Pedro Cayuqueo's Blog, page 33
November 27, 2017
Un número de fe
Catedrales de sonido cristalino se elevan y el público permanece en silencio, expectante, testigo humilde y sigiloso de la construcción en tiempo real de unos paisajes que remiten a la contemplación. Sigur Rós, el trío islandés de post rock, debuta en Santiago y el Movistar Arena casi repleto sigue atento sus movimientos el pasado viernes por la noche. No hay saludos ni frases de buena crianza, solo sonido a tope por parte de una banda empecinada en copar cada rincón con decibeles, retroalimentación y un sobrecogedor espectáculo visual.
Hay 15 temas en el set list y un decorado consistente en unas barras que instalan un punto de fuga, evocativo de los montajes de Radiohead y Nine Inch Nails la década pasada. En Sigur Rós el escenario tiene un rol clave. Las imágenes en la pantalla gigante y la perfecta sincronía de las luces con cada tema contribuyen en todo momento a crear el ambiente necesario para cada pieza con ambición de edificación destinada a la liturgia. El sonido que emana de “Jónsi” en guitarra y voz, “Goggi” en bajo y Orri Páll Dýrason a cargo de la batería, los tres desdoblados además en sintetizadores, es sencillamente notable. Increíble que solo tres músicos sean capaces de montar tamaño ruido con oficio ceremonial desde una perspectiva rock.
La guitarra crece exponencialmente porque en gran parte del concierto es ejecutada con un arco y volumen al máximo. En algunos pasajes el bajo replica el efecto mediante E bow, una cápsula que al ser aplicada a las cuerdas crea un voluminoso efecto de retroalimentación. La batería aplica patrones atípicos generalmente basada en fraseos organizados sobre los toms, desechando las métricas regulares. La voz de “Jónsi” es un tono cristalino y agudo con reminiscencias corales que hilvana en una jerigonza indescifrable. Aquí no hay espacio para los coros ni la complicidad. Es absolutamente imposible tararear una composición de Sigur Rós.
Todo aquello que maravilla e impresiona durante los primeros minutos de espectáculo -el sonido portentoso, las imágenes y juegos de luces conjugados para hilvanar paisajes desoladores y fantásticos consonantes a la música-, pronto se torna repetitivo, carente de giros, finalmente predecible. Las formas se imponen a un fondo anémico y chato. El trío islandés agota pronto porque sus recursos argumentativos se revelan de inmediato sin guardar mayores sorpresas. Después de un rato ya sabes que la construcción melódica solo depende de la voz, que la guitarra alternará entre la languidez y el estallido a través del arco sobre las cuerdas, y líneas de bajo pastoso con escasos dibujos. Irremediablemente las introducciones dependen de escasas notas de piano y un mullido colchón sonoro emanado desde la guitarra.
Sigur Rós encanta a sus seguidores como el feligrés de una iglesia se siente cobijado bajo el reducto de su credo. Para los que no profesan encanto por la reiteración como recurso artístico es un culto como todos, mecánico y carente de significado.
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Patrimonio cultural inmaterial de Chile
Como todos los años en esta fecha, a lo largo y ancho del territorio, cerca de 300.000 inscritos acudirán a rendir la PSU. Este es un paso crucial para la compleja operación mediante la cual se selecciona a quienes ocuparán las 105.581 vacantes ofrecidas por las 39 universidades que conforman actualmente el Sistema Único de Admisión (SUA). El procedimiento de asignación de postulantes a carreras que utilizamos, corresponde a un algoritmo de asignación estable por el cual obtuvieron el premio Nobel de Economía 2012 Lloyd Shapley y Alvin Roth. Es muy notable que la Universidad de Chile introdujera esta herramienta en la selección universitaria a comienzo de los años 70, muy poco tiempo después de su primera comunicación científica. Gracias a ello contamos con un proceso eficiente, que permite postular hasta a 10 programas académicos del conjunto de universidades del SUA, en un solo acto y ser asignado en su mejor opción. Buena ciencia aplicada. La misma que hoy se utiliza en el nuevo sistema de admisión escolar.
