Hugo García Michel's Blog, page 204
November 21, 2015
Francia y todos nosotros
“¿Por qué se conduelen de Francia y no de Líbano y de Nigeria donde también hubo atentados terroristas?”. El reclamo parecería justo, pero hay una lógica en la mayor identificación con los franceses de parte del mundo occidental, por razones históricas, sociales y culturales, pero sobre todo por lo que Francia representa como símbolo de la libertad, la igualdad y la fraternidad, tres conceptos absolutamente odiados por los yihadistas del Estado Islámico. Golpear a Francia es golpear a Occidente y aunque a muchos mexicanos progres y ultranacionalistas no les agrade, pertenecemos a la cultura occidental y compartimos sus valores desde hace más de dos siglos.
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Muchos están subiendo videos y fotografías en las redes sociales sobre supuestos bombardeos de Francia en contra de la población civil en Siria, sin ponerse a averiguar si se trata de imágenes actuales o de hace mucho tiempo y sin comprobar si dichas imágenes son de bombardeos de la aviación gala y si realmente sucedieron en Siria o en otra parte del Medio Oriente. Si se informaran un poco, sabrían que Francia está atacando básicamente al principal bastión del Estado Islámico, en la ciudad ocupada de Raqqa, y que las bombas están dirigidas contra campamentos de yihadistas y no contra la población civil. Torcer la información para “poner en evidencia” al ejército francés es perverso y es hacerle el juego al mayor enemigo de la humanidad en estos momentos, es decir Isis, el llamado Estado Islámico, para el que, por cierto, todos los mexicanos (y eso incluye a progres y ultranacionalistas) también somos “infieles” y víctimas propicias de su locura.
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Aclaremos el punto: la ley del Islam que proclama que no hay más Dios que Alá y que Mahoma es su profeta, con la cual los terroristas del Estado Islámico justifican sus crímenes, se llama la Sharia, pero no tiene que ver con los sharios, digo, con los chairos (al menos no desde un punto de vista etimológico). Para que luego no haya confusiones engorrosas.
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Hoy La Marsellesa tiene que ser el himno internacional, el himno de todos nosotros.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
Published on November 21, 2015 20:00
November 20, 2015
J.J. Cale / Trobadour (1976)
J.J. Cale es uno de los padres y maestros guitarrísticos de Eric Clapton y padre absoluto de Mark Knopfler. El autor de “After Midnight” y “Cocaine” es también uno de los instrumentistas más finos que se pueda encontrar en el panorama del rock y sobre todo del blues rock. Sin Cale, la existencia de los Dire Straits sería inconcebible.Mejor tema: “Hold On”
Published on November 20, 2015 15:00
November 19, 2015
John Kay: un lobo estepario
Tener menos de un año de edad, padecer severos problemas visuales y haber nacido en territorio alemán en vísperas de la derrota nazi por parte de los aliados no debe haber sido cosa fácil. Peor aún si ante el avance arrollador de las tropas soviéticas, tu madre te toma en brazos y escapa hacia Occidente, para correr múltiples peligros y encontrar al fin refugio en la zona de Berlín ocupada por el ejército británico. Sólo entonces llegará cierta calma, una calma que durará trece largos años.Así fue la infancia de Joachim Fritz Krauledat, a quien la posteridad conocería como John Kay y como el gran líder de una agrupación legendaria del rock sesentero: Steppenwolf. Este joven alemán empezó a empaparse de las canciones que escuchaban los soldados en la radio del ejército del Reino Unido y en 1958, cuando emigró a Canadá, ya tenía un gran bagaje musical que se incrementó en Ontario, donde en 1965 formó el grupo The Sparrows.
Kay padecía de acromatopsia, una enfermedad de los ojos que le impedía distinguir los colores y lo obligaba a utilizar anteojos oscuros. Aún así, se convirtió en cantante y frontman de su banda, la cual no tuvo gran éxito local, lo que en 1967 la obligó a trasladarse a Los Ángeles, California, justo cuando el rock llegaba a un alto punto de ebullición. Los Sparrows cambiaron su nombre a Steppenwolf, en honor a la novela El lobo estepario de Herman Hess, y su poderoso sonido, basado en el blues pero con elementos de rock pesado, le otorgó una inmediata popularidad, en especial con su tema “Born to Be Wild”, el cual contiene en su letra –por primera vez en la historia del rock– el término heavy metal. (aunque quien primero lo empleó, para describir a un personaje, fue William Burroughs en su novela The Soft Machine de 1962).
