Andrés Accorsi's Blog, page 28

February 10, 2023

NAFTALINA

Hace un par de semanas, a fines de Enero, se habló muchísimo de esta novela gráfica de Sole Otero (autora argentina que reside hace varios años en Francia), ya que el público del Festival Internacional de Historieta de Angouleme (el más importante de Europa) votó a Naftalina como Obra Favorita del 2022. La novela fue escrita y dibujada en 2020, y tuvo su edición en castellano en 2021. Yo, como siempre, llego tarde y la reseño ahora. Lo primero que quiero destacar es que Naftalina está escrita 100% en argentino. Es obvio que Sole pensaba publicarla en España y Francia (veremos si se suman más mercados, ojalá que sí), pero no hace concesiones en cuanto a la jerga que manejan los personajes. La historia transcurre en el Gran Buenos Aires y los personajes hablan como hablamos acá. Incluso, como el argumento recorre prácticamente todo el Siglo XX, Sole usa términos muy rioplatenses de décadas pasadas para ambientarnos mejor en cada una de las épocas que visita. La edición española (que es básicamente igual a la argentina) tiene llamaditas que explican algunos términos lunfardos o de nuestra habla informal, como para que el lector no familiarizado no quede tan afuera. Y me parece perfecto. Básicamente lo que cuenta Sole en estas 320 páginas es la historia de su familia, centrada sobre todo en la figura de su abuela Vilma, un personaje maravillosamente jodido y tóxico, pero además sumamente tridimensional. Vilma jode, critica y psicopatea a todo su entorno, pero no se considera una villana, sino una víctima incomprendida. Y Naftalina cuenta un poco eso: cómo Vilma se va quedando sola, y cómo su aura de mala leche se impregna de algún modo en la casa que habitaba, a tal punto que una vez que muere, su nieta no resiste demasiado tiempo viviendo ahí. La idea de la casa como espacio de la familia, y de la memoria genealógica y emotiva que vincula a los miembros de la familia, no es algo muy novedoso. La explora Paco Roca en La Casa, por poner un ejemplo cercano. Pero Otero le encuentra otra vuelta, sobre todo por el lado del dibujo, y la convierte en una especie de laberinto en el que Rocío (la protagonista, y probablemente también la autora) se tiene que buscar a sí misma, reflexionar y replantearse cosas típicas de los 18 años, mientras revive (o descubre) aspectos muy densos de la vida de su abuela. Si bien todo pasa por Vilma, el resto de los personajes también están muy bien tratados. La autora se pone en el lugar de ellos, trata de entender por qué hacen lo que hacen, por qué aguantan lo que aguantan, y no los juzga. Ni siquiera juzga a Vilma, que es claramente un sorete de persona. Enorme paso adelante respecto de Poncho Fue, donde había buenos y malos definidos de modo demasiado alevoso. Naftalina es un comic muy honesto, muy jugado, donde no quedan secretos ocultos por jodidos que sean. Lo único que no está muy aprovechado es el vínculo entre algunos personajes y la política argentina del Siglo XX, que es un manantial inagotable de conflictos y desencuentros. Se ve que a Sole le interesaba más la vida de estas personas que la sociedad en la que vivieron. Recién al final, aparece un conflicto político (el estallido de fines de 2001) que una chica de 18 puede entender sin mayor dificultad y ahí sí, Rocío se termina de alejar de la senda de Vilma (militante fanática del "no te metás") y decide involucrarse. Me gusta mucho cómo, si bien en 2020 la autora tenía casi 20 años más que Rocío, no se olvida de cómo era ella a los 18 años. A todos estos hallazgos hay que sumarle el plus del dibujo y el color. Para este trabajo, Otero deja de lado el estilo que desarrolló en Intensa y Poncho Fue y crea uno nuevo, totalmente distinto, basado en colores planos, figuras bien definidas y muy estilizadas, y un protagonismo enorme para los fondos. Lo único que queda del estilo anterior de Sole es la expresividad de los personajes. Todo lo demás, hasta la forma de moverse en el espacio de las viñetas (y de esas páginas que parecen escenarios de teatro) es novedoso. Y excelente. Es un estilo muy llamativo, que tiene la particularidad de no aburrir, de no cansar. Cuantas más cosas demuestra Sole que puede contar en ese estilo, más te cautiva. Esta vez... ¡dibuja las zanjas entre las viñetas!. No en las secuencias ambientadas en 2001, pero sí en las que nos llevan a distintos momentos del pasado. Los flashbacks tienen su propia paleta de colores y hasta su propia forma de armar la página y vincular a las viñetas entre sí, y eso también es un golazo. La única contra que tiene Naftalina es que se trata de una historia íntima, puertas adentro. ¿Qué me estás contando? ¿La historia de una familia que viene de Italia y se establece en el conurbano? ¿Y donde una de las abuelas de la protagonista es una mina intratable que le hace la vida imposible a casi todos los que la quieren? Y bueno, como esa historia hay miles. En un punto, es mi historia, también. Mi abuelo Beto también venía de una familia italiana del conurbano, su papá también trabajaba en el ferrocarril, también era hincha de Racing, también se casó con una mina que lo psicopateaba y lo tenía cagando... O sea que es entendible que algo tan personal no le llegue a todos los lectores por igual. Pero como historieta está muy, pero muy bien hecha. Es profunda, es entretenida, es valiente, es emotiva, te permite identificarte con distintos personajes en distintos momentos de la obra, y encima está dibujada de un modo originalísimo y genial. No sé qué porcentaje de ficción hay en la obra (no sé, por ejemplo, si en su vida real Sole se mudó a la casa que era de su abuela y se agarró pulgas) pero la forma en que la autora toma todos estos elementos (reales y ficticios) y los combina para armar esta novela gráfica, es sencillamente magistral. La hiper-recomiendo. Me queda una reseña más "de las de antes" y después ya volvemos a la normalidad, o algo así. Gracias y hasta pronto.
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Published on February 10, 2023 09:57

