Hugo García Michel's Blog, page 207

October 21, 2015

Mi propio "Volver al futuro"

Reviso mis muchos cuadernos en los que en diversas épocas he escrito mi diario, para encontrar que en 1985 no lo escribía. Por tanto, no sé qué demonios hice el lunes 21 de octubre de ese año. Sólo sé que yo tenía treinta años, que estaba casado, que vivía en Tlalpan con mi entonces esposa Rosa Olivia y que nuestro hijo Alain estaba a menos de un mes de cumplir los tres años de edad y aún faltabas unos siete meses para que encargáramos a Jan. Trabajaba como reportero para la revista Técnica Pesquera y escribía guiones de historieta para Editorial Vid. Es lo que recuerdo de ese día.
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Published on October 21, 2015 19:23

October 20, 2015

El síndrome de Bono

El que músicos y cantantes de diversos géneros se adhieran a alguna causa política o social nada tiene de novedoso. Pete Seeger apoyaba la lucha de los granjeros pobres de los Estados Unidos y muchos fueron los intérpretes de música soul que pelearon por los derechos civiles de los negros en la década de los sesenta. John Lennon fue un crítico tan acérrimo de la guerra que el FBI lo mantenía bajo vigilancia. Más tarde vendría Bob Geldof con su Live Aid y, de dos décadas para acá, Bono, el vocalista de U2, es una especie de emblema del músico políticamente correcto que pelea por “las buenas causas”.
  Qué tanto de sinceridad y de hipocresía hay en cada uno de los personajes de la música que adoptan distintas causas es cosa que sólo ellos saben. Neil Young parece auténtico en su feroz combate contra Monsanto, la empresa alimentaria que trabaja con alimentos transgénicos. Bono y Geldof también parecen auténticos en sus diversas iniciativas misioneras, aunque de pronto haya quienes las pongan en duda.
  En México, Maná lleva años con su discurso ecologista que usted puede creer o no y desde el surgimiento del EZLN, en 1994, varios grupos de eso que se sigue llamando el rock mexicano se volvieron súbitamente politizados (lo que en buen cristiano significa que se volvieron repetidores de consignas políticas en sus presentaciones públicas). Algunos eran sinceros y congruentes (¿cómo dudar de la militancia de una Rita Guerrero?), pero la mayoría buscaba los beneficios publicitarios, económicos y de difusión que otorgan la corrección política y el disfraz de progresista. Esto se ha mantenido hasta hoy y sólo los nombres de las causas han cambiado: “fraude electoral”, “Si no votas, cállate”,  “#Yosoy132”, “Ayotzinapa”, entre otras. Sé de dos o tres músicos nacionales que mantenían una actitud sanamente crítica y distante frente a ello y que de pronto y de la manera más oportunista, hoy se ostentan como “compas” y “ayotzis”. Eso sí: les va bien en sus tocadas con el sector progre y no les falta chamba.
  Es el síndrome de Bono, muy bien aprovechado en este México que a muchos les duele…, aunque no en el bolsillo.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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Published on October 20, 2015 20:00

October 19, 2015

Gran hotel

Terminé de ver los sesenta y seis capítulos que conforman las tres temporadas de la serie española Gran hotel, una emisión de época, con dosis de crimen, suspenso, intriga, ambición, afán de poder, manipulación, engaño, mentira, bajas pasiones, celos, pasión, sexo, amor... y humor. Situada en los inicios del siglo veinte y emparentada si no es que inspirada en la esplendorosa seria de la BBC inglesa Downton Abbey, Gran Hotel es la mar de entretenida, con una serie de personajes que van de lo sublime a lo caricaturesco.
  A diferencia del mencionado programa británico, aquí la línea argumental se centra más en lo policiaco, en la investigación de varios asesinatos que se van dando a lo largo de las tres temporadas y que deben resolver el entrañable detective Ayala y su ayudante, el tontísimo Hernando, con la ayuda a veces indeseada de la pareja protagonista: Julio, un empleado del hotel, y Alicia, la guapa hija de la siniestra y despiadada dueña del hotel, doña Teresa Aldecoa, viuda de Alarcón, más la inteligente amiga de Alicia: Maite, interpretada por la preciosa Megan Montaner.
  Hay un sinfín de personajes muy bien logrados, varios villanos (unos permanentes, además de doña Teresa, como el terrible Diego Murguía; otros momentáneos) y varios situados del lado de "los buenos", aunque sin caer jamás en el maniqueísmo. Es el caso de Andrés y su madre, doña Ángela. El primero, un tímido e inseguro empleado y la segunda, la gobernanta del hotel (algo así como la severa y tirana cabeza de la servidumbre).
  Gran hotel fue un exitazo en España y aquí se puede ver en Netflix. Aunque su humor es fino, de pronto llega a lel absurdo y hay dos o tres situaciones que se resuelven quizá con demasiada facilidad. Pero en general se respeta el tono oscuro, violento e irónico del programa. Lo recomiendo como un eficaz entretenimiento en el que, al final, uno termina encariñado con los entrañables personajes.
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Published on October 19, 2015 20:30

October 18, 2015

Elotitos transgénicos

Seria y formal denuncia contra la maldita industria transgénica y transnacional por sus atentados contra el mexicanísimo maíz.

