Mikel López Iturriaga's Blog, page 14

December 1, 2014

Magret con puré de patata y salsa de vinagre y miel

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Magret y foto repetidos con luz natural / EL COMIDISTA

 


Magret. Magret. Ma-gret. Hasta la palabra es bonita, ¿verdad? Suena como un poco a Magritte, el señor que dibujaba pipas, y también un poco a magrearse, que son dos cosas que no tienen nada que ver entre ellas pero están las dos muy bien. También es una de las partes del pato que hacen explotar el baremo esfuerzo/resultado sin costar un ojo de la cara, algo que viene muy bien ahora que se acerca la Navidad.



La receta de hoy juega con una de las combinaciones que se llevan mejor con la carne rotunda y sabrosa del pato y con la grasa que la cubre: la agridulce. Una salsa rápida que se prepara mientras el pato reposa sus jugos y que le multiplica el sabor por cien, y una base de puré de patata casero y cremoso que –para darle el toque lujurioso definitivo– puede aromatizarse con un poco de la misma grasa del magret.


Cocinar esta pieza del pato no tiene más truco que encontrarle el punto: si creéis que en la sartén os costará mucho o tenéis miedo de que se os pase, un plan b es limitarse a los 6 minutos de cocción mínima por el lado de la piel y solo un par por el de la carne y pasar al horno a 120 grados durante unos 10 minutos, protegido con papel de plata o de horno. De cualquiera de las dos maneras, es muy importante respetar el tiempo de reposo para que se asienten bien los jugos.


Otro punto definitivo para darle mambo a este plato es añadir una rama de alguna hierba aromática mientras esté en la sartén (entera, para poder retirarla fácilmente). Yo opté por una rama de salvia, pero cualquier otra aromática le irá igual de bien.


Dificultad


Hay que vigilarlo de cerca, pero puedes hacerlo en temporada de patos y en temporada de conejos.


Ingredientes


Para 4 personas



2 magrets de pato de unos 450/500 g
2 cebolletas (la parte blanca)
1 chalota
2 cucharadas de miel
75 ml de vinagre de frambuesa o Módena
600 g de patatas harinosas medianas (unas 3 patatas)
Un chorrito de nata líquida (al gusto)
50 g de mantequilla o un poco de la primera grasa que suelte el magret
Romero, tomillo o salvia
Sal
Pimienta

Preparación


1. Hervir las patatas enteras y con piel hasta que estén tiernas. Aún calientes, quitarles la piel, chafarlas -puede hacerse con un pasapurés o un tenedor y un poco de maña- y añadirles sal, pimienta, un chorrito de nata líquida y, si se quiere, mantequilla. Si se prefiere usar la grasa de pato, se remata más tarde; en cualquier caso reservarlo en caliente.


2. Con mucho cuidado y la ayuda de un cuchillo afilado, hacer cortes en forma de rombo en la piel del magret. Este punto es clave, porque si se ahonda demasiado cuando la piel esté crujiente la carne puede quedar securria, y si el corte es muy superficial, cruda. Salpimentar.


3. En una sartén caliente a fuego medio y sin nada de grasa añadida, poner el magret con la piel hacia abajo. Dejar cocinar entre 6 y 10 minutos, dependiendo del tamaño de la pieza y del grosor de la capa de grasa. Si se le quiere poner una cucharada de grasa al puré, coger la primera que suelte la pechuga. A partir de ahí hay que ir quitando el exceso, para que el pato no se fría ni se queme, pero dejando un poco para el paso siguiente. Darle la vuelta y hacerlo por el otro lado un poco menos de la mitad del tiempo que por el de la piel.


4. Mientras el magret se hace, picar muy finas la cebolleta y la chalota. Cuando lo saquemos para que repose, en la misma sartén –y dejando una cucharada generosa de la grasa– poner el romero, el tomillo o la salvia, además la chalota y la cebolleta y hacerlas a fuego medio. Cuando estén doradas, añadir el vinagre y la miel y dejar reducir un par de minutos, hasta que tenga la consistencia de un jarabe clarito (después espesará un poco más). Retirar las hierbas, salpimentar la salsa y, si se quiere una textura y aspecto más finos, procesar.


5. Cortar el magret en lonchas y montar el plato poniendo una base de salsa, el magret y el puré al lado. O en el orden que queráis, solo faltaría. Añadir un poco más de pimienta (si se quiere) y servir inmediatamente.

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Published on December 01, 2014 22:00

November 30, 2014

Por qué molestan las mujeres

Ali Bar


MATT MATERA

 


¿Se acuerdan ustedes de la Suráfrica del apartheid? Sí, aquel régimen racista tan repugnante que un montón de países lo condenaban y boicoteaban. Siempre me he preguntado por qué tan justa actitud nunca se ha aplicado a los Estados que discriminan por sistema a las mujeres, como Arabia Saudí. Para muchos debe de ser tolerable que la ley las considere personas medio lerdas necesitadas de tutela, incapaces de conducir o de viajar solas. O al menos más tolerable que la segregación racial.


Para desgracia de los barbudos de la sharia, esa subespecie de australopitecus de los que el Islam debería desembarazarse algún día, las mujeres van abriéndose microespacios de libertad en aquel país. Uno de ellos son los restaurantes y los cafés, donde no han de estar acompañadas por “guardianes” que vigilen su conducta. Sin embargo, algunos hosteleros locales no parecen contentos con el despendole moral de que las señoras se junten para comer algo, y han comenzado a restringirles el acceso a sus locales poniendo carteles a la entrada en los que se lee “Prohibido mujeres”.



Los argumentos de quienes defienden la medida no pueden ser más ridículos. Ellas “hablan alto sin mostrar respeto”, “flirtean” y “usan móviles en los que suena música alta”. También son “mentalmente inestables”, en esa visión de la mujer como loca en potencia que recuerda a cuando Gallardón pretendía hacer pasar por el psiquiatra a las que quisieran abortar en España. Las asociaciones de derechos humanos del país ya han declarado la guerra a estas prohibiciones, y rezo a Alá para que la ganen.


