Fernando Ariel García's Blog, page 17
February 10, 2022
MUERTE EN EL NILO: CRIMEN Y CASTIGO
Muerte en el Nilo. Director: Kenneth Branagh. Protagonistas: Kenneth Branagh (Hercule Poirot), Tom Bateman (Bouc), Annette Bening, Russell Brand, Ali Fazal, Dawn French, Gal Gadot, Armie Hammer, Rose Leslie, Emma Mackey, Sophie Okonedo, Jennifer Saunders, Letitia Wright y Ann Turkel, entre otros. Guionista: Michael Green, basado en la novela homónima (1937) de Agatha Christie. Productores: Ridley Scott y Kenneth Branagh, entre otros. Kinberg Genre / The Mark Gordon Company / Scott Free Productions / TSG Entertainment. Reino Unido / EE.UU., 2020. Estreno en la Argentina: 10 de febrero de 2022.
Segunda ronda de Kenneth Branagh al frente de Hercule Poirot y detrás de cámaras. Y uno ya puede decir, casi sin miedo a equivocarse, que la cosa va de saga interconectada. Que la idea parece ser la de ir armando, poco a poquito, el actual Universo Cinematográfico de Agatha Christie. No porque se lo vaya a cruzar con Miss Marple o el matrimonio de Tommy y Tuppence Beresford (¿o sí?), sino porque entre las deducciones necesarias para resolver el crimen de turno, las películas van completando el rompecabezas de la historia personal de Poirot, llenando (en este caso puntual) algunos íntimos casilleros vacíos que había mostrado (y escondido) durante aquel Asesinato en el Expreso de Oriente .
Entre delito y delito, saltando del tren al barco, Branagh continúa su proceso de humanización del vanidoso (y ahora inclusivo) Poirot, haciendo que su cerebro ubique los hechos en el orden preciso y correcto, pero dejando que su corazón le ayude a entender las pulsiones oscuras que mueven los hilos de las personas. Rasqueteando el fondo de los tarros que son las otras novelas y cuentos del brillante detective, la pantalla articula escenas del pasado de Poirot durante la Primera Guerra mundial, que sirven para definir al personaje ante quien no lo conoce, contar el origen de su icónico bigotazo; y explicitar la vulnerabilidad emocional que tapa con su pátina de infalible detective.
Sí, lo que suena es una versión remixada de Policy of Trust, de Depeche Mode
Buscando ser fiel pero no fidedigna a la fuente literaria original, Muerte en el Nilo (Death on the Nile) cae en la misma trampa que no pudo resolver Asesinato… Compone pequeñas modificaciones cosméticas porque el giro del final es intocable, anulando el efecto sorpresa en todo aquel que sepa de qué va la trama por haber leído el libro o visto la película de 1978. Pero se las arregla, bastante bien, para interesar a la platea con el desarrollo del mientras tanto, agregando un par de blues (interpretados por Sister Rosetta Tharpe) con la espalda suficiente para bancar el resto la travesía.
En donde suma algunos puntos es gracias al debate moral que plantea entre el decir y el hacer, el ser y el parecer, la verdad y la mentira, el Bien y el Mal, borroneándoles sus conceptos absolutistas para conjugarlos en carne y hueso, en acciones concretas y palpables. En vínculos sinceros e interesados entre las partes. Como los que se tejen a bordo de ese fastuoso crucero para la alta sociedad, con un crimen que ata para siempre al asesino con la víctima; y un castigo común que sobreviene para vivos y muertos: El amor.Fernando Ariel García

Segunda ronda de Kenneth Branagh al frente de Hercule Poirot y detrás de cámaras. Y uno ya puede decir, casi sin miedo a equivocarse, que la cosa va de saga interconectada. Que la idea parece ser la de ir armando, poco a poquito, el actual Universo Cinematográfico de Agatha Christie. No porque se lo vaya a cruzar con Miss Marple o el matrimonio de Tommy y Tuppence Beresford (¿o sí?), sino porque entre las deducciones necesarias para resolver el crimen de turno, las películas van completando el rompecabezas de la historia personal de Poirot, llenando (en este caso puntual) algunos íntimos casilleros vacíos que había mostrado (y escondido) durante aquel Asesinato en el Expreso de Oriente .
Entre delito y delito, saltando del tren al barco, Branagh continúa su proceso de humanización del vanidoso (y ahora inclusivo) Poirot, haciendo que su cerebro ubique los hechos en el orden preciso y correcto, pero dejando que su corazón le ayude a entender las pulsiones oscuras que mueven los hilos de las personas. Rasqueteando el fondo de los tarros que son las otras novelas y cuentos del brillante detective, la pantalla articula escenas del pasado de Poirot durante la Primera Guerra mundial, que sirven para definir al personaje ante quien no lo conoce, contar el origen de su icónico bigotazo; y explicitar la vulnerabilidad emocional que tapa con su pátina de infalible detective.
Sí, lo que suena es una versión remixada de Policy of Trust, de Depeche Mode
Buscando ser fiel pero no fidedigna a la fuente literaria original, Muerte en el Nilo (Death on the Nile) cae en la misma trampa que no pudo resolver Asesinato… Compone pequeñas modificaciones cosméticas porque el giro del final es intocable, anulando el efecto sorpresa en todo aquel que sepa de qué va la trama por haber leído el libro o visto la película de 1978. Pero se las arregla, bastante bien, para interesar a la platea con el desarrollo del mientras tanto, agregando un par de blues (interpretados por Sister Rosetta Tharpe) con la espalda suficiente para bancar el resto la travesía.
En donde suma algunos puntos es gracias al debate moral que plantea entre el decir y el hacer, el ser y el parecer, la verdad y la mentira, el Bien y el Mal, borroneándoles sus conceptos absolutistas para conjugarlos en carne y hueso, en acciones concretas y palpables. En vínculos sinceros e interesados entre las partes. Como los que se tejen a bordo de ese fastuoso crucero para la alta sociedad, con un crimen que ata para siempre al asesino con la víctima; y un castigo común que sobreviene para vivos y muertos: El amor.Fernando Ariel García
Published on February 10, 2022 09:58
February 9, 2022
BODA NEGRA: TRADICIÓN ANTIGUA, HORROR CONTEMPORÁNEO
Boda negra. Director: Svyatoslav Podgaevskiy. Protagonistas: Yana Yenzhayeva, Konstantin Beloshapka, Ilya Yermolov, Varvara Borodina, Igor Khripunov y Sabina Akhmedova. Guionistas: Natalya Dubovaya, Ivan Kapitonov, Svyatoslav Podgaevskiy. Central Partnership / QS Films / Inej Productions. Rusia, 2020. Estreno en la Argentina: 20 de enero de 2022.
Si están pensando seriamente en ver esta película, háganse un favor. No vean el tráiler. Lo repito: No vean el tráiler. Va de nuevo: No vean el tráiler. Quien haya montado el avance se olvidó de algo esencial. Una cosa es intentar convencer a los espectadores para que elijan este film; y otra muy distinta es revelar el giro más importante, crucial y definitorio que, se supone, la obra guarda en su interior. Y si ese es un error garrafal, no sé cómo calificar el hecho de que también hayan incluido el final del film. Sí, el final. Por eso, por última vez, si están pensando seriamente en ver esta película, no vean el tráiler. El que está acá abajo.
Sigamos. No tengo idea de quién es Svyatoslav Podgaevskiy. Si vamos a hacerle caso a las gacetillas de prensa, entonces se trata del director más importante que tiene para ofrecer el actual cine de terror ruso. Hay, al menos, dos películas anteriores que confirmarían la aseveración de la oración anterior. Aunque habiendo visto sólo esta Boda negra(Privorot. Chernoe venchanie), me animaría a decir que Podgaevskiy sería, en todo caso, el mejor director yanqui que tiene para ofrecer el actual cine de terror ruso. No porque haya nacido en los EE.UU. (que lo hizo en Moscú), sino porque filma siguiendo al pie de la letra el canon norteamericano para las expresiones contemporáneas del género.
Lo cual, por cierto, no es ni bueno ni malo. Sólo define la narrativa elegida, justifica el hecho de que la película se haya estrenado internacionalmente con título en inglés (Dark Spell) y en copia hablada en inglés con subtítulos en el idioma que corresponda; y justifica que la espectacular fotografía panorámica de Moscú y San Petersburgo haya eliminado cualquier rasgo característico de estas dos ciudades, homologándolas con cualquier otra gran capital del globo.
Pero vayamos a lo importante, que es la película en sí. Aparentemente, el cine de Podgaevskiy se caracteriza por fusionar las viejas tradiciones del oscuro folklore eslavo con alguna problemática social de relevancia actual. En este caso, el hechizo (supuestamente real) de la boda negra (que obligaría a una persona a querer a otra, aunque no quiera quererla) y la violencia intrafamiliar nacida de un amor tóxico y obsesivo.
La mezcla funciona, narrativa y emocionalmente. Principalmente, porque no naturaliza el negativo comportamiento al que dota de bases sobrenaturales. De hecho, lo denuncia e insta a tomar consciencia de lo dañino que es y de lo peligroso que puede llegar a ser. Lo viste con todas las mañas que ya explotó Hollywood, sin agregarle nada nuevo a la fórmula. Pero sólo para desnudar las consecuencias de una manera brutal, concisa y final. Justamente, en ese final que está en el tráiler que no tienen que ver si van a ver la película.Fernando Ariel García

