Óscar Contardo's Blog, page 215
March 23, 2017
El peso de nuestros niños
La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI por la organización Mundial de la Salud. En nuestro país muchos son los esfuerzos por contener este dilema que crece a un ritmo alarmante. En ese sentido, el estudio de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb), con relación al sobrepeso de nuestros estudiantes es un gran aporte para visibilizar esta preocupación. A eso si agregamos los antecedentes del Ministerio de Salud, hacia el año 2009 en Chile cerca del 40% de la población mayor de quince años tenía sobrepeso y más de un 25% era obesa, llegando al 19% para los hombres y al 30% para las mujeres. Más preocupante se vuelven dichas cifras al considerar la población infantil, que según el Estudio Nacional de Educación Física 2015, realizado en la Agencia de Calidad a octavo básico y dado a conocer en octubre pasado, el 45% de los estudiantes tiene sobrepeso u obesidad, es decir, cuatro de cada diez niños tienen ese problema. Esto implica un alto factor de riesgo para la obesidad adulta, y por ende, elevados niveles de vulnerabilidad ante la diabetes y otras enfermedades crónicas.
En base del estudio de la Agencia antes mencionado y los datos de los Indicadores de Desarrollo Personal y Social obtenidos a partir de los Cuestionarios de Calidad y Contexto respondidos por los estudiantes junto a la aplicación Simce 2014, fue posible identificar una serie de factores asociados al sobrepeso en niños y niñas. Dentro de estos se evidenció una mayor probabilidad en las mujeres, en escuelas con nivel socioeconómico bajo, y entre los más pequeños. Al ajustar las variables, se ratificó la importancia del nivel socioeconómico de la escuela –compuesta en gran parte por el nivel educacional de los padres–. Dicho indicador no es solo un determinante de la probabilidad de sobrepeso, sino que también es una característica capaz de moderar los efectos de variables tan estructurales como el género.
Dentro de los resultados, las escuelas son clave para que los niños valoren la actividad física y constituyen espacios seguros donde se practica y fomentan hábitos de vida activa, lo que en su conjunto podría redundar en hasta un 23% de los estudiantes con mejor rendimiento en la capacidad aeróbica en el estudio del 2015.
Frente a esto y a semanas del inicio del año escolar, la función de la escuela en la lucha contra el sobrepeso y la obesidad es un eje esencial, la cual se vincula también a la educación en hábitos alimenticios y de salud. No obstante, y según los factores asociados, dicha tarea debiese considerar también el contexto del niño y de su grupo familiar. Es decir, la promoción no basta si es que se practica solo dentro del establecimiento, como, por ejemplo, el caso de las convivencias saludables realizadas por los profesores a partir de la Ley de Rotulado en junio pasado. Debe expandirse a los hogares, contemplando a los miembros de la familia como receptores de las diferentes intervenciones.
Estamos convencidos de que la promoción de hábitos de vida saludable es un cambio significativo en materia de políticas públicas. Un desafío país a afrontar con una mirada intersectorial que no solo incluya las carteras de salud, educación y, por supuesto, deporte. Esperamos de esta manera disminuir las tasas nacionales de sobrepeso de niñas y niños y poder recordar en el futuro, como quien mira un álbum antiguo de fotografías, el día mundial contra la obesidad como algo lejano y superado.
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Salir del clóset
El término «salir del clóset» viene de la sensación de encierro que vive quien está dentro y no se atreve a «salir» de él. No se sale para no comunicar una situación vergonzosa a la sociedad. En ese closet se puede estar por dos razones: por ignorancia y/o por lucha de la voluntad. Así, salir sería difícil principalmente por esta última razón: a pesar de unas fuerzas centrípetas que empujan a escapar, el ser humano envía a la voluntad a luchar contra ellas para frenar el ímpetu de arranque. Nuestra tradición cultural lleva años forjando un condicionamiento social que invita a la voluntad a luchar: no se «debe» salir afuera, la sociedad te va a linchar.
La otra razón ―la ignorancia― hace que esas fuerzas que expulsan hacia afuera ni siquiera existan. No se sabe, entonces, que se está dentro de un clóset y, además, esa ignorancia es cegada o «culpable», porque este fuerte condicionamiento social de rechazo hace evadir o ignorar el cuestionar(se). Y fue esta la ignorancia que se vio en un seminario celebrado hace unas semanas en el GAM. En él, el tema a tratar era la fuerza y el rol que tendrían actualmente los movimientos sociales en la discusión y generación de políticas públicas. El panel de discusión estaba compuesto por una académica, dos diputados y el presidente de Iguales, Luis Larraín. Este último no habló de lo difícil que había sido para él salir del clóset ni del condicionamiento social externo que había sufrido. Sin embargo, uno de los diputados, en una de sus intervenciones, empezó a divagar en contra los «tecnócratas», en contra de aquellos que diseñaban políticas públicas en base a estudios. En contraposición a estos «expertos», alabó la sabiduría oculta de los movimientos sociales y, para aclarar su punto, habló de una nueva «aplicación tecnológica». Fue enfático en decir que ésta era «una aplicación muy humilde» y que funcionaba bajo unos fundamentos extremadamente poco arrogantes.
