María López Villarquide's Blog, page 27

July 28, 2020

Ave del paraíso

Ave del paraíso. Joyce Carol Oates, trad. JOsé Luis López Muñoz. Barcelona, Penguin Random House, 2015


Dulce pájaro

Puede que uno de los “so called” traumas de mi adolescencia se deba a la interrupción abrupta de la serie protagonizada por Claire Danes y Jared Leto traducida en España por Es mi vida y, en el original, titulada My So Called Life. Convencida estaba yo de que Ángela finalmente había superado de verdad de la buena su obsesión con el ceporro buenorro de Jordan Catalano pero, de pronto, se terminó. Una lástima. Un dolor. Ninguna temporada nueva.


Ave del paraíso me ha parecido un thriller muy similar a las tribulaciones de aquella protagonista televisiva en el fondo, aunque harto distinto en la forma. La parte que corresponde a la narración de uno de sus personajes principales, la primero niña, luego adolescente y finalmente mujer madura Krista, recuerda mucho a las tonterías de aquella otra, Ángela, a quien Claire Danes encarnaba con cabello rojo remolacha. La historia parte de un intríngulis familiar de infidelidades y sospechas; luego viaja a los entrepaños de un asesinato brutal y enlaza con la vida de una de esas mujeres que brillan por su aura de misterio: atractiva camarera-barra-cantante que en ocasiones se prostituye y que, peleada con el mostrenco de su esposo, cría malamente a un hijo y ¡qué hijo! Me van a permitir que lo condecore y clasifique como el mejor personaje de toda la novela: Aaron.


Aaron Kruller es a Ave del paraíso lo que Jude a Tan poca vida o Gaspar a Nuestra parte de noche, ese tipo de víctima masculina fascinante que atrae tanto por su violencia y su naturaleza casi salvaje como por las desgracias que lo persiguen a cada paso que da. Krista lo ama, lo desea y se obsesiona con él mucho antes de que el resto de su persona crezca  lo suficiente como para dirigir con propiedad y medir el peso de sus sentimientos.


Mientras tanto, sigue ese asesinato suspendido en cada capítulo, sobrevolando las otras subtramas. Tarda en resolverse pero aun se demora más esa tensión sexual entre Aaron y Krista, el muchacho medio indio y la dulce niña rubia falta de veranos.


A ratos más bien largos el ritmo de Ave del paraíso me ha resultado insufrible, pasajes interminables de descripciones de recuerdos, de apreciaciones personales difuminadas por la experiencia que, más adelante, cambian de narrador y parecen otras. Lo son, en realidad.


La juventud, que se describa como se describa jamás nos dejará contentos y satisfechos, imagino.

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Published on July 28, 2020 05:56

July 15, 2020

Nuestra parte de noche

Nuestra parte de noche. Mariana Enríquez, Barcelona: Anagrama, 2019


Desaparecidos

Cuelga de la pared del museo Fabre de Montpellier. “L’Ange déchu” de Alexandre Cabanel es un cuadro que emana dolor y belleza por los ojos y la piel del personaje que representa, Lucifer, “el derrotado”. Las alas de plumas en tonos verdes y azules sirven de lecho en el que se apoya el cuerpo del “caído”, el ángel rebelado contra Dios.


Es sólo la cubierta del libro (Premio Herralde 2019) pero no es sólo la cubierta del libro. Los ojos de ese ángel ofendido y vencido, enfrentado a los mandatos de Dios, ilustran el envoltorio de una novela en la que un padre asediado por una comunidad religiosa, líderes poderosos que practican rituales de violencia extrema, protege a su hijo de un don que él tiene y que no sabe si el pequeño también ha heredado. Nuestra parte de noche arranca así, en un viaje desde Buenos Aires provincia hasta Misiones, una huida hacia adelante y hacia el norte, hacia un encuentro que es reencuentro con lo más terrible e intrínsecamente ligado a ese padre: el poder de “abrir” y poner en contacto a esa comunidad de brujos con la Oscuridad.


Si una viaja a Buenos Aires y se queda allá por un mes, es probable que le digan que se mueva, que conozca otros destinos, que Argentina es muy lindo y muy grande para ver, que hay que conocer también Salta capital y de ahí por ejemplo hacer Jujuy: Punmamarca, Humahuaca, Iruya… que por qué no también Corrientes, Posadas, Rosario o Santa Fe, que una no debe perderse las cataratas de Iguazú y recorrer Misiones aunque los mosquitos allá sean como gallinas y una tenga una alergia atroz a las picaduras. Leyendo Nuestra parte de noche también se viaja un poco por Argentina y bastante por su historia reciente hasta que la ansiedad nos agarra el cuello, como en un sueño, como en una pesadilla que no alcanza un final, como en un cuadrito de Cándido López que retrata un campo de batalla que ya pasó.


