Edilberto Aldán's Blog, page 62
August 26, 2020
Confusión
Se equivoca Andrés Manuel López Obrador cuando asegura que su gobierno tiene que destinar cierta cantidad de dinero para “garantizar el derecho a informar” porque en la misma parrafada confunde la adquisición de ejemplares de medios impresos y la licitación de contratos publicitarios para asegurar espacios para los mensajes gubernamentales, con la práctica corrupta de entregar dinero a los dueños de los medios, periodistas o columnistas a cambio de su opinión. Invertir en publicidad oficial no es lo mismo que gastar en comprar voluntades. Se equivoca porque garantizar el derecho a la información no se relaciona en absoluto con la publicidad gubernamental.
No es sutil la diferencia entre invertir y gastar, el presidente la olvida a propósito cuando se refiere a lo que un gobierno destina a publicidad gubernamental con el ejercicio de la libertad de expresión; en eso no está solo López Obrador, en todos los órdenes de gobierno quienes se encuentran en el poder prefieren pensar su relación con la prensa como un contrato personal para que hablen bien de los individuos antes que difundir las tareas y mensajes de los gobiernos.
Sostengo que la confusión de López Obrador sobre para qué invertir en comunicación es a propósito, el presidente ya desdeñó los tiempos oficiales que tenía el gobierno en radio y televisión con el pretexto de que él tiene la mañanera; con esa reducción dejó a las instituciones que conforman el gobierno sin espacios para difundir su mensaje, no importa si el Poder Judicial o el Legislativo tienen algo que informar, López Obrador cuenta con su conferencia matutina para decir lo que él quiera; tampoco importa que a las campañas de prevención de la salud, contra la violencia de género, las educativas, de participación ciudadana o a los informes de Protección Civil se les restrinja el acceso a los “tiempos oficiales”, porque lo único que cuenta es lo que el presidente quiera decir.
Tampoco es sutil la diferencia entre comunicación oficial y publicidad gubernamental, los gobiernos de todos los órdenes lo saben, sus oficinas de comunicación tienen como misión difundir el trabajo de las administraciones (federal, estatal y municipal) entre la ciudadanía para mantenerlas informadas, desde la notificación de una decisión gubernamental, el establecimiento de una política pública hasta avisos sobre las campañas relacionadas con los servicios básicos; las oficinas de comunicación social responden al reclamo ciudadano de transparencia y rendición de cuentas.
Que los gobiernos decidan gastar dinero público en la promoción de los individuos es un error, es una práctica corrupta, un engaño, promocionar la entrega de tinacos de manos de un presidente municipal, la oferta de apoyos a través de un gobernador, por ejemplo, intenta personificar en individuos los resultados de las acciones de un gobierno; ningún individuo tiene el derecho de abrogarse los actos que son responsabilidad de los colectivos que administran.
No se puede defender la publicidad gubernamental con el pretexto de que garantiza la libertad de expresión o el derecho a la información, eso es obviar que las oficinas de comunicación social no están cumpliendo con la tarea para la que fueron establecidas, mantener en el imaginario que todo gasto en difusión e información es un chayote.
A López Obrador le conviene la confusión, sólo él tiene el derecho al micrófono.
Coda. En El vendedor de silencio, Enrique Serna noveló la vida de Carlos Denegri, en los primeros capítulos, ese periodista se encuentra con un secretario de Estado del que tenía información suficiente como para “hundirlo: sesenta cuartillas que lo involucraban en peculados, fraudes a la nación y contubernios con empresas”, pero Denegri decide no emplearla porque “ese pájaro de cuenta le pagaba una iguala de cinco mil mensuales, facturados como ‘servicios de difusión’ en Publicidad Denegri, la empresa fantasma que había montado para lavar dinero”, concluye el columnista que no revelará nada, pero “Ya va siendo hora de aumentarle la tarifa, pensó. Con la iguala apenas me pagas los elogios, pero mi silencio te sale gratis”. Así ve el presidente a los periodistas, así trata la clase gobernante a los medios, como sus encubridores.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXAugust 25, 2020
Servicio
La arremetida de la administración federal en contra de la revista Nexos no puede ser reducida a si es o no un ataque a la libertad de expresión, esas simplificaciones otorgan a los tetratransformistas la simplicidad de un argumento (conmigo o contra mí) para continuar la defensa ciega del presidente Andrés Manuel López Obrador y su fascinación por la falta de crítica. La revista ha publicado una relatoría de la hostilidad de la Secretaría de la Función Pública, que el lector acuda a ella y decida, por el bien de la lectura de comprensión se permita recorrer los argumentos y revise las pruebas, sobre todo que atienda el llamado que hace a los lectores: “si quieres apoyar nuestro trabajo te invitamos a suscribirte a la edición impresa”.
Ningún medio sobrevive sin el apoyo de sus lectores pero tampoco los medios están obligados a satisfacer la voluntad única de un solo lector porque se transforma en propaganda y se aleja de la función social a la que están obligadas los medios de comunicación.
Cuando se habla de periodismo, se debe tener clara la distinción entre la empresa periodística y el trabajo periodístico, que es un servicio. El modelo de negocios que siga cualquier empresa para poder realizar su producto es criticable, pero sobre todo se debe cuestionar si la obtención de fondos, especialmente del erario, se basa en la manipulación de la información.
En La guerra del futbol y otros reportajes, Ryszard Kapuściński señala que “El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Hablo, obviamente, del buen periodismo”, y el periodismo pensado como servicio o es bueno o simplemente no es, es propaganda.