Ante esta introducción, uno, como espectador, esperaba el inicio de un discurso cargado del clásico buenísimo relativo a la «innovación social» o «sustentabilidad» o, por qué no, alguna explicación de la iniciativa de algún «sacerdote sencillo e innovador». Pero no: sorpresivamente habló de Waze, la aplicación para autos. Y así, empezó a describir cómo ésta funcionaba utilizando la información de cada persona que se mueve por la ciudad para luego entregarla a quien quiera ir por aquí o por allá. De esta manera, valoró la importancia y el valor de esa información dispersa en la sociedad que ningún tecnócrata sería capaz de ordenar y codificar, por su complejidad y velocidad. Para él, continuó el diputado, el reconocer el valor y la consecuente utilización de esa información implicaba un gran ejercicio de humildad ―muy necesario― y muchos beneficios para la comunidad. El diputado era Giorgio Jackson e ignoraba ―desde la profundidad del clóset―, que estaba haciendo una apología del «sistema de precios» y de una de las principales ideas por la cuales Friedrich V. Hayek ganó el Premio Nobel de Economía y demostró la imposibilidad del Socialismo. Estaba alabando las más profundas y esenciales ideas que fundamentan la superioridad del libre mercado: ser humilde y reconocer el valor del orden espontáneo y la información que éste genera al resto de la sociedad, algo imposible de obtener desde un diseño central.
Y así como Jackson alabó esta humildad, Hayek acusó la falta de ésta en uno de sus últimos y más famosos libros: La Fatal Arrogancia. Se podría deducir que Giorgio Jackson está dentro del clóset por ignorancia, pero al parecer también por voluntad: hoy en día no es muy taquillero defender ideas de la libertad, por lo que ante tanta corrección política que se ve emanada de sus discursos, es esperable el temor del diputado por asumirse liberal y salir del clóset. Sin embargo, al menos podría partir superando esa arrogancia y eliminando la ignorancia, de manera que se cuestione, al menos, sus creencias y empiece a olvidar su obsesión por subirse a un pedestal para empezar a planificar.
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Vida y salud del amigo forastero”
A propósito del día de la eliminación de la discriminación racial, es necesario reflexionar acerca de nuestra creciente población migrante internacional. Los movimientos migratorios son tan antiguos como el hombre. Este se movilizaba de un territorio a otro buscando mejores lugares de caza, refugio y seguridad para el sustento de su manada y de esta manera asegurar la supervivencia de su especie. Nuestro propio país se origina del mestizaje entre pueblos originarios e inmigrantes europeos. Más aún, posiblemente no existe persona en Chile que no tenga en su historia genealógica a algún extranjero valiente que llegó a esta tierra buscando una mejor vida y encontrando en ella oportunidades de progreso y bienestar.
La migración es un reconocido determinante social en el mundo. Las condiciones que rodean al proceso de migración hacen que esta población sea potencialmente vulnerable y que su movimiento transfronterizo tenga gran impacto en el desarrollo económico, progreso y salud pública de una nación. Acercándose al 3% de la población total en Chile, se estima esta comunidad en torno a las 550.000 personas. Además del flujo inmigrante más conocido, proveniente de países fronterizos, en los últimos años ha aumentado el ingreso de personas de países más lejanos de la región, tales como Venezuela, Colombia, y varios países de Centroamérica. Este cambio en el patrón migratorio ha sido notorio especialmente por el ingreso de personas afrodescendientes, que traen sin duda nuevas formas de representar e imaginar a la población que habita nuestro territorio y a su progenie.
Si bien la población migrante internacional no ha alcanzado en Chile las proporciones de otros países de la OCDE (España, por ejemplo, en torno al 13%), ciertamente experimenta algunas vulnerabilidades y vulneraciones específicas que son importantes de conocer. En mi experiencia investigando sobre las condiciones de vida y salud de inmigrantes en Chile he podido observar que: (i) es una población altamente heterogénea, con diversos países de origen, idiomas, nivel educacional, creencias y tradiciones; (ii) enfrentan desafíos importantes durante el proceso de migrar, asociados a un nuevo plan de vida personal y familiar, así como también corren el riesgo de sufrir vulneraciones a los derechos humanos y de ser perseguidos si ingresan de manera irregular; (iii) enfrentan el desafío de intentar integrarse a la nueva sociedad que los recibe y de comprender su sistema de gobierno, trabajo, vivienda y salud, entre otros; (iv) tienen necesidades especiales de salud, en especial si viven procesos de pobreza, discriminación y exclusión social, que muchas veces quedan invisibilizados.
