Pedro Cayuqueo's Blog, page 37

November 21, 2017

Viudos del binominal

A algunos ha llamado la atención que no haya resultado electo un candidato que fue primera mayoría individual  y que varios otros, siendo segundos en votación personal, fueron desplazados por alguien que sacó menos votos. Hay que advertir que todos estos casos ocurrieron en circunscripciones que siguieron siendo binominales (eligen dos parlamentarios). Si hubiéramos logrado que en todos los distritos se eligiera un mínimo de 3 o 4 escaños, como se intentó, no tendríamos que lamentar la derrota de candidatos con un 25% o 30% (aritmética de quinto básico). Otros critican que en algunos distritos haya sido elegido un candidato que obtuvo un 3% en circunstancias que se perdía alguien que sacó el 7%.


Un buen sistema electoral trata de proyectar la preferencia electoral por  las personas y también las preferencias políticas de las personas. Me explico. Imagínese una futura votación, por ejemplo, en el distrito 11, que elige seis diputados, y donde Chile Vamos saca cerca del 70% de los votos, y ocurriera que dentro de la lista de derecha hubiera una candidata tan popular que sacara ella misma, para sí, el 60% de los votos y sus demás compañeros, menos populares,  obtuvieran, a título personal, el  2,5%, el 2%, el  1,5%%, el 1%. Y que al frente, en las listas de izquierda el candidato más votado lograra el 8% de los votos  y lo siguieran de cerca “compañeros” suyos con el 6,5%, el 5,5%, el 5% y el 4%. Si la regla fuera que se eligen automáticamente las personas con más votos individuales, en este ejemplo, el barrio alto debiera quedar representado por un diputado de derecha y cinco diputados de izquierda. ¿Le parece justo que una minoría del 30% tenga en la Cámara cinco  veces más peso que la mayoría  del 70%? Para evitar esa situación usamos el método D´Hont. La idea es que si, por ejemplo, Felipe Kast saca una votación personal que supera con mucho la cifra repartidora (con la cual matemáticamente se elige parlamentario), ese resto o sobrante no se pierda para “sus ideas” y aproveche, y “arrastre”,  al candidato más cercano a Kast. Y no a sus adversarios.


Lo más positivo del cambio, en todo caso, es que las directivas de los partidos dejaron de detentar el poder casi absoluto que tenían, bajo el binominal, a los efectos de repartir cupos casi seguros para los peces gordos de cada colectividad. Si el domingo por ejemplo, los votantes pro UDI pudieron dejar fuera al secretario general  y escoger, en vez, al también UDI Guillermo Ramírez, es porque el sistema induce a que se lleve no un “designado” sino que tres candidatos competitivos. Lo mismo vale para quienes votaban en los distritos en que postularon el presidente del PPD (perdió), el secretario general del PS (perdió), la presidenta  y el secretario general del PRI (perdieron). Si perdieron fue, en buena medida, porque el nuevo sistema ofrece a los electores un menú más amplio que la dieta del binonimal. Por supuesto, siempre será posible que uno de los dirigentes partidarios gane, como ocurrió con el presidente del PS o el secretario general de RN. El punto es que ellos se ganaron su sillón parlamentario compitiendo y no negociando. El nuevo sistema está lejos de ser perfecto. Pero el finado binominal era malo con mayúscula.


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Published on November 21, 2017 04:31

El nuevo Congreso

La nueva composición del Congreso, que según veremos se carga a la izquierda más por intensidad que por número de parlamentarios, es un argumento adicional para sostener que la elección presidencial la debe ganar Sebastián Piñera. Y es que la izquierda que reniega de la socialdemocracia, esa que se lamenta cuando hay que llegar a acuerdos o que frunce el ceño cuando se oye hablar de Aylwin y la transición, obtuvo un resultado lo suficientemente fuerte para absorber, por su ímpetu, a la izquierda moderada.


Veamos primero los números en un Congreso que tiene más parlamentarios. En la Cámara de Diputados serán 155 diputados. Chile Vamos (ChV) obtiene una buena cifra, 73 diputados, siendo RN el partido que más crece (36) y consolidando la posición de Evópoli (6). En la otra vereda, lo que hoy es la Nueva Mayoría (NM) llega a 43 siendo el PS el partido más fuerte de la coalición (19) y luego el PC (que va en constante alza). Si a eso sumamos la DC (13) quedan en 56. El Frente Amplio (FA) sumó la inesperada cifra de 20 diputados. Los restantes son de las más variadas procedencias.  


