Hugo García Michel's Blog, page 250

August 13, 2014

La psicosis de Robert Bloch

Si preguntáramos a mil personas medianamente enteradas cuál es la película más conocida de Alfred Hitchcock, la gran mayoría respondería sin dudarlo que Psicosis (1960). No obstante, si les preguntáramos por el autor de la novela en la que dicha cinta está basada, apuesto doble contra sencillo a que, si acaso, una sabría responder… y tal vez ni eso.
  Robert Bloch no es un autor demasiado popular. Es muy conocido, sí, en el círculo de lectores de literatura negra, ciencia ficción y, sobre todo, literatura de horror, debido a su relación con la escuela de H.P. Lovecraft y con éste mismo, de quien fue colaborador y amigo muy cercano, tan amigo que Lovecraft lo incluyó como personaje (Robert Blake) en una de sus narraciones más célebres: “El morador en las tinieblas”, en la que por cierto lo mata. Más tarde, Bloch incluiría como personaje a su mentor en el cuento “El vampiro estelar” y también lo mataría.
  Nacido en la ciudad de Chicago, Illinois, en 1917, Bloch perteneció al selecto grupo de escritores que participó en Los mitos de Cthulhu y ello quizás hubiera sido suficiente para otorgarle la inmortalidad. Sin embargo, otro personaje más célebre aun sería el encargado de otorgársela. Porque si bien Bloch escribió una veintena de novelas y más de un centenar de cuentos, además de numerosos guiones cinematográficos, ninguno de sus trabajos habría de representar tanto en su vida como un oscuro texto publicado en 1959 en el Mike Shayne Mystery Magazine. Se trataba de Psycho, novela corta basada en los actos criminales del asesino serial Ed Gaine, a quien Bloch rebautizó con el nombre de Norman Bates.
  Los derechos cinematográficos de Psycho le fueron comprados al autor por una bicoca y jamás recibió regalías, mientras que los productores, el realizador y hasta el guionista (Hitchcock no quiso que Bloch escribiera el guión) se llenaron de dólares. Aun así, el escritor se trasladó a Hollywood para comenzar una carrera como regular hacedor de historias para cine y televisión, aunque no llegó a escribir algo realmente trascendente para esos medios.
  Psicosis significó para Robert Bloch el paso del horror sobrenatural al horror psicológico, género del que fue uno de los pioneros. Él mismo narra que “después de la Segunda Guerra Mundial me di cuenta de que el verdadero terror no provenía de las sombras, sino del torcido y mezquino mundo que todos llevamos en nuestro interior”.
  Activo a lo largo de las décadas siguientes, este antiguo colaborador de revistas pulp como la célebre Weird Tales, escribió otros libros tan recomendables como Psycho. En español pueden conseguirse entre otros El horror que nos acecha (1978), Psicosis II (1980), Hiélase la sangre (2000), Cuentos de humor negro (2000) y La mansión Bates (2011).
  Robert Bloch falleció en Los Ángeles, California, en septiembre de 1994, hace casi dos décadas. Tiempo es de desembarazarlo de ser el autor de una sola obra importante. Sus aportaciones a la literatura son en realidad mucho más amplias.

(Publicado en la sección "De culto" del semanario cultural Laberinto de Milenio Diario)
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Published on August 13, 2014 18:14

