Hugo García Michel's Blog, page 211
September 12, 2015
De basureros y realidades paralelas
Se dice que la ciencia actual ha descubierto la posible y probable existencia de realidades paralelas (los multi-versos) y que la nuestra, la palpable, la que vemos todos los días (el uni-verso), no es la única que hay. Luis González de Alba, más versado en temas científicos, sabrá explicarlo mucho mejor que yo.Pero hay otras realidades paralelas que, a partir de una realidad objetiva y concreta, tienen más que ver con la percepción y hasta con cuestiones de fe. Esto lo podemos ver de manera cotidiana en la redes sociales, donde muchos tratan de crear realidades paralelas a su conveniencia, para convertirlas en dogmas que una enorme feligresía adopta y cree a pie juntillas. Lo vemos en el reciente caso de los 43 normalistas desaparecidos en Ayotzinapa y su cremación, por gente del crimen organizado, en un basurero cercano a la ciudad de Iguala, Guerrero.
Ya existía una versión oficial de los hechos (la de la PGR de Jesús Murillo Karam) y al aparecer otra que la contradice en parte (la del GIEI de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos), quienes no creían (y uso el verbo creer con toda intención) en la primera, compran sin más la segunda, de manera acrítica y dogmática, tan sólo porque pone en duda a la del gobierno. En su modo maniqueo y bicolor de ver las cosas, creen en una realidad alterna y convierten a una mera versión de los hechos en certeza absoluta e incontrovertible. Poco importa que sea un solo perito el que niegue la versión de la PGR y que el hombre sólo haya estado veinte-minutos-veinte en el famoso basurero de Iguala, diez meses después de los acontecimientos. Lo que les importa es que niega la versión oficial y ya con eso tienen para hacerla suya y aferrarse a ella con fanático denuedo.
Esto que sucede aquí, acontece también en el affaire del quíntuple asesinato en la colonia Narvarte y en otros casos. No son las realidades paralelas que estudia la física cuántica, sino las que conviene crear y adoptar por motivos políticos. Actos de fe. La política transformada en dogma de tintes religiosos. Amén.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
Published on September 12, 2015 20:30
September 11, 2015
Alejandro Escovedo / A Man Under the Influence (2001)
Escovedo es algo así como una mezcla de Leonard Cohen, Hank Williams y Los Lobos. De origen chicano, este finísimo creador escribe canciones que lo acercan más al alt-country que al tex mex, tal como lo revela en este su elegante, apasionado y agridulce sexto álbum en estudio.Mejor tema: “Wave”
Published on September 11, 2015 16:38
September 10, 2015
Los Borgia (tercera temporada)
Terminé de ver al fin la tercera (y al parecer última) temporada de esa grandiosa serie que es The Borgias, producida por Showtime. Tiempo atrás había visto las dos primeras y ahora que terminó esta tercera, me invadió una sensación de frustración, ya que a la producción no le fue aprobada una cuarta temporada por los altos costos de la serie. ¡Qué mal!Es una lástima, porque la recreación de la turbia historia de esta familia encabezada por el Papa Alejandro Borgia y su hijo César Borgia, además de su sensualísima, incestuosa y deliciosamente perversa hija Lucrecia, más un sinfín de personajes, era un portento de televisión de muy alta calidad. No queda más que resignarse a esperar a que por un milagro se apruebe continuar con esta maravilla dirigida por Neil Jordan.
Gran producción, gran ambientación, enormes actuaciones (con Jeremy Irons a la cabeza del elenco), preciosos decorados y escenarios, para no hablar de un guión impecable y de toda una lección de política (no en balde, uno de sus personajes es el mismísimo Nicolás Maquiavelo). Si con alguna serie se le puede emparentar, a pesar de representar a épocas tan distintas de la historia, es con House of Cards.
Una maravilla que vale la pena ver y volver a ver.
