Silvia Zuleta Romano's Blog, page 13
November 3, 2020
Kit de supervivencia en tiempos de pandemia
Hoy quiero ofrecer una pequeña guía para todos aquellos que se sienten perdidos y no saben qué hacer. No te voy a mandar a hacer terapia ni a tomar fármacos. Solo te voy a dar unas perlas filosóficas, que quizás, te ayuden en este camino de pandemia y mediocridad. Un kit de supervivencia para salir airoso y con la frente bien alta.
La filosofía como salvación individual
Hay una máxima que nadie podría refutar: nunca sabemos lo que va a pasar con nuestra vidas. Todo siempre se puede ir al carajo. Quizá, debamos gestionar mejor la prosperidad. O esperar menos de la vida. No puedo dar la clave para los problemas que aquejan a la humanidad. Enfermedades. Hambre. Desempleo. Desamores. Granizos. Tsunamis.
Pero no nos engañemos.
Estos asuntos ya estaban matando a mucha gente mucho antes de que las clases medias de países aspiracionales se echaran las manos a la cabeza. Por eso hoy quiero traerles algunos asideros. Unas lecturas amenas para salir de las noticias tremendistas y zambullirnos en nuevas herramientas para vivir mejor. Hoy no me enfoco en la ficción (puedes ver Mis recomendados) sino que nos agarramos de la soga de la filosofía a ver si ella puede sacarnos de este pozo.
A menudo, me dicen.: “Yo no estudié filosofía”. “Yo no fui a la universidad”. “Me cuesta leer”. Y lo entiendo. Quiero que sepan que yo tampoco soy filosofa y mis conocimientos escasos se circunscriben a la filosofía de la ciencia. Sin embargo, soy autodidactica y una lectora curiosa que piensa que la filosofía está en muchos lados, no solo en clases de filosofía. Por otra parte, hay textos que son sencillos y cualquiera puede leer (otros son terriblemente pesados).
Ademas, hay otro recurso muy interesante para acercarse y son las cartas y diarios de los pensadores que muchas veces son el primer borrador de un ensayo filosófico. He estado con muchos filósofos en esta pandemia (no me malinterpreten) y me han servido de bastón pero solo nombraré unos pocos en esta ocasión para no cansar al lector. Veamos.
Ludwig Wittgenstein, vivir en lo bueno y en lo bello
Yo ando fascinada con este personaje que me atrapó de refilón por mi obsesión con el grupo de Bloomsbury. Tuvo una vida curiosa, era rico y, sin embargo, se despojó de todo. Odiaba los convencionalismos de la universidad y era un genio. Empezó siendo ingeniero, arreglaba aviones, para luego interesarse por la matemáticas y la filosofía. Así, conoció a Bernard Russel con el que tuvo una relación difícil. No he leído su Tractatus logico-philosophicus (su obra más importante) que concibió durante la Primera Guerra Mundial. Imagínense que crack que fue que, incluso habiendo sido rechazado por NO apto para la guerra, se ofreció voluntario. Y mientras guerreaba, escribió uno de los tratados más importantes de lógica. (Claro, después uno se siente un boludo al lado de este señor). Posiblemente, la guerra fue su forma de escapar de sus tormentos. Y en efecto, a pesar del peligro, él dice que la guerra le salva la vida. De esta época, quiero recomendar sus Diarios secretos (Alianza). Son una auténtica joya, no solo como testimonio personal sino como pedazo de historia. Sus diarios son tormento personal y son historia política. Son filosofía y son literatura. Pero no solo eso: se sacan muchas lecciones para los que estamos viviendo esta época tan particular en la que me deja perpleja, la perplejidad de la gente. Me interesa, en especial, su reflexión en torno a la muerte y a la vida.
Puedo morir dentro de una hora, puedo morir dentro de dos horas, puedo morir dentro de un mes o dentro de algunos años. No puedo saberlo y nada puedo hacer ni a favor ni en contra: así es la vida. ¿Cómo he de vivir, por tanto, para salir airoso en cada instante? Vivir en lo bueno y en lo bello hasta que la vida acabe por sí misma.
diarios secretos (alianza)
A mí, Wittgenstein me transmite paz. Porque ya tengo la muerte muy presente. Entonces, pienso de verdad que lo bello y lo bueno es lo único que nos salva. Aunque sea un rato. Durante un instante. Y trabajar para ese instante debiera ser nuestra prioridad.
Pascal y el silencio que nos espanta
Cuando escucho las noticias o conversaciones en torno al virus, me parece que siempre estamos hablando de los mismos temas. En realidad, creo que llevamos hablando siglos de los mismos asuntos. Por eso, se me ocurre que no necesitamos a los gurús de turno ni comprar el último libro del filósofo de moda.
Señores, vayamos a los clásicos.
Ellos ya pasaron por todo esto. La humanidad ya puteó. Ya buscó responsables. Ya se murió. Ya se enfermó. Y entonces, hojeo a Pascal y sus Pensamientos. Pascal era una bestia que nos invita a pensar que no sabemos nada. Que a medida que avanza la humanidad, más conscientes somos de esa inmensidad. De ese silencio que nos espanta. Porque no sabemos un carajo. No sabemos de este virus. Ni porqué nos morimos. O por qué un tarado gana las elecciones. Ni porqué nos volvemos pobres o ricos o exitosos. Y entonces, recurrimos a las hipótesis y a la intuición que parece que, a veces funciona mejor que la razón.
El virus pone de manifiesto, una vez más, esa desigualdad, esa información asimétrica entre el hombre y la naturaleza. Y cuando escucho a algunos decir: hay que avisar, hay que controlar, hay que ir al médico. Hay que informarse. Me vuelvo un poco loca. Y tengo que apagar la radio porque es desquiciante ese afán de control sobre la naturaleza. ¿Cuál es el límite? ¿Qué ganamos? Es como una carrera contra el tiempo. El hombre desesperado buscando la vacuna. Los muertos que se apilan. Y los vivos que se devanan los sesos construyendo escenarios. Y entonces, se me vienen estas palabras de Pascal que me calman.
¿Qué es, pues, el hombre en medio de la naturaleza? Una nada respecto al infinito, un todo respecto a la nada, un punto medio entre la nada y el todo. Infinitamente alejado de la comprensión de los extremos, el fin de las cosas y su principio están para el hombre invenciblemente ocultos en un secreto impenetrable y es tan incapaz de ver nada de donde lo sacaron como el infinito que lo absorbe (p.199).
pensamientos de pascal. elogio de la contradicción
Sin embargo, como nos recuerda más adelante: todo lo incomprensible no deja por ello de ser. Y aquí reivindico la intuición como un arma poderosa. Yo me muevo mucho por ella. Casi diría que es mi guía. Porque la intuición pertenece a ese terreno que la razón no puede explicar. A menudo, tomo decisiones que no puedo explicar. No tengo argumentos sólidos o no soy convincente pero hay algo dentro que me dice por dónde tengo que ir. Es casi algo físico. Y todo esto me lleva, irremediablemente a volver a hablar de un economista.
Keynes y el hombre irracional
Estamos viviendo en una época de quejas constantes. Que si los jóvenes son solidarios. Que si la gente es responsable. Y nos encontramos juzgando las acciones de los demás. Lo mismo pasa con los políticos. Los evaluamos con una racionalidad pasmosa. Y yo pienso que nos estamos tomando demasiado en serio a los gobernantes y a sus políticas que, en realidad, son una expresión de todos nosotros.
Señores, somos seres irracionales.
Respondemos por impulso. Por costumbre. Hacemos cosas que van en contra de nuestros intereses todo el rato. Por eso, vuelvo al pasado y a Keynes que vivió una de las épocas más irracionales de la historia (dos guerras mundiales, una gran crisis económica, también fue contemporáneo a la gripe española aunque no la vivió en primera persona) y les recomiendo como bálsamo ante tanto pensamiento berreta leer Mis primeras creencias[1], una suerte de mea culpa sobre su pensamiento más filosófico. Allí pone de manifiesto el sin sentido de suponer al hombre racional. Porque suponernos racionales es olvidarse de todos esos matices que hacen al alma humana[2]. En sus palabras,
Algunos de los brotes espontáneos e irracionales de la naturaleza humana pueden tener cierto valor que nuestro esquematismo dejaba al margen. Incluso algunos sentimientos asociados con la maldad pueden tener valor. Y además, de los valores que surgen de los impulsos espontaneos, volcánicos e incluso malvados, hay muchos objetos de contemplación y comunión valiosos aparte de los que conocemos (p.113).
dos recuerdos (acantilado)
Thoreau, entre los patios celestiales y las tabernas
Por último, mientras me llegan las noticias de que quieren cerrar todo otro vez, yo escapo a este pequeño tratado que me está dando muchas más satisfacciones que escuchar a la gente clasemediera quejarse por estupideces. Me temo que la paz y sabiduría no nos la va a dar el gobierno, ni los políticos, ni tu mujer, ni tus hijos, ni el cura del pueblo, ni el médico que te dice que te hagas diez mil estudios para descartar cosas de las que ni siquiera tenías noticia, ni la esteticien que se empeña en que no te quede un pelo en las piernas.
Henry D. Thoreau nos invita a mantener la mente sana. A cuidarla como su fuera la de un niño. A no dejarnos envenenar por noticias y chismorreos.
Y acá yo dudo.
Porque lo quiero a Thoreau porque dice cosas muy inteligentes y las dice de forma graciosa y accesible. Pero me entran las dudas.
La noticia periodística suele ser superficial y banal, al igual que el chismorreo pero mientras la primera nos amarga, nos divide, saca lo peor de nosotros, el segundo puede (y digo puede) hacernos olvidar la mediocridad circundante, nos aleja de los pequeños dramas humanos que nos asolan, quizás olvidemos un rato nuestro miedo a la muerte y entonces, en ese sentido, puedo disentir de Thoreau.
Un poco de chismorreo o de ficción nos alegra la vida. Nos evade. Sin embargo, sí es verdad que la sabiduría o ese consuelo solo puede llegar de algo que está dentro de nosotros. Es algo misterioso. Obvio, el mundo puede hacer mucho y debemos hacer mucho pero, mientras tanto, para no caer en las garras de la desesperación algo de calma interior está bueno. Depende de nosotros, quizás es la intuición de la que hablaba Keynes. Algo a priori que nos guía.
“Existe la inspiración, ese chismorreo que llega al oído de la mente atenta desde los patios celestiales. Existe otra revelación profana y caduca, la de las tabernas y la comisaría de policía. El mismo oído es capaz de captar ambas comunicaciones. El criterio del que escucha es el que debe determinar cuál oír y cual no. Yo creo que la mente se puede profanar permanentemente con el hábito de escuchar cosas triviales, de modo que todos nuestros pensamientos se teñirán de trivialidad. (p.29)
henry thoreau. desobediencia civil y otros escritos
Debo confesar que a mí me gustan ambas inspiraciones, la de los patios celestiales y la de las tabernas. Quizás el secreto está en no dejarse arrastrar por el humor general. Ver las cosas siempre con algo de perplejidad. Incluso lo que parece evidente.
Lo nimio. Lo pequeño. Si lo miramos de cerca, puede resultar sumamente interesante.
Y esa me parece una excelente manera de transitar este camino incierto mientras sorteamos metas y escalamos niveles.
Tengo mucho más que decir o recomendar pero no quiero saturarlos. Los invito a estas lecturas. A escapar un rato. Sin textos eruditos. Apenas unos libros que nos dejan la cabeza un poco explotada.
Que tengan un feliz día de los muertos.
Y vos ¿Has leído a alguno de estos autores? ¿Quiénes son tus bastones? Te espero en los comentarios.
Para leer más
Kit de supervivencia en tiempos de pandemia
Por qué leo cuentos de hadas
Magallanes y la esclavitud de lo útil
Una historia de brujas, medicina y feminismo (2)
Una historia de brujas, medicina y feminismo
[1] Este pequeño ensayo se puede encontrar en español en edición de Acantilado bajo el nombre Dos recuerdos.
[2] En la Teoría General del Empleo, el interés y el dinero (FCE) Keynes ya habla de los animal spirits, para referirse al papel que juegan las expectativas en los mercados.
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October 15, 2020
Lo que tienen en común la religión y el capitalismo
Nos machacan con la responsabilidad individual mientras los políticos dejan a los ciudadanos indefensos. ¿Está el sistema preparado para crear ciudadanos solidarios o estamos ante una nueva forma de miedo que nos invita al individualismo para la salvación universal? Con la Biblia en una mano y a Bertrand Russel en otra, intentaremos responder a estas preguntas. Hoy hablamos de religión y capitalismo.
Leer el Antiguo Testamento
Con algo de cautela, retomé la lectura de la Biblia descubriendo un pedazo de niñez. La creación del mundo en siete días, la destrucción de Sodoma y Gomorra, la circuncisión del pueblo de Israel, el Arca de Noé, David y Goliat y los cien prepucios de los filisteos me retrotrajeron a mis lecturas de cuentos de hadas. Un mundo de fantasía que disfrutaba y temía al mismo tiempo.
Sin embargo, ahora tengo otros ojos. El paso de los años al menos me permite poner por escrito todos esos sentimientos que uno tiene dentro. Que se arrastran con los años sin saber muy bien de dónde vienen. Por que la Biblia en la niñez se te mete hasta el tuétano como se me metió Pinocho o Pulgarcito. Con todo, hay una morfología común a todos estos relatos. Los religiosos y los de cuentos de hadas. Yo hablaré de los primeros porque de los segundos ya hablé en mi último artículo.
Vamos al grano: el cristianismo apela al miedo y a la ira. No me linchen. conozco gente cristiana que es simpatiquísima pero ahora estoy hablando de los textos que son anónimos y entonces no puedo dejar de exclamar:
¡Qué mundo más violento y promiscuo! Y siempre, las mismas premisas:
Dios se enojaDios manda a matar a la gente que creóDios premia las buenas obras, mandando a procrear y poblar la tierraDios recompensa con la posesión de tierras y descendenciaDios castiga la desobedienciaDios castiga la risaDios castiga el sexo que no es para procrearDios prefiere que robes a la hacienda pública, que que tengas una amante.Dios castiga algunos pecados más que otros.Dios siempre tiene un elegido.
El individualismo es un elemento central de la religión
Me crie con estos preceptos, (no en mi casa, gracias a Dios) pero durante el breve periodo en que fui creyente, asimilé toda esa reglamentación con verdadera sumisión.
Había algo particular que no veía entonces. O que tenía naturalzado. Todas esas creencias giraban en torno al individuo. A la salvación individual.
Debes rezar.
Debes confesarte.
Debes hacer penitencia.
No protestes.
El individualismo ha sido el dogma que ha tomado el protestantismo. Y ade ahí, doctrinas extremas como la calvinista han servido de puente para que fuera incorporado y abrazado por el capitalismo que lo viste de buenrrollismo (el movimiento #pinkwashing del que he hablado es una muestra clara de esa alianza tan conveniente entre capitalismo e individualismo).
El mundo de los ateos no es menos dogmático
A menudo, me encuentro con gente muy emprendedora que se considera atea o que despotrica de la religión pero, no saben ellos, que adoran otros credos como el dogma del dinero, que si lo piensas se parece mucho al dogma cristiano. Y también encontramos premisas incómodas.
Salvate tú. Denuncia los pecados de tus vecinos. No cuestiones. No denuncies a los corruptos. Si ganas menos, será porque te lo mereces. Lo que tengo, me lo gané. O la más común de las declaraciones: este país está lleno de vagos (en este caso, hay una noción de “elegido”).
Bertrand Russel, hablando de la Iglesia, va más allá,
“Por lo tanto, la virtud social llegó a estar excluida de la ética cristiana. Hasta hoy los cristianos convencionales piensan que un adultero es peor que un político que acepta sobornos, aunque éste último probablemente hace un mal mil veces mayor. (…) La Iglesia no consideraría jamás santo a un hombre porque reformase la hacienda, la ley criminal o la judicial.”
Russel, bertrand. porqué no soy cristiano (p.53)
Responsabilidad individual: eslogan del capitalismo
Y en estos tiempos de pandemia y confinamiento en numerosos países, hemos visto aflorar y alentar por parte de muchos gobiernos una suerte de invitación al individuo más rancio y repulsivo que instala la idea de que «el peligro es el otro».
El “quédate en casa” como slogan de salud pública solo invita a todo lo contrario de la solidaridad. ¿Quién piensa en los miles de pobres y desplazados? ¿Quién piensa en las víctimas de violencia doméstica? ¿Quién piensa en el acceso a la educación? Y después de meses de descalabro económico y social, viene la OMS a decirnos que tal vez la cuarentena no era la mejor herramienta de salud pública para combatir el virus. Y de pronto, alguien se acordó de la pobreza, de la exclusión y el hambre que se está creando de a por miles en todo el mundo.
Y mientras tanto, en los colegios públicos de municipios de rentas altas, todavía se oyen quejas. Pero señores, no se equivoquen, no están los padres clamando por mayor igualdad o por proteger los derechos más básicos de los más indefensos. Están clamando por evitar que sus retoños de clase media alta se contagien. Creyendo que ser buen padre y apelando al individualismo, nos salvará como sociedad.
Muchos de ellos, progresistas de pinta pero creyentes fervorosos sin saberlo de Adam Smith, lo sacan de las cavernas, lo visten y lo peinan y nos invitan a pensar que es el egoísmo lo que nos salvará. Porque…
El egoísta ahorra y no despilfarra.El egoísta guarda su capital y lo invierte.El egoísta denuncia a su vecino en nombre de la salud pública.O afea la conducta de otro por cómo tiene puesto su cubreboca.Porque el egoísta cree de veras que ese pecado en realidad es una virtud. como aquel Dios que mata a los humanos en pos de la bondad.Porque el egoísta, como el Dios del Antiguo Testamento, en realidad te está cuidando.
