Óscar Contardo's Blog, page 62

October 18, 2017

Alejándonos del desarrollo

La reciente revisión de las cifras de crecimiento económico dadas a conocer por el FMI no traen buenas noticias para Chile. En un contexto en el que se augura un mejor desempeño de la economía mundial (3,6% y 3,7% para 2017 y 2018, respectivamente), las proyecciones para Chile han sido rebajadas a 1,4% para este periodo, y ajustadas a 2,5% para 2018. En simple, la economía chilena continuará creciendo menos que el mundo en su conjunto, como ha sido la tónica en estos últimos años.


El significado práctico de este aletargamiento es bastante evidente, y cualquiera lo puede observar: menor dinamismo en la generación de empleos de calidad, menor crecimiento de los salarios, y menor recaudación de ingresos para poder financiar programas sociales orientados a quienes más lo necesitan.


Pero el deterioro que nos reflejan las cifras del FMI va mucho más allá de unas décimas más o menos en cuanto a expansión del PIB: lo que se desprende del reciente informe de este organismo es que Chile se está alejando de la meta de poder cruzar el umbral del desarrollo. Con un nivel de producción por habitante algo inferior a US$25 mil en 2017 (medido en base al parámetro de paridad de poder de compra), faltan varios años para poder llegar al registro que exhiben los países que hoy se encuentran en la parte inferior de la tabla del grupo de las naciones desarrolladas, como es el caso de Portugal y Grecia. En su informe anterior el FMI estimaba que ello podía ocurrir en el año 2022, pero el menor dinamismo que ha exhibido nuestra economía inevitablemente va a retrasar esta fecha.


Pero no solo esto: en la medida que países como los señalados continúan creciendo, la brecha con ellos incluso se acentúa, con lo cual poder alcanzarlos se hace cada vez más difícil, alejándose esa meta en el tiempo.


Aquí no se trata de una competencia deportiva, obviamente, en la que el objetivo es ganarle a los rivales, sino que lo que se persigue es lograr mejores condiciones de vida para los chilenos. Para mejorar posiciones en la tabla global no basta con simplemente sumar puntos, sino que lo fundamental es avanzar más rápido que el resto.


La economía chilena necesita mejorar su productividad no solo en términos absolutos, sino que también debe mejorar su competitividad en comparación con los demás países, para así poder acceder a nuevos mercados y con nuevos productos.


En la actual encrucijada es imperativo concentrar esfuerzos para retomar la senda perdida, mejorando las condiciones para que pueda desplegarse con todo su potencial la capacidad de emprendimiento e innovación de los chilenos, con menores trabas, con una carga y estructura tributaria más razonables, con una regulación laboral compatible con la realidad que nos impone la nueva revolución industrial que está teniendo lugar, y con un sistema educacional que permita una capacitación continua de los trabajadores, especialmente en lo que se refiere a la adquisición de habilidades digitales. No podemos seguir perdiendo el tiempo.


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Published on October 18, 2017 04:54

Mayor presencia de policías de civil en calles: herramienta disuasiva ante el delito

Independientemente de lo que indiquen las cifras respecto al aumento o no de los índices de delincuencia y de percepción de inseguridad, lo concreto es que el asunto de la delincuencia, en sus distintas expresiones, es, después de la calidad de la salud,  el que más preocupa a la ciudadanía, incluso por sobre otros tan importantes como la amenaza de  cesantía o la gratuidad en educación (Ver Estudio “Chile Dice” de la UAH ). Además, como señala un informe de Paz Ciudadana, recientemente difundido,  cuatro de cada diez hogares ha sido víctima de un delito en el último semestre.


Produce impotencia y gran molestia ver lo extendido que está la delincuencia afectando diversos espacios territoriales y poblacionales.   Por una parte, la que detentan a través del  creciente e invasivo narcotráfico, y la narcocultura descrita por el Capellán del Hogar de Cristo, Padre SJ Pablo Walker, ejerciendo dominio  por medio del miedo y del chantaje a sus vecinos: una dramática realidad que afecta a barrios completos.  Por otra, la que se implementan en los sectores más acomodados a través de los robos a residencias, asaltos –muchas veces a mano armada– y portonazos, entre otros delitos. Pese a las medidas tomadas a nivel nacional, como aumento en la dotación de Carabineros,  planes comunales (como el cuadrante) o las redes de vigilancia vecinales, da la impresión, o al menos una parte mayoritaria de la ciudadanía lo percibe así, de que los delincuentes siguen actuando con un apreciable grado de impunidad y violencia sobre las personas. En definitiva muchas personas y  familias afectadas en confianzas mínimas, lo que ciertamente afecta la salud mental de los afectados.¿Cómo aminorar este flagelo, ya que es imposible eliminarlo , como alguna vez, pretenciosamente, pretendió el ex presidente Piñera? ¿Qué medidas podemos tomar para que los delincuentes aumenten su grado de riesgo cuando planifican un delito?


