Hugo García Michel's Blog, page 186
May 20, 2016
La paradójica historia de El Personal
Si hay un grupo de culto en la ciudad de Guadalajara y en buena parte del país es El Personal. Su historia está llena de decires y contradicciones, de rumores y leyendas, de mitos que son verdades y de realidades que son mentiras. Para conocer de manera directa el trayecto de los creadores de “No me hallo”, “La tapatía” y otras canciones llenas de alegre ironía y filosísimo sentido del humor, hace cerca de quince años me trasladé hasta la llamada Perla de Occidente, capital mundial de la birria y las tortas ahogadas, para entrevistar por separado a dos sobrevivientes de esta agrupación: Andrés Haro y Alfredo Sánchez. He aquí este revelador reportaje, a manera de rescate hemerográfico.Un perfecto galimatías
“El Personal surgió como una derivación de una revista que hacíamos por allá de 1982 o 1983, llamada Galimatías”, cuenta Andrés Haro, quien por cierto no guarda parentesco alguno con el líder histórico del grupo, el fallecido Julio Haro. Y continúa: “La revista era de un humor guarro y tuvo un éxito total. Publicábamos mil ejemplares, ochocientos que se vendían en la librería Gandhi del DF y aquí en Guadalajara nos arrebataban los otros doscientos. Era un proyecto independiente, autofinanciado, en el cual participaban moneros y escritores. En ese tiempo yo era el bajista del primer grupo de Gerardo Enciso. Por su parte, Julio Haro cantaba canciones de la trova cubana pero con la letra cambiada, cosas así como: ‘Muchas veces te dije que antes de hacerlo había que lavártelo bien’ y le dije un día: ‘Oye, tú cantas y aparte eres chistoretón, ¿por qué no nos juntamos para hacer algo’. Me dijo que sí, nos empezamos a juntar y salieron cuatro hijitos maravillosos: ‘Dale de comer al conejito’, ‘El último camión’, ‘Broche de oro’ y ‘Centerfold Blues’. Las cuatro canciones las hicimos en una grabadora multitrack, porque ni siquiera había grupo. Yo tocaba la guitarra y el bajo, programaba las maquinitas y Julio hacía las letras y cantaba. La grabación llegó a manos de un ‘productor’: el Mongo. En ese momento él estaba programando grupos en un antro del DF que se llamaba El Nueve y nos invitó a tocar ahí. Le dijimos que no teníamos grupo y él dijo: ‘Pues ármenlo’ y yo: ‘Pues qué güeva’. Nos comentó que debutaríamos con La Maldita Vecindad que en ese momento iba a hacer su primer demo y al que nadie conocía tampoco. Le dije al Mongo que nos diera tres meses para hacer más rolas y así lo hicimos. Compusimos otras cinco y arreglamos un cover de Rockdrigo, quien acababa de morir. Te estoy hablando de noviembre de 1985. Hicimos ‘Metro Balderas’ pero en una versión reggae y nos fuimos a México y debutamos en El Nueve. La gente se volvió loca, le fascinó el grupo y de ahí nos regresamos a Guadalajara y le seguimos. Aquello empezó solito a crecer y crecer y llegó un momento en que le dije a Julio que necesitábamos músicos de a de veras e invitamos entonces a un baterista muy bueno que se llamaba Pedro Fernández y a un tecladista, Alfredo Sánchez, que ya desde entonces era una institución. Entonces se consolidó la banda y era la locura generalizada”.
