Silvia Zuleta Romano's Blog, page 16
October 16, 2019
La condición de los escritores: las cifras
Seguimos con la crónica de un escritor en Liber19. Si te perdiste la primera parte, puedes leerla aquí. El día miércoles me acerqué a la charla El libro blanco del escritor y los retos de la profesión para el futuro, un estudio que pretende poner cifras a la condición de los escritores. El panel estaba organizado por la Asociación Colegial de Escritores (ACE). Yo no soy gregaria y, aunque me mantengo informada, no suelo asociarme a otros escritores. Me parece que el escritor debe estar lo más cerca posible de la gente normal.
Nosotros no somos normales.
Osos de colores a la entrada de la feria.O somos tan heterogéneos que juntarnos no garantiza que vayamos a tener algo en común. O no más que con un carnicero, abogado o biólogo marino. En cualquier caso, debo decir que suelo estar informada o lo procuro y aunque sé de la existencia de numerosas asociaciones de escritores, de ésta en concreto no tenía mucha idea. (Lo cual seguro habla más mal de mí que de ellos.)
De todas formas, nada me es ajeno y me gusta escuchar otras voces. Con ese ánimo de acerqué a la charla. Moderaban la mesa Manuel Rico (escritor), Daniel Fernández (presidente de CEDRO), Pepa Roma (periodista y escritora), Ramón J. Soria (sociólogo y la persona a cargo del trabajo de campo) y Rafael Soler (poeta).
Llegué un poco tarde así que solo hablaré de lo que escuché y luego haré algunos comentarios sobre el Libro blanco.
Primero de todo. Aplaudo la iniciativa de que se indague en la condición de los escritores. Es un buen punto de partida. Los que me conocen saben que he escrito mucho sobre economía y cultura. Creo que tenemos que perder el miedo o el prurito a ponerle cifras a las cosas.
Dicho esto, noté en la charla un cierto tono de nostalgia. De un tiempo mejor que se había perdido (y en el que el editor era en parte culpable del asunto). Hubiese estado bien contar con un editor en la mesa de debate. Creo que cuando hay diferentes puntos de vista es interesante que esté presente la persona a la que vamos a criticar. También eché en falta que hubiera gente más joven.
A ver.
No SOLO gente joven. Sino gente mayor y gente joven debatiendo a la par porque si no es como un rosario de lamentos ¿hacia quién?
Yo no sé si soy joven pero debo decir que en esa charla me sentí bastante joven. Si hay algo que no siento es nostalgia porque no hay un pasado mejor al que volver. Yo creo que la vida del escritor siempre fue precaria y dura. No entiendo bien la sorpresa. Solo cabe suponer que algunos privilegiados quizás perdieron parte de esos privilegios pero la inmensa mayoría de los escritores ha vivido mal antes y ahora. Pienso que siempre ha sido así por eso no llegué a empatizar con los lamentos de la mesa (Eso no significa que piense que no hay que cambiar las cosas).
En algún momento,
incluso se nombró la palabra “intrusismo”. Yo personalmente tengo un TOC con
este asunto porque odio la palabra intrusismo. Ya cuando se habla en ese tono
no hay nada que hacer. ¿Por qué hay que impedir que ciertos personajes entre en
tu sector? ¿Quién eres tú para legislar quien debe trabajar de escritor? ¿Quién
es el juez que decide?
Y, claro, no faltaba mucho para que se denostara a los You Tubers, como efectivamente se hizo. Yo no lo soy pero ponerse en plan “el you tuber perjudica mi trabajo” es irrelevante en la conversación. Casi diría, es ridículo.
Vamos a ver: si un pendejo youtuber influye en tu carrera, vamos mal. Será que algo no estás haciendo bien. Y yo no digo que el youtuber sea un crack de las letras pero que lo sea no significa que no pueda tener un lugar en la escena de la literatura actual.
Tenemos que abrir la cabeza, señores.
Y no caer en los lugares comunes de criticar a los jóvenes. Ya me parece vintage. Ellos tienen mucho que aportar. Bueno o malo. Eso ya lo decidirá el lector. Pero no se puede despreciar a nadie por su edad o por la forma en la que se comunique con su público, sea You Tube, Instagram o televisión.
