Laura Urcelay's Blog: Laura Urcelay, page 11
July 3, 2019
Costa segura. Microrrelato “Emociones en 50 palabras”.
Un oleaje suave meció mi kayak cuando paré a descansar. Comprobé que en el fondo solo yacían rocas; me obsesionaba encontrar alguna de esas caras que, cada instante, con un rumor sordo, engullían las mismas aguas transparentes. Remé hacia la cala, aliviada por vivir en la costa segura del Mediterráneo.
Esta es mi participación en el reto Emociones en 50 palabras (julio).
Microrrelato de 50 palabras sin contar el título, basado en la imagen y en el sonido de las olas.
June 19, 2019
Guerras Cántabras
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Celebraban unas guerras perdidas milenios atrás. En el campamento quedaban tres centinelas junto a los rescoldos. Ella se había ofrecido; prefería estar allí, apurando el vino de los calderos, lejos del fantasma de una madre que, cada noche, entre trotates de herraduras, le recordaba que todos sucumbiremos al final.
Esta es mi participación en el reto Emociones en 50 palabras (Junio)
La imagen y el sonido me recordaron a las Guerras Cántabras, Fiesta de Interés Turístico Nacional que se celebra en Los Corrales de Buelna, pueblo desde el que escribo esto.
June 3, 2019
El día más largo. Microrrelato Escribir Jugando (Junio)
Es el día más largo, el solsticio de verano, y ella allí, con ese dolor que desgarra. Grita; siluetas famélicas que se le antojan brujas conjuran el tormento con poción de agua de luna. Entonces escucha el croar de una rana, lejano. Avanza en la noche y se sumerge en un lago oscuro en el que queda suspendida. La quemazón se calma. Pero el sol vuelve enseguida, la abrasa, le deshace los tejidos como si el ácido que le lanzó su marido hace un rato siguiera escarbando hasta el hueso. Es el día más largo, el solsticio de verano.
Participo otro mes más en el reto Escribir jugando de El blog de Lídia. Además de la imagen y la rana, como reto opcional la historia puede ocurrir durante el solsticio de verano (99 palabras sin contar el título).
May 30, 2019
Relatos de la memoria herida
En la carrera me enseñaron que hay muchos tipos de memoria: la memoria primaria, la memoria secundaria, la memoria a corto plazo, a largo plazo, implícita, explícita, sensorial, semántica, episódica…, en fin, un montón de nombres que distintos psicólogos han inventado para intentar explicar cómo los humanos conseguimos recordar diferentes sucesos de nuestra vida.
Lo que no me enseñaron es que también existe una memoria colectiva que se construye, se comparte y se transmite, que compone la historia del grupo social, los sucesos que se recordarán de generación en generación.
La memoria colectiva de un pueblo se representa en los monumentos que erige, en los homenajes que realiza, en las narrativas que desarrolla, por lo que es fácil manipularla, ensalzar una parte, invisibilizar la que no interesa. En España, los años de dictadura franquista hicieron muy bien este trabajo, tan bien que, a día de hoy, seguimos con el dictador en un monumento colosal, las víctimas en las cunetas y algunos políticos asegurando que no hay que remover el pasado, que solo son huesos.
Por eso, son tan necesarios libros como Relatos de la memoria herida, que vienen a recuperar, a través de las narrativas de trece autores, la parte invisibilizada de la historia de España del S.XX. Se trata de una iniciativa del colectivo Desmemoriados (Memoria Colectiva de Cantabria) y con la edición del colectivo La Vorágine.
“No puede haber reconciliación mientras se ningunea a los muertos y a los desaparecidos, no puede haber reconciliación sin reconocimiento del valor y el sufrimiento de aquellos que vivieron derrotados en España, ni tampoco de aquellos que salieron, para no volver jamás en muchos casos, por la frontera”.
Desmemoriados.
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Portada de Relatos de la memoria herida.
Los relatos
El libro reúne trece relatos cargados de historias duras, desgarradoras. Entre sus páginas se encuentran fosas comunes y cunetas llenas de huesos de inocentes que, por despertar recelos y envidias, sus vecinos decidieron quitarse de en medio una vez que estalló la barbarie.