Ambientada durante el llamado “Proceso”, la dictadura que gobernó el país entre 1976 y 1983, la novela se mueve entre comparaciones atroces de ese régimen político del terror y el poder aniquilador de la magia negra sobre sus seguidores. Las víctimas de esos rituales practicados por líderes intocables, ricos y poderosos, son brutalmente mutiladas hasta que no se les reconoce o se las hace desaparecer y todo, pese al aura fantástica y sobrenatural, suena muy reconocible, demasiado.


La mano izquierda de la oscuridad, la magia negra, la cara más peligrosa y agresiva de dominación del ser humano a través de su mente contra el amor, de muchos tipos pero sobre todo el de un padre por su hijo, de eso, puede que sobre todo de eso trate Nuestra parte de noche, de la luz y de la noche que lo traga todo y lo hace desaparecer.


 

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Published on July 15, 2020 05:41

June 27, 2020

Una pantera en el sótano

Una pantera en el sótano. Amos Oz. Trad. Marta Lapides, Sonia de Pedro y Raquel García Lozano. Barcelona, Siruela, 2007


Antes del amor y la oscuridad

Para narrar la infancia, habitualmente, se recurre al recuerdo o se juega con el punto de vista equívoco de quienes “escriben” una novela siendo unos niños. Tanto la primera persona adulta haciendo memoria como la de un niño contando su presente hacen que el lector llegue sin problemas a las experiencias más inocentes, entusiastas, gamberras o inexpertas de la vida.


Amos Oz habla de sí mismo sin llamarse por su nombre. A diferencia de la otra versión de sus memorias familiares, mucho más conocida, aquí un personaje muy parecido a él a los doce años, con unos padres que también son muy similares a los suyos según aquella novela lo educan en valores que más adelante, serán característicos de su literatura: la bondad, la honestidad, la traición y la venganza. Escribió Una pantera en el sótano antes de Una historia de amor y oscuridad, profundizó en la historia de su patria mucho más en la segunda y en los entresijos de su espíritu rebelde siendo chiquillo algo más en la primera pero lejos de solaparse, ambas se completan entre sí.


Para hablar de la lealtad a unos principios éticos y morales, habitualmente, se recurre al conflicto: hay una guerra y saltan los defensores o detractores de uno u otro bando, se explican así los motivos para decantarse por una u otra ideología y se zanja la cuestión.


Amos Oz habla de la traición y la llama por su nombre, porque Profi, el joven protagonista de Una pantera en el sótano todavía no ha aprendido a identificar lo que está bien y lo que está mal en medio de una guerra, de la ocupación de su país por un imperio extranjero, de los lazos de amistad con los otros niños de su Jerusalén natal.


Y entonces surge la otra amistad, la que lo une a un soldado inglés contra el que moralmente debe sentirse enemistado. Juntos colaboran en un intercambio de lenguas y se encuentran de forma clandestina para aprender el uno del otro pero Profi, el judío Profi y sus amigos de verdad tienen grandes planes para derrotar, con sus mecanismos infantiles, al ejército de ocupación británico. No se puede se amigo del enemigo. No se debe, sería traición, pero ¿acaso para ser traicionado no hay que amar primero?


Luego, todo será oscuridad, o eso es lo que le han explicado.

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Published on June 27, 2020 11:05

June 10, 2020

Rewind

Rewind. Juan Tallón. Barcelona: Anagrama, 2020


Rehacerse

Nunca me ha gustado esa expresión tan usada que implica que, cuando ocurre una desgracia, o una pérdida importante en la vida de alguien, debe una “hacerse de nuevo”, como si previamente estuviera hecha y el acontecimiento en sí tirara abajo los cimientos de su construcción.


Creo que las personas estamos haciéndonos siempre, durante todo el tiempo que nos dura la vida y, pase lo que pase, seguimos adelante.


