos salarios de Chile, análisis de la Encuesta CASEN 2015”, concluye que a nivel de toda la economía – abarcando a todos los tipos de trabajadores – el 53,2% percibe menos de $300.000 mensuales líquidos. Y si consideramos las jornadas completas la mejora es prácticamente imperceptible: el 50% gana menos de $330.000.


Junto a los bajos sueldos y las extensas jornadas de trabajo, el modelo laboral chileno incorpora también otra arista, sobre la cual poco y nada se ha debatido: el subempleo horario o desempleo de tiempo parcial. Con este concepto se conoce a los trabajadores que laboran en jornadas parciales pero de forma involuntaria, es decir, desean y están disponibles para trabajar más horas. A la fecha, según sea como se realice la medición, se contabilizan entre 650.000 y más de 900.000 subempleados, correspondiendo la mayoría a mujeres.


¿Qué tienen en común estos datos contextuales?, aumento en la productividad laboral, bajos salarios, extensas jornadas laborales, existencia de desempleo y presencia activa de subempleo, son todos factores determinantes a ser incorporados al análisis relacionado con la reducción de la jornada laboral. En esencia, todos ellos se relacionan con un tronco común: el conflicto capital – trabajo. Y es en este terreno donde debemos situar la discusión sobre la jornada laboral.


La cantidad de horas trabajadas es un componente trascendental en el proceso de acumulación capitalista, de hecho la ganancia del capitalista, tiene una estrecha dependencia respecto a la jornada laboral y una reducción de ésta lleva a una caída en la tasa de ganancia de no mediar una agresiva intensificación del trabajo.


Larraín, Edwards y Waissbluth, apuntan – desde sus posiciones – a defender la ganancia para los capitalistas y de ahí, la necesidad de una amplia disponibilidad horaria de los trabajadores y una mayor productividad.


De mantenerse las remuneraciones y de no inducirse un incremento forzado del subempleo, la reducción de la jornada laboral significa que aumenta el valor de la hora de trabajo para los empleadores, es decir, sería una forma indirecta de aumentar el valor de la fuerza de trabajo (representa un incremento de un 12,5% en el valor de la hora de trabajo si hacemos el cálculo de acuerdo a la fórmula usada por la Dirección del Trabajo).


Por otro lado, desde la perspectiva de repartir las horas de trabajo que quedarían disponibles entre la población “sobrante”, la medida permite absorber/crear puestos de empleo. Si la jornada laboral baja a 40 horas, habrían cerca de 100 millones de horas de trabajo/mes que deberían cubrirse, eso equivale a todo el desempleo abierto que existe en Chile.


Pero los efectos de la reducción de la jornada no dependen de las buenas o malas intenciones de los congresistas. La respuesta del capital – ya no en el parlamento sino en los centros de trabajo – no será otra que la defensa del patrón de acumulación: buscar incrementar la dinámica de apropiación de productividad, con bajos salarios y con población sin trabajo que tienda a contener los sueldos (en la lógica de un ejército industrial de reserva). El camino es relativamente sencillo y conocido: reemplazar trabajadores de tiempo completo por trabajadores de tiempo parcial involuntario (aumenta la tasa de ocupación pero deteriorándose las condiciones de trabajo). La otra opción: buscar ajustes directos por la vía de los salarios, deprimiéndolos o congelándolos.


Considerando lo anterior, es imperativo que los propios trabajadores, mediante sus órganos de representación, en los centros de producción y otros espacios, puedan hacer frente a la respuesta del capital. Para eso, se requiere volver al debate inconcluso que dejó la reforma laboral. ¿Cómo fortalecer los sindicatos, la negociación colectiva y la huelga?… una cosa es relativamente clara: sin acción coordinada a gran escala, como la que se logra con una negociación colectiva por rama de actividad económica (algo que incomoda a la oposición y también a la Nueva Mayoría y que quedó fuera de la Reforma Laboral) la parte empresarial tiene un amplio margen de movimiento en la búsqueda de sus intereses de clase, sin esa capacidad de negociación de nivel superior, no podemos hablar de fortalecimiento sindical y la norma de reducción de la jornada laboral puede quedar abiertamente expuesta a la reacción de facto del poder empresarial. De hecho, no es baladí que aquellos países donde la jornada laboral es menor de 40 horas – ni siquiera 40 sino menor a 40 horas – tengan un rasgo común: en ellos existe la negociación colectiva por rama, ninguno de los países con baja jornada tiene un sistema de relaciones laborales como el de Chile.