Quien quiera apoyar a Nexos está en todo su derecho, yo me cuento entre los lectores que ha formado esa revista, lo considero una obligación; quien no lo quiera hacer, sólo se le pediría que no evidenciara su mezquindad festejando la hostilidad de quienes se sienten afectados por el trabajo periodístico que hace esa revista. Sé que es mucho pedir, porque para los tetratransformistas todo aquello que no tenga el visto bueno dictado por quien nos gobierna es descalificado.
Apenas en estos días, la revista Proceso decidió terminar su relación con John Ackerman y el esposo de la titular de la Función Pública volvió a utilizar las redes sociales para acusar de censura. Jorge Carrasco, el director de la revista lo calló en una tercia de tuits:
1) @Proceso hace periodismo, @JohnMAckerman El proyecto político es el tuyo. Como te lo dije cuando hablamos, tus declaraciones sobre el "periodismo sicario" no pueden ser compartidas por esta casa editorial.
2) ¿Hablas de censura? Te molestaste por la manera en que @proceso se refirió a tí en una publicación y usaste las páginas para defenderte. También reclamaste, destemplado, las fotografías que publicamos sobre la secretaría de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, tu esposa
3) No te confundas. El periodismo de @proceso no se suma a ningún interés político. Ni al tuyo ni a ningún otro. Bien sabes lo que dicen los opositores a tu proyecto desde que, en una más de sus batallas por el acceso a la información, pidió las boletas de la elección de 2006.
A eso me refería cuando escribo que el periodista no debe poner al servicio de una sola facción sus textos; como servicio, el periodismo trata de cumplir con principios éticos para con su lector, ni se erige en poder para pelear con ni en sirviente para adular.
Coda. La Unesco elaboró un código universal de ética periodística, son diez postulados que aquí intento sintetizar:
I. El derecho de la gente a la información veraz.
II. La dedicación del periodista a la realidad objetiva.
III. La responsabilidad social del periodista, entender la información como bien social y no como un producto.
IV. La integridad profesional del periodista.
V. Promoción del acceso del público a la información y a su participación en los medios.
VI. Respeto a la intimidad y a la dignidad humana.
VII. Respeto por el interés público.
VIII. Respeto por los valores universales y la diversidad de culturas.
IX. Compromiso ético del periodista para abstenerse de justificar las guerras, la carrera armamentista y toda forma de violencia, odio o discriminación.
X. Promoción de un nuevo orden de información y de comunicación mundial.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXAugust 24, 2020
Saturación
La queja de Todos son iguales con que se descalifica a la clase política esconde entre sus componentes un salvoconducto que disculpa la falta de interés de las personas por ejercer su ciudadanía, la justificación para participar activamente en la toma de decisiones y diseño de las políticas públicas. La queja se relaciona con el hartazgo que produce la inercia de la impunidad que no resuelve los actos de corrupción, en el México de no pasa nada, las historias de pillerías y crímenes se repiten de forma constante y pareciera que no hay solución.
La descalificación de la clase política sirvió en su momento para, en un sistema de partidos, ayudar a ganar la confianza de la sociedad para figuras públicas con deseo de participar en las elecciones que antes que cualquier otra cosa, intentaban marcar su distancia con quienes habían llegado al poder para servirse de él. La aparición de los independientes fue el momento estelar de este discurso y, casi de inmediato, demostró que es una frase hueca, porque no es que todos los políticos sean iguales, porque no encuentro mejor deseo que todo aquel que desempeñe un cargo público haga política para resolver los problemas que nos abruman y detienen el arribo a un estado mejor para todos.
Entonces no es que todos sean iguales, es que los corruptos y criminales, tabula rasa, ellos sí cometen sus atrocidades por motivos distintos, en contextos diferentes, de grados variables, pero con un factor que los unifica, la violación de los derechos de los otros, un egoísmo que va desde el impulso insaciable de la avaricia hasta el ejercicio brutal de la violencia.
Cada vez con más frecuencia escucho que hay quienes ya no buscan informarse en los medios por que los abruma el exceso de información sobre los mismos casos, la repetición de esos excesos, y la impunidad, los satura porque todo parece repetirse; no es como ocurre con la infodemia, donde el exceso de fuentes y distintas propuestas, terminan por desorientar a quien busca enterarse; quienes a propósito ya no buscan informarse porque les afecta el estado de ánimo, están renunciando a formar parte del colectivo, con el pretexto de que se haga lo que se haga, todo va a seguir igual.
Culpar al malestar que provoca la saturación nos separa del análisis de la vida pública y la posibilidad de actuar, de la misma manera que el creer que todos los políticos son iguales nos disculpa de nuestra obligación de la rendición de cuentas.
Mientras sostengamos que se haga lo que se haga, desde quejarse hasta denunciar, nada en el país va a cambiar, estaremos condenados a ver cómo aumenta la impunidad, pues el estado anímico individual no debería ser la excusa para la renuncia a nuestros derechos y obligaciones como ciudadanos.
Pienso en esto mientras veo el esfuerzo de los gobiernos de todos los niveles por informar sobre el regreso a clases pero no a las aulas y los millones de niños que se deberán sentar frente al televisor, creo que el ejercicio de difusión se puede mejorar, que antes que pensar en no inscribir a los niños a la escuela y dar por perdido este año escolar se pueden hacer muchas cosas, pero requiere de la participación sobre la marcha para resolver un conflicto para el que nadie estaba preparado y, justo por eso, se tiene que resolver buscando las formas en que quedemos menos afectados; el análisis que se pueda hacer del trabajo de los gobiernos por informar sobre el regreso a clases es inútil cuando miles de padres no se interesan en la propuesta y lo dicen en voz alta, contagiando con su saturación a otros, pero ni siquiera se han tomado la molestia de estar informados sobre las opciones que se ofrecen.
