Lola Ancira's Blog, page 60

May 14, 2014

El último intento - Mariel Iribe Zenil




El último intento (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2013) de Mariel Iribe Zenil (escritora mexicana, 1983) es una compilación de nueve cuentos y el primer libro publicado de la autora. Algunos de sus relatos ya han aparecido en cuatro antologías y fue becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sinaloa.
El último intentodescribe, a través de una narrativa intimista y de una atmósfera familiar (que lo mismo se desarrolla en lo rural que en lo urbano), todos esos pequeños esfuerzos diarios por mantener una relación que se sabe perdida y desgastada por la vida misma, por la simple interacción de dos existencias opuestas que se obstinan en permanecer juntas: (...) se habían unido hasta que la muerte, si podía, les hiciera el favor de separarlos (...).
La mayoría de los cuentos están narrados en tercera persona, pero descubrí, con asombro, que es en la narración en primera persona donde Iribe se expresa con mayor fuerza y donde los acontecimientos son más brutales y espontáneos. Giros inesperados en las tramas que llevan a finales imprevistos son un común denominador que, junto con algunos secretos atroces, coadyuvan a dotar de vida y sensibilidad a estas historias a través del imaginario.
Estos relatos reflejan el tiempo y las palabras que han sido tragadas, todos esos sentimientos enmarañados que crean redes insalvables que retienen la felicidad y terminan por convertirse en amargura y aflicción, en impulsos homicidas y pensamientos criminales de los que nadie está exento.
Tres de los cuentos más fascinantes son El último intento, Cine Veracruz y La tía Inés.
El último intentorefleja las manías que, con el paso del tiempo y de los años, merman la relación. Expone obsesiones, comportamientos repetitivos y obsesivos que a su vez generan otros y transforman al que observa. El último intento es entonces la tentativa final por encontrar una solución, por fatal que ésta pueda ser.
Cine Veracruz describe la vida de una anciana que sufre de Alzheimer (tema que me apasiona) pero que aún tiene episodios con plena consciencia de sí misma y la enfermedad que la aqueja, reconociendo sus limitaciones y viviendo del recuerdo, ese lugar atrofiado al que no siempre puede regresar, al que se aferra con ciertas reminiscencias que le dicen quién fue, que aún guardan claves de aquello que ha sido su existencia y a las que se empecina infantilmente al tiempo que afirma: (...) los años se han llevado mi memoria.
En La tía Inés, descubrimos la historia de ciertas mujeres de una particular familia a través del testimonio de una de ellas. Una confesión detallada sumergida en erotismo, picardía y diversas actividades sexuales como el voyeurismo y el exhibicionismo, que nos hacen volver a la adolescencia de la protagonista y al precipitado debut en su vida sexual, al tiempo que revela otras intimidades que inclusive, en ciertos aspectos, recuerdan a la historia de “Las Poquianchis”.
El juegodemuestra el trasfondo donde es mejor esconder ciertas verdades, gustos o afinidades para evitar cualquier tipo de conflicto con otra persona: ese trasfondo de donde cuestiones complicadas sólo asoman a través de ciertas artimañas y manipulaciones perspicaces que poco a poco demuestran sus razones ocultas reales.
Podría fácilmente aducirse que los personajes de Iribe sufren de psicosis, pero en realidad sufren la existencia, sufren todo un sin fin de emociones con los que hemos sido dotados, padecen los mismos terrores de toda la humanidad y son atormentados por fantasmas ancestrales que terminan por convencerlos de que este mundo es un gran sin sentido que inútil y maniáticamente tratamos de ordenar para dotar de algún significado. Porque el ser humano necesita explicaciones, razonamientos lógicos para poder funcionar: leer a Iribe es llegar a una puesta en escena donde se muestra lo paradójico del asunto.
Iribe deja claro que la comunicación por el lenguaje corporal es mucho más efectivo que la palabra, que los pensamientos tienen una voz más alta y fuerte que los vocablos y que los trastornos de personalidad son más comunes de lo que creemos. Paranoia, temores irracionales, pánico e imaginadas realidades paralelas confluyen en todas las oportunidades finales que se otorgan a otra persona; incesantes pensamientos trágicos de los que no se puede huir...
Para finalizar, transcribo unos párrafos de la entrevista realizada por Joel Flores a Mariel Iribe, que se publicó en el suplemento cultural La gualdra, de La Jornada Zacatecas, aquí el enlace completo en el blog del escritor.
JF.- La mayoría de las historias de El último intento son anticlimáticas: dos personajes urden su propia trampa que termina resuelta o complicada por un final suspendido o abierto, que genera ambigüedad, una interrogante para el lector. ¿Cómo concibes el cuento?
MIZ.- Siempre he creído que el cuento es un breve instante en la vida de las personas. Un instante que guarda cierta magia y algo oscuro que puede o no revelarse al final. Siempre que escribo o que estoy pensando en una idea que me da vueltas en la cabeza, no puedo evitar pensar en la teoría de Hemingway, en la que compara este género con un iceberg. En el cuento solo se revela de manera parcial la vida de una persona, y todo lo que está debajo lo sabe el autor, pero no lo revela. Y ahí, en esa línea tan delgada en donde se establece el límite de lo que se dice y lo que no, está el arte o la habilidad para construir un cuento.

El último intento está a la venta en las librerías EDUCAL y Gandhi.
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Published on May 14, 2014 20:05

April 30, 2014

El abismo más profundo (Andrés Caicedo y el segundo aniversario del blog)

Ilustración por Abia Dina Diaz
El blog cumple hoy su segundo aniversario y lo celebro de la mejor manera: compartiendo mi texto más reciente escrito para la Revista Yaconic, publicado en su web hace algunos días.
Con esta breve biografía del apasionado escritor Andrés Caicedo, De letras y maullidos cuenta ya con tres entradas dedicadas a él: debutó con su novela corta Angelitos empantanados y su siguiente aparición fue con el cuento En las garras del crimen.
En lo personal, conocer e investigar sobre la vida de mis autores preferidos es tan importante como leer su obra, pues así se encuentran nuevos matices en sus temáticas o  se logra cierta comprensión más profundas sobrecuestiones específicas en su literatura, pero claro, cuidando y evitando siempre criticar al autor con argumentos ad hominem (esas falacias que a menudo son empleadas por detractores poco astutos).
Sin más dilación, El abismo más profundo, texto que muestra una parte mucho más personal de la vida de Caicedo y que revela ciertos acontecimientos íntimos y desgarradores de su existencia, pero tan fascinantes como su literatura. 
El abismo más profundo
Andrés Caicedo nació el 29 de septiembre de 1951 en Colombia y desde temprana edad mostró un gusto peculiar por la lectura, la escritura y la mentira, tres factores indispensables para la formación de un escritor. En 1968 estudió teatro en la Universidad del Valle y en 1969 publicó en varios diarios sobre crítica cinematográfica, además de recibir dos premios literarios por sus cuentos Berenicey Los dientes de Caperucita. Fascinado por el cine, en 1971 fundó, junto con otros amigos, el Cine-Club de Cali, donde un grupo reducido de personas veían las proyecciones que él mismo seleccionaba. Su tiempo transcurría entre crítica de cine, guiones, adaptaciones, cuentos y ensayos.
En 1973 viajó a Nueva York con la idea de vender algunos de sus guiones para largometrajes, pero fracasa en este cometido y vuelve a su Cali al siguiente año, mismo en el que escribe, según sus palabras, su mejor cuento: Maternidad. Inicia la publicación de su revista Ojo al cine, que se convertiría en la de mayor importancia en su país, y se publica uno de sus relatos por primera vez, El atravesado. Caicedo ya había afirmado que vivir más de 25 años era una insensatez, y sabiéndose cercano a la edad límite, tuvo dos intentos de suicidio. Escribe entonces dos cuentos más, publica los siguientes tres números de su revista y entrega a Colcultura (ministerio de cultura de Colombia) el manuscrito de su novela ¡Que viva la música!
Finalmente, Caicedo se suicidó el mismo día en que recibió una copia de su primera novela publicada, y, a modo de señal de que había logrado su meta en la vida, decidió partir definitivamente. La mayoría de sus publicaciones son póstumas, entre las que se encuentran más de 20 cuentos, nueve compilaciones, tres novelas inconclusas y más de cinco guiones para cine y teatro.
Andrés le escribe a su gente y a su ciudad; trata de comprender y escribir a través de los ojos de los menos afortunados; describe una sociedad en la que la moral depende del contexto y la violencia es habitual, lo mismo que las injusticias, y en la cual la creciente urbanización destaza cada vez con más saña a la naturaleza: ese lugar hermoso, poseedor de tranquilidad y divinidad.
Su obra está impregnada de Poe, Unamuno, Borges, Melville, Hawthorne y muchos otros. En su literatura menciona otros textos, a otros autores y otras obras, incluso ideas para otros cuentos. Caicedo es autobiográfico: con detalles y nombres revela partes de su realidad y critica a la sociedad en la que le tocó vivir y a la que enfrentó desde los 20 años con la creación de una vanguardia contestataria en su ciudad natal: Cali, pequeña capital localizada en la costa occidental del país.
La narrativa de Angelitos empantanados o historias para jovencitosse caracteriza por tener listados de sustantivos y adjetivos que intensifican la emoción, el significado de cada palabra. Ésta es una historia conformada por tres partes. En la parte final, uno de los personajes de Caicedo narra desde la muerte, tras ser asesinado. De la misma forma lo leemos ahora, como un fantasma que ha dejado su legado escrito para perdurar en la memoria, en las conciencias, y quizá así llegar a la indicada, a una mente con la misma hambre por vivir apasionadamente un tiempo reducido pero significativo, lo que sin duda evoca la siguiente frase de James Dean:
LIVE FAST, DIE YOUNG, AND LEAVE A GOOD-LOOKING CORPSE.
Pero Caicedo, además de dejar un hermoso cadáver, dejó una obra inédita e incompleta: su primera novela recién publicada, poemas, el inicio de un documental que nunca se finalizó por diferencias con el director, amistades entrañables y un amor idealizado al que le pedía, en su última carta, en seis compulsivos y repetitivos renglones “No te vayas, no te vayas, no me dejes, no me dejes”, cuando en realidad fue él mismo quien se dejó ese día, tras presentarse frente a ella después de ingerir 60 pastillas de barbitúricos y morir sobre el escritorio.
El caleño además se justifica ante su madre un año antes de partir de nuestro mundo y deja claro que la decisión estaba tomada desde hacía tiempo:
“Nací con la muerte adentro y lo único que hago es sacármela para dejar de pensar y quedar tranquilo. Yo muero porque ya para cumplir 24 años soy un anacronismo y un sinsentido, y porque desde que cumplí 21 vengo sin entender el mundo. Ahora mi razón está extraviada, y lo que hago es solamente para parar el sufrimiento”. Andrés Caicedo, fragmento de una carta a su madre (1975).
El poeta maldito colombiano no ha sido olvidado: en 2012, conmemorando los 35 años de su muerte, se inauguró la exposición Andrés Caicedo: Morir y dejar obra en la Biblioteca Luis Ángel Arango, en Colombia. En ella se mostraron diversos documentos, manuscritos, fotografías y cartas del escritor. Así es como Caicedo quiso perdurar y con ello se ganó la inmortalidad. Así es como lo recordamos ahora y le hacemos saber, donde quiera que esté, que logró su cometido y que su corta existencia y grande creación sigue asombrando, influenciando y destrozando a los vivos. Hasta la siguiente página, Andrés.
Caicedo es el eslabón perdido del boom. Y el enemigo número uno de Macondo. No sé hasta qué punto se suicidó o acaso fue asesinado por García Márquez y la cultura imperante en esos tiempos. Era mucho menos el rockero que los colombianos quieren, y más un intelectual. Un nerd súper atormentado. Tenía desequilibrios, angustia de vivir. No estaba cómodo en la vida. Tenía problemas con mantenerse de pie. Y tenía que escribir para sobrevivir. Se mató porque vio demasiado.Alberto Fuguet
No podría decir exactamente por qué en la obra de Andrés la fascinación por el horror. Puedo hablar de la fascinación por el horror que siento yo después de leer a Andrés. Primero que todo, es como una fascinación por la maldad, antes que por el horror, y por una pasión que es más grande inclusive que el amor o que cualquier otra pasión, que es la pasión por el miedo -según Stevenson, la más grande de las pasiones- y es esa cosa de sentir uno que se pierde, de sentir que de pronto las cosas no funcionan como uno piensa, que poco a poco uno se puede ir deslizando y perderse de una realidad.
Óscar Campo
Agradezco todas sus lecturas y cierro este año con un documental sobre Ándres Caicedo, ese angelito empantanado que huyó de este mundo abrumador.


