Óscar Contardo's Blog, page 223

March 12, 2017

Individuo

ALGUNAS PERSONAS han considerado que el “Manifiesto por la República y el buen gobierno” entrega poco protagonismo a la libertad individual. Esto merece ser discutido.


La libertad individual es una de las grandes conquistas humanas. Ella proclama que cada persona debe poder desplegar su existencia en el mundo de la manera en que lo crea conveniente, en la medida en que no cometa injusticias contra terceros. Así, ha sido la bandera de lucha y reivindicación de los distintos y los débiles en contra de la opresión del colectivo y sus prejuicios. Y también la defensa de la esfera privada, cuya distancia lúcida respecto a la esfera pública hace posible la deliberación y las libertades públicas.


La idea de contrato social nace, de hecho, como una alegoría política que permite imaginar las instituciones de la sociedad como si hubieran surgido de una cesión voluntaria de derechos por parte de los individuos, que serían anteriores a ella. Es una alegoría, claro, porque no es algo que haya ocurrido en la realidad. En los hechos, el ser humano es un animal gregario y mimético, que solo puede vivir una vida humana y realizarse en relación con otros seres humanos. Nacemos en una familia, aprendemos el mundo gracias a lenguajes que son patrimonios colectivos, tomamos como modelo de conducta a otros y actuamos buscando el reconocimiento de los demás. Los únicos seres humanos que han sobrevivido fuera de una sociedad humana son los niños salvajes que viven como animales.


Que las libertades individuales no sean anteriores a la sociedad, sino un producto de ésta, no debería, empero, desilusionar a los liberales. Ello no solo pone en evidencia su fragilidad, sino también la conquista cultural y política que significan. Y también el hecho de que defenderlas significa defender las condiciones sociales y políticas que las vuelven posibles, lo cual en ningún caso es lo mismo que promover el desanclaje del individuo respecto al colectivo.


¿Cuáles son esas condiciones sociales y políticas? Primero, un orden republicano: el poder debe estar organizado mediante divisiones y contrapesos para evitar la tiranía del Estado, pero también la de cualquier grupo social sobre otro. Segundo, un orden habilitante: deben crearse las condiciones positivas para que cada ser humano pueda desplegar sus capacidades. Crianza, nutrición, educación y salud son ámbitos esenciales en este sentido. Tercero, un orden subsidiario: debe buscarse un equilibrio entre Estado, mercado y sociedad civil que, además de distribuir el poder, distribuya las co-responsabilidades en distintos niveles, siendo el más básico el individual. Estos tres pilares son, justamente, los que hemos recogido en el Manifiesto.


La epopeya de la libertad individual, entonces, es un desafío colectivo que depende de un complejo entramado social. Por eso se equivocan los que la imaginan como una guerra entre el individuo y los demás seres humanos y sus instituciones. Esa guerra sería perdida rápidamente por el individuo: los hedonistas aislados de todos los partidos son presa fácil para los enemigos de la libertad.


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Published on March 12, 2017 00:51

Andrónico Farkas

CONFIESO QUE no tengo mayor simpatía por el señor Farkas, pero le reconozco su astucia. Gastando poca plata, se ha servido por largos años de la farándula periodística y de la inocencia (y codicia) de las masas para erguirse como el filántropo de las causas más mediáticas posibles de encontrar. Diez luquitas por llevarle la maleta en el aeropuerto, dos milloncitos para un gimnasta, unas banderitas para los que van al estadio y ya está: nadie cuestiona su fortuna, su origen minero ni sus relaciones societarias. Incluso, sin mucho empeño, hasta podría ser candidato presidencial.


Nunca más eso de que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha. Basta de destinar millones a la educación, a los centros de estudio o a las universidades. Ahora la filantropía se juega en terreno chico, con poca plata y mucha prensa.


Andrónico, o sus asesores, debe haber tomado nota de esta fórmula cuando decidió jugársela por la estrategia de la hiperexposición en redes sociales. “Hola, soy un tipo común y corriente sentado en el living de mi casa” (con selfie incluida). “Oh, qué estupendo este libro que acabo de leer”. Y acto seguido: “¡Libros para todos!”. ¿Cuántos fueron? ¿Mil libros? A valor de mercado (aunque supongo que negoció descuento por volumen), unos 15 millones de pesos que, sospecho, no le hacen ni cosquilla al patrimonio de este gentil tuitero.


“Pero no sea tan amargado”, me dirá usted. Claro, al menos está promoviendo la cultura y con un libro que -yo también lo leí- es bien entretenido y contribuye enormemente al conocimiento de nuestra historia.


Mi problema es que no creo que contribuya a la cultura. ¿Sabe a cuál cultura me refiero? A la del trabajo, a esa porfiada necesidad de comprender que casi nada en esta vida es gratis y que, de la mano de los derechos, cada uno de nosotros tiene deberes que respetar. Y que en una sociedad civilizada nos regimos por leyes y normas, sin diferenciar entre simpáticos y antipáticos, ni entre generosos o egoístas. Mientras respete los derechos del resto y no sea un delincuente, eso es asunto de cada cual.


Lo de Andrónico me suena más a empresario desesperado por mejorar su imagen y construir una figura de gallo común y corriente, amistoso y transparente, provocando -de paso- la angustia de sus pares que no saben si tendrán que meterse al Twitter para conseguir que la comunidad apruebe sus proyectos de inversión.


Pero esa es la lógica de los políticos, Andrónico. Por algo tu propio TL te pregunta si estás pensando en una candidatura (ya sé que lo negaste, pero eso también está en la esencia de un político). Y si lo hicieras, ¿dejarías el Twitter o gobernarías en 140 caracteres como el papá de tu arrendataria?


