Hugo García Michel's Blog, page 225

April 24, 2015

High Llamas / Gideon Gaye (1994)

Claramente influenciados por el Brian Wilson post Pet Sounds, Sean O’Hagan y sus High Llamas grabaron este su segundo y mejor disco. Para muchos son unos imitadores de los Beach Boys. Para otros, este disco es mejor que el de los sonidos de las mascotas. Cada quién puede comprobarlo por sí mismo.

Mejor tema: “Checking In, Checking Out”

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Published on April 24, 2015 15:30

April 23, 2015

Sixto Valencia

Conocí su nombre desde que era yo un niño y leía los ejemplares de Memín Pinguín (al que todos le decíamos Pingüín), la historieta en sepia que publicaba editorial Argumentos y que cada semana compraba mi prima Dora.
  Escrita por Yolanda Vargas Dulché y dibujada por Sixto Valencia, aquella revista formó parte esencial de mi educación sentimental, al lado de Chanoc, Los Supersabios, La Familia Burrón, Tawa y, claro, las historietas ("cuentos", se les llamaba en los años sesenta) de la editorial Novaro. ¿Cómo haber imaginado en ese tiempo que veinte años más tarde sería yo guionista de aquel tipo de publicaciones y que trabajaría directamente con doña Yolanda y me tocaría toparme muchas veces con Sixto, en las oficinas de la editorial Vid, en la colonia Narvarte?
  Recuerdo a Sixto Valencia como un hombre muy serio y poco comunicativo, de muy pocas palabras. En los ochenta era casi inaccesible y en los noventa, ya en la editorial Toukán, me acuerdo de él como un señor de escaso cabello y gran bigote, igualmente serio y hasta un tanto huraño y malhumorado. Nunca hice amistad con él, como sí la hice con otros dibujantes y argumentistas de leyenda, como el gran Ángel Mora (Chanoc) o el ingeniosísimo Daniel Muñoz (El Pantera), entre otros.
  Como sea, Sixto es una leyenda de la historieta mexicana y al enterarme hoy de su fallecimiento, a los 81 años de edad, no puedo más que lamentarlo.
  Memín debe estarlo llorando.
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Published on April 23, 2015 16:00

April 22, 2015

Duda existencial




























 
Hay días tan bellos como el de hoy en los que, luego de verla, no sabría decir si me estoy enamorando o no de ella.

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Published on April 22, 2015 15:31

April 21, 2015

Lila Downs y la artificiosa corrección

Algo me pasa con Lila Downs y me pasa desde la primera vez que la escuché: nada más no le creo. No creo en su autenticidad, no creo en su sinceridad, no creo en su sobrevalorada calidad artística.
  Sé que declarar esto es políticamente incorrectísimo y que de tiempo atrás se le considera como la nueva Gran Señora de la Canción Mexicana (así, con mayúsculas). Sin embargo, yo veo esto más como fruto de una imposición mercadológica de origen seudo progresista que como algo que hunda sus raíces en lo auténticamente mexicano. Es algo así como lo que fue no hace mucho la moda Frida Kahlo: un fenómeno kistch tan hueco como un cascarón vacío.
  En un país que ha dado tantas grandes intérpretes vernáculas, como Lola Beltrán o María de Lourdes (para no hablar de Lucha Reyes), o tantas genuinas voces folclóricas, como Amparo Ochoa o Tehua (para no hablar de Astrid Haddad o de Eugenia León), la repentina irrupción de Lila Downs y su estilo impostado y grandilocuente, superficial y artificioso, me ha resultado siempre una cosa tan indigesta como oportunista.
  Ese modo de usar a la música nacional como mero mexican curious cuasi turístico para consumo primermundista y burgués, esa propuesta tan elaborada y planificada, tan coloreada y chillante como artesanía de Fonarte, me brinca y me incomoda.
  Acabo de escuchar su nuevo disco, Balas y chocolate (Sony Music Latin, 2015), y no hice sino reafirmar mis impresiones sobre ella, con el agravante de que a la impostura musical (ahora con influencias de Juanes y de la Tigresa del Oriente), le ha añadido letras “militantes”, con referencias (but of course) a Ayotzinapa, el pueblo bueno y otros neo lugares comunes que de seguro le atraerán compradores entre su público cautivo.
  Bien producido, bien instrumentado, con invitados como el propio Juanes o Juan Gabriel (sí, el mismísimo Juanga), Balas y chocolate es un champurrado de música folcloroide (Federico Arana dixit) y letras ceceacheras que se venderá muy bien en el mercado progre y hasta en el mercado hipster.
  Si a usted no le molesta que le cambien oro por cuentitas de vidrio, no dude en adquirirlo.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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Published on April 21, 2015 19:50