Descalificar con el todos son iguales sólo nos lleva a la ceguera de creer que hay un destino escrito e inamovible al que estamos condenados y en el cual no tenemos ninguna responsabilidad.
Coda. En su explicación a los actos ilegales en que está involucrado su hermano y un funcionario de su gabinete, el presidente Andrés Manuel López Obrador se apuró a señalar que no, no eran iguales a los de antes. En su video dominical se tomó un largo tiempo para elucubrar sobre las inmensas cantidades de dinero con que se sobornó a funcionarios de sexenios pasados, para enseguida intentar compararse con Francisco I. Madero y señalar que el acto ilegal de Pío López Obrador y David León Romero no es corrupción, sino cooperación. El presidente acusó a sus adversarios de intentar detenerlo, a él, exhibiendo a su hermano, tras señalar que las cantidades no se parecen en nada a las de la denuncia de Emilio Lozoya, acepta que “de todas maneras es dinero”, es decir, admite que es un acto ilegal. “Con estos acontecimientos comprendo que los que deseábamos un cambio, nada debíamos esperar de arriba”, escribió Francisco I Madero en La sucesión presidencial en 1910. No, no todos los políticos son iguales, los corruptos sí.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXAugust 21, 2020
La corrupción somos todos
El reportaje presentado por Carlos Loret de Mola sobre la entrega de dinero al hermano del presidente, Pío López Obrador, por parte de David León Romero, es devastador, pone en entredicho la honradez de uno de los funcionarios al que el Gobierno Federal más había presumido; es un golpe fulminante al discurso de lucha contra la corrupción; engorda el discurso a los adversarios de la Cuarta Transformación y sirve para que aquellos a quienes el presidente ha señalado como enemigos (perdonados y todo) se mofen de Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, sostengo que por más que se difunda la investigación del periodista, no hará mella a la investidura presidencial y, por la reacción inmediata de la oposición, el presidente saldrá bien librado de esta situación, en demérito de la vida democrática del país y la necesaria rendición de cuentas y transparencia de las instituciones.
David León Romero, quien había sido nombrado al frente de la empresa Distribución y Abasto de Medicamentos, Vacunas y Equipos Médicos, que supuestamente se iba a encargar de acabar con el problema de desabasto en el sector salud, será la pieza a sacrificar por el gobierno, desde ayer mismo, el funcionario validó la autenticidad de las grabaciones, declaró que sí había entregado dinero al hermano del presidente para apoyar a Morena, recolectando “recursos entre conocidos para la realización de asambleas y otras actividades”, además anunció que no tomaría protesta como integrante del equipo de la Secretaría de Salud; su cabeza rodará porque Carlos Loret de Mola indicó que esos videos fueron grabados por el propio David León Romero, y esa es alta traición a la confianza de López Obrador, es difícil encontrar una justificación para cometer esa imprudencia, pues se supone que ellos, los de la Cuarta Transformación, no son iguales a los de antes, a los que Emilio Lozoya tenía que grabar para que se viera cómo lo obligaban a corromperse.
Ahí quedará, aseguro, porque es un caso similar a la grabación de René Bejarano amarrando con ligas los fajos de billetes, hoy, quien fuera secretario particular de López Obrador sigue en la arena política, trabajando para Morena desde afuera y sirviendo a los intereses del presidente, quien ganó las elecciones a pesar de los escándalos en que estuvieron involucrados los de su círculo íntimo.
Lo anterior desde la Cuarta Transformación, unos cuantos puntos de descenso en la popularidad y ya; lo más grave me parece la respuesta de la oposición, quienes de inmediato calificaron al reportaje como la respuesta de Carlos Loret de Mola, como el contraataque de los adversarios al discurso opaco y reiterativo de López Obrador.
En el mundo sin matices desde el que la oposición no logra conformarse para proponer salidas a las crisis provocadas por el gobierno de cuarta, se considera la difusión del video como una respuesta a las acusaciones de Emilio Lozoya. El expresidente Felipe Calderón escribió en un tuit “Dime de qué presumes, y te diré de qué careces”, en relación con la entrega de dinero a Pío López Obrador y con ello marca la narrativa con que será discutido este acto de corrupción: también los de la Cuarta Transformación son corruptos.
Lo que muestra el recibo de dinero por parte de Pío López Obrador o la facilidad con que Emilio Lozoya acusa a 17 personas en actos de corrupción es que el sistema está diseñado de tal manera que nadie puede escapar a la perversión y la avaricia; la búsqueda de justicia, la rendición de cuentas, se debería enfocar no a cortar cabezas, a sacrificar chivos expiatorios, sino a la sanación del sistema político mexicano. Mantener el discurso lopezportillista de la corrupción somos todos nos deja, como país, indefensos ante los poderes fácticos que mecen la cuna, relegan de su responsabilidad a las instituciones y nos dejan indefensos como ciudadanos, víctimas de un poder superior que todo lo corrompe.
Coda. En casa del jabonero, el que no cae, resbala, o como describió Jorge Ibargüengoitia en un artículo incluido en Instrucciones para vivir en México y escrito hace medio siglo en las páginas de Excélsior: “¿Qué es lo que piensa la gente del sistema político en que vivimos? Lo mismo que pensaba hace seis o hace 46 años: Que el poder corrompe y que el que se mete en la política acaba corrompido”.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXAugust 20, 2020
La caricia y el toro
Pocas novelas reflejan con tanta energía, belleza y crueldad la sumisión de la clase política a una sola persona como La sombra del caudillo de Martín Luis Guzmán, en uno de sus pasajes el Olivier Fernández intenta explicarse cómo es que el presidente podría ganar la preferencia del Congreso para su candidato a la presidencia, “Total: que a poco de darle vueltas al asunto, vino, con su cinismo característico, lo que el propio Caudillo le había dicho, en ocasión bien diversa, dos años antes: ‘En México, Olivier, no hay mayoría de diputados o senadores que resista a las caricias del Tesorero General’”, una versión elegante de los cañonazos de 50 mil pesos de Álvaro Obregón o el dicho popular Con dinero baila el perro.