February 7, 2023

CLOCKWORK APPLE

Bueno, al final este libro no era tan voluminoso. Apenas 240 páginas que, como en todo manga, se leen rápido, gracias a la narrativa ágil, muy basada en la acción, en contraposición con el Showcase de los Challengers donde estuve días luchando contra esas viñetas repletas de diálogos y bloques de texto que te explicaban absolutamente todo, por las dudas de que no entendieras lo que estaba sucediendo. Este libro es un sueño húmedo: tapa blanda, historias cortas, material escrito y dibujado por el glorioso Osamu Tezuka entre 1968 y 1973, en ese período alucinante en el que pasa de ser "el mangaka que dibuja divertidas aventuras para chicos de todas las edades" a ser el amo y señor del gekiga más oscuro y más retorcido. Parece mentira que en castellano no esté editado y que en EEUU haya salido gracias a un crowdfunding, porque la editorial no se quería arriesgar. Pero veamos que nos ofrece el Manga no Kamisama en estos ocho relatos. En el primero, el protagonista es un jerarca nazi que tiene a su cargo un campo de concentración, donde tortura, viola y asesina sin piedad a sus prisioneros, en busca de una droga que finalmente encuentra... demasiado tarde. Tezuka es tan cruel, que hasta la última página te hace creer que este hijo de mil putas se va a salir con la suya. Es una historia tan siniestra, con tanta mala leche, que el dibujo exagerado, caricaturesco, casi humorístico del Dios del Manga hace un poco de ruido. Probablemente el argumento funcionaría mejor con un dibujante más realista, un Takao Saito, ponele... La segunda es una historia que mezcla romance y ciencia ficción (y también hay asesinatos y sexo, ¿por qué no?), donde se toca un tema que muchos años después va a reaparecer en los comics de Marvel: la posibilidad de que una mujer androide dé a luz a un hijo, fruto de su amor con un hombre de carne y hueso. Salvo el final, que es medio frutero, el resto es excelente. La tercera historia es la más extensa y la que da título al libro. La trama es brillante, es de esos guiones de Tezuka que parecen mecanismos de relojería, en donde todo encaja, hay explicaciones hasta para los sucesos más bizarros y cada detalle que se menciona al pasar resulta importante en algún momento del desarrollo. A Clockwork Apple te pone muy nervioso, te hace sentir la opresión, el enrosque y en un punto me hizo acordar a Dead Air, la opera prima de Michael Allred que vimos el 11/05/15. También se cae un poquito al final, probablemente porque Tezuka no quería continuar la historia más allá de las 60 páginas. Pero daba para un poquito más. Después viene la historia más floja, la del taxista y el pasajero, dos personajes uno más turbio que el otro que se psicopatean el uno al otro a lo largo de 17 páginas. La consigna de la historia es buena, los personajes son atractivos, pero le falta fuerza al conflicto y onda a la resolución. La quinta historia es una de romance y misterio, muy bien llevada, donde Tezuka vuelca su pasión por la medicina. En la resolución es muy importante un quiste, parecidísimo al que me extrajeron a mí a los 18 años, así que me sentí muy identificado con la protagonista. Los médicos que me atendieron en aquel entonces me dijeron que mi caso era de uno en un millón, y Tezuka juega esa misma carta en la historia, para sorpresa de la inmensa mayoría de los lectores, que deben creer que lo que cuenta el ídolo es algo 100% fantástico, que se le ocurrió a él y no existe en la realidad. Pero yo doy fe de que existe. El sexto relato es otra oda a la crueldad y la truculencia. Acá vemos morir acribillados a niños, niñas y adultos, hay drogas, torturas y violaciones y un nivel de violencia y sordidez que me imagino que habrá causado escozor allá por 1972. El ritmo es tremendo, la forma en que Tezuka crea tensión y te manipula para que creas que los malos van a ganar también, es impresionante. Y encima el final es redondísimo. Nos queda la otra historia que compite con la sexta a ver cuál es la mejor. Esta es una de intriga política, sin elementos fantásticos, en la que básicamente se planifica y se ejecuta un atentado contra la vida del Primer Ministro, en otro relato tenso, narrado como solo el Dios del Manga podía hacerlo, en este caso con dibujo más serio, más adusto, menos estridente, pero de una efectividad apabullante. Y cerramos con una historia de codicia, venganza y sexo, ambientada en el futuro y repleta de mala leche. Acá también hay traiciones abyectas, muertes escabrosas, garches enroscados y un clima de desolación digno de mejor gekiga. No la pongo al nivel de las dos anteriores porque el final es un poco más predecible, pero sin dudas es una excelente historieta, que en apenas 38 páginas desarrolla un conflicto muy espeso y le da carnadura a cinco o seis personajes importantes. No hay nada que hacer: cuanto más exploro esta etapa en la producción de Tezuka, más me asombra su transformación, su maduración, sus ganas de subirse la apuesta a sí mismo una y otra vez, de pintarle el culo a los que lo habían catalogado de "autor de aventuras para chicos", un poco para bajarle el precio. En los ratitos libres que le dejaron algunas de sus obras más impactantes y más laureadas, el Dios del Manga reservó un poquito de su magia para estas historias cortas, que resultan un deleite incluso leídas 50 ó 55 años tarde. Capo absoluto. Y ahora sí, tengo para encarar un libro bastante más extenso, así que me voy a tomar unos días para saborearlo. Nos reencontramos pronto con esa reseña, acá en el blog.
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Published on February 07, 2023 20:03

