Hugo García Michel's Blog, page 239

December 3, 2014

La izquierda y Calderón

... pero Calderón, el monero de Reforma.[image error]
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Published on December 03, 2014 21:00

December 2, 2014

Pascuala Ilabaca

Para Mixtlantziwatl
Parece chiste, pero juro que fue cierto. Cuando una querida amiga me recomendó a esta intérprete chilena y yo escuché su nombre, me pareció que me estaba tomando el pelo: “¿Pascuala y la vaca? ¿Así se llama?”. Imaginé que hacía canciones humorísticas o que era de plano cantante de ese folclor sudamericano que tan de moda estuvo en los años setenta del siglo pasado y que hoy han retomado las buenas y políticamente correctas conciencias.
  Mi amiga me deletreó entonces el nombre correcto: Pascuala Ilabaca. La busqué, la escuché y aunque no estuve tan errado en la cuestión folclórica, hay que decir que esta joven andina incluye en su repertorio varias piezas de ese tipo (en especial temas de Violeta Parra), pero les da la vuelta y las fusiona, de manera muy creativa, con rock, world music y otros géneros.
  Me saco el sombrero (2014) es el más reciente disco de Ilabaca, dueña de una voz muy bella y melódica (por fortuna más en el estilo de la catalana Silvia Pérez Cruz que, digamos, de Carla Morrison o Natalia Lafourcade). Su estilo, aunque como dije emparentado con el folclor de Chile, recuerda de pronto a la primera Julieta Venegas, aquella de composiciones como “Esta vez” o “De mis pasos”. Incluso, como Julieta, Pascuala también toca el piano y el acordeón. Sin embargo, confiesa que sus mayores influencias son Janis Joplin y Violeta Parra (de hecho, su disco debut de 2008 está conformado enteramente por canciones de la legendaria cantautora chilena).
  Nacida en Valparaíso en 1985, Ilabaca forma parte también del grupo de música étnica Samadi. Como solista, se hace acompañar por la banda La Fauna y ha grabado cinco álbumes, contado este Me saco el sombrero, conformado por nueve temas, entre los que destacan versiones muy novedosas e interesantes de “El arado” y “La luna siempre es muy linda”, ambas de Víctor Jara, y “Los estudiantes”, de Violeta Parra, así como poemas de Gabriela Mistral musicalizados por la propia cantora.
  Lo suyo podría definirse como neofolk sudamericano. Una propuesta musical, la de Pascuala Ilabaca, a la que vale la pena asomarse.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)[image error]
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Published on December 02, 2014 16:11