La PSU se rendirá este año en 8.516 salas de 618 colegios distribuidos desde Putre a Puerto Williams, incluyendo islas y localidades aisladas. A esto se agregan 11 salas del Sename y 99 salas en cárceles. Este año 452 postulantes en situación de discapacidad rendirán la PSU con ajustes individuales acordes a sus necesidades. Evidentemente podemos también enorgullecernos de este excelente despliegue de capacidades organizativas y logísticas.
Para la aplicación de la PSU se contrata a 25.000 personas, que asumen importantes responsabilidades distribuidas según el detalle anterior. ¿Cuánto mérito podríamos como DEMRE reclamar para nosotros, por el correcto desempeño de este enorme contingente de personas? La verdad es que, al igual que en las votaciones nacionales, el ejemplar resultado se debe a que todo Chile quiere que así sea y se compromete en ello. Nunca en Chile hemos sospechado que se adulteren los votos o que a los hijos de personas influyentes les muestren antes la prueba o le aumenten los puntajes. Hay aquí un valor profundo y arraigado en el alma nacional. Algo que es parte de nuestra identidad común. Algo que aporta un rasgo distintivo positivo para responder a la difícil y perturbadora pregunta: ¿que significa hoy ser chileno?
Todos hemos sentido esa emoción cuando acudimos a votar. Y es la misma que se palpa, a pesar del estrés, cuando se rinde la PSU. Hoy que discutimos cambios al sistema de acceso a la educación superior, que desarrollamos nuevos instrumentos, que nos esforzamos por superar inequidades y corregir limitaciones de la PSU, es bueno tener conciencia del cuidado con el cual debemos actuar. Se trata de un patrimonio cultural que nos pertenece a todos, cultivado por generaciones a lo largo de la historia. Merece reconocimiento y celebración.
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Los chilenos ya saben todo eso
Los chilenos ya saben que Sebastián Piñera está por lejos más preparado para gobernar que el candidato continuador del progresismo. También ya saben que el gobierno de la Nueva Mayoría y sus reformas fueron un fracaso absoluto. Los resultados del domingo demuestran que muchos de esos chilenos, que ya saben todo eso, se quedaron en la casa, algunos votaron por Goic y otros por Sánchez. ¿Acaso están votando (o absteniéndose) en contra de lo racionalmente esperable? No, simplemente aún se requiere convocarlos con mayor fuerza por la vía de ofrecer un horizonte compartido, más allá de la racionalidad que ofrece la expectativa de un bueno gobierno. Ese desafío constituye a la vez la gran oportunidad de ChileVamos de cara a la segunda vuelta.
Es cierto, el gobierno del ex presidente fue – de acuerdo a todos los indicadores convencionales – el mejor desde el retorno a la democracia. Pero la convocatoria a esta segunda vuelta debe hilar más fino en ofrecer un imaginario compartido o un gran relato que brinde a los ciudadanos la construcción de un futuro para todos. Perdone el lector lo majadero, es que los chilenos ya saben todo eso!!!
La clave de la victoria en la segunda vuelta es contarle a los chilenos las razones de por qué una victoria de la centroderecha, en unas semanas más, representará mejor sus anhelos, sueños y también sus demandas concretas, en aquellos temas donde el progresismo no tiene respuestas: empleo, seguridad y oportunidades para esa nueva clase media atrapada bajo una especie de efecto tenaza, entre estatismo para algunos y privilegios para los más ricos. En ellos hay que enfocarse en esta campaña.
Los electores se mueven por afectos y emociones. Esta segunda vuelta es una nueva etapa. La candidatura del ex Presidente tiene mejores y más sólidas ideas. Con ese piso, la centroderecha debe invitar a los chilenos a mirar hacia el futuro, articulando un discurso que defina qué son los “Tiempos Mejores”, tanto en los primeros 100 días de gobierno como en la próxima década o incluso más allá. Qué significan los “Tiempos Mejores” para aquellos chilenos de esa nueva clase media, para los adultos mayores, para quienes viven en zonas extremas, en la Araucanía, para las mujeres, para miles de niños abandonados por el Sename y a la deriva por la desidia e incompetencia del Estado.