February 6, 2023

SHOWCASE PRESENTS CHALLENGERS OF THE UNKNOWN Vol.1

Este tremendo masacote de 544 páginas recopila en glorioso blanco y negro las cuatro apariciones de los Challengers of the Unknown en la revista Showcase, y los 17 primeros números de su propia revista, todo material originalmente publicado por DC entre 1957 y 1960. Muchas veces se suele emparentar a los Challengers con los Fantastic Four, por el hecho de que son cuatro aventureros y porque ambos grupos tuvieron a Jack Kirby como co-creador y primer dibujante. Yo adhería bastante a esa corriente, hasta que leí estas primeras aventuras. La verdad que en todas estas páginas, encontré poquísimas similitudes entre los Challengers y la Primera Familia de Marvel. Acá los personajes no tienen personalidad, sus diálogos son perfectamente intercambiables. No hablan de situaciones el mundo real, no hay chistes, no hay villanos recurrentes... Las peleas son básicamente con monstruos, o con seres humanos que temporariamente se hacen gigantes, o reciben superpoderes, o sufren alguna mutación bizarra que será revertida al final de la historia. O con gente que viene de otros tiempos, o de otros planetas. Al principio las misiones de los Challengers tendrán siempre como locación algún paraje exótico, que puede ser un atolón del Pacífico, una isla del Caribe, un castillo de la Europa balcánica, o una base en la Antartida. Y ya avanzada la serie, los veremos viajar a otros planetas. En las primeras aventuras, el guionista (y también co-creador) Dave Wood se las ingenia para que nunca falten una profundidad oceánica para que explore Prof, algo alto para que escale Red, algo que Ace pueda pilotear y algo a lo que Rocky pueda cagar a trompadas. Después, cuando los Challengers debuten en su propia serie y Kirby se haga cargo también de los guiones, este esquema no siempre se va a respetar, porque el Rey va a presentar dos historias cortas en cada número y no le van a dar las páginas para que cada uno de los miembros del cuarteto tenga una escena para lucirse él solito. La mayoría de las historias se resuelven por la vía del ingenio: a alguno de los héroes se le ocurre un truco copado para engañar al villano y revertir los efectos de los planes del mismo, o para neutralizar amenazas que no son necesariamente malignas. Fuera de esa resolución ingeniosa, los guiones no tienen otro atractivo. Los peligros extremos no están enfatizados, nunca sentís que los héroes corran verdadero riesgo de muerte, nunca la aventura es un pretexto para hablar de otra cosa, no hay subtextos, no hay prácticamente continuidad entre una historia y la siguiente y jamás se menciona la posibilidad de que los Challengers habiten el mismo universo que Superman, Batman o cualquier otro personaje publicado en aquel entonces por DC. La única mujer en un rol importante es June Robbins (a quien en algunos de los episodios que escribe Kirby rebautizan por error como "June Walker"), que en algún que otro episodio pela una chapa similar a la de los protagonistas. Por supuesto, esto es de la época en la que en los comics no existían los negros: en 544 aparecen negros en una sola viñeta, y obviamente pertenecen a una tribu semi-salvaje de África. El dibujo de Kirby es bueno, pero se queda a mitad de camino. Este es un Kirby que todavía esperaba que lo convocaran para jugar en el club de los Dibujantes Elegantes, los discípulos de su admirado Alex Raymond, un club en el que esta época jugaban Gil Kane, Carmine Infantino, Bruno Premiani, Wally Wood, Murphy Anderson y Dan Barry, entre otros. Pero eso nunca sucedió, y todavía faltaba un poco para que el Rey creara ese estilo hiperkinético y explosivo que lo llevaría a revolucionar el mainstream yanki y convertirse él en el referente grosso al que centenares de dibujantes intentarían parecerse. También llama la atención lo vulnerable a los entintadores que es el lápiz de Kirby en esta etapa. Bruno Premiani lo simplifica muchísimo, George Klein lo aplana, Marvin Stein le corrige los errores pero le cambia todas las caras y Wally Wood le agrega capas de sofisticación y complejidad que lo hacen ver más capo que nunca, aunque también cuesta un poco ver a Kirby debajo de esas tintas tan elaboradas. Por suerte lo que siempre está y nunca falla, es la narrativa de Kirby, su habilidad para los enfoques, el ritmo de las secuencias y la composición de la viñeta. Pero el nº8 de la revista de los Challengers coincide con ese momento de 1959 en el que DC decide meterle un voleo en el orto a Kirby, quien regresará recién a comienzos de los ´70. A partir de ahí los guiones de la revista se los reparten entre Ed Herron y Arnold Drake (aún hoy no se sabe cuáles escribió cada uno) y el dibujante pasa a ser Bob Brown, a quien ya vimos dibujar a Daredevil un lejano 01/12/14. Brown es un dibujante correcto, casi sin rasgos estilísticos propios, que en sus primeros números intenta seguir la línea de Kirby pero es traicionado una y otra vez por su amor hacia Milton Caniff, al que más de una vez le afana cuadritos a mano armada. Donde más se diferencia Brown de Kirby es en la puesta en página con esas viñetas verticales que ocupan dos de las tres tiras en las que por entonces se solía dividir la página en los comic books. Nada demasiado destacable en la faz gráfica, donde después de ver a Kirby entintado por Wally Wood, todo se hace cuesta abajo. Tengo para leer el segundo Showcase de los Challengers y otro libro de Kirby "solista", así que volveremos sobre estos temas dentro de no mucho tiempo. Arranco a leer otro masacote de chotocientas mil páginas, y ni bien lo termine lo comentamos acá en el blog. Gracias y hasta entonces.
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Published on February 06, 2023 14:04

February 1, 2023

LLEGÓ FEBRERO

Enero se me hizo tan largo y tan intenso, que nunca pensé que terminaría. Pero acá estamos, en el mes más corto del año, y además el mes de mi cumpleaños. Me voy a 2016, cuando al maestro Alejandro Jodorowsky se le ocurre convertir en historieta el guion de Los Hijos del Topo, pensado originalmente para una película que funcionara como secuela de la famosa El Topo, que él mismo dirigiera allá por 1970. Con alta banca de la editorial francesa Glénat, Los Hijos del Topo se convirtió en una serie de tres álbumes de historieta, de los cuales me aventuré con el primero, porque lo vi muy barato en una librería de saldos de Uruguay. Aclaro antes que nada que jamás vi la película El Topo y que este es mi primer contacto con esos personajes y ese universo. El argumento me gustó más que el guion. O sea, me atrapó más lo que sucede que cómo me lo cuenta Jodorowsky. Ese entramado bizarro de lazos familiares, poderes infinitos y situaciones cuasi bíblicas pero traídas a un país pobre de Latinoamérica en una época que parece ser mediados del Siglo XX, me pareció atractivo, obviamente extraño, y por momentos apasionante. Se nota que es una idea pensada para cine, porque hay pocas escenas que se explican o se resuelven mediante el diálogo. Jodorowsky piensa más en climas (secuencias mudas que serían realzadas por una música que en el comic nos tenemos que imaginar los lectores) y en acción. Y probablemente lo mejor del guion sean las secuencias mudas, en las que el hilo conductor son las acciones de los personajes, no lo que dicen, que generalmente eso muy obvio o rebuscado al pedo. Son secuencias fuertes, por momentos muy violentas, o muy descarnadas, que más de un boludo con poder en la industria del cine diría "¿te parece...?". Este primer tomo se titula "Caín", y lo bien que hace, porque este personaje es claramente el eje del argumento. Su conflicto interno y su conflicto externo (con El Topo, su padre) ocupan la mayor parte de las páginas del álbum, y si bien no podemos decir que al final del tomo "conocemos" a Caín, sin dudas es el personaje más trabajado por Jodorowsky en este tramo. Supongo que en la segunda parte el foco se desplazará hacia Abel, hermano menor de Caín, pero no lo puedo afirmar porque no lo leí ni lo tengo comprado. Supongo que el día que lo vea lo voy a comprar, porque esta primera entrega no llegó a apasionarme, pero me generó el suficiente interés, la suficiente intriga, como para ver qué onda la segunda parte. Buena parte del interés me lo generó el dibujo de José Ladrönn, que es espectacular. Sobre todo por la forma radical en que el mexicano cambió de estilo. Yo lo conocí originalmente como un eficaz clon de Jack Kirby que buscaba aggiornar a los ´90 el estilo del Rey. Después lo vi chorearle a cuatro manos al maestro Juan Giménez, y ahora lo veo encarar para el lado del dibujo de aventuras más tradicional, en la línea de los autores más clásicos de España, Italia o Croacia. Una sorpresa de alto impacto, porque en este estilo Ladrönn también la descose. Sin el estallido cinético de Kirby ni el festival cromático de Giménez, el dibujante banca de punta a punta una puesta en página prolija, clásica, perfectamente comprensible, y llena las viñetas de personajes, animales, decorados y paisajes muy realistas, que denotan un manejo muy notable de anatomía, perspectiva, iluminación y color. Si te gusta el dibujo académico-realista, de la noche a la mañana tenés que hacerle a Ladrönn un lugarcito en el panteón de tus ídolos, porque este es un trabajo realmente soberbio de este autor, que ha demostrado una versatilidad fenomenal y una calidad envidiable en el manejo de cada estilo que adopta. Solo para babearme con otras sesenta y pico de páginas de Ladrönn, ya se justifica comprar un segundo libro de Los Hijos del Topo. Y cierro con una breve glosa del nº4 de Grafito, correspondiente a 2018, una publicación tan oscura que nadie jamás digitalizó su portada para subirla a la web (por eso ilustro con la del nº1). Esta vez quien coordina el taller de historieta del Centro Cultural Eugenio Flavio Virla es Segundo Moyano y también aporta una historieta a la antología, en la que casi todos los relatos tienen que ver con hechos históricos relevantes para el Noroeste argentino. Pero lo dejan bastante solo, pobre Moyano. No está Jorge Vildoza, Matías Muzzillo tiene apenas cuatro páginas, y lo más parecido a una segunda línea competente son los trabajos de Aureliano Acevedo (muy comprimido para que la historia que cuenta entre en cuatro páginas) y Sergio Olivera, que por momentos me hizo acordar al español Álex Fito y al noruego Jason. No tengo más números de Grafito para leer, pero con esto me doy una idea bastante completa de para dónde van los autores emergentes de Tucumán, una ciudad que supo originar unas cuantas publicaciones más que interesantes. Y cierro con un anuncio más bizarro que las cosas que Jodorowsky le hace hacer al Topo y sus hijos: por lo menos las próximas cuatro entradas del blog van a ser "de las de antes", con un solo libro reseñado en cada posteo. Son libros voluminosos, que prometen lecturas a fondo, o por lo menos bastante sustancia como para dedicarles una entrada completa a cada uno. Ni bien tenga leído el primero, se viene la reseña acá en el blog. Será hasta entonces.
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Published on February 01, 2023 16:39

