Hugo García Michel's Blog, page 218

July 4, 2015

Cada quien su Jacobo

Jamás lo vi en persona y sin embargo es como si lo hubiera conocido siempre, para bien o para mal. De hecho, sí: lo conocí desde que yo era niño, en la segunda mitad de los años sesenta, y mis papás ponían en la tele, cada mañana, El diario Nescafé, mientras mis hermanos y yo desayunábamos antes de irnos a la escuela. Aún tengo presentes aquellas imágenes en blanco y negro.
  Luego vendría, en 1970, el omnipresente 24 horas que, otra vez para bien o para mal, todo México veía. Era el único noticiario nocturno y Jacobo Zabludovsky la imagen de un sistema incólume, poderoso, atrabiliario, absoluto. Quienes presumíamos nuestra filiación de izquierda, lo aborrecíamos.
  También tenía un programa los domingos por el Canal 2, una especie de revista que se trasmitía después del fut dominical del mediodía. Fue en esa emisión que en 1971 se empezó a promover el festival de Avándaro y a mis dieciséis años me resultaba extraño que Jacobo (como todos, simpatizantes y detractores, le decíamos) de pronto fuese un promotor del rock.
  El caso es que mi imagen del Zabludovsky de aquellos tiempos no es demasiado grata y se volvió más negra aún cuando sobrevino el golpe echeverrista contra el Excelsior de Julio Scherer y la manera como aquel noticiero se sumó a la infamia.
  En septiembre de 1985, en cambio, no pude sino admirar la manera como salió a cubrir los horrores del terremoto que destruyó a buena parte del Distrito Federal. Es un testimonio histórico y un hito del periodismo televisivo mexicano.
  Muchos años después, cuando desapareció 24 horas, le perdí la pista. Supe que tenía un noticiario en la radio que jamás escuché y que en el mismo era muy crítico del gobierno. Incluso que se volvió simpatizante de López Obrador.
  Lo último que le vi fue su participación en ESPN, al lado de José Ramón Fernández, durante el Mundial de Brasil 2014, donde aparecía simpático, culto, sincero.
  Ahora que murió, sus malquerientes lo han llenado de improperios en las redes sociales, cual soeces aves de rapiña. Yo no lo haré. A fin de cuentas, Jacobo Zabludovsky fue un gran periodista. Para bien y para mal.

(Mi columna "Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario)
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Published on July 04, 2015 20:00

July 3, 2015

Lush / Split (1994)

El mejor disco de esta estupenda y oscura agrupación londinense que grababa para 4AD. La música de Lush (cuarteto mixto: dos hombres y dos mujeres) era una especie de pop darkie, con un gran sentido melódico que lo mismo recuerda a los Cranberries que a los Pixies.

Mejor tema: “Hypocrite”

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Published on July 03, 2015 20:00

July 2, 2015

En "La digna metáfora radio"

Hoy por la mañana tuve el gusto y el honor de asistir como invitado al programa radiofónico por internet que tiene el periódico catorcenal La digna metáfora en la estación Vive Radio y que conduce mi inteligente, talentosa, simpática y hermosa amiga, la joven periodista Viridiana Villegas. Todo fue muy ameno, muy cordial e interesante. Hablamos de mi novela Matar por Ángela, pero también de La Mosca, de rock, de rockcito y de otros menesteres. Aquí les comparto el enlace para que puedan escuchar la emisión (la entrevista aparece más o menos en los últimos veinte o veinticinco minutos del programa).

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Published on July 02, 2015 17:40