Aparte de su denso y potente estilo, Steppenwolf adoptó una actitud de abierta crítica contra el gobierno estadounidense, las corporaciones, los traficantes de drogas, la religión, la guerra de Vietnam y el sistema capitalista. Esto queda claro en composiciones como “The Pusher”, “Don’t Step on the Grass, Sam”, “Draft Resister”, “Power Play”, la propia “Born to Be Wild” y ese imponente himno que es “Monster/Suicide/America”.
Aunque el grupo siguió grabando hasta 1990 y tocó hasta 2007, su gran obra se concentra en sus seis primeros discos, producidos en escasos tres años, especialmente Steppenwolf (1968), Monster (1969) y For Ladies Only (1971), además de su fantástico álbum doble Steppenwolf Live (1970).
La imponente presencia de John Kay lo convirtió en la cara de la agrupación que a lo largo de su historia vio pasar a muchos integrantes, mientras que él permanecía en su lugar, al frente de todo. Como solista o con la John Kay Band, grabó algunos álbumes de escasa trascendencia.
En la actualidad, a sus 71 años de edad, Kay sigue presentándose de manera esporádica, mientras que la leyenda de Steppenwolf continúa por ahí perdida, olvidada por la gran maquinaria de la música, pero entrañable para un puñado de melómanos que no olvidan el riff de “Born to Be Wild” que sigue corriendo tan vertiginoso y potente como una Harley Davidson.
Published on November 19, 2015 17:38
November 18, 2015
Roqueritos mexicanos que cantan en inglés
El fenómeno de los grupos mexicanos de rock que cantan en inglés no es asunto nuevo. Ya lo hacía Javier Bátiz a principios de los sesenta, lo hicieron muchos grupos jipitecas de fines de esa misma década y principios de los setenta (Bandido, Peace and Love, El Ritual, El Amor, La Tinta Blanca, La Revolución de Emiliano Zapata) y lo hicieron otros durante los años posteriores (un ejemplo muy claro es el de Dangerous Rhythm, más tarde rebautizado como Ritmo Peligroso, o el de Kenny and the Electrics).Las explicaciones que se daban en aquellos entonces para justificar tal tendencia eran principalmente tres: “el rock nació para ser cantado en inglés”, “la métrica del idioma español es incompatible con el rock” y “cantamos en inglés porque buscamos internacionalizarnos”. Los tres pretextos resultan hoy francamente insostenibles:
1. Si el rock hubiera nacido para ser cantado en la lengua de Shakespeare y Dickens, no existirían canciones de ese género en alemán, japonés, italiano, francés, islandés, finlandés, portugués, catalán y, por supuesto, en español. 2. Está más que probado que la métrica del español sí puede encajar con la rítmica y las estructuras del rock en cualquiera de sus variantes, desde el rock pop más sencillo hasta el death metal más agresivo. 3. Eso de la internacionalización ha sido un sueño guajiro que a lo largo de más de cincuenta años ha demostrado su inviabilidad y que increíblemente sigue siendo una razón usada por los grupos y/o solistas nacionales. De hecho, los músicos mexicanos de rock más conocidos en el mundo –incluido por supuesto el amplio segmento de la humanidad que no habla nuestra lengua- cantan en español.
Hoy día, el fenómeno se repite con grupos como Vaquero, Zoé o los Dynamite, entre varios más, con la agravante de que no sólo intentan cantar en inglés, sino que también su música trata de imitar a la de los grupos y movimientos comercialmente en boga, señaladamente lo que se conoce como indie (cualquier cosa que ello signifique) o en su defecto lo que queda de britpop.
Aparte de resultar una actitud francamente clasista, discriminatoria y mamoncísima, la vacua pretensión de componer y cantar en inglés (mal pronunciado además) es ridícula y vana, porque en el supuesto primer mundo siempre preferirán a los originales que a los imitadores. ¿No sería mejor que esos grupitos se preocuparan por aprender a hablar y escribir bien en español y trataran de hacer algo bueno en el idioma que para su desgracia les tocó en suerte. Aquí les tocó nacer, muchachos. Ni modo.
(Editorial "Ojo de Mosca" que escribí para el No. 109 de La Mosca en la Pared, en octubre de 2006)
Published on November 18, 2015 21:30
November 17, 2015
¿Qué es un músico frustrado?