Sintámonos afortunados de vivir en un lugar donde no ocurren cosas semejantes, y no tan afortunados de comprobar que el machismo en el que se enraizan sigue sin ser extirpado. Podría aludir al espeluznante informe que asegura que uno de cada cuatro adolescentes andaluces cree que la mujer “debe estar en casa con la familia”, pero me ceñiré a la hostelería. Hace un par de semanas, Begoña Rodrigo, chef del muy recomendable La Salita de Valencia y ganadora de la primera edición de Top chef, denunciaba en Facebook el trato que había recibido por parte de un crítico gastronómico de su ciudad. “Tú sólo constatas mi idea de que las mujeres no deberían salir de la cocina de casa”, le espetó en la primera visita al restaurante.


Como las saudíes, “Begoñita” (así llama este buen señor a la cocinera en una guía de restaurantes valencianos que acaba de publicar) molesta. Molesta porque se lo ha currado ella sola, porque ha roto moldes en un gremio dominado por los tíos, porque no aguanta la condescencia y, sobre todo, porque no se calla. Ojalá hubiera más como ella, que acaben mandando a los mamotretos sexistas al pasado al que pertenecen.


Esta columna se publicó originalmente en la Revista Sábado de la edición impresa de EL PAÍS.

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Published on November 30, 2014 22:00

November 27, 2014

20 personas que deberían ser juzgadas por crímenes contra la comida

Giphy


¿Bailar borracha sobre mantequilla? Tres años y un día. / GIPHY

 


El pueblo pide justicia, los españoles no pueden más con la corrupción y Podemos sigue subiendo en las encuestas. ¿Pero quién habla de los delitos gastronómicos? ¿De los crímenes contra el paladar, la estética y la inteligencia que se cometen con la comida? En un arrebato revolucionario de los suyos, El Comidista ha decidido levantarse en armas para pedir a las autoridades que actúen contra 20 personas responsables de perpetrar distintos atentados gastronómicos. Exigimos que las detengan (son unas mentirosas, malvadas y peligrosas y no las puedo controlar), que las lleven a juicio y después que las condenen a 10 años de cursos de genoma culinario a cargo de Ferran Adrià.



1. El inventor de la pizza de Cachopo


Y un poco de arroz leche por encima, ¿qué tal?


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TWITTER

 


2. La persona que regaló este pastel para San Valentín


No sabemos cuál era el mensaje, si "mi corazón está comido por los gusanos" o "tienes el miembro del tamaño del meñique".


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SOMEONE ATE THIS

 


 


3. El diseñador de esta portada


¿Quién dijo que Thermomix era una secta?


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FACEBOOK

 


4. La persona a la que se le ocurrió el "compromiso casero garantizado" del caldo Gallina Blanca


Alguien debió decirle que una nave industrial en la que se fabrican hectolitros y hectolitros de caldo no es exactamente una casa. Y que tomar por bobos a los consumidores no es buena idea.


 


 


5. El que decidió hacer hamburguesas de Mickey Mouse


Cadena perpetua por fomentar el atontolinamiento de los niños con comidas chorras.


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EL BLOG DE DEBORA


 


6. El genio de Telepizza que creó la Pizzalada


El mensaje era: "Ponte como una vacaburra creyendo que estás comiendo sano". A continuación, el engendro en una imagen publicitaria y, después, en diferentes estados de descomposición reales:


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DURAGLAR / PIZZALADA


7. La persona que hizo una Comtessa de jamón


Como bien dice Biscayenne, que colgó la imagen en su Facebook, "el terror era esto". "La foto es de un libro de 2007 (¿AC?) y la manda una lectora que lógicamente desea permanecer en el anonimato. Lo tiene todo, jamón yorls, huevo duro picado, queso de untar y litros de mayonesa decorada con manga pastelera".


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FACEBOOK

 


8. El cocinero que pensó que ésta era una buena presentación para el arroz con bogavante


Quizá en 1970 lo fuera. O en un planeta en el que les guste comer arañas. Pero aquí y ahora, no.


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ASÍ SE COME EN GRANADA

 


9. El pervertido que cocinó este solomillo de cerdo


Sólo tiene una disculpa posible: no saber que existe Grindr.


Solomillo pene


 


10. El jeta que decidió poner "con zumo de frutas" en los paquetes de gominolas


Sólo tienen un 7% de "extracto obtenido de zumo de frutas" (ni siquiera de zumo real), por lo que la proporción de manzanas, naranjas, piñas o platanos sacrificados para la producción de esta golosina es irrisoria. Está feo tratar de seducir a los padres con este tipo de reclamos para que piensen que sus hijos están comiendo algo sano en vez de una porquería atiborrada de azúcar.


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11. El guionista de este anuncio


Lo que pasa cuando un presunto cincuentón pajillero se pone a pensar en publicidad para adolescentes.


 


 


12. El hombre que trató de hacer un "lamb cake'


Éste es el modelo:


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Y éste, el resultado:


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THE CONNOR CHRONICLES

 


13. El avaro que aceptó que McDonald's patrocinara 'Top chef'.


Fue el mismo que propuso que Durex patrocinara Dora la Exploradora, y no le dejaron.


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AHORAMUNDOTV

 


14. El fabricante que afirma que esto es un cruasán de mantequilla


Y no, es un triste bollo industrial de Alcampo.


Cruasan alcampo


LA DULCE ZAMPABOLLOS

 


15. La cursi que publicó este pastelazo en Internet...


Tarta


 


16. ...y la que intentó copiarlo y le salió este truño


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CRAFTFAIL

 


17. La persona que decidió llamar "Untapán de cangrejo" a un producto que no lleva cangrejo


A no ser que los cangrejos hayan decidido autodestruirse como especie y ceder su nombre a las barritas de surimi, claro.


Untapan de cangrejo


GOMINOLAS DE PETRÓLEO

 


18. La torpe que logró convertir ese postre de Pinterest en un fistro.


El postre de Pinterest:


Niño fruta



El fistro:


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CRAFTFAIL

19. El ejecutivo que dio el visto bueno a este anuncio.


Forzado, casposo, sin gracia... El anuncio de 100 Montaditos con Lory Money pasará a la historia de la peor publicidad alimentaria. La prueba de que algo va mal en el mundo es que tiene casi medio millón de visionados.


 


YOUTUBE

20. El pastelero politoxicómano que hizo este Elmo


¿Barrio Sésamo o Las 3.000 Viviendas?