July 1, 2015

Blur: enfoques y desenfoques

Ya no son los niños malos del britpop que eran hace veinte años. Mucho ha que dejaron atrás su bobalicona y publicitaria disputa con Oasis para ver cuál de las dos agrupaciones era la mejor y/o la más popular de Inglaterra. Desde la aparición de su primer disco (el Leisure de 1991) han transcurrido más de dos décadas. Sus integrantes han transitado por muy diferentes sendas y los dos más notorios de ellos, Damon Albarn y Graham Coxton, han demostrado con creces sus talentos individuales, más el primero que el segundo. Albarn no sólo se dedicó a fundar proyectos alternos como el exitoso y peculiar Gorillaz o los efímeros supergrupos The Good, The Bad & The Queen y Rocketjuice & the Moon, sino que a lo largo de una década participó en infinidad de colaboraciones con músicos de todas las latitudes del planeta, ya sea como músico o como productor, hasta desembocar en la grabación de su primer plato como solista, Everyday Robots, de 2014, un trabajo austero, introvertido y muy personal. Por su parte, Coxton –menos productivo y menos extrovertido– produjo algunos estupendos álbumes individuales, entre los que destacan The Golden D (2000), Happiness in Magazines (2004), Love Travels at Illegal Speeds (2005) y A+E (2012).
  Con todo, en los años más recientes, el cuarteto de Colchester encontró oportunidades para reunirse en algunos conciertos y presentaciones, lo cual derivó en discos “en vivo” como el magnífico All the People: Live in Hyde Park de 2009 o en la filmación del estupendo y revelador documental No Distance Left to Run de 2010. Sin embargo, desde la aparición del Think Tank, en 2003, Blur no había vuelto a grabar un álbum, hasta ahora que acaba de aparecer The Magic Whip (Parlophone/Warner, 2015), su más reciente y en verdad excelente opus No. 8 en estudio (pocos discos, se dirá, para una agrupación fundada hace un cuarto de siglo; no obstante, aquí se impone la máxima que reza “de lo bueno, poco”, ya que todos y cada uno de ellos son de excelente factura).
  La historia detrás de The Magic Whip no deja de ser interesante. Blur se había reunido en el verano de 2013, para participar como headliner en el festival japonés Tokyo Rocks. Sin embargo, por diversas circunstancias el concierto se canceló y, también por diversas circunstancias, el grupo terminó en Hong Kong, donde a lo largo de cinco días se encerró en un estudio de grabación. Sus integrantes lo hicieron más para divertirse que con la idea de producir un álbum, así que lo que quedó registrado fue una serie de jams y de trozos musicales sin una forma definida que quedaron ahí, prácticamente abandonados, hasta que Graham Coxton decidió rescatarlos y reescucharlos. Al hacerlo, se dio cuenta de que aquello era en realidad un disco de Blur en potencia y se puso en contacto con Stephen Street, el productor de algunos de los álbumes del cuarteto en la década de los noventa.
  Al ver que el producto de las sesiones en Hong Kong podía convertirse en un conjunto de canciones, se pusieron a trabajar en ello y comunicaron el hallazgo a los otros tres integrantes del grupo: Alex James, Dave Rowntree y el propio Damon Albarn. Fue así como nació el nuevo larga duración de los británicos.
  Doce son los cortes que conforman a The Magic Whip. A lo largo de los mismos, lo que campea es una sensación –no sé si contradictoria o dialéctica o ambas cosas– de euforia y a la vez de soledad, de ironía y a la vez de lejanía, lo cual se refleja tanto en la música como en las letras de las diversas composiciones. Ahí está la rítmica agridulzura del tema abridor, “Lonesome Street”, una joya plenamente britpopera llena de variantes rítmicas y armónicas, que remite al álbum The Great Escape de 1995, y está también la arrebatada melancolía de esas maravillas que son “New World Towers” y “Go Out”. Qué decir también de las fabulosas “Ice Cream Man” y “My Terracota Heart”, que recuerdan a Gorillaz, o de la rocanrolera “I Broadcast” que pudo haber pertenecido al disco Parklife de 1994. Están también la deliciosa “Ghost Ship”, la emotiva “Pyongyang”, la luminosa “Ong Ong”, la suntuosa “Mirrorball”, la nostálgica “Though I Was a Spaceman” y la marcial “There Are Too Many of Us”.
  El regreso de Blur no puede más que ser bienvenido y The Magic Whip es una gran manera de retomar el destacado lugar que le pertenece.

(Publicado este mes en la sección de música de la revista Nexos).
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Published on July 01, 2015 20:20