“Qué horrible”
Por su parte, el mencionado Alfredo Sánchez narra: “Fui invitado a El Personal para una presentación importante para la cual el entonces joven grupo necesitaba refuerzos. Ensayé con ellos, toqué una vez y ya no me salí. No es que fueran precisamente buenos (de hecho, la primera vez que los oí pensé: ‘qué horrible’), pero eran divertidos y hacían cosas diferentes. Cuando los conocí eran mayores sus limitaciones técnicas que sus virtudes instrumentales. Tenían todos, eso sí, un enorme gusto por músicas muy variadas y en ese momento estaban particularmente cerca de un género –el reggae– que habían asumido un poco como bandera en una época en que no estaba de moda. Pero entre sus influencias se podían percibir también ecos del arrabal, sonidos guapachosos, reminiscencias de grupos desmadrosos como los Xochimilcas o Botellita de Jerez. Además había en ellos ingredientes inconseguibles en las agrupaciones de rock: frescura, desparpajo, originalidad, nada de solemnidad pero, al mismo tiempo, seriedad en el trabajo. De hecho, no se podría pensar en El Personal como en un grupo de rock aunque algunos de sus integrantes tuvieran la secreta ambición de llegar a ser pop-stars”.
Sánchez describe a sus entonces flamantes compañeros: “El grupo contaba con Andrés Haro –‘El Boy’- en el bajo, Óscar Ortíz en la guitarra y Alejandro López Portillo –quien sería suplido más adelante por Pedro Fernández– en la batería. Y sobre todo tenían como cantante a un músico intuitivo que conocía de pe a pa a Tin Tán, Chelo Silva y Bob Marley, que escribía textos filosos e irreverentes, que había hecho incursiones en la pintura, el teatro y la radio y que, en mi opinión, contribuyó a que el grupo pintara su raya en relación a las agrupaciones roqueras convencionales. Un personaje único, pues: Julio Haro”.
Respecto a cómo surgió el nombre de la agrupación, Andrés Haro asegura que “lo de El Personal se lo puse yo, porque éramos una bola de amigos y llegábamos a las fiestas y nos decían: ‘¡Ya llegó el personal, una bolotota de gente!’”. Y prosigue: “Tuvimos muchísimo éxito. Se hicieron canciones como ‘Nosotros somos los marranos’ que fue como nuestro himno y ‘No me hallo’ que dio nombre al primer disco. Entonces surgieron las ofertas para grabar, entre ellas la de Pentagrama, pero Julio optó por hacer el disco con una amiga que tenía un bar en Puerto Vallarta. Estoy hablando de 1987. Editamos mil copias en acetato. La disquera Caracol existió para ese disco y desapareció”.
Los días contados
“Cuando iniciamos El Personal, sabíamos que Julio tenía los días contados”, comenta Andrés Haro. “Su chavo, José Manuel, acababa de morir, aunque en ese momento nadie sabía que había sido por el sida. Pero resulta que en 1989 Pedro, el baterista, se puso muy mal. Era también seropositivo y de repente decidió que ya estaba jodido y empezó una onda de autodestrucción muy pesada. Lo hospitalizaron en septiembre y un mes y medio después se murió. Ahorita lo cuento tranquilo porque ya pasaron muchos años, pero en ese momento no nos la acabábamos. De hecho, en los últimos conciertos que dio El Personal tocamos con una maquinita de ritmos, porque Pedro estaba hospitalizado Y aun cuando empezamos a calar a otros bateristas, estábamos completamente destrozados y en ese momento Julio se empezó a poner también muy mal, se empezó a ir para abajo, hasta que se murió de sida”.
Para Alfredo Sánchez, sin embargo, el final del grupo se dio antes de las muertes de Fernández y Haro: “El Personal, el primer Personal –para muchos, yo entre ellos, el único Personal– tuvo una vida corta, conflictiva y con matices trágicos. Dicen algunos que ese es el signo de los buenos grupos. Cuando se pensó en grabar el primer disco surgieron también los primeros desacuerdos –no musicales, por cierto, sino administrativos, organizativos, qué sé yo– que desembocaron en una primera desbandada que, por fortuna, duró poco. Sin embargo el germen del conflicto ya estaba instalado y poco a poco las discusiones se volvieron interminables y los desacuerdos irreconciliables. Había ocasiones en las cuales se invertía mucho más tiempo en tratar inútilmente de ventilar las diferencias que en ensayar nuevas canciones. Para colmo, la dueña de la disquera Caracol, que se había estrenado con aquel legendario disco, desapareció misteriosamente cuando se planeaba una nueva producción. Vino después la enfermedad y posterior muerte del baterista Pedro Fernández. Ya no hubo modo de seguir. Para mí, la historia termina cuando, ya con El Personal desintegrado, Julio y yo intentamos un nuevo grupo –un dueto–; Los Lagartos nos llamaríamos. Comenzamos a planear cosas pero al poco tiempo Julio enfermó y ya no se recuperó”.