Y por último, no se nombró en ningún momento el arrollador fenómeno que está teniendo la autopublicación. Es un escenario que está cambiando el oficio del escritor de una manera contundente y es justamente, quizás, la respuesta a esa precarización de la que se hablaba en la mesa. En algún momento, uno de los ponentes dijo algo así como “ahora vemos a gente que apenas ha publicado libros o que incluso ha autopublicado dando clases en talleres”. A ver, para ser buen profesor no hace falta haber ganado el Premio Nobel de Literatura ni ser el más célebre. Simplemente hay que haber escrito y leído mucho y tener empatía con tus alumnos. Y si eres tan bueno en lo tuyo no te tiene que preocupar que otro quiera ganarse la vida dando clases. Me parecen comentarios tan chiquitos y mezquinos que quiero pensar no reflexionaron mucho antes de decirlo. No se puede cuestionar lo que la gente demanda (y menos en el arte).
A parte de esa mención, nadie se dignó a siquiera analizar el fenómeno de este nuevo escritor emprendedor que tiene que hacerlo todo.
Claro, normalmente
son jóvenes y en la mesa no había ninguno. O por lo menos, no había nadie
dispuesto a potenciar como elemento esencial las nuevas tecnologías.
El más coherente me pareció el sociólogo que parecía estar un poco más en la realidad (por lo menos había hecho el estudio, que puedes leer aquí). Me hubiese gustado preguntarle un par de cosas pero había tanto ruido y percibí un poco de hostilidad a los autopublicados que no daba para el debate.
Además, me quería
leer el estudio que comento más abajo y que si no quieres leer puedes
salteártelo y pasar a la siguiente sección.
El estudio
El Libro blanco recoge datos del año 2018 de la condición de los escritores e intenta ponerle cifras. Antes de seguir quiero aclarar que aunque haga ciertas críticas valoro que se lleven a cabo iniciativas que pongan datos al sector de la cultura. Naturalmente, es un sector opaco e informal y la única forma de mejorarlo es teniendo la mayor cantidad de datos. Dicho esto, no voy a hacer un resumen de las principales cifras (para eso lean las notas de prensa o la introducción. Yo no estoy para copiar datos de terceros). Solo me interesa comentar los aspectos que más me han llamado la atención.
Los enumero a continuación.
La muestra: en cultura lo más difícil es definir el objeto de estudio. Ya lo decía en El canguro filósofo cuando hablábamos de Economía y arte[1]. Y cuando hablamos del oficio del escritor se complica la cosa porque, aun hoy, mucha gente considera que la escritura no es un trabajo. Yo pienso que los escritores tenemos parte de la culpa porque no nos involucramos lo suficiente en los problemas de la industria. Dicho esto, el estudio solo tiene en cuenta a los escritores asociados a ACE o CEDRO. La muestra la constituyen solo 603 cuestionarios. Creo que ahí parte el primer error. ¿Cómo podés sacar conclusiones de una población tan heterogénea solo con 603 encuestas? Aquí lo suyo hubiese sido, lo más fácil, cambiar el título y en vez de llamarlo El libro blanco del escritor, llamarlo El libro blanco del escritor asociado a ACE o CEDRO. O, el camino más arduo, agarrar una muestra más representativa. Es decir, al menos, contactar a la mayoría de las asociaciones de escritores que están dando vuelta en España y que representan a colectivos que están ausentes en el estudio. Ya hablaré de esto más adelante.Los jóvenes: claro, un error como el de antes mencionado te puede llevar a conclusiones rarísimas. La muestra es “excesivamente vieja”. Ya lo había percibido en la charla y lo confirmo en el estudio: ¡casi más del 70% de los encuestados tiene más de 50 años! Por Dios, ya ese dato te tiene que hacer sospechar que algo en tu muestra no está funcionando. Se dice: “al joven no le interesa asociarse”. ¡Mentira! ¡El joven se asocia más que nunca! Justamente porque no se siente representado en otros foros (para muestra lo que acabo de mencionar) que crea sus propias comunidades. Ellos se asocian mucho más que los mayores. Hacen comunidades fuertes en torno a géneros concretos. Por eso el estudio debió contemplar esas realidades. Y que conste que yo no me represento tampoco en esos jóvenes pero están ahí y son parte del sector que si queremos entenderlo tenemos que meternos en su mundo e investigarlo. En el estudio, se intenta paliar esta falencia en la información con un pequeño artículo titulado “Una mirada cruda sobre la situación de los escritores jóvenes” y se sacan algunas conclusiones sobre ellos. Lo que no me queda claro es de dónde sale esta información ¿es parte de la encuesta? ¿Entrevistaron a jóvenes por fuera de CEDRO o ACE? No queda claro. Autopublicados: para muchos es mala palabra. Pero a veces la democratización en la creación genera enojos. Puedo entenderlo. En la encuesta no se ahonda ni parece haber interés en este fenómeno. Infiero por los datos que el 9,6% de los encuestados recurre a la autoedición ¿por qué no se indagó en las causas, en su perfil, la edad, en sus conocimientos? Sin embargo, queda el dato flotando y casi toda la encuesta presupone a un autor que publica en una editorial, por lo que la muestra, en la práctica, es aún más pequeña. Las mujeres: el mismo error en la muestra puede explicar no solo la artificialmente envejecida población de escritores sino también la escasez de mujeres. Claro, si hubiesen incluido a los jóvenes a lo mejor había más mujeres. Y a la postre, cabe preguntarse en qué condiciones escriben estas mujeres, qué edad tienen, si tienen hijos. Todo esto queda oscurecido por una muestra no del todo representativa.