Además de tener mejores ideas, la campaña de la centroderecha cuenta con otra ventaja enorme. Y es que las cuentas alegres de algunos en el progresismo están inspiradas en una falacia de fondo: siguen pensando en la política transicional. No entienden que una parte importante de esas adhesiones de primera vuelta han caducado para la segunda vuelta, y hay que volver a movilizarlas con las nuevas opciones disponibles. Ahí están los chilenos que se quedaron en la casa, electores de centro que optaron por Goic y aquellos que votaron por Sánchez por una nueva política pero que no se identifican ideológicamente con el Frente Amplio. Creemos que esos electores pueden ser receptivos a un mensaje de futuro.
La centroderecha tiene la segunda vuelta al alcance de la mano. Pero no basta con mirar a través del espejo retrovisor un pasado que fue mejor que el actual. La centroderecha se impondrá al continuismo de la Nueva Mayoría conectándose con esos chilenos por la vía de trazar en el futuro un mejor horizonte, compartido, que invite a soñar.
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“Más parlamentarios no implicará más gastos”: mentira inaceptable
El gobierno celebró con bombos y platillos la aprobación de la ley que implicaba el fin del sistema binominal para elegir a los parlamentarios, y la creación de un sistema proporcional que implicaría el aumento de 120 diputados a 155, y de 38 senadores a 50.
Sin entrar en los problemas graves que se pudieron observar tras la elección del pasado 19 de noviembre, como los mega-distritos, o que asumirán parlamentarios que obtuvieron menos del 2% de los votos. Es necesario destacar un aspecto fundamental que ya está siendo polémico.
El gobierno señaló en 2015 que el aumento de parlamentarios antes mencionados no implicaría un aumento de gastos, a pesar de lo que nos dice la lógica. En esa oportunidad el ex Ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo y el entonces vocero de Gobierno y hoy Presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde, fueron enfáticos en lo anterior y en que la ciudadanía no debía preocuparse ya que los recursos saldrían del mismo poder legislativo.
Hoy vemos un conflicto entre los diputados y los senadores: unos dicen que no han hecho los esfuerzos necesarios y otros indican que no les alcanzarán los recursos y que efectivamente se necesitarán más fondos, tal como la oposición en ese momento lo señaló.
El gobierno prefirió hacer oídos sordos a la prensa y a la oposición y reiteró en diversas ocasiones que no aumentaría el gasto parlamentario. Lamentablemente, otra cosa es con guitarra y ahora que debe prepararse el cambio de legislatura, no saben qué hacer y el lobby de los parlamentarios, probablemente hará que se aumenten los recursos.
Acá hay una doble mentira inaceptable: la primera es del gobierno cuando avanzó como caballo de feria con una reforma que demostró tener serios problemas de diseño y planificación; la segunda es de los parlamentarios incluso de sectores de ChileVamos que fueron cómplices de una reforma mal hecha, donde al parecer el remedio resultó ser peor que la enfermedad.
Ya es discutible que Chile necesite tantos parlamentarios. Es obvio que hay un desprestigio de la clase política y de los senadores y diputados. Por lo mismo hay que ser doblemente cuidadosos, por el bien de la democracia chilena y una adecuada administración de los siempre escasos recursos públicos.
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Laguna de Aculeo: situación actual y soluciones
La laguna de Aculeo es uno de los pocos cuerpos de agua superficiales de la zona central de Chile. Como toda laguna natural, este cuerpo de agua, formado hace miles de años, no solo es nicho de centenares de especies de aves que anidan en la zona, y otras que la utilizan como punto de descanso en sus rutas migratorias, sino que también posee suelos muy fértiles (como todo valle lacustre), lo cual hace posible una intensa actividad agrícola. Además, debido a su cercanía a la capital, la laguna es un importante centro turístico en la Región Metropolitana. Gracias a la presencia de este hermoso lugar, miles de familias se benefician de las aguas de su acuífero.