Si están pensando seriamente en ver esta película, háganse un favor. No vean el tráiler. Lo repito: No vean el tráiler. Va de nuevo: No vean el tráiler. Quien haya montado el avance se olvidó de algo esencial. Una cosa es intentar convencer a los espectadores para que elijan este film; y otra muy distinta es revelar el giro más importante, crucial y definitorio que, se supone, la obra guarda en su interior. Y si ese es un error garrafal, no sé cómo calificar el hecho de que también hayan incluido el final del film. Sí, el final. Por eso, por última vez, si están pensando seriamente en ver esta película, no vean el tráiler. El que está acá abajo.
Sigamos. No tengo idea de quién es Svyatoslav Podgaevskiy. Si vamos a hacerle caso a las gacetillas de prensa, entonces se trata del director más importante que tiene para ofrecer el actual cine de terror ruso. Hay, al menos, dos películas anteriores que confirmarían la aseveración de la oración anterior. Aunque habiendo visto sólo esta Boda negra(Privorot. Chernoe venchanie), me animaría a decir que Podgaevskiy sería, en todo caso, el mejor director yanqui que tiene para ofrecer el actual cine de terror ruso. No porque haya nacido en los EE.UU. (que lo hizo en Moscú), sino porque filma siguiendo al pie de la letra el canon norteamericano para las expresiones contemporáneas del género.

Lo cual, por cierto, no es ni bueno ni malo. Sólo define la narrativa elegida, justifica el hecho de que la película se haya estrenado internacionalmente con título en inglés (Dark Spell) y en copia hablada en inglés con subtítulos en el idioma que corresponda; y justifica que la espectacular fotografía panorámica de Moscú y San Petersburgo haya eliminado cualquier rasgo característico de estas dos ciudades, homologándolas con cualquier otra gran capital del globo.

Pero vayamos a lo importante, que es la película en sí. Aparentemente, el cine de Podgaevskiy se caracteriza por fusionar las viejas tradiciones del oscuro folklore eslavo con alguna problemática social de relevancia actual. En este caso, el hechizo (supuestamente real) de la boda negra (que obligaría a una persona a querer a otra, aunque no quiera quererla) y la violencia intrafamiliar nacida de un amor tóxico y obsesivo.

La mezcla funciona, narrativa y emocionalmente. Principalmente, porque no naturaliza el negativo comportamiento al que dota de bases sobrenaturales. De hecho, lo denuncia e insta a tomar consciencia de lo dañino que es y de lo peligroso que puede llegar a ser. Lo viste con todas las mañas que ya explotó Hollywood, sin agregarle nada nuevo a la fórmula. Pero sólo para desnudar las consecuencias de una manera brutal, concisa y final. Justamente, en ese final que está en el tráiler que no tienen que ver si van a ver la película.Fernando Ariel García
Published on February 09, 2022 14:06
EL EMPLEADO Y EL PATRÓN: SE NECESITAN DOS PARA BAILAR EL TANGO
El empleado y el patrón. Director: Manuel Nieto Zas. Protagonistas: Nahuel Pérez Biscayart, Cristian Borges, Justina Bustos, Fátima Quintanilla y Jean Pierre Noher, entre otros. Guionista: Manuel Nieto Zas. Pasto / Murillo Cine / Roken Films / Vulcana Cinema / Sancho & Punta / Paraíso Production Diffusion. Argentina / Uruguay / Brasil / Francia, 2021. Estreno en la Argentina: 13 de enero de 2022. Disponible en Flow desde el 3 de febrero de 2022.
Ricos-Pobres. Libres-Esclavos. Burgueses-Proletarios. Corporaciones-Estado. Tipologías opuestas que, según la teoría de la lucha de clases, explican la naturaleza y la existencia de los conflictos de intereses (principalmente sociales), aparentemente inherentes a toda sociedad organizada políticamente. Sobre la tensión que genera esa disputa, Manuel Nieto Zas enhebra la trama de El empleado y el patrón, una película que a mí me resultó mucho más interesante por lo que dice que por cómo lo dice.
Estamos en la frontera entre Uruguay y Brasil, en una importante hacienda que necesita, con cierta urgencia, de un trabajador que sepa manejar una cosechadora para recolectar la soja que hay que llevar a puerto para exportar y hacer pingües negocios. Rodrigo (Nahuel Pérez Biscayart) es el patrón del título, el hijo del dueño (Jean Pierre Noher), ante quien debe demostrar su capacidad para manejar el campo, la empresa y la herencia. Y Carlos (Cristian Borges) es el empleado que llega para solucionar el problema y disparar el conflicto.
Lo más interesante del film, me parece, viene dado por la mirada del director sobre las intenciones que mueven a sus personajes centrales, puesta en escena de la lucha de clases de la que hablaba en el primer párrafo. Principalmente, porque elige alejarse de cualquier simplificación ideológica sobre las motivaciones subyacentes en sus actos, eliminando la falsa dicotomía Buenos–Malos con que tan fácilmente se desdibuja la naturaleza humana cuando se la aborda desde arquetipos rígidos e intencionados. Lo que aparece aquí es la utilización explícita de una tragedia, que dividirá las aguas del film y hará que ambas partes intenten sacar provecho o aminorar el impacto de los daños. Y de la que ninguno saldrá indemne.
A mi modo de ver, el principal problema de la película pasa por su elección narrativa. Es de una gran lentitud, que no debe confundirse con aburrimiento. Nieto Zas utiliza sus tiempos para desplegar a sus personajes, sus pliegues más íntimos, aquellos en dónde se parecen (mucho) y se diferencian (mucho más). Los paralelismos, las simetrías, las caras opuestas que se miran sin entenderse, porque les ha faltado tiempo y predisposición para conocerse. Cuando estalla el drama, ha pasado más de media película; y durante el metraje restante, esa herida sangrará aristas que no pasarán del enunciado, aunque prometían honduras dignas de desarrollo. Pero El empleado y el patrón te dejan pensando. Y a esta altura de las cosas, eso está muy bueno.Fernando Ariel García

