Álvaro Bisama's Blog, page 211
March 27, 2017
Planes mal entendidos
Son recurrentes los comentarios que atribuyen a la falta de un “Plan Regulador” el caos urbanístico en diversos barrios y ciudades de Chile. La carencia de buenas plazas, mejores veredas o edificios más bellos también se atribuye a la falta de planificación. Más aún, el causante de la escasa inversión urbana asociada a la movilidad -avenidas o ciclovías- también se le achaca a los planes reguladores en no pocos casos. El problema de fondo es que los planes reguladores, tal como están definidos en nuestro ordenamiento jurídico, son en esencia mera regulación urbana y no planificación. Así es. En estricto rigor, los planes reguladores son regulación urbanística y no planificación urbana. Se controla cómo se desarrollará el stock construido (privado), pero se está lejos de poner sobre la mesa una “visión de ciudad”, un plan de inversiones, y menos aún herramientas de gestión para implementarlo. El descrédito de la planificación urbana en Chile, pasa en parte no menor, por un mal entendimiento de la misma. Los planes reguladores fundamentalmente regulan y escasamente planifican la ciudad. Hoy le pedimos a un plan regulador algo que no nos puede dar.
Los planes reguladores se aprueban habitualmente a destiempo de la realidad, con desfases de diagnósticos de hasta 10 años. Desfases que los dejan, muchas veces, obsoletos no solo respecto del desarrollo de iniciativas privadas, sino de los proyectos de inversión pública, de la realidad socioeconómica y también demográfica. La realidad supera con creces al instrumento. Un ejemplo varias veces citado es de la Radial Nororiente, que se encuentra construida; sin embargo, en el Plan Metropolitano, aún está vigente una Radial que no se ajusta a la realidad, cuya necesidad de ejecución es discutible y, más aún, su factibilidad improbable.
Pensemos en el sector eléctrico como punto de comparación. El rezago de las inversiones respecto de la demanda energética no tiene nada que ver con la regulación, sino con la falta de planificación. El sector eléctrico es uno de los más completos y sofisticados en lo que a regulación se refiere, sin embargo, el adelantarse a los escenarios de desarrollo o la definición de inversiones estratégicas, etc., no puede suplirse con regulación.
Asimismo, aún cuando hubiese real planificación urbana, que defina escenarios de largo plazo, con inversiones y gestión de por medio, no podemos descansar en que con la sola planificación nuestras ciudades serán más bellas o estéticas. Es el diseño urbano el llamado a definir y guiar el actuar físico de “públicos y privados”, para que nuestros entornos sean bellos y constituyan el marco adecuado para que la arquitectura sea la apropiada a cada lugar.
En resumen, debemos avanzar primero en ponernos de acuerdo en cada concepto. Sin ese acuerdo es difícil no seguir dando pasos erráticos. Con eso claro, veamos cómo podemos perfeccionar nuestra regulación urbanística, cómo podemos implementar verdadera planificación urbana y, finalmente, cómo con la incorporación del diseño podemos agregar calidad, carácter y belleza a nuestros barrios y ciudades.
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Carabineros y las campañas presidenciales
EN LAS últimas semanas se ha conocido una millonaria defraudación al interior de Carabineros de Chile. A la fecha son inciertos los montos involucrados y el total de funcionarios y civiles que habrían participado. No obstante, ya se avizora que se trataría del caso de defraudación de fondos públicos más grande y complejo que ha conocido nuestro sistema procesal penal.
Como es obvio, el caso no ha dejado a nadie indiferente. Carabineros es por lejos una de las instituciones estatales de mayor prestigio y que genera más confianza en la ciudadanía, según encuestas de opinión pública de diverso tipo. De otra parte, resulta indudable que cumple una función clave para el estado de derecho contar con policías legitimadas ante la ciudadanía; por lo mismo, es un valor que debemos cuidar como país.