Pese a lo anterior, durante la última década se ha observado una disminución en las precipitaciones, esto debido a una combinación entre ciclos oceánicos que generan mega-sequías, cambio climático y un cada vez menor “efecto lago” (o generación de un microclima más húmedo que sus alrededores). Paralelamente, durante la última década la mega-agricultura y la urbanización, principales demandantes de agua en la cuenca, se han salido de control y, lo que es peor, no se ha tomado en cuenta el agua en la planeación territorial, lo que se traduce en un indiscriminado bombeo del acuífero. El acuífero de la cuenca de Aculeo se caracteriza por sus pequeñas dimensiones y su conexión directa con la laguna, es decir que ambos forman una sola unidad hidrológica, y por ende, bombear desde una noria es lo mismo que bombear desde las aguas de la laguna; norias y las aguas de la laguna se encuentran siempre al mismo nivel estático.
Actualmente, la situación es tan crítica que la laguna cuenta con una profundidad máxima de alrededor de un metro, lo cual ha disminuido tremendamente el área de su espejo de agua. Este descenso de más de 7 metros permite que la luz alcance el fangoso fondo, fértil y rico en nutrientes, pero también el origen de la reciente “eutroficación” (presencia de microorganismos y algas que consumen y disminuyen el oxígeno en el agua, matando repentinamente los peces de mayor tamaño). Las pocas aves que se observan, se refugian en la única isla que queda, la cual desaparecerá este verano (es muy probable que en marzo ya no exista laguna).
Sin embargo, el daño provocado por la escasez hídrica no es sólo ecológico; la disminución del acuífero también ha perjudicado a miles de familias y al comercio en todos los rubros dentro de la cuenca, pues la actividad turística es casi nula y el valor de la propiedad sigue disminuyendo. El nivel del acuífero (y de la laguna) ha bajado a tal punto que la mayoría de las norias que utilizaban campesinos de escasos recursos se secaron hace ya muchos años, y sólo los grandes agricultores y condominios han podido costear la construcción de pozos profundos, lo cual se traduce en el bombeo de agua fósil, que en principio no debería tocarse; en otras palabras, este bombeo no pretende cesar hasta que extinga todo vestigio de agua subterránea en la cuenca. Similarmente, los afluentes se han desviado y en su mayoría no llegan a la laguna, como lo hacían históricamente. Así, hace unos años se creó el servicio de agua potable en el valle (que también se abastece del acuífero), y ahora los locales deben pagar por su agua, mientras los grandes consumidores la obtienen gratuitamente desde acuíferos profundos.
El error de planeación en Aculeo se cometió sin malas intenciones. De hecho, esto ha estado ocurriendo en todo Chile, y también en muchas partes del mundo. Es así como en el exterior se han tomado medidas y tenemos, por ejemplo, el caso de Arizona e Israel, líderes mundiales en la gestión del agua. La experiencia internacional nos enseña que el problema de Aculeo tiene solución, y para lograr dicho objetivo es necesario estudiar la hidrología de la cuenca, caracterizar el consumo de agua y considerar proyecciones de cambio climático, para así determinar cuánta agua se necesita importar anualmente y, posteriormente, evaluar fuentes de abastecimiento. Por otro lado, una buena gestión del agua implica la creación de mesas de trabajo, en donde todos los actores o grupos de usuarios se sientan a proponer acciones voluntarias, con el fin de que todos se beneficien. Por último, es urgente cambiar la cultura del agua de la cuenca, con el fin de disminuir el consumo mediante prácticas como almacenar las aguas lluvia, desviar las aguas grises hacia el jardín, eficiencia en el riego (uso de geles, riego tecnificado, etc.), darse duchas cortas, etc. Un importante cambio cultural debe reflejarse además en una transformación del paisaje residencial, el cual se basa en la eliminación del césped (uno de los grandes enemigos de la cuenca, junto con la mega-agricultura), y el uso de especies de bajo consumo.
