Edilberto Aldán's Blog, page 77

March 15, 2014

Nada que opinar



Envoltorio de papaya Nada que opinar
DinámicasHasta hace poco todavía me podían dejar callado con el irrebatible argumento de que yo no podía opinar sobre ciertos temas porque no tenía hijos; en realidad no es un argumento, es una descalificación tan terminante que no vale la pena desgastarse en busca de una respuesta, si tu interlocutor cree que una opinión acerca de algo se fundamenta únicamente en esa experiencia, no tiene sentido seguir la conversación.Bueno, pues tuve un hijo (no para poder opinar sobre ciertos temas) y pensé que había expulsado de mi vida ciertas réplicas que me sacaban del juego, y así fue; aunque la paternidad no me ha sacado de ciertos casilleros donde te suelen poner para buscar empatía o que le concedas la razón al otro, si antes la frase era que mi opinión no valía porque no gozaba del privilegio de los hijos, ahora mi opinión necesariamente debe estar orientada hacia lo que una mayoría cree que piensa el común de los padres de familia, algo así como: tú tienes hijos, debes estar de acuerdo…Convertirme en padre me alejó de ciertas dinámicas pero me arrojó a la convivencia con otros para la que, sinceramente, no estoy preparado. Aún no me acostumbro a que cada dos por tres insistan en que mi vida cambió para bien, ni que asuman que si no duermo es culpa de mi hijo o que insistan en señalar que ahora sí tengo una familia. Tampoco puedo todavía con la necesidad de otros por confirmar lo que ellos sienten a través de mi anuencia, no me siento mejor ni peor por el sexo de mi hijo, por ejemplo; ni me enorgullece que se parezca a mí; mi respuesta a ese tipo de comentarios es aburrida: tiene veinte dedos, eso es bueno.Sé también que me hago acreedor a esos comentarios porque, como supongo que muchos padres orgullosos hacen, de un tiempo a esta parte, los espacios que tengo en redes sociales los uso para subir imágenes y anécdotas de lo que sucede en mi vida con mi hijo… exactamente igual que como lo hacía cuando no tenía uno y compartía algo que me parecía de interés; la confusión de quien mira lo que hago en redes se justifica, pues al compartir esos momentos puede creer que lo hago para mostrarle algo a él o ella, para decirle algo al lector… ni modo; lo cierto es que lo hago sólo para mí.

Obstinado en mi errorHace poco alguien me preguntó que qué quería que fuera mi hijo de grande (a este tipo de conversaciones son de las que no puedo escapar) y lo único que se me ocurrió contestar fue: él, quiero que cuando sea grande él sea él. Mi interlocutor dijo que qué aburrido y se fue a perseguir otro espejo que le permitiera, a través de la réplica esperada, presumir el futuro que tenía planeado para su vástago.Ni modo, soy aburrido, pensé, pero eso es lo que deseo. Ser padre no ha cambiado que sea obstinado cuando creo haber hallado una certeza. Recordé que alguien más me había dicho que era aburrido cuando me preguntó que qué quería ser yo de grande, debo haber tenido unos diez años, y lo único que se me ocurrió fue que eso era precisamente lo que deseaba ser: grande. Nueva confusión: ¿grande como quién?, y mi interrogador me dio a elegir varios ejemplos de lo que él consideraba “grande”, algún deportista, seguro un político, un artista… Como no elegí ninguna figura y me limité a insistir en que grande, lo que para el otro me caracterizó, básicamente, como un imbécil, modificó la pregunta y lentamente, como se le habla a quien se considera retardado, volvió a cuestionarme: a ver, ¿qué quieres cuando cumplas 30 años? Eso, tener 30 años; era todo lo que quería.Pasados los 30, puedo intentar justificar mi respuesta de montones de maneras, una que me deje bien parado, que proyecta una imagen positiva de mí mismo, decir, por ejemplo, que contestaba eso de ser grande, porque, como T.S. Eliot casi estoy seguro que el tiempo presente y el tiempo pasado están, quizá, presentes en el tiempo futuro, y éste contenido en el tiempo pasado. O cualquier otro verso que me haya conmovido y me haga parecer muy inteligente… Aunque, lo más seguro es que siga pareciéndole aburrido al otro.

If you don't like what is being said, then change the conversation Lo cierto es que, aparte de querer que los automóviles volaran, no esperaba mucho del futuro, sólo deseaba estar ahí para poder vivirlo; creía (y creo) que eso era lo importante: estar, y que estaría en el lugar que me fuera construyendo; sí, no era tan difícil de explicar, pero, reitero, hay interacciones que no merecen aclaración, es la forma más elegante que conozco de cambiar la conversación, de otra manera lo único que se hace es alargar el suplicio.Don Draper, el personaje protagónico de la serie Mad Men lo sabe, por eso suele señalar que si no te gusta lo que están diciendo, cambies la conversación… y creo que funciona; aunque cada vez sea más difícil porque a las conversaciones actuales les falta contenido, argumentos, ideas, no sólo en grupos cerrados (como varios padres en una habitación presumiendo su orgullo) sino en las redes sociales también, donde se supone que el espacio para el diálogo está abierto, o al menos es público.

Algo que decirEl viernes pasado se transmitió el segundo programa de La Jornada Aguascalientes por la frecuencia de Radio UAA (va el comercial: viernes, 20:30, 94.5 FM) y al momento de grabar, lo único que pensaba era en cómo cambiar la conversación. Ese fue el tema que propuse; para la emisión puse en la mesa algunos ejemplos de lo que creo que es la conversación pública que tenemos y cómo se desvirtúa; pero lo cierto es que siempre pensé que un buen ejemplo consistía en describir esos espacios cerrados donde un grupo de padres se empeña en mostrar su orgullo demandando del otro que coincida en que la paternidad es la experiencia más hermosa del mundo. Un cuarto cerrado lleno de padres obligados a asentir cuando uno de ellos mostraba a su hijo y demandaba que dijeran lo bello que era; ese es un círculo del infierno.Dije durante el programa de radio que a las conversaciones actuales le hacían falta ideas, que estamos siendo reactivos, limitando nuestras intervenciones a un estar de acuerdo o a llevar la contra; que nos hemos acostumbrado a evitar el argumento y lo cambiamos por un emoticón, para que el otro se las arregle como pueda. ¿Cómo cambias la conversación?, ¿te atreves y dices: tu niño tiene cara de carne molida?... Es echar leña al fuego. Quizá, sólo quizá, el cambio consiste en tener menos opiniones y más algo que decir, puede ser.

