Fernando Ariel García's Blog, page 14
July 15, 2022
STRANGER THINGS 4: EL FIN DEL PRINCIPIO
Stranger Things - Temporada 4 (vol. 2). Directores:Los hermanos Duffer. Protagonistas: Winona Ryder, David Harbour, Finn Wolfhard, Millie Bobby Brown, Gaten Matarazzo, Caleb McLaughlin, Noah Schnapp, Sadie Sink, Natalia Dyer, Charlie Heaton, Joe Keery, Maya Hawke, Priah Ferguson, Cara Buono, Brett Gelman, Paul Reiser, Eduardo Franco, Joseph Quinn, Jamie Campbell Bower, Joe Chrest, Matthew Modine, Tom Wlaschiha y Sherman Augustus, entre otros. Guionistas: Los hermanos Duffer. 21 Laps Entertainment / Monkey Massacre. EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: Disponible en Netflix desde el 1º de julio de 2022.
Cuatro horas para dos episodios. Mucha acción, adrenalina a tope. Idas y vueltas argumentales, encuentros y reencuentros, confesiones que sabíamos todos menos los personajes. Gritos, llantos, explosiones, sangre, muertes (no sé si tan) sorpresivas. Nivel de producción hollywoodense, ritmo algo frenético y un montaje que te dejaba pegado al sillón. Y, como si todo esto fuera poco, la misma espada que Schwarzenegger levantó en Conan el bárbaro.
Aun así, creo que estos dos últimos episodios de la cuarta temporada de Stranger Things hubieran funcionado (mucho) mejor como los dos primeros de la quinta. ¿Por qué? Principalmente, porque no hay ninguna revelación que sacuda las perspectivas de lo que estamos viendo, como sí ocurrió en el volumen 1. Aquí, a pesar de los altos momentos emotivos que alcanzan los hermanos Duffer, todo me sonó a ratificación de lo ya contado, a mera reafirmación de lo ya explorado. Bonito, interesante e intenso, pero redundante. El anticlímax perfecto.
Lo de Once y Vecna funciona (y cómo), pero no suma ni profundiza la trama. La esperada reunión de los protagonistas cumple con todos los protocolos, pero no dignifica algunas de las historias paralelas que les tocaron en el reparto. La carta musical de Metallica está muy bien jugada, pero queda deslucida tras el pico narrativo que se había alcanzado con Kate Bush. Tal vez, las expectativas generadas por el final del volumen 1 dejaron la vara demasiado alta, sobre todo para un cierre estructurado como transición hacia el desenlace definitivo.
Habrá que confiar en los hermanos Duffer; y ver qué hacen con el abultado crédito que lograron amarrocar. Dicen que saben hacia dónde van; y que sólo nos resta presenciar el efecto dominó de las fichas que empezaron a caer y levantar velocidad. Terminado el principio, e incapaces de volver atrás, sólo les queda avanzar hacia el final. Esperemos que, en la última vuelta, no se pongan la Ferrari de sombrero.Fernando Ariel García

Cuatro horas para dos episodios. Mucha acción, adrenalina a tope. Idas y vueltas argumentales, encuentros y reencuentros, confesiones que sabíamos todos menos los personajes. Gritos, llantos, explosiones, sangre, muertes (no sé si tan) sorpresivas. Nivel de producción hollywoodense, ritmo algo frenético y un montaje que te dejaba pegado al sillón. Y, como si todo esto fuera poco, la misma espada que Schwarzenegger levantó en Conan el bárbaro.
Aun así, creo que estos dos últimos episodios de la cuarta temporada de Stranger Things hubieran funcionado (mucho) mejor como los dos primeros de la quinta. ¿Por qué? Principalmente, porque no hay ninguna revelación que sacuda las perspectivas de lo que estamos viendo, como sí ocurrió en el volumen 1. Aquí, a pesar de los altos momentos emotivos que alcanzan los hermanos Duffer, todo me sonó a ratificación de lo ya contado, a mera reafirmación de lo ya explorado. Bonito, interesante e intenso, pero redundante. El anticlímax perfecto.

Lo de Once y Vecna funciona (y cómo), pero no suma ni profundiza la trama. La esperada reunión de los protagonistas cumple con todos los protocolos, pero no dignifica algunas de las historias paralelas que les tocaron en el reparto. La carta musical de Metallica está muy bien jugada, pero queda deslucida tras el pico narrativo que se había alcanzado con Kate Bush. Tal vez, las expectativas generadas por el final del volumen 1 dejaron la vara demasiado alta, sobre todo para un cierre estructurado como transición hacia el desenlace definitivo.
Habrá que confiar en los hermanos Duffer; y ver qué hacen con el abultado crédito que lograron amarrocar. Dicen que saben hacia dónde van; y que sólo nos resta presenciar el efecto dominó de las fichas que empezaron a caer y levantar velocidad. Terminado el principio, e incapaces de volver atrás, sólo les queda avanzar hacia el final. Esperemos que, en la última vuelta, no se pongan la Ferrari de sombrero.Fernando Ariel García
Published on July 15, 2022 14:01
July 5, 2022
THOR – AMOR Y TRUENO: OCHENTOSA COMEDIA ROMÁNTICA (SUPERHEROICA Y ROCANROLERA)
Thor: Amor y Trueno. Director:Taika Waititi. Protagonistas: Chris Hemsworth (Thor Odinson), Natalie Portman (Jane Foster / Poderosa Thor), Christian Bale (Gorr), Tessa Thompson (Rey Valkiria), Jaimie Alexander (Sif), Taika Waititi (Korg), Chris Pratt (Star-Lord), Dave Bautista (Drax), Bradley Cooper (voz de Rocket), Vin Diesel (voz de Groot), Karen Gillan (Nebula), Pom Klementieff (Mantis), Sean Gunn (Kraglin Obfontieri) y Russell Crowe (Zeus). Participación especial de Matt Damon, Sam Neill, Luke Hemsworth y Melissa McCarthy (actores asgardianos que interpretan a Loki, Odín, Thor y Hela), además de los hijos de Hemsworth, Portman, Bale y Waititi, que andan dando vueltas por ahí. Guionistas: Taika Waititi y Jennifer Kaytin Robinson, basado en personajes y situaciones creados para los cómics Marvel por Stan Lee, Larry Lieber, Jack Kirby y Jason Aaron, entre otros. Marvel Studios. EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: 7 de julio de 2022.
En la privada de prensa, por primera vez, oí hablar de la grieta asgardiana que divide a los fanáticos de Thor. Están los que bancan a muerte las dos primeras películas de la saga, Thory Un mundo oscuro , por esa pátina teatral, ominosa y shakespereana que remite a la etapa clásica de Stan Lee y Jack Kirby. Y están los que defienden, a capa y espada, el abordaje lúdico y descontracturado que Taika Waititi le imprimió a la franquicia con Thor: Ragnarok . Al final de la proyección, todos se fueron más que contentos, hecho que parecería haber zanjado cualquier diferencia nimia entre las partes.
De todas formas, teniendo en cuenta que Waititi está detrás de las cámaras en Thor: Amor y Trueno (Thor: Love and Thunder), no está de más aclarar que esta aventura abraza y potencia el espíritu adolescente rocanrolero (Guns N’ Roses a tope), más especialmente el de la comedia romántica ochentosa, llena de desbordes hormonales, celos estúpidos, chistes descerebrados y aptos para toda la familia, sensiblería explícita y una carga dramática muy pesada, que necesita de toda la ligereza anteriormente mencionada para no volverse intragable.
Porque detrás de toda la parafernalia visual y desmedida con que aparece vestida esta épica superheroica, la película busca demostrar que el Amor es la fuerza que da definitivo sentido a la existencia. No a la vida como absoluto valor abstracto, sino a la vida mundana y cotidiana. A la mía, a la tuya, a la de esa banda conocida como los Guardianes de la Galaxia; a la de Thor, a la de Jane Foster, enferma de cáncer y transformada en la Poderosa Thor, e incluso a la de Gorr, el asesino intergaláctico de dioses que quiere cargarse a todos los panteones místicos del Universo Cinematográfico de Marvel, por una razón más que valedera.
Y donde reina el Amor, ya se sabe, en algún momento también aparece el dolor de su pérdida. Y en la conformación identitaria de nuestro ser, llegará el tiempo en que tengamos que decidir qué hacemos con ese vacío. Los protagonistas de la película nos muestran un par de opciones: Abrazar la venganza, hundirnos en la pena, levantar una barrera entre nuestros sentimientos y el mundo. Y reconvertir esa ausencia en otra forma de presencia del Amor como motor de la vida. Una tarea ciclópea que, pareciera, rinde los frutos menos amargos.
Es una película de Marvel, así que hay que quedarse hasta el final. Y me pareció a mí, que veo cosas donde no están, ¿o en el último tramo hay un fuerte guiño a la Turma da Mônica de Mauricio de Sousa?Fernando Ariel García