La importancia de llamarse Julio Haro
¿Qué significaba Julio Haro dentro de El Personal? ¿Era la figura más importante? ¿Acabó el grupo luego de su triste fallecimiento? Alfredo Sánchez piensa que sí: “ No creo exagerar al decir que Julio era El Personal. No minimizo las aportaciones de los demás, todos contribuíamos en la medida de nuestras posibilidades y limitaciones; sin embargo, el grupo podría haber prescindido de cualquiera menos de Julio. De hecho esa es la razón por la cual los intentos de reagrupación, posteriores a la muerte de Julio, fracasaron. Se podía intentar de todo: reclutar a músicos más capaces, seguir componiendo en una línea desmadrosa e irreverente, tener al frente a un cantante con mayor capacidad vocal, pero lo principal era imposible de recuperarse. Y eso tenía nombre y apellido”.
Por su parte, Andrés Haro quiso continuar con el proyecto, se asoció con Modesto López de Discos Pentagrama y grabó tres discos más, aparte de la reedición del No me hallo, el cual también fue publicado en España por la disquera independiente Pulques y permitió al grupo, con una nueva formación que sólo incluía a Andrés como integrante original, presentarse en la Madre Patria. Por cierto que uno de los nuevos miembros, el vocalista Lalo Parra, también era seropositivo y moriría de sida.
Las letras de El Personal
Si algo distinguió a El Personal fue la inteligencia y la gracia de sus letras. Dice Alfredo Sánchez: “Como letrista, Julio era ingenioso y ocurrente, sabía rimar y escribir décimas. Tenía una cultura musical amplia, herencia de sus años en el norte –había nacido en San Luis Río Colorado, Sonora, de donde su familia se trasladó a Guadalajara– y un sentido innato para mezclar buenas ideas musicales y letrísticas. Sus canciones podían lo mismo desternillar de risa al público que asistía a los conciertos en la Peña Cuica-Calli (prácticamente el único lugar donde se presentaba el grupo) que provocar la indignación de las buenas conciencias tapatías. Había en sus letras divertidas referencias sexuales, descripciones de la gastronomía regional, sarcásticas ‘reflexiones existenciales’, ingenuas declaraciones de amor con jiribilla”.
¿Qué es lo que queda de la leyenda de El Personal? ¿Sigue siendo un grupo trascendente a casi treinta años de la aparición de No me hallo, sin duda uno de los discos fundamentales en la historia del rock en México? Habla Andrés Haro: “El No me hallo se sigue vendiendo. Trae ‘Niño déjese ahí’ que es nuestra contribución a la terapéutica Gestal. Esa letra salió en el libro Los cien más cachondos rocanroles de las lenguas españolas de Federico Arana. Hemos salido en 25 recopilaciones, estamos en la enciclopedia temática de Jalisco, etcétera, etcétera. Para haber sido una burla, un atentado a los valores musicales, pues no estuvo tan mal. Me da mucho gusto que se sigan vendiendo los discos a pesar de que la banda ya no existe”.
Por su lado, Alfredo Sánchez concluye: “Siempre he pensado en lo paradójico de que un grupo tan divertido y antisolemne como El Personal estuviera marcado de manera tan brutal por la tragedia. Sin embargo, siempre que recuerdo toda aquella locura, no puedo evitar sonreír, como seguramente sonríen quienes vuelven a escuchar las canciones de Julio Haro”.