CodaEntre la medianoche y el amanecer,Cuando es engaño ya todo el pasado,El futuro no tiene porvenir,Antes de aquel amanecer que ansiaronMás que los centinelas la mañana,Cuando el tiempo se detieneY el tiempo no acaba nunca;Y la marejada, que es y era desde el principio,Hace sonar la campana.The Dry Salvages. T.S. Eliot (versión de José Emilio Pacheco)

@aldan

Publicado en La Jornada Aguascalientes
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Published on March 15, 2014 12:21

Nada que opinar



Envoltorio de papaya Nada que opinarDinámicasHasta hace poco todavía me podían dejar callado con el irrebatible argumento de que yo no podía opinar sobre ciertos temas porque no tenía hijos; en realidad no es un argumento, es una descalificación tan terminante que no vale la pena desgastarse en busca de una respuesta, si tu interlocutor cree que una opinión acerca de algo se fundamenta únicamente en esa experiencia, no tiene sentido seguir la conversación.Bueno, pues tuve un hijo (no para poder opinar sobre ciertos temas) y pensé que había expulsado de mi vida ciertas réplicas que me sacaban del juego, y así fue; aunque la paternidad no me ha sacado de ciertos casilleros donde te suelen poner para buscar empatía o que le concedas la razón al otro, si antes la frase era que mi opinión no valía porque no gozaba del privilegio de los hijos, ahora mi opinión necesariamente debe estar orientada hacia lo que una mayoría cree que piensa el común de los padres de familia, algo así como: tú tienes hijos, debes estar de acuerdo…Convertirme en padre me alejó de ciertas dinámicas pero me arrojó a la convivencia con otros para la que, sinceramente, no estoy preparado. Aún no me acostumbro a que cada dos por tres insistan en que mi vida cambió para bien, ni que asuman que si no duermo es culpa de mi hijo o que insistan en señalar que ahora sí tengo una familia. Tampoco puedo todavía con la necesidad de otros por confirmar lo que ellos sienten a través de mi anuencia, no me siento mejor ni peor por el sexo de mi hijo, por ejemplo; ni me enorgullece que se parezca a mí; mi respuesta a ese tipo de comentarios es aburrida: tiene veinte dedos, eso es bueno.Sé también que me hago acreedor a esos comentarios porque, como supongo que muchos padres orgullosos hacen, de un tiempo a esta parte, los espacios que tengo en redes sociales los uso para subir imágenes y anécdotas de lo que sucede en mi vida con mi hijo… exactamente igual que como lo hacía cuando no tenía uno y compartía algo que me parecía de interés; la confusión de quien mira lo que hago en redes se justifica, pues al compartir esos momentos puede creer que lo hago para mostrarle algo a él o ella, para decirle algo al lector… ni modo; lo cierto es que lo hago sólo para mí.

Obstinado en mi errorHace poco alguien me preguntó que qué quería que fuera mi hijo de grande (a este tipo de conversaciones son de las que no puedo escapar) y lo único que se me ocurrió contestar fue: él, quiero que cuando sea grande él sea él. Mi interlocutor dijo que qué aburrido y se fue a perseguir otro espejo que le permitiera, a través de la réplica esperada, presumir el futuro que tenía planeado para su vástago.Ni modo, soy aburrido, pensé, pero eso es lo que deseo. Ser padre no ha cambiado que sea obstinado cuando creo haber hallado una certeza. Recordé que alguien más me había dicho que era aburrido cuando me preguntó que qué quería ser yo de grande, debo haber tenido unos diez años, y lo único que se me ocurrió fue que eso era precisamente lo que deseaba ser: grande. Nueva confusión: ¿grande como quién?, y mi interrogador me dio a elegir varios ejemplos de lo que él consideraba “grande”, algún deportista, seguro un político, un artista… Como no elegí ninguna figura y me limité a insistir en que grande, lo que para el otro me caracterizó, básicamente, como un imbécil, modificó la pregunta y lentamente, como se le habla a quien se considera retardado, volvió a cuestionarme: a ver, ¿qué quieres cuando cumplas 30 años? Eso, tener 30 años; era todo lo que quería.Pasados los 30, puedo intentar justificar mi respuesta de montones de maneras, una que me deje bien parado, que proyecta una imagen positiva de mí mismo, decir, por ejemplo, que contestaba eso de ser grande, porque, como T.S. Eliot casi estoy seguro que el tiempo presente y el tiempo pasado están, quizá, presentes en el tiempo futuro, y éste contenido en el tiempo pasado. O cualquier otro verso que me haya conmovido y me haga parecer muy inteligente… Aunque, lo más seguro es que siga pareciéndole aburrido al otro.

If you don't like what is being said, then change the conversation Lo cierto es que, aparte de querer que los automóviles volaran, no esperaba mucho del futuro, sólo deseaba estar ahí para poder vivirlo; creía (y creo) que eso era lo importante: estar, y que estaría en el lugar que me fuera construyendo; sí, no era tan difícil de explicar, pero, reitero, hay interacciones que no merecen aclaración, es la forma más elegante que conozco de cambiar la conversación, de otra manera lo único que se hace es alargar el suplicio.Don Draper, el personaje protagónico de la serie Mad Men lo sabe, por eso suele señalar que si no te gusta lo que están diciendo, cambies la conversación… y creo que funciona; aunque cada vez sea más difícil porque a las conversaciones actuales les falta contenido, argumentos, ideas, no sólo en grupos cerrados (como varios padres en una habitación presumiendo su orgullo) sino en las redes sociales también, donde se supone que el espacio para el diálogo está abierto, o al menos es público.

Algo que decirEl viernes pasado se transmitió el segundo programa de La Jornada Aguascalientes por la frecuencia de Radio UAA (va el comercial: viernes, 20:30, 94.5 FM) y al momento de grabar, lo único que pensaba era en cómo cambiar la conversación. Ese fue el tema que propuse; para la emisión puse en la mesa algunos ejemplos de lo que creo que es la conversación pública que tenemos y cómo se desvirtúa; pero lo cierto es que siempre pensé que un buen ejemplo consistía en describir esos espacios cerrados donde un grupo de padres se empeña en mostrar su orgullo demandando del otro que coincida en que la paternidad es la experiencia más hermosa del mundo. Un cuarto cerrado lleno de padres obligados a asentir cuando uno de ellos mostraba a su hijo y demandaba que dijeran lo bello que era; ese es un círculo del infierno.Dije durante el programa de radio que a las conversaciones actuales le hacían falta ideas, que estamos siendo reactivos, limitando nuestras intervenciones a un estar de acuerdo o a llevar la contra; que nos hemos acostumbrado a evitar el argumento y lo cambiamos por un emoticón, para que el otro se las arregle como pueda. ¿Cómo cambias la conversación?, ¿te atreves y dices: tu niño tiene cara de carne molida?... Es echar leña al fuego. Quizá, sólo quizá, el cambio consiste en tener menos opiniones y más algo que decir, puede ser.