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Published on October 18, 2015 18:55

October 17, 2015

Let It Bleed (1969 )

Si bien Brian Jones participó en dos cortes de este disco, la verdad es que puede considerarse como una obra posterior al malogrado músico. De hecho, Jones murió varios meses antes de que Let It Bleed (la respuesta irónica del grupo al Let It Be beatle) apareciera en el mercado.
  Haciendo a un lado este dato fúnebre, estamos ante un trabajo fuera de serie, el segundo de la enorme tetralogía stone de 1968-1973. Con su nuevo guitarrista, el joven y talentoso Mick Taylor de extracción Bluesbreakers, los Stones llevaron más lejos la propuesta bluesera-roquera-country planteada en Beggars Banquet (1968) y lograron hacer un plato verdaderamente lleno de exquisiteces.
  Desde el primer corte, con esa explosión que es la contundente “Gimmie Shelter”, resulta claro que estamos en presencia de algo grande. Se trata de un tema lleno de fuerza apocalíptica, gracias a las poderosas (¿ominosas?) guitarras, la ambigua letra catastrofista y, muy especialmente, por la escalofriante voz de la cantante Merry Clayton, quien alcanza registros sobrehumanos. Otra cumbre del disco es “Midnight Rambler”, esa inquietante saga de un asesino en serie (el estrangulador de Boston, al parecer) que en constante crescendo alcanza una intensidad inspospechada. “Live with Me”, por otro lado, es un tema trascendente por varios motivos, muy especialmente por ser la primera pieza que Mick Taylor grabó con los Stones, luego de la partida de Brian Jones, y por ser asimismo la primera ocasión en que el quinteto empleaba al saxofonista Bobby Keys, quien los acompañaría en varias aventuras musicales más. Los pianos, por su parte, fueron tocados por Nicky Hopkins y Leon Russell, en tanto que la característica y potente introducción del bajo es obra de Keith Richards. Por su parte, “You Can’t Always Get What You Want” se convirtió en todo un  himno generacional, gracias a su estructura ascendente y a la intervención del Coro Bach de Londres.
  Otros grandes temas del disco son “Love in Vain” de Robert Johnson, la hermosa “You Got the Silver” (cantada inusualmente por Richards) y la homónima y singular “Let It Bleed”. Un gran trabajo.

(Reseña que escribí originalmente para el Especial de La Mosca en la Pared dedicado a los Rolling Stones, publicado en mayo de 2004).
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Published on October 17, 2015 22:57

San Peje I

Hasta donde sé, Andrés Manuel López Obrador no es católico. Cierto que cuando fue jefe de gobierno del DF se llevaba de a cuartos con la alta jerarquía eclesiástica; pero de ahí a practicar la fe católica, pues como que no ha sido lo suyo.
  Recuerdo que en 2006 le declaró a Joaquín López Dóriga: “Soy fundamentalmente cristiano, porque me apasiona, me gustan la vida y la obra de Jesús, quien fue perseguido en su tiempo, espiado por los poderosos de su época y lo crucificaron”, pero eso lo dijo para que leyéramos entre líneas que se comparaba nada menos que con Jesucristo (“perseguido en su tiempo”, “espiado por la mafia del poder…, perdón, digo…, por los poderosos de su época”, etcétera). Sin embargo, a Cristo lo siguen no sólo los miembros del catolicismo, sino protestantes, anglicanos, mormones, testigos de Jehová y demás grupos o sectas (de hecho, se dice que AMLO pertenece a una de ellas y que de ahí provienen varias de sus ideas más reaccionarias, como su rechazo a los matrimonios entre personas del mismo sexo o su posición ante el aborto).
  En fin, el caso es que no dejó de sorprender, a justos y pecadores, la inaudita presencia de don Peje en el Vaticano, donde además se sacó una selfie con unas muchachonas a su lado y la Basílica de San Pedro como fondo. No sólo eso: cual humilde peregrino, acudió a la asamblea general cotidiana del Santo Padre (como le dicen los católicos) y se acercó a éste para entregarle una carta y una medalla… y tomarse otra selfie –bueno, en sentido estricto no era selfie, pero sí una foto de su saludo al Papa Francisco que raudo y veloz subió a su Facebook (no al del Papa, sino al suyo propio).
  Por supuesto ya hay malosos que aseguran que se trata de un acto más dentro de su imparable y eterna campaña electoral y que con su ida al Vaticano (y no a la Vaticueva, como dijo algún sacrílego) busca congraciarse con el amplísimo sector católico de México, en vista a los comicios presidenciales de 2018. Pero yo no lo creo capaz de eso (¿usted sí, suspicaz lector?) y hasta propondría rebautizarlo como San Peje I. Estaría chairo…, perdón, digo.., chido.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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Published on October 17, 2015 16:21