La tragedia del consumo: ¿pecado o virtud?
Ahora parece que apelamos a bajar el consumo en nombre de la salud pública. No es mala idea si es en beneficio del medio ambiente pero, entonces ¿qué hacemos con los miles de trabajadores que necesitan llevar su pan a casa?
Keynes imaginó en Las posibilidades económicas de nuestros nietos (1930) un mundo en el que, dentro de cien años, el asunto económico de la supervivencia esté resuelto. Un mundo en el que podamos, a lo sumo, trabajar 15 horas a la semana.
Y yo me pregunto: ¿La pandemia puede haber acelerado esa etapa que vaticinó Keynes noventa años atrás? Puede que quizás, haya llegado el momento de pensar qué hacer con todos aquellos trabajadores que ya no son esenciales. ¿Podemos pensar en una renta básica que solucione el tema del fin del trabajo?
Pero Keynes va más allá, una vez resuelto el tema de la subsistencia ¿seremos capaces de construir una nueva moral que incluya virtudes más nobles que las expresadas en el Antiguo Testamento o en el mundo del dinero? Keynes era un optimista nato:
“Podremos permitirnos el atrevimiento de dar al motivo monetario su verdadero valor, el amor al dinero como posesión, a diferencia del amor al dinero como un medio para gozar de los placeres de la vida será reconocido por lo que es: una morbosidad algo repugnante, una de esas propensiones semidelictivas, semipatologicas. (…) Por supuesto que todavía habrá muchas personas con pretensiones insatisfechas que perseguirán ciegamente la riqueza (…). Pero el resto de nosotros ya no tendrá ninguna obligación de aplaudirles y animarles”
las posibilidades económicas de nuestros nietos (1930)
Bertrand Russel hablaba del amor y el conocimiento como dos elementos básicos para lo que él llamaba “buena vida”.
No me parece un mal plan.
No quiero terminar sin comentar este edificante pasaje del Antiguo Testamento para que tengan una idea a la clase de textos que hemos estado expuestos en centenares de años de evolución del hombre[1]. Es un texto fascinante.
La destrucción de Sodoma y Gomorra: una historia de guerra, sexo y violencia
No copiaré el texto que pueden consultar en Génesis 19 pero sí la narraré brevemente para que vean el alcance de esta narración.
En criollo, Dios decide destruir las dos ciudades Sodoma y Gomorra por las prácticas abyectas de sus habitantes. Pero antes de llevar a cabo su plan, manda dos ángeles a salvar a Lot y a su familia (¿por qué solo a ellos?). Los hombres sodomitas acechan la casa y piden a Lot que entregue a los dos ángeles (andá a saber para qué). Lot, es tan bueno, según la Biblia, que les ofrece a sus hijas vírgenes a cambio. Luego los dos ángeles con sus poderes ciegan a los sodomitas y urgen a Lot a escapar con su familia. En su huida, la mujer se convierte en sal al mirar hacia atrás (¿qué culpa tiene?). Y al final, el pobre Lot se refugia en una cueva en donde sus dos hijas, a falta de hombre emborrachan al padre y lo violan. Preñándose ambas de su padre.
La moraleja de esta historia es que Dios es muy bueno aunque mate gente, Lot es muy bueno aunque entrega a sus hijas vírgenes a los sodomitas para proteger a los dos ángeles (hombres). Y las mujeres son viles, se convierten en sal por sus pecados o violan al padre, ya anciano.
Hay una idea de fondo que también comparte con el dogma capitalista y es esa idea del «elegido». ¿Por qué Dios salva a Lot y le envía dos ángeles? ¿Por qué salva a Noé?
Los elegidos del capitalismo se lo merecen
Una idea similar nos quieren vender los gurús del mindfullness y el pensamiento positivo, una filosofía que nos invita a no quejarnos y a sonreír. ¿Hay algo más funcional al capitalismo que sonreír ante la adversidad? Nos recuerda Barbara Ehrenreich:
¿Ha perdido su trabajo? Qué gran oportunidad de cambiar su trayectoria. ¿Tiene una grave enfermedad? Quizá a partir de hoy disfrute de su vida como nunca antes. ¿No le gusta su casa? Recorte de una revista el hogar soñado, mírelo a menudo y… pronto estará viviendo allí. O pida un préstamo y cómprese todo lo que desee. Y sobre todo, no deje de sonreír, agradecer a la vida sus regalos y sentirse lleno de optimismo.
ehrenreich, barbara. Sonríe o muere. las trampas del pensamiento positivo. turner
¿Podemos escapar del individualismo?
Me cuesta responder a esta pregunta. Creo que todos pecamos en mayor o menor medida de egoísmo. Yo pienso que tampoco es rentable. Una sociedad que apela al miedo para lograr acciones de sus ciudadanos es ya una sociedad fracasada en sus objetivos.
El yo al servicio de la religión. Del capitalismo. Siempre el yo. En estos tiempos de eslóganes nefastos de “responsabilidad individual” y “yo lo valgo”, está bueno invitar a la ciudadanía, aunque sea, a que salga de su abotargamiento y en vez de refugiarse en su interior de forma narcótica y enfermiza, al menos, sino quiere protestar, se entregue a la locura. Al placer de algún sentido. Al sexo. A las drogas.
Que por algún lado, podamos mostrar nuestro inconformismo, sin herir a nadie inocente y apelando a las máximas de Russel.
Amor y conocimiento.
Amén.
Para leer más
Lo que tienen en común la religión y el capitalismo
El mundo del trabajo en tiempos de Covid-19
La máscara: cuando estar embozado era sospechoso
¿Estamos sobreexponiendo a nuestros niños en Internet en estos tiempos de confinamiento?
Fake news y Covid-19: ¿está la democracia perdiendo la batalla?
[1] Quiero decir que no me escandaliza. Como tampoco me escandaliza La cenicienta o American Psyco porque la mitología, los cuentos maravillosos, las películas y el arte en general son un reflejo de nuestras sociedades. De nuestros anhelos. De nuestras bajezas. Y a mí este tipo de textos religiosos e históricos me enriquecen y me inspiran muchas reflexiones. Aclaro esto porque nunca apelaría a la censura de ningún tipo de arte.
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October 1, 2020
Por qué leo cuentos de hadas
Hace poco terminé de leer El gigante enterrado de Kazuo Ishiguro (Anagrama), primera novela que leo de él. Su lectura ha despertado algunas reflexiones en torno a los cuentos de hadas, los mitos, el engaño, el olvido y la memoria. Disfruten.
Despojarse de los ornamentos del lenguaje
La premisa es simple. Una pareja de ancianos parte desde su pueblo a buscar a su hijo. En ese viaje vivirán muchas aventuras en una Britania ya abandonada por los romanos y con la estela de un Rey Arturo que ha dejado paz en esas tierras a un precio, quizás, cuestionable. Cuando abro el libro me encuentro con una prosa terrosa, falta de ornamentos. He escuchado críticas a esto pero creo que le otorga honestidad a la historia. Creo que hace ese juego del lenguaje que también contaba Murakami en De qué hablo cuando hablo de escribir (Tusquets) cuando necesitó despojarse de las luminarias de una prosa que a veces, en su forma, nos juega una mala pasada. ¿Cómo lo hizo Murakami? Escribiendo su primera obra primero en inglés y luego traduciéndola al japonés.
Algo parecido evoca esta novela en su forma. Ese contar como arrastrando las palabras. Llenando los espacios con acciones y personajes que parecen que bailan y son funcionales al show pero sin una búsqueda estética evidente.
En su última novela, Mona, Pola Oloixarac apela también a ese despojarse de la diosincracia. Ese narrar, quizás más neutro, pero más eficiente. Algo de eso encontramos en los cuentos de hadas. No hay monólogo interior. Solo símbolos que nos quieren dar un mensaje.
Cuando buscamos la paz a través del olvido
Debo decir que El gigante enterrado funciona como alegoría. Su historia simboliza la lucha contra el olvido de algunos y el empeño por esa amnesia de otros que, quizás, quieren escapar del dolor. Porque la historia se remonta a la Britania post romana. Los romanos han abandonado el territorio y aquellas tierras quedan en manos de una lucha cruenta entre sajones y britanos. De alguna manera, una niebla eterna les nubla la consciencia a todos esos territorios que olvidan su pasado y justamente porque lo olvidan pueden seguir adelante y vivir en paz.
Evidentemente, Ishiguro está pensando en el destino de muchos territorios después de un enfrentamiento. Piénsese en el viejo debate español en torno a la Transición española que algunos consideran que actuó como la niebla de Ishiguro porque permitió la paz obligando a una porción de la población a “olvidar” o a fingir ese olvido. En el lado opuesto, pensemos en los juicios de Nurenberg, un reclamo por la memoria. Un empeño necesario para no olvidar el dolor, quizás en pos de no repetirlo.
Pero quitando estos casos tan graves y objetivamente repugnantes, cabe preguntarse en terrenos más frívolos: ¿es bueno olvidar? ¿Nos sirve de algo? ¿Preferimos el dolor o el olvido? ¿Es la memoria sinónimo de venganza? ¿No puede ser la memoria sinónimo de justicia? ¿Es compatible la paz con la justicia?
Recuerdo una hermosa película de principios de los 2000 llamada Eternal Sunshine of the Spotless Mind protagonizada por Kate Wislet y Jim Carrey que explora esta interesante idea. ¿Estamos dispuestos a borrar nuestra memoria para eliminar el dolor?
El cuentista, el mentiroso y el arte de contar historias
Yo pienso mucho en la memoria, en el olvido y en la mentira. Porque todo eso también tiene que ver con el arte de contar historias. Yo suelo decir que escribo porque no tengo memoria. Olvido fácil las cosas y la escritura es mi forma de fijar ciertas ideas (de hecho, no paro de hacer listas de cosas). A veces pienso que no es que no tengo memoria sino que tengo falta de confianza en mi memoria, quizás, porque caigo en el hábito de deformarla un poco.
¿No hacemos eso un poco todos?
Pero en realidad, ahora que lo pienso, ensayo otra hipótesis: puede que la escritura sea mi manera de deformar las cosas. Cambiarlas a mi antojo. Quizás la mentira, los cuentos o los mitos respondan a una búsqueda de paz cuando la verdad y la memoria nos duele. O volviendo a la mente de los escritores, es una manera de reinar a nuestro antojo moviendo la voluntad de los personajes como marionetas obedientes a las que le decimos lo que tienen que hacer. Lo que tienen que sentir. Dónde tienen que vivir. Nuestro universo de ficción funciona como una suerte de dictadura y ahora que lo pienso puede que sea un poco siniestro todo esto.
Y volviendo a las naciones y a su creación, puede que el olvido sea una condición para alcanzar la paz pero yo pienso que la construcción de mitos y de historias también lo es. Así lo hicieron las naciones para poder otorgar a sus habitantes una razón de lucha. Yo recuerdo de chica cuando cantábamos el himno, la marcha de San Lorenzo, Aurora. Toda esa narrativa tenía un propósito (no la juzgo). Nos dejábamos llevar por esa poesía porque no teníamos otra y como todo mito o ardid era atractivo.
Tal como nos cuenta Angela Carter en su excelente prólogo a Cuentos de hadas (Impedimenta),
Los hermanos Grimm se propusieron establecer una cultura unitaria para el pueblo alemán partiendo de las tradiciones y de su lengua comunes. (…) Su labor de recopilación de cuentos fue parte de la lucha decimonónica por la unificación alemana, que se consumó en 1871.
Cuentos de hadas de angela carter (p.25)
El gigante enterrado puede que sea aquella verdad que se oculta o aquella verdad que se olvida. Ambos caminos puede que nos lleven a la paz.
La mentira, una alternativa al olvido para lograr la paz
Pero hay una tercera vía esgrimida por John Arbuthnot en su opúsculo El arte de la mentira política. En él, esgrime algunas condiciones en las que la mentira es válida. El arte de la mentira o seudología tiene su intríngulis y, para algunos, puede ser un medio para alcanzar el bien. Porque se disparan interrogantes interesantes ¿no es la búsqueda de la verdad lo que genera una grieta entre las personas? ¿Puede la mentira servir como un narcótico que nos idiotiza, nos tranquiliza, nos duerme como El gigante dormido de Ishiguro? ¿Puede el Estado forzarnos a olvidar en pos de la paz social?
Y ya que pedimos: dado que los políticos y el Estado mienten sistemáticamente, ¿no tenemos los ciudadanos también un “derecho a mentir” como forma de defensa ante la tiranía? Arbuthnot en esta obra, falsamente atribuida, a Jonhatan Swift (autor de Los viajes de Gulliver) nos plantea de forma magistral de qué manera el ciudadano con su derecho al engaño puede hacer caer gobiernos mentirosos. En realidad, puede que ésta sea la única arma que tiene la ciudadanía. Bajo este análisis, el bulo tiene una finalidad moral que puede tener sus defensores como herramienta de búsqueda de la justicia. Insisto, no lo digo yo. Lo dijo este señor hace ya más de tres siglos.
Nunca debemos dejar de leer cuentos de hadas
Volviendo a la obra de Ishiguro, algunos lo acusan de describir personajes planos con diálogos sin vida. Sin embargo, yo creo que es algo premeditado. El gigante enterrado recuerda a un cuento de hadas, a una historia maravillosa en donde tanto los personajes como el decorado de la historia son símbolos y se juega con ese simbolismo. ¿No consiste en eso un cuento maravilloso o una alegoría? Tenemos una moraleja, tenemos ogros y dragones y tenemos símbolos. Tiene su paralelismo con los sueños.
Y aquí me indigno un poco.
El que acusa de esas injusticias a Ishiguro ha leído pocos cuentos de hadas. En palabras de Consuelo Rubio Alcover, citando a Erich Fromm en el prólogo a Cuentos de hadas de Angela Carter nos habla sobre el lenguaje de este tipo de narraciones:
el único lenguaje universal que elaboró la humanidad, igual para todas las culturas y para toda la historia (…). Es un lenguaje que el hombre occidental ha olvidado, que ha quedado sepultado bajo estratos y estratos de cultura occidental, a pesar de ser, según él, es el único idioma extranjero que todos deberíamos estudiar (p.10).
cuentos de hadas de angela carter. p.10
Yo creo que Ishuguro bebe de esa tradición del cuento oral.
Hay un juego con la estética del cuento aunque sea una novela. Y eso me hizo acordar a la narrativa de los videojuegos en la que unos personajes principales deben sortear obstáculos para conseguir un fin concreto. Y aparece el dragón, un hombre en el camino, una lucha cuerpo a cuerpo, unos monjes algo siniestros y arduos caminos por el bosque o por un túnel ¿no les suena?
El placer de contar historias… sean verdad o mentira
Volviendo a la memoria. Está claro que a veces recordar duele y que incluso aquella verdad tan dolorosa puede, en parte, ser una creación de nuestra mente, una suerte de ardid que nos condena y, en este caso, ¿no sería lícito crear otros engaños y embustes que aplaquen ese dolor? ¿No es eso lo que hacemos constantemente para escapar de la ruindad de la vida diaria?
A menudo me topo con historias estrambóticas contadas por gente común que elige creerlas. Algunos se enfadan con esto y con los bulos o fake news pero yo pienso: el hombre necesita historias. Contarlas, crearlas. Escucharlas. Es como una droga. Estoy segura de que liberamos endorfinas cuando escuchamos o contamos buenas historias.
El cuento, que no tiene los alardes de grandeza de otros formatos literarios, tiene esa maestría. Quiere provocar. No es patrimonio de los eruditos. Los cuentos se crearon mucho antes que la escritura. Quizás los mentirosos son los mejores cuentistas. No necesitan poesía. O sí. Quizás la poesía está en el simbolismo.
Me vuelvo a enojar.
Le acusan a Ishiguro de su contar tosco. Pero yo pienso que es una elección premeditada y con alevosía. Porque el cuentista, como el chismoso, lo que quiere es transmitir información acerca de algo, seguro le pone magia, pero no se pierde en cuestiones estéticas. Tampoco es un academico.
Yo conozco a excelentes cuentistas que nunca han agarrado una pluma. Son aquellos que, hasta se creen que lo que están contando sucedió de verdad. O quizás ponen una pátina de ficción a hechos que ya no somos capaces de recordar.
Aunque tengamos un pasado común, hay un abismo en nuestras cabezas
A veces soy testigo de discusiones entre dos personas que discuten sobre un hecho del pasado. Y presto atención a esos diálogos absurdos.
―¿Te acordás de aquel viaje que hicimos por la montaña? ¡Qué felices que éramos con los tíos!
Y veo un rostro estrañado. Casi indignado.
― Pero si nunca fuimos a la montaña con los tíos.
―Sí, ¿no te acordás que estaban todo el día quejándose del calor?
―Pero si siempre íbamos en invierno a la montaña. Debés estar confundiéndote
Y yo me río porque cuando dos personas con mucho ahínco no se ponen de acuerdo es porque hay magia. Está operando la magia de la ficción. El invento. El cuento. Y entonces, yo veo literatura.
Para terminar, los quiero dejar con un viejo cuento popular proveniente de los montes Apalaches.
Verdad o mentira es lo último que nos importa.
¡Ay, sí! Pues un tipo estaba con una chica, y al cabo de un tiempo de estar juntos, fue a su padre y le dijo:
—Padre, que me voy a casar con esa chica.
Él le dice:
—Mira que te diga… Ay, era rápido yo cuando joven, y esa chica es tu hermana.
Y claro, él se sintió mal y la dejó. Pasó el tiempo, se ligó a otra y estuvieron juntos una temporada, y al final él fue a su padre y le dijo:
—Padre, que me voy a casar con esa chica.
