Óscar Contardo's Blog, page 65
October 14, 2017
Cuestión de densidad
Faltan poco más de 30 días para la elección presidencial y la campaña sigue siendo como ese polvo que los vientos de la primavera levantan a poca altura en las canchas de tierra. Nada tan terrible que impida jugar en ellas y nada tan maravilloso como para lamentar perdernos el espectáculo. Es cierto que la nueva normativa electoral impide el desborde que tenían las elecciones antaño. Ahora las campañas tienen que ser más austeras, pero la verdad es que las imágenes de multitudes a las que antes se asociaban estos ejercicios electorales venían en caída libre desde hace rato. Hoy día, un político debe darse con una piedra en el pecho si encuentra un auditorio donde haya 20 o 30 entusiastas o asomados dispuestos a escucharlo.
Pero en esta atomización o privatización de la política no todo es culpa de las nuevas restricciones al gasto electoral o de la ruptura de los vasos comunicantes entre el dinero con la política. También hay algo que es más profundo. De una manera u otra la sociedad chilena se ha vuelto algo más densa que en el pasado y a estas alturas resulta muy difícil movilizarla en torno a un solo eje de campaña. Quizás la última campaña que pudo articularse en torno a un solo eje fue la del actual gobierno el años 2013, cuando quedó clara la promesa de desmontar el orden neoliberal. Ahí, y no en otra parte, desde la actual Constitución para abajo, estaba la raíz de todos los males. Y sobre esa base la segunda administración comenzó a operar, con los resultados de todos conocidos.
Ya no hay entre las candidaturas presidenciales una promesa tan potente como esa. Ni el país de los ricos ni el de los pobres explican o movilizan por sí solo el Chile de hoy. Tampoco el de los abusadores y el de los abusados. Menos aún el de las elites dominantes y de las masas sometidas. La sociedad de hoy es bastante más compleja que esas caricaturas o radicalizaciones y, unas más, otras menos, las candidaturas así lo entienden. Por lo mismo, les cuesta más perfilarse y desplegarse. Incluso la promesa de Sebastián Piñera, el principal candidato de la oposición, está lejos de poder ser definida a partir del puro rechazo a la obra del gobierno actual. Su comando asume que hay cambios, iniciativas, conquistas, que de todos modos van a quedar. Lo que Piñera promete fundamentalmente es volver a poner a las personas, a la sociedad civil y a la economía en movimiento y es quitarle, por decirlo así, un poco de presión al Estado, atendido que el sector público ya está muy estresado y no tiene cómo dar respuesta a todas y cada una de las demandas del cuerpo social. Asume que el Estado podrá prepararse mejor en áreas determinadas -vía focalización, vía incentivos, vía remoción de cuellos de botella de orden burocrático- para cubrir algunas necesidades, pero evita hacerse ilusiones con la posibilidad de responder a todas.
Puesto que la candidatura ciudadana del senador Guillier finalmente optó por abrazar a fardo cerrado el continuismo del actual gobierno -sea lo que sea que eso signifique-, en principio los actores más afectados a la hora de desplegar una idea de país y un imaginario político claro son la DC y el Frente Amplio. La DC, porque su opción presidencial, Carolina Goic, así como hasta ahora no ha conseguido instalar la imagen del país que quiere, tampoco ha logrado definir su relación con la obra del actual gobierno. La verdad es que ni siquiera está logrando mantener las cuentas en paz con sus propios candidatos a parlamentarios. Este factor volvió a salírsele de control a la mesa directiva de la colectividad en los últimos días, a raíz de la carta suscrita por dirigentes del partido y de la Nueva Mayoría donde se insta a cerrar desde ya un compromiso de apoyo recíproco para la segunda vuelta con la candidatura de Guillier. Bien podría ser este el canto del cisne de la Nueva Mayoría. A lo mejor como proyecto político el esfuerzo es pobre y tiene poca épica, pero la maniobra es coincidente con el desencanto de muchos electores de la centroizquierda que se sienten obligados a votar por Guillier o Goic no porque estén especialmente entusiasmados con los liderazgos suyos, sino apenas porque no quieren que Piñera vuelva a gobernar. La pregunta es qué tan representativo es este grupo. Y qué tanta capacidad de movilización puede generar un sentimiento así. La gran motivación de la acción política, huelga decirlo, suele estar más conectada a la voluntad de meter goles que de atajarlos.
En el caso del Frente Amplio, tampoco hay mucho proyecto de país. Lo que sí hay es un discurso persistente a favor de los derechos sociales y una candidata que intenta explicárselos al país desde el asistencialismo, prometiendo que el sector público proveerá todo. Menos exposición y consenso tienen las ideas de ir erradicando al mercado de distintas áreas, como la educación, la salud, las aguas, el litio o las pensiones. Con todo, lo más potente de esta coalición sigue siendo la emoción colectivista de un gran momento fundacional, la emoción de la asamblea constituyente. En ella convergerá todo, se discutirá todo y de ahí saldría el Chile que tenga que venir. Pero, desencantada la política como lo está, pareciera que no está fácil la ruta para epifanías de este calibre. La gente podría estar prefiriendo cuestiones más concretas: empleos, justicia, seguridad pública, equidad, crecimiento… Se trata de un mix de equilibrios difíciles, donde se cruzan muchas variables. Y de un mix que, por lo mismo, está dejando cada vez menos espacio a la imaginación política mesiánica, de una sola tecla y de corte utópico.
