Edilberto Aldán's Blog, page 61

September 9, 2020

Contextomía



El contexto lo es todo, citar, señalar fuera de él origina una falacia. La contextomía se emplea como arma propagandística, se extrae una cita, una frase, de su contexto lingüístico original para provocar una distorsión de las intenciones de la fuente. De acuerdo a Matthew S. McGlone, incita al público a formarse una falsa impresión de la fuente y contamina la interpretación posterior cuando la cita se restaura a su contexto original, esta práctica la vemos todos los días en los medios de comunicación, lo que alguien dijo que dijeron como el corazón de las paparruchas.

En la conferencia matutina dedicada al pulso de la salud y a que el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell aproveche ese espacio para informar sobre la pandemia, convocado por el presidente y a petición de nadie, Andrés Manuel López Obrador hizo pasar a su vocero, Jesús Ramírez, para que explicara los ingresos que las revistas Nexos y Letras Libres han recibido por parte del Gobierno Federal por publicidad; ¿qué tiene que ver con el tema de la salud?, nada.

El presidente considera que es urgente revelar los contratos de publicidad que se mantuvo a lo largo de doce años con esas revistas, el vocero diligente acumula cifras en una tabla pero no las sabe explicar, una cosa es la compra de publicidad a un medio impreso, otra la adquisición de material bibliográfico y otra la contratación de un servicio, eso no le importa y no pudo explicar Jesús Ramírez, porque la verdadera intención es mostrar que se beneficiaba a unos cuantos, exactamente de la misma manera en que la actual administración beneficia a un grupo selecto de medios.

Otra vez, fuera de contexto, se emplea el espacio de la conferencia matutina para generar la impresión de que los actos de corrupción son a partir de las personas que están involucradas, no de la práctica. No por nada Jesús Ramírez, entre todos los rubros que mezcló, acusó a “otra empresa también encabezada por Enrique Krauze llamada Clío” de cobrarle al gobierno mexicano por la realización de El México de Porfirio Díaz; no importó que el presidente mismo dijera “Ese es buenísimo, se los recomiendo”, lo relevante es que trata sobre Porfirio Díaz. Una vez más, en vez de discutir los criterios para las subvenciones y compra de publicidad oficial, se exhiben nombres, se pone en la picota la cabeza de quienes, casualmente, no coinciden con la Cuarta Transformación.

Según el presidente, esta exhibición es de su competencia porque a México le conviene la transparencia, “porque esto no se sabía, y muchas cosas”, para en la generalización desprestigiar a los directores de esas revistas y, de paso, a los institutos de transparencia. De nueva cuenta, no vamos a hablar de un cambio real en las formas de contratación, no se va a revisar el sistema de compras del gobierno ni el ataque constante a los organismos autónomos.

Preocupa también la inferencia que el pueblo bueno puede hacer tras esta exhibición, ¿está mal que se realicen revistas culturales, que se hagan documentales históricos?, ¿o sólo se trata de Nexos y Letras Libres?

No es posible entender la cultura nacional sin la existencia de las revistas, todas, Taller, Contemporáneos, La escalera rota, Vuelta, Generación, Punto de partida, Estaciones, Siempre, Ulises, El Hijo Pródigo… las que se quiera, de todas las tendencias; la pobre exposición de Jesús Ramírez sólo tiene la intención de entregar nombres, como en las mejores épocas del macartismo estadounidense, acusar de deslealtad sin respeto alguno a la legalidad.

Coda. “Tengo la sensación de que sólo si hago algo concreto podré escaparme del penoso sentimiento de que mi presencia aquí es inútil. Naturalmente, no se me ha ocurrido nada mejor que una revista. (Cuando los escritores quieren salvar al mundo, siempre se les ocurre fundar una revista.) Pero ni siquiera tuve éxito en eso”, le escribe Octavio Paz a José Bianco. Al regreso de Octavio Paz a México se hace cargo de Plural, tras el golpe al Excélsior de Julio Scherer, funda Vuelta. Leer es una forma de salvarse, pero no vamos a hablar de eso, mejor, pedir la cabeza de los adversarios.


@aldan

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Published on September 09, 2020 01:02

September 8, 2020

Empatía



Si algo distingue al presidente Andrés Manuel López Obrador es la ausencia total de empatía. Como buen merolico que es, puede fingir que comprende lo que piensan y sienten los otros, en ocasiones hasta demuestra que se puede poner en el lugar del otro, pero una frase propagandística como primero los pobres no requiere mucho talento para ser repetida con gesto compungido y no revela sinceridad alguna. 


José López Portillo en su último informe soltó unas lágrimas tras decir “A los desposeídos y marginados, a los que hace seis años les pedí un perdón que he venido arrastrando como responsabilidad”, y dudo que alguien defienda la sinceridad de su arrepentimiento; lo mismo con López Obrador, no hay conexión entre la admiración que lo nutre y sus muestras de afecto, de comprensión. Los videos en que se muestra como uno más del pueblo que se detiene a comer una pitahaya, un platillo típico o a comprar una chuchería mientras recorre los pueblos mágicos, exhiben a un hombre dispuesto a explicar al otro, describirlo, preocuparse por sus problemas con la condición que acepte la solución que él ya pensó.