Ricos-Pobres. Libres-Esclavos. Burgueses-Proletarios. Corporaciones-Estado. Tipologías opuestas que, según la teoría de la lucha de clases, explican la naturaleza y la existencia de los conflictos de intereses (principalmente sociales), aparentemente inherentes a toda sociedad organizada políticamente. Sobre la tensión que genera esa disputa, Manuel Nieto Zas enhebra la trama de El empleado y el patrón, una película que a mí me resultó mucho más interesante por lo que dice que por cómo lo dice.
Estamos en la frontera entre Uruguay y Brasil, en una importante hacienda que necesita, con cierta urgencia, de un trabajador que sepa manejar una cosechadora para recolectar la soja que hay que llevar a puerto para exportar y hacer pingües negocios. Rodrigo (Nahuel Pérez Biscayart) es el patrón del título, el hijo del dueño (Jean Pierre Noher), ante quien debe demostrar su capacidad para manejar el campo, la empresa y la herencia. Y Carlos (Cristian Borges) es el empleado que llega para solucionar el problema y disparar el conflicto.

Lo más interesante del film, me parece, viene dado por la mirada del director sobre las intenciones que mueven a sus personajes centrales, puesta en escena de la lucha de clases de la que hablaba en el primer párrafo. Principalmente, porque elige alejarse de cualquier simplificación ideológica sobre las motivaciones subyacentes en sus actos, eliminando la falsa dicotomía Buenos–Malos con que tan fácilmente se desdibuja la naturaleza humana cuando se la aborda desde arquetipos rígidos e intencionados. Lo que aparece aquí es la utilización explícita de una tragedia, que dividirá las aguas del film y hará que ambas partes intenten sacar provecho o aminorar el impacto de los daños. Y de la que ninguno saldrá indemne.

A mi modo de ver, el principal problema de la película pasa por su elección narrativa. Es de una gran lentitud, que no debe confundirse con aburrimiento. Nieto Zas utiliza sus tiempos para desplegar a sus personajes, sus pliegues más íntimos, aquellos en dónde se parecen (mucho) y se diferencian (mucho más). Los paralelismos, las simetrías, las caras opuestas que se miran sin entenderse, porque les ha faltado tiempo y predisposición para conocerse. Cuando estalla el drama, ha pasado más de media película; y durante el metraje restante, esa herida sangrará aristas que no pasarán del enunciado, aunque prometían honduras dignas de desarrollo. Pero El empleado y el patrón te dejan pensando. Y a esta altura de las cosas, eso está muy bueno.Fernando Ariel García
Published on February 09, 2022 11:18
ASESINATO EN EL EXPRESO DE ORIENTE: ATRACTIVOS SIN SORPRESA
Asesinato en el Expreso de Oriente. Director:Kenneth Branagh. Protagonistas: Kenneth Branagh (Hercule Poirot), Tom Bateman (Bouc), Penélope Cruz, Willem Dafoe, Judi Dench, Johnny Depp, Josh Gad, Derek Jacobi, Leslie Odom Jr., Michelle Pfeiffer y Daisy Ridley, entre otros. Guionista: Michael Green, basado en la novela homónima (1934) de Agatha Christie. Tema musical de cierre: Never Forget, compuesto por Kenneth Branagh (letra) y Patrick Doyle (música) e interpretado por Michelle Pfeiffer. Productores: Ridley Scott y Kenneth Branagh, entre otros. Kinberg Genre / The Mark Gordon Company / Scott Free Productions. Reino Unido / EE.UU., 2017. Estreno en la Argentina: 9 de noviembre de 2017.
Tarea encomiable, difícil y necesaria (al menos para mí), la que encaró Kenneth Branagh. Recuperar a Hercule Poirot para el cine de alto presupuesto, a eso me refiero. La creación de Agatha Christie es una de las figuras más importantes que nos ha legado la ficción policial, ubicada codo a codo con Sherlock Holmes. Y se ha tomado el trabajo (con buenos resultados, a mi modo de ver) de actualizarlo sin traicionarlo.
Poirot es el vanidoso egocéntrico obsesivo-compulsivo que uno aprendió a querer. Sigue siendo el detallista hipermemorioso que recuerdo de las novelas. Tiene su mente preclara, por supuesto. Y su bigote, bastante más prominente que el del original, me parece. Pero acorde con los tiempos que corren, se muestra como un hombre más vulnerable, emocionalmente frágil. Su demonio interno, emparentado con un amor perdido del que se habla poco y se explica menos, es el que intenta mediar entre su cerebro y su corazón. De ahí que, quiero suponer, elija venderse como una especie de showman policial, tan pendiente de los resultados de su investigación como de la teatralidad de la puesta en escena de esos resultados. Y le sume al inusual protagonista deductivo que es, algunos condimentos del moderno héroe de acción que (creo) no era.
Si Asesinato en el Expreso de Oriente (Murder on the Orient Express) tiene una situación imposible de resolver, esa es lo conocido de su trama y su asombrosa vuelta de tuerca final. Por lo menos para mí, que leí el libro y vi (un par de veces) la fenomenal película de 1974, la misma que Branagh toma como norte, al menos en lo que hace a superproducción cinematográfica y reparto multiestelar. Entonces, como la propuesta 2017 pasa por respetar el nudo argumental y ser fiel al original, modificando algunas cosillas por acá y otras por allá, el resultado es un film sumamente atractivo para mis ojos y mi ánimo, pero completamente previsible y conocido por mi memoria. O sea, cero sorpresa. Lo más antiPoirot que pueda imaginar.
Al no innovar en el qué, Asesinato… tiene que romperla en el cómo. Y ahí está muy bien. Sabe mantener el interés, incluye discusiones abstractas sobre la naturaleza humana; y concretas sobre el racismo, la fe y las dicotomías Bien-Mal y Ley-Justicia. Y genera una química entre actores y personajes, que logra sostener el andamiaje narrativo por dónde debe descarrilar el tren, sin llevarse puesto al espectáculo.Fernando Ariel García