Nuestro país, alineado con metas globales de progreso y bienestar social, así como de sus propios Objetivos Sanitarios de la Década 2011-2020, tiene la oportunidad de colaborar con otros sectores de gobierno, académicos y civiles para promover la salud de toda la población que reside en nuestro territorio, incluyendo la migrante. En este sentido, una política nacional migratoria acorde a los tiempos actuales, y una política de salud de migrantes en particular, son un imperativo ético, legal y social de urgente formalización en Chile. En tensión con otras prioridades y emergencias nacionales, y en el marco del día de la no discriminación racial, es importante abogar por que ambas políticas se materialicen a la brevedad, idealmente desde enfoques de derechos humanos, inclusión y respeto a la diversidad, así como también de determinación social y equidad. Así, el mundo entero verá de manera concreta como quieren en Chile al amigo cuando es forastero…
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Alianza público privada para las comunicaciones en Astronomía
La instalación y operación de grandes proyectos astronómicos en Chile solo es posible gracias al desarrollo en paralelo de infraestructuras de comunicaciones como las provistas por las Redes de Investigación y Educación.
Cuando el equipo detrás del mega proyecto astronómico LSST evaluó la mejor ubicación para su emplazamiento, además de la calidad excepcional de los cielos, necesitaba estar seguro que contarían con las condiciones de red adecuadas para movilizar los enormes volúmenes de datos que espera generar el observatorio. Todos sabemos que Chile fue el lugar elegido, y uno de los factores determinantes fue la existencia de una Red de Investigación y Educación, que no solo fuera capaz de responder a este desafío, sino que interconectara el ecosistema de investigación con el desarrollo y la innovación (formación de profesionales), para enfrentar así uno de las transformaciones más importantes que está experimentando la ciencia y la industria: La era de los datos o Big Data.
Hoy Chile alberga casi el 50% de la inversión astronómica y al 2020 se espera llegar a cerca del 70%, con una producción del orden de petabytes de datos por noche. Este fantástico recurso natural nos plantea importantes desafíos y, por cierto, nos ha brindado una oportunidad única para el despliegue de infraestructuras de comunicación de excepcionales condiciones, que no solo responden a la astronomía, sino que impactarán diversos ámbitos de la ciencia y de la sociedad. Pero esto no se hace solo, ni de la noche a la mañana. Ha sido un trabajo arduo de más de diez años, con los observatorios, las universidades y, por cierto, las empresas del sector. A través de la articulación hemos establecido un marco de trabajo y confianza, que ha permitido dar saltos de gigante. Primero fue el desarrollo conjunto con la ESO de la primera red óptica para la ciencia, luego se sumó ALMA y ahora, en conjunto con AURA, estamos ad portas de dar luz a la infraestructura de comunicación para el sistema de I+D+ ES más ambiciosa a nivel nacional y con estándares de primer nivel internacional.
La presencia de observatorios, el acceso a fondos públicos internacionales, el convencimiento de los socios de REUNA y la compresión de empresas del sector -que se han movido de su marco tradicional y visualizan esto no como un “capricho” de los investigadores, sino como una oportunidad para el desarrollo de nuevos negocios-, han permitido establecer una alianza público-privada, que ha acelerado el desarrollo de la Red Universitaria Nacional y de las redes académicas internacionales, con quienes hoy estamos trabajando juntos en el ambicioso proyecto BELLA, que unirá América Latina directamente con Europa. En esta ecuación hay un actor que sigue ausente: el gobierno de Chile.
Aún nos queda mucho por hacer. La conferencia ADASS, que por primera vez se realizará en Chile y en Latinoamérica en octubre de este año, será un espacio de discusión y diseño que debemos aprovechar para que Chile no sea un país de recolección y tránsito de los datos astronómicos, sino que demos un nuevo paso en la cadena de valor y nos movilicemos hacia la astroinformática. Tenemos en nuestras manos la posibilidad de desarrollar infraestructuras de centros de datos para fines científicos y de negocios en forma colaborativa. Chile tiene la oportunidad de ser el polo de la astronomía mundial en la era del Big Data, y para ello necesitamos aunar los esfuerzos ya existentes, compartir una visión de desarrollo y trabajar por ella. Aquí no sirve el divide y vencerás.
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March 22, 2017
El rol de Piñera
EL EXPRESIDENTE formalizó su decisión de ir por un segundo período, su candidatura se da en un momento particular, que le ofrece una gran oportunidad de éxito, pero también una inmensa responsabilidad. Acerca de eso quisiera hacer un par de reflexiones.
