Álvaro Bisama's Blog, page 77
September 27, 2017
Terrorismo en el sur e implicancias internacionales
Hace sólo una semana, un grupo de chilenos de paso por Bariloche comprobó hasta qué punto la inacción del gobierno chileno frente al terrorismo rural en la zona sur de nuestro país, preocupa profundamente al otro lado de la cordillera.
En medio de una visita a lugares emblemáticos de la ciudad, una guía turística les detalló los ataques registrados en uno de los territorios turísticos más relevantes de esa provincia trasandina, con quemas de propiedades tal como ocurre desde hace años en Chile y hablaba de cómo el fenómeno se había fortalecido por la inacción de nuestro Estado, al punto de que lo que le estaba ocurriendo a ellos no era más que la exportación de un conflicto que, según ellos, en realidad les es ajeno.
El miércoles 20, el medio Bariloche Digital tituló de manera directa la extendida crítica hacia Chile, en una nota que llevó como nombre: “Inacción del Gobierno chileno: otras tres iglesias quemadas en la Araucanía de ese país”.
Ya el 28 de agosto, la Multigremial del Sur emplazó a nuestro gobierno para que respondiera acerca de la diferencia entre la forma en que el Ministerio de Seguridad Argentino estaba enfrentando el tema, con una ministra -Patricia Bullrich- que no tuvo problemas para calificar lo que ocurría en su país como terrorismo, para luego actuar en consecuencia y, más aún, denunciar que el financiamiento de las acciones de terror provenía del extranjero.
Por todo esto es que la detención de los posibles responsables de los últimos atentados no sólo es una buena noticia para Chile, sino, sobre todo, una señal hacia el exterior, donde la imagen del país se ha deteriorado debido a su abulia para enfrentar el fenómeno, misma que muestran los medios televisivos al destacar esta noticia como secundaria, como si el terrorismo fuera ya parte de nuestro paisaje.
Es de esperar que estemos en presencia de algo más profundo que sólo una señal, y que como país seamos capaces de poner, de una vez por todas, atajo a los sucesos reiterados de terrorismo, los cuales deben ser llamados por su nombre, y cuyas investigaciones deben dar con culpables.
Chile no puede dar marcha atrás en este camino, asimismo, debe establecer una colaboración estrecha con Argentina para abordar este fenómeno como una amenaza binacional. Por ello, el anuncio realizado ayer por el subsecretario Aleuy con el objetivo intercambiar información del caso conocido como “Operación Huracán”, que permitió la detención de siete sospechosos de ataques terroristas, también constituye una buena noticia.
Sólo una vez que se haya erradicado la violencia, y no antes, se podrán establecer los diálogos y acciones necesarias para una convivencia en paz, bajo la única bandera del progreso y bienestar de los chilenos, en un país cada vez más integrador y menos separatista.
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Curriculum 6+6 y gradualidad en las políticas educacionales
En 2009 se aprobó dentro de Ley General de Educación una modificación muy necesaria a la estructura de la educación escolar chilena: 7° y 8° básico pasarían a ser parte de la educación media. Esto permitiría que los docentes que impartieran clases en estos niveles fueran especialistas en sus asignaturas (y no profesores generalistas) y que por lo tanto, los conocimientos, habilidades y actitudes que los estudiantes debían lograr fueran asimismo más complejos y exigentes que los actuales. Quienes apoyaban este cambio argumentaban, con razón, que esos años estaban desaprovechados en términos de aprendizaje, y que hacerlos parte de la educación media permitiría mejorar los resultados de nuestros estudiantes. Esto debía empezar a aplicarse, según el calendario original, el 2018.
Con excepción del currículum, que era una parte fundamental de la modificación, los cambios necesarios para implementar esta política nunca fueron llevados a cabo por el Ministerio de Educación. Ni en el gobierno actual ni en el anterior se consideró prioritario realizar este cambio, que está fijado por ley. Esta omisión, probablemente, se debe a que en la práctica la modificación es extremadamente compleja y requiere de un esfuerzo de gran magnitud para adaptar el sistema educacional completo a la nueva estructura. En 2009, con diez años de plazo y escrito en papel, este cambio sonaba posible, necesario, positivo y razonable. Me atrevería decir que quienes lo redactaron lo consideraron incluso una medida simple. Probablemente también fue de consenso.