El conflicto capital-trabajo es un tema central en la discusión sobre la economía política de la desigualdad en Chile. Al invisibilizar el rol de los sindicatos y de la negociación colectiva, sobre todo en el importante tema de la jornada laboral, se corre el riesgo de las soluciones adaptativas, en donde los grupos dominantes, saben que pueden encontrar válvulas de salida que aminoren e inclusive detengan los posibles efectos en sus tasas de ganancia. No se trata de obviar la propuesta de reducción de la jornada laboral, de hecho, toca algo tan esencial como lo es nuestro tiempo vital y la posibilidad de llevar un nivel de vida relativamente saludable, pero la propuesta no puede ser completa si no se reconoce en este tema el protagonismo de la voz organizada del trabajo y la necesidad de su fortalecimiento genuino y autónomo, de manera que puedan tener cabida avances realmente sólidos y duraderos.


 


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Published on May 02, 2017 04:55

La vereda del frente

Lo decía Andrés Cárdenas hace algunos meses atrás (http://andrescardenasmatute.blogspot.cl/2016/11/la-incapacidad-nuestra-y-de-los-medios.html): nuestra incapacidad para dialogar crece a pasos agigantados. Las consecuencias de esto son difíciles de medir (van desde el debilitamiento de las relaciones personales hasta el deterioro de la democracia), pero dan cuenta de un defecto que se ha ido arraigando en nuestras vidas: cada vez nos parece más insoportable compartir con quienes piensan distinto de nosotros. Lo paradójico es que, junto con este fenómeno, hay un intento casi cínico por revalorizar la democracia. La realidad, sin embargo, es imposible de evadir: el gran –y a veces único– objetivo de las discusiones públicas es derrota a quien tenemos en frente.


Quizás deberíamos comenzar por sincerarnos y admitir que, en no pocas ocasiones, lo único que en realidad nos interesa cuando entregamos nuestra opinión sobre un tema, es que quien nos escucha nos encuentre la razón. Como si el otro solo mereciera ser tomado en cuenta en la medida en que haga las veces de espejo en el que nos veamos reflejados a nosotros mismos. Por eso, cuando alguien nos contradice, reaccionamos incómodos y terminamos pensando que es algo personal, que no sabe realmente sobre el tema o que su análisis es injusto o arbitrario. Es decir, asumimos que la única postura razonable sobre una cuestión es la que nosotros admitimos como razonable.


En política esto es especialmente preocupante, porque ella consiste, en gran medida, en negociar y llegar a acuerdos. Por eso, si consideramos al otro –al que piensa diferente– como un enemigo, como alguien malo que, o cambia de opinión, o no vale la pena oír, lógicamente la política deviene en algo trivial, superficial o meramente retórico. Alguien podría responder que hay ciertas materias en donde sí existen –y deben existir– posturas inamovibles. Sin embargo, estas materias no deben ser más que un par. Tal vez el error consiste en convertir posturas opinables en absolutos morales.


Al final de su texto, Cárdenas se agarra de Noelle-Neumann y Gadamer para interpelarnos con dos preguntas: ¿Cuánto frecuento a gente que no piensa como yo? ¿Tengo en cuenta que lo que el otro dice –ese con el que no concuerdo– puede tener sentido? El desafío tiene que ver, antes que todo, con un tema de actitud: comenzar a mirar al que está en la vereda del frente con otros ojos. Muchas veces preferimos quedarnos con el prejuicio en vez de advertir cuáles son los auténticos desacuerdos. El problema es que, si no quitamos a tiempo esta neblina que oscurece las discusiones, empezaremos a ver diferencias en donde no las hay (crear muñecos de paja se ha convertido hoy día en un deporte nacional). No sería extraño que estemos desechando una cantidad no menor de consensos simplemente por mantener el statu quo de conflicto: la lógica de los buenos y los malos. De más está decir que retomar el diálogo sincero es un desafío político de primera importancia.



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Published on May 02, 2017 04:50

April 30, 2017

Gobiernos paralelos

Hace un tiempo el Contralor interpuso una contienda de competencia ante el Tribunal Constitucional, reclamando que los Tribunales de Justicia estaban invadiendo sus atribuciones. Él mismo alegó la causa -un hecho sin precedentes- y ahí advirtió del riesgo del “gobierno de los jueces”, un concepto muy estudiado por la academia en otras latitudes, no así en Chile. Conforme a éste, los jueces no pueden, con el pretexto de dictar fallos, asumir la tarea de conducir la sociedad, que en democracia compete a los órganos electos por el pueblo.


Por eso sorprende el dictamen del Contralor en relación con el ejercicio de la acción penal por parte del director del Servicio de Impuestos Internos. Cabe precisar que no tiene el alcance que se le ha atribuido, pues se reconoce que se trata de una atribución discrecional y solo obliga a investigar un caso en que la acción fue ejercida tardíamente, lo que llevó a que fuera declarada prescrita por un tribunal. Pero lo coincidente del dictamen -motivado en una antigua presentación- con las determinaciones del director del SII sobre el ejercicio de dicha atribución en los casos de financiamiento irregular de la política, como algunas sugerentes frases que incluyó, como que es importante que lo resuelto no “obedezca al mero capricho”, que “tenga fundamento racional”, que debe “tener un sustento en los antecedentes recabados” y que se debe ser “imparcial” al actuar, movió a interpretar que se refería a dichas determinaciones.