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Published on March 12, 2017 00:48

Refichaje, el futuro de los partidos y los partidos del futuro

Datos


El miércoles pasado, el Servel comenzó la entrega semanal de estadísticas sobre el refichaje de los partidos. Son varios los datos interesantes que se infieren de la primera entrega. Acá van cinco de ellos.


Primero: la capacidad de atraer militantes de los partidos tradicionales resultó ser muy inferior a lo esperado. Era bien sabido que los padrones electorales estaban inflados, pero nadie esperaba que estuvieran tan inflados. Varios partidos que según sus padrones históricos tenían más de 100 mil militantes llevan menos de 10 mil inscritos y todo indica que serán pocos los partidos que lleguen siquiera a la mitad de los militantes que tenían según sus padrones anteriores al refichaje.


Segundo: algunos partidos nuevos lo han hecho bien, mucho mejor que la mayoría de los partidos tradicionales. Concretamente, Evópoli y el PRO ocupan el segundo y tercer lugar en número total de afiliados (en los dos casos en torno a los 18 mil).


Tercero: varios partidos tradicionales llevan un número bajo de afiliados: el PC, PPD, PPD, PRSD, RN y la UDI tienen todos menos de 10 mil.


Cuarto: los partidos tradicionales en problemas se están poniendo las pilas para afiliar nuevos militantes y refichar militantes antiguos, por lo cual es probable que la mayoría revierta su situación actual. De hecho, la mayoría de los partidos mencionados en el punto anterior ficharon un número importante de nuevos militantes durante la primera semana de marzo, más de 7.000 en el caso del PC, cerca de 2.000 en el caso del PRSD, PPD y la UDI.


Con el informe del Servel del miércoles que viene podremos comenzar a proyectar cuáles partidos alcanzarán las cifras necesarias para mantenerse como tales (objetivo relativamente fácil, basta con 1.500 afiliados en las regiones XV, I y II, por ejemplo) y para llevar un candidato presidencial (un desafío mayor que, dependiendo de cómo se distribuyen los afiliados entre regiones, significa tener entre 18 mil y 33 mil afiliados a nivel nacional).


Quinto: el número de partidos constituidos por región varía mucho. A la fecha, la región con mayor número de partidos legalmente constituidos es la Cuarta Región, con ocho partidos. Le siguen la Quinta, Novena, Décima y la Región Metropolitana, con seis partidos cada una. En la parte baja de la tabla hay tres regiones con sólo un partido (entre ellas la Duodécima) y una región (Aysén), donde, por el momento, ningún partido ha logrado el número de afiliados necesarios para constituirse e inscribir candidatos al Congreso el 21 de agosto.


Chivos expiatorios


Tomó más de 10 meses desde que se aprobó la ley para que varios de los partidos más importantes se la tomaran en serio. Primero abrigaron la esperanza de que una campaña comunicacional que apuntaba al PPD como el único partido con problemas graves llevaría al gobierno a proponer una ley corta para extender los plazos y rebajar los requisitos. Resultó que las cifras de refichados del PPD eran similares a las de otros partidos (el PC, la UDI y el PRSD), con lo cual esta estrategia naufragó.


También le endosaron los problemas del refichaje al Consejo Anticorrupción que presidí. La respuesta acá tiene dos partes. La primera y más obvia es que, más allá de los insumos que puedan considerar al momento de legislar, entre informes de comisiones, propuestas de centros de estudios y universidades, presentaciones de expertos ante comisiones, etc., es el Congreso junto al Poder Ejecutivo quienes legislan, incorporando aquello que les parezca pertinente y dejando fuera lo que no.


Lo anterior es un principio general. En el caso del refichaje, cabe agregar que la propuesta del Consejo Anticorrupción tenía diferencias importantes con lo que se legisló en esta materia. Nosotros propusimos, por unanimidad, que el refichaje fuera una precondición para recibir financiamiento público, los partidos no estaban obligados a refichar si no querían recibir platas del Estado. El Congreso, en cambio, optó porque las platas públicas se comenzaran a entregar apenas aprobada la ley en abril del año pasado -los partidos ya han recibido más de seis mil millones de pesos del Estado- y exigió el refichaje solo un año después. Los incentivos para hacer el refichaje eran mucho mayores en la propuesta del Consejo Anticorrupción que en la ley, y las consecuencias de no lograr el refichaje menos dramáticas.


En los últimos días ha arreciado una campaña responsabilizando al Servel de los problemas del refichaje. Es cierto que el Servel pudo haber aclarado dudas sobre las consecuencias de no lograr ciertos umbrales de afiliados y que debiera responder los cuestionamientos que le hacen los partidos con mayor celeridad, por ejemplo, respecto de las fichas objetadas. Sin embargo, los partidos sabían hace casi un año de las exigencias de refichaje, si tenían dudas era cosa de preguntar al Servel, si no lo hicieron fue porque no estaban haciendo la pega.


Escenarios


Los partidos políticos tienen un rol esencial en una democracia representativa, integrando y movilizando a la ciudadanía, agregando y articulando sus intereses, formulando programas de gobierno y contenidos de políticas públicas; reclutando, seleccionando y formando dirigentes políticos.


Producto de los escándalos de corrupción recientes, que llevaron a que los niveles de confianza ciudadana, relativamente bajos para comenzar, se desplomaran, también se volvió evidente que los partidos políticos tenían problemas muy serios en su funcionamiento interno. Financiamiento irregular e ilegal, captura por grupos de interés, falta de democracia interna eran algunos de estos problemas.


La Ley de Partidos que se aprobó el año pasado, apunta a tener, en el mediano plazo, partidos que vuelvan a cumplir el rol clave que tienen en toda democracia que funciona bien. Un padrón electoral confiable y al alcance de todos los militantes es una precondición para que estos cambios sucedan, por eso la importancia y el carácter simbólico que adquirió esta propuesta particular.