Sabe Quevedo que “Con su fuerza humilla al cobarde y al guerrero” ese poderoso caballero que es Don Dinero, que doblega cualquier voluntad, como parece que queda expuesto ante la filtración de las acusaciones de Emilio Lozoya Austin, quien con tal de salvar a su familia y a sí mismo, no ha dudado en exhibir a decenas de políticos mexicanos acusándolos de recibir sobornos. El exdirector de Pemex deja claro que revelará cómo mediante la entrega de recursos Odebrecht obtuvo favores del gobierno mexicano, se acusa de corrupción a tres expresidentes: Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto; además de titulares de secretarías de Estado como Luis Videgaray, José Antonio Meade, José Antonio González Anaya; legisladores como Ricardo Anaya Cortés, Ernesto Cordero, Francisco García Cabeza de Vaca, Francisco Domínguez Servién, Salvador Vegas Casillas, Jorge Luis Lavalle Maury; incluso a la periodista Lourdes Mendoza.
El gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, sentenció lo que vale la denuncia de Lozoya Austin: “ha aportado sólo sus dichos que valen lo que su prestigio: nada”, y eso es lo que no se tiene que perder de vista, la necesidad de hacer justicia para impedir la impunidad. Los favores electorales que pueda obtener Morena no tendrían que forzar el linchamiento mediático de los implicados, tampoco en la defensa de la honra pública eximir a los acusados sólo porque son las declaraciones de un corrupto reconocido. Lo que está en juego es el juicio a la corrupción sistémica que define el comportamiento de la clase política nacional.
Sí es un momento clarísimo para definiciones que permitan limpiar la política nacional, si se resuelve a favor de lo que beneficie a un grupo u otro, el trofeo no puede ser la oportunidad de cazar cabezas, se estará perdiendo la oportunidad de sancionar las prácticas corruptas, de clarificar que la descomposición no es resultado de un comportamiento individual, que las mafias en el poder no son un grupo de malvados que complotan para saquear al país sino una infraestructura que devora y permite el saqueo.
Las revelaciones de Lozoya Austin conceden, como nunca, la razón al presidente Andrés Manuel López Obrador, combatiendo la corrupción se resuelven muchos de los problemas del país, por eso, más allá de los beneficios electorales o de imagen para el presidente, estos sobornos tienen que ser clarificados con la mayor transparencia, por mucho que la audiencia quiera ver sangre, si esto queda en simple cacería de brujas el resultado puede ser devastador para limpiar el sistema, si uno solo los implicados por el exdirector de Pemex demuestra que Lozoya Austin miente para salvarse y ahí queda el juicio, el andamiaje institucional que permite la corrupción quedará en pie, listo para seguir siendo usado para escalar por quienes sólo buscan el poder para servirse.
Coda. Héctor Aguilar Camín describe que hay dos Álvaros Obregón, “uno suntuoso y con frecuencia fallido orador que se envuelve en los tules retóricos del patriotismo y la celebración emocionada de los destinos de México, en cuyo servicio se milita sin otro límite que el de las propias fuerzas. Otro, mucho más sabio, contundente y atractivo, es el que resume en privado los conocimientos de su caudillaje en el medio corrupto y cínico de la política postrevolucionaria, el que acuña aforismos perdurables que autorretratan el impulso profundo de una inteligencia: ‘No hay general que resista un cañonazo de 50 mil pesos’ o ‘Un pendejo con iniciativa es más peligroso que un toro bravo’. Entre esas dos realidades, pero sobre todo en la segunda, oscila y se ejerce la pasión fundamental del caudillo, la pasión del poder y del mando”. El servicio que las acusaciones de Lozoya Austin hacen a la Cuarta Transformación se pueden resumir así: la caricia y el toro.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXAugust 19, 2020
Privilegiados
Una poeta que admiro solicitó ayuda a través de Twitter, requería consultar la primera edición de Pasado en claro de Octavio Paz, la de 1975 publicada por el Fondo de Cultura Económica. En esa red debe haber miles de personas lectoras y especialistas que pudieron haber atendido la solicitud, pasaron algunos minutos y –al menos públicamente, al menos con la velocidad a la que internet nos condena– no vi que se le respondiera, así que fui a uno de los libreros para verificar que cuento con esa edición. Me puse en contacto con ella y me puse a sus órdenes. Con los recursos que tenía a la mano escaneé mi edición, armé un archivo pdf y se lo envié por correo. No indagué más sobre sus intenciones porque estoy convencido de que algún día leeré un texto revelador acerca de las modificaciones que el poeta hizo entre versiones del mismo poema.
En Obra poética (1935-1988) de Seix Barral, los primeros cinco versos de Pasado en claro son los siguientes:
Oídos con el alma,
pasos mentales más que sombras,
sombras del pensamiento más que paso
por el camino de ecos
que la memoria inventa y borra:
En la primera edición, el poema de Octavio Paz tiene una ligerísima variación en el tercer verso: “sombras del pensamiento más que pasos,”, eso es todo, al menos lo que yo “descubrí”, porque suelo cotejar los cambios que el autor realiza entre versiones. Me constan, por ejemplo, las múltiples correcciones que José Emilio Pacheco realizó en cada Tarde o temprano, modificaciones, cambios o anulaciones, lo sé porque anoto el hallazgo sobre cada una de las impresiones. Es uno de los privilegios que ejerzo como lector, así fui enseñado por quienes considero mis maestros.
