Zoé Valdés's Blog, page 3117
March 27, 2011
Angelito.
Como saben llevo meses enviando alguna ayuda a Angelito y a su familia. Por fin le llegaron unos juguetes que le mandé por el Día de Reyes (fotos). Su madre me mandó estas fotos, que ahora cuelgo en el blog. Descubrí a Angelito por el blog Superpolítico, y he hecho varias llamadas desde aquí para que se difunda su situación. Ariadna está muy agradecida de mi ayuda y de los correos que recibió. Ella hizo el blog Injusticias a un Ángel que yo tengo en mi blogroll desde hace tiempo.
Gracias a todos los que la ayudaron.
Una observación de Superpolítico.
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La homofobia selectiva cubana. Por Esteban Fernández.

por Esteban Fernández
LA HOMOFOBIA SELECTIVA CUBANA
Recuerdo que cuando yo vivía allá en nuestra Patria, en terminos generales, los cubanos ni odiaban ni despreciaban a los homosexuales ni a las lesbianas. Simplemente se preocupaban y se interesaban porque el hijo varón y la hija hembra no les salieran ni una cosa ni la otra. Si no conseguían ese objetivo los seguían queriendo igual.
Aquí en los Estados Unidos me parece que algunos sicólogos culpan a los padres por toda desviación de sus hijos. Con los padres cubanos no existía ese "tiqui-tiqui, ni ese taca-taca".
En la tierra- y la época- donde yo me crié el varón era criado como varón y la hembra como hembra. El varón en la calle mataperreando y la hembra en su casa jugando a las muñecas. Era un sociedad machista, conservadora y puritana.
Por ejemplo, si un muchacho le decía a su padre: "Viejo, yo quiero un perro" entonces el padre le traía de regalo un "Bóxer" o "un Pastor alemán", o por lo menos un perro sato pero grandote. Jamás se le ocurría a un padre cubano regalarle a su niño "una perrita pekinesa"( como la de Pedrito Rico) para que la llevara al parque con una cadenita. Allá nada de perritos "gay" como los veo aquí con sus abriguitos floreados.
Y cualquier error o desliz que cometiera un muchacho era "enmendado" rápidamente por el populacho en la calle. Al que se le ocurriera ir al centro del pueblo con una camisita rosada "de lo más mona" se tenía que pasar un montón de horas recibiendo burlas. Yo hasta vi a algunos quitársela, tirarla al suelo y salir para la casa sin camisa.
Donde yo crecí era imposible que un padre aceptara de buena gana que un varón quisiera dar clases de bordado ni una hembra clases de Judo. Jamás vi a un padre cubano tratando de que su niña aprendiera a jugar a "la viola", ni que se fuera al parque a jugar a la quimbumbia, y mucho menos que el varón quisiera aprender a zurcir.
En Cuba los padres evitaban a toda costa que los hijos les salieran homosexuales. Era "homofobia selectiva" porque sostenían categóricamente que "Cada cual puede hacer con su cucu lo que le dé la gana, menos mi hijo".
Inclusive hasta para oír la radio: "La Novela del Aire" era para las hembras y "Los Tres Villalobos" era para los varones.
En mi país las cosas estaban compartidas y los roles definidos. ¿Usted no ha notado que aquí, actualmente, les inculcan a los hijos varones que: "Muchacho, por ningún motivo del mundo, vaya a fajarse". De ahí se puede llegar a la conclusión que les están diciendo: "Sí por una casualidad en el colegio algún muchacho te toca las nalguitas no te fajes, llora o quéjate con el maestro".
Y entonces, cuando los psicoanalistas aquí culpan a los padres por las blandenguerías de sus hijos quizás tengan parte de razón, porque la verdad es una: "¡Sí le tocaron las nalguitas y no se fajó se las van a tocar cien mil veces!".
En esa tierra linda donde yo nací y me crié los padres nos decían: "¡Usted se tiene que fajar, y si es más grande que usted entonces le parte un palo en la cabeza!". Por lo tanto, si el hijo salía afeminado era porque él quería ( o nació así como nos explican actualmente) no porque su padre no le inculcó lo contrario.
¿Saben ustedes cuales fueron las primeras cinco palabras que yo escuché de la boca de mi padre cuando yo salí del vientre de mi madre?. No, no fue "¡Qué niño más lindo!" como hubiera sido lo más apropiado en esos casos. Cuando yo asomé la cabeza sollozando, mi padre me miró seriamente y me dijo: "¡LOS MACHOS NO LLORAN, CARIJO!".