También hay coraje, valor y lucha por una causa justa; maquis que resisten en el monte, que ayudan a un pueblo atemorizado por el relato oficial sobre su sanguinolencia; madres valientes que guían a sus hijos a través de los montes, que cargan su historia cosida en mantas, que tienen que abandonar los libros que las hicieron maestras en una cueva; pero también madres que sacan su lado más cruel, mezquino, con tal de proteger a sus hijos, con tal de sobrevivir.
Hay derrotados a los que les pesa demasiado la vida tras haber visto tantas injusticias, a los que los ojos se les vuelven agua cada poco y solo encuentran sentido cuando toman un trago o dos; a los que las circunstancias les llevaron a asesinar sin pretenderlo, echándose una carga inmensa para siempre.
Viudas que no pudieron guardar el luto por sus maridos fusilados, ni llevarles flores o tallarles tumbas, que ni siquiera les dejaron ponerle los apellidos a sus hijos huérfanos y, años más tarde, cada día veintinueve, van a la tapia vestidas de negro y dejan flores que desaparecen enseguida y escriben con tiza los nombres de sus fusilados que, también, alguien borra enseguida.
“Quieren que no haya vivido nunca. No han tenido bastante con matarlo, ahora quieren que no hubiera nacido, y por eso dicen que nunca se casó conmigo, por eso nuestro hijo no puede llevar sus apellidos, por eso no hay ninguna tumba con su nombre, para borrarlo, para eliminarlo, para matarlo del todo”.
Almudena Grandes. El corazón helado.
Los autores
Chesús Yuste, María Toca Cañedo, Isabel Tejerina, Joseba Sarrionandia, Pilar Salamanca, Gloria Ruiz, Antonio Orihuela, Julio Llamazares, Almudena Grandes, Juan Gómez Bárcena, Alfons Cervera, Luisa Carnés y Mabel Andreu.
Puedes adquirir el libro por 12€ AQUÍ
Canción “Huesos” de Pedro Guerra.
May 22, 2019
3 trucos para que tu hijo/a lea
Si tuviera que quedarme con un solo recuerdo de mi padre, sería cómo me transmitió su amor por los libros. Se habla mucho de incentivar el hábito de la lectura desde la infancia, se crean campañas y talleres, pero hace tiempo que la psicología descubrió que aprendemos imitando los modelos de nuestro alrededor.
Tal y como explica el Catedrático de Psicología Marino Pérez-Álvarez en Psicología del Quijote, fingimos la persona que queremos ser en base a un modelo. No se trata de engañar a nadie, sino de actuar en función del contexto en el que aprendemos; este fingir es tan serio, tan real, que se transforma en fungir en la medida que somos reconocidos por los demás, así, terminamos por forjar una transformación en nosotros mismos, es decir, primero somos “actores” de nuestra vida, copiamos el hacer de otros y, a medida que actuamos, incorporamos estas características en la formación de nuestra personalidad. En definitiva, si mis modelos leen, lo más probable es que yo también lo haga.
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¡Hola! Mi madre y yo leemos en el metro (Foto rondando por Facebook)
Por suerte, desde que tengo memoria, aparece en mis recuerdos mi padre con un libro entre manos. ¿Cuál fue su estrategia para que yo leyera? Ninguna. Simplemente llevó a cabo estos tres sencillos pasos.
1. Leer
Leer en la butaca, en el baño, en el jardín; leer todo el domingo, de vacaciones; leer estando triste, cansado, enfermo. Leer libros pequeños, grandes, de tapa dura y blanda, clásicos y actuales, escritos por autores y autoras, nacionales y extranjeros. Leer todo lo que caía en sus manos: poesía, cuentos, ensayos, novelas, sobre todo novelas.
Mi padre no tenía estudios, pero sabía tantísimas cosas que era imposible jugar con él al Trivial. Si alguien en la familia tenía una duda cultural, recurría a él. ¿De dónde sacaba toda esa información? Tenía que ser de los libros.

¡Cómo es posible que sepa eso! Foto
Así aprendí, desde pequeña, que leer era divertido y además te enseñaba muchas cosas. Yo quería ser como mi papá, y tenía claro que el camino para conseguirlo pasaba por imitarle.
2. Llenar la casa de libros
La casa de mi infancia huele a libro. Una mezcla de hojas nuevas, recién estrenadas, y hojas amarillentas, manoseadas mil veces. La estantería del salón estaba repleta de títulos como los que ahora me pertenecen y veo si levanto la mirada del ordenador: Frankenstein, El color púrpura, Cien años de soledad, La conjura de los necios…

Y aquí os presento el salón de mis sueños. Foto.