La primera edición de Pasado en claro se terminó de imprimir el 25 de agosto de 1975, se tiraron 2 mil ejemplares y estuvo al cuidado de Adolfo Castañón y Ana María Cama, cuando salió al mercado yo tenía cuatro años y no sabía leer, no había comprado ningún libro, aún; tengo un ejemplar por mi obsesión de coleccionista de instantes, recuerdo preciso el momento en que me encontré con el libro, las razones por las que lo adquirí, el deleite con que comparé las versiones, el placer que siento cuando reviso los libros que tengo y confronto las anotaciones que hago. Leer es un placer solitario, así lo asumo, y no me arrepiento de mis manías.
Tengo clarísima la posición de privilegio desde donde escribo y leo, la primordial: sé leer, pude ir a la escuela, tuve un trabajo que me permitió ganar lo suficiente como para convertir en vicio las librerías de viejo en búsqueda de algún hallazgo, todavía más, para poder convertir el libro en un archivo pdf, cuento con los recursos que me permiten escanear y transmitir ese documento, creo que el privilegio mayor es que parece que entiendo algo de lo que estoy haciendo y leyendo, además, cuento con la certeza de que esa serie de acciones serán benéficas o al menos placenteras para más personas, pues tengo fe en lo que la poeta descubra y ponga por escrito en su texto.
A propósito, he sido omiso sobre la definición con que la RAE incluye en su diccionario la palabra “privilegio”, porque así es como ahora, sobre todo en redes sociales, se calla a los otros, se les niega la posibilidad de expresarse y se desestima cualquier cosa que haga acusándolos desde la altura del tabique de su autoridad moral. Hace unos días se comenzó a promocionar una serie producida por Diego Luna que se transmite por un servicio de streaming en la que el actor intenta abordar diversos temas de actualidad, en redes, de inmediato se le acusó de aprovechar su condición de privilegio y en hacerlo todo mal porque degusta “una cata de infusiones alcohólicas sibaritas mientras de telón de fondo existen feminicidios, aborto, destrucción del ecosistema y otros temas”, escribió Joselo Ruelas en EMEEQUIS.
Gran pecado, se desestima la serie Pan y circo no por los temas que se abordan, sino porque se realiza desde el privilegio, eso basta para que no se le conceda la palabra, sobre todo desde los prejuicios de clase, Diego Luna se debe callar porque no está consciente de que propone desde una condición que se asume superior, que incluye poder y dinero, sobre todo eso, porque al acusarlo de ejercer desde el privilegio, lo primero y único que se indica, es que no cumple con los requisitos que quienes sí saben de lo que habla le imponen, ¿cuáles?, no importan, acusar de “privilegio” basta para que la turba grite en contra, ciega a sus propios prejuicios clasistas, negada a la mínima reflexión.
No terminé de ver Pan y circo, me aburrió, no porque estuviera producida desde el privilegio, sino por la conducción pachanguera que no logra dar relevancia a los temas y hacer lucir a sus invitados.
Coda. “Autopsicografía”, de Fernando Pessoa, por los fingidores posarosos:
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que de veras siente.
Y quienes leen lo que escribe,
sienten, en el dolor leído,
no los dos que el poeta vive
sino aquél que no han tenido.
Y así va por su camino,
distrayendo a la razón,
ese tren sin real destino
que se llama corazón.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXAugust 18, 2020
Conversación
En el Liminar de La llama doble, Octavio Paz se reprocha por haber abandonado el manuscrito de ese ensayo, narra las distracciones diversas que le impidieron desarrollar su idea, hasta que al final, salvando el obstáculo de ser un poco ridículo por, al final de sus días, realizar un libro sobre el amor, comenzó a escribir con una suerte de alegre desesperación, para nuestra fortuna, al menos para la mía, porque he vuelto a sus páginas con la conciencia de que el amor en pareja es una de las conversaciones que hemos abandonado, o al menos relegado hasta resolver las añejas diferencias entre mujeres y hombres, no como géneros que deban luchar entre sí, sino como punto de partida para conformarse personas y ser amantes.
Vuelvo a La llama doble con el pretexto de la pandemia, el encierro obligado nos otorga el tiempo necesario para fustigarnos con el látigo de nuestras obsesiones, una de las mías es la ausencia de diálogo, dónde y por qué abandonamos las necesarias conversaciones esclarecedoras sobre nuestra condición. En México se declaró la emergencia sanitaria apenas unos días después de que las mujeres tomaran la calle y se manifestaran, cuando iban a demostrar el peso que tienen en la economía; estaba convencido que a esos dos días de marzo continuarían retomar las múltiples charlas interrumpidas, desde las más trascendentales hasta las del ámbito privado; no fue así, las muertes y contagios por Covid-19, la necesaria recuperación económica, mantienen nuestra atención en otros asuntos.
Mi obsesión entonces, la vuelco en la relectura de La llama doble. Escribe Paz: “Todos los días oímos esta frase: nuestro siglo es el siglo de la comunicación. Es un lugar común que, como todos, encierra un equívoco. Los medios modernos de transmisión de las noticias son prodigiosos; lo son mucho menos las formas en que usamos esos medios y la índole de las noticias e informaciones que se transmiten en ellos. Los medios modernos muchas veces manipulan la información y, además, nos inundan con trivialidades”.
