Hugo García Michel's Blog, page 220

June 13, 2015

¿Quién ganó el 7 de junio?

Hay una famosa, tramposa y supuestamente ingeniosa frase de Eduardo Galeano (no sé qué tan sacada de contexto) que anduvo circulando mucho en los días previos a las elecciones del pasado 7 de junio y que a la letra dice: “Si votar sirviera para cambiar algo, ya estaría prohibido”. Palabras muy efectistas y muy apantallabobos, sobre todo si analizamos bien lo que fue este proceso electoral intermedio y vemos que, todo lo contrario de lo que decía el gurú Galeano en su apotegma, votar sí sirve para cambiar no sólo algo, sino bastante.
  Porque contra lo que algunos esperábamos, la reciente jornada electoral trajo varias sorpresas y varias enseñanzas, mucha discusión y mucha polémica y de eso se trata precisamente la democracia. ¿Que en su abrumadora mayoría los candidatos eran grises? Cierto. ¿Que sus campañas fueron patéticas? Cómo negarlo. ¿Que hubo cosas sucias y lamentables. Por desgracia así fue. Pero al final y a pesar de ello, valió la pena y el país salió ganando. Poquito, pero salió ganando.
  Algunos afirman que el gran vencedor del domingo fue Jaime Rodríguez Calderón, el célebre “Bronco”, y su sui géneris candidatura. Otros que fue Morena (que es decir, Andrés Manuel López Obrador). Incluso hay quienes aseguran que si hay que buscar a un triunfador ese es Pedro Kumamoto, el candidato independiente zapopano. Todos ellos, de una u otra manera, tienen sus méritos, por supuesto. Sin embargo, para mí, la verdadera ganadora en los comicios del 7 de junio fue nuestra imperfecta, titubeante, golpeada, cuestionada, despreciada y aún incipiente democracia.  
  Contra todos los pronósticos apocalípticos y todas las amenazas perversas, ella, la democracia que nos hemos dado los mexicanos, fue la que obtuvo el gran triunfo, al demostrar que es el más efectivo medio para ir cambiando las cosas y castigar a quienes actúan de mala manera. Por eso los ciudadanos salimos a defenderla al acudir a las casillas y le dijimos no a los violentos. Sin duda, fue la mejor noticia y la mejor enseñanza de estas elecciones intermedias tan inesperada y sorprendentemente ejemplares.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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Published on June 13, 2015 18:30

June 12, 2015

Ocho años de "El rojo y el negro"

Hace exactamente ocho años, el 12 de junio de 2007 (un año fundamental para mi vida interior), se me ocurrió la ideota de abrir un blog y así lo hice, sin saber bien a bien cómo funcionaría la cosa. Me propuse que fuese una especie de diario en el que constaran no sólo mis vivencias personales, sino mis trabajos escritos y musicales, mis inquietudes, los libros que fuera leyendo, las películas y las series que fuese viendo, las personas con quienes me fuese topando en el camino, etcétera; pero también me propuse no dejar de escribir un sólo día y así ha sido a lo largo de dos mil novecientos veinticuatro (2,924) días que es decir 416 semanas que es decir 96 meses que es decir -ya lo dije- ocho añotes en los que no hay una sola journée a la que no haya convertido en entrada de blog, incluso cuando salí (no mucho, a decir verdad) de viaje. Como ya lo he contado, le puse El rojo y el negro en honor a mi novela favorita de todos los tiempos, escrita por el francés Stendhal en 1830.
  Ocho años de darle diario al blog. Ocho años de mi vida registrados en estas cerca de tres mil entradas (las alcanzaré en 76 días más)... y las que faltan.
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Published on June 12, 2015 21:59

Ween / Chocolate and Cheese (1994)

Tal vez no se trate de un disco del todo perdido en el tiempo, pero ¿quién habla de Ween hoy día? El dueto conformado por los hermanos Ween llegó a la cumbre de su sarcasmo y creatividad musical con este álbum de sugestiva portada y más que sugestivas canciones.