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 CAKE WRECKS

¿Conoces más personas a las que llevarías a los tribunales gastronómicos? ¡Comparte tus propuestas en los comentarios, en Twitter o en la página de Facebook de El Comidista!

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Published on November 27, 2014 22:00

November 26, 2014

Cómo adelantarse a la Navidad (y no morir en el proceso)

Giphy
    A Julia Child le daba tiempo a bailar con el pavo / GIPHY

Si en El Corte Inglés la Navidad empieza cuando termina la vuelta al cole, en El Comidista no vamos a ser menos, y hemos decidido empezar los fastos cuando nos apetezca. Por ejemplo, hoy mismo. Pero como aquí la cosa no va de vender sino de ahorraros tiempo y dinero, no os vamos a ofrecer un catálogo de regalos y tontunas (todavía, matizo, porque esa entrega ya llegará), sino uno de ideas y cosas que se pueden ir adelantando. Todo enfocado a que cuando llegue el día no nos pille en bragas/calzoncillos y lo que debería ser una experiencia agradable al final sea, como dice el grandísimo –a la par que esbelto, 'fijaté'– Bob Pop, la muerte caracolera. 



ORGANÍZATE Y ORGANIZA A LOS DEMÁS


"Menuda obviedad", diréis. Y sí, pero a la vez no. No se trata solo de hacer un calendario, sino de organizaros entre vosotros para no repetiros mucho con platos e ingredientes. El marisco, las carnes y las aves de gran tamaño están a la orden del día en estas fiestas, y si no os comunicáis entre vosotros es posible que comáis pavo tres veces. Si vais a comer marisco en Nochebuena y pavo en Navidad –más los chorrecientos acompañamientos, dulces, etc– tal vez para fin de año podéis adaptar la costumbre italiana y preparar unas buenas lentejas.


PIENSA QUÉ HAY QUE COMPRAR ANTES Y QUÉ NO


No siempre es conveniente comprarlo todo con anticipación. Por ejemplo, comprar ahora el marisco, cocerlo en casa y congelarlo –o, con más razón aún, comprarlo congelado, que también sube de precio–, o aprovisionarse de cochinillo o cabrito es una estupenda idea que nos puede ahorrar unos cuantos euros. Algunos alimentos típicos de estas fechas pueden subir de precio hasta un 29%, según un estudio de la OCU, así que ahí hay una posibilidad de optimizar interesante. Pero comprar ahora una caja de bombones o una botella de vino 'para Navidad' es tener la seguridad absoluta –a no ser que tengáis una voluntad de la que yo carezco totalmente– de que caerán antes de hora cuando te dé un munchie bajón de azúcar por fumetear pensar demasiado o necesites una copa porque tienes cierta tendencia al alpiste, que lo dice todo el mundo una existencia muy estresada. Así que piensa dos veces antes de anticiparte, y asegúrate de que servirá para algo.


EL CONGELADOR ES TU AMIGO


Y este un momento estupendo para hacer una limpieza y tirar todo lo que lleve demasiado tiempo congelado. Los canelones no son Walt Disney, y el pollo crudo tampoco, así que si calculas que llevan dando vueltas por allí más de seis meses, posiblemente haya llegado el momento de darles el adiós definitivo. A lo mejor también te darás cuenta de que hay cosas que van a parar allí de manera recurrente y el proceso te ayuda a cambiar alguna costumbre. Una vez realizada la masacre, dispondréis de un valiosísimo espacio para ir guardando comida cruda o ya preparada lista para ahorrarte tiempo y dinero cuando más lo necesitarás.


DALE DURO AL I+D


Con tiempo y dedicación, las cosas suelen salir bien por muy baratas que sean. Si queréis servir unos panecillos caseros con la comida y no habéis hecho mucho pan en vuestra vida, es el momento de empezar a practicar (y si además queréis ponerle fantasía, en El foro del pan tienen un post bastante interesante al respecto, en el que sugieren desde masas locas hasta greñados ocurrentes). Si probásteis el ceviche de atún y os gustó, pero os pareció que necesitaba algo de adaptación para petarlo en vuestro paladar, también es el momento de ponerse a ello. No dejéis el perfeccionamiento de recetas para el último momento –y muchísimo menos improviséis con algo que no hayáis hecho nunca– porque os puede salir un churro patatero y la familia, que no perdona una, os estigmatizará para siempre jamás.


MUCHAS PEQUEÑAS PARTES SON (CASI) UN TODO


Sofritos, fondos, salsas y rellenos son cosas que se conservan muy bien congeladas y te ahorrarán una parte muy importante del inevitable trabajo de última hora. Además, seguramente en los próximos treinta días prepararás muchas de esas bases para otras cosas, así que solo tienes que acordarte, aumentar la cantidad y congelarlo en una bolsa con zip o táper con el nombre escrito con un rotulador resistente (no os olvidéis de añadir esa información, o no podréis diferenciar las cosas). Después solo tendrás que unir los diferentes elementos y darles el golpe final, que puede ser igualmente largo pero será mucho menos laborioso: por suerte, en las chorrecientas horas de horno de un pavo asado no tenemos que intervenir demasiado.


COMPARTIR ES AMAR, Y DELEGAR NI TE CUENTO


Si la comida de Navidad es en tu casa pero tu tía es una Biscayenne de la vida y prepara unos postracos que te mueres, cuando se ofrezca a traer algo aparca el "no te preocupes que ya haré yo algo" y acepta la sugerencia con tu mejor sonrisa. Lo mismo con el paté de tu primo, la ensaladilla de la yaya Puri y todavía más con el jeta de tu cuñado, que pensando que igual así se escaquea de hacer nada propone con la voz flojica encargarse del vino. Diles que sí a todos, y a tu cuñado, de paso, pídele que compre una botella de licor para la hora del turrón, que seguramente ya habréis hablado de la Gurtel, la independencia de Cataluña y el ascenso de Podemos y a alguien –si no a todos– le hará falta una copita. Y si luego se ofrecen a ayudarte a recoger, tres cuartos de lo mismo: la satisfacción de poder repanchingarse tranquilamente en el sofá después de haber tenido la casa llena de gente durante todo el día no tiene precio.

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Published on November 26, 2014 23:00

November 25, 2014

¿El potaje más nutritivo de la historia?

