Álvaro Bisama's Blog, page 78

September 25, 2017

Lecciones de México

A menos de una semana del terremoto 7.1 Mw. en México, conmueven las historias de víctimas y rescatistas que luchan entre réplicas y escombros mientras se apaga la esperanza. Hasta ayer, la cifra oficial de personas rescatadas con vida sumaba 69 y la de fallecidos 318, de los cuales 180 murieron en la Capital Federal, donde 38 edificios colapsaron.


Muchos critican que las fallas estructurales de algunos edificios, como el dramático caso de la Escuela Rébsamen, se debe a la falta de fiscalización, negligencia o incluso corrupción en la aplicación de normas sísmicas vigentes desde el terremoto de 1985. Todavía es temprano para adelantar juicio, lo que sí es relevante para entender el nivel de daños es caracterizar el tipo de sismo que afectó a México.


El terremoto del 19 de Septiembre en México se trata de un sismo “Intraplaca”, con epicentro al interior del continente a más de 50 km de profundidad, que son menos frecuentes y conocidos que los “Interplaca” -como el de 2010 en Chile- pero de gran poder destructivo. Tal es el caso del infame terremoto de Chillán en 1939, que cobró cerca de 6 mil vidas, el más alto número en Chile pese a no ser el de mayor magnitud.


En este contexto cobra importancia el trabajo del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres CITRID y el Programa de Riesgo Sísmico PRS de la Universidad de Chile, que como parte de la Estrategia Santiago Humano y Resiliente realizaron un recuento de la situación sísmica de la capital, disponible en www.santiagoresiliente.cl.


En dicho estudio, se adelanta que la exitosa norma sísmica chilena está más bien basada en la experiencia de sismos Interplaca, y que se requieren más estudios y normativas para los Intraplaca y en particular los corticales o superficiales. También advierte que la estructura geotécnica de la cuenca de Santiago requiere considerar el efecto de sitio de la cuenca para estos tipos de sismos, que afectarían en particular zonas de Maipú y Pudahuel. Por otro lado, la Falla de Ramón tiene el potencial de generar terremotos superficiales que afectarían de manera importante la zona oriente de Santiago. Los estudios actuales de la Falla de Ramón establecen la posibilidad de un evento de magnitud Mw. comprendida entre 6.6 y 7.4, con desplazamientos promedios de 1 a 4 m.


Un estudio preliminar de Georesearch publicado en Pulso indica que en el área de influencia directa de la Falla de Ramón se encuentran al menos 80 jardines infantiles, 7 clínicas, 4 hospitales y 5 cuarteles de Carabineros y un reactor nuclear. Para no subestimar el riesgo sísmico en la región, ni alarmar irresponsablemente a la población, es necesario continuar con una caracterización de la amenaza sísmica, incorporando las vulnerabilidades físicas y sociales en las normativas y planes vigentes.


Si bien se ha avanzado en la creación de una red de monitoreo, es deber de las autoridades informar  a la comunidad sobre los reales riesgos asociados a estos peligros, y tomar medidas como en Nueva Zelandia, donde luego del terremoto de 2011 en Christchurch se zonificó y condicionó la edificación en las zonas de mayor riesgo.


Dar a conocer los mapas de riesgo sísmico y regular la edificación no será fácil, ya que afectará el patrimonio de miles de propietarios de los suelos de mayor valor en la capital, pero es nuestra obligación moral internalizar esos riesgos y prevenir, antes que lamentar, como en México, el colapso de colegios o jardines infantiles con niños adentro.


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Published on September 25, 2017 01:26

56 días

Quedan exactamente 56 días para la primera vuelta presidencial. Con el inicio oficial de las campañas, la semana pasada, no solo la carrera por La Moneda entró en tierra derecha, con el despliegue en terreno, los banderazos y los jingles que ya comienzan a sonar. También transita por la recta final la crucial decisión que deberán tomar los chilenos, especialmente aquellos que aspiran a que exista un cambio positivo en la conducción del país. Quienes quieren que el país retome la senda del crecimiento, de creación de empleos, el sentido de unidad y diálogo perdido en estos cuatro años, la preocupación por los problemas reales de la gente.