La Nueva Mayoría no lo reconoce -tampoco se le puede pedir que lo haga-, pero la formación de este pacto, su proyecto y su símbolo más visible que fue la retroexcavadora, destruyeron el factor estabilizador y de progreso que encarnó la Concertación. En una suerte de sino freudiano, para poder nacer la coalición emergente mató a su antecesora, no renegaron de la marca para remozar su propuesta, renegaron de lo que habían hecho y de lo que habían sido.
Curiosamente, el resultado final de la metáfora del senador Quintana no fue, como él planteó, la destrucción del modelo neoliberal, sino de la opción de centroizquierda que gobernó la transición. Esta destrucción no solo echó por tierra los liderazgos antiguos, por de pronto terminó real y simbólicamente con la figura del expresidente Lagos, sino que anuló cualquier posibilidad de renovación. De hecho hoy se encuentran figuras jóvenes en la extrema izquierda y en la centroderecha.
No hay una centroizquierda que se proyecte, con liderazgos transversales como tuvo en el pasado reciente, no tiene ni siquiera una candidatura que la ordene y, si la improbable esperanza de algunos de que Carolina Goic llegue a la meta se frustra, la candidatura de Guillier terminará afirmándose en la NM, porque “es lo que hay”.
Este gobierno termina heredando una economía dañada estructuralmente, no solo por las reformas que son un lastre prácticamente irreversible, sino por la pérdida de confianza en el rumbo de largo plazo, que en los primeros 20 años de democracia se había asentado fuertemente.
El primer gobierno de Piñera se puede definir como de una excelente gestión, sus números son muy buenos por dónde se les mire. Pero ese era otro Chile, era un país que todavía creía que había encontrado el rumbo, que todavía descansaba en esos consensos ahora tan vilipendiados.
A esta fecha parece probable que el expresidente volverá a gobernar, pero ¿para qué? No creo que sea principalmente para lograr, otra vez, una gestión cuantitativamente exitosa. En este escenario de desorden político, vacío de liderazgos, desconfianza ciudadana, la tarea es más compleja, creo que se parece más al rol de Aylwin en los 90: estar por arriba, convocar a la sensatez, intentar que ahora sea la centroderecha quien sustenta la gobernabilidad, pero con partidos que también están desgastados y debilitados.
Si tuviera que elegir, creo que debiera ser una propuesta de mínimos dónde quepan muchos y no de máximos que suelen ser excluyentes, de metas compartidas por los chilenos(as) de buena voluntad, más que un gobierno de partisanos.
La derecha suele creer que del desarrollo viene la gobernabilidad, pero en esta coyuntura el desafío parece distinto: recuperar la gobernabilidad para volver a aspirar al desarrollo. Por ahí, me parece, está ahora el desafío de Piñera.
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¿Izquierdas enfrentadas?
UNA DE las pocas cosas ciertas que se puede decir del futuro es que sea cual sea el signo del próximo gobierno este enfrentará una difícil y áspera administración y gobernabilidad. Otra cosa cierta, es que la experiencia del actual gobierno enseña que se requiere otra “masa crítica” política, social y cultural para realizar un gobierno de cambios en el Chile de hoy.
Hacia adelante el telón de fondo seguirá siendo más o menos el mismo: un sistema económico y político tocado en su legitimidad por sus abusos sistemáticos; la pérdida de prestigio de las élites empresariales y políticas; el lento e inexorable proceso de disolución de la “república binominal”; la apatía electoral; la ausencia de un “bloque histórico” alternativo. El conflicto seguirá trabado entre quienes creen que se puede restituir la legitimidad del modelo actual sin hacer cambios de importancia versus quienes piensan que solo haciendo cambios de fondo se puede devolver la legitimidad al sistema político y a un modelo de desarrollo. Se trata, en definitiva, de la disyuntiva histórica de parchar el actual pacto social o de construir uno nuevo.
En relación a este dilema, no es mucho lo que se puede esperar de las próximas elecciones. Un gobierno de derecha encabezado por Sebastián Piñera carecerá del respeto moral de una gran parte de la ciudadanía y la presión de “la calle” se intensificará. Un gobierno de la Nueva Mayoría (NM) en lógica de restauración conservadora enfrentará problemas parecidos a uno de derecha y, otro, de vocación transformadora, recibirá los embates del “circuito extrainstitucional del poder” con claras posibilidades de ser neutralizado. A su vez, un gobierno del Frente Amplio encontraría resistencias parecidas y amplificadas a las actuales. Gobernar sin decepcionar no es fácil y Syryza en Grecia es ejemplo de que ello también vale para las “nuevas izquierdas”.