En el baño, sobre el radiador, siempre había un libro. Por algún motivo se me ha quedado grabada la imagen de una edición de Las novelas ejemplares de Cervantes. Estaba allí, esperando a que te sentaras y abrieras sus páginas.
Los encontrabas en cada estancia de la casa, andaban desperdigados para que los leyeras cuando quisieras, los cambiaras de sitio, te los llevaras a la cama o al parque. Eran uno más de la familia. Porque en aquella época no teníamos móviles ni e-books. Todo lo ocupaba el papel.
3. Regalar libros en todas las ocasiones
Yo nunca pedía un libro por el cumpleaños o por Navidad, porque sabía que siempre lo tendría. Pedía muñecas, juegos de mesa, patines…, pero lo que más ilusión me hacía era descubrir qué historia nueva había elegido mi padre para mí.

Algo así sentía yo cuando abría el mejor regalo. Es raro que aún no necesite gafas. Foto
Todavía guardo muchos de ellos: Momo, Matilda, La hija del espantapájaros, La aventura de Said…
La tradición continuó cuando me hice mayor, en todas las fiestas había libros, hasta que mi padre ya no estuvo y con él se fue ese regalo siempre presente, que pasó a convertirse en un regalo de ocasiones, de mano de otras personas.
Ahora soy yo la que los compra, la que los regala y la que comienza nuevas tradiciones literarias, como la de Sant Jordi. Hace siete años me enamoré de un catalán y descubrí que cada 23 de abril nos regalaríamos libros ¡di en el clavo!
No sé si tendré hijos, pero si lo hago, en cada una de sus fiestas habrá libros. Esta fue la mejor herencia que me dejó mi padre: sus libros, su pasión por la lectura, su amor por la literatura. Esa es la que a mí me gustaría transmitir.
May 18, 2019
Hasta luego, futuro. Relato dedicado a los niños/as de Palestina
Hoy se celebra el festival de Eurovisión en Tel Aviv, Israel. Por muchas luces, purpurina y sonrisas que muestren al mundo, no pueden camuflar la sangre que salpica diariamente las calles de Palestina.
Hoy rescato este cuento que publiqué el primer mes en el blog, es mi pequeña aportación a la realidad de los Territorios Ocupados, una realidad que viví en primera persona, que necesita ser contada por mucho que intenten silenciarnos. Un relato que muestra el presente aterrador y el futuro incierto de los niños y niñas que, cada día, se enfrentan a las fuerzas de ocupación.
Con este relato conseguí un premio, el más importante que me han dado hasta ahora, quizá porque lo conté desde la necesidad, desde la emoción y también la rabia, la indignación. Ahora, significa mucho más para mí, se ha convertido en el primer capítulo de una novela, actualmente en corrección, que espero sacar este año si todo va bien.
Hasta luego, futuro
Relato ganador del “Premio Internacional de Narrativa Joven Abogados de Atocha 2018”
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19 de octubre del 2017
Hoy he decidido que voy a ser escritora, así que después del funeral de mi mejor amiga Nadya he ido a la tienda de Samir, he comprado este cuaderno de tapas grisáceas como mis ojos y me he sentado en la cama a emborronar la primera página que luego tendré que pasar a limpio.
Lo he decidido porque mientras miraba la tumba de mármol donde han metido a mi amiga y pensaba en el frío que debía de hacer dentro, la madre de Nadya me ha abrazado muy fuerte y me ha dicho que el asesinato de su hija quedará impune y olvidado. Me apretujaba tanto que me costaba respirar, pero no me he quejado ya que cuando lloro y hablo a la vez me sale una voz ridícula, de pollito hambriento. Yo luego le he preguntado a mi padre qué significaba impune y, ahora que lo entiendo, sé que tiene razón; aquí, en Palestina, todo queda impune y olvidado.