Las declaraciones del presidente ante la ocupación de un edificio de la CNDH y el justo reclamo de víctimas y familiares de las víctimas muestran la incapacidad emocional de López Obrador. Fiel a su discurso, cuando se le cuestionó sobre los reclamos de las manifestantes, antes que las causas o las personas, aseguró que respetaba todas las manifestaciones, “pero no estoy de acuerdo en la violencia, en el vandalismo, no estoy de acuerdo con lo que hicieron a la fotografía, a la pintura de Francisco I. Madero”, porque quien “afecta la imagen de Madero, o no conoce la historia, lo hace de manera inconsciente, o es un conservador. Así, o sea, es un proporfirista”. La reportera le dio la oportunidad de deslindarse, le cuestionó si sería el caso de las mujeres y López Obrador lo dejó ahí.


Con el propósito de mostrarse comprensivo, el presidente explicó que entendía que “hay mucho dolor y las víctimas de la violencia están, con razón, muy dolidas y que tienen derecho de manifestarse, pero no creo que esa sea la mejor forma de hacerlo, no creo que eso sea lo más adecuado, o sea, la violencia no es el camino, no se puede enfrentar la violencia con la violencia”. Basta muy poco para que al informarse sobre lo que ocurre para sentir el hartazgo, el dolor, el duelo, la desesperación de las madres de familia que ocuparon el edificio de la CNDH, con tan sólo escuchar un minuto a cualquiera de ellas se puede comprender la rabia ante la impunidad; López Obrador eligió ver un cuadro.


Con una hipócrita humildad se disculpa como si tuviera que justificar su derecho a expresarse: “O sea, ofrezco disculpa por lo que estoy diciendo, pero yo siempre digo lo que pienso y claro que no me gustó. ¿Cómo me va a gustar ver a Madero ultrajado? Nadie debe de ser ofendido así, vilipendiado, menos un luchador por la democracia como Madero, mucho menos; ya si no respetamos eso, pues entonces…”; por lo que debería ofrecer disculpas el presidente es por centrar su mirada en una nimiedad, por volverle la cara al dolor de las víctimas y preferir ver un retrato, por la analogía vulgar de demandar respeto para un “luchador de la democracia” y colocarse él mismo en ese lugar.


Coda. Septiembre, mes patrio, invariablemente acudo a “Alta traición”, de José Emilio Pacheco

No amo mi patria.

Su fulgor abstracto

es inasible.

Pero (aunque suene mal)

daría la vida

por diez lugares suyos,

cierta gente,

puertos, bosques de pinos,

fortalezas,

una ciudad deshecha,

gris, monstruosa,

varias figuras de su historia,

montañas

-y tres o cuatro ríos.

Sí, uno daría la vida por ciertas personas, de eso se trata la empatía también, y la ausencia de ella es uno de los criterios diagnósticos para el trastorno de personalidad antisocial.


@aldan

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Published on September 08, 2020 00:58

September 7, 2020

Rabanitos



La Cuarta Transformación es un campo de rábanos, rojos por fuera y blancos por dentro, sin otra ideología que la codicia y el deseo de venganza, mientras el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador es erradicar la corrupción, la izquierda exquisita (así traducen el radical chic empleado por Tom Wolfe en Radical Chic & Mau-Mauing the Flak Catchers) vive desde sus cargos una realidad distinta a la del discurso presidencial.


No voy a hacer referencia a los casos de corrupción evidente de miembros del gabinete o el propio hermano del presidente, sino al comportamiento de quienes todos los días ocultan su codicia con el manto protector del lopezobradorismo, el caso más reciente el de Rosario Piedra Ibarra, la presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), a quien por un descuido, por su indolencia, evidenciaron como alguien que tiene los mismos gustos que los adversarios conservadores de la Cuarta Transformación.


La historia de la llegada de Rosario Piedra a la CNDH es suficientemente sucia y pública como para repetirla, esa militante de Morena no debería estar al frente de esa institución, pero el presidente así lo quiso y el que paga, manda. La recomendación presidencial debería ser honrada, pero Rosario Piedra considera que defender los derechos humanos no es suficiente, así que se dedica a la alabanza de las acciones del gobierno que la impuso ahí, sólo a eso.


El desempeño de la funcionaria impuesta ha sido cuestionado en más de una ocasión, al grado que la semana pasada, Marcela Alemán, madre de una niña agredida sexualmente en 2017 en San Luis Potosí, se amarró a una silla para exigir atención por parte de la Comisión, la sede de la CNDH fue tomada por familiares de víctimas que se unieron a la protesta, el viernes un grupo feminista hicieron suyas las demandas de esas mujeres y ocuparon las instalaciones.


El sábado, las feministas y las madres de víctimas exhibieron los lujos de los que se rodea Rosario Piedra Ibarra, tras un recorrido por las instalaciones, localizaron la cocina y el comedor que atiende a la titular de la CNDH, en los refrigeradores se encontraron al menos 20 kilos de carne de res, entre arrachera congelada, chambarete, filetes y cortes finos, así como pechugas de pollo, botes de helado y, en general, una despensa variada y bien surtida.