April 20, 2015

Mi entrevista para Código DF

Este el podcast de la entrevista que me hicieron en la estación en línea Código cdmx para el programa Código Indie. Creo que está entretenida y divertida. La dejo a su consideración, denle clic aquí:

Entrevista HGM sobre Matar por Ángela.
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Published on April 20, 2015 14:32

April 19, 2015

¿Música para regalar?

Música gratuita. Esas dos palabras podrían constituir, a mediano o largo plazos, una consigna que al ser llevada al terreno de los hechos se convirtiera en una situación aun más subversiva y peligrosa para la gran industria discográfica que la propia piratería. Nada más explosivo para un sistema basado en el lucro, la ganancia y la plusvalía que las mercancías sin precio. ¿Cómo competir desde el mercado con un producto que en lugar de venderse se regala? ¿En la disyuntiva de pagar por algo o recibirlo sin gastar un centavo, cuál consumidor se inclinaría por lo primero? Las reflexiones anteriores surgen luego de saber que en nuestro país hay cuando menos dos músicos –el Sr. González y Alonso Arreola– que han sacado sendos discos (El Grao y Música horizontal) que no se expenden en tienda alguna, sino que se obsequian a la gente que desee tenerlos ya sea material o virtualmente. Esto que a simple vista parecería tan sólo una idea curiosa y un tanto delirante (¿quién en su sano juicio regalaría el fruto de su trabajo y de sus inversiones económicas?), posee un potencial gigantesco y es como un dardo envenenado para una industria, la del disco, que de por sí vive momentos de grave crisis a nivel mundial. La premisa de la cual parten estas dos obras (de gran calidad ambas, por cierto) es que de los músicos que graban para las disqueras, la mayor parte recibe una retribución mínima, ridícula, absurda, humillante, por concepto de regalías. Lo mismo sucede en el caso de las producciones independientes que en realidad no dejan una ganancia importante. En cambio, al regalarse, la propuesta puede ser conocida por muchas más personas, quienes acudirán a los conciertos de estos músicos y con ello los retribuirán de uno y muchos modos. La idea puede generalizarse. Muy posiblemente lo hará. En los próximos meses, en los próximos años, seguramente seremos testigos de cómo muchos grupos y solistas siguen la misma senda, la de la música gratuita. Todos los involucrados ganarán con ello.

(Publicado por mí en la sección editorial "Ojo de Mosca" de la revista La Mosca en la Pared No. 118, agosto de 2007)
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Published on April 19, 2015 17:00

April 17, 2015

Cat Stevens / Foreigner (1973)

¿Cat Stevens progresivo? Sí y con una enjundia insospechada. Luego de cuatro discos de pacifismo, mensajes hippies y baladas acústicas, el futuro musulmán quiso emular (se dice) al Thick As a Brick de Jethro Tull. ¿Ambicioso? Sí. ¿Pretensioso? También. Pero a final de cuentas, un trabajo muy disfrutable e interesante.

Mejor tema: “Foreigner Suite”.



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Published on April 17, 2015 15:01