Hace dos días, Nadya y yo estábamos en mi casa pensando cómo hacer un trabajo para el cole: teníamos que construir un modelo del sistema solar. Como no se nos ocurría nada, le pedimos a mi hermano mayor el móvil y nos sentamos en las escaleras que hay detrás de la cafetería para robar wifi. Alucinamos con el primer tutorial de una maqueta giratoria y no vimos más; queríamos irnos de allí cuanto antes por el olor a podrido de los contenedores. Apuntamos lo que necesitábamos y fuimos a la tienda de Samir. Es un local con dos pasillos estrechísimos repletos de bártulos, lo tiene tan desordenado que cuesta horrores encontrar lo que buscas y terminamos por preguntarle. No había ni la mitad de los materiales; para excusarse dijo que usáramos la imaginación, que es muy importante; apuntó en la cuenta de mi padre el dinero, nos regaló una golosina y nos despidió con su sonrisa bromista y la famosa frase que le dice a todos los niños: «Hasta luego, futuro».
De camino a mi casa nos encontramos con el papá de Nadya, que compartía un narguile con sus amigos en la terraza del café y nos invitó a un batido de fresa. Mientras yo lo devoraba y les contaba el proyecto con detalle,
Nadya se alejó a acariciar un gato atigrado que dormitaba sobre la acera con esa cara de gusto que ponen los gatos cuando les da el sol. A partir de entonces sucedió todo muy deprisa.
Recuerdo que escuché los sonidos por este orden: acelerón, grito de mujer, chirrido de neumáticos, grito de hombre, golpe seco y acelerón. El padre de Nadya y sus amigos salieron corriendo detrás del coche, la gente se apelotonó alrededor del cuerpo y yo me quedé paralizada sin saber qué hacer. Luego recuerdo luces: las de la ambulancia, las de la policía israelí y las de una linternita que me enfocaba en los ojos un médico.
Lo siguiente que recuerdo es que estaba en mi habitación y todo me daba vueltas, parecía que me habían dado un mazazo en la cabeza. Me dolía la lengua y la boca me sabía a sangre, debía de haberme mordido. Oí a mi familia susurrar, salí dando un portazo y grité: «¿Creéis que no me entero? ¡Dejad de hablar como si fuera un bebé, tengo doce años!». Estaban sentados a la mesa del comedor: mi madre, mi padre, mi hermano y mi abuelito; me miraban atónitos porque yo nunca había tenido un arrebato así. El olor a café recién hecho me reconfortó, me senté en la silla que quedaba libre y rompí a llorar. Con la voz de pollito hambriento les dije que no entendía por qué nos odiaban tanto y mi hermano respondió lo de siempre: «Quieren que nos vayamos para quedarse con nuestras tierras», a lo que contesté: «¿Y ese es motivo para matar niñas?». Todos se echaron a llorar, incluido mi abuelito, al que yo nunca había visto soltar ni una lágrima y oírle gimotear de aquella manera tan gutural me provocó un agujero infinito en el pecho.
Al colono asesino se lo llevó su policía; dicen que lo van a juzgar, pero todos sabemos que es mentira.
Mi madre no quiere que salga a la calle de momento. A mí no me da ningún miedo, así que después del funeral he ido a la tienda de Samir a por este cuaderno, le he contado mi intención de que las injusticias no caigan en el olvido y le he preguntado por qué no había venido a despedir a Nadya. Me ha mirado con los ojos húmedos y me ha dicho muy bajito: «Hasta luego, futuro».
Si te interesa leer otra historia sobre mi experiencia de cooperante en Palestina pincha AQUÍ
Si quieres saber más sobre el Boicot Eurovisión 2019, pincha AQUÍ
May 15, 2019
La feria del libro puede convertirse en pesadilla para un escritor novel
Hace un par de meses hablé de 5 miedos de todo escritor novel. Hoy, con motivo de las ferias de libros que se están celebrando por toda España, quiero añadir uno más:
Pesadilla tras el stand
Capítulo 1. La invitación
Publicas tu primer libro, recibes críticas buenas, haces presentaciones de las que sales más o menos airoso, consigues vender una cantidad decente de ejemplares, estás tranquilo en tu casa preparando tu próximo proyecto y, de repente, sin darte cuenta, te invitan a una feria del libro. Subidón. Otro de los momentos esperados, soñados, anhelados, ha llegado a tu vida. Te visualizas tras el stand firmando libros a hordas de lectores ávidos de tus historias y tus garabatos, los pajaritos cantan, las nubes se levantan…

Me han invitado a una feria del libro y mi habitación se ha llenado de girasoles y pompas de jabón. Pexels
Capítulo 2. Pánico escritoril
Se suceden los días. Aún queda tiempo para tu estreno como feriante de libros y, como hay muchas otras ferias previas a la tuya, decides darte una vuelta y hacerte con la firma de algún escritor que admiras.