Una de las manifestantes dijo a las cámaras de televisión: “es una vergüenza entrar a la comisión y encontrar sus lujos, cuando a nosotras nos dan 300 pesos cada que se acuerdan para ayuda de pasajes, dónde está la austeridad de este gobierno, con lo que cuesta su carne come mi hija un mes, cuántas familias de víctimas podríamos comer con todo esto (…) Rosario Piedra no nos da la cara, queremos que venga y atienda su dependencia, y no solo su cocina, se dan la buena vida mientras nosotros luchamos cada día porque nos reciban y nos den respuesta”.


El reclamo es absolutamente válido, ¿dónde está la austeridad?, ¿dónde la vocación de servicio?, los cortes gourmet ponen en evidencia que los funcionarios a los que la Cuarta Transformación sacó del anonimato, llegan a un cargo con la misma ambición de los adversarios conservadores, que no son distintos a los de administraciones anteriores, pero, sobre todo, muestran lo solo que está el presidente.


Coda. Tom Wolfe, novelista y padre del “Nuevo Periodismo” publicó en 1989 en la revista Harper's un manifiesto literario titulado “Cazando a la Bestia de un Mil Millón de Pies” y señalaba que en ese momento débil, pálido y desgastado de la historia de la literatura norteamericana, lo que se necesitaba era un batallón de Zolas, que contaran lo que estaba sucediendo, que reclamaran la realidad como propiedad literaria, que los escritores se arrojaran a (d)escribir ese país salvaje, barroco y desopilante. Los excesos depredadores de los funcionarios morenitas deben ser exhibidos y sancionados.


@aldan

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Published on September 07, 2020 01:34

September 4, 2020

Imperfecta



Giovanni Sartori en ¿Qué es la democracia? refiere los peligros que corre la democracia ante el ideal de perfeccionismo: “Las democracias, en su gris actuar cotidiano, con frecuencia merecen poco crédito. Pero lamentarse de su actuación cotidiana es una cosa y desacreditarlas por principio, otra. Hay un descrédito merecido y otro inmerecido: el que deriva de un perfeccionismo que sin tregua aumenta mucho la apuesta. La ingratitud que parece caracterizar al hombre contemporáneo es la desilusión que acompaña con frecuencia a los experimentos democráticos. El verdadero peligro que amenaza a una democracia, que oficialmente no tiene enemigos, está en reclamar una democracia perfecta, lo que puede debilitar y derribar la que realmente existe”. ¿México es una democracia? Sí y punto. Después ponga los peros que quiera, que si en ciernes, que si en desarrollo, inconclusa, simulada, pero, sobre todo: imperfecta. 


Hace unos días atendí un debate (no importa sobre qué y entre quienes) y me sobresaltó la facilidad con que quien se equivoca, antes que concederle al otro o rectificar, prefiere darle la vuelta calificando su falta de argumentos con que el asunto (cualquiera de ellos) es complejo; cada vez que se intentaba centrar el tema, se presentaban pruebas o hechos irrefutables, quien se negaba a perder contestaba con lo mismo: sí, pero es complejo. Como si el diálogo no tuviera entre sus virtudes la capacidad de desenmarañar un entramado para llegar a acuerdos.


La discusión de los asuntos públicos ha sido secuestrada por diversos grupos que creen que, por desempeñar un cargo, formar parte de la academia o de un grupo, sólo ellos pueden hablar de ciertos asuntos, abordar ciertos temas. En el caso de la política, decenas de un régimen autoritario redujeron a los ciudadanos a su condición de pueblo, esa masa que tiene ligeras nociones sobre sus responsabilidades, pero urge que se le satisfagan sus derechos. Organizados en pandillas que vendieron como partidos políticos, varios grupos desestimaron lo que la sociedad pensaba, requería o necesitaba, sacándola de la conversación; ¿cómo íbamos a saber más de nuestras necesidades que ellos que nos representaban?


También desde hace algunas décadas, el pueblo dejó esa condición para, sobre todo a través del ejercicio de la solidaridad, convertirse en sociedad civil. No pasó mucho tiempo para que otro grupo comenzara a indicar que ellos eran los verdaderos representantes de esas voces, y eligieron reducir la participación ciudadana a un discurso que desde las asociaciones se oponía al poder, a los políticos.


Recientemente, una mala entendida corrección política, nos ha polarizado en casi todos los temas, ante el riesgo de la exclusión se forman bandos para cada tema, no importa si cultural, económico o social. Se pinta una raya para que de un lado estén los que tienen la razón, los que son víctimas, los buenos, los conservadores, los de izquierda, las verdaderas feministas… lo que usted quiera, y antes que una conversación, comienza el intercambio de las diatribas, porque estar de un lado, implica un pensamiento monolítico al que corresponde tu idea del mundo, y dependiendo del lado de línea en que se te coloque, vas a contestar bien o mal.


Este es el contexto en que se asfixia nuestra conversación pública, la división en pequeños grupos bien intencionados a los que les urge que todos estemos mejor, pero ese bienestar primero corresponde a la satisfacción de las necesidades de un grupo; incluso cuando se llega a un acuerdo, se inconforman, pues no cumple en toda la extensión con la reparación de daños, injusticias o sinceridad al establecerse. Se trata de tener la razón, una que corresponde a la lógica del vencedor, de quien se lleva todo.