En el Senado habrá 43 senadores. Las cifras son menos favorables para ChV: en total suman 19 senadores. La NM quedará con 21, de los cuales seis son DC. Los otros tres se ubican más a la izquierda (Navarro y Latorre) o se alinean con ella (Bianchi).


¿Qué significa esto en términos legislativos? Que ninguna coalición alcanza por sí sola la mayoría. A ChV, para la mayoría absoluta, le faltan seis en la Cámara y tres en el Senado. La NM, por su parte, requiere unir a casi todas las demás fuerzas para obtener la mayoría en la Cámara. Y respecto a los otros quórums la distancia es mucho mayor.


Los números muestran entonces que cualquier reforma que intente llevar adelante un futuro gobierno del expresidente Piñera requerirá sumar apoyos de otras coaliciones. Eso asegura, al menos, contrapesos y negociación.


El problema se presenta si, aunque menos probable, es Guillier quien llega al gobierno. Él también tendría que negociar para conseguir mayorías; pero es poco probable que lo haga con ChV y regularmente preferirá hacerlo con su izquierda, el Frente Amplio. Éste, como sabemos, es más duro y purista. Entonces, ¿quién será el contrapeso? ¿Quién moderará los sueños sesenteros que predica el FA? La DC ya no jugará ese rol al perder a figuras históricas que encarnaron en estos años la moderación. ¿Y el PS? Es probable que el PS, al romper la alianza con la DC, abandone lentamente la socialdemocracia para retomar posiciones neomarxistas que encarna hoy el PC. Resucita así una alianza histórica que solo la transición había dejado atrás. Y a todo ello se suma la presión del nuevo FA que, con esa autodeclarada superioridad moral, tironeará insistentemente a la centroizquierda hacia posiciones más extremas. Así las cosas, es difícil ver espacios de moderación en una alianza como ésa.


Por eso es que, si se buscan gobiernos moderados y cambios paulatinos, a mi juicio es Piñera quien debe gobernar.


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Published on November 21, 2017 04:29

El factor Kast

Todavía semi viva la noche del 19 de noviembre, no resulta fácil realizar análisis sobre los resultados de las elecciones presidenciales. Sin embargo, al amanecer brillan rayos de luz que permiten esbozar algunas hipótesis interpretativas. En particular respecto a la derecha y la centroderecha. Abundan los comentaristas sorprendidos por la buena votación alcanzada por José Antonio Kast (8%), un candidato que comenzó su campaña con pocos meses de antelación, registrando en las encuestas un bajo nivel de conocimiento, con escasos recursos económicos, sin el apoyo de estructuras ni maquinarias partidistas y con la reticente recepción de algunos importantes medios de comunicación. Extrañeza todavía mayor puesto que, según las denominaciones utilizadas machaconamente por aquellos, se trataría de un postulante de “ultraderecha” o de “derecha conservadora” destinada, pareciera, a contar con un apoyo ínfimo en la ciudadanía. Y, para colmo de sus incredulidades, sabiendo que Kast pudo haber superado el umbral de los dos dígitos, tal vez con largueza, a no mediar (aparte de las encuestas) una estrategia comunicacional desplegada por su contendor de centroderecha llamando al “voto útil” -para sus intereses se entiende- dirigida a un electorado históricamente asustadizo y, por lo mismo, presto a dejar sus débiles convicciones de lado a cambio de cierto grado de esperanza de seguridad (¿de qué?, tema digno de otra columna).