Por todo aquello, un elemento clave será la responsabilidad con que cada ciudadano ejerce su derecho a sufragio en la primera vuelta, más aún teniendo en cuenta que en las últimas cuatro contiendas presidenciales en nuestro país ha existido un balotaje. Las estadísticas demuestran que en Chile se ha vuelto difícil alcanzar el 50% más uno de los votos en primera ronda. Claramente, no da lo mismo cómo queden posicionados los candidatos para la segunda vuelta. En 2009, el expesidente Piñera obtuvo un 44,06% de los votos y su principal contendor, Eduardo Frei, un 29,6%. El 14,46% que los separaba se transformó en una diferencia irremontable entre ambos y permitió a la centroderecha volver, después de cincuenta años, a la conducción del país.


Es cierto, aunque suene cliché, que las elecciones no se ganan hasta que se cuenta el último voto. Pero aquí el análisis es obvio: lo importante que es la diferencia que se produzca entre las dos principales candidaturas, que son las que van a pasar a segunda ronda. A mayor distancia, más se afirman las posibilidades de ganar.


Algunos hablan del “voto útil”, de la estrategia para evitar la fuga de votos hacia candidatos que no tienen opciones reales de ganar. Pero es mucho más que eso, es un voto responsable, pensando en los enormes desafíos que tiene el país por delante. Voto en primera vuelta por éste y en segunda por Piñera porque sé que va a pasar. En esta actitud está el error. No son tiempos para darse gustitos personales ni correr riesgos. Es tiempo de reflexionar sobre los profundos efectos que tendrá la decisión que cada uno tome en la soledad de la urna el próximo 19 de noviembre.


Más aún cuando en la vereda del frente la estrategia será clara. Quienes quieren aferrarse al confort que hoy les entregan los cargos públicos y las prebendas del Estado y ven con pánico la posibilidad de perder el poder, buscarán unirse en un “todos contra Piñera”.


Esta presidencial será, tal vez, la más importante desde el retorno de la democracia, pues lo que está en juego es la posibilidad de volver a poner de pie a nuestro país y, sobre todo, mejorar la calidad de vida de los chilenos. Y siempre en la confianza está el peligro. Con voto voluntario, no solo está el desafío de movilizar a la mayor cantidad de personas, sino de que se comprenda la importancia de votar bien.


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Published on September 25, 2017 01:20

Una reacción positiva

Las declaraciones de Beatriz Sánchez, aduciendo la presencia de Sergio Melnick en un programa de TV que la había invitado, como razón para no asistir, han provocado un efecto positivo dentro de todo. Salvo alguna defensa de incondicionales, el rechazo a su postura ha sido unánime y eso es un aporte en una sociedad que sufre de desconfianzas e intolerancias que se han transformado en dificultades serias para avanzar como país.


En una sociedad cada vez más diversa, culturalmente y en su representación política, la disposición a entenderse con los diferentes es de los mayores desafíos de la política actual. Chile no es gobernable sin el entendimiento entre los distintos. Lo vivimos como tragedia en La Araucanía; como nostalgia por los acuerdos durante la Concertación, cuyos balances, sin apelación, son mejores para los chilenos que la de los tiempos de retroexcavadoras y patines; como invocación para segunda vuelta en la centroizquierda; como convicción de cada político visionario, cuya ambición es no solo ganar elecciones sino hacer viable un Chile futuro mejor.


Las reacciones me abren esperanzas. Estoy convencido de que sin una disposición al acuerdo, sin una tolerancia a la diferencia mayor que en los últimos años, sin una capacidad para dejar de ser cautivos del pasado (lo que no implica negarlo u olvidarlo), no hay ganador en las próximas elecciones que pueda hacer algo valioso por Chile.


Los acuerdos fueron claves para una transición democrática en los 90, donde se olvida que 44% de los chilenos había votado por Pinochet, que este mantenía el control de las FF.AA. y que necesitábamos un acuerdo público privado para terminar con 5 millones de pobres y el sector privado desconfiaba de quienes habían ganado la elección. Los acuerdos fueron una necesidad política. Es discutible si pudieron ser mejores, pero no su necesidad política.