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Published on April 30, 2014 17:52

April 23, 2014

Los franceses no existen – Víctor Roberto Carrancá

Víctor Roberto Carranca
Los franceses no existen es un cuento que forma parte del libro El espejo del solitario (Editorial Ficticia, 2014) de Víctor Roberto Carranca, cuya reseña publiqué en la entrada anterior en el blog.Narra la historia fascinante de una pareja que, tras varios fracasos para tener un hijo, buscan la ayuda de un experto que hace realidad el deseo del que son cautivos desde varios años atrás.Lo fantástico radica en sí en el origen inexistente de aquel prodigio, que denota su singularidad desde el aspecto físico hasta el lenguaje: un niño francés.El protagonista, que es el padre, es la evidencia perfecta de la reacción humana a lo desconocido o a lo extraño, que fluctúa entre el miedo y la negación. Y es que, en realidad, son la paranoia y las alucinaciones las creadoras de una amenaza imaginaria y por tanto inofensiva pero colmada de  prejuicios que pesan cada vez más en la vida de aquellos que lo rodean, incluido, claro, su pequeño y único vástago. Pueden leer el cuento directamente en donde fue publicado por primera vez, en el sitio web de la revista Vice.
 Sketch by Edward Gorey
Los franceses no existenPermítaseme hablar acerca de mi esposa y del acto de traición que destruyó nuestro matrimonio. No importa que todo haya sucedido en otro plano de existencia, mi mujer me había sido infiel y el niño del que me suponía padre no era, en realidad, hijo mío. Esto es algo seguro, irrebatible y axiomático a pesar de que el engaño ocurrió en un espacio y tiempo distintos al que habitamos.Han pasado muchos años desde que un doctor rescató nuestro linaje de las inclemencias del vientre de mi esposa. Pareciera ser que la vida confundió la barriga de mi consorte con una tumba de ilusiones paternas.¿Cuántos niños perdimos allá adentro? No lo sé, pero debieron ser muchos puesto que cada vez que mi mujer se embarazaba, el feto desaparecía, de la noche a la mañana, sin dejar rastro.He aquí que llega un médico resuelto a rescatar nuestra descendencia del pozo hambriento de la esterilidad. Aunque el estómago de mi querida estaba tan plano como la i de infértil y no redondo como la b del embarazo, el médico me aseguró que sacaría un niño de allá dentro. Tan pronto hizo esta declaración, el doctor le pidió a mi mujer que se recostara en el diván y abriera las piernas. Acto seguido, vistió su mano con un guante de plástico, se reclinó acucioso ante el arco creado por mi esposa, le levantó el vestido y… bueno, el caso es que esa misma tarde mi queridita logró dar luz a un niño que, por blanco y débil, me recordaba a una estatuilla de porcelana.Para fortuna nuestra —corrijo, sería para nuestra desgracia—, la figura frágil que era mi hijo jamás se quebró bajo nuestro cuidado sino que creció, creció y creció para convertirse en un rapazuelo inteligente y peculiar, ay, tan inteligente y tan peculiar que no pude evitar cuestionarme sobre su origen.Todo empezó una mañana en la que observé a mi hijo con detención y me percaté de las numerosas diferencias que existían entre nosotros. Me refiero a que él poseía una figura tan esbelta y seria como la de una botella de licor de albaseco, a pesar de que su madre y yo somos tan robustos y joviales como dos barriles del vino más corriente; o el hecho de que él siempre cuidara sus modales en la mesa mientras que mi mujer y yo nos alimentamos como dos marranos expuestos a varios días de inanición. Súmese a lo anterior, la razón más importante que habría de sembrar mi incertidumbre: el hecho de que mi hijo, a sus siete años, hablara un francés más elocuente y perfecto que el de cualquier francés que yo haya escuchado en mi existencia.No me extrañaba que mi hijo, siendo tan pequeño, dominara un idioma en el cual nunca pudo haber sido instruido. Me extrañaba, eso sí, que la lengua que hablaba fuera justamente el francés, siendo que los franceses, al igual que los fantasmas, la felicidad o los conejos, no existen. He revisado cada mapa, enciclopedia y atlas y puedo asegurarlo, confirmarlo y reiterarlo: no existen los franceses. No existen, nunca han existido y tal vez nunca existirán. Aun así, mi hijo aseguraba hablar francés y yo no pude desmentirlo, pues a pesar de que nunca he visto, escuchado o imaginado a un francés, nada podía ser más afrancesado que esas palabras frías que mi niño sacaba de su boca como si su lengua fuera una cuchara para helado.Tal vez esto hubiera pasado inadvertido. Tal vez su madre y yo hubiéramos creído que el hablar francés era parte de alguna fase conflictiva de la infancia. El problema, aquello que hizo brotar mi descontento y generó mis dudas sobre la fidelidad de mi pareja, el problema, repito, es que mi hijo hablaba muy bien el francés mientras que en nuestra lengua apenas pronunciaba una que otra palabra. Esto me llevó a una única, posible e irrebatible conclusión: mi hijo no era mi hijo sino el hijo de un francés. Sí, un francés hipotético, irreal e ilusorio, pero eso sí, con suficiente desidia para preñar a la esposa de un hombre honesto y cuya única falta fue considerar como inofensiva la inexistencia de los franceses. El hijo de un francés como aquellos en los que usted y yo nos negamos a creer.Tonto no soy y sé reconocer a un francés cuando lo veo y, aunque me niego a creer en ellos, sí, con seguridad puedo decirles que mi supuesto hijo estaba emparentado con algún francés y no con este humilde hombre al que sólo le queda, como única riqueza, un relato aburrido aunque no exento de penas.Días después, cuando reuní el valor para interrogar a mi esposa, ella me aseguró que jamás había estado con un francés, que ni siquiera sabía lo que era uno y por el tono en el que yo se lo cuestionaba preferiría nunca saberlo. Yo confío en mi señora. Siempre lo he hecho. Pero las evidencias dictaban que aunque nunca estuvo con un francés, nunca lisonjeó ni conversó con uno, mi esposa tuvo el hijo de un francés y no el de un rodeniano como yo. Por ello no tuve más opción que confesarle a mi hijo que él no era hijo mío y que su vida se basaba en un engaño.Resumiré este desagradable episodio con mi hijo llorando en el patio, preguntándose (en francés, por supuesto) por el sentido de su existencia. Y digo resumiré porque aunque mucho ocurrió después, ahora sólo he de hablar de lo que sucedió a partir de que el muchacho supo que él era en realidad un francés y no un rodeniano como todos pensábamos.Sin duda mis palabras agravaron la enfermedad del niño, puesto que a las pocas semanas de hacerle saber su condición de francés, el pequeño comenzó a olvidar todo acerca de nuestra hermosa Roden.Sucedía, por ejemplo, que si en la escuela se le cuestionaba sobre cualquier tema de historia —como, supongamos, el nombre de los 27 monarcas cégicos—, el niño excretaba una lista de incomprensibles nombres franceses. Lo mismo ocurría cuando debía cantar nuestro himno, recitar un poema tradicional, sumar, restar o jugar a la pelota. Todo le salía en francés y, al poco tiempo, mi hijo ya no sabía hacer nada en nuestro idioma.¿A dónde, me pregunto, habían ido todas las historias que le contábamos por las noches? ¿Por dónde se escaparon los relatos de cuando Matías Papalote mató a su esposa y la enterró en una nube o aquellos acerca de José el Solitario y de cómo lo internaron en un asilo por escribir desvaríos como este?Se quedaron, eso sí, miles de palabras francesas que se amontonaron en su boca al grado de hacerle nudos en la lengua y provocarle úlceras en las encías —unas pústulas blancas que el médico atribuyó a la falta de vitaminas aunque usted y yo, sabemos diferente.Llegó el momento en que a mi hijo le cambió incluso el nombre y, de un día para otro, ya no se llamaba como mi mujer y yo decidimos nombrarle, sino que respondía algún nombre francés que nunca, nunca, pude pronunciar.Al final, el muchacho ya no tenía nada de hijo mío. Cuando nos dirigíamos a él, sus ojos se transformaban en dos túneles que llevaban hacia un lugar extraño, abundante en viñedos, campesinas hermosas y muchos, muchos conejos —sí, amigo ¡conejos!—Hijo mío —le decía yo al verlo abstraído en ese mundo interno—, soy tu padre, ¿acaso no me reconoces?Él abría su boca y me decía algo que en su idioma debía significar:—Señor, ¿hacía a dónde emigran las aves en invierno?Después de mucho meditarlo, concluí que no quedaba más opción que pedirle que se fuera de la casa. Preparé una maleta en la que guardé algo de ropa, comida y lo que cupo de mi tristeza. Yo mismo llevé a mi hijo a la puerta. Una vez afuera, él agitó su pañuelo en señal de despedida y comenzó su camino hasta desvanecerse entre la niebla de nuestra querida ciudad de Roden.Es el momento de poner un punto final a la vida de mi hijo, pero no puedo hacer lo mismo con lo que respecta a esta historia. Aún abunda el dolor y la desesperanza y, aunque le puedo contar muchas otras penas acerca de mi vida, creo conveniente seguir con la que iniciamos. Así que dispénseme por no contarle acerca del linchamiento de mi primo hermano o de cuando mis sobrinos perecieron en manos de un maniático. Ya habrá tiempo, estoy seguro de eso, sea aquí o en otro lado. Pero ahora, a lo que sigue.Convencido de que estas desgracias fueron consecuencia de la intangible infidelidad de mi pareja, convencí a mi mujer para que se entregara, sin dilación alguna, a las autoridades. Acudimos juntos a la comisaría. Tomados de las manos y con lágrimas en los cuatro ojos le relatamos a un oficial lo sucedido.Por fortuna en Roden la justicia ha quedado en brazos de hombres comprensivos. A pesar de la falta de pruebas y de lo irracional que sonaba nuestra historia, los oficiales consintieron el arresto inmediato de mi esposa.Antes de que se la llevaran a las galeras, mi mujer y yo nos despedimos con un abrazo, más fuerte y amoroso que el que intercambiamos el día de nuestra boda. Ella se disculpó por haberme engañado, de manera tan misteriosa, con un francés inexistente. Yo le dije que eso ya no importaba.Sin mujer e hijo. Así quedé por culpa de un francés irreal aunque, repito, muy insidioso.A veces pienso, con cierta esperanza, si el haber tenido el hijo de un francés significa que alguien, en alguna parte, ha tenido un hijo mío. ¿Se trata, acaso, de una reflexión disparatada? ¿No es posible que alguien, un amigo, un vecino, un pariente lejano, haya concebido a quien debió ser mi hijo?Piénselo. Tal vez, poniendo atención, usted mismo descubra que su hijo no es, como siempre ha creído, un hijo suyo.
De ser así, lo insto a presentármelo. Quizá su niño me mire y, al hacerlo, su corazón, tan solitario como el mío, gritará con un latido: “¡Mira pequeño, éste es tu padre!”
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Published on April 23, 2014 14:23