Yo siempre digo que las muestras pequeñas las carga el diablo porque nos pueden llegar a conclusiones un poco locas. Por ejemplo, que la escena de los escritores en España está comformada por un ejercito de viejos machos que cuentan historias.
Igual, valoro el estudio y me parece bien que se indague en la condición de los escritores y se le intente poner números. Solo apelaría a destacar que no representa a la totalidad de los escritores. Sigamos reclamando cifras. Es importante que el sector cultural se ponga las pilas.
Solo nos queda la útima parte de esta crónica de un autor visitando Liber19. Y debo decir que el día siguiente fue bastante más estimulante. Me topé con escritores, sí. Más jóvenes. Y había mujeres. Y hombres también. El ambiente lúgubre fue reemplazado por una energía nueva. Tampoco era wishful thinking. Solo ganas de trabajar. Ilusión.
Mañana más.
[1] En mi artículo Arte
y economía: otra mirada para entender el capitalismo actual, dediqué un
apartado entero a hablar sobre la dificultad de delimitar el objeto de estudio
en Cultura. A día de hoy, no hay consenso.
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October 15, 2019
Crónica de un escritor visitando Liber19: la previa
Un año más, me acerqué a Liber a pispear qué es lo que había pensado la organización para los escritores. Esta edición se celebraba en Madrid asíque fui a echar un vistazo. Esta es la primera parte de mi crónica de un escritor visitando Liber19. En realidad, es solo una excusa para hablar de los asuntos que me interesan y que espero que entretengan tanto a escritores como lectores y editores.
Veamos.
Los que me conocen saben que no soy eventera. Es más, yo creo que un escritor debe estar más cerca de la gente normal que rodeándose del “mundo de la cultura”. Y a mí me pasa que encuentro más interés en la gente que viene de backgrounds diversos que en alguien que aspira a lo mismo que yo.
Personalmente, no creo que el mundo de la cultura sea especialmente interesante. Es raro, yo veo que a la gente le gusta rodearse de sus colegas. Yo siempre he huido de eso. El colegueo.
Pero a veces, pienso
que a lo mejor debo hacer un esfuerzo.
Como autora siempre
se renuevan las vagas esperanzas de que haya algo realmente interesante en este
tipo de eventos.
Varias cosas debo
decir antes sobre Liber.
Este año Amazon no
estuvo presente por lo tanto no enviaron a sus autores código promocional para
poder asistir de forma gratuita.
El proceso es el
siguiente. Si eres autor o expositor alguien debe enviarte un código
promocional. Puede ser una editorial o empresa que tenga stand en la feria. Así
lo aclara Liber con los que me puse en contacto vía Twitter e Instagram. Debo
decir que responden de forma veloz. Cuando vi que se acercaba la fecha límite
para acreditarme, incluso intenté contactar con Amazon para ver si enviarían
algún código promocional a sus autores pero no obtuve respuesta.
De todas formas, había decidido que si no obtenía el código promocional para asistir de forma gratuita, no pagaría los 20 euros que salía la entrada.
Señores, si eres autor, no lo vale.
Esto no habla mal de Liber. Simplemente este encuentro no está pensando expresamente para los autores. En los últimos años, la organización ha hecho un tenue esfuerzo por fomentar algún tipo de actividad dirigida a los autores pero siempre poniendo el foco en que el escritor es un sujeto al que hay que venderle algo. De esto ya hablé en tres artículos que dediqué hace dos años a hablar sobre Liber17. Los he vuelto a leer hace poco y debo decir que no pierden vigencia.
Pero volvamos al evento.
Las cosas sucedieron
del siguiente modo.
Cuando se acercaba la fecha límite para acreditarse vía la web, el mismo Liber me envió un código promocional. Esto se los comento a los autores.
El que no llora no mama.
Evidentemente, Liber vio que nadie me lo enviaría y pensó que no les costaba nada que asistiera y, además, quedaban bien con una bloguera.
Lo han logrado. Por supuesto, agradezco la deferencia. Así que esa es la razón por la que este año asistí.