CodaEntre la medianoche y el amanecer,Cuando es engaño ya todo el pasado,El futuro no tiene porvenir,Antes de aquel amanecer que ansiaronMás que los centinelas la mañana,Cuando el tiempo se detieneY el tiempo no acaba nunca;Y la marejada, que es y era desde el principio,Hace sonar la campana.The Dry Salvages. T.S. Eliot (versión de José Emilio Pacheco)

@aldan
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Published on March 15, 2014 01:58

March 10, 2014

La pulsión por cuantificar en De nuestras Jornadas



La pulsión por cuantificar
El porcentaje de la población de mexicanos en pobreza se ha mantenido esencialmente sin cambio en los últimos 20 años; es una declaración del secretario de Hacienda, Luis Videgaray. En esas dos décadas, en Aguascalientes más del 30% de la población sufre de pobreza moderada y alrededor de 18 mil personas está en condiciones de pobreza extrema. En esas dos décadas, la entidad ha “gozado” de los beneficios de la transición entre gobiernos del PRI y del PAN. Sin importar el signo partidista, no se ha desarrollado una verdadera política social, no al menos una integral, los gobiernos sólo se enfocan en los programas asistenciales, porque al final, lo que importa es que esos pobres vayan a votar.Desde las administraciones municipales o la estatal a lo que se han abocado las autoridades es a jugar con los padrones de beneficiarios, a modificar los nombres de los programas a través de los que se regala el pescado, no a enseñarles a pescar, como dicta el lugar común con que se adereza el discurso del combate a la pobreza. Dos décadas de la misma cultura asistencialista y la manipulación de las cifras para cumplir con la meta establecida en algún escritorio. Se he envilecido la gestión por resultados al grado que no se entiende como un mecanismo de transparencia para dar cuente del cumplimiento de un objetivo, sino como la oportunidad de aportar una cifra para el informe anual de los gobiernos.En dos décadas y, se supone, dos maneras distintas de gobernar, el énfasis sigue en la depuración de padrones de las medidas asistencialistas, en el fondo lo que importa, es mantener la necesidad que se puede traducir en votos a través del regalito, no el desarrollo integral, mantener en la población la costumbre de estirar la mano; a eso se reduce el logro de los gobiernos, la pulsión por demostrar resultados se ha transformado en una obsesión por medir y cuantificar, por el número redondo, no por resolver.
www.lja.mx@jornadags
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Published on March 10, 2014 13:56

March 8, 2014

Ruido blanco



Envoltorio de papaya Ruido blanco
Cartas a un desconocidoNo leo las cuartas de forros o solapas de los libros, no por lo menos al principio, comienzo la lectura sin importar que no sepa nada del autor o ya somos/seamos viejos conocidos, a veces sólo por el guiño que logró atraparme desde el título y, sí, otras por la curiosidad que despertó el diseño de la portada, a veces eso basta; leo acompañado de pocas precauciones, intento dejar a un lado los prejuicios que sobre el autor tenga, tanto por experiencias anteriores como por la recomendación de la crítica.Suelo posponer el encuentro con lo que el editor me quiera decir para un momento avanzado de la lectura, a veces con la intención de encontrar un rostro para quien me ha tocado, la mayoría de las ocasiones sólo sumo al desconcierto (no creí que W tuviera bigote; no adiviné que X se fotografiara con sus perros; ah, Y suele congelar su mirada en lontananza y apoyar su barbilla en la típica pose de escritor; oh, Z cruza los brazos fingiendo ser bien maldito… etcétera).Otras, busco en las solapas una explicación al desconcierto que suele provocarme un texto eficaz, acudo a las sinopsis como una manera de establecer una conversación. Casi siempre es una experiencia deplorable, el espacio que podría ser la llave a una lectura gozosa, las líneas que debieran ser una invitación gratísima a leer, las claves precisas para dejar todo a un lado y abrir el libro, suelen desperdiciarse en un puñado de datos biográficos (en el mejor de los casos) o en una serie de frases que van de lo superlativo a lo ramplón. No es difícil hallarse con que lo que uno está leyendo es la última coca cola en el desierto del panorama narrativo, la nueva promesa o el heredero de…Debería ser un arte redactar esas líneas, se puede, ahí está el ejemplo de Roberto Calasso, quien recopiló esos textos en Cien cartas a un desconocido, los ensayos brevísimos con los que acompañó los libros que como editor lanzó a través del sello Adelphi. Pero esa es una excepción, la mercadotecnia, considerando a quién sabe quiénes como grupo de enfoque, prefiere la vacuidad, confunde brevedad con la posibilidad de encadenar lugares comunes y elogios.

Comedias de costumbresHemos perdido la costumbre de escribir cartas a los otros, en el caso de las solapas, como dice Calasso en el prólogo, ya no se ejerce el arte del elogio preciso o de la crítica inclemente, esa costumbre, a veces perdida por temor (Siempre es preferible darle el tiro de gracia a un escritor que perdonarle la vida en una reseña, señala Lichtenberg) no hace mejor o peor la lectura de un libro, pero sí se extraña como parte de la conversación que genera la lectura.Tras la lectura de “El autobús a St. James” de John Cheever, no pude evitar ir a la sinopsis, todavía conmovido por la maestría de la frase final. La decepción me abofeteó con saña, según la sinopsis de mi edición, Cheever habla de las “ironías de la vida contemporánea en Estados Unidos. En realidad pueden considerarse comedias de costumbres, sutil y elegantemente elaboradas, preocupadas por el empobrecimiento espiritual y emocional de la clase media. Sus personajes son por lo general simbólicos, y las situaciones que describe realistas y detalladas”. Eso y nada es lo mismo, los relatos son mucho más que eso, hay un detalle que se repite cuento tras cuento, la multiplicación de historias dentro del texto, que abre la posibilidad a enriquecer la interpretación del tema central a partir de colocar las piezas que faltan. En Cheever la anécdota no es lo principal, es la forma en que acomoda los elementos para que el lector participe en la historia, el detalle con que se distrae agregando elementos a la línea principal y que en el cierre de cada texto, como quien encaja la pieza del rompecabezas que todo el tiempo estuvo ahí, da profundidad al carácter de los personajes… pero igual estoy cayendo en los lugares comunes de los que me quejo.

Ruido blancoUna imagen que guardo de la infancia y que con el paso del tiempo resulta más difícil explicar a las generaciones es el momento en que las televisoras dejaban de transmitir y tras las barras de colores que anunciaban el final de la programación, en la pantalla aparecía de lleno el ruido blanco, la imagen en blanco y negro, sin sentido de un televisor cuando ya no sintoniza ningún color. No la “nieve” que de vez en cuando caía sobre alguno de los programas, sino el furibundo desplazamiento de puntitos y el ruido de la estática.La imagen y el sonido eran hipnóticos, la película de Tobe Hooper que en México se llamó Juegos diabólicos (Poltergeist), al menos el cartel en el que la niña aparece con las manos extendidas sobre la pantalla del televisor, sirven para confirmar esa fascinación; la leyenda urbana nos hacía interpretar ese agitar de puntos hasta encontrar algo, atender el zumbido hasta descifrar una conversación. En más de una ocasión el reto fue permanecer frente al ruido blanco de la televisión hasta encontrar “algo”; sugestionados, invariablemente se hallaba algo que movía al miedo.Una definición más simple del ruido blanco es la basurita que aparecía cuando se acababa la televisión. En ambas, lo cierto es que esa combinación de puntos y rumor eléctrico, no sirve de nada, no dice nada, se necesita ser muy obstinado para traducir el azar en algo concreto.