Tal y como explica Juan Tallón (Vilardevós, Orense, 1975) en esta novela, lo que sucede es que ante acontecimientos traumáticos y terribles que lo mandan todo al cuerno, lo único que nos queda hacer es rebobinar, retroceder en nuestros recuerdos para volver al punto en que la cosas se torcieron y recuperar la inocencia al ignorar, entonces, qué iba a pasar a continuación. Es el único consuelo.


Rewind es amarga: recurre a la narración en primera  persona por diferentes voces a lo largo de la historia para contar qué pasó antes, durante y después de una explosión en un piso del centro de Lyon. Todos toman el suceso e, igual que se haría con un boli y una casette en 1991, avanzan y retroceden en sus bobinas para encontrar explicaciones, resolver dudas y enterrar basura bajo los escombros de aquel inesperado accidente.


Menciona con frecuencia lo que se considera “normalidad” en la vida de cualquiera y, por supuesto, de un modo particular, en la vida de las víctimas directas o indirectas de un suceso semejante; se refiere a ella como un asunto que cuesta mucho esfuerzo “recuperar” por tener que enfrentarse de manera incómoda con el pasado hasta que todo encaje, se reanude y continúe avanzando.


Una novela muy triste, mucho más de lo que yo imaginaba antes de sentarme a leerla: triste por lo que esconde y lo que revela con cuentagotas y amarga por la lección que impone a sus lectores: adelante siempre, construyéndonos pieza a pieza y a ser posible, sin volver atrás.

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Published on June 10, 2020 04:13

June 2, 2020

Despojos

Despojos. Rachel Cusk. Trad. Catalina Martínez Muñoz. Barcelona: Libros del Asteroide, 2020


Estado de alarma

El pánico contagioso que sucede a los acontecimientos sin precedentes, el miedo a lo desconocido, ese abismo que pueda desplegarse ante nosotros de repente, en un momento determinado ya no es igual que antes. En los últimos meses el mundo ha desarrollado una nueva capacidad de reacción y ha redefinido el “terror”. Ha sucedido algo que ha dado la vuelta a creencias, certezas, expectativas y seguridades de todo tipo y ahora hay que seguir avanzando, se nos dice: hay que continuar con la performance de la vida, nos lleve a donde nos lleve.


En 2012, Rachel Cusk (Toronto, Canadá, 1967) publicó las memorias de su separación en un ensayo titulado Aftermath: On Marriage and Separation. Con la excusa del final de su relación de pareja y la ruptura consecuente de su estructura familiar, la autora compuso un relato de los días, las semanas y los meses siguientes a la partida de su esposo del hogar que éste compartía con ella y las dos hijas de ambos, el mismo día en que a ella le habían extirpado una muela.


Textos previos como éste y éste demuestran que Cusk es una escritora hábil y certera con el uso de la metáfora: las pérdidas sentimentales se materializan en huecos físicos provocados por la cirugía, los bizcochos son demostraciones de feminidad, las casas vacías, los trenes en movimiento y por supuestos los rastrojos aprovechables con lo que se regenera la tierra, los despojos.


Despojos es un relato que reflexiona acerca del momento en que volvemos la mirada hacia nosotras mismas durante la emergencia y la alarma. La autora habla de la educación heredada y de la mala gestión de quienes inculcan los principios feministas cuando ellos mismos no tienen convicciones a la par. Es demoledor y es tajante; que nadie se extrañe y si al final de cada párrafo debe cerrar el libro para pensar, imaginarse o recordar algo, si le duele o si le revienta desde dentro con fuertes ganas de llorar. Es un texto sobre la falta de preparación ante eso que llega para ponernos patas arriba y, creo, lo mejor que tiene es que llegado un punto de la lectura, efectivamente, se da la vuelta y obliga a que reconozcamos que, por mucho que se nos tuerzan las cosas, siempre hay otras personas que pueden sufrirlas más o, desde luego, de otra forma.


 

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Published on June 02, 2020 01:42

May 6, 2020

Una canta, la otra no

Una canta, la otra no (L’une chante, l’autre pas). Agnès Varda, 1977


Teorías

Ayer mi amiga P. me preguntó que qué opinión tenía de Teoría King Kong, que ella lo había vuelto a leer hacía poco y quería hablar sobre él con alguien, yo, por ejemplo. Como lo que pensé de ese texto ya lo dije en su momento por aquí en esta entrada no voy a repetirme, pero sí lo traigo a colación porque en la conversación, después de responder a su pregunta, le recomendé esta película de la adorable Agnès.


