Zoé Valdés's Blog, page 3120

March 27, 2011

March 26, 2011

Homenaje especial a Guillermo Cabrera Infante. De su Cinemateca Personal: A Lady Whithout Passport (1950) Joseph H. Lewis. Where Do We Go From Here? (1945) Gregory Ratoff.

Esta semana les presento fragmentos de dos películas de la Cinemateca Personal de Miriam Gómez y Guillermo Cabrera Infante, dentro del Ciclo en Homenaje Especial al autor de La Habana para un Infante Difunto. Debo aclarar que estas películas forman parte de esa Cinemateca, recopilada durante años, cuyo tema toca de manera directa o indirecta a Cuba o a La Habana, pero que  desde luego, estas no fueron las únicas películas que le interesaban a Guillermo Cabrera Infante y a Miriam Gómez. Muchos más títulos con historias y temas disímiles fueron y son de su interés, pero aquí no podremos ponerlas todas. El Ciclo, les recuerdo, durará hasta la primera semana de abril.


Hoy empezaré con A Lady Without Passport (1950) Joseph H. Lewis, colgaré solamente tres fragmentos, aparte del tráiler y de un breve diálogo entre los personajes, donde podrán ver la esplendorosa Habana de la época. Esa es La Habana que conoció Guillermo Cabrera Infante a su llegada definitiva a la ciudad que tanto amó y escribió. Se trata de un thriller magnífico con Hedy Lamarr haciendo de una judía escapada del campo de concentración de Bushenwald, refugiada temporalmente en La Habana, y que prepara su segunda fuga hacia Estados Unidos. La parte de la ciudad que se ve, en algunos momentos, es el barrio de los judíos en La Habana, llamado "de los polacos y de los húngaros"; yo nací y viví mi infancia en esa zona, y conozco palmo a palmo esos lugares. Vean el Café Gulf Stream. Es muy notable la actuación de John Hodiak como detective de inmigración. La Habana de esta película es la de La Habana para un Infante Difunto.



Tráiler de la película:


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Fragmentos en los que aparece La Habana:









Continuaré con un fragmento de Where Do We Go From Here? (1945) Gregory Ratoff. Como con la anterior, sólo tengo derecho a poner un pedazo puesto que la obra todavía está suscrita a los derechos de autor. Verán aquí al gran Fortunio Bonanova haciendo de Cristóbal Colón. Sobre Fortunio Bonanova escribió Guillermo Cabrera Infante en  Cine o Sardina, lo siguiente:


"Fortunio Bonanova (es imposible que nadie se llame así y es que nació en la Bonanova en Mallorca y se consideraba el más afortunado de los mallorquines) este año 1993 cumple 100 años. Es una lástima que esté muerto porque con su corpulencia, su optimismo capaz de vencer todos los infortunios, con su enorme simpatía catalana, a Bonanova daba gusto verlo en el cine. Cantante de ópera (era un barítono natural), escritor, director teatral, a los 21 años dirigió y actuó en una versión de Don Juan en Madrid. Antes de cumplir 25 estaba en Broadway, actuando junto a la afamada Katharine Cornell y entró en Hollywood por la puerta más grande: debutó en el cine americano en El ciudadano Kane en el papel del maestro de ópera de la imposible soprano Susan Alexander, también conocida como la señora Kane. Son muchas las películas que agració con sólo una escena o dos. Una de ellas fue El beso mortal, en que era el melómano coleccionista, de discos raros de óperas raras, a quien el sadista Ralph Meeker le rompe uno a uno sus preciadas, inapreciables obras maestras del bel canto. Su otro momento brillante es en una parodia del Descubrimiento de América, con música de Kurt Weill en que es ¿qué otra cosa si no?, Cristóbal Colón dominando el motín a bordo con su canto a la reina Isabel para sobreponerse a la queja de la chusma amotinada: "Hace mucho, mucho que no pruebo minestrones/ Hace mucho, mucho más que no como macarrones".


No puedo con mis pobres palabras hacerles ver (y oír) a ustedes el arte magnífico de Bonanova. Pero puedo citar ese momento en que Orson Welles, haciendo de Charles Foster Kane, convence y vence a Don Fortunio, maestro de ópera:


(Susan berrea, Matisti toca el piano. Kane se sienta cerca.)