August 12, 2014

Esa delicia llamada Jenny Lewis

Después de dos álbumes tan buenos como Rabbit Fur Coat (2006) y Acid Tongue (2008), la ex líder del grupo Rilo Kiley (con el que grabó cuatro discos entre 2001 y 2008) reaparece con The Voyager (Warner Bros, 2014), su tercer opus como solista, un trabajo que no desmerece en absoluto dentro de su propuesta de grato rock pop alternativo. Con un sonido que lo mismo recuerda al armónico estilo del Fleetwood Mac de Christine McVie y Stevie Nicks (como en la inicial “Head Underwater” y la ligeramente áspera “You Can’t Outrun ‘Em”, ambas producidas por Johnathan Rice) que a las baladas de Joan Jett (como en la sensacional “Just One of the Guys”, canción producida por Beck y en cuyo divertido video, dirigido por la propia Lewis, aparecen las actrices Anne Hathaway, Kristen Stewart y Brie Larson), The Voyager es un disco delicioso de principio a fin, sin mayores pretensiones que las de hacernos disfrutar de una colección de canciones amables y sencillas, mas no por ello vacías o intrascendentes.
  Al contrario: la también actriz es una de las compositoras e intérpretes más importantes de los últimos años, a pesar de que siempre se ha mantenido dentro del circuito de eso que hoy se conoce como indie y ello le ha permitido mantener su libertad creativa y su frescura autoral.
  La belleza de este álbum brilla no sólo en las canciones mencionadas, sino en piezas como las preciosas baladas “Slippery Slopes” y “Late Bloomer” (esta última recuerda mucho a She & Him, el proyecto de otra actriz, Zooey Deschanel, al lado del cantautor de alt folk M.Ward).
   Además de Beck y Rice, participa como productor Ryan Adams, cuyo toque rockfolclorero se nota en temas tan finos como “She’s Not Me”, “The New You”, “Aloha & the Three Johns”, “Love U Forever” y el corte que da nombre al plato: “The Voyager”.
  Jenny Lewis ha hecho la que quizá sea su obra más ligera y accesible, incluso más comercial, pero como ya vimos eso no es ni por asomo una desventaja o un punto en su contra. Sólo se trata de un disco que flota –pongámonos un poco cursis– como una hoja en el viento.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio", en la sección ¡hey! de Milenio Diario).
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Published on August 12, 2014 17:29

August 11, 2014

El seductor de la patria

Después de leer esta voluminosa novela, me queda claro que Enrique Serna es uno de los mejores escritores mexicanos de la actualidad. Debo confesar que antes sólo había leído su magnífica El miedo a los animales (1995), pero me queda claro que debo entrarle al resto de su obra narrativa.
  El seductor de la patria (1999) cuenta, a manera de autobiografía testimonial, la vida de Antonio López de Santa Anna, pero lo hace valiéndose de técnicas escriturales interesantísimas que sin convertirla en una novela lineal (hay constantes idas y venidas entre las diferentes etapas biográficas del controvertido personaje), sí le dan una estructura lógica, en la que las contradicciones de las diferentes voces narradoras se dan de manera fluida y dialéctica.
  Ampliamente documentado (al final hay una muy completa bibliografía, algo inusual si de novelas hablamos, así sea una novela histórica), el libro es no sólo ilustrativo sino también muy ameno y divertido. La construcción de personajes es espléndida y no sólo en el caso de Santa Anna (perfectamente retratado, sin maniqueísmo alguno, en sus "buenas y malas" ambiciones), sino también en lo que respecta a los personajes secundarios, desde sus familiares y allegados, hasta sus aliados y enemigos políticos.
  El seductor de la patria es un relato apasionante, como apasionante es el segmento histórico que narra y que abarca cerca de ochenta años de rica historia mexicana con todas sus glorias y sus miserias, sus actos heroicos y sus traiciones. Al final, si Antonio López de Santa Anna -quien se hizo llamar, entre otras cosas, Su Alteza Serenísima- fue un héroe o un villano, queda en uno como lector decidirlo. Como narrador, Serna no toma partido o al menos no lo hace evidente.
  Una novela seductora.
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Published on August 11, 2014 19:01

August 10, 2014

The Killing (temporadas 1 y 2)