Más allá de que toda ley es perfectible, cambiar ahora los plazos y exigencias del refichaje que se aprobaron el año pasado sería impresentable, basta con ver la reacción ciudadana en las redes sociales para darse cuenta de esto. La información entregada por el Servel esta semana sugiere que, finalmente, los partidos tradicionales en problemas se han tomado en serio el desafío. Las exigencias son razonables y faltan cinco meses hasta inscribir los candidatos al Congreso y la presidencia, luego es probable que la mayoría lo logre. Si hubiera partidos que dejan de existir en el proceso, será reflejo de que no convocan a una número suficiente de ciudadanos. Los datos del Servel indican que en tal caso hay nuevos partidos esperando reemplazarlos.


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Published on March 12, 2017 00:45

Reflexiones sobre una prohibición

La decisión de las autoridades cubanas de no dejar entrar a su territorio a Mariana Aylwin, quien se proponía participar en una actividad disidente del régimen, en la cual se iba a rendir un homenaje a su padre, Patricio Aylwin, ha causado en Chile un gran debate. Es justo que así sea, pues es un hecho grave.


Claro, no es algo determinante en los afanes diarios del gobierno de Chile y en la agenda política inmediata de su coalición, pero está lejos de ser una pelea pequeña, de detalle.


Es muy probable que los argumentos esgrimidos por quienes han intervenido en tal debate estén condicionados en ocasiones por sus intereses políticos, tanto por quienes condenan el hecho como por aquellos que creen que se trata de una provocación de la afectada.


También hay cálculo en quien le manda saludos a la interdicta casi al pasar, y después llama a la calma haciéndose el distraído.


Independientemente de ello, el tema es importante para definir con mayor claridad cuáles son los valores, el ethos político y cultural de un proyecto reformador de centroizquierda en el largo plazo.


El argumento entregado por las autoridades cubanas para tomar esta medida plantea que dicha actividad no era inocente, sino llena de enjundia política, destinado a crearle graves problemas a su gobierno y, en consecuencia, tendría un cariz “anticubano”.


No dejar entrar a Mariana Aylwin no fue entonces una simple “maladresse” diplomática, sino una defensa patriótica dura, pero necesaria.


El argumento es válido, sí, pero para una dictadura.


En un sistema democrático, donde la oposición es legítima y legal, no tiene sentido negarle el ingreso al país a alguien por indeseable que le parezca al gobierno, salvo por razones que van más allá de la política, por móviles de criminalidad o terrorismo.


Creo que respecto de ambos temas el móvil en este caso resultaría absurdo. Ni el contradictor más extremo de Mariana la puede imaginar como una reina del crimen o una amazona terrorista.


Las razones sugeridas, entonces, suponen una lógica dictatorial.


Claro, Cuba tiene su propia historia y sus particularidades, pero su Constitución Política de 1976 refrendada en lo esencial en el 2002 tiene en sus pilares básicos los mismos principios y conceptos de la Constitución que tenían la Unión Soviética y los países del Este europeo.


Se plantea en ella un partido único, dirigente, inamovible y sin alternativas, así lo dice el artículo quinto: “El Partido Comunista martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance a la sociedad comunista”.


En el artículo 53 “se reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista” (sic). Obviamente, no a quienes se les pasen ideas raras por la cabeza pensando en otros fines.


Por si quedara alguna duda, el artículo 63 señala: “Ninguna de las libertades reconocidas a los ciudadanos puede ser ejercida contra lo establecido en la Constitución y las leyes, ni contra la existencia y los fines del Estado Socialista, ni contra la decisión del pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo. La infracción de este principio es punible”.


Así es como Cuba se autodefine, como un sistema en el cual las reglas básicas en las que se basan los procedimientos de la democracia no cuentan.


Sería bueno que sus admiradores locales tomaran nota de ello y terminaran de atribuirle al sistema cubano pretensiones de pluralismo, respeto a las minorías políticas y el derecho a que ellas puedan transformarse en mayoría, o bien vigencia de los derechos políticos o civiles clásicos, todo lo cual, en buen cubano revolucionario, son sólo “boberías”.


Naturalmente, Chile tiene que reaccionar de acuerdo a sus convicciones democráticas y protestar enérgicamente, exigiendo para nuestros nacionales el ejercicio del libre tránsito y la libertad de opinión.


Por supuesto no se trata de romper puentes “ad infinitum”, Chile debe convivir, comerciar y cooperar con países que no practican la democracia , que son muchos en el mundo.


Para los demócratas sería muy deseable que Cuba se desplazara hacia una realidad cada vez más democrática, pero es un tema que compete sustancialmente a los cubanos, y ya que hablamos de esto, ojalá que Trump no meta sus bototos ahí, hostilizándolos.


Resulta curioso de otra parte las similitudes lingüísticas que comparten dictaduras y populismos, identificando a quienes están en el poder con la nación en su conjunto. Los soviéticos solían hablar de “actividades antisoviéticas”; los venezolanos, de actividades “antivenezolanas”, y los cubanos hablan de “actividades anticubanas”.


Pero esta identificación no es monopolio solo de las dictaduras, recordemos que el macartismo en Estados Unidos durante los años mas duros de la Guerra Fría, que afortunadamente duraron poco, constituyó también un comité senatorial sobre las actividades “antinorteamericanas” ante el cual desfiló medio Hollywood y muchos de los principales intelectuales norteamericanos. Incluso, Charlie Chaplin se tuvo que ir a Europa.