En la privada de prensa, por primera vez, oí hablar de la grieta asgardiana que divide a los fanáticos de Thor. Están los que bancan a muerte las dos primeras películas de la saga, Thory Un mundo oscuro , por esa pátina teatral, ominosa y shakespereana que remite a la etapa clásica de Stan Lee y Jack Kirby. Y están los que defienden, a capa y espada, el abordaje lúdico y descontracturado que Taika Waititi le imprimió a la franquicia con Thor: Ragnarok . Al final de la proyección, todos se fueron más que contentos, hecho que parecería haber zanjado cualquier diferencia nimia entre las partes.
De todas formas, teniendo en cuenta que Waititi está detrás de las cámaras en Thor: Amor y Trueno (Thor: Love and Thunder), no está de más aclarar que esta aventura abraza y potencia el espíritu adolescente rocanrolero (Guns N’ Roses a tope), más especialmente el de la comedia romántica ochentosa, llena de desbordes hormonales, celos estúpidos, chistes descerebrados y aptos para toda la familia, sensiblería explícita y una carga dramática muy pesada, que necesita de toda la ligereza anteriormente mencionada para no volverse intragable.

Porque detrás de toda la parafernalia visual y desmedida con que aparece vestida esta épica superheroica, la película busca demostrar que el Amor es la fuerza que da definitivo sentido a la existencia. No a la vida como absoluto valor abstracto, sino a la vida mundana y cotidiana. A la mía, a la tuya, a la de esa banda conocida como los Guardianes de la Galaxia; a la de Thor, a la de Jane Foster, enferma de cáncer y transformada en la Poderosa Thor, e incluso a la de Gorr, el asesino intergaláctico de dioses que quiere cargarse a todos los panteones místicos del Universo Cinematográfico de Marvel, por una razón más que valedera.
Y donde reina el Amor, ya se sabe, en algún momento también aparece el dolor de su pérdida. Y en la conformación identitaria de nuestro ser, llegará el tiempo en que tengamos que decidir qué hacemos con ese vacío. Los protagonistas de la película nos muestran un par de opciones: Abrazar la venganza, hundirnos en la pena, levantar una barrera entre nuestros sentimientos y el mundo. Y reconvertir esa ausencia en otra forma de presencia del Amor como motor de la vida. Una tarea ciclópea que, pareciera, rinde los frutos menos amargos.

Es una película de Marvel, así que hay que quedarse hasta el final. Y me pareció a mí, que veo cosas donde no están, ¿o en el último tramo hay un fuerte guiño a la Turma da Mônica de Mauricio de Sousa?Fernando Ariel García
Published on July 05, 2022 12:50
June 30, 2022
ALÍCIA Y EL ALCALDE: IDEAS PARA POLÍTICOS SIN IDEAS
Alícia y el Alcalde. Director:Nicolas Pariser. Protagonistas: Fabrice Luchini, Anaïs Demoustier, Nora Hamzawi, Maud Wyler y Thomas Chabrol, entre otros. Guionista: Nicolas Pariser. Francia / Bélgica, 2019. Bizibi Productions / Arte France Cinéma / Scope Pictures / Auvergne-Rhône-Alpes Cinéma / Les Films du 10 / Canal + / Ciné + / ARTE France. Estreno en la Argentina: 30 de junio de 2022.
Estamos en el sur de Francia. Más exactamente, en Lyon, la tercera ciudad más poblada del país. La urbe que supo ser bastión de la Resistencia a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, hace rato se ha reconvertido en moderno enclave comercial y financiero, hogar de un par de las principales grandes écoles de la Galia y dueña de un patrimonio histórico, cultural, gastronómico y arquitectónico sin igual. Se la ve ordenada y amigable, vivible y disfrutable, asentada en un presente estable y con vistas a un futuro promisorio.
Quién no está así es su alcalde, Paul Théraneau (un inmejorable Fabrice Luchini, como siempre), que se encuentra atravesando una crisis personal de proporciones inconmensurables. Se siente vacío de ideas, desmotivado hasta la médula, estancado en un temible punto muerto. Justo cuando la gestión le demanda visibilidad y movimiento; y su partido (socialista) le exige definiciones en cuanto a su posible futura candidatura presidencial.
El problema es que Théraneau se ha dado cuenta de que encarna uno de los signos políticos de estos tiempos. El encapsulamiento creciente de las dirigencias, abocadas a resolver sus rencillas de palacio en lugar de los problemas concretos de la calle. La vaguedad líquida de los progresismos, favorecedora del alarmante crecimiento de los extremismos. Y para intentar encauzar su futuro neblinoso, el alcalde sin ideas tiene una idea: Contratar a una filósofa como asesora, una outsider total que lo ayude a re-ingresar en los meandros pasionales de su vocación. Entra en escena la Alícia del título (impecable Anaïs Demoustier); y las cosas van a tomar un giro impensado.
Más interesante por los debates que plantea que por la conjugación cinematográfica que plasma, Alícia y el alcalde (Alice et le maire) pospone los valores narrativos de la imagen para potenciar los intereses discursivos de la propuesta, que son muchos, sumamente actuales y claramente urgentes. Porque la crisis personal del alcalde también puede ser entendida (y abordada) como una metáfora de la actual crisis planetaria de representación política. El divorcio entre los políticos y los ciudadanos. La distancia sideral que se sigue abriendo entre las agendas gubernamentales y las necesidades reales de la población. Como si la moderna praxis política, violentamente resumida en la lucha por el poder, se estuviera convirtiendo en el verdugo de las democracias. Y de ese desencanto sembrado entre las gentes de a pie, germinaran las tóxicas radicalizaciones que el film define como derechas y populismos.
La salida de esta encrucijada política, la película lo tiene claro, viene de la mano de la Política, entendida como herramienta de profunda transformación social. El problema; y la película también lo tiene claro, está en algunos de los políticos (y en algunas prácticas partidarias) a cargo de la administración de la cosa pública.Fernando Ariel García

Estamos en el sur de Francia. Más exactamente, en Lyon, la tercera ciudad más poblada del país. La urbe que supo ser bastión de la Resistencia a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, hace rato se ha reconvertido en moderno enclave comercial y financiero, hogar de un par de las principales grandes écoles de la Galia y dueña de un patrimonio histórico, cultural, gastronómico y arquitectónico sin igual. Se la ve ordenada y amigable, vivible y disfrutable, asentada en un presente estable y con vistas a un futuro promisorio.
Quién no está así es su alcalde, Paul Théraneau (un inmejorable Fabrice Luchini, como siempre), que se encuentra atravesando una crisis personal de proporciones inconmensurables. Se siente vacío de ideas, desmotivado hasta la médula, estancado en un temible punto muerto. Justo cuando la gestión le demanda visibilidad y movimiento; y su partido (socialista) le exige definiciones en cuanto a su posible futura candidatura presidencial.

El problema es que Théraneau se ha dado cuenta de que encarna uno de los signos políticos de estos tiempos. El encapsulamiento creciente de las dirigencias, abocadas a resolver sus rencillas de palacio en lugar de los problemas concretos de la calle. La vaguedad líquida de los progresismos, favorecedora del alarmante crecimiento de los extremismos. Y para intentar encauzar su futuro neblinoso, el alcalde sin ideas tiene una idea: Contratar a una filósofa como asesora, una outsider total que lo ayude a re-ingresar en los meandros pasionales de su vocación. Entra en escena la Alícia del título (impecable Anaïs Demoustier); y las cosas van a tomar un giro impensado.

