Lola Ancira's Blog, page 47

November 25, 2016

Once Navajas - Narradores al filo de los treinta (antología)





Ya está lista la antología de cuento Once navajas. Narradores al filo de los treinta de Mauricio Bares para Tierra Adentro, que reúne 11 autores menores de 30 años, como Aniela Rodríguez y Pedro J. Acuña. Este ePub gratuito se puede descargar directamente desde la página de TA.
Otra agradable noticia es que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara número 30, que precisamente inicia mañana y cuyo invitado de honor es América Latina, creó el proyecto «Ochenteros», que congregará a 20 autores nacidos en la década del 80 procedentes de más de 10 países latinoamericanos. Pueden leer una muestra de la obra de todos los participantes en esta revista electrónica publicada por la propia FIL. Esta selección cuenta con cuatro escritores mexicanos, y uno de ellos es, de nuevo, Pedro J. Acuña.





Estas mesas se llevarán a cabo del domingo 27 de noviembre al jueves 1 de diciembre de las 17:00 a las 18:50 horas en el Salón Mariano Azuela de la Expo Guadalajara.





Como cada año, estaré en Guadalajara durante la Feria, así que espero poder asistir a todas.
FIL Literatura
OchenterosLa FIL nació en 1987, en la misma década que el grupo de escritores que ahora presentamos sin  etiquetas, ni nietos del boom, ni del post-boom, ni discípulos del crack, simplemente diremos que son jóvenes que experimentan, que se atreven, que están atentos a la dramática realidad de sus países, voces a descubrir de la nueva literatura latinoamericana.Para elegir a este grupo de 20 escritores nacidos en los 80 recurrimos al trabajo en red, consultamos a amigos periodistas, escritores, editores, libreros, “lectores de a pie” en una veintena de países, luego nos pusimos a leer junto con ellos y a descubrir el rico universo que nos develaba el listado de nombres desconocidos.Provenientes de trece países,  Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Perú, Uruguay y Venezuela, con un amplio abanico de propuestas estéticas; diez mujeres, diez hombres, ya que ahora mejor que antes, ellas han ganado espacio; ponemos a consideración del amable lector esta selección.Qué mejor manera de celebrar los primeros 30 años de vida de esta feria, que la apuesta por los nuevos valores literarios de nuestro continente.Laura NiembroDirectora de Contenidos
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Published on November 25, 2016 15:10

November 24, 2016

Aceite de perro - Ambrose Bierce (cuento)