Y eso, a través de los años que yo viví en Cuba, junto a él, me lo repitió un millón de veces. Fue en los Estados Unidos, en el exilio, al morir mis padres, cuando lloré tranquilamente. Aunque tengo que reconocer que a cada rato me parecía escuchar a mi papá, desde "ultratumba", gritando: "¡Esteban de Jesús, los hombres no lloriquean, coño!"…
(Amabilidad del autor).
Nota mía: Si sólo fuera la homofobia selectiva, también el racismo y el clasismo fue lo que nos condujo al Error y al Horror.
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Invitada de Honor en la Feria de Saint-Louis en Alsace.
He sido elegida la Invitada de Honor de la Feria de Saint-Louis en Alsace, como en otras ocasiones en Bruselas, y en otras Ferias. Me hacen a mí el honor de ser los presidentes Simone y Antoine Veil. Más información en L'Alsace.
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Réfus et violences. Politique et littérature à l'extreme droite, des années trente aux retombées de la Libération. Jeannine Verdès-Leroux.
Un libro muy necesario sobre los intelectuales de extrema derecha, y más, que hay que leer, para darnos cuenta de dónde han salido otros ensayos sobre el tema.
Cliquear sobre la imagen:
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Constructor de antenas parabólicas, oficio de riesgo. Por Iván García.
Camagüey: Una batalla contra el tiempo. Por Enrisco.
¿Pero, David Torrens no vivía en Miami, o yo fumé y no me enteré?
En Enrisco.
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March 26, 2011
Estreno mundial: Maydée González Gavilán, pintora cubana. De la Serie: Un pintor, un cuadro. Realizado por Ricardo Vega.

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Egipto: Videos sexuales de personalidades políticas árabes.
En Gaceta de Cuba, El periódico del Exilio.
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Homenaje especial a Guillermo Cabrera Infante. De su Cinemateca Personal: A Lady Whithout Passport (1950) Joseph H. Lewis. Where Do We Go From Here? (1945) Gregory Ratoff.
Esta semana les presento fragmentos de dos películas de la Cinemateca Personal de Miriam Gómez y Guillermo Cabrera Infante, dentro del Ciclo en Homenaje Especial al autor de La Habana para un Infante Difunto. Debo aclarar que estas películas forman parte de esa Cinemateca, recopilada durante años, cuyo tema toca de manera directa o indirecta a Cuba o a La Habana, pero que desde luego, estas no fueron las únicas películas que le interesaban a Guillermo Cabrera Infante y a Miriam Gómez. Muchos más títulos con historias y temas disímiles fueron y son de su interés, pero aquí no podremos ponerlas todas. El Ciclo, les recuerdo, durará hasta la primera semana de abril.
Hoy empezaré con A Lady Without Passport (1950) Joseph H. Lewis, colgaré solamente tres fragmentos, aparte del tráiler y de un breve diálogo entre los personajes, donde podrán ver la esplendorosa Habana de la época. Esa es La Habana que conoció Guillermo Cabrera Infante a su llegada definitiva a la ciudad que tanto amó y escribió. Se trata de un thriller magnífico con Hedy Lamarr haciendo de una judía escapada del campo de concentración de Bushenwald, refugiada temporalmente en La Habana, y que prepara su segunda fuga hacia Estados Unidos. La parte de la ciudad que se ve, en algunos momentos, es el barrio de los judíos en La Habana, llamado "de los polacos y de los húngaros"; yo nací y viví mi infancia en esa zona, y conozco palmo a palmo esos lugares. Vean el Café Gulf Stream. Es muy notable la actuación de John Hodiak como detective de inmigración. La Habana de esta película es la de La Habana para un Infante Difunto.