Finalmente, resulta que hoy se debate en el Congreso un proyecto de ley para prorrogar este cambio, quizás hasta el 2025. Este debiera ser aprobado, dado que solo viene a confirmar algo obvio: la política que en el papel se diseñó no pudo aplicarse en el plazo definido. Lo único que queda de esta historia es aprender respecto de la implementación de políticas estructurales en educación.
De hecho, existen dos iniciativas que podrían tomar nota de lo sucedido. La primera, es la Nueva Educación Pública o desmunicipalización, sobre la cual hoy se discute una gradualidad en el traspaso de los establecimientos municipales a servicios dependientes del Ministerio de Educación. El cambio en los ciclos curriculares enseña que no basta con plazos razonables, sino que se le debe dar al ejecutivo la posibilidad de modificar este plazo fundadamente sin necesidad de dictar una ley, en general y para casos particulares.
La segunda es la Ley de Inclusión. Nuevamente es necesario prorrogar el plazo perentorio para que los establecimientos particulares subvencionados se transformen a fundaciones sin fines de lucro, dado que la norma ha resultado imposible de aplicar en la realidad. En este caso, el Gobierno no se ha mostrado abierto ni siquiera a una solicitud de sus propios senadores, dejando ver una tozudez que terminará siendo vencida por los porfiados hechos: no pueden quitarle la subvención a 1.400 colegios que no tienen posibilidad alguna de cumplir una norma inaplicable. Más vale hoy que el ejecutivo se allane a resolver este y otros problemas de la Ley de Inclusión y evite conflictos que afectarán al sistema en su conjunto.
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September 25, 2017
Su Excelencia (y) el Estado
Hace dos semanas la Presidenta Bachelet asistió a la ceremonia de inauguración de la nueva Escuela de Gobierno de la UC. Dos pasajes de su discurso merecen atención porque reflejan las tensiones que ha enfrentado al gobernar.Al inicio la Presidenta delineó el rol que, a su juicio, debía tener el Estado. Así fue como afirmó que para algunos, entre los cuales estaba ella, el Estado y las políticas públicas “son las principales herramientas para acercar los resultados de la vida social a una idea de justicia”. Y luego estaban los otros que solo creían en un Estado correctivo de fallas de mercado que debía dirigir su acción social hacia los más pobres: “Un enfoque de derechos sociales versus una mirada de subsidiariedad y focalización”, concluyó.
La división, aunque simplista, refleja la teoría que empapa las políticas de gobierno. Por un lado, demasiada confianza en la presencia estatal como la gran solución a los problemas. Y por el otro, una crítica a la focalización, esto es, la opción preferente por los más pobres; estos son ahora “invisibles” frente a la utopía de los derechos sociales universales.
Pero el segundo pasaje muestra una cara radicalmente distinta. Más adelante la Presidenta dijo que las demandas que recaen sobre el Estado “tienen que ver más bien con fines que con medios; tienen que ver más con los resultados que se esperan que con cómo lograrlo”. Y concluyó: “Muchas veces, se descuidan aspectos fundamentales de un buen gobierno, incluso por parte de quienes le asignan un protagonismo mayor al Estado”.
Esto último es sorprendente para un gobierno en que cada reforma emblemática se ha centrado en los “medios” olvidándose de los fines. Porque si lo importante era mejorar la educación, que el medio haya sido un establecimiento con o sin lucro debiera haber sido secundario. O si el fin era construir hospitales, el medio (las concesiones) no debió haber sido tema. También las pensiones: si el fin es mejorarlas, ¿qué importa que el 5% lo administren las AFP? Y en fin, en el debate en educación superior el medio (universidades estatales, tradicionales o privadas) es el centro de la discusión y nadie en el gobierno parece muy preocupado del fin.
¿Por qué esta contradicción? ¿Por qué primero se ensalza al Estado y después se cae en cuenta que el fin es lo relevante?
Es que el gobierno, y ahora sabemos que también la Presidenta, viven en la misma tensión que caracterizó a la izquierda chilena de la Guerra Fría: la tensión entre gobernar con cierto grado de eficacia o solo teorizar desde el gobierno sin atención a las consecuencias. Es cierto que la pura eficacia no es suficiente y que, como ya lo sabe bien la centroderecha, es necesario un relato y una agenda que dialogue con los principios del sector. Pero el caso de Bachelet y su gobierno es de libro pues, como ninguno antes, optó por teorizar y preferir los medios a los fines. La esperanza, aunque tardía, es que esa frase en su discurso sea un signo de arrepentimiento.