Es sabido que los delincuentes son sujetos entrenados que miden las consecuencias penales de sus actos y también, por supuesto, el grado de riesgo que asumen antes de perpetrarlos: de allí el uso indiscriminado y criminal de menores de edad en ilícitos. Una forma de aumentar esas variables y, por tanto, de inhibir al delincuente sería a través de una mayor presencia de policías de civil en las calles, en especial en aquellos lugares, y horarios, en que los malhechores suelen actuar. Creo que sería una forma de utilizar de manera más inteligente los recursos que tenemos para combatir ese flagelo.

El dicho de que “la oportunidad hace la ladrón” se cumple con bastante frecuencia: si se junta un hogar a medio cerrar, sin alarma, sin ni siquiera una mascota que alerte a sus habitantes y la improbable posibilidad de que aparezca Carabineros, el antisocial tendrá todas las condiciones objetivas para llevar a cabo su tarea delictual. Igual cosa acontece con los asaltos en la vía pública. La labor, entonces, de los habitantes y, en mayor medida, de las policías que por ley detentan el uso de la fuerza, consiste, en gran parte, en aumentar el grado de riesgo de quien delinque y bajar la percepción de inseguridad de los ciudadanos, mayoritariamente honestas y esforzadas personas y comunidades, que no merecen vivir con miedo. El uniforme policial si bien es un requisito indispensable cuando se actúa sobre ciudadanos presumiblemente inocentes, se convierte en un problema al operar ante los delincuentes, los que se sienten alertados ante la presencia evidente de la policía.  Los delincuentes proceden allí donde tengan menos riesgo de ser sorprendidos y detenidos, es decir, donde exista la menor probabilidad de presencia policial.. La obscuridad y la soledad favorecen atracos y asaltos sobre personas indefensas. Distinto sería el caso, si el  asaltante tuviese una sospecha fundada en que el asaltado pudiese ser un policia encubierto de civil pero en ejercicio.  Sucedería algo parecido con los asaltos de residencias y portonazos si el  malhechor tuviera una mínima sospecha de que en las proximidades puede haber un policía armado y preparado para actuar ante la contingencia, sin que lo alerte la sirena de un radio patrulla ni la identificación de una camioneta de seguridad ciudadana, dispositivos que normalmente se activan una vez producidos los delitos.


Lo mismo es aplicable a los sectores de las poblaciones modestas de Santiago donde los antisociales diseminan el miedo para ejercer sin contrapesos el narcotráfico y otros ilícitos. Una mayor presencia policial bien documentada, pero con vestimenta de civil, a través de agentes con aspecto comun y corriente, sería una tremenda contribución para el ciudadano vulnerable y un disuasivo eficaz para el delincuente que actúa cuando las garantías de impunidad se lo permiten.


Por supuesto ese despliegue no puede ser un trampolín para eventuales abusos policiales ni para que los efectivos ejerzan una coacción indebida sobre las personas. El objetivo de esa red policial de civil debiera ser siempre el delincuente peligroso y los actos claramente constitutivos de delito. Existen herramientas tecnológicas que permitirían controlar el correcto uso de esta fuerza policial preferentemente disuasiva.


Una medida de esta naturaleza serviría también para revertir la caída en la imagen pública de Carabineros detectada en el mencionado estudio de Paz Ciudadana. Por otra parte, si bien está comprobado que seguir aumentando la dotación de Carabineros no es la solución, sí parece muy necesario, aparte de utilizar mejor a los efectivos existentes, asegurar una debida coordinación de las policías entre sí y  de estas con el Ministerio Público con el fin de  hacer más eficaz la acción de la justicia y mejorar los medios de prueba para juzgar a los delincuentes; nuevamente el uso de tecnologías modernas tales como drones u otros mecanismos de inteligencia podrían ser de mucha utilidad..  


En una  temática tan compleja, multidisciplinaria y difícil de evaluar como es la seguridad ciudadana, he querido poner una propuesta para la discusión de posibles soluciones, que permitan disminuir un flagelo que está generando enorme daño a la salud mental y físicas de miles de compatriotas, fuera de poner en entredicho el quehacer esencial de nuestras autoridades y de nuestras policias. La fe pública debe ser resguardada y esta se nutre de resultados objetivos que hoy no son percibidos por la población.


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Published on October 18, 2017 04:30

¿Qué educación de calidad queremos?

Una de las críticas más frecuentes que profesores y directivos levantan en torno al Simce dice relación con que esta prueba se orienta exclusivamente a la dimensión académica, dejando fuera una serie de otros aspectos cruciales para lograr una educación de calidad: la formación valórica (desde distintas perspectivas), la vinculación afectiva y la preocupación por los problemas personales de los alumnos, la formación de “habilidades para la vida” así como las dimensiones deportiva y artística, entre varias otras.