Hoy las razones son distintas y se requiere menos cojones que entonces para aceptar acuerdos en la actual diversidad de nuestra sociedad. La intolerancia, la cerrazón en la verdad propia hasta considerar traición cualquier acuerdo, es sinónimo de incapacidad de dar gobernabilidad a Chile. Ni más ni menos es lo que está tras las declaraciones de Beatriz Sánchez.


Y excúsenme una sensibilidad propia de quien ha vivido suficiente como para acumular mucho recuerdo. Cuando se considera “decente” excluir a alguien de los medios de comunicación aduciendo su pasado político, no puedo dejar de responder que eso fue exactamente lo que vivimos en tiempos de dictadura. Políticos, dirigentes sociales, cardenales, periodistas, vetados en los medios. Si Beatriz Sánchez fuera consecuente y ganara, debería adelantar desde ya cuales son los nombres que “la decencia” le exigen excluir de los medios. No era Sergio Melnick el único chileno que trabajó o apoyó a Pinochet, ni tampoco el único con quien ella tiene diferencias.


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Published on September 25, 2017 01:19

September 24, 2017

Bea Sánchez define un país “decente”

Beatriz Sánchez, candidata presidencial, se negó a participar en un programa periodístico de Canal 13 simplemente porque yo soy uno de los seis miembros del programa. Según ella, un país “decente” no puede tener en la TV a quien fue ministro en el régimen militar. De paso, por el mismo expediente, y que yo considero realmente fuerte, es que de esa manera califica de indecentes al Canal 13, al diario La Tercera, la radio Agricultura, y a la Revista Capital, que son medios en los que actualmente participo. También debe ser indecente para ella Chilevisión, que me tuvo en Tolerancia Cero por tres años, o Mega también. Ni hablar la implicancia a muchos otros medios diversos que me han entrevistado desde 1990, que también pasarían a ser indecentes, partiendo por TVN, donde he ido muchas veces. También probablemente serían indecentes para Sánchez la Universidad de Chile y la UAI donde hice clases después del 90. Quizá el Estado, en su lógica, debió prohibir la formación de La Red (a mi cargo) donde ella trabajó. A todo evento no puedo sino agradecerle la tremenda importancia nacional que me ha asignado, pero que nuevamente representa un mal diagnóstico.


Para la opinión general sobre este asunto, al parecer, simplemente no se atrevió a ir al programa, al que curiosamente han asistido los máximos dirigentes del Frente Amplio, varios PC y de otros partidos de izquierda, con quienes ha habido siempre una discusión respetuosa. Hasta Artés participó en el programa.


La Sra. Sánchez se instala ahora a sí misma, y por sí misma, como una nueva versión histórica de la gran inquisidora. Ella acusa y juzga por sí misma. Ella decide quién es bueno o malo, o decente e indecente. Ella es al parecer la única poseedora de la verdad, también por cierto de lo que “realmente” fue la historia del país. Ella es quien determina la ética en la sociedad, y no la ley como ocurre en un estado de derecho. Y cree tener derecho a censura.


Si eventualmente gobernara, obviamente no podría hacerlo para todos, ya que al 44% de la población que votó por el Sí, ella ni siquiera le hablaría, es decir, casi la mitad del país. Grave problema tendría en el Congreso con muchos parlamentarios a quienes tampoco les hablaría. Me imagino que nunca dará entrevistas a El Mercurio, El Líbero, El Muro,  o La Segunda, entre muchos otros. Seguramente debe detestar profundamente a la DC que apoyó el golpe. Ni hablar de conversar con algún uniformado de más de 50 años. Me imagino que consecuentemente a sus principios, de inmediato rompería relaciones diplomáticas con Cuba, Corea del Norte, Siria, Venezuela, varios países africanos y otros. Amigos, así no se construye un país. De alguna manera me recuerda a Maduro cerrando y sancionando medios.