Tarea encomiable, difícil y necesaria (al menos para mí), la que encaró Kenneth Branagh. Recuperar a Hercule Poirot para el cine de alto presupuesto, a eso me refiero. La creación de Agatha Christie es una de las figuras más importantes que nos ha legado la ficción policial, ubicada codo a codo con Sherlock Holmes. Y se ha tomado el trabajo (con buenos resultados, a mi modo de ver) de actualizarlo sin traicionarlo.
Poirot es el vanidoso egocéntrico obsesivo-compulsivo que uno aprendió a querer. Sigue siendo el detallista hipermemorioso que recuerdo de las novelas. Tiene su mente preclara, por supuesto. Y su bigote, bastante más prominente que el del original, me parece. Pero acorde con los tiempos que corren, se muestra como un hombre más vulnerable, emocionalmente frágil. Su demonio interno, emparentado con un amor perdido del que se habla poco y se explica menos, es el que intenta mediar entre su cerebro y su corazón. De ahí que, quiero suponer, elija venderse como una especie de showman policial, tan pendiente de los resultados de su investigación como de la teatralidad de la puesta en escena de esos resultados. Y le sume al inusual protagonista deductivo que es, algunos condimentos del moderno héroe de acción que (creo) no era.
Si Asesinato en el Expreso de Oriente (Murder on the Orient Express) tiene una situación imposible de resolver, esa es lo conocido de su trama y su asombrosa vuelta de tuerca final. Por lo menos para mí, que leí el libro y vi (un par de veces) la fenomenal película de 1974, la misma que Branagh toma como norte, al menos en lo que hace a superproducción cinematográfica y reparto multiestelar. Entonces, como la propuesta 2017 pasa por respetar el nudo argumental y ser fiel al original, modificando algunas cosillas por acá y otras por allá, el resultado es un film sumamente atractivo para mis ojos y mi ánimo, pero completamente previsible y conocido por mi memoria. O sea, cero sorpresa. Lo más antiPoirot que pueda imaginar.
Al no innovar en el qué, Asesinato… tiene que romperla en el cómo. Y ahí está muy bien. Sabe mantener el interés, incluye discusiones abstractas sobre la naturaleza humana; y concretas sobre el racismo, la fe y las dicotomías Bien-Mal y Ley-Justicia. Y genera una química entre actores y personajes, que logra sostener el andamiaje narrativo por dónde debe descarrilar el tren, sin llevarse puesto al espectáculo.Fernando Ariel García
Published on February 09, 2022 11:04
February 3, 2022
MOONFALL: EL LADO OSCURO DE LA LUNA
Moonfall. Director: Roland Emmerich. Protagonistas:Halle Berry, Patrick Wilson, John Bradley, Michael Peña, Charlie Plummer y Kelly Yu, entre otros. Participación especial de Donald Sutherland. Guionistas: Roland Emmerich, Harald Kloser y Spenser Cohen. Moonfall Unit / Huayi Brothers International / Huayi Tencent Entertainment International / Centropolis / Entertainment / Street Entertainment / AGC Studios. EE.UU. / China, 2022. Estreno en la Argentina: 03 de febrero de 2022.
Día de la independencia. Godzilla. El día después de mañana. 2012. Si algo me atrae de las películas de Roland Emmerich es su insistencia con la fusión del cine catástrofe y la ciencia-ficción. Hay algo en esa testaruda recurrencia que me gusta, mucho. Creo que es la mastodóntica imaginería visual que pone en movimiento. Ver la formación de un escenario post-apocalíptico me resulta fascinante, porque aborda, siempre, la capacidad de supervivencia del ser humano. Qué hace Emmerich con esa epopeya humana no me convence para nada, principalmente porque el guionista y director insiste en manejar estereotipos antes que personajes. Sobre todo, estereotipos desagradablemente paternalistas y asquerosamente autosuficientes.
Y si hay algo que me expulsa de las películas de Roland Emmerich, es su predilección por reventar todos los verosímiles que viene construyendo delicadamente en cada una de sus películas. No sé si me pasa sólo a mí, pero a mí me pasa que, en un determinado momento de los largos metrajes que rueda, siento que la trama da una vuelta de más, deja de crecer para irse en vicio, toma una escala tan desaforada que se vuelve ridícula, absurda, estúpida. Como si Emmerich no pudiera / no supiera / no quisiera parar antes de irse a la mierda. Tal vez (pienso ahora) porque ese sea su estilo cinematográfico.
Dicho todo esto, Moonfall es (para mí, al menos) otra inconfundible película de Emmerich. Con el fin de la Tierra que viene dado por la misma existencia de la Luna, sustentado por un discurso pseudocientífico que intenta validarse desde las teorías de las megaestructuras, los programas de la NASA y un diccionario de física astronómica, si es que algo así existe. Adobado con los esperables conflictos personales que el guion le hace cargar como una cruz a sus protagonistas principales. Y un touch conspiranoide, por si las moscas.
Visualmente despampanante, ideológicamente patriotera, megalomaníaca en su intención de explicitar la genealogía humana, Moonfall a veces resulta entretenida y a veces, no. A veces parece seria y profunda y, sin solución de continuidad, se vuelve su completo opuesto. Una típica jornada de trabajo en el universo Emmerich, ni más ni menos. No hay escena post-créditos, así que pueden irse a casa antes de que venga el próximo fin del mundo. Eso sí, no miren arriba.Fernando Ariel García