October 16, 2015

Joe Jackson / Beat Crazy (1980)

No es el mejor disco de Jackson, pero no deja de ser una maravilla. Mezcla de punk, reggae, ska (ska de a de veras, por supuesto), rocksteady, new wave y pop, Beat Crazy está lleno de vitalidad y energía de principio a fin. Un disco que Maldita Vecindad y Café Tacuba tuvieron que escuchar (y si no, deberían hacerlo).

Mejor tema: “Pretty Boys”



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Published on October 16, 2015 17:11

October 15, 2015

Los sacrosantos años sesenta

Estamos acostumbrados, persuadidos, seguros, convencidos, incluso diría que adocenados, en la idea absoluta de que la de los sesenta fue una década de oro, no sólo para el rock sino para la música occidental y la cultura universal. El decenio más importante del siglo veinte. La etapa en la cual florecieron la creatividad artística, la libertad personal, la liberación sexual, la apertura sociopolítica. El periodo en que la conciencia humana se expandió como nunca antes y como jamás después.
  Todo ello se da por sentado y nadie lo discute… o casi nadie. Porque, ¿realmente fue tan idílica esa década de ocho años que va de 1962 (con la aparición del primer disco de los Beatles) a 1970 (con la aparición del primer álbum solista de John Lennon, mismo que incluía la canción “God” y en ella la sentencia “the dream is over”, es decir, “el sueño ha terminado”)?
  A principios de los sesenta, el mundo venía de dos décadas terribles: la de la Segunda Guerra Mundial, con toda su cauda de destrucción y muerte, y la de la posguerra, con todo su bagaje de miedo y paranoia. Los jóvenes que en 1961 tenían quince o dieciséis años muy pronto se cansaron de vivir en medio del conservadurismo medroso, de las restricciones cotidianas, de la represión familiar, del temor a lo desconocido, de la desconfianza hacia un prójimo que no era tan prójimo. Si en los cincuenta surgió la figura del rebelde sin causa (ejemplificado cinematográficamente por James Dean, por Marlon Brando, por Sal Mineo), en el siguiente decenio aparecería la del rebelde con causa, el que se sublevaría contra la comodina hipocresía clasemediera, contra la falsa y ambivalente moralidad, contra ese constante vivir en el odio racial, en la prohibición erótica, en la adoración del consumismo más vacuo y frustrante. Los sesenta fueron un campo de cultivo perfecto para que floreciera esa rebeldía por tres lustros contenida y que estalló con la misma furia con que la juventud se opuso a la guerra de Vietnam, ese conflicto sangriento creado por el corrompido gobierno estadounidense para salvar intereses económicos inconfesables y del cual saldría humillado y derrotado.
  La explosión de los sesenta lo cubrió todo. Surgieron los hippies, los pacifistas, los ecologistas, los izquierdistas radicales (de los yippies a los Panteras Negras), los nuevos filósofos, los nuevos periodistas, el llamado Verano del Amor con la ciudad de San Francisco como su Meca. La revolución cubana era vista como un faro que alumbraba hacia el porvenir y la figura del Che Guevara adquiría un aura romántica que con el tiempo se revelaría más mítica que realista.
  En cuanto a la música… ¡La música! Nunca como entonces surgieron creadores e intérpretes como los de esa década: los Beatles, los Rolling Stones, los Byrds, Frank Zappa, los Kinks, The Who, los Doors, Jefferson Airplane, Jimi Hendrix, The Grateful Dead, Traffic, Procol Harum, Janis Joplin, Santana y un largo, larguísimo etcétera. Era el nuevo Renacimiento, así, con inicial mayúscula. El renacimiento psicodélico, cuando las drogas parecían un vehículo de creatividad ilimitada y un medio para abrir las puertas de la percepción. Sin embargo…
  Resulta fácil contemplar a los sesenta como una era de paz, amor, armonía, hermandad, buena música y drogas recreativas. No obstante, fue al mismo tiempo una época que engendró a sus propios demonios. Sobre todo en los Estados Unidos, las diferencias raciales permanecieron incólumes. El hippismo fue un movimiento esencialmente blanco, al que muy pocos negros, hispanos o gente de otras razas se integró. El paraíso del peace and love resultó a final de cuentas un coto muy cerrado y en ese sentido el racismo no desapareció del mismo. Tampoco la violencia fue desterrada de entre los jóvenes primermundistas. El surgimiento de grupos como los ya mencionados yippies (blancos extremistas de corte anarquista) y Panteras Negras (un grupo negro que pregonaba la lucha a muerte contra el opresor blanco) fue complementado con la aparición de bandas protofascistas como los Hell Angels (sus integrantes asesinaron a un espectador de raza negra durante el malhadado festival de Altamont, California, en 1969) o “familias” demenciales como la de Charles Manson (misma que llevó a cabo una serie de sanguinarios asesinatos rituales en ese mismo 1969). Todo ello para no hablar de la locura a la cual condujo el consumo indiscriminado de drogas y que terminó por llevarse de este mundo a miles de jóvenes e incluso a algunos de los músicos más talentosos de esa década, como Jimi Hendrix, Jim Morrison, Janis Joplin y Brian Jones, entre otros.
  Los sesenta no fueron años tan luminosos como hemos querido creer. Las grandes obras discográficas, los multitudinarios festivales de rock, la liberación sexual, la alucinante psicodelia, no fueron elementos suficientes para hacer desaparecer las sombras del odio racista, del rencor clasista, de los excesos mortales. En el mundo hubo guerras, hubo revoluciones que más adelante terminaron en tiranías (desde la de Fidel Castro en Cuba hasta la de Pol Pot en Cambodia), la pobreza se incrementó, la carrera armamentista no se detuvo, las represiones gubernamentales acabaron con movimientos como los estudiantiles en París y México, la Guerra Fría permaneció como una amenaza y la Unión Soviética aplastó a ese intento de libertad que quiso nacer en sus dominios y que se conoció como La Primavera de Praga. De lo mucho que se sembró a lo largo de ese decenio, muy poco floreció en realidad.
  Los sesenta: un lapso sin duda importantísimo, pero nunca una década dorada.