La Sra. Sánchez está decididamente anclada en el pasado. Sigue en la polaridad del Sí y el No. Es interesante recordar que alemanes y franceses que se odiaban en la guerra, volvieron a ser amigos. Colombia se pone de acuerdo con las Farc, que raptaba y mataba. Americanos y japoneses, con una guerra y bombas nucleares de por medio, son hoy aliados. Trump es amigo de Putin. Los chinos se hacen capitalistas y suma y sigue. Pero Sánchez sigue con la misma odiosidad taxativa que ya reventó al país en el pasado. Lo que llama “sus ideas” son slogans de hace 60 años, al menos lo que se apreció cuando tuvo que hablar de ciencia y tecnología.


Más allá de que sus comentarios se refieren a mí, creo que se equivocó severamente en esta oportunidad. Se mostró muy inmadura, y mostró una vena profundamente antidemocrática. No hace honor a su profesión de periodista.


Si no se atrevió a ir al programa, debió inventar una mejor excusa. Quizás recapacite, ofrezca una excusa, y decida ir al canal que llamó indecente. Yo por cierto estaré ahí para debatir ideas (no acusaciones o descalificaciones) con el respeto que merece la audiencia y la elección en curso.


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Published on September 24, 2017 00:00

September 23, 2017

Cunde la impunidad

Cuatro “comuneros mapuches” formalizados por un incendio intencional de una iglesia evangélica en La Araucanía, incluyendo disparos a los presentes, iniciaron hace unos meses una huelga de hambre exigiendo que no se les aplique la ley antiterrorista y que se les deje en libertad provisional.


En un país civilizado esas demandas no tendrían oportunidad, pues los imputados no dictan las reglas, sino que se aplican las leyes y la preocupación se centra en las víctimas. Pero estamos en Chile y dado que se ha ido deteriorando la salud de los rebeldes (para eso se hacen las huelgas de hambre), las izquierdas de todo tipo se movilizan para pedir una “solución”, que no significa otra cosa que se ceda a la presión. Usted, que financia el sistema con sus impuestos, sabe que así será y que habrá impunidad por angas o por mangas.


No es primera vez que sucede: en 2015 el comunero Cristián Levinao, condenado por robo, quería que lo trasladaran a una colonia penal, no obstante no cumplir los requisitos reglamentarios, para lo cual inició la respectiva huelga de hambre. Por cierto, lo consiguió. Después del irregular traslado, se fugó de la colonia, que tiene un bajo nivel de seguridad. Quien piense que con el nuevo gobierno todo esto puede cambiar, le recuerdo que Sebastián Piñera -a quien las encuestas dan como ganador- en su anterior mandato le hicieron una huelga de hambre y cedió de inmediato a las demandas, recalificando delitos terroristas como delitos comunes.


A Héctor Llaitul, comunero condenado a 14 años por robo, el tribunal de garantía le rebajó en cinco años la pena impuesta, a pesar de que la sentencia estaba ejecutoriada. ¿Cómo es posible? Porque el Código Penal, en una norma que le fue introducida en el gobierno de Salvador Allende, dice que estando la sentencia ejecutoriada, si se dicta una ley que exima de pena o aplique una menos rigurosa, hay que modificar la sentencia, incluso si se ha cumplido la condena. Y como hubo un cambio en la ley que pena el robo, el juez resolvió que beneficia al comunero. Pero sucede que la norma del Código es inconstitucional, porque si bien la Carta Fundamental ordena aplicar la norma más favorable en materia penal, eso es para casos pendientes y no puede afectar la cosa juzgada, dado que la propia Constitución prohíbe que la ley reviva procesos fenecidos.


Pero la impunidad no solo cunde en La Araucanía. Entró en vigencia la ley que despenaliza el aborto en tres casos y sin más trámite se dejó sin castigo una causa pendiente de 2015, ya que supuestamente hubo violación. Lo grave es que con el precedente “Llaitul” se podrán reabrir hacia atrás sin límite todas las causas por aborto, alegando alguna de las tres causales y modificar las sentencias. Y qué decir del robo que usted sufrió: habrá que aplicar la norma más favorable al delincuente condenado (es un argumento retórico nada más, sé que ni se investigó).