Más allá de las apelaciones a lugares comunes, entre los analistas no parece ser percibido el fondo del fenómeno. Esto es, qué encarna realmente Kast. Representa principios sólidos y fundamentales que no está dispuesto a transigir por unos sufragios más. Los valora profundamente y los defiende con auténtica convicción. Hace gala de sentido común, tan difícil de hallar en estos tiempos, hecho que lo conecta con la vida cotidiana y las necesidades de las personas. Es ejemplo claro de que en política es posible sostener posiciones y esgrimir argumentos ante los adversarios sin recurrir a la agresividad, la falta de respeto o la mala intención. Es educado y amable en el trato con todos. Hecho, este último, que no le impide decir la verdad sin ambages ni ambigüedades. Es sincero, transparente como se dice actualmente. Destaca por su honradez y probidad, ellas no están en tela de juicio (evidentemente no todos los políticos pueden afirmar esto) tanto en el plano judicial como, aún más importante, en el moral. Es una persona sencilla (no simple). Desencantado y cansado de luchar con el establishment de su sector y expartido (UDI), tuvo el coraje para dejar su tienda política con el propósito de intentar seguir actuando en la esfera pública según le dictaba su conciencia.


En fin, le pareció mejor el riesgo de quedarse solo y tener que rearmar equipos que instalarse a perpetuidad en un sitial de “coronel” dentro de su antiguo partido para asistir a la gradual, aunque persistente, decadencia de aquel. Esto es lo que aprecian sus electores actuales y potenciales (y no pocas veces sus contrincantes y entrevistadores). No parece tan difícil de advertir si se utiliza un prisma que permita incluir más aristas que las proporcionadas por la economía, el cálculo y la ceguera que genera el apego al poder.


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Published on November 21, 2017 04:00

Escuchar y liderar con convicción

 


Tras un año marcado por la carrera presidencial, la primera vuelta ya es historia. Sera el domingo 17 de diciembre cuando Sebastián Piñera y Alejandro Guillier se midan en la segunda vuelta y Chile decida quien será su próximo presidente. Todo augura que se acercan semanas intensas: ambos candidatos se volcaran en ampliar su base electoral pues su votación en primera vuelta fue insuficiente para ganar. La pregunta ahora será si esta conquista se basara en encantar a los electores o si lo hará en base a descalificaciones. Espero por el bien de Chile que ambos candidatos elijan la primera opción, basados en un diagnostico certero de cuales son las preocupaciones y anhelos de los chilenos y chilenas.  


De cara al siglo 21, resulta políticamente trascendente para el futuro de nuestro país entender el profundo cambio cultural que están viviendo hoy los trabajadores en Chile. Una encuesta nacional realizada por la Corporación Empresa y Sociedad durante de octubre 2017 nos ilumina al respecto: un 87% de los trabajadores se manifiesta a favor de una mayor adaptabilidad laboral, porcentaje que sube a 92% entre los jóvenes de 18 a 24 años y se distribuye homogéneamente entre hombres y mujeres. Adicionalmente, durante noviembre Adimark publico un estudio que concluye que dos de cada tres chilenos (67%) cree que es necesario sacrificar la vida familia para tener una buena trayectoria laboral, realidad que se percibe mas fuertemente en aquellos que trabajan (74%). En resumidas cuentas, hoy los trabajadores chilenos están clamando en silencio la necesidad de lograr que sus condiciones laborales se adapten a sus realidades familiares.


Ahora bien, revisando los programas de los candidatos presidenciales de primera vuelta, llama la atención que entendieron esta realidad. Resulta sorprendente que tanto Piñera, Guiller y Goic – de sectores políticos diversos – convergen en resaltar en sus respectivos programas la importancia de impulsar una mayor adaptabilidad laboral, aun cuando fue una invitada silenciosa . Para llevarlo a términos electorales, cuatro millones trecientos mil de chilenos (66%) votaron por la adaptabilidad laboral, lo que refleja una sociedad diversa, moderna y que mira al futuro.


Adicionalmente, los cinco candidatos con mayor rendimiento electoral– con la excepción de Kast – plantean en sus respectivos programas la necesidad urgente de modificar el articulo 203 del código del trabajo sobre sala cuna y proponen la necesidad de avanzar hacia sala cuna universal para padres y madres. De nuevo, en términos electorales esta propuesta tiene cinco millones y medio de votos, obteniendo el 84% de las preferencias.