Él le contestó:
—Juanito, mira que te diga, es que yo era rápido cuando joven… y esa chica es tu hermana.
Eso lo hizo sentirse de pena, así que un día estaba sentado junto al horno, cabizbajo, y su madre fue a decirle:
—¿Qué te pasa, Juan?
Él le dice:
—No, nada.
Y ella insiste:
—Algo hay, y yo quiero saberlo. ¿Por qué dejaste a la chica aquella, la primera con la que estuviste, y luego a la segunda?
Él repuso:
—Bueno… es que padre me contó que había sido rápido de joven, y que ambas son mis hermanas.
Y va y ella le dice:
—Juanito, te voy a contar una cosa: yo también era rápida de joven, y tu padre no es tu padre, para nada…[1]
Lean cuentos de hadas, señores. Son el mejor refugio.
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[1] Fuente: Carter, Angela. Cuentos de hadas de Angela Carter. Impedimenta. 2016
La entrada Por qué leo cuentos de hadas se publicó primero en Silvia Zuleta Romano.
September 21, 2020
Los niños y la escritura
Por fin llegó septiembre y desde las ventanas de los hogares se ven a niños contentos yendo al colegio en medio de un paisaje ya otoñal de bellotas verdes. Hojas ocres y crocantes. Y corredores de última hora que se lanzan a la aventura del aire libre sin barbijo mientras dure. Porque la sensación de inminencia esta cerca y algunos la llevan peor que otros. Pero mientras tanto, mantengamos la ficción. Porque hoy quiero hablar de los niños y la escritura.
Este verano he tenido la oportunidad de organizar un taller literario de lectura y escritura para niños de 8 años. Hace tiempo que tenía esta idea en la cabeza y las circunstancias de los últimos meses y el auge de enseñanzas no regladas me han impulsado a por fin llevar a cabo esta actividad. Ya saben que hay un gran abanico de escritores dedicados a este metier y estoy explorando, como siempre, otras formas de trabajo que complementen mi solitaria actividad.
¿Por qué con niños?
Por supuesto, no descarto a los adultos pero en este momento detecto una necesidad más clara en el público infantil.
A ver.
A veces la idea infantil que tienen los adultos de los niños es irritante. En especial, la frivolidad y esa sensación de que habitualmente nuestros hijos son un proyecto más como remodelar una casa o apuntarse a clases de inglés.
Dicho esto, acompañar en el proceso de lectura y escritura tiene más sentido a una edad temprana. Por supuesto, está buenísimo que la gente mayor quiera aprender a escribir bien pero los beneficios en los niños son grandes. Los resultados se ven inmediatamente.
Lo esencial es poco prestigioso
Por otra parte, hay cierto prejuicio hacia cualquier tipo de enseñanza dirigida al público infantil. Lo vemos en la educación tradicional. Normalmente tiene más prestigio dar clases en la universidad que en la escuela primaria. Sin embargo, ¿no consideramos importante que la educación que es obligatoria sea realmente de calidad? Lo mismo aplica a las enseñanzas no regladas. Si tú das clases a un grupo de adultos, la mirada es diferente que si enseñas la misma disciplina a niños. Ya dijimos que la maternidad y la escritura son oficios poco prestigiosos. De igual manera, los niños y la escritura como concepto carece de glamour. Lo estamos viendo en esta pandemia en la que hemos corroborado que evidentemente los esenciales son los peores pagados o como bien señaba Hector Barnés en su último artículo en El confidencial: «No es que los trabajos esenciales estén peor pagados a pesar de serlo, es que están peor pagados porque son esenciales».
Pero volvamos al asunto.
En mi caso particular, creo que en el fondo son una hermosa forma de transitar ciertas lecturas y experiencias con la escritura que no tuve a esas edades y que está bueno transmitir. Tampoco me parece que haya que glorificar la infancia. Solo me pasa que considero que es un periodo en la vida que lo que hagas influirá en el resto de tu existencia.
O quizás simplemente detecto huecos de necesidad. Me parece que hay enseñanzas que está bueno que estén al alcance de muchos, sean niños o adultos. Y en estos tiempos de pandemia y educación mermada veo con mucho más sentido intentar tapar esos agujeros que seguro dejará la educación tradicional.
Pero algo tiene la escritura que no tienen otras disciplinas.
Los diarios íntimos en la infancia
Recuerdo que, cuando era chica, había un pequeño espacio dentro de la asignatura Lengua en las que nos proponían un tema y debíamos escribir una redacción que luego ilustrábamos. Para mí, era un placer tener esos pequeños momentos de creación. Con el paso del tiempo, adquirí la solitaria costumbre de escribir y descubrí muchas cosas. Creo que todos los escritores empezamos a hacerlo desde el aburrimiento en torno a otras cosas. Yo recuerdo que un día me regalaron un diario con candado. De esos que olían a perfume. Más allá de mi gusto temprano por lo cursi, mantuve la costumbre de escribir diarios hasta más allá de los 25 años.
Hace poco los volví a releer y por supuesta eran basura y terminé por quemarlos en la chimenea porque siempre pienso que si me muero no sé dónde podrían terminar. Realmente fueron un ensayo, una terapia, un espacio privado sin ningún valor literario. Cumplieron su función. Por supuesto, yo no soy Virginia Woolf cuyos diarios son verdaderas reflexiones (es más: yo creo que sus diarios[1] son lo mejor de su obra pero ya hablaré en otro artículo sobre los diarios como género literario).
Luego llegaron las pantallas y ya no pude seguir pero todo el acto de elegir el papel, las Pilots, el papel de carta era fascinante. Era la época también de los amigos por correspondencia y escribíamos largas cartas contando como era nuestro país o lo que comíamos mientras nuestras manos estaban siempre manchadas de tinta porque en esa época usábamos lapiceras. Todavía mantengo el gusto por los elementos de papelería pero ya casi no escribo en papel o lo hago solo para tomar notas.
Pero volvamos.
Porque para escribir antes hay que haber leído mucho.
Jornada dedicada a la novela. Algunos títulos que disfrutamosLa lectura es el primer paso para escribir
La mejor escuela de un escritor, sea infantil o adulto, es la lectura. En efecto, en el taller comenzábamos leyendo un rato largo para luego pasar a la escritura. Nadie les tenía que decir que leyeran. Simplemente se lanzaban a los libros. Porque no es lo mismo decirles: tienes que leer al menos tantas páginas de este libro, que: “mira, elige el libro que quieras y, si no te gusta, búscate otro. Explora. Descarta. Tienes derecho a decir también: “este libro me aburre. Aquel personaje es insoportable”.
Ese primer acercamiento era crucial. Al principio, como seres humanos copiamos descaradamente o usamos personajes que crearon otros. Necesitamos emular[2].
Siempre he pensado que la escritura y la lectura en los niños es importante porque es una puerta de entrada al conocimiento y al arte. No queremos crear futuros escritores (o no solo eso). Me parecería frívolo pensar solo en eso. La escritura es mucho más. Es aprender sobre muchas otras cosas. Y requiere paciencia y tesón. A los niños les cuesta al principio visualizar el asunto pero cuando se enganchan no pueden parar.
La escritura en los colegios
No sé si con el tiempo se ha perdido esa costumbre de la escritura en los colegios. No me extraña nada que nadie la ofrezca como extraescolar. Quizás los padres no la consideran importante o los mismos niños la rechazan porque la asocian al colegio (y puedo entenderlo). Y yo me pregunto si la escuela es un espacio adecuado porque la creación no puede estar sujeta a una evaluación (¿o sí?). Quizás la creación no es evaluable pero requiere de habilidades y destrezas que sí lo son como la buena ortografía y la sintaxis básica (cosas que yo pienso que se adquieren mejor leyendo mucho que memorizando reglas).
Me he encontrado con niños que tienen vergüenza ante sus compañeros. Es normal, nos pasa a todos. ¿Dónde podríamos introducir, entonces, un conocimiento tan útil, tan hermoso y tan poco tangible?
En estos momentos en los que parece que la educación obligatoria de los niños se ha visto despojada de todos sus ornamentos, quizás no es mal momento para rescatar este oficio que cumple con todos los protocolos de salud (sí, lamentablemente también hay que pensar en estas cosas).
Personalmente, ha sido una linda experiencia y he aprendido mucho. Cuando estoy con ellos, la lectura y la escritura invitan a que terminen aprendiendo sobre historia, botánica, animales, mitología. Y además les digo que tienen que equivocarse porque si no, no hay aprendizaje.
Los niños y la escritura son un espacio de aprendizaje y calma
Me encanta que exista el colegio con su, a veces, pesada burocracia pero también es genial que existan espacios de aprendizaje y disfrute al margen de lo académico. La enseñanza reglada siempre va rápido porque hay un temario que terminar y no invita mucho a reflexión. No la critico. No soy pedagoga y seguro tiene sus beneficios y te entrena en otras habilidades.
Sin embargo, yo siempre pienso que la escritura requiere pausa. Por eso siempre nos encontramos en los periódicos y en la televisión muchos errores de ortografía. No es culpa de nadie. Las prisas nunca son buenas cuando queremos buscar algo estético. Algo bello. Porque lo hermoso requiere tiempo. Para contemplar. Para oír como suena. Por eso cuando uno crea, el tiempo desaparece y cuando te das cuenta son las diez de la noche.
Crear un espacio de lectura y escritura con los niños es crear un espacio de conversación. Así, en el taller me encontré hablando de las exploraciones de Humboldt[3], de los ríos, de los países, de los peces, de Harry Potter, de los cuentos de hadas, de Mafalda, y del papá de Mafalda y del Antiguo Egipto, del cambio climático y de Narnia. Bueno, en realidad yo hablaba poco. Solo introducía o guiaba temas porque lo mejor es escucharlos a ellos. Quizás, la lectura y la escritura puedan servir para generar interés en áreas, a priori, menos lúdicas como las matemáticas o debatir cuestiones más filosóficas.
Escribir es sumergirse en el fango
Cuando entramos en el terreno de la escritura entramos al barro. Ahí hay que ensuciarse las manos. La base del aprendizaje es la equivocación. La hoja sucia. Lo saben los dibujantes. Los músicos. También lo sabemos los escritores. Y los niños aprendices de escritores al principio te dicen que no saben. Que no pueden. Pero luego, se dan cuenta de que pueden hacer cosas que creían que no podían como un cómic o un cuento o el primer capítulo de una novela. Y casi en un susurro, les recuerdo los acentos, los puntos, las comas, las haches. Porque si intuyen que algo huele a fichas o a colegio ya no quieren hacer nada. Y mantenemos la ficción. Ahí vuelvo agradecer el trabajo menos agradable del colegio porque hay cosas que hay que aprenderlas nos guste o no. Y es ese balance entre la disciplina y el arte lo que hace de la creación algo maravilloso.
Imprimo algunos ejercicios que, of course, no tienen nada de pinta de fichas porque los hago yo misma. Les pido que cambien esa V que ahí no va pero nunca desde el reproche e intentamos que el aprendizaje suceda sin que ellos se den cuenta. Porque ahora no estamos en la escuela. Y ya tendrán tiempo de hacer fichas y escuchar al profesor en silencio. Aquí quiero escuchar sus voces. Y para ello es imprescindible que seamos pocos.
Día dedicado al cómic¿Los niños y la escritura pueden paliar la desigualdad educativa?
Lamentablemente estamos asistiendo a un desmantelamiento de lo público. Se quitan horas lectivas y se rellenan con servicios de guardería ofrecidos por empresas tercerizadas. Ellos, la escuela, dicen que garantizan la jornada pero no podemos estar seguros de que se garantice la enseñanza. Quizás esto resulte banal al lado de otros países cuyos niños ni siquiera pueden asistir a clase. Y les doy la razón. Más del 94%[4] de los estudiantes de todo el mundo interrumpieron sus estudios en todo el mundo siendo el parón educativo más importante de la historia y aunque se han implementado medidas para lograr la enseñanza online, no se ha podido llegar a todas las familias y nos hemos dado cuenta, una vez más, que el nivel de renta y la organización de las tareas domésticas ha repercutido en la enseñanza de esos niños. Pero no puedo dejar de pensar que la educación tiene que garantizar la igualdad de oportunidades e intuyo que hay algunos que pierden más que otros (en breve publicaré una reseña del último libro de Thomas Piketty Capital e ideología sobre la desigualdad y su evolución en el mundo, una obra que no puedo dejar de recomendar). Quizás fueron estas reflexiones las que me llevaron a pensar en algo que los iguale. La lectura y la escritura los iguala porque solo se necesita un papel, un lápiz y acceso a los libros[5]. Es una actividad que si está impulsada, luego es fácil de continuar. No tienes que comprarte una mountain bike, o alquilar un violín o tener buenas zapatillas para correr. Con la escritura y la lectura, un pequeño empujón puede ser suficiente.
Sobre las cosas buenas que pasan cuando los chicos escriben
Escribir y leer es una forma de aprender otras disciplinas como ortografía, historia, naturales, matemáticas. Los niños y la escritura pueden ser amigos inseparables. Pero además hay otras muchas ventajas:
Les impulsa a leer más. Copiar es la primera forma de aprendizaje. Les incentiva a pensar sobre cosas que están fuera de su ámbito.Aprenden sobre cosas que les gustaLes da ganas de investigarSe dan cuenta de que son capaces de lograr algo tangibleEs una actividad que puede hacerse en aislamiento. En los tiempos que vivimos esto no es baladí.Tiene también un componente social. Compartir lo leído entre los mismos niños (o los adultos) es parte del aprendizaje. Los niños se recomiendan unos a otros.La escritura es un excelente compañero cuando no hay amigos cerca. Fue uno de mis primeros recursos cuando me aburría de jugar.Es barato. Solo necesitan lápiz y papelSirve como terapiaEntretiene
En realidad todos somos cuentistas
Cuando me junto con ellos, a menudo me dicen: “no sé de qué escribir”. Y a continuación, se la pasan contando anécdotas. De la infancia, del confinamiento, de los amigos. Los niños siempre están inspirados pero no se les ocurre que pueden escribir sobre ello. Es como si la escritura y la oralidad fueran universos distintos y entonces les cuento que antes todos los relatos eran orales. Que las historias se transmitían de padres a hijos y que nadie sabía quiénes las habían escrito porque en realidad nadie las había escrito porque seguramente eran todos analfabetos. Y les hablo de Italo Calvino y de los Hermanos Grimm pero apenas suelto píldoras porque las clases magistrales ya las tendrán en el colegio y estamos cansados de ver niños sentados en su silla en silencio. A veces, les pido algo de atención porque les digo algo importante pero siempre pienso que algo importante tiene que ser corto. No se puede hablar media hora de cosas importantes. Lo mío son los titulares. Y obvio, a veces escuchan y a veces no. Y entonces me vuelvo un poco repetitiva pero lo justo. A mí me gusta que hablen, que cuenten, que escriban, que lean. Que hagan.
Ese es el mejor aprendizaje.
En estos tiempos confusos y vacilantes la escritura y la lectura son asideros baratos y saludables. Son oasis. Son islas exóticas llenas de aventuras. Son aire fresco. Puro. Nos transporta lejos del ambiente deprimente que a veces nos rodea. Nos aleja del ruido que tenemos a nuestro alrededor. Los niños también pueden tener esos momentos.
No se los quitemos.
Y a tí, ¿te parece importante la lectura y la escritura en los niños o, al contrario, te parece una frivolidad? ¿Tienes alguna experiencia que contar? ¡Te espero en los comentarios!
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La máscara: cuando estar embozado era sospechoso
[1] Los diarios íntimos pertenecen al subgénero de la biografía y debemos decir que la tradición se ha perdido por el auge de la computadora e Internet. Los blogs surgieron en sus inicios como una forma de reemplazar al viejo diario íntimo pero creo que devino al final en una web de propaganda del escritor. Como ejemplo, podemos recordar la gran tradición dentro del grupo de Bloomsbury de diarios y cartas que ellos mismos sabían que a su muerte se publicarían. Todo ese intercambio de material tenía un valor que en realidad no se explotaría hasta, por lo menos, una generación después. De alguna manera, eso se perdió con la inmediatez de Internet. Antes tenías que esperar décadas para conocer quizás esas intimidades o reflexiones acerca de un autor, hoy en día puedes saber en tiempo real sus pensamientos, sus imágenes, sus acciones. De alguna manera, se pierde valor estético. O al menos eso piensan muchos, en especial, los críticos de la prensa rosa o del corazón. Sin duda, es para pensar. Puedes leer más sobre el poco prestigio de este género en Biografía y periodismo rosa: dos géneros muy denostados y terriblemente exitosos.
[2] En la obra Apología del plagio, Anatole France esboza interesantes ideas en relación al arte de copiar. Es una obra pequeña que siempre recomiendo.
[3] Por cierto, esta semana fue el aniversario del nacimiento de Alexander von Humboldt y no puedo dejar de recomendar a los chicos de 8 años en adelante el cómic sobre su interesante vida basado en el libro de Andrea Wolf La invención de la naturaleza. Un libro excelente y atrapante para adultos y una versión cómic para niños y grandes que realmente sirve como forma de introducción a muchos temas para hablar con los chicos como el cambio climático, los países, la esclavitud, las monarquías, Europa, América. Lo estoy leyendo con mi hija y está atrapadísima.
[4] Fuente: ONU. La educación durante el Covid-19 y después de ella. Agosto 2020
[5] Otro sin sentido de la vida protocolizada. Los bares abiertos y las bibliotecas cerradas. A falta de horas de colegio, sería bueno replantear este asunto. O sacar los libros a la calle. Hacer una biblioteca al aire libre o al menos dejar entrar con aforo al público infantil. Si están abiertas las librerías ¿por qué no las bibliotecas? Este tipo de medidas, generan desigualdad porque el que pueda irá a una librería con su hijo pero el resto, no podrá. Y pedir por Internet es un parche malo. Una inicitiva interesante es la de esta ciudad de Turquía que abrió una biblioteca al aire libre.