Para muchos profesores y directivos, que trabajan con estudiantes de distintos contextos y niveles socioeconómicos, estas otras dimensiones de la calidad son incluso más importantes que los aprendizajes puramente académicos, por lo que el Simce entregaría una visión estrecha y reduccionista de la calidad educativa de un establecimiento.


Desde la institucionalidad educativa, sin embargo, así como desde un amplio espectro de expertos, policy-makers e investigadores, esta percepción tiende a ser mirada con desconfianza. Se sospecha que los profesores y directivos aluden a estas otras dimensiones de la educación no porque crean en ellas, sino como una excusa, para no responsabilizarse por los bajos resultados académicos de sus estudiantes. De esta forma, el énfasis otorgado a la formación valórica, el vínculo afectivo con los alumnos, o la formación de hábitos, que profesores y directivos destacan una y otra vez como unas de sus prioridades educativas, no se comprenden siempre como propuestas sinceras, de relevancia crucial, sino más bien como pretextos para dejar de lado lo realmente importante (los resultados académicos).


Sin duda este temor tiene algún fundamento. Buena parte de la investigación especializada (principalmente la de origen anglosajón) sugiere que el foco permanente en los aprendizajes es un componente central para la obtención de buenos resultados académicos (Hopkins, 2008, Fullan, 2010). Así, la priorización en otros elementos, o la dificultad para establecer una conexión clara de éstos con los procesos de aprendizaje, redundaría en una baja de los resultados académicos.


Pero sucede que la visión de los directivos y docentes también tiene un importante fundamento. A través de su práctica diaria, estos actores protagónicos de la educación se dan cuenta muy bien que la educación que deben entregar a sus alumnos no se relaciona sólo con logros académicos sino que debe incorporar una serie de otros elementos mucho más importantes para su formación y para su vida. En un estudio para la Agencia de Calidad, que me tocó dirigir hace un par de años y que fue posteriormente publicado por esta institución (‘Calidad educativa desde la percepción de los actores claves del sistema’ (http://www.agenciaeducacion.cl/wp-content/uploads/2016/02/Estudio_Calidad_educativa_percepcion_actores_clave_del_sistema.pdf), llegamos a la conclusión de que los directivos y docentes tendían a concebir la calidad de la educación como una pirámide. En la punta, o bien en los niveles superiores de la pirámide, se ubicaba la formación curricular y los logros académicos, pero a la base de la pirámide estaban los aspectos que sirven de sustento para estos logros y que tenían que ver precisamente con el vínculo afectivo con los alumnos, la formación valórica y la formación de habilidades para la vida, entre otros aspectos.


Después de docenas de entrevistas con directivos y profesores de un conjunto muy amplio de establecimientos, como equipo de investigación llegamos a la convicción de que estas ideas no surgían de un deseo de excusarse o evadir responsabilidad por los resultados entrevistados. Muy por el contrario, eran parte de un discurso auténtico, comprometido, y que en verdad hacía pleno sentido. Más aún, tampoco era un discurso que buscara poner en cuestión la importancia de los resultados académicos (que en general se reconoce), sino más bien complejizar el concepto de calidad educativa, incorporando una serie de componentes de gran relevancia sin los cuales no se puede concebir un proceso educativo integral.


Para avanzar efectivamente hacia una educación de calidad es importante que seamos capaces, como país, de conciliar cada vez más estas dos visiones.  No es posible implementar políticas educativas efectivas, con una institucionalidad central orientada exclusivamente a mejorar los resultados académicos, y una escuela que trabaja enfocada, a veces preponderantemente, en base a otro concepto de calidad educativa. Tampoco es posible avanzar como país hacia una mejor educación, a partir de una relación entre institucionalidad y establecimientos, entre expertos y profesores, que esté basada en la sospecha y la desconfianza, donde los primeros tienden a pensar que los segundos estén buscando excusas, y éstos últimos funcionan en la presunción de que en Ministerio y la Agencia “no tiene idea lo que pasa en una escuela real” (otra creencia muy difundida en las escuelas).


La incorporación de los Indicadores de Desarrollo Personal y Social (IDPS) en la evaluación de los establecimientos educativos es sin duda un buen avance en este sentido, aun cuando representan sólo un tercio de la calificación del establecimiento (los otros dos tercios siguen correspondiendo al Simce). La priorización por parte de la Agencia de una serie de estudios, iniciativas y publicaciones tendientes a problematizar y discutir el concepto de calidad educativa, considerando la visión de los distintos actores involucrados, también resulta muy importante para avanzar en esta materia.