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Contraloría y TVN
La verdad es que casi no veo televisión abierta. He seguido con interés, sin embargo, la oportunidad que abre la digitalización a efectos ampliar la cantidad de señales y con ello, ojalá, la diversidad y riqueza de las mismas. Particularmente atractiva me parece la posibilidad de disponer de frecuencias que ofrezcan verdadera televisión cultural.
Como se sabe, el Parlamento se encuentra discutiendo un proyecto de ley que, entre cosas, busca reconfigurar el gobierno corporativo de TVN, le hace -por una sola vez- un aporte económico para que resuelva problemas de arrastre, flexibiliza su funcionamiento como empresa y dispone que dicha empresa constituya una filial que trasmita una señal educativa gratuita.
En el contexto de la discusión de esta iniciativa, y hace unos 10 días, se supo de un oficio del contralor general de la República en que calificaba como inconstitucional uno de los aspectos del proyecto.
Concretamente, aquel consiste en modificar el inciso final del artículo 34 de la ley de TVN, circunscribiendo la fiscalización de la Contraloría a los fondos que la Ley de Presupuesto destine a dicha señal cultural.
Del oficio del contralor destaco el reconocimiento al carácter absolutamente excepcional que podría tener, en caso de aceptársela, la fiscalización de la Contraloría a TVN. En paralelo, sin embargo, el contralor realiza un par de extrapolaciones que tienen el efecto de inflar sus facultades de fiscalización. Allí donde la Constitución dispone que la Contraloría “fiscalizara el ingreso y la inversión de los fondos del Fisco, de las municipalidades y de los demás organismos y servicios que determinen las leyes”, el Contralor afirma que “esta Contraloría General tiene la obligación de carácter constitucional de fiscalizar los fondos públicos, de manera que no es posible, por la vía legal reducirse ese control…”.
Más adelante el contralor incursiona derechamente en el terreno de las consideraciones de mérito, al señalar que “no se advierten las razones que justificarían sustraer a esta empresa del régimen de control al que se encuentran sometidas el resto de las entidades de similar naturaleza”.
Y ahí donde la Constitución habilitó expresamente al legislador para determinar qué organismos serían fiscalizables, el contralor reclama que “el establecimiento de reglas especiales conduce a una atomización del sistema de control de las entidades públicas, restándole eficacia a éste y no asegurando la igualdad de trato entre las empresas públicas, lo que también podría significar una vulneración al artículo 19 N° 2 de la Constitución”.
Soy de los aplaude el celo con que el contralor cumple su deber constitucional. No creo, sin embargo, que esa encomiable disposición justifique la voluntad de controlarlo todo.
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¿Derecha?
La derecha chilena posee diversas vertientes doctrinarias: la conservadora, la liberal, la nacionalista y la socialcristiana. Ellas le aportan riqueza y diversidad. En todo caso, claramente no es monolítica pues en su interior conviven, no siempre armoniosamente, las distintas corrientes que la componen. Durante las últimas décadas parece haber primado dentro de ella una línea mayoritaria donde se mezclaban el liberalismo en lo económico social con un cierto conservadurismo en lo moral, combinación por cierto no exenta de fisuras teórico conceptuales merecedoras en sí mismas de una columna aparte. Con todo, ser de derecha no significaba tan solo una adscripción a la libre iniciativa económica particular, a la confianza en el funcionamiento del mercado como principal mecanismo de asignación de recursos materiales y, asociado a lo anterior como su fundamento, a la defensa del derecho de propiedad privada. Implicaba sobretodo la valoración de la vida, del matrimonio y la familia, de la libertad, del orden social, del trabajo esforzado, el amor a la patria, entre otros rasgos esenciales.
Todos estos aspectos llegaron a constituir con el transcurso del tiempo el núcleo del acervo que identificaba al pensamiento y la actitud vital de la derecha, que le daban sentido y conferían una fisonomía peculiar. Más todavía, su alma se hallaba firmemente arraigada a los mismos, en especial a los últimos.