Terminé de ver las dos primeras temporadas de esta serie tan sensacional como adictiva y lo hice en menos de dos semanas. Llegué a ella de manera un tanto accidental y no me arrepiento en absoluto. La trama me agarró, literalmente, desde el primer capítulo y ya no me soltó.
  Basada en una emisión danesa del mismo nombre (es decir, "El asesinato"), cuenta la historia del crimen de una jovencita cuyo cadáver aparece en la cajuela de un automóvil que es sacado del fondo de un lago en las afueras de la ciudad de Seattle. El caso es encomendado a la detective Sarah Linden (una fabulosa Mireille Enos a la que jamás había visto antes) y a quien se supone sería su reemplazante, el joven y desgarbado Stephen Holder (otro actorazo: Joel Kinnaman). Porque cuando sucede el homicidio, Linden está a punto de irse a California con su hijo adolescente, para contraer matrimonio y comenzar una nueva vida, alejada de la actividad policiaca. Pero no imagina que el caso la atrapará de tal manera que su viaje se pospone una y otra vez, al tiempo que todo se enreda en una maraña escalofriante que involucra desde las altas esferas políticas de la ciudad hasta la mafia polaca local.
  No revelaré la historia, porque en verdad espero que vean la serie (los veintiséis capítulos de estas dos primeras temporadas cuentan una sola historia, así que es como si se tratase de una sola temporada). Hacía mucho que no veía tanta sabiduría en un guión como para que el final de cada capítulo provoque la necesidad de ver la continuación al instante (la primera noche me eché cinco seguidos y otros cinco a la siguiente, porque quería saber qué pasaría -ventajas que da Netflix). Las actuaciones son espléndidas, las tomas de la ciudad de Seattle espectaculares, la ambientación sobrecogedora. Una verdadera joya de la televisión y una genialidad del suspense.
   ... y ahora voy en pos de las otras dos temporadas, en las que se cuenta ya otro caso.
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Published on August 10, 2014 21:30

August 9, 2014

La izquierda perdida

Hace medio siglo, cuando se hablaba de la izquierda mexicana, la única referencia más o menos institucional era el Partido Comunista Mexicano de Arnoldo Martínez Verdugo y Valentín Campa (el Partido Popular Socialista era un mal chiste del régimen). Una década más tarde, aparecería el Partido Mexicano de los Trabajadores y luego algunas otras agrupaciones de menor importancia, hasta que a finales de los ochenta vino el desprendimiento priista de la Corriente Democrática, encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, que daría paso a la fundación del Partido de la Revolución Democrática. Hasta ahí, todo iba, digamos, “bien”.
  A veinticinco años de esto, lo que hoy tenemos como izquierda es un batidillo desideologizado y sin rumbo; una ensalada de pragmatismos partidistas sin brújula y, por tanto, sin un rumbo certero. El PRD actual es una caricatura del original y un botín que se disputan diversas tribus, con una de ellas, la de “Los Chuchos” (a mi modo de ver la más presentable), como grupo predominante pero grisáceo y confuso. Luego se encuentra Morena, el coto de poder de Andrés Manuel López Obrador que al irse del PRD se convirtió automáticamente en el principal rival (por no decir que enemigo) de éste. Cosas como el Partido del Trabajo o el Movimiento Democrático son bromas parecidas al viejo PPS y el Movimiento Progresista de Marcelo Ebrard no promete demasiado, como no lo hace la figura sin partido de Miguel Ángel Mancera, quien se define como de izquierda, aunque en los hechos no se vean muchos trazos de ello.
  Frente a tal panorama, las elecciones intermedias de 2015 no lucen muy promisorias que digamos para esta sopa que seguimos llamando izquierda y que hoy se encuentra tan fragmentada que los únicos favorecidos son el PAN y en mucho mayor medida el PRI, principal beneficiario de ese tradicional y hoy marcado sectarismo de la gauche nacional.
  Lo que sería interesante analizar es quién, desde la presunta izquierda, se ha encargado de efectuar, a últimas fechas, ese trabajo sucio que beneficia notoriamente al partido en el gobierno. Por sus hechos lo conoceréis.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).
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Published on August 09, 2014 13:27