Es necesario seguir profundizando este camino, para avanzar en la construcción de un concepto de calidad común, que interprete e interpele a los distintos actores, y que sea capaz de movilizar un esfuerzo colectivo por una mejor educación. En este trabajo de construcción conjunta, negociada, participativa, es importante tomar en cuenta el aporte de algunos referentes de la investigación internacional, pero también la experiencia cotidiana de miles de directores, jefes de UTP y docentes, y que sin duda pueden contribuir de modo sustantivo a la definición de un concepto de calidad más amplio y ajustado a la a realidad de nuestro país, de los estudiantes y sus familias.


 


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Published on October 18, 2017 04:17

Compromiso y desesperación

¿Qué futuro les espera a los 35.548 jóvenes de la Región Metropolitana que en 2016 “desertaron” del sistema escolar?, se preguntaba Soledad Alvear en estas páginas.


Ninguno, mientras no existan más y mejores escuelas de reingreso. A nivel país, son 77.554 niños y jóvenes los que han “desertado” del colegio, verbo injusto, porque desertar implica irse voluntariamente y lo que en la mayoría de los casos les ha sucedido es que fueron excluidos del sistema escolar por sus historias familiares conflictivas, sus precarias situaciones económicas y sociales, por un embarazo adolescente o por haber incurrido en consumo problemático de alcohol o drogas. En suma, por la pobreza de todo tipo en que han crecido y que los ha vuelto desconfiados, temerosos, desesperanzados.


Tal como afirma la ex ministra, las escuelas de reingreso son salvadoras. El único pasaporte que puede abrirles la esperanza a un futuro mejor, que no este secuestrado por el delito, el consumo problemático, el Narco del que hoy todos hablan.


Compromete y desespera ser parte de la solución, porque como directora de Súmate, fundación del Hogar de Cristo que mantiene 5 escuelas de reingreso, así lo siento. Compromete porque he visto cómo cambian cuando vuelven. Juntos, logramos sacar la mejor versión de ellos. Las escuelas de reingreso son un espacio de nivelación, donde se reencuentran con sus habilidades socioemocionales, desarrollan predisposición al aprendizaje y constatan que es posible construir una sociedad más solidaria, donde ellos caben.


Conozco decenas de casos de jóvenes que vuelven desesperanzados después de haber experimentado un trabajo precario en la construcción o en la feria, y que, al cabo de un tiempo de proceso educativo, en pocos meses, vuelven a confiar en sí mismos y se van sintiendo orgullosos de sus habilidades y logros. He vivido emocionantes reencuentros entre padres e hijos en una celebración de Fiestas Patrias o en el Día de la Familia. Y está también la amistad. Los cabros en la poblaciones más duras saben que los de la pandilla son amigotes útiles, no amigos de verdad, como los con que se reencuentran en la escuela, de esos que apañan en serio. Todo eso pasa en la escuela, por lo que es fundamental que regresen.


Lo único que requieren esos jóvenes para hacerlo es saber cómo volver. Y aquí es donde me desespero, porque necesitamos más escuelas de reingreso. Porque, habiendo tan pocas -no más de 15 en todo el país, las que atendemos apenas al 3% de la población excluida-, muchos no alcanzan a verlas.


Tampoco parece verlas el gobierno, ocupado en entregar educación superior gratuita, sin acordarse de estos 77.554 niños y jóvenes a los que no está garantizándoles su derecho a la educación, y que incluye a un tercio de los que están en el Sename.


Me desespero porque desde 2015, la glosa presupuestaria destinada a las escuelas de reingreso se ha ido reduciendo a razón de mil millones por año y para el presupuesto 2018 que se discute en el Senado está más escuálida que nunca, pese al aumento de las platas para Educación. ¿Cómo se explica esto si hay consenso en que la escuela de reingreso es salvadora? Que alguien responda.


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Published on October 18, 2017 04:13

Stop con vidal

No lo puedo creer. La virulencia con la que se ataca a Vidal es enigmática. Casi se está opinando de un criminal. Se le cuelga el mote de alcohólico con facilidad. Se le trata como beodo como si, los que lo acusan, tuvieran en el velador de su pieza exámenes de sangre diarios del jugador. Parece que quien hoy intente inclinar la balanza hacia Vidal es un pecador.


Varios lo apuntan como el gran responsable de la eliminación, el único culpable. ¡Qué idiotez más grande! ¿Un alcohólico sería titular en el Bayern? ¿Un ebrio estaría en la lista de los mejores volantes del mundo? ¿Un curado puede ser titular con Sulantay, Bielsa, Sampaoli, Borghi, Pizzi, Heynckes, Guardiola, Ancelotti, Conte, Allegri? Imposible.


Más respeto con Vidal. Se equivocó feo en el episodio del Ferrari en plena Copa América y debió ser sancionado. Sampaoli lo dejó, pensó en ganar y no en implantar método. Si hubiera sido un jugador de segunda línea lo mandaba fuera. Luego, falló en el momento que decidió ir al casino antes del partido con Paraguay. Error. Era su día libre, pero esa inoportuna salida lo desenfocó y jugó, como TODO el equipo, de manera deplorable. Personificarlo como el único blanco de crítica y definirlo como un borracho es de una tremenda bajeza.