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Published on September 23, 2017 23:56

Preguntas

Hemos fracasado. Más allá de todos los esfuerzos e iniciativas de estas décadas, la relación con nuestros pueblos originarios y especialmente la convivencia en la región de La Araucanía solo ha empeorado. Pese a los cambios constitucionales, varias leyes, creación de institucionalidad, programas de fomento y destino de cuantiosos recursos, se vuelven a repetir los hechos de violencia -tanto delictuales como terroristas- que nos obligan a interrogarnos por cuál es el próximo paso o por dónde es posible construir una solución que deje meridianamente satisfechas a todas las partes.


Y quizás lo primero sea reconocer que no hay forma de cumplir con las expectativas de todos, y muy especialmente de los grupos más radicalizados -de uno u otro lado- cuya acción derechamente conspira con la posibilidad de una convivencia conjunta, al punto de negar la existencia del otro, como la legitimidad de sus pretensiones y el reconocimiento de sus derechos. Por lo mismo, cualquier razonable salida al conflicto supondrá siempre la posibilidad de que una minoría se resista a dicho acuerdo, aunque su acción no sea representativa de la comunidad local ni del grupo al que dicen representar.


Lo segundo, entonces, es interrogarnos por cuáles son las manifestaciones de esa disidencia que como sociedad estamos dispuestos a tolerar. Ningún acuerdo será posible si éste no se construye sobre la intolerancia radical y mayoritaria a cualquier acto que lesione gravemente el derecho de los demás. Mientras no exista un reproche y sanción colectiva a la violencia, especialmente entre los propios pares, será imposible legitimar cualquier proceso que tienda a una solución definitiva.


Pero cuando de derechos se trata, y ahora en tercer lugar, no solo me estoy refiriendo a la vida, integridad física o propiedad de los habitantes y empresas de la zona; sino que también a un conjuntos de derechos de los pueblos originarios, ancestrales y nacionales, cuyas vulneraciones históricas y sistemáticas, y su no reconocimiento y reparación todavía, alimentan la frustración e injusticia de una comunidad que seguirá viendo con escepticismo los esfuerzos y promesas que provengan del Estado.


¿Y de qué Estado? ¿Estamos dispuestos, junto con reconocer a los pueblos originarios, a declarar que Chile tiene un origen plurinacional y establecerlo así en nuestra Constitución? ¿Podemos avanzar en mayores niveles de autonomía local, donde por de pronto partamos por garantizar su representación política en el parlamento? Y por su parte, ¿están los principales líderes del pueblo Mapuche disponibles para condenar, sin matices y explicaciones, los actos de violencia que se suceden en la zona y facilitar que se investigue y condene a los culpables?


Quizás valga la pena partir haciéndose éstas y otras preguntas.


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Published on September 23, 2017 23:49

Gente de bien

Ha acontecido esta semana, sin mayores contratiempos, el 72 período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas. Convocados bajo el sugerente título de “Centrarse en los Pueblos, luchar por la paz y por una vida digna para todos en un planeta sostenible”, representantes de todo el orbe tuvieron sus 15 minutos de fama para dirigirse al mundo ante una sala semi o completamente vacía.


Fue así como en ese espléndido edificio en pleno Manhattan, epicentro mundial de la paz, el respeto de los derechos humanos y la libertad de los pueblos, habló Paul Kagamee, el presidente de Ruanda, acusado por jueces de Francia y España por el genocidio de más de 3 millones de personas. El mandatario se refirió, entre otros asuntos, a la “falta de confianza y rendición de cuentas” que existe en el contexto internacional. Sin comentarios.


El 21 fue el turno de Robert Mugabe, jefe del gobierno de Zimbabue desde 1987. Países como EE.UU. y Gran Bretaña lo consideran ilegítimo, mientras su pueblo sufre las consecuencias de una economía que ha llegado al 100.000% de inflación y un 94% de desempleo. Obviamente, nos habló sobre la importancia de respetar la soberanía y los derechos de cada país para tomar sus decisiones. En la misma línea se manifestó Jacob Zuma, el polígamo presidente de Sudáfrica, acusado de abusos sexuales y corrupción.