Más interesante por los debates que plantea que por la conjugación cinematográfica que plasma, Alícia y el alcalde (Alice et le maire) pospone los valores narrativos de la imagen para potenciar los intereses discursivos de la propuesta, que son muchos, sumamente actuales y claramente urgentes. Porque la crisis personal del alcalde también puede ser entendida (y abordada) como una metáfora de la actual crisis planetaria de representación política. El divorcio entre los políticos y los ciudadanos. La distancia sideral que se sigue abriendo entre las agendas gubernamentales y las necesidades reales de la población. Como si la moderna praxis política, violentamente resumida en la lucha por el poder, se estuviera convirtiendo en el verdugo de las democracias. Y de ese desencanto sembrado entre las gentes de a pie, germinaran las tóxicas radicalizaciones que el film define como derechas y populismos.

La salida de esta encrucijada política, la película lo tiene claro, viene de la mano de la Política, entendida como herramienta de profunda transformación social. El problema; y la película también lo tiene claro, está en algunos de los políticos (y en algunas prácticas partidarias) a cargo de la administración de la cosa pública.Fernando Ariel García
Published on June 30, 2022 17:09
June 25, 2022
ELVIS: DOS PARA TRIUNFAR
Elvis. Director: Baz Luhrmann. Protagonistas: Austin Butler (Elvis Presley), Tom Hanks (coronel Tom Parker), Olivia DeJonge (Priscilla Presley), Helen Thomson (Gladys Smith, madre de Elvis), Richard Roxburgh (Vernon Presley, padre de Elvis) y Nicholas Bell (senador James Oliver Eastland), entre otros. Participación especial de Kelvin Harrison Jr. (BB King), Xavier Samuel (Scotty Moore), David Wenham (Hank Snow), Kodi Smit-McPhee (Jimmie Rodgers Snow), Yola (Hermana Rosetta Tharpe), Alton Mason (Little Richard), Gary Clark Jr. (Arthur Crudup), Adam Dunn (Bill Black), Terepai Richmond (D.J. Fontana), Cle Morgan (Mahalia Jackson) y Shonka Dukureh (Willie Mae "Big Mama" Thorton). Guionistas: Baz Luhrmann y Sam Bromell, Baz Luhrmann y Craig Pearce; y Jeremy Doner, sobre una historia de Baz Luhrmann y Jeremy Doner. Música: Elliott Wheeler. Incluye las canciones Vegas(interpretada por Doja Cat), The King and I (Eminem y CeeLo Green), y versiones de los clásicos de Elvis y del rock’n’roll en general, interpretados por Austin Butler, Swae Lee y Diplo, Stuart Prince, Pnau, Kacey Musgraves, Nardo Wick, Måneskin, Stevie Nicks y Chris Isaak, Shonka Dukureh, Les Greene, Yola, Denzel Curry, Lenesha Randolph, Impala, Jazmine Sullivan, Jack White, Paravi y Nardo Wick. Historietista:Kelly Baigent. Australia / EE.UU., 2022. Bazmark Films / The Jackal Group. Estreno en la Argentina: 14 de julio de 2022.
Vamos a decirlo con todas las letras. Lo de Austin Butler es tremendo, descomunal. Como lo de Rami Malek con Freddie Mercury (y lo de Gwilym Lee como Brian May, no nos olvidemos), lo suyo es un verdadero calco de Elvis Presley. O, al menos, del Elvis Presley icónico que uno tiene archivado en algún rincón de la mente. Los gestos, las poses, la presencia, las miradas, la pelvis. Un combo perfecto porque, además, las canciones que canta las canta como uno se las oyó cantar a Elvis. Aplausos de pie.
Pero, a fuerza de ser sincero, más allá de todo lo bueno que aporta Butler, si no estuviera el coronel Tom Parker de Tom Hanks, esta Elvis de Baz Luhrmann sería (al menos para mí) la perfecta recreación de un perfecto recital del Elvis Presley perfecto. Nada más. Lo de Hanks, actoralmente hablando, pertenece a otra liga. Las sinuosidades de ese personaje amoroso y nefasto, paternal y abusivo, calculador y mefistofélico, son las especias que le dan voluptuosidad, picor, sutileza, cuerpo y punch a este banquete desaforado, servido con la exuberancia hollywoodense y el impacto visual de una ópera vanguardista.
Por el precio de una biografía, Luhrmann nos cuenta dos: la de Elvis y la de Tom Parker. Principalmente, porque la de ninguno de los dos tendría mucho sentido sin la fusión con el otro. Para conocer a este Elvis bicéfalo es necesario comprender (me parece) que el mito se conformó gracias a (y a pesar de) el talento innato de las dos partes. Uno puso el don musical, vocal e histriónico, el otro aportó las cualidades marketineras para que el mundo comprara la mercadería que ambos vendieron, a veces convencidos de lo que ofrecían y otras, a regañadientes.
Cada uno aportó lo suyo a este combo que sacudió y transformó la cultura popular estadounidense, irradiando su influencia al mundo todo y más. De la encarnación del pecado al quintaesencial chico americano que toda madre querría como yerno, la película arma meticulosamente el rompecabezas cuya última pieza es la del rockstar glorioso y decadente, panzón y atiborrado de pastillas, que ya era inmortal antes de morir. En el medio, su diálogo con la Historia real: la segregación racial, defendida a capa y espada por el senador James Oliver Eastland; los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy; el góspel, el rhythm and blues, Los Beatles y los Rolling Stones. Y destellos de felicidad junto con su esposa Priscilla y su pequeña hija Lisa Marie.
Como corresponde a una biopic musical (y a una película de Luhrmann), la banda de sonido es otra protagonista principal del film. Y, en ese sentido, Elvis aborda (y aggiorna) respetuosamente el legado del Rey. Cuando las secuencias muestran a Elvis en acción arriba de cualquier escenario, las canciones se ciñen al imaginario ya conocido y consolidado. Pero cuando visten las escenas de la vida cotidiana en Memphis, Graceland y Las Vegas, se permiten romper el canon y abrirse a fusiones y remixes con ritmos urbanos contemporáneos, detalle que suma a la hora de facetar las cualidades de un repertorio capaz de mantener intacto su clasicismo mientras revalida su vigencia. La vigencia de una historia de amores y desgarros, de triunfos y tragedias, del mito que sigue siendo y del hombre que, tal vez, pudo haber sido. No tiene escenas post-créditos, pero la película termina al final, no antes.
El joven Elvis Presley (Chaydon Jay), lector y fanático del Capitán Marvel Jr.
Párrafo aparte para el mundo comiquero. La biopic de Luhrmann le dedica mucha atención (y peso específico dentro de la trama) a la fascinación de Elvis Aaron Presley por los cómics del Capitán Marvel Jr. a cargo del maestro (de pie, por favor) Mac Raboy. ¿O de dónde creen que salieron la capita corta y el símbolo del rayo que Elvis usaba como parte de su atuendo? Las menciones metafóricas a la Roca de la Eternidad están a lo largo del metraje, que incluso incluye un corto segmento cartoon del Capitán Marvel Jr. con los dibujos de Kelly Baigent (animadora que trabajó en La vida secreta de las mascotas, Titan A.E. y Anastasia, entre otros films). Lo que no entiendo (o sí) es por qué, siendo una película de Warner (dueña de DC Comics, los propietarios del Capitán Marvel Jr.), cuando el audio original en inglés habla del Captain Marvel Jr., el subtitulado en castellano lo traduce como Shazam. ¿Habrán pensado que le hacían propaganda a la competencia?Fernando Ariel García

Vamos a decirlo con todas las letras. Lo de Austin Butler es tremendo, descomunal. Como lo de Rami Malek con Freddie Mercury (y lo de Gwilym Lee como Brian May, no nos olvidemos), lo suyo es un verdadero calco de Elvis Presley. O, al menos, del Elvis Presley icónico que uno tiene archivado en algún rincón de la mente. Los gestos, las poses, la presencia, las miradas, la pelvis. Un combo perfecto porque, además, las canciones que canta las canta como uno se las oyó cantar a Elvis. Aplausos de pie.
Pero, a fuerza de ser sincero, más allá de todo lo bueno que aporta Butler, si no estuviera el coronel Tom Parker de Tom Hanks, esta Elvis de Baz Luhrmann sería (al menos para mí) la perfecta recreación de un perfecto recital del Elvis Presley perfecto. Nada más. Lo de Hanks, actoralmente hablando, pertenece a otra liga. Las sinuosidades de ese personaje amoroso y nefasto, paternal y abusivo, calculador y mefistofélico, son las especias que le dan voluptuosidad, picor, sutileza, cuerpo y punch a este banquete desaforado, servido con la exuberancia hollywoodense y el impacto visual de una ópera vanguardista.