Conecte los puntosNuestro intercambio en redes sociales, porque hemos perdido la costumbre de escribir cartas a desconocidos, por la brevedad a la que obligan, por la rapidez en la respuesta que demandan (elija el pretexto que quiera) están llenando de ruido blanco nuestras conversaciones y contaminando la capacidad de interactuar con el otro a partir de reconocer que no todo son extremos, que las distintas visiones del mundo caben en las multiplicación de los colores o los matices del gris.Es tan volátil nuestra capacidad de atención, que hemos reducido las opiniones a un sí o no, a un estar a favor o en contra; no queremos ser escuchados, demandamos que nos den la razón, en ese sentido, no es extraño que no exista un botón de No Me Gusta en Facebook, es más simple coincidir sin explicar en el agrado, o que Twitter se limite al retuiteo, no es necesario agregar nada, si lo reenvías es que estás de acuerdo.Al parecer hemos reducido la capacidad de establecer relaciones con el otro a un simple conectar los puntos para formar la imagen que se nos dicta, sin posibilidad de error; sí, siempre ha sido así en mayor o menor medida, lo que llama la atención es que ahora los puntos no son una referencia, invariablemente implican una sentencia que te coloca en los extremos. Conmigo o contra mí, a favor o en contra, aliado o enemigo… ¿de qué?, cada vez importa menos.

CodaTodo el mundo en la colina comenzó a gritar: “¡Paren el arrastre! ¡Párenlo! ¡Paren!” Pero no había nadie allí para pararlo. Los chillidos de Anne eran roncos y terribles, y cuanto más se esforzaba por soltarse de la cuerda, más violentamente la arrojaba ésta contra el suelo. El espacio y el frío parecían amortiguar las voces —incluso la angustia de las voces—, que se elevaban pidiendo que pararan el arrastre. Los gritos de la niña fueron desgarradores hasta que la rueda de hierro le partió el cuello.Los Hartley salieron para Nueva York ese mismo día, cuando hubo oscurecido. Conducirían toda la noche detrás del coche fúnebre. Varias personas se ofrecieron a llevar el volante, pero Hartley dijo que quería conducir él, y su mujer también parecía querer que él lo hiciese. Cuando todo estuvo a punto, la afligida pareja atravesó el porche, mirando en torno a ellos la desconcertante belleza de la noche. Hacía mucho frío, el cielo estaba despejado, y las constelaciones brillaban más que las luces del hostal o del pueblo. Él ayudó a su mujer a subir al coche, y después de ponerle una manta sobre las piernas, emprendieron el largo, largo viaje.De Relatos I, John Cheever.Avancé hasta el final de la historia, satisfecho me detuve, fui conectando los puntos del relato, interpreté, participé de la historia… creo que leí bien, al menos para mi gusto. El cuento fue creciendo en la memoria, fue más placentera la lectura. La posibilidad de iniciar una conversación, se topó con el ruido blanco de la solapa.
@aldan
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Published on March 08, 2014 08:39

February 28, 2014

Complicidad



Envoltorio de papaya Complicidad   Los frívolos placeres de estos días De la escena salen varios caballeros cargando el féretro de Enrique VI, al frente, la viuda Lady Anne, quien ha aceptado llevar la sortija de compromiso que le acaba de entregar Gloucester, el asesino de su esposo y quien dentro de poco se convertirá en rey, es La tragedia del Ricardo III, de William Shakespeare.Al quedarse solo, Gloucester se pregunta, explica y justifica:¿Fue nunca mujer de este modo pretendida? / ¿Fue nunca mujer de este modo conquistada?/ Será mía, mas por tiempo limitado./ ¡Cómo! Yo que maté a su esposo y a su suegro,/ la he ganado cuando más me aborrecía:/ ante el sangrante testigo de su odio,/ teniendo a Dios, su conciencia y tanta traba/ en contra mía; y yo sin más apoyo/ que el diablo y mis trazas embusterasEs el final de la segunda escena del primer acto, ¿a quién le habla Gloucester? En el inicio de la obra su presentación puede ser interpretada como un discurso, así sucede en la versión cinematográfica de Richard Loncraine (Richard III, 1995), Ian McKellen comienza hablando (He aquí el invierno de nuestras desdichas / vuelto glorioso estío por este sol de York) ante una multitud que festeja la ascensión al trono de Eduardo, pero en el momento en que le gana su maldad y revela que lo único que lo mueve es la ambición de poder (Mas yo, que no nací para estas travesuras, / ni estoy hecho a cortejar un amoroso espejo… y puesto que no puedo probarme como amante,/ para entretener estos bellos y graciosos días, / he determinado probarme cual villano/ y odiar los frívolos placeres de estos días), Gloucester nos habla, nos busca, no es que piense en voz alta, establece un diálogo y quiere nuestra complicidad.