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October 13, 2017
El Che y su sombra
Las conmemoraciones por los 50 años de la muerte de Guevara no han estado a la altura de anteriores aniversarios. Que Evo Morales haya acampado en una carpa previo a los homenajes en Vallegrande ha sido anecdótico. Sus palabras al día siguiente -“El Che luchó y murió por la liberación de Bolivia pensando en la Patria Grande; con su vida y, con su muerte… nos ha dejado una enseñanza de que todavía nos queda mucho por hacer”-, fuera que son nulo elocuentes, se han escuchado infinitas veces. Ni siquiera la otra novedad en esta ocasión, los recuerdos de Juan Martín Guevara (Mi hermano, el Che) recién aparecidos, prometen mucho. ¿Es que la fascinación que produce el personaje ya pasó?
Estábamos acostumbrados a bastante más. En 1971, John Womack Jr,. de Harvard, reseñó 26 publicaciones de y sobre Guevara en The New York Review of Books: traducciones de obras del guerrillero al inglés, francés, italiano y alemán, biografías y recuerdos, además de ensayos históricos. En 1997, para los 30 años, aparecieron dos muy competentes biografías (de Jorge Castañeda y Jon Lee Anderson). Tiempo después se estrenaron varias películas -Diarios de Motocicleta (2004) y dos cintas de Soderbergh (2008)-, además de los muchos documentales, monumentos, museos, canciones, poemas, historietas, e incluso videojuegos con que se nos ha alimentado. Lo de estos días, en comparación, ha estado pobre y desganado.
Si incluso la columna de Álvaro Vargas Llosa en este diario el otro día fue una breve síntesis de un artículo suyo ferozmente crítico en la revista The New Republic del 2005 (“The Killing Machine”, hay trad.), que extendiera a un libro al año siguiente. La nota en el diario El País (“La transformación del Che en San Ernesto”, 10 octubre) tampoco decía nada en lo esencial, distinto a lo detectado y registrado por Hugo Gambini en su biografía del Che de 1968. Y hemos debido volver a escuchar una serie de ya lugares comunes: que el Che se ha convertido en mito e ícono, no solo revolucionario, también pop e incluso publicitario (hasta de Mercedes Benz); que jóvenes que llevan poleras impresas con su imagen (la famosa foto de Korda) no tienen idea quién es; que El Che era quijotesco, idealista, “forever young” y rebelde…
Lo mismo quizá que ha ocurrido con Cuba, congelada también en el tiempo. Con la salvedad que, como me ha hecho ver un amigo, se trata de “la campaña de marketing que más ha durado en la historia”, si bien su origen no es capitalista y, a diferencia de lo que se espera de toda publicidad, no se la ha refrescado, incapaz -hemos de suponer- de aportar nada nuevo. Me recuerda a lo dicho por Roland Barthes sobre Greta Garbo: que después de años de gloria se escondió tras gafas de sol, pañuelos y sombreros para que su cara emblemática (o máscara) se mantuviese inmaculada para siempre.
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Contradicciones que anulan
No en todo, pero en lo medular, la gestión de la Nueva Mayoría ha contradicho su razón de ser, la lucha contra la desigualdad. A la vez, ha desacreditado su principal política: colocar al Estado como principal propulsor del desarrollo. Por eso la desilusión, la crítica y el rechazo campean, hasta en sus propios líderes. La acción del Estado ha quedado mal parada luego de la gestión de esta coalición, por la mala implementación y peor diseño de las reformas y por continuos errores de gestión, ¿qué justifica que un subsecretario se taime frente a una mala decisión presidencial y ¡se va de vacaciones!?
La credibilidad del Estado también ha quedado en entredicho. La gratuidad fue una falsa promesa que se chingó por la incapacidad del gobierno para evitar el empantanamiento económico.
Ahora, el gobierno no quiere aumentar la subvención a los colegios que adhirieron a la gratuidad. Increíblemente el mismo Nicolás Eyzaguirre que fue ministro de Educación, como ministro de Hacienda incumplió el compromiso que está contenido en una ley.
Cualquiera sea el futuro presidente, deberá recuperar la capacidad de gestión y credibilidad del Estado, también dañada por amiguismos, abusos y corrupciones. Sabemos que la estabilidad y seriedad de las instituciones, así como un buen Estado, pavimentan el camino al desarrollo.
¿Y la desigualdad? La falta de crecimiento y los errores de diseño en las reformas, definitivamente no ayuda en la lucha contra la desigualdad.
El estancamiento es una falta de oxígeno en el ambiente económico que entorpece la vida de los chilenos y deja, al propio gobierno, sin recursos para cumplir las promesas básicas de su programa. Los emprendedores, las pymes, los jóvenes que quieren trabajo, quienes buscan surgir, enfrentan una cancha más dispareja cuando la economía sufre anemia. Los ya ricos, tienen cómo protegerse.