Potaje nutritivo


Lo que tomaban los elfos para escalar las Montañas Nubladas. / AINHOA GOMÀ

 


 


A veces los accidentes tienen consecuencias positivas, y te llevan a los más insólitos hallazgos. No es que me quiera comparar con Alexander Fleming, pero la semana pasada sentí que descubría la penicilina (más o menos) con un potaje al que llegué tras un pequeño desastre, equiparable al que vivió el doctor con sus cultivos bacterianos.



Casa Ruiz, una tienda de productos a granel de Madrid, me había enviado una caja con muestras de sus legumbres y arroces para que los probara. Quizá por el trajín al que sometí a la misma transportándola del despacho a casa, las bolsitas de plástico que envolvían cada producto se rompieron, y cuando la abrí descubrí un bonito cóctel de lenteja de la Armuña, lenteja roja pelada, garbanzo de Fuentesaúco, alubia tolosana roja, alubia canela, arroz Albufera, arroz rojo y bulgur. Pude salvar parte de las bolsas, pero el resto estaba bien mezclado y exigía una paciencia que ni el santo Job en Lexatín para separar cada ingrediente.


Odio a muerte tirar comida, por lo que descarté de inmediato la posibilidad de arrojar a la basura el megamix legumbrero. Decidí cocinarlo en la olla rápida como si fuera un cocido vulgaris, siendo perfectamente consciente de que aquello podía acabar en fracaso dados los diferentes puntos de cocción de cada ingrediente. Recordé uno de los dichos que más le gustaban a mi madre -"si sale con barba, San Antón, y si no, la Purísima Concepción-, y me puse a ello con la tranquilidad del que no tiene nada que perder.


Lo que salió de aquella cazuela superó todas mis expectativas. Los elementos más tiernos -las lentejas rojas, los arroces y el bulgur- casi se habían disuelto formando una crema finísima y deliciosa, mientras que los más resistentes aguantaban enteros pero convertidos en pura mantequilla. La combinación de sabores, impulsada por las hortalizas añadidas (cebolla, ajo, puerro y pimiento seco) y realzada con un chorrito de vinagre, no podía ser más poderosa, y además encajaba con facilidad la suma de cualquier verdura de hoja tipo acelga o espinaca.


Seguramente no inventé la pólvora -los italianos tienen un invento que se parece un poco, llamado ribollita-, pero tanto por sus propiedades gustativas como por su importante valor nutricional, me parece que es un plato digno de compartir y de elaborar en cantidades industriales. Recuerda que el viejo truco abuelesco de juntar legumbres con cereales logra que ingieras proteínas de alta calidad sin necesidad de matar animalitos. Si no dispones de todas las legumbres, no pasa absolutamente nada: yo diría que con tirar de las tres básicas (judías pintas, garbanzos y lentejas), un arroz cualquiera y el bulgur es suficiente.


Dificultad


Debes saber poner la tapa a una olla.


Ingredientes


Para 6 personas



50 g de garbanzos
50 g de judías rojas
50 g de judías blancas
50 g de lentejas
50 g de lentejas rojas
50 g de arroz
50 g de arroz rojo o salvaje
50 g de bulgur
1 puerro
1 pimiento choricero (o ñora, o chile poblano seco si se quiere que pique un poco)
1 cebolla
2 dientes de ajo
2 litros de caldo de verduras (en su defecto, agua)
3 cucharadas de vinagre blanco
Aceite de oliva virgen extra
Sal

Preparación


1. Poner a remojo las legumbres, los arroces y el bulgur en agua abundante el día anterior.


2. Picar la cebolla, el puerro y los ajos.


3. Ponerlos en la olla junto a el pimiento, las legumbres, los arroces y el bulgur escurridos. Cubrir con caldo de verduras o agua hasta dos dedos por encima de los ingredientes.


4. Añadir un chorrito de aceite, salar ligeramente y tapar. Si se cocina en olla rápida (recomendable si se tiene), cocer unos 30 minutos en posición 1. Si se cocina en olla normal, hacerlo a fuego suave durante unas dos horas o hasta que las legumbres estén tiernas. Ir añadiendo caldo o agua si se queda seco.


5. Sacar el pimiento, desechar la piel y devolver su pulpa a la cazuela. Remover un poco para que se deshaga. Si el potaje se ha quedado muy denso, añadir caldo o agua y remover.


6. Rematar con el vinagre, corregir de sal y servir. Se puede acompañar de unas acelgas o espinacas salteadas, o de unos trocitos de chorizo, butifarra o morcilla pasados por la sartén.

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Published on November 25, 2014 22:00

November 24, 2014

Crema de chocolate blanco, lima y frambuesas

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    Solo cinco ingredientes, pero qué cinco... / MIREIA RODRIGUEZ

Estamos en ese momento del año en el que los grandes almacenes reparten sus catálogos de juguetes, la contaminación lumínica en cualquier ciudad española se pone al nivel de Las Vegas y las parodias del anuncio de La Lotería tienen más audiencia que el anuncio en cuestión. Sí, amigos, se acerca la Navidad.



Como cada año por estas fechas, empieza en El Comidista la tanda de recetas campeonas-pero-sencillas para que dejéis con el culo torcido a amigos, familiares y algunos que ni lo uno ni lo otro (pero, qué remedio, también hay que darles de comer). Así que os presento un postre la mar de navidabizable, a base de una crema de chocolate blanco que llevo haciendo desde hace tanto que no recuerdo ni de dónde la saqué, cuyas cantidades se pueden adaptar a diferentes necesidades solo cambiando de proporciones. Como crema está perfecta así, si queréis cubrir o rellenar un pastel poned solo 50 ml de leche y 200 de chocolate, si buscáis una textura más ligera, como un batido, más leche y menos nata y chocolate y así para casi todo. Incluso podéis convertirlo en una mousse si montáis tres claras a punto de nieve y las mezcláis con la crema –solo con 50 ml de leche– con movimientos suaves y envolventes.


Para crear un equilibrio perfecto, lo suyo es terminar el postre con una fruta ácida que le de el contrapunto a tanta cremosidad y dulzura. No entiendo por qué, porque en teoría no están en temporada, pero últimamente encuentro frambuesas procedentes del Sur de España en el mercado a precios muy razonables, así que las he escogido como coprotagonistas. Asumo que serán de invernadero, pero están buenísimas, muy jugosas y no vienen de las Quimbambas. Si no tenéis frambuesas a mano o no os gustan, podéis usar cualquier otra fruta roja, mango, papaya o incluso plátano como pareja de baile, pero yo no renunciaría al toque de la piel de lima, que debería estar casada con el chocolate blanco por todos los ritos habidos y por haber, y sin posibilidad de divorcio.


