Hugo García Michel's Blog, page 212

September 2, 2015

Las muertes del rock

Debe haber sido a mediados de los años noventa de la pasada centuria cuando, en las páginas de El Financiero, cuya sección de cultura dirigía, Víctor Roura escribió que el rock había muerto. Una andanada de críticas, cuestionamientos e imprecaciones le cayó encima. ¿Cómo se atrevía a lanzar semejante anatema? Muchos enemigos se ganó el escritor y periodista a partir de entonces.
  Yo creí entender la idea del buen Roura. No es que afirmara que el rock como género se había extinguido. Más bien la afirmación iba en el sentido de la muerte de la actitud rebelde, desafiante, inconforme, contracultural y hasta subversiva de los rocanroleros, quienes en su mayor parte habían sido absorbidos por una industria que los manipulaba y que había sabido mediatizar el viejo discurso contestatario del rock para transformarlo en un gran negocio. Pienso que por ahí iba lo que Víctor decía.
  A partir de entonces (y antes de ello también), muchas veces se ha hablado de la muerte del género. En varias ocasiones se le ha matado. Simplemente hoy día se afirma lo mismo: que debido a la enorme cantidad de músicas que ha absorbido, la identidad del rock se ha diluido y que en su estado puro no existe más.
  Yo preferiría abordar el asunto desde otro punto de vista. Pongamos el ejemplo del jazz. ¿Ha muerto el jazz? Jamás he escuchado o leído a alguien que afirme tal cosa. El jazz ahí está, ahí sigue, y al igual que el rock, también fusiona cantidad de músicas de todo el orbe. Y todos lo dejan tranquilo.
  Mi idea es que llega el momento en que los géneros musicales dan todo de sí y ya no es posible inventar el hilo negro. La música barroca existió en un determinado periodo y fue reemplazada por la música del clasicismo. Si alguien hoy compone un concierto barroco, sólo estará repitiendo los esquemas de esa música que ya dio todo lo que tenía que dar. Lo mismo pasa con el blues, para poner otro ejemplo. Escríbase un blues y será un blues, sin el mayor problema. ¿Por qué entonces esa insistencia en querer estirar al rock, en querer seguirlo exprimiendo como si fuese una fuente de inagotables novedades.
  Llevo tiempo diciendo que Radiohead fue el último grupo que aportó un sonido más o menos original y que a partir de él (que en sí remite a muchas agrupaciones del pasado) se ha vuelto imposible crear algo realmente original en el género. ¿Es esto malo, se trata de algo negativo? No, en absoluto. Es tan simple como aceptar que el rock dio todo de sí y que los que sigan haciendo esa música estarán repitiendo, con ligeras variantes, lo que ya existe. Con ello, sin embargo, no se decreta su muerte. La música renacentista no está muerta. El ragtime no ha fenecido. El bolero sigue vivo. La música no muere. Es como dice la física sobre la materia: tan sólo se transforma.
  Curioso resulta, no obstante, el caso del rock en México, donde hoy los supuestos roqueros –quienes se visten como roqueros, hablan como roqueros, se comportan como roqueros y tienen “actitudes” de roqueros– no hacen rock. Somos un país en el que la fusión se confunde con la promiscuidad y donde los géneros, lejos de entremezclarse con sabiduría, se adoptan como tales, sin variarlos. No es lo mismo fusionar la música afroantillana con el rock, como supo hacer en su momento Carlos Santana, que disfrazarse de roqueros y salir a tocar guaguancó.
  El caso actual de la cumbia es un claro ejemplo. De pronto, a alguien en la industria se le ocurre la impronta de producir un disco de duetos entre el grupo cumbianchero Los Ángeles Azules y diversos “representantes del rock mexicano”. Para ello, eligen a cantantes que, salvo quizás una o dos excepciones, en realidad no cantan rock. Pero eso es lo de menos, la gente cree que sí lo hacen. De ese modo, se graba el álbum, se realiza una enorme campaña de promoción y difusión, se consigue que Los Ángeles Azules se presenten en el festival Vive Latino y helás!: se logra la “fusión” entre la cumbia y el rock. Así de fácil, así de patético.
  No es que en México haya muerto el rock. Sencillamente se le relegó, se le ocultó debajo del tapete, en algo equivalente a lo sucedido después del festival de Avándaro en 1971. Al parecer ya no es rentable… y a saber si volverá a serlo algún día.