April 13, 2014

El espejo del solitario – Víctor Roberto Carrancá




El espejo del solitario (Editorial Ficticia, 2014) es el primer libro de Víctor Roberto Carrancá (abogado y escritor mexicano, 1984) que reúne 19 relatos fantásticos (algunos a su vez formados por varias historias) y un glosario. Ha recibido varios premios literarios y en 2009 fue seleccionado por su cuento El organilleropara aparecer en la antología Estación central bis de la misma editorial; es egresado de la Sogem. El libro se puede adquirir en Librerías Gandhi o directamente en la página de Ficticia.
De una increíble narrativa descriptiva, un lenguaje estético y cuidado, abundante intertextualidad y un imaginativo privilegiado, Carrancá demuestra el valor literario de su obra, siendo, a mi parecer, uno de los mejores escritores contemporáneos y un nieto perdido de Borges. El espejo del solitario es un compendio de historias conectadas por vasos comunicantes que nos resumen las memorias de una civilización paralela a la nuestra; y he ahí donde reside la magia de Carrancá, en crear un cosmos (y su catálogo de términos) en poco más de 130 páginas, al que designa enigmática y atinadamente Enogea*.
'*De acuerdo al Solitario, la etimología procede del prefijo lívico “E” (sin) y la palabra “Noges” (sentido, comprensión).'
Enogea no se nos presenta como otro territorio o limitada realidad, sino como otro planeta, otro universo tan basto y desconocido como el propio, donde seres mitológicos cuentan con una existencia tangible y, como sucedería con un espejo, algunas situaciones ocurren en el sentido inverso. Quizá en realidad Enogea no es un universo tan distante como parecería: al igual que en algunos sitios de nuestra tierra, en aquel supuesto universo paralelo Elvis es considerado un dios, un género musical y un deporte son la religión y doctrina y el psicoanálisis y las obras literarias de ficción se consideran libros sagrados y sus fantasmas, al igual que los nuestros, son entes incorpóreos en búsqueda de la felicidad. Una de las temáticas recurrentes en la obra de Carrancá son los sueños, mostrados precisamente como espejos, como un plano perfecto para el desdoblamiento de la realidad.
A través de cuantiosas referencias literarias (como El Decamerón , El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha , Alicia en el país de las maravillas yAlicia a través del espejo), cinematográficas ( The Truman Show ), religiosas, musicales e incluso radiofónicas, Carrancá crea un sin fin de personajes, lugares y situaciones a las que se les concede vida mediante la lectura y aún después de ella, pues toda invención se vuelve eterna al ser interpretada.
(SOURCE: ASYLITHUM, VIA UNDEADREDEMPTION)
Carrancá también nos otorga explicaciones fantásticas a hechos o situaciones comunes que convierten lo ordinario en asombroso; nos da la posibilidad de ver desde otro ángulo la vida misma y nuestra existencia. Adopta el papel de nigromante que ha de fascinar al lector y transformar su presente mostrando el engranaje que hace girar el mecanismo de lo ordinario y demostrando que todo lo establecido puede (y debe) ponerse en duda.
Varios son los cuentos que me parecieron maravillosos (en sí todos tienen una genialidad particular) y me sorprendió que el libro iniciara precisamente con el cuento por el que conocí al autor, Los franceses no existen, que presentaré en la siguiente entrada como cuento del mes. Debo decirles que contacté al autor gracias a esa lectura y en un gesto de lo más amable, aceptó que hiciéramos intercambio de nuestros primogénitos. Aquí está mi linda dedicatoria:


El hombre que bajó por la chimenea, Hoy llovió mujer sin piernas, Sobre un libro condenable, Las mujeres siempre mueren en las historias (drama criminal de realidad imposible), Un veloz comentario en torno a la obra de Josaeph Crineey La paradójica condición de los gatos de Schrödinger son sólo algunos de los mejores cuentos del libro. Criminología, metaficción, paradoja, demencia y existencialismo (entre muchas otras cuestiones más) convergen en estas letras que logran crear el mejor pase para partir de este mundo.
En El instrumento de Woofer H Carrancá hace una alusión al programa de radio que se transmitió el 30 de octubre de 1938 en Estados Unidos, en el cual el actor y guionista Orson Welles dramatizó la novela La guerra de los mundos de H. G. Wells. Lo asombroso del caso está en que, en ese entonces, muchas personas que sintonizaron el radio ya empezada la emisión y que no habían escuchado que se trataba de una dramatización, entraron en pánico al creer real la invasión extraterrestre. Nueva York fue una de las ciudades víctimas de la histeria colectiva del programa que duró más de 50 minutos, del que añado el video con el audio completo.


En los cuentos Sobre un libro condenable yBotellas en el mar (este último dentro de Extractos del cuaderno de José el solitario) Carrancá hace uso de una técnica narrativa a través de las notas a pie de página como recurso de ficcionalización que me recordó a una de las minificciones que aparece en Relatos vertiginosos (Antología de cuentos mínimos, Alfaguara 2001) donde el texto está constituido en sí por los enormes pies de página, más que por los escasos fragmentos del relato, que en lo personal me gusta descifrar como una burla al academicismo.
En una de sus presentaciones, el autor afirmó que La paranoia de este estilo es que siempre van aumentado los temores. Al recurrir a instrumentos como la interpretación de los sueños uno empieza a comprender que existen numerosas realidades a las que trata de pertenecer y al adentrarse en ellas crean a su vez más laberintos.”
La eternidad reflejada por el espejo, la soledad multiplicada ad infinitum y todo lo incomprensible en esta vida encuentra algunas explicaciones y salidas opcionales de la mano de José el solitario. Lo lamentable es terminar el libro y dejar al Solitario donde fue encontrado, en esa sempiterna melancolía.
Carrancá suele publicar diversos textos creativos y agudos en la Revista Crítica y también pueden leer más comentarios sobre El espejo del solitario y sus presentaciones en este enlace.
Para cerrar la reseña, algunas de las frases memorables el libro:
Los franceses no existen
“(...) los franceses, al igual que los fantasmas, la felicidad o los conejos, no existen.” P. 10
“Preparé una maleta en la que guardé algo de ropa, comida y lo que me cupo de tristeza.” P. 13
“(...) aunque le puedo contar muchas otras penas acerca de mi vida, creo conveniente seguir con la que iniciamos.” P. 13
Sobre un libro condenable
(pie de página) “7. Como se sabe, la religión lisberiana asegura que el infierno existe en una dimensión paralela que mantiene estrecha relación con al nuestra.” P. 39
(pie de página) “14. (...) el Compendio de Oniristas sí hace referencia a las sacerdotisas de la Secta Dual, quienes creían que la existencia se llevaba a través de dos vidas: la primera, la del cuerpo tangible y durmiente; y la segunda , la de un yo interno que viaja a otra dimensión cada vez que uno duerme.” P. 40-41.
Una historia sobre béisbol
“Palabras al fin, Yo no tenía por qué creerlas. Supongo que por eso él siempre me decía aquella frase que me duele tanto: -¿Tú no entiendes, verdad? No, no lo entiendes.” P. 58
Un caso llevado ante el ministerio
“Para este diplomático, el catolicismo consiste, simplemente, en un fraude religioso promovido con el objeto de impulsar ese estilo de música llamado corifeo.” P. 62
Máscaras
“Fue al inicio, sutil y silenciosa. Dama etérea de naturaleza invisible, perfumó los callejones con su aroma febril. Después de siete días de paciente incubación, incluso la lluvia murmuraba su nombre:-La peste, la peste.” P. 73
“Unos se sentaban sobre la acera y, con la cabeza inclinada, se golpeaban una de las orejas con la esperanza de que algún trozo de memoria saliera por la otra. Otros simplemente se arrojaban al mar.” P. 76
Botellas en el mar
“Tanto había sido el ahínco y tanto el tiempo que le tomaba esta empresa, que el marinero Castre había olvidado envejecer.” P. 78
“(...) obras literarias que fueron escritas y debidamente embotelladas.” P. 79
“(...) los personajes de los sueños pesan lo mismo que cualquier otro pensamiento (...)” P. 85
La torre de Moeb
“(...) allá arriba había un Dios solitario que soñaba con crear un mundo lleno de hombres.” P. 92
Al hombre lo dicta el perro
“Yo escribiría, si lo mío fuera escribir, textos tan pretenciosos, tan vacíos y aburridos, que no exagero al aceptar que nunca habría alcanzado el más mínimo reconocimiento.” P. 96
La paradójica condición de los gatos de Schrödinger
“El mayor problema de adoptar un gato de Schrödinger, es la complejidad de habitar con un animal que está muerto y vivo al mismo tiempo.” P. 113