La entrada Los niños y la escritura se publicó primero en Silvia Zuleta Romano.
July 31, 2020
Algunos libros para llevar mejor el aislamiento social
Hoy quiero recomendar algunos libros para el verano (o el invierno). Muchos de ellos me han acompañado durante este confinamiento y me han ayudado a transitar estos momentos de incertidumbre con más templanza. Pero aprovecharé para contarles algunos de los proyectos en los que ando metida (los que me conocen ya lo saben) y que tienen que ver, en muchos casos, con lo que leo y con lo que escribo.
Trabajar con interrupciones
Ha sido una queja generalizada entre los trabajadores confinados, la falta de concentración. Hay interrupciones. Hay una catarata de noticias que contaminan y dispersan nuestra mente. Los chicos sin cole no ayudan. Y ese poco tiempo se diluye y se desperdicia. Sin embargo, debo decir que me he adaptado relativamente bien a esta nueva realidad. El hecho de vivir ya medio aislada puede que haya ayudado. El escritor ya está configurado para el aislamiento, la incertidumbre. Incluso las interrupciones las tengo bastante masticadas. Es increíble cómo configuran lo que escribimos algo tan cotidiano como que tus hijos no vayan al colegio.
Hace poco leía una entrevista a Raymond Carver aparecida en un reportaje de Paris Review y decía que por la vida que había tenido tuvo que dedicarse al relato corto y a la poesía. En sus palabras:
“Después de años de trabajos ocasionales y de criar hijos y de intentar escribir, me di cuenta de que necesitaba escribir cosas que pudiera terminar rápidamente. No había modo de que yo pudiera emprender una novela que implicaba dos o tres años de trabajo en un solo proyecto. Necesitaba escribir algo por lo que pudiera recibir algún tipo de remuneración inmediatamente, no el año que viene ni dentro de tres años (p.186).”
Eso es lo que le pasa a muchos escritores entre los que me encuentro. Si escribo cuentos puedo en seguida enviarlos a revistas y editoriales. Y luego, en el plazo de digamos pocos meses puedo autoeditar antologías que vendo por Internet. Lo mismo me pasa con los artículos que escribo. Veo un camino de rentabilidad a corto o mediano plazo que no sucede con la novela. Puede resultar chocante hablar en estos términos pero los creadores también son trabajadores que necesitan vivir y alimentarse. Cualquier persona con dos dedos de frente sabe que es mejor diversificar el riesgo que jugarte todo tu tiempo a un mega proyecto que puede no funcionar. Artículos y relatos es lo que puedo encarar en estos momentos. Inspiración sobra. La vida me regala todos los días temas. Lo que no me regala es tiempo y pienso que durante todos estos meses el tiempo voló a pesar del encierro. En parte, debido a que he podido seguir trabajando a un ritmo bastante constante. Veamos.
Cuando la web es tu trabajo
La nueva web (ésta, donde leyendo) sigue creciendo pero hay que seguir trabajando en el número de suscriptores (por favor, si no lo has hecho, hay caja de suscripción en el lado derecho). Esto implica dos cosas:
Escribir artículos al menos cada quince días (durante el curso escolar escribía todas las semanas pero ahora no es posible). En estos momentos, estoy trabajando en una mega reseña del último libro de Thomas Piketty Capital e ideología (Debate) que además toca temas que se han hablado mucho en estos difíciles días como renta básica, impuestos a las grandes fortunas, desigualdad, etc. He leído cosas tan interesantes que quiero compartirlas con ustedes. Sé que leer un libro de esta magnitud no es para cualquiera por eso estoy preparando una serie de entregas amenas para acercar esta obra a los no economistas. Por supuesto, los gurús del marketing me piden un público objetivo pero yo no tengo eso. Mi público objetivo son muchos y variados.
Seguir aprendiendo marketing digital: ese es uno de los asuntos que encararé en otoño. Ya hice un excelente curso con Davier Olier sobre WordPress, quien además, desarrolló mi página (y se los recomiendo). La idea es hacer uno más concreto enfocado en los escritores. También hay una plataforma WordPress en Torrelodones que hace talleres muy buenos en el centro de co working de La Solana que están geniales pero más enfocados a empresas, no tanto en escritores. En este caso, no hay libros que valgan. El mundo del marketing digital es tan cambiante que no da tiempo a estar al día por eso veo más viable los cursos online que están disponibles en diferentes plataformas.
Explorar el cuento y la poesía infantil
Esto se disparó durante la cuarentena. Le estoy dando más bola porque tengo dos beta readers fantásticos: mis propios hijos. No sé qué puede salir de todo lo escrito pero me voy a dejar llevar un poco a ver qué pasa. Me gusta porque son implacables y solo con sus caras sé si la historia está funcionando. Llevo un tiempo organizando, de forma esporádica, talleres de lectura en el cole de mis hijos y quizás sea momento de llevar este asunto un poco más allá. Lo estoy evaluando. Y aprovecho y les quiero recomendar El gran libro de mitos griegos de Eric A. Kimmel. La verdad es que me conectó con historias que siempre uno ha escuchado pero ahora con más detalle. Le encuentro varias ventajas a esta edición. Es simple de leer y es ilustrada. Me he criado leyendo mitos y esta edición me parece que equilibra muy bien entre lo infantil y lo sesudo. Se supone que es para mayores de ocho años pero mis hijos de 5 y 8 están encantados. En el fondo, son hermosos cuentos de hadas y ya saben que yo soy muy fan de Angela Carter, una de las grandes aunque sus Cuentos de hadas (Impedimenta) no son para niños. Además, siguiendo con esto, el otro día le regalé a alguien a quien quiero mucho los Cuentos populares italianos (Siruela) de Italo Calvino, es una recopilación de cuentos de hadas y maravillosos de toda Italia. Realmente es una joya de libro y les cuento que hay versión ilustrada para niños aunque están en italiano. Qué lindo sería que alguna editorial de habla hispana hiciera unas lindas ediciones en español para niños porque son historias hermosas.
Editar textos de divulgación científica
Ya saben que estoy a cargo de la edición en español de los textos de Gondwana Talks, la revista online sobre geología que se edita en inglés y neerlandés. Esto me gusta mucho porque conecto con aspectos de la ciencia que me interesan. Asuntos que escapan a la literatura y me ayudan a desintoxicar.
Y en este terreno de divulgación científica, les quiero recomendar que lean Cómo vivimos, por qué morimos: La vida secreta de las células (Tusquets). Con todo este rollo del Coronavirus muchos nos hemos dado cuenta que no sabemos nada de la vida. Son esos temas que ahora interesan porque nos pasamos toda la vida hablando de virus. Pues este libro nos enseña de forma didáctica qué es una célula, como se reproduce, en qué consiste el crecimiento, la cicatrización, la enfermedad, el envejecimiento y en definitiva qué es eso que llamamos vida. De alguna manera, este tipo de libros te ponen en un lugar tranquilizador. Es como quitarle toda carga moral a todo este asunto y solamente observar qué pasa con nuestro cuerpo y con nuestra sociedad sin tantos sentimentalismos. Supongo que en eso consiste la ciencia. No es fácil pero yo cada vez más lo veo de esa forma.
El chisme y la literatura son primas hermanas
Otro de los proyectos que requiere de una alimentación regular, es la escritura y publicación de relatos cortos (aquí puedes ver la lista de revistas literarias en las que he publicado. Un millón de gracias a todas ellas). Los cuentos son la razón de mi vida. Es lo que nos hace ser humanos y no animales: las historias de ficción y el chismorreo.
Justamente en Sapiens. De animales a dioses: Breve historia de la humanidad (Debate) de Yuval Noah Harari habla de estas cosas. Cómo logramos a través de los mitos y la narrativa, fundar imperios, países, empresas, religiones. Somos vendedores de humo por naturaleza es lo que nos diferencia de los animales. Y también me hizo pensar en algo muy obvio: el chisme es el origen de la literatura. Qué mala fama tiene y sin embargo es la columna vertebral de nuestra civilización (escribí sobre esto en Biografía y periodismo rosa: dos géneros muy denostados pero terriblemente exitosos). Y esto me devuelve a los cuentos de hadas que no son otra cosa que transmisión de historias. El chisme tiene algo de eso. Se transforma con cada narración y la fantasía juega un papel importante. En el interesante libro Nuevo museo del chisme de Edgardo Cozarinsky (La bestia equilátera) se desarrolla esta idea que vincula de forma íntima la novela y el cuento con el chisme:
“Walter Benjamin creyó que solo se relatan cuentos para que se los repita, que se deja de contarlos cuando esos cuentos no se conservan y que si no se conservan es porque, al escucharlos, se ha dejado de hilar y de tejer. (…). El relato como transitoriedad pura, el chisme también pone en escena la imposibilidad de una repetición idéntica, lo inevitable de una incesante transformación. Reproducir sin cambio es impensable: atisbo de locura, presencia de muerte”.
Los talleres literarios
Hace rato que vengo evaluando la posibilidad de participar de algún tipo de taller en el que pueda tener algo de feedback de mis relatos. Me pasa que, a diferencia del grupo de Bloosmbury, mis amigos no leen ni escriben con la asiduidad que necesito y no encuentro ámbitos de en los que pueda poner a prueba mis escritos. Este es un pendiente importante. A la edad que tengo mi aversión al riesgo es alta. No quiero clavarme y además el auge de cursos online no me lo pone fácil. Es demasiada información y no sé por dónde empezar. No quiero una clase magistral. Quiero algo práctico y sin sentimentalismos. El mes pasado hice un módulo en Coursera del Programa de Creative Writing de la University of Wesleyan que me gustó bastante. Fue el que más se acercó a la idea que tengo de taller de escritura creativa pero tenía la pega de que no hay feedback de los profesores y tenía que escribir en inglés que no es mi lengua nativa. Lo hice al principio pero no sé si tiene sentido escribir en español, traducir, corregir para que luego me lo lea otro alumno (que capaz ni siquiera es nativo) y no el profesor. Ahora estoy en plena búsqueda de algo que me cierre. Lo que no me interesa es que el taller sea un trabajo en sí mismo en donde tenga que leer bibliografía. Quiero algo muy práctico que me ayude con mis textos o que me impulse a generar textos nuevos en un momento en que me cuesta armar la rutina. Es como un mecanismo ordenador en medio del caos lo que necesito. En este sentido, estoy explorando también los numerosos grupos que han surgido en MeetUp. La plataforma de eventos, que la verdad funciona muy bien (por ejemplo, los encuentros de WordPress de Torrelodones se convocan allí). En este terreno, no tengo mucha literatura para recomendar porque no creo que los escritores deban perder su escaso tiempo leyendo libros para aprender a escribir sino que creo que la mejor escuela es leer y escribir sin más. Dicho esto, si te sobra muchísimo el tiempo quizas Mientras escribo de Stephen King aporte algo de paz al escritor. Lo mismo, las entrevistas del Paris Review recopiladas en Confesiones de escritores (Editorial El Ateneo).
Markaris y Adichie para desconectar
Y ya para cerrar. Si quieren olvidarse de todo, aprovecho y les cuento que el último libro de Petro Markaris La hora de los hipócritas (Tusquets) es perfecto. Llevaba tiempo sin leer policiales y tengo que decir que cumple con todos los requisitos del género.
En una línea totalmente distinta, otra obra ideal para el verano y el desconecte es la antología de relatos de Chimna Adichie Algo alrededor del cuello. Es una obra más densa pero funciona y la edición de bolsillo sin solapas de Random House es un acierto (todos mis libros están en bolsillo tapa blanda y sin solapas también). Sinceramente Markaris y Adichie me parecen una excelente combinación para una escapada lejos de las noticias y la coyuntura.
Tengan un lindo verano o invierno. Disfruten con la lectura. Al final será lo único que nos quede cuando solo seamos seres humanos sin rostro atrás de una mascarilla.
Un par de ojos y nada más.
Y tú ¿has leído alguno de los libros que recomiendo? ¿Qué te han parecido? ¡Te espero en los comentarios!
Para leer más
Magallanes y la esclavitud de lo útil
Una historia de brujas, medicina y feminismo (2)
Una historia de brujas, medicina y feminismo
Siete cuentos argentinos que debes leer
Una bailarina y las cuatro bofetadas
La entrada Algunos libros para llevar mejor el aislamiento social se publicó primero en Silvia Zuleta Romano.
July 12, 2020
El mundo del trabajo en tiempos de Covid-19
Hoy hablamos del mundo del trabajo en tiempos de Covid-19 y de las distintas tribus que han surgido alrededor. Porque creemos que hay tantas voces que queremos escucharlas a todas. Y saber de verdad si las cosas en el mundo laboral han ido a peor o a mejor. Yo creo que, después haber escrito este artículo, es imposible generalizar.
Veamos.
¿Es un avance o un retroceso el teletrabajo?
Sabemos que el gobierno español quiere aprobar una nueva ley [1]que regule el teletrabajo, cosa que me parece necesaria. Por otra parte, la Ley de teletrabajo en Argentina ya tiene media sanción de la Camara de diputados. A pesar de que la mayoría pensamos que es un avance, me he encontrado con algunos discursos totalizadores que creo que no reflejan la tremenda diversidad del colectivo de trabajadores.
En efecto, a lo largo de la cuarentena me he encontrado con tres grietas que determinan la actitud positiva o negativa hacia el teletrabajo:
La de los que tienen niños y los que no los tienenLos que tienen un sueldo a fin de mes independientemente de que haya confinamientoLos que, en general, se asustan con las enfermedades y los que no le tienen miedo a caer enfermos (independientemente de su condición física).
Y, teniendo en cuenta estas variables, han surgido varias tribus de trabajadores (hablé al principio de la cuarentena sobre Las tribus del coronavirus y a la actitud de la gente ante la enfermedad) que están más o menos contentos que este nuevo escenario.
Veamos.
Los felices
En este primer grupo me he encontrado con gente que está chocha con esta nueva situación, trabajadores, en especial, madres que venían muy quemados con el horario fijo y poco flexible y que tenían que correr para llegar a buscar a sus chicos. Este grupo que estaba medio jodido con el esquema de antes, logró adaptarse a la situación, ya sea por tener hijos grandes que son más o menos autónomos o porque son dos en casa y uno de ellos tiene más flexibilidad. A esta gente le da pánico la vuelta a la Nueva Normalidad porque han visto que han disfrutado con sus hijos, han podido incluso hacer algunas cosas que no hacían habitualmente como cocinar con ellos o jugar de otra manera. A este grupo, en general, no le importaría estar un rato más confinado. Es el caso de Mara (46) tiene un hijo de 8 que ya hace todo solo y ella ha podido seguir trabajando como gestora laboral desde casa. Esta madre me comentaba que no quiere volver al regimen anterior. «Estoy feliz». También meto en este grupo a los que están felices y no tienen hijos y disfrutan de un entorno familiar o de pareja estable y armonioso. Pedro (25) trabaja en una multinacional americana con sede en Buenos Aires. Ya le han dicho que no vuelve a la oficina hasta que no haya vacuna. Lo mismo me comentan amigos de empresas en Estados Unidos. “Hemos tenido que ir a limpiar la oficina porque no volvemos más”. Este último grupo está incluso mejor que el primer colectivo. Han ganado en paz. Pero incluyo a una sub variante más: al que ha tenido que acudir a su puesto de trabajo porque su actividad es esencial y no se puede hacer desde casa y al mismo tiempo o no tiene hijos o tiene una pareja con trabajo flexible o tienen hijos únicos que ya se arreglan solos. Este está aun mejor que el anterior porque ha podido suplir los rigores de la cuarentena con escapadas diarias y las ventajas de una ciudad vacía. Efectivamente, para este grupo normalmente, en su discurso, la salud está primero porque lo otro ya está medio solucionado. No tienen ningún apuro en que finalice la cuarentena. Y en este colectivo, obvio, meto a los diversos presentadores de televisión y de noticias que han visto el confinamiento como una excusa más para bajar linea desde una posición privilegiada. El «quedate en casa» dicho por una persona que está trabajando, cobrando un sueldo y encima saliendo de casa, no lo compro. Me parece como discurso nefasto y totalitario. Pero dicho esto, me alegro de que estén felices.
Sigamos.
Los quemados
Aquí hablamos de aquellos que, por alguna razón, no han podido teletrabajar y han tenido que acudir a sus puestos de trabajo contra su voluntad y sin apoyo familiar. Estos, a diferencia del primer grupo, no quieren saber nada con salir de casa. El virus los asusta y tienen una situación armónica en casa. Gente que ha tenido que contratar niñeras si tenían hijos o han tenido que descargar el peso en alguna pareja que a su vez también se quemó. También meto en este grupo a los quemados que han tenido que quedarse en casa pero con pocos medios para trabajar ya sea por falta de espacio o dinero para invertir en nuevas tecnologías o niñeras que cuiden de sus hijos. Pablo (35) trabaja en una multinacional francesa y dice que lo obligan a teletrabajar en su casa. No puede moverse de su vivienda que comparte con dos hijos pequeños en un espacio reducido. Para él, el confinamiento está siendo una tortura. Pero hay un grupo que está aun peor. En general, los quemados estaban muy cómodos con la situación anterior porque podían tener un sueldo y acceso a tercerizar cuidados en extraescolares o niñeras. Digamos que podían tener una situación de pseudo privilegio y estabildad que se perdió con el confinamiento. Meto en este grupo también a los «hiper sociables», es decir a aquellos para los cuales el trabajo no solo es un sueldo o producir algo. Necesitan hacer amigos, coleguear, tomar café, reunirse. Su identidad laboral pasa por el otro. Estar en casa les parece poco prestigioso. Además, no pueden consumir como antes. A diferencia de los «felices» del grupo anterior, los «quemados» estaban muy cómodos antes y quieren volver ya a esa antigua normalidad.