Estando en el exilio, el 5 de diciembre de 1979 vine a Chile acompañado de un diputado liberal colombiano y un dirigente comunista italiano respondiendo a una invitación de Cepal. Cuando nos acercamos a la ventanilla de ingreso, la policía nos detuvo y nos informó que en virtud de la resolución 4887 del Ministerio del Interior, que nadie nos explicó en qué consistía, seríamos expulsados de inmediato.


Cuando le exigí al policía que me escoltaba al avión que me dijera la razón, me señaló: “Parece que usted hace actividades antichilenas, señor”.


Es verdad que contribuía a organizar sin cesar actividades que ayudaran a Chile a volver a la democracia, jamás se me pasó por la cabeza identificar a Chile con el dictador.


En el debate actual, algunos dirigentes comunistas han señalado que ellos no tienen por qué responder por Cuba, en principio tienen razón, como también la tienen al señalar que el Partido Comunista chileno tiene una larga trayectoria al interior de las instituciones democráticas.


El problema es que esa práctica contradijo por años sus concepciones doctrinarias y su apoyo sin fisuras a las dictaduras comunistas en el mundo.


No sé lo que pasa hoy en su seno con lo doctrinario, ni siquiera sé si pasa algo, y dictaduras comunistas ya casi no quedan, a algunas se les esfumó la dictadura y a otras lo comunista.


Cuba es una de las pocas que aún existen.


Resultan comprensibles los sentimientos de gratitud y nostalgia, pero al final del día no es posible declararse vegetariano mientras se saborea una hamburguesa.


De alguna manera se requiere poner en consonancia teoría, práctica política y parentescos internacionales, y ello no es una necesidad solo de los comunistas chilenos…


No es un tema de detalle, porque afecta la concepción y viabilidad de una coalición reformadora que luche por avanzar hacia una sociedad de mayor igualdad y progreso en la cual las reglas de la democracia de los procedimientos constituyan un valor permanente e irrenunciable.


Sería bueno que esta dura experiencia contribuya a esa reflexión.


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Published on March 12, 2017 00:38

Exijo una explicación…

Condorito nunca recibió la explicación que pedía sino sólo una patada en el trasero, pero al menos era sólo un personaje de historieta, no de la historia como lo son los seres de carne y hueso que habitan el país y quienes, del Congreso, nunca han recibido sino demasiadas de estas últimas sin siquiera la compensación de una risa. Pese a que se cacarea incansablemente acerca de las “demandas ciudadanas”, en Chile ya no hay ciudadanos sino variantes de Condorito menos cómicas y mucho más vergonzosas. A veces este patético personaje, creado ahora no por la mano de Pepo sino por la garra de la clase política, toma la forma de “doña Juanita”, a veces la de los damnificados de turno, en otras de los beneficiarios de tal o cual bono o encarna en una postal de seudoépica como los supuestos “empoderados” a los que se invita a “participar” cuando ya acabó o nunca llegó a existir el acto participativo; lo que el chileno de hoy nunca logra de verdad es ser depositario real de la legitimidad democrática, el sujeto a quien ha de rendirse cuenta y razón de todo. Se lo alaba, se lo adula, se le dice lo empoderado que está, pero en la práctica la honorable fraternidad que dice representarlo representa sólo sus propios intereses. Se pregunta uno para qué se molestan todavía en darnos explicaciones; ni las pedimos ni necesitamos porque ya sabemos a qué atenernos. Además somos supernumerarios; no se nos considera miembros activos y alertas de la República, sino simplemente los “hoi polloi” a quienes se tuerce la nariz, los tontos del barrio, las ovejas llevadas a votar a cambio de un paquete de tallarines y dos o tres palabras afectuosas y de buena crianza. Si aun así se molestan en darnos explicaciones ocurre por pura inercia, mera costumbre o el “qué dirán”. Y nos las ofrecen a borbotones. Nos dan explicaciones del porqué de leyes tan mal diseñadas, explicaciones acerca de los nutridos viajes sin justificación, explicaciones de las suculentas alzas en las dietas, explicaciones de “anticipos” pagaderos a 28 meses sin intereses, explicaciones de las ausencias, explicaciones de las salas vacías, explicaciones de abandonos del cargo por otro más lucido y luego de regreso si así conviene, explicaciones por pagos aun durante esos traslados y un largo etcétera de explicaciones. Las hemos descrito como patadas porque decirlo de ese modo suena un poco menos humillante que reconocer la verdad, a saber, que nos manosean y pellizcan el poto con la tranquilidad de un desacato grosero e indecente pero siempre impune. Y por eso perdieron la vergüenza. Ya se “pusieron rojos una vez” hace muchísimo tiempo y no les parece necesario repetir el ejercicio. Después de todo los honorables operan bajo la convicción, muy posiblemente correcta, de que la masa electoral del país sufre un grave problema de déficit atencional.


Ley de Partidos


Véase el caso de la Ley de Partidos votada por los honorables y cuyos efectos, como corresponde a la deslumbrante inteligencia de estos servidores públicos, los descubrieron recién ahora: la ley amenaza con quitarles derecho a su existencia -en su calidad de Trepadores Oficiales y Registrados en la Puja por el Poder- a las colectividades con menos de una módica suma de militantes inscritos. Fue creada, redactada y votada por ELLOS MISMOS, pero a diferencia de los casos anteriores, entendiéndose por “casos anteriores” todos los casos cuando han redactado y/o votado favorablemente leyes mal hechas, lo cual a su vez corresponde a todas las leyes que han votado y aprobado, incluyendo las anecdóticas y domésticas como la del cobro en los estacionamientos, el perjuicio SOLO lo ha sufrido o sufrirá el resto de la nación, pero no ELLOS MISMOS. Lo que hoy sucede es entonces lo que Julio Martínez habría llamado “justicia divina”, lo que mi abuela habría llamado “Dios castiga, pero no a palos”, lo que los griegos de la antigüedad clásica llamaban “némesis”, lo que la Biblia (Proverbios 27:12) describe como “el prudente ve el peligro y lo evita, el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias” y lo que los contemporáneos describen simplemente con “ser último de huevón”.