“Todo depende de la persona que se atreve a abrir la puerta y, tristemente, del humor que el lector tiene en ese momento.” P. 116
El milagro
“(...) coloca su silla frente al escritorio (...) una flama inspiradora le dice que aquello que va a verter sobre las hojas, creará algo sin precedentes. “Esto” piensa, “será importante en algún sitio”.” P. 133
Glosario de términos sobre un lugar llamado Enogea
“BERMEJA, ISLA: (...) la locura consiste en volverse prisionero de los lugares que uno recrea con la mente. se trate de sueños o alucinaciones, el más complejo de los universos es aquel que construimos a partir de nuestra falta de cordura.” P. 135-136
“CATOLICISMO: fraude religioso creado con el único objeto de promocionar el género musical conocido como Corifeo.” P. 136


“MAR DE LOS SARGAZOS: (...) Ahí llegan, entre otras cosas, (...) los globos que utilizan los niños para escribirle a las estrellas (a las que piden un deseo que se cumple sólo si estas se suicidan).”
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Published on April 13, 2014 12:52

April 5, 2014

Reseña de Tusitala de óbitos en Yaconic



Este mes inicia con la segunda reseña escrita para mi libro "Tusitala de óbitos" por Pablo Anduaga para la revista Yaconic, que se publicó hace un par de días.
Leer estas líneas me han dejado con una gran sonrisa en el rostro y completamente halagada; la atinada descripción de mi narrativa y ciertas características que el autor del texto señala me encantaron, pues reflejan precisamente el resultado de una lectura profunda y meticulosa, así como sinceras reflexiones particulares.
Para leer el texto en el sitio original, pueden visitar este enlace, que los llevará directamente a la entrada en la página de la revista.

Por Pablo A. Anduaga
Un alma vieja. Eso es Lola Ancira. Una mente que pareciera haber viajado por diferentes épocas donde se desarrollan las más sorprendentes ficciones sin necesidad de lo estridente o explosivo. Queretana de nacimiento, esta alma del mundo tiene su bastión en la anécdota profunda de cada uno de los 15 relatos que conforman su primer compendio de cuentos.
Tusitala de Óbitos nunca deja de sorprender y a pesar de ser un libro aparentemente corto sus relatos calan hondo, la pluma de la nobel autora tiene una paleta creativa digna de quien ha vivido intensamente media vida. Las historias de Violeta, Felice & Soren, Jaubert, o la del cazador de monstruos son de lenta asimilación, aptas para cualquier mente más no para todo criterio. Ancira obliga a dar una ojeada dentro de lo que nos incomoda, jamás con el morbo descarado o el facilismo de lo explícito, tan sobreexplotado en la época reciente. Tampoco usa el lenguaje arrabal del chilango ni su violencia callejera tan gastada hoy día, lo suyo es más elegante y por ende, más perverso.

Lo que une estas quince historias es la profunda imaginación que las distingue, se agradece el buen juicio al darle su espacio a cada una, destaca de sobremanera lo mucho y profundo que cuenta en tan pocas páginas. En su debut Lola firma un libro que escapa al reduccionismo de lo bueno o malo para ubicarse en el juicio del gusto auténtico. Vaya manera de entrar en Grandes Ligas.
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Published on April 05, 2014 16:54

March 31, 2014

La desconocida del mar y otros textos recuperados – Francisco Tario



La desconocida del mar y otros textos recuperados de Francisco Tario (escritor mexicano, 1911-1977) publicado por Ficticia Editorial en 2013, es un libro que reúne, en tres partes y 162 páginas, siete cuentos fantásticos, algunas entradas del diario del autor en su juventud y unos párrafos que describen el trabajo de su hijo menor como pintor. Es, en su totalidad, un cofre que congrega algunas joyas literarias imperdibles de Tario para todo aquel dispuesto a entrar en su universo literario y, en especial, para sus lectores más devotos.
Desde el prólogo, donde Alejandro Toledo, a través de algunas alusiones a E. T. A. Hoffman menciona ciertos vínculos con las letras de Tario, surge una atmósfera propicia que sitúa a las historias y los personajes de Tario en la noche, ese territorio eternamente misterioso y conveniente para albergar a la fantasía y la imaginación, ese espacio que en su oscuridad vuelve reales y verosímiles las historias más extravagantes.
Dos guantes negros es uno de los cuentos más sobresalientes del libro, pues no solamente dota de vida a objetos insospechados y por completo triviales, sino que la finalidad de uno de ellos es más que maligna y perversa, homicida. El cuento completo lo pueden leer, en formato pdf, en la entrada posterior a esta publicación.
Las detalladas descripciones y tramas enigmáticas convierten a estas lecturas en maravillosos instantes de asombro y desconcierto, incluso en un anhelo por conocer lo inexistente, como Taón, ese país tan mencionado por el pequeño Jacinto Merengue en el cuento homónimo, un lugar que se vuelve familiar de tanto leer sus cariñosas descripciones y que crea un sentimiento de fraternidad que se instala junto a los recuerdos del hogar propio.
EnRosenda Monteros, el autor expone de forma elegíaca no la figura de una mujer, sino sus efectos fatídicos en los hombre, su afinidad de efigie y enigmático propósito.
En La desconocida del mar, más que describir un sentimiento de amor es el relato de un fuerte sentimiento de adoración y una fijación por lo desconocido enfocado en la silueta de una mujer que, a pesar de ser real, recrea una existencia fantasmal muy parecida a la creada en La invención de Morel , por Bioy Casares. También hay cierta connotación que recuerda la película de El ángel exterminadorde Buñuel, una singular característica que comparte con el siguiente relato del libro, Contraluz.




Jud, el mediocre es un basto océano de referencias literarias y una oda a escritores, poetas y filósofos como Keats, Virginia Woolf o Valery, donde un escritor se debate entre la realidad y un trastorno previo a la muerte que contiene frases e ideas magníficas.
Por todo lo anterior (y más detalles que seguramente se me escaparon), este libro es un must havepara todos los amantes de la literatura fantástica y el imaginario de Tario.

Para finalizar, transcribo mis frases favoritas del libro (de nuevo, bastantes) en las que pueden atisbar la fascinante creación de Tario.


Prólogo
“(…) entiendo por fantástico la exteriorización del conocimiento o del deseo que no se puede justificar por una causa racional, y por maravilloso aquello que es considerado imposible, inconcebible, que parece superar las fuerzas conocidas de la Naturaleza u oponerse a sus procesos habituales.” P. 9-10
“La nocturnidad, dice Juan Tébar (prologuista español de los cuentos de Hoffmann), es un estado de ánimo, un modo de entender la vida.” P. 11
”(…) en Tario la muerte es el comienzo y el fin de la historia, pues se camina del asesinato al olvido, que es visto como una segunda y definitiva muerte: el fantasma se desvanece cuando se pierde su recuerdo.” P.12

Rosenda Monteros
“Es una estatua precoz, enferma de la vieja soledad de las estatuas.” P. 89
“Es húmeda y olvidadiza, de oscilación muy precisa, temperatura malsana y pensamientos tristes.” P. 89
“Y guardad bien el secreto (…) Muchos han muerto y no lo saben.” P.90

Sobre la pintura de Julio Farell
“El misterio no entra por los ojos, como la luz de la mañana, sino que se filtra por sorpresa en la corriente sanguínea y se refugia en un rincón indeterminado de nuestro ser.” P. 91
“Eso que el hombre debió perder casi sin darse cuenta y que difícilmente recupere…” P. 92

La desconocida del mar
“(...) la sensación íntima del bienestar ajeno y el propio mar, luminoso y excesivo, no logran sino acentuar visiblemente su profunda melancolía. Sobresaltada por toda suerte de remordimientos y alucinaciones (...) “ P. 95
“(...) con qué poca cosa el corazón humano se conforma.” P. 96
“Está solo. Y aquel lugar tan luminoso y plácido, aquel mar tan ruidoso y azul, se transforma, en virtud de la súbita soledad, en el más lóbrego y aborrecible rincón.” P. 97
“Amaba, por consiguiente, a un fantasma y era amado a la recíproca por el fantasma desaparecido.” P. 98
“También busca. También fracasa. (…) Y no es el encuentro de dos personas extrañas y ajenas, sino de dos seres solitarios a quienes un grave y doloroso amor ha unido,” P. 99
“La felicidad -advierte- acude una sola vez, pero jamás vuelve. Y su felicidad se ha perdido.” P. 99
“Sabe que por aquél amor mentirá; y miente. Que por aquel amor traicionará; y traiciona. Y se ve obligada a recurrir a las más sucias mentiras, a los más innobles recursos para prolongar aquél amor un día más, uno solo. Entiende muy claramente que, perdido este amor, su vida se derrumbará definitivamente por segunda y última vez.” P. 100
“(...) hermosas y trágicas vidas tiran de ellos en dos direcciones contrarias (...)” P. 101
“Es un repentino y oscuro pánico el suyo que le anuncia que ha de morir.” P. 101
“Cada ruido le anuncia algo; cada silencio le previene un riesgo; cada palabra es un símbolo fatal.” P. 102
“(...) es preciso escapar, evadirse a cualquier precio de la tortura infinita, de la monstruosa e interminable espera.” P. 102
“La herencia definitiva de la soledad.” P. 103