La cuenca de Aculeo es sólo un caso más de conflictos por el agua en Chile. Sin embargo, también representa la oportunidad de demostrar que si se puede revertir el problema, si se actúa apropiadamente.
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November 25, 2017
¿Qué (nos) pasó?
Lo primero que corresponde es admitir que estuvimos profundamente equivocados. Tal como ya han reconocido algunos -pero no todos lo suficiente- los medios de comunicación, incluidos los periodistas, sus columnistas y otros comentaristas de la plaza, leímos mal e interpretamos peor los signos y síntomas de la realidad social; corroborando una vez más la diferencia que existe entre la opinión pública y la opinión publicada. Lo más fácil sería responsabilizar a las encuestas. El fallo generalizado de casi todos los sondeos de opinión pudo haber contribuido a generar un diagnóstico equivocado, al que nos plegamos sin mucho sentido crítico, dejándonos llevar por una corriente que nos hizo naufragar de manera vergonzosa, cuando no humillante. Pero ya que no soy muy amigo de las teorías de conspiración y considerando que el error de las encuestas fue políticamente transversal, afectando no solo a las financiadas por importantes grupos económicos, me interesa explorar la razón por la cual en casi todos los resultados se subestimó la votación de Beatriz Sánchez y se exageró el potencial electoral de Sebastián Piñera.
Con la cautela propia de quienes no estamos para grandes sentencias o veredictos, tengo la intuición de que lo ocurrido con la mala interpretación del “voto probable” se emparenta a otro convencimiento que también deberíamos poner en cuestión: la supuesta mayoritaria adhesión ciudadana, especialmente de la clase media, hacia las bondades de un modelo de desarrollo o -como lo llama un viejo y admirado profesor- al proceso de modernización capitalista.
Fue ese convencimiento, el que alimentado por muchas encuestas y otros estudios, sumado al significativo rechazo registrado por este gobierno en la aplicación de sus principales reformas, apresuradamente nos llevó a subestimar el malestar ciudadano que tendimos a minimizar, cuando no ningunear. Por el contrario, y quizás amparados en los evidentes progresos de la sociedad chilena, confundimos la activa participación y los correspondientes logros de las personas y familias bajo un esquema de movilidad y consumo, con una suerte de conformidad; palabra que a ratos está más cerca de la resignación que de la felicidad.
Y así como se acusó en su momento a la izquierda de haber exagerado el malestar e indignación ciudadanas, distorsionando un diagnóstico sobre nuestra sociedad, los resultados electorales del domingo también podrían desnudar a una derecha que subestima las fragilidades y angustias que padecen las personas, lo que sumado a su eterna incapacidad para leer el sentido subjetivo de la política la llevó a creer que para hacerse del triunfo le bastaba con proclamar nuestra criolla y provinciana versión de El fin de la Historia.
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Los que deciden
Los que han visto la película La caída del Halcón Negro, recordarán las escenas en que los soldados norteamericanos iban anotándose una victoria hasta que los somalíes les derribaron el primer helicóptero, momento en que el general a cargo de la operación solo atinó a musitar “perdimos la iniciativa”. Un diagnóstico similar debe haberse impuesto en el comando de Sebastián Piñera la tarde del domingo pasado, porque si bien logró la primera mayoría con cierto margen, no es lo que esperaban ni se condijo con las expectativas que habían creado. Acaso por errores propios.
En efecto, la suma de los votos de Piñera y de José Antonio Kast (44,6%), que en teoría son prometedores para la segunda vuelta -de hecho no difieren tanto de los que mostraban las encuestas-, no son tanto en su composición: apenas un 36,6% para el expresidente. Es posible que un hecho basado en la obsesión de ganar en primera vuelta haya alterado esa composición hacia el final: la campaña del “voto útil”, que era una forma de desprecio al legítimo derecho de las personas de derecha a tener una opción y que puede haber precipitado un movimiento hacia Kast de aquellos que estaban en la duda. La generosa reacción de éste apoyando de inmediato y sin condiciones no evitó la sensación de “pérdida de la iniciativa” y las complejidades que supone, que en su momento con razón preocupó al general Garrison. Ahora Piñera ya no “la lleva” y tiene que pelear por cada voto.