En este contexto, el caso ofrece la posibilidad de tener una mirada un poco más compleja acerca de la institución y sobre la evidente necesidad de iniciar un debate serio para democratizar, profesionalizar y modernizar su trabajo. La paradoja que se produce es que los altos niveles de confianza pública con que cuenta la institución, junto con ser un enorme capital, parecieran haber jugado el rol de obstaculizar este proceso de discusión. Lo que se aprecia es que, por ejemplo en materia de seguridad ciudadana, diversas autoridades se han preocupado más de ser una suerte de voceros del punto de vista policial, que de mirar objetivamente su funcionamiento. De esta forma se suelen esgrimir eslóganes de todo tipo para responsabilizar a otros actores del sistema por los fracasos, más que mirar los datos y la evidencia disponible que dan cuenta de algunos problemas importantes del trabajo policial, generando un verdadero punto ciego. Esto ha llevado a que las políticas públicas más relevantes en el sector en los últimos años, hayan sido los aumentos de presupuesto, de dotación y la propuesta de reformas legales de reforzamiento de sus facultades. Es más, estas políticas han sido la promesa central contenida en los programas de varios candidatos a la presidencia en las dos o tres últimas elecciones. El impacto de ello no ha sido menor. Por ejemplo, en la actualidad, la principal proporción del gasto público que se invierte en materia de delincuencia está asignado a las policías (49,1% del total) y dentro de ellas a Carabineros (38%), todo esto en un contexto de aumento significativo del mismo entre los años 2013 y 2015 (9,2%). En forma paralela, no ha habido una mejor regulación de los deberes y mecanismos de rendición de cuentas ni los sistemas de control democrático en el uso de estos recursos y facultades.
Las campañas presidenciales ofrecen la oportunidad de plantear el desafío de pensar y discutir qué policía queremos en el contexto actual y, especialmente, cómo podemos hacer de Carabineros una institución más democrática, profesional y moderna. Esto supone cambiar el foco de cómo se ha discutido el tema hasta ahora, y hacer una reflexión seria basada en evidencia y en un conocimiento más profundo sobre el trabajo y funcionamiento de las policías en Chile. La invitación para los distintos candidatos es a dejar de lado los eslóganes fáciles y las propuestas de siempre, para comprometerse en una mirada más profunda, de largo plazo y concebida como una política de Estado.
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La polémica inoportuna
La Ministra Alejandra Krauss, sorpresivamente anunció que la línea del gobierno iba a ser que el 5% adicional de cotización que se hará para aumentar las pensiones no iba a ser administrado por las AFP. El enojo del Ministerio de Hacienda era esperable, pero lo que fue inédito fue el duro comunicado con el que rechazó la posición de trabajo.
En general Hacienda ha defendido siempre sus puntos con estrategias de silencio. Un economista por aquí, otro por allá que critica a otros ministerios por populistas, la Dirección de Presupuestos haciendo lo suyo cortando recursos o evaluando mal programas, algún que otro off y en casos muy extremos, una visión general del Ministro en algún seminario Icare u otra zona de confort similar.
Pero nunca Hacienda opera entrando a la arena donde corre la sangre de los toros. Y muchísimo menos en la misma semana donde va a ocurrir la marcha no + AFP. Si en las marchas anteriores, los manifestantes portaban carteles pidiéndole matrimonio al diputado Andrade, por la polémica pensión de su esposa, ahora será el turno del Ministro de Hacienda, quien aparecerá en los carteles como escudero de las odiadas AFP.
Para el gobierno la reactivación de esta polémica es un pésimo negocio. No solo porque ocurre en la semana del movimiento ciudadano más masivo durante este gobierno, sino porque había sido también la semana que el gobierno había buscado un reimpulso legislativo con la firma de dos proyectos emblématicos: los que reforman la CONAF y el Sename. Ambos lanzamientos era la respuesta a la contingencia reciente, donde el gobierno había quedado en entredicho. Y por cierto, les habían reventado crisis, sin hacer los cambios institucionales que se habían prometido hace mucho.
En primer lugar, la reforma al SENAME era la respuesta a la serie de revelaciones sobre el trato que reciben en esa institución los menores y la crisis provocada por la seguidilla de caídas de directores de la institución a cargo de proteger a los menores.
En el segundo lugar, la reforma a la CONAF es la manera que tiene el gobierno de decir que leyó correctamente los problemas de manejo de los incendios en el verano. Y si bien, por razones inexplicables, había decidido dejar en su cargo al director, convertido en meme por su frase que los aviones no apagan incendios, la reforma a dicha institución tenía un consenso amplio y permitía anotarse un punto valioso para la Moneda.
Ahora, con la instalación de la polémica entre Trabajo y Hacienda por el tema del manejo del 5% y las duras palabras de estos días, la presión cambiará de sentido. Se instalará la necesidad de legislar rápido sobre el tema, pues la DC se comprometió a apoyar con todo a la Ministra Krauss y toda dilación será entendida como un triunfo de Hacienda.