No es necesario ser un opositor ideológico al gobierno para concordar con el diagnóstico de Ricardo Lagos: “La tarea número uno de Chile es crecer, lo demás es música”. No teníamos ese problema, hasta que la Nueva Mayoría, con sus reformas técnicamente mal hechas y su gestión desprolija, nos empujó a una zanja y ahí quedamos. Tuvimos vientos internacionales en contra, pero la Concertación también los tuvo y supo crecer sostenidamente.
Además, políticas específicas de la Nueva Mayoría entorpecen el ascenso de sectores emergentes. Un botón de muestra es el proyecto de reforma de pensiones que propone no subir, ni un peso, las pensiones al 80% de los jubilados actuales, incluyendo los más pobres. En cambio, mejora significativamente pensiones de los más favorecidos. O sea, la reforma sube jubilaciones que no debe. ¿Quién nos sacará del pantano? El senador Guillier ha preferido un continuismo nebuloso y la senadora Goic, una crítica superficial, en vez de seguir la experiencia exitosa de la Concertación. Mientras, los hombres de trabajo siguen empujando a Chile, a la espera de tiempos mejores.
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Presidenciales 2017: la tragedia griega
Afirmé en una entrevista reciente que la elección presidencial estaba perdida para las fuerzas de centro y de izquierda si todo seguía igual de aquí al 19N. Propuse que si todos estábamos de acuerdo en que el triunfo de la derecha parecía inevitable era obligación intentar un desenlace distinto. Afirmé que no podíamos esperar la noche del 19N para buscar la convergencia de cara a la segunda vuelta apoyando al segundo(a) de la primera. Conocedor del episodio del 2009 hice ver algo obvio: la brecha entre la suma aritmética puede ser tan grande como para conducir a una derrota.
El triunfo de la derecha representa una derrota para el conjunto del centro y de la izquierda, incluido el Frente Amplio (FA). La derrota resulta del hecho que objetivamente Piñera constituye una opción real. Mientras que de este lado, la proliferación de candidatos sumada a la aspereza de la campaña hacía imposible que alguno aparezca como verdadera opción. Y que intentar constituirla a partir del 19N en la noche era una ilusión porque en cuatro semanas hasta el 17D no había tiempo para conseguirlo.
Frente la inminencia de un triunfo de la derecha que implica un retroceso social y político, y una regresión cultural, se podría antes del 19N concluir un acuerdo para un gobierno de Nuevo Tipo (no Nueva Mayoría 2) y/o una gobernabilidad transformadora.
En los hechos, hacer de la primera vuelta una gran primaria de la centroizquierda con lo que ello implica: el apoyo automático a quien resulte ganador y una campaña menos confrontacional. Este acuerdo debería estructurarse sobre un núcleo programático básico que ya existe y que podría ser precisado al detalle, acercándonos lo más posible a la metodología alemana de generación de pactos al interior de una coalición, mediante un trabajo programático detallado entre el 19N y el 11M del 2018. Se podría por esta vía palear en alguna medida su dificultad para representar una opción efectiva.
A poco andar llegué a la conclusión que esta propuesta no tiene hoy día viabilidad. Por el lado de la DC se estima que, una iniciativa así dinamitaría el partido y la candidatura de Goic. Por el lado del FA ni hablar: cualquier acercamiento a la NM implicaría un grave enfrentamiento en su interior y un debilitamiento de su candidatura. Prima allí y también en un importante sector de la ex NM la idea que para una recomposición de una fuerza progresista mejor que gane Piñera, porque un gobierno encabezado por cualquiera de los otros constituiría un anestésico que impediría una transformación profunda de las fuerzas políticas. Solo ME-O podría tener una actitud distinta. Es su mérito haber insistido durante meses en la unidad de todas las fuerzas de centro e izquierda como única posibilidad de cerrarle el paso a un triunfo de la derecha. Con bastante razón aduce hoy que al no ser escuchado se ha visto obligado a competir en el marco desregulado actual. Y por su lado, los presidentes de los otros partidos que componían la NM están más bien preocupados de sus propias campañas.
En síntesis, cada fuerza política se siente, por razones exclusivamente internas, obligada a seguir un camino que se sabe conduce al triunfo de la derecha, pero no puede actuar de otra manera poniendo por delante el interés general. Esto es lo más parecido a una tragedia griega.
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No se puede perder ni un minuto
El dolor de la eliminación de la Copa del Mundo 2018 espera explicaciones. Todo el país las necesita. Hay que darlas ya. Contar cómo, con un equipo que estaba sobre la media de las selecciones sudamericanas, fuimos capaces de dejar ir la chance de jugar tres Copas del Mundo consecutivas. En paralelo, se debe trabajar en elegir el entrenador de la Selección Chilena. Si realmente queremos traer a alguien de nivel mundial, el actual directorio de la ANFP tiene que ofrecerle un contrato hasta el final del proyecto Qatar 2022.
A lo anterior agregue que vienen las fechas FIFA de noviembre y no tengo dudas que Chile sigue siendo un rival atractivo para muchos.
Y ahí es el momento de aquellos jugadores que están buscando su oportunidad para entrar en la historia de la Selección. Por ello, insto al directorio a pactar partidos amistosos en ambas fechas.
