Pedro Cayuqueo's Blog, page 228

February 23, 2016

Ingkayaiñ taiñ zugun*

El pasado viernes tuvo lugar en Temuco una masiva marcha por la oficialización de la lengua mapuche en la región. Hablamos del “mapuzugun”, la lengua de la tierra. O “mapudungun”, dependiendo del grafemario que se utilice para escribirla. O bien del “chezugun”, dependiendo del territorio al que hagamos referencia.


Desconocido es para muchos que tanto pewenche como williche llaman a nuestra lengua de diferente manera. Donde para unos es el “habla de la tierra” para otros es el “habla de la gente”. Y no por ello son pueblos distintos, simplemente variaciones dentro de la gran familia lingüística que nos cobija a los mapuche desde el océano Pacífico al Atlántico.


Desde doscientos kilómetros al norte de la capital argentina es posible encontrar toponimia mapuche. Carhue, Chadileufu, Melincué, Leubucú, Cura Malal y Pillahuinco, todas localidades de la provincia de Buenos Aires. Y así hasta la Patagonia, por ambos lados de la cordillera. Tal fue la expansión del mapuzugun hasta el siglo XIX, la principal lengua franca del cono sur de América, lengua del comercio, de la diplomacia y también por cierto de la guerra. Consta que en la Colonia los españoles estaban casi obligados a aprenderla. Era eso o vivir desconectados.


Esta riqueza lingüística, asociada a diversas identidades territoriales, variaciones dialectales y préstamos lingüísticos del quechua, la lengua franca de los inkas, es parte de lo que La Araucanía y el país se han farreado durante décadas al menospreciar el mapuzugun y la cultura mapuche. Y con la región, nosotros mismos, sus habitantes. ¿Qué es lo primero que pregunta muchas veces el visitante extranjero? ¿Qué significa “Llaima”? ¿Qué significa “Temuco”? ¿A qué se refieren los mapuche cuando hablan del “Wallmapu”?


Este desprecio cultural, propio de otra época y de otro Chile, resulta evidente en el caso de Villarrica en la zona lacustre. Allí tanto la ciudad como el volcán y el lago, en un arranque insólito de originalidad, fueron bautizados con un mismo nombre en castellano, obviando la rica toponimia mapuche original; “Rukapillán”, el nombre del macizo. Y “Mallolafken”, el nombre del lago.


¿Y esto qué importancia podría tener?, se preguntará más de algún lector. Mucha, si en verdad valoramos y respetamos la sana convivencia intercultural. Y es que los estándares de desarrollo de un país y de una sociedad no se miden solamente por el acceso a cajeros automáticos en las calles. También por su comprensión de la diversidad cultural y lingüística como un valor a resguardar.


Esto, por suerte, de a poco va siendo comprendido por una ciudadanía mucho más educada, conectada al mundo y por tanto menos racista y prejuiciosa. También por sectores productivos regionales como el comercio y el turismo. Y es que subir el volcán “Villarrica” es una cosa; hacerlo al “Rukapillán”, la cumbre donde habita el “gran espíritu” de la cosmovisión mapuche, palabras mayores.


Lo charlábamos tiempo atrás en Lonquimay con la destacada arquitecta Cazú Zegers. “El Wallmapu es maravilloso, ¿sabías que puedes subir siete volcanes en siete días?”, me dijo mientras visitábamos el centro invernal Los Arenales administrado por la comunidad pewenche Ñanco. “No solo eso”, le respondí. “Se trata de volcanes con nombres y relatos asociados a la cosmovisión mapuche. No son volcanes cualquiera”, agregué.


Y es verdad. Volcanes, es decir, “estructuras geológicas por las que emergen magma en forma de lava, ceniza y gases provenientes del interior de la Tierra”, hay en todo el mundo. Y para el turista europeo o norteamericano, a mucho menos horas de vuelo que el sur de Chile. ¿Qué hace especial entonces al Antuco, el Llaima, el Lonquimay o el Lanin? El patrimonio cultural mapuche asociado a todos ellos, mi teoría.


¿Puede esto ser integrado a la oferta turística regional de manera respetuosa? En las expediciones al Himalaya, me cuenta otro amigo explorador, son comunes las rogativas y las ceremonias de los guías locales, los indígenas sherpas, antes y después de cada ascenso. ¿Por qué no integrar esto en cada uno de los centros invernales de la región? ¿Quién mejor que los jóvenes pewenche para ser capacitados como guías de alta montaña?


El reconocimiento del bilingüismo en la región implica además una oportunidad en otro ámbito mucho más contingente; el conflicto chileno-mapuche que nos aqueja en la zona sur.


Oficializar el mapuzugun bien puede ser una válvula de escape para la tensión política acumulada en las últimas décadas. Sabemos que más allá de los conflictos territoriales, ha sido una pésima convivencia interétnica la que nos tiene en la situación actual. Revertir esto pasa por diálogo y reencuentro regional, por firmar todos un nuevo tipo de pacto social. Uno donde Wallmapu y Araucanía sean conceptos hermanos que nos identifiquen a todos.


El mapuzugun es una hermosa lengua que no solo define en su identidad a quienes somos mapuche; también distingue a las regiones del sur de cualquier otro punto que observemos del planeta. Esta maravilla, estudiada por renombrados lingüistas y destacada por Charles Darwin ya en el siglo XIX, hoy es patrimonio de todos quienes hemos transformado este suelo en el hogar de nuestros hijos. No seamos mal agradecidos. El mapuzugun es un bello regalo de quienes caminaron antes que nosotros esta tierra.


 *Defendamos nuestra lengua.