December 1, 2014

Jack Bruce en el cuarto blanco

Las leyendas vivientes se convierten en mito cuando dejan de estar físicamente entre nosotros. Hay mitos que no alcanzaron a ser leyendas vivas, debido a que murieron jóvenes (como los miembros del célebre club de los 27) y su trascendencia se hizo mayor una vez que partieron del mundo. Sin embargo, aquellos que logran sobrevivir al fuerte trajín existencial del sexo, las drogas y el rock ‘n roll y que rebasados los sesenta, los setenta y hasta los ochenta años siguen con el corazón latiente y hasta en plena actividad; aquellos que en vida logran gozar del estatus de leyendas, siempre serán doblemente afortunados.
  Jack Bruce era una de estas leyendas. Lo fue hasta el pasado 25 de octubre, cuando un padecimiento en el hígado lo envió a la tumba a los setenta y un años de edad. Su enorme fama la debía básicamente a un breve periodo de su biografía, el que va de 1966 a 1969. Tres años apenas que lo llevaron a las máximas alturas, al firmamento del rock, por ser uno de los tres integrantes del primer supergrupo de la historia: Cream.
  Como es sabido, se conoce como supergrupo a aquel que reúne sólo a músicos consagrados y cuando Cream se formó, en 1966, sus tres miembros venían antecedidos de un envidiable palmarés musical. Eric Clapton, su líder, segunda voz y guitarrista, a sus entonces veintiún años, ya había pasado por los Yardbirds y por los Bluesbreakers de John Mayall. Ginger Baker, su baterista, a los veintisiete había estado, entre otras, en las bandas de Alexis Korner y Graham Bond, dos de los patriarcas, junto con Mayall, de lo que sería la explosión del rock británico. Por su parte, Jack Bruce, el bajista y primera voz, entonces de veintitrés años, había participado en los proyectos de esos tres patriarcas.
  Con Clapton, Baker y Bruce en plenitud de forma y gracias a éxitos como “Sunshine of Your Love” o “White Room”, el a la vez fino y estruendoso Cream se catapultó a la fama, el dinero y los excesos de manera vertiginosa; por eso, su existencia llena de diferencias y conflictos internos duró tan poco. El trío sólo grabó cuatro álbumes en estudio (Fresh Cream, 1966: Disraeli Gears, 1967; Wheels of Fire, 1968; Goodbye, 1969) y dos más en concierto. Su postrera e histórica presentación en público fue en el Royal Albert Hall de Londres, el 26 de noviembre de 1968, unos meses antes de que apareciera su último disco. Los tres músicos casi no se dirigían la palabra y en esa ocasión arribaron cada uno por separado. Ya no eran amigos.
  Después de “La Crema” (cómo le decían en México los locutores de la radio roquera), Jack Bruce anduvo artísticamente de aquí para allá. Grabó un álbum como solista (el estupendo Songs for a Taylor de 1969), al que seguirían muchos más que no lograron demasiada trascendencia. También se unió a diversas agrupaciones –algunas de ellas bastante efímeras– y no sería sino hasta 1993 que volvería a juntarse con sus antiguos coequiperos, para asistir a la ceremonia en la que Cream fue introducido en el Salón de la Fama del Rock. Ahí platicó con Ginger Baker y decidieron hacer algo juntos. El resultado fue el trío BBM, al lado del guitarrista Gary Moore. No obstante, poco sucedió con ese experimento hoy prácticamente olvidado. Doce años más tarde, en 2005, Cream se reuniría inesperadamente para realizar cuatro conciertos en Londres y tres en Nueva York. Jamás volverían a tocar juntos.
    En 2003, a Bruce le diagnosticaron cáncer en el hígado y se sometió a un exitoso trasplante. Continuó su carrera como solista y en marzo de este año sacó un nuevo álbum, el magnífico Silver Rails (Esoteric Antenna, 2014). Ya sin aquella potente y afinada voz que lo hiciera famoso, el músico mostró sin embargo que al entrar en su octava década de vida aún poseía el suficiente vigor para ejecutar un rock potente, seco, poderoso, pero con un amplio sentido armónico y melódico. Algunas piezas, como “Rusty Lady”, muestran que la influencia de Cream seguía en sus poros y en su mente, pero en otras lo que se escucha es una música muy fina y diferente (por ejemplo, en “Industrial Child”), a lo que ayudó la participación de músicos de primer orden, como los casi igualmente legendarios guitarristas Phil Manzanera y Robin Trower y el tecladista de jazz John Medeski.
  Silver Trails fue, involuntariamente, el testamento musical de Jack Bruce. Descanse en paz en su cuarto blanco.

(Publicado este mes de diciembre en el No, 444 de la revista Nexos)[image error]
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Published on December 01, 2014 20:38

November 30, 2014

When Harry Met Sally

Nunca había visto este clásico de las comedias románticas dirigida por Rob Reiner en 1989 y la verdad es que me había perdido de una cinta muy divertida, fina y confortante. Conocía la famosa escena del orgasmo fingido por Sally en el restaurante, pero desconocía la trama, armada a base de encuentros de los dos personajes (interpretados esplendorosamente por Billy Cristal y Meg Ryan, preciosa ella y en su mejor momento) y esos diálogos de antología, casi woodyallenescos en su sarcasmo.
  Una joyita del cine de comedia.[image error]
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Published on November 30, 2014 14:29