Por el precio de una biografía, Luhrmann nos cuenta dos: la de Elvis y la de Tom Parker. Principalmente, porque la de ninguno de los dos tendría mucho sentido sin la fusión con el otro. Para conocer a este Elvis bicéfalo es necesario comprender (me parece) que el mito se conformó gracias a (y a pesar de) el talento innato de las dos partes. Uno puso el don musical, vocal e histriónico, el otro aportó las cualidades marketineras para que el mundo comprara la mercadería que ambos vendieron, a veces convencidos de lo que ofrecían y otras, a regañadientes.
Cada uno aportó lo suyo a este combo que sacudió y transformó la cultura popular estadounidense, irradiando su influencia al mundo todo y más. De la encarnación del pecado al quintaesencial chico americano que toda madre querría como yerno, la película arma meticulosamente el rompecabezas cuya última pieza es la del rockstar glorioso y decadente, panzón y atiborrado de pastillas, que ya era inmortal antes de morir. En el medio, su diálogo con la Historia real: la segregación racial, defendida a capa y espada por el senador James Oliver Eastland; los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy; el góspel, el rhythm and blues, Los Beatles y los Rolling Stones. Y destellos de felicidad junto con su esposa Priscilla y su pequeña hija Lisa Marie.

Como corresponde a una biopic musical (y a una película de Luhrmann), la banda de sonido es otra protagonista principal del film. Y, en ese sentido, Elvis aborda (y aggiorna) respetuosamente el legado del Rey. Cuando las secuencias muestran a Elvis en acción arriba de cualquier escenario, las canciones se ciñen al imaginario ya conocido y consolidado. Pero cuando visten las escenas de la vida cotidiana en Memphis, Graceland y Las Vegas, se permiten romper el canon y abrirse a fusiones y remixes con ritmos urbanos contemporáneos, detalle que suma a la hora de facetar las cualidades de un repertorio capaz de mantener intacto su clasicismo mientras revalida su vigencia. La vigencia de una historia de amores y desgarros, de triunfos y tragedias, del mito que sigue siendo y del hombre que, tal vez, pudo haber sido. No tiene escenas post-créditos, pero la película termina al final, no antes.

Párrafo aparte para el mundo comiquero. La biopic de Luhrmann le dedica mucha atención (y peso específico dentro de la trama) a la fascinación de Elvis Aaron Presley por los cómics del Capitán Marvel Jr. a cargo del maestro (de pie, por favor) Mac Raboy. ¿O de dónde creen que salieron la capita corta y el símbolo del rayo que Elvis usaba como parte de su atuendo? Las menciones metafóricas a la Roca de la Eternidad están a lo largo del metraje, que incluso incluye un corto segmento cartoon del Capitán Marvel Jr. con los dibujos de Kelly Baigent (animadora que trabajó en La vida secreta de las mascotas, Titan A.E. y Anastasia, entre otros films). Lo que no entiendo (o sí) es por qué, siendo una película de Warner (dueña de DC Comics, los propietarios del Capitán Marvel Jr.), cuando el audio original en inglés habla del Captain Marvel Jr., el subtitulado en castellano lo traduce como Shazam. ¿Habrán pensado que le hacían propaganda a la competencia?Fernando Ariel García
Published on June 25, 2022 05:23
June 22, 2022
PEQUEÑA FLOR: MÉNAGE À TROIS SANGRIENTA Y SURREALISTA
Pequeña flor - Petite fleur. Director: Santiago Mitre. Protagonistas: Daniel Hendler, Vimala Pons, Melvil Poupaud, Sergi López y Françoise Lebrun, entre otros. Participación especial de Hervé Vilard. Guionistas: Santiago Mitre y Mariano Llinás, basado en la novela Pequeña flor (2015) de Iosi Havilio. Historietista: Mathieu Burniat. Francia / Argentina / España / Bélgica, 2022. Maneki Films / La Unión de los Ríos / Panache Productions / La Compagnie Cinématographique / Setembro Cine / Logical Pictures / Auvergne-Rhône-Alpes Cinéma / Proximus. Estreno en la Argentina: 23 de junio de 2022.
José (Daniel Hendler) es un historietista argentino radicado en Francia. Ha tenido su momento de gloria, pero ahora está desempleado. No domina el idioma, vive en un barrio chato de una ciudad muy poco atractiva; y todo eso empieza a repercutir en su relación amorosa con Lucie (Vimala Pons), su pareja francesa con la que acaba de tener una hija. El fracaso, la angustia, la envidia y los celos, son algunos de los factores que comienzan a perfilar la crisis de pareja que crece como bola de nieve. Y cuando todo empieza a rodar barranca abajo, José parece encontrar en el jazz (la delicada y deliciosa Petite fleur de Sydney Bachet) y el asesinato ritual, truculento y repetido de su vecino dandy (Melvil Poupaud), que no se resiste a morir pero se empecina en resucitar de manera misteriosa, el camino que le permita salvar su matrimonio.
Basada en la novela homónima de Iosi Havilio, esta Pequeña flor de Santiago Mitre es, sobre todas las cosas, una historia de amor entrañable y algo desesperada. Contada, minuciosa y obsesivamente, bajo el paraguas narrativo de la comedia urbana tan fantástica como surrealista. Salpicada (¿de sangre?, por supuesto) del humor negro, la atmósfera onírica y las búsquedas existencialistas que definieron al Teatro del Absurdo. Elementos que le permiten crear una rigurosa lógica propia desde las márgenes del sinsentido, cuestionando algunos comportamientos sociales y determinados lugares comunes que se han venido entronizando como verdades inamovibles.
Un gran acierto del film es no perder el tiempo intentando explicar lo inexplicable, centrándose directamente en los beneficios que redundan de la concreción de los sueños y las expectativas que cargan los personajes. En ese sentido, el “trío” que arman Hendler, Pons y Poupaud (más alguna cosita que agrega Sergi López) funciona como metáfora gore y surrealista de la nueva rutina que debe construir una pareja que debuta en la paternidad; y de las herramientas y los mecanismos que validan para mantener vigentes la intimidad, la atracción y el deseo.
Uno de los dibujos de Mathieu Burniat que pueden verse en el film
Para el rubro comiquero, las historietas y dibujos que se ven durante todo el metraje del film, fueron realizados por el belga Mathieu Burniat, interesantísimo representante de la nueva camada francobelga, dueño de un universo estético que merece ser descubierto. Y si sos fanático del pop francés más sesentero, la versión rockstar de Hervé Vilard interpretando su himno, Capri cést fini, garpa toda la película.Fernando Ariel García

José (Daniel Hendler) es un historietista argentino radicado en Francia. Ha tenido su momento de gloria, pero ahora está desempleado. No domina el idioma, vive en un barrio chato de una ciudad muy poco atractiva; y todo eso empieza a repercutir en su relación amorosa con Lucie (Vimala Pons), su pareja francesa con la que acaba de tener una hija. El fracaso, la angustia, la envidia y los celos, son algunos de los factores que comienzan a perfilar la crisis de pareja que crece como bola de nieve. Y cuando todo empieza a rodar barranca abajo, José parece encontrar en el jazz (la delicada y deliciosa Petite fleur de Sydney Bachet) y el asesinato ritual, truculento y repetido de su vecino dandy (Melvil Poupaud), que no se resiste a morir pero se empecina en resucitar de manera misteriosa, el camino que le permita salvar su matrimonio.
Basada en la novela homónima de Iosi Havilio, esta Pequeña flor de Santiago Mitre es, sobre todas las cosas, una historia de amor entrañable y algo desesperada. Contada, minuciosa y obsesivamente, bajo el paraguas narrativo de la comedia urbana tan fantástica como surrealista. Salpicada (¿de sangre?, por supuesto) del humor negro, la atmósfera onírica y las búsquedas existencialistas que definieron al Teatro del Absurdo. Elementos que le permiten crear una rigurosa lógica propia desde las márgenes del sinsentido, cuestionando algunos comportamientos sociales y determinados lugares comunes que se han venido entronizando como verdades inamovibles.