Published on September 10, 2015 20:41
September 9, 2015
Por favor, compláceme
Las leyendas formaron siempre parte sustancial en la historia de los Beatles. De entre ellas, pocas resultan tan musicalmente relevantes como la que existe detrás de Please Please Me (1963), su álbum debut. En cuanto el tema homónimo llegó al número uno de popularidad en Inglaterra, el grupo se metió de inmediato al estudio para grabar su primer disco de larga duración. No hubo tiempo para celebrar el éxito de "Please Please me" -la canción- y tuvieron que ponerse a trabajar sin pérdida de tiempo en los estudios de EMI en Abbey Road. Paradójicamente, si a más de cuarenta años de su aparición el álbum sigue sonando fresco, se debe justo a sus apresurados orígenes. Please Please Me es la síntesis perfecta de las muy diversas influencias tempranas de los integrantes del cuarteto y muestra en ciernes algunas de las inquietudes musicales que con el transcurso de los años se verían cristalizadas en sus trabajos discográficos ulteriores. Por lógica, esas influencias son más claras en el caso de los covers incluidos en el vinil original, ninguno de los cuales refleja una elección convencional y son fiel demostración de los buenos gustos musicales de los cuatro Beatles. Únicamente hay un tema ajeno que había alcanzado tiempo atrás las listas de popularidad (“Baby It's You” de Burt Bacharach, con las Shirelles). El resto del material esta conformado por canciones muy poco conocidas hasta antes de ser grabadas por los de Liverpool: “Chains”, “A Taste of Honey”, “Anna”, “Boys” y “Twist and Shout”. El simple gusto al escoger aquellas versiones y la apasionada manera de interpretarlas habrían hecho de Please Please Me un disco memorable; no obstante, lo que lo convierte en un verdadero clásico es el material original que domina más de la mitad de la obra. La potente pieza abridora, “I Saw Her Standing There”, por ejemplo, es un rocanrol beatlesco fuera de serie, no sólo por su ritmo contagioso, sino por la calidad de sus armonías y la progresión melódica en el puente, algo que no llegó a suceder casi nunca en los temas de homenaje que otros grupos hicieron a Chuck Berry. “Misery” y “There's a Place”, por su parte, son melodías pop que trascienden lo que hicieron los grupos vocales femeninos tipo las ya mencionadas Shirelles. Por otro lado están canciones de ingenua belleza casi naïve, como “Do You Want to Know a Secret” y “PS I Love You”, piezas francamente candorosas que no hacen sino reflejar la inocente visión de aquella época, la de los primeros años sesenta, aún imbuidos de la ideología cincuentera y todavía ajenos a lo que sería la revolución cultural de dos años más tarde. Esa inocencia se refleja abiertamente a lo largo de este primer trabajo discográfico de los Beatles.(Reseña publicada originalmente en el Especial de La Mosca No. 8, primer volumen dedicado a los Beatles, editado en febrero de 2004)
Published on September 09, 2015 12:30
September 8, 2015
Un compositor legendario
¿Quién fue el principal compositor a quien John Lennon quiso conocer durante su primera visita a los Estados Unidos? ¿Quién fue el letrista blanco capaz de hacer gemir a B.B. King al interpretar sus canciones? ¿Quién fue el joven músico judío de Brooklyn a quien Elvis Presley telefoneó desde un estudio de grabación de Memphis, porque no hallaba cómo terminar la letra de una melodía? Las tres preguntas tienen una sola y definitiva respuesta: Doc Pomus.Quizás el nombre de este magnífico y legendario compositor diga muy poco a los actuales aficionados a la música e incluso a los más antiguos amantes del blues, el jazz de Nueva Orleans y el rock. Sin embargo, apuesto doble contra sencillo a que muchos alguna vez han escuchado piezas tan célebres como “This Magic Moment”, “Young Blood”, “Lonely Avenue”, “Little Sister” o “Sweets for My Sweet”, todas ellas composiciones de este autor nacido en 1925, hace noventa años.