November 29, 2014

Carta al ingeniero

Al escribirle esta carta, parto del respeto y la admiración que siempre le he guardado. No sé si su decisión de abandonar al partido que usted mismo fundó sea la más acertada, aún no lo tengo claro, pero estoy cierto de que fue una decisión difícil y largamente meditada.
  Me da mucha tristeza ver el trato que a últimas fechas se le ha dado, sobre todo por parte de quienes antes lo seguían, lo buscaban, lo defendían y hasta lo glorificaban. Qué pronto olvidan. Decían que era usted su líder moral y de pronto lo tratan de la peor y más vil manera, como el día, más o menos reciente, en que asistió a una marcha en apoyo a Ayotzinapa y un grupo de vándalos (y estos no eran anarcos) no sólo lo llenó de improperios (le gritaban “asesino”, ¡por todos los cielos!), sino que estuvo a punto de agredirlo físicamente. Bien sabemos a quién responden esos sujetos y a qué intereses políticos sirven.
  Ahora que dejó usted al PRD, leo en redes sociales la vulgar manera como lo juzgan tantos puros e inmaculados hijos de la corrección política; cómo se refieren a usted, sin entender (como si les importara entender) que muchos de los logros y libertades de las que hoy gozamos (entre ellas la de expresión y la de manifestación) no habrían sido posibles de no ser por su lucha en pro de la democracia y sin el antecedente de personalidades como usted o como otro ingeniero y político ejemplar, Heberto Castillo, además de muchos más.
  A veces no estoy de acuerdo con sus propuestas y opiniones, pero reconozco en su persona a un líder honesto que tuvo no sé si el mal tino de elegir como su sucesor a quien desde un principio se encargó de minar su liderazgo y su prestigio, en aras de ser él quien se quedara con el partido que usted había construido al lado de tanta gente. A partir de ahí, el PRD empezó a pudrirse y ahora vemos los tristes y lamentables resultados.
  Hoy, la autodenominada izquierda está más dividida que nunca y el destructor se dispone a recoger los pedazos. ¿Sabe? Viéndolo bien, creo que hizo lo correcto al alejarse.
  Un abrazo y todo mi respeto, ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).[image error]
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Published on November 29, 2014 18:30

November 28, 2014

The Residents / The King & Eye (1981)

No es ciertamente del mejor disco de este estrambótico e indescriptible grupo. No obstante, se trata del más bizarro antihomenaje a Elvis Presley del que se tenga memoria. Una obra muy pero muy poco convencional y muy pero muy poco apta para fanáticos de “El rey”.

Mejor tema: “Blue Suede Shoes

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Published on November 28, 2014 16:54

November 27, 2014

You're Dead! (el nuevo disco de Flying Lotus)