Los que están jodidos
Sos aquellos que han perdido su empleo en esta cuarentena. Se han ido al paro o les han hecho un ERTE pero no han ingresado un euro en todos estos meses. Para este colectivo, los teletrabajadores son una casta privilegiada. Estos están dispuestos a salir a trabajar lo antes posible. Estuvieron contando los días para que acabe esta cuarentena y la situación en casa se ha tornado complicada. Para estos, el confinamiento ha sido peor que la peste. Un castigo divino del que hay que salir ya. Paula (48) tiene tres hijos y es funcionaria. Tuvo que teletrabajar y está harta. Ahora la administración la “obliga” a volver pero está ¡chocha! Necesita salir de casa. Vera (33) trabaja para una empresa pública, durante todo el confinamiento estuvo de puta madre porque vive sola y la mandaron a casa. Ahora le toca volver (y usar el transporte público) y está a las puteadas. “No sé por qué me obligan a volver”. Me he dado cuenta que puedo hacer todo mi trabajo en casa. Bernardo (36) que es ingeniero y trabaja para el Estado dice que va dos veces a la semana y le gusta el paseíto a la oficina. Quisiera ir más pero no lo dejan. Pero estos jodidos están en Disneylandia al lado del siguiente grupo.
Los que están realmente jodidos
Aquí meto a varios colectivos que la han pasado (y la siguen pasando) realmente mal y son los independientes que han visto desaparecer sus ingresos de la noche a la mañana porque han tenido que cerrar sus negocios. Hay gremios que fueron muy golpeados como las peluquerías, las guarderías o los restaurantes. También incluyo en este grupo a personal de las artes escénicas y musicales que quizás no son conocidos y no están en redes sociales. Este colectivo también está dispuesto a salir a la calle. Para ellos, el virus es una posibilidad, mientras que la pobreza y el hambre una certeza sino salen a trabajar. Piénsese en la situación de América Latina que ya lleva, en numerosos países, más de 100 días de encierro. La pérdida de puestos de trabajo en esta región está siendo catastrófica. Según la OIT se perdieron en América en lo que va de encierro más de 93 millones de puestos a tiempo completo, siendo América del Sur una de las regiones más afectadas[2]. Y solo en la Ciudad de Buenos Aires se perdieron más de 80.000 puestos de trabajo en el sector del comercio (por un virus que, de momento, no ha matado más que la gripe, la neumonía o el dengue). No sé si los gobiernos de América Latina y Europa son conscientes del daño económico, emocional y sanitario que está provocando este confinamiento. Quizás es pronto para saberlo pero sospecho que las consecuencias superarán sin duda las del virus en sí. Pero aun me queda un colectivo más. Uno que no entra en ninguna categoría normal. Algunos los llaman «resilientes» pero a mí es una palabra que no me gusta. Prefiero usar el término que usa Taleb.
Los antifrágiles
Taleb decía en su libro Antifrágil que la antifragilidad no es solo la resistencia a un shock sino el fortalecimiento ante un trauma externo. Se estudia esto en ingeniería o en física cuando evaluamos las propiedades de los elementos pero también aplica a los humanos y a las instituciones como la familia o las empresas (hablé de ello en Fragilidad y Covid-19).
Dicho esto, aquí meto a un colectivo extraño. Son aquellos trabajadores independientes que ya andaban medio jodidos en general ya sea por falta de trabajo o por obligaciones familiares. Este colectivo no tiene sueldo fijo pero ha encontrado en las redes sociales y en la tecnología, nuevas formas de negocio. Este grupo ya viene muy acostumbrado a ganarse el mango a base horas y búsqueda constante. No tiene ingresos regulares. Tiene que estar generando cosas para cobrar. Tampoco tiene dinero para niñeras e incluso está acostumbrado a trabajar bajo condiciones de incertidumbre e interrupciones constantes por tareas no remuneradas. Me estoy refiriendo a cuentapropistas que han aprovechado el confinamiento para actividades más o menos lucrativas con las que han salvado la papeleta. En este sentido, me he encontrado con:
Redactores por cuenta propia muy presentes en redes socialesActores que montan obras de teatro por InternetProgramadores que usan sus horas libres para crear aplicaciones e intentar promocionarlas en redes[3].Restaurantes que han potenciado el delivery y los eventos en Instagram.Magos, músicos y cómicos que animan cumpleaños por Zoom o hacen conciertos y actuaciones por streaming. Un ejemplo de ello el Livefromourlivingroom.com celebrado en abril, una iniciativa para que artistas de New York que se han visto afectados por el covid puedan tener un sustento. No solo había conciertos también webinars y otras historias[4]. Otro ejemplo, fue la iniciativa #teatroconfinado organizado por el Teatro de La Abadía. Pero las hay miles más de forma independiente.Cocineros y manicuras que se pasaron al deliveryProfesores de todo lo que puedas imaginar. Mucha gente que se ha quedado en el paro o con poca posibilidad de trabajar se han ido a la formación. Vemos desde actores hasta bailarines o profesores de gimnasia. Como todo, hay mucho pirata. Pero destacamos el auge de la programación, los talleres de escritura, los clubs de lectura, los cursos de marketing, las clases de pilates y gimnasia[5]. En efecto, miles de empresas y cuentapropistas han aprovechado para renovar su imagen digital.Traductores, correctores, pintores y escritores haciendo trueque y otras formas de trabajo como marketing en redes sociales. Una práctica bastante común en el universo de la creación. En este sentido, basta ver el Instagram de numerosos actores y escritores. La publicidad ha sido una de las grandes ganadoras de esta crisis[6]. Con más gente frente a las pantallas, el papel de los anuncios se ha hecho crucial. La pantalla se ha convertido en fuente de ocio, de consumo y de trabajo. Esta triple función ha despertado todo un género de actividades que ya existían pero que ahora se amplían y perfeccionan. Una de ellas es la colaboración y promoción de colegas y productos en Internet. Sara (40) es pintora. Trabaja en casa y tiene dos hijos. Desde que se dictó el confinamiento mudó toda su plataforma de enseñanza de pintura al zoom. De momento, no le faltan alumnos y ha ganado visibilidad en las redes, muy importante en este gremio. Yo misma, parte de mi trabajo consiste en intercambio de servicios con otros colegas que hacen actividades complementarias a la mía. Esta es una prática muy común en el mundo de la creación.
Como pueden ver, toda esta movida laboral ha destapado varias aristas que estaban ahí. Hilachas del capitalismo que ya estaban medio a la vista pero que nos empeñabamos en ocultar. Me refiero a toda la industria del trabajo que tiene que ver con los cuidados y a su contraparte: el trabajo no remunerado. Y entonces, nos vuelve a surgir la eterna pregunta.
Y seguimos sin hacernos cargo.
Eso que llamas amor es trabajo NO pago
Ya hemos hablado sobre cómo este confinamiento ha puesto sobre la mesa, una vez más, el asunto de los cuidados. Se han transformado numerosas actividades que ya eran remuneradas (aunque seguían en manos de mujeres) en no remuneradas. Me refiero al cuidado del hogar y los niños. Según la OIT, es probable que esta crisis del Covid-19 deje aún más deteriorado el asunto laboral para las mujeres que son las que tienen fuerte presencia en sectores como la hostelería, el trabajo doméstico o la educación. A esto se suma a que países como Argentina o España no han permitido que sus hijos vuelvan a clases lo cual ha lastrado mucho más el trabajo de las mujeres. Me cuentan que en Holanda abrieron los colegios para los padres que trabajan. Lo mismo ha sucedido en Francia y otros países del entorno. En España no parece haber voluntad. Simona (40) es administrativa y está en casa teletrabajando desde marzo. Además, tiene dos hijos y no encuentra gran oferta de campamentos para dejar a sus chicos y poder trabajar. Esto dificulta mucho el panorama ya que en España han cerrado establecimientos privados que directamente se han ido a la quiebra mientras que otros, por las limitaciones de aforo, no les conviene ofrecer estos servicios de campamentos. El Estado ha estado ausente en esta demanda. Por suerte, Simona trabaja por objetivos y no tiene que cumplir un horario fijo. Eso ayuda. La tónica general de este verano para muchos padres es rascar horas de debajo de los piedras. Dos horas por acá, otras dos por allá. Pero no hay nadie que se haya puesto a pensar cómo solventar la vuelta al trabajo de muchas familias. ¿Qué pasa si no tienes dinero para una niñera o no tienes espacio para que esté en la casa si estás teletrabajando? ¿Qué pasa con la socialización de esos chicos?
Por otra parte, estos meses de confinamiento han puesto en duda, una vez más, el actual sistema de cuidados de la vejez, en especial en países como España. ¿Qué hacemos con nuestros viejos? Richard Sennet[7] reflexionó sobre esto hace ya años y propuso remunerar el trabajo de cuidados de seres queridos. Sería una manera de que la sociedad le otorgue valor a un trabajo esencial pero muy poco valorado. En esta línea, parece ir Italia que acaba de aprobar el bono niñera para que cobren aquellos abuelos que cuiden de sus nietos. Creo que es una idea interesante que merece una reflexión después de esta crisis de que hemos vivido. Por otra parte, la nueva Ley de teletrabajo argentina contempla el tema de los cuidados y contempla medidas concretas para que los mismos no recaigan siempre en las mujeres. Y me recuerda el lema de Economía femini(s)ta del que hablé ya en reiteradas ocasiones: ESO QUE LLAMAS AMOR ES TRABAJO NO PAGO.
Y hablando de hacer tu trabajo con amor. Tengo unas últimas palabras con respecto a esto.
Volver al artesano que todos llevamos dentro
Hay mucho que escapa a nuestro control. Lo estamos viviendo con un virus para que el que parece que no hay vacuna. Pero en realidad, siempre estamos a merced de cosas que no podemos controlar. El mundo del trabajo es una de ellas. A mí me gusta mucho la idea de volver a la noción de artesano en la que uno tiene ese amor al trabajo y le da placer hacerlo bien por el mero hecho de hacerlo bien. Sennet no los recuerda constantemente y no puedo dejar de nombrar a Natalia Guinzburg y sus pequeñas virtudes. Hay cosas que son injustas. Puede que nunca recibamos una remuneración justa por nuestro trabajo pero hay un placer intrínseco en esa búsqueda de hacer algo bien, mejorarlo con el tiempo. Sea lavar un plato, cuidar a alguien, enseñar o barrer. Hemos descubierto en este confinamiento que lo esencial era invisible. Que los esenciales eran invisibles a los ojos de este capitalismo.
Démosles luz.
¿Y tú a qué tribu perteneces? ¿Ha mejorado tu ámbito laboral o estás peor que antes? ¡Te espero en los comentarios!
Gracias a todos los que han colaborado con los testimonios.
Para leer más
El mundo del trabajo en tiempos de Covid-19
La máscara: cuando estar embozado era sospechoso
¿Estamos sobreexponiendo a nuestros niños en Internet en estos tiempos de confinamiento?
Fake news y Covid-19: ¿está la democracia perdiendo la batalla?
Fragilidad y Covid-19
[1] Aquí puedes leer la Consulta pública previa a la elaboración del proyecto normativo consistente en la modificación y elaboración de las condiciones para prestar trabajo por cuenta ajena a la distancia. Del Ministerio de Trabajo de España.
[2] España al menos ha sufrido una cuarentena más corta con menos pérdida de negocio y con la perspectiva de un Fondo de Reconstrucción Europeo que estará por llegar y que no se sabe bien cuándo ni cómo se va a devolver aunque ya sabemos que no será antes de 2027. Más allá de los desacuerdos entre países miembros, no parece a priori una situación tan desesperante como la de América en donde, a diferencia de Europa, al menos conservan, de momento, instrumentos de política monetaria para salir del paso.
[3] Existen APPs de ocio y consumo cultural para tirar el techo. Muchas de ellas promocionan eventos de todo tipo. No las menciono porque son demasiadas.
[4] Puedes encontrar más iniciativas artísticas online interesantes en este enlace
[5] El mundo de la gimnasia y el bienestar personal ha sido uno de los grandes ganadores de esta crisis. Los canales de YouTube de muchos profesores que se han puesto las pilas ha llevado a un aumento exponencial de seguidores. Un ejemplo de ello, aunque no muy representativo, es el de Patry Jordan que ha explotado en suscriptores a su canal de You Tube que el dia 28 de marzo alcanzó las o millones de visualizaciones en un día (poco más de 700.000 había hecho un mes atrás).
[6] En efecto, según el Observatorio de eCommerce y transformación digital, desde el comienzo de la crisis sanitaria el retorno de la publicidad en redes sociales ha aumentado en un 50%.
[7] Puedes leer sus interesantes propuestas en Sennet, Richard (2006). La cultura del nuevo capitalismo. Anagrama.
La entrada El mundo del trabajo en tiempos de Covid-19 se publicó primero en Silvia Zuleta Romano.
June 21, 2020
Gobernanza y participación ciudadana
En nuestra crónica de hoy hablamos de participación ciudadana a nivel local, de gobernanza (también conocida como Presupuestos Participativos, en adelante diremos PP) y de qué pasa con la cultura. No hablamos como expertos en gestión cultural, ni como académicos o empleados públicos. Sino como ciudadanos que habitamos un espacio geográfico concreto.
La gobernanza en las ciudades
Hoy quería comentarles que hace un tiempo vengo asistiendo a las Plenarias que organiza el Laboratorio de aprendizaje colectivo en Torrelodones[1] Se trata de espacios de encuentros promovidos por el Ayuntamiento entre empresarios y agentes de la sociedad civil para debatir diversos asuntos. Los que la ciudadanía quiera o considere.
Mi objetivo era claro: cualquier plataforma de conocimiento y aprendizaje me suma en mi trabajo. Si además puedo aportar algo más a los demás, genial. Con ese espíritu me acerqué a la cuarta plenaria que se celebró en septiembre del año pasado.
De momento, que haya un espacio en que los vecinos se puedan conocer y explayar sobre sus problemas ya es un avance. Si además, eso mismo nos hace reflexionar (como me ha pasado a mí), bienvenido sea.
Más allá de que se cumplan o no los principios y objetivos de la gobernanza[2]. Me gusta la idea que transmite la FEMP sobre el asunto en este informe. Creo que ayuda a entender de qué hablamos cuando hablamos de gobernanza (Incluso aunque sea un poco wishful thinking).
La participación ciudadana es considerada por la Organización de las Naciones Unidas como un elemento civilizador que mejora la calidad de vida de las sociedades. Asimismo, la Carta Iberoamericana de Gobierno Abierto de 2016 define al gobierno abierto como el conjunto de mecanismos que contribuyen a la gobernanza pública y el buen gobierno, basado en los pilares de transparencia, participación ciudadana, rendición de cuentas, colaboración e innovación, incluyendo a la ciudadanía en el proceso de toma de decisiones, así como en la implementación de políticas públicas.
Cuando la oferta cultural de un municipio no encuentra su demanda
Torrelodones tiene una cantidad inmensa de artistas y creadores. Salen de debajo de las piedras. Yo llevo poco tiempo y no soy un bicho cultural. Consumo y creo cultura pero no pertenezco a ningún gremio ni tribu.
Sin embargo, debo decir que me cruzo, dialogo y frecuento con bastante asiduidad a músicos, cantantes, escritores, traductores, bailarines, pintores. Hablo con ellos y, sobre todo, los escucho.
Hay un determinado perfil de persona que se acerca a este municipio y se instala a crear. Sin embargo, no tenemos estadísticas ¿o sí? Lo cual complica todo mucho más.
Pero sigamos.
La sierra. Los bares. La Casa de la cultura. Los colegios. Torrelodones es uno de los municipios con la renta per cápita más alta de España[3]. Sin embargo, esa gran cantidad de oferta cultural no parece tener una demanda que esté acorde. Eso es lo que oigo todo el rato. Es decir, los teatros no se llenan. La gente no asiste a los conciertos. Y parece que uno de los eventos más concurridos es el OktoberFest (no tengo estadísticas de asistencia. Si están visibles no soy capaz de encontrarlas).
Hay dinero. Hay cercanía. ¿Qué está pasando entonces?
Me comenta una artista que se dedica a hacer ropa artesanal. “Prefieren comprar en el HyM. Nosotros aportamos otro valor agregado pero no podemos competir con esos precios”. Otros me dicen que “los jóvenes prefieren ir al centro comercial”. ¿Significa ello que no se está consumiendo cultura?
Parece que sí está surgiendo un tipo de cultura juvenil y, ya no tan juvenil, ligado a las nuevas tecnologías y el hogar. Esto hace, por supuesto, que la escuela y la familia tengan un peso menor en la transmisión de ese capital cultural. Yo tengo la sensación de que se consume más cultura que nunca pero de otra forma. Se multiplica la oferta y el tiempo sigue siendo el mismo. Y no solo tenemos plataformas como Netflix sino todo un universo transmedia que se refleja por ejemplo en los cada vez más sofisticados videojuegos.
La escuela y el consumo cultural
Mientras tanto, algo pasa en las escuelas. Las privadas. Las públicas. A principios de año, nos desayunábamos con que la nueva Ley Celaa reduciría la cantidad de horas dedicada a la Educación Artística. Se reduce no solo las horas dedicadas al arte en los colegios. Se reduce el tiempo para la Educación física. Y nos pasa otra vez que Torrelodones tiene una vasta oferta de extraescolares artísticas que solo son accesibles a los que pueden pagar por ellas. Y volvemos a la misma pregunta que se hicieron muchos sociólogos en relación al consumo cultural ¿realmente el colegio influye en el consumo cultural de los futuros adultos? De acuerdo a diversos estudios hechos en España, parece que el nivel educativo influye en las prácticas y gustos culturales[4]. Eso está claro. Tampoco eso significa que ese nivel de estudios sea artístico. O sea, a mayor nivel de estudios, mayor acceso a ciertas prácticas de alta cultura que no se ven en estratos menos favorecidos (siempre en este punto voy a mi biblioteca y releo La distinción de Pierre Bourdieu porque son esas obras que no envejecen y cuyos temas siempre salen en alguna conversación banal).