Día de la independencia. Godzilla. El día después de mañana. 2012. Si algo me atrae de las películas de Roland Emmerich es su insistencia con la fusión del cine catástrofe y la ciencia-ficción. Hay algo en esa testaruda recurrencia que me gusta, mucho. Creo que es la mastodóntica imaginería visual que pone en movimiento. Ver la formación de un escenario post-apocalíptico me resulta fascinante, porque aborda, siempre, la capacidad de supervivencia del ser humano. Qué hace Emmerich con esa epopeya humana no me convence para nada, principalmente porque el guionista y director insiste en manejar estereotipos antes que personajes. Sobre todo, estereotipos desagradablemente paternalistas y asquerosamente autosuficientes.
Y si hay algo que me expulsa de las películas de Roland Emmerich, es su predilección por reventar todos los verosímiles que viene construyendo delicadamente en cada una de sus películas. No sé si me pasa sólo a mí, pero a mí me pasa que, en un determinado momento de los largos metrajes que rueda, siento que la trama da una vuelta de más, deja de crecer para irse en vicio, toma una escala tan desaforada que se vuelve ridícula, absurda, estúpida. Como si Emmerich no pudiera / no supiera / no quisiera parar antes de irse a la mierda. Tal vez (pienso ahora) porque ese sea su estilo cinematográfico.
Dicho todo esto, Moonfall es (para mí, al menos) otra inconfundible película de Emmerich. Con el fin de la Tierra que viene dado por la misma existencia de la Luna, sustentado por un discurso pseudocientífico que intenta validarse desde las teorías de las megaestructuras, los programas de la NASA y un diccionario de física astronómica, si es que algo así existe. Adobado con los esperables conflictos personales que el guion le hace cargar como una cruz a sus protagonistas principales. Y un touch conspiranoide, por si las moscas.
Visualmente despampanante, ideológicamente patriotera, megalomaníaca en su intención de explicitar la genealogía humana, Moonfall a veces resulta entretenida y a veces, no. A veces parece seria y profunda y, sin solución de continuidad, se vuelve su completo opuesto. Una típica jornada de trabajo en el universo Emmerich, ni más ni menos. No hay escena post-créditos, así que pueden irse a casa antes de que venga el próximo fin del mundo. Eso sí, no miren arriba.Fernando Ariel García
Published on February 03, 2022 14:42
January 27, 2022
ECOS DE UN CRIMEN: OTRA VEZ LA MISMA HISTORIA
Ecos de un crimen. Director: Cristian Bernard. Protagonistas:Diego Peretti, Julieta Cardinali, Carla Quevedo y Diego Cremonesi. Participación especial de Carola Reyna. Guionista: Gabriel Korenfeld. Particular Crowd / Tieless Media. Argentina, 2022. Estreno en la Argentina: 27 de enero de 2022.
Está buenísimo que el cine argentino se meta cada vez más con las historias de género emparentadas con el terror psicológico. Tenemos los talentos y los recursos técnicos para encarar cualquier tarea de esa naturaleza; y Ecos de un crimen lo confirma. Los actores caminan por el borde sin desbarrancar, el ritmo narrativo y la imaginería visual no sólo crean los climas necesarios, sino que saben cómo habitarlos y explotarlos dramáticamente. La verdad, esta película de Cristian Bernard no tiene nada que envidiarle a ninguno de los tanques hollywoodenses que llegan a nuestras pantallas y plataformas sin solución de continuidad.
Lamentablemente, tampoco tiene nada nuevo que agregar a los transitadísimos tópicos que aborda. Los ecos de El resplandor, Psicosis y El silencio de los inocentes, reverberan demasiado por toda la trama, enfocada en el tránsito de un escritor famoso (Peretti) que se está recuperando de un pico de stress. Llegó con su familia a una casa enorme, aislada y solitaria, para continuar su tratamiento mientras intenta retomar la escritura de su exitosísima saga policial protagonizada por un asesino despiadado.
Y, como es de esperar, ocurre lo que tiene que ocurrir. La irrupción de lo extraño, en una noche de lluvia y sin electricidad, obligará al escritor a enfrentar su fragilidad emocional y mental. Para peor, desde una fragmentación de la realidad que lo expone a revivir los mismos hechos, pero desde miradas y resoluciones alternativas. ¿Estamos presenciando lo que pasa en el mundo o lo que sucede en su cabeza? ¿Peretti se volvió loco o la naturaleza oscura de la situación lo está poniendo sobre aviso?
La idea del relato pendular como mecanismo generador de tensión está muy bien planteada, pero mal resuelta. En el arranque, las puertas de la intriga están todas abiertas de par en par, ofreciéndonos una cantidad de posibilidades que hacen al atractivo primario del film. Pero cada vez que volvemos a fojas cero, las puertas se van cerrando estrepitosamente, cancelando variables y, por lo tanto, anticipando el clímax que está por venir. De hecho, antes de que todo se resuelva por el camino de la lógica, ya sabemos por dónde pasan el qué, el quién y el porqué de la cuestión. Sólo falta presenciar el cómo, que a mí (lo siento) me defraudó.Fernando Ariel García

Está buenísimo que el cine argentino se meta cada vez más con las historias de género emparentadas con el terror psicológico. Tenemos los talentos y los recursos técnicos para encarar cualquier tarea de esa naturaleza; y Ecos de un crimen lo confirma. Los actores caminan por el borde sin desbarrancar, el ritmo narrativo y la imaginería visual no sólo crean los climas necesarios, sino que saben cómo habitarlos y explotarlos dramáticamente. La verdad, esta película de Cristian Bernard no tiene nada que envidiarle a ninguno de los tanques hollywoodenses que llegan a nuestras pantallas y plataformas sin solución de continuidad.
Lamentablemente, tampoco tiene nada nuevo que agregar a los transitadísimos tópicos que aborda. Los ecos de El resplandor, Psicosis y El silencio de los inocentes, reverberan demasiado por toda la trama, enfocada en el tránsito de un escritor famoso (Peretti) que se está recuperando de un pico de stress. Llegó con su familia a una casa enorme, aislada y solitaria, para continuar su tratamiento mientras intenta retomar la escritura de su exitosísima saga policial protagonizada por un asesino despiadado.

Y, como es de esperar, ocurre lo que tiene que ocurrir. La irrupción de lo extraño, en una noche de lluvia y sin electricidad, obligará al escritor a enfrentar su fragilidad emocional y mental. Para peor, desde una fragmentación de la realidad que lo expone a revivir los mismos hechos, pero desde miradas y resoluciones alternativas. ¿Estamos presenciando lo que pasa en el mundo o lo que sucede en su cabeza? ¿Peretti se volvió loco o la naturaleza oscura de la situación lo está poniendo sobre aviso?
La idea del relato pendular como mecanismo generador de tensión está muy bien planteada, pero mal resuelta. En el arranque, las puertas de la intriga están todas abiertas de par en par, ofreciéndonos una cantidad de posibilidades que hacen al atractivo primario del film. Pero cada vez que volvemos a fojas cero, las puertas se van cerrando estrepitosamente, cancelando variables y, por lo tanto, anticipando el clímax que está por venir. De hecho, antes de que todo se resuelva por el camino de la lógica, ya sabemos por dónde pasan el qué, el quién y el porqué de la cuestión. Sólo falta presenciar el cómo, que a mí (lo siento) me defraudó.Fernando Ariel García
Published on January 27, 2022 05:17
January 6, 2022
YO, TRAIDOR: MODESTA FÁBULA MORAL ENTRE PESCADORES
Yo, traidor. Director: Rodrigo Fernández Engler. Protagonistas: Mariano Martínez, Arturo Puig, Jorge Marrale, Osvaldo Santoro, Mercedes Lambre, Sergio Surraco y Francisco Cataldi, entre otros. Guionistas: Rodrigo Fernández Engler y Mario Pedernera. Protasowicki Engler Producciones / Midú Junco Producciones / Cita con la Vida Emprendimientos Audiovisuales. Argentina, 2021. Estreno en la Argentina: 6 de enero de 2022.
Ascenso, caída y redención de un hombre que perdió el rumbo al alejarse de los valores familiares y renegar de los honestos mandatos paternos. Yo, traidor es una modesta fábula moral, engarzada con tips de autodescubrimiento y sazonada con los condimentos típicos del policial negro, sólo que el bien y el mal aparecen claramente delimitados, casi como en un sermón televangélico de medianoche. Tal vez, debido a la participación en el equipo productor del Ministerio Evangelístico Cita con la Vida, nacido en Córdoba y actualmente irradiado por toda la Argentina y algunos otros rincones del mundo.
Máximo Ferradas (Mariano Martínez), el traidor del título, deberá elegir (aunque no quiera) en pasar a militar en los equipos de Caviedes (excelente Arturo Puig) o de Coletto (Osvaldo Santoro), fácilmente reconocibles como diablo y ángel particular del protagonista. En el medio, la tentación del amor, encarnado en la inocente Maite (Mercedes Lambre) y la promesa de un futuro. Siempre que Máximo no la cague en el camino.
Un camino marcado, con trazo demasiado grueso, por la corrupción política, los sucios entramados corporativos y la utilización inmisericorde de los desvalidos, los pobres, los trabajadores. Todo ambientado (y bellamente fotografiado) en una localidad costera de la Patagonia, en el mundo duro y apaleado de los pescadores artesanales, agobiados y explotados por los intereses a gran escala de las multinacionales pesqueras.
Obvia en el manejo discursivo de la moraleja, la película de Rodrigo Fernández Engler cuenta con interesantísimos logros narrativos, capitalizando el protagonismo interno que carga el silencio. El de las locaciones amplias, abiertas y algo agobiantes; y el de los personajes protagónicos, acuciados por el apego o la renuncia a los límites que impone la ética. Un perfil que Martínez no logra corporizar de manera convincente durante toda la película. Por suerte para nosotros, los espectadores, Arturo Puig lo hace por todos los involucrados. La seducción del mal, que le dicen.Fernando Ariel García