La conversación pública ya no es el campo en que se dialoga, invariablemente es una lucha en la que se debe decretar un ganador. No importa que esté demostrado que la historia no acaba, hay que segmentarla en episodios para decretar un vencedor.


Deliberar es una palabra hermosa, implica que se reflexiona antes de tomar una decisión, que se han considerado detenidamente los pros y los contras o los motivos por los que se toma. Quizá lo que le hace falta a nuestra democracia son más horas de deliberación y menos planos de edificios perfectos.


Coda. “Esta historia me gusta. ¿Podrías llamarme cada cuatro o cinco días y contarme otra parecida?” cuenta Jonathan Franzen que le pidió David Foster Wallace poco antes de sumirse por completo en un estado de angustia y dolor que, al final, llevarían al suicidio al autor de La broma infinita. Franzen ya no tuvo oportunidad de contarle una versión más de la historia que le gustaba a Foster Wallace, una que desembocaba en la decisión de no dejarse llevar por la pesadumbre, hacia la destrucción, y que finalizaba remarcando que “su mejor literatura estaba por venir”. Deliberar es contarnos historias.

@aldan

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Published on September 04, 2020 00:54

September 3, 2020

Cambalache



Hasta ahora, la cuarta transformación de Andrés Manuel López Obrador no se ha propuesto un cambio de régimen, cuando el presidente habla de la Cuarta Transformación suele remitir a la Independencia, la Reforma y la Revolución, sin ejemplos tangibles u objetivos políticos claros que permitan saber en qué consiste su propuesta.


En el mensaje con motivo de su Segundo Informe de Gobierno indicó que “transformar es moralizar”, con referencia a su intención de erradicar la corrupción que originó la crisis del país, prometió que en diciembre próximo ya estarán sentadas las bases del México del porvenir, “una vez que se tengan construidos los cimientos, sólo quedará la tarea de terminar la obra de transformación y seguir gobernando con rectitud y amor al pueblo para contar siempre con su respaldo”; para ese momento, si es que llega, López Obrador se tendrá que plantear un cambio de régimen, una transformación profunda y real del sistema político mexicano, algo para lo que la lucha de un solo hombre no basta.


Con pesimismo documentado puedo señalar que en esa tarea de transformación el presidente ha estado solo, no sólo por sus adversarios imaginarios o su incapaz oposición real, también por los miembros del movimiento que creó para ganar las elecciones. Desde el siglo pasado crecimos en un sistema político que se rige por sexenios, lo que ha educado a la clase política en el gatopardismo, hacer como que todo cambia para, tras el tiempo suficiente, todo siga igual.


No sé si a López Obrador le alcance su periodo presidencial para poder lograr el cambio propuesto, lo que se vive fuera de Palacio Nacional indica que la intención de erradicar la corrupción no bastará mientras se siga jugando con las reglas de siempre. En estos días, los partidos políticos han dado muestra de que no les importan los deseos del presidente, el descarado chapulinismo de los diputados define su interés personal, no el compromiso con una ideología, ni con causas ni movimientos.


Como escribió Enrique Santos Discepolo: “Vivimos revolcaos en un merengue/ Y en el mismo lodo / Todos manoseaos / Hoy resulta que es lo mismo / Ser derecho que traidor / Ignorante, sabio, chorro / Generoso o estafador”, sin vergüenza alguna los diputados del PRD se pasan al PRI y en menos de 24 horas se regresan a su partido original, adelantando que en su afán de no desaparecer creen que la suma de cascajo permitirá cimentar cualquier cosa que les permita sobrevivir a las siguientes elecciones; lo mismo el Partido del Trabajo, organización que nació parásita y hoy es rémora del lopezobradorismo, aliándose con quien sea para entregarle un cargo a uno de sus miembros; de Morena hay mil ejemplos que lo muestran como el priismo renovado que es, antes que un movimiento comprometido con su militancia.


Por eso es preocupante que el presidente crea que puede lograr el cambio por sí solo o que logrará transformar a un sistema podrido de raíz con el puro ejemplo, el reloj sexenal no se detiene, los ambiciosos lo saben, acechan el momento para aprovechar su oportunidad.


Coda. “No Man is an Island”, escribió John Donne, tiene razón:

Ningún hombre es una isla

entera por sí mismo.

Cada hombre es una pieza del continente,

una parte del todo.


Si el mar se lleva una porción de tierra,

toda Europa queda disminuida,

como si fuera un promontorio,

o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.


Ninguna persona es una isla;


la muerte de cualquiera me afecta,

porque me encuentro unido a toda la humanidad;


por eso, nunca preguntes

por quién doblan las campanas;

doblan por ti.


@aldan

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Published on September 03, 2020 01:19

September 2, 2020

Mensaje



Elogio en boca propia es vituperio, acierta el refranero popular, a pesar de ello, el presidente Andrés Manuel López Obrador no duda en indicar en su mensaje con motivo del Segundo Informe de Gobierno que “No es para presumir, pero en el peor momento contamos con el mejor gobierno”. Un tetratransformista defiende el derecho a describir así a su gobierno porque cada quien habla de la feria como le fue en ella, además, revira, ustedes los medios conservadores nunca hablan de lo bueno del gobierno, sólo difunden noticias falsas, por eso el presidente tiene que decir lo bueno que es. Ya no sigo el intercambio, escapo en silencio, citando a Groucho Marx: “Él puede parecer un idiota y actuar como un idiota. Pero no se deje engañar. Es realmente un idiota”.