Ambrose Bierce

Aceite de perro

Me llamo Boffer Bings. Nací de padres honestos en uno de los más humildes caminos de la vida: mi padre era fabricante de aceite de perro y mí madre poseía un pequeño estudio, a la sombra de la iglesia del pueblo, donde se ocupaba de los no deseados. En la infancia me inculcaron hábitos industriosos; no solamente ayudaba a mi padre a procurar perros para sus cubas, sino que con frecuencia era empleado por mi madre para eliminar los restos de su trabajo en el estudio. Para cumplir este deber necesitaba a veces toda mi natural inteligencia, porque todos los agentes de ley de los alrededores se oponían al negocio de mi madre. No eran elegidos con el mandato de oposición, ni el asunto había sido debatido nunca políticamente: simplemente era así. La ocupación de mi padre -hacer aceite de perro- era naturalmente menos impopular, aunque los dueños de perros desaparecidos lo miraban a veces con sospechas que se reflejaban, hasta cierto punto, en mí. Mi padre tenía, como socios silenciosos, a dos de los médicos del pueblo, que rara vez escribían una receta sin agregar lo que les gustaba designar Lata de Óleo. Es realmente la medicina más valiosa que se conoce; pero la mayoría de las personas es reacia a realizar sacrificios personales para los que sufren, y era evidente que muchos de los perros más gordos del pueblo tenían prohibido jugar conmigo, hecho que afligió mi joven sensibilidad y en una ocasión estuvo a punto de hacer de mí un pirata.A veces, al evocar aquellos días, no puedo sino lamentar que, al conducir indirectamente a mis queridos padres a su muerte, fui el autor de desgracias que afectaron profundamente mi futuro.Una noche, al pasar por la fábrica de aceite de mi padre con el cuerpo de un niño rumbo al estudio de mi madre, vi a un policía que parecía vigilar atentamente mis movimientos. Joven como era, yo había aprendido que los actos de un policía, cualquiera sea su carácter aparente, son provocados por los motivos más reprensibles, y lo eludí metiéndome en la aceitaría por una puerta lateral casualmente entreabierta. Cerré en seguida y quedé a solas con mi muerto. Mi padre ya se había retirado. La única luz del lugar venía de la hornalla, que ardía con un rojo rico y profundo bajo uno de los calderos, arrojando rubicundos reflejos sobre las paredes. Dentro del caldero el aceite giraba todavía en indolente ebullición y empujaba ocasionalmente a la superficie un trozo de perro. Me senté a esperar que el policía se fuera, el cuerpo desnudo del niño en mis rodillas, y le acaricié tiernamente el pelo corto y sedoso. ¡Ah, qué guapo era! Ya a esa temprana edad me gustaban apasionadamente los niños, y mientras miraba al querubín, casi deseaba en mi corazón que la pequeña herida roja de su pecho -la obra de mi querida madre- no hubiese sido mortal.Era mi costumbre arrojar los niños al río que la naturaleza había provisto sabiamente para ese fin, pero esa noche no me atreví a salir de la aceitería por temor al agente. “Después de todo”, me dije, “no puede importar mucho que lo ponga en el caldero. Mi padre nunca distinguiría sus huesos de los de un cachorro, y las pocas muertes que pudiera causar el reemplazo de la incomparable Lata de Óleo por otra especie de aceite no tendrán mayor incidencia en una población que crece tan rápidamente”. En resumen, di el primer paso en el crimen y atraje sobre mí indecibles penurias arrojando el niño al caldero.Al día siguiente, un poco para mi sorpresa, mi padre, frotándose las manos con satisfacción, nos informó a mí y a mi madre que había obtenido un aceite de una calidad nunca vista por los médicos a quienes había llevado muestras. Agregó que no tenía conocimiento de cómo se había logrado ese resultado: los perros habían sido tratados en forma absolutamente usual, y eran de razas ordinarias. Consideré mi obligación explicarlo, y lo hice, aunque mi lengua se habría paralizado si hubiera previsto las consecuencias. Lamentando su antigua ignorancia sobre las ventaja de una fusión de sus industrias, mis padres tomaron de inmediato medidas para reparar el error. Mi madre trasladó su estudio a un ala del edificio de la fábrica y cesaron mis deberes en relación con sus negocios: ya no me necesitaban para eliminar los cuerpos de los pequeños superfluos, ni había por qué conducir perros a su destino: mi padre los desechó por completo, aunque conservaron un lugar destacado en el nombre del aceite. Tan bruscamente impulsado al ocio, se podría haber esperado naturalmente que me volviera ocioso y disoluto, pero no fue así. La sagrada influencia de mi querida madre siempre me protegió de las tentaciones que acechan a la juventud, y mi padre era diácono de la iglesia. ¡Ay, que personas tan estimables llegaran por mi culpa a tan desgraciado fin!Al encontrar un doble provecho para su negocio, mi madre se dedicó a él con renovada asiduidad. No se limitó a suprimir a pedido niños inoportunos: salía a las calles y a los caminos a recoger niños más crecidos y hasta aquellos adultos que podía atraer a la aceitería. Mi padre, enamorado también de la calidad superior del producto, llenaba sus cubas con celo y diligencia. En pocas palabras, la conversión de sus vecinos en aceite de perro llegó a convertirse en la única pasión de sus vidas. Una ambición absorbente y arrolladora se apoderó de sus almas y reemplazó en parte la esperanza en el Cielo que también los inspiraba.Tan emprendedores eran ahora, que se realizó una asamblea pública en la que se aprobaron resoluciones que los censuraban severamente. Su presidente manifestó que todo nuevo ataque contra la población sería enfrentado con espíritu hostil. Mis pobres padres salieron de la reunión desanimados, con el corazón destrozado y creo que no del todo cuerdos. De cualquier manera, consideré prudente no ir con ellos a la aceitería esa noche y me fui a dormir al establo.A eso de la medianoche, algún impulso misterioso me hizo levantar y atisbar por una ventana de la habitación del horno, donde sabía que mi padre pasaba la noche. El fuego ardía tan vivamente como si se esperara una abundante cosecha para mañana. Uno de los enormes calderos burbujeaba lentamente, con un misterioso aire contenido, como tomándose su tiempo para dejar suelta toda su energía. Mi padre no estaba acostado: se había levantado en ropas de dormir y estaba haciendo un nudo en una fuerte soga. Por las miradas que echaba a la puerta del dormitorio de mi madre, deduje con sobrado acierto sus propósitos. Inmóvil y sin habla por el terror, nada pude hacer para evitar o advertir. De pronto se abrió la puerta del cuarto de mi madre, silenciosamente, y los dos, aparentemente sorprendidos, se enfrentaron. También ella estaba en ropas de noche, y tenía en la mano derecha la herramienta de su oficio, una aguja de hoja alargada.Tampoco ella había sido capaz de negarse el último lucro que le permitían la poca amistosa actitud de los vecinos y mi ausencia. Por un instante se miraron con furia a los ojos y luego saltaron juntos con ira indescriptible. Luchaban alrededor de la habitación, maldiciendo el hombre, la mujer chillando, ambos peleando como demonios, ella para herirlo con la aguja, él para ahorcarla con sus grandes manos desnudas. No sé cuánto tiempo tuve la desgracia de observar ese desagradable ejemplo de infelicidad doméstica, pero por fin, después de un forcejeo particularmente vigoroso, los combatientes se separaron repentinamente.El pecho de mi padre y el arma de mi madre mostraban pruebas de contacto. Por un momento se contemplaron con hostilidad, luego, mi pobre padre, malherido, sintiendo la mano de la muerte, avanzó, tomó a mi querida madre en los brazos desdeñando su resistencia, la arrastró junto al caldero hirviente, reunió todas sus últimas energías ¡y saltó adentro con ella! En un instante ambos desaparecieron, sumando su aceite al de la comisión de ciudadanos que había traído el día anterior la invitación para la asamblea pública.Convencido de que estos infortunados acontecimientos me cerraban todas las vías hacia una carrera honorable en ese pueblo, me trasladé a la famosa ciudad de Otumwee, donde se han escrito estas memorias, con el corazón lleno de remordimiento por el acto de insensatez que provocó un desastre comercial tan terrible.
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Published on November 24, 2016 13:30