Después se debe establecer un calendario para todo el año 2018 y los meses previos a la Copa América 2019. Hacerlo con visión de futuro y sin que los resultados nos esclavicen.
Para mí es claro el perfil del técnico a buscar. Debe ser alguien que represente el sentir del pueblo chileno, que ya ha dejado claro que le gusta que la Selección sea agresiva: presione mucho al rival; trate bien al balón y actúe siempre pensando en el arco rival. Que lo haga de manera ofensiva, privilegiando por sobre cualquier cosa el espectáculo.
Y esa fórmula debe ser reforzada por tres valores de vida que nuestra comunidad aprecia: disciplina, rigor y humildad. Estos principios que nos regala el deporte -en este caso el fútbol- también son aplicables al resto de las actividades de nuestro Chile. Con la puesta en marcha de ellos, no me cabe duda que muchas de las dificultades que tenemos en educación, salud, seguridad siudadana, se superarían más rápido y de mejor manera. Estoy seguro que tendríamos un mejor país.
No hay que desordenarse mucho en la búsqueda del técnico. Aquel que esté dispuesto a cumplir con esos requerimientos debe ser el elegido.
Una tercera variable que debe ser ejecutada, es algo netamente técnico. Chile debe llevar un proyecto a la Conmebol para que que se dispute un torneo categoría sub 21 con la misma intensidad que las actuales eliminatorias. Que jueguen el día antes entre los mismos rivales y en el mismo país en que jugarán los adultos (copiar a los europeos). Así, las nuevas generaciones tendrán el roce necesario a la hora de vestir la camiseta nacional. Este torneo puede perfectamente ser clasificatorio a los Juegos Olímpicos.
Y por favor no empecemos con que no hay recursos. Esa falacia ya no es aceptada y solo es una absurda defensa para aquellos que privilegian el no trabajar.
Con estos argumentos, e informando a la afición como esta se la merece, podemos empezar a recuperar las confianzas. El dolor es demasiado grande para creer que con soluciones parciales se curará la herida. No es así y pretender actuar a espaldas del país y su gente al momento de elegir técnico y presentar proyectos nos puede llevar a un camino sin retorno.
Por ello que es imprescindible conocer lo que sucedió con la Roja entre San Petersburgo y el Estadio Nacional. Entre la final de la Copa Confederaciones frente a Alemania y el partido ante Paraguay.
Además, informar que nos llevó a preparar de manera tan artesanal el partido ante Bolivia en La Paz. Así sacaremos conclusiones para las campañas que vienen y enfrentar la Copa América 2019 defendiendo el bicampeonato que en forma tan merecida se logró.
Ese torneo continental está a la vuelta de la esquina. No perdamos un minuto. Hay que ser capaces de entender que sólo con una buena actuación en la tierra de la samba, cerraremos una herida que nadie sospechaba se abriría en más de 17 millones de chilenos.
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Nuevo Trato
Hace años le pregunté a un técnico argentino que trabajó en Chile y que es mencionado cada vez que se piensa en un DT para la Roja, qué debía considerarse para elegir un entrenador. Me dijo: “Todos perderán. Elija uno honesto que no lo traicione”. Eso hizo la actual dirigencia de la ANFP y contrató a Juan Antonio Pizzi cuando el anterior se fue para no enfrentar la segura debacle económica que venía y la casi segura debacle deportiva que él mismo predecía.
Antes, según se decía, otros candidatos rechazaron el cargo, quizás porque compartían la predicción de su antecesor, que desde adentro y con toda la información necesaria debía saber que lo más conveniente era irse. Contra esos pronósticos, el cuerpo técnico de Pizzi fue exitoso. Pizzi tuvo la capacidad de administrar un grupo muy difícil y darle un contenido futbolístico diferente, pero necesario para la realidad actual de los jugadores. La Selección siguió siendo competitiva en todos los campeonatos que disputó: ganó la Copa América; fue finalista de la Confederaciones; ganó la China Cup con un grupo de debutantes (lo que también se omite porque este es un país tan ganador que este título menor no cuenta), y finalmente compitió hasta la última fecha en las Clasificatorias, fracasando finalmente en su objetivo de llegar al mundial, por diferencia de goles. A la hora del análisis, casi no hay análisis.
Algunos vociferantes hablan fuerte pero dicen poco, interesados en captar atención en redes sociales, pues de eso viven. Otros que se creen más inteligentes, elaboran sofisticadas versiones para justificar sus posiciones, como la absurda teoría de que la Copa América se ganó con el “vuelo” que dejó el técnico anterior. Un “vuelito” milagroso que se acabó en los amistosos previos y en la 1ª fase, para luego retomar aire hasta el título. Un vuelo tan increíble que luego decae durante meses para volver a renacer en la Copa Confederaciones y llegar hasta la final, para volver a caer en las últimas dos fechas clasificatorias. Increíble. Mi opinión, en cambio, es que las causas de la eliminación de Chile son mayoritariamente futbolísticas y solo en menor medida extra futbolísticas, lo que es poco atractivo y vendedor. Chile pierde porque la llamada generación dorada es un equipo muy corto, con 2 o 3 jugadores de elite mundial, con otro lote grande que viene a la baja y jugadores del medio local, uno de los menos competitivo de Sudamérica a nivel de clubes. Si no están todos disponibles y al 100% de su capacidad les será muy difícil competir, como les ocurrió en los partidos jugados con Paraguay y Bolivia. Aún así, el colectivo les alcanzó algunas veces, no esta vez. Chile perdió porque no jugó bien esos partidos, especialmente sus 2 máximas estrellas. Creer que perdió por relajo o falta de humildad es lo menos humilde que hay. ¿Soberbia? Quizás, culpa de todos los que les dijeron que eran los mejores del mundo. ¿Indisciplina? Perdimos. Eso pasó.