Cuando el rhythm n’ blues, el jazz, la electrónica, el hip-hop y la música de vanguardia se funden, dan como resultado un sonido como el de Flying Lotus. Música elaborada, complicada, de difícil acceso, pero a la que una vez que se penetra resulta imposible (e indeseable) escapar.
  Steven Ellison es el miembro único de este proyecto personal que, sin embargo, abarca a un buen número de músicos invitados que dan cuerpo y sustancia al espíritu creador del cerebro y corazón de este Lotus volador.
  Con cuatro discos anteriores en su haber (los extraordinarios 1983, de 2006; Los Angeles, de 2008; Cosmogramma, de 2010; Until the Quiet Comes, de 2012), llega ahora este You’re Dead!, otro larga duración tan impresionante como impredecible. Ellison (sobrino nieto de Alice Coltrane, la esposa del genio John Coltrane y gran pianista de jazz ella misma) ha logrado una evolución artística notable que se refleja en la brillante complejidad de su nuevo opus.
  Diecinueve son los cortes, en su mayoría de menos de dos minutos, que componen a You’re Dead!, grabación que inicialmente estaba planeada como un álbum doble y que, sin embargo, fue siendo pulida poco a poco  hasta dejar todo en escasos treinta y ocho minutos de duración.
  Respecto al título, en un principio Ellison lo escogió como una especie de homenaje humorístico a ciertos comics, pero la idea fue cambiando al mezclarse en su ánimo las muertes de varias personas muy cercanas a él: su madre, su padre, una de sus abuelas y sus dos tíos abuelos, es decir, Alice y John Coltrane. Por ello el disco terminó como un homenaje póstumo a sus parientes, aunque conservó su nombre original.
  Steven Ellison volvió a reunir a sus músicos de confianza, mismos que han estado a su lado en trabajos anteriores, especialmente Cosmogramma y Until the Quiet Comes. El bajista y cantante Thundercat, el baterista Deantoni Parks y el saxofonista Kamasi Washington constituyen la base instrumental a partir de la cual se armó la estructura principal de los temas.
  A ellos se sumó una buena cantidad de gente invitada, entre ella intérpretes tan famosos como Herbie Hancock, Snoop Dog, Kendrick Lamar y la integrante de Dirty Projectors Angel Deradoorian.
  You’re Dead! tiene una continuidad entre tema y tema que casi lo hace una obra sinfónica, lo cual se nota desde el corte abridor, de ecos progresivos que remiten lo mismo a Emerson, Lake & Palmer que a las obras más free jazz de John Coltrane.
  Hay en el disco extraordinarias partes de guitarra, pasajes de salvaje disonancia, momentos de calma elegiaca, atmósferas siniestras que de pronto se convierten en paisajes celestiales, coros y voces espaciales (muy en el estilo de Janelle Monáe), teclados ominosos, detalles chuscos, rapeos intensos, melodías de enorme belleza, todo en una combinación sin baches o recaídas, con una intensidad que se mantiene a lo largo de todo el álbum. Es un alucinante viaje sin escalas que nos lleva lo mismo a las puertas del paraíso que a los rincones más oscuros y ardientes del infierno.
  Una obra magnífica.

(Publicado en la sección de discos del sitio de la revista Marvin)[image error]
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Published on November 27, 2014 20:00

November 26, 2014

La Mosca y yo: Juan Alberto Vázquez

Si hace dos lustros más bien mugrosos no hubiese nacido La Mosca en la pared, otro escenario editorial nos cantara. Por fortuna, algún insensato tuvo el tino de juntar a Hugo García Michel y Fernando Rivera Calderón, infernal mancuerna que -hacinada con otros miembros del equipo en un cuartucho frente a los Viveros de Coyoacán, donde trota Jorge Serrano Limón- le halló un rumbo, no tan solemne y lambiscón, a la crítica musical. Por ellos, por los fans de Saúl Hernández (parte esencial del proyecto), por Carlos Monsiváis (de quien aún se espera su primera colaboración) y por todos los insectos que colaboran en éste monárquico vuelo, alzo mi copa y digo “japy berdey, Big Mama Flay.

Juan Alberto Vázquez
*Publicado originalmente en La Mosca No. 82, febrero de 2004, número del décimo aniversario moscoso.[image error]
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Published on November 26, 2014 21:00

November 25, 2014

¿Un Pink Floyd innecesario?