Bautizado como Jerome Solon Felder, Pomus adoptó el nombre con el que se le conoce por razones familiares. Hijo de una familia judía tradicionalista, cuya ilusión era verlo convertido en eficaz abogado, Doc se ocultó en el peculiar apelativo para poder cantar sin problemas en clubes en los que –¡horror! – se tocaba música de negros. Y es que desde que a los quince años escuchara la interpretación de Big Joe Turner a “Piney Brown Blues”, quedó de inmediato y para siempre prendado de aquellos sonidos desgarrados, sensuales y melancólicos que lo transformaron por completo.
Doc Pomus escribió, en su larga y fructífera existencia, más de un millar de canciones antes de que el cáncer lo invadiera y lo llevara a la tumba en 1991, después de una larga y dolorosa agonía. Lou Reed grabó un disco tan conmovedor como desgarrador, Magic and Loss (1992), cuyas canciones narran los días de enfermedad de Pomus.
Para entrar a la música de este enorme compositor, recomiendo el Till the Night Is Gone: A Tribute to Doc Pomus (Rhino, 1995), un sentido homenaje de músicos como Bob Dylan, Brian Wilson, Dr. John o el propio Lou Reed, entre otros. Una joya.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
Published on September 08, 2015 18:00
September 7, 2015
La "Vida" de Keith Richards
Terminé de leer las quinientas páginas que constituyen Vida (Global Rhythm, 2010), la autobiografía de Keith Richards, uno de los libros más divertidos, aleccionadores y entrañables que he leído en los años más recientes. No sé si para disfrutarlo como yo lo hice se necesita ser un seguidor de la carrera del guitarrista en particular y de los Rolling Stones en general, pero la narración del paso de este singularísimo personaje por este mundo es tan rica en detalles, en anécdotas, en opiniones, en visiones, en contextos, que la convierten no sólo en un vibrante relato biográfico sino en una panorámica de cerca de setenta años de historia, no sólo musical y rocanrolera, sino incluso política, social y cultural.Contado con un estilo cínico, jocoso, ameno y lleno de apuntes de humor negro, Vida es un libro que envuelve al lector de principio a fin, sin dejarlo escapar de sus páginas. Es una de esas historias, casi novelísticas, que uno quisiera que jamás se terminaran. Para mí que hace poco leí la estupenda biografía de Truman Capote de Gerald Clark y la autobiografía de Pete Townshend ( Who I Am ), leer la de Keith Richards era enfrentarme a las inevitables comparaciones. Tanto el volumen sobre Capote como el del líder de The Who son portentosos, pero el de Richards posee algo más, esa capacidad para volver entrañable todo lo que nos va contando a lo largo de ese medio millar de páginas que jamás llegan a ser abrumadoras o cansadas.
Muchísimas son las anécdotas que nos narra el guitarrista desde su punto de vista y jamás se autocensura para decir lo que piensa de personas tan cercanas a él como sus propios padres o sus compañeros de grupo. Mick Jagger no sale muy bien parado en ocasiones y nos enteramos de su frivolidad y su egolatría, así como descubrimos la estulticia, la soberbia e incluso la estupidez de alguien como Brian Jones. Creo que Charlie Watts es uno de los pocos que salen limpios, impolutos, del libro.
Una de las partes que más me gustó es aquella en la que habla sobre su primer contacto personal con los viejos blueseros del Mississippi, en una de las giras iniciales de los Stones por los Estados Unidos, y cómo los descendientes musicales de Robert Johnson le descubrieron el mundo de posibilidades que abre la afinación abierta en Sol mayor que Richards desconocía hasta ese momento (mediados de los años sesenta). Esto tal vez sólo nos interese a quienes tocamos guitarra, pero a mí también me abrió otro mundo de posibilidades para componer canciones con un sonido distinto.
En cuanto al blues, las cosas que piensa el buen Keith sobre la importancia de la música negra es justo lo que yo llevo mucho tiempo diciendo y me identifico y suscribo por completo cuanto menciona al respecto en su autobiografía.