Recientemente, sin embargo, ciertas élites minoritarias en su interior han insistido en que ésta debe abrirse a aceptar y hacer suyas las propuestas de cambios en materias denominadas “valóricas” (aborto, “matrimonio igualitario”, adopción homoparental). Las razones que esgrimen para estos efectos se enfocan básicamente en la necesidad de adaptarse a los tiempos e, íntimamente conectado, a ampliar la base electoral para el sector.
Las encuestas serían al respecto un oráculo a consultar y el ejemplo dado por países llamados desarrollados el ejemplo a imitar. La expansión hacia un centro político con estas características posibilitaría conformar una centroderecha moderna y con vocación de mayoría. Esta propuesta pudiese parecer tentadora para algunos, más todavía en un año de elecciones tan decisivas como parecen ser las de noviembre próximo. No obstante, abrazarla puede resultar desastroso en una visión de largo plazo. ¿Qué será de la derecha si reniega de parte de su espíritu y de sus principios esenciales?, ¿es el eventual creciente anhelo social por la autonomía individual un bien tan estimable como para transar los antes mencionados?, ¿qué diferenciará realmente a la derecha si traiciona su alma?, ¿se convertirá nada más que en un sector de opinión que velará por formas de conducir la economía macro y las políticas públicas?, ¿todo lo demás no le debería importar puesto que únicamente tendría que ver con la privacidad de las conciencias individuales y la independencia de sus correspondientes voluntades?
Una derecha tan descafeinada corre el riego de desvanecerse y perder gravitación política real. Llegar a ser a lo más una versión todavía más economicista y tecnocrática que la actual, perdiendo su impronta existencial más profunda. Y sin más norte que la buena vida, olvidar su aspiración a una vida buena.
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Alemania, entre la predicción y la sorpresa
Los pronósticos se cumplieron, y Angela Merkel obtuvo su cuarto mandato como Canciller. Eso sí, con menos apoyos que en elecciones anteriores, pues la Unión Cristiano-Demócrata descendió del 41.5% al 33,1%, según los resultados conocidos. Los Socialdemócratas, que fueran sus aliados, hoy pasan a la oposición, aunque con una notable pérdida electoral y sólo un 20,5% de las preferencias, según la tendencia ya evidenciada en Francia. Ahora serán oposición. Los Liberales con resultados parejos, obtuvieron un 10,8% y los Verdes, mantienen alrededor de un 8,9%, dentro de lo esperado. Sin embargo, aumenta y logra llegar al Parlamento, la Alternativa Para Alemania (AID) que logra un histórico 12,6%, y aquí está la sorpresa, claramente, ya que constituye un partido que basó su campaña en los cuestionamientos a la Unión Europea, al Euro, islamistas, y en consecuencia, contra las migraciones, con una xenofobia declarada. Migraciones abiertas que fueran apoyadas por Merkel, que deberá buscar alianzas nuevas, seguramente con Liberales y Verdes, pero que también, tendrá que ceder en aspectos importantes de su programa gubernamental. Es seguro que presionarán por mayores exigencias, ya que de ellos depende la mayoría requerida para gobernar. Seguramente la habilidad política de la Canciller lo logrará, no sin antes hacer un balance autocrítico de los resultados y escuchar los electores.
No hay riesgos de inestabilidad para Alemania. Pero, no es igual para el proyecto de la Unión Europea, si se observan señales y tendencias en varios de sus miembros. Los nacionalismos escépticos y críticos, reflejados en movimientos y partidos ultraderechistas, aumentan y ganan fuerza. Están en Francia, con resultados evidentes en las elecciones pasadas. Triunfó Macron, pero hoy encuentra una creciente oposición a sus reformas, no sólo encarnadas en la izquierda tradicional, sino en el Partido de Le Pen, coincidente con la AID alemana, con similares ideas anti-unión. Sumemos otros que por poco, como en Países Bajos, pelearon voto a voto el triunfo. Los tendremos en Austria, en pocas semanas, con parecidas agrupaciones y finalidades. Cunden los intentos segregacionistas en España (Cataluña), y se anuncian en Italia. Y está el Brexit, demorado pero en curso, al que se agregan los intentos de Escocia, controlados pero no extinguidos.