(Reportaje que escribí y publiqué originalmente en 2001, en la revista La Mosca en la Pared, y rescate ayer jueves en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos).
Published on May 20, 2016 17:58
May 19, 2016
Vivir en los 90
Por Julio Patán¿Recuerdan lo que significó vivir en los 90, particularmente para quien había decidido ganarse la vida en los medios impresos? Sobrevivían unos cuantos encartes culturales, pero los veteranos del gremio te veían con mirada triste, detrás de un vaso de whisky malón (el TLC no combinaba con las cubas), y decían que las cosas ya no eran como antes, cuando los suplementos, comandados por los figurones de la intelectualidad, tenían dinero. Los 80 le habían inyectado prestigio al “rock en tu idioma”, pero la industria editorial en torno a ese fenómeno simplemente no salía de la marginalidad y revistas de orden cultural con peso había dos, Nexos y Vuelta, insuficientes para la inagotable cargada de poetas impulsados por las becas estatales, como si -igual que pasa en Cuba con los médicos- hicieran falta tantos auteurs por cada cien mil habitantes.
Para acabarla de joder, Marcos había asomado las narices por las Cañadas. Esto, en términos de sobrevivencia periodística, significaba o alinearte con el utopismo indigenista o ver divididas entre dos tus posibilidades de publicar al menos una miserable reseña de a 100 pesos, por la guerra fría entre los medios. Pero lo más doloroso, en ese contexto, era tratar de ligar. Quienes teníamos veintitantos y no estábamos convencidos de que las comunidades indígenas contenían el secreto de la felicidad, vimos cómo al roquero local se sumaba otra galería de competidores sexuales inéditos, improbables, repelentes: antropólogos sexagenarios que sin embargo te podían llevar de la mano a conocer las comunidades, compañera; veteranos del análisis político con cara de “¿A poco pensaban que el capitalismo había triunfado?”, vascos que habían cambiado la heroína por la revolución (las adicciones no se dejan, se reemplazan)...
Evocaba esos años pesadillescos al releer Matar por Ángela, la adictiva, irreverente, precisa novela que Hugo García Michel vuelve a publicar con Lectorum. Porque a ese mundo pertenece Gazca, un periodista musical enamorado sin esperanza de una fotógrafa joven, un hombre capaz de, por amor, maquinar, irreprochablemente, incluso un asesinato y que nos recuerda a muchos la vida de entonces, tan sufridita. Maldito Hugo, qué talentos. Porque eso, “recordar” en serio su vida al lector, como él, es el arte dificilísimo de la sátira.
Decían los compañeros de mesa en la presentación, particularmente Ciro Gómez Leyva, que el libro tiene evidentes raíces autobiográficas. Ok. Pero que me explique por qué entonces Hugo, el maldito Hugo, además de todo vive rodeado de mujeres.
(Texto publicado por mi querido Julio Patán en su columna de cada martes en Milenio Diario).