Dificultad


Para gente que cree que todo "es el signo de los tiempos".


Ingredientes


Para 4 personas



150 g de chocolate blanco
150 g de nata líquida para montar
100 ml de leche entera
La ralladura de la piel de dos limas
300 g de frambuesas
Unas hojas de menta para decorar

Preparación


1. Calentar en un cazo a fuego lento la leche y la nata hasta que estén bien calientes. Mezclar el chocolate troceado y remover hasta que se funda. Pasar la mezcla a un bol con otro bol lleno de hielo debajo y remover hasta que se enfríe para evitar los grumos y conseguir una textura sedosa. Mantener la mezcla en frío hasta el momento de usarla.


2. Separar algunas frambuesas para decorar y chafar el resto sin demasiado cuidado, con un tenedor en un bol. Mezclar la pulpa con la ralladura de la piel de lima.


3. En vasos o copas individuales o en un bol grande, poner una base de frambuesa con lima y una capa de crema de chocolate. Repetir la operación y terminar decorando con las frambuesas reservadas y unas hojas de menta. Servir inmediatamente.

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Published on November 24, 2014 22:00

November 23, 2014

Pon a Satán en tu bebida

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MATT MATERA

 


Idea para productora de televisión: ¿qué tal un programa sobre los fanáticos religiosos más descerebrados? Se podría llamar Predicadores extremos, y sería como un Cuerpos embarazosos o un Empeños a lo bestia pero con chalados de la fe explicando sus teorías. Vale, puede que no sirva para el prime time de una cadena generalista, pero desde el nicho de los que amamos a estas criaturas lo seguiríamos con pasión.


Si me dejaran dirigir el espacio lo estrenaría con un programa dedicado en su integridad a James David Manning, que en estos momentos es mi pastor integrista estadounidense favorito. Lo descubrí en agosto cuando predijo que Putin sacaría del armario a Obama en menos de 100 días, en una profecía que no por incumplida deja de resultar atractiva. Y ahora regresa triunfal con unas declaraciones que son arte puro: asegura que Starbucks aromatiza sus cafés con semen de hombres gays infectado con ébola.


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Esa combinación de camisa, corbata y chaleco sí que transmite el ébola. / RAW STORY

 


Los datos en los que se basa el religioso de Harlem para afirmar tal disparate no llegan ni siquiera a la categoría de leyenda urbana: simplemente tomó por serio un artículo satírico y después mezcló churras con merinas en su chifladísima cabeza. Pero mola imaginar a los ejecutivos de Starbucks planeando algo así. “¿Y si al Caramel Macchiato le añadimos un poco de semen?”. “Vale, pero que sea de gays porque dará más textura. Y pongámosle un puntito de ébola, para que no se parezca demasiado al Mocca Blanco”.


El segundo capítulo de Predicadores extremos estaría dedicado a la loca de Monster. Esta señora anónima nos cuenta por qué esta bebida energética es obra del demonio en un maravilloso vídeo subido a YouTube la semana pasada, que ya lleva cerca de siete millones de visionados. Según ella, el logo de la M es 666 escrito en hebreo, la O de Monster lleva una cruz que se pone al revés cuando bebes, y el eslogan publicitario de la marca, “Libera la bestia”, remite sin duda a Satán. Yo sumaría al argumentario el sabor a pis de orco de este producto, claramente diseñado en el departamento de i+D del infierno, pero la loca no se moja en cuestiones organolépticas.


 


Jesús la chifló. / YOUTUBE

 


La pega que le veo a mi proyecto es que, emigrado a Raticulín mi muy añorado Carlos Jesús, en España escasean estos visionarios. Pero quién sabe, quizá en el futuro las personas que difunden bulos locales como el de las patatas Lay's (“en la bolsa pone artesanais porque les han prohibido usar la palabra 'artesanas”) los enriquezcan con algún toque satánico (“en las misas negras se comulga con estas chips”), y dispongamos entonces de personajes patrios con los que reírnos un rato.


Carlos jesus


Palabra de Carlos Jesús. / ICACHONDEO
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Published on November 23, 2014 22:00

November 20, 2014

Bento, la comida japonesa que conquista la monez

2006 june
   No sé quién ha hecho esto, pero le quiero de president@ del mundo / PINTEREST

Aviso: este post es una invitación a la procrastinación y la tontuna, uno de esos que te pueden llevar de link en link –y a cual más chorra– hasta el infinito y más allá, hasta que de repente de das cuenta de que han pasado dos horas y ni siquiera has parpadeado. Después de la advertencia –y un consejo cortesía de la casa: precisamente por eso es recomendable leerlo en horario laboral–, voy por el tema que hoy nos ocupa: el bento.



La palabra bento -en ocasiones también se usa obento, y no llego a tener claro si es exactamente lo mismo– se refiere de manera genérica a los menús japoneses, que normalmente contienen una porción de hidratos de carbono –que suele ser, a ver si lo adivináis, arroz–, proteínas en forma de carne o pescado y una guarnición de fruta y verdura. Pero, desde hace algunos años, también se relaciona con el arte de convertir estos platos en verdaderas obras de arte pop en forma de animalitos, plantas, muñecos y todo tipo de fantasías. No busquéis otro lugar en el mundo donde pueda darse ese fenómeno: solo los creadores del kawai, el amigurumi y la cama de Totoro –una de las cosas que le dan algo de sentido a ese lugar tenebroso que es el mundo– pueden dedicar esa cantidad de energía a hacer comida no necesariamente más sana y sabrosa, sino simplemente más bonita. Las madres compiten entre ellas a través de las tarteras de sus hijos, reciben clases sobre el tema y se compran las herramientas más alucinantes, todo para conseguir que sus querubines se zampen una copia perfecta de Doraemon y sus amigos.


Como me he dado cuenta de que no soy la única que ha sucumbido ante tamaña monería, se me ocurrió que el viernes era un día estupendo para compartir los trabajos de algunos de los artistas -casi todo mujeres, no me preguntéis por qué– que han hecho de esto de 'monear' la tartera su pasatiempo favorito (y hasta su sustento).