Más que interesante resulta conocer, por medio del autor, el contexto que rodeó a la grabación de cada uno de los grandes discos del grupo y cómo fueron compuestas algunas de sus canciones,
Mucho espacio dedica a su relación con las drogas y en especial a su adicción a la heroína. Resulta espeluznante todo lo que dice sobre ello, si bien al final y por fortuna logró desprenderse de la misma y lleva ya cerca de treinta años completamente limpio. También vale la pena ver lo que dice acerca de ciertos mitos medio macabros que se han tejido a su alrededor y como los explica o desmiente, como aquel de que se hizo cambiar la sangre toda de su cuerpo.
Muy largo sería hablar de un relato tan minucioso y detallado. Mejor recomiendo que lean el libro y la pasen tan bien como la pasé yo. De verdad. Recomiendo Vida sin la menor duda.
Published on September 07, 2015 16:54
September 6, 2015
¿El rock pasó de moda?
Fotografía de Fernando Aceves.Cuando menos en México, así parece ser. Aunque siga habiendo antros y lugares donde muchos grupos se presentan (venues, les dicen ahora a tales sitios: es la moda); aunque siga habiendo festivales en el Distrito Federal y en algunas ciudades de la mal llamada provincia; aunque continúe la producción de discos (que peligrosamente empiezan a estar fuera de moda), de programas de radio y televisión, de revistas especializadas, aun así, el rock parece haber desaparecido del panorama musical en este país.¿Qué es lo que escuchan las grandes masas de jóvenes hoy día? Desde el pop más bobalicón y almibarado hasta la cumbia más primitiva y chafa, pasando por el reguetón, la onda grupera, la música “de banda”, las baladas cursis y el ska desafinado, millones de adolescentes y no tan adolescentes cultivan un gusto (o un mal gusto, para ser precisos) cada vez más estragado. Hablo de las grandes mayorías, no de las pequeñas comunidades a las que llamamos tribus urbanas y que no sólo escuchan un muy determinado y delimitado tipo de música, sino que tienen sus propias maneras de ataviarse y comportarse. Hipsters, punks, emos, metaleros, rastas, surferos, electrónicos, progresivos, rockabilieros, darquetos, etcétera, se mantienen en una relativa marginalidad y dentro de sus estrechos círculos se piensan poseedores de La Neta (así, en cursivas y con mayúsculas) acerca de lo que es “la verdadera música”.
Sin embargo, la influencia de estos grupitos urbanoides es muy escasa y, fuera de sus guetos, pasa inadvertida. Desde un punto de vista mercadológico, hasta no hace mucho tiempo se les consideraba como nichos, pero quienes siguen manejando a la industria musical en nuestro país (desde las dos o tres grandes casas disqueras que quedan, hasta los monopolizadores de los medios y los espectáculos masivos) están mucho más enfocados en la gran muchedumbre consumidora que en las insignificantes etnias citadinas.
¿Y el rock dónde demonios queda? The answer, my friends, is blowing in the wind (traducción para quienes no hablen inglés: la respuesta, mis compas, está en sepa la chingada dónde). O sea, en serio, ¿hace cuánto que no surge en México un grupo que toque rock-rock y que provoque algún impacto? Hablo de rock sin fusiones promiscuas y perversas. Hablo de rock con todas las de la ley. Hablo de rock sin contaminantes poperos, gruperos, cumbiancheros o bolerísticos. Hablo de rock con esa esencia negra que Keith Richards define en su espléndida y muy recomendable autobiografía (Vida, Ediciones Península, 2010) como algo que se percibe y que no puede definirse en palabras. Esa esencia es la sustancia que dio origen al género y que en México se empezó a disipar desde finales de los años ochenta de la centuria pasada, con la llegada del malhadado e híper comercializado “rock en tu idioma” que jamás fue rock y que no era más que pop disfrazado, una musak (diría John Lennon) que muchos no sólo se tragaron, sino que siguen venerando borreguilmente.