 

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Published on February 23, 2016 04:57

February 9, 2016

Huenchumilla 2017

En 2014, cuando en una columna en La Tercera comparé a Huenchumilla con Obama, varios opinaron que exageraba. En ese entonces no lo conocía tanto. Sabía quién era pero con suerte habíamos cruzado palabra un par de veces. Lo que llamó mi atención fue su paso por la intendencia. Y como, desde el primer día, situó el conflicto sureño en su real dimensión histórica, cultural y política. Eso, hasta antes de Huenchumilla, ningún jefe regional había estado cerca de decirlo. O de siquiera vislumbrarlo.


Este interés me llevó a escribir un libro de investigación periodística sobre su figura. ¿Quién es Huenchumilla? ¿Cómo llegó a transformarse en el intendente más popular de Chile? Ambas fueron las preguntas iniciales. Largas horas charlamos para el libro. Decenas fueron los testimonios. Colaboradores, familiares y también opositores entre los más de cuarenta entrevistados.


El resultado; 294 páginas y una primera edición prácticamente agotada en librerías. También una versión pirata que lidera ranking en las cunetas, me cuentan amigos desde Santiago.


Y es que el libro no solo trata del ex intendente. Es la historia de la Araucanía. Y de un conflicto que a todos, sin distinción quiero creer, nos duele. El mismo que Huenchumilla pudo situar en la agenda nacional con inusitada destreza política y comunicacional. Hasta sus más enconados detractores le reconocen el acierto. Hoy asoma como posible candidato a La Moneda y el momento, créanme, no puede resultar más oportuno.


Es en este punto en que el paralelismo entre Huenchumilla y Obama no resulta una exageración. Como Obama en 2008 con el conflicto racial en Estados Unidos, Huenchumilla tendría en 2017 una potente tribuna para exponer una vez más la deuda existente entre el estado y los pueblos indígenas. Continuar la tarea. Insistir con la pedagogía. Seguir siendo el Pepe Grillo de una coalición ciega, sorda y muda en materia intercultural.


Chile, subrayó mil veces como intendente, debía mirarse de una vez por todas en el espejo de su identidad. En ese reflejo, apuntó Huenchumilla, encontraría la sociedad chilena parte de las respuestas para superar el conflicto. En eso estaba cuando Caval, el escándalo de corrupción política que dinamitó a la administración Bachelet, sentenció también su salida.


Caval implicó la caída de Rodrigo Peñailillo, el principal aliado del camino que Huenchumilla transitaba bajo fuego amigo y enemigo en Temuco. También el cambio de rumbo en la agenda de La Moneda, ya saben, el famoso “realismo con renuncia”. Jorge Burgos hizo de verdugo de lo que fuera sacrificable. Y el tema indígena, una vez más, lideraba aquella lista.


¿Qué ha pasado desde entonces? Fuera de juego el ex intendente y su mirada política con perspectiva histórica, la lógica de las tanquetas, las querellas y la monserga de los “fiscales con dedicación exclusiva” ha vuelto al sur del Biobío en gloria y majestad. Y la violencia, sabemos, solo acarrea mayor violencia. Prueba de ello los últimos acontecimientos en Contulmo, Alto Biobío y Lanco.


Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo, recomendó Albert Einstein a sus estudiantes de física. Huenchumilla, convencido estoy, buscó innovar, se atrevió con un camino hasta hoy inexplorado. ¿Qué mejor tribuna que una contienda presidencial para insistir con aquello? Cuando menos obligaría a los demás candidatos a estudiar un poco de historia. Pagaría por verlo.


Pero todavía más. Entre tanto escándalo de corrupción política y colusión empresarial, su liderazgo progresista es también una buena noticia para Chile y su democracia. “Pancho es un hombre genuinamente de centro izquierda, para nada neoliberal”. Así lo definió en las páginas del sureño diario Austral su compañero en el gabinete del Presidente Lagos, Francisco Vidal.


Un genuino político de centro izquierda. Cosa rara. Y todavía más al interior de la actual DC, liderada por los príncipes del negociado y el acomodo neoliberal. ¿Por qué eligió militar en la DC?, le consulté intrigado en su minuto para el libro. Su admiración de juventud por Frei Montalva y Radomiro Tomic, me respondió. También su formación con los curas capuchinos. Y compartir escuela de derecho en la Chile con los fundadores de la Concertación.


Media vida lleva en la falange. Y si bien critica duramente a su partido cada vez que puede, largarse no es opción. No a los 70 años. Y es que nadie se separa en la tercera edad. Prefiere mil veces enviudar de la DC. Y mientras ello no pase, ser, desde dentro, una voz incómoda. Como lo fue de la Nueva Mayoría en diversas materias, desde la reforma educacional al tema indígena. Una voz progresista. Genuinamente de centro izquierda.


La pregunta del millón. ¿Tiene posibilidades reales Huenchumilla de ser candidato? El mandamás de su partido, Jorge Pizarro, reconoció que ansiaba verlo en la papeleta. Es un respaldo institucional importante considerando lo metropolitano de la cocina política chilena. ¿Hace cuántas presidenciales no irrumpe en Chile un candidato de regiones? Desde Max Neef el 93’, me sopló Patricio Navia en Twitter.


¿Y si nos invita Huenchumilla a construir una ruca grande donde quepamos todos y todas? Si lo hace, qué duda cabe, tiene mi voto.


 

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Published on February 09, 2016 04:18

January 26, 2016

La visita de Piñera

El martes pasado tuve la oportunidad de conversar con el ex presidente Sebastián Piñera en su visita a Temuco. Fui invitado por la Fundación Avanza Chile en mi calidad de periodista, escritor y vicepresidente de la Corporación Mapuche Enama. No estuve solo; otros miembros de nuestra directiva también asistieron a la cita e hicieron sus aportes. Lo mismo los directivos de las fundaciones Aitue y Chile Intercultural, ambas abocadas al análisis de las políticas indígenas en la zona sur.