En teoría los razonamientos del Contralor son impecables, pero la función de la Contraloría no es teorizar ni recomendar sobre lo que sería bueno en general, sino pronunciarse sobre la legalidad de actos concretos. Incluso si se tratara de mera teoría, hubo algo entonces que el dictamen no aclaró: ¿quién determina si la decisión del director del SII es caprichosa? No es la Contraloría, porque ello la conduciría a lo que según la legalidad y su propia tradición es la línea que no debe sobrepasar: calificar el mérito de lo resuelto, ya que el papel de la Contraloría es únicamente revisar la legalidad; más cuando hay una facultad discrecional. Ir más allá sería el gobierno del Contralor.


Si bien el dictamen se mantuvo en el límite, porque en el hecho no coartó las atribuciones de la autoridad tributaria, el Fiscal Nacional del Ministerio Público y el ministro vocero de la Corte Suprema, sí fueron más allá de la línea, demandando suprimir la facultad del SII (y también una análoga del Servel). Nos dicen que ellos deben poder investigar y fallar sin ataduras derivadas del ejercicio de la acción penal. Pues bien, en democracia los fiscales y jueces tienen la tarea de velar porque se apliquen las leyes vigentes, y carecen de la atribución de demandar que se modifiquen las que no les parecen. Si los colegisladores han decidido limitar dicho ejercicio, responden ante los electores y nadie más. No existe el gobierno de los fiscales o jueces.


Lo que sorprende es que ningún parlamentario saliera a defender sus fueros para aprobar las leyes con independencia de otros poderes. Y hacerlo buscaría evitar que la separación de los poderes -sin la cual no hay democracia- se desdibuje.


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Published on April 30, 2017 02:00

Sin retorno

Al momento de despachar esta columna, no hay todavía una decisión formal del partido Demócrata Cristiano. Y aunque todo indica que Carolina Goic concurrirá como candidata a la primera vuelta electoral, no se trataba de un decisión sencilla; especialmente para una fuerza política, recordémoslo, que sigue siendo la más grande del oficialismo, pero cuya influencia, identidad y apoyo ciudadano, se han ido desdibujando con los años.


Entonces, esa será la primera tarea de la Falange. Su historia en Chile, como sus convicciones ideológicas y doctrinarias, la lleva ineludiblemente a ser parte de una coalición de centro izquierda. Por tanto, la decisión adoptada ayer no debe llevar a confusiones. El desafío es cómo reconstruir ese pacto y afecto común, en el marco de un acuerdo programático y político que renueve la vocación de transformación y cambio propio de todos quienes se dicen progresistas, reforzando su identidad particular, en el contexto de una coalición diversa, la que debe procurar una mayoría social y política para gobernar Chile.


Por lo mismo, más que una condición, el pacto parlamentario es una consecuencia de dicho debate; como la expresión electoral de fines y instrumentos compartidos, los que no deben ensombrecerse, ni menos quedar supeditados, al simple propósito de obtener o preservar las actuales cuotas de poder. En política es fundamental querer ganar, pero tanto o más importante es saber para qué. Solo de esa manera, y cualquiera sea el resultado en noviembre, se podrá asegurar el futuro de una fuerza política cuyos momentos estelares del pasado, parecen cada vez más difíciles de reproducir.


Pero quizás el mayor obstáculo será luchar contra el desdén y la desesperanza interna, cuando no la deslealtad y miseria en muchos casos. Las dos entrevistas de Jorge Pizarro en este diario durante la semana, reflejan con inusitada crudeza esta cuestión. Desconociendo las decisiones que democráticamente adopta la organización a la que pertenece, no contento con marginarse y no colaborar, pareciera empeñado en sabotear los pocos liderazgos que puede exhibir la Falange. Al igual como hizo con Orrego, ahora repite el libreto, contribuyendo a socavar la esperanza de todos aquellos que consideran que junto a la indispensable viabilidad electoral que requiere la acción política, también ésta debe acompañarse con coherencia y sentido ético.


Hoy, ese mismo Senador que reclama porque no se discutieron las cuestiones de fondo, ayer corrió cual calcetinera detrás de una candidata que competía contra su propio partido, para algunos años después, cuando el favor ciudadano ya no la acompañaba, tener la desfachatez de decir que ni siquiera había leído el programa. Por lo demás, y lo digo con la mayor tranquilidad, no creo que Pizarro sea la persona más adecuada para reprochar que se haya puesto al partido en un “pie imposible” o reclamar por acciones que han “violentado” la conciencia de sus militantes.