Una legislación rápida puede calmar a las tropas de la Nueva Mayoría, pero será una jugada muy riesgosa. En primer lugar, nunca será suficiente para el movimiento ciudadano, que dirá un argumento con una lógica aplastante. Si el gobierno considera que las AFP no deben administrar el 5% adicional ¿Por qué entonces permite que siga administrando las cotizaciones actuales que alcanzan un 10%?
Por otro lado, el gobierno, para que pueda ser aprobada los cambios al sistema de pensiones, deberá tener un acuerdo con la derecha. No hacerlo permitirá al candidato Piñera, volver al discurso que la Moneda no renunciará a la retroexcavadora hasta el último día. Y no hay deseos en la oposición, en año electoral, de darle tal regalo a la Moneda.
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Los estadounidenses blancos se están muriendo
En Estados Unidos, los hombres blancos de mediana edad y con menos educación se están muriendo a un ritmo inusitado. De hecho, su tasa de mortalidad es mayor que la de los hispanos o los negros de su misma edad y de su mismo nivel educativo. La mortalidad de los blancos menos educados es también mucho más alta ahora de lo que había sido hasta comienzos de este siglo. Este es un fenómeno exclusivamente estadounidense. En otros países desarrollados no sucede.
Esta es una de las conclusiones de un estudio que acaban de presentar en Washington el Premio Nobel de Economía Angus Deaton y Anne Case, una destacada economista de la U. de Princeton (y esposa de Deaton).
Ya en 2015, estos dos economistas habían causado revuelo con un estudio que por primera vez documentaba el trágico aumento de las muertes entre los estadounidenses blancos sin estudios universitarios. Mientras que en 1999 su tasa de mortalidad era un 30% más baja que la de los negros de sus mismas características, para 2015 la mortalidad de los blancos era un 30% más alta que la de los afroamericanos.
Estos cambios en EE.UU. revierten décadas de progreso. Durante el siglo pasado, y aun hoy, la mortalidad a nivel mundial ha venido cayendo al 2% cada año, en todos los países y en todas las categorías demográficas. Pero los norteamericanos blancos sin mucha preparación académica son la excepción. ¿Qué pasó? Pues que, en este grupo, los suicidios y las muertes por sobredosis de drogas y por alcoholismo aumentaron drásticamente. El cáncer y las enfermedades cardiacas también se agudizaron, así como la obesidad. Desde el 2000, las muertes por estas causas entre los blancos no hispanos, entre 50 y 54 años de edad, se han duplicado. Y para 2015 morían a una tasa dos veces mayor que la de las mujeres blancas con las mismas características (y cuatro veces más que la de los hombres blancos que alcanzaron a ir a la universidad).
Una explicación común para esta tragedia es el desempleo que afectó duramente a este grupo de trabajadores, tanto a causa de la crisis como por la globalización y la automatización de la producción, que están haciendo desaparecer los puestos de trabajo de baja calificación.
Deaton y Case no dudan de que el desempleo y la consecuente caída en los ingresos son factores importantes. Pero según ellos no son suficiente explicación. ¿Cómo se explica, si no, que los hispanos y negros que también perdieron sus empleos e ingresos aumentaran su longevidad? ¿Y por qué entre los trabajadores europeos que fueron víctimas de los embates de la gran recesión de 2008 y las políticas de austeridad no se dan las letales tendencias que afectan a los trabajadores blancos estadounidenses? Es más, en Europa, la longevidad de quienes tienen menos años de estudio (y menos ingresos) ha seguido subiendo -y a más velocidad- que la de los europeos con mayor nivel educativo.
Según los dos economistas, las causas más profundas de este fenómeno tienen que ver con lo que ellos llaman “desventajas acumulativas”. Estas son condiciones debilitantes y hábitos disfuncionales que este grupo humano ha ido acumulando durante toda su vida como reacción a profundas transformaciones económicas y sociales. Con frecuencia comenzó con el abandono de los estudios secundarios y la entrada temprana en el mercado de trabajo en épocas de empleos abundantes y salarios atractivos. Son hombres que no ven un futuro mejor ni para ellos ni para su familia.
Esta desesperanza causa gran sufrimiento. En Estados Unidos, la mitad de los hombres desempleados toma medicinas contra el dolor y dos tercios consume opioides. El abuso de estas drogas se ha convertido en una gravísima epidemia. En 2015, más estadounidenses fallecieron por sobredosis de drogas que por armas de fuego y accidentes de tránsito. ¿La abrumadora mayoría de las víctimas? Hombres blancos.