Mejor tema: “Baby Bitch”

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Published on June 12, 2015 15:44

June 11, 2015

De genios auténticos y genios fraudulentos

Pocas palabras, pocos términos, pocos conceptos tan irresponsablemente sobrevalorados y arrojados al aire como el calificativo de genio.
  Uno escucha a diestra y siniestra que se considera un genio a cualquiera que muestre algún talento que lo haga sobresalir de entre el común de las personas. De ese modo, resulta que en cada generación brotan genios por aquí y por allá, en las más diversas disciplinas y los más distintos campos de la actividad humana: genios en la ingeniería, genios en la astrofísica, genios en la farmacología, genios en la economía, genios en la literatura, genios en la actuación, genios en los espectáculos y hasta genios en las llamadas artes conceptuales. Y claro: genios en la música.
  Este abaratamiento, esta vulgarización de la supuesta genialidad, hace que el carácter de notable excepción que debe tener todo genio se pierda, se confunda y se mezcle entre una masa amorfa de falsos geniecillos.

Los genios y los ingenios musicales
¿Cuántos genios ha dado la música? Muchos. Pero, a mi modo de ver, no tantos como solemos suponer.
  Wolfgang Amadeus Mozart era un genio. Quizás el más grande que ha dado la música de todos los tiempos. Al igual (o casi al igual) que lo eran contemporáneos suyos como Joseph Haydn o el entonces joven Ludwig van Beethoven. ¿Pero lo eran Christoph Willibald Gluck o Antonio Salieri? Tengo mis dudas. Eran compositores talentosos y muy ingeniosos. Pero carecían de esa chispa que distingue al verdadero genio y que tan difícil resulta de definir.
  Johann Sebastian Bach es uno de los grandes genios del barroco. Sin embargo, ¿había esa misma genialidad en sus hijos y descendientes, varios de ellos autores de bellísima música? Vuelvo a dudarlo, como no dudo del genio de otros músicos del barroco como Georg Friedrich Händel, Antonio Vivaldi y, tal vez, Jean-Philippe Rameau.
  Grandes compositores de la llamada música culta ha habido miles a lo largo de la historia, pero los verdaderos genios dudo que lleguen a cien. Sé que suena arbitrario, pero estoy convencido de que la verdadera genialidad tiene que ser excepcional y única y que se da muy de vez en vez.
  ¿Genios en el jazz? John Coltrane y Miles Davis. Charlie Parker y Thelonius Monk. Louis Armstrong y Duke Ellington. Quizá también Charles Mingus, Bill Evans y Dave Brubeck. De ahí, hay una gigantesca cantidad de fantásticos talentos. Pero la genialidad es privilegio de unos cuantos.

¿Genios en el rock?
Pasemos a terrenos más espinosos y resbaladizos: los del rock. ¿Han existido genios a lo largo de la historia de este género. La respuesta obvia es decir que sí y estaremos en lo correcto. Sin embargo, en esta materia no son todos los que están y no están todos los que (se dice que) son.
  Por desgracia, dado el éxito comercial que durante seis décadas ha tenido el rock y dada la manera como se le ha industrializado y manipulado (mucho más que a la música culta y al jazz), es muy fácil tratar de convertir en grandes figuras a quienes no lo son y eso incluye a muchos (demasiados) supuestos genios roqueros. Así pues, habría que hacer una subjetiva, discutible y tal vez polémica selección de los escasos reales genios que ha producido eso que en sus inicios fue bautizado como rock ‘n’ roll. Hagámoslo en forma cronológica.
  En la década de los cincuenta surgió la primera generación rocanrolera, con figuras hoy tan legendarias como Elvis Presley, Buddy Holly, Jerry Lee Lewis o Little Richard. Con sus composiciones y/o interpretaciones, ellos y muchos otros contribuyeron a dar forma y sustancia al novedoso género. No obstante, a mi modo de ver, sólo hubo un verdadero genio entre 1955 y 1960 y ese genio se llama Chuck Berry.
  ¿Qué es lo que distingue a Berry de sus célebres contemporáneos, qué es lo que le da su genialidad? Básicamente, la manera como captó el espíritu de la juventud de su época y la transformó en poesía pura. Si la música que compuso fue estupenda, no resulta muy diferente a la que hicieron Richard y Lewis, por ejemplo. En cambio, sus letras eran otra cosa y la genialidad de las mismas fue una cosa tan natural y fluida que aún hoy siguen asombrando por sus cualidades literarias.