Escuchar The Endless River (Rhino, 2014), el nuevo disco de Pink Floyd, me provoca reflexiones y sentimientos encontrados. No puedo decir que no me guste, que me parezca malo o que David Gilmour y Nick Mason no tengan derecho a sacar un álbum bajo el nombre del mítico grupo inglés y sin embargo…
  The Endless River es, según se dice, la obra final de Pink Floyd. No obstante, Roger Waters podría mañana amanecer con ganas de sacar su propio disco pinkfloydiano postrero y nadie tendría por qué reclamárselo. A lo que voy es a que me cuesta trabajo decir que este es, estrictamente, un disco de Pink Floyd. Lo veo más como un plato de Gilmour, con la ayuda de Mason y de varios amigos que poco o nada tienen que ver con el cuarteto que produjo maravillas como Ummagumma, Atom Heart Mother, The Dark Side of the Moon, Wish You Were Here o Animals.
  Cierto que hay ecos de todos esos discos en el nuevo opus, pero yo lo veo más como una continuación de los álbumes sin Waters, en especial, The Division Bell. Aparte, está el hecho de que se trate de una colección de veintiún piezas instrumentales de gran brevedad y con un solo tema cantado (“Louder Than Words”), además de la presencia de gente ajena a Pink Floyd, como Andy Jackson o Phil Manzanera, enormes músicos, pero que a mi modo de ver no deberían estar en un disco de los creadores de A Saucerful of Secrets o Meddle. Quizá me vea demasiado ortodoxo, pero es así como lo percibo.
  En cuanto al trabajo en sí, The Endless River tiene todo el sonido de la agrupación, esas pausadas y enormes olas de sonido con los teclados del fallecido Richard Wright (porque mucho del material utilizado había sido grabado hace varios años) y las inconfundibles guitarras de David Gilmour que de tan inconfundibles de pronto llegan a sonar repetitivas y rutinarias. Insisto, no es un disco malo, pero no sé si era necesario ponerlo en circulación, incluso para sus seguidores más aferrados.
  Tal vez el álbum póstumo de Pink Floyd debió ser The Wall, de 1979. Lo que vino después, ya no fue lo mismo.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)[image error]
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Published on November 25, 2014 16:30

November 24, 2014

El metal

Música de minorías. Eso es el metal, en todas sus variantes, hoy día. Si durante los setenta y parte de los ochenta fue uno de los géneros dominantes y en los noventa tuvo un par de resurgimientos a nivel masivo, puede decirse que en estos primeros años del nuevo siglo las cosas no han sido tan fáciles para los grupos metaleros. En una época dominada por el pop, el hip hop, los sonidos electrónicos bailables y el rock más comercial (llámese happy punk, rock pop o incluso nü metal), el heavy metal o rock pesado no tiene ya la aceptación popular de otros días e incluso celebraciones como el Ozz Fest viven una total decadencia. Bandas como Metallica que en un momento dado pudieron ostentarse como herederas de Led Zeppelin, Deep Purple, Black Sabbath, Iron Maiden o incluso Kiss, terminaron doblegadas ante el brillo del oro y la plata e ingresaron al llamado mainstream con una facilidad pasmosa. El metal se refugió entonces en las catacumbas y ahí permanece, tal vez para resurgir en un momento más propicio, tal vez para quedarse en esos oscuros y húmedos parajes para siempre. Sin embargo, la historia de este género puede presumir de un gran linaje y de haber dado al rock algunas de sus páginas más memorables y hasta gloriosas. Desde la frase “heavy metal thunder” de William Burroughs incluida en “Born to Be Wild”, el riff de “Smoke on the Water” y la majestuosidad eterna de “Stairway to Heaven” (acabo de escucharla con todos los sentidos atentos, con toda la percepción abierta, a un lado del estéreo a todo volumen, sintiendo en el cuerpo las vibraciones de las guitarras suntuosas de Jimmy Page, los bajos precisos de John Paul Jones, la batería estruendosa y exacta de John Bonham y la voz celestial de Robert Plant y me ha hecho llorar sin remordimientos), hasta la actitud inquebrantable de agrupaciones como Slayer, Motörhead, Napalm Death o Entombed, el alguna vez llamado rock pesado tiene de qué enorgullecerse y por qué seguir con vida, no importa si su público actual resulta minoritario. A final de cuentas, la calidad muy pocas veces posee una relación directa con la cantidad y eso vale para todos los órdenes de la vida: para la literatura, para la política, para las relaciones humanas, para el amor y, por supuesto, para la música.

(Publicado en mi editorial "Ojo de mosca" de La Mosca en la Pared No. 76, noviembre de 2003).
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Published on November 24, 2014 20:00

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Hugo García Michel
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