Cada uno estampa sus apelativos y diagnósticos. En esta elección, yo defiendo a Vidal del linchamiento. Además que con técnicos que tienen la etiqueta de súper disciplinados, Vidal jugó siempre. El único que se atrevió a castigar públicamente fue Claudio Borghi. El resto calló.


Vidal ha jugado en la Selección desde 2007, 99 partidos (38 por eliminatorias).  Suma 23 goles. En la era Pizzi , 10, al igual que Vargas. Si es tan bueno para el copete, esos números no los podría alcanzar. Tirar mierda es un ejercicio gratis en este país. Ver el sufrimiento de un tercero es un caramelo. Varios se deleitan con la descalificación hacia Vidal; yo la detesto. La encuentro injusta y gratuita.  Si Sampaoli dijo, privadamente, que Vidal era ingobernable con el alcohol, ¿por qué no hizo nada como líder de la selección?. Guardó silencio y lo utilizó.


No tengo idea qué hace Arturo Vidal en su vida privada en Munich. Sólo evalúo su juego, actitud y rendimiento en las canchas alemanas. En ese terreno vuelvo a ratificarlo: es el mejor volante del mundo. Piensen más antes de escupirlo.


No ir a Rusia no fue culpa sólo del Rey. Fue una FARRA de todos, de un plantel y de Pizzi, que se fue, inexplicablemente, sin desnudar frente al país las razones del fracaso más grande de esta generación.


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Published on October 18, 2017 01:44

Solidaridad: buscando la salida

Desde el año 2011, se ha instalado en nuestro país la idea de que estamos enfrentando una crisis política. Para muchos, fenómenos como éste u otros semejantes, son consustanciales a la vida social, por ello, lo grave no es su existencia sino la incapacidad para conducirlos. Todo pasa, entonces, por leer bien el momento y conducir la salida.


Un sector no menor de la izquierda ofrece como respuesta una crítica radical al sistema de mercado, bajo la idea que hacia él se dirige el descontento social. Sin embargo, no son pocos los datos que sugieren que la molestia responde a cuestiones más complejas. El problema no sería con el consumo ni con la posibilidad de acceder a ciertos bienes, sino con el hecho de que dichos bienes ya no otorgan el reconocimiento social que se esperaba (por ejemplo, la educación). La insatisfacción, por lo tanto, no es ni contra el mercado -como mecanismo para distribuir ciertos bienes- ni contra las cifras “duras” de la economía, sino que sería más bien uno de aspiraciones y propiamente espiritual, es decir, un problema político.


Por otra parte, la pérdida del sentido de comunidad que ha corrido pareja con el proceso de modernización chileno ha exacerbado este malestar. En esta línea, hace no mucho tiempo, un personaje social se preguntaba cómo podían sentirse parte de una misma sociedad personas que viven en comunas con índices de calidad de vida de países europeos y otras con niveles similares a países africanos –no obstante pertenecer incluso a la misma ciudad–. ¿Qué razón habría para sentirme compatriota con quien no comparto mucho más que los triunfos –ahora quizás tristezas– de nuestra selección de fútbol?


Frente a esta encrucijada, la idea de la solidaridad y su formulación como principio político aparece como un complemento necesario para abordar la discusión. La solidaridad es la idea de que la interdependencia social hace imposible alcanzar el desarrollo individual aisladamente y sin considerar el bienestar social. De hecho, es al revés: nuestro pleno desarrollo sólo es posible en comunidad. Por ello, debemos buscar aquellos espacios que fomenten dicha colaboración, revirtiendo la tendencia de las sociedades modernas al aislamiento.


Al incorporarlo discursivamente a sus campañas presidenciales, pareciera que la derecha ha acogido la solidaridad como principio político. Sebastián Piñera incluso lo formuló como uno de los cuatro ejes que estructuran su programa. Si este hecho constituye o no un avance, depende en gran medida de cómo se vayan articulando las propuestas.


En esta línea, y para responder al desafío actual, el día de ayer, desde IdeaPaís lanzamos el libro colectivo “Solidaridad: política y economía para el Chile postransición” con la intensión de profundizar y también reformular dicho principio al país en que vivimos. Por eso, las miradas no están puestas sólo en los aspectos teóricos de la formulación de dicho principio, como su justificación e interacción con otros principios como la subsidiariedad, la justicia y la libertad, sino que se extiende a aspectos políticos y de política pública. Por ejemplo, se aborda su aplicación a la política medioambiental como componente correctivo cuando fallen los análisis preventivos o establece cierta solidaridad en el Plan Básico de Isapres con el fin de eliminar las preexistencias y la cautividad de los usuarios al asumir conjuntamente ese riesgo, entre otros temas.