Published on May 19, 2016 17:24
May 18, 2016
The Doors
La contradicción es el signo de los Doors, el grupo que representó la ruptura con las ideas de armonía, amor y paz que imperaban en la llamada década dorada, los sesenta, el utópico decenio de la revolución cultural, el antibelicismo, la psicodelia, el uso abierto e ilusorio de drogas, el amor libre, la crítica a lo establecido. Con la poderosa figura de Jim Morrison al frente -y el ineviable lugar común de llamarlo el Rey Lagarto- y tres músicos de primer nivel como base -Ray Manzarek en los teclados, Robbie Krieger en la guitarra y John Densmore en la batería-, los Doors consiguieron en escasos cuatro años convulsionar al mundo del rock y lograr que su música se distinguiera de la del resto de las agrupaciones de aquel tiempo, incluso de las más aparentemente densas y vanguardistas. Con sólo seis discos grabados en estudio, la formación original tuvo un inicio fuera de serie con un álbum prácticamente perfecto. Por desgracia, los conflictos internos y, muy en especial, la personalidad depresiva y adictiva de Morrison condujeron a que poco a poco el cuarteto entrara en un tobogán y que al final la caída en picada fuera inevitable. Con todo, durante el lapso de poco menos de un lustro en el cual la vela duró encendida, hubo instantes de genio y sensibilidad, momentos de arte y creación que hicieron que, a final de cuentas, todo el desgaste, todas las tensiones, todos los resquemores e incluso todas las tragedias, valieran la pena, Jim Morrison es hoy día, a más de treinta años de su muerte, uno de los iconos indiscutibles de los sesenta y del siglo XX todo. Al lado de la del Che Guevara, la imagen de su rostro, con la mirada desafiante y la cabellera ondulada flotando al viento, es inconfundible y amada en todos los sectores económicos, sociales y culturales del mundo. En nuestro país, Morrison sigue siendo un ídolo de multitudes que ha trascendido ya a verias generaciones. ¿Quién piensa en sus defectos, quién se acuerda de sus errores (quién se acuerda igualmente de los defectos y los errores del propio Che?). El tiempo que todo lo borra hace que las cosas malas se desvanezcan y sólo quede el buen recuerdo de ciertos personajes. Morrison es uno de ellos y sobrevivirá a la posteridad.(Prólogo que escribí para el Especial de La Mosca en la Pared No. 3, publicado en septiembre de 2003)
Published on May 18, 2016 17:38
May 17, 2016
Radiohead y su alberca en forma de luna
Desde hace cerca de veinte años, vengo sosteniendo que en el rock ya es imposible crear algo nuevo y que el último sonido realmente original fue el de Radiohead en su álbum Ok Computer de 1997. A partir de ahí, todo lo que se ha creado suena a algo que ya existió, a algo déjà ecouté. Inventar el hilo negro, al menos en este género, resulta, a mi modo de ver, una utopía.Esto se aplica, por supuesto, al propio Radiohead, el cual con todo y la alta calidad de su disco inmediatamente posterior, el Kid A de 2000, empezó a repetirse y a hacer una música que iba de lo pretensioso a lo tedioso. Así pasaron obras como Amnesiac (2001), Hail to the Thief (2003), In Rainbows (2007) y The King of Limbs (2011), entre otras, que sólo entusiasmaron a los seguidores más o menos aferrados del quinteto originario de Oxford, Inglaterra.
Profusa y confusamente anunciado con bastante antelación, llega ahora A Moon Shaped Pool (XL, 2016), su noveno opus en estudio, un trabajo que sin alcanzar las alturas artísticas de Ok Computer y Kid A (y tal vez incluso del The Bends de 1995), sí consigue recuperar lo mejor del grupo y regresarlo a una esencia quizá menos experimental, pero más cálida, entrañable y hasta humana, lo cual es de agradecer.
Thom Yorke, Jonny Greenwood y compañía han conseguido juntar once composiciones más o menos antiguas, pero que nunca habían grabado en un disco, y hacerlas sonar como si fuesen nuevas. El logro es tan bueno que a pesar de que los temas fueron ordenados por orden alfabético, suenan perfectamente conjuntados.
Hay asimismo una mayor variedad sonora, dado el uso de instrumentos como las guitarras acústicas que ayudan a suavizar el empleo de instrumentaciones electrónicas. Por otro lado, la voz de Yorke no flota tanto y se ajusta más a las armonías instrumentales.
De esta oncena de piezas, destacan “Decks Dark”, “Desert Island Dirt”, “Glass Eyes” y “Full Stop”. También es notable el arreglo a un tema de 1995 que suelen incluir en sus conciertos y jamás había sido grabado en estudio: “True Love Waits”.