Quienes ejercemos la crítica hemos escuchado infinidad de veces la famosa sentencia acusatoria que reza: “Criticas porque eres un artista frustrado”. Como si el ejercicio crítico fuese motivado por el deseo de venganza y no por el afán de analizar las obras de los creadores artísticos… y no tan artísticos.Acusar a un crítico de cine de ser un cineasta frustrado o a un crítico de literatura de ser un escritor frustrado se ha convertido en cliché, pero un cliché empleado por muchísima gente, ya sea los fanáticos del criticado en cuestión o éste mismo.
El terreno de la crítica musical, por supuesto, no se salva de ello. En los veintitantos años que llevo de ejercer profesionalmente la crítica de rock (mis primeros textos al respecto se publicaron en la sección cultural de El Financiero en 1991), el epíteto de músico frustrado me lo han endilgado en muchísimas ocasiones. No es que me moleste, en absoluto; sin embargo, me causa curiosidad saber lo que significa.
Según entiendo, se trataría de alguien que quiso hacer música y al no ser capaz de crearla o de interpretarla, se frustró tanto que se llenó de rencor contra quienes sí la pueden crear o interpretar y por eso los crítica.
Aparte de que me parece un argumento simplista y bastante idiota, me pregunto: ¿y qué pasa con quienes ejercen la crítica musical y al mismo tiempo tocan un instrumento o componen canciones? Si hacen música –buena o mala, para el caso da lo mismo–-, ya no son músicos frustrados, ¿o sí?
Tal vez algunos se refieran a que eres un músico frustrado cuando tus creaciones muy pocos (o nadie) las conocen. En ese caso serías un “famoso frustrado”, pero seguirías siendo músico.
El problema de fondo es la incapacidad para comprender y sobre todo para soportar la crítica. Solemos tener la piel muy delgadita y por eso, en cuanto se nos cuestiona algo “negativo”, reaccionamos con ira… y con otra frase igual de idiota: “Yo acepto la crítica, siempre y cuando sea constructiva”.
Pero como me dijo una vez el gran Nikito Nipongo: “La critica tiene que ser destructiva o no es".
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
Published on November 17, 2015 20:00
November 16, 2015
El mito del Che Guevara
-Comandante, ¿qué se necesita para ser un buen revolucionario? -¡Huevos!
Ernesto Guevara, entrevistado por un periodista en Punta del Este, Uruguay, durante una conferencia de la OEA en 1962.
Una de las imágenes más comercializables y vendedoras (publicitaria, ideológica y políticamente hablando) desde finales de los años sesenta hasta la fecha es sin duda la de Ernesto Guevara Pedroza, mejor conocido para efectos universales como El Che. Su efigie más célebre, la que surgió a partir de la fotografía que le hizo Alberto Korda en 1967, es icono universal y uno de los símbolos del siglo veinte. De Nicaragua a Suecia y de Indonesia a Nigeria, de España a Japón y de Australia a México, el Che Guevara es héroe indiscutible, inmarcesible, impoluto. No en balde millones de personas en el mundo lo siguen considerando “el más puro, el más noble, el más valiente de todos los grandes revolucionarios”. Para esa gente, el argentino-cubano está a la altura de Jesucristo y Buda y para fines prácticos, ha sido canonizado desde hace varias décadas por la Iglesia marxista-leninista-maoista-castrista. No hay mácula en la biografía del Che. No hay sombra que oscurezca la menor parte de su historia personal y política. Es la perfección absoluta, el heroico guerrillero que dio generosamente la vida por sus ideales y murió sacrificado en aras de una humanidad más justa y libre, el ejemplo más preclaro de lo que él mismo llamaba “el Hombre Nuevo”. Y sin embargo…
Por desgracia, el hombre real, el Ernesto Guevara de carne y hueso, estuvo muy lejos de encarnar ese ideal de perfección que se nos ha vendido desde hace tanto. No era el superhéroe de izquierda que nos muestran sus biógrafos incondicionales, no era el épico hidalgo que buscaba liberar al mundo de la opresión de un imperio insaciable y sanguinario; ni siquiera se trataba de un líder noble y amoroso capaz de conmoverse ante el dolor ajeno. El Che Guevara verdadero era un stalinista convencido, un admirador absoluto de la burocracia soviética que aplastaba a su pueblo con saña implacable y que mantenía en el terror de la delación, la vigilancia extrema y los campos de exterminio a millones de personas, cuyo único delito era disentir de la ideología de la supuesta dictadura del proletariado que no era otra cosa que la dictadura de una clase política minoritaria sobre las grandes masas alienadas y oprimidas.