Otra frase de Groucho Marx que López Obrador pudo utilizar en su mensaje: “¿A quién le va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?”, en especial cuando refiere que pronosticó que “la crisis económica provocada por la pandemia sería transitoria; dije que será como una V, que caeríamos pero que saldríamos pronto; afortunadamente así está sucediendo. Ya pasó lo peor y ahora vamos para arriba; ya se están recuperando los empleos perdidos, se está regresando poco a poco a la normalidad productiva y ya estamos empezando a crecer”.


No vale la pena desgastar citas de Groucho Marx en el mensaje de López Obrador, él está en todo su derecho de creerse sus otros datos y reiterarlos ante sus invitados, lo importante es el contenido del informe que Olga Sánchez Cordero entregó al Congreso de la Unión para su análisis, porque de eso se trata, de un ejercicio de rendición de cuentas, no de si López Obrador extraña el día del presidente en el que se interrumpía al titular del Ejecutivo con salvas continuas de aplausos o su adicción al diálogo circular que dice ser la conferencia matutina, al grado de convertir cualquier aparición pública en una réplica de su perorata secular.


El Informe de Gobierno es un documento que por mandato constitucional debe referir de manera integral, detallada y veraz el estado que guarda la administración pública y debe ser entregado al Congreso de la Unión, a lo largo del tiempo se ha modificado el papel que juega el presidente en turno, que si era una oportunidad para dirigir un mensaje, un informe ante el Poder Legislativo en el que no se le podía interrumpir, una comparecencia en la que debía atender los cuestionamientos de los legisladores… hasta que quedó en la obligatoria entrega de un informe por escrito que debe analizar el Poder Legislativo.


Inmediato al mensaje de López Obrador, múltiples analistas dedicaron tiempo y esfuerzo a verificar los datos propuestos por el presidente en su mensaje, no salió bien librado del ejercicio, pero se puede justificar indicando que no es su obligación. La rendición de cuentas la tendrán que cumplir los legisladores, con la glosa del informe, esa serie de sesiones a puerta cerrada donde intercambian puntos de vista y las comparecencias de los secretarios de estado que son aprovechadas para el intercambio de insultos y loas.


El viejo lobo de mar que es Porfirio Muñoz Ledo escribió en su cuenta de Twitter: “El análisis del Informe Presidencial en Cámara de Diputados sigue siendo solemne y anticuado, con discursos sucesivos en vez de verdadero debate. Moralistas hablando de economía y economistas hablando de moral. Los parlamentos democráticos no funcionan así”. Centrar el esfuerzo en los dichos del presidente López Obrador sólo nos alejan de la posibilidad de conocer el verdadero estado de la administración pública, con información oficial, con datos duros; sólo exigiendo al Congreso que realice su trabajo se podrá enmendar el rumbo.


Coda. En el cierre de su mensaje, López Obrador se quejó de la ausencia de dos invitados, el fiscal general de la República y al presidente de la Suprema Corte de Justicia, justificó que no pudieron asistir indicando que antes esas cosas no pasaban con la siguiente frase matona: “tienen la arrogancia de sentirse libres” y no pude evitar comparar su lamento con el de Segismundo en La vida es sueño de Calderón de la Barca: “¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice! / Apurar, cielos pretendo, / ya que me tratáis así, / qué delito cometí / contra vosotros naciendo; / aunque si nací, ya entiendo / qué delito he cometido”.


@aldan

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Published on September 02, 2020 00:31

September 1, 2020

Alta política



En su conferencia matutina, Andrés Manuel López Obrador avisó que “hay una encuesta internacional en donde se mide a los jefes de Estados de los países y estoy en segundo sitio, en segundo lugar mundial y he caído por la pandemia dos puntos”, la irrelevancia de la aprobación ciudadana a la persona del presidente se demostrará, de nueva cuenta, con el análisis del anexo estadístico que deberá contener su segundo Informe de Gobierno; es en la percepción de la ciudadanía donde estas opiniones tienen peso y frenan o llevan a la participación pública.


Hasta los primeros años de este siglo, en América Latina, la gente tenía más confianza en sus Congresos que en el Poder Ejecutivo, con la llegada de López Obrador al poder, la evidencia empírica muestra que en México lo seguidores del presidente tienen mucha más confianza en López Obrador que en el Poder Legislativo o el Judicial. Reconocer la división de poderes como principio fundamental de la democracia y analizar la confianza ciudadana en sus instituciones, permite garantizar el funcionamiento adecuado entre los tres Poderes del Estado, alertar sobre un posible desequilibrio entre ellos, evitar el ejercicio autoritario de uno solo de esos poderes.