January 30, 2023

NOCHE DE LUNES

Algo tenía que pasar que me frenara ese ritmo espectacular al que venía leyendo y reseñando libros, y lo que pasó se llama The League of Extraordinary Gentlemen: Black Dossier. No lo compré en el momento en que salió, porque me pareció medio bizarro, lo miré muy por encima en casas de amigos y no me llamó demasiado la atención, y finalmente lo compré este año, porque me lo ofrecieron a un precio irrisorio. Me senté a leerlo con detenimiento... y me costó varios días terminarlo. Cómo me aburrí, la puta madre... En 208 páginas, lo que sucede se puede resumir en la frase "Mina y Allan ahora son perseguidos por el corrupto gobierno del Reino Unido, en parte porque se afanaron el Black Dossier". ¿Eso es todo? No, bueno, por momentos Alan Moore y Kevin O´Neill interrumpen las peripecias de Mina Murray y Allan Quatermain para mostrarnos qué hay en las páginas del dossier. Una pena, porque lo más entretenido (dentro del embole) es el tramo de Allan y Mina en 1958, y su lucha contra James Bond y demás sicarios de la corona. ¿Y qué información clasificada incluye el dossier? Al principio, ahonda en la existencia de una League of Extraordinary Gentleman anterior a la que conocimos nosotros, también con personajes tomados de la literatura británica, pero de fines del Siglo XVII. Y en la historia de Orlando, un personaje que va a ser importantísimo en la trilogía de Century, que obviamente el Mago de Northampton ya estaba craneando cuando escribió esto. Después hay crónicas de las aventuras que ya leímos en los dos primeros tomos, pero narradas como si fueran informes de una oficina de inteligencia. Y otros textos, también larguísimos y por momentos áridos, que cuentan algunas cosas de las que no vimos, que van entre la guerra contra los marcianos en el Vol.2 y 1958. Personajes nuevos que se unieron, murieron, o se fueron (también tomados de la literatura británica, pero de principios del Siglo XX), el cambio de política del gobierno británico respecto del equipo, otra liga que no duró nada, en fin... Hechos de bastante escasa relevancia en la historia de este mundo alternativo. El tema es que por cada idea que se le ocurre, Moore te inflige una cantidad desmesurada de páginas. Para explicarte que en un momento se forma una especie de League of Extraordinary Gentlemen en Francia (con personajes tomados de la literatura de ese país), son tres páginas de una prosa densísima, casi sin ilustraciones. Para explicarte que Mina y Allan en los años ´40 viajan a Estados Unidos en una misión, cinco páginas de prosa sin imágenes, escritas al estilo del pulp yanki de esa época. Y así es muy difícil... Las ilustraciones de O´Neill son increíbles, porque el ídolo reproduce el estilo de los dibujantes e ilustradores de las distintas épocas. Pero Moore hace lo mismo con los textos y no te puedo decir "le sale mal", pero se hace muy denso, más allá de sus dotes para mimetizarse con los distintos estilos de escritura, de William Shakespeare a Mickey Spillane. El epílogo es lo peor: 18 páginas que no cuentan nada, y que podrían resumirse en tres, como mucho. Con unos dibujos magníficos de O´Neill, y efectos de 3-D creados por Ray Zone, pero realmente muy innecesario. Black Dossier es solo para los que quieren tener TODO The League of Extraordinary Gentlemen, o TODAS las obras de Kevin O´Neill, o TODAS las obras de Alan Moore. Pero no es ni a palos lo mejor de TLOEG, ni lo mejor de O´Neill, ni mucho menos lo mejor de Moore. Me vengo a Argentina, año 2017, cuando por tercera vez el glorioso Virla (el Centro Cultural Eugenio Flavio Virla, faro de la cultura y las artes de la hermosa ciudad de Tucumán) publica una antología de historietas, con material generado en los talleres que coordina en maestro César Carrizo. Es un libro de unas 120 páginas, con errores muy notables en la edición, papel muy berreta, etc., que supongo que se regalaba. Estas páginas están repartidas entre una cantidad brutal de chicos y chicas (y señores más grandes también, supongo yo...), que además de la limitación de estar en pleno proceso de aprendizaje, tienen la limitación de contar con muy pocas páginas para desarrollar lo que quieren contar. Casi todas las historietas giran en torno a mitos y relatos sobrenaturales que tienen por escenario el Noroeste argentino, y la verdad que la calidad del material es muy desparejo. Entre muchos trabajos a los que se les notan serios errores en el dibujo, la narrativa y sobre todo los guiones, aparecen algunos nombres que rápidamente se destacan del resto. Segundo Moyano, a esta altura un referente central del under tucumano, supera ampliamente el promedio de sus compañeros. Me sorprendió encontrar acá seis páginas dibujadas por Matías Muzzillo, de quien hablamos maravillas hace no mucho a raíz de su libro Yilé. Acá el dibujo no es tan bueno, porque es cinco años anterior, pero ya se notaban una jerarquía para narrar en imágenes y una intención artística muy promisorias. Pablo Iván Ríos también, pela una impronta muy personal y sumamente profesional, con un estilo de dibujo poco narrativo, pero visualmente muy atractivo. Y cerca del final del librito aparecen las mejores cuatro páginas, las que hacen que todo haya valido la pena: Jorge Vildoza adapta un cuento de Mercedes Chenaut y, si bien no dibuja las zanjas entre las viñetas, la rompe en 8.500 pedacitos. Muy grosso lo de Vildoza, realmente. Me encantaría verlo en un formato más grande y en mejor papel. Tengo otra edición de Grafito (el Vol.4, que deduzco corresponde a 2018) y prometo leerlo pronto. Nada más, por ahora. La seguimos el mes que viene. Gracias y hasta entonces.
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Published on January 30, 2023 17:45