Errar es humano, aunque el reiterado exceso con que los congresales han probado la verdad de ese aserto los acerca más bien a la condición de asnos. Aun eso podría perdonárseles porque nadie elige el coeficiente intelectual con que va a nacer, pero han terminado por pasarse de la raya.


“Ley corta”


Y así sucede entonces que cada vez cuando protagonizan esos desaguisados, esto es, todas las veces, el desastre es descubierto tardíamente y lo reparan mediante una “ley corta” o algún artificio de la misma naturaleza. La “ley corta” no es otra cosa que un “borrón y cuenta nueva”, aunque la nueva cuenta nada garantiza porque sale de las mismas cabezas. Bien sabido es que el anexo creado para entender la enigmática ley tributaria -a la cual le debemos en alto grado la parálisis económica- resultó más voluminoso que la ley misma e igualmente ininteligible. Sin duda se necesitará un anexo para entender el anexo. No es imposible que algún dispositivo legal de esa laya -aunque no lo llamen “ley corta”- será ideado para permitir a los partidos seguir en su giro de negocios, su eterno juego para resolver “el problema del poder”, su festival de primarias, primeras vueltas, acuerdos programáticos y unidades indestructibles, pero sobre todo la indestructible unidad y fortaleza necesaria para seguir flotando.


A la incompetencia y desvergüenza que da lugar a un estropicio tras otro se ha ido agregando la paranoia. En relación a estos hechos y teniendo probablemente como telón de fondo el ABSOLUTO DESCREDITO de la clase política en su conjunto, en especial del Congreso, descrédito que se refleja contundentemente en encuestas que así lo señalan desde hace años, Zaldívar hizo el acostumbrado comentario que trasluce cierta vocación del progresismo por convertir sus fracasos en martirologios: “De todos lados hay una campaña contra nosotros…”.


De acuerdo a ese espléndido raciocinio las malas leyes aprobadas en estos años son producto del desequilibro mental provocado por la campaña de desprestigio, la existencia de senadores reconociendo “no haber leído” tal o cual proyecto de ley deriva del asesinato de imagen, las dietas millonarias y los viajes de placer disfrazados de viajes de estudio son fruto del complot fascista. Tómese debida nota.


“Presiones”


A esas campañas siniestras de asesinato de imagen urdidas por la CIA, el FBI, los Iluminatti y la Federación Galáctica se suman las presiones. Dijeron, los honorables, que la destructiva Ley sobre Partidos que hoy pende sobre sus cabezas como la espada de Damocles -corran, señores congresales, a echarle una mirada a Wikipedia- fue el resultado de haberla votado “bajo presión”. Con dicha presión se refieren no a un chantaje de organizaciones criminales enemigas de la democracia, sino a la molestia ciudadana por su menos que mediocre desempeño como cuerpo político y como individuos. Es, otra vez, la manía persecutoria elevándose a las egregias alturas del martirologio.


Dicho sea de paso, en el diccionario del discurso políticamente correcto se distinguen dos clases de presiones: las provenientes de sindicatos, “la calle”, organizaciones populares, etc. son “demandas sociales” y como tal legítimas, atendibles, plausibles; las que ejercen grupos empresariales, colegios profesionales y otras manifestaciones colectivas de la odiosa elite son parte de un lobby oscuro, clandestino, intolerable y despreciable.


Otra pregunta: ¿Qué clase de elite política es esta que se confiesa incapaz de resistir presiones? ¿No es la política sino la transacción en el ámbito de ciertas instituciones de las presiones -léase intereses locales, conspirativos, regionales, sindicales, etc.- que están todo el tiempo manifestándose como demandas, incluso como exigencias, esto es, como presiones? Respuesta: esta es la clase de elite que se siente, sin embargo, capacitada para darle otra Constitución al país.


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Published on March 12, 2017 00:36

Acomodos, amenazas y pérdidas

Primarias o no primarias. Ir con un solo candidato a primera vuelta o ir con varios. Preparar el programa antes o hacerlo después. Mantener o desahuciar la Nueva Mayoría. Decir que el oficialismo anda un tanto confundido es decir poco. La verdad es que comenzó a extraviarse el día en que el gobierno de la Presidenta Bachelet perdió la brújula al persistir en un programa de reformas que el país rechazaba.


Esta fue una coalición que nunca voló por sí misma, que nunca tuvo motor propio. Los partidos la concibieron, la organizaron y se embarcaron en la aventura sólo porque vieron en Michelle Bachelet la posibilidad de reconquistar el gobierno con una candidata potente. Fue en lo único que convergieron y se pusieron de acuerdo. Y, al menos en términos políticos, la experiencia funcionó mientras ella mantuvo su carisma y ejerció el liderazgo. El día en que, por distintas razones, algunas de orden político y otras de orden personal, los atributos de confianza, cercanía y credibilidad de la Mandataria se vinieron abajo, la coalición entró a una zona de turbulencias y a una etapa de confusiones e inseguridades de las cuales nunca pudo salir. El espectáculo que el bloque está dando ahora es la expresión de eso. De una nave que perdió el timón, que navega sin rumbo por mares inciertos, probablemente a la espera de aguas más quietas, y que los partidos no abandonan porque, como sea, de momento la embarcación todavía se mantiene a flote. Siendo así, saltar por la borda puede ser mucho más riesgoso que permanecer.