El zafarrancho que se armó en la Cámara de Diputados para decidir quién encabezaría su mesa directiva, pone en evidencia la codicia y ruindad de muchos seguidores de la Cuarta Transformación, de esos que llegaron a una representación popular bajo la sombra del proyecto e imagen de López Obrador. También revela la miseria ideológica de la oposición y su incapacidad para hacer política de una manera distinta a la que se hizo durante los regímenes anteriores.


El chapulineo de diputados de una bancada a otra, los préstamos de Morena al Partido del Trabajo y del Partido de la Revolución Democrática al Partido Revolucionario Institucional fue la moneda de cambio, no la negociación, no el seguimiento de las reglas sobre el funcionamiento de la Cámara. Hemos construido nuestro sistema con base en los partidos y quienes dicen representarnos no muestran ningún respeto por lo que aseguran representan, la intención del PT de convertirse en la tercera fuerza a través de sumar diputados de otro partido es igual de vergonzosa que la del PRD sumándose al PRI para repeler las ambiciones personales de un soldado de López Obrador, como se describió a sí mismo Gerardo Fernández Noroña.


No voy a calificar de imbécil a Fernández Noroña, aunque se lo merezca, porque indicar que sufre una perturbación mental podría esconder la perversidad de sus intenciones, cuando en conferencia de prensa argumentó que el PRI no debería encabezar la mesa directiva porque ante la ausencia de López Obrador podría asumir las funciones del presidente; empleó el miedo y la acusación irresponsable con una vieja lección de historia: “El PRI asesinó a su candidato a la presidencia de la República. El PRI asesinó a su secretario general. Son una pandilla de asesinos”; perverso, porque tras la aparente preocupación por la seguridad de López Obrador, le llevó la contraria para llevar agua a su molino: “Señor general, si tenemos ganada la plaza, ¿por qué quiere que se entregue a los conservadores? Presidente, se equivoca”.


Estas prácticas sinvergüenzas, los legisladores las califican como “alta política”.


Lo que considero más grave es que tras ese pomposo nombre lo único que se intenta es mantener a la sociedad lejos de la toma de decisiones, ocultando la forma en que debería funcionar su Congreso; los encendidos discursos que supuestamente defienden la legalidad o una causa sólo son una cortina que impide comprobar cabalmente la existencia de la representación proporcional, que la Junta de Coordinación Política es la verdadera mano que mece la cuna del Poder Legislativo y cuáles son las funciones de una mesa directiva, incluso para qué sirve un periodo de sesiones. 


La insuficiente educación cívica y política que recibimos los mexicanos provoca que nos alejemos de las reglas del juego y únicamente se critique de oídas, por costumbre, así se anula el ánimo por la participación, la descalificación que la clase política hace constantemente de la capacidad de los ciudadanos para comprender su juego, y las redes complejas de opacidad, generan desconfianza, un desequilibrio que sólo impulsa hacia el autoritarismo.


Coda. Del Catálogo de ideas fijas cuevanenses en Estas ruinas que ves de Jorge Ibargüengoitia: “HIMNO NACIONAL: el mexicano es el mejor del mundo, después de La Marsellesa, con la ventaja sobre ésta, de ser más marcial. Se dice ‘mexicanos al grito de guerra’, como pretenden algunos afeminados”.



@aldan

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Published on September 01, 2020 00:49

August 31, 2020

Derroche



El fin de semana comenzó la campaña de promoción del Segundo Informe de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, afectado por las medidas obligatorias de la sana distancia, el presidente hecho a andar la maquinita del dinero para publicitar sus logros, en sitios de internet y medios impresos ya está la campaña que exhibe su naturaleza ególatra, porque el discurso se concentra en su persona, su marca personal, los que él cree que ha logrado, no en lo que muestra la realidad de un país golpeado por la pandemia de coronavirus, la creciente inseguridad y la depresión económica.


De inmediato, los adversarios del presidente señalaron el gasto que su gobierno realizó calificándolo de incongruente a través de culpar a los medios de comunicación, periódicos en donde se publicó en una plana a color un anuncio en el que López Obrador declara que ya se acabó el derroche. 


Otra vez la discusión fue sobre la complicidad de los medios, no acerca de las reglas del gobierno para comprar publicidad, no sobre la ausencia de criterios transparentes y públicos para seleccionar en qué medios se incluía el anuncio. El gasto de cualquier gobierno no se puede discutir desde la pureza de la línea editorial, de nueva cuenta se confunde el oficio periodístico con la empresa que elabora una publicación o transmite noticias. Es irrelevante si se publicó a una plana entera el comercial del presidente en La Jornada, o si se colocó un banner en el sitio de Radio Fórmula, si sólo se concentra la discusión en el listado de medios que sí fueron beneficiados con la compra de publicidad, se acepta la idea de que el gobierno paga para que no le peguen.