January 26, 2023

TARDE DE JUEVES

Quería postear ayer, pero no encontré el momento, así que quedó para hoy. Empezamos bien vintage, con un libro publicado en Argentina en 1991. Sex Rep recopila un montón de trabajos de Miguel Rep para las revistas SexHum® y SexHum® Ilustrado, todos de la segunda mitad de los ´80. Fue una etapa increíble para esas revistas de Ediciones De la Urraca, porque de pronto había libertad total para hablar de un montón de temas referidos a la sexualidad que durante muchos años habían estado vedados. Y también fue un momento increíble para Rep, que producía montones de páginas todas las quincenas, con margen para experimentar, para inventar nuevos personajes y desarrollar distintos tipos de historias. El primer tramo de Sex Rep está compuesto por historietas de una página, historietas de dos páginas y chistes de una sola viñeta. Las páginas de Rep están laburadísimas, con una gran cantidad de cuadros, muchos elementos en cada cuadro, a veces con secuencias mudas, otras con muy buenos diálogos, y con un estilo gráfico cambiante, donde se nota que el autor no se limita a reproducir una fórmula exitosa, sino que está todo el tiempo en busca de nuevos recursos, tanto en el trazo como en la puesta en página. Hay varios guiones muy buenos y uno brillante, "El Gran Mastorna". Y las 20 páginas finales reúnen todas las historietas de El Hombre Látex, un personaje que empezó como parodia de Plastic Man pero con chistes de sexo (la misma fórmula que había empleado el Negro Fontanarrosa con Sperman), y que con el correr de las aventuras -que no son tantas- gana una identidad propia e incorpora otras temáticas que no van solo para el lado del garche. En estas historias Rep se enfrenta con el desafío de tener que contar muchas cosas en muy pocas páginas, y lo único que se le ocurre para resolverlo es meter muchas viñetas chiquititas una al lado de otra (casi una arriba de otra), lo cual desluce un poco el dibujo. Hay historias de El Hombre Látex condensadas en tres páginas que se podrían desarrollar tranquilamente en 12. Sobre todo para que se aprecie bien el dibujo, que es excelente, en parte porque Rep entiende que un comic de superhéroes no se dibuja igual que Joven Argentino o Los Alfonsín. Tiene que haber otro despliegue, y eso se ve poco en estas páginas, solo en el cuadro con el que se inicia cada aventura. Pero, comprimidas y todo, las historias son entretenidas, originales y están generosamente adornadas con chistes muy efectivos. No todo el contenido de Sex Rep pasaría los filtros actuales, donde nos hemos vuelto más sensibles al tema de cómo se muestran en la ficción las relaciones sexuales y de pareja, los estereotipos y demás aspectos que en los ´80, en la vorágine de "ahora que se puede, démosle con todo a los chistes de sexo", no se cuidaban tanto. Pero bueno, hay que entender que es material de hace 35 años, y sobre todo que son CHISTES. No hay una intención documental, o testimonial, sino simplemente humorística. Y con eso en mente, este libro te regala un montón de buenos momentos. Y te deja alzado (o alzada) pidiendo más. Me voy al 2000, cuando se forma la dupla integrada por el guionista belga Denis Lapiére y el dibujante catalán Rubén Pellejero, de la cual ya vimos dos obras posteriores a esta, en las reseñas de 27/01/12 y el 28/06/14. Pero me faltaba Un Poco de Humo Azul, la primera colaboración entre Lapiére y Pellejero, que me pareció muy, pero muy satisfactoria. Lo que más me gustó es algo que acá es secundario pero que los autores van a desarrollar mucho más en El Vals del Gulag. Se ve que a ellos también les pareció atractivo o emotivo esto del vínculo afectivo entre los prisioneros de un régimen opresivo y sus esposas o novias. En Un Poco de Humo... no está tan presente la veta testimonial, ni siquiera nos aclaran en qué país transcurre la historia (pareciera ser la República Checa, pero no lo puedo asegurar). Pero está muy presente todo lo otro: la fuerza y la emotividad de los vínculos. El contrapunto entre una mujer que no cree en el amor y otra que es capaz de cualquier cosa por la pasión que le despierta un hombre al que apenas conoce. Esos vínculos se van a desarrollar y a crecer a lo largo de la novela, donde también habrá un poco de acción, bajada de línea política, sexo, costumbrismo, romance y poesía. Y un misterio, no tan enfatizado, que se va a resolver con sorpresa al final. Lapiére orquesta la trama de manera muy clara, y la deja avanzar a un ritmo un tanto pachorro (porque sucede -probablemente a principios de los ´90- lejos de las grandes urbes de este país eslavo que se separó hace poco de la Unión Soviética), que resulta siempre natural y nunca aburrido ni estirado. Son casi 80 páginas que se disfrutan a pleno, en las que cada elemento del relato tiene su espacio y su forma muy armónica de encajar con los demás. Y el punto más alto de Un Poco de Humo... es -cómo no- el dibujo de Rubén Pellejero, otra vez más allá de toda exégesis. Con ese trazo engañosamente simple, esos contraluces impactantes, esas texturas, ese manejo sublime del color, esos fondos perfectos, esa expresividad en cuerpos y rostros, Pellejero logra que para la segunda o tercera página ya no te puedas imaginar a estos personajes y este entorno dibujados por otro autor, en otro estilo. Una bestia, un animal del comic que tiene un instinto asesino para narrar con imágenes y transmitir un abanico de sensaciones y emociones con el que la mayoría de sus colegas no pueden ni soñar. Yo conseguí la edición de Glénat, pero en años posteriores Un Poco de Humo de Azul se incorporó al catálogo de Astiberri. Sea en la edición que sea, nunca es tarde para descubrir y disfrutar esta gema del comic europeo. ¿Me gustó más que El Vals del Gulag? No, pero igual me pareció una belleza. Y hasta acá llegamos. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
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Published on January 26, 2023 09:38