August 8, 2014

La voz que madura

Leía en la autobiografía de Pete Townshend (Who I Am) la manera como la voz de Roger Daltrey ya no le alcanza para cantar las viejas canciones de The Who, puesto que fueron escritas originalmente para alguien mucho más joven (el propio Daltrey, cuarenta y tantos años atrás). Eso me puso a pensar en mi propia voz y cómo, es verdad, ya no alcanzo las notas de mis propias viejas canciones, si las toco en el tono en que las compuse en su momento. Piezas escritas en Mi, ahora las tengo que tocar, digamos, en Do; otras en Sol hoy debo tocarlas en Re y así, todo para poder cantarlas sin esfuerzo. Con el tiempo, la voz se hace más grave y es necesario bajarse casi una octava para alcanzar lo que antes era más agudo. Es el paso del tiempo, no hay remedio. Pero me consuela que eso que ya llevo tiempo observando en mí, sea algo que le sucede también a gente como el buen Roger. Algo normal, pues.
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Published on August 08, 2014 18:42

August 7, 2014

Yo no quiero ser trovero



La compuse el 25 de julio pasado y la grabé en video el día 31. Es una parodia de las canciones troveras que, a decir verdad, me resultan hoy cursis y anquilosadas, por más que por allá de los años setenta del siglo pasado era el tipo de composiciones que yo escribía, imbuido por mi izquierdismo y mi latinoamericanismo de esa época. Menos mal que uno madura.

Yo no quiero ser trovero

Yo no quiero ser trovero o cantante clandestino.
No me importa ser rebelde y cantar sobre lo mismo.
No quiero ser como Silvio, como Pablo o como Arjona.
En todo caso yo prefiero componer como Palomas.

Yo no quiero ser trovero y tampoco un gran poeta.
Alardear de ser de izquierda y cobrar con la derecha.
Yo no quiero ser vocero de las causas de los progres.
Darle siempre por su lado a la muy correcta prole.

¿Hacer canciones de protesta? La verdad que me da hueva.
¿Disfrazarme de profeta? La verdad que no me queda.

Para qué hacerme tonto, si soy parte del sistema.
Igual que los que se dicen víctimas de la miseria.
Que navegan con bandera de entes revolucionarios.
Pero que sacan tajada del arcón presupuestario.

De los que protestan bravos desde las redes sociales.
Desde sus computadoras o sus caros celulares.
Los que a diario vociferan y en las manifestaciones
repiten las mismas consignas como monos aulladores.

¿Hacer canciones de protesta? La verdad que me da hueva.
¿Disfrazarme de profeta? La verdad que no me queda.

Yo no quiero ser trovero y cantarle al Che Guevara,
a Fidel o a ese que habla de la patria bolivariana.
No quiero ensalzar caudillos o santificar mesías
que odian a las instituciones pero le sacan partida.

Yo no quiero ser trovero o cantante clandestino.
No me importa ser rebelde y cantar sobre lo mismo.
No quiero ser como Silvio, como Pablo o como Arjona.
En todo caso yo prefiero componer como Palomas.
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Published on August 07, 2014 12:17