En lo personal no era primera vez que nos encontrábamos. En 2015, en el marco del IV Congreso del Futuro, ya habíamos compartido panel de debate y nada menos que junto al sociólogo norteamericano Craig Calhoun, director de la London School of Economics and Political Science. Aquella vez nos tocó reflexionar sobre las “encrucijadas de la civilización del siglo XXI”. Ya sospecharán ustedes sobre cuál encrucijada basé mi exposición.


“Lo recuerdo de aquel Congreso”, fue lo primero que me dijo Piñera al saludarnos en Temuco. “Fue bastante duro conmigo”, agregó. ¿Fui duro?, pensé de inmediato. Por la noche, tras ver el registro de mi intervención colgado en Youtube concluí que de duro, nada. Y es que lo que expuse en aquella ocasión fue lo mismo que repetí al líder de Chile Vamos en el hotel Frontera; que cuando asumió La Moneda en 2010 anunció un “nuevo paradigma” en la relación del estado con los pueblos indígenas. Y que a poco andar de su gobierno del publicitado “nuevo paradigma” nunca más se supo.


“Usted –insistí como el Mago Valdivia, es decir, siempre con respeto- mantuvo intacto el indigenismo y paternalismo de estado de la Concertación. A lo sumo mejoró la gerencia, pero el fondo siguió siendo el mismo”.  “Una verdadera paradoja”, agregué; “un gobierno de centroderecha y de ideas liberales administrando un indigenismo estatista que nos observa y nos trata como incapaces”. Fue entonces que puso atención.


Piñera, que aseguró no estar en campaña (yo también sonreí como ustedes) escuchó atento y tomó notas. Muchas notas. Se interesó bastante en mi crítica a su “continuidad” de la política indígena de la Concertación. “¿Cuál sería para ti el verdadero cambio de paradigma?”, me preguntó. “El que en vez de darnos una mano, el estado nos saque las manos de encima”, le dije, inspirado. “El estado, créame, es en muchos casos parte del problema”, subrayé.


“Se trata de no temerle a la autonomía, a la participación política, al plurilingüismo, a que los pueblos indígenas tomemos el control de nuestros propios asuntos. Ello sería en verdad un cambio de paradigma”, agregué. “Es lo que sucede en Estados Unidos, Canadá, Noruega y Nueva Zelanda, países desarrollados y modernos que usted de seguro ha visitado”, finalicé. Varios de los otros asistentes reafirmaron en sus intervenciones mis dichos. Tan perdido no debo estar con mi diagnóstico, pensé aliviado.


Piñera, por cierto, seguía tomando notas. Hasta que uno de sus colaboradores le dio el aviso; sus partidarios, ya inquietos, lo esperaban hace más de una hora en el VIP del estadio municipal. Vino entonces la promesa de estudiar el tema, el intercambio de tarjetas  y la despedida de rigor. Piñera raudo partió al Germán Becker. Allí sería vitoreado y proclamado “no oficialmente” candidato a La Moneda minutos más tarde. Nosotros nos quedamos en el hotel, charlando.


Y reflexionando, algo escépticos, sobre la utilidad de la reunión.

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Published on January 26, 2016 04:06

January 16, 2016

Chile sigue estando en Dicom

UNA DE las pocas frases de la Presidenta Bachelet referidas al conflicto en su fallida visita a La Araucanía fue aquella donde reconoció que “los gobiernos y el Estado de Chile tienen una deuda histórica con la región”. Y si bien no se refirió directamente al pueblo mapuche, para nadie es un misterio quién o quiénes son los “deudores” y quién o quiénes son los “acreedores”. La única duda, hoy por hoy, es cómo los primeros pretenden pagar esta obligación. Si es que está en sus planes hacerlo, por supuesto.


Hablar de la “deuda histórica” es hablar del Estado chileno y del pueblo mapuche, los actores de un conflicto político, histórico y cultural que porfiadamente ha cruzado el último siglo de nuestra vida republicana. Desde 1910, fecha en que fue fundada la primera organización mapuche contemporánea, con mayor o menor repercusión pública, los acreedores de esta deuda han demandado al deudor que responda con su parte. No ha sucedido y desde el retorno de la democracia el conflicto no ha dejado de agravarse. El estreno en 1997 de los sabotajes a camiones, una de sus consecuencias.


¿Es la “deuda histórica” un concepto acuñado por los mapuches? No originalmente. El primero que utilizó el término fue el ex obispo de Temuco, Sergio Contreras, el año 1998, al calificar la ley indígena como “el reconocimiento a una deuda histórica de la nación por los atropellos de que fueron víctimas”. Un año más tarde, la Identidad Territorial Lafkenche, liderada por el actual alcalde de Tirúa, Adolfo Millabur, le daría sustento político al exigir al Gobierno la formación de una “Comisión de Verdad y Deuda Histórica”.


Fue el ex Presidente Ricardo Lagos, aconsejado por su entonces ministro Francisco Huenchumilla, quien asumió la tarea de reconocer desde el Gobierno tanto la “deuda histórica” como el carácter de “deudor” del Estado. Lo hizo a través de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato. “El Estado reconoce una deuda histórica hacia los pueblos originarios, sea por omisión de sus derechos o por el no reconocimiento político de su existencia”, consigna su informe final. La instancia estuvo compuesta por un grupo interdisciplinario de expertos, encabezados por el ex Mandatario Patricio Aylwin.