Así como excluir la Solidaridad como principio político en base a prejuicios sería un error, esgrimirlo con fines puramente publicitarios sin tener intención de aplicarla ni enriquecer su contenido terminará por enterrar definitivamente una idea que ha generado suspicacias por el solo hecho de ser mencionada. Mal que mal, quienes se han atrevido a volver a lanzarlo en la discusión pública fueron tildados indistintamente de extremistas, moralistas, izquierdistas, totalitarios o hasta tontos. Por el contrario, su genuino desarrollo y aplicación podrían ser las primeras luces de una salida a nuestra crisis política actual.


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Published on October 18, 2017 00:03

October 17, 2017

Focalización y oferta programática 2.0

Hoy la Fundación Superación de la Pobreza entrega a los comandos presidenciales su propuesta de política social denominada Umbrales Sociales para Chile, donde el efecto estigmatizador de la focalización social en Chile, es central. Mejorarlo es el punto de partida para una nueva relación de las personas con las instituciones y entre los propios ciudadanos. Hemos comprobado en diversos estudios cualitativos, que nuestras pobrezas, vulnerabilidades y exclusiones se generan y persisten en gran medida, por ciertas relaciones sociales que se producen entre las instituciones y las personas.


Entender la pobreza también desde sus lógicas relacionales podría sonar extraño, pero no lo es en un país tan desigual como el nuestro. Es “relacional” porque las pautas de relación del Estado y las instituciones en general con las personas en pobreza obedecen a “relaciones” de auxilio y de asistencialismo, a través de las cuáles se ha operado por décadas con resultados desastrosos. Hemos asumido y normalizado socialmente que el Estado debe actuar solo cuando el mercado no lo hace. Así hemos construido escuelas “para pobres” en los mismos barrios segregados donde se construyeron casas “para pobres”, y donde éstos se concentran, al igual que consultorios y hospitales “para pobres”, donde se supone que se gastan racionalmente los recursos de todos los chilenos. Para decidir quiénes acceden a estos beneficios y quienes no, se utilizan sistemas más o menos sofisticados cuyas lógicas han ido cambiando, pero no así sus efectos.


Sin embargo, por mucho que se mejoren estos sistemas, siempre se terminará por “hacer competir” a individuos y familias por quién merece más las ayudas, lo que genera sentimientos de injusticia entre quienes habitan el mismo espacio físico, van a las misma escuelas, etc. Sin duda que la tarea pendiente, no es perfeccionar más los mecanismos de focalización, sino más bien dotarlos de una lógica distinta, donde estos procedimientos, entendiendo que no podemos dejar de focalizar por completo en un contexto de recursos limitados; permitan visibilizar los recursos de las personas, familias y comunidades.


Se trata de enriquecer la calificación económica que se hace de las familias considerando las propias opiniones de las personas que usan el sistema. Considerar por ejemplo, la presencia de niños o niñas infractores de ley, la migración irregular, el embarazo adolescente y otras. También que se consideren los gastos en vivienda, en enfermedades crónicas y en educación superior; y finamente, que se considere el factor territorial, considerando donde habitan las familias.


En definitiva, nuestra propuesta busca modificar las relaciones entre el Estado y los ciudadanos: que se abra a comprender que varias familias con muy pocas diferencias habitan los mismos territorios, posibilitando la participación colectiva en los programas sociales, determinando de mejor manera qué recursos se pueden movilizar en cada caso para mejorar el bienestar y acordar una estrategia pertinente con cada familia o comunidad, evitando la dependencia de ayuda estatal y generando lógicas de promoción social y no de asistencialismo. Se trata de cambiar el uso de los mecanismos de focalización, de ocuparlos de una manera distinta, con una oferta diferente, que contemple lo territorial. Resulta intolerable insistir en una oferta fuertemente individual, cuando requerimos urgentemente recomponer nuestro tejido social.


Nuestra propuesta es ambiciosa y aborda temas muy sentidos por la comunidad, detectados a nivel nacional. Chile está preparado para enfrentar estos desafíos.


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Published on October 17, 2017 04:41

Por justicia, erradiquemos la pobreza

El campamento Ribera Sur, se ubica en la comuna de Buin. Tiene una antigüedad de 10 años y en el lugar viven alrededor de 56 familias conformadas por areneros, temporeros y transportistas en su mayoría. No cuentan con áreas verdes ni espacios comunes, conviven con diversas plagas y aún existen casas sin acceso a servicios básicos como electricidad, agua potable y alcantarillado.


De acuerdo a nuestro último catastro, en nuestro país hay 702 campamentos en los que viven 40.541 familias. La cantidad de familias ha aumentado un 48% desde el 2011. Esta tendencia refleja la cruda realidad de Chile, donde las regiones de Valparaíso y Biobío concentran la mayor cantidad de campamentos, prueba latente de la pobreza más dura en nuestro país.