BENTO MONSTERS


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Ming es una madre entregada que empezó a preparar charabens –así se llama a los bento inspirados en personajes de cómic, anime y demás fantasías– para su hijo mayor cuando empezó la escuela. Desde entonces adorna sus tarteras –y las de su otro hijo– con tsum tsum en forma de Mickey y Donald, platos de pasta de My Melody y ratones hechos con huevos de codorniz. Sus tutoriales están bastante bien explicados, y los de nivel más básico son perfectos para iniciarse en el mundo del modelado de comida. ¿Os imagináis que de pequeños os hubieran dado de comer así? El único momento malo de la vida de esas dos criaturas debe ser cuando le piden a su madre "algo rapidito, que tengo hambre", y ella se pone a hacerles el Monasterio del Escorial escala 1:120 con los macarrones. El resto del tiempo, una maravilla. 


LITTLE MISS BENTO


 


Ser artista de bento en occidente y vivir de ello es tan frecuente como dedicarse profesionalmente a entrenar carpas para que beban en porrón o a ser tigre realista volador gigante, pero por lo visto en Japón los hay a cascoporro. Una de las más valoradas es Shirley Wong, conocida como Little Miss Bento, capaz de convertir un poco de puré de patata en estos adorables gatitos, algo de arroz y algas en una versión perfecta de Snoopy y Woodstock o pan integral y verduras en un panda y unos conejitos que dan Stendhalazo solo verlos. 


SAKURAKO KITSA


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La primera artista no japonesa de la lista -el otro nombre con el que se le conoce en la red es 'Amorette Dye', que tampoco tiene pinta de ser demasiado real– tiene un estilo claramente diferente al de la gran mayoría de sus colegas niponas. Sus platos no se basan en personajes populares (aunque hace concesiones puntuales), son bastante más adultos y paisajísticos –algunos incluso llegan a tener un punto inquietante, como este spa bento o esta geisha– y su estética tiene más de wabisabi que de infantil.


MARI MIYAZAWA


 


Mari Miyazawa no ha sido llamada por el camino del minimalismo, y los fans de la comida cuqui no pueden parar de dar las gracias por ello. En sus platos casi nunca aparecen un personaje o dos, sino hordas de ositos panda/monstruitos/animales marinos, lo que, al menos para los 'bentovírgenes' como yo, tenga todavía más mérito. Pero su mayor triunfo ha sido llevar el bento fuera del campo meramente gastronómico, y hacer con él preciosísimos vídeos en stop motion como el de aquí arriba, donde los cerditos cantan o se relajan en un spa y un robot hecho a base de tortilla tiene que terminar con las salchichas que amenazan su supervivencia. Conocerla es querer ponerle un ático en Okinawa, así que cuidado porque engancha.


SAMANTHA LEE


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Samantha es coreana y sus platos no van encajados en una fiambrera, sino que son para comer en casa y se sirven en plato plano (generalmente de color blanco o azul). Aunque de vez en cuando se lanza con obras tan inquietantes como el homenaje a Robbie Williams o a Cristiano Ronaldo –su web está montada como una galería de imágenes pop up y no se pueden enlazar una a una, pero si os dais un paseo por allí las encontraréis enseguida– y tiene una bonita serie sobre ciudades, se nota que cocina para sus hijos y los personajes de Star Wars, Disney y Harry Potter son habituales en su repertorio.



ANNA THE RED


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Aunque borda todo lo que poner en la fiambrera, la especialidad de Anna the Red son las creaciones relacionadas con Totoro y otros personajes del estudio de animación Ghibli como Ponyo en el acantilado o La princesa Mononoke. Pero, si tengo que escoger mi favorito, levanto la mano por estos monstriuos de Maurice Sendak, elaborados con arroz, puré, pastel de cangrejo y muchísimo talento. Si dedicarse al bento profesionalmente no es ya de por sí para morir de sobredosis de azúcar, Anna the Red también se dedica a hacer muñecos de peluche con un nivel de detalle que muestra a la primera que lo de dejar detalles al azar no va con ella.


KEISUKE UMEDA


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El único representante masculino en esta lista tiene un estilo bastante diferente a todos los que os he mostrado antes. No veréis en sus creaciones personajes de dibujos animados, y los animalitos solo tienen sentido si se montan en forma de estampado. Su rollo va más hacia crear juegos de simetría que parecen incluso fractales, o simplemente meter con cierta gracia un crustáceoo varios– en el táper o crear una flor con la carne asada. Para Japón puede ser muy minimal y todo lo que queráis, pero a mí me sigue pareciendo una currada (y además su bigote de domador de circo me ha conquistado).

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Published on November 20, 2014 23:18

November 19, 2014

Puerros asados con almendra

Puerros asados


 Se te va la almendra. / EL COMIDISTA

 


Albert Adrià es uno de los cocineros que más simpatía me despierta. Quiero pensar que es por su maestría profesional, demostrada en el pasado en elBulli y en el presente en sus actuales negocios en Barcelona (Tickets, Pakta, Bodega 1900, Hoja Santa, Niño Viejo), pero me da que también cuenta la solidaridad ante la injusticia de que se siga hablando de él como "el hermano de...". La figura de Ferran es tan grande que haría sombra a un brontosaurio, pero creo que Albert ha hecho ya méritos más que suficientes como para que empecemos a olvidarnos de su familia y pensemos en él como uno de los grandes.


La cocina que practica Adrià en sus restaurantes es compleja y difícil de reproducir en casa, salvo que poseas cierto dominio de las técnicas culinarias contemporáneas, todo el equipo de chef tecnoemocional de la Señorita Pepis y un pasado oscuro como jugador del Quimicefa. Sin embargo, rebuscando en su libro Tapas, la cocina del Tickets, di con una receta factible en el hogar medio y apta para semimonguers como tú y como yo: los puerros asados con almendras.


La gracia del plato está en el sabor ahumado de los puerros, que se consigue tostando con fuerza su capa exterior en el horno y luego poniéndolos en contacto con el aceite durante un tiempo largo para que éste se impregne del aroma. La receta original requiere una envasadora al vacío, pero existe la alternativa del marinado largo en nevera en un táper; también incluye un preparado de ceniza de puerro que yo me he saltado para no complicar en exceso la preparación.


