Zoé Valdés's Blog, page 3157

January 26, 2011

"¡Moubarak, lárgate!".

Los egipcios en las calles en contra de Moubarak:


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Filed under: Política Tagged: Egipto, Hosni Moubarak
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Published on January 26, 2011 11:48

¿Literaria o política? ¿Qué clase de crítica se está haciendo?

En mi columna de El Economista.


Olvidé decir en esta columna, pero a lo mejor la siga la próxima semana, que para algunos escritores es a la inversa, sobre todo para aquellos que apoyan a las dictaduras, incluidos esos cubanos de la isla. Mientras más se posicionan políticamente a favor del régimen más atención les prestan esos críticos.



Filed under: Literatura, Política Tagged: crítica literaria, Le Figaro
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Published on January 26, 2011 08:08

Hezbolá dirigirá el Gobierno de Líbano.

Pobre país, cuánto lo siento. Amo profundamente al Líbano.


En El País.



Filed under: Política Tagged: Hezbolá, Líbano
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Published on January 26, 2011 05:47

Algunos vivos estarían mejor muertos. Por Charlie Bravo.

Los muertos de mi cabeza son mucho mejores que muchos vivos. A esa conclusión, de por sí sabida, llegué hace mucho tiempo.

Pero nunca me ha resonado con más tristeza que ayer por la tarde, cuando intercambiándome e-mails con el Guajiro (Humberto Fontova, para quien soy el Bandolero) me manda un link con una noticia que me hizo caer el alma al piso. Y bueno, el cuerpo también cayó al piso.

Un ídolo de mi adolescencia rockera, Jimmy Page, tiene a bien aparecerse por Cuba, a lo cual no le veo nada malo, puesto que él es libre de viajar a donde le salga de su guindalejo rockero. Lo único es que, este genio de la guitarra se dispara diez días en Cuba, no se reúne con un solo rockero contestario -por mucho que respete a los que se reunieron con él, y a Juanito Camacho, el historiador del rock por excelencia sobre la isla de Cuba, no se reunió por ejemplo, con guitarristas contestarios, ni nada por el estilo- y para colmo, escúchenlo bien: nuestro querido Jimmy Page no encuentra nada mejor que hacer que comprarse una maldita foto del maldito asesino, el carnicero de la Cabaña en persona, el muy grandísimo hijo de puta del Ché Guevara, visto por Korda, como en los muy capitalistas t-shirts con la jeta más famosa del comunismo.

Un tipo como Jimmy Page puede presentarnos cualquier excusa menos la de ser ignorante de la realidad.

Este es un músico genial, un hombre de extensísima cultura, que de los Yardbirds pasa a Led Zeppelin, y que luego tiene una carrera como solista simplemente envidiable, y que además, ha conocido de primera mano a una buena cantidad de músicos e intelectuales, entre los cuales estoy seguro que estuvo Guillermo Cabrera Infante, que conoció a la crema y nata del rock británico. Y si Guillermo nunca coincidió con Page, al menos unos de sus amigos le habrá contado lo referido por el escritor.

Por otra parte, la historia es conocida.

51 años despues del accidente histórico que no solo borró de un tirón la historia y la cultura cubanas, sino que también, y en un plan diseñado por el mismísimo Ché Guevara ahora tan adorado por Page, prohibió todo atisbo de blues, jazz, y rock. Page no debe, ni puede, ignorar que por tener un disco de Led Zeppelin terminaba uno -mi historia personal- escaleras abajo en una estación de policía habanera. Que por tocar versiones de Led Zeppelin en una guerrilla en una inmunda beca, terminaba uno con una "mancha" (de honor en todo caso) en el expediente acumulativo con la bella y gloriosa acusación de diversionismo ideológico, lo que saldría en llamadas a la atención de uno cuando ya era zángano y adulto. No puede ignorar Page, que por tener el pelo largo en la misma época que él, los jóvenes cubanos iban a parar de cabeza a unos campos de concentración con la máxima "el trabajo los hará hombres" buenamente copiada del muy hitleriano "el trabajo os liberará". Y si lo ignora, alguien debería decírselo de una buena y puñetera vez.

Pero dudo, y estoy seguro en mis duda, que ninguno de los personajes con que se reunió en la Habana tuvo los cojones y la entereza de hacérselo saber. Dudo también que alguno de los que lo conocieron le haya referido que hay músicos contestarios cubanos que se hubieran sentido muy halagados con una invitación a conversar, y dudo también que los que servilmente le sonrieron y le acompañaron en la compra de las fotos de Korda, le merezcan a Page el menor respeto.

Pero así estamos.

Uno, por visitar a Cuba solo para revolcarse delante de la foto de un carnicero, y con ese gesto escupir en los huesos de todos los rockeros que o mandaron a Angola con un uniforme verdeolivo o que están en el fondo del Golfo de México, o en una prisión cubana por "peligrosidad predelictiva". Otros, por serviles y abyectos, y por no tener el valor de decirle a Page, "mire usted, ese cabrón de la foto de Korda no es más que un asesino en serie, un enemigo del rock, de la libertad, y de la cultura". Y eso solo para comenzar.