(Texto publicado este mes en la sección de música de la revista Nexos)
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Published on September 02, 2015 20:34

September 1, 2015

Jimi Hendrix en Atlanta

Mucha gente piensa que la ocasión en que Jimi Hendrix tocó ante más gente fue durante el legendario festival de Woodstock, en 1969, ya que dicho acontecimiento congregó a cerca de 450 mil asistentes. Sin embargo, si uno ve la no menos legendaria película Woodstock, dirigida por Michael Wadleigh, se dará cuenta de que cuando a Hendrix le llegó su turno de subir al escenario, la mañana del 18 de agosto de aquel año, lo hizo ante un público ya muy escaso, si acaso conformado por veinte o treinta mil personas y ante toneladas de la basura que dejaron quienes ya se habían ido. Así que lo de la enorme multitud que vio su gran actuación y su interpretación del himno estadounidense no es más que un mito.
  En realidad, el prodigioso guitarrista tuvo su mayor audiencia al año siguiente, la noche del 4 de julio de 1970, al presentarse como estelar en el Atlanta Pop Festival, en Georgia, ante una muchedumbre calculada entre los 300 y 400 mil espectadores.
  Diversas grabaciones aisladas se conocían de ese también mítico concierto, pero es hasta hoy que tenemos la oportunidad de escucharlo completo, gracias a la aparición del álbum doble Freedom: Atlanta Pop Festival (Experience Hendrix, 2015), con dieciséis explosivos temas de un Hendrix en su momento óptimo, acompañado por la mejor formación que pudo tener jamás: Billy Cox en el bajo y Mitch Mitchell en la batería.
  La grabación es estupenda y aunque las canciones no están hiladas y eso hace perder un poco la sensación de encontrarse en el lugar, la calidad de la música hace que nos olvidemos de ello y que podamos disfrutar de asombrosas versiones de temas del repertorio hendrixiano que uno nunca se cansa de escuchar, desde “Purple Haze” y “Voodoo Child” hasta “All Along the Watchtower” y “Hear My Train a Comin’” y desde “Foxey Lady” y “Spanish Castle Magic” hasta “Red House” y “Room Full of Mirrors”, entre otras.
  La de Atlanta fue una presentación histórica. Quién iba a imaginar que apenas dos meses después Jimi Hendrix moriría en Londres, ahogado por su propio vómito, para formar parte del tristemente célebre club de los 27.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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Published on September 01, 2015 16:27

August 31, 2015

Una de "La Mosca Redactora"

La Mosca en la Paredpresenta:
¡El regreso de La Mosca Redactora!
Con el capítulo
Es-pec-tro-plas-maaaaaaa
“Espectroplasma es una experiencia que consiste en la obertura de un vortrex, del cual con descargas biomagneticas se produce el denominado plasma”. La banda está indagando si el plasma viene de entes que habitan el vortrex. Es algo –dicen- totalmente científico. Abajo –dicen- la charlatanería y el pensamiento medieval acerca del otro mundo. Van –dicen- por una nueva concepción de lo paranormal que aun no conocemos.
Espectroplasma es:
Un proyecto tanto de investigación paranormal como musical, son dos vertientes paralelas (¿paralelas o para lelas? Pregunta de La Mosca Redactora, quien desde un principio comienza a sentirse bastante zonza).

Definan sus influencias.
Una influencia casi siempre es otro grupo, para nosotros es un concepto (La Mosca Redactora adopta su mejor pose de seudointelectual y finge haber entendido la anterior idea). En principio nos llama la atención tocar y nos interesan las ondas paranormales, quisimos unir eso. Los instrumentos tratan de explicar el concepto que manejamos (La Mosca Redactora saca su jarana y toca un acorde, con la esperanza de producir un poltergeist). Una influencia directa para nosotros es intuir lo que no podemos ver (por ejemplo el alma, el Espíritu Santo y los buenos sentimientos de Santiago Creel y Roberto Madrazo, sugiere La Mosca Redactora con ánimos de aclarar el punto). Intuir tanto música -la música que no está a nuestro alcance, la que nos imaginamos pero no podemos tocar- como cosas físicas (¿o sea que en lugar de tocar música se la imaginan? ¿Y cómo son sus conciertos? ¿Imaginados?, pregunta La Mosca Redactora francamente hecha bolas).