Entrada a la Feria Liber19 en IFEMAAnte todo una hago una aclaración. Liber está promovido por la Federación de Gremios de editores de España. No es un detalle menor. Allí van los editores a hacer negocio. Y ese es el principal objetivo de la feria. Esto lo tienen que entender los autores. Cualquier actividad que se organice en ese marco va a ir destinada a fomentar ese objetivo.
Dicho esto, me acerqué el día 9. Soleado. Calor en exceso para esta altura del año. Antes de comentar la charla a la que asistí debo decir que varias cosas de orden práctico habían cambiado. El espacio era el mismo. Liber es una feria pequeña pero hace dos años había una zona para estacionarse con sillones. Esta vez, no lo había. Estabas medio obligado a deambular o consumir. Solo existían pequeños recovecos donde la gente se amuchaba. Por otra parte, no había enchufes para cargar el móvil.
Grave error.
Por suerte, encontré uno en un baño. Luego me dijo una azafata que había que salir del recinto (WTF?). ¿O sea que me tengo que ir de la feria para poder cargar el móvil? No tiene sentido. Una feria de negocios tiene que tener este asunto más que solucionado. Al final, escondido en una esquina encontré un enchufe y me quedé un rato de pie mientras cargaba un poco la batería.
Una cosa más, las
salas de las charlas no tenían techo por lo tanto se escuchaba el megáfono cuando
la feria tenía que comunicar cosas y daba sensación de aeropuerto. Horrible,
porque no se escuchaba bien y eso no fomentó mucho el debate. O a mí me daba
pereza hablar porque era como charlar de temas más o menos serios en la T4 de
Barajas. Por último: ¡Los precios de la cafetería! Por Dios, ¿hay necesidad?
Disculpen el excurso en relación a los asuntos prácticos. Es chiquitaje pero a veces esas cosas pequeñas son un mundo y una buena crónica debe tenerlos en cuenta. Mañana les cuento qué me pareció la mesa de escritores que presentaba un informe muy interesante (en especial, por lo que no aparecía allí).
Mañana más.
En breve, podrás leer la segunda parte de esta crónica de un escritor visitando Liber19.
¿Eres autor, traductor, editor? ¿Has estado en la Feria? ¡Te espero en los comentarios!
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August 15, 2019
Sobre las dudas estúpidas del escritor
sorprendiendo con más producción de la que esperaba. No es que tenga mucho
tiempo (mis chicos siguen de vacaciones) pero me organizo para sacar algunas
horas al día. Varios cuentos pulidos. Otros enviados. Y la cabeza pensando en
cuándo voy a ponerme a escribir mi próxima novela. Todavía sigo dando vueltas
al asunto. Me he estado documentando. He comprado bibliografía. He leído.
August 5, 2019
Sobre por qué la oscuridad es un motivo para la esperanza y otras reflexiones en torno al azar, el arte, la justicia y lo bello
Hoy quise sentarme a escribir porque estuve pensando mucho sobre el azar y la oscuridad a propósito de algunos autores que estuve leyendo. Entonces me puse a escribir y creo que en el medio me puse un poco cursi.
Que me disculpe el lector.
Hace poco descubrí a Rebeca Solnit, la ensayista afincada en San Francisco, especializada en asuntos de género, medioambiente, arte y un largo etcétera. Su obra es variopinta pero yo descubrí por casualidad en una librería de Buenos Aires, un puñado de ensayos publicados por Editorial Fiordo titulado Los hombres me explican cosas (acá puedes leer mi breve reseña y puedes googlear los numerosos artículos de ella y sobre ella que hay) pero hoy me quiero enfocar en su ensayo dedicado a Virginia Woolf.
En realidad, el asunto no es Virginia sino el camino que explora a propósito de sus reflexiones.
El artista busca lo desconocido. Ese camino solitario y de incertidumbre es total. Yo he hablado de esto en alguna otra ocasión cuando me refería a los escritores pero creo que estas reflexiones aplican a cualquier trabajador y en especial a los que se dedican a cualquier tipo de arte. Hay algo de riesgoso en la labor del escritor. Algo que no responde al mercado. Estás explorando historias que no sabes a dónde te llevarán.
Yo agregaría que el asunto no solo tiene que ver con lo creativo sino también con lo crematístico. El trabajador cultural está inmerso en una precariedad que contrasta fuertemente, no solo con su formación, sino con el valor que aporta a la riqueza espiritual y social de un país (he hablado de ello en Ensoñaciones sobre los escritores, la economía y la vida eterna).