Cazar o ser cazadoPara muchos, entre los que me cuento, fue un alivio que por fin Netflix pusiera en línea la segunda temporada de House of Cards, la serie es un producto brillante e hipnótico, resulta muy difícil dejar de ver, una tras otro, los 13 capítulos de la historia de ambición y lucha por el poder de Francis J. Underwood (Kevin Spacey) y, por supuesto, su esposa Claire (Robin Wright).¿Qué tiene House of Cards? Todo, absolutamente todo para atrapar al espectador más exigente: magnífica dirección, actuaciones deslumbrantes, una trama inteligente y un guión espléndido; hay quien caracteriza la historia como “shakespereana”, cuando me la recomendaron ese fue el anzuelo que mordí. ¿Lo es? Por supuesto, más allá del evidente reflejo que son Francis y Claire del matrimonio Macbeth, considero que lo más “shakespereano” es la forma en que se dirige Underwood al público, tal y como lo hace Gloucester en Ricardo III.¿Spoiler? No lo creo, pero va. De hecho, el primer capítulo de la segunda temporada juega con esa expectativa, es hasta el final, cuando uno ya comienza a extrañar algo, que Francis J. Underwood se queda solo, frente al espejo y suelta: ¿Creías que te había olvidado? Quizá era lo que esperabas. No desperdicies aliento llorando a la señorita Barnes, cada gatito crece para ser un gato. Al principio parecen tan inofensivos, pequeños, tranquilos, bebiendo a lengüetazos su leche. Una vez que sus garras crecen lo suficiente, pueden sacar sangre, a veces de la mano que los alimenta. Quienes escalamos a la cima de la cadena alimenticia debemos ser despiadados. Hay una sola regla: Cazar o ser cazado. Me alegra que volvieras, bienvenido. No hay nadie más en la habitación, la bienvenida es para el público, se dirige a quienes lo vemos y, sí, demanda nuestra complicidad. Hace unos días comentaba con el editor de Autonomía, Francisco Trejo, la especie de felicidad que me embargó al presenciar esa escena, cómo sentí que se tendían hilos de una temporada a otra y confirmaba lo bien escrita y actuada que estaba la serie. Me sorprendió que me comentara que a gran parte del público norteamericano no le gustara precisamente eso, que el personaje se dirigiera a ellos.La idea me estuvo rondando un buen rato y la única explicación posible que encontré a ese desagrado fue que no disfrutaran esa demanda de complicidad, que se sintieran obligados a corresponder ese lazo que un personaje tan decididamente malévolo tiende, como si por el hecho de atender su propuesta, necesariamente, uno se convirtiera en lo que festeja.Entendí también la respuesta David Chase, creador de Los Soprano, ante los reclamos del público por la forma en que había decidido terminar con la serie, básicamente despreció que los espectadores demandaran un castigo, el que fuera, para Tony Soprano (James Gandolfini), cito de memoria: durante seis temporadas festejaron al personaje tal y como era, la serie termina así porque así es la vida, no pidan que castigue a Tony, no voy a lavar sus conciencias. Y sí, la vida termina y sigue tal y como finaliza Los Soprano.
Coda y refugioHe dado mil vueltas, yo lo que deseaba era hablar de la provincia mental, a últimas fechas me avergüenza el prójimo: padres de familia cerrando escuelas para impedir el acceso a un niño que fue expulsado por otro grupo de padres que lo acusaban de bullying, buenpedistas defendiendo los circos sin animales pero incapaces de tocar a los toros, profesores cerrando escuelas, mediocres atizando la guerra sucia a través de campañas mentirosas que terminan afectando no al gobierno sino a quienes aquí vivimos, críticos literarios incapaces de generosidad alguna y escritores negligentes descalificando a quien no lea como ellos… Ese prójimo que vive en los extremos, que tras una aparente normalidad demanda que te pongas de su lado, tomes partido o seas excluido… La vida, creo, está en otra parte, lo sé; afortunadamente hay muchos libros, películas y series todavía para ejercer la complicidad que demandan las obras de arte y no esa confabulación barata que exigen tus iguales.
@aldanPublicado en La JornadaAguascalientes
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Published on February 28, 2014 23:43

February 22, 2014

Desenchufado


Envoltorio de papaya
Desenchufado
GratitudCreo que lo único que extraño del futuro es que losautos no vuelen. Cuando era niño todo apuntaba a que iniciando el Siglo XXI las autopistas serían apenas pistas de despegue, indicadores sobre la tierra para que los automóviles fueran capaces de encontrar su destino con la mínima intervención humana, pues sólo bastaría programar el piloto automático para que hiciera lo suyo.Cuando llegó el esperado 2000, después del conteo al que dejó de importarle si ese año era la verdadera frontera entre siglos, a la gratitud por haber llegado casi le gana el enojo por esa nostalgia del porvenir. Sí, estaba vivo, rodeado de la gente que amaba, pero los autos seguían a ras de suelo. Con el paso de los años aprendí a sacudirme esa nostalgia, si bien todavía hoy me cuesta un poco de trabajo pensar que no me tocará ver cientos de automóviles surcando el cielo en vez de recorriendo el asfalto, tengo claro que los motivos por los que tengo que estar agradecido son muchísimos más que ese capricho. También entiendo las razones por las que gratitud y nostalgia, en mi caso, casi siempre van juntas. Responsabilizo a mi familia y su costumbre de salir a pasear todos los fines de semana y esos largos trayectos en que mis padres se inventaban algún juego para distraer a los niños sentados en el asiento trasero, casi siempre tenían que ver con contar objetos o descifrar señales. Y claro, cuando el aburrimiento ganaba, la promesa de que a nosotros nos tocaría ver las cosas de una manera distinta.Ahí está, mi madre o mi padre diciendo que en el futuro la posibilidad de vuelo estaría mucho más cercana, tanto como un paseo dominical. La imagen del porvenir la forjé gracias a las conversaciones, más que a los libros o películas a las que tenía acceso. Debe ser esa la razón por la que de vez en cuando me siento decepcionado.Lo de la gratitud es más sencillo de explicar, es resultado de la educación que me inculcaron, que en algún momento olvidé, pero que mi pasión por la conversación con mis amigos me ha devuelto y, por supuesto, lo que ahora es mi familia.
El futuro ahoraLa fotografía que se hizo acreedora al World Press Photo este año fue la que desató la idea de los párrafos anteriores. Mientras extraño que los autos no vuelen, ya no me sorprende que podamos llevar el mundo entero en un bolsillo. En la imagen del fotógrafo estadounidense John Stanmeyer para la revista National Geographic aparecen, a contraluz, las siluetas de varios hombres que en la orilla de ninguna parte, levantan la mano para que su teléfono celular pueda captar una señal. A decir verdad, la fotografía por sí misma no me parece gran cosa, tuve que leer la historia que hay detrás de la imagen para apreciar la complejidad que representa; la escena fue captada en Cuerno de África, es un grupo de migrantes que trata de ponerse en contacto con sus familiares. En la costa de Yibuti, unos somalíes que persiguen mejores condiciones de vida quieren establecer contacto con los suyos. Según Jillian Edelstein, miembro del jurado, lo que logró Stanmeyer fue capturar pobreza y globalización, desarraigo y humanidad, describió la instantánea como sutil y poética. Después de leer las consideraciones del jurado, entiendo por qué la imagen me debe parecer conmovedora, sigo sin apreciar la belleza de la fotografía por sí misma, pero sí, aunado a la historia la valoro por lo que me dice de lo que otros extrañan del futuro… que no tienen.
Mano en lo altoTuve que ver la fotografía de Stanmeyer varias veces en las redes sociales para que lograra atraer mi atención, supongo que un momento de aburrición extrema me empujó a buscar las razones por las que tantos la difundían. La impresión de las primeras ojeadas a esa imagen me hacían pensar en una especie de ritual contemporáneo en el que la masa se rinde a la experiencia a través del filtro de la tecnología; algunos en un concierto, un grupo fotografiándose a sí mismo, aislándose por un instante de lo que los rodea para poder captar en todo su esplendor lo que están viviendo… algo así de fútil; ahora pienso distinto, de alguna manera la imagen representa la voluntad de diálogo que nos ata a los que queremos.La fotografía de ese grupo de somalíes perdidos en ningún lado, es también la curiosidad con que entramos a las redes sociales para poder mantener una conversación. Extendemos el brazo para decir Aquí estoy, háblame.
GrafittiMe reprochó un poco el haber sido tan insensible a la imagen, de hecho, todavía lo hago pues sigue sin parecerme una gran foto; pero no tuve tiempo de regañarme más porque al tratar de enmendar mi error, ser más curioso con los mensajes que alguien me comparte, fui recorriendo y leyendo atentamente lo que dejaban en mi muro de Facebook y la conversación de Twitter. Fue una experiencia desagradable, muy desagradable. No voy a hacer recuento del tiempo perdido siguiendo enlaces que llevan de una estupidez a otra, porque al final, todo queda en mí, es mi responsabilidad a quién le abro la puerta de mis redes sociales, qué páginas visito, los sitios que frecuento, así que quejarme de las imágenes bobaliconas, los memes de mal gusto, las proclamas de los facebookcionarios y las millones de sandeces que llenan una pantalla, en el fondo, son resultado de mi elección.Por supuesto, son también mi responsabilidad todos los mensajes que remito a través de las redes, nunca más cierto el como veo, doy. Si remites basura, tarde o temprano te será devuelta por costales. Así que elegí desenchufarme, aislarme un poco. Mirar sin observar, oír sin atender, navegar las redes sociales enfocado en encontrar algo que me dijera más de los otros en relación con lo que yo quiero decirle a ellos.Quejarme me parece inútil, no hay nada más aburrido que aquel que pretende hacer de su vida privada un palacio pero lo coloca en medio de la multitud, con las puertas abiertas. Pocas cosas más irritantes que el exhibicionista que grita en la plaza que está harto de estar rodeado de gente. Así que sólo lo hice y ya. Me doy cuenta que es muy cansado tener la mano levantada en espera de que llegue una señal, cualquier señal; quizá por eso, lo que extraño del futuro, es la posibilidad de apretar el botón del piloto automático, para que la máquina se haga cargo de lo superfluo y poder voltear el rostro hacia el copiloto, un gesto similar al de extender la mano pues.CodaHay cierto estado (bastante frecuente, al menos para mí) en el que la presencia de una persona queridísima es tan insoportable como su ausencia, o al menos en su presencia no sentimos el placer que anticipábamos durante la insoportable ausencia.Lichtenberg
No festejo, no hago ruido, desenchufado pues. Supongo que he de pagar las consecuencias, pero el trayecto es tan grato que me hace olvidar por un momento lo demás.@aldan
Publicado en La Jornada Aguascalientes
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Published on February 22, 2014 18:34