Un disco excelente, un bienvenido regreso de Radiohead.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio", en la sección ¡hey! de Milenio Diario)
Published on May 17, 2016 20:00
May 16, 2016
Hal Roach
Una breve nota, perdida en las secciones de espectáculos de algunos diarios, dio cuenta de la mala nueva: Hal Roach, uno de los grandes creadores del cine cómico mudo, falleció a los cien años de edad, debido a una complicación en los pulmones. Triste noticia sin duda, ya que Roach fue, entre muchas otras cosas, el hombre que estuvo detrás de tres leyendas cinematográficas: Harold Lloyd, Stan Laurel y Oliver Hardy.Nacido el 14 de enero de 1892, Harold Eugene Roach ingresó al cine como extra, realizando papeles de jinete en cintas del Oeste. Intentó ser actor, pero su poca preparación dramática y su físico nada propicio lo convencieron de buscar otros caminos, concretamente los de director y productor. Entre sus primeros trabajos se encuentran varios cortos con Lloyd, todos los cuales fueron un sonado fracaso. Sin embargo, años más tarde y después de una ruptura entre ambos, el gran Harold retornó a la compañía de Roach y juntos crearon el inolvidable personaje que inmortalizó al cómico: el hombrecillo de los lentes.
Sin embargo, la mayor contribución del recientemente fallecido fue la de haber unido en feliz matrimonio artístico a Laurel y Hardy, El Gordo y El Flaco, que antes de eso trabajaban cada uno por su cuenta sin pena ni gloria. Hal Roach descubrió la genial complementaridad de Oli y Stan y con ellos produjo una enorme cantidad de cintas que nos siguen haciendo reír por su humor fresco, desenfadado y muchas veces (por fortuna) anárquico, descabellado y nihilista. Baste recordar la extraordinaria Big Business (1929), producida por Roach y dirigida por J. W. Horne, fantástica película muda cuyo título inicial rezaba:, "La historia de un hombre que puso la otra mejilla... y fue golpeado en las narices". Aquí, Laurel y Hardy tienen una pequeña discusión con el espléndido cómico James Finlayson, a quien intentan vender un árbol de navidad. La discusión degenera en riña y va creciendo en intensidad y violencia desatada conforme avanza el filme. Al final, la pareja destruye regocijantemente la casa del calvito bigotón, quien a su vez acaba con el carro de sus rivales. Una desternillante maravilla.
En su libro La Risa Loca, Paco Ignacio Taibo I menciona algunas peculiaridades de lo que llama el "estilo Roach": "Creación de héroes cómicos con características psicológicas muy definidas; un cine más calmado, en el que los momentos de tensión no vienen dados tanto por la velocidad de los acontecimientos, como por la densidad de los mismos; una mayor atención a los argumentos que están considerados como un fondo sobre el cual se instalan los gags que le darán vida. Hay (aquí) una curiosa carga de elementos que, usados de forma razonable, desembocan en la irracionalidad más absoluta.
El estilo de Hal Roach se contraponía notoriamente al de ese otro genio que fue Mack Sennett, quien se distinguía por su forma lineal, frenética, en ocasiones caótica y siempre basada en locas persecuciones (cómo no recordar a los maravillosos Keystone Cops). Ambos fueron enormes creadores, feroces competidores, pero a final de cuentas verdaderos caballeros. Porque como lo dijo el propio Sennett: "Usted, Roach, es mi único rival".
Hal Roach se ha ido con un siglo de vida sobre sus espaldas. El lugar común nos obligaría a escribir que, sin embargo, su obra perdurará por siempre. Y sí: ésa es la verdad.
(Publicado el jueves 5 de noviembre de 1992 en mi columna "Bajo presupuesto" de la sección cultural de El Financiero)
Published on May 16, 2016 16:54
May 15, 2016
Ella y el final de mi novela
Hoy por la tarde viví uno de esos momentos altamente conmovedores y felices que raras veces se dan. Ella vino a leer conmigo, en voz alta, los dos últimos capítulos de mi novela y fue, como cuando leímos capítulos anteriores, algo muy bello y divertido. Pero cuando llegamos al final-final de mi escrito y cuando ella leyó las últimas líneas (nadie las había leído aún y yo no estaba seguro del todo de haberlo terminado bien), en su preciosa voz sonó todo tan lleno de entrañable emoción que me produjo un inesperado nudo en la garganta y algunas lágrimas asomaron a mis ojos. Fue algo tan extraño como maravilloso. Su abrazo al verme así es algo que le agradeceré toda mi vida. Estoy seguro de que el espíritu de mi abuelo y tal vez también el de mi padre estaban ahí como conmovidos y sonrientes testigos. Sí, otra vez apareció la magia. Pocas personas son capaces de producirla. Como ella.