Yo hace tiempo pensaba que no eran importantes los artistas sino los plomeros, los electricistas, los arquitectos pero hay momentos de soledad y desasosiego absolutos en la vida de una persona que se hace imprescindible alguna forma de evasión. Esas formas nos las da el creador. Ellos nos ayudan a sobrellevar esa vida cotidiana que a veces es muy fastidiosa.
Necesitamos escapar, señores.
Todo el rato. Y para ello, necesitamos que nos cuenten historias. Es lo que hacemos los escritores. Los pintores. Los guionistas. Los actores. Los creadores de videojuegos.
Ellos nos permiten, por un momento, vivir otras vidas. Porque, como todo escritor sabe, la propia vida no es suficiente. Y en esa búsqueda hay algo desconocido que es a la vez atrapante y aterrador.
Fuente: Paris Review https://www.theparisreview.org/blog/wp-content/uploads/2013/11/Joe-Dunthorne.jpg
Porque no sabes la verdad y te la tienes que inventar. Y tienes que rellenar esos huecos con fantasía. Con algo que no existió pero que al mismo tiempo pretendes que te lleve a la verdad de las cosas. O a la belleza. O a cambiar algo que no sabes cuándo sucederá.
Solnit habla de oscuridad con respecto al futuro. Pero no de forma pesimista. La oscuridad es el no saber y seguir adelante.
Es lo contrario a ese tipo de pensamiento tan común hoy en día de pensar en la causa y el efecto. Frases como: si hago un master es porque creo que el mercado me premiará. Si aprendo algo es porque espero que en algún momento alguien me recompense. O si dedico todo mi tiempo a mis hijos o a mi pareja, me lo van a recompensar.
Bullshit.
La vida es mucho más cruenta. No hay una hoja de balances invisible en donde se va registrando todo.
Todo tiene consecuencias, por supuesto. Pero tampoco sabes cuándo. Esa es la oscuridad de la que habla Solnit y dentro de ese no saber, of course, cabe la esperanza. En sus palabras,
“Para mí, los motivos para la esperanza son, simplemente, que no sabemos qué pasará después, y que lo improbable y lo inimaginable suceden todo el tiempo. La historia no oficial del mundo muestra que los individuos dedicados y los movimientos populares pueden moldear y han moldeado la historia, pese a que no se pueda predecir cómo y cuándo venceremos, ni cuánto tiempo llevará lograrlo” (p.80)[1]
El reino de la incertidumbre no es para todos pero lamentablemente nadie está exento de ella. Ya he hablado mucho sobre el papel de la suerte en nuestras vidas tanto cuando he escrito sobre Barbara Ehrenreich como cuando hemos analizado los cisnes negros de Taleb. Y sobre cómo la meritocracia es una farsa. Natalia Guinzburg va en este sentido cuando dice:
“Con frecuencia, los sacrificios no tienen ningún premio, y a menudo, las malas acciones no son castigadas, al contrario, a veces son espléndidamente recompensadas con éxito y dinero. (…) sin embargo, es preciso amar el bien y odiar el mal, y no es posible dar con una explicación lógica de esto”. (p.157)[2]
La vida es injusta y oscura pero esto, lejos de sumirnos en la desesperación, nos tiene que servir para lograr la mejor versión de nosotros mismos. Por amor a la belleza de las cosas bien hechas. Porque lo bueno no tiene utilidad.
Simplemente es.
Y cuando existe es maravilloso.
Solnit, Rebeca. Los hombres me explican cosas. Fiordo Editorial. 2019
Guinburg, Natalia. Las pequeñas virtudes. Acantilado. 2017
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May 30, 2019
Privacidad, vídeos íntimos y acoso: sobre la pérdida de control de nuestros datos personales
Estoy un poco indignado por las noticias de los últimos días. Una mujer se suicidó en Madrid producto del acoso que sufría por un video de contenido sexual que se difundió en su lugar de trabajo. No voy a hablar una vez más sobre lo que es la privacidad (predicar en el desierto es mi especialidad).
Hoy solo quiero mostrar mi consternación por este asunto y pido a los cuatro vientos que que se forme a los ciudadanos desde el colegio en el manejo de los datos personales.
Nuestra información es como nuestra casa: lo más sagrado que tenemos. Imagínense lo sagrado que es que hay gente dispuesta a quitarse la vida cuando ese derecho se vulnera.
Según una encuesta de UNICEF el 12% de los niños habían sufrido acoso, cifra que se eleva al llegar a la adolescencia mientras que más del 42% de los chicos entre 15 y 16 años han recibido mensajes sexuales.
Pero ¿qué pasa cuando llegamos a adultos? Y me sale «la vieja chota» que llevo adentro y termino haciéndome preguntas ñoñas como ¿Qué ejemplo estamos dando a los chicos cuando nosotros que somos los mayores no custodiamos como es debido nuestros propios datos personales?