February 20, 2014

Falsos reflejos

La columna de La Jornada Aguascalientes en La Jornada

Falsos reflejos



Aguascalientes, por su número de habitantes y extensión territorial, parece condenado a ser una nota relegada a las últimas páginas de los medios de circulación nacional, y cuando alcanza cierta notoriedad mediática no es por los logros de su gente, sino por la estulticia de su clase política.Los actos de corrupción que se alcanzan a descubrir, como los de la administración de Luis Armando Reynoso Femat, por su monto, parecen insignificantes en relación con lo que sucede en otras partes, los actos de deshonestidad revelados no dan para alimentar que ocupe un lugar en la lista de los más corruptos; cercado por Zacatecas y Jalisco, sin salida al mar, se limita la vocación turística de la entidad para convertirse en el destino de las convenciones nacionales; se anuncia la generación de 500 empleos en un mes, esos son los números que anuncia el gobierno de la “derrama de amplios beneficios económicos y sociales sin precedente para todos los sectores productivos” que se logran con dos plantas automotrices en la entidad.No hace mucho Aguascalientes logró cierta presencia en los medios por la construcción de la Línea Verde, un parque lineal de más de 15 kilómetros que transformó el rostro de la ciudad, consiguió expandir las áreas de convivencia y, sobre todo, devolvió a los habitantes de la capital al concepto de espacio público; sin embargo, eso no basta, poco es lo que puede hacer ese logro frente al morbo que despierta la banalidad.Hoy de Aguascalientes se dice que divide a la población en buenos y malos, donde se persigue a los tatuados, donde se violentan los derechos… Nada de eso es cierto, ese reflejo es falso, resultado de las guerras inútiles entre la clase política, a los que sólo les alcanza para pensar en tres o seis años, dependiendo del cargo público al que aspiren. No les importa escupir al cielo ni dejar en ruinas la reputación de un estado, mientras alcance para colocar su nombre en una boleta.
www.lja.mx@jornadags
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Published on February 20, 2014 11:05

February 15, 2014

La delgada línea



Envoltorio de papaya La delgada línea
NacoDe las grabaciones de las Suites para violonchelo solo de Bach tengo una predilección que raya en la manía por la realizada por Pablo Casals. Sé que hay otras y no demeritan ante lo que hizo el catalán; cualquiera que busque acercarse a estas piezas encontrará una amplia variedad de versiones, Yo-Yo Ma, Jacqueline du Pré, Maurice Gendron, Mstislav Rostropóvich, Pierre Fournier, Jean-Guihen Queyras, Robert Cohen, Steven Isserlis… la lista es interminable. Casals grabó las seis Suites entre 1936 y 1939, en Londres y París, los que saben, al mismo tiempo que destacan que “rescató las suites del tedio de la sala de ensayo y las presentó al mundo como obras de pleno derecho de invención y virtuosismo” (eso dice la reseña que acompaña los discos), se lamentan por la pobreza de las grabaciones, pues a pesar de que han sido remasterizadas hay manchas de ruido, siseo y el sonido es débil. Esos defectos en la grabación, francamente, me tienen sin cuidado, pocas cosas me hacen tan feliz como reproducir al máximo volumen posible el preludio de la quinta suite.La confesión del párrafo anterior, supongo, dirá de mí que soy un exquisito, un culto y, ¿por qué no?, una buena persona, pues mis vecinos saben que cada tanto, desde mi casa surge a todo volumen la interpretación de Casals; ah, supongo que pueden decir, qué buena música escuchan ahí.Lo cierto es que, el que sea “buena” música, no me quita lo naco, con mis preferencias a todo volumen invado el espacio de los otros, someto sus oídos a mis gustos, los violento; un vecino cualquiera tendría todo el derecho a exigirme que apague mi música, sin importar que sea Bach y Casals, está en todo su derecho, el mismo que yo tengo de solicitarle que le baje cuando aturdan al vecindario con Pimpinela o la Arrolladora Banda lo que sea. El gusto no justifica ninguna intromisión en el espacio ajeno.

Los buenosMe queda claro que los límites necesarios para establecer una sana convivencia jamás pasan por una cuestión de gusto; y que esa línea se adelgaza todavía más si se imponen juicios moralistas de valor (sobre el asunto, Juan Luis Montoya Acevez lo ha definido mejor en su columna Piel Curtida/La gente buena también peca de omisión publicada en este diario el 12 de febrero); sin embargo, desde hace mucho la radicalización de la crítica, pero sobre todo la superficialidad de lo que se juzga, ha logrado que se olviden las reglas mínimas de coexistencia al dividir en extremos a cada grupo, con categorías tan imbéciles como los buenos y los malos.Es lamentable que la clase política emplee esas categorías, no importa si está en el escudo de armas de la entidad, el designarse como gente buena, implica que en el otro lado están los malos y obliga a una definición de quiénes son los que están en el otro extremo, sin matices, a partir de una etiqueta que da cuenta del no tan oculto orgullo cerril que caracteriza a quienes se jactan de la pureza de su origen o enaltecen su conducta ligándola al sitio en que nacieron.¿Ha sido un error que la administración municipal de Aguascalientes eligiera como lema “Ciudad de la gente buena”?, por supuesto, tan sólo hay que leer las dificultades que sufren los redactores del discurso oficial para conseguir que actividades y logros no sean despectivos. Si se inaugura un puente, es para la gente buena; si se da un descuento, lo mismo; porque leído así, el gobierno de la capital se puso la soga al cuello al declarar que sólo trabaja para los buenos.Es de temer que algo sin ninguna importancia, como es el lema de una administración, adquiera las proporciones que está tomando ante la saña con que sus críticos y detractores buscan cualquier traspié.