Cabe preguntarse, por tanto, no solo por las condiciones para ganar elecciones sino para formar gobiernos progresistas fuertes, con capacidad de realizar con éxito programas transformadores. En la conformación de esa “masa crítica”, constituye una mala noticia la decisión del Frente Amplio de definir como sus adversarios, en un mismo plano, a la derecha y a la NM. Es una decisión que no reconoce matices ni la diversidad de procesos en curso, y coloca erradamente en el centro las disputas identitarias de la izquierda y no la construcción de una amplia fuerza social y política capaz de superar el neoliberalismo. Si el llamado “partido del orden” ha tenido la sagacidad para actuar de manera transversal y porosa, las fuerzas que se oponen a éste debieran tener la misma capacidad de articularse más allá de las actuales fronteras orgánicas de alianzas y partidos. Haber explorado, por ejemplo, pactos por omisión a nivel parlamentario entre las fuerzas de izquierda de dentro y fuera de la NM hubiese sido más constructivo y eficaz. Pero ya se sabe, la izquierda tiene una irresistible tendencia a fragmentarse y a dispersar sus energías.
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El desarrollo de China y su relación con el exterior
EN LAS sesiones anuales de la Asamblea Popular Nacional de China y de la Conferencia Consultiva Política del pueblo chino, las cuales se clausuraron recién en Beijing, se hizo un balance de 2016, en que se demostró los buenos resultados de las políticas implementadas, y se trazó el plan de trabajo de 2017, teniendo en cuenta los desafíos que presenta la coyuntura actual.
En su informe sobre la labor del gobierno, el Primer Ministro Li Keqiang mencionó tanto los retos del entorno exterior, marcado por un crecimiento más lento de la economía y el comercio mundiales y las fluctuaciones financieras internacionales, como los obstáculos internos, tales como los problemas estructurales y la presión bajista del crecimiento. No obstante, la economía china de 2016 arrojó resultados satisfactorios al haber cumplido las metas establecidas: un crecimiento de 6,7%, entre los más altos del mundo; continua mejora de la estructura económica, con el sector servicios que representó 51,6% del PIB; generación de 13 millones 140 mil empleos nuevos, mucho más de lo establecido; mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo, con incremento de ingresos disponibles per cápita de 6,3% y reducción en 12 millones 400 mil de la población pobre en las zonas rurales.
En 2017 estamos trabajando bajo los lineamientos de crecer en medio de la estabilidad, promover la reforma del lado de la oferta, aumentar la demanda interna, realizar el cambio estructural mediante la innovación, y continuar resolviendo los problemas que atañan a los intereses del pueblo. Se espera que el PIB crezca alrededor de 6,5%; se crearán 11 millones de nuevos empleos; se desempeñará mejor el comercio exterior; se incrementarán los ingresos del pueblo a un ritmo similar al crecimiento económico.
El gobierno chino presta suma importancia a la prevención y el control de riesgos latentes. Estamos atentos a los acontecimientos para detectar y solucionar a tiempo los problemas, evitando la expansión del riesgo. Contamos con suficientes herramientas para enfrentar los peligros, y es firme el sistema financiero. Los déficits fiscales del gobierno se mantienen por debajo de 3% del PIB, el coeficiente de adecuación de capital de los bancos comerciales se ubica en alrededor del 13%, cifras consideradas dentro del umbral de seguridad e incluso mejores que muchos países.
Por lo tanto, no se ve posibilidad de riesgos sistemáticos. El gobierno chino va a seguir vigilante y llevando el cinturón de seguridad bien puesto.
El desarrollo chino está muy vinculado con el mundo. China se ha beneficiado de la globalización económica, igual que muchos otros países, pero más aún, ha sido contribuidora a la economía mundial en las últimas décadas. Con el 6,7% de crecimiento de 2016 nuestro país aportó más de 30% al crecimiento global. Siempre abogamos por la globalización económica y el libre comercio y persistiremos en ampliar la apertura al exterior. China subió 18 lugares de 2013 a 2016 en el ranking de ambiente de negocios del Banco Mundial, lo que demuestra el interés de las empresas extranjeras.
En mayo se celebrará en Beijing el Foro de “One Belt, One Road”. Esperamos que con esta iniciativa se logre el beneficio común y el desarrollo compartido.
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6 + 6
En 2009 se aprobó reducir la enseñanza básica a seis años y extender la enseñanza media a seis años. Este cambio se debe a que nuestro currículo nacional de séptimo y octavo era significativamente menos exigente que el currículo de los países más desarrollados, perjudicando el desarrollo de nuestros estudiantes. Ponernos a la altura de los países desarrollados no sólo implicaba un cambio curricular, sino también contar con docentes con un conocimiento disciplinar profundo, condición difícil de cumplir cuando se deben enseñar todas las materias como ocurre con los docentes de enseñanza básica.