Definan el género que tocan.
Intro-garage-surf. Nada más (y nada menos, comenta La Mosca Redactora, mientras se revienta unos pasitos de intro-garage-surf disfrazada de bailarina a go-go).

¿Por qué tocan música?
Porque así damos a conocer el resultado de nuestro trabajo. Somos músicos de corazón (¡ooooh!, exclama La Mosca Redactora conmovida). Las rolas son el resultado de nuestras investigaciones (¡aaaah!, exclama La Mosca Redactora admirada), las tocamos en vez de escribir (pero si las tocan de manera imaginaria, ¿no sería mejor que al menos las escribieran pa que quede constancia de algo o así es la onda parapsicológica?, inquiere La Mosca Redactora, ignorante sobre la materia). Es una forma más masiva. Tú puedes poner tu investigación en internet, pero con la música puedes llegar a la gente que sólo viene a escuchar música (¿aunque la escuche imaginariamente?, insiste La Mosca Redactora con instinto fregativo). Es la manera de darnos a conocer.

¿Por qué tocan surf y no otra cosa?
Por su misticismo (“por su misticismo”, repite sonriente La Mosca Redactora, al descubrir la vena humorística de Espectroplasma), al ser instrumental es más misterioso que con letras (y además se evitan el trabajo de escribirlas, sugiere La Mosca Redactora comprensiva). Con su agresividad es más directo. Al escucharlo, te permite imaginar más (ya que de eso se trata, apoya La Mosca Redactora solidaria). Es ideal para transmitir esta onda de fantasmas (¿cuáles fantasmas? Nada habían dicho sobre fantasmas, reclama La Mosca Redactora perfectamente asustada). Con la voz no se podría ser tan claro, con letras no podría ser tan abierta la interpretación (cuestión de interpretación, interpela La Mosca Redactora con cara de Diego Fernández de Cevallos). El surf es digerible. Si tocáramos música clásica no lo sería (que es lo mismo que decir: la leche de soya es digerible, si tomáramos un licuado de mamey con plátano y chocomilk no lo sería, plantea La Mosca Redactora en plan de doctora naturista). El ser humano siempre toca lo que sus percepciones le mandan (guaaaat?! de La Mosca Naturista que reclama la repetición instantánea de tan profunda sentencia). No va más allá (ni menos acá, dice La Mosca Redactora, quien ya empieza a agarrar la onda mística y parapsicológica).

¿Qué quieren lograr como grupo?
Precisamente, como lo marcan las investigaciones que hemos hecho, que la gente que nos escuche sepa que hay más realidades de las que conoce (como por ejemplo, la realidad de lo que sucede por las noches en la cabaña presidencial de Los Pinos). Aspiramos a tener posibilidades de lograr un sonido más propio; no inventar un sonido, pero sí conseguir algo más nuestro. Y ser una banda de culto (¡hombre, esta sí que es una aspiración modesta!, gruñe La Mosca Redactora, envidiosa del talento ajeno).

¿Dónde se ven en diez años?
Tocando en otras dimensiones (allá llegarán si siguen tan pachecos, asegura La Mosca Redactora luego de ver un anuncio de la campaña  “Vive sin drogas”). Emitiendo ondas sonoras. Esperamos encontrar más formas de transmitir lo que queremos dar a entender. Queremos que la gente sepa que existen más de tres dimensiones, que nos escuchen y piensen al mismo tiempo en eso (¡preeeexta!, exclama La Mosca Redactora luego de renunciar a “Vive sin drogas”). Ojalá se dé la oportunidad y puedan conectarse con lo que estamos tocando y haciendo. Que la gente pueda conocer su lado inconsciente pero de manera consciente (¡eso se llama dialéctica, culmina La Mosca Redactora en pleno éxtasis paranormal, alucinógeno y hegeliano).