Finalmente, todos los programas presidenciales de los candidatos más votados (de nuevo, salvo Kast)  proponen impulsar una mayor corresponsabilidad parental – algunos con mas entusiasmo que otros, siendo Beatriz Sánchez la mas motivada al proponer tanto postnatal como fuero laboral equitativo para padres y madres, seguida por Carolina Goic  – condición fundamental para otorgar mayores oportunidades a hombres y mujeres, madres y padres. Las nuevas generaciones buscan condiciones laborales equitativas y justas por lo que ya no están dispuestas a elegir entre trabajo y familia


Es evidente que los presidenciables no pueden pretender ganar en segunda vuelta haciendo lo mismo que en la primera vuelta, necesitan reinventarse. Sin embargo, este cambio no necesariamente consiste en buscar nuevos mensajes, quizás sea mas rentable defender con mayor fuerza propuestas abrazadas transversalmente por la ciudadanía, impulsadas por las nuevas generaciones (¿huérfanos de Sánchez?) y de cara al Chile de futuro. Para ganar en segunda vuelta es necesario escuchar el mensaje de los electores de otras candidaturas (hoy inexistentes) para en conjunto construir el proyecto país que pretenden liderar. Un proyecto ganador incorpora mujeres y hombres; padres y madres; jóvenes y adultos sin primar su origen o color político. Será – creo yo – la convicción, la claridad, la mesura y la tolerancia con que las transmitan el efecto que produzca en los electores.


El sentido común pronostica – pues las encuestas deben reivindicarse – que ganara el que lo haga mejor.


 


 


 


 


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Published on November 21, 2017 03:12

November 20, 2017

Nuestros enemigos

Hay muchos elementos interesantes para analizar de la elección de ayer. La inesperadamente alta votación de José Antonio Kast y Beatriz Sánchez, la conformación de una bancada parlamentaria del Frente Amplio, el crecimiento de Evópoli, los malos resultados de la DC. Pero yo me quiero quedar con uno en particular que me llamó mucho la atención. Mientras en los discursos post elección de Sebastián Piñera y José Antonio Kast se enfatizó la necesidad de derrotar la pobreza, crear más y mejores empleos, generar un país inclusivo con oportunidades para todos y mejorar las condiciones de vida de  los chilenos, los discursos de Beatriz Sánchez, ME-O y Alejandro Guillier, enfatizaron su conflicto con “los poderosos de siempre”, “los encuestadores”, la derecha y por supuesto Sebastián Piñera.


Esto refleja una visión diametralmente distinta para el futuro de Chile. Mientras los candidatos de centroderecha creen que sus enemigos son los problemas que enfrentan los chilenos; como seguridad, educación, salud, los candidatos de izquierda, que tienen el apoyo de aproximadamente el 50% de los chilenos, creen que sus principales rivales y enemigos son el otro 50% de los chilenos.


Mi preferencia personal a favor de que Sebastián Piñera se convierta en el próximo Presidente de Chile, tiene mucho que ver con esta radicalmente distinta visión de ver los desafíos de Chile. Nuestro país no va a retomar una senda de progreso en base a fomentar conflictos artificiales entre los chilenos. Nuestros enemigos no son los chilenos que piensan distinto a nosotros, son las carencias que todavía tienen millones de compatriotas.


Nuestros rivales no están dentro de Chile, sino fuera de Chile. Tenemos que ser capaces de competir por atraer talento, capital, negocios y turistas a nuestro país. Para ello competimos con decenas de otros países que están intentando hacer lo mismo. Las multinacionales de la tecnología le ofrecen trabajo a nuestros ingenieros, Estados Unidos baja sus impuestos para atraer capital a su territorio, Argentina quiere convertirse en potencia minera y Machu Pichu recibe muchos más visitantes que las Torres del Paine.


En cuatro semanas más los chilenos tendrán que elegir al Presidente de Chile por los próximos cuatro años entre dos opciones claramente diferentes. Mientras Guillier, cual Quijote, dedicará sus fuerzas a pelear contra enemigos ficticios, Sebastián Piñera le plantea al país luchar con todas sus fuerzas contra las carencias, los miedos y las frustraciones de los chilenos. Mientras Guillier plantea continuar con la idea de la retroexcavadora y  las políticas que le quitan los patines a los niños chilenos, Sebastián Piñera plantea un Chile donde caben todos y donde se gobierna buscando grandes consensos para cambiar lo que está mal y mantener lo que está bien.