El mismo día en que Bachelet presentó ante tan digna asamblea su idea de prohibir las bolsas plásticas en la playa, se dirigió a los presentes (pocos, habría que añadir) el rey Mswati III de Suazilandia, un reconocido poco amigo de la democracia y la participación popular. Hace un tiempo hizo noticia por comprar, con recursos públicos, un jet que costó un cuarto del presupuesto nacional. En esta oportunidad, su majestad nos recordó la importancia de hacer frente a la amenaza nuclear para que así todos gocemos de una vida pacífica y próspera.


El discurso fatalista estuvo a cargo de Cuba, representada por su canciller, Bruno Rodríguez Parilla, quien nos advirtió que “los patrones de producción y consumo propios del capitalismo neoliberal son insostenibles e irracionales y conducen, inexorablemente, al fin de la especie humana”. Por cierto, efectuó una férrea defensa de la democracia y el respeto de los derechos humanos.


Otros partícipes de la asamblea fueron Azali Assoumani, el presidente comoro que llegó la primera vez a dirigir su país tras encabezar un golpe de estado, y Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, su par de Guinea Ecuatorial, que ocupó la misma fórmula, pero que ahora regenta de manera legítima porque ganó las últimas elecciones con el 93,7% de los votos (nada mal considerando que suma 38 años en el cargo y se reeligió por otros seis). “Queremos un mundo en el que exista un espíritu participativo e igualitario”, planteó. A todo esto, Trump utilizó su popular cuenta de Twitter para añadir que la ONU “es solo un club de gente para reunirse, hablar y pasárselo bien”.


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Published on September 23, 2017 23:42

Las tragedias ajenas

En algún momento alguien se dio cuenta de que frente a la tragedia ajena lo único que nos conmueve es una historia. Tal vez nos podemos sorprender momentáneamente con una cifra que la describa -millones de desplazados por conflictos en el este de África, miles de musulmanes masacrados en Myanmar-, pero la concentración del público perdurará más si el desastre se encarna en una biografía en particular. Entonces, cuando eso ocurre, los segundos de interés podrán extenderse durante días, semanas, años o quizás quedar alojados para siempre en la memoria.


Por mucho que me esfuerce no podría recordar el número de muertos que provocó en 1985 el aluvión que siguió a la erupción de un volcán en Colombia, pero siempre estará en algún rincón de mis recuerdos la imagen de una muchacha atrapada, que sólo podía asomar su cabeza fuera del barro. Estuvo tres días así, rodeada de cámaras que intentaban ilustrar con ella la catástrofe de un pueblo. Los rescatistas agotaron todas las posibilidades, pero no había medios para salvarla. Aquella desgracia, la de un pueblo cubierto por el lodo en una región rural de un país extranjero, para mí y para muchos de mis coetáneos quedó resumida en la imagen de un helicóptero que se elevaba y dejaba atrás a una adolescente que agonizaba en medio de un paisaje arrasado.


La guerra en Afganistán logró tener un rostro cuando National Geographic puso en su portada la imagen de una joven refugiada de ojos verdes, que miraba con la desconfianza de los perseguidos a la cámara, y la tragedia desatada en Bielorrusia luego del estallido de un reactor nuclear cobró otra dimensión cuando Svetlana Alexievich publicó las historias de las víctimas en sus Voces de Chernobyl. Del mismo, más recientemente, la opinión pública mundial se volcó sobre la tragedia Siria cuando la fotografía de un niño muerto sobre la playa se multiplicó hasta el hartazgo. Supimos de su padre desesperado huyendo de los bombardeos y de las razones que se confabularon para que el niño terminara a merced de la marea y de nuestra compasión. Había cientos de miles como él, pero sólo su tragedia o más bien la imagen de su cuerpo inerte transformado en un ícono macabro pareció remecernos.