Hace poco me comentaban lo que sucede a menudo en los colegios: se recoge información y los padres como borregos la completan. Llene esta ficha, ponga sus datos. Dígame dónde vive.
Fuente: Pixabay
Y me dan ganas de ponerme a patear el trasero de todo aquellos que me piden datos y no me cuentan por qué. Cada vez me parece más violento. Igual que cuando me llaman por telefono empresas de telefonía para obtener información y venderme servicios.
-Disculpe, quiero hablar con el titular.
-¿Y a usted qué corno le importa quien es el titular?
Por favor, invito al ciudadano a tener una mirada crítica en general a la entrega gratuita de nuestra información y la de nuestros hijos. Tengo la sensación de que falta mucha educación. Demasiada. Y ni siquiera los adultos saben muy bien qué hacer. Pero me sigue espeluznando la facilidad con la que entregamos nuestra información.
Ojo, no estoy diciendo que no la entreguemos solo que sepamos lo que estamos haciendo. Que exijamos respuestas a nuestras preguntas. ¿Para qué quieres toda esa información? A lo mejor no es necesario dar todo lo que nos piden. Pensemos en brindar solo aquellos datos que son imprescindibles para que la empresa pueda darte ese servicio. Seamos vigilantes. Incluso en los ámbitos de confianza como colegio o empresa. Cuidemos lo más valioso. Démosle el valor que les da las empresas y el Estado.
Algunos decían hace un tiempo, la privacidad está muerta. No. La privacidad no lo está y nos sigue importando mucho: la prueba es que podemos caer en una angustia desmedida cuando sentimos que perdemos el control de nuestra información porque la privacidad ES control. Cuando perdemos ese control es como si nos estuvieran entrando por la ventana a desvalijarnos la casa.
Como bien dice Dana Boyd en Privacy, Publicy and Visibility, no solo debemos pedirle a la persona que le confiamos un secreto que no lo revele, debemos pedirle a toda una arquitectura tecnológica que nos ayude a no revelar nuestros secretos porque estamos viviendo inmersos en una tecnología en donde “las paredes hablan”.
La tecnología es botona y nos manda al frente. Pidamos a los arquitectos de este monstruo que fijen esos muros. Los apuntalen. Los hagan más seguros.
Para todos los ciudadanos.
Por último, cabe preguntarse. Se difunden videos sexuales como el de esta trabajadora de IVECO. Ella está con un hombre pero a la que acosan es a ella. Algo parecido pasó hace tiempo con Olvido Hormigos, ella se quema pero no su pareja. Y todos recordamos el caso de la actriz Florencia Peña y la difusión de videos íntimos con su esposo. ¿Quién sufrió el acoso de la difusión de las imágenes en donde aparecían un hombre y una mujer?
Ellas. Siempre ellas.
Parece que todavía hay algo en la sexualidad de las mujeres que incomoda a muchos. Y sería interesante analizar si no es violencia de género. ¿No se les perdona a las mujeres que disfruten de su sexualidad?
Queda mucho por aprender. Y el Estado una vez más debe estar presente.
Para todos y todas.
Fuente: Los niños y las niñas de la brecha digital en España. UNICEF. 2018
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May 5, 2019
Salir y entrar de la habitación propia: pensamientos por el día de la madre
Yo no entiendo a las madres culposas.
El cuento y la vida de una madre escritora
Últimamente, estoy dándole al cuento. Tengo tantas interrupciones que centrarme en una novela se me está haciendo difícil. El cuento se adapta perfecto a mi forma de vida actual.
Cualquier madre que trabaje en casa sabe a lo que me refiero. Los chicos son un amor, son divinos pero no te van a ayudar a pagar las cuentas.
Más bien lo contrario (y no está garantizado que te vayan a cuidar de viejo).
No hablaré sobre la cantidad de escritoras que son madreso si la maternidad merma la creatividad. Ya bastante literatura hay sobre el asunto (justo ayer salía este interesantísimo artículo en El País sobre el tema). Y creo que el asunto no es cómo lograr ser madre y escritora sino como ser madre y cualquier otra cosa más.
Resulta curioso que los hombres no tengan que hacerse esos planteos. Saben que la paternidad no les va a suponer nada importante en sus carreras profesionales pero las madres nos encontramos (ya lo he dicho hacia la saciedad) con que siempre es trabajoso para la unidad familiar que la madre salga a trabajar fuera de casa. Hay que pensar en niñeras (casi siempre mujeres), en guarderías (atendidas por mujeres) o abuelas.