Hoy solo los sectores más conservadores y opositores al avance de la comprensión de Chile como un Estado Plurinacional, desconocen o restan validez a la “deuda histórica”. Pero incluso ellos están solos. Y es que la existencia de un conflicto político -y no “delictual” o de “pobreza” como sostiene el ministro Jorge Burgos- llegó a ser reconocida por el más destacado intelectual conservador del último tiempo, Gonzalo Vial Correa. En un lúcido artículo publicado en la revista Perspectivas de la Universidad de Chile, Vial señala que “la noción de que la sociedad chilena tiene una ‘deuda histórica’ con los mapuches corresponde plenamente a la realidad. Al fin y al cabo, eran los originales pobladores y fueron tratados -en forma sucesiva- de una manera injusta y lesiva para su dignidad, intereses y cultura”. Para saldar dicha deuda propone oficializar la lengua mapuche y fortalecer la educación intercultural. No solo eso; también aporta un meridiano procedimiento en materia de tierras. “Muy simple; expropiando la superficie necesaria y pagándoles a sus dueños el verdadero valor de la misma, según las reglas de cualquiera expropiación y conforme a la Carta Fundamental”, señala. Lejos, muy lejos del actual negociado de tierras con fondos públicos existente en la zona sur. ¿Qué opinarán la derecha, los grupos madereros y agricultores al respecto? El artículo de Vial data del año 2000. A quince años y cuatro gobiernos, Chile sigue estando en Dicom.

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Published on January 16, 2016 05:23

December 30, 2015

Una visita para el olvido

Tras casi dos años de sorprendente ausencia, Michelle Bachelet finalmente visitó la Araucanía. Lo hizo de manera semi-clandestina, con agenda secreta y bajo fuertes medidas de seguridad, pese a los notables esfuerzos del intendente Andrés Jouannet para hacernos creer que el conflicto chileno-mapuche no existe. Del viaje se enteraron aun en pijama los corresponsales de prensa acreditados en La Moneda. Varios debieron correr al aeropuerto. “Vamos a Paris”, bromeó la mandataria cuando se le consultó por el itinerario. Burgos, el ministro del interior, no tuvo tanta suerte; se enteró del viaje cuando el avión ya despegaba con rumbo hasta entonces desconocido. Bachelet, todo parece indicar, no consideró importante su presencia en la comitiva. Su molestia y posible renuncia es titular hoy miércoles en diversos medios.


Bachelet arribó a la región a tempranas horas y llegó a la intendencia custodiada por efectivos fuertemente armados del GOPE. Allí se reunió con un reducido número de víctimas de violencia rural, acompañada del obispo de Temuco, Héctor Vargas, y su singular jefe regional, mientras en las afueras una machi le exigía inútilmente audiencia. Ninguno de los invitados sabía de su arribo a la zona. Tampoco el obispo católico, que literalmente se desayunó con la noticia. Una encerrona impropia, según me confidenciaron fuentes de la Iglesia. Dos horas duró la cita. Bachelet escuchó y tomó nota. Luego, en rueda de prensa, habló una-vez-más de la “deuda histórica” y anunció la creación de una “mesa de trabajo amplia”. Esto último no estaba entre sus planes; la petición con tono de exigencia se la hizo el obispo Vargas, que algo se ha documentado del conflicto y sus bemoles.


Lo que aconteció después fue un libreto más o menos predecible; corte de cinta en el hospital de Lautaro y más tarde visita a mapuches beneficiados con programas de gobierno en sectores rurales. Aquí nuevamente el hermetismo; solo de camino se informó este último destino a los periodistas. El enigma sin embargo duró poco. Se trataba de Cholchol, a solo 25 kilómetros de Temuco pero a prudente distancia de zonas de conflicto y posibles manifestaciones. Allí Bachelet conoció a hospitalarias familias campesinas productoras de frutillas, los “mapuches buenos” con los que Indap, Conadi y la intendencia optaron por coronar la furtiva visita. La mandataria recorrió un huerto, sonrió frente a las cámaras y degustó frutillas. Luego, escoltada por carabineros, emprendió rumbo al aeropuerto. Al caer la tarde ya estaba de regreso en Santiago.


¿Qué podemos sacar en limpio de su visita?


Solo ratificar lo que ya sabíamos; la total renuncia de la Jefa de Estado a tomar en serio lo que acontece al sur del Biobío, importando bastante poco lo frágil de nuestra convivencia interétnica y social. En su fugaz visita a Temuco, Bachelet nada dijo que merezca ser destacado. ¡Si hasta habló por vigésimo quinta vez de la manoseada “deuda histórica”! Lo mismo hicieron en su minuto Aylwin, Frei, Lagos y Piñera. Tal vez por ello la bendita deuda es catalogada como histórica; todos los mandatarios la citan a la hora de los discursos para la galería. O a la hora de decir algo no diciendo nada. El principal conflicto no resuelto en la vida republicana de Chile, tratado con una negligencia que linda con el notable abandono de deberes. ¿Existirá ello como causal de destitución?


Hoy los principales promotores del conflicto se encuentran en La Moneda, partiendo por la propia mandataria y sus indecisiones que exasperan. Bachelet no solo ha cerrado lo que llamó “el peor año de su mandato”; también el peor en materia indígena desde el retorno de la democracia. Si, leyeron bien. Y es que las expectativas para 2015, reconozcámoslo, eran altísimas. El 2014 había sido el año de las peticiones de perdón, del reconocimiento del saqueo, del llamar por-primera-vez-desde-el-gobierno al menos un par de cosas por su nombre. Huenchumilla, no me cansaré de repetirlo, había obrado el milagro. Pero en 2015 no pasó nada. Corrijo; pasaron dos cosas. Huenchumilla fue destituido. Y Bachelet visitó la Araucanía para comer frutillas en Cholchol. Simplemente para el olvido.