Un gran acierto del film es no perder el tiempo intentando explicar lo inexplicable, centrándose directamente en los beneficios que redundan de la concreción de los sueños y las expectativas que cargan los personajes. En ese sentido, el “trío” que arman Hendler, Pons y Poupaud (más alguna cosita que agrega Sergi López) funciona como metáfora gore y surrealista de la nueva rutina que debe construir una pareja que debuta en la paternidad; y de las herramientas y los mecanismos que validan para mantener vigentes la intimidad, la atracción y el deseo.

Para el rubro comiquero, las historietas y dibujos que se ven durante todo el metraje del film, fueron realizados por el belga Mathieu Burniat, interesantísimo representante de la nueva camada francobelga, dueño de un universo estético que merece ser descubierto. Y si sos fanático del pop francés más sesentero, la versión rockstar de Hervé Vilard interpretando su himno, Capri cést fini, garpa toda la película.Fernando Ariel García
Published on June 22, 2022 11:35
June 17, 2022
CAPTAIN AMERICA: WATERGATE Y EL FIN DEL SUEÑO AMERICANO
Captain America Nº 173-176. Guionista:Steve Englehart. Dibujante: Sal Buscema. Entintador: Vince Colletta. Letristas:Artie Simek, Charlotte Jetter. Coloristas: George Roussos, Petra Scotese (como Petra Goldberg), Linda Lessmann. Portadistas: Gil Kane y Frank Giacoia, Sal Buscema, John Romita. Editor: Roy Thomas. Marvel Comics. EE.UU., mayo a agosto de 1974 (fecha de portada, puestos a la venta entre febrero y mayo de 1974).
Complejo de edificios Watergate, sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de los Estados Unidos. Apenas pasada la medianoche, el guardia que estaba recorriendo las instalaciones descubrió que las cerraduras de algunas habitaciones estaban bloqueadas por cintas. De inmediato, hizo lo que le marcaba el protocolo y llamó a la policía. En ese momento, un día como hoy de hace cincuenta años, empezaba el caso Watergate, que terminaría costándole la presidencia de los EE.UU. a Richard Nixon dos años después, en agosto de 1974.
La investigación periodística que le sucedió, además de encumbrar a los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein; y al diario The Washington Post; terminó demostrando que se trataba de un caso de espionaje político comandado desde las más altas instancias del Poder Ejecutivo local, una conspiración que también involucraba distintos abusos del poder presidencial, la utilización partidaria del FBI, la CIA y el Servicio de Impuestos Internos, entre otras actividades ilegales. Un combo incendiario que la administración Nixon intentó encubrir a cualquier precio; y que de todas formas terminaría estallándole entre las manos.
Mención directa al caso Watergate en la cuarta viñeta
En esos años, Marvel encarnaba la pata más progresista que podía mostrar el cómic mainstream norteamericano. Criticaba abiertamente la guerra de Vietnam, acompañaba las movilizaciones estudiantiles, apoyaba la lucha por los derechos civiles de la población afroamericana, ponía la lupa sobre el consumo de drogas, mostraba cierto empoderamiento femenino, empatizaba con las demandas que enarbolaban Bob Dylan y la revista Rolling Stone, entre otros faros de la denominada “contracultura”.
Intento de Golpe de Estado en la Casa Blanca
En aquellas ligas jugaba el guionista Steve Englehart, por ese entonces una de las voces jóvenes encargadas de relevar a Stan Lee y a Roy Thomas en el armado del Universo Marvel. Y después de descoserla en Avengers y Doctor Strange, había quedado a cargo del símbolo patrio más importante de la editorial: El Capitán América. Lo suyo con el Capi tenía una fuerte carga revisionista, definiendo al personaje como la encarnación de los valores democráticos que deberían guiar el camino de la Nación, más allá de los intereses coyunturales que marcaran el tablero. Su Capitán América era profundamente político, por ello representaba y servía al pueblo estadounidense, verdadero detentor del poder; y no a los Gobiernos coyunturales.
Bajo este postulado, Englehart inició una de las sagas más definitorias de la serie, a lo largo de su vasta trayectoria. A principios de 1974, cuando el Congreso de los EE.UU. aprobaba el inicio del proceso de destitución presidencial de Nixon por el caso Watergate, enfrentó al Capitán América (junto con el Halcón y los X-Men) contra el Imperio Secreto, una organización criminal subterránea, dedicada a socavar el estado democrático de los EE.UU. El Imperio Secreto tenía un amplio poder económico y militar, pero su mayor triunfo había sido el de dominar a la población mediante la manipulación de la verdad a través del uso (y abuso) de la propaganda.
El fin del sueño americano para el Capitán América
El diálogo entre el cómic y la realidad se vuelve frenético e imparable. El clímax de la pelea se lleva a cabo en plena Casa Blanca, con el Imperio Secreto intentando dar un Golpe de Estado. Como debe ser, al final el Capi y sus amigos salen victoriosos, exponiendo ante el mundo la red de corrupción que ata al Imperio Secreto con los distintos estamentos de la administración de Gobierno. Pero el verdadero desenlace es tan impensado como demoledor. El líder del Imperio Secreto no es otro que el Presidente de los EE.UU.; y toda la movida había sido su plan para hacerse del poder total, sin las restricciones legales que le impone la Constitución. Vencido, el Presidente de los EE.UU. se suicida delante del Capitán América. Y el héroe del pueblo, avergonzado por las acciones del Gobierno, sintiéndose incapaz de vestir la bandera de una mentira, abandona su rol superheroico.Fuera del papel impreso, cuatro meses después, Nixon renuncia a su cargo. El caso Watergate ya era Historia.Fernando Ariel García

Complejo de edificios Watergate, sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de los Estados Unidos. Apenas pasada la medianoche, el guardia que estaba recorriendo las instalaciones descubrió que las cerraduras de algunas habitaciones estaban bloqueadas por cintas. De inmediato, hizo lo que le marcaba el protocolo y llamó a la policía. En ese momento, un día como hoy de hace cincuenta años, empezaba el caso Watergate, que terminaría costándole la presidencia de los EE.UU. a Richard Nixon dos años después, en agosto de 1974.

La investigación periodística que le sucedió, además de encumbrar a los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein; y al diario The Washington Post; terminó demostrando que se trataba de un caso de espionaje político comandado desde las más altas instancias del Poder Ejecutivo local, una conspiración que también involucraba distintos abusos del poder presidencial, la utilización partidaria del FBI, la CIA y el Servicio de Impuestos Internos, entre otras actividades ilegales. Un combo incendiario que la administración Nixon intentó encubrir a cualquier precio; y que de todas formas terminaría estallándole entre las manos.

En esos años, Marvel encarnaba la pata más progresista que podía mostrar el cómic mainstream norteamericano. Criticaba abiertamente la guerra de Vietnam, acompañaba las movilizaciones estudiantiles, apoyaba la lucha por los derechos civiles de la población afroamericana, ponía la lupa sobre el consumo de drogas, mostraba cierto empoderamiento femenino, empatizaba con las demandas que enarbolaban Bob Dylan y la revista Rolling Stone, entre otros faros de la denominada “contracultura”.

En aquellas ligas jugaba el guionista Steve Englehart, por ese entonces una de las voces jóvenes encargadas de relevar a Stan Lee y a Roy Thomas en el armado del Universo Marvel. Y después de descoserla en Avengers y Doctor Strange, había quedado a cargo del símbolo patrio más importante de la editorial: El Capitán América. Lo suyo con el Capi tenía una fuerte carga revisionista, definiendo al personaje como la encarnación de los valores democráticos que deberían guiar el camino de la Nación, más allá de los intereses coyunturales que marcaran el tablero. Su Capitán América era profundamente político, por ello representaba y servía al pueblo estadounidense, verdadero detentor del poder; y no a los Gobiernos coyunturales.