¿Cómo se sale de esto? La dirigencia de la ANFP, gente seria que también se encontró con un mal punto de partida, tiene el gran desafío de empezar un nuevo ciclo, que debería partir, en mi humilde opinión, por mejorar el fútbol local desde lo básico: buenas canchas para los partidos del fútbol joven en todo Chile (partiendo por la de la ANFP), competencias internacionales para los clubes en todas sus categorías formativas, canchas impecables de pasto natural y de medidas reglamentarias para todos los partidos profesionales, mejorar muchísimo el arbitraje, con un plan para aumentar los minutos efectivos de juego de 43 a 60 minutos promedio; no disminuir el cupo de extranjeros, etc.Un paquete adecuado de incentivos usando solo 5% de los ingresos del fútbol chileno alcanza para hacerlo.
¿Con la Selección? Un nuevo trato, con nuevas reglas para los jugadores. Seguir los consejos que me dio aquel entrenador: contratar a un cuerpo técnico que asegure honestidad, seriedad, equilibrio, trabajo silencioso, que no aproveche situaciones para su propio beneficio, que no haga pactos secretos con algunos periodistas ni hable mal de sus jugadores. Un cuerpo técnico como el que acaba de terminar su contrato.
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La (semi) derrota independentista
Algo interesante ha sucedido en Cataluña, ejemplificado en la marcha atrás de Carles Puigdemont, Presidente de la Generalitat, que ha suspendido la declaración unilateral de independencia. La lectura general en España es que Puigdemont está jugando con Madrid y que sigue adelante con la independencia pero la suspende para ponerle difícil a Mariano Rajoy interrumpir la autonomía catalana (usando el artículo 155 de la Constitución) y provocar, con su pedido de diálogo, una situación en que sea España y no Cataluña la que aparezca como intransigente.
Todo eso tiene algo de cierto pero creo que hay algo más. Puigdemont quería declarar y aplicar la independencia y las circunstancias lo han obligado a postergarla. La dinámica, que hasta hace pocos días favorecía abrumadoramente a la coalición independentista, ha cambiado. Ya no se trata de un enfrentamiento entre Cataluña y España -David contra Goliat- sino de dos formas de entender el lugar de Cataluña en el mundo. La Cataluña que estaba arrinconada por el independentismo a pesar de ser mayoritaria ahora ha cobrado bríos y les pelea el escenario a los separatistas.
Eso es lo que ha obligado a Puigdemont a dar un paso atrás.
Ha quedado desbaratado el argumento victimista de los separatistas. Lo esencial del problema fue siempre que muchos catalanes serían víctimas del acto ilegal, del golpe de Estado, que supondría separar a Cataluña de España sin pasar por los procedimientos constitucionales y el consentimiento de los interesados. Pero la imagen que prevalecía en ciertos círculos y prensa internacional, era otra: la de una Cataluña monolíticamente predispuesta a ir por su cuenta y una España fascista imponiendo la unidad a sangre y fuego.
El cambio de dinámica que se ha producido sirve para detener los intentos de Puigdemont y compañía, desde luego, pero no para resolver las cosas a mediano plazo. Se necesitará ponerle imaginación a partir de ahora a la relación con Cataluña y pensar, desde Madrid, en una revisión razonable de los pactos que hicieron posible el sistema autonómico prevaleciente. Sólo así será posible cegar el césped bajo los pies del nacionalismo, reforzando a esos catalanes que no quieren separarse de España pero ansían un mayor control de su destino (o, que aturdidos por la propaganda, creen que Madrid los explota económicamente, algo harto discutible porque en los últimos años, en vista de su enorme deuda, esa región española ha vivido del dinero distribuido por el gobierno central español de un fondo de ayuda a las autonomías).
Para Europa es indispensable que no haya en el futuro una Cataluña derrotada por Madrid. Una cosa es que los independentistas sean (semi)derrotados -por ahora- y otra que se sientan todos los catalanes vencidos. No, de lo que se trata es de que Cataluña sienta que ocupa todo el espacio político y cultural que quiere dentro de una España flexible, más descentralizada aún de lo muy descentralizado que ha sido el sistema imperante. Porque si ese no fuera el sentimiento general, no sólo volverá a golpear con fuerza el independentismo en cualquier momento de crisis: también habría un efecto dominó en otras partes de Europa.