Para materializar dicho cambio se estableció un horizonte bastante razonable de diez años. Este cambio implica, por una parte, una modificación curricular en línea con la experiencia internacional, y, por otra parte, una adecuación de la infraestructura, pues la ley actual exige que los establecimientos escolares entreguen los niveles de enseñanza completos, es decir, enseñanza básica y/o enseñanza media completa. Durante el gobierno anterior se modificó el currículo nacional, pero no se avanzó ni en este gobierno ni en el anterior en adecuar la infraestructura de los establecimientos para que los liceos puedan impartir seis años de enseñanza media.
Ante esta dificultad el Ministerio de Educación ha decidido prorrogar por otros 10 años más este cambio. Esta prórroga, sin embargo, atenta contra la calidad y equidad de la educación. Tener docentes más preparados con los conocimientos disciplinares adecuados impacta directamente en el proceso de aprendizaje de los alumnos y promueve la equidad en la medida que reducimos las desventajas del sector subvencionado, pues en los colegios particulares pagados los profesores de media ya imparten asignaturas a partir de quinto básico.
¿Qué hacer, si en el tiempo que queda para que se cumpla el plazo no es posible adecuar la infraestructura de todos los liceos del país? Más aún, ¿sería aconsejable gastar estos recursos en adecuar infraestructura en vez de invertir en áreas más prioritarias?
Una posible solución para cumplir con la fecha establecida y así no perjudicar a los estudiantes del sector subvencionado es flexibilizar la ley que exige que los colegios impartan el nivel de enseñanza completo. De hecho, en la actualidad son muchos los establecimientos escolares que no cumplen con dicha norma. En primer lugar, los colegios ofrecen pre-kínder y kínder y no ofrecen la educación parvularia completa. En segundo lugar, no son pocas las escuelas que hoy sólo llegan hasta sexto básico, así como los liceos que actualmente comienzan en séptimo, sin cumplir con la obligación de impartir la enseñanza básica completa. Además, se debería flexibilizar la contratación de profesores, de manera que tanto profesores de básica como de media puedan impartir clases en el segundo ciclo de enseñanza básica (de quinto a octavo básico) y así transitar al nuevo sistema.
Estos pequeños cambios permitirían la implementación de la nueva estructura curricular el próximo año, sin tener que invertir recursos en infraestructura. Esto significaría que los actuales estudiantes de séptimo y octavo recibirán a partir del próximo año la subvención de enseñanza media, que entrega más recursos para su formación que la de enseñanza básica, y podrán gozar de profesores especialistas. Sin duda, son pequeños cambios que pueden traer consigo una mejora en la calidad de la educación del sector subvencionado y con ello mayor equidad al sistema educacional en su conjunto.
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Lo pequeño es hermoso
Así tituló E.F. Schumacher a comienzos de los 70 su libro más conocido. En él aboga por una sociedad y una tecnología “con rostro humano”, llamando la atención sobre los evidentes peligros de la macroeconomía, cual “idolatría del gigantismo”. La razón esgrimida es que el desarrollo “no comienza con las mercancías, sino con la gente y su educación, organización y disciplina”. En otras palabras, profetizó muy bien que el legítimo aumento de la riqueza, sin la virtud de lo pequeño, podría subvertir de tal modo el orden, que el inicial interés por el hombre quedara finalmente subordinado al solo crecimiento de la riqueza. Dicha subversión, advertía, tiende, en última instancia, a “eliminar el factor humano”, no solo porque la efectividad de tecnología avanzada es más productiva, sino por la convicción de que “el número de gente que se puede poner a trabajar depende de la cantidad de capital que se tenga”. No se puede perder plata.
Detrás de este capitalismo, decía, hay un individualismo despreciador de las virtudes comunes, que siempre tienen algo de heroico al intentar poner la atención en el/la otro/a, especialmente en el pobre, el disminuido. Su gran critica se dirigía a su profesor J.M. Keynes, quien durante la depresión de los años 30 afirmaba (citado por Schumacher): “la avaricia, la usura y la precaución deben ser nuestros dioses por un poco más de tiempo todavía. Porque solo ellos pueden guiarnos fuera del túnel de la necesidad económica a la claridad del día”. Según esta convicción, la paz y la estabilidad de una sociedad solo se procura con una riqueza macroeconómica, aunque sea solo de algunos ricos. Su discípulo, en cambio, expresa que un “hombre dirigido por la ambición y la envidia pierde el poder de ver las cosas tal como son en su totalidad y sus mismos éxitos se transforman en fracasos”. A ello agregaba las palabras de Gandhi: “la tierra proporciona lo suficiente para satisfacer las necesidades de cada hombre, pero no la codicia de cada hombre”.