Sálvese quien puedaPero si la administración capitalina pecó de ingenua al elegir ese lema, sus opositores no destacan por su sagacidad; ante la tontería de la “gente buena” se ha elegido criticar a la presidencia municipal por los actos más banales; aprovechando la costumbre de perder el tiempo en nimiedades, ejerciendo la fascinación por lo trivial que nos caracteriza, se han lanzado las campañas más deplorables, sí, como la de acusar que se persigue a quien se tatúa porque no son buenos.Esas campañas, evidentemente dirigidas a desprestigiar a un partido, terminan siendo un escupitajo al cielo; no sólo porque, en lo general, no se distingue con precisión que es el gobierno municipal el que se supone que discrimina, al final, es todo Aguascalientes (incluyéndonos) quienes dividimos el mundo en buenos y malos.Peor sí es posible, ante el éxito de la campaña, los opositores a la actual administración, brincan en defensa de quienes se tatúan, o de los vendedores ambulantes, o quienes simple y llanamente violan la ley, ¿por qué?, porque está de moda dividir el mundo en buenos y malos, porque al centrar la atención en lo banal permite que los juicios moralistas sean los que rijan las críticas y todo quepa en el mismo lugar, en la defensa de quien se tatúa, se le mezcla con quien se encuentra en la ilegalidad.Ya era suficiente con quienes al llegar al poder se jactaban que todo el territorio de Aguascalientes era priista, ahora, tenemos que soportar que nos pongan en un cerquito, con la etiqueta de buenos y malos; no se puede más que concluir que la estupidez es contagiosa, que se ha expandido por todas partes y a todos los sectores ha enfermado, y si no, basta ver la sorpresiva cantidad de lectores del Time que hoy se indignan porque aparece Enrique Peña Nieto en la portada, “salvando a México”, la misma enajenación, desde el otro extremo.

CodaEra casi medianoche. La luna estaba alta en el cielo. El hombre ilustrado no se movía. Yo había visto lo que había que ver. Los cuentos habían sido contados. Habían concluido.Sólo quedaba ese espacio vacío en la espalda del hombre ilustrado, esa área de formas y colores borrosos. Y de pronto, mientras la estaba mirando, la vaga mancha roja comenzó a animarse. Una forma cambió, disolviéndose lentamente en otra, y luego en otra. Y al fin apareció una cara, una cara que me miró desde la carne cubierta de colores, una cara con una nariz y una boca familiares, y unos ojos familiares.Fue algo confuso. Vi sólo lo bastante como para levantarme de un salto. Allí me quedé, a la luz de la luna, temiendo que el aire o las estrellas pudieran moverse y despertaran a ese monstruoso museo que yacía a mis pies. Pero el hombre ilustrado dormía pacíficamente.En ese cuadro de la espalda, el hombre ilustrado me apretaba el cuello con las manos, tratando de ahogarme. No esperé a que las imágenes se hicieran precisas y claras.Corrí camino abajo a la luz de la luna. No miré hacia atrás. Un pueblecito se extendía ante mí, oscuro y dormido. Yo sabía que, mucho antes que amaneciese, no llegaría a ese pueblo…De El hombre ilustrado, Ray Bradbury.@aldanPublicado en La Jornada Aguascalientes
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Published on February 15, 2014 12:38

February 11, 2014

Entre el desdén y el reconocimiento

La Jornada Aguascalientes en De nuestras Jornadas

Entre el desdén y el reconocimiento
Con los cambios propuestos por la Reforma Político-Electoral las cuotas de género serán uno de los temas que se discutirá con mayor pasión el próximo año, cuando se haga evidente que los partidos políticos no están preparados para asumir el reto de un trato equitativo a las mujeres en todos los aspectos pero en especial como militantes con derecho a votar y ser votadas.Más allá del discurso de dientes para fuera en los que se resalte que tal o cual organización política siempre ha fomentado la igualdad de oportunidades, la práctica política muestra que ante el empoderamiento de las mujeres la respuesta de los políticos tradicionales, es decir, la mayoría, va de los extremos, del desprecio a desdén, pasando por una larga lista de justificaciones en las que se niega a reconocer cualquier virtud, experiencia o idea por el simple hecho de venir de una mujer, adjudicando su probidad o validez a un origen masculino.No se emplea el mismo rasero para analizar a una mujer con iniciativa política que a un hombre, así lo evidencian las reacciones en Aguascalientes al nombramiento de Lorena Martínez como procuradora del consumidor, amainadas por ser una designación presidencial, por lo que la clase política va con tiento en sus críticas, pero avara en su reconocimiento a los méritos personales de una de las candidatas al gobierno estatal en un ya no tan lejano 2016 en que, sin duda, serán las mujeres quienes tendrán que enfrentar las diatribas de las ignorancia y pondrá a prueba la maquinaria electoral.Previo al cambio de administración estatal, en el 2015 Aguascalientes pondrá a prueba su capacidad para promover que las mujeres gocen plenamente de sus derechos y libertades sin discriminación ni exclusión; ¿se está listo para que el 50% de las candidaturas sean para mujeres?, por supuesto, lo que está por verse es la capacidad de la vieja y machista clase política para salirse por la tangente.
www.lja.mx@jornadagsPublicado en La Jornada
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Published on February 11, 2014 11:00