Este es el verdadero significado de las movilizaciones contra los independentistas: buscar una forma que sea conversada, no rupturista ni unilateral como la que proponen, contra la opinión de millones de catalanes, el gobierno de la Generalitat y los partidos radicales (la CUP) y organizaciones civiles (la Asamblea Nacional Catalana y Ómnium Cultural) que han provocado esta crisis empujando a los nacionalistas otrora moderados hacia el abismo. Se necesita, una vez restaurado el orden, negociar cosas sensatas dentro del orden constitucional.
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Crecimiento global: buen momentum, pero…
“La economía global gana momentum, con un crecimiento proyectado de 3,6% en 2017 y 3,7% en 2018. Hay una recuperación de la actividad en Europa y Japón y fuerte crecimiento en Asia emergente y Europa emergente. Pero el crecimiento sigue lento en América Latina, Medio Oriente y países del África Subsahariana”. Así, el Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó la semana pasada el informe sobre la economía mundial, WEO (World Economic Outlook), cuya edición principal se publica en abril, y se revisa en julio, octubre y enero.
Los componentes regionales de este crecimiento, el mayor desde 2011, muestran a las economías desarrolladas creciendo más de 2% este y el próximo año, las de Asia emergente a un ritmo anual de 6,5% en ambos períodos y las de Europa emergente a 4,5% este año y 3,5% el 2018. Ello se compara con aumentos estimados del PIB para América Latina de 1,2% en 2017 y1,9% en 2018. Cifras también pobres muestra África, aunque las dispersiones entre países son significativas, economías como la sudafricana y nigeriana crecerían menos de 1% este año y entre 1% y 2% el próximo.
Es “triste” ver a Latinoamérica entre los que “preocupan” al FMI, sin ser una novedad que el período 2012-2016 fue malo para la economía regional. Esto se reflejó en fuertes caídas en el valor de sus monedas y acciones.
Pero es alentador que después de un año de consecutivas bajas en las proyecciones de crecimiento de la región, esta vez haya sido un alza de 0,2 puntos porcentuales para 2017. Ello producto de un aumento de 0,4 en Brasil, 0,2 en México y 0,1 en Argentina (cuyos PIB aumentarían 0,7%, 2,1% y 2,5%, respectivamente). Esto se contrarresta con disminuciones para Chile (0,2) y Colombia (0,4), cuyas economías crecerían respectivos 1,4% y 1,7%, y la mantención del estimado de 2,7% en Perú.
En segundo lugar, las condiciones financieras externas se mantienen favorables, los precios de las materias primas se estabilizaron y los fundamentos macro y corporativos latinoamericanos mejoran. Finalmente, los ruidos políticos regionales son menores y cada vez vemos más gobiernos procrecimiento.
La oportunidad está para que América Latina dé vuelta la página de estos años perdidos. Los desafíos son grandes y dependen, en parte, de la efectividad de las políticas procrecimiento, lo que deja un componente no menor de incertidumbre. Los precios de los activos latinoamericanos, con las acciones casi 30% al alza en lo que va del año, reflejan optimismo, aunque aún hay potencial. Primero, porque hay factores que no estarían incorporados por completo y, luego, porque a pesar de estas subidas, a tres y cinco años, las bolsas latinoamericanas son las más rezagadas junto a Europa emergente, y con variaciones anualizadas negativas (de entre 4% y 5%).
Como dice el WEO, hay riesgos globales de corto y largo plazo. Entre los primeros, alzas de las tasas de interés mayores a lo esperado en los países desarrollados o que el proteccionismo y tensiones geopolíticas y sociales descarrilen el crecimiento. Respecto de las tasas, salvo un shock inflacionario, sus efectos en América Latina serían limitados. La mayoría de las economías latinoamericanas tienen fundamentos sólidos y son sociedades estructuralmente distintas (más desarrolladas) de lo que eran en los 80 y principios de los 90. Prueba de ello es que en los últimos 10 años, y luego de la mayor crisis financiera después de la Gran Depresión, los países de la región sufrieron pero no vivieron las crisis agudas del pasado.
De largo plazo, las amenazas son un débil crecimiento de la productividad, muy baja inflación y envejecimiento de la población. Estas amenazas, junto al desarrollo de nuevas tecnologías disruptivas son grandes desafíos. Para Latinoamérica, el FMI suma los riesgos de que no se avance en reducir la desigualdad en los ingresos de la población y no se combata efectivamente la corrupción.
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Prende velas
Dejando de lado las similitudes evidentes entre sus nombres, los personajes aludidos en el título de este libro de poemas no tienen nada en común. Robert Smithson fue un artista que experimentó con el concepto de esculturas efímeras fabricadas con elementos del paisaje, concepto que posteriormente el británico Andy Goldsworthy llevó a su máxima expresión, mientras que Robert Smith es el vocalista de la banda The Cure. Ambos están citados en un respectivo epígrafe, pero no vuelven a figurar en los poemas. Aún así, el título da una pista importante en cuanto al contenido: Mario Verdugo, el autor, manifiesta interés y placer por los sonidos del habla, por la fonética, y ello viene a ser una cualidad distintiva de su admirable propuesta.
robert smithson & robert smith consta de tres partes. En la primera, llamada “mencionado”, un hablante con aires de perdonavidas se da un festín incontinente refregándole a alguien todo lo que hizo por él. “Es por mí. / No fue otro el que inventó esta teoría / del lenguaje como droga deformante. / Yo lo dije antes que todos lo dijeran / en la helada erudición de petrogrado. // Si te dejan trabajar media jornada / por el monto equivalente a un día entero, / se lo debes a mi estudio visionario / que aún aguarda sus versiones traducidas”.