Eres el primero en la cola. La mesa es larga, van a firmar tres autores, han puesto la fotografía de cada uno en su lugar para que los lectores no se confundan de fila. Llega el primero, le ha tocado el asiento de en medio, se acomoda, pide un café, espera; mira a la izquierda, unos cuantos lectores esperan al otro que encima llega tarde; mira a la derecha, el mismo panorama; mira al frente, vacío absoluto.
Desde entonces no te sacas de la cabeza la imagen del escritor puntual al que nadie espera. Solo entre una multitud que lo ignora. Aquel hombre te dio mucha lástima, quizá porque te viste reflejado en él. ¿Y si te pasa lo mismo?

Claro que te va a pasar, no te conocen ni tus vecinos. Adobe stock
Después de todo eres un autor independiente, poco conocido, la mayoría de amigos y familiares ya han acudido a una o dos presentaciones, además, es domingo, el día de la madre, y parece que va a hacer hasta para ir a la playa. Todo está en tu contra, así que, a medida que se acerca el día, te arrepientes de haber dicho que sí y se te pasa por la cabeza poner alguna excusa.
Capítulo 3. La estrategia
Pero no, no puedes rajarte, sabes que esto es parte del proceso y quién te dice si volverás a tener la oportunidad de ir a una feria del libro. Necesitas alguna estrategia para atraer gente y no pasarte una hora viendo desfilar piernas mientras miras tu móvil simulando indiferencia.

Nadie se para en mi Stand, pero a mí no me importa porque tengo mi móvil para protegerme de miradas indiscretas. Adobe stock.
Entonces, recuerdas las palabras del librero que te ha invitado:
“Es la oportunidad para que vengan aquellos que te pusieron excusas el día de la presentación”.
Echas mano de todos los contactos que viven en la ciudad donde se celebra la feria o cerca de ella, dejas a un lado tu miedo a molestar y te decides a hacer un poquitín de Spam. Bingo. La gente te responde agradecida por acordarte de ellos y varios te aseguran que irán a que les firmes el libro.
Capítulo 4. El gran día
La cosa empieza a las seis de la tarde, así que tienes horas por delante en las que parece que no estás nervioso, pero tienes más energía que la Capitana Marvel: sales a caminar, cocinas, limpias la casa… revisas los mensajes una y otra vez para asegurarte de que te confirmaron la asistencia.
Por fin llegas a la caseta. Tus libros te esperan en primera fila. Te sientas, miras al frente. Los minutos pasan, cinco, diez, sacas el móvil, quince. Otro escritor novel que pasaba por allí se acerca a darte conversación. ¡Qué majo! Pero al rato también se va.
La cara del escritor puntual al que nadie espera te empieza a atormentar, hace una mueca extraña, como satisfecho de que a ti te pase lo mismo, y le empiezas a coger manía. Estás al borde del cataclismo. Pero esos rostros conocidos que te prometieron visitarte no te fallan, miras a la derecha y aparecen para salvarte, te piden una dedicatoria, te compran el libro y hablan contigo un rato largo. Al final resulta que se va juntando cada vez más y más gente a tu alrededor y se forma un bonito círculo de calor y cariño donde se atreve a entrar hasta algún desconocido y, sin darte cuenta, te pasas hora y media firmando, sonriendo, posando para el recuerdo de tu primera feria del libro y ¡hasta vendes 5 libros! (no pongas esa cara, 5 es un número muy bonito, además, odio los número pares, una tontería mía).
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Reencuentro con una amiga de la adolescencia
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Entre risas todo va mejor
Moraleja
No tengas miedo de molestar. Las invitaciones personales a tus eventos (mensajes de messenger, whatsapp, etc.) funcionan mejor que los mensajes generales en Facebook u otras redes, que muchas veces no llegan y hay personas que no asisten porque no se han enterado. La mayoría te agradecerá que te acuerdes de ellos. Eso sí, no te pongas pesado, con decirlo una vez vale, y comprende que no todo el mundo podrá ir.
Y, por supuesto, no dejes de hacer algo que te beneficia en tu camino de escritor solo porque te de miedo el resultado.
Lo importante es estar, el resto ya vendrá después.