Trivialidades, desahogar en meme nuestra necesidad de encuentro, disolver la deliberación en gráficos que enlistan consejos, concentrar los motivos en consigna que sentencia hasta eliminar la multiplicidad de sentidos. Otra cita de La llama doble: “El gran peligro que acecha a los amantes, la trampa mortal en que caen muchos, es el egoísmo. El castigo no se hace esperar: los amantes no ven nada ni a nadie que no sea ellos mismos hasta que se petrifican… o se aburren. El egoísmo es un pozo. Para salir al aire libre, hay que mirar más allá de nosotros mismos: allá está el mundo y nos espera”, pero el mundo que percibimos desde el encierro es desde la ventana digital, abundante en nimiedades, la superioridad moral aglomerada en una frase.
Otro asunto que ha puesto en evidencia la pandemia es la violencia en pareja, sólo que deslumbrados por la trivialidad se destacan los episodios íntimos de los actores públicos antes que hablar sobre las causas y propuestas para erradicar estas violencias; un ejemplo cercano es la disculpa pública de un político, justificando su conducta con “nadie me enseñó a ser feminista”, trasladando la responsabilidad a los otros, a la audiencia le bastó o se distrajo y ya no pensó en la víctima, ¿a ella también hay que enseñarla a ser feminista?
Me encuentro con una lista de lemas que sin ningún empacho dictan a la víctima que no se da cuenta, que ahí no es, que la impulsan a la reflexión y a reconocerse como la afectada: Si cuando se enoja golpea cosas a su alrededor… Si sabe que te lastima y aun así lo hace… Si decides callar para que no se enoje… Donde te hagan creer que estás loca o exageras… Si te castiga ignorándote… Si te hace sentir o te dice que nadie más te va a querer… Si se victimiza o te manipula… Si te dice “es tu culpa, tú provocas que yo sea así”, para justificarse… Si sabe cómo te hacen sentir sus comentarios y aún así los sigue haciendo… Si dejas de hacer lo que te gusta… Si solo te endulza el oído, pero no la vida… Si te grita o te maltrata… Donde te hagan perder el amor propio… Si te echa en cara lo que te da, o tienen… Si justifica su actuar con que así es, y no va a cambiar… Si estás pensando en darle otra oportunidad… Si te da miedo… Láminas coloridas con el consejo salvador aventado sobre el otro para abrirle los ojos y decida, ¿qué?
Casi al final del ensayo, Paz describe: “Sometido al tiempo, al cambio y a la muerte, el amor es víctima también de la costumbre y del cansancio. La convivencia diaria, si los enamorados carecen de imaginación, puede acabar con el amor más intenso. Poco podemos contra los infortunios que reserva el tiempo a cada hombre y a cada mujer. La vida es un continuo riesgo, vivir es exponerse”, mientras transcribo vuelvo a sentir lo mismo que al subrayar La llama doble: esto no lo puedo decir, declarar que el amor es una experiencia que merece vivir expuesto y en riesgo, fuera de contexto podría ser considerado un permiso al agresor, una invitación a la víctima, pero sólo si omitimos la generalización, la determinación con que se igualan todas las violencias cuando se admiten como víctima, sobre todo, cuando se anula la capacidad de entendimiento que trae la conversación.
“Reinventar el amor es reinventar a la pareja original, a los desterrados del Edén, creadores de este mundo y de la historia”, define Paz, yo estoy convencido de que la conversación de esos desterrados inició al hablar sobre cómo sería el mundo nuevo que habrían de habitar, juntos, hablando.
Coda. Explica Octavio Paz que La llama doble tiene una relación íntima con el poema Carta de creencia, aquí la última estrofa:
Tal vez amar es aprender
a caminar por este mundo.
Aprender a quedarnos quietos
como el tilo y la encina de la fábula.
Aprender a mirar.
Tu mirada es sembradora.
Plantó un árbol.
Yo hablo
porque tú meces los follajes.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXAugust 16, 2020
Generaciones
Todos pertenecemos a una generación que fue incapaz de realizar los cambios necesarios para tener un mundo mejor, todos, no importa cuál sea nuestra edad, tarde o temprano aparecerá una generación que nos coloque en ese lugar, porque en este ciclo, alguna vez desde nuestra generación culpamos a las anteriores de no haber asumido la responsabilidad que les correspondía, no importa cuál sea el tema del que se esté hablando, cultura, medio ambiente, educación, justicia, economía, política… Siempre aparece un joven que descubre el caos que va a enfrentar como adulto y encuentra a los culpables, y todos en algún momento alcanzamos esa edad en que buscamos a los responsables.
Cada generación encuentra los motivos para culpar a las anteriores, en espera del momento en que llegue la siguiente para mostrarle los errores cometidos; cada una de ellas busca los argumentos necesarios para justificar su desempeño social, por qué hizo lo que hizo o por qué dejó de hacer cuando tuvo la oportunidad, cuando estuvo en el poder, pero no serán escuchadas estas ideas porque nos fascina la idea de crear desde cero, la de destruir el mundo para crear desde las cenizas, algo completamente nuevo.
No importa que sepamos que nada se crea de la nada, en el fondo, actuamos así porque en esa imposibilidad podemos hallar el pretexto perfecto para que la generación que nos siga declare que fracasamos, reparta culpas y se tome el tiempo necesario para realizar su propio diagnóstico del pésimo estado de las cosas.
Aseguro que nada se crea de la nada por el esquema con que un maestro me explicó las tragedias griegas, según este dramaturgo era un esquema muy sencillo: orden-caos-nuevo orden, así resumía los actos de las obras, el trayecto del héroe, el surgimiento de una nación o los resultados de una guerra; yo eso sé, eso intento realizar, de ahí que ante los reclamos de lo que mi generación no logró prefiera guardar silencio.
