Hugo García Michel's Blog, page 243

October 23, 2014

Frank Zappa / The Man from Utopia (1983)

Un disco menospreciado por la crítica y sin embargo, otra obra genial del gran Zappa. Ironía salvaje, música contundente, experimentaciones con formas libres de instrumentación, piezas narradas, imaginación desbordada. Un coctel de típicas maravillas zappianas en un álbum que urge revalorar.

Mejor tema: “The Dangerous Kitchen”

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Published on October 23, 2014 23:56

October 20, 2014

Un "Ojo de mosca" de 2002

El final (¿apoteósico?) de la más reciente entrega de premios MTV al pop y al rock “latinos” fue una imagen perfecta de la actual situación de eso que muchos insisten en llamar música juvenil. La conjunción (¿fue fusión?, ¿fue crossover?) entre Kinky y Paulina Rubio resumió más que mil cuartillas escritas lo que es el rockcito que se hace en México y otros países de habla hispana: un híbrido promiscuo e insustancial.
  MTV se ha salido finalmente con la suya: convertir a una música que se supondría rebelde e inconforme en un medio de enajenación y estupidización absolutas. Ver a eminencias roqueras (es un decir) como Alejandro Lora y Café Tacuba compartir escenario, felices de la vida, con Shakira, Avril Lavigne o Nick Carter, ya ni siquiera da grima o vergüenza ajena, sencillamente permite constatar que cierto rock huele demasiado mal. Ver a un público joven que grita como oligofrénico a la menor provocación y se desvive por salir a cuadro cada vez que la cámara de televisión hace un rápido paneo, es algo que provoca cuando menos azoro. ¿Por qué aúllan a cada momento? ¿Por qué agitan los brazos cual descerebrados? ¿Por qué obedecen las órdenes de los floor managers o los animadores que les dicen cuándo aplaudir, cuándo silbar, cuándo berrear?
  No nos engañemos: buena parte de la juventud mundial está perfectamente adocenada y responde a estímulos visuales y sonoros que no pasan por el razonamiento. Y esto se aplica no sólo a los pobres jovenzuelos trepanados por MTV y otros medios electrónicos, sino también a aquellos que han sido adoctrinados ideológicamente para convertirse en idiotas útiles a las más diversas causas políticas o religiosas. En el fondo, hay muy poca diferencia entre un teleadicto que atiborra su cabeza de videos y un fanático capaz de matar inocentes o autoinmolarse en nombre de una doctrina de izquierda o de derecha. Ambos carecen de opinión propia, de capacidad de discernimiento, de independencia crítica. Forman parte de una masa. Y si de algo hay que desconfiar siempre es precisamente de la masa.

(Publicado originalmente en el editorial "Ojo de mosca" de La Mosca en la Pared No. 64, de diciembre de 2002)
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Published on October 20, 2014 14:00

October 19, 2014

Besos robados

Siempre digo que mi película favorita de François Truffaut es El hombre que amó a las mujeres (L'homme quie aimait les femmes, 1977); sin embargo, como conjunto, lo que más me embelesa del realizador es la saga de Antoine Doinel, compuesta por cinco cintas que el francés fue haciendo a lo largo de su espléndida carrera cinematográfica: Los 400 golpes (1959), Antoine y Colette (1962), Besos robados (1968), Domicilio conyugal (1970) y El amor en fuga (1979).
  Besos robados (Baisers volés) es una maravilla, una obra cuya manufactura hasta podría parecer amateur (por supuesto que no lo es), una comedia ligera pero llena de guiños y referencias que la hacen mucho más profunda de lo que parece a simple vista. Llena de sensibilidad y frescura, de una sutil y muy particular ironía, la película refiere las aventuras amorosas y laborales de un Doinel a sus veintidós o veintitrés años, quien salta de trabajo en trabajo -empieza como empleado de mostrador de un pequeño hotel parisino, lo corren y se convierte en improvisado y cómico detective privado y termina trabajando en una zapatería para mujeres- y de mujer en mujer -de algunas bellas y despreocupadas prostitutas a su ex novia Christine y a la esposa guapa del dueño de la zapatería, quien le propone ser amantes por un solo día, trato que Antoine acepta con singular pachorra.
  Con agudos apuntes sociales y culturales, el filme transcurre plácido y simpático, con hilarantes e inesperados momentos cuasi surrealistas, como los dos niños que salen de la zapatería con sus máscaras del Gordo y el Flaco, la petición del zapatero al jefe de la agencia de detectives para que investigue por qué sus empleadas lo aborrecen y nunca le sonríen (¿quién contrataría a un investigador privado para semejante cosa?) o la escena final, sencillamente delirante, en la que un personaje que aparece a lo largo de la historia por fin revela sus inesperadas intenciones.
  Con el siempre magnífico y grato Jean-Pierre Léaud como Antoine Doinel y la bella Claude Jade como Christine, Besos robados es una cinta entrañable y optimista, leve y despreocupada como quizá ninguna otra de las veinticuatro que filmó el esplendente Truffaut.
  Una preciosidad.
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Published on October 19, 2014 19:44