Yo encontré en la escritura la manera de poder compaginar estas dos actividades. Trabajar en casa puede verse como un lujo pero no lo es cuando sabes que nunca tendrás ingresos fijos, no tendrás jubilación, tendrás que cargar con la gestión de la casa y cualquier asunto que tenga que ver con el hogar (che, va a pasar el mensajero a dejarte un material que luego recojo, llega la compra, el vendedor ambulante, el revisor de la caldera), va a ser tuyo.
Y si se cae el techo, obvio, te toca a vos porque estás en la casa.
Elegir dos labores con tan poco prestigio: la escritura y la maternidad
El aporte de todas esas horas trabajadas, tiene un valor en el mercado, eso está claro (y no es nada barato) por lo que, aunque no se esté cobrando por ello, ese trabajo se puede medir en dinero (ya hemos hablado largo y tendido en Trabajo visible y trabajo invisible: hacia una nueva economía feminista).
Llámenme loca. No me ofendo. Debo ser un poco rarita. A pesar de todos estos inconvenientes sigo eligiendo esta profesión porque me da cosas intangibles cuyo valor es incalculable.
1. Estoy con mis hijos cuando me necesitan
2. Trabajo de lo que me gusta
3. No tengo soportar jefes
4. No tengo soportar acoso laboral.
5. No tengo que cumplir horarios, tengo flexibilidad total.
Hay algo que me pasa. Algo especial que me sucede cuando trabajo de esto y que no me pasaba cuando trabajaba en relación de dependencia.
No es solo el asunto del salario.
El insondable mundo de la empresa
Cuando trabajás para otro aunque esté hermoso el laburo, siempre tenía una pregunta que asomaba pero yo me empecinaba en tapar:
¿Por qué carajo estoy acá? ¿Por qué me están pidiendo que haga esto? Es decir, no llegaba a comprender la finalidad de mi trabajo.
Las empresas tienen sus razones y los trabajadores no siempre son conscientes de ello. Esa sensación se traducía en una pérdida de control sobre mis capacidades. Era un poco como estar a ciegas. ¿Estoy avanzando? ¿Estoy creciendo? ¿Estoy progresando?
Me dirán que le doy muchas vueltas a las cosas. Es verdad. Y sé que se puede vivir perfectamente sin saber para qué corno uno hace lo que hace. No es ese el asunto pero… poniendo en la balanza, trato de tomar decisiones que mejoren mi vida y la de mis allegados. Y eso me ha llevado a elegir a la escritura como profesión. A ver. Yo pienso que no podemos controlar todo. En realidad, no podemos controlar casi nada pero si hay una pequeña cuota, quiero que sea mía.
Puede que yo haya elegido o puede que el sistema me haya empujado y en realidad da un poco igual siempre y cuando uno tenga cierta armonía y momentos de alegría. Miren que ni si quiera hablo de felicidad, un concepto vago y engañoso. Solo momentos de alegría. ¿Qué más puedo pedir?
Con la escritura no me pasa lo mismo que en el mundo de la oficina. Siento que hago lo que tengo que hacer. No creo en la vocación. Simplemente hago lo que creo que mejor se me da. Punto. Estoy en el lugar que tengo que estar y veo y encuentro la manera de progresar sin poner mi carrera completamente en manos de terceros.
En la empresa había demasiados factores ajenos a mi voluntad. Era un poco como jugar a la primitiva y esperar suerte. Que el jefe sea bueno, que te quiera promocionar, que tus compañeros no te pongas zancadillas, que la empresa no quiebre, que no haya mucho desempleo y no bajen los salarios. Y encima te tiene que gustar lo que haces.
Es too much lo que está en manos de otros.
Demasiado lo que tiene que salir bien y demasiado lo que no depende de uno. Con la escritura tengo el control sobre mi profesión, obvio, no al 100% pero por lo menos nadie me vende la falsa idea del progreso.
También pasa un poco con esto de ser madre. Vas haciendo tu camino. La carrera de fondo. Al margen de cuestiones de rentabilidad económica.
La esfera privada, la de la casa, es en general un ámbito poco prestigioso. Se parece un poco a la vida del monje. Paciencia. Concentración. Nadie piensa en ganancias inmediatas. Ni en encuentros sociales que puedan dar fe de tu jerarquía en la empresa. Ni viajes de negocios. Ni selfies en congresos.
Ambos oficios, ser madre y ser escritora, no tienen horarios ni vacaciones. Y respondiendo a los que dicen que la maternidad merma la creatividad, están demasiado equivocados.
Lo que te quita es tiempo.