Actualmente, un 76% de estas familias no tienen acceso regular al agua potable, un 91% no tiene alcantarillado y un 48% no cuenta con acceso formal a la electricidad. Esta situación no nos puede dejar de brazos cruzados. No podemos permitir que algo tan básico como bañarse con agua caliente en las mañanas o tirar la cadena del baño para estas familias no sea posible.


En un día como hoy, pero hace 30 años, un movimiento de más de cien mil personas se congregó en la plaza de los Derechos Humanos y las Libertades en París, para conmemorar el primer día Mundial para la Superación de la Pobreza Extrema.


Cinco años después, en 1992, la ONU decidió declarar el 17 de octubre “Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza” y desde entonces los gobiernos, autoridades, integrantes de la sociedad civil y del sector privado se comprometieron a trabajar en conjunto para combatir la pobreza en cada rincón del planeta.


Debemos trabajar para que la erradicación de la pobreza no sea un gesto de caridad, sino un acto de justicia con todas esas familias que día a día han sido desplazadas por un sistema perverso que no les permite el acceso a una vivienda digna, salud y educación de calidad. Más todavía cuando el nivel de ingresos de nuestro país permitiría que de sobra todos pudieran aceder a ellos.


Nuestro trabajo, que hacemos semana a semana, es construir junto a las familias de campamentos y villas de blocks una sociedad donde todos se sientan parte, sin distinción de nacionalidad, sexo, creencia o ideología política. Hoy, más que nunca, debemos recordar esa movilización que reunió a miles de personas en el corazón de Francia para poder, con la misma convicción, lograr erradicar la pobreza de cada región del mundo. De esta manera, estaremos más cerca de la meta de construir un país menos segregado y de asegurar derechos sociales para todos y todas.


 


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Published on October 17, 2017 04:31

El legado

La entrevista dada por la presidenta Michelle Bachelet a este diario la semana pasada, a parte de invisibilizar por unos días al incómodo candidato Guillier,  ha dado para comentarios durante varios días. Estos han estado referidos al contenido de su legado, y se han emitido a modo de juicio evaluador de sus reformas. Así, presenciamos por un lado los discursos apologéticos (convencidos u obligados) que salieron a defender los distintos cambios impulsados. Por otro, se levantaron las voces críticas que sancionan como perjudiciales -desde el punto de vista económico y social- las reformas de educación escolar y superior, de impuestos, la ley de aborto, laboral, etc. Ambas trincheras, no obstante, suponen, bueno o malo,  el reconocimiento de un legado.  Tal vez convenga preguntarse primero si es oportuno y adecuado hablar de “legado”.


Si se analizan las reformas emblemáticas impulsadas por el gobierno de la Nueva Mayoría, poniendo el énfasis tanto en la ideología o diagnóstico que las inspira, parece más bien que, antes que “legado”, se apunta al “grabado”. Mirar la obra de este gobierno implica primero centrarse en aquellas características que sellan su identidad. Por eso, en esta primera dimensión, por mucho daño que produzca la testarudez o voluntarismo con que se han sacado adelante las promesas comprometidas, es más preciso referirse al sello que define la singularidad de este mandato.


Si, por el contrario, se prefiriese observar sólo  las consecuencias o impacto económico que generarán las reformas, ahí recién se abre una ventana para evaluar las condiciones de posibilidad de un eventual legado. Claro, pues, la condición necesaria para que el trabajo de un gobierno reformador se transforme en un legado político es, paradójicamente, lograr superar la barrera de la autoría. Es decir, no basta una ley para cambiar la realidad. Los mandatarios reformistas logran legar cuando transforman subjetivamente la conciencia colectiva, y eso ocurre cuando los cambios se adhieren a las valoraciones de las personas generando una cultura que gira en torno a esas tradiciones que se logran instalar. Eso ocurre transparentemente, o sea, asumiendo y traspasando esa costumbre adquirida a los demás de modo natural.


Sin embargo, para llegar a ese estadio, se requiere hacer un duelo con el gestor, el cual no se logra automáticamente, es decir, las  reformas por sí mismas no son garantía efectiva de un cambio. De hecho, parte medular del sentido de las democracias representativas es poder cambiar y revertir los escenarios en el mediano plazo (estas mismas reformas operan como dato de constatación de este argumento). Las mayorías y consensos son volátiles, más aun en la vorágine posmoderna donde la sensibilidad cultural se “caracteriza” por la hibridez identitaria y por experienciar caleidoscópicamente la realidad.


Dicho esto, las reformas políticas y económicas promovidas y aprobadas por este gobierno y su coalición requieren generar un cambio cultural para asentar realmente los objetivos que persiguen. Si cada uno de los proyectos y leyes impulsadas por la presidenta Bachelet  no logran cambiar la valoración de los ciudadanos, por ejemplo, en la forma de elegir e involucrarse en la educación de sus hijos, en el derecho que se reconoce a los niños a tener padre y madre, o en el modo que prefieren para negociar sus salarios y horarios, o hacia dónde prefieren que se destinen sus fondos de pensiones,  entonces no será posible un cambio efectivo.