October 18, 2014

Tiempo de canallas

Desnaturalizado sería aquel que no se sintiera indignado, escandalizado, atónito ante los crímenes de la terrible noche de Iguala. Desalmado sería aquel que no deseara que los 43 normalistas desaparecidos regresaran sanos y salvos y que los responsables intelectuales y materiales de los asesinatos de aquel día sean juzgados y castigados.
  Pero desnaturalizado y desalmado, penosamente oportunista, es todo aquel que quiere sacar raja de la tragedia que envuelve a la ciudad de Iguala, al estado de Guerrero y a México entero. Lamentablemente, esos canallas que medran con la desgracia y que entre más mal estén las cosas mejor resulta para sus intereses políticos, ya empiezan a refocilarse y a sacar los colmillos.
  Frente a lo que ha venido ocurriendo desde la noche de Iguala, una pregunta que hay que hacerse, una más junto a todas las que nos hemos hecho ya, es la de a quién le conviene y a quién no este problema. Me parece claro que a quien menos le conviene es al gobierno federal. La imagen que quiere dar, los pasos que desea emprender, los planes que piensa instrumentar se pueden ir a la coladera si el conflicto, lejos de resolverse, se complica y empieza a contaminar a otras zonas del país.
  En cambio, a los interesados en que al gobierno le vaya mal, esta crisis les cae como anillo al dedo y mientras proclaman hipócritamente su dolor ante el infortunio y exigen con estridencia que todo se resuelva, al mismo tiempo complican más la situación con acciones ilegales y violentas que, lejos de ayudar a componerla, la vuelven más difícil. Lanzan el anzuelo para que pique el pez de la represión y haya más víctimas, en un remolino que todo lo arrase y todo lo destruya.
  La carroña llama a los zopilotes, la sangre despierta a los tiburones. Lejos de buscar que las aguas se calmen, la apuesta es por agitarlas, aprovechando el pasmo que aún parece invadir a las autoridades y la buena fe de mucha gente escandalizada por la calamidad.
  Lo que menos les importa es que retornen las personas desaparecidas. Para ellos, mejor aun si no.
  Es tiempo de canallas.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).
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Published on October 18, 2014 18:26

October 17, 2014

The The / Dusk (1993)

Uno de los más ignorados grandes discos de los noventa. Dusk es una obra tan densa como catártica, tan íntima como provocativa. La combinación Matt Johnson-Johnny Marr resulta tremendamente efectiva y brinda una serie de temas maravillosamente desagarrados y conmovedores. Un trabajo excelso.

Mejor tema: “Bluer Than Midnight”

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Published on October 17, 2014 20:00

October 16, 2014

Así es como regresa el amor

Escribí esta canción el pasado día 5 de octubre. Habla sobre las posibilidades que existen de que un viejo amor renazca de sus cenizas. La grabé en GarageBand en una versión y mi buen cuate Israel Pompa-Alcalá me hizo algunas observaciones, por lo que grabé esta segunda versión, más lenta y con la voz más grave. Es, por supuesto, tan sólo un demo.



Así es como regresa el amor

De repente, al despertar, luego de una ensoñación,
me doy cuenta de algo que estaba justo frente a mí.
¿Cómo es que antes no lo vi?
¿Cómo no lo vislumbré?
Cuando era algo que tenía ante mi nariz.

Hace tanto que pasó la fuerza del vendaval.
Tormentas que hundieron las naves que yo construí.
En el alto cielo azul, el sol ha vuelto a brillar
y una hermosa nave boga en altamar.

Así es como regresa el amor.
Así es como regresa el amor.

Tal parece que aquella no era la hora indicada.
Que aún no estábamos listos para abarcarla.
Hoy hay más sabiduría, hoy la vela está encendida
y no veo que alguien la quiera apagada.

Así es como regresa el amor.
Así es como regresa el amor.

No quiero precipitarme y causar tu confusión.
No quiero caer en fallas de interpretación.
Pero si lo vemos bien, existen varias señales.
Hay tantas cosas en común y tanto que nos atañe.

Así es como regresa el amor.
Así es como regresa el amor.