Entre las exhortaciones favoritas de este profesional del echar en cara se cuentan “prende velas”, “me lo debes”, “es por mí”, “agradece” y “no te olvides”. El tono con que el tipo se expresa transmite cierta reverberación propia de la lírica latina, y por momentos el lector puede sentir que, a lo lejos, se oyen ecos de las voces de Catulo y Horacio. Aunque, claro, a diferencia de los romanos, nuestro memorioso hablante demuestra una cómica tendencia al delirio, debida tal vez a los excesos del pasado: “Me lo debes: / tus actuales conferencias son las mismas / que yo daba hecho un cohete en los setenta: / mi pasión de doctorado en astronáutica, / orbitando depresiones y adicciones”.
La segunda parte, “bretaña”, consiste en una serie de apreciaciones, la mayoría de carácter urbano, que se desarrollan en diferentes lugares de Europa y en California. La vida de los arrendatarios, el cambio en las costumbres, la llegada de los forasteros, la extinción de los personajes callejeros de antaño y cierto ánimo arcaizante son algunos de los rasgos que dan forma a los párrafos casi idénticos (cuatro versos cada uno, cuatro estrofas por página) que componen la sección. “a los habitantes de holanda está por / despertarlos un rostro moruno que en / el sueño se dirige directamente a sus / entrepiernas”. O este otro: “en dinamarca están enumerando / hasta cincuenta clases de nieve y / más de doscientas palabras para / referirse al césped”.
La repetición forzosa consigue aquí crear un discurso unitario, y tal vez este recurso bien logrado guarde relación con las siguientes palabras: “en definitiva están entendiendo que / el genuino significado de cada frase / deriva más bien de su estructura / profunda”.
La parte final, “p 300”, consiste en una suerte de arenga fragmentada en poemas cortos. El articulador demuestra ser un viciosillo, aunque al mismo practica la abstinencia sexual y el ayuno, que manifiesta una pasión incontrolable por la sonoridad de ciertas palabras selectas. “Coturno. / Hilván. / Cicuta. / Un horror sin bajo vientre, / compañeros. / Pubis romo, nuestra luz / que en su mundo ni siquiera al / mediodía”. En ocasiones queda claro que el hablante dirige la soflama a alguien en particular (“Parsimonia, / compañeros, / partan por raptarlo / del colegio salesiano; / que nunca deje de apestar / a trinitrotolueno; / y que su ética sea / nunca abrir los ojos”), pero sus decires también podrían voltearse en su contra: “Hotentote. / Sinecura. / Anquilosis. / El libro que sus tardes morigera / y el libro que sus tardes magnifica / deben ser pulverizados”.
La poesía de Mario Verdugo apuesta a la sátira, al humor, a la observación insospechada y rápida que, no obstante, estimula sensaciones profundas en el lector. robert smithson & robert smith es un libro intachable que deja ver oficio, riesgo y coraje. Así por lo demás lo expresa aquel entrañable echador en cara: “agradece que escribí para los pocos / que sabrán crestomatía en el mañana”.
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No da lo mismo el técnico, nunca da lo mismo
Todos sabíamos que Vidal tenía problemas, digamos, de salud. Nosotros, el Bayern, la Juventus. Todos. El tema fue cubierto y conversado por los medios muchas veces, con mayor o menor profundidad. Aquí mismo, de hecho, se criticó con dureza a Sampaoli por haber perdonado a Vidal tras el primer Montichelazo. ¿No se acuerda?
Todos sabíamos, también, que el tema de la indisciplina era de antigua data en este grupo y que no radicaba sólo en el Rey. De hecho ha sido el modo de trabajo de los futbolistas chilenos desde siempre. Se ha escrito tanto al respecto.
Todos sabíamos, incluso, del famoso análisis de Sampaoli poco antes de irse. De su desazón por la falta de compromiso de algunos miembros del plantel. Lo dijo a quien quisiera oírlo y se comentó hasta el cansancio. Recordarlo a estas alturas es legítimo, pero un poco manido. Quizás si lo más nuevo en esta materia sean las certificaciones venidas desde el entorno familiar de los jugadores.
¿A qué apunto con esto? A que la indisciplina de esta generación dorada es algo penoso, ok, lamentable, cierto, muy incidente en los resultados, obvio, pero algo con lo que hemos convivido en todas las etapas de esta hermosa historia de casi 10 años. Con Sulantay, con Bielsa, con Borghi -le costó una pelea terminal con varios de sus protegidos- con Sampaoli y ahora con Pizzi. No es eso lo nuevo. Ni menos lo único que llevó a Chile al más doloroso fracaso.
El problema central fue haber cambiado el sistema. Que el cuerpo técnico de Pizzi le haya bajado tantos cambios a un auto que fue lo que fue gracias al durísimo trabajo en los pits. Perdone la majadería, pero tengo toda la autoridad para repetirlo tras haberlo dicho desde un comienzo. Autoridad que, aunque revele un ego enorme, no voy a desperdiciar… a ver si algunos cabeza dura por fin entienden.