No hay vuelta atrás. Lo que ahora se juegan es más que el resultado de una campaña.


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Published on April 30, 2017 01:55

El fin de la Nueva Mayoría

La evidencia nos muestra que estamos probablemente viviendo el colapso histórico del experimento de la Nueva Mayoría. Una coalición que se armó con nada menos que siete partidos, sin afinidad ideológica y básicamente tras una carta ganadora de las elecciones. El poder ante todo, aunque sea vendiendo el alma al diablo. La coalición se sometió así a un gobierno demasiado incompetente con un programa tardío en base a slogans e ideologismos y lleno de promesas populistas imposibles de cumplir. Todos los ministros relevantes ya fueron removidos de sus cargos mostrando su poca competencia, pero dejando errores que perdurarán en el tiempo.


Bachelet nunca fue capaz de liderar y ordenar su propio gobierno y menos su invento de coalición. Además, sentó juntos en la mesa a quienes no debió nunca sentar como el PD y el PC. Sumó además al MAS y la IC que complican todo y aportan poco. La amplia mayoría en el Congreso le dio aire de triunfos al inicio al aprobar los proyectos con una aplanadora. Pero las reformas estaban tan mediocremente pensadas que fracasaron una y otra vez, lo que acarreó un desprestigio enorme del gobierno que arrastró a toda la coalición.


Así fue esto ratificado por el deplorable resultado de la opinión pública a través de las encuestas. El conglomerado se fue deteriorando sistemáticamente. Para estas elecciones, el PPD y el PS simplemente no tienen candidatos propios ni siquiera a las primarias. Ambos partidos están tremendamente segmentados internamente. La DC está aún más segmentada internamente y no solo ha levantado una candidata que no pasa de ser simbólica sino que ni siquiera sabe si quiere ir a las primarias o a la primera vuelta. La confusión es total.


Si me clavas el cuchillo me matas, si me lo sacas me muero. Ir a las primarias es un suicidio político absurdo. Sería la DC contra los otros seis partidos, y pasaría lo de Orrego en que muchos DC votarían por Guillier para acomodarse a tiempo. Si por otro lado va a la primera vuelta, no solo no tiene chance alguna, sino que podría marcar quizás 6 a 8 puntos -que están muy lejos de los 30 que tuvieron alguna vez-, o incluso los 13 que creen tener hoy. Los líderes de la DC se farrearon el partido en su matrimonio con la izquierda.


Pero para Guillier las cosas tampoco están fáciles. Si Goic va a la primera vuelta, más los candidatos independientes como MEO, Parisi, y Bea Sánchez con el Frente Amplio, éste podría tener apenas un 20%, lo que sería un fracaso estrepitoso. Peor aún, no es completamente descartable que en ese escenario incluso salga tercero. Es un candidato débil, sin contenidos, y que comete demasiados errores. Todo esto se complica aún más con las decisiones de las listas parlamentarias, que serán el golpe definitivo a la coalición.


La reciente declaración personal de Goic de ir a la primera vuelta ha traído una revuelta en la DC bacheletista, y probablemente no se lo van a permitir. Eso significa el fin de su campaña, en cuyo caso Guillier termina corriendo solo, pero con enormes detractores dentro de la coalición. A mí no me sorprendería que en ese escenario Guillier tampoco pudiera seguir en la carrera cuando quede en total evidencia su debilidad.


El PC, MAS, e IC estarían más cómodos en el Frente Amplio. La DC estará mucho más cómoda con Ciudadanos, el PRI, Evopoli y hasta Amplitud, además de un sector de RN. El PPD debiera fusionarse con el PS, pero las fracciones internas lo harían un caos. Las cosas van de mal en peor, a la par con los resultados del gobierno.


La Nueva Mayoría fracasó rotundamente en su proyecto político. No fue capaz de gobernar para generar desarrollo, y ni hablar del crecimiento. Y lo peor, no fue capaz de generar nuevos líderes relevantes como siempre tuvo. En esa línea quizás el PC es el único que sí lo ha hecho. Hoy la Nueva Mayoría está entregada a un candidato mediocre, sin ideas propias, sin experiencia de gestión, y menos de liderazgo. El Frente Amplio espera tranquilo el reventón para recoger a los caídos, al igual que los partidos de centro con la DC.


El tiempo de la Nueva Mayoría en los hechos ya terminó, a pesar de los últimos estertores para mantenerse unidos. Pero no tienen liderazgos para ello, y Guillier tampoco es capaz de ello. La historia tiene la palabra.


La entrada El fin de la Nueva Mayoría aparece primero en La Tercera.

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Published on April 30, 2017 01:50

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Álvaro Bisama
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