Contraluz
“(...) se despeñaba fatal y vertiginosamente hacia un tenebroso abismo al cual los demás se asomaban con susto.” P. 106
“La noción de un mundo ajeno, incomprensible y malsano, a espaldas suyas, llenábala de un terror casi sagrado y, sin saber a qué atribuirlo, procuraba ahora que sus pasos sobre la alfombra no produjesen el menor ruido, como si temiera que ese mundo oculto y nefasto pudiera desperezarse de pronto e inundar con su horror la casa.” P. 110
“Su imaginación de había desbocado como un potro salvaje y ya no encontraba forma de serenar y ordenar sus pensamientos.” P. 111
“(...) esos incongruentes y amenazadores seres que son los locos.” P. 112
“Habían transcurrido dos meses desde mi última visita al infierno (...)” P. 118
“(...) no todo lo visible es solamente nuestra realidad, sino que la auténtica realidad se esconde detrás de esa formal apariencia que nosotros, precipitada y gratuitamente, llamamos única realidad.” P. 119
“(...) un ser de otro mundo que se presentaba alegremente, inconsciente de su terrible significado.” P. 124
“¡Vasto, insólito, abrumador mundo por el cual camina el hombre a tientas, inconsciente de su enigmática trascendencia!” P. 125
“(...) mi angustia iba en aumento y una sensación de soledad infinita, de minúscula pequeñez humana, me acompañó a partir de entonces.” P. 129

Jud, el mediocre
“Tampoco habitaba en la tierra. La tierra consta de tantas degradantes e insulsas cosas como son el amor, la amistad, la muerte, las verdolagas, el placer, la erisipela, la piedad y la alegría, y él habitaba un cuartito de 3x4 poblado de espejos invertidos donde muertos ilustres y otros ilustrísimos moribundos se asomaban a la superficie para guiñarle el ojo y conducirlo en silencio a lo largo de una aristocrática avenida. Keats, Bergson, Virginia Woolf, Eliot, con sus delantales blancos, lo conducían de la mano por unos encantadores macizos de crisantemos y le ofrecían compota de pera o le pellizcaban los carrillos.” P. 132
“Cuando el hombre acepta su catástrofe, ya obtuvo su diagnóstico: tiene la salvación a mano.” P. 133
“Su renuncia a existir, creo, no tiene ya remedio.” P. 133
“(...) en algún escritorio del mundo un hombre de verdadero talento se debatía con sus dóciles fantasmas.” P. 134
“Mas la soledad es fuego y las flamas de cualquier hornilla nos alcanzan, impidiéndonos aproximarnos.” P. 135
“Gira, manotea, saca la lengua, está aún pendiente de morirse.” P. 135
“Podría ser un bienaventurado. Mas ha dejado de pertenecernos, lo cual ya es más doloroso.” P. 136
“Su utilidad humana aún no ha sido descubierta.” P. 136
“(...) las palabras son cabalmente explícitas, genuinas, demoledoras. Las palabras son siempre responsables de su propio hechizo. Y no es posible burlarlas.” P. 138
“-Mi poder está en el método -en el alambre, quería decir; dialogaba-. ¡Crearé! P. 139
“(...) el mundo de los enfermos es un reino inesperado, misterioso e incomprensible, como el de los poetas.” P. 140

“(...) la vida es ardiente, insensata, rica o siniestra, pero incomprensible.” P. 142
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Published on March 31, 2014 21:27

March 24, 2014

Dos guantes negros – Francisco Tario

Francisco Tario
Francisco Pelaéz, conocido en el mundo literario como Francisco Tario (escritor mexicano, 1911-1977) fue poco conocido debido a que no se incorporó a corriente literaria alguna y carecía de interés en lo referente a las interacciones sociales en este ámbito. La mayoría de su obra no tuvo mucha difusión, a pesar de contar con seis libros publicados antes de morir, pero en los últimos años se ha reivindicado su obra a través de recientes publicaciones como Cuentos completos I y II (editorial Lectorum, 2004), la novela Aquí abajo (Conaculta, 2011) o las compilaciones Dos guantes negros (Instituto Nacional de Bellas Artes, 2011), La desconocida del mar (editorial Ficticia, 2013, increíble libro que actualmente estoy leyendo y del que pronto habrá una reseña en el blog y en el que descubrí este fascinante cuento) y La semana escarlata y otros relatos (coedición de Conaculta y editorial Lectorum, 2014).
La narrativa de Tario gira en torno a situaciones o acontecimientos inauditos e inexplicables, se refugia en el mundo oculto de los sueños y la muerte, de los fantasmas y el inconsciente, donde los delirios y lo fantástico recrean una realidad no mejor o peor, sino diferente. Se aleja de sus contemporáneos en cuanto a la temática y lo más probable es que por esto se recluyera. Precisamente hace dos semanas, en la presentación del libro La semana escarlata y otros relatos, Guillermo Samperio dijo:
En la década de los cuarenta, en México, pocos escritores exploraron los terrenos de la imaginación fantástica. Sin embargo, Francisco Tario escribió libros de corte macabro y fantástico, de ambiente nocturno, grotesco, disparado, sensual, que se acerca a la alucinación propia de lo maravilloso sombrío y el humor siniestro.
Descubrí el fascinante y desconcertante mundo literario de Tario a través de una entrada en el blog de Alberto Chimal, en la que publicó uno de los cuentos del autor: La noche de los cincuenta libros. Quedé encantada con aquella intrigante lectura e investigué más sobre el autor, compré uno de los dos volúmenes de Lectorum (que sigue esperando su lectura) y finalmente, en noviembre de 2013, el día de la presentación de mi libro en Zacatecas, Jaime Mesa tuvo la amabilidad de obsequiarme el libro de Tario publicado por Ficticia, La desconocida del mar.
Dos guantes negros es el primer cuento del libro y está dedicado a su hijo más pequeño, por lo que podría pensarse que el cuento es infantil, pero en realidad es una historia de misterio muy bien narrada, con una trama enigmática y  singular que convierten al cuento en un terror maravilloso enfocado a un objeto por completo inofensivo. La atmósfera turbia del cuento evoca las siniestras historias cortas de Edward Gorey, tanto por la temática tétrica como por su enfoque “infantil”.

Por desgracia, ahora no tengo el tiempo suficiente para transcribir el cuento completo, pero les dejo un enlace a esta revista digital de ISSU donde lo pueden leer directamente (junto con dos cuentos más de su autoría), gracias a la publicación de la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes. Espero que lo disfruten tanto como yo y que se interesen en este genial autor, si es que no lo conocían aún. Pueden leer también otro de sus cuentos, Música de Cabaret, en otra entrada del blog de Chimal.
En La desconocida del mar, Alejandro Toledo menciona en el prólogo:
En un mueble comprado décadas atrás en una iglesia por el escritor Francisco Tario (1911-1977), se han alojado álbumes con fotografías y recortes periodísticos, originales mecanográficos, una partitura de su autoría (“Fantasía del amor”), dibujos eróticos, grabaciones y objetos varios. Esa cómoda antigua emprendió a mediados del siglo XX el viaje de la familia Peláez Farell a España; fue heredada por uno de los hijos, Julio, artista plástico, quien en los años noventa la trajo de regreso a la ciudad de México y la ha llevado consigo en sus ya varias mudanzas por esta metrópoli.
Ese mueble, de frente barroco y laterales coloniales, parece un pozo sin fondo; de ahí salieron, tiempo atrás, las obras de teatro incluidas en el volumen El caballo asesinado (1988); la novela Jardín secreto (1993); y, en lo que se creyó un último hallazgo, apareció ahí hace unos años el cuento infantil “Jacinto Merengue”. En vísperas al centenario del nacimiento del escritor, la cómoda mágica nos descubre el poema/cuento “Una roca frente al mar” y el relato “Dos guantes negros”, textos de consumo casero en los que Tario trabajó como regalo para Sergio y Julio, sus hijos, y en donde no abandona su irremisible vocación hacia lo extraño.
Parte de la portada de Dos guantes negros
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Published on March 24, 2014 12:58

March 17, 2014

Musiquito del talón – Alfonso López Corral



Musiquito del talón (Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2013) de Alfonso López Corral (escritor mexicano, 1979) es un libro que está conformado por nueve cuentos de ficción que se desarrollan en la ciudad de Navojoa, Sonora.
Tuve el placer de leer este libro hace poco más de un mes, pero por cuestiones de tiempo no había tenido oportunidad de escribir la reseña. Les presumo la dedicatoria:




En estas páginas, López acerca a los lectores de latitudes distantes no sólo la violencia, sino el aspecto más humano de quienes la ejercen y sufren por ella, convirtiendo a la ferocidad actual que reina en ciertas partes de nuestro país en un sólo sentimiento, en historias palpables donde la comprensión de otras realidades se convierte en empatía.
Este musiquito es una especie de exposición para conocer las razones existentes de los movimientos del otro lado del tablero, son un puñado de explicaciones y piezas de rompecabezas en los que las historias más disímiles cobran sentido y donde la naturaleza humana y su ambición siguen siendo el principal misterio.
Pero incluso estas verdades cambiarán según la versión que estemos leyendo: la del vencedor o la del vencido; o según el ánimo de López para venerar o degradar a sus personajes, justo como pasa en el relato más corto del libro, El último hombre de pie.
Dos de mis cuentos preferidos fueron Treinta balazos y Diablos sin cruces. Treinta balazos narra de forma sardónica las travesías del Flaco Irene, un policía ineficaz al que le es asignado el urgente levantamiento de un cuerpo. Entre burlas de sus compañeros y contratiempos inesperados, el Flaco logra finalizar su misión de la mejor manera que le es posible y que, por supuesto, no era la esperada. En Diablos sin cruces se desarrolla la historia de dos hombres, Esquela y Martincillo, que intentan llegar a través del desierto a Sonora tras haber sido asaltados y golpeados brutalmente. Durante un tramo del camino y sus diálogos, se esclarece un poco lo sucedido, pero uno de ellos no logra resistir más y muere. El sobreviviente decide volver e indicar a la esposa del difunto el lugar donde deberá clavar una cruz para alejar a los diablos y, de paso, poder rescatar los restos del banquete que seguramente buitres y coyotes no tardarán en devorar.
Como el propio autor lo menciona en esta entrevista, las historias que conforman Musiquito del talón (titulo que surgió de un corrido de los Hermanos Vega y que pueden escuchar al final de la entrevista) favorecen la ficción sobre la crónica, lo que convierte a estos cuentos en posibles acontecimientos verdaderos pero únicos, con protagonistas particulares que quizá, en alguna realidad alterna, tuvieron precedentes o tendrán sucesores.
En esta otra entrevista, realizada por uno de sus amigos (lo que permite cierta cercanía con el autor) López nos habla, entre otras cosas, del significado del premio nacional que ganó con Musiquito del talón, de algunos autores imperdibles, del panorama que viven los escritores contemporáneos y, por supuesto, de su literatura.
¿Cómo se fue fraguando “Musiquito de talón”?
En un primer momento quise que “Musiquito del talón” fuera un homenaje a mi barrio, al barrio donde crecí, y su gente. También quería que se viera reflejado mi gusto por el corrido. Lo demás fue una amalgama entre cuentos leídos y admirados (el lector no batallará para notar las deudas de esas historias) y el exceso de realidad que tuve (por mi adicción a la lectura de los periódicos) a causa del desastre que ha sido este país a raíz de la llamada guerra contra el narco. Una palabra que enseguida se hizo frase fue la que detonó el libro: “Camposanto. Este país se convirtió en un camposanto. Este país se llenó de muertos“.
Pueden adquirir el libro a través de la página de novedades de Tierra Adentro o en las librerías EDUCAL.
Por último, transcribo algunas de mis frases favoritas dentro de los relatos:
“(...) cuando alguien dispensa a los muertos un trato distinto al que están acostumbrado, entonces sí se enojan, se sienten. (...) ya nomás se comunicaba con los muertos, con números, panegíricos o canciones. Eran los únicos que le importaban.” En Musiquito del talón.
“Yo ya tengo los años para empezar a olvidar (...)” En Héroes entre nosotros.
“(...) sabía que los muertos nunca llegan solos.” En Treinta balazos.
“Los jotos nunca deben ser viejos ni feos (...)” Ibídem
“(...) se fue al infierno, no cabía en otra parte.” En Diablos sin cruces.
“Nomás no cierres los ojos que así llegan las malas ideas.” Ibídem
“-Pues dicen -el dicen le amargó el hígado, palabra culona que usaban todos para no quedar fuera de algo, pero sin ser responsables-” En Derelicción.
“Es cierto que las cosas rara vez son como las cuentan, mucho menos como uno las imagina, si bien conservan la virtud de ser mejores o peores; pero cuando son inocuas, sin remedio ni ponzoña, entonces la expectativa cae al vacío, estéril, incapaz de hacer nuevos llamados al deseo, al miedo o a la esperanza.” Ibídem
“No es bueno que un hombre beba solo, porque corre el riesgo de que el diablo se acerque a hacerle compañía, pero todavía es peor no beber.” Ibídem
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Published on March 17, 2014 17:49

March 12, 2014

Primer reseña de Tusitala de óbitos



Este mes inicia de lo mejor: con la tan esperada primer reseña escrita sobre mi libro Tusitala de óbitos para la revista digital de temas infinitos  La hoja de arena  (que cuenta con el Apoyo a la Edición de Revistas Independiente 2013 de CONACULTA) por Fernando Galicia en la sección La hoja del día, esta revista además cuenta con un blog y ambos sitios quedan, por supuesto, recomendados, pues como su misma leyenda lo dice sus temáticas culturales y artísticas son interminables. En La hoja de arena literatura, música, ciencia y teatro (entre varios más) conviven en una pluralidad que se retroalimenta y crece continuamente.
La reseña señala muchos puntos importantes e intertextuales de la obra, pero lo que me gustó, también, es el comentario final del autor, ese deseo por encontrar en mi narrativa una voz que se aleje un poco de toda su formación y construya un universo personal que, a mi parecer, sólo se reflejó en algunos de los cuentos, pues este libro está constituido por textos con años de antigüedad y los mencionados, que son mucho más recientes.
Como se lo comenté a Fernando, este aspecto es algo en lo que estoy trabajando ahora y espero mostrarlo en mi obra posterior. A continuación transcribo la reseña, que pueden leer directamente de la revista en este enlace.


           
En su ensayo Los subgéneros y la mirada fantástica Rafael Villegas escribe:
…No basta con llenar el cielo de nuestra ficción con dragones, ovnis o superhéroes para que la imaginación cimbre nuestras nociones sobre lo posible y lo imposible.
En estas líneas Villegas señala acaso el defecto más alarmante de la mayoría de la literatura fantástica producida estos días en nuestro país. Abundan las historias donde zombies, extraterrestres y brujas sufren una larga y detallada lista de aventuras en mundos extravagantes y muy muy lejanos. Sin embargo, poco hay en esos relatos de lo que Faulkner llamaba “the old verities and truths of the heart” sin los cuales cualquier historia es efímera y está condenada.
Por lo mismo es una grata sorpresa encontrarse con el primer libro de Lola Ancira (Querétaro, 1987), Tusitala de óbitos. Ya el título de este volumen de relatos anuncia el estilo de la autora (Tusitala es el nombre con el que la gente de Samoa se refería a Stevenson, quiere decir contador de historias): cuentos llenos de referencias literarias que revelan el amplio conocimiento de Ancira de la tradición de las cuales sus historias se alimentan.
El primer relato del libro, “Dédalo”, es la versión personal de la autora de la historia del habitante del laberinto sampleada con referencias a la obra de Edward Gorey. Siguiendo esta pauta, del resto del libro comienzan a fluir personajes, ambientes y realidades enteras que terminan por envolvernos en el personalísimo mundo de Ancira. Destacan además las historias “9192 631 720“, versión única del familiar sueño profético y “Cosmogonía de las parafilias“, donde se puede observar con mayor intensidad la mirada original de la autora para analizar la realidad cotidiana desde un ángulo fuera de lo común.
Es destacable que cada historia del libro recuerda otra famosa de los subgéneros fantásticos. “Paygame” recuerda “La secta del fénix” de Borges o la serie de “Instrucciones“ de Cortázar. Por su parte “Los infortunios de Vigilius Haufniensis” tiene el aura de “La casa de las celosías” de Amparo Dávila. Todo esto sin caer en el plagio o la imitación descarada, sino en el reconocimiento de la tradición fantástica. Por otro lado, es un gran acierto el estilo que Ancira ha escogido para contar sus relatos, ya que éste concuerda a la perfección con los contenidos de sus historias. Por breves momentos complicada y cultista (abundan adjetivos como agónico, ominoso, discrepante) la narración refleja un cuidadoso trabajo y una gran preocupación por el lenguaje.
Quizá el mayor defecto de tu Tusitala de óbitos sea también parte de uno de sus mayores aciertos. Lola Ancira refleja el gran conocimiento de los subgéneros en los que inserta sus historias, pero a la vez la autora parece dudar a la hora de tomar su propio camino y empezar a abrir senderos por sus propios territorios. En “La mujer volátil”, uno de los relatos más originales del libro, Ancira cuenta la historia de Violeta, quién fastidiada de la vida mundana en la tierra, se empieza a elevar hasta alcanzar el cielo. De la misma forma sería interesante ver los cielos que Lola Ancira puede alcanzar usando como materia prima sus amplias lecturas fantásticas y su buen manejo del lenguaje, pero alejándose un poco de sus terrenos conocidos.


Fernando Galicia, México, 2014.
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Published on March 12, 2014 13:42