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Tráiler de la película:
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Fragmentos en los que aparece La Habana:
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Continuaré con un fragmento de Where Do We Go From Here? (1945) Gregory Ratoff. Como con la anterior, sólo tengo derecho a poner un pedazo puesto que la obra todavía está suscrita a los derechos de autor. Verán aquí al gran Fortunio Bonanova haciendo de Cristóbal Colón. Sobre Fortunio Bonanova escribió Guillermo Cabrera Infante en Cine o Sardina, lo siguiente:
"Fortunio Bonanova (es imposible que nadie se llame así y es que nació en la Bonanova en Mallorca y se consideraba el más afortunado de los mallorquines) este año 1993 cumple 100 años. Es una lástima que esté muerto porque con su corpulencia, su optimismo capaz de vencer todos los infortunios, con su enorme simpatía catalana, a Bonanova daba gusto verlo en el cine. Cantante de ópera (era un barítono natural), escritor, director teatral, a los 21 años dirigió y actuó en una versión de Don Juan en Madrid. Antes de cumplir 25 estaba en Broadway, actuando junto a la afamada Katharine Cornell y entró en Hollywood por la puerta más grande: debutó en el cine americano en El ciudadano Kane en el papel del maestro de ópera de la imposible soprano Susan Alexander, también conocida como la señora Kane. Son muchas las películas que agració con sólo una escena o dos. Una de ellas fue El beso mortal, en que era el melómano coleccionista, de discos raros de óperas raras, a quien el sadista Ralph Meeker le rompe uno a uno sus preciadas, inapreciables obras maestras del bel canto. Su otro momento brillante es en una parodia del Descubrimiento de América, con música de Kurt Weill en que es ¿qué otra cosa si no?, Cristóbal Colón dominando el motín a bordo con su canto a la reina Isabel para sobreponerse a la queja de la chusma amotinada: "Hace mucho, mucho que no pruebo minestrones/ Hace mucho, mucho más que no como macarrones".
No puedo con mis pobres palabras hacerles ver (y oír) a ustedes el arte magnífico de Bonanova. Pero puedo citar ese momento en que Orson Welles, haciendo de Charles Foster Kane, convence y vence a Don Fortunio, maestro de ópera:
(Susan berrea, Matisti toca el piano. Kane se sienta cerca.)
MATISTI: ¡Imposible! ¡Imposible!
KANE: No es asunto suyo darle a Mrs. Kane su opinión sobre su talento. Sólo se supone que usted la entrene. Nada más.
MATISTI. Pero es imposible. Se reirá de mí todo el mundo de la ópera. Mr. Kane, ¿cómo podría persuadirle?
KANE: No podrá.
(Silencio. Matisti no responde).
KANE: Sabía que vería por mi punto de vista."
Esta escena es maestra no sólo porque Welles actúa en ella, sino porque está en ella Buonanova: no había otro Matisti posible. Ojalá que pueda yo persuadirlos y vean mi punto de vista en la pantalla.
Una cosa más. El Cristóbal Colón de Fortunio Bonanova no descubre América -descubre a Cuba."
Guillermo Cabrera Infante en Cine o Sardina. (Fragmento).
Antes de colgarle el fragmento del filme, les pongo otros fragmentos sobre el Sloppy Joe's de la mejor Guía Turística que existió hasta el año 1956, All The Best in Cuba (de la que ha les comenté en el post pasado del mismo Ciclo) de Sydney Clark. Verán al final del video el por qué. Cliquear sobre las imágenes para ampliar:
Aprovecho además para narrarles mi experiencia personal del Sloppy Joe's, a través de un cuento que hemos vivido varios de nosotros más o menos de la misma manera:
MAMÁ Y EL SLOPPY JOE'S.
Tendría yo unos cuatro o cinco años y entonces me dio por no querer separarme de mi madre. Por mucho que mi abuela insistiera en que me quedara con ella, yo armaba tremendas perretas, me enganchaba esmorecida de la falda azul noche con paradera de mi madre y me colgaba con las uñas de sus medias de nylon; muchas veces trató de huir de mí, pero yo no soltaba mi mano de niña crispada de su saya almidonada, y mamá iba taconeando apresurada y arrastrándome por todo el pasillo del solar, hasta que no le quedaba más remedio que detenerse, cargarme y llevarme con ella.
Una vez en el hombro de mi madre, mis jipíos desasosegados cesaban y culminaban en un cansancio que rendía por entero mis fuerzas, entonces me hacía más pesada, y como mamá no podía cargarme por más tiempo, se detenía en un teléfono público y llamaba a uno de sus tantos enamorados. El que siempre se aparecía era Yvo, con su maquinón de finales de los años cuarenta.
Bajábamos desde el Parque de los Mosquitos por todo el Malecón hasta Prado; el aire del mar me despertaba, tenía los ojos y la boca hinchados de tanto jeremiquiar.
Yvo parqueaba a un costado del Sloppy Joe's, bajábamos del auto tomadas de la mano y mamá me recordaba que en ese lugar los niños no éramos admitidos y advertía que debía sentarme en el tubo de metal dorado colocado en la terminación del bar de madera fina, ubicado allí para que los bebedores posaran sus pies, de este modo yo quedaba escondida entre las faldas amplias de las mujeres y los pantalones con bajos de tergal o de dril cien de los hombres.