Los dorados –y ¿geniales? – años sesenta
Otro genial poeta habría de marcar buena parte de la década siguiente y su nombre a nadie debe tomar por sorpresa: Bob Dylan. Dylan transformó al rock desde el folk del cual provenía y convirtió al género en verdadero arte. Su influencia sobre el mayor grupo de esa época, The Beatles, fue fundamental para cambiar lo que estos hacían y orientarlos hacia una mayor profundidad artística. Lo cual nos lleva a una pregunta transcendente y peliaguda: ¿eran genios los Beatles?
  Estoy a punto de soltar una idea (no me atrevo a llamarla hipótesis) que me ganará varias miles de mentadas, incluida una de mi parte, ya que desde siempre he sido admirador de los de Liverpool, pero he de escribirla: a mi modo de ver, como individuos, ninguno de los cuatro Beatles alcanza la categoría de genio; es sólo como un conjunto de cinco partes desiguales (John Lennon, Paul McCartney, George Harrison, Ringo Starr y, por supuesto, George Martin) que el grupo logra la genialidad. La prueba a la cual me remito es que, como solistas, ninguno de ellos logró destacar a las mismas alturas; en cambio, como agrupación, con la sólida e imprescindible participación de Martin, su genio no puede ser puesto en duda.

Ser o no ser genio, he ahí el dilema
¿En qué consiste la genialidad entonces? ¿Quién la determina y cómo? Las respuestas pueden ser miles y todas resultarán subjetivas. Para mí, un genio es alguien cuya obra no sólo perdurará a lo largo del tiempo, sino que en su momento provocó una transformación radical en su actividad y un cambio profundo, histórico, en su generación y en las que le siguieron. También es alguien que dedicó todo su ser, su capacidad, su pasión y su sobrehumano talento a una obra, sin reparar en sufrimientos e incomprensiones. Pero dar una definición precisa del genio es imposible… y en eso radica el mayor secreto de la genialidad.
  Mejor ejemplificar dicha genialidad con otro nombre, el de quien a mi modo de ver es el mayor genio de toda la historia del rock: Frank Zappa.
  Zappa fue un fuera de serie, una exultante anomalía, un artista único, un creador irrepetible. Su genio inconmensurable está en toda su obra, desde el principio hasta el final. Era un adelantado a su época y lo sigue siendo incluso hoy. Genio absoluto, total. Un músico a la altura del arte.

Lo que el viento no se llevó
He mencionado a tres genios individuales y a un genio grupal dentro del rock. ¿Ha habido otros? De los sesenta, añadiría a dos más: Pete Townshend y Jimi Hendrix. A mi entrañable Ray Davies, con todo y su inmensa capacidad creativa, no me atrevería a situarlo en ese estatus, como no me atrevería a poner ahí, incluso como genios grupales, a Pink Floyd o a los Rolling Stones.
  Desde los setenta hasta finales del siglo pasado, quizá sólo David Bowie llegaría a acercarse a la categoría de genio. No se me ocurre alguien más, con todo lo que admiro a tantos otros (Tom Waits, Jimmy Page, Lou Reed, Patti Smith et al).
  En cuanto a lo que lleva la actual centuria, arriesgaría tan sólo un nombre: Jack White… y aún está por confirmarlo. Por ahora, yo lo llamaría, todavía, un geniecito.