February 28, 2014

Réquiem por un suicida – René Avilés Fabila





Réquiem por un suicida (1993) de René Sadot Áviles Fabila (escritor, periodista y catedrático mexicano, 1940) es una novela publicada en formato digital por Editorial Ink en 2013 y está a la venta en Amazon en este enlace.  
Su primer novela, Los juegos, fue publicada en 1967. Avilés es contemporáneo de José Agustín y Parménides García y proclama como a sus preceptores a Juan José Arreola, Juan Rulfo y José Revueltas. Ha publicado 7 novelas, más de 20 cuentos y varios ensayos y memorias que le han valido diversos premios nacionales de periodismo y narrativa, así como numerosos homenajes realizados, entre otros, por la UNAM, INBA y FCE.
En su autobiografía procaz, Avilés explica a detalle varios aspectos fundamentales de su vida y obra, entre los que destacan por igual sus publicaciones y la intensa divulgación cultural como sus magníficas acciones y críticas sociales y políticas.
Desde hace varias décadas promueve la cultura y ha tenido a su cargo diversos cargos culturales; fundó, en 1985, el suplemento cultural El búho, del periódico Excélsior, hasta 1999. Meses después, fundó la revista El universo del búho , que terminó por tener el mismo nombre del suplemento cultural y de la que actualmente sigue siendo el director. En 2003 creo la Fundación René Avilés Fabila, cuyo objetivo es Promover la creación, fomentar, investigar y difundir la literatura así como la cultura en general.Desarrolla programas, participa en la celebración de convenios y colabora en toda aquella actividad académica y artística que impulse la promoción cultural.En 2008 fundó el Museo del escritor, del que el propio Avilés explica: No se trata simplemente de ver y apreciar objetos de artistas y literatos, libros especiales, fotografías, grabados con aquellos que redactaron obras maestras de la literatura, sino poner al servicio del país y en especial de la juventud, un museo interactivo, felizmente vivo donde los escritores tengan su casa, puedan presentar libros, tener talleres de poesía y prosa narrativa (...) Grandes maestros como Alfonso Reyes, Julio Jiménez Rueda, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Salvador Elizondo, Francisco Monterde, Alí Chumacero, Griselda Álvarez y Carlos Montemayor, siempre con el espíritu de la fundadora, la escritora norteamericana Margaret Shedd, estimularon y apoyaron a cientos de escritores que hoy son fundamentales en nuestras letras. La lista es infinita y algo de ella podrán ver aquí. Una síntesis.
Sobre Réquiem, el argumento primordial de la novela es demostrar que para el personaje principal, Gustavo Treviño, partir de este mundo a través de la muerte voluntaria es una decisión propia que debe ser respetada por los demás; lo más singular, es que planea hacerlo en un momento de felicidad y éxito, en el que todo se ha vuelto prescindible (incluso los objetos y personas cercanas) y donde lo único necesario es el amor verdadero para saber, en cierta manera, que se triunfó en la que muchos han señalado como la finalidad misma de la vida. Y lo más fascinante es que, a través de argumentos basados en fundamentos históricos, filosóficos y literarios, logra no sólo convencer, sino transmitir esta necesidad de control sobre el final de la propia vida al lector. Ya en el prólogo Elena Garro advierte de la “peligrosidad” que puede suponer este libro para adolescentes, pero el peligro no es tal ni se enfoca en ellos, es más una imponente reflexión a la que se llega tras la lectura de este libro, que si bien no hará que todos se suiciden, al menos sí cambiará la perspectiva y el juicio del lector que este dispuesto a adentrarse en estas páginas tras liberarse de aprensiones y escrúpulos sobre uno de los actos más condenados de la humanidad.
Al iniciar la novela, el narrador, en primera persona, es Gustavo Treviño, que intercala el relato de su propia novela con fragmentos de cartas para Eduardo, un personaje mucho más joven que él, con quien ha mantenido una entrañable amistad y único “heredero” del acaudalado Treviño. El protagonista describe su historia como guerrillero y sus múltiples amoríos fallidos, algunos encuentros sexuales descriptivos y otros con mínimos tintes eróticos, en una frase: todo lo que conforma la vida de una persona adulta que ha disfrutado plenamente tanto de sus aciertos como de sus fracasos, que no añora un tiempo pasado y que busca el amor, tan insulso como se pueda leer y tan significativo como se pueda experimentar. Y este es su fin último. Es el mismo Treviño quien afirma: No puedo seguir fingiendo que vivo.
Las múltiples connotaciones culturales e intertextualidad de este libro son únicas, pues a lo largo de sus páginas enaltece y embellece una acción que de sólo ser pronunciada provoca, para la mayoría de las personas, pesar y aflicción. La novela refleja un estudio preliminar vasto por parte del autor, concluyente y perfecto. Este sería, a mi parecer, un estupendo libro que podría fungir como prólogo extenso para ese libro inexistente e insuperable que trate sobre el suicidio, que el mismo autor menciona.
La novela está construida por múltiples citas, fragmentos y referencias de literatos, filósofos, artistas y grandes genios suicidas de diversa índole que sustentan la ideología del suicidio como un acto por completo respetable, valeroso e incluso como algo ejemplar.
En algunas partes, el texto muestra la riqueza literaria propia del ensayo, lo que revela la investigación profunda y minuciosa que el autor realizó sobre el tema, no únicamente para escribir este libro: el tema del suicidio es un tema apasionante y dedicarle toda una vida no será suficiente, pues quizá haga falta dedicarle también la misma muerte.
La novela está formada por un texto de Elena Garro (prólogo), XX capítulos y epílogo. En XX capítulos de análisis filosóficos y literarios, Avilés fabrica la mejor defensa para el suicidio apoyado en Sartre, Borges, Acuña, Virginia Woolf, Jaime Torres Bodet, Carpentier, Poe, Lovecraft, Swift, Stevenson, Verne, Quiroga, Séneca, Pellicer, Lorca y varios más.
Personalmente, siento la misma fijación por el suicidio que Treviño, y también he realizado algunas lecturas al respecto. Este es el quinto libro sobre suicidio que reseño en el blog, de los que el primero fue Escritores suicidas de Héctor Gamboa (que narra las vidas de los principales literatos suicidas), seguido por Suicidios ejemplares de Vila-Matas (cuentos sobre suicidas modelos)  y El club de los suicidas de Stevenson, sobre el que Avilés escribe: Tomé el directorio telefónico y busqué el número de El club de los suicidas de Stevenson. (El quinto libro sobre suicidio que no he mencionado lo encontrarán en las primeras citas transcritas, en la parte final de esta reseña).
Pero no todo es tragedia en Réquiem, hay tintes de humor que dibujan sonrisas en el rostro del lector en varias de sus páginas: ¿Cómo dejaría una nota el suicida analfabeto?Obvio: con una grabación que contenga el consabido mensaje de no se culpe a nadie de mi muerte.
Uno de los datos geniales e interesantes que nos obsequia el autor es la máquina de la muertede Jack Kevorkian, la grandiosa diosa maya del suicidio Ixtab, y conocer a grandes autores, como Lafargue. Uno muy bello, que yo les ofrezco, es este: Modelos interpretan a escritoras suicidas en el instante de su muerte
Para concluir, transcribiré algunos de los mejores fragmentos de la novela y la finalizar, una lista de la bibliografía mencionada por Avilés en Réquiem.
CAPÍTULO I
“(...) ser como decía Borges que eran algunos personajes de la literatura rusa: suicida por felicidad.”
“Unas líneas de Oscar Wilde podrían ser parte de mi divisa:
¡Y todos los hombres matan lo que aman!Óiganlo todos: unos lo hacenCon una mirada cruel; otros, conPalabras cariciosas; el cobarde,Con un beso, y el hombre valiente, con la espada.”
“El crimen perfecto (...) es aquel donde no hay a quien perseguir, donde el culpable queda sin castigo; es, dese luego, el suicidio. Y es justo. Pero lo irritante es que la sociedad (sea capitalista, sea socialista) y las religiones más importantes (Dios castiga el suicidio, dice Mozart en La flauta mágica) se oponen a la muerte voluntaria. Le quitan al individuo la posibilidad de acabar con su vida cuando le venga en gana. Ese, como dirían los juristas, es un derecho inalienable. Nadie debe intervenir. O mejor, ayudar al suicida. Cuando éste sobreviva al pistoletazo o al veneno, un comité de médicos o sociólogos o lo que sea, qué demonios importa, piadosamente debería completar la obra. Eutanasia y suicidio deben tener el beneplácito de la ley porque muchos lo requieren con urgencia. Pese a todo, no sucede así. Los imbéciles hacen lo “humanamente posible” para salvar a quien no desea que lo salven.”“En algunos países existen organismos para prevenir el suicidio. ¿Porqué no crear uno que lo estimule?” (Este fragmento nos lleva en seguida a La tiendita de los suicidas, novela corta que trata precisamente sobre un organismo que estimula el suicidio.) 
“Con frecuencia confunden al suicida con el loco. Es falso. Durkheim probó claramente que no hay relación entre la locura y el suicidio. Paul Lafargue, Ernest Hemingway y Jaime Torres Bodet no eran anormales. Por eso considero el famoso camino a la nada como el acto más lúcido de nuestra vida.”
“Es odioso morir de vejez, con las facultades físicas y mentales mermadas, babeando, diciendo tonterías. La muerte detiene de tajo el deterioro.”
“Algunos suicidas no pasan sus últimos días en estado depresivo. Por lo contrario, se les nota animosos, de buen humor.”
“Absurdo que haya quien piense que el suicidio es una vergüenza, una mancha. No. El suicidio es como cualquier otra muerte. Con la ventaja de que uno puede escoger el lugar, el momento y la forma para acabar con la vida.”
“(...) en La vía real, Malraux desarrolla a un suicida de otro orden, un aventurero trágico que muere reflexionando: “Es posible que construir la propia muerte me parezca más importante que construir la propia vida.”
“Ahora sé que estoy a punto de encontrarme y de ser al fin mi propia imagen, la que me formé desde pequeño. Ser yo, Existiré.” (Finalidad del suicidio)
CAPÍTULO II
“Y la última parada del viaje es la muerte-Ítaca, no el Infierno. Sólo el verdadero fin del mundo.”
“Mi suicidio se debe a que he dejado de amar lo que me rodea, a mis amigos, mis libros, mis cuadros... Digamos entonces que es por desamor. O es probable que lo haga porque me he enamorado, pasionalmente, del suicidio. Total, la muerte es una mujer, ¿no?”
“(...) a nadie le gusta tener cerca a una persona que ama a la muerte.”
“Mi padre insistía en que uno conserva los recuerdos más simples o los más dramáticos; tenía ciertamente una teoría sobre lo que la memoria opta por conservar con relativa independencia.”
“(...) quiero llegar al suicidio –concluir mi viaje a Ítaca- en perfecto estado de salud y con mis condiciones físicas e intelectuales completas. No deseo entregarle, como la mayoría, un despojo a la muerte, no si la amo.”
CAPÍTULO III
“Quise inventar el pasado y reconstruir el futuro y fracasé en la empresa porque en efecto era monumental, y mis fuerzas, limitadas.”
“Esta vez no habrá sueños ni pesadillas, nada más un denso y profundo sueño, el de la nada. Entrar en el gran misterio. En donde no pueden hacernos daño.”
“(...) no le concedo a ninguna deidad ni a ningún mortal la capacidad de decidir si mi suicidio es correcto o un pecado. Haré de mi muerte un trabajo perfecto y artístico. Me complacerá y tal vez a los espíritus afines. Un homenaje a De Quincey y a Swift.”
“Al concluir la lectura, el hombre sonríe satisfecho, saca un magnífico revólver 38 y lo dispara en su sien.”
CAPÍTULO IV
“El suicida piensa en él, no en los demás. Está a punto de llevar a cabo una idea grandiosa. Y como todas las de esta naturaleza, es un acto egoísta; por lo tanto no mira a los demás.”