Algunos vivos estarían mejor muertos. Y algunos muertos mejor que sigan muertos, no vaya a ser que les de por salir de la tumba solo para decepcionarnos tanto como hacen hoy los vivos.

Al carajo, me costará trabajo no escuchar los albums de Led Zeppelin que todavía atesoro. Quizás es tiempo de renunciar a unos clásicos y dedicarle el tiempo a algún artista emergente, aunque hay que reconocer que también se pueden aparecer con un t-shirt del cobardísimo Guevara.

Si fuera por mí, le recomendaría a Page unas cuantas fotos de la lloriqueante rendición de su ídolo, el Che Guevara, un muerto que murió demasiado tarde.


Charlie Bravo.


Amabilidad del autor.



Filed under: Arte, Cultura, Música, Política Tagged: Alberto Korda, Charlie Bravo, Ché Guevara, Cuba, Fidel Castro, Guillermo Cabrera Infante, Humberto Fontova, Jimmy Page
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Published on January 26, 2011 03:43

Forbbiden. Barbara Stanwyck.

Forbbiden (1932) de Frank Capra. Otra gran película que fue realizada en parte en La Habana. Barbara Stanwyck en uno de sus mejores roles.


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Filed under: Uncategorized Tagged: Barbara Stanwyck, Frank Capra, Havana
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Published on January 26, 2011 03:40

January 25, 2011

Aromas, el instante y la emoción.


AROMAS, EL INSTANTE Y LA EMOCIÓN.


Zoé Valdés.


Resulta extraño comparar los olores de dos ciudades tan entrañables para mí como La Habana y París. El perfume de la primera se perpetúa en la memoria cual una caricia de engañoso enamorado, en la segunda todavía vivo la fascinación del instante, y aún sus huellas hierven y entibian mis sentidos.


Una es pasión, otra es deseo. Ambas íntimamente mezcladas.


La Habana huele a mar, en el primer impacto. Recuerdo que del puerto hacia la Habana Vieja, emanaba provocante la brea, y después de un insolente aguacero la hierba fresca mutaba en matojos podridos y cuando desbordaban los alcantarillados y cloacas se revolvían toda suerte de aguas, la límpida del océano con la turbia de la bahía, también la de la lluvia y la de los albañales, entonces el suelo despedía un vapor ácido, nauseabundo, y humeaba un aliento plateado del empedrado recién pulido por los riachuelos provenientes de los empinados callejones.


A la madrugada el cielo se tornaba de un azul oscuro, y de su inmensidad descendía la frescura nocturna, brisa que resbalaba de la montaña al llano, y las nubecillas se empantanaban en nuestros escotes de adolescentes, cubriéndonos de un perfume entre dulzón y salado. A esa hora llegaba mi madre, de su piel fluía la mandarina y el cundeamor, y una sequedad penetrante a ron y a semen encartonado en su vestido.


La noche habanera filtraba efluvios de besos demorados e hilillos seminales, recorriendo entre los muslos de las muchachas y los traseros de los jebos, atajados con un pañuelo al final de los tobillos.


La alborada penetraba con su manantial de leche cortada, café, y madera recién estrenada en un pupitre escolar. El calor intenso tostaba la basura amontonada en las esquinas, el mosquero me conducía por un pasillo estrecho, del techo se derrumbaba mierda y orines. La maestra enjuagaba sus manos con naranja agria, remedio contra las manchas, y contra la peste persistente a bacalao. Me fascinaba sacarle la punta al lápiz y husmear en el grafito.


Si obviamos el hedor de las axilas parisinas y del metro, la ciudad trashuma mirra y melocotones. Una dama muy garzona a lo Guerlain pasea su yorkshire por los Campos Elíseos y su disimulado bostezo exhala gardenias.


De súbito huele a antibióticos, y la ambulancia se detiene a socorrer a un accidentado, el vómito tiñe un charco bajo el contén de la acera.


En el Jardín de Luxemburgo el agua del estanque refleja pétalos verdosos o lilas, muy en el estilo de los nenúfares de Monet, y yo ando tan distraída en esos menesteres, imaginando que vuelvo a tropezarme con Samuel Beckett leyendo junto a su gato, y justo en sus ojos, y que acabo de pisar un mojón de perro muy bien esculpido, cual una de las obras magistrales de Botero, o de Cárdenas.


Un hombre salpica loción de rosas desde sus rizadas pestañas y el elegante gesto me recuerda a un gran y antiguo amor que en las noches más largas del mes de junio se sumergía en tinas de leche y de Kuoros de Ives Saint-Laurent, subterfugio para atraer a las melusinas.


París huele también a baguette crujiente y a croissant recién horneado a la mantequilla. En las madrugadas húmedas de soledad invernal un cálido tinto de Bordeaux nos perfuma las entrañas.


Y más tarde, en el amanecer convidado, un té verde y unas madeleines proustianas: al llevármelas a la boca, y morderlas suavemente, mi nariz atrapa la sustancia nacarada de la bahía habanera.


París, octubre del 2003.


Yo en el Malecón habanero. Foto Yvo.



Filed under: Cultura, Literatura Tagged: La Habana, Zoé Valdés
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Published on January 25, 2011 05:05

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