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Incertidumbre y cosecha
Para la mayoría de las personas que conozco, la certidumbre es una cuestión fundamental. Vivir al amparo de las certezas los equilibra, les da estabilidad, les permite mirar el mundo con calma y tranquilidad. Cualquier falta de certidumbre los desacomoda e infunde, a sus acciones cotidianas, una cuota de inseguridad mayor que muchas veces, sobre todo a la hora de tomar decisiones, se convierte en miedo. (En lo personal, siento que la incertidumbre es más movilizadora. Como decía Cus D’Amato -el entrenador de Floyd Patterson y Tyson-: “la seguridad significa la muerte”. Pero, claro, ése es otro cuento).
A cinco fechas para dilucidar quiénes son los representantes de Sudamérica en la Copa del Mundo Rusia 2018, el único país que tiene la certidumbre de llegar a Moscú es Brasil. Es cierto que aún matemáticamente no está clasificado, pero el nivel que viene demostrando la selección brasileña, liderada en la cancha por un Neymar que pasa, probablemente, por su mejor momento, es superlativo. Ha perdido un solo partido -contra Chile, en la primera fecha-, pero en cada jornada clasificatoria demuestra que tiene lanzada su candidatura no sólo para clasificar a Rusia sino también para ceñirse la corona mundial.
El resto de las selecciones -con las excepciones de Bolivia y Venezuela, que nada tienen que hacer en este baile- ha mostrado méritos de diversa cuantía para llegar a Moscú, pero ninguna de ellas podría sacar cuentas alegres respecto de su eventual clasificación. Ni Uruguay, que escolta a Brasil en la tabla clasificatoria, ni Perú, que es el candidato con menos opción a clasificar visto su puntaje, están en pie de pronunciarse sobre su suerte.
Y es que la incertidumbre parece reinar en estas últimas fechas de la clasificatoria. En ese escenario, cualquier truco vale para poder acortar la distancia en relación al objetivo, pero tiene sus costos. Las declaraciones del Patón Bauza en la víspera del duelo con Chile sonaron algo desmedidas luego de ver lo que fue la victoria del combinado argentino. ¿Qué dijo Bauza? Que Argentina clasificaría y que terminarían ganando la Copa del Mundo en una final contra un equipo europeo. Sobra decir que a Argentina le falta vuelo como para sostener tamaña afirmación. Salvo el partido en casa contra Colombia, los trasandinos han sido un pálido espejo de otras selecciones albicelestes.
Lo de Uruguay fue lamentable. Tenían aspiraciones como para recortar la ventaja que Brasil les lleva. Y parecía, luego del gol de Cavani, que aquello era posible. Sin embargo, los brasileños barrieron con los charrúas, los que sin Suárez demostraron ser un equipo del montón.
Colombia sufrió lo indecible en casa con uno de los colistas, y Ecuador, pudiendo haber seguido en el podio de los tres primeros, cedió los tres puntos ante un Paraguay que acaba de resucitar.
Chile salió de la zona de clasificación. A cinco fechas está fuera del Mundial, la incertidumbre podría tener a la afición de cabeza. Sin embargo, a diferencia de otros -de Argentina, de Colombia y del mismo Uruguay-, al equipo chileno lo envuelve cierta serenidad. Hay fondo de juego, hay actitud y un estilo que, de un tiempo a esta parte, se mantiene inalterable sin importar quién esté al frente.
Una cosa más: Chile hace rato que sembró, ahora sólo hay que tener paciencia para cosechar.
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Quiero a Valdivia
Por juego y osadía. Por lo que significa y transmite. Porque representa el fútbol que encanta, el que enamora cuando uno es niño. Ese juego dotado de magia que en esencia no es más que una mentira, un engaño permanente al adversario. Eso es Valdivia, desparpajo y locura. Irresponsabilidad y audacia. Una suave brisa para tanto verso táctico y orden estratégico. Un cachetazo a los engrupidos de lo físico, a los adoradores del fútbol atlético, que intentan reemplazar el balón por movimientos, la gambeta por la marca. Son aquellos que, incapaces de volar alto y marcar la diferencia desde los valores del juego, intentan estrechar distancias desde la mediocridad. Atentando, sin vergüenzas ni pudores, a la belleza.
Son los mismos que han dicho que el único jugador diferente no puede estar en cancha porque no está bien físicamente. Que el campeonato de los Emiratos Árabes atenta contra el rendimiento colectivo de la selección, como si nuestro torneo fuera la Premier League. Son los que aseguran que Valdivia no debe estar en La Roja por sus constantes indisciplinas. Pero con sus mismas hipocresías y ejercicios acomodaticios, aguantaron otras cosas peores a varios.