...si no creyese encontrar en el otro mundo dioses tan buenos y tan sabios y hombres mejores de los que dejo en éste, sería un necio si no me manifestara pesaroso antes de morir, pero sabed que espero reunirme allí con hombres justos...” (Sócrates)
“(...) personajes femeninos, tal vez como dijo un crítico, más profundos que los masculinos, más luminosos.”
“(...) me llaman la atención los amores fantasmas, los que están sustentados en mujeres inexistentes, lejanas o muertas.”
“(...) juntos, con esfuerzo y tesón, con el delicado trabajo de un orfebre. Hemos conseguido nuestra total infelicidad.”
“Al final de una lucha agobiante el amor se desvanece. Basta una decisión, una palabra o el silencio.”
“En ella (mi nueva novela) creí estar describiendo el suicidio del narrador. Me equivoqué, ahora recapacito: se trata del mío, se trata del suicidio de los dos.”
“(...) aunque todos los días, como Penélope, uno teja y desteja, construya y destruya. Al final, pesa más, por desgracia, lo destruido y la ruina se precipita sin que ninguno de los dos sea capaz de evitarla.”
“Si alguien no es capaz de medir el peso de una decisión fatal, no merece más que pagar el costo por elevado que sea.”
“He descubierto que el suicidio es una vulgaridad. Todo el mundo tiene uno que narrar. Es un tema de sobremesa o de café, n de bar, en donde merced al alcohol Eros aplasta a Tanatos.”
“Novalis señalaba:
El verdadero acto filosófico es el suicidio; ésteEs el principio real de toda filosofía. En él ocurrenTodos los deseos del discípulo, sólo este acto poseeLas condiciones y características de la acción trascendental.”
CAPÍTULO V
Cómo dejaría...“(...) un especialista en Japón ha concluido que sus habitantes están fascinados por el suicidio. (...) Para contrarrestar el suicidio, considerándolo algo macabro y ya sin halo romántico, las autoridades reparten un folleto (Invitación a la vida). Por fortuna son muy pocas las personas con vocación suicida que lo toman en serio.”
“Aquellos que se quitan la vida en publico son simples exhibicionistas, no suicidas.”
“No es sencillo navegar a contracorriente en un planeta que al final del milenio parece avanzar con firmeza hacia la derecha.”
“Temo que si la concluyo tendré que matarme y siento que algo me falta todavía. Es mi último libro.”
CAPÍTULO VI
Gabriel García Márquez: “...Hemingway no parecía pertenecer a la raza de los hombres que se suicidan.”
Cesare Pavese: “No más palabras. Un acto. No volveré a escribir más.”
“El suicidio parece algo común entre los artistas, los creadores, en especial entre los escritores. William Styron, en su trabajo Esa visible oscuridad (...), narra su depresión, su frustrada vocación suicida y la manera en que consiguió salvarse; hace un recuento y encuentra el origen de sus males.”
“(...) sólo deseo matarme sin ningún pretexto (...), porque siempre supe que no podría escribir una obra a la altura de Hemingway.”
“El suicida, explica Styron, deja un “peculiar vacío” en las personas que le conocieron. Tengo la fuerte sospecha de que es más un desconcierto que otra cosa. Y ello les lleva a mentir y a participar en torneos de lugares comunes y engaños sobre el desaparecido.”
“La gente tendría que acostumbrarse a la muerte voluntaria y respetar la voluntad de quien sufría viviendo.”
“(...) un suicida debe ser alguien imaginativo, lleno de recursos y mirar a su derredor y hallar armas para suprimir aquello que ya es un pesado fardo, que no es posible llevar a cuestas: la vida.”
CAPÍTULO VII
“(...) nunca serás alcohólico porque el alcohol deteriora y tu vanidad no te lo permitiría.”
“Qué lástima que no utilicemos más el término melancolía. Me parece más hermoso, más literario en consecuencia, que el de depresión.”
CAPÍTULO IX
“Su capacidad destructiva era mayor que su devoción por mí.”
CAPÍTULO X
“(...) cuando alguien se entera de que escribo una novela sobre un suicida, lo toma como una posibilidad literaria, llena de humor negro y no como el aviso de mi muerte.”
“(...) y tu espléndida casa se convertirá fatalmente en el Museo del Suicida Famoso, visitado anualmente por miles de amigos de la muerte voluntaria. Es decir, será su santuario.”
CAPÍTULO XI
“Hemos llegado al siglo XXI arrastrando los fardos de aquellos que creyeron ver un pecado más grave en el suicidio de judas que en la entrega de Cristo a sus enemigos.”
“Siempre me han encantado, como a muchas personas, los escritores atormentados que acaban matándose. Yo, estoy seguro, no seré uno de ellos, me suicidaré cuando sea feliz.”
“¿Acaso jamás podremos diseñar nuestro propio fallecimiento como alguien planifica su familia, el próximo negocio o las vacaciones siguientes? (...) Aguardo nada más el momento oportuno.”
Alfonso Reyes escribió que ‘sobre cada tumba de suicida debiera abrirse una información a perpetuidad. Sobre cada uno, escribirse un grueso volumen de investigaciones cuidadosas: así conviene al valor de la vida a la orientación de nuestras almas.’
Camus: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: es el suicidio. Juzgar que la vida vale o no vale la pena de ser vivida es contestar a la cuestión fundamental de la filosofía.”
“(...) lo más grave es que son los seres sensibles, los más inteligentes y cultos, los creativos, los que hacen bien a los demás, los que no roban ni matan, quienes se suicidan. A los otros habría que ejecutarlos porque ellos no desaparecerán voluntariamente.”
“Aún no era capaz de hacer filosofía del suicidio pero intuía su existencia y sobre todo su importancia.”
“El suicida está solo porque es diferente y en su búsqueda de identificación, de que alguien lo ame tal como es, amará una y otra vez con el mismo resultado: sentirse solo.”
“Y me pregunto en una noche como ésta, en que me atrevo a escribirle: ¿por qué sigo con vida?”
CAPÍTULO XII
“¿Habrá, me interrogo con frecuencia, una cultura del suicidio?”
CAPÍTULO XIII
“(...) la hermosa soledad es la mejor compañía.”
“(...) no estaba hecho, por su formación inicial, para la pobreza o para mantener diálogos idiotas con seres celestiales.”“Cuánta corrupción del alma os era necesaria para vivir a través de un solo día, cuántas mentiras, cuántas zalemas, enredos, volubilidades y servilismo.” (Fragmento de Virginia Woolf).
“Morir es un arte que no requiere explicaciones o que propone enigmas estéticos, no morales.”
Sylvia Plath lo entendió:MorirEs un arte, como casi todo.
“(...) la monogamia y el convencionalismo convierten a la pareja en propietaria de un modesto aunque igualmente terrible infierno (...)”
CAPÍTULO XV
“Morir por honor es francamente una imbecilidad. Los kamikazes creían que su muerte les devolvería la honorabilidad. Pero el problema es que ella sólo aparece con la victoria, Los muertos carecen de honor.”
“(...) escribe acerca de un ángel que está fastidiado del cielo, le aburre mortalmente, consigue un permiso para suicidarse y con decisión se cuelga de una nube.”
CAPÍTULO XVI
“(...) un literato inmenso produzca una obra que revalore el suicidio, dándole dignidad y sentido, como lo hizo Goethe.” (Sobre Las cuitas del joven Werther, de dicho autor).
El pobre suicidio Heroico para los antiguos griegos
Condenado eternamente por los cristianos
Eludido como tema por los pintores
Idolatrado por los escritores
Temido por los políticos
Combatido por la psiquiatría
“(...) los suicidas, mis héroes predilectos”
“Ah, suicidio, cuantos crímenes se cometen en tu nombre.”
“Su muerte, como la de Sócrates, es un ejemplo ilustre para aquellos que deciden quitarse la vida por mano propia.” (Sobre el suicidio de Séneca).
CAPÍTULO XVII
“(...) ¿morir por propia voluntad para probar el valor del individualismo sobre las masas y sus creencias políticas y religiosas? Esto es matarse cuando ha llegado el éxito (...)”
“(...) una década de suicidios, Eduardo; no olvidemos los de Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Jim Morrison y Brian Jones.”
CAPÍTULO XVIII
“(...) existe una abundante bibliografía sobre el suicidio. Lo que ocurre es que la mayoría de los libros son mediocres, cantaletas moralizantes y seudocientíficas. Nos queda The Savage God de Álvarez y desde luego el clásico del tema, El suicidio de Durkheim. Pero en realidad nadie que sea suicida debe leer obras de pretensiones científicas; la muerte vendría antes, en especial si se trata de un lector sensible e inteligente, lo más adecuado es recurrir a la literatura: allí están todas las variantes de la muerte voluntaria y asimismo están las explicaciones más densas y lúcidas.”
“(...) el suicidio es parte de las altas culturas, (...) existe una estética de la muerte voluntaria. Es un arte.”
“Yo dije: si el ajolote escribiera, hubiera hecho lo contrario a Cortázar y de pronto estaría convertido en un monstruoso ser humano que caminaría con rumbo incierto.” (Sobre el cuento El ajolote, de Cortázar.)
“(...) sabe narrar y contar historias; es, en esencia, una mentirosa notable, como lo fueron Chesterton y Münchausen.”
Pavese: “Los suicidas son homicidas tímidos. Masoquismo en vez de sadismo.”
CAPÍTULO XIX
“(...) nunca sé cómo van a terminar las cosas cuando bebemos, La creo capaz de pegarme un tiro en una escena melodramática (...) si alguien me da un tiro, ese alguien tendrá que ser yo.”
CAPÍTULO XX
“La mejor prueba de sus logros económicos y sociales es el alto número de suicidios que tiene.” (Sobre España)
“El ser humano se muere lenta y progresivamente a lo largo de su vida. Muere, cuando a partir de los veinticinco años va perdiendo cien mil neuronas diaramente.” Dr. Vicente Guarner
“(la muerte) despierta la casi totalidad de nuestras reflexiones, de nuestras obras de arte, y su estudio resulta un caudal inagotable para analizar el espíritu de nuestra época y los recursos insospechados de nuestra imaginación.”
“Alfonso Reyes cuenta de una mano que llegó a suicidarse, ¿por qué no entonces habrían de hacerlo los humanos?”
“El suicidio es el acto más sublime y hermoso que persona alguna pueda llevar a cabo, especialmente si llega a él con plena conciencia y no como el resultado de un fracaso. El suicidio corona una obra y si la obra es uno mismo qué mejor. La muerte voluntaria es un acto de elegancia y distinción, no pertenece al estrecho y voluble mundo de la moral, le corresponde a la estética o a la filosofía.”
“El día que las sociedades acepten el suicidio y lo vean como respetuosamente lo han considerado diversos pensadores, ese día estaremos en presencia de una nueva humanidad, más razonable y sensible, en donde la muerte voluntaria sea el supremo acto de la libertad, la mejor hazaña de la libertad.”
“Muchas de las obras maestras del arte han sido producto de la tragedia. Por ello, es probable, buscaba las desgracias.”
“Kafka tiene un pequeño cuento sorprendente: Un artista del hambre (que en mi caso podría ser Un artista del suicidio). Es la historia de un ayunador que trabaja en un circo. El hombre rompe los récords y pasa meses y meses sin probar bocado. Al final, a punto de morir, por completo debilitado, confiesa con voz apenas audible que jamás le gustó la comida. Eso me ocurre a mí: nunca me gustó la vida. Simple y sencillamente no pude acostumbrarme en cuarenta años de experimentarla y eso, debo reconocerlo, que fue algo tedioso que conseguí transformar en un mundo luminoso lleno de interés.”
Bibliografía recomendada:
Durkheim– El suicidioRevueltas – Los muros de agua y El apando (sobre el desaparecido y cruento manicomio mexicano de Lecumberri)
William Wordsworth – Argument for suicideÁlvarez - The savage godWalter Muschg - Historia trágica de la literaturaCesare Pavese - El oficio de escribirJ. W. Goethe – Las cuitas del joven WertherDerek Humphry - Salida final
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Published on February 28, 2014 19:02