A medio camino entre el musical de ficción y el documental, Una canta, la otra no se acerca al impulso feminista del “no cabreo” con una historia de dos mujeres que se descubren se separan y se vuelven a juntar a través de los años, las transformaciones físicas y las emociones.


El embarazo y, sobre todo, el aborto, en el punto de mira de las dos durante toda la historia y también la maternidad, el amor y el matrimonio, la independencia económica, la familia… En Una canta, la otra no hay una mujer que le canta a la vida como sólo los hippies de los años sesenta y setenta podían hacerlo, con dudas, con bondad, con libertad, con mucho colorín y con no poca cantidad de sustancia estupefaciente en sangre.


La otra no.


La otra ni canta ni tiene posibilidad de elección, ni dinero, ni apoyo: la otra lucha y avanza cuando la desgracia le cruza la cara y luego es cuando el resto de la vida le pasa por delante para ofrecerle cosas.


Un pedazo de cine que gustará mucho a quienes disfrutaron de la exposición ofrecida por el Museo Reina Sofía, Musas Insumisas, que, como todas las películas de Agnès Varda, deja un agradable sabor de boca nada más terminar y ayuda a sentirse un poco más abierta al mundo y a las ideas de los otros, sin traumas y sin rabia vengativa, de esa que unas tienen y otras no.


 


 

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Published on May 06, 2020 09:48

May 2, 2020

La educación sentimental

La educación sentimental. Gustave Flaubert. Trad. Miguel Salabert. Madrid: Alianza, 1998


Laissez faire

“Era un desbordamiento de miedo, una venganza, a la vez, de los periódicos, de los clubs, de los corros en la vía pública, de las doctrinas, de todo lo que exasperaba desde hacía tres meses; y, a pesar de la victoria, la igualdad (para castigo de sus defensores e irrisión de sus enemigos) se manifestaba triunfalmente, una igualdad de bestias salvajes […]. La razón pública quedó tan perturbada como la naturaleza tras sus grandes convulsiones. Personas inteligentes se quedaron idiotas para toda su vida”.



Será casualidad que La educación sentimental se ubique ciento veinte años antes de la revolución hippie estudiantil y proletaria que convulsionó París en Mayo de 1968, tan bien retratada por Bernardo Bertolucci sin casi hablar de ella en su película Soñadores (The Dreamers, 2003, basada en la novela de Gilbert Adair, The Holy Innocents, 1988).


Frédéric Moreau, protagonista de esta histoira, experimenta un viaje personal, vital y de transición a la madurez muy similar al que llevaba a aquellos tres pijos progres y cinéfilos de la película a conocerse a sí mismos en plena ola de protestas y sacudidas políticas también en París, ciento veinte años antes.


Se ha dicho a menudo que en La educación sentimental en realidad no sucede nada, que en lo que dura su lectura, sus personajes se pasean a lo largo y ancho de la capital francesa y alrededores sin otro conflicto que el de prosperar económicamente, escalar socialmente y triunfar en la conquista de los corazones. Mientras Frédéric vive obsesionado por la señora Arnoux y se ocupa en la imitación de su círculo de colegas vistiendo como ellos, frecuentando los mismos salones y aspirando a destacar entre ellos en un plazo más bien corto de tiempo, los parisinos se echan a las calles y acaban con la monarquía.


Es innegable que la trama no tiene mucha más complicación, que Flaubert se prodiga en páginas y páginas de pinceladas precisas tanto del aspecto como de los pensamientos e ideología de esos personajes en el cuadro de su novela y ahí es donde resulta fascinante: sin darse cuenta, al terminar un libro en el que “no pasaba nada” el lector se ha tragado más de quinientas páginas de flirteos, infidelidades, mentiras y apasionados discursos y su protagonista ha pasado de ser un soñador inexperto a un auténtico canalla con medalla.


Isabelle y su hermano Theo se confinaban voluntariamente en casa junto con su amigo americano Matthew para hacer cochinadas, hablar de pelis y tontear con cambiar el mundo: la verdadera revolución de sus vidas estaba sucediendo sin mover un dedo más allá del balcón.


Por supuesto que La educación sentimental, al menos en la edición prologada y traducida por Miguel Salabert que ha llegado a mí, facilita con su lenguaje claro y sus notas breves pero imprescindibles la comprensión de esos años que rodearon a la revolución previa a la Segunda República en Francia.


Quizás fuera eso lo que quería Gustave Flaubert, sin más complicación.