(Ensayo publicado el pasado mes de mayo la revista Marvin).
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Published on June 11, 2015 16:35

June 10, 2015

La carrera del caudillo

Tomo octavo de la espléndida serie Historia de la Revolución Mexicana, editada por el Colegio de México a fines de los años setenta, La carrera del caudillo de Álvaro Matute recrea con detenimiento y detalle el periodo transcurrido en México entre los años 1918 y 1920, es decir, del inicio de las campañas electorales para sustituir al presidente Venustiano Carranza, al asesinato del mismo en la trágica y vergonzosa celada de Tlaxcalantongo.
  Matute recorre mes a mes, semana a semana y a veces día a día lo que fueron esos tres años llenos de tensión política y social, en los que personajes como Álvaro Obregón, Pablo González, Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles, Luis Cabrera y, por supuesto, el propio Carranza, jugaron un papel fundamental en el desarrollo de los acontecimientos. La ambición, los rencores, los intereses, los errores de todos y cada uno de ellos se ven reflejados en las páginas de este libro muy bien documentado y narrado (aunque con algunos defectos en la redacción que no debieron pasar por alto los correctores, sobre todo tratándose de una obra avalada por el Colegio de México).
  La carrera del caudillo es un volumen revelador, en el que lo mismo se critica la falta de perspectiva histórica real de Carranza, empeñado en imponer a un candidato civilista pero mediocre para sucederlo, que la ignominia del grupo sonorense que, con tal de hacerse del poder, llegó a los extremos del magnicidio.
  Un gran libro.
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Published on June 10, 2015 15:39

June 9, 2015

¿La D’Alessio inglesa?

¿O quizás el equivalente londinense en mujer de José José? Porque si algo ha caracterizad a la cantante Florence Welch, líder del bombástico proyecto Florence + the Machine, es esa tendencia a cantar acerca de sus desgracias sentimentales, esa manera de ver al amor como un desgarramiento continuo y una fuente constante de dolor y lamentaciones, ese modo de convertir a su propia infelicidad y a su mala suerte personal en las relaciones sentimentales en la mayor desgracia que haya caído jamás sobre el género humano. Así de intensa es la Welch.
  El pop gótico embona a la perfección con las letras depresivas de la cantante, quien en sus inicios parecía querer seguir los pasos de la enorme Kate Bush y terminó siendo, si acaso, una Adele un poco más oscurecida, aunque no por ello menos light.
  Dueña de una voz imponente que sabe manejar a la perfección, pero víctima de la tentación por lo elefantiásico y lo grandote (diría Jorge Ibargüengoitia), la buena Florence y su eficiente Machine han grabado tres discos en estudio, el más reciente de los cuales, How Big, How Blue, How Beautiful (Columbia, 2015) apareció hace apenas una semana.
  Luego de dos álbumes híper cargados de penas, manierismos y una fijación temática por el agua, como Lungs (2009) y Ceremonials (2011), el nuevo larga duración resulta un poco (sólo un poco) más contenido y muestra algunas diferencias con sus antecesores, como ciertos coqueteos con el pop folk a la Fleetwood Mac (como en la inicial “Ship to Wreak”) o algún lejano homenaje al góspel (como en las concluyentes y estupendas “St. Jude” y “Mother”). Estos detalles se deben tal vez a la mano del productor Markus Dravs, quien ha trabajado con Arcade Fire y Coldplay. Por otro lado, la influencia de Kate Bush no deja de aparecer, así como algunos ecos de Christine McVie, Stevie Nicks e incluso Chrissie Hynde.
  No es un disco malo ni por asomo. Hay instantes de gran finura y los momentos grandilocuentes no son tantos esta vez. Un trabajo que hará felices a los seguidores del grupo y hasta a muchos que no lo sean.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).
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Published on June 09, 2015 20:00