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Published on December 30, 2015 04:28

December 22, 2015

¿Paz en la Araucanía?

El pasado domingo, en el Austral de Temuco, el presidente de Paz en La Araucanía, Juan de Dios Fuentes, por fin transparentó algo que muchos sospechábamos hace tiempo. Me refiero a la “paz sin mapuches” que su grupo pretende para la región. “Chile es un país que se formó por colonos de distintos países europeos. Teníamos distinto origen y formamos Chile. Por lo tanto, que se empiecen a crear normas para que ciertas personas tengan derechos especiales por el solo hecho de su condición étnica es arbitrario”, señaló y sin siquiera sonrojarse.


En la misma linea, su opinión respecto del Convenio 169 de la OIT resultó sorprendente. Y también gravísima. El dirigente calificó como una “norma deleznable” el principal acuerdo de la comunidad internacional respecto de derechos de los pueblos indígenas, acuerdo que a su juicio es lo peor que pudo suceder al país. Chile demoró casi 20 años en ratificar dicho tratado en el Congreso, siendo uno de los últimos estados de Latinoamérica en hacerlo. Opiniones como las de Juan de Dios Fuentes, extendidas entre la clase política nacional, impidieron se avanzara mucho antes.


Fuentes es hijo de un ex Mapu del mismo nombre que llegó a ser intendente de la Unidad Popular. Su padre, consta en los medios de comunicación, piensa las mismas barbaridades de su hijo respecto de los mapuche y sus reivindicaciones políticas, especialmente las que lideran los dirigentes de Wente Winkul Mapu, sus vecinos en Ercilla y quienes reclaman derechos sobre el fundo de su propiedad. Ello demuestra, una vez más, que el racismo es transversal y no hace distinción de colores políticos o trincheras ideológicas. Un fenómeno más bien cultural, arraigado en lo más profundo del alma de Chile.


En la entrevista y citándome, el dirigente también señala que la Araucanía donde el creció no era la región que yo retrato en mis libros o en mis columnas, aquella del racismo, el abuso y una pésima convivencia interétnica. La Araucanía de las corridas de cerco a medianoche, de los Juzgados de Indios y de la compra fraudulenta de tierras via cantidades industriales de vino barato. Cuando era niño, subraya Fuentes, nunca vio esas cosas, solo paz y amor entre colonos, dueños de fundo y familias mapuche que labraban sus campos en completa armonía. ¿Pudo en verdad nunca enterarse?


Tratándose de Ercilla, bastante improbable. La llamada “zona roja” desde los años 60′ ha sido epicentro de fuertes movilizaciones mapuche por la tierra, viejas demandas sin respuesta reactivadas hoy en nuevas generaciones poco dadas a poner humildemente la otra mejilla. Tal vez sea ésta la paz regional que Fuentes y su grupo añoran con nostalgia en Temuco; la paz donde los abusos en los campos estaban naturalizados, la paz del estatus quo regional, del despojo que hasta nuestros días insisten nunca existió y de los mapuchitos trabajadores, cumplidores y sumisos, siempre agradecidos de la benevolencia del patrón.


Pero aquella Araucanía no existe más. Ya fue. Los mapuche, que cultivamos no solo los campos sino también la buena memoria, hoy hablamos de Wallmapu, nuestro antiguo país y hogar nacional. Es el territorio que buscamos recuperar y no hablo de hectáreas más o hectáreas menos; hablo de geopolítica, de autonomía, de gobernar nuevamente los mapuche la tierra de nuestros bisabuelos y bisabuelas, otro derecho reconocido a nivel internacional. ¿Es esa utopia contraria a los derechos de ciudadanos chilenos como Juan de Dios Fuentes? En absoluto. Si algo sabemos los mapuches es de sana convivencia interétnica. Ciento treinta años soportando cada cosa así lo demuestra.


No, nuestro problema no es que el señor Fuentes y sus hijos vivan en Wallmapu. Bella es nuestra tierra y espacio, créanme, hay para todos. Nuestro problema es que viviendo aquí, pretenda hacerlo sin reconocer los más básicos derechos a quienes somos sus habitantes originales. He ahí el trasfondo del conflicto que nos desangra como región y que Fuentes, con sus declaraciones, solo contribuye irresponsablemente a empeorar aun más. En lo personal lo invito a despedirse de aquella imaginaria Araucanía de su infancia. Esa región es el pasado. Los mapuche, hace rato, estamos con la mirada puesta en el futuro.

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Published on December 22, 2015 04:10

December 15, 2015

Araucanía, la historia sin fin

El pasado fin de semana la Presidenta Bachelet habló con revista Sábado sobre la situación actual del gobierno y también sobre el conflicto en la Araucanía. “Sí, por supuesto. Voy a ir pronto”, fue su lacónica respuesta al ser consultada sobre una posible visita al sur. Para quien no lo sepa, la Araucanía es la única región donde la mandataria no registra todavía una visita oficial. Y la única del país donde un conflicto interétnico no resuelto amenaza con hacer estallar su ya fragmentada convivencia social. “Voy a ir pronto”, respondió la mandataria. Quizás se refería a las vacaciones y a su casa de veraneo en Caburgua. A estas alturas uno nunca sabe.


No se trata de un tema trivial o de simple protocolo. Si la Araucanía reclama su presencia es porque el conflicto lejos de arribar a una solución, empeora cada día. Y la responsabilidad, seamos claros, es casi exclusiva de La Moneda. Desde la abrupta salida de Huenchumilla y la renuncia del gobierno a un abordaje político, las cosas han ido de mal en peor al sur del Biobío. Protesta social, represión, otro camión quemado para las estadísticas. Acción, represión, acción. Y la espiral de violencia que lejos de terminar se incrementa con cada torpeza gubernamental. Un deja vu del primer gobierno de Bachelet y aquel diálogo de los calabozos en el Bicentenario de la República.