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Published on May 02, 2020 07:43

April 25, 2020

Avatar. Jettatura

Avatar. Jettatura. Théophile Gautier, 1857. Trad. Helena del Amo, Madrid: Siruela, 2004


Fantasía en dos actos

Acto primero.


Cuando la desgraciada protagonista con cola de pescado en el cuento de Hans Christian Andersen (Odense, 1805 – Copenhague, 1875) rogaba a la bruja que obrara su magia para conquistar a su amado humano, el trato era quedarse muda y, después de una dolorosa metamorfosis que sesgaría su parte pez del cuerpo en dos hermosas piernas, saber que, si no lograba enamorarlo privada de voz pero con cuerpo de escándalo habría de regresar al agua de donde había salido convertida en espuma, lo más superficial y residual del hermoso e inmenso mar.


Veinte años después de la publicación de La sirenita, Théophile Gautier (Tarbes, 1811 – Neully-sur-Seine, 1872) se sacaba de la manga este relato, titulado Avatar, en donde un medio aristócrata parisino devastado por la no correspondencia amorosa hacia una condesa polaca, se entrega a un experimento de magnetización que, en principio, le permitirá hacerse con las atenciones y cariños de la dama pero la cosa se tuerce y los amores se le escapan por otro sitio.


Curioso es juntar ambas historias y tratar de compararlas porque juegan en ellas elementos muy parecidos y otros que las distancian a las leguas. Propongo el ejercicio y que cada uno se resuelva a su manera pero, no olviden: téngase en cuenta a quién va dirigida cada una, quién la protagoniza y, sobre todo, de qué medios se sirven sus personajes en cada caso para alcanzar sus objetivos y quién vence finalmente.


Acto segundo.


Con el mal de ojo poca broma: quien es víctima de la jettatura que da título a la segunda nouvelle de esta edición vive condenado a generar desgracias a su alrededor y, por consiguiente, a ser un desgraciado de por vida si no se quita de en medio. Inflada con la verborrea saturada de adjetivos e imágenes que caracterizan los textos del francés (siempre terribles los lamentos por amor, aquí ya se ha contado algo sobre La muerta enamorada) esta historia añade a la belleza de sus frases la ensalada de culturas que propicia el turismo de transatlánticos del mil ochocientos y pico: combina señores franceses, italianos e ingleses en un entorno italiano ideal a orillas del Vesuvio y a una dama lánguida y anoréxica que encandila a todos con su desidia emocional administrativa, porque en esos años no hay nada más atractivo que una buena moza seria y distante, que ya lo explicaba Espido Freire muy bien en uno de sus directos de Instagram hace unos días, al hilo de su novela Llamadme Alejandra (Planeta, 2017).


Jettatura lleva al lector por el desconcierto de las historias románticas en donde lo sobrenatural es a la vez fascinante y peligroso, se carga de nombres técnicos de plantas y flores, lugares exóticos de viajes pasados, referencias a autores contemporáneos y se apoya en obras de arte  para comparaciones y ejemplos. Un marco magnífico para una historia que, muy probablemente, uno ya adivine cómo termina mucho antes de que caiga el telón.

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Published on April 25, 2020 10:50

April 24, 2020

El Club de los Canallas

El Club de los Canallas. Jonathan Coe. Trad. Javier Lacruz. Barcelona: Anagrama, 2002


Historias que no terminan

“─Pero es que las historias nunca se acaban de verdad, ¿no? Lo único que se puede hacer es escoger un momento para terminarlas, entre los muchos que hay. ¡Y tú has elegido uno precioso!”



Imagino que cualquier asunto importante que pudiera sucederle a un adolescente inglés de la década de los 70 habría de estar por fuerza relacionado con la música, el sexo, las drogas o la literatura.


Muy probablemente cualquier cosa importante en la vida de cualquier adolescente de cualquier época se relacione con esos temas pero ¿y qué hay de una buena novela que nos lo cuente?.


El Club de los Canallas recrea ambientes de pubs, de vestuarios de gimnasios de colegios privados, de representaciones teatrales en esos mismos colegios, habla de fancines y de sus entusiastas creadores, de las paradas de autobús en donde se encuentran y de los comedores de las casas unifamiliares en donde no se habla de nada de lo que realmente sucede en ese Birmingham de los 70; narra las vivencias con la música, el sexo, las drogas y la literatura de un grupo de amigos desde la perspectiva de dos descendientes en el Berlín de 2003 y, sobre todo, describe a la perfección el absoluto desconocimiento del mundo y de las personas que se tiene cuando se es adolescente, aunque se esté rodeado de amigos y a pesar de los terribles accidentes que puedan tener lugar muy cerca.