Published on May 15, 2016 20:00
May 14, 2016
El discurso del odio
Lleva largo tiempo pregonando el discurso del odio. Descubrió que al alentar el rencor social, al tratar de explotar la rabia contenida y la frustración de tantos, al fomentar que broten la ira y el deseo de revancha, lograría un mayor número de simpatizantes. Ese fue el camino que tomó y que poco a poco le fue redituando dividendos para La Causa, esa causa absolutamente personal y egocéntrica que intenta hacer pasar como colectiva.Así, desde el primer momento fue sumando seguidores. Fanáticos, en el más estricto significado de la palabra. El odio se encuentra de tal modo arraigado en tantos conciudadanos que es como pólvora seca en espera de un chispazo que la encienda. De ahí que cultive un discurso de extrema demagogia, de un populismo agreste, de un fácil efectismo que atrae hacia él los reflectores de los medios y de las redes sociales.
Si no se tratara de algo tan serio y el tipo no tuviera posibilidad alguna de alcanzar la presidencia, muchos de sus dichos podrían tomarse a broma y no tendríamos que hacerle demasiado caso. Sin embargo, no es así y las encuestas señalan que cuenta con considerables probabilidades de conseguir lo que con tanto ahínco ha buscado.
Su dudoso carisma, combinado con una ignorancia supina, se mezclan para dar como resultado a un personaje que puede resultar irritante para amplios círculos de votantes, pero que atrae a otros que se identifican con la pobreza de su vocabulario y hasta con la torpeza de su lenguaje corporal; eso para no hablar de su voz tipluda, su acento poco común o su personalidad al mismo tiempo agresiva y paternalista.
Cerril y retrógrada, fascina de la manera más extraña a gente que uno supondría inteligente y cuerda. Pero sus delirios son contagiosos y permean en el ánimo de muchos que se dicen cansados del sistema imperante. ¿Es un peligro para México? Por supuesto que sí.
No falta tanto tiempo para que sepamos a qué atenernos y si los electores le otorgarán el triunfo. Esperemos que no sea así y que el loco se quede en la orilla de un mal sueño. Ojalá que nunca llegue al poder. Ojalá que como apareció se vaya el inenarrable y pesadillesco Donald Trump.
(Mi columna "Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario)
Published on May 14, 2016 17:39
May 13, 2016
Gang of Four / Entertainment! (1979)
Poderoso, trepidante, sin concesiones, post punk de tintes radicales que influiría a las generaciones venideras de grupos de rock, el disco debut de La Banda de los Cuatro es una obra impresionante que no ha perdido la menor vigencia y merece ser conocida y valorada con carácter de urgente. Uno de los álbumes más subversivos de la historia.Mejor tema: “Anthrax”
Published on May 13, 2016 18:00
May 12, 2016
Una imagen de Marilyn
Published on May 12, 2016 20:30
May 11, 2016
Mi abue Lupe con mi papá y mi tío Gustavo
Una preciosa foto que calculo debe ser de 1925 o 26. Es en la casona de Mixcoac donde vivían mis abuelos, mi padre y sus hermanos antes de mudarse a la Quinta Guadalupe, en Tlalpan. Mi papá es el niño grande de cabellos chinos y mi tío Gustavo, el bebé que mi abuelita sostiene sobre la barda del corredor. Me pregunto si la foto la tomó mi abuelo o algún fotógrafo que contrataron.
Published on May 11, 2016 17:29
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