El resultado abre una nueva dimensión para esta verdura, que alcanza una intensidad desconocida en el proceso que se le suele aplicar con más frecuencia, el hervido. La almendra rallada acaba de rematar un plato que se puede servir como aperitivo, como primero, como ingrediente en una ensalada o como acompañamiento de una carne, un pescado o un potaje. Y no es mala idea para aprovechar el calor del horno asar puerros a cascoporro, para después embotarlos en aceite.


Dificultad


No hay que apellidarse Adrià.


Ingredientes


Para 4 personas



3 puerros grandes (o 4 más finos)
10 almendras crudas
Vinagre blanco de buena calidad
Aceite de oliva virgen extra
Sal y pimienta

Preparación


1. Precalentar el horno a 180º.


2. Cortar la parte verde de los puerros y dejarla para otras preparaciones (un puré de verduras, por ejemplo). Poner la blanca cortada en dos trozos sobre una bandeja de horno cubierta previamente con papel de horno o de aluminio. Hornear hasta que la parte de fuera de los puerros esté quemada (entre 45 minutos y una hora).


3. Sacarlos y meterlos en una bolsa de vacío (o en un taper, si no se tiene máquina de envasar al ídem). Salpimentarlos y cubrirlos con una cantidad generosa de aceite de oliva (unas 8 o 10 cucharadas). Envasar al vacío y dejarlos reposar un mínimo de un par de horas, o guardar en el táper dentro de la nevera de un día para otro.


4. Cuando los vayamos a servir, sacar el aceite y reservarlo para la vinagreta. Quitar las capas exteriores de los puerros hasta llegar a la parte más tierna, y desecharlas.


5. Preparar la vinagreta con el aceite de los puerros, vinagre al gusto (un par de cucharadas como mínimo), sal y pimienta negra.


6. Servir los puerros cortados en trozos de unos 5 centímetros o menos, con vinagreta por encima y la almendra rallada al momento con un rallador.

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Published on November 19, 2014 22:00

November 18, 2014

Los ocho mandamientos de la albóndiga

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El Flying Spaghetti Monster y sus divinas albóndigas. / FREETHOUGHTBLOGS

 


Desde que hace ya unos cuatro años las hamburgueserías finas se pusieron de moda y nuestras ciudades se llenaron de hamburguesas de ternera criada entre algodones, de "buey de Kobe" nacido vaca en Segovia o de canguro australiano biodinámico, me llevo haciendo una pregunta: ¿por qué ellas sí y las albóndigas no? Sé que la albóndiga es la prima gorda y enana de la hamburguesa, ¿pero justifica su aspecto físico tamaña discriminación? No para mí, que siempre he disfrutado cual hobbit ante el segundo desayuno con esta maravilla de la cocina popular, y la he defendido a muerte en un montón de recetas.



Por suerte para los albondigófilos, existen leves indicios de que esta situación comienza a cambiar. Las bolas no sólo se mantienen en sus templos de siempre, sino que su presencia se detecta en unos cuantos restaurantes de nuevo cuño. Además, en los últimos meses han aparecido establecimientos dedicados a rendirles culto en exclusiva, como Bolero Meatballs en Madrid o A Tu Bola en Barcelona. La albóndiga puede ser la próxima tendencia, así que quizá deberías dejar de dar la caca con los cebiches, la masa madre y la cerveza artesana e instruirte en el arte de la pelotilla de carne. Para lograrlo en cinco minutos y poder demostrar en tu círculo de amistades que sabes del tema, no tienes más que observar estos 10 mandamientos.


HONRARÁS LA ALBÓNDIGA CON INGREDIENTES DIGNOS


Primera idea que deberás desterrar de tu cabeza: la albóndiga no es un plato-vertedero que se prepara con carne picada chunga y un kilo de ajo. Cierto que se hace así en muchos restaurantes, pero el albondiguero moderno no debe aceptar semejantes prácticas, sino usar carne decente, a poder ser picada en el momento, y utilizar las salsas para realzar su sabor, no para ocultarlo.


Desde el BarBas, uno de los nuevos locales de Barcelona donde mejor hacen las bolitas, Enrique Valentí señala que la dudosa reputación de éstas se debe a "la poca honradez de los platos donde interviene la famosa carne picada, en los que supuestamente vale todo". Las albóndigas con sepia del BarBas son tan poderosas que cuando Ferran y Albert Adrià las probaron recomendaron a Valentí que se dejara de historias y se dedicara sólo a esta especialidad. ¿Su secreto? "Utilizar productos de primera calidad: ternera blanca, sepia, miga de pan de hogaza, azafrán y almendra".


RESPETARÁS LA CARNE Y LA MEZCLARÁS


Para hacer albóndigas no vale cualquier carne, sobre todo si se cocinan con salsa. Conviene elegir piezas que tengan un porcentaje de grasa no demasiado bajo, porque si no quedarán más secas que los testículos incorruptos de San Juan Bosco. Vamos, que el solomillo te lo guardas para ponérselo a los abuelos en Navidad. Por esta misma necesidad de grasilla, a la mezcla de la carne se le suele añadir algo de cerdo picado, práctica que yo recomiendo pero que no es estrictamente necesaria.


May Pantoni, una de las dos fundadoras de Bolero Meatballs, considera crucial que la carne se pique sólo una vez. "Odio a muerte esas carnes picadas una y otra vez, rollo baba rosa, argh". Tiene razón en detestarlas: cuanto más triturada esté la carne, más compacta y tiesa será la bola. Shira Ben-Shitrit, chef de A Tu Bola, añade otro truco que secundo con entusiasmo: "Cuanto más se mezcla, mejor queda. Ésa es la filosofía. En Turquía, por ejemplo, mezclan durante varias horas la base de las albóndigas hasta que la carne casi empieza a cocinarse por contacto con el resto de ingredientes".


USARÁS EL PAN SIN EL SUDOR DE LOS HUEVOS


¿A que ha quedado muy bíblico este mandamiento? Y también un poco loco, ahora que lo pienso... A ver, me explico: la miga de pan mojada en leche es un ingrediente fundamental para conseguir una albóndiga perfecta, ya que el lácteo ablanda la carne y la miga da textura. ¿Que eres una jipitrusca naturista pesada de las que piensan que la leche es veneno porque lo has leído en internet? Pues mojas la miga con jugo de carne reducido (o de sepia, como hacen en el BarBas), pero no prescindas del pan ni aunque te manden a un laboratorio de transgénicos de Monsanto.