Pero junto con esa crítica al culto del crecimiento económico, Schumacher propone una mirada que él llama “metafísica”, o sea, una visión que va más allá de la simplista lógica de las leyes físicas, tal como presume para sí la economía moderna. Él invita a mirar lo pequeño y con la sabiduría clásica de la cultura agraria y la enseñanza de las religiones tradicionales. Inspirándose en fuentes tan diversas como la economía budista, el magisterio social de la Iglesia católica, los evangelios, e incluso un escrito de Mao Tsé-Tung, presenta su visión del papel del genuino servicio de la economía al hombre, el uso adecuado de los recursos naturales, la problemática del desarrollo y las formas de organización y propiedad empresarial. A eso añade el papel trascendental de la educación, el dilema de la energía nuclear, la utilidad de la descentralización, la autonomía regional, la necesidad de una tecnología intermedia y la urgencia de las pequeñas virtudes tradicionales junto con la correcta consideración del tamaño del hombre (y la mujer). Dice: “El hombre es pequeño y, por lo tanto, lo pequeño es hermoso”. En definitiva, el mero recurso técnico no es lo esencial para “resolver el tema de la producción”. Una “adecuada organización a gran escala” tiene que considerar seriamente la naturaleza de lo pequeño, como creación íntimamente enlazada.
Si bien Schumacher no menciona explícitamente el tema del cuidado del pequeño por nacer, podríamos evocar ese interés por lo pequeño en otro interesado por una “ecología humana”, el papa Francisco: “cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad –por poner sólo algunos ejemplos–, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado” (Laudato Si, n° 117). La naturaleza no es una realidad que avala un “neutral” impulso de la codicia, la ira o cualquier sentimiento de liberación, no cobija ninguna mano invisible que automáticamente traerá justicia. Eso sería desconocer la genuina libertad del hombre y la mujer: aquella que se ejerce con responsabilidad y virtud, en el decir de Schumacher.
Es muy claro que el liberalismo económico y moral son hermanos de sangre, aun cuando sean reivindicados por la derecha y hoy, por la izquierda, respectivamente. Ambos son reflejos de una especial “subcultura capitalista” (ver Taylor). Pero aunque suene paradójico, es precisamente una moral social la que exige mirar con profundidad al y lo pequeño. El hombre y la mujer, desde la pequeñez y aunque anónimos en una sociedad esclavizada por su pasión de grandeza y por su caprichoso concepto de libertad, siempre pueden ser “señores” para construir una sociedad con rostro humano. Ello si buscan virtuosamente –y no solo como excepción heroica, sino como un hábito bueno– rescatar al más pequeño, es decir, al pobre y al niño por nacer.
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La derecha y lo “nacionalpopular”: mito y realidad
Hugo Herrera viene, desde hace algunos años, sosteniendo la tesis según la cual la derecha poseería cuatro tradiciones intelectuales: liberal, conservadora, socialcristiana y nacionalista, que denomina “nacionalpopular”. Me detendré en la última por dos motivos: a) es la más discutible en términos históricos, y b) es la más llamativa para la derecha actual.
El segundo motivo no resulta difícil de captar: no existe en el presente ningún partido de la derecha que pueda calificarse como nacionalista. ¿Quiénes, aparte del mismo Herrera, lo son? Pero tanto el documento fundacional de Chile Vamos —Convocatoria Política— cuanto el reciente (y ya polémico) Manifiesto por la República, dan cuenta de manera explícita de dicha tradición. Y es evidente que su introducción se debe a la mano del mismo Herrera, quien participó como redactor principal de ambos textos.
Sin embargo, la gran pregunta es si puede seriamente afirmarse que el nacionalismo ha sido una vertiente ideológica importante en la historia de la derecha. Herrera responde que sí, apoyándose en algunos intelectuales aislados, como Alberto Edwards, Francisco Antonio Encina y Mario Góngora. Intelectuales muy influyentes como historiadores, pero no en términos políticos.
Para responder a la pregunta anterior, cabe distinguir tres niveles: a) el nacionalismo partidista de la primera mitad del siglo XX; b) el Partido Agrario Laborista (PAL), surgido en 1945; y c) el Partido Nacional, fundado en 1966, y a través del cual se fusionaron los partidos de la derecha histórica, el Liberal y el Conservador.
En torno al primer nivel, Herrera subraya el papel jugado por Partido Nacionalista (fundado, al parecer, en 1914) en cuanto habría encarnado la tradición “nacionalpopular”, de la cual Encina daba cuenta. Sin embargo, este partido fue un total fracaso en términos electorales: no obtuvo ningún parlamentario. Además, es un partido que, con dificultad, puede calificarse de derecha, tanto por sus ideas excesivamente estatistas cuanto por el hecho que la díada derecha-izquierda aún no adquiría carta de ciudadanía en la política chilena. Tampoco el nacismo chileno, surgido en 1932, puede calificarse de derecha, ya que siempre se definió como socialista.