Burgos, cuánta razón la de Huenchumilla, lejos está de comprender el conflicto. Y mucho menos lo peligroso de su evolución. Su ex asesor en La Moneda, Andrés Jouannet, lo convenció que el conflicto chileno-mapuche no existe. Se trataría de simple delincuencia rural, es decir, de habilosos patos malos escudados en la “causa indígena”. A lo más estaríamos en presencia de una “tensión intercultural”, similar a la posible de observar entre peruanos y chilenos en un abarrotado cité de Santiago. Es lo que Jouannet habló al oído a Burgos durante meses. Su esfuerzo fue premiado con la intendencia de la Araucanía. El pasado domingo, en El Mercurio, Jouannet habló largo y tendido de ello. De la delincuencia. Del estado de derecho. Y del conflicto que no existe.


Bastante poco original Jouannet. Libertad y Desarrollo ha defendido por al menos dos décadas la misma tesis. También la derecha con los diputados Edwards y Paulsen como guaripolas. Y ello pese a los informes de tres relatores de la ONU, sendos fallos de la Corte Interamericana y al menos tres informes del INDH. Con todo, que así lo crea la derecha no preocupa mayormente. Si oírlo de Bachelet. “En la Octava y Novena regiones hay violencia pero que es delincuencia. No es un tema ahí de tipo étnico, es otro tipo de temática”, señaló la mandataria en su entrevista con revista Sábado. El diagnóstico de la derecha terrateniente sureña y de cuanto general de zona ha pasado por la Araucanía, hoy en boca de la Jefa de Estado. No aconteció tal cosa ni siquiera con el tándem Piñera-Hinzpeter.


El razonamiento, por sus consecuencias, créanme resulta escalofriante.


Si el conflicto chileno-mapuche no existe, el tema no es político, es de simple seguridad pública. De allí los blindados con los cuales Burgos se fotografió sonriente en Temuco. De allí el “acuerdo público” anunciado en el Senado por Aleuy para el mes de enero y en que participarían “jueces, fiscales y policías”. Nótese los actores del acuerdo. Ninguna comunidad, organización mapuche o sector involucrado en el entuerto. Y es que es obvio; el conflicto chileno-mapuche no existe. Es solo delincuencia, robo de madera y, en último caso, agitación extranjera. ¿Les cabe alguna duda? Lean por favor a Sergio Villalobos. Aprenderán de paso que los mapuche tampoco existen. Jouannet, si bien no lo ha dicho, convencido estoy lo cree a pie juntillas.


Pero –lamentablemente para algunos- los mapuches si existen. Y el conflicto también. Y por cierto la violencia política, fenómeno estudiado entre otros por el historiador Fernando Pairicán, autor de “Malón, la rebelión del movimiento mapuche”. Disponible hace más de un año en librerías, fue el libro que Huenchumilla recomendó al ministro Burgos cuando aún estaba en el gobierno. Mi sospecha es que Burgos nunca lo leyó. O que su comprensión de lectura es bien como las reverendas. El estudio revisa el movimiento mapuche desde los años 80 hasta la actualidad. Y subraya el ascenso de la violencia política como estrategia de lucha de diversos lof y reducciones mapuche. Debiera ser lectura obligatoria en La Moneda.


Y es que el conflicto si existe, es real y ¡vaya si lo saben las víctimas! También es real la violencia política, utilizada como forma de resistencia, autodefensa o bien para llamar la atención del gobierno por diversos grupos. Ello y no otra cosa son los camiones calcinados en la carretera. Un grito. Un mensaje. Un llamado de atención. Negarlo a estas alturas resulta un despropósito. Esta violencia hasta tiene fecha de inicio; 1 de diciembre de 1997. Aquel día, tres camiones madereros fueron emboscados en las cercanías de Lumaco por comunidades en conflicto con Bosques Arauco. Fue el estreno de una vía, de un camino, que desde entonces asumieron también otros. Y que no ha parado. Ni por asomo.


¿Qué llevó a un pueblo pacífico, a una cultura apegada a los protocolos del diálogo y la diplomacia a recurrir a la violencia? En lo personal tengo una teoría; el blindaje de los gobiernos al patrimonio de la industria forestal. He allí la madre del cordero. Hablamos de más de un millón de hectáreas. Y de conflictos interminables que vía represión y encarcelamiento fueron radicalizado hasta el mapuche más diplomático. Pocos han caído en cuenta de la evolución del conflicto; de zonas madereras de Arauco y Malleco a fines de los 90’ a los valles agrícolas de Cautín en la última década. El jamón del sándwich, los parceleros mestizos pobres de Ercilla. Allí están, abandonados a su suerte por el estado y por defensores de la propiedad que siguen distinguiendo víctimas de primera y segunda clase.


El despido de Huenchumilla uno hasta cierto punto lo entiende. Su propuesta, diseñada en 2014, cero posibilidades tuvo en el año de Caval, SQM y el desplome del gobierno en las encuestas. Consideraciones de real politik sellaron la suerte del ex intendente en el gobierno. ¿Es ello condenable de buenas a primeras? En absoluto. De ello también trata el arte de gobernar. De tomar decisiones, impopulares muchas veces. Pero sucede que en la Araucanía hay un tema pendiente que es grave y que se arrastra por más de un siglo. Y que diagnósticos y abordajes equivocados han traído como consecuencia protestas, crímenes, atentados y una convivencia interétnica que en no pocas zonas pende de un hilo.