(Texto que publiqué en 2008 en la sección "Vacas sagradas" de La Mosca en la Pared, bajo el seudónimo colectivo de Goyo Cárdenas Jr.)
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Published on October 15, 2015 17:13

October 14, 2015

Una estampa nostálgica

Esta es la estación del tren de Tlalpan que estaba situada en la esquina de la calle Madero (que baja del centro del pueblo) y la avenida San Fernando (que une a Calzada de Tlalpan con Insurgentes Sur). Así se veía cuando yo era chico y tomaba el tranvía para irme al colegio Espíritu de México, en 1965 y 1966. Nostalgia pura y grata.
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Published on October 14, 2015 19:33

October 13, 2015

¿Quién teme a Diane Coffee?

De pronto uno se mete a explorar en internet, en busca de música nueva e interesante, y puede toparse con sorpresas más que agradables. Por ejemplo, Diane Coffee.
  Diane Coffee no es el nombre de una mujer sino del proyecto personal de Shaun Fleming, baterista del peculiar grupo angelino Foxygen, quien en 2013 ya había grabado un primer álbum muy interesante: My Friend Fish. Se trataba de una obra más bien austera, varios de cuyos cortes fueron grabados con un teléfono celular. En cambio, Everybody’s a Good Dog (Western Vinil Records, 2015) es todo lo contrario: una obra suntuosa, exultante, grandilocuente, ambiciosa, extravagante, deliciosamente pretenciosa.
  ¿A cuál género pertenece este disco? A muchos y a ninguno en particular. Hay aquí desde pop sesentero y psicodelia hasta música soul, funk, reggae y una deuda muy grande con el glam de los setenta. Por tanto, puede rastrearse la huella de múltiples influencias concretas: David Bowie, T. Rex, el sonido Motown, The Association, Smokie Robinson, pero también los Flaming Lips, Of Montreal, The Polyphonic Spree, Ariel Pink’s Haunted Graffiti y el propio Foxygen.
  Everybody’s a Good Dog (qué buen y ambivalente título) es un trabajo variadísimo en el que participan muchos músicos invitados. Las canciones varían entre sí en sonido, estilo e instrumentaciones. Los arreglos son extraordinarios y la producción impecable. Si existe una unidad, un hilo conductor, este se encuentra en las cualidades como compositor del propio Fleming, quien además posee un rango vocal que va de un timbre casi femenino a la voz de un crooner y de los alcances de un cantante de rock setentero a, como dice el reseñista estadounidense Tim Sendra, los cantos de un marinero borracho.
  Difícil resulta destacar alguna de las once canciones que conforman el álbum, pero si hay que hacerlo, yo mencionaría “Spring Breathes”, “Mayflower”, “Down with the Current”, “Duet”, “Not That Easy”, “I Dig You” y “Too Much Space Man”.
  Un estupendo disco, un gran descubrimiento que no dudo en recomendar con entusiasmo.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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Published on October 13, 2015 19:46

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