Esta semana hubo un terremoto en Ciudad de México. Vimos imágenes de edificios desplomarse y escuchamos recitar todo el alfabeto sísmico -magnitud, epicentro, placas tectónicas- al que estamos acostumbrados. Pero antes de conocer los números y los datos del desastre, apareció una historia que como una carnada o como el péndulo de un hipnotizador capturó nuestra atención: había una niña atrapada entre los escombros de una escuela. La niña se llamaba Frida Sofía y se había comunicado con leves susurros con los rescatistas; las autoridades a cargo pensaban que era posible sacarla con vida.


Un canal de televisión mexicano tomó el caso de Frida Sofía como la columna vertebral de sus transmisiones, los medios titulaban con el nombre de la niña, los periodistas llamaban a tener calma y fe. Pero todo era mentira. No había una niña viva con ese nombre ni con ningún otro bajo los muros desplomados. Los periodistas de la cadena que inició la cobertura del supuesto rescate aseguraron que ellos no eran los responsables del engaño y las autoridades no supieron explicar de dónde había salido aquel relato perfecto para una audiencia hambrienta de tragedias con desenlaces de telenovela. Los reporteros de un medio más pequeño, en cambio, encontraron testimonios que aseguraban que los rescatistas y las autoridades sabían desde el principio que no existía tal niña esperando ser rescatada.


En algún momento alguien se dio cuenta de que frente a la tragedia ajena lo único que nos conmueve es una historia transformada en espectáculo. Un relato que estimule nuestras emociones, que fabrique con la desgracia de los otros un producto que nos brinde compasión en formato de consumo; que transforme la superficie más dúctil de nuestros sentimientos de solidaridad en una soga que nos mantenga a raya, capturados en la comodidad vulgar de una lástima pasajera.


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Published on September 23, 2017 23:40

Summer is coming

Viene el verano y, con él, los incendios forestales. Si uno entra al sitio web de Conaf encontrará mucha información y noticias relacionadas con distintas acciones preventivas. Esto podría tranquilizar a algunos. Después de todo, ¿no es obvio que luego de los traumáticos hechos del último verano se hayan destinado muchísimos más recursos que antes a la prevención de este tipo de catástrofes? Sin embargo, quienes piensan así podrían estar siendo víctimas de un sesgo optimista. El mismo que debe haber llevado a los vecinos de Valparaíso a recibir cada año con renovada sorpresa los feroces incendios forestales, que no han parado desde el 2014.


¿No debería el gobierno haber lanzado ya una campaña comunicacional potente llamando a las personas a organizarse para prevenir estos fenómenos? ¿No debería ocupar esto un lugar absolutamente privilegiado dentro de la agenda, considerando la gravedad de lo ocurrido el verano pasado, y los enormes costos económicos, ambientales y humanos involucrados? Hagamos memoria: se quemaron más de 600 mil hectáreas (para hacerse una idea, la superficie del “gran Santiago” llega a las 85 mil hectáreas), 11 personas murieron, 1.500 viviendas se perdieron, Santa Olga completo fue borrado por las llamas, y casi 100 especies vegetales y animales amenazadas se vieron dañadas. El costo fiscal de los incendios fue de U$ 347 millones, la Sociedad Nacional de Agricultura estimó las pérdidas de los sectores ganadero, agrícola y forestal en U$ 400 millones, y el turismo cayó en un 35% en las zonas afectadas. Todo esto sin mencionar los vergonzosos delirios comunicacionales en búsqueda de “culpables” a los que buena parte del país contribuyó, repitiendo rumores sin sustento y afectando y poniendo en riesgo a personas inocentes.


A menos de un año de estos traumáticos sucesos, parecemos haber corrido un tupido velo sobre ellos. Sin embargo, si no queremos que se repitan nuevamente este verano, eso es lo peor que podemos hacer. Es necesario que el gobierno explique cuál es su plan para enfrentar esta temporada, movilizar a la sociedad civil, crear conciencia sobre las conductas peligrosas, despejar las zonas de riesgo, cavar y limpiar cortafuegos. Y es necesario hacer todo esto ahora, antes que el verano y el fuego hayan llegado.