June 30, 2015

Historia de un gallito rojo

Extraños designios tiene el destino y la música no es una excepción.
  A mediados de los años cincuenta surgió el rock n’ roll que no era sino la versión blanca del rhythm n’ blues negro que tenía más de tres lustros de existencia, como herencia del blues, el jumpin’ jive y el swing. Elvis Presley apareció como un extraordinario fenómeno: un blanco que cantaba como negro y que además regrabó canciones compuestas por músicos negros. Lo siguieron Buddy Holly, Jerry Lee Lewis, Eddie Cochran y otros cantantes blancos, además de afroamericanos como Chuck Berry, Fats Domino y Little Richard.
  Aquella fiebre duró cinco o seis años y luego se apagó, sobre todo en su país de origen: los Estados Unidos. Parecía que todo se había acabado, mas no fue así. En Londres, Inglaterra, muchos jóvenes se interesaron en el blues y en el rhythm n’ blues y comenzaron a interpretarlos en clubes y pubs de la capital británica. Entre esos jóvenes se encontraban Keith Richards y Mick Jagger, quienes decidieron formar una banda de blues a la que bautizaron con el nombre de una composición del gran bluesero negro estadounidense Muddy Waters, una pieza llamada “Rolling Stone”.
  Sin ser un grupo de pop, los Rolling Stones se montaron en la llamada Ola Inglesa que habían provocado los Beatles y para mediados de los sesenta eran casi tan mundialmente populares como el cuarteto de Liverpool, aunque fuesen su exacta contracara.
  A finales de 1964 o principios de 1965, hace poco más de cincuenta años, los Stones se dieron el lujo de grabar un blues puro, un tema de Willie Dixon llamado “Little Red Rooster”. Keith Richards dijo a los ejecutivos de su disquera: “a ver qué pueden hacer con la canción de un pollo”. Los atildados tipos se aterraron. Pensaron que sería un fracaso… y resultó todo lo contrario. El “Gallito rojo”, con las connotaciones sexuales de su letra, llegó al primer lugar de las listas y cambió la historia de la música popular, al incorporar al blues en las grandes ligas.
  Hace medio siglo de esto. Vale la pena recordarlo y celebrarlo.

(Publicado el día de hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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Published on June 30, 2015 18:24

June 29, 2015

Esféricas cumbres

Compuse esta canción en abril de 2013, en honor a una bellísima y erótica foto, la foto que le tomaron a una amiga mía (cuyo nombre me guardaré) y que subió a su biografía de facebook, para que los moralistas administradores de esa red social se la censuraran apenas la detectaron, en cuestión de pocas horas. Yo tuve la precaución de descargarla y salvarla y la guardo como un tesoro precioso. Podría subirla aquí (la imagen es altamente artística y nada tiene de morbosa, además de mostrar un trasero verdaderamente prodigioso por su perfección de formas y dimensiones, muy acordes con la apreciación estética actual... o cuando menos con la mía). Si no la subo, es porque no tengo la autorización de mi amiga. Quizá le pida que me autorice, pero no querría que se molestase si se lo solicito.
  El caso es que de la contemplación de esa fotografía surgió la letra de esta canción que originalmente se llamó "Nalgas", pero preferí cambiar a "Esféricas cumbres", pues este título va más acorde con la letra y con la música que es a su vez un homenaje al lado acústico y folk de tres grupos para mí fundamentales: Led Zeppelin, los Rolling Stones y Traffic. Ustedes encontrarán seguramente las referencias a algunas piezas suyas.
  La grabé en estos días con Garage Band, a manera de demo, empleando tres pistas de guitarra y dos para las voces. Todo interpretado por mí.
  Les comparto la letra y, por supuesto, la música, por medio de un video que hice en iMovie, con imágenes de arte erótico de muy diversas épocas.

Esféricas cumbres

Suaves y tersas sinuosidades.
Una tentación palpable.
Una piel acariciable que se extravía en las edades.

Dulce y blando pan dorado.
Desfiladeros que dan vértigo.
Luna llena es tu costado que se extravía en el tiempo.

Me pierdo con sólo mirarlas.
Me extravío en la belleza
de esas esféricas cumbres.
El paraíso que embelesa.

Cálidas costas son tus nalgas,
donde las olas reposan mansas.
Sobre tus piernas, bajo tu espalda,
está la flor de la esperanza.

Me pierdo con sólo mirarlas,
con imaginar su lado oculto.
Pozo de dulces aguas tibias
sobre un piano contra el muro.