MATISTI: ¡Imposible! ¡Imposible!


KANE: No es asunto suyo darle a Mrs. Kane su opinión sobre su talento. Sólo se supone que usted la entrene. Nada más.


MATISTI. Pero es imposible. Se reirá de mí todo el mundo de la ópera. Mr. Kane, ¿cómo podría persuadirle?


KANE: No podrá.


(Silencio. Matisti no responde).


KANE: Sabía que vería por mi punto de vista."


Esta escena es maestra no sólo porque Welles actúa en ella, sino porque está en ella Buonanova: no había otro Matisti posible. Ojalá que pueda yo persuadirlos y vean mi punto de vista en la pantalla.


Una cosa más. El Cristóbal Colón de Fortunio Bonanova no descubre América -descubre a Cuba."


Guillermo Cabrera Infante en Cine o Sardina. (Fragmento).


Antes de colgarle el fragmento del filme, les pongo otros fragmentos sobre el Sloppy Joe's de la mejor Guía Turística que existió hasta el año 1956, All The Best in Cuba (de la que ha les comenté en el post pasado del mismo Ciclo) de Sydney Clark. Verán al final del video el por qué. Cliquear sobre las imágenes para ampliar:




Aprovecho además para narrarles mi experiencia personal del Sloppy Joe's, a través de un cuento que hemos vivido varios de nosotros más o menos de la misma manera:


MAMÁ Y EL SLOPPY JOE'S.


Tendría yo unos cuatro o cinco años y entonces me dio por no querer separarme de mi madre. Por mucho que mi abuela insistiera en que me quedara con ella, yo armaba tremendas perretas, me enganchaba esmorecida de la falda azul noche con paradera de mi madre y me colgaba con las uñas de sus medias de nylon; muchas veces trató de huir de mí, pero yo no soltaba mi mano de niña crispada de su saya almidonada, y mamá iba taconeando apresurada y arrastrándome por todo el pasillo del solar, hasta que no le quedaba más remedio que detenerse, cargarme y llevarme con ella.


Una vez en el hombro de mi madre, mis jipíos desasosegados cesaban y culminaban en un cansancio que rendía por entero mis fuerzas, entonces me hacía más pesada, y como mamá no podía cargarme por más tiempo, se detenía en un teléfono público y llamaba a uno de sus tantos enamorados. El que siempre se aparecía era Yvo, con su maquinón de finales de los años cuarenta.


Bajábamos desde el Parque de los Mosquitos por todo el Malecón hasta Prado; el aire del mar me despertaba, tenía los ojos y la boca hinchados de tanto jeremiquiar.


Yvo parqueaba a un costado del Sloppy Joe's, bajábamos del auto tomadas de la mano y mamá me recordaba que en ese lugar los niños no éramos admitidos y advertía que debía sentarme en el tubo de metal dorado colocado en la terminación del bar de madera fina, ubicado allí para que los bebedores posaran sus pies, de este modo yo quedaba escondida entre las faldas amplias de las mujeres y los pantalones con bajos de tergal o de dril cien de los hombres.


Mamá iba allí a enamorar con Yvo, bebían, yo me aburría al principio, pero luego empezó a divertirme el barullo de las conversaciones, y el hecho de poder distinguir sólo por los zapatos las voces de los asiduos. Jugaba a meterle los dedos en los huecos de las medias a las mujeres, a pellizcar tobillos, a halar sayuelas. De vez en cuando, mamá, disimuladamente, se agachaba y me alcanzaba un vaso con hielo frappé, y yo me ponía a chupar hielo hasta que se me amorataban los labios y no podía moverlos de tan congelados, y también hacía la maldad de colocar trocitos de hielo ensalivados dentro de los bajos de los bajos de los pantalones de los caballeros.


En la misma época, otro niño visitaba el lugar, y a él también lo sentaban en el tubo dorado, pero sólo nos sonreíamos desde una cierta distancia, mientras él confeccionaba imaginarios edificios con cajitas de fósforos.


A mamá le encantaban los sándwiches de jamón y queso del Sloppy Joe's, y siempre se las arreglaba para que nos comiéramos uno ella y otro yo, y también para llevarle un tercero a mi abuela. Y si no, había que irse al Deauville a comprar tres Medianoches, porque sólo regresando con algo de comer para la abuela podíamos salvarnos del rapapolvo que nos esperaba por habernos demorado.