La publicidad oficial debería estar desligada de la compra de criterios editoriales, eso es lo que se debería buscar, en ese contexto se vería de otro modo el acoso de la administración federal contra publicaciones que no le gustan, como la sanción a Nexos, ¿por qué unos sí y otros no? La insistencia de López Obrador en que no son iguales a otros gobiernos es una clara mentira, el manejo discrecional de los recursos destinados al rubro de publicidad es exactamente igual al de los regímenes anteriores, igual que al del gobierno de Enrique Peña Nieto comprando portadas de revistas para imaginarse como el salvador de México; tan lo sabe el presidente que, al igual que cuando habla del acto de corrupción de su hermano, intenta desviar la atención sobre el hecho con comparaciones, Pío López Obrador recibió dinero por debajo de la mesa, dinero que no fue reportado al INE y entregado, por decir lo menos, de manera sospechosa, es corrupción, porque no importa la cantidad, lo mismo con el pago para promocionar su imagen, no importa si gasta menos que los gobiernos anteriores, lo hace con la misma intención.


Además, señalar a los medios de comunicación como incongruentes por insertar el anuncio del gobierno, evade el asunto principal, la promoción personal que el presidente hace de sí mismo, en las inserciones aparece en primerísimo plano la imagen de Andrés Manuel López Obrador y un desordenado escritorio que intenta difundir la imagen de mucho trabajo, la pluma en la mano la dedicación, la camisa arremangada la intensidad de la jornada, como siempre el que todo lo puede con sólo decirlo. Sentencia que ya se acabó el derroche porque se avanza en el combate a la corrupción en el Gobierno Federal. 


El anuncio, se supone, es sobre el Informe de Gobierno, no requiere de la foto inmensa del presidente; el informe debería contener al menos un dato que refiriera la veracidad de la sentencia, no lo hay, como siempre, a López Obrador le basta con decir algo para creer que es verdad.


Coda. A los publicistas les encanta citar a Goebbels indicando que “una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”, no es así, López Obrador puede repetir miles de veces sus otros datos y el país seguirá derrumbándose.


@aldan

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Published on August 31, 2020 01:11

August 28, 2020

Realidad



Sin mucha sorpresa escucho decir a Héctor Aguilar Camín, espléndido cuentista y director de la revista Nexos, que por salud mental se niega a intentar comprender las decisiones del presidente Andrés Manuel López Obrador, lo anterior durante alguno de sus comentarios editoriales en los diversos medios en los que colabora. De primera instancia asiento, con tantas cosas en las que hay que pensar, con tanto por analizar, dedicar tiempo a descifrar qué fue lo que realmente quiso decir el presidente, es una tarea agobiante, titánica y que, ante los resultados, insuficiente para entender la realidad del país, el México en que vivimos no está en el discurso de López Obrador, él vive en una realidad alterna, la de los otros datos.


Leo, tampoco sin sorpresa, que un columnista al que respeto hace pública su intención de nunca más volver a dar espacio a lo que diga el presidente en su conferencia matutina, indica que ante el autoritario gesto de marcar el rumbo de la agenda del debate público con que López Obrador parlotea todas las mañanas, decide tomar un rumbo distinto, buscar los temas por otro lado, en otros actores. Estoy seguro de que le irá bien, de hecho, me considero tentado por la opción, lo mejor sería no hablar más de López Obrador.


Personal. A pesar de mi mismo, desde que López Obrador es presidente he perdido amigos, conocidos y familiares. Me han dejado de hablar, eliminado de sus contactos o me conceden los gestos burlones con que uno mira a una persona levantar el excremento de su perro sintiéndose que es quien manda en la relación. Me afecta porque, gracias a lo que pienso de la administración de cuarta de López Obrador, me he ganado (creo que sin merecerlo) que mi hermano me acuse de chayotero y ardido, aunque no he recibido dinero por mi criterio y tampoco me han ganado a la mala algo que pensara era mío; en todo caso, me siento defraudado, a pesar de que no voté por López Obrador en la última elección, creo en el sistema democrático en desarrollo de este país, estoy convencido de que ganó y que es el presidente de todos los mexicanos; por esa misma razón, me siento estafado cuando en las mañaneras pinta un país que no existe y acude a los extremos para polarizar las opiniones.


Dejar de hablar del presidente, bloquear sus publicaciones, no hacer eco de sus disparates, no volver a señalar que es un maestro de la comunicación política y compararlo con un merolico podría ser una opción para mejorar mi vida social, para restañar los lazos familiares; sobre todo si considero que también me considero defraudado por las opciones de oposición que hay en el país, cuando pienso y he escrito que lo peor que pueden hacer es concentrar sus ataques en los dichos del presidente, cuando me prende que imbéciles como los del Frena basen su plataforma en atacar al presidente, o cuando observo a cualquier politiquillo subirse al huacal de la superioridad moral y perorar con interés propio en contra del presidente, sin ninguna propuesta, siguiendo ciego y desenfrenado el camino del ataque que parece valiente, pero en el fondo es un cínico round de sombra.


No podemos dejar que López Obrador se apropie de la agenda nacional en las mañaneras, dicen, pero quienes aseguran eso no están escuchando con atención, López Obrador no impone agenda alguna, sólo se exhibe a sí mismo como el mentiroso que es. Si el propósito de su conferencia matutina es marcar los temas de importancia, eso no se traduce en los titulares noticiosos, por el contrario, la realidad se le impone, así ha sido cuando se le pregunta por los feminicidios y el presidente obvia el tema para vender cachitos de lotería… así de pequeño es el presidente, así de vergonzosa es su salida ante los temas que importan.