Nada de lo que actualmente está ocurriendo en el oficialismo es ajeno al fracaso y a la impopularidad al gobierno. El dato que posiblemente más llama la atención al observador es que la Nueva Mayoría en la actualidad no tiene liderazgo. Fue la Presidenta quien se lo dio y se lo prestó mientras ella, en los buenos tiempos, lo tuvo en abundancia. Pero ahora, cuando existe un vacío de poder que comprueba que lo que le resta de liderazgo no da ni siquiera para unificar la acción de su gobierno, los partidos de la coalición afrontan la dolorosa experiencia de no tener claro qué quieren y de no saber tampoco para dónde van.


Confundida, desordenada y muy golpeada en términos anímicos, esta coalición tiene, sin embargo, un certero instinto de poder. Un instinto que incluso está inscrito en su acta de nacimiento y que es el factor que finalmente debiera sacarla de su actual encrucijada. Tal como están las cosas, más allá del desafío que tienen los partidos para lograr las cotas mínimas del refichaje de su militancia, hoy la Nueva Mayoría no tiene ningún candidato más competitivo que el senador Alejandro Guillier. Obviamente, el parlamentario no cumple con los estándares de la ortodoxia socialista o que hubieran preferido las dirigencias que trajeron de vuelta a Michelle Bachelet de Nueva York y que se embriagaron con la épica refundacional de la Nueva Mayoría. Pero, en tanto candidato y en términos de tonelaje electoral, en la coalición parece no haber nadie mejor.


Guillier es una figura sorpresiva y curiosa. De todos los parlamentarios de la Nueva Mayoría es por lejos el más independiente de las orgánicas partidarias de la coalición y el menos contaminado por los discursos de La Moneda. Que sea él quien a la postre termine dando la cara por el oficialismo tiene algo de tabla de salvación. Pero tiene también algo de derrota, porque significa que Bachelet y su gobierno no pudieron proyectarse en nadie que, superando la prueba de la pureza ideológica y del rating electoral, pudiera tomar las banderas que ella levantó.


Si bien las amenazas de fractura van a persistir con seguridad no solo hasta el 14 de abril próximo, que es cuando se sabrá qué partidos calificarán y tendrán derecho a inscribir candidatos, sino incluso hasta el día antes de las primarias del oficialismo, todo indica, en función del pragmatismo político, que la Nueva Mayoría debiera llegar a la papeleta presidencial de fin de año con un solo candidato. Es cierto que entre Guillier y la DC no hay grandes complicidades ni simpatías. Pero los que saben de política dicen que eso cuenta poco, porque en lo único que hay que fijarse es en los intereses, y cuando están en juego los puestos de cientos de militantes colgados del aparato del Estado, las razones para alcanzar acuerdos, misteriosamente o no, siempre aparecen.


El mayor problema para la coalición, sin embargo, no es tanto ese, el de la unidad, sino el de haber dejado perdido en el intertanto la épica de su discurso. La Nueva Mayoría ha dejado botada en el camino mucha chatarra utópica que en su momento le dio enorme capacidad de movilización. Gran parte de ese instrumental fue desvencijado o se oxidó pronto. Después de todo, la idea-fuerza de esta administración era asestarle un golpe letal al modelo de desarrollo y golpes hubo, pero no letales. Las cosas al final no salieron como se esperaba, el país se frenó y fue más bien pobre la cosecha de oportunidades para quienes estaban en desventaja. El oficialismo no puede menos que sentirlas como decepciones y tampoco puede menos que reconocerlas como la mochila con la cual ninguna coalición política quisiera llegar a una elección.


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Published on March 12, 2017 00:34

March 11, 2017

Siete años de Bachelet

SE CUMPLEN siete años aunque intermitentes (con un respiro más o menos entre medio), en que Bachelet ha sido presidenta. Siete años es mucho tiempo en política. Royer-Collard, el liberal doctrinario francés de la segunda Restauración, que presidiera la Cámara de Diputados, emplazaría en una ocasión a sus colegas con las siguientes preguntas: “¿Ha habido algún sistema, algún ministerio, alguna verdad, alguna reputación política que haya durado siete años? ¿Qué será de nosotros, qué de vosotros dentro de siete años?” Bachelet es prueba fehaciente de ello. Nadie sale bien parado después de tanto tiempo. Año que pasa, año que menos se soporta. A Cristina Fernández hubo que aguantarla ocho años.


El registro del desempeño de Bachelet está a la vista. Si alguna vez alcanzó un 85% de aprobación, hoy día su rechazo ronda en 74% habiendo llegado antes al 77%; por lo visto, gatilla reacciones ciclotímicas entre los chilenos. Su gobierno nos tiene en plena incertidumbre; no se sabe para dónde va el país. Su irrupción en la política coincide con la destrucción de los partidos, en especial los de su propia coalición, sin haber podido convertir a los movimientos sociales en fuerzas alternativas disciplinadas.Ha empoderado a ciertos grupos (mujeres y jóvenes) pero sin que hayan dejado de ser meras agrupaciones de presión. Según voceros de estos grupos, Bachelet ha alcanzado a cumplir menos del 50% de lo que prometiera hacer.


No hay que autocalificarse de “ciudadano inteligente”, sin embargo, para darse cuenta que su capacidad de gestión es de lamentar. El actual crecimiento de la economía es demasiado bajo para un país como Chile. Su incompetencia para responder a emergencias ha quedado en evidencia repetidas veces (Transantiago, 27F, incendios forestales). Su disposición a reconocer errores ha sido baja si no nula; ha preferido salir diciendo que debió haber confiado en “pálpitos”, cuando no simplemente se ha victimizado, y ha culpado a gobiernos anteriores, terminando encapsulada en torno a incondicionales.