Los políticos, lamentablemente, tienen pocos incentivos para abordar este asunto. Al estar todos de acuerdo en que es bueno prevenir incendios, el tema no resulta polémico y tiene, por tanto, poca rentabilidad. Menos todavía en un año electoral, en que todos intentan diferenciarse. Además, la agresividad y extensión de estos fenómenos nos han enseñado que la muy chilena actitud de esperar que “el Estado se haga cargo” es simplemente ingenua. La sociedad civil organizada, que tanta capacidad y heroísmo mostró durante los siniestros, debe mostrar ahora la misma capacidad para evitar que ocurran. Y si bien el gobierno debe jugar un rol importante en ello, la magnitud del desafío lo desborda totalmente, y sería bueno que lo reconociera, para que los ciudadanos tuviéramos clara la responsabilidad que nos compete y actuáramos en consecuencia. Summer is coming. Y no hay magia que detenga las llamas.


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Published on September 23, 2017 23:39

Incendios forestales

Viene el verano y, con él, los incendios forestales. Si uno entra al sitio web de Conaf encontrará mucha información y noticias relacionadas con distintas acciones preventivas. Esto podría tranquilizar a algunos. Después de todo, ¿no es obvio que luego de los traumáticos hechos del último verano se hayan destinado muchísimos más recursos que antes a la prevención de este tipo de catástrofes? Sin embargo, quienes piensan así podrían estar siendo víctimas de un sesgo optimista. El mismo que debe haber llevado a los vecinos de Valparaíso a recibir cada año con renovada sorpresa los feroces incendios forestales, que no han parado desde el 2014.


¿No debería el gobierno haber lanzado ya una campaña comunicacional potente llamando a las personas a organizarse para prevenir estos fenómenos? ¿No debería ocupar esto un lugar absolutamente privilegiado dentro de la agenda, considerando la gravedad de lo ocurrido el verano pasado, y los enormes costos económicos, ambientales y humanos involucrados? Hagamos memoria: se quemaron más de 600 mil hectáreas (para hacerse una idea, la superficie del “gran Santiago” llega a las 85 mil hectáreas), 11 personas murieron, 1.500 viviendas se perdieron, Santa Olga completo fue borrado por las llamas, y casi 100 especies vegetales y animales amenazadas se vieron dañadas. El costo fiscal de los incendios fue de U$ 347 millones, la Sociedad Nacional de Agricultura estimó las pérdidas de los sectores ganadero, agrícola y forestal en U$ 400 millones, y el turismo cayó en un 35% en las zonas afectadas. Todo esto sin mencionar los vergonzosos delirios comunicacionales en búsqueda de “culpables” a los que buena parte del país contribuyó, repitiendo rumores sin sustento y afectando y poniendo en riesgo a personas inocentes.


A menos de un año de estos traumáticos sucesos, parecemos haber corrido un tupido velo sobre ellos. Sin embargo, si no queremos que se repitan nuevamente este verano, eso es lo peor que podemos hacer. Es necesario que el gobierno explique cuál es su plan para enfrentar esta temporada, movilizar a la sociedad civil, crear conciencia sobre las conductas peligrosas, despejar las zonas de riesgo, cavar y limpiar cortafuegos. Y es necesario hacer todo esto ahora, antes que el verano y el fuego hayan llegado.


Los políticos, lamentablemente, tienen pocos incentivos para abordar este asunto. Al estar todos de acuerdo en que es bueno prevenir incendios, el tema no resulta polémico y tiene, por tanto, poca rentabilidad. Menos todavía en un año electoral, en que todos intentan diferenciarse. Además, la agresividad y extensión de estos fenómenos nos han enseñado que la muy chilena actitud de esperar que “el Estado se haga cargo” es simplemente ingenua. La sociedad civil organizada, que tanta capacidad y heroísmo mostró durante los siniestros, debe mostrar ahora la misma capacidad para evitar que ocurran. Y si bien el gobierno debe jugar un rol importante en ello, la magnitud del desafío lo desborda totalmente, y sería bueno que lo reconociera, para que los ciudadanos tuviéramos clara la responsabilidad que nos compete y actuáramos en consecuencia. Summer is coming. Y no hay magia que detenga las llamas.


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Published on September 23, 2017 23:39

Álvaro Bisama's Blog

Álvaro Bisama
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