Trabajar por cuenta propia es no tener horarios
En el fondo, como escritora, estoy siempre trabajando. Mientras estoy con mis hijos. Mientras estoy en la calle. Mientras leo. Escribir implica mucho más que sentarse en la computadora a teclear. Hay algo que se va almacenando en el alma, en la mente.
La gente con la que hablo. Lo que veo en la calle. Las conversaciones que tengo. El callejeo. Justamente, el salir de la habitación propia es tan importante como tenerla.
Y si es de noche, puedo seguir trabajando, de otras formas. Leyendo. Comentando. Pensando un nuevo artículo, compartiendo el de otros. En realidad, trabajo mucho más pero no me doy cuenta porque me encanta lo que hago.
Se paga un precio alto que pocos están dispuestos a asumir. La incertidumbre. La falta de reconocimiento o prestigio, tal vez. Probablemente no puedas pagar guarderías, ni niñeras, ni puedas salir a comer a fuera como no sea haciendo pic nic en el campo, las vacaciones en la playa son casi inexistentes (eso es lo de menos ¿Quién descansa en la playa con chicos?).
Te ajustas y te das cuenta que a lo mejor compensa trabajar en casa, ser dueña de tu tiempo, o elegir a quien le querés dar tu tiempo. Y aunque hay quien ve la escritura como una NO profesión, no importa porque aprendés a que no tiene que importarte nada lo que digan. Un escritor y una madre sabe trabajar bajo condiciones adversas. Tiene cualidades únicas. Y, con escaso tiempo, aprendes a exprimir cada minuto, a disfrutar de cada instante.
No entiendo a las madres culposas
La verdad, gente, no me da culpa escribir y no dedicar mi vida entera a mis hijos. Casi te diría lo contrario: me da pesar no dedicar el tiempo suficiente a mi trabajo. Por que cuando no escribo, soy peor persona. En esa tensión que se traduce en cantidad horas, sigo sintiendo que no dedico la suficiente cantidad de horas, no las mismas que un escritor hombre o, mejor dicho, que un trabajador de oficina a jornada completa.
Siempre me apetece más pero mis hijos me recuerdan que la vida de un escritor no es solo escribir sino también vivir.
Yo no doy consejos. Cada uno hace su camino pero si tienes familia y quieres escribir, la cerradura y la llave es el primer paso.
Para entrar y encerrarte. Para salir, cerrar con llave e impedir que cualquier extraño haga avioncitos con tus papeles.
Entrar y salir de la habitación propia.
Feliz día de la madre a todas.
Haciendo un repaso a las autoras mujeres que he leído en el último año, veo que la mayoría no tiene o no tuvo hijos y las que lo tuvieron, no han repetido experiencia. Parece una tónica general que las escritoras engendran hijos únicos o no los tienen. Dos excepciones en mi lista: Sara Gallardo tuvo tres hijos y Zadie Smith tiene dos.
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Salir y entrar de la habitación propia: algunas consideraciones a propósito del día de la madre
estos últimos meses fue comprar una cerradura e instalarla en mi estudio. Hay un
momento del día en el que me encierro y mis
hijos saben que desaparezco. Aporrean la puerta y solo pueden hablarme a través
de ella. A veces, me mandan mensajes y dibujos por debajo y me río pero ni por
un minuto se me ocurre abrir.
Yo no entiendo a las madres
culposas.
April 24, 2019
Publicar en la nueva plataforma de Amazon KDP un libro de tapa blanda: primera prueba en papel (3)
que empezara la Semana Santa, me llegó la primera prueba en papel de Amazon
para tapa blanda. Ya sabes que ahora todo se hace desde su página y ha
desaparecido CreateSpace. En la
primera parte de esta entrega, te conté que estoy editando un libro de
cuentos que se llamará Olvídate de las
bailarinas.
En el artículo de hoy te voy a
contar las principales
April 10, 2019
Publicar en la nueva plataforma de Amazon KDP un libro de tapa blanda: la portada con Canva (2)
Me
quedan dos días hábiles antes de que lleguen las temidas vacaciones de Semana
Santa y ya tengo casi lista la edición en papel de Olvídate de las bailarinas,
mi próximo libro de relatos cortos.
March 31, 2019
Siete cuentos argentinos que no puedes dejar de leer
dejé mis prejuicios de lado y me puse a leer a autores y autoras
latinoamericanos. Y, por alguna razón, muchos cuentos.
Ante
que nada, debo hacer varias consideraciones.
He querido despegarme un poco del
boom latinoamericano (aunque los hay en la lista) y leer voces más
contemporáneas. Y eso me ha llevado a leer más mujeres que hombres. No ha sido
premeditado pero cabe