No soy experta en gestión cultural. Pero algo pasa cuando no se valora la oferta cultural de un municipio. Cuesta llenar los teatros en general, imagínense uno que está en la Sierra de Madrid.
Puede que falte educación pero… ¿qué hacemos mientras tanto? ¿Nos peleamos con el público porque no valora a sus creadores? ¿Intentamos mejorar la comunicación? ¿Nos amigamos con las redes sociales? ¿Nos enfocamos a un público objetivo?
¿Presupuestos participativos o trabajo gratis?
Quiero volver al asunto de la gobernanza. Los que me conocen saben que vengo hablando de este asunto hace tiempo porque me fascina. Me canso de escuchar historias de trabajos mal pagos o incluso de años de trabajo remunerado en el colectivo artístico. Ya he hablado sobre los límites entre el amor al trabajo y la exigencia de una remuneración hacia los artistas pero esta vez intentamos ir más allá. En efecto, hace unos años coordiné un interesante proyecto en el Medialab Prado llamado Privacidad e internet: eres capaz de controlar tu propia información[5] Aprendí muchísimo y conocí gente interesante. ¿Me sirvió para mi trabajo? Por supuesto. Pero tuve que dedicar el suficiente tiempo para reflexionar si realmente estaba trabajando para mí o para otros. Me dicen que trabaje por mi comunidad. Pero los funcionarios que organizaron esta movida participativa y ciudadana lo hacen por un salario y entonces es ahí cuando entro en cortocircuito. Y eso está muy bien si somos todos los que lo hacemos y no solo los vecinos de un ayuntamiento.
¿Pero eso significa que deba trabajar gratis? ¿Lo hace el presidente de gobierno? ¿Los diputados? ¿Por qué entonces debe hacerlo el vecino de a pie? (No estoy diciendo que no lo haga, solo pregunto cuáles serían esos argumentos para hacerlo). Por eso todas estas iniciativas ciudadanas están muy bien pero algo me sigue haciendo ruido. Los que las organizan cobran por su trabajo ¿por qué entonces el vecino debe hacerlo gratis? No me malinterpreten. No estoy ni en contra ni a favor. Solo abro un debate interesante porque si la idea es hacer trabajo gratuito hay que preguntarse también quien puede darse el lujo de hacer ese trabajo gratuito. Evidentemente no todos, solo algunos y, volvemos a lo mismo ¿no es la idea fomentar la igualdad de oportunidades?
Insisto. Estoy reflexionando. No tengo respuestas a todas estas preguntas.
A ver. La participación ciudadana siempre es atractiva. Todos queremos trabajar por el bien común pero… ¿dónde delimitamos la línea entre el trabajo no remunerado, el voluntariado, el amor por la causa común?
Es un asunto que no tengo resuelto.
Estos son asuntos que atañen mucho al trabajador cultural y del que he hablado largo y tendido, en especial en lo que respecta a la compleja relación entre el arte y la economía.
Repensar la gobernanza para todos
Algunos críticos se han encargado en señalar algunos puntos más polémicos de la gobernanza.
¿Quedan colectivos infrarrepresentados? ¿Puede esa falta de representación de algunos colectivos reproducir jerarquías sociales ya existentes?¿Puede que el mismo hecho de que se fomente a que la sociedad civil solucione cuestiones que le atañen al Estado, haga que la gobernanza sea vista como neoliberal?Se dice que la teoría de la gobernanza ha estado influida por las experiencias anglosajonas de USA, Reino Unido y los países del norte de Europa y se ha implantado en países como Latinoamérica o España en donde prevalecen situaciones de clientelismo y sin larga tradición democrática. Cabría pensar de verdad si España no debe crear un modelo más cercano a Latinoamérica por historia y herencia[6].¿Puede servir solamente para lavar la cara del municipio en cuestión? Es decir, ¿puede ser la gobernanza una forma de legitimar el poder que pueda tener ese gobierno local?
Si analizamos brevemente la experiencia de Argentina y otros países de su entorno vemos un avance de municipios con presupuesto participativo a partir de la crisis de 2001. Está claro que después de gobiernos excesivamente neoliberales y, en muchas ocasiones, corruptos, se ha necesitado reconciliar a la sociedad civil con sus gobernantes. En ese contexto, surge esta herramienta de acercamiento entre dos partes que están condenadas a entenderse. Si volvemos al caso argentino vemos que pasamos de 1 municipio con PP en 2002 a 56 en 2013[7]. El informe es muy claro cuando dice que uno de sus principales desafíos ha sido intentar romper con las lógicas burocráticas de los municipios en donde todavía al área que se encarga de los PP se la ve como una intrusa. Y me acuerdo otra vez de la clásica charla que siempre uno tiene sobre lo que hay que cambiar de tal o cual administración y es tristísimo cuando la conversación se acaba porque alguien siempre muy puntilloso zanja la cuestión diciendo: “eso está muy bueno pero no se puede hacer porque tal reglamentación del año X no lo permite”.
Y entonces es ahí cuando me retiro y necesito mis olivas.
Y un vermuth. Bien, bien frio.
¿Vives en un municipio con presupuesto participativo? ¿Qué experiencia tienes? ¡Te espero en los comentarios!
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[1] Lo gestiona el Ayuntamiento de Torrelodones, el Instituto para el conocimiento la gobernanza y el desarrollo locales y el espacio de co working La solana, un hermoso espacio que recomiendo que visiten.
[2] Aquí puedes leer algunas definiciones y conceptos básicos en torno al concepto de gobernanza escritos por Daniel Innerarity. No me explayo sobre este concepto pero puedes buscar en la web numerosas experiencias. Algunas buenas y otras más críticas.
[3] Según los datos del INE de Indicadores urbanos, Torrelodones ocupó en el 2016 (últimos datos de los que disponemos) el séptimo puesto del país en relación a renta neta media anual por habitante.
[4] Fuente: Ariño Antonio (2006). La participación cultural en España. Datautor
[5] Si quieres saber más sobre privacidad y big data no dejes consultar aquí.
[6] La fuente de este apartado es: Montero, Sergio & Franz, Tobias & Choles, Miller. (2018). Repensando la Gobernanza y el Desarrollo Económico Local desde Colombia: Informalidad, Élites y Diversidad. 10.13140/RG.2.2.23323.92967.
[7] Fuente: El Presupuesto Participativo en Argentina Innovación en Términos Político-Institucionales y de Participación Ciudadana Desenvolvimento em Questão, vol. 16, núm. 43, 2018 Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul
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June 7, 2020
La máscara: cuando estar embozado era sospechoso
En este contexto de cuarentena obligatoria se imponen nuevas constumbres como el uso de los tapabocas. Y no solo hablamos de tapar la boca, sino de cualquier tipo de máscara que cubre el rostro. Pero ¿qué origen tiene? ¿Cómo ha lidiado la sociedad con el hecho de tener que tapar o destapar a sus cuidadanos? Y analizamos este cacho de tela como símbolo del buen o mal ciudadano. Disfruten.
Cubrirse la cara era de delincuentes
Hasta hace poco, taparse la cara era sospechoso. En algo turbio tenías que estar para querer taparte el rostro. Justamente, en el imaginario popular el delincuente se tapaba para cometer su tropelía, por lo que por una lógica absurda, muchos gobiernos llegaron a creer que si los delincuentes se tapaban la cara para cometer delitos, seguro todos los que se tapaban el rostro eran delincuentes en potencia o personas de religiones cuestionables.
En efecto, cuando hablábamos de privacidad decíamos que taparse era sinónimo de delito y muchas veces los anti legislación sobre la protección de datos decían que si tenías que esconder algo era porque estabas haciendo algo mal. Con eso parecían justificar que no hubiera ningun tipo de protección de la privacidad. Pero aprendimos después de décadas que, como nos decía Ricard Martínez, «la intimidad es una precondición para salvaguardar nuestro sistema de libertades».
Las leyes antimáscaras proliferan en el mundo
Sin embargo, a pesar de la creciente conciencia que tenemos en torno al cuidado de lo datos personales, el antiguo pensamiento que asocia tapar o esconder con criminalidad, aun persiste. Se ha plasmado en numerosas legislaciones penales en relación a los embozados. Casi todos los países del mundo cuenta con algún tipo de ley contra los encampuchado, en especial en contextos de manifesaciones.
En España, la Ley de Seguridad ciudadana impone penas de hasta 30.000 euros por manifestarse con la cara tapada. ¿Qué diría hoy el gobierno de aquellas manifestaciones con tapaboca, cacerola y bandera que hemos visto en algunas partes de España? (mientras escribo estas líneas estamos viendo manifestaciones en todo el mundo por el caso de violencia policial sontra George Floyd. Las mismas comenzaron en USA pero se están extendiendo a varias capitales europeas. Hay quien podría criticar que en plena pandemia se acuda a manifestaciones pero insisto: no estamos aquí para juzgar la conveniencia de la marcha, supongo que hay gente que está dispuesta a arriesgar su vida por causas que considera justas. Son sentimientos tan profundos que nadie debiera juzgar a la ligera.)
En efecto, este pensamiento de asociar la criminalidad al embozo se remonta, por lo menos, a la época de Esquilache, aquel ministro de Carlos III que quiso prohibir el sombrero de ala ancha y la capa. El bando que publicó en todas las esquinas, provocó la ira de la ciudadanía y casi le cuesta el reinado a Carlos III. Veamos qué decía:
«Siendo reparable al rey que los sujetos que se hallan empleados a su real servicio y oficinas, usen de la capa larga y sombrero redondo, traje que sirve para el embozo y ocultar las personas dentro de Madrid y en los paseos de fuera con desdoro de los mismos sujetos, que después de exponerse a muchas contingencias, es impropio del lucimiento de la corte y de las mismas personas que deben presentarse en todas partes con la distinción en que el rey los tiene puestos; conviniendo cortar estos abusos que la experiencia hace ver que son muy perjudiciales a la política y experiencia del buen gobierno, se ha dignado resolver que se den órdenes generales a los jefes de la tropa, secretarios de despacho, contadurías generales y particulares y a todas las demás oficinas que Su Majestad tiene dentro y fuera de Madrid, paseos y en todas las concurrencias que tengan, vayan con el traje que les corresponde, llevando capa corta o redigot, peluquín o pelo propio, sombrero de tres picos en lugar de redondo, de modo que vayan siempre descubiertos, pues no debe permitirse que usen trajes que les oculten cuando no puede presumirse que ninguno tenga probos motivos para ello… Advirtiendo a todos que están dadas las órdenes convenientes para que a cualquiera de los empleados que están al servicio del rey que se les encuentre con el traje que se prohíbe se le asegure y mantenga arrestado a disposición de Su Majestad.»[1]
Después de numerosas revueltas, el gobierno tuvo que dar marcha atrás. De pronto, la inflación y el hambre se mezcló con un intento medio turbio de parte del gobierno de imponer orden mediante el control policial. Y por supuesto, fue un fracaso.
A lo largo de los siglos que siguieron, los diferentes países, han ido legislando en contra de la utilización de embozos. (aquí puedes ver un interesante mapa sobre la cantidad de países que tienen legislación anti máscaras. Como verás, casi todos los países de Europa y USA y Chile tienen algún tipo de legislación).
La última gran revuelta de la que hemos tenido noticia ha sido la Hong Kong contra la ley anti máscaras que aprobó el gobierno en octubre pasado y que solo sirvió para echar más leña al fuego. Las penas en este caso iban de hasta un año de prisión y más de 3000 euros de multas.
Sin embargo, poco imaginaban estos manifestantes y otros más que unos meses más tarde, se iba a imponer otro estatus quo. Y el imaginario colectivo en torno a la máscara se iba a derrumbar.
Ahora ir sin máscara es antisistema
Camino por la calle. En soledad. Veo los pájaros más chillones que nunca. Y varias escenas dantescas que ni el mismísimo Esquilache hubiese soñado. Se impone la máscara como garante del estado de derecho. Porque llevarlo es la prueba irrefutable de ser buen ciudadano. Taparse el rostro ahora significa no ser un delincuente. Y entonces los del rostro descubierto son los nuevos antisistema. Aun aunque el BOE no diga nada sobre el embozo en lugares públicos en donde hay distanciamiento social.
Porque aun así, parece que hay gente que disfruta perdiendo libertades. Y entonces nos encontramos con situaciones bizarras como las siguientes:
Gente sola caminando por el campo con el rostro tapadoGente conduciendo su coche sola con el rostro tapadoGente tomándose un cafecito con el tapabocas colgando de una orejaGente con el mentón bien tapadito fumando un cigarrito.Gente que cubre frente con su tapa bocas (uno imagina que si se suda en la frente y luego ese sudor va a la boca es un poco asqueroso)Gente más papista que el papa que cree que es buen ciudadano porque sale a la calle con los guantes de lavar los platos (lo he visto con mis propios ojos)
Cuando la máscara es un asco
Y lo más fascinante que he visto en mi andar callejero:
Gente embadurnando sus guantes con gel hidroalcóholico (¿hay alguna explicación científica?.
Porque hemos adoptado el gel, los guantes y el embozo como símbolos del buen ciudadano. Cubrirse la cara, las manos, el mentón. Embadurnarse con sustancias sospechosas de un frasquito que tiene una etiqueta mugrosa que dice “DESINFECTANTE”. Y entonces, pienso que esa prenda infecta que me encuentro tirada por la calle es un asco. Y me recuerda a un condón usado. Y me río de que los garantes de la ley contaminen de esa manera el espacio público. Porque para eso prefiero las cacas del perro que los «condones usados» de los embozados del siglo XXI.
Noticia aparecida en The chronique en 1918. Un enfrentamiento con la policía que terminó mal. Los embozados de Goya estarían de fiesta de ver que por fin sus plegarias son atendidas. Porque hoy el emcapuchado es el garante de la ley. El símbolo de lo que está bien. De la rectitud. Porque esa prenda cumplidora se yergue vistosa y altanera, mostrando al mundo lo correcto. Lo que corresponde.
El embozado te mira con sospecha
Más allá de las dudas sobre la eficacia de esta prenda, los niveles de gasto y contaminación son injustificados. El buen ciudadano embozado consume y gasta recursos y nos encontramos con mascarillas tiradas por ahí. Pedazos de producto de sospecha poco biodegradable tirados por ahí, todo en pos de ser buenos ciudadanos. La OMS ahora dice que sean de tela, mañana dirá que sean de cemento y como borregos la gente se entrega al chamán de turno deseos de que les guie. Pero más allá de eso, me pregunto si la pedagogía no es más importante que la ley. Porque ante tanta información contradictoria la gente termina por aplicar el sentido común o intentar hacer de policía de otros vecinos.
El otro día una amiga me decía que un viejo la increpó porque no llevaba mascarilla. Efectivamente, mi amiga iba sola y el anciano señor no le importó violar la distancia social y su horario de anciano para salir a la calle a increpar a una persona para que cumpla una ley solo vigente en su imaginación.
Otro amigo me comentaba que en su comunidad de propietarios se la pasan comentando quién viola las leyes de la cuarentena con una indignación que no les ha visto con otros temas.
Y de nuevo me pregunto si el exceso de reglamentación no está desquiciando a la gente. Ya ha pasado a lo largo de la historia.
Cuentan los historiadores que cuando la gripe española, se impusieron muchos reglas a favor de cubrirse el rostro en casi todos los estados de Estados Unidos y por supuesto en Europa. Al finalizar la Primera Guerra Mundial, los patriotas americanos consideraron que ya tenían bastante con esa reglamentación que hasta ponía multas por estornudar y toser en público. San Francisco se hizo famosa en esa época por encabezar un fuerte movimiento anti mascarillas que se llamó la Anti-mask League (la Liga anti máscara) que reunió a más de 2000 personas, entre ellas médicos, para repudiar la obligatoriedad en el uso de las máscaras.
Cuando termine esta película veremos si los países con menos reglamentación en torno a la máscara lo hicieron peor o no. Pero ahora es pronto para sacar conclusiones. De momento, cabe preguntarse qué ha pasado con otras pandemias.
Steven Thrascher, académico y profesor de la Northwestern’s Medill School of Journalism entrevistado para The New Republic planteaba lo siguiente:
“Hemos vencido otras pandemias sin legislación que obliga a la gente a adoptar medidas de barrera. Para prevenir la transmisión del HIV, tener sexo sin condón nunca fue delito. Lo que hizo que funcionara el uso del condón fue que los hombres gays empezaron a hacer un uso común y esperado, dando educación y asegurando el acceso (…). Algo similar podría pasar con las mascarillas sin necesitar estas órdenes.”
Y volviendo a España, antes de que su uso se hiciera obligatorio ya la mayoría estaba utilizándola ¿por qué esa necesidad de reglamentar algo que ya estaba sucediendo de hecho? ¿Estamos preocupados por la salud de la ciudadanía o en realidad queremos regular el espacio público? Esto es lo que mucha gente se está preguntando.
Creo que ya había un enforcement social fuerte en torno a este asunto como demuestra la actitud de este anciano. Y de muchos otros que invitan a sus vecinos a cumplir la ley pero no tienen problema en acudir al sistema de salud en plena pandemia a atenderse de cualquier cuestión menor. O son menos vigilantes cuando la violencia es hacia las mujeres o los niños (no los juzgo: cada uno tiene sus prioridades). Esta es la gran oportunidad de muchos ciudadanos que llevaban tiempo queriendo regular el espacio público y ahora lo han conseguido.