Ha puesto la posición de Chile en el contexto continental a la defensiva. Insiste en sostener que su “legado” va a ser en educación pero no somos pocos que pensamos que ha sido un desastre, muchos de los problemas siguiendo igual de mal, si no peor (lo de la Constitución también un lío). Acusaciones de corrupción han apuntado a miembros de su familia, comprometiendo la reputación de la presidencia. Ha sido cercana a las FF.AA., pero éstas, también, en su actual gobierno, han caído bajo la mira por motivos similares.


Su principal tanto es haber cambiado la agenda social en cuanto a igualdad y toma de conciencia de que existirían sectores que merecen un mejor trato. Propósitos válidos, pero a costa ¿de qué? ¿Medidas populistas como bonificaciones, gratuidad, y un discurso antielitista si no populista, radical y polarizador? ¿Es que sus dos gobiernos han sido para solo algunos, no todos los chilenos? ¿Ello, un logro o, a la postre, un desacierto? El futuro lo dirá.


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Published on March 11, 2017 01:30

Luksic la lleva

¿CUÁL ES el escándalo? Se arrendó una casa y pagan buen precio. El tweet de Andrónico Luksic, buscaba responder a un reportaje del Wall Street Journal, respecto al hecho que su casa en Washington fue arrendada por la hija del Presidente Trump, al tiempo que el empresario mantiene un litigio en ese país por un proyecto minero.

Las reacciones en la redes no pararon. Notable, bien por él/Un like para Luksic/¡Basta de chaqueteo!/ Si los envidiosos volaran, estaría siempre nublado/ El hombre es exitoso y puede hacer lo que quiera/Grande Chile/, fueron algunos de los comentarios. Es cierto, hubo otros contrarios, pero la tónica fue positiva.


La irrupción de Luksic en las redes sociales es, sin duda, el fenómeno social del momento. Nunca un empresario, un hombre rico y poderoso, como el mismo se definió en su video de YouTube, había entrado de lleno a opinar en las redes sociales. Hoy, con más de 60 mil seguidores, se ha convertido en un personaje. Y, de a poco, está logrando transformar su imagen, muy dañada por el caso Caval, en la de un tipo cercano y hasta simpático. Y hace cosas insólitas. Hace poco, uno de sus seguidores le pidió que le recomendara un libro. Luksic señaló el texto “Un veterano de tres guerras”, y tuvo tanto impacto que anunció que regalaría mil ejemplares de la obra. En una hora se agotaron.


Dicen que él está feliz. Que le dedica mucho tiempo al asunto y que no se deja asesorar por nadie. Y tiene razón, porque los expertos en comunicación, y para que hablar de sus pares empresarios, miraban esto horrorizados. “Te van a matar en las redes”, le dijeron. Pero el hombre la tenía clara: les dijo que ya lo estaban matando todos los días. Que no tenía nada que perder. Que era una oportunidad para decir lo que piensa, que lo conozcan, para que, por último, lo critiquen con conocimiento.


Los resultados hasta ahora son positivos. De acuerdo a las mediciones, tiene más aprobaciones positivas que negativas. Pero, lo más importante, ha creado una tribu que lo sigue y con los cuales, en un lenguaje coloquial y directo, habla de política, empresas, el éxito y la vida. Tampoco le hace el quite a los problemas. “No estamos en el sector pesquero”, dijo cuando lo acusaban de comprar la ley de pesca. “No tenemos forestales”, informó para desmentir a Greenpeace durante los incendios.


Su éxito ha llevado a que muchos crean que quiere ser presidente. El se ríe de aquello. En Twitter se lo preguntan, pero él aclara que solo quiere participar. Que no financiará a ningún político. Que para lo único que pondría plata es para una campaña que incentive a los jóvenes a votar.


Nadie sabe cómo terminará esta aventura. Pero lo concreto es que es el único empresario que está sacando la cara en las redes. Que, pese a que posee un canal de televisión, entendió que el camino para influir era otro. Y su éxito es notable e importante para todos. Porque de alguna manera está acercando y desafiando la imagen que tienen muchos de los hombres de negocio. Por eso, sería ideal que otros siguieran su ejemplo. Pero claro, hay que ser valiente y entrar de lleno a esa verdadera jungla que es Twitter.


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Published on March 11, 2017 01:25

¿Es necesaria una nueva Constitución?

SÍ, PERO por razones distintas de las que invocan los partidarios acérrimos de una nueva Constitución.


Pensamos que el argumento de la ilegitimidad de la Constitución del 80 es feble, pues, así como es indiscutible que nació bajo ese estigma, es también cierto que tras más de 30 reformas que se le han introducido, en más de un cuarto de siglo, bien se puede decir que, o ha terminado siendo legitimada, o este debate ha perdido utilidad y sentido. Avala esta última posición la referencia a múltiples experiencias de países donde sus cartas fundamentales -la de Japón, Alemania, la V República Francesa, las chilenas de 1833 y 1925- nacieron bajo circunstancias en que muchos cuestionaban su legitimidad, pero que terminaron transversalmente reconocidas.


Tampoco nos parece que se pueda negar la progresiva aceptación de la Constitución en la medida que sus reformas y funcionamiento efectivo, han permitido la elección de seis presidentes en procesos electorales indubitados. Algunos se preguntan si en el período de más de 25 años a partir de la recuperación de la democracia en 1990, y que se cuenta como el de mayor progreso económico y social, ella fue una contribución o un estorbo. Dados los resultados obtenidos en este ámbito, es difícil considerarla como un obstáculo.