January 23, 2023

NOCHE DE LUNES

Vengo a un gran ritmo, me estoy fagocitando las pilas de material pendiente de lectura a una velocidad muy notable. En una mesa de saldos de Estados Unidos, rescaté un TPB del año 2007 llamado Planetary Brigade. ¿Qué me llamó la atención? Que lo escriben Keith Giffen y J.M. DeMatteis, totalmente en joda. Esta es una iteración más de la Justice League bufonesca de fines de los ´80, pero como en vez de DC la publica BOOM! Studios, los personajes no son los reales, sino versiones mínimamente camufladas de Superman, Batman, Wonder Woman, Martian Manhunter y el resto. La dinámica del equipo, los conflictos con los villanos y sobre todo los diálogos, nos remiten al toque a la época en que Giffen y DeMatties convirtieron a la Justice League en una revista en la que la comedia, la bizarreada y el bwa-ha-ha eran tan importantes (o más) que los combates entre superhéroes y supervillanos. Planetary Brigade va para el mismo lado, pero como está escrita 20 años después, sin la supervisión de DC ni del Comic Code Authority, ofrece algunos chistes más zarpados en materia de sexo y escatología. No toda la miniserie es igual de graciosa, y conviene no leerla toda de un saque para no aburrirse, sobre todo por la cantidad de diálogo que meten estos desubicados en cada página. A cualquier otro guionista, le decís "tomatelás, flaco, aprendé a sintetizar; no me pongas ocho cuadros por página, con cinco diálogos en cada cuadro". A Giffen y DeMatteis se lo toleramos, porque sabemos que nos van a hacer cagar de risa. Pero hay que racionarlo, no bajarse de una los cinco episodios, que de todos modos son bastante autoconclusivos. Leído en su justa medida, este es un comic alucinante, que lleva la deconstrucción de los superhéroes a nuevos picos, a fuerza de un humor efectivo y sin piedad. No es algo muy original, porque los propios autores ya lo hicieron varias veces antes, pero la gracia y la mala leche están intactas. Obviamente acá falta una pata para completar el Trío Terrible, que es el irreemplazable Kevin Maguire. Para este proyecto no lo pudieron reclutar y en su lugar dibuja... Juan Carlos Nadie. Los dos primeros episodios están repartidos entre varios dibujantes (algunos muy capos, como Fábio Moon, Mark Badger o el maestro Eduardo Barreto) y los tres últimos los dibuja enteros una tal Julia Bax, a la que nunca había oído nombrar. Su trabajo no es horrible ni mucho menos, pero no descolla ni por casualidad, y en la comparación con Maguire pierde como si fuera yo a jugar al ping-pong contra el campeón de Japón o de Corea. Esto mismo, con un único dibujante para los cinco episodios, en lo posible de bueno para arriba, mejoraría muchísimo. Incluso si Giffen hubiera provisto a los distintos dibujantes de bocetos o breakdowns como para marcarles el tempo narrativo, también mejoraría ostensiblemente. Pero Giffen solo figura como co-guionista y no mete mano en una faz gráfica muy irregular, no siempre a la altura de los magníficos guiones de la dupla. Si amás a la Justice League en joda de Giffen y DeMatteis, entrale sin dudarlo a Planetary Brigade, que la vas a pasar bomba. Y después de un comic con tanto exceso de texto, necesitaba uno casi mudo, y así caí en Mute, una obra de autores argentinos publicada en 2021. Esta historia es secuela de la que vimos hace seis años, el 02/02/17, y cuenta con el mismo equipo creativo: guion de Damián Connelly y dibujos de Gabriel Luque. Y el mismo problema que la primera parte: mucha espectacularidad, mucho despliegue visual, pero cero profundidad, cero indagación en el universo en el que transcurre la saga, o en los personajes que la protagonizan. Acá está todo el pochoclo del universo junto: hay robots, zombies, nazis, vikingos, motoqueros, dinosaurios, unos bichos medio yetis y medio licántropos, alienígenas, monstruos onda Chtulhu... lo que quieras. Todo esto envuelto en una trama de acción que no tiene mucha lógica, más allá de impactar al lector. No hay un diálogo como la gente, no hay motivación para el accionar de los personajes, simplemente una misión que debe cumplir uno de ellos y lo lleva a confrontar con todos los demás. El dibujo de Luque es bastante bueno, aunque muy poco narrativo. Por momentos, Mute es una colección de excusas para meter pin-ups. De hecho, cada capítulo de 13 páginas tiene su propia portada. Da la sensación de que a Luque le gusta dibujar eso: portadas y posters. Por suerte no derrapa, excepto en las escenas en las que tiene que dibujar a seres humanos normales que habitan un mundo similar al nuestro... Ahí el dibujo se hace tosco, los fondos escasean horriblemente y al resultado final no lo salva ni el talento que indudablemente tiene el dibujante para aplicar los grises. Lo mejor es el diseño de los dos personajes principales: si salieran muñecos creo que me los compraría, de lo grossos que son visualmente. El resto se pasa de pochoclero, de estridente y por momentos hasta se hace confuso. Hace unos años yo cerraba la reseña del primer libro de Mute con la esperanza de que una secuela echara luz sobre el mundo creado por Connelly y Luque, y le agregara coherencia a la trama. Lamentablemente, no sucedió y hoy no puedo recomendar ni el primer Mute ni el segundo. No mucho más, por hoy. Ni bien tenga leídos unos libritos más, vuelvo a la carga. Gracias totales.
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Published on January 23, 2023 17:45

January 21, 2023

SUPER HUMOR: SUPER LÓPEZ Vol.1

En un clásico reducto saldero de Montevideo, me encontré hace unos meses un mega-tomo de tapa dura que recopila los primeros cinco álbumes de Super López, del maestro Jan. El ídolo español (que es sordo desde los seis años) creó a Super López en 1973, o sea que estas primeras historietas en cualquier momento cumplen 50 años. Gran ocasión para visitarlas. El primer álbum está compuesto por ocho historias cortas autoconclusivas, que siguen el clásico molde de la parodia de superhéroes. La primera es una sátira obvia al origen de Superman y después hay luchas contra distintos villanos y choques con parodias de otros clásicos del género como Hulk. Básicamente son historias centradas en un humor físico, un slapstick bien extremo, no muy distinto a lo que hacía Francisco Ibáñez en las historietas de Mortadelo, pero dentro de un esquema similar al de las clásicas aventuras de Superman. Está muy presente el tema de la doble identidad del héroe, el triángulo amoroso con Lois Lane (acá Luisa Lanas), y por sobre todo eso, Jan subraya cada vez que puede que Super López, pese a su arrojo y valentía, es un completo inútil cuya torpeza e ineptitud superan ampliamente a sus fabulosos poderes. No es el mejor inicio para la serie, pero tampoco está mal. En el segundo álbum irrumpe un guionista a darle una mano a Jan: nada menos que Francisco Pérez Navarro, alias Efepé, también conocido como "el Profesor Loki" por aquellos que leían los correos de lectores de los comic books de Forum. La dupla pega un sacudón, con un álbum que, si bien está estructurado en capítulos que tienen una especie de final, banca una misma trama principal a lo largo de muchísimas páginas. Es el nacimiento del Supergrupo, que incluye a parodias de Iron Man, Dr. Strange, the Thing, Marvel Girl y una mezcla entre el Captain America y el Guerrero del Antifaz. Una mezcla explosiva, que aporta nuevos recursos humorísticos a la serie. Uno de ellos, del que abusan bastante los autores, consiste en hacer que los héroes (como en los comics de Marvel) se caguen a palos todo el tiempo entre ellos. Pero por lo menos al principio, resulta entretenido. Un fragmento de la extensa saga del Supergrupo (que ocupa los álbumes 2 y 3 de la serie) ya lo vimos en 16/03/17, así que me quedó ese librito repetido. Ya se lo llevará algún amigo que venga de visita (y lea en catalán). Para el final del arco del Supergrupo, ya mejoró ostensiblemente el color, que era lo más flojo de la faz gráfica de la serie. El dibujo es brillante de punta a punta y me sorprendió descubrir lo mucho que influenciaron estas historietas a los muchachos del grupo La Penya (Álex Fito, Albert Monteys y demás) a la hora de dibujar la recordada Mondo Lirondo allá por mediados de los ´90. Y lo otro que quiero destacar es cómo todo el tiempo Jan se las ingenia para hacer quedar como un idiota un milico de alto rango, en plena dictadura franquista. El cuarto álbum es el que más me gustó. Los Alienígenas es una saga de 64 páginas con un ritmo increíble, giros argumentales que nunca te ves venir, chistes gloriosos, escenas de acción tremendas... Está claro que a esta altura Super López ya es mucho más que un gaste a los clichés de los comics de Superman y demás superhéroes. Ya sin la colaboración de Efepé, el maestro Jan da una cátedra de historieta desopilante, trepidante, por momentos realmente apasionante. Y el quinto álbum, ya con el dibujo y la puesta en página a un nivel descomunal, es El Señor de los Chupetes, un arco que empieza como una especie de parodia al Lord of the Rings de J.R.R. Tolkien, pero se empieza a enroscar hasta convertirse en un despelote narrativo en el que algunas peripecias (y algunos chistes) se repiten varias veces y por momentos se hace difícil de seguir... lo cual es imperdonable si pensamos que Super López es una historieta apuntada al público infanto-juvenil. Acá también hay ideas limadas, gags muy efectivos, un hilo argumental que no tiene que ver con "nos reimos de lo pelotudas que son las historietas de Superman"... pero la sobrecarga de elementos, de personajes y de escenas de acción en las que no se resuelven los conflictos hacen que se sienta larga, complicada al pedo, y a la larga aburrida. Por supuesto no recomiendo leerse de un saque las 320 páginas que ofrece este libro. Yo le metí varias pausas, en las que encaré otras lecturas, porque si no se hace agobiante. Si bien el dibujo de Jan es hiper-ganchero, accesible y te invita a sumergirte al toque en el relato y bancarlo hasta el final, cinco álbumes de sesenta y pico de páginas al hilo pueden ser una sobredosis contraproducente. Y ya está, no compro más álbumes de Super López, a menos que algún amigo que sea experto en la obra de Jan me muestre uno de los tomitos de 64 páginas y me diga "este es EL pulenta, el Sulfato Atómico de Super López, las Joyas de la Castafiore de Super López, ese álbum único y fundamental que le pinta la cara a todos los demás de la colección". Hace un año, el maestro Jan (que ya es un señor de más de 80 años) anunció el final de Super López y en Febrero de 2022 apareció el último álbum de la serie. Nunca es tarde para visitar los inicios de este anti-super-héroe que supo robarnos unas cuantas risas a varias generaciones de lectores.
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Published on January 21, 2023 18:47