Entrevistó: Karina Almaraz. Comentarios: La Mosca Redactora (o sea, yo). Ilustración: José Quintero. Publicado originalmente en el No. 93 de La Mosca en la Pared, mayo de 2005)
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Published on August 31, 2015 12:08

August 30, 2015

Santa Carla Morrison del divino verbo

Ilustración: Ricardo Sandoval.¿Qué fue primero, la gallina, el huevo o la divina garza envuelta en huevo? Dicen que en tierra de ciegos, el tuerto es rey. Todo lo anterior puede aplicarse quizás al momento ¿afortunado, infortunado? en que apareció Carla Morrison, con su vocecita de agudo trino y escasa potencia, para cantarnos -al más puro estilo de Nicolás Maduro cuando cree ver a Hugo Chávez paradito en el pretil de su ventana- sobre el pajarito del amor.
  El rock en México nunca ha vivido una época de oro. Todo lo contrario: en más de medio siglo de existencia no logra salir de su mediocridad y su infantilismo (claro, con esas honrosas excepciones que no hacen sino confirmar la regla). Sin embargo, en etapas anteriores pasó por momentos menos malos, menos lamentables que el actual y es justo en estos patéticos momentos que arriba Carlita Morrison con sus lloriqueos insufribles para irrumpir como la superestrella que nadie esperaba, nadie deseaba y que, sin embargo, logra encumbrarse en forma inopinada y sorpresiva, para convertirse, de la noche a la mañana, en una rockstar que no canta rock (peor aun que “la reina del rock”, Alejandra Guzmán, quien tampoco canta rock pero al menos actúa como si lo hiciera y hasta se junta a hacer el ridículo con Moderatto).
  Uno no logra explicarse de dónde salieron de pronto esas “grandes” figuras del rockcito que se pergeña en México y que con su gran peso específico no hacen sino hundirlo más. ¿De qué extraño y tétrico laboratorio salieron Juan Cirerol, Enjambre, los Románticos de Zacatecas, los Daniels o la propia Morrison?
  Pero centrémonos en la rotunda cantante bajacaliforniana. ¿Qué hay con su música? Aunque se vista como pata, camine como pata, se contonee como pata y grazne como pata, doña Carla no es una pata. Pero se hace pata para colarse en un medio que, por la naturaleza de sus composiciones y su estilo, no le corresponde: el del rock. ¡Claro, son otros tiempos y hoy lo que rifa es el eclecticismo y el crossover! Si los Ángeles Azules y el Sonido Orangután (o como se llame) se pueden presentar en el Vive Latino, ¿por qué Carla Morrison no y hasta acompañada -¡a wilbur!- por un mariachi? ¡Seamos abiertos! El rock ya nada significa. ¿Las raíces negras del género? ¡Ja ja! ¡Esas son antiguallas de viejitos gagás! No: traigamos a la cumbia que es parte de nuestras más profundas raíces como pueblo (sí, ya sé que no somos colombianos, pero ¿quién se fija en nimiedades?) o recurramos a los sones mariacheros pues, finalmente, la propia Morrison (¡Dios y con ese apellido! ¿Qué dirían el buen Jim y el buen Van?) ha declarado que de chica no escuchaba rock sino música ranchera mexicana y que eso es lo que la alimentó artísticamente (es un decir) en sus primeros años.
  Representante central del rockcito ñoño (ese de cancioncitas bobaliconas cantadas con voces de niñas bembas), al lado de Natalia Lafourcade y Ximena Sariñana, Carla Morrison tiene a la monotonía estilística de un lado y a la hueva existencial del otro. Ese sonsonete cursi y zonzo que aparece en una canción sí y en otra también de su repertorio es su sello de fábrica y lo que, de modo más que inexplicable, la ha hecho no sólo colarse hasta adentro de una industria musical que vive su peor momento, sino ser incluso nominada a los Grammys latinos (no muy prestigiados, por cierto) y recibir todas las alabanzas de nuestro glorioso periodismo de espectáculos y hasta de una que otra revista “de rock”.
  En México hay y ha habido grandes cantantes femeninas del género. Ahí están Rita Guerrero y Nina Galindo, Cecilia Toussaint y Mayita Campos, Baby Bátiz y Leticia Servín, Maru Enríquez y Laura Koestinger, Iris Bringas y Eli Guerra (y hasta Julieta Venegas en sus dos o tres primeros discos). Eso para no hablar de una Yekina Pavón, una Margie Bermejo, una Betsie Pecanins, una Magos Herrera, una Verónica Ituarte o una Iraida Noriega. Voces aguerridas, poderosas, expresivas, sofisticadas, autenticas, desgarradas, sin ñoñerías. Pero ahora vienen a decirnos que la mejor de todas es Carla Morrison, con sus bofas ínfulas de diva artificial. ¡Que el alma de Janis Joplin nos coja confesados!