Más allá de eso, esta discusión parece ociosa y bizantina, pues una Constitución es uno entre muchos factores relevantes que determinan el desarrollo de un país. Si ella fuera la piedra angular del éxito de los gobiernos democráticos, ¿cómo podríamos explicar la cambiante realidad de Estados Unidos en el período de más de 200 años en que ha regido su única Carta Fundamental? Por una parte, es cierto que si es mal construida ella puede llevar al país al caos, a la guerra civil, o a no proteger a sectores de la población, incluso mayoritarios, frente al abuso, o dejar indefensos a los ciudadanos frente a actos arbitrarios de poder. Pero, por otra parte, ni aun la más perfecta Constitución puede garantizar el éxito de los gobiernos y de las políticas públicas y menos asegurar el cumplimiento de sus objetivos. Atribuirle a una Constitución el origen de todos los males, o de todos los logros, es una exageración y un despropósito.


Una nueva Constitución, no parte de cero o de una hoja en blanco, tampoco reescribe la historia, si es un ejercicio fundacional, menos en un país como Chile que tiene una tradición democrática, republicana y constitucional, forjada de una evolución histórica, con avances y retrocesos, con períodos de estabilidad y ruptura. Difícilmente el actual gobierno podrá avanzar mucho más en este proceso, acaso su aporte -importante- termine siendo el haber diseñado y convocado a un proceso ciudadano de participación.


Resulta muy dudoso que los tiempos legislativos y políticos permitan tramitar un proyecto de reforma del actual capítulo XV de la Carta Fundamental, incluso forzar aquello, atendidos los altos quórums necesarios, puede resultar contraproducente

Sin embargo, cualquiera sea el resultado de las elecciones presidenciales y parlamentarias de noviembre próximo, este debate llegó para quedarse, bien sea para concretarlo y algunos pocos para evitarlo.


En el libro “Sobre derecho, deberes y poder. Una nueva Constitución para Chile” , sus autores Genaro Arriagada, Ignacio Walker y este columnista buscamos contribuir a ese debate, necesario e ineludible.


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Published on March 11, 2017 01:20

Razones de un fracaso

EL BALANCE de los chilenos sobre estos tres años de gobierno de la Nueva Mayoría quedó expresado en la última encuesta del CEP. Todas las áreas de gestión evaluadas de 1 a 7, obtuvieron nota roja y el gobierno fue reprobado con apenas un 3. Asimismo, la Presidenta Bachelet recibió la más baja aprobación en los últimos 16 años, mientras que el número de chilenos que piensa que el país está estancado alcanzó un triste récord histórico llegando a un 67%.


Detrás de este fracaso hay tres razones fundamentales. Primero, un mal diagnóstico de las necesidades y sueños de los chilenos que, desde hace tres años, quieren más y mejores oportunidades de trabajo y educación para progresar y vivir en un mejor país, no en un nuevo país.


Al programa de gobierno refundacional se agregó, en segundo lugar, una forma de gobernar dogmática, sorda al diálogo y poco republicana. Un estilo que fue descrito por el senador Quintana: “Nosotros no vamos a pasar una aplanadora, vamos a poner aquí una retroexcavadora, porque hay que destruir los cimientos anquilosados del modelo neoliberal de la dictadura”. Es decir, un relato con todos los rasgos del populismo.


La “doctrina de la retroexcavadora” significó una ruptura total con el proyecto de país iniciado en democracia por el Presidente Aylwin, continuado por Frei, Lagos, la propia Bachelet en su primer mandato, y fortalecido durante el gobierno del ex presidente Sebastián Piñera. Un proyecto de país que conjugó exitosamente crecimiento, libertad y justicia social, y que puso a Chile como ejemplo internacional de buenas políticas sociales y económicas.


La tercera razón del fracaso de la Nueva Mayoría está en sus reformas educacional, tributaria, laboral y en su proyecto de nueva Constitución. La reforma educacional que prohibió el lucro, la selección por mérito académico de los alumnos y el copago de los padres, dejó sin patines a los estudiantes de los colegios particulares subvencionados y a los tradicionales liceos de excelencia. Dejando en la incertidumbre académica y financiera a los primeros, y malogrando la poderosa movilidad social que ofrecían los segundos.


En tanto, la gratuidad universal en la educación superior pasará a la historia como un ejemplo de promesa populista y de irresponsabilidad política.


Según el video oficialista que promovió la reforma tributaria, ésta haría posible una “educación pública y gratuita”, “mejor salud pública”, “más y mejores hospitales”, “más especialistas”, “más ambulancias”, “mayor acceso a medicamentos”, “más acceso a la cultura, al deporte, a un medio ambiente limpio y a mejores pensiones”. Sin embargo, lejos de mejorar la calidad de vida de los chilenos, la reforma tributaria junto con la reforma laboral han dañado la creación de buenos trabajos, el mejoramiento de los salarios y la inversión.


Es así como en los últimos tres años nuestro país ha crecido al 1,9% promedio, mientras el mundo lo hizo al 3,2%. A fines de 2013 Chile era el tercer país de la OCDE con mayor crecimiento, sin embargo hoy estamos en el lugar número 21.


La agencia calificadora Fitch Ratings bajó la perspectiva crediticia de Chile de “estable” a “negativa” dada la “prolongada debilidad de la economía”. Y por tercer año consecutivo se deterioró la posición de nuestro país en el Ranking de Libertad Económica 2017 de la Heritage Foundation, dejando a Chile con un índice global de 76,5% en 2017, su peor calificación desde el año 2002.


Pese a todo, podemos ver el futuro con esperanza. Sí, porque el mismo buen juicio de los chilenos que convirtió en minoría a la Nueva Mayoría, pondrá a este gobierno dentro de un paréntesis, como una pausa en el camino al desarrollo que Chile retomará en marzo de 2018.


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Published on March 11, 2017 01:18

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Óscar Contardo
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