A saber: este cuerpo técnico disminuyó las cargas de trabajo, las horas de análisis y planificación y ralentó la bendita obsesión que era la marca de fábrica de Bielsa y Sampaoli. Ante una ANFP asustadiza y complaciente, que nunca corrigió nada, Pizzi sembró relajo. Y con eso atacó el secreto, la clave, la línea de flotación del este equipo. Equivocadamente, cambió trabajo por cercanía. Ahora lo dicen todos, ahora todos se dan cuenta: una práctica en vez de las dos diarias en Pinto Durán, menos revisión de videos, más días libres. Se juega como se entrena, reza el dicho. Y no puede ser más cierto ¿Se entrenó menos? Pues se jugó peor.
El tema de fondo es entender por qué se ganaba antes y por qué se perdió ahora…aunque me temo que si varios no supieron nunca lo primero, menos entenderán lo segundo. Con Bielsa y Pizzi se ganaba por trabajo, por vocación colectiva, por esfuerzo, orden, repetición, humildad, por la generosidad que se desplegaba en las prácticas y luego, como resultado de ello, en la cancha. La excelencia de los jugadores, la capacidad individual, la materia prima, nunca fue el secreto. El éxito no vino como consecuencia del talento personal, sino del trabajo “desmedido”. Por eso cuando por exigir menos -o como consecuencia de ello- se perdió la humildad, llegaron rapidito la flojera y la arrogancia. Y ya no había mucho que hacer.
Sin motivación, sin corrección ni atrevimiento nunca hay mucho que hacer. Y menos si eres Chile, donde el talento llega por cuentagotas y la disciplina táctica debiera ser, siempre, la herramienta principal, el Dios a adorar. Resumo: con Pizzi se vivió un retroceso feroz. Y nadie (ahora sí me incluyo) fue lo suficientemente duro -por educación, por esperanza, por soñar con nuevos milagros, por no emporcar el nido, por lo que fuera- para acentuar, incluso en el triunfo momentáneo, que su trabajo era apenas convencional, superficial, y por ende que las cuotas de autoridad y liderazgo empezaban a ser mínimas.
A propósito: ¿Se acuerda que “los que saben” llamaban al trabajo físico de Sampaoli “la moledora de carne”? Pues bien, nunca se lesionaron más los jugadores chilenos que ahora con Pizzi. ¿Se acuerda que esos mismos decían que ahora el equipo era más “equilibrado” y “defendía mejor”? Pues bien, nunca le hicieron más goles a Chile en clasificatorias que ahora con Pizzi. Menos mal que “saben”.
Pocas variantes, poca estrategia, poca presión, poca potencia. No lo digo yo solamente, también lo dicen los jugadores. Durante la Copa Centenario, en los pasillos y ahora en público, tras la eliminación y especialmente tras el decisivo colapso ante Paraguay y Bolivia donde la planificación fue pésima. De hecho la crítica le costó el puesto a Marcelo Díaz y vaya que terminó influyendo su ausencia.
¿Qué deja Pizzi? Muy poco y esa es, quizás, la mejor demostración de mi tesis inicial y final. La herencia futbolística es nula. No hubo discurso, escuela ni evolución. Más bien involución. ¿No se dijo antes? Le recomiendo comprarse una tele, una radio y suscribirse a un diario, porque sí se dijo. Muchas veces. O al menos elija mejor a qué comentaristas seguir, si me permite el consejo.
Ya ¿pero el título de la Centenario? Por favor. Fue “pese” a Pizzi. No “gracias” a Pizzi. Fue el vuelito de Sampaoli. De hecho, esa vez, como también se dijo en su momento, los jugadores se rebelaron y le doblaron la mano al técnico… retomando la fórmula antigua tras los evidentes errores tácticos en los amistosos previos y el comienzo del torneo. ¿Y la Confederaciones? Aunque de 5 partidos apenas se ganó 1, fue la mejor certificación de que, pese al mal trabajo, todavía hay plantel para soñar. Seamos claros en eso: salvo unos pocos esta generación sigue completamente vigente, con cuerda para rato. Al menos de aquí al 2019. No se ha gastado aún, pero debe ser bien conducida. Y hay que dejar de decir que “este equipo juega solo” cuando no es así (maravilló al mundo con Bielsa y Sampaoli y fue del montón con Borghi y Pizzi).
El nuevo jefe debe tener liderazgo y autoridad, ser atrevido, protagonizar el juego. No le puede quedar otra vez tan grande el poncho. ¿Las señales para esa elección? Malas. El Consejo en su infinita ceguera una vez más pide ahorrar en vez de invertir. Y cuando la actual ANFP pudo elegir, puso a cargo de la Sub17 (de los niños, del futuro) a un técnico ultra defensivo que, como era previsible, dio bote en la India con un fútbol “correcto” que casi no pasa la mitad de cancha. Dios nos pille confesados.
La entrada No da lo mismo el técnico, nunca da lo mismo aparece primero en La Tercera.
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