El Che gustaba proclamar que había que amar con odio revolucionario. Como ministro de economía de Cuba y miembro del politburó del Partido Comunista Cubano (PCC), ayudó a implantar un régimen de terror que envió a miles de isleños al paredón y a las cárceles. No era una persona fácil de conmover y no se tentaba el corazón para condenar a muerte a cualquiera que considerara contrarrevolucionario. Para él, el fin justificaba los medios y con tal de salvar a la revolución y luchar contra el “imperialismo yanqui”, pensaba que poco importaba asesinar a algunos cientos de miles de “gusanos”, como despectivamente se llamaba y se sigue llamando en la Cuba de Fidel Castro a quienes se oponen a su gobierno. Por otro lado, su férreo sentido de la disciplina le granjeó odios y rencores de muchos de sus compañeros en el PCC, quienes aborrecían su enfermizo afán por el trabajo (hoy se le llamaría un workaholic). También era un antirreligioso feroz y un homofóbico absoluto.
Muchas veces me he preguntado cuánto le debe a su guapura y apostura la idolatría por el Che Guevara. ¿Sería lo mismo si hubiese tenido el físico de un Genaro Vázquez Rojas o un Lucio Cabañas, guerrilleros mexicanos de los años setenta, quienes muy lejos estaban de encarnar el ideal del galanazo cinematográfico? No en balde, en un filme de hace algunos años el Che fue personificado por Gael García Bernal y no por, digamos, Jesús Ochoa.
es que la revolución debe ser tan chic como la imagen de este personaje, quien no dudaba a la hora de jalar del gatillo a sangre fría en contra de algún "enemigo del pueblo". Se sabe que así asesinó, con su propio revolver, a algunas decenas de "contrarrevolucionarios", pero como él mismo siempre decía: hay que amar con odio revolucionario. Vaya que lo hizo.
Published on November 16, 2015 20:00
November 15, 2015
Viniles: el eterno retorno
Cuando a mediados de la década de los ochenta surgió el disco compacto, muchos pensaron que con ello se decretaba la muerte definitiva de los llamados en México viniles o acetatos (en Argentina, España y otros lares les dicen vinilos y muchos jóvenes mexicanos han adoptado esa denominación). Tanto se creyó que desaparecerían para siempre que un gran número de coleccionistas malbarató o de plano tiró a la basura sus elepés, en aras de irlos sustituyendo con el “revolucionario” disquito metálico. Los viniles de 33 y 45 revoluciones se abarataron de tal manera que perdieron casi todo su valor. Los pocos que decidimos conservar nuestras colecciones fuimos vistos como neuróticos aferrados a cosas inútiles y se nos contemplaba con condescendiente desprecio.Quién iba a imaginar en ese entonces que treinta años después, cuando los “eternos” CD han corrido la misma suerte y se han depreciado de manera escandalosa y cuando las descargas de música por streaming son lo imperante, aquellos viejos y anticuados discos de vinil volverían no sólo a estar en auge, sino incluso a tener un crecimiento impresionante en sus ventas, con un porcentaje mayor aun que el del propio streaming.
A pesar de que plataformas como Spotify y YouTube, con cerca de 75 millones de usuarios en 32 países, permiten el acceso a miles y miles de discos de manera prácticamente gratuita y a que se ha creado la tendencia a comprar en línea canciones sueltas, en detrimento de los álbumes, durante los años más recientes el gusto por adquirir discos de vinil ha ido creciendo en forma exponencial. Tan sólo en España, por ejemplo, y según un reportaje del diario El País, de 15 mil acetatos que se vendieron en 2005 se pasó a 260 mil el año pasado, lo que representa un incremento del 1,633 por ciento.
Esta tendencia se repite a nivel mundial. Según datos de la Asociación Estadounidense de Productores (RIAA), la venta de viniles ya superó tan sólo en este año a la de música por streaming, con ventas que llegan a los 222 millones de dólares. Únicamente en Amazon, la oferta de este tipo de discos ha llegado a 1.3 millones de ejemplares.
Platico con Javier Carsi, propietario de la tienda de discos “Aquarius”, ubicada en la calle de Coahuila, en la defeña colonia Roma, y me cuenta que el aumento en el interés por los elepés ha sido notorio en esta década.
“Tengo clientes de todas las edades y sus preferencias varían, desde los álbumes clásicos de los años sesenta y setenta a lo más novedoso”, me cuenta. “Todo el material lo importo de Europa, porque en México aún no se producen muchos discos de estos”. Me dice que los precios varían, pero que en promedio cada álbum cuesta entre 300 y 400 pesos, “porque yo todo lo que vendo es nuevo, no tengo discos usados como en otras tiendas”.