Octubre 5 de 2014
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Published on October 16, 2014 21:30

October 15, 2014

Elogio de la sensatez

Vivimos tiempos de la más absoluta insensatez. Tiempos de mezquindad, de odio y de revanchismo. Tiempos maniqueos, de bandos contrarios, de sectores enemistados. Tiempos de desconfianzas mutuas, de resquemores hacia los otros. Vivimos, desde hace ocho años sobre todo, en un país en donde reinan la bajeza, el fanatismo, la descalificación. Tiempos de miserable insensatez.
  No es un secreto que todo parte de los resultados de las elecciones presidenciales de 2006, en las que Felipe Calderón venció a Andrés Manuel López Obrador en el último momento, por unos cuantos votos, cuando muchos pensaban –y sobre todo el  propio López Obrador– que la victoria sería para el candidato de eso que seguimos llamando la izquierda.
  Incapaz de reconocer la derrota, incapaz de la menor madurez democrática, el tabasqueño se ha dedicado desde entonces a sembrar la división, el rencor, el recelo, la mentira.
  Nada es en nuestro país como lo era antes de ese año axial. La división entre obradoristas y antiobradoristas es clara y la hemos visto cada día, desde hace poco menos de una década; división que se ha hecho más profunda luego de las siguientes elecciones, las de 2012, en las que Andrés Manuel volvió a perder y esta vez con un margen mucho mayor. Sin embargo, de nueva cuenta se negó a reconocer su debacle y culpó a todos de ella, a todos menos a sí mismo.
  En México hay un vacío de sensatez. La ideología radicalizada, de un lado o del otro, hace que el pensamiento sensato brille por su ausencia. Todo se juzga desde conceptos preconcebidos, desde recetas establecidas de antemano, desde prejuicios de una abrumante cortedad de miras. Sobre todo del lado izquierdo del pensamiento político, si es que podemos seguir llamando de izquierda a esa mezcolanza promiscua en la que entran ex priistas frustrados, sindicalistas corrompidos, grupúsculos extremistas, radicales trasnochados, violentos robotizados, lumpenproletarios manipulados y, como cereza en tan indigesto pastel, una prensa resentida que da voz y eco a todo esa sustancia purulenta. De la antigua filosofía marxista ya nada existe. Del viejo ideario comunista, menos. No hay ideas, todo es pragmatismo y, peor todavía, pragmatismo visceral.
  Por eso urge recuperar la sensatez a la hora de pensar, de reflexionar, de analizar, de escribir. No obstante, reencontrar el punto medio es mal visto por la corrección política, ese amasijo inquisitorial que desde una autoasumida pureza todo lo juzga y todo lo condena a partir de parámetros anticipados, previsibles. No hay sensatez en este nuevo Santo Oficio. Los neoinquisidores ya tienen todo prefijado y programado. Ya saben cómo deben responder ante cualquier situación; ya decretaron –o más bien su pastor lo hizo por ellos– quiénes son los buenos y quiénes son los malos, sin matices, sin grises, todo en un sacrosanto blanco y negro que no permite el menor asomo de duda.
  De ahí mi elogio a la más que necesaria sensatez. Urge que retorne el pensamiento sensato, ese que busca la verdad, ese que trata de ver las cosas como son y no como el prejuicio quiere que sean. Resulta apremiante no dejarse llevar por la ideología convertida en dogma religioso, no dejarse arrastrar por lo que grita la masa, esa masa manipulada por líderes que siempre buscarán jalar agua a su molino, sin importarles el daño que puedan causar con tal de salirse con la suya.
  Buscar la sensatez, dar con ella, reivindicarla, aplicarla. Es cosa urgente, aunque se vea aún tan insensatamente lejana.
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Published on October 15, 2014 18:18

October 14, 2014

Loor al Capitán Pijama

Hoy hace justo ocho días, falleció uno de los músicos mexicanos más interesantes, extravagantes, propositivos, inteligentes, anticonvencionales, irónicos y divertidos. También uno de los más subterráneos y, por tanto, de los más desconocidos. O para ser justos: conocido por muy pocos.
  Se llamaba Jesús Bojalil y se hacía llamar Capitán Pijama. Lo que hacía tenía que ver con la electrónica y el rock progresivo (era un apasionado de los sintetizadores) y fue integrante de grupos setenteros y ochenteros como Pijamas A Go-Go y El Escuadrón del Ritmo. Luego abjuró de los proyectos colectivos y se convirtió en solista, labor en la cual tocó no muchas veces en concierto pero grabó muchos discos con títulos tan estrambóticos como En el purgatorio no sirven ravioles, Música para cazar mariposas o En busca del átomo relleno de chocolate.
  Jamás fue invitado a presentarse en el Vive Latino y tampoco solía hacer muchas amistades entre los demás músicos. Era un crítico acérrimo del mainstream mexicano y un tipo con una imaginación desbordada.
  Lo conocí a fines de los noventa, cuando se integró como colaborador a La Mosca en la Pared que yo dirigía e hicimos una amistad que se prolongó hasta el día de su muerte, aunque últimamente más por medio de facebook que de contactos personales.
  Sus secciones en la revista eran un total delirio, con sus fantasías sobre agrupaciones que mezclaban los géneros más disparatados y que él inventaba de una manera tan enloquecida que causaba la risa franca de los lectores.
  Su partida nos tomó desprevenidos, aunque se sabía que estaba enfermo y que tomaba medicamentos fuertes para sobrellevar sus padecimientos. A sus sesenta y tantos años, vivía casi como ermitaño, acompañado de su perrito y sus sintetizadores, mas solventaba su soledad con las muchas amistades que procuraba en las redes sociales.
  Su obra merece ser rescatada y revalorada, pero qué lástima que eso suceda –si es que sucede- cuando él ya no está entre nosotros.
  Un héroe del rock nacional, un verdadero personaje del underground defeño. No permitamos que su música descanse en paz.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Dario)
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Published on October 14, 2014 21:45

