Derroche
El fin de semana comenzó la campaña de promoción del Segundo Informe de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, afectado por las medidas obligatorias de la sana distancia, el presidente hecho a andar la maquinita del dinero para publicitar sus logros, en sitios de internet y medios impresos ya está la campaña que exhibe su naturaleza ególatra, porque el discurso se concentra en su persona, su marca personal, los que él cree que ha logrado, no en lo que muestra la realidad de un país golpeado por la pandemia de coronavirus, la creciente inseguridad y la depresión económica.
De inmediato, los adversarios del presidente señalaron el gasto que su gobierno realizó calificándolo de incongruente a través de culpar a los medios de comunicación, periódicos en donde se publicó en una plana a color un anuncio en el que López Obrador declara que ya se acabó el derroche.
Otra vez la discusión fue sobre la complicidad de los medios, no acerca de las reglas del gobierno para comprar publicidad, no sobre la ausencia de criterios transparentes y públicos para seleccionar en qué medios se incluía el anuncio. El gasto de cualquier gobierno no se puede discutir desde la pureza de la línea editorial, de nueva cuenta se confunde el oficio periodístico con la empresa que elabora una publicación o transmite noticias. Es irrelevante si se publicó a una plana entera el comercial del presidente en La Jornada, o si se colocó un banner en el sitio de Radio Fórmula, si sólo se concentra la discusión en el listado de medios que sí fueron beneficiados con la compra de publicidad, se acepta la idea de que el gobierno paga para que no le peguen.
La publicidad oficial debería estar desligada de la compra de criterios editoriales, eso es lo que se debería buscar, en ese contexto se vería de otro modo el acoso de la administración federal contra publicaciones que no le gustan, como la sanción a Nexos, ¿por qué unos sí y otros no? La insistencia de López Obrador en que no son iguales a otros gobiernos es una clara mentira, el manejo discrecional de los recursos destinados al rubro de publicidad es exactamente igual al de los regímenes anteriores, igual que al del gobierno de Enrique Peña Nieto comprando portadas de revistas para imaginarse como el salvador de México; tan lo sabe el presidente que, al igual que cuando habla del acto de corrupción de su hermano, intenta desviar la atención sobre el hecho con comparaciones, Pío López Obrador recibió dinero por debajo de la mesa, dinero que no fue reportado al INE y entregado, por decir lo menos, de manera sospechosa, es corrupción, porque no importa la cantidad, lo mismo con el pago para promocionar su imagen, no importa si gasta menos que los gobiernos anteriores, lo hace con la misma intención.
Además, señalar a los medios de comunicación como incongruentes por insertar el anuncio del gobierno, evade el asunto principal, la promoción personal que el presidente hace de sí mismo, en las inserciones aparece en primerísimo plano la imagen de Andrés Manuel López Obrador y un desordenado escritorio que intenta difundir la imagen de mucho trabajo, la pluma en la mano la dedicación, la camisa arremangada la intensidad de la jornada, como siempre el que todo lo puede con sólo decirlo. Sentencia que ya se acabó el derroche porque se avanza en el combate a la corrupción en el Gobierno Federal.
El anuncio, se supone, es sobre el Informe de Gobierno, no requiere de la foto inmensa del presidente; el informe debería contener al menos un dato que refiriera la veracidad de la sentencia, no lo hay, como siempre, a López Obrador le basta con decir algo para creer que es verdad.
Coda. A los publicistas les encanta citar a Goebbels indicando que “una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”, no es así, López Obrador puede repetir miles de veces sus otros datos y el país seguirá derrumbándose.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MX