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Published on November 20, 2017 04:17

Un Chile para tod@s

¿Qué está en juego después de los resultados de la primera vuelta? Lo fundamental es si vamos a poder seguir construyendo un Chile para todas y todos. Lo pensamos desde una mirada optimista de la historia reciente del país, del actual gobierno y del potente futuro que nuestro país puede tener, y no desde la idea que todo está agotado y estancado.


La idea que el desarrollo sea inclusivo, es decir, que todos se sientan parte de él supone un crecimiento de y para todos. Como por ejemplo la gratuidad en educación superior que es una inyección a “la vena” para los nuevos sectores medios que temen recaer en la pobreza o que sienten que pueden vivir pero no surgir.


Se habla ahora de una “segunda transición” esta vez al desarrollo, pero pocos se han dado cuenta que ésta ya se inició con este gobierno que ha puesto en el tapete justamente aquellos factores que faltan al mero crecimiento económico para empezar a ser desarrollados. La Presidenta Bachelet ya dio inicio a esta segunda transición y este camino iniciado, muchas veces incomprendido, podría ser drásticamente interrumpido si es que gana Sebastián Piñera. El futuro de Chile para seguir adelante tiene una cierta “inevitabilidad socialdemócrata”. Los resultados nos permiten señalar que enfrentamos un escenario de segunda vuelta, absolutamente abierto, y si el mundo social de centroizquierda acude a votar de manera más decidida podemos ganar. La votación confirma que hay una mayoría que desea más cambios en el país y nuevas formas de hacer política.


¿Qué se necesita para ganar en segunda vuelta? Dos cosas que no suelen suceder normalmente pero no imposibles. Que en la segunda vuelta vote aún más gente y que el segundo en primera sea el primero en segunda. Por otro lado, la incertidumbre en el resultado de la segunda vuelta podría ser un aliciente importante para que vote más gente en ella.


¿Cómo se gana la segunda vuelta? El bajo entusiasmo de la mayoría social de centroizquierda por votar se ha explicado por dos razones, una es la decepción e incluso rabia con la política y en particular con la corrupción, y por la división en tantas candidaturas de este mundo. ¿Cómo podemos responder a esto? Con los propios atributos de Alejandro Guillier como independiente, político nuevo, honesto, sincero, transparente, austero y cercano, es justamente la respuesta que la gente espera frente a la decepción con la política. En segunda vuelta esto será más claro y evidente. Luego, la primera vuelta fue una primaria entre nuestros candidatos y por lo tanto el mundo de centroizquierda tendrá un candidato único para la segunda vuelta. Para lo que un diálogo y algún tipo de acuerdo con Beatriz Sánchez, Carolina Goic y ME-O es indispensable. Y tercero, está el antipiñerismo que más que un factor político y/o electoral aparece como una “resistencia sociológica” de la sociedad chilena a lo que él significa: esto es el predominio absoluto de los poderosos en todos los ámbitos, la fusión de dinero y política, el abuso de los poderosos; una sociedad extremadamente individualista, más bien egoísta, y finalmente un estilo falso y manipulador, todo lo contrario de los atributos de Alejandro Guillier.


Guillier da confianza para enfrentar los abusos que cotidianamente vive la gente. Él debiera convocar a un Gran Acuerdo Nacional contra la corrupción, más extendida de lo normalmente aceptado, en distintos ámbitos y que puede poner en jaque tanto a la democracia como al desarrollo.


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Published on November 20, 2017 04:15

Una nueva elección

Si me atengo a los hechos, la segunda vuelta va a ser una nueva elección entre dos perdedores, donde lo más importante no son sus nombres. Ni Piñera ni Guillier obtuvieron los votos que los datos hacían esperar. Pero eso no los iguala. Sebastián Piñera tiene menos espacio teórico para crecer, en cambio el “no piñerismo” suma más. Por eso son explicables las complicaciones del comando de Piñera que gozaba de ese cálido sentimiento de certeza en el triunfo, la euforia del Frente Amplio, y que el comando de Guillier, hasta ayer con síndrome de derrota, hoy se vea retonificado.