Ascenso, caída y redención de un hombre que perdió el rumbo al alejarse de los valores familiares y renegar de los honestos mandatos paternos. Yo, traidor es una modesta fábula moral, engarzada con tips de autodescubrimiento y sazonada con los condimentos típicos del policial negro, sólo que el bien y el mal aparecen claramente delimitados, casi como en un sermón televangélico de medianoche. Tal vez, debido a la participación en el equipo productor del Ministerio Evangelístico Cita con la Vida, nacido en Córdoba y actualmente irradiado por toda la Argentina y algunos otros rincones del mundo.
Máximo Ferradas (Mariano Martínez), el traidor del título, deberá elegir (aunque no quiera) en pasar a militar en los equipos de Caviedes (excelente Arturo Puig) o de Coletto (Osvaldo Santoro), fácilmente reconocibles como diablo y ángel particular del protagonista. En el medio, la tentación del amor, encarnado en la inocente Maite (Mercedes Lambre) y la promesa de un futuro. Siempre que Máximo no la cague en el camino.

Un camino marcado, con trazo demasiado grueso, por la corrupción política, los sucios entramados corporativos y la utilización inmisericorde de los desvalidos, los pobres, los trabajadores. Todo ambientado (y bellamente fotografiado) en una localidad costera de la Patagonia, en el mundo duro y apaleado de los pescadores artesanales, agobiados y explotados por los intereses a gran escala de las multinacionales pesqueras.

Obvia en el manejo discursivo de la moraleja, la película de Rodrigo Fernández Engler cuenta con interesantísimos logros narrativos, capitalizando el protagonismo interno que carga el silencio. El de las locaciones amplias, abiertas y algo agobiantes; y el de los personajes protagónicos, acuciados por el apego o la renuncia a los límites que impone la ética. Un perfil que Martínez no logra corporizar de manera convincente durante toda la película. Por suerte para nosotros, los espectadores, Arturo Puig lo hace por todos los involucrados. La seducción del mal, que le dicen.Fernando Ariel García
Published on January 06, 2022 07:57
January 5, 2022
KING’S MAN - EL ORIGEN: ANTIBELICISTA Y ANTIPACIFISTA
King’s Man - El origen. Director: Matthew Vaughn. Protagonistas: Ralph Fiennes (Orlando, Duque de Oxford), Gemma Arterton (Pollyanna "Polly" Wilkins), Rhys Ifans (Grigori Rasputin), Matthew Goode (capitán Morton), Tom Hollander (Rey Jorge, Kaiser Guillermo II, Zar Nicolás II), Harris Dickinson (Conrad Oxford), Daniel Brühl (Erik Jan Hanussen), Djimon Hounsou (Shola), Aaron Taylor-Johnson (Archie Reid), Valerie Pachner (Mata Hari), Todd Boyce (Alfred DuPont), Aaron Vodovoz (Príncipe Felix Yusupov), Ron Cook (Archiduque Franz Ferdinand), Branka Katic (Emperatriz Alexandra Feodorovna), August Diehl (Vladimir Lenin), Ian Kelly (Woodrow Wilson) y Stanley Tucci (Chester King, embajador de los EE.UU.), entre otros. Participación especial de David Kross (el hombre del bigote). Guionistas: Matthew Vaughn y Karl Gajdusek, basado en el cómic
The Secret Service
de Mark Millar y Dave Gibbons. Productores:Matthew Vaughn, Mark Millar y Dave Gibbons, entre otros. Marv Studios / Cloudy Productions. Reino Unido / EE.UU., 2021. Estreno en la Argentina: 6 de enero de 2022.
Es la tercera película de la saga de Kingsman, pero funciona como precuela de las dos anteriores. Porque King’s Man - El origen (The King’s Man, a secas, en el original inglés), como su obvio título traducido lo adelanta, narra los acontecimientos que llevaron a la formación de la organización secreta de espionaje que vimos (veremos, en realidad) en acción durante las dos entregas anteriores / posteriores. Y, en ese sentido, explicita las razones por detrás de algunas recurrencias icónicas de la licencia: Los nombres ligados a la leyenda artúrica, el cuartel secreto camuflado de sastrería, un par de armas específicas, tradiciones varias, su contraparte yanqui.
Repitiendo el octanaje de violencia extrema y humor negro, la trama se afianza en los tiempos de la primera Guerra Mundial, interviniendo los hechos reales y las personalidades históricas para extraer el jugo dramático, tétrico y caricaturesco de, sobre todos, Rasputín y Mata Hari. El contrapunto entre buenos y malos, además de generar las peleas de coreografías más salvajes, exigidas y dinámicas, funciona también (y principalmente) como constatación de todas las teorías conspirativas con que el film justifica la existencia de la organización secreta protagónica.
Visualmente espectacular, el argumento transita territorios conocidos y ya explorados hasta el hartazgo. Pero juega muy bien la carta de la tragedia personal como evento divisor de aguas, capitalizando el nivel actoral de Ralph Fiennes para comunicar el efecto de las maquiavélicas partidas políticas de los Gobiernos sobre su población más vulnerable, aquella capaz de comprar los espejitos de colores detrás de los pomposos discursos patrióticos.
Es cierto que, a la postre, la película termina siendo un estilizado panfleto en favor de la monarquía, representada aquí como parte del problema y único garante de la solución. Pero en el trayecto construye un lienzo nada romántico de la Primera Guerra, mostrando las razones político-económicas y la sinrazón existencial que condujo a esa carnicería humana, con un nivel de crudeza que (por momentos) recuerda a la 1917 de Sam Mendes. Una épica sucia y angustiante, que (no vamos a spoilear nada) se anima a definir y analizar su propia filosofía, un cóctel simultáneo de antibelicismo y antipacifismo como tercera vía alternativa a la resolución de conflictos. En ese instante de tránsito, la película trasciende los excesos pasados y por venir. Y aunque sea sólo por compartir ese momento de estupor, de hondo horror, de inaprensible vacío, vale la pena acercarse a esta King’s Man - El origen.Fernando Ariel García

Es la tercera película de la saga de Kingsman, pero funciona como precuela de las dos anteriores. Porque King’s Man - El origen (The King’s Man, a secas, en el original inglés), como su obvio título traducido lo adelanta, narra los acontecimientos que llevaron a la formación de la organización secreta de espionaje que vimos (veremos, en realidad) en acción durante las dos entregas anteriores / posteriores. Y, en ese sentido, explicita las razones por detrás de algunas recurrencias icónicas de la licencia: Los nombres ligados a la leyenda artúrica, el cuartel secreto camuflado de sastrería, un par de armas específicas, tradiciones varias, su contraparte yanqui.
Repitiendo el octanaje de violencia extrema y humor negro, la trama se afianza en los tiempos de la primera Guerra Mundial, interviniendo los hechos reales y las personalidades históricas para extraer el jugo dramático, tétrico y caricaturesco de, sobre todos, Rasputín y Mata Hari. El contrapunto entre buenos y malos, además de generar las peleas de coreografías más salvajes, exigidas y dinámicas, funciona también (y principalmente) como constatación de todas las teorías conspirativas con que el film justifica la existencia de la organización secreta protagónica.