October 13, 2014

Para atrapar al ladrón

Quizá se trate de una cinta menor dentro de la filmografía de Alfred Hitchcock (de hecho, parece haber consenso al respecto entre críticos, reseñistas e historiadores del cine), mas a pesar de ello To Catch a Thief (1955) es una película muy divertida y muy bien construida.
  Filmada a todo color en la Riviera Francesa, cuyos paisajes el realizador se encarga de lucir a plenitud, y con las actuaciones estelares del siempre simpático Cary Grant y de una bellísima y plena de gracia Grace Kelly, Para atrapar al ladrón (como fue conocida en México) es una obra leve, elegante, sofisticada y con ese suave y fino toque de erotismo que tanto le gustaba a Hitchcock. Por supuesto, incluye la súbita aparición momentánea de don Alfred (sentado en un autobús con su cara hierática y severa que mueve a la carcajada) y una serie de situaciones que la hacen un platillo tan ligero como suculento.
  La historia de John Robie, "The Cat", un ladrón rico y retirado al que interpreta el propio Grant y al que quieren inmiscuir en una serie de robos cometidos con su viejo estilo, lo cual lo hace intervenir para anticiparse al ratero y atraparlo, a fin de seguir viviendo en paz, se complica en cuanto conoce a Frances Stevens, una joven y hermosa millonaria norteamericana de la que, como en toda comedia romántica que se respete, terminará rotundamente enamorado, a pesar de malos entendidos y discusiones entre ellos (la escena del sorpresivo beso a la entrada de la habitación de hotel de la muchacha es de antología). Estamos ante un típico filme hollywoodense y como tal debemos verlo, para así dejarnos seducir por el estilo hitchcockiano que, a pesar del poco suspense (aunque juega muy bien con el misterio de la identidad del ladrón que se hace pasar por "The Cat" y resulta inesperado el saber de quién se trata), brilla con luz propia y jamás trata de darnos lecciones de moral, a pesar de que su héroe es un delincuente admirablemente cínico.
  Una película muy recomendable y que se deja ver con mucho agrado.
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Published on October 13, 2014 19:08

October 11, 2014

El mito de la pijamada americana

Independiente e hiperrealista, The Myth of the American Sleepover de David Robert Mitchell (2010) es un filme que muestra un retrato de la aburrida realidad de un grupo de jóvenes de los suburbios de Detroit, a lo largo de la última noche de verano antes de ingresar a sus nuevas escuelas o a la universidad, noche en la que se revientan, deambulan, conversan, se seducen, sueñan, sufren. Mitchell trata la historia con una mirada neutra y casi documental, lo cual la hace ciertamente muy interesante y aunque tiene influencias de la enorme American Graffiti de George Lucas (1973), el tono es mucho menos humorístico y desatado y mucho más, digamos, naturalista.
  Sin actores conocidos, la película narra varias historias que se entrecruzan de manera constante y entre las que destacan la de las dos chavitas "feas" (o poco agraciadas, aun cuando una de ellas no lo es tanto) que buscan aventura en el faje y el alcohol, la del chavo tímido que se obsesiona con una niña rubia hasta que logra dar con ella y tener la oportunidad de besarla, cosa que de pronto se niega a hacer, o la del dieciochoañero que se reencuentra con unas preciosas hermanas gemelas a quienes conociera años atrás y que  lo ponen en un predicamento sexual.
  No es precisamente una comedia, no en el sentido hollywoodense del término, como lo podrían ser la muy buena Dazed and Confused de Richard Linklater (1976) o la saga boba y escatológica (aunque en momentos divertida) de American Pie.
  Este Mito de la pijamada va más allá y en su lento andar, retrata el vacío y el tedio de los teenagers suburbamos de la clase media estadounidense. Vale la pena.
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Published on October 11, 2014 23:36

Hugo García Michel's Blog

Hugo García Michel
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