¿Significa que el triunfo es de Alejandro Guillier? Por cierto que no, ya que enfrenta su propio problema: su base de izquierda, que suma 55%, está enfrentada por la hegemonía del sector. Ambas campañas tratan de retomar la iniciativa incorporando nuevos rostros a los comandos, todos los cuales estarán en “primera línea” y tendrán vocerías, y doblando la apuesta con promesas. Asimismo, avezados políticos toman control férreo de las campañas territoriales. Puras imágenes, pues los 21 días útiles que quedan para la segunda vuelta son muy pocos para hacer algo concreto que mueva la aguja electoral. Lo que decidirá la justa será si los votantes del Frente Amplio irán o no a votar por Guillier. Lo demás es música.
Los dirigentes del Frente en su fuero interno probablemente preferirían no votar por Guillier y que la Nueva Mayoría fracase para lograr la hegemonía en la izquierda. Pero es difícil que llamen a abstenerse, que es votar por Piñera, pues no tendría presentación. Más bien, es posible que no pongan entusiasmo en lo contrario. Por consiguiente, aquí decide el votante de a pie del Frente Amplio. Particularmente, cuando la gente hoy toma sus propias decisiones. No hay duda de que muchos irán a votar por Guillier, pero, ¿habrá un porcentaje suficiente, tan ideologizado en su bronca contra la Nueva Mayoría que decida no ir a votar y cederle el paso a Piñera?
Imposible anticiparlo. Eso lo que vamos a averiguar el 17 de diciembre y que marcará el futuro del país por mucho tiempo.
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Una nueva etapa
En el balotaje que viene con muy alta probabilidad ganará Piñera por un confortable margen; en mi opinión, 53% a 54%. Las explicaciones de esta cifra son latas para una columna. Esencialmente, el error de la izquierda es seguir con la lógica del Sí y el No, pensando que puede sumar lo insumable. Como ellos dicen, Chile cambió, pero lo dicen como simple retórica porque actúan de otra manera. El error de Bachelet es creer que el 23% que sacó su seguidor, así recibido en La Moneda, es un triunfo para ella. Al contrario, es un enorme fracaso de su gobierno y las reformas mal hechas; la polarización, la caída económica, etc.
Chile Vamos logró un importante triunfo parlamentario, que aunque no es mayoría permitirá razonablemente hacer las leyes, pero con una salvedad: habrá una manipulación extrema de las minorías, que es el peor de todos los escenarios ya que distorsionan severamente la calidad de las políticas públicas. El nuevo sistema electoral es aún peor que el binominal y tenemos demasiados parlamentarios con votaciones mucho menores que otros no elegidos. Nuevamente una promesa demagógica que termina peor que donde se parte. Transantiago síndrome. Aquí no caben los independientes ni los partidos chicos en forma independiente.
Los muchachos del Frente Amplio se ponen rápidamente de acuerdo para ir contra cosas, con eslóganes como bandera, pero les será muy difícil ponerse de acuerdo en cosas concretas, en el hacer y construir. Le pasó a la Nueva Mayoría con siete partidos, que finalmente se destruyó, y además ejerciendo el poder. Solo imagínense 13 micro movimientos y partidos esencialmente caudillistas, sin experiencia, con poco conocimiento y sueños grandilocuentes. Sea como sea, son los grandes ganadores de esta elección y es parte de la realidad nacional. Ojalá sean capaces de hacer política con un dejo de sabiduría, con respeto y tolerancia.