Es allí donde las consideraciones de real politik, a mi juicio, no caben con la Araucanía. ¿Será consciente Bachelet que renunciar a un abordaje político implica dinamitar la paz social en la región? Hoy la Jefa de Estado nos dice que el conflicto no existe, que es un tema de delincuencia, dejando en manos de la justicia y las policías la resolución del problema. El retroceso en el análisis resulta sorprendente. Y terrorífico. “Hemos retrocedido 20 años en materia indígena”, señaló Huenchumilla en una reciente entrevista. Vaya si tiene razón. Hoy Bachelet y el ministro Burgos son los principales promotores de la violencia en la Araucanía. La negligencia de ambos es la que nos tiene como estamos. Ya es hora que alguien lo diga.

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Published on December 15, 2015 04:06

November 18, 2015

El anciano Lonko que no vive en París

El pasado jueves, tras un nuevo y violento desalojo del GOPE de un fundo forestal en Los Sauces, un anciano lonko de 74 años fue baleado en las piernas y en su cabeza por Carabineros. Su nombre; Emilio Antipán Pichún, miembro de la comunidad Juan Nahuelpi II del sector Tromen y cuyo reclamo territorial se ha estrellado irremediablemente contra el blindaje del gobierno a la industria maderera del sur.


El lonko se encuentra internado en el Hospital Regional de Temuco con una fractura en el cráneo y perdigones en ambas piernas. Otra docena de miembros de la comunidad resultaron heridos en el desalojo y puestos a disposición de la justicia. Mapuche reclamando derechos y dialogando al final del día con piquetes de fuerzas especiales. Una escena que se repite calcada en la Araucanía desde fines de los 90′ y que tras el veranito de San Juan que implicó Huenchumilla, parecieran no tener fin.


La imagen del lonko, que me llegó de la comunidad afectada, la publicamos a media tarde en las redes sociales del periódico Azkintuwe y la hice además circular por mi cuenta personal de Twitter esperando despertar -una vez más- la conciencia dormida de muchos. No causó la verdad mayor indignación o impacto. Los de siempre solidarizaron, como siempre. Otros subrayaron que “quizás”, “tal vez”, el lonko “no era una blanca paloma” y la mayoría a decir verdad no dijo ni pio. Nada. Cero comentario.


Horas más tarde nos enteramos del desquiciado ataque terrorista en Paris por parte del Estado Islámico. Y mi TL de Twitter estalló de inmediato en indignación y lamentos. De un momento a otro, cientos de chilenos “eurolatinos” compartieron en la popular red social su tristeza, rabia y consternación por los muertos y los heridos. Fue sorprendente. Esto me hizo reflexionar en algo; en la indiferencia del chileno medio sobre lo que acontece en su propio patio y el esnobismo de solidarizar ipso facto con los parisinos, allá lejos, al otro lado del Atlántico.


Que nadie se confunda. No se trata de justificar el yihadismo  -ya con el atentado a Charlie Hebdo escribí suficiente del tema en La Tercera- o pretender que se deba cerrar los ojos frente al dolor ajeno en otras latitudes. Es solo que lo cercano de ambos hechos, violentos y condenables, transparentó para mi como nunca algo que muchas veces me niego a considerar como posible; que al final del día lo que acontezca con los mapuche -o con esos “indios del sur”- poco y nada afecta en verdad el “alma nacional”. Dicho en simple, importa un soberano pepino.


En Quito, donde me encuentro invitado a la Feria Internacional del Libro, comenté esto con el historiador Gabriel Salazar. La indiferencia del chileno medio sobre lo que pasa en Wallmapu y la indignación que les provoca algo que sucede en la lejana Europa. Su respuesta me resultó muy clarificadora. “Los chilenos -me dijo Salazar- han naturalizado nuestros horrores y a las víctimas de nuestro propio terror. Por eso el drama mapuche a la mayoría no les mueve un nervio”. Corto y preciso. Y cuanta razón en sus palabras.


Aun así, créanme que no pierdo del todo las esperanzas. Llegará el bendito día en que nuestros dolores también conmuevan a la sociedad chilena.  Y los indignen tanto como las víctimas del terrorismo global en las calles de Paris. Ese abuelo baleado y detenido en Los Sauces el pasado jueves pudo ser el abuelo de cualquier chileno común y corriente, descendiente del negado mestizaje español y mapuche que forjó en el siglo XIX la nación chilena. Tiene, siendo honestos, mucho más en común con los chilenos que cualquier víctima europea de los extremistas islámicos.


El día en que caigamos en cuenta de esto último habremos dado un paso gigantesco en la solución del conflicto.

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Published on November 18, 2015 04:05

August 29, 2015

Hemos retrocedido dos décadas

EN UNA semana se ha retrocedido a lo menos veinte años. Es mi conclusión tras la destitución de Huenchumilla y el arribo a La Araucanía de su reemplazante, Andrés Jouannet. De un político con vasta trayectoria, peso político y redes transversales en el mundo indígena, el gobierno apostó por un asesor en materia indígena de segunda o tercera línea. Hasta sus pergaminos académicos, destacados por la dupla Martínez-Alvear, sus padrinos políticos, merecen ser observados con reserva. En el sur es secreto a voces su polémico paso por la Universidad Católica de Temuco. De allí fue despedido como profesor y también como gerente. En ambos episodios se querelló contra sus empleadores. Perdió ambos juicios y por paliza en los tribunales. Basta googlear para enterarse de todo ello. O algo mucho más simple; vivir en Temuco.