El Poder Legislativo ha experimentado además una reorganización significativa. El Frente Amplio tuvo más votos y parlamentarios electos de los que ellos mismos esperaron y se transformó en una nueva fuerza orgánica en la realidad nacional. Otra izquierda interpela por primera vez en decenios a esa izquierda que tradicionalmente era frontera final en el arco político. La derecha más dura y nostálgica demostró también en la votación de José Antonio Kast, tener un número respetable de adherentes. Sorpresivamente superó a Goic y ME-O. Sin embargo, parece ser algo distinto a la UDI, cuyos resultados senatoriales fueron malos; anuncia algo que también nace, aunque por ahora tenga más candidato que organización. Aunque apoyen a Piñera, están naciendo dos nuevas derechas, la de Kast por su flanco conservador y Evopoli por su flanco liberal.


La segunda vuelta será otra elección, absolutamente distinta y quien gane tendrá una difícil tarea. Más aun cuando salen fortalecidas opciones radicales de derecha e izquierda. Piñera debe ganar los votos de Kast y de un centro político desamparado, Guillier debe ganar los votos de Beatriz Sánchez. La DC tiene poco que negociar. Será un mes de miedo. La segunda vuelta se ha convertido en una elección de resultado incierto.


Pero más allá, el próximo gobierno será difícil sea quién sea el que gane. Nadie tendrá mayoría en el Parlamento. Entre senadores y diputados elegidos hay además nombres inesperados cuya conducta, perfiles y disciplinas partidarias son una incógnita. Pero, por sobre todo, esta elección parece anunciar el inicio de un nuevo cuadro político en el país. Nuevos liderazgos se aprontan en el Parlamento y el país. Quizás esto no esté aún presente con sus novedades en los nombres de la segunda vuelta, pero ya son capaces de determinarla.


Hay sin embargo una inquietud que me obsesiona en medio del aquelarre. Está todo dado para que la segunda vuelta se transforme en una negociación entre burocracias partidarias aspirantes a llegar o permanecer en el aparato público, transformadas en propietarias privadas de esos votos ciudadanos que las sentaron en la mesa de negociaciones. Eso puede resolver la segunda vuelta, pero no así la gobernabilidad posterior de Chile que se anuncia compleja.


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Published on November 20, 2017 04:14

Frente Amplio: lo lograron

Beatriz Sánchez nos tapó la boca. El Frente Amplio nos tapó la boca. Primero, dejaron en silencio a las empresas encuestadoras que pronosticaban un delicuescente porvenir para la candidatura presidencial de Sánchez y para muchos de los candidatos del conglomerado. Y no fue así. Luego fue el turno de callarnos a nosotros  -periodistas, comentaristas- que confiamos en esos datos técnicos elaborados por expertos como si realmente reflejaran la realidad como un cuerpo que se enfrenta a un espejo. Y no lo hacían. Las encuestadoras prometían una herramienta para describir los acontecimientos y lo que entregaban era un martillo para machacarlos. La elección presidencial y parlamentaria de ayer demostró que el Frente Amplio era mucho más fuerte de lo que pensábamos, que su desempeño estaba mucho mejor evaluado por la ciudadanía de lo que creíamos y que su candidata tenía una fortaleza que en ciertas zonas fue superior al candidato Guillier. ¿Podría haber pasado a segunda vuelta de haber sido otro el escenario, uno menos hostil? Yo creo que sí.


Hoy, lunes 20 de noviembre, el Frente Amplio es muy distinto al conglomerado que era ayer. Ya no son más los novatos de la izquierda, ni los egresados recientes de un campus universitario que los resguardaba del rigor de la política en mayúscula. Ya no se pueden permitir los tropezones de una adolescencia repentina que los tironea entre un maximalismo rabioso y la ansiedad indolente del niñato que lo quiere todo sin hacerse responsable de nada. Ahora la ciudadanía a la que apelaron con tanto ahínco les hizo un guiño, les envió un mensaje: confiamos en su diagnóstico y también en sus propuestas. El electorado parece haberles perdonado las debilidades demostradas durante los conflictos internos, la obsesión por exhibirse en las redes sociales, los arrebatos de moralina escolar, el bochornoso paso por el Mineduc y el fracaso de la Municipalidad de Providencia. ¿Por qué? Tal vez porque a pesar de todos esos defectos, de esa identidad patchwork hecha de tantos núcleos, partidos y movimientos que a veces parecen ser agrupaciones de disgustados más que conglomerados políticos, está la idea de un futuro posible. Algo que se está gestando en contraposición a un algo que se está muriendo, encarnado por la Nueva Mayoría y más nítidamente por la Democracia Cristiana. Es cierto que la seguridad puede ser un valor atractivo, pero cuando se hace absoluto se acerca demasiado a la muerte. ¿Y quién querría votar por un muerto?