Bajo este postulado, Englehart inició una de las sagas más definitorias de la serie, a lo largo de su vasta trayectoria. A principios de 1974, cuando el Congreso de los EE.UU. aprobaba el inicio del proceso de destitución presidencial de Nixon por el caso Watergate, enfrentó al Capitán América (junto con el Halcón y los X-Men) contra el Imperio Secreto, una organización criminal subterránea, dedicada a socavar el estado democrático de los EE.UU. El Imperio Secreto tenía un amplio poder económico y militar, pero su mayor triunfo había sido el de dominar a la población mediante la manipulación de la verdad a través del uso (y abuso) de la propaganda.

El diálogo entre el cómic y la realidad se vuelve frenético e imparable. El clímax de la pelea se lleva a cabo en plena Casa Blanca, con el Imperio Secreto intentando dar un Golpe de Estado. Como debe ser, al final el Capi y sus amigos salen victoriosos, exponiendo ante el mundo la red de corrupción que ata al Imperio Secreto con los distintos estamentos de la administración de Gobierno. Pero el verdadero desenlace es tan impensado como demoledor. El líder del Imperio Secreto no es otro que el Presidente de los EE.UU.; y toda la movida había sido su plan para hacerse del poder total, sin las restricciones legales que le impone la Constitución. Vencido, el Presidente de los EE.UU. se suicida delante del Capitán América. Y el héroe del pueblo, avergonzado por las acciones del Gobierno, sintiéndose incapaz de vestir la bandera de una mentira, abandona su rol superheroico.Fuera del papel impreso, cuatro meses después, Nixon renuncia a su cargo. El caso Watergate ya era Historia.Fernando Ariel García
Published on June 17, 2022 08:43
June 15, 2022
LIGHTYEAR: AL INFINITO, SÍ. MÁS ALLÁ… NO
Lightyear. Director: Angus MacLane. Protagonistas (voces en inglés): Chris Evans (Buzz Lightyear), Keke Palmer (Izzy Hawthorne), Peter Sohn (Sox), James Brolin (Emperador Zurg), Taika Waititi (Mo Morrison), Dale Soules (Darby Steel), Uzo Aduba (Alisha Hawthorne), Mary McDonald-Lewis (I.V.A.N.), Isiah Whitlock Jr. (Comandante Burnside) y Bill Hader (Featheringhamstan), entre otros. Protagonistas (voces en castellano latino): Erick Selim (Buzz Lightyear), Jessica Ángeles (Izzy Hawthorne), Ramón Bazet (Sox), Blas García (Emperador Zurg), José Gilberto Vilchis (Mo Morrison), Olga Hnidey (Darby Steel), Cony Madera (Alisha Hawthorne), Sonia Casillas (I.V.A.N.), Octavio Rojas (Comandante Burnside) y Moisés Iván Mora ((Featheringhamstan), entre otros. Guionistas: Jason Headley y Angus MacLane, sobre una historia de Angus MacLane, Matthew Aldrich y Jason Headley. Basado en personajes y situaciones creados por John Lasseter, Pete Docter, Andrew Stanton y Joe Ranft para la película Toy Story (1995). Música: Michael Giacchino. Walt Disney Pictures / Pixar Animatios Studios. EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: 16 de junio de 2022.
En 1995, gracias a Andy, conocimos a Buzz Lightyear, un muñeco articulado bastante ególatra, autosuficiente, individualista, arrogante, torpe y autopercibido como superhéroe. Resulta que, en el universo ficticio desarrollado por Toy Story, esa figura de acción (como las llaman los yanquis) era uno de los tantos productos de mercadotecnia derivados de una película de ciencia-ficción. Ese film, el que vio Andy antes de que arrancara la primera Toy Story, es este Lightyear que ahora desembarca en los cines del mundo entero.
El yeite, interesante, no es nuevo y ya había sido explotado por Disney-Pixar. Primero, en el film animado Buzz Lightyear of Star Command: The Adventure Begins, comercializado en el mercado de venta directa de VHS hace 22 años. Y luego, en la serie de TV Buzz Lightyear of Star Command, emitida en los EE.UU. entre 2000 y 2001. Para esta versión 2022, el apartado técnico exhibe el nivel de detalle y perfección que se ha vuelto estándar en cualquier producción de Pixar, aunque el argumento no innove mucho en la materia.
El Buzz de Lightyear sigue siendo bastante ególatra, autosuficiente, individualista, arrogante, torpe y también se autopercibe como superhéroe. Por su responsabilidad, él y el grupo al que pertenece quedarán atrapados en un planeta cualquiera. Y mientras intenta que todos regresen a casa, la película aprovechará las posibilidades que brindan las paradojas temporales para generar una muy interesante vuelta de tuerca en la relación Buzz-Zurg; y hacer avanzar al soldado del Comando Espacial en el periplo interno que ya le vimos recorrer en la saga de Toy Story.
Y ahí está el problema más grande de un film sumamente correcto y esmerado. Todo lo que es nuevo para Buzz, como personaje, resulta viejo para el espectador. Le vemos hacer las cosas que ya hizo en Toy Story y la sensación (mi sensación, al menos) es la de estar ante un resumen loopeado de sus grandes éxitos, pero sin el carisma del original. Al recrear los pasos ya dados por Buzz, en un entorno tuneado para la ocasión, Lightyear sale a jugar al universo, pero no se anima a ir más allá. Conviene quedarse hasta el final.Fernando Ariel García

En 1995, gracias a Andy, conocimos a Buzz Lightyear, un muñeco articulado bastante ególatra, autosuficiente, individualista, arrogante, torpe y autopercibido como superhéroe. Resulta que, en el universo ficticio desarrollado por Toy Story, esa figura de acción (como las llaman los yanquis) era uno de los tantos productos de mercadotecnia derivados de una película de ciencia-ficción. Ese film, el que vio Andy antes de que arrancara la primera Toy Story, es este Lightyear que ahora desembarca en los cines del mundo entero.
El yeite, interesante, no es nuevo y ya había sido explotado por Disney-Pixar. Primero, en el film animado Buzz Lightyear of Star Command: The Adventure Begins, comercializado en el mercado de venta directa de VHS hace 22 años. Y luego, en la serie de TV Buzz Lightyear of Star Command, emitida en los EE.UU. entre 2000 y 2001. Para esta versión 2022, el apartado técnico exhibe el nivel de detalle y perfección que se ha vuelto estándar en cualquier producción de Pixar, aunque el argumento no innove mucho en la materia.
El Buzz de Lightyear sigue siendo bastante ególatra, autosuficiente, individualista, arrogante, torpe y también se autopercibe como superhéroe. Por su responsabilidad, él y el grupo al que pertenece quedarán atrapados en un planeta cualquiera. Y mientras intenta que todos regresen a casa, la película aprovechará las posibilidades que brindan las paradojas temporales para generar una muy interesante vuelta de tuerca en la relación Buzz-Zurg; y hacer avanzar al soldado del Comando Espacial en el periplo interno que ya le vimos recorrer en la saga de Toy Story.
Y ahí está el problema más grande de un film sumamente correcto y esmerado. Todo lo que es nuevo para Buzz, como personaje, resulta viejo para el espectador. Le vemos hacer las cosas que ya hizo en Toy Story y la sensación (mi sensación, al menos) es la de estar ante un resumen loopeado de sus grandes éxitos, pero sin el carisma del original. Al recrear los pasos ya dados por Buzz, en un entorno tuneado para la ocasión, Lightyear sale a jugar al universo, pero no se anima a ir más allá. Conviene quedarse hasta el final.Fernando Ariel García
Published on June 15, 2022 12:45
June 12, 2022
DOG - UN VIAJE SALVAJE: MILITARISTA ROAD-MOVIE QUE DABA PARA MÁS
Dog - Un viaje salvaje. Directores: Channing Tatum y Reid Carolin. Protagonistas: Channing Tatum, Kevin Nash, Bill Burr, Ethan Suplee y las perras pastoras belgas Britta, Zuza y Lana. Guionistas: Reid Carolin, sobre una historia de Reid Carolin y Brett Rodriguez. Metro-Goldwyn-Mayer / Free Association / FilmNation Entertainment. EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: 23 de junio de 2022.
En 2017, Channing Tatum produjo el documental War Dog: A Soldier’s Best Friend, para la cadena HBO. El film, dirigido por Reid Carolin, abordaba la relación de hermandad que se gestaba entre los soldados humanos y caninos destinados en Afganistán, durante la época de combate y la vida civil posterior. Un año después, Tatum hizo un largo viaje en auto con su perra Lulu, sabiendo que ese sería el último tiempo que pasaría junto con su amada pitbull, enferma terminal de cáncer.
Sedimentando ambas experiencias, en 2019 Tatum y Carolin se abocaron al film Dog - Un viaje salvaje (Dog a secas, en el original inglés), que por las consabidas razones pandémicas, vio demorado su estreno comercial hasta este año. Inscripta en el género de la comedia dramática, la película busca elaborar, en algo más de una hora y media, los traumas que provoca la guerra en los hombres y los animales que la protagonizan, la elaboración del luto y los valores emocionales y terapéuticos que desencadena la amistad entre el ser humano y los perros. Ejes que aparecen durante el metraje, aunque no siempre logren encadenarse narrativa y discursivamente.
Tatum es un ex ranger del Ejército de los EE.UU., aquejado por el estrés post-traumático de su experiencia personal en el frente de combate. Buscando reinsertarse de alguna manera en el mundo laboral aledaño a las bases militares, tendrá que hacerse cargo de cruzar medio territorio de su país para que la perra soldado Lulu pueda estar presente en el entierro de su anterior dueño. Lulu, que se ha vuelto muy agresiva a causa de su entrenamiento y accionar en Afganistán, deberá ser sacrificada luego de la ceremonia.
Así, aquello que arrancó como una amarga reflexión sobre el costo emocional y la deshumanización de la guerra, las dificultades para reencauzarse dentro de la cotidianeidad después de semejante situación límite; y un interesante intento por deconstruir la islamofobia y el arcaico machismo tóxico que caracterizó a las Fuerzas Armadas (no sólo) yanquis, termina reconvertido en una estereotipada aventura de una típica y binaria pareja despareja. Una película militarista, alejada del canon adrenalínico impuesto por el cine de acción, que reivindica la cultura castrense, los usos y costumbres con que los miembros de cada escuadrón buscan dotar de algún sentido a sus vidas.Fernando Ariel García