November 23, 2016

La partida / La madre y la muerte - Alberto Chimal / Alberto Laiseca y Nicolás Arispe






La partida / La madre y la muerte (Fondo de Cultura Económica, 2015) de Alberto Chimal (escritor mexicano, 1970) y Alberto Laiseca (escritor argentino, 1941), respectivamente, e ilustrado por el argentino Nicolás Arispe, es un hermoso libro-álbum reversible impreso a una tinta y que trata un tema tan peculiar y complejo como cercano: la muerte. Ambos relatos están vinculados también por la maternidad perdida. 
En «La madre y la muerte», donde Laiseca reinterpreta el cuento infantil «Historia de una madre»de Hans Christian Andersen, una madre recibe una visita indeseable que se lleva algo más preciado que su propia vida. Al ser consciente de esto, se dispone a realizar todos los sacrificios físicos necesarios para recuperarlo. 





Chimal, en «La partida», narra el dolor de una madre ante el repentino fallecimiento de su pequeño, y que recurre entonces a la fe y a las plegarias para intentar revertir esta terrible situación que se niega a aceptar. 





Ambos relatos muestran la abnegación y el infinito amor filial de las progenitoras, y lo sombrío y funesto de estas historias se refleja fielmente en ilustraciones emotivas, profundas y cargadas de ternura, pero también de tristeza. 
Arispe logró que animales antropomorfizados convivieran aquí con esqueletos tradicionales (de estilo similar al de Roman Dirge o Edward Gorey) que representan tanto la vida como la muerte, creando una dualidad impactante. Al centro del libro ambas historias coinciden en una imagen espejo. 
La lectura de los textos y las imágenes se complementan, lo que fusiona a la perfección estas obras artísticas y las enriquece. Esta tétrica y bella creación acerca a los lectores (especialmente a los jóvenes) a un tema delicado de una manera directa y sensible.
Este singular libro encabezó la lista de los mejores libros infantiles y juveniles de 2015 de El Norte y se puede adquirir en las librerías del Fondo de Cultura Económica.


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Published on November 23, 2016 14:29

October 22, 2016

Revista Tierra Adentro núm. 218 - Migrantes digitales





El número 218 de la revista Tierra Adentro es una verdadera maravilla, pues incluye un Gabinete de relato fantástico que cuenta con grandes autores como Ignacio Padilla y Francisco Tario, así como el cuento ganador del Premio Nacional de Cuento Fantástico Amparo Dávila 2016: «Los tres grandes milagros de la Santa Niña de los Alfileres» de Juan Julián Mitre Guerra.