Esa nueva realidad señala que ese 20% que alguna vez votó por ME-O, que después se dividió entre éste y Parisi, hoy ha logrado una significativa representación en el Congreso y eso significa que llegaron para quedarse. Este nuevo poder legislativo y estudiantil cree en la magia de los deseos y, por cierto, en un nuevo tipo de ser humano (como se creen ellos mismos), no en el ser humano como es. Las religiones, con el apoyo de sus dioses, vienen intentando hacer ese cambio del ser humano pecador a uno mejor por milenios y los resultados son muy limitados.
Como los muchachos no tiene experiencia, sus líderes acaban de salir de la universidad y jamás han ejercido en la vida real, creen que es cosa de querer para poder en la escala nacional: educación gratuita y de calidad ya, salud gratuita y de calidad ya, pensiones mayores sin más ahorro, crecimiento económico fácil basado en el Estado, etc. Bachelet prometió lo mismo y no fue capaz.
El ideal es la combinación del empuje con nuevas ideas del futuro, con la sabiduría y la experiencia de los viejos. Pero esta parte de la juventud generalmente desprecia a los viejos y la experiencia, y con las gotas de conocimiento que tienen dictan cátedra sobre la realidad, que ni entienden ni conocen. Por eso cuando llegan a gobernar los costos sociales son enormes y se queda peor que cuando se parte.
Lo que el país requiere, en mi opinión, es respeto y tolerancia republicana. Se requiere discutir ideas en profundidad y no seguir a punta de eslóganes. En ese contexto, basta ya de la lógica del Sí y el No; es tiempo de mirar al futuro en unidad. En esta etapa, claramente Piñera es el mejor capitán, con su propia sombra como la de todos nosotros, pero con grandes luces.
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Crisis de identidad
El hecho no tiene precedentes: un gobierno y una presidenta de la República que no logran ocultar su alegría ante la debacle electoral de su coalición y el enorme avance de un bloque opositor. En rigor, ese ha sido el estado de ánimo que desde hace una semana irradia La Moneda: una visible satisfacción por el resultado obtenido por el Frente Amplio y su candidatura presidencial, presentándolos incluso como un “triunfo” de Michelle Bachelet.
La Nueva Mayoría sufrió una derrota histórica, consecuencia inevitable de una gestión de gobierno que ha exhibido los niveles más altos de desaprobación desde el retorno a la democracia. Sin ir más lejos, en la contienda presidencial Alejandro Guillier y Carolina Goic -los candidatos que encarnaron la continuidad- no sumaron siquiera el 29% obtenido por Eduardo Frei en la elección de 2009. En el ámbito parlamentario el fracaso no fue menor: en la elección de diputados la Nueva Mayoría había obtenido en 2013 un 47,7%. Hace una semana, en cambio, la coalición de centroizquierda (incluido el pacto DC) alcanzó apenas el 34,7%, transformándose en la mayor destrucción de poder electoral del sector desde 1990. ¿Qué lógica pudo llevar entonces al gobierno y a Michelle Bachelet a congratularse de este “triunfo”? Muy simple: considerar que la votación del Frente Amplio, en la medida en que representa a un sector con vocación transformadora, puede ser considerada mecánicamente como un implícito respaldo a la actual agenda de reformas. La suma de las fuerzas “progresistas” sería en definitiva lo que alegra a La Moneda, una lectura no solo burda y oportunista de los resultados, sino que también desconoce la naturaleza del fenómeno político que encarna el bloque emergente.
Lo que el gobierno celebra como triunfo propio, es la consolidación de una fuerza que busca ocupar el espacio histórico de la centroizquierda, es decir, del bloque con el que Bachelet ha gobernado. Desde su primer respiro, los partidos y movimientos que constituyen el FA no han mostrado ninguna ambigüedad: jamás han visto a la NM como potencial aliado estratégico, sino como un adversario político al que se debe reemplazar. La fuerza emergente ha sido siempre consistente en su crítica a la agenda reformadora de Bachelet y, sobre todo, en su convicción de que el bloque gobernante junto a la centroderecha son parte del mismo “duopolio” que lleva 30 años administrando el modelo impuesto por la dictadura.