En 2017, Channing Tatum produjo el documental War Dog: A Soldier’s Best Friend, para la cadena HBO. El film, dirigido por Reid Carolin, abordaba la relación de hermandad que se gestaba entre los soldados humanos y caninos destinados en Afganistán, durante la época de combate y la vida civil posterior. Un año después, Tatum hizo un largo viaje en auto con su perra Lulu, sabiendo que ese sería el último tiempo que pasaría junto con su amada pitbull, enferma terminal de cáncer.
Sedimentando ambas experiencias, en 2019 Tatum y Carolin se abocaron al film Dog - Un viaje salvaje (Dog a secas, en el original inglés), que por las consabidas razones pandémicas, vio demorado su estreno comercial hasta este año. Inscripta en el género de la comedia dramática, la película busca elaborar, en algo más de una hora y media, los traumas que provoca la guerra en los hombres y los animales que la protagonizan, la elaboración del luto y los valores emocionales y terapéuticos que desencadena la amistad entre el ser humano y los perros. Ejes que aparecen durante el metraje, aunque no siempre logren encadenarse narrativa y discursivamente.

Tatum es un ex ranger del Ejército de los EE.UU., aquejado por el estrés post-traumático de su experiencia personal en el frente de combate. Buscando reinsertarse de alguna manera en el mundo laboral aledaño a las bases militares, tendrá que hacerse cargo de cruzar medio territorio de su país para que la perra soldado Lulu pueda estar presente en el entierro de su anterior dueño. Lulu, que se ha vuelto muy agresiva a causa de su entrenamiento y accionar en Afganistán, deberá ser sacrificada luego de la ceremonia.

Así, aquello que arrancó como una amarga reflexión sobre el costo emocional y la deshumanización de la guerra, las dificultades para reencauzarse dentro de la cotidianeidad después de semejante situación límite; y un interesante intento por deconstruir la islamofobia y el arcaico machismo tóxico que caracterizó a las Fuerzas Armadas (no sólo) yanquis, termina reconvertido en una estereotipada aventura de una típica y binaria pareja despareja. Una película militarista, alejada del canon adrenalínico impuesto por el cine de acción, que reivindica la cultura castrense, los usos y costumbres con que los miembros de cada escuadrón buscan dotar de algún sentido a sus vidas.Fernando Ariel García
Published on June 12, 2022 07:08
May 26, 2022
STRANGER THINGS 4: EL PRINCIPIO DEL FIN
Stranger Things - Temporada 4 (vol. 1). Directores: Los hermanos Duffer, Shawn Levy, Ninród Antal. Protagonistas:Winona Ryder, David Harbour, Finn Wolfhard, Millie Bobby Brown, Gaten Matarazzo, Caleb McLaughlin, Noah Schnapp, Sadie Sink, Natalia Dyer, Charlie Heaton, Joe Keery, Maya Hawke, Priah Ferguson, Cara Buono, Brett Gelman, Paul Reiser, Eduardo Franco, Joseph Quinn, Joe Chrest, Matthew Modine, Tom Wlaschiha y Sherman Augustus, entre otros. Participación especial de Robert Englund. Guionistas: Los hermanos Duffer, Caitlin Schneiderhan, Paul Dichter, Kate Trefry, Curtis Gwinn. 21 Laps Entertainment / Monkey Massacre. EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: Disponible en Netflix desde el 27 de mayo de 2022.
Si el parate de dos años que impuso la pandemia le permitió a los hermanos Duffer afinar la puntería y retocar lo que había que retocar en la cuarta temporada de Stranger Things, alabado sea el largo impasse. Porque este primer volumen (siete episodios de nueve) es lo mejor que ha experimentado la serie desde que iniciara allá por 2016. De lejos, la más compacta, lograda y contundente. Y mucho de ello se debe, creo yo, a la mayor duración de cada episodio (el siete, cerca de dos horas), sin un minuto de relleno gratuito.
Los chicos han crecido; y con ellos la premisa se ha desarrollado y complejizado. Por primera vez, los protagonistas están separados, viviendo arcos argumentales propios que, sabemos de antemano, están destinados a colisionar en algún momento futuro. Mientras tanto, tenemos a un Hopper ¿resucitado? ¿renacido? en una cárcel de alta seguridad rusa, la misma prisión que alberga a un demogorgón ansioso por almorzar humanos. A Once en una búsqueda desesperada ¿y fútil? por recobrar sus perdidos superpoderes. A Joyce y Murray en una ¿suicida? misión de rescate. A Mike, Will y Jonathan escapando por el desierto. Y a Dustin, Lucas, Max, Nancy, Steve y Robin, intentando descifrar el misterio de una casa embrujada en el ficticio pueblo de Hawkins, que puede albergar las respuestas a la naturaleza depredadora del Otro Lado.
Más oscura que antes (que nunca), la serie incorpora un nuevo villano, diseñado bajo el molde maestro de Pinehead o Freddy Krueger, el clásico asesino serial sobrenatural de las películas ochentosas de terror adolescente. Un horror que mantiene el nivel sanguinolento y explícito de los años anteriores, pero que aparece enarbolando una pátina psicológica y metafísica que le suma nuevas capas de sentido a la identidad metanarrativa que está en el adn de Stranger Things. Y le agrega estallidos de dolor físico que pueden entenderse como metáfora de los cambios, los miedos y los traumas que acompañan el paso de la niñez a la adultez.
Preparando (y preparándonos para) el final de la serie que ocurrirá en la quinta temporada, los hermanos Duffer bajan las cartas y muestran los 33 de mano que venían orejeando desde el primer episodio de la primera temporada. La revisitación del pasado está, por eso, a la orden del día. Y nada de lo que habíamos visto podrá seguir siendo mirado de la misma manera. Todo cambia y, como todo cambia, algo (y, por qué no, alguien) va a quedarse en el camino. Para saberlo con precisión, es cierto, habrá que esperar al 1º de julio, fecha en que se estrenarán los dos capítulos restantes. O sea, el volumen 2.Bienvenidos al principio del fin de Stranger Things. Yo que ustedes, no me lo perdería.Fernando Ariel García