Mamá iba allí a enamorar con Yvo, bebían, yo me aburría al principio, pero luego empezó a divertirme el barullo de las conversaciones, y el hecho de poder distinguir sólo por los zapatos las voces de los asiduos. Jugaba a meterle los dedos en los huecos de las medias a las mujeres, a pellizcar tobillos, a halar sayuelas. De vez en cuando, mamá, disimuladamente, se agachaba y me alcanzaba un vaso con hielo frappé, y yo me ponía a chupar hielo hasta que se me amorataban los labios y no podía moverlos de tan congelados, y también hacía la maldad de colocar trocitos de hielo ensalivados dentro de los bajos de los bajos de los pantalones de los caballeros.
En la misma época, otro niño visitaba el lugar, y a él también lo sentaban en el tubo dorado, pero sólo nos sonreíamos desde una cierta distancia, mientras él confeccionaba imaginarios edificios con cajitas de fósforos.
A mamá le encantaban los sándwiches de jamón y queso del Sloppy Joe's, y siempre se las arreglaba para que nos comiéramos uno ella y otro yo, y también para llevarle un tercero a mi abuela. Y si no, había que irse al Deauville a comprar tres Medianoches, porque sólo regresando con algo de comer para la abuela podíamos salvarnos del rapapolvo que nos esperaba por habernos demorado.
El día en que cerraron el Sloppy Joe's mamá se quedó sin enamorados, sin sándwiches, y yo sin mis extraños divertimentos. Además, ya yo había crecido y era más difícil esconderme sentada en el tubo de metal dorado, con el culo encajado entre la pulida madera del bar y el metal, y las piernas cruzadas en posición budista. Durante mucho tiempo mi universo había sido el de las paraderas, el de las faldas crujientes de tafetán al contacto con mis mejillas, y el de los amplios pantalones bataholas con filos bien planchados; hasta que aparecieron los tobillos enfundados en botas militares y los abombados dobladillos verdeolivos, y un extraño aroma neutro, como a fondo de caldero quemado mezclado con peste agria a cicote, opacó las exquisitas fragancias de moda. Yvo vendió su Studebaker del 47 y se largó para el Norte. Mamá dejó de salir súbitamente. Solitaria -abuela ya había muerto-, en el cuarto, mezclaba Valiums con ron.
Muchos años más tarde ambas tomábamos la ruta 22 a un costado del Sloppy Joe's cerrado y en ruinas. La cola para tomar el ómnibus le daba la vuelta a la manzana, las fajazones para subir a la guagua eran más propias de una perrería que de un grupo humano. Una vez en el interior, cuando la guagua echaba a andar, y doblaba por Zulueta en dirección hacia Neptuno, observábamos alejarse el cartel descolorido del antiguo bar en la gruesa columna descascarada de la esquina.
Mamá me preguntaba, con un susurrado cansancio insoportable:
-¿Te acuerdas de cuando eras chiquita y yo te traía al Sloppy Joe's…?
Yo no la dejaba terminar, y asentía mecánicamente:
-Sí, mami, claro.
Ella se bajaba primero del ómnibus, y entonces se perdía por Belascoaín en dirección hacia la cafetería donde era –ya no camarera del amor- sino dependienta del desamor.
Zoé Valdés.
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No se pierdan este trozo de la película, que es sumamente divertida, y con la que GCI se reía a carcajadas.
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Películas anteriores de este Ciclo:
Her Man (1929) Tay Garnett.
Forbidden (1932) Frank Capra.
A Message to García (1936) George Marshall.
Yellow Jack (1938) George B. Setiz.
Wife Versus Secretary (1936) Clarence Brown.
The Ghost Breakers (1940) George Marshall.
Week-End In Havana (1941) Walter Lang.
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Para comprar A Lady Without Passport remasterizada.
El Ciclo está llegando a su fin, y quiero reiterar mi agradecimiento a mi querida Miriam Gómez.
ESTE POST QUEDARÁ ENCABEZANDO EL BLOG, DEBAJO CONTINUARÁ LA ACTUALIZACIÓN COMO CORRESPONDE.
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En las entrañas de la cárcel de Khadafi.
Un periodista, Ghaith Abdul-Ahad cuenta desde el horror. En El Mundo.
Gracias a Tania Quintero.
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