Visualmente espectacular, el argumento transita territorios conocidos y ya explorados hasta el hartazgo. Pero juega muy bien la carta de la tragedia personal como evento divisor de aguas, capitalizando el nivel actoral de Ralph Fiennes para comunicar el efecto de las maquiavélicas partidas políticas de los Gobiernos sobre su población más vulnerable, aquella capaz de comprar los espejitos de colores detrás de los pomposos discursos patrióticos.
Es cierto que, a la postre, la película termina siendo un estilizado panfleto en favor de la monarquía, representada aquí como parte del problema y único garante de la solución. Pero en el trayecto construye un lienzo nada romántico de la Primera Guerra, mostrando las razones político-económicas y la sinrazón existencial que condujo a esa carnicería humana, con un nivel de crudeza que (por momentos) recuerda a la 1917 de Sam Mendes. Una épica sucia y angustiante, que (no vamos a spoilear nada) se anima a definir y analizar su propia filosofía, un cóctel simultáneo de antibelicismo y antipacifismo como tercera vía alternativa a la resolución de conflictos. En ese instante de tránsito, la película trasciende los excesos pasados y por venir. Y aunque sea sólo por compartir ese momento de estupor, de hondo horror, de inaprensible vacío, vale la pena acercarse a esta King’s Man - El origen.Fernando Ariel García
Published on January 05, 2022 14:07
January 4, 2022
RIFKIN’S FESTIVAL: CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN CINÉFILA
Rifkin’s Festival. Director: Woody Allen. Protagonistas: Wallace Shawn, Gina Gershon, Elena Anaya, Louis Garrell, Christoph Waltz, Sergi López, Richard Kind, Nathalie Poza, Douglas McGrath, Steve Guttenberg, Enrique Arce, Tammy Blanchard y Damian Chapa, entre otros. Guionista: Woody Allen. Director de fotografía: Vittorio Storaro. Ilustrador del afiche: Jordi Labanda. Gravier Productions / Mediapro / Wildside. EE.UU. / España / Italia, 2020. Estreno en la Argentina: 20 de enero de 2022.
Empecemos como suelo empezar siempre que hablo de una película de Woody Allen o de Roman Polanski, por poner dos de los nombres más controvertidos del séptimo arte. Yo soy de los que pueden separar al artista de la obra de arte. Creo, cada vez más, que Woody Allen es un ser humano de mierda. Más allá de la trama alrededor del supuesto abuso de Allen a su hija, nunca esclarecida del todo, su relación amorosa con Soon-Yi me parece abominable. Porque, aunque no haya lazos sanguíneos que los unan, por más de una década Allen había sido la figura paterna de quien hoy es su esposa.
Ahora, desde el estricto punto de vista artístico, Allen me sigue pareciendo un genio. Y su cine, también me sigue conmoviendo, interpelando y entreteniendo como antes, como siempre. Está claro que sus últimos films están bastante lejos de los grandes clásicos que supo escribir, dirigir y protagonizar. Pero cualquier obra de Allen, aunque no sea la gran obra de Allen, para mí es una gran obra, un permanente motivo de celebración de la pasión cinéfila.
Y eso es, justamente, Rifkins Festival, una celebración de la pasión cinéfila. La del propio Allen; y la de todos aquellos que aman y reverencian a los grandes autores europeos que lo formaron como director; y que nos constituyeron como espectadores. No casualmente, la película que inauguró la edición 2020 del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, transcurre durante un Festival Internacional de Cine de San Sebastián, el que cambiará la vida del Mort Rifkin del título, un notable Wallace Shawn a cargo del alter ego de Allen, que aquí oficia de crítico de cine neoyorkino en plena crisis personal, laboral y de pareja.
La trama discurre amablemente por los carriles más esperables de la comedia romántica, con los apuntes humorísticos y sociológicos, punzantes y críticos a los que nos tiene acostumbrados el autor de Un día lluvioso en Nueva York , Café Society y Blue Jasmine , entre tantas otras. Lo diferente, lo más interesante (para mí) viene dado por la serie de sueños que sufre Rifkin, especie de simbólicos cortometrajes que recrean la estética (en blanco y negro), el ritmo y los contenidos básicos de algunas obras fundacionales del sétimo arte: El ciudadano, de Orson Welles; Sin aliento, de Jean-Luc Godard, Jules y Jim, de François Truffaut; El séptimo sello, de Ingmar Bergman; El ángel exterminador, de Luis Buñuel; Amarcord, de Fedrico Fellini; y alguna más que ahora se me escapa. Tributo delicioso con el que Allen se suma a la onda metaficcional que parece ser moda en Hollywood.Y el afiche, a cargo de Jordi Labanda, es una maravilla.Fernando Ariel García

Empecemos como suelo empezar siempre que hablo de una película de Woody Allen o de Roman Polanski, por poner dos de los nombres más controvertidos del séptimo arte. Yo soy de los que pueden separar al artista de la obra de arte. Creo, cada vez más, que Woody Allen es un ser humano de mierda. Más allá de la trama alrededor del supuesto abuso de Allen a su hija, nunca esclarecida del todo, su relación amorosa con Soon-Yi me parece abominable. Porque, aunque no haya lazos sanguíneos que los unan, por más de una década Allen había sido la figura paterna de quien hoy es su esposa.
Ahora, desde el estricto punto de vista artístico, Allen me sigue pareciendo un genio. Y su cine, también me sigue conmoviendo, interpelando y entreteniendo como antes, como siempre. Está claro que sus últimos films están bastante lejos de los grandes clásicos que supo escribir, dirigir y protagonizar. Pero cualquier obra de Allen, aunque no sea la gran obra de Allen, para mí es una gran obra, un permanente motivo de celebración de la pasión cinéfila.

Y eso es, justamente, Rifkins Festival, una celebración de la pasión cinéfila. La del propio Allen; y la de todos aquellos que aman y reverencian a los grandes autores europeos que lo formaron como director; y que nos constituyeron como espectadores. No casualmente, la película que inauguró la edición 2020 del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, transcurre durante un Festival Internacional de Cine de San Sebastián, el que cambiará la vida del Mort Rifkin del título, un notable Wallace Shawn a cargo del alter ego de Allen, que aquí oficia de crítico de cine neoyorkino en plena crisis personal, laboral y de pareja.