Por su parte, el Partido Agrario-Laborista (PAL), surgido en 1945 de la fusión del Partido Agrario con ex nazistas e ibañistas-nacionalistas, como el representado por el Movimiento Nacionalista de Chile (M.N.Ch.), sólo por un corto período trabajó junto a la derecha. Concretamente, participó con su candidato Jaime Larraín García-Moreno en la Convención presidencial de 1946. Y pese a que, finalmente, apoyó la candidatura liberal de Fernando Alessandri, el PAL se terminó definitivamente alejando de la derecha, al sumarse a la candidatura de Carlos Ibáñez en 1951.
Y, finalmente, tenemos el caso del Partido Nacional, fundado en 1966, a partir de la catástrofe electoral sufrida por la derecha en la contienda parlamentaria de 1965, en la cual liberales y conservadores sumaron un 12,4 % de los votos, cifra muy inferior al 30,3 % de 1963. Aquí la situación es al revés: si bien resulta indiscutible calificar a este nuevo partido como de derecha, dado que nació precisamente de sus vertientes históricas —liberales y conservadores—, sí surge la duda en torno a su carácter nacionalista, en el sentido de antiliberal y corporativista (estas fueron las características principales de los dos niveles anteriores).
Al leer su documento fundacional, si bien saltan a la vista ciertos elementos en apariencia nacionalistas, tiende a primar, en lo sustantivo, la adhesión a la libertad empresarial frente a la inevitable avanzada de las ideas socialistas en el país. Por ejemplo, señala: “El Partido Nacional considera que el Estado […] no puede asumir poderes que contraríen los derechos y deberes fundamentales de los ciudadanos, ni coartar las libertades esenciales que posibilitan una vida creadora y responsable”. Y agrega: “No hay libertad política cuando la libertad económica es suprimida o coartada por el Estado”.
En otro documento, publicado en 1969, critica la “destrucción de la empresa privada” por parte del Estado, refutando que la estructura económica del Chile de ese entonces fuese realmente “capitalista”. En este sentido, y a través de diversos ejemplos (como inversión, crédito y empresas de distintos rubros), da cuenta que el Estado controla el 70 % de la actividad económica del país. Y añade que el reemplazo de la empresa privada por la estatal, “es no sólo un despojo criminal y totalitario, sino que, además, el mayor atentado contra la economía del país y la libertad de los chilenos”.
Considerando que aquí se ha hecho una muy apretada síntesis del nacionalismo partidista del siglo XX, de la que Herrera extrae una tradición política al mismo nivel que la liberal, conservadora y socialcristiana, ¿dónde, en términos partidistas, puede encontrarse un nacionalismo de derecha? Lo cierto es que prácticamente no existió.
Y, para los efectos del relato ideológico de la derecha de hoy, resulta, por lo mismo, llamativo (para no decir, desconcertante) que el elemento nacionalista constituya un eje principal de los documentos recientes del sector. El comunitarismo que caracteriza el Manifiesto por la República, suscrito por los senadores Andrés Allamand y Hernán Larraín, junto a los académicos Ramiro Mendoza, Joaquín García-Huidobro y el propio Herrera, se dota de contenido, precisamente, gracias al componente nacionalista.
Así, como la república, de un lado, evitaría la fragmentación, la nación, del otro, apuntaría a centralización de un sentido colectivo. “Sólo una nación con una fuerte identidad propia está en condiciones de abrirse al mundo y de entrar en dialogo fructífero con otros pueblos”, señala el manifiesto.
Si el nacionalismo en la derecha es mucho más mito que realidad en el siglo XX, ¿por qué acudir a él para la configuración del relato actual? ¿Corresponde, por lo demás, hacerlo en el Chile de hoy, crecientemente multinacional y multiétnico? ¿Puede el “proyecto común”, invocado como superación del individualismo liberal, basarse en la idea de nación, por mucho que se intente limpiar de xenofobia y racismo? ¿Puede calificarse como a la altura de los tiempos que corren una derecha que combina comunitarismo y nacionalismo, doctrinas típicamente contrarias a la tolerancia y la diversidad?
Las respuestas a dichas preguntas, de parte de quienes vienen proponiendo una derecha tipo tercera vía (ni liberal ni socialista), enriquecería mucho más la “invitación a pensar” que el manifiesta realiza. No basta con invocar a la nación de manera romántica. Hay que ser mucho más precisos en la practicidad de este concepto y, sobre todo, dar cuenta de por qué lo “nacionalpopular” constituiría una tradición política acorde con la identidad histórica de la derecha en Chile.
La entrada La derecha y lo “nacionalpopular”: mito y realidad aparece primero en La Tercera.
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