Además, descubrí con agradable sorpresa, en la sección de crítica, la sagaz reseña de Jaime Mesa sobre Cero K de Don DeLillo.

El trabajo de todo el nuevo Consejo editorial, del que forman parte Daniela Tarazona y Bernardo Esquinca, es simplemente estupendo. 

La revista está a la venta en Librerías EDUCAL.

REVISTA TIERRA ADENTRO NÚM. 218Migrantes digitales. La creación fuera del papel
Septiembre-octubre de 2016
104 pp.
La vocación de Tierra Adentro siempre ha consistido en dar espacio a los creadores emergentes y, al mismo tiempo, reunirlos con autores consagrados del ámbito cultural. En esta etapa de la revista, en la que estrenamos Consejo editorial, nos interesa resaltar dicho diálogo, pues entendemos que apoyar a un joven creador no significa solamente publicarlo, sino acompañar su obra con la de otras voces experimentadas para lograr que su trabajo se enriquezca y llegue a más lectores.En esta ocasión, ponemos sobre la mesa la discusión en torno a las tecnologías que han marcado los últimos años, en particular las narrativas que provocan la migración del papel hacia el ámbito digital. Una discusión que, sin ser nueva, sigue siendo actual y necesaria, ya no sólo en lo relacionado con los formatos en sí, sino con la manera en que influyen en los nuevos lenguajes estéticos y las estrategias creativas.Rendimos homenaje a Ignacio Padilla, uno de los autores que más contribuyeron a la tradición del cuento en nuestro país. Y lo ponemos en relación con uno de sus más importantes predecesores: Francisco Tario, de quien presentamos un relato inédito, junto con un testimonio acerca de su acervo bibliográfico.
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Published on October 22, 2016 15:35

October 21, 2016

Un millón de gusanos - Rogelio Flores (presentación)





El próximo 23 de octubre a las 15 horas tendré el placer de presentar, junto con Omar Delgado y mi querido Rogelio Flores, la novela Un millón de gusanos.
Esta actividad forma parte del programa del Abierto Mexicano de Diseño, y la cita es al lado del Palacio de Bellas Artes.
¡Hasta entonces! 


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Published on October 21, 2016 09:27

October 20, 2016

Confesión (cuento publicado en Revista Tierra Adentro)




En la revista Tierra Adentro número 216 se publicó mi cuento «Confesión» en la sección «Formas Breves», que ya está disponible en versión digital.
«Confesión» surgió gracias a una de las obras más conocidas y peculiares de Patrick Süskind, donde el sentido del olfato es una de las temáticas principales.


Confesión

Tras varios minutos de estar frente al aparador lleno de frascos de diversos tamaños, observando detenidamente el interior del establecimiento, reconoce a otro hombre con la misma ocupación, pero cuya atención se centra ahora en él. Ambos, a una distancia comprometedora, empiezan a realizar movimientos que delatan su incomodidad. Es el del abrigo negro y raído quien inicia la breve conversación:—El aroma particular de esta calle atrae a cualquiera, a cualquiera que haya perdido a alguien de por vida, quiero decir. A alguien que por más que se quiera o por lo profundo que llegue a ser el sufrimiento, no volverá a aparecerse jamás, al menos no más allá de los recuerdos. Esa esencia es la de la melancolía, ¿no la reconoces?

(Continuar leyendo en la página de Tierra Adentro.)
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Published on October 20, 2016 11:19

September 30, 2016

El converso - Verónica Murguía (cuento)






«El converso» es un cuento de Verónica Murguía (escritora y traductora mexicana, 1960) que forma parte de su libro El ángel de Nicolás (Ediciones Era, 2003).

El relato se desarrolla durante la Edad Media y retrata los conflictos ideológicos y culturales entre los guerreros de los pueblos escandinavos y los cristianos (cuestión muy bien representada también en la serie Vikingos de The History Channel). Con una narrativa admirable y descripciones precisas y realistas, Murguía nos transporta a la mente de dos personajes reflexivos que se enfrentan a un gran enigma de la existencia.  

Pueden escuchar el cuento en voz de la autora en el podcast cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México Descarga cultura.unam.mx en el apartado «Literatura: Letras mexicanas en voz de sus autores - En voz de Verónica Murguía».
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Published on September 30, 2016 13:57

September 29, 2016

Continuum - Édgar Adrián Mora




(Entrada pendiente)
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Published on September 29, 2016 08:47

September 28, 2016

Tusitala de óbitos - reseña por Édgar Adrián Mora





Mi estimado Édgar Adrián Mora (autor de Raza de víctimas,  Memoria del polvo y Continuum) publicó hace unos días una increíble reseña de mi libro Tusitala de óbitos en su columna «El castillo de If» en Vozed.