Pretender que Valdivia se adapte a una disciplina espartana y sea un santo es lo mismo que desear que un genio se haga un animal sociable. No sólo es una ilusión absurda sino que contraproducente. El día en que Valdivia sea un niño bueno y deje de ser el atorrante adorable y sincero, su juego cambiará. Para mal. Será el triunfo de los abanderados del fútbol dictadura, los estandartes del orden, los enemigos de la improvisación y la genialidad.
Deseo ver al Mago desde el comienzo. Por convicción y conveniencia. Pretendo volver a sentirme hincha y niño a la vez y él es de los pocos que me transporta. Los demás entienden que esto es algo muy serio y en esos ejercicios de adultos extravían la esencia de lo que alguna vez me enamoró.
Pero también deseo que esté en la cancha porque quiero ganar y en eso nos puede ayudar y mucho. Los pocos minutos que tuvo en el Monumental demostraron que está a otro nivel, porque a diferencia de la mayoría, entiende el juego. No necesita correr demasiado, tampoco ser muy potente, menos rápido. Jorge Valdivia es de los pocos que sabe de qué se trata este deporte y por eso es imprescindible. Tal vez por eso, muchos ignorantes, presos de su analfabetismo futbolístico, prefieren rechazarlo. Lo que no se entiende, provoca miedo, dicen.
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Proyecto de Ley de Inclusión Laboral de PcD: …como un dulce para un niño
La semana pasada, la Comisión Mixta del Congreso Nacional y encargada de sacar adelante este tema ya pospuesto por tantos años, aprobó por unanimidad el proyecto de ley que incentiva la inclusión laboral de personas con discapacidad y que modifica la Ley N° 20.422 y el Código del Trabajo, estableciendo una reserva legal de empleos para personas con discapacidad (PcD) de tan sólo el 1%.
De acuerdo al Segundo Estudio Nacional de la Discapacidad presentado el año 2016 por el Ministerio de Desarrollo Social (MDS) y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), sólo el 20% de las PcD en edad laboral logra insertarse en alguna empresa de nuestro país.
No obstante lo anterior, resulta impresentable que después de todos los Estudios, Encuestas, Debates y Discursos que hemos escuchado y donde se enfatiza que estamos en vías de ser “un Chile Inclusivo”, la verdad es que estamos muy alejados de esa realidad pues recuerdo que esta discusión comenzó hace varios años atrás sobre la base de discusiones eternas en el Congreso, hasta altas horas de la noche, hablando con autoridades, organizaciones de la sociedad civil, abogados, parlamentarios, profesionales del área de la salud de la importancia de sacar adelante este proyecto con un piso mínimo de un 5%….
La cuota actualmente aprobada del 1% demuestra que los integrantes de la Comisión Mixta, no tuvieron el más mínimo interés en conocer la verdadera realidad de las PcD y sus familias. Y con esto me refiero, – entre otras cosas -, a los dichos de la Presidenta de la Comisión hace unas semanas atrás, Sra. Adriana Muñoz, quien señaló que “las estadísticas demuestran que no hay tanta demanda de personas con capacidades diferentes para incorporarse al mercado laboral, e incluso el 1% puede ser una cifra que sea grande frente a la realidad en Chile…”.
Para quienes trabajamos hace años y de manera seria y responsable en inclusión, esta propuesta resulta vergonzosa, por decir lo menos, pues claramente nos demuestra que quienes tienen en sus manos la posibilidad de darle una mejor calidad de vida a otras personas – iguales en derechos y deberes -, no tengan o no quieran buscar la información necesaria y/o los asesores que corresponden para sacar adelante un tema tan importante como éste.
El proyecto, entre otras materias, busca crear un sistema de inclusión laboral que obliga a los organismos públicos civiles y militares y a las grandes empresas privadas – en ambos casos con 200 o más trabajadores- a reservar una cuota mínima de un 1% para personas con discapacidad o que reciban pensión de invalidez.
Además, consagra el Principio de No Discriminación en el Estatuto Administrativo, prohibiendo explícitamente todo acto de discriminación que se traduzca en exclusiones basadas en motivos de discapacidad. Asimismo, la iniciativa fortalece la igualdad de remuneración, partiendo la negociación desde el ingreso mínimo como a cualquier otro trabajador que postula a un cargo.