Si el parate de dos años que impuso la pandemia le permitió a los hermanos Duffer afinar la puntería y retocar lo que había que retocar en la cuarta temporada de Stranger Things, alabado sea el largo impasse. Porque este primer volumen (siete episodios de nueve) es lo mejor que ha experimentado la serie desde que iniciara allá por 2016. De lejos, la más compacta, lograda y contundente. Y mucho de ello se debe, creo yo, a la mayor duración de cada episodio (el siete, cerca de dos horas), sin un minuto de relleno gratuito.
Los chicos han crecido; y con ellos la premisa se ha desarrollado y complejizado. Por primera vez, los protagonistas están separados, viviendo arcos argumentales propios que, sabemos de antemano, están destinados a colisionar en algún momento futuro. Mientras tanto, tenemos a un Hopper ¿resucitado? ¿renacido? en una cárcel de alta seguridad rusa, la misma prisión que alberga a un demogorgón ansioso por almorzar humanos. A Once en una búsqueda desesperada ¿y fútil? por recobrar sus perdidos superpoderes. A Joyce y Murray en una ¿suicida? misión de rescate. A Mike, Will y Jonathan escapando por el desierto. Y a Dustin, Lucas, Max, Nancy, Steve y Robin, intentando descifrar el misterio de una casa embrujada en el ficticio pueblo de Hawkins, que puede albergar las respuestas a la naturaleza depredadora del Otro Lado.
Más oscura que antes (que nunca), la serie incorpora un nuevo villano, diseñado bajo el molde maestro de Pinehead o Freddy Krueger, el clásico asesino serial sobrenatural de las películas ochentosas de terror adolescente. Un horror que mantiene el nivel sanguinolento y explícito de los años anteriores, pero que aparece enarbolando una pátina psicológica y metafísica que le suma nuevas capas de sentido a la identidad metanarrativa que está en el adn de Stranger Things. Y le agrega estallidos de dolor físico que pueden entenderse como metáfora de los cambios, los miedos y los traumas que acompañan el paso de la niñez a la adultez.
Preparando (y preparándonos para) el final de la serie que ocurrirá en la quinta temporada, los hermanos Duffer bajan las cartas y muestran los 33 de mano que venían orejeando desde el primer episodio de la primera temporada. La revisitación del pasado está, por eso, a la orden del día. Y nada de lo que habíamos visto podrá seguir siendo mirado de la misma manera. Todo cambia y, como todo cambia, algo (y, por qué no, alguien) va a quedarse en el camino. Para saberlo con precisión, es cierto, habrá que esperar al 1º de julio, fecha en que se estrenarán los dos capítulos restantes. O sea, el volumen 2.Bienvenidos al principio del fin de Stranger Things. Yo que ustedes, no me lo perdería.Fernando Ariel García
Published on May 26, 2022 13:48
May 19, 2022
ASESINO SIN MEMORIA: OTRA PELÍCULA DE LIAM NEESON
Asesino sin memoria. Director: Martin Campbell. Protagonistas: Liam Neeson, Guy Pearce, Monica Bellucci, Harold Torres y Taj Atwal, entre otros. Guionista: Dario Scardapane, basado en el libro De Zaak Alzheimer(2003), de Jef Geeraerts; y el film homónimo (2003), dirigido por Carl Joos. Black Bear Pictures / Welle Entertainment / Saville Productions. EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: 19 de mayo de 2022.
Hace un tiempo, escribí que las películas con Liam Neeson dejaron de ser películas de acción para transformarse en un género en sí mismo, las películas de Liam Neeson. Asesino sin memoria (Memory) viene a corroborar lo dicho, aunque busca alejarse de la fórmula explotada hasta el cansancio para hacer crecer la franquicia por otros caminos, lo suficientemente maquillados para parecer distintos.
Y la inspiración viene aquí desde una exitosa novela negra belga, que no leí; transformada en un exitoso film belga, que tampoco vi. Así que no sé cuánto tiene en común con los originales y cuánto no. Lo que está claro es que comparten premisa: Un asesino profesional, a punto de retirarse porque está experimentando los primeros síntomas del Alzheimer. Y un entramado corrupto que ata a políticos, policías, empresarios y narcos, con el negocio de la prostitución infantil. En el medio, un último encargo por cumplimentar, un policía honesto que quiere ir contra el sistema; y una locación mexicana que, seguro, la pusieron los yanquis para (de)mostrar que todo lo malo puede ser peor al sur del Río Bravo. Y una venganza, claro, para que la película con Liam Neeson pase a ser una película de Liam Neeson.
Y acá empiezan los problemas. Personajes y situaciones que se presentan y no se desarrollan, giros definitorios metidos con fórceps, la estereotipazión de todos los estereotipos y la búsqueda de alguna lágrima facilonga. Siempre en un marco de obviedades argumentales demasiado groseras; y alguna que otra bizarreada de más. Como la de poner a un actor mexicano a interpretar a un narco mexicano que habla en mexicano como lo haría un yanqui intentando hablar en mexicano.
Con una estética impecable, un ritmo constante y mantenido que en ningún momento se desboca, Asesino sin memoria construye un crudo discurso de la violencia, concreto, brutal y desangelado, lejos de cualquier intento de edulcorar el crimen y la muerte artera. Pero se olvida, me parece, de generar tensión dramática con los dos ejes principales de la narración: El alzheimer y la prostitución infantil. Contando con las herramientas para transformarse en algo más, elige no trascender los límites del género. Y se queda en su zona de confort, amparado en la seguridad que le da el ser otra película de Liam Neeson.Fernando Ariel García

Hace un tiempo, escribí que las películas con Liam Neeson dejaron de ser películas de acción para transformarse en un género en sí mismo, las películas de Liam Neeson. Asesino sin memoria (Memory) viene a corroborar lo dicho, aunque busca alejarse de la fórmula explotada hasta el cansancio para hacer crecer la franquicia por otros caminos, lo suficientemente maquillados para parecer distintos.
Y la inspiración viene aquí desde una exitosa novela negra belga, que no leí; transformada en un exitoso film belga, que tampoco vi. Así que no sé cuánto tiene en común con los originales y cuánto no. Lo que está claro es que comparten premisa: Un asesino profesional, a punto de retirarse porque está experimentando los primeros síntomas del Alzheimer. Y un entramado corrupto que ata a políticos, policías, empresarios y narcos, con el negocio de la prostitución infantil. En el medio, un último encargo por cumplimentar, un policía honesto que quiere ir contra el sistema; y una locación mexicana que, seguro, la pusieron los yanquis para (de)mostrar que todo lo malo puede ser peor al sur del Río Bravo. Y una venganza, claro, para que la película con Liam Neeson pase a ser una película de Liam Neeson.

Y acá empiezan los problemas. Personajes y situaciones que se presentan y no se desarrollan, giros definitorios metidos con fórceps, la estereotipazión de todos los estereotipos y la búsqueda de alguna lágrima facilonga. Siempre en un marco de obviedades argumentales demasiado groseras; y alguna que otra bizarreada de más. Como la de poner a un actor mexicano a interpretar a un narco mexicano que habla en mexicano como lo haría un yanqui intentando hablar en mexicano.

Con una estética impecable, un ritmo constante y mantenido que en ningún momento se desboca, Asesino sin memoria construye un crudo discurso de la violencia, concreto, brutal y desangelado, lejos de cualquier intento de edulcorar el crimen y la muerte artera. Pero se olvida, me parece, de generar tensión dramática con los dos ejes principales de la narración: El alzheimer y la prostitución infantil. Contando con las herramientas para transformarse en algo más, elige no trascender los límites del género. Y se queda en su zona de confort, amparado en la seguridad que le da el ser otra película de Liam Neeson.Fernando Ariel García
Published on May 19, 2022 17:13
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