January 19, 2023

NOCHE DE JUEVES

Otros dos libritos leídos, como para mantener un buen ritmo en la subida de reseñas al blog. Empiezo con el Vol.1 de Innocent, un manga de 2013 que Ivrea empezó a publicar en Argentina en 2022. Esto me llamó la atención como para comprarlo, por tres motivos: 1) no es un shonen, 2) está ambientado en Francia, en la época previa a la revolución de 1789, y 3) el dibujo no se puede creer. El manga aparece firmado por Shin´ichi Sakamoto y cada viñeta es un delirio. La cantidad y complejidad en los detalles, las texturas, la iluminación, la recreación de palacios, carruajes, vestimenta, es algo inexplicable. A medida que pasan las páginas resulta cada vez más imposible que una persona pueda dibujar así, sostener ese nivel durante todo un tomo... y por suerte al final, cuando termina el manga, aparece una página en la que el autor da a conocer la lista de todos sus colaboradores, que son un montón. Esa página parece los créditos finales de una peli de Marvel, y la verdad que es un alivio, porque la idea de que un solo tipo hiciera todo el trabajo que se ve en este manga es realmente desoladora. Para sus colegas, sobre todo. Aunque el tema no me interesara, aunque el guion me pareciera un excremento indigno siquiera de ser arrojado al Cinturón Ecológico, creo que no me arrepentiría de haber comprado Innocent solo por el nivel visual que supo darle el Team Sakamoto a esta primera entrega. El ritmo del relato es bastante lento, se cuelga en algunas escenas oníricas que están medio al pedo, pero el conflicto central está bueno. Charles-Henri Sanson es un muchacho joven, medio emo, bastante afeminado, al que le perturba la idea de tener que seguir de prepo con la profesión de su padre, que es verdugo. Y no cualquier verdugo sino el Number One, el tipo que se encarga de ejecutar a espadazo limpio a cualquiera que sea señalado por las autoridades de París (o sea, por una elite acomodada, integrada por la Familia Real y los nobles) como condenado a muerte. Presionado y hasta torturado físicamente por su familia, a Charles-Henri no le va a quedar otra que afilar la espada y empezar a practicar y para la segunda mitad del tomo esto va a escalar a niveles de mucha tensión. El Team Sakamoto explora a fondo la psiquis de este muchacho, la vida de las familias bacanas en la París de fines del Siglo XVIII, el rol de los verdugos en el sistema de justicia de aquella época y no se anda con chiquitas, ni para retratar la crueldad de las torturas y ejecuciones ni para mostrar escenas de besos entre varones. Lo que se nos cuenta acá en 200 páginas se podría comprimir tranquilamente en 50, pero la verdad que visualmente es un manga tan hermoso, que por mí, estirámelo a 500 páginas. La edición de Ivrea es muy buena (por ahí al ser una historia ambientada en Francia y en 1755 se podría haber usado el "tú" en vez del "vos" para los diálogos) y tengo para leer en unas semanas el Vol.2, tras lo cual me decidiré a seguir o no hasta el final esta serie que por ahora es muy interesante en lo que plantea y alucinante en la forma de plasmarlo gráficamente. Me vengo a Argentina, año 2021, y digo "la puta madre que lo parió, ¿cómo puede ser que este libro no haya ganado todos los premios Banda Dibujada, Cinder, Trillo, Oscar, Tony, Globo de Oro, Oso de Plata y Bizcochito de Grasa?". Me acuerdo que en su momento publicamos algo en el sitio web de Comiqueando, pero nunca había tenido el libro en mis manos, ni oído ningún comentario al respecto, hasta que en 2022 el dibujante me lo regaló en un evento en Mendoza en el que coincidimos. El libro se llama Vorágine y es maravilloso desde la portada. No puedo entender cómo pasó por debajo del radar de la gran mayoría de los que nos dedicamos a difundir la historieta argentina. El guion lo firma M.J. Livien (que probablemente sea un pseudónimo de alguien que en realidad se llama Pablo Alfaro) y el dibujo es obra de Nicolás Viñolo. Es una novelita corta, de 52 páginas, que se disfruta de punta a punta. Para la tercera viñeta, ya estaba convencido de tener en mis manos un comic de la Mega-San Puta. No quiero spoilear nada del argumento, pero va para el lado de un suceso extraño, tipo Twilight Zone, que no se sabe si Livien explicará por el lado mágico, científico, onírico, o si nunca se explicará. Hay que estar atentos hasta el final y prestar mucha atención. Y dejarse sorprender y emocionar. Y divertirse con los diálogos (que son brillantes), en los que participó también Guido Barsi, uno de los editores del libro. El dibujo de Viñolo es magnífico, me hizo acordar al mejor Josep Ma. Beroy, pero con una narrativa más ágil. Lápiz, tinta y grises puestos en el Photoshop le alcanzan a Viñolo para conjurar todo tipo de climas, desde momentos de comedia muy placenteros, momentos de suspenso y tensión que te ponen nervioso, hasta momentos en los que se pudre todo y explotan la machaca y el terror extremo. Me hice hardcore fan de Nicolás Viñolo, un dibujante a tener MUY en cuenta y a seguirlo de cerca en sus próximos proyectos, que ojalá sean muchos y de más visibilidad. No sé cómo recomendar lo suficiente este libro. Veo que se imprimieron solo 300 ejemplares, así que hasta me animaría a comprar los que todavía no se hayan vendido para regalárselos a mis amigos comiqueros. Y a la vez espero que se hayan vendido todos, porque Vorágine merece agotar esa edición y muchas más. Y por otro lado (ya veleteo más rápido que un diputado de la UCR) pienso que si los 300 ejemplares se agotaron, quienes descubran Vorágine gracias a esta reseña no lo van a poder conseguir y se van a quedar con una calentura importante. Qué lindo es saber que, aunque sea así, en una escala tan chiquita que casi no lo detectamos ni siquiera los que nos dedicamos a esto, Argentina sigue produciendo historietas de esta calidad. Y hasta acá llegamos, por hoy. Tengo empezado un mega-broli de chotocientas páginas y otro un toque más breve, así que en cualquier momento se vienen nuevas reseñas, acá en el blog. Muchas gracias por el aguante, y un agradecimiento especial a tod@s l@s que se suscribieron al canal de YouTube de Comiqueando (ya somos más de 5.200) y a tod@s l@s que descargaron la Comiqueando Digital en https://comiqueandoshop.blogspot.com.
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Published on January 19, 2023 15:19