Europa con razón, ha visto tanto en Francia, primero, como en Alemania ahora, las bases de la continuidad de la Unión Europea política, y de la Comunidad Económica. Sin Gran Bretaña, les corresponde los papeles más significativos. No hay duda de que el peso internacional europeo no es el de antes, frente a potencias crecientes como China, cuyo liderazgo se afianza, y también Rusia, que a pesar de sus amenazas a Ucrania, recuperación de Crimea, y clara injerencia electrónica en las elecciones norteamericanas y otras, ha pasado a ser un actor indispensable en Siria, Irán, o Corea del Norte, aunque esté sancionado. Una paradoja, pues hay certeza de sus conductas indeseables. Y queda Estados Unidos, entre las diatribas, giros inesperados, amenazas verbales, e impopularidad de Tump, cuyos enemigos no le perdonan lo que haga, debilitándolo.
Alemania, con todo lo predecible en las últimas elecciones, ha ratificado el triunfo de Merkel, del que ahora depende más que antes, el relanzamiento de Europa y la contención de tendencias que podrían amenazar la Unión. Tiene una responsabilidad de mayor alcance, pues si fracasa frente a los nacionalismos, comprometería el futuro equilibrio de la UE y también mundial.
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Educación para un mundo mejor
A partir de hechos, en algunos casos dramáticos, el acoso escolar o bullying se ha hecho notar en los medios de comunicación. Ello coincide con el ciclo de matrículas escolares y es probable que la situación se tematice como unos de los factores que puede incidir en la elección de un colegio por parte de los padres, o bien, en los establecimientos que ofrecen mejor clima escolar.
La ausencia de violencia escolar es parte constitutiva de un buen clima de convivencia que, sabemos, debe ser una prioridad para toda la comunidad escolar; no solo por ser uno de los pilares para generar un clima propicio para el aprendizaje tanto de habilidades académicas como socioemocionales, sino porque es la piedra angular para una buena experiencia escolar.
Desde 2014, y en forma paralela a la prueba Simce, la Agencia de Calidad de la Educación evalúa el clima de convivencia escolar, junto con otros Indicadores de Desarrollo Personal y Social (IDPS). De acuerdo a los resultados de la evaluación realizada en 2016, un 58 % de los estudiantes de II medio declara que en su establecimiento las personas no se tratan con respeto, mientras que un 52 % de estos declara que en el establecimiento no se conversa en clases sobre los efectos del maltrato o intimidación entre compañeros.
Estas cifras revelan que, a pesar de los esfuerzos de la política pública por reforzar la buena convivencia en los establecimientos, el sistema escolar presenta aún grandes tareas para mejorarla. Es necesario avanzar en la prevención y respuesta ante la violencia en las escuelas; visibilizando los diferentes tipos y magnitudes de la misma. Lo central es no reducir la problemática al bullying o al manotaje escolar, sino que priorizar la conversación y acciones respecto a la importancia de generar una educación integral en ambientes sanos.
Es difícil que en espacios de violencia se logren aprendizajes académicos y socioemocionales. A su vez, la ausencia de violencia y la prevalencia del buen trato, revela aspectos de la organización de la escuela que son, en sí mismos, deseables de potenciar. Un buen clima de convivencia es fruto de una gestión escolar centrada en el sujeto, que valora el bienestar y la opinión de los estudiantes y que, al hacerlo, forma ciudadanos integrales, tolerantes, y que aportan al desarrollo de la sociedad. En este sentido, un buen clima de convivencia es medio, pero a la vez es un fin.
Como Agencia y como Sistema de Aseguramiento de la Calidad, hemos apostado por ampliar la mirada de la calidad con foco en que cada colegio sea gestor, actor y protagonista. Esta mirada implica poner atención a otros elementos de la formación de los estudiantes, como la experiencia escolar y la formación en habilidades socioemocionales que permitan empatizar con el otro y construir una sociedad verdaderamente cohesionada. La tarea está en consolidar la escuela como un lugar seguro, donde se fomente el bienestar, el respeto y la valoración de la diversidad. Una escuela donde los estudiantes puedan generar espacios de convivencia, respeto y ejercer sus derechos para la construcción de una sociedad más justa y tolerante: la democracia que queremos para este siglo XXI.
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Educación Financiera y Regulación de la Información a los Consumidores
Esta columna fue escrita junto a Carlos Noton Académico Ingeniería Industrial – Instituto Milenio MIPP – U. Chile.