El día en que cerraron el Sloppy Joe's mamá se quedó sin enamorados, sin sándwiches, y yo sin mis extraños divertimentos. Además, ya yo había crecido y era más difícil esconderme sentada en el tubo de metal dorado, con el culo encajado entre la pulida madera del bar y el metal, y las piernas cruzadas en posición budista. Durante mucho tiempo mi universo había sido el de las paraderas, el de las faldas crujientes  de tafetán al contacto con mis mejillas, y el de los amplios pantalones bataholas con filos bien planchados; hasta que aparecieron los tobillos enfundados en botas militares y los abombados dobladillos verdeolivos, y un extraño aroma neutro, como a fondo de caldero quemado mezclado con peste agria a cicote, opacó las exquisitas fragancias de moda. Yvo vendió su Studebaker del 47 y se largó para el Norte. Mamá dejó de salir súbitamente. Solitaria -abuela ya había muerto-, en el cuarto, mezclaba Valiums con ron.


Muchos años más tarde ambas tomábamos la ruta 22 a un costado del Sloppy Joe's cerrado y en ruinas. La cola para tomar el ómnibus le daba la vuelta a la manzana, las fajazones para subir a la guagua eran más propias de una perrería que de un grupo humano. Una vez en el interior, cuando la guagua echaba a andar, y doblaba por Zulueta en dirección hacia Neptuno, observábamos alejarse el cartel descolorido del antiguo bar en la gruesa columna descascarada de la esquina.


Mamá me preguntaba, con un susurrado cansancio insoportable:


-¿Te acuerdas de cuando eras chiquita y yo te traía al Sloppy Joe's…?


Yo no la dejaba terminar, y asentía mecánicamente:


-Sí, mami, claro.


Ella se bajaba primero del ómnibus, y entonces se perdía por Belascoaín en dirección hacia la cafetería donde era –ya no camarera del amor- sino dependienta del desamor.


Zoé Valdés.



No se pierdan este trozo de la película, que es sumamente divertida, y con la que GCI se reía a carcajadas.





Películas anteriores de este Ciclo:


Her Man (1929) Tay Garnett.


Forbidden (1932) Frank Capra.


A Message to García (1936) George Marshall.


Yellow Jack (1938) George B. Setiz.


Wife Versus Secretary (1936) Clarence Brown.


The Ghost Breakers (1940) George Marshall.


Week-End In Havana (1941) Walter Lang.



Para comprar A Lady Without Passport remasterizada.


El Ciclo está llegando a su fin, y quiero reiterar mi agradecimiento a mi querida Miriam Gómez.


ESTE POST QUEDARÁ ENCABEZANDO EL BLOG, DEBAJO CONTINUARÁ LA ACTUALIZACIÓN COMO CORRESPONDE.



Filed under: Arte, Cine, Cultura Tagged: Charles Foster Kane, Cuba, Fortunio Bonanova, Gregory Ratoff, Guillermo Cabrera Infante, Hedy Lamarr, John Hodiak, Joseph H. Lewis, La Habana, Miriam Gómez, Orson Welles, Sloppy Joe's
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Published on March 26, 2011 18:29

En las entrañas de la cárcel de Khadafi.

Un periodista, Ghaith Abdul-Ahad cuenta desde el horror. En El Mundo.


Gracias a Tania Quintero.



Filed under: Política, Prensa, Sociedad Tagged: Ghaith Abdul-Ahad, Libia, Muammar el-Khadafi
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Published on March 26, 2011 18:09

Foto de encabezado. Ena y yo. Foto Ramón Unzueta.

Fue en 1980, con una cámara soviética comprada en Flogar. Vestidas de domingo, Two Ladys Without Passport…






Filed under: Arte, Artes Plásticas, Cultura, Sociedad, Viaje Tagged: Cuba, Enaida Unzueta, La Habana, Zoé Valdés
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Published on March 26, 2011 14:31

El caso de Ernesto Milanés en A Mano Limpia.

El caso de Ernesto Milanés fue descubierto por el blog Nuevo Acción.



Gracias por el video a Reinerio Ramírez Pereira.



Filed under: blogs, Política, Sociedad
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Published on March 26, 2011 07:01

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