López Obrador no logra imponer sus intereses a la realidad, sus otros datos no desmienten los datos del Producto Interno Bruto, las pérdidas de empleo, el aumento de la violencia de género, un país que se está yendo al carajo a pesar de las buenas intenciones. La complicidad de los lameculistas constantes, los tetratransformistas a ultranza, esos que todo lo justifican, no pueden ocupar el espacio de la discusión pública, a ellos hay que oponer el señalamiento constante, sin importar cuán reiterativo se pueda ser, porque, a fin de cuentas, seguimos viviendo en este lado de la realidad-


Coda. De La canción de amor de J. Alfred Prufrock, de T.S. Eliot, porque estoy convencido, de alguna manera, que se relaciona con lo que escribí:

(Dirán: “¡Pero mira sus brazos y sus piernas, cuán delgados!”)

¿Me atrevo

A perturbar el universo?

En un minuto hay tiempo

Para decisiones y revisiones que un minuto revoca luego.


@aldan

Bajo presión, mi columna en LJA.MX
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Published on August 28, 2020 00:58

August 27, 2020

Manipulación



Acerca de la confusión, a propósito, del presidente Andrés Manuel López Obrador entre comunicación oficial, publicidad gubernamental y gastar dinero para obtener alabanzas, el chayote, un amigo que fue mi maestro, Julio César Castrejón, tuvo a bien recordarme que en otras partes del mundo aún se mantiene la discusión acerca del “financiamiento de medios de comunicación por parte del Estado con criterios básicos que no sólo tienen que ver con la penetración o rating sino con publicaciones especializadas que son muy necesarias para algunos sectores, esto lo hace el Estado (no los gobiernos) para fomentar la cultura, el conocimiento y acercar a sus pueblos con otras naciones en un sano intercambio intelectual”.


Justo con esa idea es que mencionó la diferencia entre invertir y gastar en medios, cuando el presidente habla del financiamiento a los medios de comunicación siempre señala dos extremos, el corrupto: la compra de voluntades, la prebenda, el chayote; y el bueno: garantizar el derecho a informar. Nada que ver con el financiamiento a los medios ni con la inversión en ellos.


Ambas ideas son discutibles, ¿debe financiar el Estado a los medios impresos? Muchos usuarios de bibliotecas públicas tuvimos acceso al acervo hemerográfico de revistas antiguas o recientes gracias a la compra que se hace de esos medios, basta ese ejemplo; la decisión de qué tipo de impresos se adquieren reside en un grupo de ciudadanos, con base en criterios establecidos en la satisfacción, ampliación del conocimiento y gustos del lector, elige lo que lleva a los estantes.


La inversión en comunicación oficial tiene otros propósitos, cuando en las conferencias matutinas del presidente se hace referencia a este gasto, invariablemente se menciona la práctica corrupta de repartir dinero entre periodistas, confundiendo a propósito la compra de espacio para los comunicados oficiales con la adquisición de criterios.


Por esas mismas razones, López Obrador se niega a impulsar leyes que regulen el gasto en comunicación social, a lo que agrega otra confusión, el presidente invariablemente indica que la prensa se debe autorregular, pero refiriéndose al periodismo como empresa y no como actividad, confunde complicidad y silencio con el respeto a la ética periodística. A pesar de su insistencia en que no son iguales a los otros regímenes, esa forma de pensar la relación con la prensa es idéntica al “no pago para que me peguen” de José López Portillo o el “ya sé que no aplauden” de Enrique Peña Nieto.


El cambio prometido, el de régimen, incluiría no una regulación de los contenidos de los medios, para eso la prensa se debe bastar a ella misma en consenso con sus lectores, sí el establecimiento de criterios para adquirir publicidad oficial, no solamente las licitaciones, que son forma, sino el fondo: verificación de circulación y de alcance, por lo menos, que puede tener el mensaje que desde el gobierno se quiere circular entre los lectores.


La transformación prometida no pasará por esa revisión, si bien en este momento a López Obrador le funcionan sus índices de aprobación y su influjo en las benditas redes para vender su administración como la de un cambio, sabe que tarde o temprano puede necesitar echar mano de sus amigos de la prensa.


Los “periodistas” de la primera fila, a esos a los que se les otorgan doctorados y se les festeja ya le señalaron el camino, pues esos mismos asistentes a la conferencia matutina se quejan de la lista de presuntos periodistas que recibieron chayotes en sexenios anteriores, pero se lamentan no porque se haya desperdiciado dinero, sino porque no les ha tocado, y cada vez que pueden, se lamentan de que a ellos, los medios alternativos, sólo les ha tocado un banner.


Coda. Mientras pensaba este texto, en la radio escuché que le adjudicaban al escritor Philip K. Dick la siguiente frase: “la herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si puedes controlar el significado de las palabras, puedes controlar a la gente que debe usar las palabras”, busqué la referencia sin encontrar en Ubik, Confesiones de un artista de mierda, El hombre en el castillo y hasta en la biografía que escribió Emmanuel Carrère: Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, sin embargo, sí me parece algo que haya podido escribir Philip K. Dick y que aplica al grandísimo merolico que es López Obrador.


@aldan

Bajo presión, mi columna en LJA.MX
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Published on August 27, 2020 00:32