Existe abundante evidencia de los bajos niveles de comprensión por parte de algunos consumidores en el mercado financiero y crediticio. En efecto, los resultados de la prueba PISA 2017 fueron bastante insatisfactorios en su medición de alfabetización financiera en Chile.
Dada esta realidad, las autoridades de distintos países, como EEUU y la Unión Europea, han implementado diversas regulaciones que buscan simplificar y homogeneizar la información que los bancos deben proveer a los consumidores respecto de los costos crediticios.
En marzo de 2012 se introdujo en Chile la Ley 20.555 que regula el formato obligatorio para informar el valor total de un crédito y una medida universal de tasa de interés que incluya todos los costos, denominada Carga Anual Equivalente (CAE). El objetivo es hacer comparables los distintos productos financieros y, con ello, favorecer la elección de la mejor alternativa por parte de los consumidores.
A pesar de que este tipo de regulaciones son frecuentemente implementadas para ayudar a los consumidores e inducir a una mayor competencia bancaria, la efectividad de este tipo de políticas públicas no se evalúa empíricamente con rigurosidad.
Con el apoyo de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF), utilizamos datos de créditos de consumo entre los años 2009 y 2014, con el fin de evaluar los efectos de la Ley CAE en las tasas de interés efectivas de los consumidores. Nuestro principal resultado es que la regulación CAE tuvo efectos heterogéneos en la población, dependiendo principalmente del nivel de ingreso y de la educación financiera del solicitante del crédito.
Nuestras estimaciones preliminares sugieren que un mayor ingreso y la presencia de educación financiera son los principales factores que explican reducción de tasas de interés posteriores a la implementación de la regulación. No encontramos fuertes efectos estadísticamente significativos para el resto de la población en ninguna otra dimensión.
Basados en nuestra evidencia, consideramos que se confirma la ausencia de una comprensión cabal por parte de todos los consumidores en conceptos importantes para una elección satisfactoria en mercados crediticios. En una sociedad de mercado con decisiones financieras complejas, tales como la elección de AFP, Isapres, seguros y monto de endeudamiento en distintas alternativas crediticias, la existencia de información simplificada es condición necesaria, pero no suficiente para garantizar una toma de decisiones óptima por parte de los consumidores.
Estos resultados ponen de manifiesto un gran desafío para Chile: si verdaderamente creemos en una sociedad basada en la elección individual, entonces debemos garantizar la información y los conocimientos necesarios para que podamos tomar las mejores decisiones para nuestro bienestar.
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Reggaetón de resistencia
La música y la política siempre han tenido una estrecha relación. Desde los antiguos blueseros que cantaban sobre los sufrimientos de los esclavos en el delta del Mississipi hasta la actualidad, pasando por Bob Dylan, The Clash, Pink Floyd, Bruce Springsteen -y a nivel local, Víctor Jara o Los Prisioneros-, son algunos ejemplos de cómo la música ha servido como medio para denunciar injusticias, posicionar ideas o levantar ideales de sociedad. Hoy tenemos un nuevo ejemplo de este maridaje entre música y política, esta vez denunciando una situación que nos toca de cerca, logrando llegar a muchas personas en todo el mundo.
Y es que una de las canciones más escuchadas en Spotify -sólo hasta el momento en que escribo esta columna iba por los 341 millones de reproducciones- inicia con un mensaje cliché: “Para todos aquellos amores que fueron obligados a ser separados”. Se trata de Me rehúso, hit del venezolano afincado en Miami, Danny Ocean.
Pero lo que a todas luces parecería una frase hecha, en este caso se trata de una fuerte denuncia contra el régimen venezolano: la sistemática represión de las libertades civiles por parte del socialismo obligó a muchos a separarse de su amor o seres queridos, experiencia que él mismo vivió. Así, toda la canción cobra un nuevo significado y pasa a ser una crítica directa al régimen chavista, que obliga a su gente a escapar lejos para recobrar los espacios de libertad.
De esta forma, la música que identifica a una comunidad cultural se transforma en un lienzo donde se expresan discursos políticos, que son asumidos -y bailados- por esta misma comunidad. Me rehúso es una canción que dice mucho de política en una breve frase, y posiciona a la dictadura venezolana como un sistema fallido en el sentido común global. Como el ritmo es bueno y masivo, se constituye en un vehículo sensible eficaz para posicionar el mensaje tantas veces repetido: en Venezuela, como en todas partes y tiempos, el socialismo ha fracasado.