La publicación de esta crítica me sorprendió por completo. Mora indagó en mi obra, realizó una lectura profunda y redactó un maravilloso análisis con le que no puedo estar más agradecida. Éste es uno de los motivos por los que escribo: encontrar lectores apasionados.

A continuación transcribo algunos párrafos del texto de Mora. Para leer la reseña completa, pueden visitar la página original de su publicación.


UNA TELARAÑA DE HISTORIAS MÓRBIDAS
LA SOMBRA QUE dibuja el Romanticismo en la historia de la literatura es larga y multiforme. Se prolonga en la obra de escritores contemporáneos que continúan siendo atraídos por los temas y los ambientes que esta corriente enarboló desde finales del siglo XVIII. En cierta manera, y en abusiva analogía, podemos concebir el espíritu romántico como una etapa entre la pubertad y la adolescencia de la vida de la literatura. Está ahí el riesgo, la predilección por los ambientes oscuros, la atracción inexplicable por la muerte, el ejercicio de la curiosidad con respecto de lo mórbido, la vivencia del amor trágico, la recuperación de la mitología y la tradición legendaria del medioevo.Pero si hay algo que sobrevive del Romanticismo es la libertad imaginativa. La posibilidad de concebir mundos e historias alejados, opuestos incluso, de aquello que denominamos “lo real” o “lo posible”. Esa posibilidad de la imaginación liberada se extendió en las vanguardias que sucedieron a la época dorada del realismo a principios del siglo XX. Movimientos como el surrealismo, que tomaron entre su materia prima a los sueños y el inconsciente; el expresionismo, con su propuesta de deformar la realidad y asumir la estética de la fealdad como principio; el creacionismo, con su osadía de pensar a los creadores como dioses que podían generar mundos completos sin depender, siquiera, del lenguaje existente.Esa influencia del Romanticismo se extiende más allá de las vanguardias. Llega a lo contemporáneo montada en la posibilidad de difusión que los nuevos mass media ofrecen. El cine, los cómics, las series televisivas, la literatura como saga; todos son campos en los  cuales las temáticas románticas siguen alimentando a la cultura popular y a la sociedad de consumo. Aunque, a veces, ocurre que esa sombra aparece de manera más o menos diáfana y sin el filtro descafeinador de la homogeneización de sus propuestas.Todas estas ideas acudieron a mi mente cuando terminé de leer la ópera prima de Lola Ancira, Tusitala de óbitos. El título en sí es un acertijo que invita a la reflexión. Tusitala es, al mismo tiempo, una araña que no se desplaza como lo hacen sus congéneres sino de una manera distinta: a saltos; y, por otro lado, designa a una voz lingüística de la Polinesia con la cual se define a las personas que se dedican a contar historias. Óbito, por su parte, es un cultismo para referirse a la idea de la muerte, al momento justo cuando ésta llega. El libro es, así, una red de historias tejidas en torno a cierto impulso tanático, tanto en los ambientes como en las imágenes que evoca.En la narrativa de Ancira está presente la influencia de Poe, de Lovecraft, quizá de Stevenson; pero su poética también abreva de Gaiman, de Ligotti, de Amparo Dávila, de Huidobro, de Borges. Muchas de esas referencias son manifiestas a partir del conjunto de epígrafes que la autora elige para comenzar varios de los cuentos, pero otras se sospechan o son intuidas a partir de los personajes, los temas y los ambientes que contienen los relatos.
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Published on September 28, 2016 19:01

August 31, 2016

Silencio - Clarice Lispector (cuento)