Me llama la atención ver en los estantes algunos álbumes de grupos mexicanos de fines de los años sesenta, como los Dug Dugs o Bandido, y me sorprendo cuando Carsi me dice que también son importados y que se trata de grabaciones editadas por pequeñas disqueras europeas. “Las grandes compañías no se han interesado aún por la producción de acetatos, pero cuando se den cuenta de que ha vuelto a ser un buen negocio, quizá recapaciten y vuelven a fabricarlos”.
Esto es cierto. No en balde, en los Estados Unidos los sellos que están sacando álbumes de vinil no son EMI o Warner sino, por mencionar algunos casos, Ghostly Internacional, Sub Pop, Mexican Summer, Constellation, Cascine, None Records o Third Man Records, este último propiedad del músico Jack White, quien se ha especializado en el rescate, la remasterización y la producción en acetato de discos muy antiguos de blues y roots music, como algunas grabaciones clásicas de Charley Patton, Blind Willie McTell y The Mississippi Sheiks, además de que en su repertorio tiene placas de siete pulgadas (como aquellos entrañables disquitos EP de 45 rpm) de gente como Beck, Laura Marling, Insane Clown Posse, Seasick Steve y hasta del mismísimo Tom Jones, entre varios otros.
Hace algunas semanas, la familia de Frank Zappa firmó un convenio con el gigante discográfico Universal Music para reeditar en vinil varios clásicos del gran músico. Por lo pronto, se anunció la próxima aparición de joyas como One Size Fits All, Joe’s Garage y 200 Motels.
Dos jóvenes neocoleccionistas de viniles (de la generación que los llama vinilos) me hablan de sus experiencias. Pablo Pulido, coordinador editorial de la revista Marvin, me dice que en realidad empezó a buscarlos desde que tenía doce años, “cuando me hice de un ejemplar en vinil del Adore de los Smashing Pumpkins y comencé a coleccionarlos debido a que percibía distinto el escuchar la música en ese formato, de cierta forma sentía más intensa la experiencia”. Hoy día, adquiere los discos por medio de internet, ya sea en Amazon o directamente con las disqueras. Para escucharlos, “primero utilizaba una vieja consola de mi familia, después heredé una de mi hermano mayor, hasta que me hice de una profesional para una mejor calidad”. Entre sus más recientes adquisiciones se encuentran el Thank Your Lucky Stars de Beach House, el In the City de Chromatics y el Post de Björk.
Por su parte, Roberto González Clapés, ex editor de la misma revista, tiene tres años como consumidor de acetatos y se enamoró de ellos “cuando exploré la colección de mis papás y me encantó la sensación de tenerlos y saber que algunos de ellos tenían más de cuarenta años de existencia. Me imaginaba los momentos por los que habían pasado y la sensación de nostalgia. Así que arreglé la tornamesa Pioneer del año ochenta de mi papá y empecé mi colección comprando puros discos usados”.
Hoy día adquiere los elepés por medio de Amazon, “ya que si compras más de cierto monto el envío te sale gratis y eso es más barato que cualquier lugar que pueda haber en México, incluso que Amazon México. Siempre que viajo a los Estados Unidos me compro unos diez discos y aquí los adquiero de vez en cuando, pero sólo cuando veo ediciones difíciles de conseguir, algún disco a muy buen precio o cuando ando bajón y necesito levantar los ánimos”.
“Al principio compraba discos clásicos que pienso son indispensables. Una vez que conseguí una cantidad considerable de esos, empecé a comprar los nuevos más seguido. Hoy día, yo creo que compro un disco clásico por cada cuatro nuevos”, concluye. En fechas recientes se ha hecho de discos en acetato como el Allas Sak de Dungen, el Sun Coming Down de Ought y el Weird Little Birthday de Happyness.
Así que si usted aún sigue siendo dueño de una buena colección de viniles, no dude en desempolvarlos: su tesoro sentimental ahora vale oro puro.