August 6, 2014

Calles de fuego

"Una fabula rocanrolera... en otro tiempo, en otro lugar". De este modo se autodefine esta legendaria película (de culto, les dicen) del enorme Walter Hill, uno de mis directores favoritos, junto con otros como John Landis, a quienes a mi modo de ver no se les ha dado el crédito que se merecen (incluso algunos los llaman "artesanos").
  Streets of Fire (1984) es un thriller futurista y apocalíptico, un poco en la línea del Blade Runner de Riddley Scott pero con un toque pop que le da un color muy especial y menos ominoso. Yo la vi originalmente cuando se estrenó en México y luego la tuve en cassette de formato Beta y es hasta ahora que gracias a Netflix he podido volver a disfrutarla.
  Quizá no se trate de una joya de la cinematografía de todos los tiempos (Hill tiene mejores películas, es un hecho, como The Warriors de 1979, Southern Comfort de 1981, 48 Horas de 1982, Wild Bill de 1995, One Man Standing de 1996 y, por supuesto, la maravillosa y blueserísima Crossroads de 1986). Sin embargo, Calles de fuego conserva su aura mítica y esa estética tan suya de un mañana que parece haberse atorado en los años cincuenta del siglo pasado. La anécdota tiene poco de extraordinario: la cantante de rock Ellen Aim (Diane Lane) es secuestrada por unos motociclistas al mando de Raven Shaddock (Willem Dafoe) y un viejo amor de la estrella, Tom Cody (Michael Pare), hace todo por rescatarla hasta lograrlo, con extrema pero estética violencia, ayudado por McCoy, una ex militar un tanto marimacha interpretada por Amy Madigan. Todo dentro de una ciudad contaminada y oscura, llena de delincuentes, policías corruptos y adolescentes ñoños. Aparece también el conocido actor de comedia Rick Moranis (el papá de Querida, encogí a los niños), como el ridículo y presuntuoso manager de Ellen.
  Me dio gusto volver a ver esta cinta (que en su momento fue un fracaso de taquilla) y disfrutar no sólo del estilo de Walter Hill sino de la extraordinaria banda sonora de Ry Cooder, con The Blasters incluidos.
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Published on August 06, 2014 19:36

August 5, 2014

Tom Petty, ese rompecorazones

La ventaja de ser un músico veterano es que las cosas se hacen menos por buscar la fama y el éxito que por el mero placer de hacerlas. Eso denota la escucha del más reciente larga duración de Tom Petty and the Heartbreakers, añeja agrupación fundada a mediados de la década de los setenta y que regresa a los terrenos discográficos cuatro años después de su anterior álbum, el estupendo y bluesero Mojo de 2010. Porque se trata de puro placer y puro gozo, de música que se disfruta por el simple hecho de que quienes la ejecutan lo hacen con ese mismo disfrute que brota de las once canciones que conforman a Hypnotic Eye (Warner Bros, 2014).
  Desde la primera pieza, la contundente y rocanrolera “American Dream Plan B”, descubrimos que se trata de una obra singular, con una fuerza inusual en esta época en la que el rock ha perdido mucho de su poderío primitivo. Pero esta fuerza se combina con diferentes toques de sutileza y elegancia que la enriquecen y hacen del disco un trabajo mayúsculo, cosa que se va confirmando conforme van pasando los diferentes temas, como el intenso y rítmico “Fault Line”(con esos guitarreos a la zydeco), el a la vez seco y florido “Red River” (estrofas rasposas contra coros armoniosos en una combinación dialéctica perfecta), el delicioso y acompasado “Full Grown Boy” (con su swing suavemente jazzeado), el urgente y desesperado “All You Can Carry” (instrumentación llena de angst contra una voz que la suaviza), el bluesero y oscuro “Power Drunk” (con esa guitarra a la BB King que recuerda a su ochentera “Into the Night”) o el retumbante y vibrante “Forgotten Man” (con sus reminiscencias de Bo Diddley).
  El resto del álbum es igualmente emocionante y cortes como “Sins of My Youth”, “U Get Me High”, “Burnt Out Town” y la sensacional y concluyente “Shadow People” mantienen la altísima calidad del mismo.
  Desnudo y complejo a la vez, Hypnotic Eye es un disco trascendente y junto con el Lazaretto de Jack White, uno de los platos más genuinamente rocanroleros en lo que va del año.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).
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Published on August 05, 2014 18:00

August 4, 2014

Sgt. Homer's Comic Hearts Club Band

Sólo por el gusto de poner esta imagen.
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Published on August 04, 2014 19:59

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