June 8, 2015

Los cien años de Billie Holiday

(Ilustración: Waldo Matus)Nació hace un siglo; murió hace cincuenta y cinco años, poco antes de cumplir los cuarenta y cinco. Las circunstancias de su muerte fueron muy tristes, pues falleció en el Metropolitan Hospital  de Nueva York, debido (según el parte médico oficial) “a una congestión en los pulmones complicada con una falla en el corazón” (una falla en el corazón…; algo tiene de poético este diagnóstico tratándose de Billie Holiday, quien a lo largo de su vida tuvo muchas fallas de esas).
  Tristemente, la que quizá sea la más grande cantante de jazz de todos los tiempos se encontraba bajo arresto en su cama de hospital, acusada de posesión ilegal de narcóticos, otro problema con el que Billie tuvo que lidiar durante largo tiempo (y sin embargo, hay que decirlo, su muerte fue un poco más “benigna” que la de quien fuera su principal influencia como intérprete y un gran ídolo para ella, la inconmensurable Bessie Smith, quien en 1937, muy grave después de haber sufrido un accidente automovilístico, no fue admitida en un hospital de la ciudad de Clarksdale, Mississippi, por tratarse de una mujer de raza negra, y falleció desangrada en el coche de alquiler que la había llevado hasta allí).
  Pero estamos aquí para festejar el nacimiento y no para lamentar la desaparición de Holiday.
  Nacida en la primavera de 1915 en Baltimore, Maryland, fue bautizada como Eleanora Fagan Gough, hija de padres extremadamente jóvenes, ya que al darla a luz, su madre tenía apenas trece años de edad y su padre quince. Cuando quisieron casar a la precoz pareja, el casi adolescente progenitor (quien también resultó precoz como músico, ya que era el guitarrista de la banda de Fletcher Henderson), huyó despavorido, sin que le preocupara la suerte de su hija. La madre tampoco le haría mucho caso, por lo que la niña pasó de mano en mano con diferentes parientes hasta que a los diez años fue violada por uno de ellos e internada casi enseguida en un colegio católico de monjas.
  Permaneció ahí hasta 1927. De regreso con su madre, ambas viajaron a Nueva York, donde ésta se empleó como sirvienta en diferentes casas. Como se trataba de un trabajo inestable, la pequeña Eleanora, de apenas trece años, debió dedicarse por un tiempo a la prostitución, “para completar el gasto”. Fue en esos días que escuchó por primera vez los discos de Bessie Smith y de Louis Armstrong, con lo que quedó atrapada por el blues y el jazz y decidió que quería ser cantante. Ya poseía para entonces una estupenda voz y un sentimiento muy particular al cantar, por lo que no tardó en llegarle una oportunidad, cuando en 1933 acudió a un bar de Harlem, el Log Cabin, y su dueño, el pianista Jerry Preston, le hizo una prueba. Cantó “Trav’lin’ All Alone” y “Body and Soul” y fue contratada de inmediato. Le pagarían dos dólares por noche.
  A sus dieciocho años, la suerte empezó a cambiarle, sobre todo cuando el productor John Hammond, quien también empezaba su carrera, la escuchó y de inmediato la puso en contacto con Benny Goodman y le consiguió un contrato con Columbia Records. En noviembre de aquel mismo año, grabó su primera canción: “Your Mother’s Son-In-Law”.
  Fue en los años treinta cuando logró su pleno desarrollo como artista, además de que conoció y colaboró con una lista impresionante de músicos que hoy son leyenda: Count Basie, Lester Young, Ben Webster, Artie Shaw. En 1938, mientras trabajaba en el Café Society de Nueva York, el músico Lewis Allen escribió para ella un tema especial, al ver los maltratos y discriminaciones que Billie sufría por su condición de mujer de raza negra. “Strange Fruit” fue el nombre de la pieza que la catapultaría a la fama inmediata, debido a su impresionante interpretación. Columbia no quiso grabarla, pero Commodore sí y aunque las estaciones de radio la vetaron por su letra de denuncia, no tardó en volverse muy popular.
  No obstante, otras dos serían las canciones que la consagrarían en definitiva, en 1941: “God Bless the Child” y “Lover Man”, dos grandes melodías que Holiday se encargó de convertir en clásicas.
  Con un prometedor futuro por delante, la cantante no supo aprovechar su momento y a lo largo de la siguiente década se hundió en un pantano de fracasos sentimentales, drogas y alcohol que inició su temprano declive. En 1947, dejó ir varias oportunidades de trabajo y además sufrió el terrible golpe de la muerte de su madre. Para colmo, fue arrestada por posesión de heroína y encarcelada.
  Los cincuenta no fueron sus mejores años tampoco, aunque logró grabar sus discos más desgarrados, hermosos y entrañables. Una joya como Lady in Satin (1958), sólo puede explicarse como un producto de esa etapa de su vida, etapa que se truncaría un año más tarde, cuando la heroína volvió a derrotarla y la condujo a un nuevo arresto, esta vez en un hospital al que fue llevada de urgencia y donde falleció de un infarto en 1959.
  La gran diva del jazz se fue en medio de la pobreza y el abandono más terribles. Este año se cumple un siglo de su llegada al mundo que tanto la maltrató y al que ella tanto le dio.