Clarice Lispector


Silencio
Es tan vasto el silencio de la noche en la montaña. Y tan despoblado. En vano uno intenta trabajar para no oírlo, pensar rápidamente para disimularlo. O inventar un programa, frágil punto que mal nos une al súbitamente improbable día de mañana. Cómo superar esa paz que nos acecha. Silencio tan grande que la desesperación tiene vergüenza. Montañas tan altas que la desesperación tiene vergüenza. Los oídos se afilan, la cabeza se inclina, el cuerpo todo escucha: ningún rumor. Ningún gallo. Cómo estar al alcance de esa profunda meditación del silencio. De ese silencio sin memoria de palabras. Si es muerte, cómo alcanzarla.Es un silencio que no duerme: es insomne; inmóvil, pero insomne; y sin fantasmas. Es terrible: sin ningún fantasma. Inútil querer probarlo con la posibilidad de una puerta que se abra crujiendo, de una cortina que se abra y diga algo. Está vacío y sin promesas. Si por lo menos se escuchara al viento. El viento es ira, la ira es vida. O nieve. La nieve es muda pero deja rastro, lo emblanquece todo, los niños ríen, los pasos resuenan y dejan huella. Hay una continuidad que es la vida. Pero este silencio no deja señales. No se puede hablar del silencio como se habla de la nieve. No se puede decir a nadie como se diría de la nieve: ¿oíste el silencio de esta noche? El que lo escuchó, no lo dice.La noche desciende con las pequeñas alegrías de quien enciende lámparas, con el cansancio que tanto justifica el día. Los niños de Berna se duermen, se cierran las últimas puertas. Las calles brillan en las piedras del suelo y brillan ya vacías. Y al final se apagan las luces más distantes.Pero este primer silencio todavía no es el silencio. Que espere, pues las hojas de los árboles todavía se acomodarán mejor, algún paso tardío tal vez se oiga con esperanza por las escaleras.Pero hay un momento en que del cuerpo descansado se eleva el espíritu atento, y de la tierra, la luna alta. Entonces él, el silencio, aparece.El corazón late al reconocerlo.Se puede pensar rápidamente en el día que pasó. O en los amigos que pasaron y para siempre se perdieron. Pero es inútil huir: el silencio está ahí. Aun el sufrimiento peor, el de la amistad perdida, es sólo fuga. Pues si al principio el silencio parece aguardar una respuesta -cómo ardemos por ser llamados a responder-, pronto se descubre que de ti nada exige, quizás tan sólo tu silencio. Cuántas horas se pierden en la oscuridad suponiendo que el silencio te juzga, como esperamos en vano ser juzgados por Dios. Surgen las justificaciones, trágicas justificaciones forzadas, humildes disculpas hasta la indignidad. Tan suave es para el ser humano mostrar al fin su indignidad y ser perdonado con la justificación de que es un ser humano humillado de nacimiento.Hasta que se descubre que él ni siquiera quiere su indignidad. Él es el silencio.Puede intentar engañársele, también. Se deja caer como por casualidad el libro de cabecera en el suelo. Pero, horror, el libro cae dentro del silencio y se pierde en la muda y quieta vorágine de éste. ¿Y si un pájaro enloquecido cantara? Esperanza inútil. El canto apenas atravesaría como una leve flauta el silencio.Entonces, si se tiene valor, no se lucha más. Se entra en él, se va con él, nosotros los únicos fantasmas de una noche en Berna. Que entre. Que no espere el resto de la oscuridad delante de él, sólo él mismo. Será como si estuviéramos en un navío tan descomunalmente grande que ignoráramos estar en un navío. Y éste navegara tan largamente que ignoráramos que nos estamos moviendo. Más de eso, nadie puede. Vivir en la orla de la muerte y de las estrellas es una vibración más tensa de lo que las venas pueden soportar. No hay, siquiera, un hijo de astro y de mujer como intermediario piadoso. El corazón tiene que presentarse frente a la nada sólito y sólito latir alto en las tinieblas. Sólo se escucha en los oídos el propio corazón. Cuando éste se presenta completamente desnudo, no es comunicación, es sumisión. Además, nosotros no fuimos hechos sino para el pequeño silencio.Si no se tiene valor, que no se entre. Que se espere el resto de la oscuridad frente al silencio, sólo los pies mojados por la espuma de algo que se expande dentro de nosotros. Que se espere. Un insoluble por otro. Uno al lado del otro, dos cosas que no se ven en la oscuridad. Que se espere. No el fin del silencio, sino la ayuda bendita de un tercer elemento, la luz de la aurora.Después, nunca más se olvida. Es inútil intentar huir a otra ciudad. Porque cuando menos se lo espera, se puede reconocerlo de repente. Al atravesar la calle en medio de las bocinas de los autos. Entre una carcajada fantasmagórica y otra. Después de una palabra dicha. A veces, en el mismo corazón de la palabra. Los oídos se asombran, la mirada se desvanece: helo ahí. Y desde entonces, él es fantasma.
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Published on August 31, 2016 19:05