El silencio, ese bien tan preciado por quienes prefieren no discutir, ese silencio al que aluden espetando ese proverbio hindú que señala: “si no vas a decir algo más hermoso que el silencio, no lo digas”, el problema es que en esta discusión generacional sobre las responsabilidades, múltiples grupos se han apropiado de la definición de lo que es o no hermoso, entonces cuando te señalan que es preferible callar te indican que hablas desde el privilegio, el cual depende del tema sobre el que quieras discutir: orientación sexual, color de piel, nivel socioeconómico, sexo… incluso aquello que el otro piensa que piensas, sea o no verdad, se pueda o no comprobar.
El escenario de nuestra discusión pública, incluso de la íntima, está permeado por la incapacidad de dialogar, nos escudamos en recurrir a las desigualdades históricas para no revisarlas, porque antes, resulta indispensable revisar los privilegios desde los que se piensa. El problema es que esos privilegios no se resuelven con el simple hecho de pensarlos, dependiendo del grupo que te los señale, se tienen que resolver de acuerdo a las reglas difusas que se establecen externamente, esas que nadie puede resolver sin ayuda.
En el poder ya está una generación a la que no pertenezco, ya he recibido como colectivo y en lo personal el señalamiento de todo lo que he dejado de hacer, todo lo que no hice para cambiar, por supuesto, ya fui remitido a revisar mis privilegios y tengo una enorme lista de las cosas de las que no puedo hablar y otra igual de larga de las que no puedo ver, leer, disfrutar.
Una generación de creadores mexicanos excepcional, los Contemporáneos, fueron descritos por Jorge Cuesta como un archipiélago de soledades, más que como una generación, el ensayista en una carta a Luis Cardoza y Aragón se describió así: “Reunimos nuestras soledades, nuestros exilios… se nos siente extraños, se nos ‘desarraiga’, para usar la palabra con la que quiere expresarse lo poco hospitalario que es para nuestra aventura literaria el país donde ocurre. Nuestra proximidad es el resultado de nuestros individuales distanciamientos…”.
Sí, somos un país de archipiélagos generacionales, el mar que une a ese conjunto es cada vez menos profundo.
Coda. Dos ideas de Charles Bukowski:
Todo tu pensamiento no debe hacer hincapié en cómo destruir un gobierno, sino en cómo crear otro mejor.
En todo movimiento hay oportunistas, tipos que se mueren por echarle mano al poder, lobos disfrazados de Revolucionarios.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXAugust 14, 2020
De todo corazón, de nuevo
Escribo sobre las razones por las que no creo en los dictados del corazón, avanzo en la escritura, busco y pierdo el tiempo porque invariablemente me ocurre como en “Vete de mí” interpretada por Bola de Nieve y siempre es “mejor el verso aquel que no podemos recordar”. A medida que avanzo, me doy cuenta que estoy diciendo lo mismo una y otra vez… encuentro la referencia, lo que quiero decir lo escribí hace casi una década, así que reelaboro, reescribo, me cito a mí mismo:
Seguir los dictados del corazón, en la vida pública, no debería ser motivo de discurso, nada más ramplón que un suspirante a cargo público aduciendo que quiere llegar a la silla, curul o puesto para hacer las cosas de todo corazón.
Basta un somero vistazo a la poesía nacional para notar el influjo del corazón, más allá de las funciones corporales que cumple, se le atribuyen todos los poderes y personalidades, Sor Juana pide una tregua a los celos del amante, cree que nada se podrá lograr a través de la conversación y acude a la víscera: “como en tu rostro y tus acciones vía/ que con palabras no te persuadía,/ que el corazón me vieses deseaba;/y Amor, que mis intentos ayudaba,/ venció lo que imposible parecía:”. Salvador Díaz Mirón dota al órgano de unas cualidades melómanas envidiables: “Mi corazón percibe, sueña y presume. / Y como envuelta en oro tejido en gasa, / la tristeza de Verdi suspira y pasa/ en la cadencia fina como un perfume.”
Para López Velarde, el corazón no sólo está en el centro del pecho, es el eje por el que pasa la vida entera de los hombres, todas las pasiones, dolores, tristezas y alegrías, para el jerezano es el son que hay que atender, el diapasón del que surge la nota múltiple del estrépito de los que fueron y los que son; puede ser retrógrado porque “ama desde hoy la temerosa fecha/ en que surgiste con aquel vestido/ de luto y aquel rostro de ebriedad”; es oscurantista y clama “a la buena voluntad del mal agüero”; nada a contracorriente las fatigas del vivir y florecer; es un forastero al que se le pide olvidar “el acierto nativo de aquella señorita/ que oía y desoía tu pregón embustero”; el corazón es “leal, se amerita en la sombra./ Es la mitra y la válvula… Yo me lo arrancaría/ para llevarlo en triunfo a conocer el día, / la estola de violetas en los hombros del alba, / el cíngulo morado de los atardeceres, / los astros, y el perímetro jovial de las mujeres.”
Eso es poesía, el uso del corazón en el discurso público invariablemente se reduce a algo muy simplón, sólo implica ganas, valor, ansias, voluntad, circunscritas las anteriores a su primer impulso, no razonamiento, instinto, pues.
Todo proceso electoral comienza con el puño de suspirantes listos para, a la menor provocación, dar a conocer, informar dicen, a la sociedad sus aspiraciones y motivos. La plaga de declarantes de forma infalible cae en los mismos lugares comunes, quieren un hueso para servir a México. Por supuesto, siempre dicen contar con un proyecto, un programa, un plan maestro, tan bien armado, tan enfocado a resolver todos los problemas que sólo pueden simplificarlo en ejes temáticos.