Cuando Víctor Roura dijo, hace ya algunos ayeres, que el rock había muerto, se le crucificó de la manera más despiadada. Se refería a que había muerto como modo espontáneo de expresión de la juventud, al ser absorbido por la industria y creo que tenía razón. Pero se le condenó por su osadía.
Hoy día, en México, yo lo veo si no muerto sí desaparecido. ¿Cuáles son los grupos y solistas que navegan en aguas supuestamente roqueras (porque eso sí, se disfrazan como si fueran roqueros) y se muestran como las grandes estrellas del panorama mexicano? Pues desde Zoé y DLD hasta Carla Morrison y Juan Cirerol o desde Enjambre y Los Románticos de Zacatecas hasta Natalia Lafourcade y Kinky, para mencionar sólo a algunos, ninguno hace rock. Por eso los programan en las estaciones de música pop, al lado de Camila, Thalía, Belinda o Motel.
El rock ha dejado de estar en boga en este país. Ya no es trendy, ya no es hype. ¿Pobrecito del rock o pobrecito del país?
(Publicado este mes en mi columna "Bajo presupuesto" de la revista Marvin)
Published on September 06, 2015 14:38
September 5, 2015
¿Una izquierda sin Peje?
El gobernador de Morelos, Graco Ramírez, convocó en días recientes a la reconformación de la izquierda mexicana y llamó a crear un frente de esa tendencia, pero sin Andrés Manuel López Obrador. ¿Es eso posible? ¿Puede concebirse hoy día a una izquierda nacional sin la presencia de su líder más visible y popular durante los más recientes quince años? Parece difícil, aunque…Si partimos del hecho de que López Obrador en realidad no es un hombre de izquierda, las cosas comienzan a allanarse. Porque desde varios puntos de vista (el ideológico, el de su procedencia, el de sus postulados, el de sus palabras, el de sus actos como líder y como gobernante), el hombre es todo, menos alguien que pertenezca a lo que históricamente conocemos como la izquierda.
Priista de origen (y de clóset), populista por naturaleza, derechista en su visión de aspectos como el aborto o los matrimonios de personas del mismo sexo, conservador, retrógrada (su afán por regresar el reloj de la historia siempre ha sido notorio), caudillista, maniqueo, poco leído, el famoso Peje tiene un proyecto político que se centra en su persona, sólo en su persona y en nada más que su persona. No comparte, no delega, no trabaja en equipo.
Pero la mayor muestra de que no se trata de un hombre de gauche es la manera sistemática como ha minado, dividido, polarizado y pulverizado a la izquierda mexicana desde que tuvo la oportunidad de hacerlo. Quiso adueñarse del PRD y lo hizo durante algún tiempo. Luego, cuando otros le quitaron el poder dentro del partido, decidió irse y formar el suyo propio, a su modo y en el que pudiese hacer y deshacer a su antojo, para buscar su sueño hasta ahora dos veces frustrado: llegar a la presidencia de la república.
Una izquierda mexicana sin Peje, unida y con un proyecto moderno, parece una utopía en estos momentos. Pero si Graco y otros deciden tratar de hacerlo, valdrá la pena el intento. En una de esas lo consiguen y quedan atrás los tiempos del “somos pocos pero sectarios” (Jairo Calixto Albarrán dixit). Aunque los acusen con la cantaleta de formar parte de la mafia en el poder.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).
Published on September 05, 2015 14:57
September 4, 2015
Eels / Souljacker (1998)
Un tipo capaz de componer un tema con un título tan depresivamente ilustrativo como “I Write the B-Sides” merece toda nuestra consideración. Eso es lo que hace E., el líder de Eels, en este que es uno de sus discos menos conocidos pero a la vez, quizás, el más enfermizo y delirante (lo cual ya es decir).Mejor tema: “That’s Not Really Funny”
Published on September 04, 2015 18:32
September 3, 2015
¿Homero Simpson tras bambalinas?
Published on September 03, 2015 14:35
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