Lo anterior reafirma nuevamente la importancia de los medios artísticos y culturales en la política. No se trata de instrumentalizarla, sino de tomarle el peso a su importancia en la disputa por el sentido común, en cómo entendemos la comunidad política y la manera en que nos relacionamos dentro de ella. En una sociedad cada vez más compleja, quien logre simplificar los mensajes y transmitirlos masivamente quedará un paso adelante, en mejor pie para ganar elecciones e influir en el modelo de desarrollo del país.
Es poco probable que una sola canción cambie el destino de un país. Sin embargo, como nos recuerda el propio Daddy Yankee, la música está lejos de ser inocua y puede producir cambios subterráneos: “Mi arma es el micrófono y mis rimas son las balas”.
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La moralina de Beatriz Sánchez a Melnick
Beatriz Sánchez planteó un punto moral para no ir a un programa político. Le era imposible, pues uno de los panelistas fue ministro de la dictadura. Sánchez va tercera en las encuestas, con posibilidades de pasar a segunda vuelta y de convertirse en Presidenta. Por tanto, es importante detenerse en su veto, pues puede implicar un modo en que su eventual gobierno verá la relación con los medios.
El desprecio a Melnick es comprensible. Suele ser solícito con Piñera, pese a que lo incluyó en el grupo de cómplices pasivos de los años de horror, y excesivamente crítico de las políticas de Bachelet, pese a que su empresa Anticipa recibió decenas de millones de pesos por su rol en la configuración del Transantiago.
También suele ser duro contra los gobiernos de Venezuela, Norcorea y Cuba, que quedan suficientemente lejos como para permitirle disfrazarse de demócrata, y no se le ha escuchado nunca palabra para los torturados, familiares de ejecutados políticos o exiliados (entre los que me incluyo) por el gobierno del que fue parte. Bajo su lógica retorcida, los cubanos, venezolanos o norcoreanos tienen más DD.HH. que los chilenos.
Pero nada de eso justifica vetar su rol de panelista, salvo el obvio de ocupar el control remoto para cambiar de canal cuando se explaya en su verborrea conservadora. Mucho menos podría hacerlo una candidata presidencial. Bajo su lógica, no podría asistir a algún programa periodístico donde exista algún panelista con cierta pasión por el autoritarismo. Un asunto que puede volverse peligroso para la libertad de expresión si logra llegar a La Moneda y, por tanto, tener poder real.
Sánchez debió haber elegido el camino de otros actores que han ido al programa y enfrentaron al panelista. Habilidades para ello tiene de sobra y lo ha demostrado en espacios televisivos más complejos. Habría sido aplaudida por las audiencias y ganado muchos más méritos que un par de likes en las redes sociales por personas que ya tienen decidido su voto. El Frente Amplio tiene una dura tarea en ampliar su base electoral y demostrar que son capaces de convocar a más personas que sus votos cautivos en los barrios altos de Santiago. Buena parte de esas audiencias se conquista en televisión, que sigue siendo el medio más importante de los chilenos para formarse opinión sobre las candidaturas. Su coalición debiera tener eso claro. Pese a los pocos votantes que lograron, el hecho real que los posicionó en la carrera fue su decisión de ir a primarias, y con ello tener franja televisiva, lo que les proporcionó conocimiento y aumento en las preferencias. Sin la pantalla que tuvieron estarían peleando el voto marginal de izquierda con Artés o Navarro.
Excluirse de tal ejercicio por vilipendiar a Melnick solo daña las posibilidades de Sánchez de llegar con su mensaje a más personas y, curiosamente, favorece al panelista de ultraderecha, que podrá exhibir entre sus méritos haber asustado a la candidata.
Sánchez, en su regla valórica, como definió su decisión de no ir al programa, cometió otro error. Ha terminado atrapada en la lógica maximalista de RD, el partido que la apoya, que suele mirar los asuntos públicos con una moral más parecida al Gorrión Supremo de Games of Thrones que a la de un movimiento que aspira a tener el poder en un país democrático. Además, esta regla puede terminar jugándole en contra: su esposo es editor de un periódico que no solamente apoyó sin ambages a la dictadura de la que fue parte Melnick, sino que fue clave en la conspiración para derrocar a un Presidente elegido democráticamente.
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