Tal como ya lo había mencionado en otras columnas, la Comisión de Discapacidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ya envió a Chile el Informe del examen que nuestro país fue a rendir el año pasado sobre el estado de avance en materia de discapacidad. Una de las recomendaciones que hizo en materia laboral es “acelerar la adopción de la legislación sobre inclusión laboral de las personas con discapacidad (PcD), y adoptar una estrategia amplia con indicaciones y plazos específicos en la materia, incluyendo a las mujeres y los jóvenes con discapacidad.” Y prosigue, “El Comité recomienda al Estado de Chile asegurar el logro de un empleo productivo y decente para todas las personas, incluyendo PcD en línea con el Principio de Remuneración Igual Trabajo por Trabajo de Igual Valor”.
Resulta un descrédito para el mundo de la discapacidad y los profesionales que trabajamos en este ámbito, que el Gobierno anuncie con bombos y platillos este “avance” como una si fuera una gran noticia, cuando aún sigue siendo sólo un “proyecto de ley”, que puede demorarse varios meses o años más, para promulgarlo como tal.
Sin duda, un proyecto entrampado, sin voluntad política ni conocimiento técnico, “en período de cajón” y que sólo refleja un total y absoluto desconocimiento por parte de las autoridades de la realidad de las 2.838.818 personas que actualmente viven con alguna discapacidad en nuestro país.
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Diversificación de exportaciones e inmigración
En una reciente columna de opinión, el ministro de Hacienda, recalcó la importancia de diversificar nuestras exportaciones para dejar de lado las anémicas tasa de crecimiento de los últimos años. Para diversificarse, los países recurren – entre otras cosas- a políticas migratorias modernas que atraen a trabajadores extranjeros capaces agregar nuevas capacidades productivas al país. Es de esperar, que el actual gobierno incorpore en el proyecto de ley que reforma el sistema migratorio incentivos para atraer extranjeros que ayuden a este propósito.
El valle de Franschhoek (pequeño pueblo ubicado en la costa sur-occidental de Sudáfrica), sirve como punto de partida para ilustrar la importancia de los inmigrantes en la creación de nuevas industrias. Franschhoek fue fundado a finales del 1600 por 176 refugiados protestantes franceses (hugonotes) expulsados de Francia por Luis XIV y hoy la zona es uno de los principales productores de vinos sudafricanos de exportación. La propia historia de Chile nos señala que los inmigrantes han jugado un rol clave en el desarrollo productivo del país. Primero, la contribución de alemanes y croatas a la modernización del sector agrícola y ganadero en la zona sur es innegable. Segundo, según el ranking Forbes, 6 de los 10 grupos económicos más importantes del país, corresponden a familias provenientes de Croacia, Alemania, Italia y Palestina. Tercero, según datos CASEN 2015, los inmigrantes son, en promedio, 63% más emprendedores que los chilenos (controlando por nivel de educación y experiencia laboral). En otras palabras, los inmigrantes en la actualidad no solamente vienen a emplearse a Chile, sino que son generadores de empleo.
Por otro lado, a la fecha no existe ningún estudio que señale que los inmigrantes deprimen los salarios de los trabajadores chilenos. Más aún, un estudio del economista Giovanni Peri de la Universidad UC Davis, en donde analiza 30 años de investigación sobre inmigración en países industrializados, concluye que los inmigrantes no afectan negativamente los salarios de los trabajadores locales, sino que, por el contrario, ayudan a mejorar la productividad de los países en el largo plazo.
¿Qué ha hecho Chile en materias de políticas públicas para promover una inmigración que fomente la diversificación productiva? Poco y nada. A la fecha, contamos con una ley de inmigraciones que data del año 1975 y un Código del Trabajo que establece un (arbitrario) máximo de 15% de trabajadores extranjeros por empresa. Esto, junto con la mirada escéptica y desconfiada de nuestros compatriotas hacia los inmigrantes, contribuyen a que el stock actual de inmigrantes en Chile no supere el 2% de la población, muy por debajo del 10% promedio de las economías avanzadas (OECD) y de países que nos gusta compararnos como Nueva Zelandia (23%), Canadá (22%) o Australia (28%).
¿Qué puede hacer Chile para atraer inmigrantes que -tal como lo hicieron los hugonotes en Sudáfrica- puedan ayudar al desarrollo de nuevos sectores?
Primero, la clase política tiene la gran responsabilidad de no utilizar el discurso anti-migración como botín de campaña, tal como lo hemos visto en algunas declaraciones de políticos de derecha en los últimos meses. Los chilenos no nos debemos sentir amenazados por la llegada de inmigrantes, sino que por el contrario debemos valorar su aporte a nuestra sociedad desde un punto de vista social, cultural y económico.