February 8, 2014

Usted disculpe



Envoltorio de papaya Usted disculpe
Todos es NadieNo recuerdo quién me contó la anécdota que caracteriza la idea que de espacio público tenemos en el país, pero me parece exacta, dice: a un inglés (o francés o alemán, el chiste es que sea extranjero) le dices que esa plaza es espacio público, entiende que es un lugar para todos, si a un mexicano le dices lo mismo, inmediatamente buscará la oportunidad de poner un puesto de tacos, con el pretexto de que ese lugar es de un todos que lo incluye, por tanto, debe ejercer sobre esa propiedad.Jordi Borja define en Ciudadanía y espacio público que El espacio público es un concepto jurídico: un espacio sometido a una regulación específica por parte de la Administración pública, propietaria o que posee la facultad de dominio del suelo y que garantiza su accesibilidad a todos y fija las condiciones de su utilización y de instalación de actividades. Más importante todavía, indica que tiene una dimensión socio-cultural. Es un lugar de relación y de identificación, de contacto entre las gentes, de animación urbana, a veces de expresión comunitaria. La dinámica propia de la ciudad y los comportamientos de sus gentes pueden crear espacios públicos que jurídicamente no lo son, o que no estaban previstos como tales, abiertos o cerrados, de paso o a los que hay que ir. Puede ser una fábrica o un depósito abandonados o un espacio intersticial entre edificaciones. Lo son casi siempre los accesos a estaciones y puntos intermodales de transporte y a veces reservas de suelo para una obra pública o de protección ecológica. En todos estos casos lo que defina la naturaleza del espacio público es el uso y no el estatuto jurídico. Si es el uso lo que define, nada como el espacio público para poner a prueba la voluntad de ser ciudadanos, es ahí donde se pueden (deben) ejercer los derechos y obligaciones que otorga la ciudadanía.Mi experiencia (y la anécdota) me indican que en cuanto a espacio público, lo que entendemos es que Todos es Nadie, y que ante la existencia de un lugar común, lo que generalmente se ejerce son lo que creemos nuestros derechos (colocar un puesto de tacos) para sacar provecho de la propiedad común, pero en cuanto se requiere cumplir obligaciones, solemos excluirnos del plural. Nada como una discusión entre vecinos acerca de las obligaciones de mantener un área común para dar al traste con cualquier intento de arreglo, se pueden pasar horas o días argumentando inútilmente sobre la naturaleza de los derechos de cada uno; lo mejor cuando se trata de obligaciones, ahí sí, siempre Todos es Nadie.
La gente lo hace todo el tiempoEn uno de los capítulos de Seinfeld a George Costanza lo despiden porque se acuesta con la afanadora. El jefe le pregunta directamente si es cierto que tuvieron relaciones sexuales sobre el escritorio, descubierto Costanza pregunta: ¿Estuvo mal? ¿No debería haberlo hecho eso? Debo confesar mi ignorancia en este tipo de cosas, porque si alguien me hubiera dicho algo acerca del asunto, si me hubieran señalado que estaba mal visto... Bueno, usted sabe, es que he trabajado en muchas de oficinas, y toda la gente lo hace todo el tiempo. George abandona la oficina ostentosamente, con cara de que nadie le había dicho, esa es su justificación, la ignorancia, supone, lo exculpa.Exactamente igual que la justificación del coordinador del Partido Acción Nacional en el Senado, Jorge Luis Preciado, quien para corregir el mal uso que dio a las instalaciones del Senado, indicó que nadie le había dicho que estuviera mal que se organizara una fiesta, bebidas y mariachi incluidos, en esas instalaciones.¿Qué podría estar mal en organizar una fiestecita en un espacio público?, todo mundo lo hace, ¿no?, debió pensar el senador panista.El escandalito de la semana al que nos acostumbran nuestros legisladores sólo pudo ir de mal en peor, pues desde el momento en que se difundió la fiesta, el senador fue acumulando desatinos, para empezar rechazó que la comida hubiera sido en honor de su esposa, luego embarró a su grupo de trabajo pues afirmó que el festejo fue con motivo del Día de la Candelaria, pues como se había sacado el mono en la Rosca de Reyes; por supuesto, aseguró sin comprobar, que no se emplearon recursos del Senado en la pachanga. Para eliminar agravantes, dijo que no fue él quien contrató a los mariachis, que la comida sólo tuvo una duración de cuatro horas y afirmó que es algo común en el Senado, pues esa terraza está a disposición del personal de esa Cámara, en una entrevista subrayó como personaje de Seinfeld: “Esa terraza tiene esa particularidad, la prestamos para cualquier comida. Se han hecho infinidad de comidas, es de lo más normal”.
Darle vuelta a la página“Ya ofrecí una disculpa al grupo parlamentario y al Senado de la República” dijo el senador Preciado, ¿por qué?, porque la comida “se salió de proporción”, cualquier cosa que eso signifique. Por supuesto, prometió que no volvería a ocurrir y con eso, demandó que le dieran “vuelta a la página”.Así salda sus asuntos el legislador panista, con un “usted disculpe” que ni siquiera va dirigido a todos, sino que es selectivo, se dirige sólo a sus compañeros de partido. Una nota de Omar Brito del día de ayer, puntillosa, señalaba que la fiesta ya “cobró sus primeras víctimas” e informaba que el senador Preciado despidió a “su jefe de prensa Fernando Bretón, además de otros tres trabajadores de la Junta de Coordinación Política”, la razón de destitución fue que “no pudo manejar la crisis correctamente ni elaborar una estrategia adecuada para contrarrestar la imagen que causó la celebración privada que realizó el panista en las oficinas del Senado”.Horas más tarde, en el mismo medio (Milenio) una nota de Jessica Corona aclaraba que a Fernando Bretón no lo despidieron, sino que “sólo fue removido al equipo de asesores de la Junta de Coordinación Política”. Uno puede imaginar lo que debió pasar el jefe de prensa, pues además de la aclaración, asumió la “responsabilidad mediática” que provocó la revelación de la fiestecita en la terraza de la Junta de Coordinación Política; se castiga el empleado del senador Preciado porque no le dijo que estaba mal, porque no fue capaz de intuir (y aconsejar) nada sobre el mal uso de unas instalaciones que son parte del espacio público.El asunto, sí, parece algo menor, de hecho así lo considera el senador Preciado por la urgencia con que le quiere dar vuelta a la página, pero ese incidente sin importancia refleja la idea que nuestros representantes tienen de su labor, del uso que deben dar a las instalaciones del Congreso y, sobre todo, a lo que le dan importancia, no es el hecho de la fiesta lo que consideran equívoco, sino que se hubiera difundido en los medios; no ofrecen una disculpa por su ignorancia, sino por la mala imagen que la ciudadanía se pueda hacer de ellos… Mañana, usted o yo, podremos establecer un puesto de tacos en cualquier instalación pública, sólo asegúrese de tener un empleado del cual pueda ofrecer su cabeza mientras extiende una disculpa: cómo, ¿está prohibido, está mal?, es que nadie me había dicho… Definitivamente algo está podrido.
CodaEs triste que en un país la idea de fiesta incluya con tanta regularidad la ocupación vandálica de los espacios comunes, el ruido intolerable, las toneladas de basura, el maltrato a los animales, el desprecio agresivo por quienes no participan en el jolgorio: mucho más triste es que la autoridad democrática haya organizado y financiado esa barbarie, la haya vuelto respetable, incluso haya alentado la intolerancia hacia cualquier actitud crítica. Nadie venido de fuera tiene derecho a denostar lo que somos. Cualquier objeción es una injuria contra la comunidad entera. Y quién se atreverá a disentir desde dentro, a actuar como renegado o traidor y aceptar el ostracismo.Todo lo que era sólido. Antonio Muñoz Molina@aldanPublicado en La Jornada Aguascalientes
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Published on February 08, 2014 16:20