Así las cosas, al parecer la discusión iniciada por el legado es prematura y responde  más bien a los bemoles propios del ambiente electoral.


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Published on October 17, 2017 04:28

Premio Nobel de Física 2017: Comenzando a escuchar el universo

Por estos días la noticia del Premio Nobel de Física 2017, otorgado a tres físicos estadounidenses por la detección de las ondas gravitacionales–las que predijo Einstein hace ya cien años–  ha ocupado las páginas de diversos medios de comunicación.  Pero más allá de lo mediático de este descubrimiento –porque la física  a veces sí puede ser mediática- es importante entender qué son las ondas gravitacionales, cómo es posible detectarlas y cuál es su importancia e impacto para la física  y la comunidad científica, en general. 


La respuesta no es tan compleja como podría esperarse. En definitiva, las ondas gravitacionales de las que hoy todo el mundo habla,  son  distorsiones del mismo espacio y tiempo que viajan a través del universo. Esto pareciera ser parte de una novela de ciencia ficción, pero lo maravilloso es que no lo es. Estas distorsiones, en realidad,  son predicciones de la teoría de la gravedad de Einstein y los físicos solo estábamos esperando su confirmación experimental. Y, felizmente, un siglo después el experimento LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory) logró confirmar su existencia por primera vez. Por cierto, son muchos los físicos que han trabajado durante años y han jugado un rol fundamental en este descubrimiento.


Para poder entender intuitivamente qué son estas distorsiones, pensemos primero en una onda un poco más conocida: la luz. La luz es lo que se conoce como una onda electromagnética, esto es campos eléctricos y magnéticos que viajan a través del espacio a una velocidad de 300 mil kilómetros por segundo. Esta es la velocidad de la luz. Por otra parte, la teoría de la gravitación de Einstein es para otro tipo de fuerzas: las fuerzas gravitacionales. Aquí los elementos fundamentales son el espacio y el tiempo en sí. Las distancias se distorsionan y los tiempos se dilatan. Estas dilataciones y contracciones pueden viajar a través del espacio y también lo hacen a la velocidad de luz. Y esto es lo que se conoce como ondas gravitacionales. La comprobación de su existencia es tan espectacular que incluso el propio Einstein dudó de ello y llegó a pensar que, de existir, era casi imposible que el ser humano pudiera detectarlas. Sin embargo, la naturaleza, el intelecto humano y el desarrollo científico tecnológico nos tenían preparada una sorpresa. De eso ya han pasado dos años.


El 14 de septiembre de 2015 los dos observatorios de LIGO, ubicados en las ciudades de Hanford, Washington y Livingston, Louisiana, detectaron, simultáneamente, las ondas gravitacionales emitidas por un evento violentísimo: la colisión de dos agujeros negros. Esta colisión ocurrió a una distancia de mil millones de años luz de nuestro planeta. Las ondas gravitacionales producidas en esta colisión tienen frecuencias entre 35 a 250 Hertz, rango que está, curiosamente, dentro de lo audible para los humanos. Hasta ahora con nuestros telescopios solo podíamos observar el Universo a través de las ondas electromagnéticas (luz) que nos llegan desde los confines del cosmos. Ahora, hemos adquirido un nuevo sentido: no solamente vemos la luz del Universo con nuestros telescopios, también podemos “escuchar” su bella sinfonía a través de las ondas gravitacionales.


De hecho, LIGO junto con un detector de las mismas características en Italia (VIRGO) anunciaron ayer la detección de un nuevo evento ultra violento: la colisión de dos estrellas de neutrones.  Y es aquí cuando sale a relucir toda la maravilla de lo que ya comenzó. Las estrellas, como bien todos sabemos, emiten luz. Al colisionar estas estrellas se emitieron ondas gravitacionales y, junto con la luz que emitieron en este choque, los telescopios del mundo alzaron su vista y pudieron detectarla al mismo tiempo que las ondas gravitacionales arribaron a nuestro planeta.  Nuestros telescopios en Chile, por estar en el hemisferio sur (opuesto al del LIGO y VIRGO), jugaron un rol crucial en esta nueva detección.


No cabe duda de que con estos descubrimientos comienza una nueva era. La era de la astronomía de ondas gravitacionales, insospechada para muchos, incluso para Einstein, y que nos ayudará a revelar los secretos más íntimos de nuestro Universo y nuestro lugar en él.


La entrada Premio Nobel de Física 2017: Comenzando a escuchar el universo aparece primero en La Tercera.

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Published on October 17, 2017 04:15

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Óscar Contardo
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