Ojalá esa mirada social y local fuera igual de fuerte para otras cuestiones que se nos están yendo de la mano pero a las que apenas damos importancia como la creciente vulneración de la privacidad de los menores en el contexto de la pandemia por el Covid-19 o la violencia hacia la mujer o los niños.
Triste es que ese enforcement social sea tan mezquino, corto de miras, oportunista, populista y demagogo.
Para terminar los dejo con este curioso video de una cliente en un bar de Kentucky que decidió cortar su tapabocas alrededor de la boca porque le costaba respirar. En la misma linea, los anti máscaras cien años atrás, hacían agujeros en sus barbijos para poder fumar o tomar líquidos con una pajita. Claro, la legislación no dice nada sobre el uso correcto de esta prenda, lo cual en la práctica es una invitación a todo tipo de licencias.
Lo que está claro es que el tapabocas llegó para quedarse. En sus diversas versiones y usos seguirá invocando la creatividad ciudadana. Y estoy segura que lo seguiremos viendo tuneado de formas inverosímiles.
El tiempo dirá si su eficacia era tal. Mientras tanto, me entretengo viendo a la gente disfrazada con esta prenda y contenta de cumplir la ley.
Para leer más
La máscara: cuando estar embozado era sospechoso
¿Estamos sobreexponiendo a nuestros niños en Internet en estos tiempos de confinamiento?
Por qué algunos creen que los creadores no son trabajadores
Fake news y Covid-19: ¿está la democracia perdiendo la batalla?
Los niños y la cuarentena
[1] Fuente: https://personal.us.es/alporu/historia/motin_esquilache.htm
La entrada La máscara: cuando estar embozado era sospechoso se publicó primero en Silvia Zuleta Romano.
May 28, 2020
¿Estamos sobreexponiendo a nuestros niños en Internet en estos tiempos de confinamiento?
Hoy quiero volver a hablar de privacidad porque en estos tiempos de Covid-19, encierro y auge de enseñanza online, siento que se está hablando muy poco de qué está pasando con nuestros niños. ¿Están debidamente protegidos en Internet? ¿Están más expuestos? ¿Qué podemos hacer los padres y profesores? Y como soy una madre y una ciudadana inquieta, prefiero consultar con los que saben. Por eso acudo, una vez más, a Ricard Martínez, Doctor en Derecho por la Universitat de València que ha dedicado su investigación al estudio del derecho fundamental a la protección de datos y a distintas cuestiones relacionadas con las repercusiones de las tecnologías de la información y las comunicaciones en la vida privada. Lo entrevisté hace unos años y nos dio las claves para entender por qué es importante proteger nuestra intimidad.
En este caso, nos centramos en los niños porque cuando me puse a investigar un poco me di cuenta que no se estaba hablando mucho del asunto y había ciertas prácticas algo preocupantes. Por razones obvias, la entrevista fue remota. Se habló de muchos temas. De profesores. De padres. Y de qué podemos exigir como ciudadanos para cuidar de nuestros menores.
Los colegios, los profesores y la privacidad de los menores
¿Sabemos si está habiendo vulneraciones graves en el terreno de los niños y la seguridad virtual o de momento solo contamos con la enorme sensación de que cada vez se comparten más imágenes de nuestros niños?
Yo sí tengo la sensación de que se comparten cada vez más imágenes de los menores. La cuestión es que es fundamental diferenciar escenarios. Me explicaré.
En primer lugar, no parece en absoluto razonable que se compartan con tanta profusión imágenes de menores en páginas web de centros escolares, en entornos abiertos de YouTube o en entornos abiertos de redes sociales como Facebook o Instagram. También en canales de mensajería privada como WhatsApp.
Para empezar, el tratamiento de cualquier dato de un menor sin su consentimiento o, si es menor de 14 años, sin el consentimiento del padre, madre o tutor con funciones académicas, únicamente puede estar justificado, cuando de acuerdo a la Ley Orgánica del Derecho a la Educación, es necesario para el desarrollo de la asignatura.
Y aun así, y en mi opinión, no sería posible ni viable que fuera a través de herramientas que no sean seguras, controladas y licenciadas o contratadas por parte de la institución educativa. En este sentido, el uso de imágenes puras y duras ―con estos consentimientos de inicio de curso― que después se comparten libremente en páginas web u otros entornos, únicamente cumplen con una función: la función promocional del colegio.
Desde ese punto de vista, a mi juicio, y lo digo con todo respeto, se está explotando comercialmente la imagen del menor. Intuyo que al centro, por razones de prestigio corporativo, ―da igual si es público o es privado― (seguramente el nivel de negocio, por así decirlo, en el ámbito público, sea menor que en el ámbito privado) la compartición de las imágenes de niños felices realizando actividades escolares, a la única finalidad a la que contribuyen es a la promoción del centro escolar.
Y, por tanto, salvando las distancias, no deja de ser una actividad puramente comercial o publicitaria. No parece que las instituciones educativas deban tener por función este tipo de actividad. No discuto que pudiera ser lícito o legítimo establecer entornos de compartición controlada con la finalidad de promover el conocimiento por parte de los padres o guardar recuerdos imborrables de la trayectoria del menor por su etapa escolar. Pero, evidentemente, esta función posee una naturaleza muy distinta que la sobreexposición de los menores en Internet.
Por otra parte, y desde el punto de vista de la captación de imágenes para fines educativos, la misma debe estar justificada por una estricta relación de proporcionalidad. Es decir, debe ser necesaria para la asignatura. Y además debe ser justificado. Debe ser proporcional. Evidentemente, si estamos confinados y una parte de las finalidades de expresión artística pasan por la mímica y la expresión corporal podremos discutir o no si se pueden captar las imágenes pero un juicio de proporcionalidad podríamos apuntar.
Sin embargo, que esto se pueda hacer, primero: no significa que se deba hacer y segundo, tampoco significa que se deba hacer sin garantías. En primer lugar, atendiendo a las especiales características del confinamiento.
Cuando un menor se graba en una situación de confinamiento, se está grabando en su casa, no en un entorno escolar. Eso significa que puede revelar aspectos de naturaleza socioeconómica, privada o íntima de la familia. Es un riesgo adicional que no me parece ni compartible ni soportable. Por otra parte, esto no puede responder, en ningún caso, a una iniciativa libérrima, a una decisión autónoma del profesor. Es una de esas cuestiones que deberían ser objeto de sometimiento a la dirección del centro o, en su caso, al consejo escolar. Y, por supuesto, con el informe del Delegado de Protección de Datos y con la adopción de las debidas medidas de seguridad. Medidas de seguridad y medidas de privacidad que deben afectar tanto a la naturaleza y recomendaciones respecto de cómo se debe realizar la grabación, como respecto de las obligaciones a las que se sujeta el profesor.
Quiero recordar que la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor obliga a aquellos que prestan sus servicios atendiendo menores a disponer de un certificado negativo de antecedentes penales en relación a cosas tan serias como la pederastia. Evidentemente, no voy a presumir que el profesor que pide una imagen sea un pederasta, faltaría más. Lo que sí me preocupa es la captación indiscriminada en momentos de confinamiento de imágenes de menores en algunas asignaturas, por ejemplo en particular, la Educación Física, habida cuenta del modo en que se practica esta actividad.
O, sencillamente, cualquier tipo de exposición de la imagen del menor captada por un profesor o, grabada por el menor y enviada al profesor, a través de medios pocos seguros o de sistemas de transferencia de archivos que no se responsabilizan en absoluto de las quiebras que puedan padecer en un entorno poco controlado, con la enorme posibilidad de que el profesor guarde las imágenes, no en un repositorio protegido, en un entorno de Cloud propio de la institución educativa, sino en su propio ordenador. Con el riesgo evidente de que el profesor viva en el mismo pueblo y sus hijos compartan colegio con los propios menores y esas imágenes acaben siendo robadas por los propios hijos del profesor o compartidas por la familia del profesor con otras familias.
Es decir, el nivel de riesgo es tan sumamente intolerable que no parece en absoluto recomendable lanzarse a una aventura de este estilo sin tener todo perfectamente previsto: información previa, condiciones del tratamiento, protocolos seguros de transferencia, protocolos seguros de almacenaje, reglas de uso muy claras para el profesor.
Y el nivel de riesgo no solo está desde la protección de la integridad e indemnidad del menor, también desde la propia responsabilidad del profesor, el cual, evidentemente se arriesga a cometer una infracción de la cual se derive un expediente disciplinario. Creo, y lo digo con sinceridad, y al servicio del profesorado, que el nivel de inconsciencia respecto de la gravísima o elevadísima responsabilidad que se asume es significativamente sorprendente.
Compartición indiscriminada de las imágenes de los hijos
Está proliferando el compartir imágenes de menores de edad en grupos de padres en los que no conocemos a todos sus miembros en profundidad ¿qué peligros entraña esto para los menores? ¿Por qué es importante proteger su imagen?
En primer lugar, resulta muy sorprendente por una razón: es no conocer el medio. Es decir, en el momento en que yo comparto la imagen de un menor o un video, por muy gracioso que sea, con terceros más o menos conocidos en un entorno de Internet, acabo de perder el derecho sobre esa imagen. Me refiero, no a que acabo de perder el derecho en sentido jurídico, sino que acabo de perder todo control sobre esa imagen. Por tanto, esto es sencillamente inconcebible.
En el mundo físico, nosotros cuando buscamos a alguien que cuide de nuestro hijos nos preocupamos mucho de seleccionar a quien sea, no al último padre que pasa por allí que no sabemos ni quién es.
Es decir, ¿cómo se nos puede ocurrir compartir información personal de nuestros propios hijos, de aquello que más protegemos, con personas que, en el fondo son, absolutamente desconocidas?
Por una parte, estamos prefigurando la imagen del menor. Es decir, conformamos una imagen digital del menor. Nosotros estamos compartiendo ese video tan gracioso de ese menor tan divertido que a nosotros puede que nos parezca gracioso y tierno pero es posible que, al otro lado, a alguien le parezca ridículo y risible. Así que nosotros estamos exponiendo la propia imagen pública del menor y conformando una imagen digital. No estamos protegiendo la imagen. Estamos, por tanto, faltando de modo manifiesto a nuestro primer deber parental: proteger al máximo la dignidad, la indemnidad de nuestros hijos.
Es decir, compartimos aquello que más apreciamos. Bueno, carece de sentido. Perdón. Yo sé que voy a contracorriente pero es que no me parece ni siquiera razonable. Es decir, ¿qué tipo de beneficio hay para el menor en esa compartición de imagen? ¿La satisfacción? ¿El ego del padre? Bueno, puede parécele muy dura esta opinión pero es que no alcanzo a entender la utilidad. Y en cambio sí que alcanzo a entender la utilidad de proteger la imagen del menor. El menor va a ser un adulto. Y un adulto que tiene derecho a crecer y a desarrollar libremente su personalidad y a no verse condicionado porque un buen día en una red social un compañero de clase que encontró el video en el ordenador de su padre saca un video ridículo y le acosa. O, sencillamente, no sabemos si nuestro hijo cuando sea un adulto va a ser una persona tímida, depresiva, sensible y va a sentirse particularmente avergonzado o cohibido al saber que esa imagen tan fantástica con el culete al aire, su padre la compartió con media humanidad. Es decir, tenemos que tener en cuenta, desde la previsión de futuro, que es importante proteger la imagen del menor, no ya hoy, sino pensando en el libre desarrollo de su personalidad.
¿Qué prácticas debe fomentar el colegio y los profesores en un entorno online (o NO debe fomentar)?
Disculpe que me sorprenda que me haga esta pregunta. Si después de casi tres lustros del primer Día Internacional de Internet Segura seguimos preguntándonos esto, honestamente algo hemos estado haciendo muy mal. Lo he dicho varias veces en público y lo mantengo: las políticas de escaparate de algunas autoridades de protección de datos son enternecedoras pero insisto: si usted me está haciendo esta pregunta algo está muy mal.
El colegio y los profesores son usuarios de un sistema de información orientado a la gestión educativa y a la garantía del crecimiento del menor en un entorno seguro formándose en las competencias necesarias para su educación escolar y para el libre desarrollo de su personalidad. Basta con esta afirmación para entender qué prácticas debe fomentar el colegio.
El colegio debe tratar la información del menor en un entorno online aplicando el principio de interés superior del menor y, por tanto, protegiendo a toda costa la integridad, la dignidad y la indemnidad del menor. Y evitando cualquier práctica que pueda poner en riesgo, que pueda poner en peligro esos valores. El menor no es una mercancía publicitaria. El menor no sirve para exponer a nuestro colegio y decir lo buenos que somos.
Y ¿eso significa que los colegios no deben utilizar los entornos online?
Faltaría más. Claro que sí. Deben usar entornos online seguros. Las herramientas dedicadas a la información, el aula virtual, los servicios adecuados en función de la edad y la madurez del menor. Y siempre desde la perspectiva de una educación en un uso avanzado de Internet porque necesitamos futuros usuarios con pensamiento digital formando en la capacidades al menor, una de las cuales debe ser el respeto a la dignidad, a la privacidad y a la imagen de los demás y a la propia, por qué no decirlo, y las practicas basadas en la seguridad. Seguridad de la información y seguridad frente a los riesgos de Internet.
Los desafíos de la educación Infantil y primaria en el terreno de la privacidad
¿A qué desafíos se enfrentan los distintos niveles educativos obligatorios, en especial Infantil y Primaria en relación a este nuevo entorno de pandemia y educación remota?
Creo que el riesgo más serio, el más severo, y puede que le resulte sorprendente es el profesor avanzado. Me refiero a ese profesor que se la sabe todas, que ha sido capaz de descargarse Zoom y utilizarlo por su cuenta, que monta reuniones de Skype no controladas por el centro escolar con sus estudiantes, que ha encontrado un magnífico repositorio que le va a servir para hacer exámenes aunque no esté controlado por la institución educativa.
Es decir, lo que más me preocupa en estos momentos es el profesor tan inteligente como irresponsable. Porque es el que está en condiciones de poner en riesgo al menor. Por tanto, la ignorancia de las reglas de privacidad y de seguridad es muy atrevida y es un riesgo en sí mismo. A partir de ahí, el siguiente riesgo reside en no haber dimensionado adecuadamente bajo qué condiciones se utilizarán las herramientas. Es decir, para qué tipo de clases, en qué condiciones, si la herramienta es confiable, si la contrató el servicio educativo, qué reglas de decoro o comportamiento se le van a solicitar al menor a la hora de ponerse al otro lado de la pantalla, en qué casos será necesario o no ver al estudiante al otro lado. Todo eso hay que adecuarlo dentro de un plan. Un plan que hemos tenido que hacer muy rápidamente pero en el que muchas instituciones han puesto el empeño, como por ejemplo, las universidades y creo que no lo han hecho del todo mal.
La formación de los profesores en temas de privacidad
¿Están debidamente formados los profesores para enfrentar los retos de la enseñanza virtual en lo que a protección de datos se refiere?
No soy formador pero si usted se está haciendo estas preguntas, si los medios de comunicación están haciéndose estas preguntas, si por ejemplo la Comunidad de Madrid ha tenido que lanzar un comunicado con algunas precisiones en esta materia, permítame hacerme pensar que los profesores no están debidamente formados, que existe un déficit formativo serio. Y conste que no soy yo el único que lo piensa. Lo piensa el legislador español que ha establecido este deber ineludible de formación en la Ley Orgánica 3/2018 de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales que establece el deber ineludible de formar obligatoriamente a los futuros profesores así que la respuesta es obvia para todos: la formación es manifiestamente insuficiente.
¿Se está pensando desde el gobierno o la Agencia Española de Protección de datos protocolos específicos y/o algún tipo de pedagogía con los profesores o padres en este contexto especial de pandemia?
No me consta que autoridad de protección de datos que tiene una magnifica página informativa, otra cosa es que alguien la lea y que sirva para algo, lo haya hecho (a no ser que hayan sido iniciativas privadas o conferences o webinars o reuniones de trabajo celebradas con los entornos escolares y por tanto mantenidas en privado).
Me resulta, eso sí, sorprendente que la Agencia Española de Protección de Datos que ha estado tan preocupada por la toma de temperatura y por algunos otros elementos y que, sin embargo, históricamente se preocupa tanto por los menores no haya hecho ninguna nota de prensa sobre esta materia cuando es perfectamente consciente, solo hay que ver los medios de comunicación para entender que este tema debería ser prioritario.
Lo que pueden exigir los padres
¿Qué podemos exigir como padres a nuestro colegio?
Que cumplan con las normas. Que no se confundan. Que en el contexto de Covid-19 las políticas de protección de datos al ir a un entorno online deberían haberse comunicado de nuevo. Que debería haber habido guías de buenas prácticas para saber lo que debemos hacer. Y que el hecho de ser profesor no nos confiere ninguna atalaya desde la que poder imponer o exigir determinadas tipos de conductas. Por ejemplo, no podemos exigir a un estudiante que se registre en un servicio privado de Internet sencillamente porque nos apetece que lo utilice porque para nosotros es cómodo ni que nos conceda un derecho omnímodo a imponer un determinado tipo de captación de imágenes o de prácticas al menor. A los profesores les tenemos que pedir que sean disciplinados. Que cumplan con las obligaciones que se supone que deben mantener de acuerdo con lo que dispone su organización y, honestamente, que si no están suficientemente informados se dirijan al Delegado de protección de datos que para eso está y pidan criterio. Lo que debemos exigir a nuestro colegio y a nuestros profesores es que sean profesionales y cumplan con las normas.
¿El hecho de que el colegio sea público o concertado o privado influye en el tipo de obligaciones que tiene esa institución?