April 16, 2015

Cumbres borrascosas

Nunca es tarde para entrar a una obra clásica. No había leído la gran (y única) novela de Emily Brönte y aunque yo esperaba una obra meramente romántica (que lo es), mi sorpresa vino al toparme con un tratado sobre el amor enfermo, el odio visceral y la vida convertida en un deseo de venganza.
  El fondo de Wuthering Heights es tremendamente oscuro. Los personajes principales (Heathcliff, Catherine, Linton, Earnshaw, Cathy, Joseph y hasta la narradora principal, la señora Dean) viven en un microcosmos lleno de rencores, miedos, revanchismo, malos sentimientos, violencia implícita y explícita, todo en medio de los helados y sombríos ambientes del norte de la Inglaterra de principios del siglo XIX.
  Brönte narra con claridad y devela un mundo gótico y aterrador, aunque lo sobrenatural casi no figura en la historia.
  Me gustó mucho, sin ser la mejor novela decimonónica que haya yo leído. Pero es una gran lectura que deja una extraña sensación y nos lleva a preguntar cómo es que existe gente que toda su vida vive obsesionada por el amor-odio y cómo es que esa pasión enajena de tal manera a las personas que las lleva a anularse a sí mismas y a impedirse la posibilidad de ser felices. Un libro realmente borrascoso.
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Published on April 16, 2015 12:50

April 15, 2015

Matemáticas amorosas

La primera fémina de quien verdaderamente me enamoré, en mis años de adolescencia, era dos años menor que yo. A la que siguió le llevaba tres. Luego vino la mujer con quien me casaría y con quien viviría cerca de dos décadas y que era nueve años mayor que yo. Después del divorcio, volví a enamorarme, platónicamente, de una joven catorce años más chica (con quien di a luz mi novela Matar por Ángela). Luego vino un grande, apasionado, obsesivo y azotado enamoramiento de siete años con una mujer a quien le llevaba veintitrés (hoy, quizá, mi mejor amiga). Breve relación de tres meses con una chava de quien me diferenciaban veinticinco años y delirante amistad cariñosa que se volvió odiosa con una alacrancita a la que le llevaba treinta. Por último, noviazgo de tres años con una niña treinta y cinco años más joven que yo. Es decir: 2 / 3 / -9 / 14 / 23 / 25 / 30 / 35 (la progresión es casi perfecta y la tendencia clara). Entre la primera y la más reciente hay una diferencia, hoy, de ¡33 años! ¿Qué sigue? ¿Quién sigue? No lo sé, pero qué divertido.
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Published on April 15, 2015 15:00

April 14, 2015

Un tipo apellidado Wilson

Para alguien que escribió dos canciones tan fundamentales para la historia del rock pop como “Good Vibrations” y “God Only Knows”, lo que hiciera después ya era lo de menos. La inmortalidad estaba ganada. Pero esas canciones y otras casi tan buenas, aparte de algunos discos tan importantes como el Pet Sounds (1966) de los Beach Boys son apenas una parte de la larguísima carrera de Brian Wilson, quien a los setenta y tres años de edad sigue en plena actividad musical y luego de que en 2012 hiciera un álbum tan bueno como That’s Why God Made the Radio, regresa en este 2015 con otro disco excelente: No Pier Pressure (Capitol/Virgin EMI).
  El talento (algunos dirían el genio) de Wilson para crear grandes melodías y, sobre todo, fantásticas armonías vocales es un sello personal que ha mostrado a lo largo de más de medio siglo y lógicamente esta presente en el nuevo plato. Sin embargo, no es un disco tan wilsoniano como su inmediato predecesor. Esta vez, el también autor de “Do It Again” y “Surfer Girl” experimenta por momentos con sonidos diferentes a los que nos tiene acostumbrados y si bien lo hace con fortuna (en temas como “On the Island”, “Our Special Love” o “Runaway Dancer”), en realidad cuando suena mejor y más en su ambiente es en esas canciones de inconfundible marca Brian Wilson, en las que las combinaciones de voces encajan a la perfección con los líneas melódicas y ello queda muy bien establecido en temas tan buenos como “Tell Me Why”, “Whatever Happened”, “One Kind of Love” (que recuerda de pronto –y no sé si esto sea bueno o sea malo– al rock pop de Peter Frampton o de Stix) y la espléndida “Guess You Had to Be There”, una composición pop que raya en lo excelso.
  Con músicos invitados como el dueto She & Him, Peter Hollens, Kacey Musgraves, Blondie Chaplin y su viejo compañero de lides beachboyanas Al Jardine (con el que interpreta la conmovedora y bellísima “The Right Time”, No Pier Pressure es una obra estupenda y muy disfrutable. No su mejor trabajo, eso es claro, pero sí un álbum digno de figurar entre lo más destacado de la discografía de Wilson.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).
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Published on April 14, 2015 20:00

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