Segundo, la nueva ley de inmigración que está tramitando el actual gobierno debería incluir un sistema de atracción de trabajadores extranjeros calificados. Un sistema de puntos (como el implementado en Australia y Canadá), con una fuerte coordinación público-privada, apuntaría en la dirección correcta. Por ejemplo, el Estado podría habilitar un portal en donde potenciales interesados en venir a Chile puedan inscribirse, y donde un comité público-privado asigne un mayor puntaje a aquellos trabajadores con experiencia en actividades de alto valor agregado en que el país hoy no es competitivo, pero que comparten capacidades con industrias que si lo son. Luego, empresas de estos sectores podrían buscar candidatos prometedores dentro de este pool y ofrecer las correspondientes visas de trabajo.
La inmigración es un proceso natural de un mundo cada vez más globalizado. Es tiempo de que en Chile nos adaptemos a este fenómeno, poniendo al servicio del país todo el conocimiento productivo que traen consigo los trabajadores extranjeros.
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March 26, 2017
Algo muy humano
EN ESTA ocasión la Presidenta no pasó, sino que trató de salir al paso de las críticas por la adquisición de un terreno próximo al proyecto Dominga. No le salió muy bien, pues las explicaciones fueron tan confusas que no hizo más que generar suspicacias y más críticas.
Porque tratando de justificar que todo era normal y que las acusaciones eran un ataque injusto a su hija, terminó reconociendo que había hecho algo que estrictamente es irregular: que decidió comprar el terreno y que financió la operación, no obstante lo cual la hizo a nombre de su hija. En derecho eso se llama contrato simulado. ¿Por qué hizo semejante cosa?; ¿no era más fácil comprar a su nombre?
Para los que ven cosas ocultas, se escondió el verdadero titular porque al aprobarse el proyecto minero, que de hecho requiere de la venia del gobierno, el valor del terreno se incrementaría por una mayor demanda habitacional en la zona, generándose una ganancia indebida. Una teoría con muy poco sustento. Porque de ser así, no se entiende por qué el proyecto fue rechazado; que la crítica habría sido la misma al tratarse de la hija; y que dado el exiguo valor del terreno, cualquier porcentaje de ganancia habría sido unas cuantas monedas, una pasada bastante magra. Y, al cabo, que todos sabemos que la Presidenta no es así.
Mi teoría es otra, pues me compro eso que las buenas vibras y la mejor onda justificaban plenamente adquirir un terrenito barato en ese lugar. Pero no así cambiar el titular en la escritura. La explicación para esto es otra y muy humana: quería regalárselo a su hija (o hijas, como dijo varias veces, aunque los papeles mencionan solo a una), pero sin pagar impuestos.
Todos llegamos a una etapa en que pensamos en los que nos seguirán y queremos dejarles algo. Más aún, asegurarnos que continúen juntos y, entonces qué mejor que darles algo que garantice que hagan vida en común, cuando menos para las vacaciones. Ya lo dijo la Presidenta: quería darle algo a mis hijas.
Pero existe en aquello un “pero”: si se dona, o compra para sí y que después se herede, el Fisco querrá su parte: el odioso y socialista impuesto a las herencias y donaciones. Pues, ¿qué justifica que el Fisco cobre un tributo sobre cantidades que ya estuvieron sujetas al impuesto a la renta, por el hecho de transferirlas gratuitamente a terceros? Nada, ya que hay una doble tributación, salvo una razón práctica: generar ingresos a la caja fiscal. Pero hay más, para el socialista de alma es el medio de expropiar en el largo plazo los capitales. Por eso, aunque esté equilibrado el presupuesto público y el impuesto siempre haya rendido poco, un socialista se negará siempre y con vehemencia a derogarlo. Por eso es que se trata de un impuesto socialista, hay una cuestión ideológica involucrada en su aplicación, no una puramente macroeconómica.
Mi crítica a la Presidenta no es tanto que haya incumplido la ley -algo impropio de la primera magistratura-, sino que siendo socialista, haya cedido a la humana tentación de no pagar un impuesto socialista. Eso se llama incoherencia.