Así pueden interpretarse las cifras alcanzadas por Beatriz Sánchez y por los 21 diputados electos hasta ahora (según los datos que tengo a mano mientras escribo esta columna). El Frente Amplio ha logrado hacer una conexión que creíamos que no se produciría. Había razones más allá de las encuestas para pensar así. Basta pensar en el magro resultado que obtuvieron en las primarias y las polémicas absurdas que salpicaron a sus principales líderes. Pero la campaña hizo contacto con las personas, incluso con aquellos que viven más allá de los límites de las comunas más ricas de Santiago con las que se les suele identificar. Ese desafío lo alcanzaron ayer. A partir de esta semana ya no serán mirados del mismo modo   -ni por sus contrincantes ni por sus adherentes-, y lo que decidan hacer de cara a la segunda vuelta no sólo marcará el futuro de ellos, del Frente Amplio. También determinará en futuro de la izquierda chilena y el del país.


Hicieron historia, deben estar a la altura de ese logro.


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Published on November 20, 2017 04:02

Guillier de rehén

Un desenlace presidencial que vino a sepultar las proyecciones de las encuestas y nos dejó a los analistas políticos marcando ocupado. Con Sebastián Piñera alcanzando apenas un 36,6% -lejos de las expectativas más modestas-, Alejandro Guillier quedando en un pobre 22,7% y Beatriz Sánchez convertida en la gran sorpresa de la jornada, con un 20,3%. Así, los únicos que anoche tuvieron buenas razones para celebrar fueron el Frente Amplio y su candidata presidencial, que rompieron todas las apuestas y pasaron a convertirse en la expectante tercera fuerza del sistema político.


Desde ayer, Beatriz Sánchez y su coalición no sólo exhiben un resultado presidencial casi equivalente al del oficialismo, sino también un aumento muy significativo en su bancada parlamentaria. Esta situación los deja, en lo inmediato, con la llave de la segunda vuelta en sus manos, como el factor principal para facilitar o impedir el eventual triunfo de Alejandro Guillier en la instancia final. En efecto, la posibilidad de generar convergencia y la capacidad de seducción del electorado del Frente Amplio serán la clave del balotaje, realidad que se ve reforzada además con la debacle presidencial y parlamentaria sufrida por la DC.


Carolina Goic y su partido fueron los grandes derrotados el día de ayer; una candidata que no superó el 6% y una colectividad que vivió una verdadera sangría parlamentaria. Resultados que ahora dejan a la Falange a la deriva y a Alejandro Guillier, obligado a girar completamente en dirección del Frente Amplio. En los hechos, dado que no es posible moverse hacia el centro y hacia la izquierda de manera simultánea, la única opción electoral viable será tender hacia la candidatura que ayer obtuvo más de 20 puntos y no privilegiar concesiones a la que no sobrepasó los seis.


Con todo, no será fácil para el candidato oficialista sumar a los electores de un proyecto político que ha sido tremendamente crítico con la gestión y la oferta política de la Nueva Mayoría. Las entregas programáticas que será necesario efectuar para buscar respaldos sustantivos no serán menores, y ni siquiera ellas aseguran los niveles de apoyo requeridos para que Guillier pueda doblegar a Sebastián Piñera en segunda vuelta. El candidato del oficialismo quedó a 14 puntos del ex presidente, y con seguridad a este último le será más fácil acceder a los votantes de José Antonio Kast, de lo que al primero a los electores ubicados a su izquierda.


En síntesis, geometría y aritmética variable que desde anoche se ha puesto en movimiento para intentar sumar votos a los dos candidatos que quedaron en competencia. Sebastián Piñera sufrió un fuerte golpe a las expectativas que su sector había ido alimentando al calor de las encuestas. Y Alejandro Guillier quedó a merced y de rehén de una candidatura presidencial que obtuvo un caudal de votos similar al suyo, y del cual requiere no perder ninguno.