(Texto publicado en la sección "Vacas sagradas" de la revista Mosca No. 9, de julio de 2014, bajo el seudónimo colectivo de Goyo Cárdenas Jr.)
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Published on August 30, 2015 17:11

August 29, 2015

¡A por Trump y Van Gaal!

Mexicanos y mexicanas: la Patria ha sido agraviada. El honor nacional se ha visto mancillado. Dos fantasmas recorren el mundo: los fantasmas de Donald Trump y Louis van Gaal, ingrato par de antimexicanos –el uno confeso, el otro solapado– que desde sus respectivas posiciones dan rienda suelta a su odio contra nuestra nación.
  Uno es estadounidense, el otro holandés. Ambos son unos higadazos de cepa. El de los Países Bajos no encuentra la manera de humillar, un día sí y otro también, a una de las máximas glorias nacionales de la actualidad: el “Chicharito” Hernández. Quizá llevado por la iracundia que le produjo la manera como la selección mexicana estuvo a punto de eliminar a la selección holandesa que dirigió en el pasado Mundial de Brasil y la forma como ésta ganó gracias a la descarada ayuda arbitral (¡porque no era penal!), el rencoroso Van Gaal la agarró contra nuestro “Chícharo” en cuanto tomó las riendas del Manchester United y decidió condenarlo al ostracismo y humillarlo cada vez que tiene oportunidad. ¡Vamos a por él!
  sensishito y carismático Jorge Ramos. Con ello, Trump ha rebasado todo límite y no lo podemos aguantar más. ¡A por él, también!
En cuanto al hombre del peluquín amarillo-naranja, el pedante y soberbio Donald Trump, no contento con sus dichos y malas intenciones contra los mexicanos que viven en los Estados Unidos, a quienes quiere echar a patadas de territorio gringo, se atrevió a expulsar de una conferencia de prensa a ese intachable representante del periodismo nacional que es el siempre
  Tenemos una oportunidad única para lograr la unidad nacional, hoy tan lastimada por el divisionismo interno. Todas las fuerzas políticas y sociales –gobierno, legisladores, jueces, partidos políticos y organizaciones de cualquier tendencia– deben olvidar rencillas y formar un solo frente para condenar a esos dos masiosares y desagraviar a nuestra suave, impecable y diamantina Patria (nótese la referencia culta a López Velarde). PRI, PAN, PRD, Morena, incluso los Verdes: todos juntos y tomados del brazo y por la calle, a manifestar el descontento contra semejante par.
  ¡A por ellos, mexicanos!

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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Published on August 29, 2015 13:39

August 28, 2015

Jim White / No Such Place (2001)

Jim White es un artista más que singular. Definido como un cantante de country folk gótico, el estadounidense crea una música etérea y misteriosa, absolutamente fascinante e hipnótica. No Such Place es su segundo disco, una obra asombrosa por su finura y sensibilidad.

Mejor tema: “Hey! You Going My Way???”

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Published on August 28, 2015 18:20

August 27, 2015

Entrada 3000

Con esta, llegó a las tres mil entradas ininterrumpidas en este blog, desde que lo inicié, el 12 de junio de 2007. Son ocho años, dos meses y dos semanas de escribir en este El rojo y el negro sin fallar un solo día. Voy por las que siguen.
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Published on August 27, 2015 18:49