Las obligaciones son exactamente las mismas para todos los centros escolares. Hay una leve diferencia. Si usted mantiene un colegio privado y al regulador le da por pensar que ha cometido una infracción muy grave, le pueden poner una multa de 20 millones de euros. Ahora si se trata de un colegio público, lo seguro es que le van a aplicar las previsiones para los tratamientos de datos para el sector público, y entonces recibirá una terrible declaración de infracción y ya está.
No existe ningún incentivo para que los centros públicos cumplan con las normas. El legislador español pese a las críticas que recibió en el pasado, no hizo lo que debía hacer.
¿Qué papel pueden desempeñar las AMPTAs en este terreno?
Creo que las asociaciones de madres y padres deberían jugar un papel de concienciación y de exigencia. Creo que a través del Consejo Escolar deberían exigir al centro escolar el cumplimiento de las normas. Y una tarea en la que sí que pueden contribuir de modo significativo es en los procesos de diálogo con el centro escolar y la incentivación de la promoción de la formación en el entorno escolar.
¿Qué podemos decirles a esos padres que piensan que no hay nada grave en compartir imágenes de nuestros pequeños por redes sociales o WhatsApp? ¿Cómo los convencemos de los peligros que hay allí afuera? ¿Estamos exagerando?
A los padres hay que explicarles lo que ocurre cuando pierden el control de la información sobre la imagen del menor. Pero, desde esta perspectiva, hay que tener en cuenta de que si los padres carecen de una formación adecuada, si no entienden cuáles son los peligros, cuáles son los riesgos, difícilmente pueden ser conscientes de ello.
Las plataformas de formación y sus obligaciones
Por último, están proliferando distintas plataformas para la enseñanza online como Zoom, Webex, etc. ¿son seguras? ¿Están aumentando los hackeos a profesores y alumnos? ¿Hay alguna plataforma especialmente segura o insegura?
Las plataformas deben ser capaces de acreditar su nivel de seguridad. En ese sentido, hay plataformas de muchos estilos. Yo no puedo afirmar que una plataforma sea segura o insegura. Sé que INCIBE (Instituto Nacional de Ciberseguridad) y el CCN (Centro Criptológico Nacional) han identificado vulnerabilidades en Zoom. Espero que hayan sido corregidas. Pero Zoom, Webex, Google Meet, Teams de Microsoft o cualquier plataforma tiene la obligación de garantizar la seguridad en los términos del reglamento general de protección de datos. Una de las formas que tenemos de saber si son más o menos seguras es ver cuál es el estándar de seguridad que aplican.
Pero, volvemos a lo de siempre: corresponde en el centro escolar, ya sea privado o cuando es público, a nivel de la competencia que se establezca, que haya un experto en protección de datos y un experto en seguridad que se ocupe de analizar las condiciones de la oferta de seguridad y confiabilidad en términos jurídicos que nos está ofreciendo. En tales casos, verificado esto, deberían contratar al proveedor más confiable.
Se me quedaron muchos temas en el tintero pero por el momento creo que lo fundamental está contemplado. Espero que esta información sirva a muchos padres, profesores y ciudadanos que están preocupados por lo que está pasando con la infancia en esta pandemia. Por supuesto, no es mi idea que sea una caza de brujas para ver quien lo está haciendo bien o mal (algo por cierto, muy común, en estos tiempos de confinamiento). La idea es poder contar con la información para poder mejorar los procesos que sean necesarios. Siempre por el bien del menor. Y no quiero terminar sin citar algunos recursos que me parecen interesantes para consultar y/o ampliar la información que se trató en este artículo.
Recursos interesantes para padres y profesores
Incibe (Instituto Nacional de Ciberseguridad): conviene darse una vuelta por esta página. Además hay un teléfono de consulta gratuita (017). Ya no hay excusa para estar informado.Guía para centros educativos elaborada por la Agencia Española de Protección de Datos. La guía está elaborada antes de la crisis del Covid-19 pero plantea los puntos básicos que debe seguir una institución educativa en materia de protección de datos. Conviene echarle un vistazo.Internet segura for Kids. Una buena iniciativa de Incibe con recursos para profesores y padres para formar y formarse en asuntos de protección de datos. Tienen además línea de ayuda y buen material didáctico para usar en las clases. Incluso el centro puede solicitar charlas para formar profesores y alumnos en temas de privacidad e Internet.TudecidesenInternet: Recursos de formación para profesores y alumnos en temas de privacidad. El sitio web es muy completo y práctico.El espectáculo de los niños Covid. Artículo de Ricard Martinez aparecido en la Revista Magisterio.Privacidad y seguridad en la docencia online. Artículo de Ricard Martinez aparecido en la Revista Magisterio.
Dando una pequeña vuelta por el ciberespacio me doy cuenta de lo obvio: la información está. Es de fácil acceso y es bastante comprensible. Por otra parte, hay líneas de ayuda y contactos. Es decir, tenemos las herramientas para informarnos. Alegar ignorancia en estos tiempos es tomarnos el pelo. Como ciudadanos, podemos acceder a esos conocimientos sin necesidad de ser expertos porque esta información es clara y está pensada para que cualquier persona pueda entenderla.
Depende de nosotros, exigir que se protejan a nuestros menores.
Para leer más
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May 13, 2020
Por qué algunos creen que los creadores no son trabajadores
En estos tiempos de cuarentena y aislamiento obligatorio hemos tenido tiempo de ver viejos debates renacer como el que rodea a la cultura y economía (puedes leer mi ensayo Arte y economía: una mirada desde la filosofía y la historia). Y, como siempre, surgieron algunas discusiones interesantes en torno a si el escritor, y más ampliamente, los creadores son trabajadores. Ya la misma pregunta hiere a muchos:
¿Cómo puede ser que en pleno siglo XXI todavía nos estemos preguntando esto?
Sobre por qué algunos consideran que la creación no es un trabajo
Todo surgió porque en un grupo de Facebook llamado Biblioteca Virtual (que tiene más de 16.000 miembros) se compartían textos literarios de escritores. Yo siempre he tenido una actitud muy abierta con respecto a los derechos de autor. Ya he dicho en varias ocasiones que muy pocos artistas viven de ellos por lo tanto su defensa es la defensa de los derechos de una minoría. Pero esto no significa que no quiera que los trabajadores de la cultura, en todas sus ramas, ganen una remuneración justa. El tema de cómo remunerarlos ha destrozado los sesos de generaciones de teóricos, empresarios y artistas y parece que no llegamos a un acuerdo. Solo como dato, para el año 2017 en España (último año que tenemos datos), el salario medio del sector cultural estaba en 15.000 euros anuales para las mujeres y 19.000 para los hombres[1].
Solo la hostelería paga peor a sus trabajadores (y ellos aunque sean tienen una nómina).
Gabriela Cabezón Cámara, autora de la genial Las aventuras de la China Iron, se manifestó de forma educada en contra de esta plataforma de Facebook ya que se estaban compartiendo obras suyas que están a la venta.
Estas fueron sus palabras,
Hola querides. Me parecen muy lindas sus buenas intenciones pero les pido que no circulen mis libros. Les voy a dar un ejemplo de para qué sirven las regalías que tenemos por los libros. El año pasado me enfermé cuatro meses y no pude dar los talleres. Por ende, no tuve ingresos. Si no hubiera sido por las regalías de Las aventuras de la China Iron, que me llevó tres años de muchísimo trabajo, habría tenido que pedir limosnas. Ustedes pueden pensar que yo tengo que pedir limosna si me enfermo. Yo no”[2]
Creo que sus declaraciones sirvieron para abrir un debate que no necesita una respuesta unívoca. Edgardo Scott, otro escritor argentino, respondió a esta polémica en la vereda opuesta. Defiende que la literatura NO sea un trabajo. Y que el que se considere trabajador NO puede considerarse poeta o artista o escritor (WTF?)[3]. Yo veo en estas palabras más un acto de provocación que un argumento sólido. Pero eso no es lo importante. Tener o no razón es lo menos significativo. Lo que resulta interesante es si un argumento provocativo puede disparar un debate fructífero para el sector. En este sentido, tanto Cabezón Camara como Scott cumplen con la premisa.
Yo, sin embargo, veo siempre algo de elitista en pedir que los artistas NO vivan de su trabajo. ¿Por qué el dinero envilece el arte? ¿Por qué ese prejuicio? Y también abre nuevas ventanas de debate.
El ebanista no tiene estos dilemas y su trabajo también es creativo. Podemos hablar de trabajo creativo y aquí entramos en clasificaciones que también han sido objeto de controversia. En mi ensayo Arte y economía (antes citado y que acabo de relanzar y recauchutar) hablo sobre estos asuntos y la compleja relación entre el mundo del dinero y el mundo artístico. Pero volviendo a la pregunta de si el creador es un trabajador cabe preguntarse quizas por la naturaleza de la palabra trabajo. EF Schumacher define tres dimensiones del trabajo:
como medio de sustento de las necesidades básicascomo realización personalcomo forma de socialización
Esta triple dimensión le da una importancia crucial en el actual sistema económico en el que se mueve el creador. Se pasan horas trabajando en cualquier proyecto, se goza y se sufre haciendolo y se lo intenta vender al público con más o menos éxito. ¿No se parece eso a un trabajo?
Si no llegas a fin de mes, no eres un profesional
Hay un lugar común en este sentido que dice que si no podés vivir de esto, entonces no eres profesional y me pregunto si hay algo más snob que una afirmación de este tipo porque dados los salarios actuales de muchos sectores de la economía, si usáramos ese criterio, mucha gente quedaría afuera de sus sectores de referencia. ¿Qué le importa al mundo si yo llego o no llego a fin de mes? ¿Por qué esa concepción tan implacable en relación a un colectivo que ya de por sí está tan precarizado?
Como lectora también tengo algo que decir. Y necesito saber que los escritores provienen de todos los estratos sociales. Necesitamos que la gente escriba y que no pertenezcan a una elite sino que tengan los problemas del pueblo llano.
Esa idea del creador que está en su atalaya no la compro ni la practico. Debemos estar con los pies en el suelo (y en lo posible no rodearse mucho de la casta artística, dicho con cariño).
Y la principal responsabilidad la tienen los mismos artistas, escritores, etc. No valoramos nuestro trabajo y al mismo tiempo no lo valoran los otros. Y nos encontramos muchas veces teniendo que dar explicaciones.
Lo gratuito no siempre es pirata
Hay una idea muy extendida entre los que no se dedican a esto. Ante cualquier acción que realiza un escritor o artista te preguntan ¿Y cuánto te pagan? o ¿Te pagan? Les pasa a los periodistas y a muchas profesiones en las que hay que hacer determinadas acciones que van enfocadas a hacer comunidad o promocionar productos. Por ejemplo, yo escribo pequeñas reseñas de los libros de voy leyendo en Goodreads. Tengo un perfil y a veces interactúo con seguidores. Los derivo a mi página web o los transformo en suscriptores. Y recuerdo que una amiga ajena al sector me preguntó si me pagaban por ello. La gente que no se dedica a trabajar por cuenta propia no entiende que muchas veces el trabajo no se remunera en dinero sino en especie. Muchas veces, los actores promocionan productos y hacen canje. Es una manera de pago o ganan seguidores en sus redes que pueden o no transformarse en patrocinios de diferentes tipos. Este universo tan variado, tan abierto, tan precario es difícil de entender para el oficinista que no mueve ni un dedo si no ve la nómina a fin de mes. Y lo comprendo, por supuesto.
El creador ya está acostumbrado a la incertidumbre desde el mismo momento en que crea una obra (¿se acuerdan cuando les hablé de la vida de Lovecraft y de Humboldt?) y tiene que presentar su obra, moverlas en redes sociales, etc sin pensar en el dinero.
Y muchas veces sucede que no alcanza la vida de un creador para remunerar su trabajo y son otras generaciones las que disfrutan de su trabajo (qué injusto ¿no?).
El trueque en el mundo de la cultura
Estoy viendo que de esta nueva era de más precariedad pueden emerger nuevas formas de colaboración entre gremios (sean artistas o no). Pienso que pedir ayudas al Estado está bien pero ya comenté que hay otros sectores perjudicados y veo que a veces puede no ser del todo inteligente enfocarnos solo en eso. Yo abogaría por crear sinergias y trueque entre los mismos trabajadores. Parece que no va a haber dinero y en realidad… ¿Quién necesita el dinero si no es para ir al supermercado o comprar bienes o servicios? Entonces, intercambiemos bienes y servicios. Es lo que venimos haciendo muchos creadores y creo que lo seguiremos haciendo (puedes leer aquí mi propuesta de intercambio que publiqué en Instagram). Porque muchas veces las necesidades están pero no hay dinero para pagarlas. Pero que no haya dinero no significa que no se pueda pensar en ofrecer algo a cambio.
A menudo, relacionamos el trueque con algo marginal pero, decididamente dentro de lo que algunos llaman Economía solidaria, el intercambio tiene la finalidad de paliar una situación de crisis. Así podemos entender fenómenos como los de Argentina a mediados de los noventa y comienzos de los 2000. En donde se ahonda en el concepto de intercambiar sin ánimo de lucro o en régimen de cooperativas. Yo abogo por algo parecido aunque la palabra “solidaria” hace referencia a algo con lo que no se puede ganar dinero. Yo creo, más bien, en un concepto de solidaridad que enmarque ganar dinero con el fruto de tu trabajo. Ya sea cobrando en dinero o en especie.[4]
Cuentan que Picasso en sus momentos de pobreza, intercambiaba sus dibujos por comida y viene perfecto al cuento por qué el dinero y el arte tienen mucho que ver.
Picasso, Keynes y el dinero
Pablo Ruiz Picasso nace en Málaga, de chico su familia ya se da cuenta que tiene dotes y lo ponen a completar el sueldo del padre haciendo retratos por encargo[5]. Y en este debate, ¿son esos retratos por encargo que hacía el niño Picasso arte o trabajo? Según algunos sería trabajo pero no debería considerarse arte pero ¿no usamos la creatividad para hacer un retrato? ¿O pensamos que el arte es una fuerza que sale del creador y nunca del comprador? Es como si el ebanista pensara que su trabajo es menos creativo o artístico porque alguien le ha encargado una bonita cómoda. El ebanista puede que siga los designios de su comprador pero, aun así, ¿no hay un margen de libre albedrío de ese fabricante de cómodas? ¿No tiene ese ebanista algo particular que lo hace distinto?
Pero volvamos a Picasso. Vemos a un chico que ayuda en casa en una familia a la cual le cuesta llegar a fin de mes pero aparece un tío rico que lo manda a Madrid a estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Parece una oportunidad única.
Sin embargo, Pablo al poco tiempo se aburre y deja las clases. Rápidamente sus mecenas le quitan el sustento. Por primera vez se ve hundido en la pobreza. ¿Cómo hizo para aunar las dotes financieras con las artísticas? Dicen que era muy bueno negociando sus condiciones y así viajó por el mundo y se puso en contacto con marchantes de arte. Fue vivo. Y reunió uno de los patrimonios más importantes dentro del mundo plástico. A finales de los años sesenta el tren de vida anual de Picasso era de más de dos millones de euros.
Con esto no quiero contar una historia de éxito monetario. Eso es lo de menos. Simplemente destacar, justamente, el papel de la pobreza en el proceso creativo y que ese dilema que tenemos todos de cómo solucionar la subsistencia no impide que pueda haber creación literaria o artística.
Lydia Lopokova retratada por Picasso. Keynes decía en Las posibilidades económicas de nuestros nietos, que llegaríamos a una sociedad en la que solo trabajaríamos 15 horas a la semana y que podríamos dedicar el resto de tiempo a la creación. Creo que también como economista se equivocó en separar en dos aguas el trabajo considerado “normal” y el trabajo creativo. ¡El trabajo creativo es trabajo! Y usando esa creatividad, Keynes, que era un gran coleccionista de arte y un mecenas incansable, logró traer con dinero del Tesoro en plena Primera Guerra Mundial varias obras de la colección privada de Cezanne que había fallecido el año anterior.
Lo curioso es que Picasso y Keynes nunca se cruzaron, o al menos, no veo ningún documento que así lo atestigüe. Lo que está claro es que el pintor fue estrecho amigo de su mujer Lydia Lopokova, la bailarina rusa a la cual dibujó en varias ocasiones y con la que estableció un fuerte vínculo cuando trabajaban bajo las ordenes de Dialiguev en los Ballets Russos y Picasso era uno de los vestuaristas.
De nuevo, Picasso, Keynes y Lydia fueron creadores, mecenas y sensibles al arte en todas sus formas pero la nube del dinero pesaba sobre ellos, como sobre todos los seres humanos. Sin embargo, sus procesos creativos fueron incansables.
Los dejo con una frase atribuida a Picasso:
“Vivir modestamente con mucho dinero en el bolsillo” (p.243)[6].
Esa fue su filosofía de vida. Más o menos acertada, los artistas seguirán devanándose los sesos sobre este asunto.
Como el resto de la humanidad.
Para leer más
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El autor como promotor de las empresas tecnológicas: reflexiones sobre oferta cultural y la desigualdad del ingreso (1)
Dreidre Mc Closkey: la economista estrella que una vez fue hombre
[1] Fuente: INE.
[2] Fuente: https://www.infobae.com/cultura/2020/05/02/pirateria-derechos-de-autor-y-el-trabajo-del-escritor-debate-si-agresiones-no/
[3] Fuente: https://www.infobae.com/cultura/2020/05/02/escribir-literatura-es-un-trabajo/
[4] Para más información sobre el fenómeno del trueque en Argentina leer este interesante informe.
[5] Fuente: Picasso, Olivier. Retratos de familia. Algaba Ediciones. 2003
[6] Fuente: Ob. Cit.
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