Desconfía del que te promete la felicidad si no te explica los métodos para alcanzarla, es más, sospecha de cualquiera que jure que traerá la felicidad si antes no ha sido capaz de definirla. De otra manera, al llegar al cargo pasarán varios meses en la elaboración de un diagnóstico, ahora sí definitivo, de los problemas a resolver.
Atender los dictados del corazón, con todo y que se le envuelva con el propósito del bien común, al menos para la vida pública, no debería ser razón. Nada más ramplón que un suspirante a cargo público aduciendo que quiere llegar a la silla, curul o puesto para hacer las cosas de todo corazón. Desconfía del ignorante que muestra el pecho, abajo del chaleco sólo está su ambición.
Coda. “Y justamente en ese momento, cuando Johnny estaba como perdido en su alegría, de golpe dejó de tocar y soltándole un puñetazo a no sé quién dijo: ‘Esto lo estoy tocando mañana’, y los muchachos se quedaron cortados, apenas dos o tres siguiendo unos compases, como un tren que tarda en frenar, y Johnny se golpeaba la frente y repetía: ‘Esto ya lo toqué mañana, es horrible, Miles, esto ya lo toqué mañana’, y no lo podían hacer salir de eso”, describe Julio Cortázar a Johnny Carter en El perseguidor, y a mi déjà vu al reescribir lo que ya había escrito.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MXAugust 13, 2020
Chispotear
A la inteligencia se le reconoce, no se le define, cada intento por describir en qué consiste invita a colocarle un adjetivo, no hay consenso; recurrir a la definición del diccionario (Facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad) indica el origen del problema: “una idea determinada”; cualquiera puede decir que a una persona inteligente es aquella que tiene un cociente intelectual por arriba de la media, otros indican que es quien tiene muchos conocimientos, algunos prefieren distinguirlos por su capacidad de resolver una situación; sin importar cuáles sean los criterios que se elijan, a una persona inteligente se dice reconocerla por sus habilidades en la práctica.
A pesar de las dificultades para definir en qué consiste la inteligencia, es sencillo concederle al otro que lo es, atender lo que dice, seguir sus instrucciones o consejos, a veces bastan unos minutos de escucha para brindarle nuestra confianza, creerle.
También se puede parecer inteligente sin decir nada, dos muestras de esa inteligencia creadora puestas al servicio del aparente sin sentido: el Jabberwocky de Lewis Carroll en Alicia a través del espejo, o el glíglico de Julio Cortázar en Rayuela, lenguajes inventados para significar a través de la interpretación.
El extremo de esos ejemplos es quien diciendo mucho, sin reflexión alguna, pasa por brillante, como Andrés Manuel López Obrador, a quien sus seguidores defienden como el mejor presidente de la historia, a quien le conceden ese título porque al ser honesto debe hablar con la verdad, al mismo a quienes sus seguidores le permiten declarar que habla por hablar, sin reflexión de por medio, así lo indicó en su conferencia matutina, cuando se le pidió que explicara por qué habla de un narcoestado: “Es todo un sistema político corrupto. Ahora se tiene que analizar. Ayer hablábamos, antier creo, que de manera espontánea… Porque no crean que yo vengo aquí ya con ideas analizadas, no, yo vengo aquí a hablarles de manera sincera, decirles lo que siento, lo que conozco, lo que es mi experiencia. Entonces, se me salió así lo del narco-Estado porque, en efecto, escritores, analistas, intelectuales que simpatizan con nuestro movimiento desde que empezaron estas políticas de querer resolver el problema de la inseguridad mediante el uso de la fuerza, se empezó a hablar de un narco-Estado”.
Al presidente se le chispoteó, incapaz de asumir su declaración, prefiere culpar a los otros, hablar de oídas, irse de boca, incluso confesar que no piensa lo que dice; no faltará quien lo defienda señalando que está haciendo uso de su inteligencia emocional, vale, habría que considerar entonces si eso es lo que se requiere cuando, desde la investidura presidencial, se permite al Chavo del 8, “informar” todas las mañanas desde el púlpito de la mañanera.
Sin adjetivos, me cuesta ligar la inteligencia a la espontaneidad, considero que la expresión de las ideas para ser efectiva, debe ser reflexionada, analizada, pensada, antes de soltar la lengua y encubrir el apresuramiento con un “yo creo” o un “se me salió”.
William James observó que la sabiduría consistía en aprender qué podemos pasar por alto, escribe Harold Bloom en ¿Dónde se encuentra la sabiduría? E indica que el príncipe Hamlet es el más inteligente de los personajes literarios, para la creación de Shakespeare “El genio, o demonio, de Hamlet consiste en hacerle consciente de todo al mismo tiempo. Hamlet piensa demasiado bien y la verdad lo mata. Seas quien seas, tu demonio se convertirá en tu némesis y hará que seas tu peor enemigo, incapaz de saber qué puedes pasar por alto”; en el párrafo final de ese libro, Bloom indica que “Leemos y reflexionamos porque tenemos hambre y sed de sabiduría. La verdad, según el poeta William Butler Yeats, no puede conocerse, pero puede encarnarse. De la sabiduría yo, personalmente, afirmo lo contrario: No podemos encarnarla, aunque podemos enseñar cómo conocer la sabiduría, la identifiquemos o no con la Verdad que podría hacernos libres”.
Coda. Para citar de nueva cuenta los Aforismos de Lichtenberg: “Un corazón con testículos. Un corazón con escroto”, porque “Eso que ustedes llaman corazón está bastante más abajo del cuarto botón del chaleco”, quizá por eso sentenciaba: “Jamás hay que creerle a quien asegure algo con una mano en el corazón”.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MX