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Las bolitas del BarBas. / EL COMIDISTA

 


Ahora, lo del huevo: no soy muy partidario de ponerlo en la mezcla de la carne. El huevo amalgama, lo que tiene una parte buena (la bolita compacta enseguida con el calor y es más fácil manejarla sin que se deshaga) y una mala (pierde ternura). Yo prefiero jugármela, pero si vas a hacer albóndigas a cascoporro o tienes aletas de foca en vez de manos para la cocina, no es mala idea usarlo.


NO REFREIRÁS NI RECOCERÁS


¿Lo más importante en unas albóndigas? "Conseguir una textura firme por fuera y tierna por dentro, que es lo más difícil", afirma Pedro Madera, periodista que se destapó como experto en la materia en un artículo para Voz Pópuli en el que recopilaba los 10 mejores lugares de Madrid para comerlas. Madera recuerda que su madre obraba el milagro de la bolita perfecta usando "carne como falda o morcillo, más barata y además resistente a las cocciones largas". "Siempre las freía un poco, con un rebozado muy suave con perejil, antes de ponerlas en la salsa".


La fritura no es imprescindible para lograr una buena albóndiga. Se pueden cocinar directamente en la salsa, lo que tiene una importante ventaja (te evitas todo el trajín del aceite) y un pequeño inconveniente (pierdes algo del sabor de la carne tostada). Un plan B es el horno, alternativa defendida con fervor por May Pantoni: "Freírlas es un coñazo. Desde que me fui de casa con 20 años las hago al horno para no tener que ensuciar salpicaduras de grasa y harina por todos lados, y porque así son más ligeras y sientan mejor". En cualquier caso, lo importante es no pasarte con los tiempos de cocción: una fritura rápida y un estofado/horneado corto (de unos 30 minutos) a temperatura suave marca la diferencia entre un buen ejemplar y un material antidisturbios.


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Pan y pelotillas de Bolero Meatballs. / FACEBOOK

 


NO LA CONSIDERARÁS VIEJUNA


Un pequeño descanso después de tanta chapa culinaria: las hamburguesas, que también se hacen con carne picada, cuentan con mejor imagen que las albóndigas, y no se ven como un plato viejuno, sino enrollado. ¿Por qué ocurre este fenómeno?  "Porque hay más tontos que botellines", asegura contundente Pedro Madera. "Por desgracia, la gente come más con los ojos que con la boca".


En efecto, ver las pelotillas como un plato anticuado constituye un signo claro de esnobismo, cuando no de palurdez. "Las albóndigas son baratas, polivalentes, aguantan tiempo en la salsa y resultan perfectas para singles que se niegan a comer mal", defiende Madera. "Pero no han tenido una actualización hasta hace poco, con el empleo de nuevos ingredientes como butifarra, bacalao o salmón".


ACEPTARÁS LA INNOVACIÓN


Nuestras amigas las bolitas se han hecho fuertes en casas de comida de la capital como De La Riva, donde se rinde merecido culto a su versión más tradicional. Sin embargo, no hay que ser un carcamal y despreciar las revisiones más novedosas. Pedro Madera recomienda las de butifarra de la taberna Cachivache (Madrid) o las de congrio en La Botica de Matapozuelos (Valladolid); yo me rindo ante las que sirve Abraham García en Comala (Madrid), de cerdo ibérico en salsa mexicana: pequeñas, especiadas y tan tiernas como una magdalena mojada en colacao.


Las albondiguerías A Tu Bola y Bolero Meatballs, más orientadas al público joven y cercanas a la comida rápida, facturan pelotillas aún más exentas de prejuicios. En la primera se pueden tomar de gambas, pollo con piña o de ternera con hígado de pato y reducción de vino tinto e higos, mientras que en la segunda se sirven con salsa teriyaki o hoisin y al estilo de las keftedes griegas. Ahora bien, si lo que buscas es una experiencia extrema, debes probarlas con la salsa fireball de este último local. "La trajimos porque las dos socias somos amantes del picante y de pasar un rato mal", dice con sadomasoquista inocencia May Pantoni. "Al principio lo teníamos como algo para los colegas hasta que empezó a venir gente preguntando por ese picante del demonio". Tras haberla probado y pasado cinco angustiosos minutos de fuego en las entrañas, confirmo que el mejunje en cuestión proviene del mismísimo culo de Satanás.


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Albóndigas de gambas de A Tu Bola. / FACEBOOK

 


AMARÁS LA ALBÓNDIGA VEGETARIANA


No, no me refiero a las infames pelotas de goma fabricadas con seitán que venden en algunas tiendas macrobióticas. Hablo de bolitas elaboradas con legumbres y verduras frescas, que sazonadas con alegría tienen poco que envidiar a las de carne. "Las bolas son un tipo de comida perfecta para jugar con los ingredientes y los sabores", asegura Shira Ben-Shitrit. "Se pueden crear de de sabores de todo el mundo, desde los arancini italianos hasta el falafel de Oriente Medio". Ambas especialidades, con el arroz y el garbanzo como base, son vegetarianas. Y tan tradicionales como nuestra albóndiga más carnaca.


LLAMARÁS A LA ALBÓNDIGA COMO TE DÉ LA GANA


¿Te da palo decir "albóndigas" porque eres una Tamará Falcó en potencia y te suena como supervulgar? Tienes dos opciones: o llamarlas "almóndigas", mucho más fino y además aceptado por la RAE, u optar por denominaciones alternativas. A Shira Ben-Shitrit le gusta el término "bolas" porque "es divertido"; en Bolero Meatballs decidieron usar la traducción a otro idioma comprensible allende nuestras fronteras. "No sé si resultará más apetecible, pero al estar donde estamos, en pleno turisteo del centro de Madrid, había que combinar el nombre con albóndiga en inglés, meatball", reconoce May Pantoni. "Pero luego en nuestro local nosotras mismas las llamamos 'almóndigas' o 'pelotas de carne".

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Published on November 18, 2014 22:00

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Mikel López Iturriaga
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