La trama discurre amablemente por los carriles más esperables de la comedia romántica, con los apuntes humorísticos y sociológicos, punzantes y críticos a los que nos tiene acostumbrados el autor de Un día lluvioso en Nueva York , Café Society y Blue Jasmine , entre tantas otras. Lo diferente, lo más interesante (para mí) viene dado por la serie de sueños que sufre Rifkin, especie de simbólicos cortometrajes que recrean la estética (en blanco y negro), el ritmo y los contenidos básicos de algunas obras fundacionales del sétimo arte: El ciudadano, de Orson Welles; Sin aliento, de Jean-Luc Godard, Jules y Jim, de François Truffaut; El séptimo sello, de Ingmar Bergman; El ángel exterminador, de Luis Buñuel; Amarcord, de Fedrico Fellini; y alguna más que ahora se me escapa. Tributo delicioso con el que Allen se suma a la onda metaficcional que parece ser moda en Hollywood.Y el afiche, a cargo de Jordi Labanda, es una maravilla.Fernando Ariel García
Published on January 04, 2022 09:30
January 3, 2022
HAWKEYE: MI POBRE ARQUERITO
Hawkeye. Directores: Rhys Thomas, Bert & Bertie. Protagonistas: Jeremy Renner (Clint Barton / Hawkeye), Hailee Steinfeld (Kate Bishop / Hawkeye), Jolt (Lucky, el Perro Pizza), Florence Pugh (Yelena Belova / Black Widow), Alaqua Cox (Maya Lopez / Echo), Aleks Paunovic (Ivan Banionis), Vera Farmiga (Eleanor Bishop), Tony Dalton (Jack Duquesne / Espadachín), Fra Fee (Kazimierz "Kazi" Kazimierczak), Linda Cardellini (Laura Barton), Ava Russo (Lila Barton), Ben Sakamoto (Cooper Barton) y Cade Woodward (Nathaniel Barton), entre otros. Participación especial de Vincent D’Onofrio (Wilson Fisk / Kingpin). Rogers el Musical: Tom Feeney (Capitán América), Aaron Nedrick (Iron Man), Avery Gilham (Hawkeye), Harris Turner (Hulk), Jason Scott Macdonald (Thor), Meghan Manning (Black Widow), Nico DeJesus (Ant-Man) y Jordan Chin (Loki). Guionistas: Jonathan Igla, Elisa Climent, Katie Mathewson, Tanner Bean, Erin Cancino, Heather Quinn y Jenna Noel Frazier, basado en el cómic Hawkeye de Matt Fraction y David Aja; y en personajes y situaciones creados por Stan Lee, Don Heck, John Romita, Allan Heinberg, Jim Cheung, David Mack, Joe Quesada, Devin Grayson y J.G. Jones. Consultor creativo: Matt Fraction. Marvel Studios. EE.UU., 2021. Estreno en la Argentina: Disponible en Disney+ desde el 24 de noviembre de 2021.
Espionaje internacional. Sitcom. Thriller político. Artes marciales. Terror burocrático. Especulación científica. Hace rato que Marvel se dio cuenta de que su Universo Cinematográfico (UCM) se expande más rápido y crece mejor cuando hibrida al superheroico con algún otro género del entretenimiento popular. Obviamente, Hawkeye no iba a ser la excepción; y el resultado son estos seis deliciosos episodios que sacan al arquero Vengador del fondo de la cancha para darle la responsabilidad de definir el partido en una aventura de neto espíritu navideño.
Sincronizada, dicho sea de paso, con la temporada navideña real (el último episodio se estrenó el 22 de diciembre) y con los tiempos ficticios del megatanque Spider-Man: Sin camino a casa , que termina justo en la misma locación, aunque con algunos minutos de diferencia. Los necesarios para que los héroes no se crucen las miradas, aunque mantengan el juego de referencias cruzadas con Rogers - El musical (más de eso después), las ridículas modificaciones a la Estatua de la Libertad; y la incorporación de la pata Netflix al UCM.
Fuertemente influida por el arco argumental del cómic de Hawkeye a cargo de Matt Fraction y David Aja, la serie podría definirse como la versión Marvel de Mi pobre angelito, con el Bruce Willis de Duro de matar en lugar del travieso Macaulay Culkin. Y antes de llegar a casa para el festivo brindis correspondiente, Clint Barton tendrá que poner en orden las partes más oscuras y dolorosas de su pasado, convertirse en mentor forzoso de ¿su heredera? Kate Bishop, apadrinar al Perro Pizza, hacer las paces con Yelena Belova (que quiere matarlo como consecuencia de la escena post-créditos de Black Widow ) y revelar un par de secretos de su familia. En el tiempo que le quede libre, dará pie a la presentación de la luchadora sorda Echo, que de miembro de los mafiosos en joggineta saltará a su propia serie por Disney+ este año.
Por supuesto, como en toda historia navideña neoyorquina que se precie de tal, la Gran Manzana es uno de los principales protagonistas de la trama, que sabe capitalizar la mágica imaginería visual de los lugares icónicos, revestidos de muérdago y nieve, envueltos para el regalo y el regocijo del espectador. En secuencias narrativas, en insertos que funcionan como coloridas postales de estación y hasta en una ficticia comedia musical de Broadway, dedicada al Capitán América. Evaluado por separado, Rogers - El musical es una porquería intragable, pero que lo hayan mostrado y evaluado como la porquería intragable que es, hace que uno (yo, al menos) termine viéndolo con ojos más caritativos y algo kitsch. Y con muchas ganas culposas de verla en un teatro de verdad.Fernando Ariel García

Espionaje internacional. Sitcom. Thriller político. Artes marciales. Terror burocrático. Especulación científica. Hace rato que Marvel se dio cuenta de que su Universo Cinematográfico (UCM) se expande más rápido y crece mejor cuando hibrida al superheroico con algún otro género del entretenimiento popular. Obviamente, Hawkeye no iba a ser la excepción; y el resultado son estos seis deliciosos episodios que sacan al arquero Vengador del fondo de la cancha para darle la responsabilidad de definir el partido en una aventura de neto espíritu navideño.
Sincronizada, dicho sea de paso, con la temporada navideña real (el último episodio se estrenó el 22 de diciembre) y con los tiempos ficticios del megatanque Spider-Man: Sin camino a casa , que termina justo en la misma locación, aunque con algunos minutos de diferencia. Los necesarios para que los héroes no se crucen las miradas, aunque mantengan el juego de referencias cruzadas con Rogers - El musical (más de eso después), las ridículas modificaciones a la Estatua de la Libertad; y la incorporación de la pata Netflix al UCM.
Fuertemente influida por el arco argumental del cómic de Hawkeye a cargo de Matt Fraction y David Aja, la serie podría definirse como la versión Marvel de Mi pobre angelito, con el Bruce Willis de Duro de matar en lugar del travieso Macaulay Culkin. Y antes de llegar a casa para el festivo brindis correspondiente, Clint Barton tendrá que poner en orden las partes más oscuras y dolorosas de su pasado, convertirse en mentor forzoso de ¿su heredera? Kate Bishop, apadrinar al Perro Pizza, hacer las paces con Yelena Belova (que quiere matarlo como consecuencia de la escena post-créditos de Black Widow ) y revelar un par de secretos de su familia. En el tiempo que le quede libre, dará pie a la presentación de la luchadora sorda Echo, que de miembro de los mafiosos en joggineta saltará a su propia serie por Disney+ este año.
Por supuesto, como en toda historia navideña neoyorquina que se precie de tal, la Gran Manzana es uno de los principales protagonistas de la trama, que sabe capitalizar la mágica imaginería visual de los lugares icónicos, revestidos de muérdago y nieve, envueltos para el regalo y el regocijo del espectador. En secuencias narrativas, en insertos que funcionan como coloridas postales de estación y hasta en una ficticia comedia musical de Broadway, dedicada al Capitán América. Evaluado por separado, Rogers - El musical es una porquería intragable, pero que lo hayan mostrado y evaluado como la porquería intragable que es, hace que uno (yo, al menos) termine viéndolo con ojos más caritativos y algo kitsch. Y con muchas ganas culposas de verla en un teatro de verdad.Fernando Ariel García
Published on January 03, 2022 13:45
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