August 26, 2015

El primer disco de Led Zeppelin

Un álbum debut apabullante. Mejor conocido como Led Zeppelin I (Atlantic, 1969), este disco puso de golpe al grupo en las ligas mayores del rock, gracias a su sonido contundente que retomaba muchas cosas de la última etapa de los Yardbirds (en la que Jimmy Page había sido protagonista principalísimo) y las fundía con un blues electrificado tocado a la máxima potencia, como sólo tal vez The Jimi Hendrix Experience, Cream o el Jeff Beck Group lo podían tocar, pero con un añadido extra: la voz de Robert Plant, capaz de alcanzar notas a las que sólo mujeres como Janis Joplin habían sido capaces de llegar.
  Con riffs memorables, solos espectaculares y una sección rítmica poderosísima, los nueve temas que conforman esta obra (seis originales y tres covers) sentaron las bases no sólo de lo que sería esta banda durante los años siguientes, sino de lo que sería el rock pesado de ahí en adelante. Desde la inicial y hasta pop roquera “Good Times Bad Times”, el escucha sabe que está frente a algo nuevo y diferente, cosa que reconfirma con la bellísima “Babe I’m Gonna Leave You”, tema folk tradicional al cual el Zeppelin revistió de electricidad pero con una base de guitarras acústicas, haciendo de ella un antecedente de clásicos como “That’s the Way” y “Stairway to Heaven”, así como de multitud de canciones “tranquilas” por parte de cientos de grupos metaleros. “You Shook Me” y “I Can’t Quit You babe” son un par de blueses de Willie Dixon arreglados de manera incendiaria por Page (el diálogo entre la guitarra de éste y la voz de Plant en la parte final de “You Shook Me” es ya legendario), mientras la explosiva y casi punketa “Communication Breakdown”, la semiacústica “Your Time Is Gonna Come”, la instrumental y de influencias celtas e hindúes “Black Mountain Side” y la contagiosa “How Many More Times” son composiciones originales, al igual que la enigmática y extraordinaria “Dazed and Confused”, escrita por Page desde que era un Yardbird. Un disco monumental que apenas anunciaba lo que estaba por venir.

(Publicado originalmente en la discografía del No. 6 de los Especiales de La Mosca, diciembre de 2003)
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Published on August 26, 2015 14:04

August 25, 2015

“El Sargento Pimienta es basura”

Gran escándalo han causado las declaraciones de Keith Richards, alma y sustancia de los Rolling Stones, al afirmar recientemente, en la revista Esquire, que el álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de los Beatles es una basura: “Muchos piensan que es un disco genial; para mí, es un revoltijo de basura” (o de “tonterías”; la palabra que usó, rubbish, puede interpretarse también de esa manera).
  A primera vista, lo que dijo Richards podría parecer una provocación o una manera de llamar la atención en vísperas de que aparezca su primer álbum como solista en 23 años. No obstante, si uno conoce la vida de este gran guitarrista y trata de dar un contexto a tan estridente declaración, puede ser que la misma tenga algunas razones que deban ser tomadas en cuenta.
  Richards no sólo criticó al Sgt. Pepper, también calificó como basura (o tontería) al disco Their Satanic Majesties Request de los Rolling Stones, aparecidos ambos en 1967, casi al mismo tiempo y con grandes similitudes entre ellos. Después de leer la extraordinaria y divertidísima autobiografía Life, del propio Keith Richards, uno puede comprender de mejor manera lo que el hombre quiere decir al referirse a esos dos álbumes como basura (o como un amasijo de tonterías). A lo largo del libro, el autor proclama su amor por las raíces del rock, en especial por la música negra (el blues, el rhythm n’ blues, el soul) y la música country. Lo que creo que cuestiona, sobre todo, es la ausencia de toda raíz y por tanto la insustancialidad de ambos álbumes, su hueca grandilocuencia, su afán por sorprender a los incautos, ese querer abarcarlo todo de una manera no muy auténtica.
  En lo personal y pese a la enorme admiración que le tengo a Keith Richards, no comparto su opinión sobre el Sargento Pimienta de los Beatles, el cual me parece una obra fundamental en la historia del rock. Sin embargo, lo entiendo y lo respeto. Habrá que escuchar en septiembre su nuevo álbum solista, Crosseyed Heart. Parece que es bastante bueno y que nada de rubbish hay en el mismo.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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Published on August 25, 2015 17:07

August 24, 2015

Redes de hoy estilo cincuenta

Buena y muy divertida imagen esta de cómo se hubiera anunciado a las redes sociales si hubieran surgido en la década de los cincuenta del siglo pasado.
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Published on August 24, 2015 15:07

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