Recuerda que estamos de promoción. Puedes descargarte GRATIS Mujeres de retales en el siguiente enlace: Mujeres de retales Kindle
Si lo lees y te apetece, me ayudaría mucho tu valoración en Amazon y/o Goodreads.
Corre que mañana termina el plazo.
May 13, 2019
Descarga “Mujeres de retales” gratis
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¿Aún no has leído mi libro de relatos? Si eres de los de libro electrónico, ha llegado la hora, estará disponible en Amazon para descarga gratuita del 15 al 17 de mayo. En este enlace.
Si lo lees y te apetece, me ayudaría mucho que lo valoraras en Amazon y/o Goodreads.
Por el momento, aquí dejo la reseña que hizo el profesor de filosofía Amador Carreira Calvo, para que decidas si estas historias te interesan o no:
Mujeres de retales es una historia de mujeres reales: Micaela, Emma, Cloe, Violeta, Marta, Remedios y Julia, Adelita, la viajera, Nelly la guiri en desintoxicación, Dulce apretada por la miseria y la chica de la generación perdida. Mujeres que aman existencialmente, que se sienten como lagartijas, depredadoras, insolidarias, que preparan oposiciones, protestonas, amargas, inseguras, que odian, que mueren, que matan, que se vengan y que muestran en qué consiste el amor y en qué no.
El libro contiene una reflexión sobre la monotonía, lo que es tenerlo todo, pero que no sirve para nada, de la importancia de las palabras, el poder sanador de la risa, amor, dolor, locura y renuncia a ser lo que se es, la amistad, el baile, la educación, la música al son de Compay.
Mujeres que creen en sueños proféticos, que salvan con su amistad, que hacen ver el derroche de la belleza de la vida, que son víctimas de su propia familia. En el fondo hay preguntas e historias abiertas que se quedan con nosotros, en nuestra vida, perennemente, porque las hemos vivido.
May 9, 2019
Sueños rotos. Microrrelato para el reto Emociones en 50 palabras (Mayo)
El campo era duro, pero al menos respiraba pureza, no esta porquería. Me deslomaba con el rastrillo; aquí me sangran las manos de la manivela. Allí el día terminaba con la puesta de sol y la piel curtida; ahora estoy pálida, enferma. Mamá, no me da para enviaros, lo siento.
Este Microrrelato de 50 palabras está basado en la imagen para el primer reto Emociones en 50 palabras que nos propone el blog Divagaciones en rosa.
May 7, 2019
Viaje a las antípodas. Microrrelato Escribir Jugando (Mayo)
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El molinillo de café tritura los granos y esparce un olor delicioso por el bar, también activa su viaje en el tiempo hacia las antípodas, donde volaba aviones de combate y cazaba tesoros en las estrellas. Se mira en el espejo, como no reconoce al señor de melena blanca, cierra los ojos y lo narra en alto.
Nadie entra cuando él está, el «loco» molesta; mejor, me gusta escucharlo sin interrupciones, sus sueños aplacan mi aburrimiento; aunque si el bar está lleno, le niego la cerveza, lo comprende y se despide llamándome señorita, es el único que lo hace.
Participo otro mes más en el reto Escribir jugando de El blog de Lídia. Además de la fotografía y el cofre/tesoro, como reto opcional puede aparecer la palabra sueño/s (99 palabras sin contar el título).
Esta carta me recordó desde el primer momento a una persona que venía de vez en cuando al bar donde trabajaba en mis tiempos de camarera (tropecientos años atrás). Para él va este micro.
Laura Urcelay
Como lectora puedo leer casi de todo mientras no esté escrito de forma petulante, rimbombante, fatua. Disfruto de la narrativa sencilla, li Este blog es un espacio para compartir lecturas y escritura.
Como lectora puedo leer casi de todo mientras no esté escrito de forma petulante, rimbombante, fatua. Disfruto de la narrativa sencilla, limpia y clara, la más difícil de escribir. Me apasionan las historias realistas con personajes creíbles y tengo preferencia por el drama.
Como escritora me interesa contar la vida y sus inconvenientes, las situaciones complicadas, poner a mis personajes en circunstancias adversas y hacer que reaccionen cada una a su manera. Me considero una narradora realista, fascinada por los personajes femeninos que protagonizan todas mis historias.
Si tienes los mismos intereses que yo y te apetece compartir opiniones, no dudes en hacerlo.
Hablamos. ...more
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