(Publicado hoy en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario).
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Published on June 08, 2015 21:38

June 7, 2015

Elecciones

Fui a votar como a las cuatro de la tarde, después del partido de México y Brasil. Voto diferenciado en cada una de las tres boletas. El jefe de casilla era Fernando Mendizábal. Por lo que vi en las urnas transparentes, fue bastante gente a emitir el sufragio. A pesar la pobre caballada, me dio gusto acudir. Ahí está la foto de mi dedo, democráticamente entintado.
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Published on June 07, 2015 17:18

June 6, 2015

Equus nihil

La famosa frase del siniestro ex gobernador de Guerrero Rubén Figueroa, pronunciada por allá de los años setenta de la pasada centuria, era desoladora. “La caballada está flaca”, dijo quien años más tarde sería secuestrado por Lucio Cabañas, en un episodio por demás oscuro. Pues bueno (o malo), hoy las cosas están peor: ni flaca ni desnutrida ni enclenque. La caballada actual es sencillamente inexistente. No hay cuacos y sí muchos burros, muchas mulas y uno que otro jamelgo lastimero.
  Si acaso, la única yegua fina que se ve en todo el horizonte electoral nacional para este 7 de junio es la candidata panista a la delegación Miguel Hidalgo, Xóchitl Gálvez. Fuera de ella, el establo y los corrales en general son de pena ajena.
  ¿A qué se debe este deterioro de la clase (sin clase) política? Vaya usted a saber, pero bastó con ver y oír sus campañas, sus “promos” en la tele y la radio, su basura electoral en las calles, en la que se mostró una excesiva cantidad de imágenes de desconocidos y desconocidas de nulo carisma y sonrisas más falsas que un billete de dos pesos.
  Digo, ya se sabe que las elecciones intermedias siempre son desangeladas y la mar de aburridas y poco motivantes. Pero las de este año, con ese mal remedo del IFE que es el INE, con los partidos de siempre y la chiquillada partidista de nunca jamás, con los miles de candidatos que nos quieren ver la cara de candidotes, con la propaganda más chafa de que se tenga memoria, con las promesas vacías y la falta de propuestas serias, las elecciones de este año no invitan a que acudamos a las urnas.
  Peor aún con toda la violencia que han causado los grupos fascistoides que se disfrazan de maestros y en su ultraizquierdismo demencial y oligofrénico tratan de sembrar el terror y la incertidumbre.
  Con todo ello, si queremos que nuestra exigua democracia no muera y no haya tentaciones de restablecer el antiguo régimen de partido prácticamente único, no queda más remedio que ir a votar. Por el caballo, el burro o la mula que ustedes gusten, pero hay que hacerlo. Aunque los apocalípticos de la CNTE nos amenacen.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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Published on June 06, 2015 15:00

June 5, 2015

The Stray Cats / The Stray Cats (1981)

El primer disco del sensacional trío de Brian Setzer. Rock and roll de primerísimo nivel. Los espíritus de Gene Vincent y Eddie Cochran revividos y redimidos en un álbum irresistible.

Mejor tema: “Jeannie, Jeannie, Jeannie”


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Published on June 05, 2015 20:00

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Hugo García Michel
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