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Súper buena onda
Sebastián Piñera dijo, durante el lanzamiento de su campaña, que había que volver. Desandar camino, escapar del caos en el que estamos consumidos y reencontrarnos con algo llamado “principio de autoridad”, una antigua costumbre que separaba claramente las aguas entre quienes habían nacido para hacer preguntas y quienes debían sentirse obligados a responderlas. Los chilenos, parecía decir Piñera, nos habíamos rendido al encanto de buscarle la quinta pata al gato, azuzados por odiosidades enfermas, alimentadas, ni más ni menos, que por sus adversarios políticos. En lugar de conformarnos con la comodidad que brinda el mero hecho de acatar, nos estábamos crispando los nervios exigiendo explicaciones, sobre flujos de dineros que no nos conciernen. Así no se llega a ninguna parte. ¿Qué pasó con ese país en donde la amistad cívica estaba por sobre la obsesión enfermiza por la transparencia? ¿Por qué no volver a ese tiempo en el que los políticos bailaban en la Teletón para limar asperezas y representar su compromiso con la ciudadanía? Años entrañables, cuando nos conformábamos con tan poco. Si alguien le pinchaba el teléfono a un senador y luego se revelaba una conversación pública por televisión, no se trataba de espionaje, sino de un radioaficionado de uniforme que por coincidencia sintonizó la charla inapropiada. Luego la grabó y se la mandó justo a la persona de la que el senador hablaba. Cosas que pasan. ¿Para qué hacerse mala sangre? Esa amistad cívica en extinción es la que el ahora oficialmente candidato Sebastián Piñera busca recobrar. Lo hace con pasión, apuntando justamente a la Presidenta -quien jamás ha hecho declaraciones en su contra, ni contra su familia- como la responsable de una debacle histórica. La principal de todas las hecatombes para él parece ser la educacional. Una elección curiosa para un ex presidente cuyo primer ministro en la cartera de enseñanza propuso como política pública estrella la instalación de semáforos que indicarían el nivel de calidad de los establecimientos municipales. El mismo sistema que usan los estacionamientos para avisarles a los conductores la cantidad de espacio disponible.
Lo que buscaba una y otra vez Sebastián Piñera en su discurso del martes era fijar un pasado de bordes definidos por su mandato y dejarlo establecido como un período de ensueño al que era necesario retornar. Puso en escena una especie de ejercicio vintage, emparentado con el ya legendario Make America great again de Donald Trump. En este caso, el mascarón de proa era el crecimiento económico que alcanzó el país durante su período como presidente. El ex presidente y ahora candidato describió un paisaje a la carta, seleccionando los elementos que le servían y olvidándose del relato total de los hechos que incluyen una larga lista de fracasos y un nutrido grupo de colaboradores indagados por la justicia. El clímax de esa memoria editada descansó en la metáfora predilecta de los economistas: la competencia deportiva. Todo consiste en llegar antes, ser primeros, liderar, dejar atrás al resto de Latinoamérica y lograr los aplausos del mundo allá afuera. La satisfacción descansa entonces en disfrutar un triunfo solitario. Los podios no están hechos para todos, tampoco son espacios de bienestar común, sino poco más que áreas perimetrales de goce individual o para compartir entre algunos afortunados. En ese esquema tiene lógica que en lugar de hablar de educación pública, el candidato escoja hablar de liceos emblemáticos y de excelencia. La retroexcavadora -una imagen que el senador PPD Jaime Quintana le regaló a la derecha- es el cuco del que hay que escapar por la puerta trasera, un camino directo al gobierno de excelencia que -según se desprende de las palabras de Piñera- no supimos valorar en su momento.
El problema con la estrategia vintage del discurso de Piñera es que los límites de ese pasado, en donde supuestamente se caminaba rumbo al éxito, lejos de estar bien demarcado, se confunde con otras rutas. Así lo entendió el público asistente cuando coreó con energía el apellido Pinochet después de gritar ¡Viva Chile! Los malos entendidos crecen cuando a la frase Buena Onda -el eslogan del lanzamiento- se le superponen los agradecimientos especiales que Piñera dio en su discurso a dos presidentas de partidos -Alejandra Bravo y Jacqueline van Rysselberghe-, cuyas intervenciones públicas han estado marcadas por declaraciones sarcásticas, ofensivas y dañinas no sólo contra sus adversarios políticos, sino también contra grupos de ciudadanos que parecen molestarlas con su sola existencia. Ni qué hablar de la sombra de los correos electrónicos de SQM y las pesqueras que se ciernen sobre ambas.
En su nueva campaña, el ex presidente promete un futuro que consiste en dar marcha atrás hacia un pasado que nos espera con más deberes que derechos. Retornar a un momento y un espacio de ensueño, los años del orden y la eficiencia, cuando la realidad era definida por el entusiasmo de las autoridades en el poder y no por el descontento cotidiano de los gobernados.
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