January 17, 2023

MARTES A TODO CALOR

Estos días con pocas obligaciones, en los que hay mucha gente de vacaciones y poca rompiendo las pelotas a los que nos quedamos acá en Buenos Aires, aprovecho para bajar un poco los pilones de lecturas pendientes. Es hora de volver a Fables, que la tengo abandonada desde el 18/08/19. Ya no falta nada: este tomo (Vol.21) es el anteúltimo y la ambiciosa serie de Bill Willingham y Mark Buckingham termina en el 22, que está ahi en el pilón, agazapado. Este es, lógicamente, otro clásico tomo de pretemporada, con nueve episodios en los que todo lo que pasa tiene que ver con preparar el terreno para los sucesos con los que Willingham va a cerrar la serie. El conflicto entre Snow White y Rose Red, el plot que involucra a Bigby y el que gira en torno al Príncipe Brandish son las puntas argumentales que impulsan esta extensa saga. Saga en la que además, como ya no los necesita, Willingham hace boleta a varios personajes, algunos de los cuales venían desde el inicio de la serie, con bastante protagonismo. El tono predominante es el de la rosca palaciega, con muchas escenas basadas en el diálogo entre los personajes, incluso con espacio para revelaciones importantes que tienen que ver con el pasado de algunos de los protagonistas que aún están en pie. Pero también hay espacio para la machaca fuera de control, a todo o nada, e incluso en el tercer episodio de los que reúne el TPB pasa algo que nunca pensé que iba a ver: la gente común de New York descubre a Fabletown. El hechizo que hacía que los "mundis" no pudieran ver la morada de las fábulas no existe más y ahora cualquiera que se acerque al Upper West Side tiene frente a sus ojos el edificio donde viven casi todos los protagonistas de la serie. O sea que en un marco de franela, especulación y conjeturas acerca de lo que hará o no cada uno de los involucrados en el gran final, hay muchas sorpresas, muchas emociones y muchas escenas impresionantes. Obviamente si nunca leíste Fables, este no es el punto donde te recomiendo sumarte. Hay que ir bastante más atrás para entender todo, y sobre todo para familiarizarse con el amplísimo elenco de la serie. El dibujo de Mark Buckingham se mantiene en el grandioso nivel de siempre, y entre los dibujantes invitados (que aportan tres o cuatro paginitas en cada número), quienes más se lucen son Nimit Malavia, Shawn McManus y Eric Shanower. El mes que viene, sin falta, la reseña del último tomo de Fables. Ahora me vengo a Argentina, donde en 2021 se publica Puerto Kraken, obra del guionista Cristian Blasco y el dibujante Jorge Copó. Perdón: GRAN obra del guionista Cristian Blasco. Acá el autor cordobés demuestra que también en el género de los superhéroes se mueve con mucha categoría. Puerto Kraken es una saga estructurada como si fuera una miniserie de cinco comic books, dividida en capítulos de 22 páginas (salvo el último, que es un poquito más largo) que inevitablemente terminan en cliffhangers jodidos como enema de chimichurri. A Blasco le alcanzan menos de 120 páginas para presentar un universo con héroes, villanos, conflictos grossos, explicaciones verosímiles para la existencia de estos tipos y minas con superpoderes, desarrollo de tres personajes muy fuertes, con muchísima carnadura humana, y por si fuera poco, te cierra el libro con todas las puntas argumentales cerradas de manera satisfactoria, sin frutear ni escaparse por ninguna tangente. En el contexto del mainstream yanki, probablemente Puerto Kraken desentonaría un toque porque es un poco salvaje, hay un nivel de violencia que pocas editoriales habilitan para sus combates entre héroes y villanos. Y además hay dilemas éticos muy espesos, gracias a los cuales llega un punto en que la línea entre buenos y malos se hace finita, casi imperceptible. Claramente el guionista está pensando en un público adulto, que se banca y celebra el grim ´n´gritty, la ambigüedad moral y la violencia extrema. Y le sale muy bien: Puerto Kraken es una muy buena historia para los amantes de un comic de superhéroes más jugado y menos condescendiente. El dibujo de Copó no me copó (perdón, no pude evitarlo). Tiene páginas muy lindas, pero en general sus cuerpos en acción se ven un poco estáticos, les falta plasticidad en los movimientos. Las expresiones faciales fluctúan entre grandes aciertos y pifias notorias, y los fondos aparecen muy de vez en cuando. Hay algunas composiciones gestadas para destacar dibujos de gran detalle y gran despliegue en edificios y puentes, pero la verdad son muy pocas las veces que Copó impacta a la hora de dibujar fondos. El armado de las secuencias en general es correcto, la aplicación de los grises (tributaria de Juan Ferreyra y Salvador Sanz) también es correcta, pero la gran falla está en los cuerpos en acción, y eso es algo que en un comic de superhéroes se nota demasiado. Por ahí en el lápiz se veía otra dinámica, otra fluidez, y en la tinta se perdió... La verdad que no lo sé. Pero, sin ser un desastre ni mucho menos, me parece que Copó no era el dibujante ideal para esta historia. Me la imagino dibujada por otros profesionales con más cancha en el manejo de la anatomía y de ciertos yeites del dibujo superheroico y lo que veo en mi mente me gusta bastante más que lo que veo en el papel. Repito: sin ser un desastre. De hecho hay muchos dibujos que, sacados del contexto de la historieta, se verían buenísimos como pin-ups, posters o figuritas. Si como yo venís siguiendo la constante evolución de Cristian Blasco, no dejes de visitar Puerto Kraken. Y nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas acá en el blog.
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Published on January 17, 2023 17:09

Andrés Accorsi's Blog

Andrés Accorsi
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