Con el resultado electoral del domingo pasado, Alejandro Guillier y la Nueva Mayoría quedaron en el peor de los mundos: forzados a seducir a un conjunto de actores que los desprecia, y que no tiene necesidad de hacer concesiones, ya que gane quien gane en diciembre serán opositores al nuevo gobierno. En caso de triunfar Guillier, la única agenda legislativamente viable será la del FA, cuyos 20 diputados se convertirán en la llave para viabilizar o hacer caer cualquier iniciativa de gobierno. Así, puede afirmarse que el proceso de “reemplazo” de la actual alianza de centroizquierda dio el domingo pasado un paso decisivo, un giro clave hacia este nuevo ciclo que, entre otras cosas, tiene como contrapartida la muerte lenta de la DC.
La confirmación de que este cambio de escenario ya se ha puesto en marcha es lo que tiene a La Moneda verdaderamente dichosa.
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La debacle
“Yo no firmé ni suscribí ningún programa”. “Tuvimos, en lo que fue la elaboración del programa, poca participación, no se discutió el programa de gobierno, nunca firmamos el programa”. La primera frase pertenece a Ignacio Walker y la segunda a Gutenberg Martínez; y ambas fueron pronunciadas en agosto de 2016 -tres años después de la campaña presidencial-, cuando el gobierno de Michelle Bachelet hacía agua por todos lados. En ellas se condensan de modo extraordinariamente nítido las causas del momento político que vive la Falange.
Si la Democracia Cristiana ha perdido todo espacio político, es precisamente porque se ha convertido en un partido sin mensaje, cuyos interminables vaivenes son imposibles de leer por la ciudadanía. Hace cuatro años la DC decidió, con plena libertad, recibir todos los beneficios de la popularidad de Michelle Bachelet, pero sin querer hacerse cargo de ninguno de los costos asociados. Por eso, apenas pudieron, negaron haberse subido al barco. ¿El programa? ¿Qué programa? Nunca lo leímos, nunca lo trabajamos ni lo firmamos. Se trata de un hecho político de la mayor gravedad, pues impide el ejercicio de la mínima responsabilidad política. A fin de cuentas, la democracia exige de sus dirigentes la capacidad de dar cuenta de sus actos, y ajustar los discursos con la acción. En este caso, la dirigencia falangista simplemente ignoró la existencia del problema, inundando el aparato público con ministros y funcionarios, sin asumir las consecuencias del ejercicio del poder. Por eso, no es raro que muchos de sus dirigentes emblemáticos hayan terminado derrotados en las elecciones del domingo, y que su representación parlamentaria se haya reducido al mínimo: ¿a quién puede convocar un partido que carece de definiciones políticas dignas de ese nombre? Así, su base electoral no deja de estrecharse, y el partido se va convirtiendo en un actor cada vez más irrelevante. Es difícil pensar, por ejemplo, que la DC puede tener en un eventual gobierno de Guillier más espacio del que ha tenido con Bachelet.
En su imprescindible libro El quiebre de la democracia en Chile, Arturo Valenzuela explica que una de las causas políticas de la ruptura de 1973 guarda relación con la excesiva ideologización del centro político, cuya función primordial es actuar de bisagra. Dicho de otro modo, al encerrarse en sí misma, la DC dificultó la interlocución política y el país entró en el callejón de los tres tercios. Puede decirse que la situación actual es exactamente inversa: al acentuar al extremo su ambigüedad política, la DC también dejó de cumplir la función de equilibrio que le corresponde a todo centro político, pues es imposible influir si se carece de identidad.
No es raro entonces que el escenario se polarice, pues el mensaje de la Falange (que tanto podría habernos dicho de los problemas actuales) se vuelve invisible. Así, parece cerrarse un ciclo: si hace más de 50 años Frei Montalva podía decir que no cambiaría una coma de su programa ni por un millón de votos, hoy sabemos que ya ni siquiera necesitan leerlo. Parafraseando al mismo Frei Montalva, han terminado en el peor de los mundos: partido chico con ideas chicas. Y nadie podrá salvarlos.
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