Published on November 15, 2015 17:15
November 14, 2015
Una izquierda de caricatura
¿Cómo caracterizar a eso que en México hoy se autodenomina izquierda? ¿Cómo definir a ese ente dividido, desideologizado, oportunista, distorsionado, corrompido, ridículo, inculto, anquilosado, retrograda y decenas de adjetivos más que se le pueden adjudicar sin faltar a la verdad?La izquierda mexicana no tiene precisamente una historia ejemplar o de la cual pueda enorgullecerse. Desde los tiempos de Vicente Lombardo Toledano o del staliniano Partido Comunista, su camino ha estado empedrado por un cúmulo de divisiones, odios y traiciones. De todos los personajes que lucharon por conformar una verdadera izquierda en nuestro país, muy pocos nombres se pueden rescatar. Yo mencionaría a Heberto Castillo y a José Revueltas como los dos más insignes, con todas las contradicciones de este último. Mentes lúcidas las ha habido también en el campo de la teoría, caso de gente notable como Roger Bartra, Luis González de Alba o José Woldenberg, para citar tres ejemplos.
Sin embargo, lo que hoy se conoce como izquierda no es sino una caricatura infame. No se me ocurre otra manera de definir a los actuales PRD y Morena (Convergencia y esa mala broma que fue el recientemente des-registrado Partido del Trabajo no cuentan), cuyos líderes son como un mal comic o una grotesca serie de dibujos animados. Basta con verlos a diario. Obsérvense las disputas mezquinas entre chuchistas y antichuchistas o escúchese el delirante discurso cotidiano de López Obrador quien, cual Alex Lora de la política, viene repitiendo las mismas frases desde hace tres lustros (en ese sentido, no hay mucha diferencia entre “¡que viva el rocanroooool!” y “la culpa la tiene la mafia en el poder”). Léase además el tipo de prensa amarillista y catastrofista que bajo el disfraz de un santurrón progresismo copta buena parte de los medios impresos. Es una calamidad.
Mucha falta le hace a México una izquierda moderna, abierta, inteligente, cultivada y con planteamientos concretos en pro de las mayorías y las minorías. Pero mientras sigamos entre chuchos, pejes y sus adláteres, no se ve cómo pueda surgir. Vaya joda.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
Published on November 14, 2015 20:00
November 13, 2015
Little Feat / Little Feat (1971)
Uno de los grupos de rock sureño más bizarros de la historia, con orígenes zappianos que se funden con la música de Gram Parsons y que puede considerarse como antecedente del actual alt-country. Comandados en su álbum debut por los ex Mothers of Invention Lowell George y Roy Estrada, estos locos pusieron la piedra fundacional de todo un género.Mejor tema: “Hamburger Midnight”
Published on November 13, 2015 19:30
November 12, 2015
Led Zeppelin II
Grabado prácticamente al vapor y en condiciones muy poco propicias, en medio de la primera gira del grupo por los Estados Unidos, el segundo opus de Led Zeppelin (Atlantic, 1969) resultó, a pesar de los pesares, no sólo una obra maestra del rock duro sino una de las piedras fundacionales del heavy metal. Tan bluesero y pesado como su antecesor, Led Zeppelin II significó sin embargo un avance, pues contiene una mayor sofisticación y no sólo en las canciones semiacústicas (la preciosa “Thank You”, la emotiva “Ramble On”, la sensual “What Is and What Should Never Be)”, sino también en los cortes de riffs agresivos (el premetalero “Heartbreaker”, el movidísimo “Living Loving Maid [She's Just a Woman]”) o en los esplendidos blueses (el cachondo “The Lemon Song”, el cover fantástico a “Bring It on Home” de Willie Dixon). Sin embargo, fueron dos temas en especial los que más trascendieron de este disco. Primeramente, el restallante “Whole Lotta Love”, con su seco e inconfundible riff de cinco notas. “Mucho amor” (como se conoció en México) era en realidad una composición de Willie Dixon, pero el zepelín lo retomó un tanto a la mala y lo grabó sin la autoría respectiva y con el crédito de Bonham, Jones, Page y Plant. Posteriormente, una demanda haría que el apellido Dixon fuese incluido al lado de los otros cuatro (algo que aconteció de igual manera con “Bring It on Home”). Problemas legales aparte, “Whole Lotta Love” es pieza clave en la trayectoria de Led Zeppelin, en especial por la parte intermedia, un coctel de efectos de sonido que en algo recordaba las experimentaciones de los Beatles en “Revolution No. 9”. Por otra parte, “Moby Dick” llevó a John Bonham a los primeros planos, con el impresionante solo que lo convertiría en uno de los bateristas más respetados de la historia del rock. Sin poseer la frescura y el eclecticismo del primer disco, Led Zeppelin II fue más influyente para los jóvenes músicos que en los setenta irrumpirían en la escena del hard rock en general y del metal en particular.
Published on November 12, 2015 12:00
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