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Published on June 29, 2015 01:38

June 28, 2015

Las golondrinas

Pocas canciones nos hacen llorar tanto a los mexicanos como "Las golondrinas". Algo tiene esa composición del veracruzano Narciso Serradel Sevilla (1843-1910) que nos pone a chillar cuales simples seres cursis y sentimentaloides.
  "Las golondrinas" son parte del ADN nacional, tienen un importantísimo sitial en nuestra idiosincracia, las traemos en la sangre desde hace décadas y basta que empiecen a sonar sus primeras notas para que la piel se nos ponga de gallina, se nos haga un nudo en la garganta, se nos aflojen las coyunturas y nos empiecen a brotar las lágrimas.
  Pocas imágenes ejemplifican mejor esto que la escena en la película México de mis recuerdos (Juan Bustillo Oro, 1943) en la que "el pueblo de México" va a despedir a Porfirio Díaz cuando el depuesto presidente se embarca en el Ipiranga, anclado en el puerto de Veracruz, para alejarse por siempre del país y asilarse en París. Ahí está don Susanito Peñafiel y Somellera, interpretado por el gran Joaquín Pardave, enjuagando los lagrimones con su pañuelo, mientras a su alrededor todos gimen al ver a don Porfis y a su Carmelita agitar las manos desde el barco, en el último gesto del adiós. Mientras tanto, no sólo suenan "Las golondrinas" sino que todos los ahí presentes las cantan emocionados, como si del Himno Nacional se tratara.
  En lo personal, recuerdo "Las golondrinas" que nos tocaron el día en que terminé la primaria, en 1966, en el colegio Espíritu de México, en Tlalpan. Debo confesar que no sólo no me hicieron llorar, sino que ni siquiera me conmovieron, a pesar de que mi madre me conminaba a ello. Yo sólo quería echar relajo con mis compañeros de sexto, a sabiendas de que a muchos de ellos, ¡ay!, no los volvería a ver más.
  Las golondrinas.
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Published on June 28, 2015 18:00

June 27, 2015

La historieta del tío Donald

Darrell Hammond como Donald Trump en SNL.Cuando por allá de los años setenta se puso de moda entre la intelectualiza leer a Carlos Castaneda, este su humilde columnista leyó Las enseñanzas de don Juan y la única enseñanza que quedó en su cabeza –hasta el día de hoy– es una que más o menos reza que si uno se enoja con otra persona es porque le da demasiada importancia a la misma.
  Lo anterior viene a cuento porque me parece que la reacción de jarritos de Tlaquepaque que han tenido la mayoría de los mexicanos, luego de las idiotas declaraciones de ese oligofrénico multimillonario estadounidense llamado Donald Trump, es tan absurda como desproporcionada.
  Cualquiera que haya visto alguna vez la hilarante imitación de Trump que hacia en Saturday Night Live el actor Darrell Hammond (quien también hacía un Bill Clinton extraordinario) sabe que el conductor de The Apprentice y creador de la famosa e infame frase “You’re fired!” es una especie de caricatura de sí mismo y que lo que dice y hace debería movernos no a la indignación sino a la risa loca. Por ejemplo, su precandidatura a la presidencia de los Estados Unidos es un chiste fenomenal.
  Las declaraciones del tío Donald contra los mexicanos son tan cómicas e intrascendentes como el “magno exorcismo” organizado por Juan Sandoval Íñiguez y otros arzobispos para expulsar al Diablo que según ellos se ha apoderado de México a partir de que en el DF se despenalizó el aborto o como la certeza de Morena de que luego de sus logros electorales de hace dos semanas, lo siguiente es el asalto a Los Pinos en 2018. Tomar en serio las palabras de Trump y, peor aún, ofenderse por ellas es otorgarles esa demasiada importancia de la que la hablaba don Juan a Castaneda en su libro.
  Compatriotas, en lugar de encabritarse y rasgarse las vestiduras, corran a internet y busquen los videos de Darrell Hammond en que se mofa de Donald Trump. Verán que además de reír, perderán toda posibilidad de molestarse por lo que diga de nosotros el ridículo y travieso señor del tupé amarillo quien, además de todo y si se fija usted bien, hasta se parece al Piojo Herrera.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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Published on June 27, 2015 18:30

June 26, 2015

Calexico / Feast of Wire (2003)

Calexico es una agrupación sui generis. Hace rock, sí, pero mezclado y remezclado con ingredientes tan varios como el estilo musical de Ennio Morricone, el alt-country, el folk a la Neil Young y los sones de mariachi. Ecos sonoros de la frontera mexico-estadounidense en uno de sus mejores álbumes.

Mejor tema: “Black Heart”

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Published on June 26, 2015 15:39

June 25, 2015

Meme


Me lo hizo una amiga de facebook. La foto me la había tomado Denisse en 2011.
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Published on June 25, 2015 17:26

Hugo García Michel's Blog

Hugo García Michel
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