Al final de una jornada electoral sin duda imprevista en sus principales resultados, fueron sin embargo confirmadas dos macrotendencias visibles hace ya bastante tiempo. La primera, la insoslayable polarización del sistema político, marcada entre otras cosas por la irrupción de una fuerza política que amenaza la continuidad de la centroizquierda como bloque hegemónico. Y, como secuela de aquello, la aparentemente definitiva destrucción del eje histórico conformado por la DC y la izquierda moderada; una tendencia estructural en cuyo desarrollo el martirio falangista de ayer marcará un antes y un después.


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Published on November 20, 2017 04:01

El Parlamento multicolor

A primera vista, pareciera que el único hecho político en la elección parlamentaria es la irrupción del Frente Amplio con 21 diputados y un senador. Pero el verdadero cambio político de esta elección es un Parlamento multicolor, con ninguna fuerza o coalición con mayoría suficiente para dominar el Congreso, independiente de quién gane la segunda vuelta. Tampoco se ve fácil la existencia de una megabancada de todos los antipiñera, pues las agendas del Frente Amplio y lo que quedó de la Nueva Mayoría son completamente distintas. El trabajo de la Segpres será, sin duda, el más difícil del futuro gobierno.


El cambio de sistema electoral redibujó el Parlamento que conocíamos. En primer lugar, aumentó sustancialmente la presencia de mujeres en ambas cámaras del Congreso. El impulso generado por la ley de cuotas demostró que era necesario. Eso obligará a cambios en la correlación de géneros de los propios partidos, donde las listas siempre las armaron negociadores hombres al calor de la noche en conversaciones de confianza.


Tampoco esa sobrevalorada renovación de la política en materia de edad se produjo. Políticos veteranos como José Miguel Insulza o Tomás Hirsch desafiaron todos los presagios posibles y entraron al Parlamento con altas votaciones. Lo que fueron apuestas muy arriesgadas que significaban cambios en los ejes de poder dentro de sus coaliciones, como la de Álvaro Elizalde en el Maule o Felipe Kast en La Araucanía, funcionaron.


El Parlamento que viene no se corrió a la izquierda, como algunos quieren ver. El sistema proporcional, muy a pesar de ella, favoreció a la derecha, que quedó a muy pocos votos de tener mayoría en la Cámara y, además de ello, logró que la Nueva Mayoría perdiera la supremacía en el Senado, pese a sus dos doblajes del sistema anterior. Venciendo a sus outsiders en la Quinta y en la Novena Región, la derecha logró ganar y, además, de ello se suma la victoria en el Maule, donde Velasco no constituyó amenaza alguna. Esa lectura no será tan fácil de ver en esta borrachera por el triunfo del Frente Amplio.


Quien pagó los mayores costos del nuevo sistema fue la DC. Demostró que no es capaz de ser una fuerza autónoma y la apuesta de su grupo más refractario a la Nueva Mayoría salió completamente derrotada en esta contienda. Distrito por distrito debieron ver cómo sus votantes simplemente se esfumaron. Sus críticas a la coalición solo le dieron más votos a la derecha y su bancada de 13 diputados los coloca en una difícil posición para negociar presidencias de comisiones claves.


El poder que podían constituir en el Congreso los democratacristianos se diluyó por completo. No solo en cantidades, sino por pérdidas significativas. Parlamentarios claves en la historia del Congreso, como Andrés Zaldívar, Aldo Cornejo o Ignacio Walker, estarán fuera de este Parlamento que viene. Pero sigue siendo un partido que puede jugar un rol como dique de contención a la evidente pretensión por el centro que hará Piñera. No les queda más que comerse el orgullo y apostar a la elección presidencial con Guillier.


Pero el hecho político más importante es que el cambio de sistema electoral, una de las más profundas reformas de este gobierno, demostró ser absolutamente necesario. El Parlamento refleja mucho mejor ahora la diversidad de la sociedad chilena, y serán las fuerzas que allí están las que tendrán que demostrar responsabilidad política. Quizá ese sea el momento para empezar a recuperar el prestigio de nuestro alicaído Congreso.


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Published on November 20, 2017 04:00

Pedro Cayuqueo's Blog

Pedro Cayuqueo
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