En el caso de Benjamin, Lois y Paul, los tres hermanos con los que arranca la historia y que no son, necesariamente, principales personajes en en ella, van a ser acontecimientos trágicos y traumáticos los que golpeen sus vidas pero eso no impedirá que al cerrarse la novela, un intenso monólogo de casi veinte páginas dé cuenta de la candidez y el optimismo que se se acaba imponiendo.


Jonathan Coe (Birmingham, 1961) escribe mucho y gusta a muchos lectores que recomiendan sus libros con pasión y osadía. Algunos caemos víctimas de ese tipo de recomendaciones y lo abandonamos en el primer intento para retomarlo después, en un momento más oportuno, entonces lo devoramos hasta el final en 72 horas y nos quedamos con ganas de seguir en la siguientes entrega de la historia (El Círculo Cerrado, 2004) con vigor e intensidad, igual que un adolescente.

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Published on April 24, 2020 04:25

April 19, 2020

A Natural Curiosity

A Natural Curiosity. Margaret Drabble. Penguin: Londres, 1989


Fuera de juego

“Van Gogh, Touluse-Lautrec, Gauguin, Monet. She stands now in front of an unfamiliar Bonnard nude. The nude is lying flat on her back on an unmade bed, her legs spread, her hair dishevelled. Shirley shifts her weight from foot to foot. Her feet are killing her. And she is numbly sore, within, from the two nights and one evening of sexual intercourse. There is a dull ache in her lower back. A voluptuous, pleasant, womanly ache.”



Una incorrecta pronunciación de la palabra offset en inglés ha llevado a que la lengua española incluya la palabra órsay en el diccionario de la Real Academia junto a la definición “fuera de juego”. Así las cosas, la novela de Margaret Drabble con la que me he batido en duelo durante un par de semanas me ha dejado en una situación similar a la de las personas que se encuentran despistadas o distraídas, porque es un caos maldito que me he resistido a abandonar.


Sucede que es la segunda parte de una trilogía cuyos otros dos volúmenes no he leído.


Y sucede que consultando otras opiniones me llegan ecos de impresiones similares a la mía: que A Natural Curiosity es un espectro de personajes y situaciones extraídos de The Radiant Way y que continúan en The Gates of Ivory, un entramado de escenas sin división interna que muestran al lector las conversaciones, aventurillas, reflexiones y meteduras de pata de personajes que crecen como las ramas del árbol que forman las amigas Alix, Liz y Esther. La cubierta del ejemplar que manejo se ilustra con una fachada de una vivienda que podría ser inglesa y en donde, a través de una ventana, se distingue a una mujer que charla por teléfono mientras una frondosa arboleda oculta el resto de ventanas de la casa.


Y así es toda la novela.


Podría aceptar las circunstancias sin más pero es que Margaret Drabble (Sheffield, Inglaterra, 1939) ha dejado tres muescas en mi cerebro a las cuales este librito no logra sumarse: A Summer Bird Cage, La piedra de moler y The Seven Sisters me abrieron como un bote de cola-cao y me llenaron de esperanza y empatía con el universo de la autora; a ella acudo para que me comprendan, me iluminen con sabios pensamientos y me hagan reír o llorar, pero lo que me encuentro en su lugar esta vez es una avalancha de escenas sin puesta a punto previa que me desconciertan. A medida que se empieza una a familiarizar con los personajes,  estos dan pie a otros y se esconden detrás de un árbol o echan la persiana de la ventana, nos dejan fuera, nos excluyen de la situación.


Una trabajadora social, una psiquiatra y una historiadora del arte que, a veces, se juntan para tomar el té y hablar de los demás, lo cual ayuda al lector a poner un poco de orden en ese corcho de recortes que el resto de la novela se ha dedicado a construir sin ton ni son.


Aunque fundamentalmente ambientada en Londres, en 1987, la novela reserva unos párrafos a describir otros lugares como París y escenarios como el museo D’Orsay en donde una pareja que coincidirá con otra deambulará por sus pasillos, se maravillará con los cuadros y las esculturas y, aunque tal vez un poco aturdida, disfrutará de ese caos de información que a veces traen consigo las creaciones geniales, tanto si se comprenden como si no.

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Published on April 19, 2020 09:05