Pero lo en verdad preocupante han sido sus primeras declaraciones. De un análisis con perspectiva histórica, como el que caracterizó a Huenchumilla, hemos retrocedido a una visión simplista y maquinea del conflicto. Y por extensión, de la gestión política que se requiere para abordarlo. ¿Qué ha dicho Jouannet? Por un lado, que “no se dialoga bajo presión”. Ok, ¿cómo se resuelve entonces la actual ocupación de Conadi que va por su segunda semana y amenaza extenderse a otras reparticiones públicas? Supone uno que vía la fuerza pública, ya que dudo que a los comuneros de Bajo Malleco les permitan quedarse a vivir en las oficinas del organismo. Uno supone además que esa máxima se aplicará a cualquier protesta social mapuche, sea al interior de un fundo, la carretera o bien en las calles de Temuco. “No se dialoga bajo presión”. Súper, bienvenida entonces la renuncia de la política. A dialogar nuevamente entonces los mapuche con las fuerzas especiales y el GOPE. Sabemos las consecuencias de esos diálogos en el pasado; el crimen de cuatro jóvenes mapuche nos lo recuerda. Dos de ellos en el anterior gobierno de Bachelet.


Pero no es lo único que dijo el nuevo mandamás regional. También que los atentados y actos de violencia no son cometidos por mapuches. “No son mapuches, son delincuentes”, señaló muy seguro a la prensa. Ok, súper. Por acto de magia ya no existe el fenómeno de la violencia política rural mapuche, documentada y estudiada entre otros por el historiador Fernando Pairicán en su libro “Malón, la rebelión del movimiento mapuche”. O por los destacados periodistas Pablo Vergara y Ana Rodríguez en el libro “La Frontera: Crónica de la Araucanía Rebelde”. Todos equivocados. Se trataría de simple delincuencia. Y cometida por gente que no es mapuche. El razonamiento créanme es bastante simple: si no existe la violencia política, el conflicto no es político. Es policial. Y ante ello nada que dialogar o de qué preocuparse. Tribunales y Carabineros, en ustedes depositamos nuestra confianza. Ah, lo olvidaba, también en las “Juntas de Vigilancia Rural”, invento del ex general Bernales y que el actual intendente profundizó siendo gobernador de Cautín. Sí, las Juntas de Vigilancia, la antesala del paramilitarismo y los grupos de autodefensa en otras zonas de Latinoamérica.


Con la destitución de Huenchumilla, Santiago ha dado un portazo a la búsqueda de una solución política al conflicto. Y la forma ha sido del todo humillante, indecorosa, poco digna para un gobierno que dice cuidar siempre las formas republicanas. ¿Alguien puede explicar cómo el nombramiento de Andrés Jouannet puede ser un paso adelante respecto de Francisco Huenchumilla? Lo señalé de entrada, hemos retrocedido a lo menos veinte años. A prepararnos todos para lo que venga.

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Published on August 29, 2015 06:39

August 27, 2015

La renuncia de Bachelet

Y llegó el día. Este levantamiento se veía venir en el conflicto sureño. Yo siempre pensé sería de las otras víctimas, los mapuches, quienes arribarían en masa a Santiago exigiendo respuestas. No fue así. Quienes perdieron antes la paciencia fueron los camioneros; y allí los tenemos, en Santiago, y copando la agenda de todos los medios. Y saben una cosa, me parece muy bien que suceda. Hoy La Moneda se va a enterar por fin que hay un conflicto político no resuelto en la región, y donde tanto mapuche como transportistas son víctimas. Si, víctimas de un conflicto político no resuelto, de la negligencia criminal de las autoridades centrales y de tomaduras de pelo por doquier.


Estoy demasiado informado -como periodista he documentado el conflicto ya por 15 años- como para caer en el absurdo de ver las cosas en blanco y negro. Lo hacen los extremos de ambos bandos, y también por cierto el activismo, sobre todo el capitalino, que se queda siempre con las consignas y profundiza muy poco. No, el conflicto no es “mapuche versus camioneros” o “mapuche versus agricultores”. Creer aquello no sólo es pecar de ingenuo, también de tonto útil. El conflicto es mucho más profundo, y tiene que ver con un Estado colonial y una nación que reclama inútilmente sus derechos y la posibilidad de convivir. También con una mala historia, una triste historia y heridas abiertas que no sanan. Todo el resto, challa.


De allí que la escena de hoy de Santiago y sus accesos paralizados no me parezca -como mapuche- del todo mal. Por el contrario. Y es que el conflicto por fin pareciera llegar a la capital y golpeando donde en verdad duele; en su economía y normalidad metropolitana. Lo hicieron posible los camioneros. Y creo que todos debiéramos poner mayor atención en cómo evolucionarán los acontecimientos. Por si no se han enterado, la destitución de Huenchumilla fue la renuncia definitiva de Bachelet al tema mapuche. Dicho a su modo, el realismo “con” renuncia. Y también a mover siquiera un dedo en pos de una posible salida política, que es lo que propone Huenchumilla en aquel documento desechado por Burgos antes de siquiera leer.


El gobierno pareciera decidido a dinamitar con su negligencia la convivencia regional. Quienes pagamos los costos de su irresponsabilidad somos todos los habitantes del sur del río Biobío. Hablo de mapuches, descendientes de colonos y chilenos que han elegido el Wallmapu como su hogar y el de sus hijos. No le demos ese gusto. Quienes vivimos en Wallmapu / La Araucanía, tenemos mucho en común por lo cual luchar. El conflicto sureño tiene solución. La propuesta del hoy ciudadano Francisco Huenchumilla es un gigantesco paso adelante, y que destaca por su transversalidad, ponderación y lucidez. Bien podría ser la hoja de ruta a transitar por todos quienes aspiramos a construir otro tipo de comunidad regional. En verdad se los digo.

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Published on August 27, 2015 12:55

Pedro Cayuqueo's Blog

Pedro Cayuqueo
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